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Oda al olvido

OH, dulce veneno que da vida,


consuelo de tantos corazones rotos,
hiriente alegría:
de que poema vienes?
¿Hacia cuales lagrimas te conduces?
Apunta tu flecha directamente al corazón,
no tengas piedad por aquellos que frente a ti suplican tu culpa,
tu misterio, tu devoción.
Que perfectos me resultan tus estatutos,
en ti el amor es tan corto
y el tiempo es aliado tuyo
como aliado quiero ser yo de tu ejército
para enfrentarme a los recuerdos, al ayer, al frío de las noches.
OH mentira cierta, cruel verdad perpetua entre la sangre,
serás la primera llama en el incendio de mis ojos,
fluye como un río entre mis pensamientos,
deja caer sobre mis versos el peso de tu nombre,
muéstrate propicio a mis horas:
por qué algunos hombres huyen de tu sombra?
¿Por qué te niegan en las tardes?
Ah olvido, metal oxidado, constante ola rompiente,
sublime inspiración,
vendrá el día en que aquellos que te niegan
suplicaran tu roce, clamaran por vivir en tus tierras,
regidos por tu bello dolor, acostumbrados a la soledad,
ah bella soledad,
sutil puñal que no mata
y junto a ti guarda nuestros sentimientos.
No te olvides de mí,
no pases por alto la señal de auxilio que te lanza mi corazón,
OH perfecta pregunta sin respuesta, descansa eternamente en mi amor.

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