LIBERACIÓN

LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.

CHILE
Segunda época, Año 49. Nº 1 — julio 2020

“No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar,

estoy cambiando las cosas que no puedo aceptar.”
Angela Davis

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Chile Segunda época, julio 2020.

Revista Liberación Chile

Segunda época, Año 49, Nº 1.
Julio, 2020.

Dirección editorial: Fernando Astudillo Becerra

Fotografía portada:
Mural en Puente Bulnes sobre Río Mapocho, lugar donde fue fusilado el padre Joan
Alsina, el día 19 de septiembre de 1973, Santiago de Chile.
Realizado por Luis Marco Henríquez Rojas (Mico) y Unidades Muralistas Camilo Torres
(UMCT).

Diseño y diagramación: Jennifer Fernanda Astudillo Acevedo

Diseño portada: Mauricio Leandro Osorio Rodríguez

Contacto: revista@zquierdacristianadechile.cl
www.izquierdacristianadechile.cl

Se autoriza la reproducción parcial citando la fuente correspondiente.

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Chile Segunda época, julio 2020.

Índice
Editorial
Fernando Astudillo Becerra 6

Revuelta Social y Covid 19

El comunitarismo y la economía solidaria: una
convergencia necesaria para la superación del
liberalismo y el capitalismo.
Por Carlos Donoso Pacheco. 8

Ahora más que nunca; unidad política y social

del pueblo, o caos individualista.
Por Marco Antonio Gutiérrez Gutiérrez. 21

Medios alternativos de resolución de conflici-

tos. La salida a la crisis órganica procesal.
Por Alonso Ignacio Salinas García. 30

La organización política.
Por Julio Méndez Briones. 41

Comentarios Internacionales
Trump y Netanyahu se unen para el robo del
siglo.
Por Antonio Barrios Oviedo 47

República Dominicana: abstención, fractura del

PLD y más bipartidismo.
Por Giordana García Sojo. 52

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Género y Derechos Humanos

El extractivismo como arma del
capitalismo contra las mujeres y sus comuni-
dades.
Por Corina Muñoz y Johanna Molina 56

Pueblos indígenas
El Sumak Kawsay o buen vivir un paradigma al-
ternativo al neoliberalismo.
Por Fernando Astudillo Becerra. 65

“Guerra contra el terrorismo” en La Araucanía

y violencia sexual contra mujeres y niñas ma-
puche.
Por María Isabel Matamala Vivaldi. 75

Declaraciones Izquierda Cristiana

El Machi Celestino Córdova y la autodetermina-
ción de los pueblos indígenas. 84

Carta abierta a los partidos políticos por huelga

de hambre del Machi Celestino Córdova y de
los comuneros mapuche de la cárcel de Angol. 88

Carta abierta a los obispos de la iglesia católica

y de las iglesias protestantes y evangélicas de
Chile. 91

Nueva violación de los Derechos Humanos por

parte del Poder Judicial de Chile. 94

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Chile Segunda época, julio 2020.
Editorial
Compañeras y compañeros, amigos, amigas, herma-
nos, hermanas:
D
espués de largas décadas volvemos a pu-
blicar la Revista Liberación, que fue uno
de los órganos de difusión de la Izquier-
da Cristiana, estuvo presente en las luchas por la re-
cuperación de la democracia, en la denuncia de las
violaciones a los derechos humanos y en los esfuer-
zos por concientizar, formar y organizar al pueblo;
un recuerdo y nuestro homenaje a aquellos hombres
y mujeres que desde la clandestinidad, en los años,
probablemente, más duros de nuestra historia, dieron
contenido y vida a LIBERACIÓN.
Hoy queremos hacer de este medio un espacio de
reflexión y de encuentro de las ideas de una izquierda
cristiana, ecológica, feminista e indigenista. Quere-
mos a través de él, difundir el paradigma y la cons-
trucción ideológica y política que el cristianismo de
izquierda ha venido planteando al pueblo de Chile y a
nuestros hemanos y hermanas de la américa morena.
En esta ocasión, no podemos dejar de referirnos a
la pandemia covid 19, que no ha hecho otra cosa que
confirmar que el neocapitalismo es la expresión más
brutal de la mercantilización de la vida, es la transfor-
mación de ella en un objeto destinado a valorizarse
en los diversos mercados. Implicando la negación de
libertades y derechos fundamentales. Estas formas de
mercantilización están ligadas a una particular cultura
del consumo, que ha adquirido múltiples expresiones.
Lo que orienta y potencia al capitalismo es una
cultura del individualismo y la competencia, de la que
no estamos ajenos aquellos/as que creemos en el co-
munitarismo y la solidaridad. El capitalismo, pese a
sus crisis, sigue siendo un fenómeno mundial, poten
ciados por la violencia, el desempleo, la pobreza, la
violencia de género y la discriminación.
La reflexión y discusión sobre estas problemáti-
cas, junto con el trabajo realizado por organizaciones
sociales, sindicales, gremiales, no gubernamentales,
6
pueblos indígenas e instituciones públicas, puede
abrir un campo de análisis que intente aportar e inci-
dir en debates y políticas destinadas a la lucha por la
construcción de otro modelo de organización social,
que sea un contrapunto al capitalismo y sus nefas-
tas consecuencias para la vida de los indo-afro-ame-
ricanos. Nuestra revista pretende hacer un humilde
aporte en esta línea.
En la contingencia política de nuestro Chile, vivi-
mos un momento probablemente único en la historia
de nuestro país, ya que desde el primer reglamento
constitucional de 1811, hasta la espúrea Constitución
del 80, nunca el pueblo se había visto en la posibili-
dad de escribir sus sueños, para hacer de éstos la guía
de como se construirá nuestro país en los siguientes
40 ó 50 años, esa posibilidad se ha ganado en las
calles (y aún con los muchos reparos que hacemos al
proceso constituyente y que nos deben invitar a man-
tener viva la movilización del pueblo, no son obstácu-
los para meternos con fuerza en éste).
El desafío de este momento supone construir:
conciencia, unidad, organización, trabajo reflexivo y
escucha en torno a algunas ideas fuerzas que creemos
cruzan las aspiraciones de las chilenas y chilenos:
Economía de la solidaridad; garantía real de cum-
plimiento de los derechos humanos, especialmente
los derechos ecónomicos sociales y culturales; demo-
cracia participativa, donde sea el pueblo el efectivo
artífice de sus destinos; respeto de la pluriculturali-
dad, biodiversidad y el medio ambiente.
De ellas surgen tareas y convicciones que desde
ya y desde nuestras realidades particulares y sociales
debemos plasmar:
Nos obligamos a ser artífices de la unidad política
y social del pueblo.
Nos obligamos a ganar la batalla de las ideas, es
allí donde se juegan los destinos de nuestro Chile y
de nuestra latinoamérica.
Nos obligamos a denunciar la violencia donde

efectivamente está. Está en la violencia instituciona-
lizada, en la discriminación y violencia contra la mu-
jer, los niños/as, los ancianos/as; en las formas injus-
tas de reparto de la riqueza, en la violencia represiva
y en el terrorismo de Estado, es allí donde se sitúa la
violencia.
Creemos que el pueblo es agente de paz, por lo
que no podemos poner en un mismo nivel las ex-
presiones de rabia, desesperación y hastío, con las in-
justicias sociales que son germen de la violencia y las
causas efectivas de que no haya verdadera paz social y
con la acción anti jurídica, inmoral y criminal de los
cuerpos represivos del Estado.
Creemos en la no violencia activa y la desobeden-
cia civil como medios eficaces de producir las trans-
formaciones por las que hemos luchado.
Nos comprometemos con el apruebo una nueva
Constitución para Chile. Así mismo con todos los
procesos de discusión, de deliberación y de acción so-
bre este importante tema, de modo que la más amplia
mayoría de los chilenos/as no deje de participar en
este proceso constituyente.
Invitamos desde ya, ¡ahora!, al conjunto del pue-
blo y sus organizaciones a escribir su sueño de país, a
escribir nuestra Constitución, con la finalidad de que
estos sean los insumos básicos con los que deberán
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trabajar quienes elijamos como nuestros/as constitu-
yentes.
Nos comprometemos a pensar un país que es ca-
paz de dar espacio y contenido a temas como: el su-
mak kawsay y sus 13 principios del buen vivir; los
derechos humanos, entendidos como la creación de
una forma cultural de organizar la sociedad y de es-
tablecer las relaciones del Estado con las personas y
de las personas entre sí; la teología de la liberación y
su mirada de un cristianismo liberador de todas las
formas de pecado, especialmente el pecado social.
Abriremos, nuestras organizaciones y nuestras
ideas, nuestro camino de izquierda cristiana a todos
los hombres y mujeres de buena voluntad que quie-
ran sumarse y que conciban la política esencialmente
desde la ética y la verdad, por que la verdad nos hace
libres.
Entendemos el trabajo político desde lo cotidiano,
desde lo posible, desde nuestras realidades concretas;
porque creemos que todos los procesos de cambio
pasan por la construcción de una mujer y un hom-
bre nuevo, que expresen en la cotidianidad de su vida
lo mejor de nuestra humanidad. Allí está el germen
esencial de la Revolución.
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Revuelta Social y Covid 19

El comunitarismo y la economía
solidaria: una convergencia
necesaria para la superación del
liberalismo y el capitalismo
Por Carlos Donoso Pacheco*

*Es Periodista, licenciado en comunicación social, magíster en filosofía política. Editor de

textos y docente universitario. Autor de artículos y ensayos publicados en diversos medios,
periodísticos y académicos. Pertenece a la Izquierda Cristiana desde su fundación. Ha des-
empeñado en ella distintos cargos, incluyendo el de presidente o coordinador nacional des-
de 1993 hasta 2006.

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Resumen
En este trabajo se propone una interpretación acerca de la significación po-
lítica y social del comunitarismo y la economía solidaria en nuestra época. Se
indaga, en particular sobre la confluencia de sus visiones y propósitos. Para tal
objetivo, luego de una introducción general en relación con dichos temas, en la
parte siguiente del texto se exponen ideas y posiciones del comunitarismo en
materia de economía. En seguida, se abordan ciertas bases y potencialidades
para una confluencia entre el comunitarismo y la economía solidaria. Y en la
parte final, se entregan algunas opiniones acerca del destino y la viabilidad de
un proyecto como este, de transformación política y social.

Palabras clave: comunitarismo, economía solidaria, transformación política y

social

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Abstract
In this work an interpretation is proposed about the political and social sig-
nificance of communitarianism and the solidarity economy in our time. It is
investigated, in particular on the confluence of their visions and purposes.
For this purpose, after a general introduction in relation to these topics,
the following part of the text presents ideas and positions of communita-
rianism in the field of economics. Next, certain bases and potentialities for
a confluence between communitarianism and the solidarity economy are
discussed. And in the final part, some opinions are given about the fate and
viability of a project like this one, of political and social transformation.

Keywords: communitarianism, solidarity economy, political and social

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Introducción o del colectivismo. En el primer caso, se trataría de

una especie de individualismo moderado o —para

U
usar una expresión del filósofo norteamericano Mi-
na de las principales y más influyentes
chael Walzer— “corregido” por el enfoque comunita-
vertientes de la filosofía política contem-
rio, para el cual ciertamente lo social ocupa un lugar
poránea, conocida con el nombre de co-
tanto o más central que lo individual a la hora de
munitarismo, comenzó a desarrollarse en la prime-
definir los fundamentos y las condiciones de la con-
ra mitad del siglo pasado, especialmente en Europa,
vivencia humana. En el segundo caso, sería esta vez el
con pensadores como Jacques Maritain, Emmanuel
colectivismo el moderado o el “corregido” por el re-
Mounier y Martin Buber. Una similar expresión de
conocimiento que los pensadores comunitarios hacen
esta corriente de pensamiento surgió algunas décadas
del valor y significación de lo individual o personal.
después, en la obra de destacados filósofos anglosajo-
nes, como Charles Taylor, Michael Sandel y Alasdair
Pero también las ideas comunitarias pueden con-
MacIntyre. En América Latina, el comunitarismo
cebirse como una propuesta esencialmente distinta.
también ha estado presente y ha influido en impor-
De hecho, las concepciones filosófico-políticas co-
tantes sectores intelectuales y políticos.
munitarias de mediados del siglo pasado representa-
ron una posición crítica y una propuesta alternativa
Esta tendencia filosófica puede ser mejor com-
tanto respecto a las estructuras propias de las socieda-
prendida si se la relaciona con un fenómeno de pro-
des capitalistas modernas construidas conforme a los
longada presencia en la historia de la filosofía polí-
ideales liberales (individualistas), como a las socieda-
tica: la existencia de dos grandes y opuestas visiones
des socialistas construidas de acuerdo con teorías de
y prácticas en torno al ser humano y su dimensión
carácter marxista (colectivistas).
social. De acuerdo con una de esas visiones y prác-
ticas (el individualismo), “la entidad básica en toda
De modo general, esta corriente de filosofía políti-
agrupación humana o en toda sociedad humana es el
ca constituye un conjunto de visiones, sustancialmen-
individuo, el sujeto individual, de modo que la agru-
te coincidentes, acerca de la vida y de la convivencia
pación o la sociedad son concebidos como conjun-
entre los seres humanos, de trayectoria más antigua
tos de individuos” (Ferrater Mora, 1999: II, 1805).
que las posiciones comunitaristas surgidas durante
Por contraposición, la otra puede ser denominada
las últimas décadas.
colectivismo, correspondiendo a las “diversas formas
de socialismo, incluyendo algunas muy reformistas:
Y la verdad es que los pensadores comunitarios no
el comunismo estatal, el ‘mutualismo’, el comunismo
solo han formulado radicales críticas a las ideas y a las
libertario, etc.(...)” (Ferrater Mora, 1999: I, 590), para
prácticas del proyecto liberal. Han aportado concep-
las cuales dicha entidad básica viene a ser la sociedad
tos, argumentos y propuestas que podrían contribuir
misma, concebida como una totalidad que no se re-
al desarrollo de un proyecto de sociedad distinto y
duce a la mera suma de las partes (individuos) que la
alternativo al liberal. En esos planteamientos comu-
componen.
nitarios están presentes los más diversos aspectos de
la realidad social y, entre ellos, el de la economía.
Lo anterior se ha manifestado a través de distin-
tas ideologías, movimientos y sociedades que han
Por eso mismo, resultaría lógico suponer que,
mostrado una mayor o menor aproximación a dichas
también en esta materia, tanto las críticas como las
tendencias (individualismo o colectivismo) o han in-
propuestas comunitarias podrían orientarse en una
tentado mezclar elementos de una y otra.
dirección distinta o contrapuesta a las teorías libe-
rales, apuntando hacia otras formas de organización
En cuanto al comunitarismo, es posible interpre-
económica, esencialmente diferentes a las formas ca-
tarlo como una versión específica del individualismo
pitalistas de producción, distribución y consumo.

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En tal sentido, el comunitarismo tiende a confluir
con lo que significa y representa en nuestros días la
economía solidaria, si ella se piensa y orienta en la
práctica como alternativa a la capitalista y, teórica-
mente, como una nueva manera de concebir la rela-
ción entre lo económico y lo social. No resulta extra-
ño, por esto mismo, que algunos filósofos y cientistas
sociales se identifiquen, a la vez, con las ideas del co-
munitarismo, con la socioeconomía y con la econo-
mía solidaria.
Comunitarismo y economía
Las críticas que formulan los pensadores comuni-
tarios al liberalismo están fundadas en concepciones
muy distintas a las de este acerca de los seres huma-
nos. Por otra parte, de esas críticas -especialmente en
algunos autores- se pueden desprender proposiciones
orientadas a construir otro tipo de sociedad. ¿Esto
significa que el comunitarismo plantea determinadas
formas de organización económica? Si es así, ¿qué ca-
racterísticas tienen esas formas?
Una respuesta afirmativa a la primera pregunta ha
sido dada por el sociólogo uruguayo Pablo Guerra.
En uno de sus artículos, Guerra sostiene que el máxi-
mo desafío, desde las distintas vertientes del comu-
nitarismo, consiste en generar un diálogo sobre qué
entendemos por una buena sociedad y cuáles deben
ser las condiciones para avanzar hacia ella, entre las
que están presentes los temas de la economía y la em-
presa. (Guerra, 2010, p. 60)
No obstante, el tema de la economía no ha sido
abordado por todos los pensadores comunitarios y
sus seguidores de manera específica y explícita. Entre
quienes sí lo han hecho, los temas tratados o prioriza-
dos corresponden más bien a las condiciones sociales
y políticas de la época en la que les ha correspondido
vivir. En ciertos casos sus ideas se han formulado des-
de la filosofía, y en otros desde la sociología o la eco-
nomía, así como algunos han procurado mantenerse
distantes de la contingencia política, mientras otros
se han aproximado al compromiso político y la ac-
ción transformadora. En especial, estos últimos han
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hecho planteamientos de carácter económico como
parte de la búsqueda de un cambio global de siste-
ma social, apuntando a la realización de una nueva
civilización o sociedad. Es el caso, por ejemplo, de
autores como Mounier en el continente europeo, de
los comunitaristas latinoamericanos en el siglo pasa-
do y de quienes en tiempos más recientes vinculan las
experiencias e ideas comunitarias a las de la economía
solidaria.
Destaquemos aquí algunas contribuciones.
A mediados del siglo pasado, Emmanuel Mounier
abordó asuntos propios de la economía de manera
expresa y dentro del marco de su concepción per-
sonalista comunitaria. Esto último se advierte con
claridad a partir del título mismo del capítulo que
dedica a este tema en su obra Manifiesto al servicio
del personalismo (1976): “Una economía para la per-
sona”. (En Mounier y en otros pensadores el término
“personalismo” debe entenderse en el sentido de que
la persona es el centro de toda reflexión filosófica y de
cualquier acción que intente superar las tendencias
individualistas y colectivistas como formas de orga-
nizar la convivencia). Efectivamente, su pensamiento
económico se desarrolla en torno a una idea central:
la economía debe estar al servicio de la persona, de
las personas. Lo reafirma en nuestros días uno de sus
más relevantes seguidores: el filósofo español Carlos
Díaz nos invita a no olvidar que “en el origen de cual-
quier relación económica hay una persona, es decir,
una presencia comunicada” (Díaz, 2009, s/p).
A juicio de Mounier, la capitalista “es una econo-
mía completamente subvertida, donde la persona está
sometida al consumo y este a la producción, que, a
su vez, está al servicio de la ganancia especulativa”.
Por el contrario, una “economía personalista regula la
ganancia a tenor del servicio prestado en la produc-
ción, la producción sobre el consumo y el consumo
con arreglo a una ética de las necesidades humanas,
replanteada en la perspectiva total de la persona. Me-
diante intermediarios, la persona es la piedra clave
del mecanismo, y ella debe hacer sentir este primado
en toda la organización económica”. ( 1976, p. 147)
El punto de partida de la economía personalista co-

munitaria es, justamente, el de las necesidades hu-
manas. Siendo la persona un ser encarnado, sostiene
Mounier, la mayoría de sus necesidades tienen una
incidencia económica.
Afirma el pensador francés que se debe conside-
rar “una zona de necesidad vital estricta, es decir, de
un mínimo indispensable para mantener la vida físi-
ca del individuo, que marca el umbral por debajo del
cual nadie debería caer” (1976, p. 148). Una segunda
zona comprende los bienes que pueden llamarse, en
sentido amplio, de consumo superfluo, en cuanto no
se requiere la satisfacción de estas necesidades para la
conservación de la vida física (1976, p. 149).
Mounier conecta en seguida la economía con la
ética: “Desde el plano de la ética individual, pensa-
mos que una cierta pobreza es el estatuto económi-
co ideal de la persona: por pobreza no entendemos
un ascetismo indiscreto, o cierta avaricia vergonzosa,
sino una desconfianza en el lastre de las ataduras, un
gusto por la simplicidad, un estado de disponibilidad
y de ligereza que no excluye ni la magnificencia, ni
la generosidad, ni incluso un importante movimiento
de riqueza, si es un movimiento atrincherado contra
la avaricia”. (1976, p. 149)
Por otra parte, una economía humana –así la lla-
ma también el autor– es una economía inventiva; una
economía progresiva. Esto quiere decir que, “una vez
reabsorbido el sector especulativo y garantizado el
sector vital, la economía humana no puede compro-
meter sus propios poderes de creación mediante una
voluntad deliberada; a cada persona le corresponde
regular su estilo de vida a medida que se le propo-
nen seducciones más variadas, y quizá inventar, en la
abundancia y por la abundancia, nuevas formas de
desprendimiento”. (1976, p. 150)
Y agrega: “La economía personalista regulará su
producción mediante una estimación de las necesida-
des reales de las personas consumidoras. No depen-
derá, por tanto, de su expresión en la demanda comer-
cial, falseada por la escasez de los signos monetarios
o por la limitación del poder de compra. Dependerá,
en cambio, de las necesidades vitales estadísticamente
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calculadas y de las necesidades personales expresadas
directamente por los consumidores”. (1976, p. 150-
151)
Una concepción personalista se caracteriza por la
preponderancia que otorga a los factores personales
sobre los factores impersonales. “Resultan de ello
varias inversiones de jerarquías que producirán sus
consecuencias en todo el aparato económico” (1976,
p. 152). A continuación, expone su idea sobre la in-
versión de estas jerarquías: la primera inversión es la
primacía del trabajo sobre el capital. La segunda es
la primacía de la responsabilidad personal sobre el
mecanismo anónimo. La tercera, la del servicio social
sobre la ganancia. Una cuarta es la preeminencia de
los organismos sobre los mecanismos: existe el peli-
gro de la centralización desorganizada, que conduce
directamente a la opresión estatal.
Por otra parte, esta economía debe ser pluralista
y descentralizada. Lo primero, en el sentido de que
realiza, entre la colectivización y las exigencias de la
persona, “tantas fórmulas como sugieren las condi-
ciones diferentes de la producción” (1976, p. 164).
En cuanto a lo segundo: “Una economía personalista
es una economía descentralizada hasta el nivel de la
persona. La persona es su principio y su modelo. Es
decir, una descentralización que no fuese más que la
fragmentación de la economía en bloques secunda-
rios no puede ser considerada como una verdadera
descentralización. La descentralización personalista
es, más que un mecanismo, un espíritu que emerge
desde las personas, base de la economía. Tiende no a
imponer, sino a hacer surgir de cualquier sitio perso-
nas colectivas, que posean iniciativa, autonomía rela-
tiva y responsabilidad”. (1976, p. 162)
De esta orientación general resultan dos conse-
cuencias importantes. La primera es que la unidad
económica primaria no es el individuo productor –
régimen individualista– ni la nación o la corporación
nacional –régimen estatizado–, sino la célula econó-
mica o empresa. La economía es o debe tender a ser
una federación de empresas. La segunda es que el plan
económico no debe consistir en la militarización de la
economía, en un sistema dictado desde el centro, sino
apoyarse en un “censo de las evaluaciones y las pro-
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puestas locales, estudiadas en cada lugar, transmitidas
tras estudio y aprobación local, para diversificarse de
nuevo, sobre la realidad viva, en su aplicación” (Mou-
nier, 1976, p. 163).
Otras aportaciones se han hecho también, en
tiempos más recientes, a un proyecto de economía
personalista y comunitaria, como las del filósofo y
economista belga Luk Bouckaert. Este señala que
desde la década de 1930: “filósofos como Alexan-
dre Marc, Jacques Maritain, Emmanuel Mounier y
muchos otros han estado buscando, sobre la base de
una visión personalista del hombre, un “tercer cami-
no” entre el capitalismo individualista y el socialismo
estatista, pero raramente hubo interés del lado de los
economistas científicos”.
Bouckaert formula cuatro supuestos “representa-
tivos de un proyecto de economía personalista his-
tóricamente relevante”, que pueden encontrarse “en
diversos lugares de las obras de filósofos y economis-
tas personalistas”.
El primero es que las necesidades básicas de un ser
humano no necesitan coincidir con sus preferencias
subjetivas, y que responder a esas necesidades bási-
cas “debe ser la primera norma de bienestar en una
economía que apunta al desarrollo de cada persona,
incluyendo a toda la persona”. El segundo es que el
compromiso ético es una fuente importante de com-
portamiento económico innovador y creativo, por lo
que “el homo economicus debe ser modelado no solo
como un ser calculador, sino también como un ser
reflexivo que busca significados”.
El tercero es que el mercado es un sistema so-
cial compuesto por relaciones de libre intercambio
y “para ser sustentable no debe descansar solo en la
ventaja mutua sino también en la confianza mutua”.
Y el cuarto supuesto es que una “compañía es una
comunidad de personas que invierten cooperativa-
mente en el logro de un proyecto significativo y ren-
table”, así como una ética de negocios personalista
“se esfuerza por lograr formas reales de democracia
y participación económicas”. (Bouckaert, 2008, p. 9).
“Las necesidades básicas, el compromiso, la confianza
14
mutua y la democracia económica se presentan aquí
como conceptos que poseen tanto un contenido ético
(no instrumental) como económico (instrumental)”
(Bouckaert, 2008, p. 9)
Al final de su trabajo, en la parte conclusiva, y a
propósito de las premisas de la economía persona-
lista, el autor formula algunos razonamientos sobre
la relación entre economía y ética que parece conve-
niente tener en cuenta. Afirma: [Esos supuestos pue-
den] “leerse como imperativos éticos que emergen de
la intuición moral de que la persona tiene un valor
mayor que cualquier forma de acción instrumental.
Allí yace su importancia ética intrínseca. Por otra
parte, también poseen una importancia instrumen-
tal. Cada uno de estos supuestos puede considerarse
como una medida de rendimiento económico y como
un instrumento para el funcionamiento apropiado de
las instituciones económicas”. (2008, p. 18)
No obstante, hay riesgos: el significado económico
puede suprimir el ético produciendo una instrumen-
talización de la ética, así como, al revés, la ética pue-
de transformarse en dominante, impulsando hacia
una moralización de la economía. La desatención de
cualquiera de los dos extremos conduce a pérdidas,
“ya sea a una pérdida ética de significado o una pér-
dida económica de eficiencia”.
Se requiere entonces “imaginación, creatividad
e iniciativa moral para mantener el equilibrio entre
ambos. Y es precisamente este equilibrio lo que cons-
tituye el eje de la economía personalista cuyo objetivo
es el desarrollo de la persona humana” (Bouckaert,
2008, p. 18).
Otros aportes a una concepción como esta se han
hecho en otros momentos y por otros autores. Por
ejemplo, el teórico y político chileno Julio Silva So-
lar resumió alguna vez su visión en esta materia –y
la de muchos intelectuales y políticos latinoamerica-
nos– en ocho tesis. En la tesis II, afirma: “Para avan-
zar en la construcción de una sociedad comunitaria
hay que acometer una transformación radical de las
estructuras vigentes”. Apoyada en las fuerzas sociales
que están animadas por una energía revolucionaria,

la “transformación del régimen económico-social en-
vuelve una modificación de fondo al actual régimen
de propiedad”. Por eso, se necesita esclarecer los con-
ceptos sobre el derecho de propiedad (Silva, 1959, p.
23).
Justamente por su importancia como factor de
conservación o transformación, el problema de la
propiedad se constituyó en un tema ampliamente de-
batido en esa época y estuvo muy presente en las dis-
putas entre pensadores y políticos, revolucionarios y
conservadores. Interesados estos últimos en preservar
el sistema económico vigente, defendían la propiedad
privada como un derecho natural y absoluto, y la con-
tinúan defendiendo de esa forma si las circunstancias
lo aconsejan. Por el contrario, quienes buscaban la
transformación de la sociedad y de ese sistema ha-
cían ver –y hacen ver– que las grandes desigualdades
sociales tenían -y tienen- su base, en gran medida,
en el carácter sagrado que se le atribuía – y se le atri-
buye– a ese derecho en una sociedad marcadamente
individualista. Y proponían, asimismo, otras formas
de propiedad acordes con relaciones socialistas y co-
munitarias.
Los autores comunitarios encontraban funda-
mentos para ello en la doctrina cristiana acerca de la
propiedad. En este punto, volvamos a Silva Solar y
sus Tesis Comunitarias: “Según el Derecho Natural,
los bienes fueron puestos a disposición de los hom-
bres indistintamente, lo cual significa que los poseían
colectivamente. Luego vino, conforme al derecho po-
sitivo, la partición y repartición de los bienes, o sea,
la propiedad privada”. Recuerda Silva que “los Santos
Padres de la Iglesia, entre ellos San Agustín, estiman
que la comunidad de bienes corresponde mucho me-
jor que la propiedad privada a los designios de Dios y
la Ley Natural” (1959, p. 23). Santo Tomás de Aqui-
no sostiene que la propiedad colectiva o común no
es la única forma de propiedad y que no debe enten-
derse que la propiedad privada está prohibida, pero
afirma que esta surge del derecho positivo, posterior
al natural, y que, si bien se puede justificar por razo-
nes prácticas, debe orientarse al bien común. (Silva,
1959, p. 23)
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
Por su parte, la autora de un estudio sobre el pen-
samiento social de San Agustín, Lucía Verdugo, hace
referencia a los Discursos de los Salmos, donde aquel
“puntualiza los beneficios que, en última instancia se
obtienen al poseer los bienes en comunidad, ya que
así, no solo se es poseedor de lo que como individuos
se necesita, sino que todos los pertenecientes a ella
usufructúan de las riquezas en común, lo que impor-
tan mayores garantías para todos”. (Verdugo, s/f, p.
66)
El propio Silva Solar, esta vez junto al político y
académico chileno Jacques Chonchol, en el libro El
desarrollo de la nueva sociedad en América Latina,
reafirman lo que para ellos constituye el sentido del
concepto de sociedad comunitaria y su relación con
el problema de la propiedad. Sostienen que en ella los
principales medios o empresas que producen bienes
o servicios para el mercado, que requieren el trabajo
asociado de un buen número de trabajadores (toma-
do este término en un sentido amplio), se socializan,
o sea, pasan a manos de los trabajadores (como due-
ños o bajo su administración), con lo cual se rompe la
división clasista en su base, al unir al trabajador con
su medio de trabajo. Se trataría de un cambio gradual,
“llevado a efecto con la mayor idoneidad técnica y
de gestión, corrigiendo los errores en que incurrieron
otras experiencias, lo que permitiría, desde luego, que
el beneficio económico obtenido en estos medios, y
por ende los ingresos que provienen de su mayor cre-
cimiento, se pudieran destinar a los objetivos propios
del bien común (crecimiento sano de la comunidad)
y a mejorar la remuneración del trabajo, en lugar de
acrecentar indefinidamente el ingreso de los acauda-
lados.” (Silva y Chonchol, 2009: 20).
Este tipo de planteamientos sobre el problema de
la propiedad está más bien ausente en la obra de los
comunitaristas anglosajones de las últimas décadas.
Una importante razón para ello es que su oposición al
liberalismo y al capitalismo no se expresa claramente
acompañada de una propuesta de un cambio radical
de sistema social que incluya lo económico.
La explicación anterior aparece confirmada por la
conclusión, más general, a la que llega Paula Donoso
15
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
en su tesis de Magíster en Ciencia Política en cuan-
to a las diferencias entre esas dos formulaciones del
comunitarismo y a los distintos momentos históricos
en que ellas surgen: “La aparición del personalismo
de Mounier y Maritain tiene lugar en el contexto de
la guerra fría, marcado por la confrontación entre dos
bloques en los planos político, militar e ideológico.
Atendido lo anterior, la propuesta comunitaria, des-
de el personalismo, surgió de manera firme y radi-
cal como un proyecto alternativo tanto al liberalismo
como al marxismo. [Esto] requería un planteamiento
radical, particularmente en contra del capitalismo y
del modelo liberal que lo sustenta, considerando que
su otro oponente, el marxismo, formulaba una crítica
revolucionaria que resultaba muy atractiva.” (Donoso,
2007, s/p)
En cambio, el paso de la teoría a la acción políti-
ca “parece ser menos decidido en el comunitarismo
actual. En efecto, al surgir esta nueva expresión del
comunitarismo en los años setenta del siglo XX, se
manifiesta inicialmente en el plano de la discusión
filosófica, y solo más tarde, a partir de los noventa,
y casi de un modo paralelo, comienza a desarrollar-
se una expresión más ligada al ámbito sociológico,
con proposiciones más específicas en relación con el
mundo político y social.” (Donoso, 2007, s/p)
Comunitarismo, socioeconomía
y economía solidaria
Se ha planteado, justamente en estas últimas dé-
cadas, una vinculación entre el comunitarismo, la
socioeconomía y la economía solidaria, y esto puede
fortalecer las aspiraciones de transformación social.
En cuanto a la socioeconomía, es posible distin-
guir, como ha sucedido con el comunitarismo, un
lado crítico y otro propositivo. El primero implica
una definida oposición al paradigma económico do-
minante o neoclásico. El segundo, supone la idea de
un paradigma económico nuevo o alternativo. Así, el
destacado sociólogo comunitarista Amitai Etzioni,
en su importante obra La dimensión moral. Hacia
otra economía, expresa que estamos ahora en medio
16
de una lucha entre paradigmas. Sostiene que “existe
un desafío al paradigma neoclásico, decididamente
utilitario, racionalista e individualista.” Y el para-
digma socialconservador “ve a los individuos como
moralmente deficientes y, a veces, irracionales, por lo
que necesitan una fuerte autoridad para controlar sus
impulsos, dirigir sus esfuerzos y mantener el orden”
(Etzioni, 2007, p. 21).
Frente a estos dos paradigmas, Etzioni propone
una tercera posición, que “ve a los individuos como
capaces de actuar racionalmente por su cuenta, a fa-
vor de sí mismos o de su ‘yo’, pero su capacidad de
hacerlo está fuertemente afectada por el modo en que
se encuentran enraizados en una comunidad profun-
da y sustentados por una moral firme y con una base
emotiva personal, comunidad que los percibe como
suyos, como un ‘nosotros’, en vez de como un impues-
to y restrictivo ‘ellos’”. (2007, p. 21 y 22)
Refiriéndose a la posición de Etzioni, los autores
españoles María Artal La Casta, Edgar Maraguat y
José Pérez Adán sostienen que estamos “ante un pen-
samiento que es tremendamente crítico con el indi-
vidualismo imperante en el vigente sistema social y
en la economía”. Los hombres y mujeres “no son (o
no deberían ser) fríos calculadores guiados solo por
su propia racionalidad o movidos exclusivamente por
la racionalización de una utilidad. La sociedad no es
un mercado, cuyo fundamento, basado en la competi-
tividad invada otras esferas: la política, la cultura, las
relaciones sociales, etc. Ni tampoco se da una reduc-
ción de la totalidad a la economía y a las reglas de un
comportamiento económico supuestamente lógico.”
(Artal La Casta, Maraguat y Pérez Adán, 1995, s/p)
Tras la crítica -siguen estos autores- Etzioni pasa
a presentar sus propuestas alternativas al individua-
lismo, representado por el protagonismo de lo que
él llama REM (Rational Economic Man), el sujeto
neoclásico por excelencia. Etzioni argumenta en el
sentido de que hay que sustituir el REM por la SEP
o Socio Economic Person: “El sujeto socioeconómi-
co es ante todo un ser que en su toma de decisiones
conjuga razón con valores y con moralidad. Y esta
persona solo se realiza en un sistema que vincula los

condicionamientos económicos con la sociedad, la
cultura y la política. Únicamente cuando los actores
(SEP’s) se orientan por unos valores, la competitivi-
dad económica se reduce y se puede empezar a ha-
blar de cooperación. La competitividad individualiza
y aísla, la cooperación construye comunidad.” (Artal
La Casta, Maraguat y Pérez Adán, 1995, s/p)
A su vez, el individualismo exacerba la compe-
tencia, en tanto que la construcción de comunidad
crea condiciones favorables para la cooperación, y la
estimula. Es posible entonces establecer claros nexos
entre la socioeconomía, la economía solidaria y el co-
munitarismo.
Esa es precisamente la opinión de Pérez Adán,
quien considera que el comunitarismo está estrecha-
mente relacionado con la socioeconomía. Esta ven-
dría a ser “un paradigma práctico en el comunitaris-
mo”. (1999, p. 20)
Por su parte, Pablo Guerra observa que el movi-
miento de economías solidarias en América Latina
se inspira en valores comunitarios y sus construc-
ciones más teóricas “están íntimamente relacionadas
con los postulados de la socioeconomía, en el sentido
de superar la mirada más habitual acerca de lo que
se entiende como campo de los económico” (Gue-
rra, 2011). Entre otras cosas, dicho movimiento “ha
ido incorporando en sus discursos muchos de los
argumentos propios del comunitarismo sensible. A
manera de ejemplo, el entender una buena sociedad
como aquella que reconoce a la persona como fin y
no solo como medio, o el postulado de Etzioni acerca
(de) que es más virtuoso el mutualismo (ayuda en-
tre todos) que el voluntarismo (ayuda al necesitado).”
(Guerra, 2011)
Vigencia y destino del
comunitarismo y de la economía
solidaria
Así como respecto al comunitarismo se ha plan-
teado la interrogante sobre su significado teórico e
histórico, lo mismo ha ocurrido en torno a la eco-
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
nomía solidaria. Pablo Guerra, por ejemplo, se ha
preguntado si esta busca sustituir al capitalismo y al
Estado o convivir con ellos (o con uno de ellos) y
ha respondido que “claramente aquí se dividen las
aguas”. Luego distingue tres posturas en tal sentido.
Una primera se puede definir como impulsora de
una mirada pluralista del mercado: “Desde esta po-
sición se reconoce la pluralidad de comportamientos
buscándose la mejor combinación posible entre las
empresas de capital, la intervención estatal y las con-
tribuciones de los emprendimientos y racionalidades
de economía solidaria” (Guerra, 2011). Enmarcada
en esta postura, la economía solidaria “busca un do-
ble propósito: crecer como sector ganándole terreno
al capitalismo (sobre todo a sus peores representacio-
nes) o al Estado cuando corresponda; e impregnar de
solidaridad a los otros dos sectores, como forma de
avanzar hacia ‘otra economía’” (Guerra, 2011). Una
segunda postura “es partidaria de un enfoque instru-
mental a favor de los más desfavorecidos. Sus parti-
darios ven a la economía solidaria como el nicho de
sectores excluidos en la sociedad que logran median-
te sus estrategias asociativas mejores niveles de vida.
(…) En definitiva, la economía solidaria no implica
en el horizonte ningún cambio socioeconómico, más
allá de los posibles aportes de ingresos a las familias
involucradas.” (2011)
Y una tercera posición aspira a que toda la eco-
nomía resulte solidaria. Ve la economía solidaria “no
tanto como un sector específico en convivencia con
otros, sino como un sistema que debería avanzar so-
bre el capitalismo o sobre el Estado hasta lograr su
desaparición” (2011).
Aun aceptando que esta esquemática clasificación
corresponde en general a las tendencias hasta ahora
observables, habría que aceptar también que en el fu-
turo pueden producirse transformaciones. Porque si
bien el pluralismo económico y el amplio predominio
de las empresas de capital son realidades actuales que
seguramente se prolongarán por mucho tiempo, el
fortalecimiento y crecimiento del sector solidario, so-
bre la base de “ganarle terreno al capitalismo y al Es-
tado”, y el consiguiente avance hacia “otra economía”
17
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
(primera posición), permiten suponer, con cierto op-
timismo, que esto podría generar una creciente trans-
formación de la economía, en su conjunto, en solida-
ria (tercera posición). Este carácter transformador de
lo que hoy es un sector económico ha sido postulado
como su destino posible por diversos autores que han
estudiado las experiencias de esta naturaleza.
Bajo esa óptica, por ejemplo, los cooperativistas
españoles Jordi García y Jordi Via y el filósofo, sacer-
dote y político LLluís Maria Xirinacs se oponen a la
designación del sector cooperativo-mutualista-aso-
ciativo como “tercer sector”, porque esto significa
situarlo, argumentan, en tercer lugar y ello implica
aceptar simbólicamente su residualidad y subalterni-
dad, “como si redujésemos las cooperativas, las mu-
tualidades, las sociedades laborales, etc., a una fun-
ción meramente paliativa de los atropellos cometidos
por los dos primeros, y tenidos por los principales,
sectores” (García, Via y Xirinacs, 2006, p. 214-5). Es-
tos autores, por el contrario, ven en este tipo de expe-
riencias empresariales la prefiguración de una nueva
economía (2006, p. 10).
Por su parte, el economista Raúl González Meyer
ha investigado en torno a las prácticas y propuestas
solidarias, cooperativas y autogestionarias –propias
de este tipo de economía– desde una perspectiva
emancipadora, como portadoras de emancipación so-
cial, política y laboral. Sostiene que ha existido en la
época moderna “un continuo reconocimiento –aun-
que ubicado periféricamente respecto a las corrien-
tes dominantes– sobre aquel tipo de prácticas eco-
nómicas”, porque han constituido “una realidad que
ha buscado mostrar su especificidad, alternatividad y
conveniencia respecto de otras prácticas económicas
en términos de su lógica, normas, reglas”.
Señala González además que, entremezcladas
con hechos históricos –costos sociales del capitalis-
mo, resistencias, gestación de alternativas de carácter
asociativo–, “han influido doctrinas en este tipo de
prácticas, como el acento cristiano en la comunidad y
la solidaridad, y el socialismo en algunas de sus ver-
tientes”. (González Meyer, 2013, s/p).
18
Luis Razeto, destacado teórico de la economía so-
lidaria, también se ha preguntado sobre el destino de
estas experiencias; para él, esta “es una búsqueda teó-
rica y práctica de formas alternativas de hacer econo-
mía, basadas en la solidaridad y el trabajo”. También
constituye “un nuevo enfoque conceptual, al nivel de
la teoría económica, referido a las formas económicas
cooperativas, comunitarias, autogestionarias y asocia-
tivas”, y un “gran proyecto de desarrollo, transforma-
ción y perfeccionamiento de la economía...” (Raze-
to,1993, s/p)
Ahora bien, si las prácticas y propuestas de la
economía solidaria se desarrollan vinculadas a movi-
mientos y doctrinas que buscan un profundo cambio
de estructuras sociales, y se orientan así en una pers-
pectiva transformadora y emancipadora, su significa-
ción podría consistir en algo que va más allá de lo que
hoy representan, que no es poco, a pesar de las limi-
taciones y amenazas que deben enfrentar. Asimismo,
la confluencia del comunitarismo y de las experien-
cias de economía solidaria en torno a un proyecto de
transformación orientado a la efectiva realización de
una sociedad distinta a la actual es un problema y un
desafío teórico-práctico, de carácter político.
En relación con lo anterior, parece interesante
considerar un planteamiento de Charles Taylor sobre
las posibilidades de lograr un viraje en el rumbo que
ha seguido hasta ahora la sociedad moderna. En su
libro La ética de la autenticidad (titulado El malestar
de la modernidad en la primera versión canadiense)
sostiene que “la única forma eficaz de contrarrestar la
deriva hacia el atomismo y el instrumentalismo que
nos arrastran hacia el mercado y el Estado burocrá-
tico consiste en la formación de un propósito demo-
crático común, la fragmentación nos incapacita para
resistirnos a esta deriva.” (Taylor, 1994, p. 143)
Afirma, por eso mismo, que una de las condicio-
nes que se requieren para lograr victorias –tal vez la
más importante– consiste en evitar la fragmentación
entre quienes desean dicho viraje. “La acción común
con éxito puede proporcionar una sensación de poder
recobrado y fortalecer también la identificación con
la comunidad”. El poder recobrado “contribuye a mi-

tigar esa sensación de impotencia que surge de sentir
que se nos gobierna mediante estados a gran escala,
centralizados y burocráticos” (1994, p. 144).
Conclusiones
Unirse tras propósitos comunes es una condición
para el éxito de la lucha de quienes trabajan por una
economía solidaria y una sociedad comunitaria. La
pregunta que cabría aquí es si esto no requiere igual-
mente la creación de un movimiento social todavía
más amplio, articulado en torno a un proyecto ideo-
lógico y político distinto al liberal. Y vuelve también
entonces a plantearse la interrogante de si tal proyec-
to pudiera surgir, justamente, de aquella corriente de
pensamiento que se ha presentado, ayer y hoy, como
crítica y oponente del liberalismo, vale decir, el comu-
nitarismo.
En cuanto a su concreción, contribuiría a realizar-
la el que las organizaciones y movimientos de econo-
mía solidaria, bajo la inspiración y los fundamentos
de una concepción comunitaria, se fortalezcan y con-
tinúen desarrollando las actividades de coordinación
y colaboración entre las distintas experiencias, e im-
pulsen el movimiento de economía solidaria al logro
de su hegemonía y predominio.
La posibilidad de avanzar hacia un desarrollo
no capitalista está relacionada igualmente con lo
que puedan aportar las organizaciones políticas que
buscan la transformación del sistema a través de la
conquista de posiciones de poder político. Porque
también es cierto que un Estado que estimule y pro-
mueva el desarrollo de la economía solidaria crea
condiciones favorables para lo que se ha planteado
aquí. Sin embargo, en Chile dichas organizaciones
no han encontrado fórmulas realmente eficaces para
conseguir sus objetivos. Se mantienen disminuidas
y dispersas, aunque surgen propuestas para superar
esta situación. Mencionemos una que proviene de la
tradición comunitaria, la del cientista político Bosco
Parra, quien ha propuesto redefinir el papel del mi-
litante de izquierda. En vez de los partidos de antes,
vale decir, asociaciones de militantes, Parra propone
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
que sean “ligas de apoyo a iniciativas comunitarias”.
Si no se recrean radicalmente, “las formaciones revo-
lucionarias no tienen nada que hacer, y sin especialis-
tas (entendidos en cooperativismo, mutualismo, sin-
dicalismo, contabilidad, resistencia, etc.), las nuevas
experiencias sociales van a ir a parar a la vulgaridad
clientelista” (Parra, 2001).
También cabría esperar que las organizaciones y
movimientos sociales que tienen intereses contradic-
torios con las políticas propias del actual modelo de
dominación –agrupaciones de gremios, de ecologistas,
de estudiantes, de género, de etnias, etc.– participaran
en la construcción de otro modelo, de emancipación.
La articulación, movilización y conquista de poder
por parte de todo este universo de comunidades y
organizaciones sociales y políticas podría representar
un paso importante en el camino de la reanimación
popular y del cambio histórico.
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20
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Chile Segunda época, julio 2020.

Revuelta Social y Covid 19

Ahora más que nunca: unidad

política y social del pueblo, o
caos individualista
Por Marco Antonio Gutiérrez Gutiérrez*

*Marco Antonio Gutiérrez Gutiérrez es vocero nacional de Jóvenes IC. Estudiante de

Pedagogía en Historia y Geografía, Universidad de Concepción..

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Resumen
La movilización social que se inició el 18 de Octubre es uno de los hitos más sig-
nificativos de nuestra historia reciente, pues tras 30 años se cuestionó el ethos
ahistórico que nos tenía confinados a un modelo de democracia bloqueada ins-
taurada por la dictadura. El pueblo de Chile, volvió a creer en que la movilización
popular es un instrumento eficaz, en aras de lograr las transformaciones de-
mocráticas que Chile necesita; sin embargo, para alcanzar este fin, es necesario
reconsiderar una tesis política presentada por el destacado político Radomiro
Tomic, pues solo a través de la “Unidad política y social del pueblo” se alcanzará
la necesaria sintonización entre clase política -comprometida con la transfor-
mación social- y las bases sociales, elemento basal en la creación y perduración
de una nueva institucionalidad y cultura política.

Palabras clave: Democracia bloqueada, ethos histórico, ethos ahistórico, co-

munidad, mito.

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Chile Segunda época, julio 2020.

Abstract
The social mobilization that began in October 18 th is one of the most sig-
nificant historical landmark of our recent history, after 30 years of questio-
ning the ahistorical ethos in which the model of blocked democracy esta-
blished during dictatorship. The people of Chile once again believed in the
popular mobilization as an effective instrument to achieve the democratic
demonstrations that Chile needs; Nevertheless, to accomplish this goal is
necessary to reconsider the political thesis presented by the outstanding
politician Radomiro Tomic, because only through the ”Political and Social
unity of the people” the necessary connection between the political class–
committed to social transformation- and the social funds will be fullfilled,
a basic element in the creation and endurance of a new institutionality and
political culture.

Keywords: Blocked democracy, historical ethos, ahistorical ethos, com-

munity, myth.

23
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
L
o que ocurrió en Octubre del año pasado,
es una clara expresión de la enfermedad
actual que sufre nuestro sistema político
institucional. Años y años de abusos, traiciones, colu-
siones, violencia, arrogancia, inequidades, injusticias,
encubrimientos, entre otros males de nuestra clase
política y de instituciones públicas y privadas; no fue-
ron olvidados por el pueblo chileno, el cual –como
nunca antes se había visto desde el inicio a la tran-
sición democrática-se movilizó de forma sostenida,
agrupando a diversos sectores del tejido social; desde
estudiantes secundarios a sindicatos de funcionarios
y funcionarias de la salud pública, de trabajadores
portuarios a estudiantes universitarios, de colegios
profesionales a agrupaciones de pobladores y pobla-
doras, de colectivos mediambientales a agrupaciones
de mujeres, entre otras muchas organizaciones. Todas
estas tomaron sus banderas de lucha y se movilizaron
por múltiples motivaciones, pero podemos considerar
como un factor común, que cada una de ellas no se
veía representada, ni respondidas sus demandas por
el sistema político institucional actual, nacido de la
implantación del modelo Neoliberal, causante de las
inequidades sociales de nuestro presente.
El escenario anterior nos es propio de nuestro
tiempo, una crisis política, y la necesaria transforma-
ción del sistema económico imperante, articulador de
abrumantes desigualdades sociales; era el panorama
del Chile de fines de los sesenta. Es por esto, que lue-
go de un agudo análisis Radomiro Tomic acuñara la
expresión “Unidad política y social del pueblo”, que
más que quedarse en el mero eslogan, fue una estra-
tegia revolucionaria que pusiera fin, a las problemá-
ticas arrastradas por el orden político y económico,
puesto que a su juicio:
“Ahora es irremediablemente tarde para toda
ilusión de sacar a Chile del subdesarrollo, tratando
de conciliar democracia y capitalismo: La fórmula;
subdesarrollo-capitalismo-libertad es en Chile una
bomba explosiva, con espoleta retardada, pero abso-
lutamente inmanejable.” (Donoso, 1988).
El riesgo del colapso político y social causado por
la primacía del individualismo, y reforzado por las
24
crónicas desigualdades que han afectado a nuestro
país, podía ser solucionado por la “Unidad política y
social del pueblo”; que consistía en:
“un pueblo organizado, consciente de su unidad,
su fuerza y sus responsabilidades a través de sus or-
ganizaciones sociales en que está integrado, y en los
partidos políticos que le dan expresión.” (Donoso,
1988, pág. 352).
Como podemos ver la situación entre fines de los
sesenta, y el inicio de la década del veinte en el si-
glo XXI –en matices generales- son similares, somos
testigos de una crisis política institucional, y de las
abrumadoras desigualdades generadas por el sistema
Neoliberal, no hay lugar a dudas. A raíz de esta situa-
ción nace el objetivo del presente escrito, en donde
se procederá a analizar nuestra realidad nacional con-
temporánea, y en función a este ejercicio argumentar
la necesidad de concretar hoy más que nunca la “Uni-
dad política y social del pueblo”, con el propósito de
transformar el orden neoliberal y la institucionalidad
política gestada en el interior del mismo; puesto que
si no lo logramos, corremos el riesgo de que este se
fortalezca aún más.
De la politización al atomismo
Si bien se afirmó en la introducción que el pano-
rama nacional durante fines de los años sesenta es
parecido a lo que tenemos en la actualidad, no de-
bemos caer en la interpretación errada de creer que
constituyen homologaciones exactas, pues como bien
se advierte son parecidas en matices generales, siendo
estos matices generales comprendidos en el binomio
de crisis política institucional, y un sistema econó-
mico creador de injustica, inequidad y desigualdad;
entonces ¿En qué se diferencian los panoramas de fi-
nes de los sesenta–que es en donde se sitúa el análisis
de Tomic-y la realidad contemporánea? La presente
interrogante intentará ser respondida por medio del
presente apartado.
En primer lugar debemos considerar que en am-
bas realidades históricas, el sistema capitalista actúa
como súper-estructura, generando desigualdades

sociales abrumantes, junto con permear en la estabi-
lidad del sistema político institucional. Pero la gran
diferencia radica, en que la expresión capitalista que
tenemos hoy en día, es mucho más agresiva que la de
las décadas del siglo pasado. Tal afirmación, se pue-
de corroborar a través un análisis comparativo de las
realidades del pasado y la contemporánea, para ello
resulta sumamente necesario –en palabras de Tadeo
Pavish- estar atento a los “signos” que nos entrega
nuestro contexto histórico (Pavisch, 1996, pág. 5); y
también agregaría los signos históricos del pasado, en
donde se sitúa el análisis de Tomic.
Una vez concluida la dictadura cívico-militar, tras
el triunfo del “no” en el plebiscito de 1988, se inició
la denominada “transición a la democracia”; la cual,
como su mismo nombre sugiere, es un primer estadio
para alcanzar la creación de una sociedad democráti-
ca. Desde algunos sectores del mundo académico, la
clase política y la opinión pública en general, sostie-
nen que hoy nos encontramos en una transición ya
concluida; y por lo tanto, no sería errado afirmar que
es el Chile de hoy un país democrático en plenitud
¿Es realmente así?
Tomás Moulián se encarga de responder la inte-
rrogante recientemente planeada a través de su libro
“Contradicciones del sistema político chileno (1920-
1990)”; en donde el autor se encarga de analizar la
evolución histórica –como sugiere el título- del sis-
tema político nacional; argumentando que desde la
instauración del modelo neoliberal en primer lugar, y
la posterior construcción democrática basada en esta
inspiración, tras la de derrota plebiscitaria de la dic-
tadura, nuestro país está construido sobre la base de
una democracia bloqueda. El modelo anterior, debe
su implementación, y posterior consolidación a fac-
tores tales como el institucional; entendido como el
armazón protector de esta nueva institucionalidad
creada por la dictadura durante el lapso de tiempo de
16 meses, que va desde el triunfo del “no”, a cuando
asume Patricio Alwyn la presidencia de la república.
Entre ellas podemos tomar en consideración medi-
das en pos de la privatización de empresas públicas,
junto a leyes políticas y electorales que permitieran la
conservación del nuevo orden. En relación a las dos
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
últimas, podemos tener en consideración la ley que
permitía el establecimiento de senadores designados,
cuyo único fin era la protección de la carta constitu-
cional; junto con el sistema binominal, el cual per-
mitía la configuración paritaria del parlamento, po-
sibilitando así que los altos quórums necesarios para
una reforma constitucional de fondo, no llegaran a
cumplirse.
Si bien el Chile de hoy, en el año 2020, ya no
cuenta con los bastiones de protección más polémi-
cos elaborados por la dictadura, como lo son el sis-
tema binominal y los senadores designados; el im-
pacto que ha supuesto la instauración y reproducción
permanente de este modelo democrático imperfecto
desde los años noventa a nuestros días, ha trastoca-
do la cultura política de la ciudadanía. Debido a que
antes de la instauración dictatorial, Chile poseía un
sistema político basado en la historicidad, explicado
por la porosidad o maleabilidad de los diferentes es-
tamentos y clases sociales (Moulián, 2006, pág. 128).
Este factor explica, la razón por la cual en Chile,
no se han desarrollado revoluciones violentas, al estilo
Cuba, o México; idea reforzada por el análisis socio-
lógico elaborado por Camilo Torres, planteado que
en el país, las clases dirigentes –hasta ese momento
de la historia- mantenían un deseo (motivaciones e
intereses propias de clase) medio, ante los cambios
estructurales; sumado a un alto nivel en lo que con-
cierne a la previsión, entendiéndose por previsión
como el temor a no supervivir como grupo. Estos dos
últimos elementos sumados a un alto nivel de presión
ejercido por las clases populares, dan como resultado
que la única revolución posible en el contexto chileno
se la revolución pacífica (Torres, 1964).
La composición sociológica del Chile de aquellos
años permitía –en palabras de Moulián- el fortaleci-
miento del espíritu societal de nuestro sistema polí-
tico, el cual canalizaba los conflictos sociales a través
de una competencia por el poder debido al arraigado
sentido de pertenencia de clase. A lo anterior se suma
el papel protagónico de la conciencia de organización;
siendo representada a través de los partidos políticos.
Es por ello, que cada instancia de participación su-
25
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
ponía pugnas entre distintos proyectos de transfor-
mación social, gestados desde distintas clases sociales.
No es de extrañar que en el plano político de las
décadas del sesenta y setenta se hayan sucedido tres
gobiernos, con distintos ideales de sociedad (Mou-
lián, 2006, pág. 129); de ahí la composición histórica
de la realidad social y política, junto con la impor-
tante relación entre partidos políticos y las organiza-
ciones sociales de base; si bien, todo este desarrollo
político se establecía al interior de un margen de de-
sarrollo capitalista el cual –al igual que hoy- generaba
amplias desigualdades sociales; la diferencia radica en
que, durante aquellos años, aquel modelo se entendía
que podía ser transformado a través de los múltiples
canales de participación ciudadana.
¿Entonces qué tenemos realmente en la actua-
lidad? En la actualidad tenemos la primacía de un
ethos ahistórico, en donde la fragmentación ha sido
la tónica. El impacto de la implementación del mode-
lo neoliberal ha resquebrajado la relación entre con-
ciencia organizativa y la expresión partidista; dando
paso a la concentración de un poder excesivo por par-
te de los “representantes” políticos, los cuales actúan
sin vinculación con las bases sociales. Esto último, ha
permeado en la intersubjetividad de la ciudadanía,
en su concepción de su real impacto en las decisio-
nes políticas; esta ha perdido todo el valor de antaño,
siendo la política entendida como algo “predefini-
do”. Para finalizar, agregar que el ethos ahistórico ha
sido reforzado por la esfera de hedonismo en la cual
nos ha sumergido el neoliberalismo (Moulián, 2006,
págs. 128-131), en donde el consumo compulsivo
se ha traducido en felicidad, en donde la búsqueda
del placer individual articula las relaciones sociales,
promoviendo un ambiente de competencia inmoral
y un tejido social atomizado, fortaleciendo aún más
el modelo; el neoliberalismo, pareciera ser inmortal.
¿Por qué “Unidad política y
social del pueblo” ayer y hoy?
Una vez establecida la diferenciación entre los mo-
delos democráticos pre y post dictadura entre ethos
26
histórico y ethos ahistórico; es necesario plantearse
las siguientes preguntas: ¿Por qué Tomic plantea la
Unidad política y social del pueblo como solución
a la crisis política de su tiempo, siendo que existía
una sintonía entre organización colectiva y expre-
sión partidista, junto con la posibilidad de llegar a
transformaciones pactadas entre clases dominantes y
populares? Y en segundo lugar ¿Por qué ahora, una
tesis fundada en un análisis social hecho hace más de
50 años, es una respuesta ante la coyuntura del Chile
de nuestros días? Tales interrogantes intentarán ser
respondidas a través del siguiente apartado.
Como bien se estableció en líneas anteriores, exis-
ten diferencias entre el sistema democrático histori-
cista, en el cual se sitúa la tesis de Tomic; y el siste-
ma democrático ahistórico instaurado y reproducido
desde el fin de la dictadura hasta nuestros días; pero,
a pesar de ello, es posible delinear similitudes gené-
ricas. Una de estas, es que al igual que como estamos
presenciando en nuestro diario vivir -a juicio del des-
tacado político- Chile se encontraba y se encuentra
atravesando una crisis institucional gestada por la
estructura económica regente, y que sólo puede ser
superada a través de la “Unidad política y social del
pueblo”.
Pensemos que el Chile en el cual se situaba To-
mic, estaba permeado –en palabras de Moulián- por
el ethos histórico; idea reforzada por Camilo To-
rres, puesto que la relación entre clases dominantes
y populares no era vertical, sino horizontal; explicado
principalmente en función a la alta presión ejercida
por las últimas, más un alto nivel de previsión (miedo
a no supervivir como clase) de las primeras. Por ello,
en cada canal de participación ciudadana estaba en
juego el destino de Chile, pues eran campos de dis-
puta de proyectos transformativos.
Desde una manifestación de trabajadores de un
sindicato, a una huelga del campesinado organizado;
desde votar por x candidato a participar de partido
político; desde ser parte de una organización nacida
desde la comunidad, a formar parte de una federación
de estudiantes, etc. No existía una separación entre
representantes y bases, sino la relación dialógica entre

ambos era permanente, influyéndose mutuamente.
Este clima de politización, se mantuvo estable mien-
tras izquierda y derecha conformaban gobiernos de
“mayorías”. Siendo posible gracias a los movimien-
tos ejercidos por las fuerzas mesocráticas –siendo en
este caso el partido Radical-; pero todo cambió, una
vez que la fuerza mesocrática creció como un centro
inflexible, pasando de ser una fuerza en tránsito entre
izquierda y derecha, a posicionarse como una tercera
alternativa; con esto se hace referencia a la Democra-
cia Cristiana (Moulián, 2006, pags 46-53).
La Democracia Cristiana -al igual que la izquier-
da- proponía un modelo de transformación social;
creciendo de forma rápida y acelerada, hasta alcanzar
la presidencia de la república en 1964. Es aquí donde
Tomic advertía la inestabilidad del sistema político,
puesto que al estar este segmentado en tres tercios
(Derecha, Democracia Cristiana, e Izquierda) no
existiría un próximo gobierno que aguantase este es-
quema, puesto que estaba basado “en minorías”; pues
sólo a través de la unidad de las fuerzas sociales y el
acuerdo de las fuerzas políticas que se apoyan en el
pueblo, se puede construir un esfuerzo de transfor-
mación popular y democrática para el país (Donoso,
1988, pág. 380). De aquí radica la importancia de lo-
grar acuerdos tanto en el plano institucional, como
también en la base social, entre la Democracia Cris-
tiana y la Unidad Popular, ya sea antes o durante el
gobierno de Salvador Allende; avanzando así hacia
una sociedad socialista, pluralista y democrática (Do-
noso, 1988, págs. 414-415).
Esta unidad entre ambas fuerzas transformativas
reemplazaría el orden capitalista imperante, el cual
como se señala en la cita a Tomic puesta al inicio
del presente escrito, era incompatible con la pervi-
vencia de la democracia, debido a que las profundas
desigualdades generadas por este sistema económico,
coartaban a las grandes mayorías de una las institu-
ciones; es por ello que Tomic sostiene:
“Pienso que la línea de fondo es clara en nuestra
patria: contra instituciones de base social minorita-
ria que marginan al pueblo, la juventud y al grueso
del país de una efectiva participación en su funcio-
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
namiento; y contra el capitalismo y neocapitalismo
como sistema económico de producción, capitaliza-
ción y distribución de riqueza. Estos son los dos mar-
cos paralizadores de la vida nacional que en el último
medio siglo, han constreñido a las grandes mayorías
nacionales a pugnar por incorporarse de una manera
más orgánica, más chilena. ¿Y a favor de qué? Digá-
moslo en palabras del programa presidencial de 1970
aprobado por unanimidad de la Junta Nacional del
PDC: “La sustitución de las minorías por el pueblo
organizado, en el control de los centros de poder po-
lítico, cultural, económico y social; y la sustitución del
capitalismo por los trabajadores organizados, como
centro motor de la economía chilena” (Donoso, 1988,
pág. 408).
A través del fragmento antes citado es sumamente
claro observar el binomio entre sistema económico y
crisis política ¿Es a rasgos generales lo que tenemos
en la actualidad? La respuesta es sí, aunque es nece-
sario hacer la salvedad de que el análisis de Tomic se
situaba al interior de contexto permeado por el ethos
histórico; por lo tanto el existía la transformación del
sistema se veía posible en el papel.
Hasta el 18 de Octubre de 2019, la transformación
del sistema político y económico se veía imposible.
Como bien se explicó anteriormente, factores tales
como los sistemas de protección política y electoral
impuestos por la institucionalidad creada por la dic-
tadura; junto con la actitud servicial y pasiva asumida
por los partidos políticos de oposición ante la misma,
y la transformación de nuestra cultura política, per-
meada por un ethos ahistórico, que ha permitido la
desvinculación entre bases sociales y representantes,
y la cada vez mayor atomización de las relaciones
sociales; ha robustecido cada vez más al neoliberalis-
mo. Entonces ¿Cómo pudo ser posible un fenómeno
social como el de Octubre?
Respuesta ante esta pregunta pueden ser varias, y
todas dependerán desde a forma que analicemos el
“estallido social”. En lo que respecta en este caso en
particular, tomaré en consideración los aportes ver-
tidos desde autores tales como Georges Sorel y José
Carlos Mariátegui.
27
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
Considerando la temática antes tratada, relacio-
nada a la imposición del neoliberalismo y el sistema
político gestado en su vientre, nos da para pensar que
ha barrido con todo rastro relacionado a la organiza-
ción comunitaria, debido a que el individualismo se
ha transformado en un canon de vida, atomizando el
tejido social; y peor aún, este mal no se deja debido a
la niebla hedonista que nubla nuestra vista. Esto está
muy lejos de acercarse a la realidad, pues en palabras
de Mariátegui la comunidad persiste. Si bien el au-
tor peruano, sostuvo esto al momento de analizar la
realidad de su país; el cual después de la colonización
española, había creado estructuras de opresión hacia
los indígenas (la mita). Pero a pesar del desalentador
panorama anterior, las comunidades sobrevivieron,
manteniendo sus formas de organización social y
económica, aunque insertada al interior de una rela-
ción de servidumbre (Rodríguez, 2009, págs. 32-33).
Este caso, puede ser extrapolable a la realidad chi-
lena, siempre y cuando atendamos a lo que sustenta
la construcción de comunidad; siendo esto –en base a
la interpretación de Sorel y Mariatégui- el mito (Ro-
dríguez, 2009, págs. 34-37).
Por mito, se entiende como lo que permite que
las desigualdades se transformen en lucha, la clasi-
ficación en acción, las clases teóricas a clases reales;
dando como resultado la polarización de la sociedad.
Es el mito, lo que religa y a la vez divide ¿Por qué?
porque para entender este concepto en términos so-
relianos es necesario tener en consideración de los
elementos que a componen. El primero de ellos es la
religión, entendido como aquello que religa, identi-
fica, crea lazos sociales y une lo que está dividido. El
segundo, está dado por lo que se entiende por polari-
zación social, es decir separa a aquello que se presenta
como idéntico. Y como tercer elemento, encontramos
la movilización, es decir dirigirse en contra de aque-
llo que se identificó como lo otro (Rodríguez, 2009,
págs. 34-35).
En el caso chileno, la comunidad se encuentra las
bases sociales organizadas (pobladores, sindicatos,
colegios profesionales, agrupaciones estudiantiles,
etc) las cuales lograron romper el atomismo del teji-
28
do social, congregándose en función a la crítica gene-
ral hacia el sistema económico y político imperante;
identificando como la otredad a los poderes fácticos
de este orden, traducidos en fuerzas represoras, em-
presariado, clase política y partidos políticos (tanto de
oposición como oficialistas). Es en el último elemen-
to en donde me gustaría detenerme, pues los partidos
políticos de oposición, poseedores de una histórica
raigambre popular, y que durante este tiempo habían
mantenido una actitud pasiva ante el fortalecimiento
del neoliberalismo, después de 30 años retomaron la
inspiración transformativa de antaño; sumándose a
las demandas de los movimientos sociales y a aque-
llos partidos políticos que desde el primer momen-
to cuestionaron el orden implantado desde los años
noventa –entre estos últimos la Izquierda Cristiana-.
Durante el desarrollo del estallido social, han sur-
gido grupos que rechazan el involucramiento de los
partidos políticos a esta lucha, el grito “el pueblo uni-
do avanza sin partido” se ha replicado en todos los
rincones del país; postura que si bien no comparto, es
entendible debido a los años de engaños y traiciones
de los cuales han sido víctimas las bases sociales orga-
nizadas, traiciones –que dicho sea de paso- son fruto
de la instauración de este orden neoliberal.
Ante este panorama la tesis planteada por Tomic
cobra más sentido que nunca “Unidad política y so-
cial del pueblo” es una necesidad imperiosa para lo-
gar la ansiada transformación de las estructuras. No
basta por si sola la unidad de la base, sin un correlato
en el ámbito político, el cual de igual forma debe es-
tar cohesionado en función a actuar conjuntamente
en presionar a las fuerzas oficialistas. Ahora más que
nunca nuestro norte debe apuntar a la unidad, consi-
derando que desde marzo del presente años atravesa-
mos por una crisis sanitaria, la cual nos ha obligado
a recluirnos en nuestros hogares, pausando la movi-
lización social mantenida desde Octubre. Ahora más
que nunca debemos a apuntar a la unidad, conside-
rando que a nivel mundial el neoliberalismo pende de
un hilo, y solo a través de un trabajo cohesionado de
todas y cada una de las fuerzas revolucionarias logra-
remos vencerlo. Ahora más que nunca hay que estar
bien organizados puesto que “los otros” aprovecharán

cada instancia con el fin de preservar el orden que
tanto los ha favorecido, puesto que en palabras de
Frediric London “están organizados y saben adonde
van” (London, 2019).
Conclusiones
A pesar de la instauración de un orden atomiza-
dor en el tejido social, el cual nos embobaba a través
de los placeres banales que nos entregaba; Chile, y
varios países al interior del globo han despertado del
sueño hedonista, y las masas populares han vuelto a
creer en sí mismas, y que su accionar es fundamental
para lograr el cambio estructural. En el caso particu-
lar de nuestro país, este cambio estructural no será
posible sin la “Unidad política y social del pueblo”;
es decir, que la unidad lograda en el plano social, sea
replicada por las fuerzas políticas comprometidas con
la revolución del orden imperante, y no la mera re-
forma del mismo, por cada mínimo elemento que se
conserve, este encontrará la forma de readaptarse y
volver (quizás) con más fuerza que antes.
La actual crisis sanitaria y social relacionada al
Covid -19, ha pausado este impulso revolucionario
nacido en Octubre del año pasado, pero ahora más
que nunca hay que preservar la unidad social que
debe ser una piedra angular en la construcción de
un nuevo Chile; con esto quiero decir que no basta
con quedarse en la participación ciudadana ofrecida a
través del plebiscito a realizarse –probablemente- en
Octubre del presente año, pues una vez logrado este
triunfo en el plano institucional, es sumamente esen-
cial mantener la unidad y movilización de las bases,
con el fin de que el diálogo entre representantes y la
ciudadanía organizada sea permanente.
Para que nunca más, una minoría vele por sus in-
terese personales, antes que de los del colectivo; para
que nunca más un grupo de representantes concen-
tre el poder total, y la población organizada se vea
marginada de un participación real en el poder; para
que nunca más se pierda el interés por la participa-
ción política, debido a que esta se entiende como algo
ahistórico, predefinida por un grupo determinado; y
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
para que nunca más un sistema política refuerce y le-
gitime un sistema económico injusto, inmoral e indi-
vidualista.
Si no logramos esto, debemos atenernos a enfren-
tar las consecuencias del caos neoliberal, el cual pro-
fundizará aún más las desigualdades; el cual atomiza-
rá aún más las relaciones sociales, en donde se perderá
la concepción del ser humano como tal, sino que un
mero objeto del cual podemos sacar provecho indivi-
dual.; un orden en el cual la competencia inmoral sea
la base del sistema, y no el amor, como nos enseñan
las escrituras. En fin, será –en palabras del destacado
filósofo cristiano Jacques Maritain- el maquiavelismo
en su máxima expresión, acarreando esto, como único
panorama posible, la destrucción espiritual.
Referencias bibliográficas
Donoso, J. (1988). Tomic (testimonios). Santiago
de Chile: Emisión.
London, F. (22 de noviembre de 2019). monde-
diplo.net. Obtenido de mondediplo.net: https://blog.
mondediplo.net
Moulián, T. (2006). Contradicciones del desarro-
llo político chileno. Santiago de Chile: Arcis.
Pavisch, T. (1996). Somos Izquierda Cristiana .
Concepción: Rehue Ldta.
Rodríguez, E. (2009). El marxismo mestizo. El
papel del mito político en Nuestra América. En M.
Cuesta, S. Ferreira, M. F. Greco, M. Mazzeo, M. Pe-
ller, & E. Rodríguez, Vigencia de J.C. Mariatégui
(págs. 29-47). Buenos Aires: Dialektik.
Torres, C. (1964). Programación económica y
exigencias apostólicas. Consecuencias de la progra-
mación económica para el apostolado en los países
subdesarrollados. Lovaina.
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Chile Segunda época, julio 2020.

Revuelta Social y Covid 19

Medios alternativos de
resolución de conflicitos:
La salida a la crisis órganica
procesal
Por Alonso Ignacio Salinas García*

* Es Coordinador de Equipo Jurídico Jóvenes Izquierda Cristiana, Estudiante de Derecho

Pontificia Universidad Católica de Chile.

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Resumen
La actual crisis del Covid-19 ha mostrado la crisis orgánica procesal arras-
trada con el tiempo; justicia formal saturada, ritualizado, modelos atrasa-
dos como los medios legales de prueba, la prueba legal tasada en el proce-
so civil, una visión de preclusión contraria a los tiempos actuales flexibles
y líquidos. Por ello se evalúa como solución los medios alternativos de
resolución de conflictos como justicia complementaria, comunitaria y po-
pular en un nuevo ordenamiento jurídico social que atienda las exigencias
sociales actuales que dan un nuevo telos a las Die Prozessmaximen.

Palabras Claves:
derecho procesal, medios alternativos de resolución de conflictos.

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Abstract
The current Covid-19 crisis has shown the organic procedural law crisis dra-
gged down over time; formal justice saturated, ritualized, backward models
such as Legal Means of Evidence, Legal Evidence Priced in Civil Procedure,
a view of preclusion contrary to the current flexible and liquid times. For
this reason, the Alternative Means of Conflict Resolution are evaluated as a
solution as complementary, community and popular justice in a new social
legal order that meets the current social demands that give a new telos to
the Die Prozessmaximen.

Keywords:
procedural law, alternative means of conflict resolution.

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Chile Segunda época, julio 2020.

I II Covid-19 y la antigua crisis

nspirándonos desde Manuel Urrutia (1), Gius-
seppe Chiovenda (2) y Francesco Carnelutti
(3), podemos definir el Derecho Procesal tanto orgánica del Derecho Adjetivo,
en su aspecto descriptivo-formal como finalista-ob- primera etapa histórica de su
jetivo de la siguiente forma: “el Derecho Procesal es
superación
una Ciencia Jurídica que se preocupa de la organiza-
ción, atribución y del modo de actuar de los órganos
El vicerrector y profesor de la Universidad de
jurisdiccionales, fijando un procedimiento que debe
Buenos Aires en un artículo publicado en el medio
emplearse cuando se requiera su intervención, como
digital de infobae nos señala que:
también, la actuación de las partes para resolver el
conflicto de relevancia jurídica, como también, los
“El escenario que afrontamos es crítico: la pande-
medios complementarios de la justicia formal, guian-
mia ha impuesto importantes restricciones que han
do la relación procesal para obtener la solución del
alterado gravemente el desarrollo de nuestras vidas
juicio para dar a cada uno su derecho conservando la
cotidianas. A consecuencia de ello, ya han aflorado
paz social, atendiendo a la realidad histórica y social
muchas preocupaciones y controversias, y otras tan-
del momento para garantizar el Debido Proceso” (4).
tas se avizoran en puerta. Asuntos laborales; disputas
comerciales; reclamos de usuarios y consumidores;
Ya la definición que usaremos para englobar el de-
contiendas civiles y de familia; cuestiones penales y
recho adjetivo que da vida práctica a todo el ordena-
sancionatorias; violencia doméstica y de género; si-
miento jurídico vemos su finalidad para conservar la
tuaciones de personas menores, mayores o con disca-
paz social en sentido general, como también, en su
pacidad; planteos administrativos y constitucionales;
sentido particular dar a cada uno su derecho resol-
etc. Todos estos temas, entre tantos otros, demandan
viendo los conflictos de relevancia jurídica, elemen-
un servicio de justicia plenamente activo para satisfa-
tos fundamentales del Estado de Derecho al superar
cer las necesidades de la población”(7).
la autotutela y la ley de la venganza (5).
La coyuntura actual ha implicado el aplazamiento
Dicha vocación de paz no es sino fruto de la ver-
de audiencias y el encarecimiento de la vida y la es-
dadera libertad y justicia, lo cual requiere dentro del
casez imposibilitando el ejercicio de las garantías de
Derecho Adjetivo el rescate del desarrollo doctrina-
la defensa jurídica, la asistencia letrada, el derecho a
rio alemán de las Die Prozessmaximen (6), mediante
formular alegaciones, la bilateralidad de la audiencia,
el cual podemos decir que las máximas procesales,
etc. Causando un grave perjuicio a las personas, de-
los principios/garantías del Derecho Procesal que
bilitando el Estado de Derecho y cuestionando más
son los elevados por la ley procesal según el tipo de
fuerte que nunca la legitimidad del Procedimiento.
procedimiento, están regidos según el telos (propó-
sito) que tengan ante la disputa en sentido general y
No es casualidad el auge de la violencia en Chile,
su relación social con la historia actual de la cultura,
como también, la piratería internacional, que vienen
para la aplicación en su caso concreto, respondiendo
a ser una forma de autotutela que pone en riesgo la
al proceso dialectico de cada sociedad.

(1) Urrutia, Manuel (1949): Manual de Derecho Procesal (Editorial Jurídica de
Chile, Santiago).
(2) Chiovenda, Giusseppe (1940): Princìpii Di Diritto Processuale Civile,
Tomo 1(Trad. Por J. Casáis y Santaló, Editorial Reus, Madrid).
(3) Carnelutti, Francesco (2007): Come Fare un Processo (Trad. Por Santiago
Sentís Melendo y Marino Ayerra Redín, Editorial Temis, Bogotá).
(4) Creación propia uniendo las visiones de los tres autores anteriormente ex-
puestos.
(5) La prohibición de la autotutela es parte un proceso histórico de recono-
cimiento del otro, donde reconocemos la posibilidad de que sea inocente y la
búsqueda de soluciones pacíficas sobre la sangre. Además, por la instauración del
Estado Moderno y la doctrina positivista francesa, comprendemos que quien
tiene un derecho subjetivo amparado por la ley, no puede poner en obra la fuerza
privada para hacerlo valer. Calamandrei, Piero (1973): Instituciones de Derecho
Procesal Civil (Ediciones Jurídicas Europa-América), p. 421.
(6) Ortells Ramos, Manuel (1999): Introducción al Derecho Procesal (Grana-
da, Editorial Comares), pp. 147-148.

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Chile Segunda época, julio 2020.
paz social y el desarrollo ordenado a su fin de los con-
flictos de relevancia jurídica.
El legislador ha respondido a la emergencia sani-
taria aprobando la Ley N° 21.226, estableciendo un
régimen jurídico de excepción para los procesos judi-
ciales, llevando a la justicia formal a suspenderse y re-
agendar las audiencias, visitas y todas las actuaciones
procesales que requieran de la bilateralidad, contra-
riedad, apreciación de la prueba, el impulso procesal
de las partes, la publicidad y toda otra (8). Pero no ha
enfrentado la crisis social desde el Derecho Adjetivo.
La Corte Suprema puede ordenar la suspensión
que considere pertinente en una seríe de casos, don-
de señalará expresamente las condiciones y términos
para dicha decisión en los términos que dispone el
artículo 1 de dicha ley, abarcando tanto a; Juzgados
de Letras, Tribunales de Familia, Juzgados de Letras
del Trabajo, Juzgados de Cobranza Laboral y Previ-
sional, Juzgados de Garantía, Tribunales Orales en lo
Penal y las mismas actividades que corresponden a las
diversas causas conocidas por los tribunales superio-
res de justicia,
Situación que esta ley extiende a los tribunales es-
peciales que no forman parte del poder judicial, los
cuales pueden suspender y reagendar sus diligencias,
a excepción de aquellas que requieran la interven-
ción urgente de dicho tribunal según el artículo 2.
Es decir, el TLC, TCP, TA y otros también se ven
en la necesidad de actuar acorde a lo dispuesto por
el Decreto Supremo N° 104 del Ministerio del Inte-
rior y Seguridad Pública, estamos en una situación de
emergencia, un Estado de Excepción Constitucional
de Catástrofe por Calamidad Pública.
La Ley N° 21.226 tiene este contexto, por lo que
previene y protege la esencia del Debido Proceso, ad-
virtiendo la indefensión y previniéndola en el artículo
3, siendo flexible con los plazos en el artículo 4, la
suspensión de los términos probatorios en el artículo
6, entre otros. Es una respuesta adecuada dentro de
(7) Consultado el 22 de mayo de 2020. Disponible en: www.infobae.com/opi-
nion/2020/04/27/el-poder-judicial-ante-el-desafio-del-coronavirus/
(8) Artículo 1 inciso 2 Ley N° 21.226.
34
la justicia formal, pero insuficiente para la crisis eco-
nómica, la creciente contrariedad social, la violencia
intrafamiliar y el colapso institucional del país.
La crisis sanitaria global actual vino a radicalizar
la crisis orgánica del Derecho Procesal, los procedi-
mientos y el proceso han venido a perder sus pies ini-
ciales de legitimidad social ante la imposibilidad de
concretarse, sea por las medidas de distanciamiento
social o la indefensión causada inevitablemente por la
saturación del auxilio público por la crisis económica
que está naciendo.
La European Commission (9) nos hace visible ya
el primer problema del Derecho Procesal y su apli-
cación, la modernización aplazada en medio de la
sociedad del enjambre digital, donde las experiencias
psico-sociales y la bio política han sido superadas
por el anonimato, la velocidad del tiempo, la inter-
conexión absoluta (pero solitaria) y la liquidez de las
relaciones sociales (10).
En alguno de los problemas señalados por la co-
misión de la Unión Europea vemos un problema de
funcionamiento práctico y otro exclusivamente jurí-
dico.
Primero vemos un problema de la organización
desfasada del sistema judicial, carente de recursos fi-
nancieros, tecnológicos, materiales y humanos, con
cobertura geográfica insuficiente y/o descoordinada,
problemas logísticos, limitaciones en el acceso a la
información y falta de transparencia.
En segundo lugar, tenemos los obstáculos legales y
procedimentales, vivimos en formalismos procesales
excesivos, normas rígidas en materia de notificación,
plazos, legitimación y admisibilidad, producción de
pruebas y carga probatoria, ausencia de tribunales
especializados y carentes de mecanismos alternativos
integrados.
La ciencia jurídica burguesa que ha ritualizado el
(9) European Commission (2019) Fichas Temáticas del Semestre Europeo:
Eficacia de los Sistemas Judiciales. Consultado el viernes 22 de mayo de 2020.
Disponible en: https://ec.europa.eu/info/sites/info/files/file_import/euro-
pean-semester_thematic-factsheet_effective-justice-systems_es.pdf.

proceso, como alguna vez lo hizo el Derecho Germá-
nico en modelos atrasados como los Medios Legales
de Prueba, la Prueba Legal Tasada en el Proceso Ci-
vil, como también, en un sistema estático e intran-
sigente de tiempos y actuaciones, con una visión de
preclusión contraria a los tiempos actuales flexibles
y líquidos, entre otros dilemas objetivos y subjetivos
respectivamente.
Este requerimiento de una modernización ha sido
aplazado por el espíritu positivista francés y de la Es-
cuela de Viena, la simplificación, la reducción de pla-
zos y costes, la accesibilidad por medios digitales sin
perder de vista la calidad del resultado son imposibles
en la estricta vocación de la ciencia jurídica pura y los
rituales solemnes que enarbola la sociedad burguesa
industrial miedosa de la justicia popular y la protec-
ción social por su ideario liberal.
Las preguntas ya no son si es hoy tiempo para la
digitalización, sino cuándo estamos dispuestos a in-
troducirla, como también, como reemplazamos los
rituales jurídicos del iluminismo para una justicia
más accesible y justa.
La justicia formal esta saturada, y aun con la tí-
mida inclusión actual -que trataremos más adelan-
te- de los Mecanismos Alternativos de Resolución de
Conflictos, no es capaz de atender su fin último que
es la Paz Social siguiendo las necesidades concretas
de las condiciones objetivas y subjetivas de la socie-
dad actual, lo que anunciamos al mencionar las Die
Prozessmaximen.
Siguiendo a Matthews, la reducción de las causas
conocidas por el sistema formal mejora la calidad de
la justicia y colabora con la necesaria celeridad que
requieren los nuevos tiempos bio-digitales, del en-
jambre. Sin embargo, hay que tener el debido cuidado
en olvidar que los MASC no son una forma de des-
congestión, sino un instrumento de participación de
la sociedad civil en los asuntos que los afectan como
ha señalado sabiamente la Corte Constitucional de
Colombia (11).
El ejemplo paradigmático que debemos obser-
(11) Sentencia Rol N° C-893-01 de 22 de agosto de 2001.
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
var está en la Unión Europea que desde el 2002 está
exigiendo a sus integrantes el aseguramiento de la
existencia de métodos alternativos de resolución, así
como la digitalización de procedimientos y gestión
en juzgados y tribunales (12).
El ejemplo paradigmático que debemos obser-
var está en la Unión Europea que desde el 2002 está
exigiendo a sus integrantes el aseguramiento de la
existencia de métodos alternativos de resolución, así
como la digitalización de procedimientos y gestión
en juzgados y tribunales (13).
III Mecanismos Alternativos de
resolución de conflictos y su
presencia en el ordenamiento
jurídico chileno
Los MASC “Son mecanismos y procesos comu-
nitarios que superar la tradicional adversaridad o la
plantean de una forma menos conflictuante, donde
se enfatiza en el dialogo o la colaboración entre las
partes para solucionar el conflicto de relevancia ju-
rídica desde los reales intereses y necesidades de las
personas involucradas, superando la estaticidad de la
prescripción de la norma legal” (14). Existen diversos
tipos, entre ellos podemos destacar:
1. Negociación, el cual es un medio básico me-
diante el cual una persona obtiene lo que quiere o
desea de los demás en un proceso de comunicación
doble diseñado para alcanzar acuerdos desde intere-
ses compartidos por las partes (15).
A nivel legal, la Ley N° 19.947 nos da elementos
para poder comprender la negociación como un pro-
ceso durante el cual las partes que poseen un proble-
(12) Libro Verde sobre las Modalidades Alternativas de Solución de Conflictos
en el Ámbito del Derecho Civil y Mercantil. Consultado el 22 de mayo de
2020. Disponible en: https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?uri=-
celex:52002DC0196.
(13)Ídem.
(14) Definición propia siguiendo a Bonaventura Soussa Santos. Santos, Bo-
naventura Soussa (1980): Law and Comunity; the Changing Nature of State
Power Late Capitalism, en International Journal of Sociology of Law, 8(4), 379,
ff.
(15) Fisher, R., Ury W. y Patton B. (1985): Sí de Acuerdo! Como negociar sin
ceder (Bogotá, Editorial Norma).
35
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
ma, mediante la utilización de diversas metodologías
o técnicas se comunican y conjuntamente buscan una
solución que satisfaga de manera razonable todas sus
pretensiones y aspiraciones (16).
Medio eminentemente preventivo ha sido funda-
mental para el desarrollo de las relaciones mercan-
tiles, según estudios es uno de los medios que con
mayor concurrencia se acude a la hora de conflictos
de relevancia jurídica en esa rama del Derecho (17).
Ha habido un amplio desarrollo investigativo,
académico y jurídico en el extranjero, donde se han
desarrollado diversos modelos de negociación como
el Modelo Tradicional-Lineal de Harvard, el Modelo
Transformativo de Bush y Folger, como también, el
Modelo Circular-Narrativo de Sara Cobb (18).
2. Mediación, es un proceso de comunicación
donde un tercero imparcial y neutral (mediador) con-
duce a las partes en conflicto para que se comuniquen
de manera colaborativa, encontrando una solución
que atiende a las necesidades e intereses de cada uno.
El artículo 103 de la Ley 19.968 dice que es “aquel
sistema de resolución de conflictos que un tercero im-
parcial, sin poder decisorio, llamado mediador, ayuda
a las partes a buscar por sí mismas una solución al
conflicto y sus efectos, mediante acuerdos”.
La institución de la mediación ha empezado a ga-
nar terreno desde los años 90 y nuestro siglo en di-
versas materias como familia, salud, derecho laboral
y otros. Es una herramienta fundamental en el De-
recho de Familia, tratado en el Título V de la Ley
anteriormente mencionada.
Igualmente ha sido una nueva experiencia al darle
un contenido real y serio al vacío derecho social de la
salud en la Constitución Política de la República tras
la aprobación y promulgación de la Ley N° 19.966
sobre el Acceso Universal con Garantías Explicitas
(AUGE) que ha establecido un procedimiento de
mediación prejudicial, obligatorio y gratuito ante el
(16) Como apreciamos al rescatar su tratamiento de la separación de hecho y ju-
dicial de los cónyuges, como también, en el divorcio de mutuo acuerdo o incluso
las medidas relativas al cuidado personal y el Derecho de Alimentos. Véase sus
artículos 21, 27, 55, 67 y otros.
(17) Investigación de mercado del Centro de Arbitraje y Mediación de Santiago
de la Cámara de Comercio de Santiago, aplicada por la Corpa Ltda., a 75 em-
presas en agosto de 2005.
(18) Suarez, Marinés (2012): Mediación, Conducción de Disputas, Comunica-
ción y Técnicas (Buenos Aires, Editorial Paidós).
36
Consejo de Defensa del Estado de Chile, aunque la-
mentablemente se ha dado un sistema similar -pero
al ser diferente se aprecia clara asimetría y falta de
vigorosidad-, pero no el mismo, para los prestadores
privados de salud administrado por la Superinten-
dencia de Salud.
3. Asimismo, en el Derecho Laboral, adecuada-
mente entendiendo la contradicción capital-trabajo,
se ha implementado la mediación a través del Centro
de Mediación de la Dirección del Trabajo. La Direc-
ción del Trabajo nos dice su vocación adelantada a la
corta vista de la política negacionista a la contradic-
ción social y a la vez una atrasada solución corporati-
vista jamás concretada hasta sus últimas consecuen-
cias:
4. “Canalizar las relaciones laborales mediante
un conjunto de instituciones que propendan a instau-
rar el uso del dialogo y la negociación como métodos
principales de vinculación entre los actores, destina-
dos a la prevención y/o solución de los conflictos, re-
levando con ello la problemática laboral y sentando
bases sólidas que ayuden a generar un cambio cultu-
ral en la forma de relacionarse y en la capacidad de
generar reglas comunes” (19).
5. Conciliación, es un proceso de resolución co-
laborativa de conflictos similar a la mediación, pero
dirigida. Quien concilia establece las bases del po-
sible acuerdo o arreglo, siendo un mecanismo auto-
compositivo.
Campbell lo ha definido como: “el acto jurídico
procesal bilateral en virtud del cual las partes, a ini-
ciativa del juez que conoce del proceso, logran duran-
te su desarrollo ponerle fin a este, por mutuo acuerdo”
(20).
Por ejemplo, según la Ley N° 19.968, el juez de-
berá promover la conciliación total o parcial según las
bases que él mismo proponga a las partes (21).
(19) Orden de Servicio N°1 de 30 de enero de 2002 de la Dirección del Trabajo,
la cual creo y ordeno un Sistema de Solución Alternativo de Conflictos Labo-
rales Colectivos.
(20) Campbell, Juan Colombo (1991): La Jurisdicción en el Derecho Chileno
(Santiago, Edición Jurídica de Chile).
(21) Artículo 61 número 5 de la Ley N° 19.968.

Ante todo, es una negociación, a nuestro parecer la
negociación sería el género y está un tipo de especia
más adecuada para existir dentro de la misma justicia
formal, aunque comparte el común aspecto de toda
negociación, la confianza necesaria para solucionar el
problema.
Se ha transformado en muchos procesos en un
trámite esencial, cuya omisión se sanciona con la nu-
lidad formal como señala el artículo 795 del Código
de Procedimiento Civil y la jurisprudencia nacional
(22), pues tras la Ley N° 19.334 que reformo el CPC,
la conciliación se ha convertido en una obligación en
la generalidad de los procedimientos civiles, siendo
reglamentada en los artículos 262 y siguientes de di-
cho Código.
Es posible clasificarla según la oportunidad en que
esta acontece, es decir, puede ser extra-judicial o ju-
dicial.
6. Arbitraje, mecanismo de solución de con-
flictos mediante el cual las partes involucradas en un
conflicto se someten a un tercero escogido por ambas,
quien tomará una decisión vinculante para éstas.
En este caso existe además una relación obliga-
cional que liga las partes al ser un acuerdo entre las
mismas (23).
IV Conclusión: Vocación Procesal
de Nuestros Tiempos
El Derecho Procesal, es aquel que aplica concreta-
mente las normas, dando -aun en los sistemas ajenos
a la tradicional del Common Law como el nuestro-
una noción de cómo se entienden, ordenándose la
doctrina y jurisprudencia. Aunque vivamos bajo el
paradigma del efecto relativo de la sentencia y des-
conocemos el stare decisis, es en el Derecho Adjeti-
vo donde se termina de construir la norma a nuestro
parecer.
(22) Como podemos apreciar en las sentencias de la Corte de Apelaciones de
Concepción Rol N° 367-2013 del 6 de diciembre de dicho año y en su sentencia
Rol N° 62 de 2015.
(23) Ferrada, Carolina (2017): Los Mecanismos Alternativos de Solución de
Conflictos como Manifestación de la Autonomía Privada en el Derecho Fami-
liar Chileno, a propósito de la Ley N° 19.947 y la Ley N° 19.968 en Revista Fami-
lia y Derecho, N°1, 2017, pp. 119-126.
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
No es casualidad que cuando florece y cambia el
derecho dentro de la cultura de los pueblos, el pro-
ceso y el procedimiento cambian sustancialmente,
por eso incluso la lucha política se ve en tribunales
como se vio el siglo pasado en la lucha de la pobla-
ción afroamericana en los Estados Unidos (24). Ya
los cambios introducidos por el Legislador y la labor
de órganos como la Dirección del Trabajo en mate-
ria procesal anuncian el devenir histórico de nuestro
tiempo, que responde a la nueva sociedad bio-virtual
(el enjambre digital), el colapso acelerado de la con-
tradicción capital-trabajo, las nuevas formas de ren-
dición de prueba y el acentuamiento del individualis-
mo con un deseo insaciable de reconocimiento y vida
en comunidad.
El proceso burgués, con amplias deficiencias prác-
ticas al concretar el principio de la igualdad ante la
ley, el restringido acceso a la justicia y la defensa legal
ciudadana ante el carácter complicado y ritualista de
un proceso pensado para los iluministas de buen pa-
sar y no el pueblo trabajador, la preeminencia de un
sistema adversarial que produce ganadores y perde-
dores esta sentenciado, vamos a la barbarie o profun-
dizamos los mecanismos complementarios de la jus-
ticia -y obviamente su virtualización y simplificación
como anuncio la European Commission el 2019-.
La desprofesionalización, la desregulación y la
descentralización ya son un camino iniciado por va-
rios países, como observamos por nombrar algunos:
la Bolivia de Evo Morales asistida por el gobierno
suizo; en México tras la Ley Federal del Trabajo, la
Ley Federal de Protección al Consumidor, la Ley
Orgánica de la Procuraduría General de la Repúbli-
ca o la Ley de Propiedad en Condominio; España y
otros.
Asimismo, como analizamos en el 2do capítulo de
este ensayo, vemos la recepción de los Mecanismos
Alternativos de Resolución de Conflictos, la cual es
amplia pero aún menor ante las necesidades de los
conflictos vecinales, la profundización de la adver-
saridad y conflictos laborales, la crisis de salud y el
(24) Matthews, R. (1988): Reassing Informal Justice? En Matthews, R. (Edit)
Informal Justice (Londres, Editorial Sage).
37
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
desconocimiento general de la población respecto a
los MASC.
La superación del profesionalismo excesivo y el
monopolio de los expertos de la justicia formal re-
quiere que estos medios complementarios profundi-
cen la participación de las partes, de la comunidad
misma, y gesten una verdadera práctica de la equi-
dad y los principios generales del derecho, de vivir
la experiencia de la reconciliación, el dialogo y la vo-
cación social de las partes. Lo cual tampoco puede
ser entendido como una vuelta al derecho puramente
comunitario y popular de los pueblos germanos de
antaño, no puede sacrificarse el Debido Proceso para
resolver la crisis social de la modernidad y posmo-
dernidad que tenemos en nuestro periodo histórico,
al contrario, debemos fortalecer dichas garantías me-
diante la participación de las partes.
Los procesos populares son también procesos
amigables e inclusivos, comprensivos con la realidad
que están sumergidos, no viven en la fantasía de las
palabras perfectas, ni los tiempos o rituales solem-
nes de la nobleza o la decadente burguesía, sino que
desde la simplicidad y facilidad de acceso, desde el
rol educador y componedor del tercero imparcial (sea
mediador, sea arbitro u otro), fomentando un dialo-
go de carácter civilizatorio que cambia el conflicto de
posiciones a uno de intereses y da las herramientas
jurídicas de forma accesible a las masas.
Este nuevo proceso popular y comprensivo es
fundamentalmente participativo, descentralizado, se
contempla una mayor participación de la comunidad,
salvaguardando el bien común al fortalecer los lazos
sociales y la participación ciudadana en la Repúbli-
ca, evitando la profundización de las contradicciones
que carcomen la sociedad actual; la contradicción ca-
pital-trabajo, la violencia intrafamiliar y la descom-
posición de la familia, la vulneración de los derechos
básicos para la subsistencia como el acceso a la salud,
medicamentos e incluso bienes de consumo tan bá-
sico como alimentos por parte de los proveedores en
perjuicio del consumidor, etc.
Tras la traumática experiencia de la Guerra Fría,
38
de los totalitarismos, de la dictadura democrática del
dólar y las actuales experiencias del individuo aisla-
do y la destrucción de los meta-relatos, la comunidad
y todo lo objetivo; se hace más necesario que nunca
en el Derecho Adjetivo darle su significado sustan-
cial a los Mecanismos Alternativos de Resolución
de Conflictos prefiriendo la armonía al conflicto, el
acceso igualitario a la justicia al privilegio factico, la
rapidez a la lentitud, la simplicidad a lo ritualista, la
convivencia sana a la dialéctica ganador-perdedor, la
democracia a la justicia de los expertos, el pueblo y
sus necesidades antes que la fantasía decimonónica
y burguesa.
Entre las varias medidas prácticas para esta pro-
fundización de nuestro tiempo en los MASC como
medio complementario a la justicia formal debemos
tener en cuenta las siguientes medias:
1. Unificar los centros de conciliación en uno
solo, de carácter público y descentralizado, organiza-
do democráticamente desde las comunidades, tal vez
dándole un rol a los Consejos de la Sociedad Civil,
Gremios y Sindicatos fundamental en estos.
2. El seguimiento de los casos, especialmente las
conciliaciones prejudiciales realizadas por centros de
conciliación, la cual debe ser una labor conjunta de
diversos actores de la sociedad, sindicatos, empresa-
rios, órganos administrativos, estos mismos centros,
etc.
3. Que los mismos tribunales de justicia hagan
cumplir ejecutiva y forzadamente el contenido del
acta de mediación, cuyas obligaciones no han sido
cumplidas dentro del plazo comprometido.
4. Toda demanda civil o criminal debe preceder
una junta conciliatoria, con asesoría técnica, pero in-
habilitante en un proceso judicial posterior, evitando
que los abogados obstruyan la posibilidad de arreglo.
5. Que las conciliaciones laborales participe ac-
tivamente los sindicatos junto a expertos en el área de
la psicología y vida comunitaria asesorando la labor
del mediador y aportando elementos de investiga-
ción, propuestas y alcances.
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.

Estas conciliaciones deberán realizarse posterior-

Referencias bibliográficas
mente a una presentación de pruebas a fin de que la
Dirección del Trabajo o ya el órgano jurisdiccional
Leyes:
correspondiente tenga un mejor alcance para propo-
Ley N° 19.334.
ner una formula conciliatoria y las partes compren-
Ley N° 19.947.
dan mejor a la otra parte y piensen antes de desgas-
Ley N° 19.966.
tarse económica y emocionalmente en un proceso de
Ley N° 19.968.
carácter adversarial.
Ley N° 21.226.
6. Pasar del principio de la neutralidad del ter-
Investigaciones:
cero imparcial a una neutralidad geométrica, profun-
European Commission (2019) Fichas Temáticas
dizando la búsqueda del equilibrio de poder o igual-
del Semestre Europeo: Eficacia de los Sistemas Ju-
dad, evitando que una parte abuse de la situación de
diciales. Consultado el viernes 22 de mayo de 2020.
inferioridad de la otra, de su error o ignorancia.
Disponible en: https://ec.europa.eu/info/sites/info/
Esto con la vocación de proteger a las partes más
files/file_import/european-semester_thematic-facts-
débiles, dándoles mayores facilidades, presunciones y
heet_effective-justice-systems_es.pdf.
beneficios a la hora de los MASC.
Libro Verde sobre las Modalidades Alternativas de
7. Aumentar la presencia de la negociación en
Solución de Conflictos en el Ámbito del Derecho
nuestro ordenamiento jurídico, de forma nominal,
Civil y Mercantil. Consultado el viernes 22 de mayo
aumentando dicho medio complementario a la justi-
de 2020. Disponible en: https://eur-lex.europa.eu/le-
cia de simplemente ser una Transacción. Esto forma-
gal-content/ES/TXT/?uri=celex:52002DC0196.
lizando un debido proceso de negociación que siga
el modelo cooperativo y circular narrativo, especial-
Investigación de mercado del Centro de Arbitraje y
mente en el mundo mercantil y en el Derecho Admi-
Mediación de Santiago de la Cámara de Comercio
nistrativo como una alternativa a la falta de claridad
de Santiago, aplicada por la Corpa Ltda., a 75 empre-
respecto a los Contratos Administrativos y el rol del
sas en agosto de 2005.
Tribunal de Contratación Pública, fomentando los
intereses comunes, los valores comunitarios, el senti-
Sentencias:
do del deber y compromiso público.
Sentencia Rol N° C-893-01 de 22 de agosto de 2001
de la Corte Constitucional de Colombia.
8. Sancionar fuertemente las tácticas sucias de
negociación.
Sentencia Rol N° 367-2013 Corte de Apelaciones de
Concepción.
9. La unificación de mediación prejudicial, obli-
gatoria y gratuita en materia de salud, para garantizar
Sentencia Rol N° 62 de 2015 Corte de Apelaciones
un estándar igualitario en dicha materia, como tam-
de Concepción.
bién, profundizar la responsabilidad social del priva-
do y vigilarlo de forma más estricta.
Ordenanzas y Dictámenes:
Orden de Servicio N°1 de 30 de enero de 2002 de la
10. En Materia penal explorar la institución de la
Dirección del Trabajo.
“mediación” entre el autor de la infracción y su vícti-
ma, extendiendo la noción de justicia reparadora.
Libros:
Calamandrei, Piero (1973): Instituciones de Derecho
Procesal Civil (Ediciones Jurídicas Europa-Améri-

39
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.

ca).
Campbell, Juan Colombo (1991): La Jurisdicción en
el Derecho Chileno (Santiago, Edición Jurídica de
Chile).
Entrevista:
Consultado el viernes 22 de mayo de 2020. Disponible
en: https://www.infobae.com/opinion/2020/04/27/
el-poder-judicial-ante-el-desafio-del-coronavirus/.

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cesso (Trad. Por Santiago Sentís Melendo y Marino
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taló, Editorial Reus, Madrid).

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recho Procesal (Granada, Editorial Comares).

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Bonaventura Soussa (1980): Law and Comunity; the
Changing Nature of State Power Late Capitalism,
en International Journal of Sociology of Law, 8(4),
379, ff.

Ferrada, Carolina (2017): Los Mecanismos Alterna-

tivos de Solución de Conflictos como Manifestación
de la Autonomía Privada en el Derecho Familiar
Chileno, a propósito de la Ley N° 19.947 y la Ley N°
19.968 en Revista Familia y Derecho, N°1, 2017, pp.
119-126.

40
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.

Revuelta Social y Covid 19

La organización política
Por Julio Méndez Briones*

*Es Ingeniero Comercial de la Universidad de Concepción. Mg. en Ciencias

Políticas, mención Gestión Político Estratégica, de la Academia de Estudios
Políticos y Estratégicos. Docente en la Facultad de Administración y Econo-
mía de la Universidad de Santiago de Chile, en las cátedras de Evolución
Histórico-Cultural de las Organizaciones y de Ética y Responsabilidad Social
Empresarial.
Se ha identificado con las ideas del humanismo cristiano que impulsa trans-
formaciones estructurales de la sociedad capitalista, desde el año 1967.
Comparte sueños, esperanzas y riesgos por un sociedad justa y solidaria
para Chile, desde el 11 de septiembre de 1973.

41
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.

Resumen

Los hechos acontecidos a partir del 18 de octubre de 2019 y las formas como se ha
respondido a las demandas de la población, derivadas de la pandemia generada por
el COVID-19, ha puesto en evidencia la incapacidad de las organizaciones básicas de
la sociedad para satisfacer las necesidades del ser humano, en su expresión indivi-
dual y como cuerpo social. Las organizaciones políticas no han quedado exentas a
esta desnudez. Durante el estallido social fue posible observar un cuestionamiento
generalizado a las organizaciones públicas y privadas, de todo orden (servicios pú-
blicos, empresas privadas, organizaciones de la defensa, organizaciones religiosas,
organizaciones políticas, etc.). Junto a lo anterior un urgente llamado a “organizarse”
para la construcción de un nuevo ordenamiento social basado en la solidaridad hu-
mana y el respeto a la naturaleza.
Durante el tiempo de la pandemia de COVID-19, la incapacidad de las organizacio-
nes básicas de la sociedad para responder a las demandas de la población que siente
que su vida está en riesgo, debido a los efectos de la pandemia o debido a la crisis
económica y social eso se genera. Como respuesta se observa la organización espon-
tanea de los seres humanos para actuar en forma colaborativa en la búsqueda de
nuevas formas de organización social, sobre la base de la valoración del ser humano,
la cooperación y el respeto a la naturaleza.
Lo que se observó después del 18 de octubre de 2019 y durante el período de la pan-
demia COVID-19 plantea un gran desafío, que podría usarse como una oportunidad,
para que las organizaciones políticas abandonen viejas prácticas y se transformen en
un organismo al servicio de la sociedad; innovador, participativo y auténticamente
democrático.
Palabras clave: Organizarse, organización política, estallido social.

42
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.

Abstract
The events that occurred as of October 18, 2019 and the ways in which the popu-
lation’s demands have been responded to, derived from the pandemic generated by
COVID-19, have highlighted the inability of the basic organizations of society to satisfy
the needs of the human being, in his individual expression and as a social body. Poli-
tical organizations have not been exempt from this nudity.

During the social outburst it was possible to observe a general questioning of pu-
blic and private organizations of all kinds (public services, private companies, defense
organizations, religious organizations, political organizations, etc.). Along with the
above, an urgent call to “organize” for the construction of a new social order based on
human solidarity and respect for nature.

During the time of the COVID-19 pandemic, an inability of the basic organizations of
society to respond to the demands of the population who feel that their life is at risk,
due to the effects of the pandemic or due to the economic and social crisis that are
generated. In response, the spontaneous organization of human beings is observed
to act in solidarity in the search for new forms of social organization, based on the
appreciation of the human being, cooperation and respect for nature.
What was observed after October 18, 2019 and during the period of the COVID-19
pandemic poses a great challenge, which could be used as an opportunity, for politi-
cal organizations to abandon old practices and transform themselves into a body at
the service of the society; innovative, participatory and authentically democratic.

Keywords: Organize, political organization, social outbreak.

43
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
E
sta reflexión sobre la dinámica de funcio-
namiento de las organizaciones políticas
está fuertemente iluminada por los acon-
tecimientos ocurridos a partir del 18 de octubre de
2019 y por la intensa y dolorosa experiencia que esta-
mos viviendo como consecuencia de la pandemia del
COVID-19.
En primer término, es necesario expresar que es
muy motivante lo que se “escucha” en las redes socia-
les y en la calle, que dan cuenta de una enriquecedora
diversidad cuyo común denominador es la demanda
de una sociedad con mayor justicia social, que requie-
re de profundas transformaciones de las estructuras
que sostienen el actual ordenamiento social, en todas
sus dimensiones. Esta diversidad social se expresó
masivamente en torno a la plaza de La Dignidad y
a lo largo de todo el país. También de manera muy
creativa, mostrando nobles sentimientos humanos, en
las manifestaciones de artistas y de mujeres en el for-
ma de la expresión de arte de “LASTESIS”. En to-
das estas manifestaciones sociales fue posible obser-
var sólo símbolos representativos de esta diversidad
social, cultural y étnica, con una ausencia total de los
símbolos de las organizaciones políticas tradicionales,
que son parte de la institucionalidad política del país.
Hemos sido testigos y protagonistas de un estallido
social de características inéditas en la historia social y
política de nuestro país, por el carácter global de sus
causas y por las demandas que se expresan. Junto a lo
anterior se escuchó y se vio en los muros de las ciuda-
des un urgente llamado a “organizarse”.
La pandemia del COVID-19 interpela en forma
dramática, como consecuencia de la incapacidad del
ordenamiento social, político y productivo, para dar
respuestas a las urgentes demandas de la población.
Se hizo visible, con toda su crudeza, las inequidades
existente en el país para atender de manera eficaz los
requerimientos de la gran mayoría de la población,
que espera del Estado la atención a su derecho a la
salud. En esta cruda realidad se puede constatar ma-
nifestaciones de la naturaleza humana de gran sig-
nificado. Lo más visible es el admirable desempeño
de los trabajadores de la salud en la atención de las
44
personas afectadas con el COVID-19, que no han
reparado en esfuerzos, a pesar de las limitaciones ma-
teriales, poniendo en riesgo su salud personal, para
prestar las atenciones requeridas. También es posible
observar la solidaridad de la gente que organiza ollas
comunes para socorrer a quienes han perdido su tra-
bajo y la posibilidad de obtener ingresos para com-
prar alimentos.
En estas dos experiencias de vida es posible distin-
guir una característica esencial del ser humano, que
se ha manifestado a lo largo de toda su historia, su
inclinación a resolver los problemas que le presenta
su entorno en colaboración con otros seres humanos,
orientándose “a finalidades que son planeadas por
un agente que pueda internamente modelar o ima-
ginar varios futuros alternativos, proceso en el cual
tiene cabida la intención, el propósito y la previsión”
(Marcos, 1992). De esta forma se comprende el gri-
to anónimo de ¡ORGANIZARSE!, en esta hora en
que las instituciones tradicionales no son creíbles,
representando un desafío para quienes sueñan en una
sociedad más justa y están dispuestos a entregar sus
energías y capacidades para lograr las transformacio-
nes estructurales que la sociedad necesita, en forma
impostergable. Para este efecto existen un requisito
fundamental: La unidad social y política del pueblo
mayoritario que sufre las consecuencias de un orde-
namiento social injusto e ineficaz para atender las
principales demandas de dicha población mayorita-
ria. La unidad social ha experimentado significativos
avances en estos últimos meses. Por su parte, la uni-
dad política muestra un grave rezago en términos de
actitud política de valoración de la esta unidad, y en
términos de capacidad organizacional para presen-
tar a la ciudadanía las propuestas de transformacio-
nes sociales necesarias y las estrategias eficaces para
lograrlas. “Sin embargo, la objetividad nos obliga a
reconocer el carácter teleonómico de los seres vivos,
a admitir que en sus estructuras y actuaciones, lle-
van a cabo y persiguen un proyecto” (Monod, 1970)
o propósito auto impuesto que refleja la intención e
inclinación a una sociedad más justa.
El estallido social y el impacto de la pandemia del
COVID-19 en los grupos sociales es la consecuencia

lógica del funcionamiento observado de las organiza-
ciones básicas de la comunidad (el Estado y las Or-
ganizaciones Productiva), en contraposición con lo
esperado por esta comunidad humana que ha llegado
a un estado de mayor consciencia, esperando de es-
tas organizaciones una dinámica de funcionamiento
radicalmente diferente a lo que se observa, en térmi-
nos de: propósito, procedimientos de trabajo, ordena-
miento de las personas, procedimientos para la toma
de decisiones y dirección y ejercicio de la autoridad.
En el Estado y las Organizaciones Productivas se
observa:
a) Propósito. Incremento de la riqueza y renta-
bilidad
b) Procedimientos de trabajo. Diseñados para
minimizar los costos y maximizar los ingresos, con
desprecio al valor del trabajo y la naturaleza.
c) Ordenamiento de las personas. Según criterio
de la autoridad del dueño del capital.
d) Procedimientos y método para la toma de de-
cisiones. Uso de información privilegiada.
e) Dirección y relaciones de autoridad. Autori-
tarismo centralizado.
Por su parte la consciencia social y el descubri-
miento de nuevos conocimientos, plantea nuevos
aspiraciones en la dinámica de funcionamiento del
Estado y en las Organizaciones Productivas:
a) Propósito. Mayor bienestar de la comunidad
humana en armonía con la naturaleza.
b) Procedimientos de trabajo. Diseñados para
optimizar el uso de los recursos y valoración del tra-
bajo humano y la naturaleza.
c) Ordenamiento de las personas. Según crite-
rios de mérito y competencias de trabajo.
d) Procedimientos y métodos para la toma de
decisiones. Método científico, transparencia y uso de
TIC.
e) Dirección y relaciones de autoridad. Lideraz-
go democrático y participación.
Las demandas sociales permiten ver con mayor
claridad la necesidad de contar con organizaciones
políticas competentes, capaces de responder a sus
demandas, comprendiendo los fenómenos sociales
y, dando respuestas integrales y pertinentes a las de-
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
mandas de una sociedad diversa y compleja, que ha-
bita un entorno natural frágil y finito.
El estallido social también puso en evidencia las
contradicciones entre lo observado y lo esperado en
las organizaciones políticas. Usando el mismo mo-
delo de comparación, es posible caracterizar el fenó-
meno de las organizaciones políticas en los siguientes
términos:
En las organizaciones políticas se observa:
a) Propósito. Aspiraciones de administrar el Es-
tado. (Con desviaciones hacia la corrupción)
b) Procedimientos de trabajo. Diseñados para
intervenir en las instituciones del Estado, con parti-
cipación exclusiva y excluyente de las elites.
c) Ordenamiento de las personas. Determinado
por el rol de participación en las Instituciones del Es-
tado o del poder económico.
d) Procedimientos y métodos para la toma de
decisiones. En función de lograr una mayor partici-
pación en las Instituciones del Estado, para beneficio
de intereses particulares.
e) Dirección y relaciones de autoridad. Confor-
me a la posición jerárquica en las Instituciones del
Estado o del poder económico, con un estilo de lide-
razgo autoritario y abuso de poder.
Conforme a la evolución de la consciencia social y
a los mayores conocimientos, se espera de las organi-
zaciones políticas, otra dinámica de funcionamiento:
a) Propósito. Diseñar propuestas de un nuevo
ordenamiento social, justo y solidario, y diseño de
cursos de acción para su realización.
b) Procedimientos de trabajo. Diseñados para
estimular la participación eficaz de todos los partici-
pantes en la organización política.
c) Ordenamiento de las personas. Diseño orga-
nizacional para integrar la diversidad y canalizar las
competencias de cada una de las personas pertene-
cientes a la organización política.
d) Procedimientos y métodos para la toma de
decisiones. Diseñados sobre la base de pluralidad y la
democracia, con fundamentos científicos y éticos.
e) Dirección y relaciones de autoridad. Sobre la
base de un liderazgo democrático y participativo.
La organización política, como toda organización,
45
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.

es la expresión de la naturaleza humana que, aplican-

Bibliografía
do su intencionalidad a finalidades planeadas, con su
capacidad de imaginar y modelar, a partir del cono-
Marcos Alfredo, “Teleología y teleonomía en las
cimiento acumulado, futuros alternativos a la reali-
ciencias de la vida”, Diálogo Filosófico, nº 22, 1992.
dad presente, para llegar a contar con instrumentos
organizacionales que le permitan hacer realidad sus
Monod Jacques, “Chance and Necessity”, 1970.
sueños de una nueva sociedad justa y fraterna. Es-
tamos frente a un gran desafío, dar forma a nuevas
Senge Peter, “La Quinta Disciplina en la Práctica,
organizaciones políticas, que superen las limitaciones
cómo construir una organización inteligente”, 2012.
y desnaturalizaciones de las organizaciones políticas
del pasado, que se conformaron con ser sólo un eli-
te reducida de dirigentes, que no supo aprovechar la
disposición de una cantidad importante de actores
sociales, con actitudes y habilidades para ponerlas en
dirección de la dinámica de funcionamiento de una
organización política. Es necesario superar los errores
del pasado, para dar paso a una nueva organización
política, tal que sea capaz de:
a) expandir las capacidades personales de todos
sus integrantes, en todos los niveles y responsabilida-
des de participación.
b) desarrollar procesos reflexivos permanentes
para modelar las actuaciones y decisiones colectivas.
c) construir un sentido de compromiso grupal
respecto al futuro deseado y respecto a los principios
y lineamientos para lograrlo.
d) desarrollar las competencias de todos los par-
ticipantes, en todos los niveles de la organización,
para potenciar una inteligencia colectiva.
e) desarrollar un modo de analizar, y un leguaje
para describir y comprender la realidad como un con-
junto interrelacionado de componentes que se influye
entre sí (Senge, 2014).

46
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.

Comentario Internacional

Trump y Netanyahu se unen para

el robo del siglo
Por Antonio Barrios Oviedo*

*Antonio Barrios Oviedo, Costa Rica, es docente, especialista en política internacional y

geopolítica del Medio Oriente, Profesor invitado en Universidades del Kurdistán, Irak.

47
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
M
uchas administraciones estadouniden-
ses han propuesto planes de “paz” tra-
zando líneas en los mapas del Medio
Oriente, a como lo hiciera Gran Bretaña y Francia
con el fin de la Primera Guerra Mundial, repartién-
dose la región, como otrora lo hicieran en África,
violando cualquier ética y moral internacional. La
Casa Blanca, un territorio ocupado por Israel, tiene
en Trump a su mejor títere que hace todo lo que dice
su yerno Jareed Kushner y Netanyahu. Este llamado
Acuerdo del Siglo o denominado Robo del Siglo es la
estocada final al pueblo palestino, a vista y paciencia
de una comunidad internacional que no pasa de la
protesta tímida, solo por cumplir con lo que corres-
ponde, pero sin acciones concretas y sin poder detener
los ímpetus de Israel. Estados Unidos jamás podrá
ser ni neutral ni garante en un proceso de paz por su
estrecha relación con Israel y la influencia que ejerce
el lobby judío, a través del American Israeli Public
Affairs Commitee (AIPAC) en la política estadouni-
dense, sea con republicanos o demócratas en el poder.
El margen de maniobra, neutralidad y credibilidad de
EEUU es muy escaso.
No hay nada nuevo bajo el sol para el pueblo árabe
palestino, es más de lo mismo que fue presentado en
vivo a todo el mundo desde Washington y de forma
paralela el rechazo mundial. Pero los líderes árabes de
ayer y hoy poco han hecho por los palestinos, desde
distintas guerras en el Medio Oriente, se han aprove-
chado para que los palestinos pongan los muertos en
la constante estrategia guerrillera de confrontación
con Israel y de contrapartida las arremetidas israelíes.
Con los acuerdos de Oslo firmados por Yasser
Arafat en 1993 luego de la primera cumbre de paz
en Madrid en 1990, Israel se comprometía a devolver
los territorios ocupados y no cumplió. El actual robo
del siglo fue orquestado por mentes siniestras desde
Israel y Jareed Kushner, yerno de Trump fue el vocero
de Netanyahu desde donde llegó preparado ese robo
del siglo. Se hizo parecer como un plan de Trump,
quien ansioso de un Premio Nobel de la Paz que no
llegó, trató de buscarlo en conversaciones de paz con
Corea del Norte, y tampoco. Ningún líder palestino
estuvo presente en esa “negociación” y jamás se había
48
visto un acto tan ultrajante al derecho internacional
y un irrespeto de los derechos humanos. En procesos
de paz anteriores líderes árabes, palestinos e israelíes
se han sentado a negociar, aunque tardíos o fallidos,
pero negociaciones con todas las partes incluidas.
Hace muchos años los Cascos Azules de la ONU
tuvieron presencia en la Franja de Gaza, siendo éstos
expulsados por Egipto en la guerra de 1967. Con el
contraataque israelí recuperó Los Altos del Golán, la
Península del Sinaí, y Gaza, convirtiendo esta última
en asentamientos judíos, hasta que el primer ministro
Ariel Sharon en el año 2000 se retiró de Gaza. Los
cascos azules no pueden volver porque las resolucio-
nes internacionales sobre Palestina no están vincu-
ladas al Capítulo VII que habla de “acción en caso
de amenazas a la paz, quebrantamientos de la paz o
actos de agresión”. Sin embargo, desde el 2009 los
líderes árabes demandan el despliegue de un contin-
gente militar de cascos azules. El reciente “Acuerdo
del Siglo” o Robo del Siglo y otras formas de expan-
sión militar israelí cumplen muchas de esas arbitra-
riedades contra los palestinos. La ONU no pasa de
la aprobación de resoluciones no pasa, no se atreve
a indisponer a Israel en sus ansias expansionistas y
solamente protesta frente a la desaparición de dos
Estados para resolver el conflicto.
El Barón Balfour en 1917 decía: “se da una tierra
que no se posee a quien no la merece”. Hoy en un
efecto inverso en la historia, arrebatan a los palesti-
nos una tierra que posee para dársela a otro que no la
merece. Cada incoherencia de la comunidad interna-
cional, cada silencio de los países y líderes políticos,
los convierte en cómplices de las agresiones de Israel
contra los palestinos, a la lenta muerte del Derecho
Internacional y a la poca decencia que le queda a la
diplomacia. Cincuenta mil millones de dólares es lo
que valen, al parecer, los palestinos, es la parte ro-
mántica del robo del siglo que dice entregará para
la implementación del Acuerdo del Siglo. Ese plan
no tiene una sola cláusula que garantice esos dine-
ros, pasará el tiempo y la comunidad internacional
se olvidará del asunto palestino para luego pasar a
otros menesteres de la política internacional, aún más
en una época de reconstrucción pos pandemia de la

economía mundial. La economía palestina está bajo
bloqueo desde hace muchos años y depende en un
70 por ciento de la economía israelí, no existe inde-
pendencia alguna, las fronteras están controladas por
Israel y ellos deciden si pasan o no productos de pri-
mera necesidad.
El robo del siglo comprende la apropiación israelí
del Valle del Jordán, por sus características estraté-
gicas, económicas, sociales y militares y una fuente
de recursos hídricos, y explotación comercial y tu-
rística del Mar Muerto, así como la expoliación de
los recursos naturales de los palestinos en las aguas
territoriales de la Franja de Gaza en el mar Medite-
rráneo. Pude conocer hace algunos años la región y la
ocupación territorial israelí ha sido brutal, ha dejado
inconexos, incomunicados los territorios palestinos,
destruyendo la unidad palestina. Según como sea el
comportamiento de los soldados israelíes en los rete-
nes, dejan pasar o no a los palestinos para que puedan
llegar a sus comunidades, de lo contrario los envían
por caminos más largos. El robo del siglo se trae abajo
el deseo de los palestinos de establecer un Estado pa-
lestino en las fronteras delimitadas tras la ocupación
israelí en 1967. Del 50 por ciento del territorio que
les quedó a los palestinos con la partición de Palesti-
na en 1947, y el gradual expansionismo israelí, ahora
con el robo del siglo les quedará solo el 20 por ciento.
Y en Cisjordania todos los territorios ocupados
por Israel (colonias judías), pasarán a ser parte del
Estado de Israel. Debe quedar muy claro que toda
esta arbitrariedad es un acto unilateral que no tiene el
reconocimiento de la comunidad internacional, una
transgresión total a cualquier principio al derecho
internacional y que, Estados Unidos en complicidad
de un sionismo demencial liderado por Netanyahu
y el ala más dura de la política israelí, se repartieron
el poder en Israel y a su vez los territorios palesti-
nos. Las autoridades israelíes seguirán controlando el
movimiento de personas y mercancías, y seguramente
continuarán gravando dichos productos para los lo-
cales palestinos. Territorios y carreteras de apartheid
de uso exclusivo para colonos y colonias israelíes. En
esas colonias judías hay un creciente extremismo or-
ganizado que ataca y destruye las casas de los pales-
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
tinos y sus cultivos. Las consecuencias no pueden ser
más terribles, colonias judías igualmente condenadas
a estar rodeadas por muros, por seguridad y para la
gradual eliminación de los nativos palestinos. Inclu-
so, las acciones terroristas de los diversos grupos pa-
lestinos, y de los que tanto Israel protesta, son tan
iguales a las acciones terroristas que diversos grupos
judíos hicieron contra las autoridades del Mandato
Británico y los árabes palestinos en 1939 y 1942. En
su mayor parte dichos actos fueron protagonizados
por dos grupos terroristas herederos de la corriente
sionista revisionista de Zeev Jabostinsky, ergo Etzel y
Lejí quienes cometieron unos 60 ataques terroristas,
matando a más de 120 palestinos y mutilando a unos
varios cientos. Pero sin duda uno de los atentados que
mayor repercusión tuvo fue el perpetrado en 1946,
cuando los agentes de Etzel detonaron una poderosa
bomba que derribó por completo el hotel King Da-
vid en Jerusalén, otrora sede del mandato británico
y que costó la vida a 91 británicos e hirió a cerca de
500 personas. Podría seguir dando ejemplos de otros
grupos extremistas judíos tales como Haganá, Irgún,
Stern, cuyos actos de terrorismo marcaron una etapa
violenta previa a la creación del Estado de Israel, que
luego dio paso a la expulsión de 700.000 palestinos
de sus tierras en lo que se conoció como el Nakba o
desastre. Así que a Israel hay que recodarle a diario
ese episodio de sangre y recuerde que los palestinos
están luchando igual por sus tierras. Tierra que a Is-
rael le fue dadas con la creación de su Estado en 1948
y con fronteras definidas y que ha violado robando
tierras a los palestinos.
Toda esta trama palestina y el Robo del Siglo es
apenas la punta del iceberg de un plan geopolítico
mayor porque prevé unir la Franja de Gaza con un
territorio desértico a lo largo de la frontera con Egip-
to, y que viene a sustituir el viejo plan de entregar
territorio del desierto del Sinaí a la Franja de Gaza.
Este efecto geográfico inverso le garantiza a Israel
ocupar militarmente esa región levantando una zona
colchón (buffer zone) como parte del “glacis israe-
lí” que sirva de amortiguación e impida la llegada de
refugiados del Cuerno de África (Eritrea, Sudán y
Somalia), en aumento por la crisis de los inmigrantes
en años recientes.
49
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
Para hacer posible este robo del siglo, Israel de-
bía primero resolver asuntos espinosos con los países
árabes, sobre todo con aquellos más radicales que por
décadas le declaraban la guerra. Comenzaron por res-
tablecer relaciones diplomáticas con los árabes y rea-
brieron embajadas en ambos lados. La causa palesti-
na quedaba relegaba por los grandes nuevos acuerdos
comerciales, financieros, inversión, inteligencia, venta
de armas, lucha contra el terrorismo y el panarabismo
de Nasser se iría apagando con la caída de Mubarak
(defensor de la causa palestina) y los grandes cam-
bios en la política egipcia. Hoy el presidente egipcio
Abdelfatah Al Sisi es totalmente aliado de Israel y
poco identificado con los palestinos, solo por alguna
conveniencia política cuando se adelantan los turcos
para aprovecharse de la causa palestina. Los estrate-
gas estadounidenses e israelíes se las arreglaron para
“comprar” a los líderes árabes y compartir la responsa-
bilidad del robo del siglo. La idea era que el binomio
Trump-Netanyahu, la personificación de la arbitra-
riedad, legitimara su “Acuerdo del Siglo”, callando los
altavoces de rechazo de la Autoridad Nacional Pa-
lestina (ANP) y la Organización para la Liberación
de Palestina (OLP). Israel prometió a los árabes su
apoyo contra Irán, pieza geopolítica más importante
que la trama palestina. Es una guerra del siglo XXI
en la que no se emplean tanques en el propio terreno,
sino pilares de poder, usando propaganda o sanciones
económicas para ahogar a la población.
Irán tiene que ver mucho en la región, y ante sus
escasos aliados como Hezbolá, la OLP, Hamás, y Si-
ria, no se entendería la geopolítica iraní sin entender
cómo los árabes entregaron el destino palestino a Is-
rael. El movimiento estadounidense previo al acuerdo
fue trasladar su Embajada de Tel Aviv, capital israelí,
a Jerusalén. Es la misma táctica empleada para la “le-
galización unilateral” de la administración de Trump
con respecto a los asentamientos y declarar los Altos
del Golán sirios ocupados como de Israel.
La Unión Europea ha rechazado tajantemente
el Robo del Siglo y ven en Netanyahu al responsa-
ble para que el acuerdo nuclear con Irán colapsara.
Las mentiras de Netanyahu en todo un despliegue
de propaganda goebbeliana dijo que Irán seguía en-
50
riqueciendo uranio, Trump así aceptó y se retiró del
acuerdo nuclear y reinstauró duras sanciones contra
los persas. Esto era lo que querían los líderes árabes
más acérrimos enemigos de Irán y su geopolítica re-
gional. Y los árabes debían pagarle a Israel aceptando
el Robo del Siglo. Hoy líderes árabes hacen la pan-
tomima de la protesta. Israel y Rusia son adversarios
en la guerra en Siria, pero en el contexto palestino, la
estrategia era que Rusia protestara en voz alta por el
acuerdo, pero en silencio lo aceptara para que Israel
pare sus críticas públicas contra Rusia en Siria, pero
en secreto lleva a cabo ataques contra las milicias Al
Quds o Hash al Shabi en Siria. Y Turquía, otra pieza
clave en la región, opuesta al robo del siglo, donde su
doble moral la lleva a tropezarse con el pueblo kurdo
en Siria e igualmente empieza a expulsar a los kurdos
sirios y a robar sus territorios, so pretexto de territo-
rios del antiguo otomano.
La iniciativa china intenta fortalecer la solución
de dos estados basados en las fronteras de 1967 con
Jerusalén Este como capital del nuevo estado pales-
tino, apoyar la expansión del concepto de “una segu-
ridad compartida, integral, cooperativa y sostenible”
que ponga fin de forma inmediata a la construcción
de colonias israelíes, una serie de medidas inmediatas
para evitar el uso de violencia contra la población ci-
vil, y una rápida reanudación de las conversaciones de
paz. La “iniciativa china” también incide en la nece-
sidad de coordinar los esfuerzos internacionales para
desarrollar “medidas que promuevan la paz a partir de
la participación conjunta en una educación temprana
para la paz a través del desarrollo y la cooperación
entre los pueblos palestinos e israelí.” Mientras que
por lado, Netanyahu busca aliados para bloquear el
apoyo europeo a los palestinos.
Israel no controla todo como cualquiera creería.
Pese a los esfuerzos por legitimar el robo del siglo,
ahora enfrenta “in absentia” crímenes de guerra con-
tra los palestinos en la Corte Penal Internacional
(CPI) y de cómo la misma Corte quiere enjuiciar a
EEUU por crímenes en Afganistán. De ahí las re-
cientes sanciones de Trump contra los funcionarios
de la CPI y contra cualquier otro país que se atreva
a juzgar a Israel también. Esto no es asunto de anti-
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.

semitismo que Israel ha usado como factor de con-

veniente victimización. Cometen arbitrariedades sin
el más mínimo sonrojo y dicen que en el mundo los
odian. De ser cierto, ¿se habrán puesto a pensar las
razones coyunturales o históricas? Como bien dice
Robert Liska, hay que interrogar a la historia para
entender el presente.

Las posibilidades que Trump pierda la reelección

son de pronóstico reservado. Si así fuera Israel perde-
ría a uno de los artífices de las mayores arbitrarieda-
des cometidas contra el pueblo palestino, quizá solo
así baje de tono el sionismo delirante y demencial de
Netanyahu. Sin Trump y sus amenazas contra quien
critique a Israel, aunque tampoco hay garantía con
los demócratas en la que prevalece un ala muy repu-
blicana y guerrerista.

El mundo debería tomar un nuevo aire y exigirle

a Netanyahu: ya basta de robos de tierras a los pales-
tinos, ya basta de crímenes de lesa humanidad contra
los palestinos, ya basta de despotismo contra los pa-
lestinos, Ya basta de grupos terroristas ultra ortodo-
xos que atacan a los palestinos en los territorios ocu-
pados, ya basta de represión contra los movimientos
democráticos en Israel que denuncian su terrorismo
de Estado, ya basta de violar más de 450 resoluciones
de Naciones Unidas, ya basta de usar el antisemitismo
como herramienta de victimización, manipulación y
condena; el mundo no se rige por designios bíblicos,
sino por el derecho internacional en la cual Usted (Is-
rael) es un actor más del sistema internacional y debe
abocarse a la decencia y no a la arbitrariedad. Que
lamentable que el despojo que sufrieron los judíos en
la Segunda Guerra Mundial se lo hagan Ustedes a
los palestinos.

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 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.

Comentario Internacional

República Dominicana:
abstención, fractura del PLD y
más bipartidismo*
Por Giordana García Sojo*

*Es licenciada en Letras mención Literatura Hispanoamericana y Venezolana por la Universi-

dad de Los Andes. Actualmente realiza la Maestría en Antropología Social de la UBA. Ha sido
viceministra de Cultura de la República Bolivariana de Venezuela (2014–2016) y presidenta de
la Fundación editorial El perro y la rana (2013, 2017).

*Opinión originalmente publicada en TeleSur, el 8 de julio de 2020..

Disponible también en https://www.telesurtv.net/opinion/Republica-Dominicana-absten-
cion-fractura-del-PLD-y-mas-bipartidismo-20200708-0040.html

52

L
as elecciones presidenciales y legislativas
en República Dominicana se realizaron el
domingo 5 de julio. Estaban pautadas en
principio para el 17 de mayo, pero motivado a la pan-
demia de Covid-19 fueron pospuestas por la Junta
Central Electoral ( JCE). Los ganadores tomarán po-
sesión del Gobierno el 16 de agosto de 2020.
Los cargos elegidos fueron presidente y vicepresi-
dente, 32 senadores, 190 diputados y 20 representan-
tes al Parlamento Centroamericano (Parlacen), para
cumplir el período 2020-2024.
El padrón electoral en República Dominicana es
de 7.529.932 personas. Con la información compu-
tada del 99% de los colegios electorales, la Junta Cen-
tral Electoral registra 4.162.790 votos, arrojando una
abstención del 45%, la más alta en elecciones presi-
denciales en los últimos 24 años.
El ganador en primera vuelta para el cargo de pre-
sidente de la República fue el empresario Luis Abi-
nader, del Partido Revolucionario Moderno (PRM),
una escisión del histórico Partido Revolucionario
Dominicana (PRD). Abinader se alzó con el 52,5%
de los votos, más de cinco puntos de diferencia so-
bre su principal contrincante, el oficialista Gonzalo
Castillo, del Partido de la Liberación Dominicana
(PLD), quien obtuviera 37,4 %. En tercer puesto
quedó el expresidente Leonel Fernández, con la bo-
leta del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC),
aliado de su recién creada organización política Fuer-
za del Pueblo, con un lejano 8,9% de los votos.
Los resultados dan un triunfo mayoritario al PRM
y sus aliados en el Congreso, ganándoles la mayoría
de curules tanto de senadores como de diputados al
Partido de la Liberación Dominicana (PLD), lo que
repetiría los resultados obtenidos en las elecciones
municipales de marzo del año en curso, cuando el
mapa electoral dejó de ser preponderantemente pe-
leidista (morado) y se pintó del color del PRM (azul).
Mientras tanto, ya el presidente Danilo Medina
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
nombró a la comisión encargada de la transición de
gobierno, conformada por los principales ministros y
directores de instituciones bajo su gobierno. Ha habi-
do declaraciones de parte de voceros del partido ga-
nador, el PRM, para amainar los ánimos de emplea-
dos públicos con respecto a sus puestos de trabajo.
Las elecciones del 5 de julio estuvieron atravesa-
das por la situación de emergencia sanitaria generada
por la pandemia de Covid-19 en la región. De hecho,
el día de los comicios se registró un récord de conta-
gios en el país, con 1.241 nuevos casos y ocho fa¬lle-
cimientos en 24 horas. En República Dominicana el
primer caso de infección se detectó el 1 de marzo. Al
7 de julio se regis¬tran en el país 821 fallecimientos y
38.430 casos confirmados.
A pesar de que la Junta Central Electoral previó
un protocolo de seguridad sanitaria, en las afueras de
los centros de votación se presentaron grandes aglo-
meraciones, sin cumplir con el reglamentario uso del
tapabocas ni con el distanciamiento de dos metros
entre personas. Uno de los veedores de la OEA pro-
venientes de Washington resultó positivo.
Un suceso que empañó la cita electoral fue el ase-
sinato de un dirigente local del Partido Revolucio-
nario Moderno (PRM), en una refriega con disparos
ocurrida en las afueras de uno de los centros electora-
les de la capital dominicana.
Hubo algunos incidentes en las provincias de Ba-
rahona y Duarte relacionados a boletas electorales
marcadas de antemano. La Junta Central Electoral
admitió el problema tras las denuncias tanto del Par-
tido de la Liberación Dominicana (PLD) como del
Partido Revolucionario Moderno (PRM).
A tempranas horas, la delegación de la Organiza-
ción de Estados Americanos (OEA) dio su visto bue-
no de las elecciones y felicitó al ganador presidencial
y a su partido mediante un comunicado del director
de la comisión, el expresidente chileno, Eduardo Frei.
53
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
El ganador
Luis Abinader (53 años), proviene de una familia
de empresarios ligados a la política, específicamen-
te al Partido Revolucionario Dominicano (PRD),
histórico contendiente del Partido de la Liberación
Dominicana (PLD), en una dinámica fuertemente
marcada por el bipartidismo. Abinader se había pre-
sentado como candidato en las elecciones de 2016,
siendo derrotado por el actual presidente, Danilo
Medina.
Su padre, José Rafael Abinader Wasaf, fue un em-
presario y dirigente histórico del Partido Revolucio-
nario Dominicano (PRD) quien había optados por
la presidencia de la República en varias ocasiones,
sin lograrlo. En 2014, una facción de los militan-
tes del PRD, encabezada por Hipólito Mejía y Luis
Abinader, conforman la Alianza Social Dominicana
(ASD), partido dirigido por la familia Abinader, que
luego pasaría a llamarse Partido Revolucionario Mo-
derno (PRM), partido con el que hoy logra llegar a
la presidencia.
Al PRD lo acompañan en alianza seis partidos
emergentes, dos más de los que lo respaldaron en
2016. Las alianzas logradas por el PRM en estas elec-
ciones dan cuenta de una variedad ideológica que va
desde la derecha, el centro hasta la izquierda, con el
único proyecto común de sacar al PLD del gobier-
no. Los partidos aliados del PRM fueron: el Partido
Humanista Dominicano (PHD), Dominicanos por
el Cambio (DXC), Frente Amplio (FA), Alianza por
la Democracia (APD), Partido Revolucionario Social
Demócrata (PRSD) y País Posible (PP).
Luis Abinader es presidente del Grupo Empresa-
rial Abinader Corona (Grupo Abicor) con amplios
negocios en el sector inmobiliario, de telecomuni-
caciones, turístico y de construcción. También es
miembro del consejo de la Universidad Dominicana
O&M (Organización y Método), fundada en 1966
por su padre.
Su compañera de fórmula en la vicepresidencia es
54
Raquel Peña de Antuña, administradora de empre-
sas, y ex vicerrectora administrativa y financiera de la
Universidad Católica Madre y Maestra.
El programa de gobierno de Abinader se basa en
la propuesta de cambio. Sin ahondar en las medidas,
ha expresado que se centrará en la lucha contra la co-
rrupción, la eficiencia, el crecimiento económico y un
plan de asistencia social para poblaciones vulnerables.
Fractura del PLD, más
bipartidismo
El PLD, histórico partido fundado por Juan
Bosch, sufrió en estas elecciones uno de sus reveses
más difíciles. Luego de 16 años de gobierno ininte-
rrumpido, el candidato promovido por el presidente
Danilo Medina pierde con una importante diferencia
de votos, además de perder la mayoría legislativa.
Antes del Covid-19, República Dominicana venía
de despuntar en los indicadores macroeconómicos de
la región, con una media de crecimiento económico
del 6% anual en los últimos siete años. Sin embar-
go, desde el estallido del caso Odebrecht, las denun-
cias de corrupción alrededor de Danilo Medina y del
PLD se pronunciaron al nivel de generar una per-
cepción de impunidad y descalabro institucional que
caló en el electorado.
El PLD venía golpeado de la fractura ocurrida en
las elecciones internas de octubre de 2019, cuando el
presidente del partido y expresidente de la República
en tres ocasiones, Leonel Fernández, se retirará del
PLD acusando una componenda fraudulenta en su
contra durante las elecciones primarias y formará su
propia organización política. El enfrentamiento entre
el actual presidente Danilo Medina y el expresiden-
te Leonel Fernández tuvo como saldo la pérdida de
votos.
En este escenario, la oposición supo difundir una
campaña basada en la idea del desgaste del PLD, la
necesidad del “cambio” y del fin de la impunidad.
Con los lemas “El cambio va” y “Se van”, el aparato
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.

de campaña de Abinader fue efectivo atacando tanto Queda por ver cómo el nuevo Gobierno conjugará
la continuidad del PLD en el Gobierno como los es- la reactivación económica con la necesidad de mitigar
cándalos de corrupción. y detener el creciente contagio del virus.

Las elecciones municipales también caldearon el

ambiente, pues venían de haber sido suspendidas en
febrero por presuntas fallas en los equipos electróni-
cos de votación. En febrero de 2020, ocurrieron en
todo el territorio nacional protestas masivas, confor-
madas principalmente por jóvenes inconformes no
sólo con el hecho de la suspensión de las elecciones
sino con todo el sistema político del país. La concen-
tración del 27 de febrero en la Plaza de la Bandera,
llamada el “Trabucazo 2020”, es considerada la más
grande de la historia de República Dominicana.

La oposición al PLD supo capitalizar el descon-

tento general. Aún queda revisar la segmentación del
voto pues, según la Junta Central Electoral del pa-
drón electoral dominicano, más de 40% son jóvenes, y
tomando en cuenta la marcha ocurrida en febrero del
presenta año, convocada principalmente por jóvenes
menores de 30 años, y la histórica “marcha por el fin
de la impunidad” o “marcha verde” en 2017, que abo-
gara por un cambio drástico ante la profundización
de la corrupción en el país, los resultados actuales dan
cuenta de un hartazgo general que si bien no apuesta
por un cambio estructural, si trastoca el tablero po-
lítico.

El mayor reto que enfrentará Abinader será supe-

rar la crisis sanitaria generada por el rápido nivel de
contagio que la pandemia de Covid-19 ha generado
en la isla. Las aglomeraciones que se vieron durante
las votaciones podrían acrecentar aún más el ya ele-
vado número de casos.

Asimismo, el nuevo Gobierno deberá confrontar

la crisis económica producto de la pandemia de Co-
vid-19. Según el Banco Central de República Domi-
nicana, el país registró una contracción económica de
30% en el mes abril en comparación al mes de abril
de 2019. Desde el 1 de julio las autoridades salien-
tes decidieron reiniciar las actividades turísticas y dar
apertura a hoteles y vuelos internacionales.

55
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.

Género y Derechos Humanos

El extractivismo como arma del

capitalismo contra las mujeres y
sus comunidades*
Por Corina Muñoz* y Johanna Molina**

* Corina Muñoz es feminista, militante de la Marcha Mundial de las Mujeres Chile. Ha reali-
zado trabajo político de base en distintas organizaciones, tanto de niños y niñas como de
mujeres.

** Johanna Molina es feminista, militante de la Marcha Mundial de las Mujeres Chile y del
Colectivo Vient Sur. La Marcha Mundial de las Mujeres es un movimiento mundial de acciones
feministas contra el capitalismo patriarcal, el colonialismo y
toda forma de opresión contra las mujeres.

Artículo originalmente publicado en “Violencia estructural y feminismo: apuntes para una

discusión”, Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, 2019, págs. 39-47.
www.nomasviolenciacontramujeres.cl

56

E
n Chile, cuna del sistema neoliberal im-
puesto a sangre y fuego por la dictadura
de Pinochet, la economía nacional depen-
de principalmente de las exportaciones de materias
primas producto de actividades extractivistas como
la minería, la industria forestal y la agroindustria, en
ese mismo orden de importancia de acuerdo con los
ingresos que generan al país. El Ministerio de Ha-
cienda se vanagloria de esta estrategia de desarrollo
económico e integración con el mundo, adoptando
cada vez más políticas de fomento a las exportaciones
a partir de acuerdos comerciales y rebajas arancelarias
(Ministerio de Hacienda, 2017).
Esta estrategia, sin embargo, tiene costos que no
son absorbidos por las empresas, sino que por las y
los habitantes de los territorios donde se realizan las
actividades extractivistas. Es así como en diversos te-
rritorios de nuestro país se generan conflictos sociales
y ambientales que violentan directa e indirectamente
a sus habitantes, tanto a través de la violencia física y
represiva ejercida por Carabineros, como por medio
del despojo de los bienes comunes, bases materiales
de la reproducción, que inhabilita a los pueblos para
continuar con sus formas tradicionales de vida a la
vez que no les permite la subsistencia. De esta ma-
nera, como lo señala Ana María Vásquez, el extracti-
vismo se constituye en “arma del sistema capitalista”
(p. 159).
En lo que sigue, para ejemplificar estas afirmacio-
nes, nos referiremos a algunos casos emblemáticos.
Petorca: negación del derecho al
agua en favor del agronegocio
El Comité de Derechos Sociales, Económicos y
Culturales de la ONU reconoce “el derecho de to-
dos a disponer de agua suficiente, salubre, aceptable,
accesible y asequible para uso personal y doméstico”.
Además señala que “este derecho abarca solo los usos
personales y domésticos, esto es, consumo, lavado de
ropa, preparación de alimentos y la higiene personal
y doméstica. No comprende el agua necesaria para
la agricultura y el pastoreo, la que está comprendida
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
en el derecho a una alimentación adecuada, particu-
larmente tratándose de los pequeños agricultores”
(INDH, 2014, p. 21).
En el mismo documento se señala que para la
plena vigencia de este derecho deben reunirse facto-
res de disponibilidad, calidad y accesibilidad al agua.
Respecto de la disponibilidad, el abastecimiento debe
ser continuo y suficiente, lo que supone unos 50 a 100
litros de agua por persona al día según la OMS, o 30
a 40 litros por persona al día de acuerdo a la ONU
(INDH, 2014, p.21). Pues bien, la realidad de los y
las residentes de Petorca es que ya no disponen de
agua potable más que la proveída por la autoridad
local transportada en camiones cisterna. Cada resi-
dente tiene derecho a 50 litros por día de agua, pero
esta es de mala calidad (sucia y hedionda) e incluso
se ha probado que viene contaminada con coliformes
fecales. Ante esta situación, los habitantes de Petorca
prefieren comprar agua embotellada para evitar en-
fermedades (Alice Facchini y Sandra Laville, 2018).
La situación es tan crítica que la activista y respon-
sable del Comité de Agua Potable Rural de Petor-
ca, Verónica Vilches, señaló en una entrevista a The
Guardian: “la gente se enferma debido a la sequía.
Tenemos que elegir entre cocinar y lavar, ir al baño
en hoyos en el suelo o en bolsas plásticas, mientras las
grandes empresas agrícolas ganan más y más” (citada
por Alice Facchini y Sandra Laville, 2018). Se corro-
bora, así, la situación de sobretrabajo de las mujeres.
Sin embargo, a pesar de esta severa crisis del agua,
la producción de paltas para la exportación no se de-
tiene. Rodrigo Mundaca de MODATIMA (1) seña-
la que “la región es muy seca, donde casi nunca llue-
ve, por lo que cada hectárea cultivada requiere unos
100.000 litros de agua por día, cantidad equivalente a
la que 1.000 personas usarían en un día” (Alice Fac-
chini y Sandra Laville, 2018).
Precisamente es el agronegocio uno de los oríge-
nes del problema. Según el INDH (2014),
(1) Movimiento de Defensa del Agua, la Tierra y la Protección del
Medioambiente. http://modatima.cl/
57
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
se le ha dado prioridad a la función productiva del
agua por sobre su función de consumo humano.
Si bien hay sequía en la provincia, corresponde a
un fenómeno cíclico que se da cada 7 años, por lo
tanto, es esperable y conocido, pero han sido el cam-
bio de uso de los suelos para la agricultura y el cultivo
de paltos y cítricos, así como el otorgamiento de de-
rechos de agua sobre cuencas extinguidas, los factores
que han contribuido a generar la situación de crisis
hídrica que afecta seriamente la calidad de vida de los
habitantes de la provincia de Petorca. Lamentable-
mente se trata de un modelo que rige a todo el país.
Los privados nacionales y transnacionales impu-
sieron el agronegocio como único destino para la
provincia, sobre la base de las políticas económicas de
despojo asociadas al modelo exportador (Paola Bola-
dos, 2018) iniciado en dictadura y luego consolidado
en democracia (Alejandra Carmona, 2018). Además,
la propiedad del agua se concentra en cuatro fami-
lias, muchas de las cuales tienen importantes vínculos
políticos y partidistas (Paola Bolados, 2018), hecho
invisibilizado a partir de discursos de escasez, sequía
y cambio climático (Alejandra Carmona, 2018).
Bajo estas condiciones la vida se torna insostenible,
muchas familias de pequeños campesinos han debido
cortar sus árboles y buscar otras formas de ganarse la
vida, de manera que la identidad cultural cambia, las
y los jóvenes deciden trasladarse a las ciudades, mu-
chos hombres se van a las minas del norte en busca
de trabajo y otras muchas familias lo perdieron todo
y se vieron forzadas a vender sus tierras. Mientras,
quienes aún resisten y han visibilizado este problema
a nivel nacional e internacional son constantemente
amedrentadas/os. Se trata en su mayoría de mujeres
a quienes se les ha dificultado la reproducción y cui-
dado de la vida.
“Las comunas de Cabildo, Petorca y La Ligua, las
tres más afectadas, son un ícono de la lucha en nuestro
país por recuperar el agua como un bien común pú-
blico y un derecho humano. Su lucha es por un bien
inapropiable, cuyo uso productivo no puede aplastar
ni poner en riesgo los usos colectivos de nuestras co-
58
munidades y territorios”. (Paola Bolados, 2018)
Puchuncaví - Quintero en la
Región de Valparaíso: zona de
sacrificio
En agosto de 2018, en un periodo de una sema-
na, más de 300 personas de Quintero y Puchuncaví
resultaron intoxicadas por la emanación de gases, la
mayoría de ellas niñas y niños, hecho que fue amplia-
mente difundido a través de la prensa y que conci-
tó el interés de autoridades y políticos. Sin embargo,
este no es un hecho aislado. Lamentablemente, desde
hace muchos años, las cerca de 50.000 personas que
habitan en la zona han debido hacer frente a nume-
rosos y frecuentes eventos contaminantes.
Solamente durante los últimos 8 meses “han su-
frido 25 varamientos de carbón, 26 peack de SO2
(dióxido de azufre) [y] dos derrames de petróleo”
(Petitorio de las organizaciones sociales de Quintero
y Puchuncaví a las autoridades, 24 agosto 2018).
Estos eventos no solo afectan la salud actual de
quienes se ven expuestos a los mismos, sino que a
largo plazo estas personas pueden desarrollar otras
enfermedades graves producto de los cambios de ni-
vel bioquímico generados por las sustancias quími-
cas respiradas, señala el toxicólogo y académico de la
Universidad de Chile, Andrei Tchernitchin (24horas.
cl, 2018).
Desde los años 50 se viene instalando el cordón
industrial en la zona que hoy suma un total de 17
empresas contaminantes que desarrollan “actividades
económicas industriales (fundición de cobre, proce-
sos de hormigones, asfaltos, fábricas de ladrillos); re-
finería de petróleo e industria química; energéticas
(instalación y operación de centrales térmicas), ac-
tividad portuaria (principal punto de tráfico nacio-
nal e internacional de combustibles líquidos), entre
otras” (Ministerio del Medio Ambiente, 2017, p.49).
Durante todo este largo periodo las empresas no se
han hecho cargo, o lo han hecho mínimamente, de su
impacto socioambiental, mientras que las autoridades

políticas se manifiestan indolentes frente a la nega-
ción de un derecho humano básico, como es vivir en
un medio ambiente libre de contaminación.
Nos encontramos, así, frente a una verdadera zona
de sacrificio, entendida como “aquellos territorios de
asentamiento humano devastados ambientalmente
por causa del desarrollo industrial”, definición adop-
tada, en su pliego de peticiones del año 2014, por la
Unión de Comunas de Zonas de Sacrificio que agru-
pa a los municipios de Quintero, Puchuncaví, Meji-
llones, Tocopilla, Huasco y Coronel.
Esta devastación tiene implicancias directas en
el ejercicio pleno de los derechos fundamentales de
las personas: derecho a la vida, a la salud, a la educa-
ción, al trabajo, a la alimentación, a la vivienda, etc.
En estos territorios el daño ambiental ha significado
la situación de vulnerabilidad y empobrecimiento de
las comunidades. (Unión de Comunas de Zonas de
Sacrificio, 2014)
En las zonas de sacrificio, la “situación de injusticia
ambiental es evidente, por cuanto los beneficios que
genera [una industria] se reparten difusamente entre
la sociedad toda, mientras que los costos ambientales
son soportados por personas en situación de vulne-
ración social y económica” (INDH, 2011 citadopor
Ministerio del Medio Ambiente 2014, p. 20).
Podríamos sostener bajo esta premisa que exis-
ten zonas de sacrificio a lo largo y ancho de nuestro
país porque para el extractivismo son una necesidad.
Como dice Horacio Machado, ser proveedores de
materias primas obedece a un patrón de división in-
ternacional del trabajo heredado de la época colonial.
El extractivismo es un rasgo estructural del ca-
pitalismo como sistema de acumulación mundial.
Para que se produzca esa acumulación es necesario
que haya zonas de sacrificio, coloniales, que provean
los subsidios ecológicos de ese consumo desigual del
mundo.
No hay capitalismo sin extractivismo. Y el capita-
lismo implica la reafirmación de una estructura co-
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
lonial de la economía mundial. (Citado por Aranda,
2018, p.9)
Wallmapu: industria forestal,
despojo y represión
En Chile, el avance de las plantaciones forestales
(pino y eucaliptus principalmente) ha sido exponen-
cial en los últimos 40 años, alcanzando actualmente
2.414.000 hectáreas (Infor, 2018). La región del Bio-
bío concentra la mayor superficie plantada (916.111
hectáreas); le siguen la región de La Araucanía, con
477.105 hectáreas y del Maule con 426.057 (Infor,
2018). El principal destino de estas plantaciones es
la exportación de materias primas como madera y
pulpa, alcanzando un monto de 5.376,2 millones de
US$ FOB (Infor, 2018). La propiedad del sector se-
concentra (60%) en solo dos grandes grupos econó-
micos: Angelini (Arauco y Celco) y Matte (Mininco
y CMPC). La realidad es que las regiones con ma-
yor superficie plantada son las más pobres del país,
sostenidamente, desde 1990 (Andersson, Lawrence,
Zavaleta y Guariguata, 2016), siendo, de esta manera,
mayores los impactos negativos del sector forestal.
Marien González (2016) señala que “Las comuni-
dades locales identifican diversos impactos socioam-
bientales, tales como escasez de agua, pérdida de la
calidad de los suelos, desaparición de flora y fauna,
falta de acceso a la tierra, deforestación y contamina-
ción”. Según la autora, estos impactos se enmarcan en
pugnas de poder coloniales y poscoloniales, así como
en las políticas neoliberales heredadas de la dictadura
de Pinochet:
En el contexto de la globalización neoliberal, estos
conflictos se estructuran por la acción conjunta del
Estado y grandes corporaciones forestales privadas,
que en virtud del acuerdo económico-político global,
expande la producción intentando controlar las ex-
ternalidades desde marcos normativos que no logran
impedir impactos socioambientales ni tampoco con-
trolar su alcance. (Bengoa, 2012, p. 123)
En la misma línea, Marien González concluye que
59
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
“el extractivismo forestal revela una vocación colonial
del Estado de Chile de neutralizar las tierras y comu-
nidades indígenas y de diversificar la matriz extracti-
vista de la economía, en alianza con grandes grupos
económicos que buscan maximizar la rentabilidad
económica de las plantaciones”.
Como respuesta a estos impactos, el despojo de
tierras y los abusos de poder, las comunidades locales
han generado procesos de protesta, sobre todo entre
el pueblo mapuche, que buscan, primero, la recupe-
ración de las tierras ancestrales despojadas, así como
también hacer frente a la degradación ambiental y es-
casez hídrica asociada al monocultivo forestal (Ben-
goa, 2012, p. 123). Para ellas, la tierra no solo tiene
sentido como recurso, sino que se habita, se transita,
entonces la defensa es también por su cosmovisión,
por mejorar su calidad de vida y proteger sus dere-
chos fundamentales.
Las autoridades, a cambio, han respondido con
represión violenta, a través de la intervención de
fuerzas de seguridad, tanto públicas como privadas,
mediante allanamientos, maltrato, persecución, en-
frentamientos y muerte (Marien González, 2016).
Así es como durante el primer gobierno de Michelle
Bachelet en La Araucanía se aplicó por primera vez
en democracia la Ley Antiterrorista dictada por Pi-
nochet, desatándose la persecución (también judicial)
y criminalización del pueblo mapuche que, además,
es frecuentemente estigmatizado por los medios ma-
sivos de comunicación como terrorista y enemigo del
desarrollo, cuando no, derechamente, invisibilizado o
deslegitimado.
Recientemente, como parte del denominado Plan
Araucanía del gobierno de Sebastián Piñera, se crea
el, así llamado, Comando Jungla, compuesto por 80
funcionarios del Grupo de Operaciones Policiales
Especiales (GOPE) de Carabineros de Chile que re-
cibieron formación en Colombia y Estados Unidos.
Según las palabras del presidente este comando
“ha sido preparado y formado para combatir con efi-
cacia el terrorismo y cuenta con los mejores instru-
mentos y herramientas
60
tecnológicas, como drones, sistemas de comunica-
ción, sistemas de inteligencia para poder cumplir con
eficacia su rol” (Ministerio del Interior, 2018), dando
cuenta de una gran inversión en favor de mantener
las condiciones favorables para la industria forestal
en la región.
Otras estrategias o formas de control más sutiles
son los llamados programas de “buena vecindad” y de
“educación ambiental” que buscan asociar “extracti-
vismo” con felicidad, progreso, satisfacción y amor a
la naturaleza (Marien González, 2016) o el interven-
cionismo a nivel institucional político y administra-
tivo, e incluso a nivel sociocultural y educacional, a
partir de procesos de formación en regiones forestales
afines a las necesidades de las empresas.
Nos encontramos también frente a violencia esta-
tal simbólica cuando el Estado criminaliza y encarce-
la a autoridades ancestrales como las machis Francis-
ca Linconao y Millaray Huichalaf, buscando debilitar
la fuerza del colectivo. Es violento también inviabili-
zar las formas de vida tradicionales de los pueblos, ya
que “los efectos ambientales impactan negativamente
la salud; la disminución de la biodiversidad debilita
los sistemas para atender los problemas de salud-en-
fermedad; la degradación de los suelos precariza la
actividad productiva” (Noelia Carrasco, 2011, p.34),
forzando procesos de migración del campo a las ciu-
dades, sobre todo de las y los jóvenes, resquebrajando
el tejido social.
Visto todo lo anterior podemos preguntarnos:
¿por qué este modelo de muerte se perpetúa y agu-
diza a medida que pasa el tiempo, incluso bajo go-
biernos autodenominados progresistas? La respuesta
es clara para Jenny Luján, activista argentina, quien
plantea que los gobiernos latinoamericanos apuestan
al mismo modelo de desarrollo económico “porque
todos son socios de las empresas extractivas, y por eso
no permiten que se desarrollen alternativas, porque
no le conviene a sus intereses” (citada por Aranda,
2018, p.9).
Al respecto, para el caso chileno, Manuel Riesco
señala que la economía chilena es rentista y “en una

economía donde la élite es hegemonizada por los
rentistas y no los capitalistas, el que manda es quien
tiene los recursos” (citado por Alejandra Carmona,
2018).
Ampliando la noción de
extractivismo
Como ha quedado de manifiesto en los casos an-
tes señalados, marcados por la violencia, el conflic-
to socioambiental y la desposesión, el extractivismo
impacta también en lo cultural y en las formas tra-
dicionales de vida de los pueblos de manera directa
cuando se niega el acceso a los bienes comunes e in-
directamente cuando el deterioro del medioambiente
no permite una relación de subsistencia.
El extractivismo no es solo “la extracción de re-
cursos naturales a gran escala o de manera intensiva,
para la exportación bruta o con escaso procesamien-
to industrial, de la que dependen varias economías
del sur global” (Marien González, 2016), sino que
su definición incluye también “el conjunto de acti-
vidades económicas –con sus correspondientes de-
rivaciones militares, sociales, políticas, ideológicas y
culturales– que posibilita el flujo de materia, energía,
biodiversidad y/o fuerza de trabajo desde un terri-
torio determinado hacia los centros dominantes del
capitalismo” (Renán Vega Cantor, 2014). Maristella
Svampa (2015) va aún más lejos cuando señala que
el extractivismo “es un modelo de ocupación territo-
rial que busca desplazar otras economías al competir
por la utilización de agua, energía y otros recursos,
lo que genera dinámicas territoriales excluyentes y la
emergencia de nuevos lenguajes de valoración del te-
rritorio”.
El afán por el crecimiento económico asociado al
extractivismo invisibiliza, por ejemplo, los impactos
generados sobre los territorios por fenómenos de
migración. Las industrias extractivistas movilizan
una gran cantidad de trabajadoras y trabajadores, y
los territorios que les reciben no están preparados en
infraestructura ni en servicios, produciendo incluso
nuevas dinámicas en los pueblos. Un caso paradig-
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
mático es la expansión de la prostitución, ya que las
mayores tasas se encuentran en las zonas mineras y
pesqueras.
También en las ciudades donde predomina el
extractivismo se produce la especulación inmobilia-
ria, donde “el suelo es el bien ‘removido’ en grandes
volúmenes por el capital, es la tierra la que ha sido
mercantilizada (mercado de bienes raíces)”, generán-
dose, así, “un modelo de ocupación territorial que se
caracteriza por el desplazamiento de poblaciones, la
apropiación de lo público y la concentración de la ri-
queza” (Ana María Vásquez, 2016, p.155).
Los zapatistas llaman al extractivismo la “cuarta
guerra mundial”, señalándolo de manera categórica
como “una guerra del capital contra los pueblos para
apropiarse de los bienes comunes y convertirlos en
mercancías. Es una guerra de despojo donde las mu-
jeres y los pueblos originarios y afros son las princi-
pales víctimas que no tienen lugar en este modelo de
muerte” (Darío Aranda, 2018, p.8).
El extractivismo nos extrae el poder de autodefi-
nirnos, del ejercicio de la soberanía, de vivir en base a
nuestras formas tradicionales, de usar nuestros sabe-
res, nuestras hierbas medicinales, etc. Finalmente, lo
que hace es poner el interés económico por sobre la
vida de las personas.
En este punto podemos plantear que existe un
conflicto entre el capital (entiéndase como el siste-
ma) y la vida. Este sistema vive de espaldas al hecho
de que somos seres interdependientes en relación con
otras personas y ecodependientes en relación con
la naturaleza, considerando a los cuerpos y a la na-
turaleza como una mercancía más, como bienes de
mercado disponibles para su uso y explotación. Este
conflicto, como ya lo hemos señalado, afecta también
a las relaciones sociales que se dan en una comuni-
dad, produciendo la fragmentación de las sociedades,
profundizando el individualismo, aislándonos y ena-
jenando nuestra cotidianidad. Como lo plantean las
integrantes de la Marcha Mundial de Mujeres-Brasil
(2017), este conflicto “ataca esas relaciones, procesos
y trabajos que sostienen la vida cada día, y que, en su
61
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
mayoría, están bajo la responsabilidad de las mujeres.
Esos ataques generalizan la precariedad de la vida y
vuelven algunas vidas desechables para ese sistema”
(p.6).
A lo anterior, Nalú Farías agrega que “en la eco-
nomía capitalista, el tiempo y el trabajo doméstico y
reproductivo de las mujeres, al igual que la naturaleza,
son considerados como una externalidad del mode-
lo económico y, a la vez, como ‘recursos’ inagotables”
(p.9), desconociéndose, así, la centralidad de la vida
humana como horizonte para reorganizar la repro-
ducción de la sociedad, sostenida actualmente por el
sobretrabajo que realizan las mujeres.
Los que se ven afectados, en definitiva, son los
diversos cuerpos que habitan estos territorios, las
relaciones que se generan entre los mismos y con el
entorno, y las identidades y las culturas que se pre-
sentan en ellos. Entonces podemos preguntarnos si es
posible seguir viviendo de esta manera, si es posible
que la vida tal y como la conocemos sea compatible
con este modelo capitalista patriarcal.
Defensoras y defensores
de la vida
La violencia ha sido desde siempre el mecanismo
de instalación de este modelo. Ejemplo de ello es la
guerra de conquista que de la mano de los españoles
y la iglesia vino a despojar y exterminar a los pueblos
originarios de nuestra región instalando la colonia.
En la actualidad, esta historia que nos parece tan
lejana se reactualiza de formas aún más destructivas.
Esta vez la guerra es llevada a cabo por el Estado
chileno en alianza con grandes capitales nacionales y
transnacionales, instalando un modelo que está arra-
sando con la naturaleza, que está exterminando los
bienes comunes y extrayendo la vida de las personas.
Junto con esto se criminaliza a las defensoras y los
defensores de la tierra, del agua, de las semillas, en re-
sumen, de la vida, y se asesina a líderes sociales como
estrategia, como en el caso de Macarena Valdés, Ale-
jandro Castro y Camilo Catrillanca.
62
Como ya lo hemos mostrado, la instalación de es-
tas políticas extractivistas afecta de manera directa a
los territorios. Nos encontramos con tierras devasta-
das por el monocultivo de pinos y eucaliptus, con el
vaciamiento de las cuencas hídricas que deja a regio-
nes enteras sufriendo de sequía, con el deterioro de
nuestro mar, con la contaminación de ríos y lagos, y
del aire que se respira. Y si bien todo el mundo se ve
afectado por estas consecuencias del modelo extracti-
vista, son las mujeres, en especial las mujeres pobres,
las mujeres indígenas, las mujeres migrantes, las mu-
jeres afrodescendientes, quienes sufren doblemente
porque asumen la responsabilidad de las niñas y los
niños o de familiares enfermos y porque son quienes
sostienen y cuidan la vida. Ellas son las que tienen di-
recta relación con el desastre, son quienes se quedan,
quienes viven en las zonas de sacrificio.
Son ellas, a su vez, las que resisten, se organizan y
generan alternativas. Dentro de estas alternativas, la
economía feminista surge como una teoría y prácti-
ca económica que pone su centro en la reproducción
de la vida en armonía con la naturaleza, que enfatiza
“el rescate de la cultura del cuidado como inspiración
central para pensar una sociedad ecológica y social-
mente sostenible, a través de valores como la recipro-
cidad, la cooperación y la complementariedad” (Ana
María Vásquez, 2016, p.162); una sociedad donde
exista un equilibrio entre producción y reproducción,
y cuyo objetivo sea la vida y no el lucro. Lo que se
propone, en definitiva, es que la economía esté al ser-
vicio de la vida y de los pueblos, y no al revés.
Si tanto en Chile como en Latinoamérica nues-
tro horizonte es la transformación de este sistema de
muerte, lo que cabe es volcarse hacia el trabajo co-
lectivo en la escucha activa y reconocimiento de los
saberes y prácticas de las mujeres indígenas y cam-
pesinas sobre biodiversidad, las semillas, las prácticas
agroecológicas, para construir un nuevo saber colec-
tivo y el camino hacia el buen vivir.

Bibliografía
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64
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.

Pueblos indígenas

El Sumak Kawsay o Buen Vivir, un

paradigma alternativo al
neoliberalismo
Por Fernando Astudillo Becerra*
fernando@astudilloabogados.cl

*Es hijo de Alberto y Mercedes, Doctor en Derecho de la Universidad de Valparaíso, Magister

en Derecho, con mención en Derecho Público de la Universidad de Valparaíso, Licenciado en
Ciencias Jurídicas de la Universidad Bolivariana, Abogado, Maestrante del Magister en Filoso-
fía, con mención en Pensamiento Contemporáneo de la Universidad de Valparaíso.

65
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.

Resumen
El presente trabajo busca dar el concepto y las características y las varia-
bles del sumak kawsay, presentarlo como un nuevo paradigma de vida
alternativo al modelo neoliberal imperante y como una forma de construc-
ción social que niega los conceptos mercantilistas de “desarrollo”y “sub-
desarrollo”; y que se traduce en una propuesta política de transformación
de las personas, de su relación con el medio ambiente y la naturaleza y del
Estado.

Palabras claves: Sumak Kawsay, naturaleza, nuevo paradigma, buen vivir,

vivir bien, pueblos indígenas.

66
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.

Abstract
The present work seeks to give the concept and the characteristics and
variables of sumak kawsay, to present it as a new paradigm of alternative
life to the prevailing neoliberal model and as a form of social construction
that denies the mercantilist concepts of “development” and “underdevelo-
pment”; and that translates into a political proposal to transform people,
their relationship with the environment and nature, and the State.

Key words: Sumak Kawsay, nature, new paradigm, good living, living well,
indigenous peoples.

67
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
Introducción
C
omenzaremos haciendo una descripción
de cuál es el concepto y las características
del Sumak Kawsay, en adelante SK, hoy
ampliamente conocido como “Buen Vivir”, recono-
ciendo desde ya que hay distintas miradas o enfoques
sobre este concepto. El análisis lo haremos desde la
reflexión de autores fundamentalmente de nuestra
américa morena.
Enseguida intentaremos responder si el SK cons-
tituye un nuevo paradigma de vida, alternativo al
modo de vida de la mal llamada sociedad occidental
cristiana. Para ello y por la importancia de la pro-
puesta que encierra el SK, creemos que es básico de-
tallar los contenidos epistémicos y conceptuales que
encierra, particularmente desde la filosofía, donde su
debate teórico recién comienza, es por esa misma ra-
zón que un análisis del concepto y de las carácterísti-
cas del SK ofrece dificultades ya que desde la mirada
del hombre blanco se tratará de una teoría, más bien
una propuesta social, aún inacabada (1).
Sin duda, por la extensión del presente texto, la
discusión quedará abierta ya que no pretende presen-
tar toda la discusión sobre el SK pero si una síntesis
de ella y fundamentalmente para concluir dejar sen-
tadas dos hipótesis:
Que el neoliberalismo, al mantener una lógica
productiva basada en la acumulación del capital y en
la obtención de la máxima ganancia posible, subor-
dina, aplasta y reprime a cualquier forma económica
que muestre formas de producir, de intercambiar, de
entender el desarrollo y la riqueza alejadas del mer-
cantilismo.
Que la propuesta del SK enfrenta al neolibera-
lismo y la problemática que el genera, argumentado
sobre la necesidad de legitimar y revitalizar las di-
ferentes formas organizativas de la producción, que
se mueven bajo lógicas y dinámicas opuestas parcial
o totalmente al capitalismo y que consecuentemente
con ello, mirando la definición y los principios del
68
SK, será posible entenderlo como un paradigma al-
ternativo al neoliberalismo.
Definiciones y principios del
Sumak Kawsay
Para llegar a la definición del SK es necesario
brevemente recorrer sus orígenes, cómo nace como
propuesta teórica y política de transformación social.
No es difícil rastrearlo en el tiempo, ya que la mayo-
ría de los autores coinciden que toma fuerza apartir
de la irrupción política en la década de los noventa
de los movimientos indígenas y de los movimien-
tos de izquierda en Ecuador y Bolivia que llevan a
las presidencias de Rafael Correa en Ecuador y de
Evo Morales en Bolivia (en este último país el SK se
conoce como sumak qamaña, bien vivir) y la conso-
lidación de estos principios en las constituciones de
dichos países, respectivamente, de 2008 y 2009. Esto
sumado una serie de iniciativas educativas internas y
de programas de cooperación internacional que pro-
movían los principios del buen vivir. (2)
Concepto de Sumak
Kawsay - Suma Qamaña
Sumak Kawsay es una palabra kichwa, su traduc-
ción no es una cuestión adjetiva, ya que una mala tra-
ducción podría hacer que ésta perdiera su esencia y
contenido filosófico (y así convertirse en una moda
que como toda moda se preocupa de la forma y no
del fondo del concepto). Siguiendo a Fernando Hua-
nacuni, es indispensable por tanto buscar las traduc-
ciones más fidedignas para el suma qamaña en lengua
aymara y para el SK en kichwa. El suma qamaña uti-
lizado en Bolivia debería ser traducido como “vida en
plenitud”, aunque formalmente se lo traduce como
“vivir bien”. (3)
(1) Acosta, Alberto (2010): “Sólo imaginando otros mundos, se cambiará
éste. Reflexiones sobre el Buen Vivir”, en Revista Sustentabilidad, Universidad
Nacional Abierta y a Distancia. Bogotá.
(2) Acosta, Alberto (2009): “El Buen Vivir, una oportunidad por construir”,
en Ecuador Debate, No. 75, Quito, CAAP, pp. 33-48.
(3) Huanacuni, Fernando (2010) Buen vivir. Bien vivir. Filosofías, políticas,
estrategias y experiencias regionales andinas. Lima pp. 33 y 45.

En cambio, el SK utilizado en Ecuador empieza
con el sumak que significa: plenitud, sublime, ex-
celente, magnífico, hermoso(a), superior, integral,
simbiótico y holístico. Luego, kawsay significa: vida,
ser-estando, estar-siendo, con lo cual la traducción
literal del SK sería la plenitud de vida, aunque for-
malmente se lo traduce como buen vivir, tal como lo
recoge la Constitución de la República del Ecuador
de 2008.
Por su parte el Consejo de Desarrollo de las Na-
cionalidades y Pueblos del Ecuador (CODENPE)
(4) define al SK o buen vivir del siguiente modo:
“En esta visión, el SK en su máxima expresión es
vivir en comunidad, plenitud, hermandad, comple-
mentariedad, relacionalidad entre seres humanos,
seres humanos y la naturaleza, seres humanos y es-
piritualidad. En este sentido, resaltamos que el pen-
samiento ancestral es eminentemente colectivo: ne-
cesariamente recurre a la idea del nosotros porque el
mundo no puede ser entendido desde la perspectiva
del individualismo [...] Finalmente podemos señalar
que el Buen Vivir no es simplemente un discurso ro-
mántico sino implica asumir retos orientados a defi-
nir profundas transformaciones en nuestras socieda-
des, en oposición a la lógica capitalista de crecimiento
económico y acumulación de ganancias”. (5)
La Secretaría Nacional de Desarrollo (SENPLA-
DES) (6), del Ecuador, lo define como:
“El Buen vivir es una apuesta de cambio que se
construye continuamente desde reivindicaciones de
los actores sociales de América Latina durante las
últimas décadas por reforzar la necesidad de una vi-
sión más amplia, la cual supere los estrechos márge-
nes cuantitativos del economicismo, que permita la
aplicación de un nuevo modelo económico cuyo fin
no sea los procesos de acumulación material, meca-
nicista e interminable de bienes, sino que incorpore
(4) Es una institución pública indígena que representa a 14 nacionalidades y
18 pueblos legalmente reconocidos en la República del Ecuador.
(5) CODENPE (2011): Sumak kawsay. Buen Vivir, en Serie Diálogo de
Saberes, Módulo No. 4, Quito, COD.
(6) Fue suprimida mediante decreto 732 de mayo de 2019 que creo la Se-
cretaría Técnica de Planificación “Planifica Ecuador” mantiene esencialmente
las misma funciones pero pasa a depender de la secretaria general de gobierno.
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
a los actores que históricamente han sido excluidos
de las lógicas del mercado capitalista, así como aque-
llas formas de producción y reproducción que se fun-
damentan en principios diferentes a dicha lógica de
mercado. Así mismo, el Buen vivir, se construye desde
las posiciones que reivindican la revisión y reinter-
pretación de la relación entre la naturaleza y los seres
humanos, es decir, desde el tránsito del actual antro-
pocentrismo al biopluralismo, en tanto la actividad
humana debe realizar un uso de los recursos naturales
adaptado a la generación (regeneración) natural de
los mismos”. (7)
Hasta aquí la parte más o menos consensuada so-
bre el concepto del SK, que finalmente se traduciría
como buen vivir, vivir en armonía o vivir en equili-
brio, todo lo cual lleva implícito la oposición a las
formas de vida occidental.
Algunos autores, advierten críticamente sobre una
posible contaminación de este concepto por parte del
paradigma civilizatorio occidental, en el sentido de
que esta traducción del SK como vivir en armonía o
vivir en equilibrio resulta ser incompleta, podría en-
tenderse como solo referido a la persona, y el SK es
todo a la vez: la convivencia entre diversos, la con-
ciencia plena y la cultura amplia de la vida y no solo
el ser humano. (8)
Cuáles son las principales
características del Sumak
Kawsay
Para señalar sus carácteristicas nos referiemos a la
concepción que subyacen en el SK sobre la vida, el
desarrollo, la pobreza y el subdesarrollo, sobre otra
forma de desarrollo y la estrategia política para pose-
sionar y consolidar este nuevo paradigma.
(7) SENPLADES, (2009): Plan Nacional para el Buen Vivir 2009-2013,
Quito, p.24.
(8) Oviedo Freire, Atawallpa (2011): ¿Qué es el sumakawsay? Más allá del
socialismo y del capitalismo, Quito, s.e. La preocupación de Oviedo es que se
confundan los conceptos: buen vivir y vivir mejor, este último nos conduciría
nuevamente al paradigma de vida occidental y capitalista. Este aspecto, abre el
debate sobre el sentido anticapitalista o no del SK.
69
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
En cuanto a la concepción de la vida y del desa-
rrollo:
Reniega del concepto de desarrollo en su concep-
ción neoliberal; desmaterializa la idea del bienestar;
pone la centralidad en la naturaleza, la austeridad y
el aprovechamiento de los recursos locales (9); pro-
mueve otra forma de vida, que supone una relación
armoniosa entre los seres humanos, para así lograr
una convivencia colectiva entre las comunidades y de
estás y con la naturaleza. (10)
En cuanto a la concepción de la pobreza y del sub-
desarrollo:
No existe el subdesarrollo como una situación que,
luego, si se cumplen ciertos requisitos siempre eco-
nómicos, deviene en desarrolllo; tampoco se entiende
como ausencia de desarrollo. Se vive bien o se vive
mal. Los pueblos sufren de un mal desarrollo. (11)
En cuanto a los elementos centrales del SK como
otra forma de desarrollo:
Es multifactorial ya que da Importancia a los sa-
beres tradicionales y a las técnicas locales; diversifi-
ca las formas organizativas de la producción, pone la
centralidad en el trabajo humano; rescata la identi-
dad cultural de los pueblos; reconoce cultural y nor-
mativamente que la naturaleza goza de derechos. (12)
En cuanto a la estrategia política para posesionar
este nuevo paradigma:
Busca promover la participación directa y la au-
togestión. Construir diálogos multiculturales (13).
(9) Gudynas, Eduardo (2011): “Desarrollo, derechos de la naturaleza y buen
vivir después de Montecristi”, en Debates sobre cooperación y modelos de de-
sarrollo. Perspectivas desde la sociedad civil en el Ecuador, en Gabriela Weber,
edit., Quito, Centro de Investigaciones Ciudad y Observatorio de la Coopera-
ción al Desarrollo, pp. 83-102.
(10) Huanacuni, Fernando, (2010): Buen Vivir / Vivir Bien. Filosofía, polí-
ticas, estrategias y experiencias regionales andinas, Perú, Coordinadora Andina
de Organizaciones Indígenas – CAOI.
(11) Tortosa, José María (2011): Maldesarollo y mal vivir. Pobreza y vio-
lencia a escala mundial, en Alberto Acosta y Esperanza Martínez, edit., Quito,
Abaya-Yala.
(12) Escobar, Arturo, (2010): Una minga para el postdesarrollo: Lugar, me-
dio ambiente y movimientos sociales en las transformaciones globales, Perú,
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Facultad de Ciencias Sociales.
70
Construir un Estado Plurinacional.
En cuanto al proceso para la consolidación del pa-
radigma:
Reinvindica las cosmovisiones indígenas; los cam-
bios en prioridades de la economía; una convivencia
sin miseria. (14)
Gudynas considera que la idea del buen vivir
emergió tanto por la disconformidad frente al de-
sarrollo convencional, como por la búsqueda de al-
ternativas para mejorar la calidad de vida y proteger
a la naturaleza (Pachamama). Pero este nacimiento
no implica la existencia de un concepto acabado sino
debe ser visto como una construcción diversa y en
marcha. Además, esta construcción es multicultural,
con los aportes de las cosmovisiones de varios pue-
blos indígenas y la confluencia de varios paradigmas
como el desarrollo humano, el etnodesarrollo, entre
otros (15). También aportan para la propuesta del SK
los cuestionamientos que se venían dando a la mer-
cantilización de la naturaleza.
Ya que no es el motivo de este artículo tesis pro-
fundizar en la discusión linguística, ni tampoco am-
pliar los antecedentes sobre sus orígenes, por lo que
analizaremos el concepto de SK considerando que
en él convive un cáracter cosmológico, holístico y po-
lítico.
El SK es un principio de vida, un paradigma, que
se funda en la cosmovisión indígena andina y en los
saberes ancestrales en general:
a) La interconexión entre todos los elementos de
un todo, es decir , todas las cosas se relacionan entre
sí;
b) La relación recíproca entre los mundos de arri-
ba, abajo, entre seres humanos y naturaleza, una espe-
(13) Acosta, Alberto (2009): El Buen Vivir. Una vía para el desarrollo,
Quito, Abya Yala.
(14) Acosta, Alberto (2009): La maldición de la abundancia, Quito, CEP,
Swissaid y Abya-Yala.
(15) Gudynas, Eduardo, (2011): “Buen Vivir: Germinando alternativas al
desarrollo”, Separata Destaques del Foro Social Mundial 2011, en América La-
tina en Movimiento (ALAI), No. 462, Quito.

cie de coparticipación;
c) Los elementos de la realidad se corresponden
de una manera armoniosa, a manera de proporcio-
nalidad, y,
d) La complementariedad que se basa en que los
opuestos pueden ser complementarios, ya que nada
está por demás.
El SK se fundamenta entonces en un paradigma
comunitario basado en la vida en armonía y en equi-
librio con el entorno. Se trata de un paradigma in-
dígena-originario-comunitario. La comunidad debe
entenderse como las relaciones entre las partes que
forman un todo, sean humanas o no. La identidad
cultural surge de la relación con la pachamama, que a
su vez configura una forma de vida, además conlleva
la recuperación de la memoria y la historia ancestral
como soportes de una nueva visión de futuro (16).
El aporte que hace Huanacuni sobre la dimensión
comunitaria, es importante ya que no lo centra sólo
en una dimensión cultural, y si bien se refiere a una
dimensión económica comunitaria, se desprende que
va mucho más allá al proponer que se trata de un
modo de vida que se basa en: la armonía, el equilibrio,
la reciprocidad y la complementariedad.
Los principios ancestrales indígenas que funda-
mentan al SK tienen una connotación espiritual la
que se encuentra en oposición al materialismo propio
del sistema o de los sistemas neocapitalistas, además
con una visión holística, en oposición a los enfoques
economicistas. No se trata de una propuesta cerra-
da y circunscrita exclusivamente por y para los pue-
blos indígenas, sino más bien tiene una pretensión
de aplicación universal en tanto se lo entienda como
un paradigma alternativo y crítico de los postulados
y principios del neoliberaalismo y de su sustento mo-
derno-racionalista.
(16) Huanacuni, Fernando, (2010): Buen Vivir / Vivir Bien. Filosofía, polí-
ticas, estrategias y experiencias regionales andinas, Perú, Coordinadora Andina
de Organizaciones Indígenas – CAOI. pp 30 y 31.
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
Sumak Kawsay y la negación de
los conceptos mercantilistas de
desarrollo y subdesarrollo
Fernando Huanacuni niega rotundamente que el
SK se trate de un concepto de desarrollo convencio-
nal, ni de nuevo desarrollo, por el simple hecho de
que este concepto en sí mismo no existe en la cultu-
ra indígena como condición para una vida deseable,
consecuentemente, tampoco existe el concepto de
subdesarrollo.
Su argumento es que el SK viene a ser un para-
digma ya no individualista sino comunitario en la
medida que lo colectivo se opone al individualismo,
donde la armonía con la vida se opone a la acumu-
lación de bienes y riqueza, donde los saberes tradi-
cionales existen frente al conocimiento tecnológico y
científico capitalista, en definitiva, donde una nueva
cosmovisión diversa, relacional y complementaria se
opone a la visión occidental de ser o estar en niveles
superiores o inferiores de condiciones de vida (17).
Huanacuni sintetiza los planteamientos ideológi-
cos del SK de la siguiente manera:
1. Recuperación de los conocimientos ancestrales
2. Soberanía y dignidad nacional
3. Nuevas formas de relación de vida basadas en la
comunidad
4. Relación armoniosa con la madre tierra
5. Sustitución de la acumulación individual del
capital por la recuperación integral del equilibrio en
armonía con la naturaleza.
En este contexto, Alberto Acosta, al igual que
Oviedo, advierte que no se deben confundir los con-
ceptos del buen vivir con el “vivir mejor”, ya que tiene
diferencias substanciales de concepto y de origen. El
“vivir mejor” se relaciona con el utilitarismo y con la
visión capitalista ya que hace alusión al “progreso” ili-
mitado, al consumismo y a la acumulación material
sin fin.
(17) Huanacuni, Fernando, (2010): Buen Vivir / Vivir Bien. Filosofía, políticas,
estrategias y experiencias regionales andinas, Perú, Coordinadora Andina de
Organizaciones Indígenas – CAOI. pp 24 y 25.
71
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
El SK no trata de una promoción, ni de una so-
cialización del bienestar occidental, sino que trata de
construir una sociedad distinta solidaria y sustentable,
empezando por el reconocimiento y la recuperación
de los saberes y culturas de los pueblos y nacionalida-
des indígenas, aunque tampoco ello signifique volver
al pasado, ni tampoco promover el pachamamismo
que exagera al extremo la importancia de la natura-
leza (18).
De tal forma que Huanacuni, Acosta y Oviedo
coinciden en la misma afirmación de que el vivir bien
no equivale a vivir materialmente mejor, ya que:
El Vivir Bien no es lo mismo que el vivir mejor, el
vivir mejor es a costa del otro. Vivir mejor es egoísmo,
desinterés por los demás, individualismo, sólo pensar
en el lucro. Porque para vivir mejor al prójimo se hace
necesario explotar, se produce una profunda compe-
tencia, se concentra la riqueza en pocas manos [...]
El Vivir Bien está reñido con el lujo, la opulencia y el
derroche (19).
En cuanto al subdesarrollo, Acosta argumenta que
en las comunidades indígenas no existe la concepción
de un proceso lineal que establezca un estado anterior
o posterior, la trascendente viene a ser la expansión
de las potencialidades individuales y colectivas, cual-
quier persona ha de tener las mismas posibilidades de
elección, aunque no tenga los mismos medios (20).
Similares ideas las podemos sacar de Huanacuni,
quien considera que el vivir bien es mucho más que
el bienestar basado en la acumulación de bienes, por
tanto, no debería ser equiparado con el desarrollo, ya
que el desarrollo es inapropiado y altamente peligro-
so de aplicar en las sociedades indígenas, tal y como
es concebido en el mundo occidental.
(18) Acosta, Alberto, y Esperanza Martínez (2009): Derechos de la Natu-
raleza. El futuro es ahora, Quito, Abya Yala.
(19) HUANACUNI, Fernando, (2010): Buen Vivir / Vivir Bien. Filosofía,
políticas, estrategias y experiencias regionales andinas, Perú, Coordinadora An-
dina de Organizaciones Indígenas – CAOI. p22.
(20) Acosta, Alberto (2010): “Sólo imaginando otros mundos, se cambiará
éste. Reflexiones sobre el Buen Vivir”, en Revista Sustentabilidad, Universidad
Nacional Abierta y a Distancia, Bogotá, abril.
72
Concretamente este autor considera que:
En la visión del vivir bien, la preocupación cen-
tral no es acumular. El estar en permanente armonía
con todo nos invita a no consumir más de lo que el
ecosistema puede soportar, a evitar la producción de
residuos que no podemos absorber con seguridad. Y
nos incita a reutilizar y reciclar todo lo que hemos
usado. En esta época de búsqueda de nuevos caminos
para la humanidad, la idea del buen vivir tiene mucho
que enseñarnos (21).
Enfoque multifactorial del
Sumak Kawsay
Existe en el SK un conjunto de variables que lo
conforman, entre las más importantes están:
Los saberes tradicionales y las técnicas locales; la
diversidad en las formas organizativas de la produc-
ción; la identidad cultural; el que la naturaleza siem-
pre gozará de derechos.
Los conocimientos ancestrales han sido despre-
ciados, por lo tanto no reconocidos y subordinados
frente a la ciencia (que no es más ni menos que un
método para el logro de un tipo de conocimiento y
de lo válido) y la tecnología moderna, frente a esta
situación el SK reclama la necesidad de superación
de esta suerte de colonialismo del conocimiento y la
ciencia, para dar paso a una multiplicidad de cono-
cimientos que provienen de prácticas milenarias de
los pueblos originarios. Criterios similares se aplican
a la necesidad de rescatar la identidad cultural de los
pueblos ancestrales.
El neoliberalismo, al mantener una lógica pro-
ductiva basada en la acumulación del capital y en la
obtención de la máxima ganancia posible, subordi-
na, aplasta y reprime a cualquier forma productiva
que muestre formas de producir, de intercambiar, de
entender el desarrollo y la riqueza alejadas del mer-
cantilismo. La propuesta del SK aborda esta proble-
(21) Huanacuni, Fernando, (2010): Buen Vivir / Vivir Bien. Filosofía, polí-
ticas, estrategias y experiencias regionales andinas, Perú, Coordinadora Andina
de Organizaciones Indígenas – CAOI. pp 33 y 34.

mática argumentado sobre la necesidad de legitimar
y revitalizar las diferentes formas organizativas de la
producción, que se mueven bajo lógicas y dinámicas
opuestas parcial o totalmente al capitalismo.
En cuanto a los derechos de la naturaleza, el ar-
gumento desde el paradigma del SK es que todos los
seres vivos e inertes forman parte de un conjunto de
vida que debe respetarse, a partir de una convivencia
lo más armónica posible. El respeto a los ciclos vitales
de la naturaleza es una garantía para la sostenibilidad
de la vida de todos en el planeta.
Frente al actual malestar con el desarrollo, equiva-
lente a crecimiento y progreso y de la insostenibilidad
de la “ideología del todo vale”, se requiere anteponer
una ética de la vida, un “poder vivir bien”. Las necesi-
dades del buen vivir son múltiples tales como: nece-
sidades básicas o de subsistencia, seguridad, libertad,
identidad, entre otras (22).
Todas estas necesidades se aplican en tres escalas:
- Estado-localidad;
- Ecosistemas; y,
- Sistema mundial.
Las políticas y las acciones colectivas para el buen
vivir pueden y deben establecerse en estos tres niveles.
Conclusiones
Siguiendo la línea de reflexión propuesta, llega-
mos a lo que anunciabamos en el título de este artí-
culo, el que las variables claves para el buen vivir son
multifactoriales y las más importantes serán:
1. Autodefensa del conocimiento, la historia y la
cultura de los pueblos, en el nivel local y regional.
2. Creación de minisistemas alternativos frente
al sistema económico capitalista, ya sea por fuera o
en sus propios linderos como por ejemplo: redes de
(22) Torlosa, José María (2011): Maldesarollo y mal vivir. Pobreza y vio-
lencia a escala mundial, en Alberto Acosta y Esperanza Martínez, edit., Quito,
Abaya-Yala.
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
dinero alternativo, trueque, cooperativas, mutualida-
des, sociedades de ayuda mutua. etc.
3. Impulso de la economía solidaria o a escala
humana (23), que quiere decir que se trata de una
alternativa que no busca la salida total o parcial, sino
avanzar hacia el buen vivir, incluyéndose también los
sistemas de comercio justo.
4. Construir una ética de la vida, las personas
y la naturaleza no son mercancías, ni objetos que se
pueden transar libremente en el mercado.
5. Todo en la búsqueda de poder vivir en armo-
nía personal, social y ambiental.
6. La reflexión recién comienza y por ello cada
uno de estos temas requieren de ser abordados con
mayor detenimiento, cuestión que no es posible ni
pretende este trabajo y que será objeto de futuros de-
sarrollos.
7. Sin embargo, es importante dejar sentado
desde ya que el SK es una invitación de los pueblos
originarios, a la humanidad toda, pero especialmen-
te a nuestra América Morena, a comenzar a vivir de
una nueva manera, a cambiar los acentos y las mira-
das, una filosofía de vida y que como tal involucra a
los seres humanos, sus comunidades, sus nacionali-
dades y pueblos, su entorno social, económico, po-
lítico, cultural y ambiental y que se traduce en una
propuesta política de transformación: de las personas,
las comunidades, las instituciones, su relación con el
medioambiente y la naturaleza y del Estado.
(23)Max- Neef, Manfred, Antonio Elizalde, y Martín Hopenhayn (1986):
“Desarrollo a escala humana. Una opción para el futuro”, en Development Dia-
logue, número especial, Londres, CEPAUR y Fundación Dag Hammarskjold.
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74
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.

Pueblos indígenas

“Guerra contra el terrorismo” en

La Araucanía y violencia sexual
contra mujeres y niñas mapuche
Por María Isabel Matamala Vivaldi*

*Es Feminista de larga vida, médica, posgrado en pediatría, medicina social y derechos hu-
manos. Prisionera política y exiliada en dictadura. Trabajó en sistema público de salud, en
OMS/OPS, ONGs y redes feministas y de salud nacionales e internacionales. Hoy, docente en
Género, Derechos Humanos y Derechos sexuales y reproductivos, y activista por el derecho
a decidir.

Artículo originalmente publicado en “Violencia estructural y feminismo: apuntes para una

discusión”, Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, 2019, págs. 101-110.
www.nomasviolenciacontramujeres.cl

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 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
Se hace pública la decisión
guerrera
E
l año recién pasado, el presidente Sebas-
tián Piñera anunció al país lo que llamó
“nuestra guerra contra el terrorismo”. In-
mediatamente despejó dudas sobre la creación, en-
trenamiento y propósito del denominado Comando
Jungla: “Queremos ganar la guerra contra el terroris-
mo, no queremos hacer como que estamos en guerra
y, para eso, estamos cambiando muchas políticas y,
sobre todo, la actitud con que se combate al terro-
rismo” (Emol, 28/06/2018). En la escena nacional
quedaría así registrada la declaración de una segunda
guerra de pacificación de La Araucanía, que ahora
se desenvolvería en el estilo de las nuevas confron-
taciones modeladas con posterioridad al cese de la
guerra fría. Una tropa policial de élite entrenada en
Colombia y Estados Unidos enfrentaría la violencia
atribuida a comunidades y grupos del pueblo origi-
nario mapuche. Dispondría de armamento poderoso,
drones y sofisticada tecnología.
A tres meses de instalado su gobierno, la decisión
explícita de militarizar la macrorregión que confor-
man Biobío, La Araucanía y Los Lagos ocurría de
manera paralela al compromiso discursivo que asu-
miera en la “Agenda Mujer” anunciada durante su
primera cuenta pública al país: “conducta de toleran-
cia cero contra todo tipo de violencia, abuso, acoso,
discriminación o maltrato hacia nuestras mujeres”
(Prensa Presidencial de Chile, 23/05/2018). En nin-
gún momento se refirió a la contradicción entre des-
pliegue del Comando Jungla y tolerancia cero a todo
tipo de violencia “hacia nuestras mujeres”.
En esta declaración de guerra, preocupante fue el
vacío de análisis de género por parte del presidente,
de quien se espera esté al tanto de los enormes riesgos
que supone para las mujeres la existencia de territo-
rios militarizados, de acuerdo a la experiencia ya exis-
tente en distintas regiones del mundo. Sorprendente
y perturbadora fue, además, su frase “nuestras muje-
res”, que validaba la relación de poder-propiedad ba-
sada en la jerarquía patriarcal, dominio que adquiere
76
expresión dramática en situaciones de guerra.
Cuando la “guerra contra el terrorismo” se dirige
hacia grupos y comunidades del pueblo originario
mapuche, es posible pensar que la discriminación
de género de las mujeres en intersección con las dis-
criminaciones por estrato social y por origen étnico
generará situaciones de conflicto en las cuales la vio-
lación puede llegar a naturalizarse como estrategia
de guerra. Como lo señala Jacques Sémelin (2005),
“Ahora no se considera la violación como una conse-
cuencia de la guerra, sino como una táctica de guerra
que, más allá de las mujeres que son por lo general
sus víctimas, apunta contra su grupo de pertenencia”
(p.349). En los conflictos étnicos, la dirección an-
drocéntrica de la guerra instrumentaliza la violación
masiva contra las mujeres y las niñas como forma de
castigo contra la comunidad y, en particular, contra
los hombres que la integran. Las subjetividades cons-
truidas en el machismo y racismo cotidiano resultan
funcionales a la violencia sexual.
Habida cuenta de lo anterior, anunciar la “guerra
contra el terrorismo” dentro de un territorio nacional
requiere advertir en forma simultánea a sus habitan-
tes que, por tratarse de una “guerra”, no aplica la le-
gislación que rige en tiempos de paz, pero tampoco
los acuerdos que regulan las guerras entre países. “El
gobierno que la declara se sitúa durante un tiem-
po indefinido por encima de las leyes nacionales así
como de los acuerdos internacionales”, ha señalado
el pensador contemporáneo Tzvetan Todorov (2017),
para luego advertir que “Cuando en la lucha contra
el terror todo está permitido, el contraterrorista co-
mienza a confundirse con el terrorista” (p.17). En ta-
les circunstancias aparece en extremo difícil estable-
cer coherencia entre esta “guerra contra el terrorismo”
y el propósito de tolerancia cero a la violencia hacia
las mujeres enunciado por el presidente en su “Agen-
da Mujer”.
Surgía entonces la inquietud acerca de si la priori-
dad sería la estrategia de guerra en su versión sexua-
lizada actual o si previo al inicio de las operaciones se
elaborarían protocolos que sancionaran como crimen
de lesa humanidad las violaciones o cualquier forma

de violencia sexual contra mujeres, adolescentes y ni-
ñas. El anuncio de “guerra contra el terrorismo” nece-
sita transparentar esta opción como forma de asegu-
rar que no se reeditarán las atrocidades que han sido
visibilizadas en el mundo y en nuestra región con
posterioridad a los conflictos de las últimas décadas.
Las marcas de recientes guerras en
los cuerpos de las mujeres
En 1994 comenzó a actuar en La Haya el Tribunal
Penal Internacional (TPI) como una iniciativa del
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que,
en el marco de una nueva realidad, continuaba la ta-
rea histórica que antes cumplieron los Tribunales de
Nuremberg y Tokio. Su creación tuvo como propósi-
to juzgar los crímenes de guerra y de lesa humanidad
cometidos a partir de 1991 en la ex Yugoslavia (Odio,
2001). El Estatuto del mencionado Tribunal avanzó
respecto de los tribunales anteriores al incluir como
delito de lesa humanidad la violación cometida en el
contexto de un ataque o formando parte de un plan
masivo o sistemático contra la población civil, donde
los autores del crimen están en conocimiento de que
sus actos son parte del plan (Art.5). La violencia se-
xual institucional que se aplica como práctica genera-
lizada contra la población civil por motivos políticos,
raciales, étnicos o religiosos en un contexto de guerra
quedó, a partir de entonces, tipificada como crimen
de lesa humanidad (Argibay, 2012).
El Tribunal constituyó un hito en cuanto a la vio-
lencia sexual política contra las mujeres. Por primera
vez en la historia, esta violencia, descrita como “uso
y abuso del cuerpo de unas por otros” (Segato, 2003),
sometiendo esos cuerpos a la estructura de poder, fue
reconocida y tipificada.
Eizabeth Odio, vicepresidenta del Tribunal Penal
Internacional para la ex Yugoslavia sostenía, en 1997,
que la violación de mujeres durante las guerras “no es
una consecuencia inevitable o intrascendente de
un conflicto armado, sino que es una política aplicada
sistemáticamente para destruir grupos humanos ade-
más de la propia víctima directa” (González, 2012, p.
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
45-6).
En América Latina, las guerras en Perú, Guate-
mala y Colombia conllevaron violaciones a los dere-
chos humanos perpetradas a lo largo de décadas. Con
posterioridad a los hechos, las evidencias han sido
documentadas por organismos nacionales y regiona-
les creados con fines de justicia y reparación.
En Colombia, durante los cincuenta y siete años
de conflicto armado se reportaron 15.076 víctimas
de violencia sexual por parte de paramilitares, gue-
rrilleros, agentes del Estado y otros (El Tiempo.com,
25/11/2017). Los testimonios que recogió el Centro
Nacional de Memoria Histórica dan cuenta de las
formas con las que agentes estatales y grupos arma-
dos utilizaron la violencia sexual. En su extenso do-
cumento La guerra inscrita en el cuerpo se especifica
la magnitud de los crímenes y se reconstruyen los di-
versos casos de utilización de violencia sexual durante
el conflicto por parte de tales agentes y grupos.
“Aunque ningún actor armado reconoce el uso de
la violencia sexual en el marco del conflicto arma-
do, las múltiples voces y silencios, principalmente de
mujeres, confirman la magnitud de la violencia con
que sus cuerpos han sido sometidos, apropiados, des-
pojados de su humanidad. La violencia sexual se ha
constituido en una modalidad de violencia que cum-
ple diferentes fines de acuerdo con los objetivos de
los actores armados y de los diferentes momentos de
confrontación, pero con el común denominador de
estar sustentados en arreglos de género que privile-
gian la construcción de masculinidades despóticas y
perpetúan la objetivación de los cuerpos femeninos.
Este informe contribuye a la comprensión de las for-
mas en que la guerra se ha inscrito en los cuerpos
de las víctimas de violencia sexual, proponiendo la
construcción de una memoria ineludible: la de las
víctimas que han sido silenciadas por una sociedad
que en no pocos casos ha elevado un manto de seña-
lamiento, vergüenza y culpa sobre las víctimas. Los
testimonios de dolor y sufrimiento recogidos en este
informe constituyen una apuesta política desde la
dignidad de las víctimas de violencia sexual que le
preguntan al país ¿qué vamos a hacer para que esto
77
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
no vuelva a suceder?” (Centro Nacional de Memoria
Histórica, 2017)
La investigación informa que 15.000 niñas y mu-
jeres sufrieron violación por parte de los grupos en-
frentados en el conflicto. En poco más de 5.000 de
estos crímenes se reconoció como perpetradores a in-
tegrantes de grupos paramilitares y fuerzas estatales,
mientras que se responsabilizó a tres grupos armados
de otros 4.722 casos de violación u otras agresiones
sexuales. Ambos bandos impusieron sus normas, re-
gulando la vida cotidiana de las comunidades, la se-
xualidad y los cuerpos. Afirmaban que tenían licencia
para violar y matar.
En Perú el conflicto entre el Estado y las organi-
zaciones guerrilleras se extendió por veinte años des-
de su inicio en 1980. El Informe de la Comisión de la
Verdad y Reconciliación (CVR), elaborado durante
dos años de trabajo con posterioridad al término de
la guerra y entregado al gobierno en agosto del 2003,
tuvo como objetivo investigar los crímenes y violacio-
nes de derechos humanos perpetrados hasta noviem-
bre del 2000. Dicho Informe señala que, desde 1983,
el conflicto se militarizó, con despliegue nacional de
violencia en ascenso hasta 1989, decreciendo después
del abandono del país de Fujimori.
La CVR registra 69.280 víctimas del conflicto. De
ellas, 4.601 fueron torturadas. El 75% de las víctimas
hablaba quechua u otras lenguas nativas. El 10% de
las mujeres fueron sometidas a violencia sexual, su-
brepresentación estadística que es común en las in-
vestigaciones sobre hechos de violencia sexual, según
valoración de la CVR.
En forma semejante a lo ocurrido en las situa-
ciones anteriormente citadas, las mujeres tuvieron
dificultades para relatar sus propias historias como
sobrevivientes, si bien no mostraron reticencias para
relatar las zozobras de sus grupos familiares. El silen-
cio respecto de lo vivenciado por ellas, en especial la
violencia sexual, evidenció en forma trágica las subje-
tividades construidas en el contexto de la desigualdad
de género. Instaladas en el lugar de la opresión, las
mujeres sobrevivientes transferían hacia sí mismas la
78
culpa, la vergüenza y el estigma con que deberían car-
gar sus violadores (Mantilla, 2012).
En Guatemala, el conflicto armado interno se ex-
tendió entre 1962 y 1996, año en que se firmó la paz.
A comienzos de 1997 se creó la Comisión para el
Esclarecimiento Histórico a las Violaciones de los
Derechos Humanos y Hechos de Violencia (CEH),
que elaboró el documento Guatemala: memoria del
silencio.
En su informe la CEH revela el racismo que sus-
tentó una crueldad sin límites y que incluyó el geno-
cidio llevado a cabo por agentes estatales, con aproxi-
madamente doscientas mil personas como víctimas.
Esta eliminación cruenta de comunidades, que pro-
vocó espanto e interpeló la conciencia de la sociedad
global, pudo ser ejecutada a partir de una formación
militar de los efectivos del Estado especialmente di-
señada e inspirada en tres ejes fundamentales: anti-
comunismo, demonización de la identidad maya y
enaltecimiento del machismo en sus expresiones más
brutales.
La violencia sexual fue utilizada como estrategia
de terror, tortura y daño físico y mental contra pri-
sioneras integrantes de las fuerzas guerrilleras, y en
forma masiva, en el contexto de las masacres de tierra
arrasada, contra población civil, casi en su totalidad
perteneciente al pueblo originario maya habitante de
las áreas rurales. Se dañó gravemente la vida e inte-
gridad física de las comunidades, su identidad étnica
y cultural, a través del sometimiento, la humillación
y la destrucción individual y colectiva de las mujeres.
Según informa la CEH, de las 100.000 mujeres
que sufrieron violación sexual, el 88,7% correspon-
dió a mujeres mayas, 35% niñas, 0,3% ladinas y 0,1%
otras.
Bases estructurales de los
crímenes: patriarcado neoliberal,
orden de género, democracias en
disolución

Autoras feministas han alertado acerca de la racio-
nalidad neoliberal y el impacto actual que sobre las
mujeres tienen las transformaciones experimentadas
por las guerras y sus estrategias de daño y aniqui-
lamiento físico, cultural, espiritual o étnico.
“Desde las guerras tribales hasta las guerras con-
vencionales que ocurrieron en la historia de la huma-
nidad hasta la primera mitad del siglo XX, el cuerpo
de las mujeres, qua territorio, acompañó el destino de
las conquistas y anexiones de las comarcas enemigas,
inseminados por la violación de los ejércitos de ocu-
pación. Hoy, ese destino ha sufrido una mutación por
razones que tenemos pendiente examinar (…). A pe-
sar de todas las victorias en el campo del Estado y de
la multiplicación de leyes y políticas públicas de pro-
tección para las mujeres, su vulnerabilidad frente a la
violencia ha aumentado, especialmente la ocupación
depredadora de los cuerpos femeninos o feminizados
en el contexto de las nuevas guerras.” (Segato, 2014,
p.17)
El análisis del nuevo paradigma bélico revela que
este se caracteriza por la introducción de la informa-
lidad, y por la incorporación de la violencia sexual y
la crueldad como armas de guerra de gran efectividad
para provocar terror, letalidad material y moral a los
grupos humanos considerados enemigos. La depre-
dación sexual de las mujeres, en tanto territorializa-
das habitantes de la opresora y subalterna jerarquía
de género impuesta, ya no representa una rapiña de
cuerpos-objetos adicional a la dominación como lo
fuera antaño. En las estrategias de guerra actuales
adquiere centralidad geopolítica, y resitúa en esa ubi-
cación los cuerpos de las mujeres y los cuerpos femi-
nizados que antes ocupaban un lugar marginal.
Byun–Chul Han (2014) plantea que el/la otr@
despojad@ de su alteridad solo se puede consumir
porque ha sido fragmentad@ en objetos sexuales
parciales y en consecuencia se le ha despojado de su
condición de persona. La invasión de los cuerpos fe-
meninos cumple un objetivo de destrucción de poder
político y moral que es funcional a la deshumaniza-
ción, uno de los aspectos mediante los cuales el neo-
liberalismo va demoliendo sofisticadamente las de-
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
mocracias liberales. Rita Segato interpreta el nuevo
código guerrero como “la escritura en el cuerpo de las
mujeres”: se escribe en esos cuerpos la derrota ma-
terial y moral del colectivo humano al que se define
como enemigo. Se exhibe como ostentosa e inmovi-
lizante advertencia la capacidad de las instituciones
del Estado –genuinas o acreditadas por este en forma
secreta y mafiosa–, para hacer sufrir y desaparecer,
violar cruelmente y matar, en la certidumbre de una
protectora impunidad.
Los cuerpos humillados o eliminados de esas mu-
jeres, vaciados de su potencial poder, son cuerpos
precarios, desechables desde la mirada estratégica del
patriarcado neoliberal violento. Cuerpos oprimidos,
casi invisibles, habitando subalternidades impuestas
o cuerpos autónomos desafiantes de los roles de gé-
nero asignados que resultan incómodos para las go-
bernanzas neoliberales que han ido sustituyendo a
las democracias liberales en nuestra región (Brown,
2015). En su libro Vida precaria. El poder del due-
lo y la violencia, Judith Butler nos interpela: “¿Qué
cuenta como humano? ¿Las vidas de quiénes cuentan
como vidas? ¿En dónde son unas vidas más dignas
de duelo que otras? ¿Qué vida puede quedar marcada
como vida, y qué muerte contará como muerte?” (pp.
28-29).
Si bien las sobrevivientes de los crímenes contra
la humanidad o de las guerras–familiares de personas
ejecutadas o desaparecidas, mujeres indígenas y orga-
nizaciones defensoras de derechos humanos– se mo-
vilizan y demandan justicia en los espacios nacionales
e internacionales, aún no conforman una masa crítica
capaz de asegurar la verdad, la justicia y la reparación
en el marco de democracias que se deconstruyen en
forma progresiva por el “adelgazamiento dramático
de valores democráticos esenciales” y por la “inten-
sificación de fuerzas y condiciones no democráticas”
(Brown, 2015, pp.241-2).
Los dispositivos institucionales del orden patriar-
cal neoliberal violento esquivan o anulan los roles
protector y garante de derechos del Estado; paralela-
mente, levantan barreras y generan ineficiencias que
aseguran la impunidad a los agentes efectores de los
79
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
crímenes. Sellan de manera subterránea la continui-
dad de la alianza mafiosa entre quienes cometieron la
depredación y el sistema que les habilitó para dañar y
exterminar. Es la doble faz de la realidad en la histo-
ria cercana y trágica de nuestra región.
Crimen, mentiras, montajes y
descaro: sellos estatales en la
“guerra contra el terrorismo” en La
Araucanía
La “Operación Huracán” descubierta en La Arau-
canía, el año recién pasado, revivió en la memoria co-
lectiva los montajes de la dictadura. Si bien aparen-
temente no tuvo relación con violencia sexual contra
las mujeres, puso en evidencia la realidad soterrada
en la que operaba –¿y opera?– la mafiosa fratria entre
agentes estatales y paraestatales, protagonista de una
escenificación político-policial que fungió como con-
tracara de la democracia y los discursos oficiales sobre
derechos humanos.
Este previo y siniestro traspaso de límites ocurrido
durante el Gobierno de Michelle Bachelet despertó
la preocupación de algunas mujeres feministas, entre
las que me cuento, acerca del riesgo que implicaría la
mediática y renovada militarización en la región de
La Araucanía, la “guerra contra el terrorismo” anun-
ciada por el presidente Piñera. Sería necesario estar
alertas, porque sin duda se incrementaría la fragilidad
de las mujeres, adolescentes y niñas mapuche que vi-
ven en los territorios sometidos a la intervención del
así denominado Comando Jungla.
Vale recordar que lo invisible de los cuerpos in-
dígenas y sus circunstancias a los ojos de la sociedad
chilena quedó al descubierto en la sobrecogedora
imposibilidad de los informes Valech 1 y 2 de iden-
tificar a las víctimas de prisión política y tortura per-
tenecientes a los pueblos originarios (Aylwin, 2018).
Invisibilidad más potente aun cuando interseccionan
etnia, clase y género, subalternidades que se entrela-
zan sinérgicamente como determinantes de riesgos y
vulnerabilidades de los cuerpos femeninos y femini-
80
zados en La Araucanía.
El 24 de septiembre de 2018, el Gobierno hizo
público el inicio del Plan Impulso Araucanía 2018-
2026. Su abigarrada escenografía, con polític@s,
empresarios y autoridades sonrientes y glamorosas
emitiendo discursos mentirosos logró confundir con-
ciencias por algunos momentos. Se trataba de dejar
atrás el pasado, mirar hacia un futuro de abundancia
–cimentado en milagrosos arándanos– olvidando el
despojo y discriminación pasado y presente. La zana-
horia emergía encubriendo el garrote.
Quizás el ministro de Desarrollo Social Alfredo
Moreno tenía en mente las incursiones nocturnas a
las comunidades mapuche, los allanamientos violen-
tos y los montajes que efectuaba en las sombras el
denominado Comando Jungla, así como también la
fanfarria instrumentalizadora del Plan Araucanía,
cuando respondió la pregunta que le formulara la pe-
riodista Matilde Burgos en una entrevista de televi-
sión (CNN Íntimo, 1 octubre, 2018): ¿cómo convive
el Plan Impulso Araucanía con el Comando Jungla?
En forma sorprendente, respondió con rapidez y sin
duda alguna: “conviven perfectamente”. Desenfado
desde el poder, naturalizando una incoherencia irri-
tante: la zanahoria movilizando sueños de autono-
mía, plurinacionalidad, multiculturalidad, bienestar,
representación política (con ley de cuotas o con esca-
ños reservados), conviviendo “perfectamente” en una
coreografía perversa con el garrote, en días y noches
de terror vividas en forma humillante y silenciosa en
caminos y viviendas del territorio en disputa.
En noviembre de 2018 el asesinato del comunero
mapuche Camilo Catrillanca mostró el resultado in-
evitable de toda guerra sucia: muertes arbitrarias y ar-
teras de la población civil, cuerpos precarios acribilla-
dos por la espalda, amortajados con mentiras oficiales
y conjuras secretas de mafias estatales que ocultan la
crueldad planificada y manipulan hechos, cámaras,
grabaciones y obediencias debidas. La indignación y
solidaridad multitudinaria que cruzó el país fue repe-
lida con brutalidad resucitada de tiempos obscuros:
represión feroz que por momentos jugaba a extender
la guerra más allá del territorio en disputa.

Como resultado del asesinato del líder mapuche y
el cuasi homicidio del adolescente que le acompaña-
ba perpetrados por el denominado Comando Jungla,
se va develando en una entrega por capítulos la tra-
ma de mentiras, montajes, silencios, discriminación y
presiones mediante la cual el gobierno y las Fuerzas-
Especiales han pretendido salvaguardar la estrategia
de “guerra al terrorismo”.
Lo visible fue la muerte del comunero asesinado
por la espalda, la tortura del niño que lo acompañaba,
la sucesión de mentiras y desmentidos, el odio policial
hacia el pueblo mapuche, el dolor de las comunidades
y su grito “Fuera el Comando Jungla del Wallmapu”,
la nepotista soberbia de autoridades políticas autoex-
culpándose, y los montajes importados de la selva co-
lombiana. No obstante, invisibles y silenciados aún en
la vida cotidiana de La Araucanía han permanecido
los violentos allanamientos nocturnos que efectúa la
policía militarizada provocando espanto, destruyendo
muebles y enseres, desnudando, humillando y vejan-
do a niñas, niños, adolescentes y mujeres. De esa otra
dimensión de la “guerra contra el terrorismo”, oculta
bajo la superficie ensordecida por disparos y vuelos de
helicópteros, no se habla. Por un lado opera el ame-
drentamiento y, por el otro, la dignidad callada de las
víctimas y sus comunidades como sello de sus tradi-
ciones. ¿Hasta cuándo el militarizado escenario será
capaz de contener este silencio? Hoy apenas surgen
rumores.
¿Es posible evitar en La Araucanía
crímenes de violencia sexual?
Denunciar la mordaza que sin disimulo hoy pre-
tende sofocar la reflexión y el debate crítico acerca
de la “guerra contra el terrorismo mapuche” sería un
buen
primer paso. Sin miedo a perder lo que Butler de-
nomina el “estatus de hablante razonable”, rechazar el
cautiverio del pensamiento y la palabra, manteniendo
una actitud alerta y un sonoro disenso ante los indi-
cios de violencia de género, etnia y clase en contra de
mujeres, niñas y adolescentes mapuche.
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
La ausencia de emoción indignada y extendida
frente a los crímenes contra la humanidad, como es el
crimen de violencia sexual digitado desde el Estado,
limita una acción colectiva verdaderamente vigilante
y estigmatizadora del crimen y sus perpetradores.
Frente a la estrategia estatal violenta en La Arau-
canía en el incierto período que vivimos, los esfuerzos
por impedir la violación y la eliminación física o mo-
ral de los cuerpos femeninos o feminizados debieran
orientarse a difundir el conocimiento acerca de los
actuales códigos que animan los conflictos armados
locales en nuestra región y el mundo. En paralelo, in-
dagar y visibilizar el tétrico acontecer, construir dis-
cursos con lenguajes inteligibles que contribuyan a
identificar y describir las formas y la base estructural
de la violencia sexual y, también, a estigmatizar social-
mente la violencia sexual depredadora; acompañar a
mujeres y niñas mapuche en acciones de denuncia, de
resistencia, y de apropiación de poder gestado desde
una matriz antagónica de aquella que ha construido
por siglos el poder patriarcal, capitalista y coloniza-
dor; re-imaginar vidas en comunidad e interpelar la
ética y la creatividad feminista en torno al poder y
al buen vivir, con vistas al predominio de relaciones
sociales no violentas.
Esencial papel en la prevención, sanción y repara-
ción de la violencia sexual política le cabe al Derecho.
Por muy insuficientes que sean los derechos humanos,
constituyen, no obstante, un repertorio instrumental
imprescindible para neutralizar, evitar o simplemente
luchar contra la injusticia y la crueldad normalizadas.
Como lo ha señalado Jean Franco (2013): “Sin los
fallos de derechos humanos internacionales es im-
probable que Guatemala y Perú por iniciativa pro-
pia, reconocieran la violación sexual como un crimen
contra la humanidad (...)” (p.208).
Inquirir, investigar, denunciar, estigmatizar la im-
punidad de los crímenes de violencia sexual contra las
mujeres pasan a ser apuestas políticas feministas por
la dignidad y derechos de las sobrevivientes y las víc-
timas, teniendo presente que la obtención del Nobel
81
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
de la Paz por dos personas que han dedicado su vida
a luchar contra la violencia sexual como arma de gue-
rra permite asumir este importante reconocimiento
como un gran respaldo a los esfuerzos que en este
sentido despliegan actualmente feministas chilenas y
latinoamericanas.
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83
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.

Declaraciones Izquierda Cristiana

El Machi Celestino Córdova y la

autodeterminación de los
pueblos indígenas

Valparaíso, 25 de junio de 2020.

84

A
l momento de escribir la presente decla-
ración han trancurido cincuenta y cuatro
días desde que el Machi Celestino Córdo-
va retomó la huelga de hambre, al interior de la cárcel
de Temuco, junto a él hay 9 comuneros mapuche
recluidos en el penal de Angol que se sumaron a esta
acción, demandan que el Estado de Chile permita sus
traslados hacia las comunidades, para efectos de que
puedan cumplir sus penas en sus Rehue.
La autoridad espiritual, condenada a 18 años de
cárcel, presenta una delicada y alarmante condición
de salud. No son infundados los temores de que sufra
irremediables daños físicos e incluso la muerte.
Hoy el Estado de Chile no solo no está aplican-
do el Convenio 169 de la OIT, que en sus artículos
8, 9 y 10, dan las garantías suficientes para que los
hermanos mapuche, puedan cumplir sus condenas en
las comunidades o en lugares que tengan acceso a la
naturaleza. Sino que incumple, al no hacer un cambio
en el reglamento intra-penitenciario que debe conte-
ner y aplicar las políticas interculturales a las cuales se
ha obligado.
Sin embargo, creemos que el problema de fondo
no es solo penitenciario, detrás de la tozudez del go-
bierno está el objetivo político de que no permitirá
que los pueblos indígenas vivan bajo sus propias nor-
mas y sistemas políticos. De este modo hacen efíme-
ro el derecho de crear y defender su identidad, sus
instituciones y así pretende lesionar la supervivencia
colectiva espiritual y cultural de estos pueblos. Pare-
cen desconocer que en 500 años el pueblo Mapuche
no ha sido doblegado.
En concreto, el Machi Celestino Córdova es un
rehén del Estado, ya que junto con expresar, en su
caso concreto, el irrespeto del derecho y la inhuma-
nidad que lo característica, lo que se juega es no dar
espacios a una expresión del derecho a la libre de-
terminación, que es el derecho de un pueblo a deci-
dir sus propias formas de gobierno, de justicia y de
perseguir su manera de “desarrollo” económico, social
y cultural, la forma como se estructurará libremente,
sin injerencias externas.
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
Así mismo, está conculcando una vez más el de-
recho a la Autonomía, es decir, el derecho a que el
pueblo Mapuche defina sus propias leyes o normas
de vida, ya sean escritas u orales.
Chile ha suscrito distintas declaraciones de las
ONU que hacen alusión directa a la Autodetermina-
ción de los pueblos, y a que éstos determinen libre-
mente su condición política, su desarrollo económico,
social y cultural, como son por ejemplo:
La Declaración sobre la concesión de la indepen-
dencia a los países y pueblos coloniales de 1960 (Re-
solución 1514); la Declaración relativa a los principios
de derecho internacional referentes a las relaciones
de amistad y a la cooperación entre los Estados de
conformidad con la carta de las Naciones Unidas de
1970 (Resolución 2625); La Declaración y Programa
de Acción de Viena (1993); Las Declaraciones: de las
Naciones Unidas para los Derechos de los Pueblos
Indígenas (2007) y Americana sobre los Derechos de
los Pueblos Indígenas (2016) afirman ambas, en sus
artículos tercero que los pueblos indígenas tienen de-
recho a la libre determinación.
Y diversos pactos que expresan las mismas obli-
gaciones internacionales: El Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, suscrito
por Chile el 16 de septiembre de 1969 y promulgado
el 28 de abril de 1989; el Pacto Internacional de De-
rechos Civiles Y Políticos suscrito por Chile el 16 de
diciembre de 1966 y promulgado el 30 de noviembre
de 1976; El Convenio 169 OIT (1989), donde se es-
tablece el mayor control (libre determinación) de los
pueblos indígenas sobre sus asuntos, mediante meca-
nismos de consulta, participación, control indígena,
responsabilidad indígena y cooperación; este tiene
como objetivo asegurar que los pueblos interesados
incidan en las leyes, las políticas y los programas que
les afecten en su presente y futuro.
El gobierno, como ya lo señalamos, contradice
el Convenio 169 de la OIT, que es parte de nuestro
ordenamiento jurídico y las declaraciones recién ci-
tadas y de esa forma vulnera e incumple sus obliga-
ciones con el derecho internacional de los derechos
85
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
humanos, olvidando que allí se juega su buena fe y
credibilidad entre los Estados y los organismos inter-
nacionales.
Por lo que la Izquierda Cristiana hace un llamado
al Estado de Chile a que:
1. Cumpla con las normas a las que se ha obligado
en el Convenio 169 de la OIT y acceda a las reivin-
dicaciones que se reclaman en la huelga de hambre.
Concretamente, en el caso son aplicables los artícu-
los:
Artículo 8:
1. “Al aplicar la legislación nacional a los pueblos
interesados deberán tomarse debidamente en consi-
deración sus costumbres o su derecho consuetudina-
rio.
2. Dichos pueblos deberán tener el derecho de
conservar sus costumbres e instituciones propias,
siempre que éstas no sean incompatibles con los de-
rechos fundamentales definidos por el sistema jurí-
dico nacional ni con los derechos humanos interna-
cionalmente reconocidos. Siempre que sea necesario,
deberán establecerse procedimientos para solucionar
los conflictos que puedan surgir en la aplicación de
este principio”.
Artículo 9:
1. “En la medida en que ello sea compatible con el
sistema jurídico nacional y con los derechos humanos
internacionalmente reconocidos, deberán respetarse
los métodos a los que los pueblos interesados recu-
rren tradicionalmente para la represión de los delitos
cometidos por sus miembros.
2. Las autoridades y los tribunales llamados a pro-
nunciarse sobre cuestiones penales deberán tener en
cuenta las costumbres de dichos pueblos en la mate-
ria”.
Artículo 10:
86
1. “Cuando se impongan sanciones penales pre-
vistas por la legislación general a miembros de dichos
pueblos deberán tenerse en cuenta sus características
económicas, sociales y culturales.
2. Deberá darse la preferencia a tipos de sanción
distintos del encarcelamiento”.
3. Ponga en marcha un diálogo con los pueblos
originarios para hacer efectiva/o:
La Autonomía o autogobierno en cuestiones rela-
cionadas con sus asuntos internos y locales.
La Consulta con los pueblos indígenas involucra-
dos antes de cualquier acción que pueda afectarles,
directa o indirectamente. La consulta asegura que sus
preocupaciones e intereses sean compatibles con los
objetivos de la actividad o acción prevista.
Ello supone:
Respeto por el principio de consentimiento libre,
previo e informado. Este principio implica que exista
una ausencia de coacción, intimidación o manipula-
ción, que el consentimiento haya sido buscado con
suficiente antelación a cualquier autorización o inicio
de actividades, que se muestre respeto por los requi-
sitos de tiempo de los procesos indígenas de consul-
ta/consenso y que se suministre información plena y
comprensible con respecto al impacto probable.
Participación plena y efectiva de los pueblos in-
dígenas en cada etapa de cualquier acción que pueda
afectarles directa o indirectamente. A través de sus
autoridades tradicionales o de una organización re-
presentativa.
El Reconocimiento formal de las instituciones tra-
dicionales, sistemas internos de justicia y resolución
de conflictos, y modos de organización sociopolítica.
El Reconocimiento del derecho de los pueblos
indígenas de definir y perseguir libremente su desa-
rrollo económico, social y cultural. Así hacer efectiva
la libre determinación o autodeterminación, determi-
nando sus propias instituciones, participando en la
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.

vida política y económica de Chile, usando sus pro-

pias sistemas de justicia y representación, decidiendo
sus propias prioridades.

La Izquierda Cristiana ha estado (desde su fun-

dación), está y estará en la vereda de los pueblos ori-
ginarios.

Ven- seremos.

Dirección Nacional De La Izquierda Cristiana

De Chile.

Fernando Astudillo Becerra (Presidente), Héctor

Soto, Humberto González, Jocelyn Soto, Lino Ta-
pia, Brayan Galaz.

87
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.

Declaraciones Izquierda Cristiana

Carta abierta de la Izquierda

Cristiana de Chile a los partidos
políticos, solicitando apoyo a la
huelga de hambre del Machi
Celestino Córdova y de los
comuneros mapuche de la cárcel
de Angol

Valparaíso, 28 de junio de 2020.

88

L
a huelga de hambre del Machi Celestino
Córdova y de 9 comuneros Mapuche en-
carcelados en Angol no nos deja indiferen-
tes, nos conmueve, nos interpela y nos invita a prestar
nuestro apoyo moral, político, jurídico a sus reivindi-
caciones.
Escribir esta carta abierta a todos los partidos po-
líticos que en sus idearios se identifican con las justas
reivindicaciones de los pueblos indígenas es una ex-
presión de ese compromiso.
Por lo que invitamos a todas las agrupaciones po-
líticas de izquierda, de centro izquierda, de centro y
de centro derecha a que pongan todas sus capacida-
des, influencias, sus medios de comunicación y la ac-
ción de sus parlamentarios, alcaldes, concejales, cores,
en socializar, apoyar y sumarse al objetivo de que se
hagan efectivas las reivindicaciones que demandan,
esto es:
Que puedan cumplir sus condenas en las comu-
nidades o Rehue o en lugares que tengan acceso a la
naturaleza. Que el Ministerio de Justicia cambie el
reglamento intra-penitenciario de modo que conten-
ga y aplique las políticas interculturales a las cuales el
Estado se ha obligado.
Éstas son jurídica y moralmente justas y por ello
aceptables.
El siglo XX ha conocido de huelgas de hambre
que produjeron gran controversias y que mostraron
su legitimidad, por ejemplo:
En el año 1920, la opinión internacional conoció
de la huelga de hambre llevada a cabo por el alcalde
de la ciudad irlandesa de Cork, Terence Mac Swi-
ney. Había sido detenido y encarcelado por participar
en el movimiento independentista irlandés, opuesto
a las pretensiones de dominio de Gran Bretaña. Se
negó a comer, si no se le otorgaba la libertad. Después
de sesenta y tres días murió en prisión. Mac Swiney
es hoy un héroe nacional y religioso; mártir de la li-
bertad de su país y de la independencia de Irlanda.
La Iglesia Católica de la época apoyó fervientemente
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
dicha huelga de hambre.
En las décadas de los años treinta y cuarenta del
siglo pasado, la atención mundial estuvo pendiente
de los métodos no violentos de Mohandas Karamn-
chad Gandhi que incluía la huelga de hambre como
instrumento para cambiar las leyes y la política de
dominación del colonialismo del imperio británico
en la India. El impacto y reconocimiento universal
de la figura de Gandhi no necesita mayor explicación.
Lo mismo se puede decir de innumerables huelgas
de hambres llevadas a cabo, como forma no violenta
de lucha, en contra de la dictadura cívico-militar de
Augusto José Ramón Pinochet Ugarte.
Además la huelga de hambre, en general, ha sido
una forma que los presos políticos Mapuche han
utilizado con frecuencia en estos últimos años, en el
intento de lograr mejoras en la situación carcelaria,
o con el fin de rectificar decisiones que pretendían
empeorar sus condiciones procesales penales y peni-
tenciarias.
Esta tradición de la huelga de hambre ha llevado
a la convicción generalizada -en el mundo- de que
es un método legítimo, casi con carácter de último
recurso, que permite dar cauce al derecho a la resis-
tencia, en circunstancias estimadas como injustas.
La huelga de hambre ha merecido el respeto ge-
neral por tratarse de un método de acción de carácter
no violento. El principal dañado es quien la empren-
de, pues pone en peligro la propia salud y arriesga su
vida. La dinámica interna del proceso huelguista está
provista de una gran credibilidad en lo que respecta
al compromiso con sus convicciones del que la reali-
za, pues para mostrarlo está dispuesto a soportar tan
graves daños personales.
Este procedimiento de protesta posee un valor de
testimonio, que le capacita para recibir grandes apo-
yos, pues la estrategia es autoinmolatoria.
Creemos junto a los huelguistas en la factibilidad,
mediante su acción, de transformar las situaciones in-
justas e ilegales que les aquejan y esa es otra razón por
89
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
la que consideramos que es nuestro deber apoyarlos.
Jurídicamente, la reivindicación que reclaman tie-
ne su expresión en normas del derecho internacio-
nal, que el derecho chileno ha hecho suyas, concre-
tamente los artículos 8, 9 y 10 del Convenio 169 de
la OIT. El referido convenio fue adoptado con fecha
27 de junio de 1989 por la Conferencia General de la
Organización Internacional del Trabajo, en su Sep-
tuagésima Sexta Reunión. Fue aprobado por el Con-
greso Nacional, según consta en el oficio N° 7.378,
de 9 de abril de 2008, de la Honorable Cámara de
Diputados; el Tribunal Constitucional, por sentencia
de fecha 3 de abril de 2008, declaró que las normas
del aludido Convenio Nº 169 sometidas a su control,
son constitucionales.
El instrumento de ratificación de dicho Convenio
se depositó con fecha 15 de septiembre de 2008 ante
el Director General de la Organización Internacional
del Trabajo y, en consecuencia, de conformidad con el
artículo 38, párrafo 3, del referido Convenio Nº 169,
éste entró en vigencia para Chile el 15 de septiembre
de 2009, fue promulgado por la Presidenta Bachelet
el 2 de octubre de 2008 y publicado en el diario ofi-
cial el 14 de octubre de 2008.
Si en Chile hay efectivamente un Estado de dere-
cho, los recién referidos artículos obligan al Estado
de Chile que en la aplicación de las penas a los miem-
bros de los pueblos indígenas, debe darse preferencia
a formas de sanción distintas al encarcelamiento. Así,
por ejemplo, lo dice explícitamente el artículo 10 de
la Convención:
“1. Cuando se impongan sanciones penales pre-
vistas por la legislación general a miembros de dichos
pueblos deberán tenerse en cuenta sus características
económicas, sociales y culturales.
2. Deberá darse la preferencia a tipos de sanción
distintos del encarcelamiento”.
Por lo expresado, no existe controversia jurídico
moral acerca de la huelga de hambre que encabeza
el Machi Celestino Córdova y los hermanos comu-
neros.
90
Nuestras reflexiones han tratado de mostrar el res-
peto que merece el empeño de ellos, para enfrentar-
se a situaciones o condiciones consideradas injustas,
emprenden la huelga de hambre. De tal manera que
se puede hablar de un derecho (en sentido moral)
para lIevarla al límite elegido.
En conclusión, el derecho de resistir mediante la
huelga de hambre, el respeto a la libertad de la per-
sona que elige este método -desde una consideración
moral-, parece que debe prevalecer sobre los propósi-
tos de proteger su vida, o por las restriciones que im-
pone la condición legal de estar privado de libertad.
Puede decirse que es una forma legítima de resisten-
cia, que debe ser respetada en su práctica, se esté o no
de acuerdo con las demandas o ideología de quienes
consideran que deben explicitar de este modo su dis-
conformidad y protesta.
Este reconocimiento de este tipo de huelga como
un derecho, coherentemente nos exige respaldarla y
sumarnos a las reivindicaciones que se demandan,
más aún cuando éstas forman parte de nuestro or-
denamiento jurídico y no impedir que sus autores,
mientras tengan capacidad decisoria, puedan lIevarla
hasta el extremo elegido por ellos.
Los invitamos a que apoyemos fuertemente la
huelga que encabeza el Machi Celestino Córdova,
que no los dejemos solos en su justo esfuerzo porque
el Estado de Chile cumpla sus propia juridicidad y
sus obligaciones con el derecho internacional de los
derechos humanos y para que genere alternativas más
humanas, que deben de ir por la vía del diálogo, el re-
conocimiento de lo justo de sus demandas, y el apre-
cio explicitado de su dignidad como personas y como
miembros del pueblo mapuche.
Con respeto y consideración, les saludamos.
Dirección Nacional De La Izquierda Cristiana
De Chile.
Fernando Astudillo Becerra (Presidente), Héctor
Soto, Humberto González, Jocelyn Soto, Lino Ta-
pia, Brayan Galaz.
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.

Declaraciones Izquierda Cristiana

Carta abierta de la Izquierda

Cristiana a los Obispos de la
Iglesia Católica y de las Iglesias
Protestantes y Evangélicas de
Chile

Valparaíso, 3 de julio de 2020.

91
 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
Respetados Sres Obispos:
C
omo es de público conocimiento, el Machi
Celestino Córdova lleva al día de hoy 60
días en huelga de hambre en la cárcel de
Temuco. A él se han unido 9 comuneros mapuche
que cumplen condena en la cárcel de Angol.
Tras tan largo ayuno, existe un grave deterioro de
su salud y un riesgo cierto de su vida.
Reclama el cumplimiento de los artículos 8, 9 y 10
del Convenio 169 de la OIT, lo que significa que se les
debe permitir cumplir su condena en su comunidad
o Rehue y por ello deben adecuarse los reglamentos
intrapenitenciarios a las políticas interculturales a las
que el Estado de Chile se ha obligado.
Este ayuno es una herramienta de denuncia y pro-
testa que emerge con fuerza cuando las demandas
chocan con un ESTADO que no tiene voluntad po-
lítica de cumplir ni siquiera con su propia legalidad.
Por esto, la posición frente a ella no puede separarse
del contexto, ni de las causas o motivaciones de quie-
nes la sostienen, ya expresadas en el párrafo tercero
de esta misiva, hay razones superiores que hacen que
el ayuno sea un medio legítimo de presión ante el
poder. La huelga de hambre del Machi no nos deja
indiferentes, nos conmueve, nos compromete y es por
ello que creemos -y así lo solicitamos a través de esta
carta-que las iglesias tampoco pueden aparecer como
indiferentes ante una lucha legítima y pacífica, y de-
ben tomar una posición favorable a las demandas de
los presos mapuche.
Por lo que los invitamos a ustedes, como hombres
de Dios, a sumarse en esta búsqueda de la justicia y les
pedimos desde ya, que ello se traduzca en que ejerzan
toda la autoridad moral que posean, para el logro
de las reivindicaciones del Machi Celestino Córdova
y consecuentemente con ello lograr el término de la
huelga de hambre que tiene en serio riesgo su vida.
Las huelgas de hambre no son algo nuevo en las
luchas de los pueblos y de los sectores oprimidos para
encontrar caminos de mayor justicia, en el caso de
92
los presos políticos mapuche ha alcanzado cierta re-
currencia por una justicia que respete las diferen-
cias y comprenda el carácter político social de sus
demandas. En este sentido, se tensionan la dignidad
humana que está contenida en valores centrales del
individuo, como la vida y la libertad que hacen que
la huelga de hambre sea una forma de protesta social
pacífica y extrema.
De esta forma, sostenemos que una huelga de
hambre no constituye una conducta suicida, porque
quienes reclaman por medio de esta vía extrema no
buscan la muerte, muy por el contrario, aman la vida,
pero una vida libre, conectada con la madre tierra, con
su comunidad y su pueblo y esto no es una contradic-
ción con el cumplimiento de una sentencia, por ello
es que el convenio 169 de la OIT, contempla en sus
normas que las sentencias penales que deban cumplir
miembros de pueblos indígenas preferirán sanciones
distintas al encarcelamiento.
Sin perjuicio del debate ético moral sobre la huel-
ga de hambre, la que desde ya consideramos legítima,
toda vez que se da bajo la búsqueda de una justa cau-
sa. Entendemos la causa justa como el consenso de
quienes cuestionan la legitimidad de un determinado
régimen, sistema social, político, jurídico o religioso,
o de determinadas acciones de éste, ya que las injusti-
cias sociales, políticas y religiosas u otras que motiven
la huelga, anidan la imposición de pseudo consensos
sobre los sectores minoritarios, siempre bajo la falsa
imagen de un Estado de Derecho formal.
Entendemos también que para las iglesias cristia-
nas frente a una huelga de hambre, que eventualmen-
te puede terminar en la muerte del huelguista, surge
el tema del suicidio, de la reprochabilidad de éste y de
su eventual ilicitud.
Sin embargo no podemos dejar de hacer presen-
te que no es efectivo que la tradición judeocristiana
siempre ha rechazado sin matices todo tipo de au-
tooccisión. Por ejemplo, si leemos el Primer libro de
Samuel:
“Dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada y tras-

pásame, no me hieran esos incircuncisos y así me
afrenten. El escudero no obedeció por el gran temor
que tenía; y cogiendo Saúl su propia espada, se echó
sobre la punta de ella. El escudero, viéndole muer-
to, se arrojó igualmente sobre la suya y murió con él”
( Jueces 31, 4-6).
Por otra parte también existe, en la tradición cris-
tiana, la occisión indirecta como acción voluntaria, la
que no solo es lícita, sino que es venerada y recono-
cida como un martirio en nombre de Dios, ya que
existe un justo y proporcionado motivo, como el bien
para sí mismo o para los terceros. Algunos ejemplos
de ello:
Cristo prevé su muerte, no hace nada por evitarla,
sin embargo ninguno de nosotros pensaría jamás que
detrás de su muerte hay una autooccisión.
Lo mismo podemos decir del caso de Maximilia-
no Kolbe en Auschwitz, de Francisco Javier en las
misiones de Oriente o Terence Mac Swiney (alcalde
católico de la ciudad irlandesa de Cork, muerto des-
pués de sesenta y tres días sin ingerir alimentos, en
1920. Fue detenido y encarcelado por participar en
la rebelión independentista de Irlanda contra Gran
Bretaña. Murió en prisión el 25 de octubre de 1920.
Mac Swiney es un héroe para Irlanda que obtuvo su
independencia poco después. La Iglesia católica Ir-
landesa de la época apoyo fuertemente su huelga de
hambre.
Nosotros, dado lo expuesto, estimamos que existe
el deber de conservar la vida que tiene cada persona,
ese es un deber personal y social, por lo que no pode-
mos quedar ajenos a este movimiento y por otra par-
te no podemos hacernos cómplices de la imposición
de una manifiesta injusticia e ilegalidad por parte del
Estado a los ayunantes.
Estimamos que en ocasiones límites, y este es uno
de esos casos, la huelga de hambre “hasta las últimas
consecuencias” es legítima. Por lo que será lógica y
éticamente incorrecto tratar la huelga de hambre
siempre en el contexto temático del suicidio, por-
que constituyen dos realidades distintas, es por ello
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
que no vemos plausible que la huelga de hambre
sea condenable y creemos que es un deber cristiano
acompañarla y usar todos nuestras capacidades para
que ésta logre el objetivo que se ha propuesto.
Habiendo dejado en claro que la huelga de hambre
no es un ilícito, por el contrario en los casos y bajo los
presupuestos planteados, es una acción lícita, aunque
extrema, que cuestiona las potestades estatales y por
lo tanto, da mayor valor al fuero íntimo del Machi
Celestino Córdova y los 9 hermanos mapuche, que
se han plegado a su ayuno, quienes apelan al último
recurso que ofrece su dignidad en este gesto humano
extremo, en una acción heroíca y altruista, un acto
lícito que enaltece la vida como valor.
Finalmente, consideramos razonable, proporcio-
nal, ajustado a derecho y moralmente justo, que per-
sonas que se consideran injustamente encarceladas
y que buscan un cambio sustancial en las condicio-
nes de encarcelamiento, puedan hacer una huelga de
hambre, como medio de reclamo y búsqueda de justi-
cia en nombre de la aplicación y respeto del derecho
internacional de los derechos humanos.
Es por estas razones que reiteramos nuestra so-
licitud a ustedes, que en uso de la investidura que
poseen, del valor moral de vuestros cargos, compro-
metan sus mejores esfuerzos en pos de respaldar las
reivindicaciones del Machi Celestino Córdova y los
9 comuneros mapuche de la cárcel de Angol que se
encuentran en Huelga de Hambre.
“Entonces el SEÑOR dijo a Caín: ¿Dónde está tu
hermano Abel? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso
guardián de mi hermano?” Génesis 4:9
Con respeto les saludamos.
Dirección Nacional De La Izquierda Cristiana
De Chile.
Fernando Astudillo Becerra (Presidente), Héctor
Soto, Humberto González, Jocelyn Soto, Lino Ta-
pia, Brayan Galaz.
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Chile Segunda época, julio 2020.

Declaraciones Izquierda Cristiana

Las críticas de la Izquierda

Cristiana al fallo de la corte de
apelaciones de Temuco en el caso
de la huelga de hambre de
Celestino Córdova y los 8
comuneros mapuche

Valparaíso, 11 de julio de 2020.

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Nueva violación de los Derechos
Humanos por parte del Poder
Judicial de Chile
N
uevamente el Estado de Chile vulnera
flagrantemente los derechos humanos,
esta vez través de la sentencia de la Corte
de Apelaciones de Temuco quienes resuelven el día 8
de julio de 2020 un recurso de protección a favor de
Gendarmería de Chile, en clara vulneración de los
derechos humanos del Machi Celestino Córdova y
8 comuneros mapuche quienes en un ejercicio legí-
timo y pacífico se encuentran en huelga de hambre
demandando el respeto de las normas del Convenio
169 de la OIT concretamente los artículos 7, 8, 9 y 10
de dicho tratado.
Desde una mirada de los derechos humanos lo
primero que podemos señalar es que en el caso con-
curren a lo menos tres cuerpos normativos, que son
vulnerados por la sentencia que se comenta ya que
en ninguno de ellos se contempla la posibilidad de la
alimentación forzada.
a) En el derecho penitenciario que es el régimen
especial para personas sometidas a prisión, no se con-
templa.
b) En el sistema de protección de los derechos hu-
manos, tanto en el ámbito del derecho interno, como
en ámbito del derecho internacional, no se contempla
ni cercanamente. Especial importancia tiene en este
caso el Convenio 169 de la Organización Internacio-
nal del Trabajo sobre pueblos indígenas y tribales en
países independientes, por tratarse de presos Mapu-
che;
c) En el Derecho administrativo, tampoco se con-
templa.
Adicionalmente, no se puede dejar de considerar
que la persona privada de libertad sigue siendo sujeto
de derechos y deberes, no pierde la totalidad de sus
derechos constitucionales, los que se afectan por un
fallo condenatorio, pero no se eliminan.
Así, la huelga de hambre es un espacio de legítimo
LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
ejercicio de libertad de los hermanos presos, donde
ponen en juego su integridad física, su vida y su dig-
nidad; es un acto pacífico y moralmente no reproba-
ble.
La dignidad es un valor inherente a la persona,
con un contenido espiritual y moral una de cuyas
manifiestaciones es la autodeterminación sobre sus
cuerpos y su vida, va hermanada de la búsqueda del
respeto por parte del otro y de la sociedad.
La sentencia, en términos simples no hace otra
cosa que autorizar a la alimentación forzada de los
huelguistas, esta decisión supone vulnerar la digni-
dad de los ayunantes y de sus derechos.
Teóricamente Gendarmería de Chile, acciona a
favor de los huelguistas, y para ello entre otros, invoca
los artículos 1º, 3º letra (e) y 15 del D.L. Nº2859 de
1979, pero además los artículos 1,2,4,5,6,10, 25 y 47
del Reglamento de Establecimientos Penitenciarios.
La pregunta que naturalmente surge es, si Gen-
darmería tiene los derechos que alega: ¿por qué razón
recurre de protección?
En la parte declarativa del fallo se autoriza a Gen-
darmería a que:
“….adopte las medidas conducentes para internar
en caso de urgencia a los huelguistas en un centro
hospitalario, a objeto de que se les brinde una total y
completa atención médica en el resguardo de su salud
hasta su completo restablecimiento, sin perjuicio de
que haga uso de las demás facultades que le confiere
a ese Servicio su Ley Orgánica y Reglamento res-
pectivo, respecto a la alimentación de los mismos, de
manera de asegurarles su vida e integridad física”.
Como ya lo anunciabamos, esta sentencia contie-
ne errores de fondo:
a) Da por supuesto que Gendarmería tiene, con-
forme a su ley orgánica y reglamento, facultades para
proceder a la alimentación forzosa del huelguista. Un
examen de los artículos citados da cuenta que tal fa-
cultad no existe, al menos no de modo expreso.
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 LIBERACIÓN
Chile Segunda época, julio 2020.
b) Se da la paradoja, el absurdo, de que el requi-
rente (Gendarmería de Chile) pasa a ser el agraviado
y amparado en derechos que no tiene y el machi Ce-
lestino Córdova pasa a ser quien agravia derechos–
deberes de Gendarmería y es agraviado en derechos
que si tiene, por tanto va sufrir los resultados de la
sentencia.
c) No considera el marco jurídico internacional de
derechos humanos.
d) Tanto el artículo 10 Nº1 del Pacto de Derechos
Civiles y Políticos, como los artículos 5 y 7 de la De-
claración Universal de Derechos Humanos prohíben
los tratos crueles, inhumanos y degradantes.
El Pacto dice textualmente:
“toda persona privada de libertad será tratada hu-
manamente y con el respeto debido a la dignidad in-
herente al ser humano”.
La Corte debió preguntarse si la alimentación for-
zada es una forma de trato inhumano o degradante,
sobre la base de la definición que da la Convención
contra la Tortura:
“el que puede crear en las víctimas sentimientos
de una especial intensidad o que provoquen una hu-
millación o sensación de envilecimiento que alcancen
un nivel determinado, distinto y superior al que suele
llevar aparejada la imposición de condena”.
No se requiere una gran reflexión, para concluir
que, en el caso, la alimentación forzada es un apremio
ilegítimo.
e) El Manual de Buena Práctica Penitenciaria
para la implementación de las reglas mínimas de Na-
ciones Unidas para el tratamiento de los reclusos dice
lo siguiente:
“El rechazo a la alimentación es frecuentemente
una protesta, no un intento de suicidio... El examinar
la condición de un preso que está en huelga de ham-
bre e informar sobre su condición puede llevar a la
alimentación forzada. Puede llevar, incluso, a obligar
al médico administrar comida líquida en contra de la
voluntad del preso, anulando la protesta y permitien-
do que se ignore. Esto es definitivamente injusto.”
f ) La Declaración de Malta de la Asociación Mé-
dica Mundial sobre las personas en huelga de ham-
bre Adoptada por la 43ª Asamblea Médica Mundial
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(AMM) Malta, Noviembre de 1991, y revisada su
redacción por la 44ª AMM Marbella, España, Sep-
tiembre de 1992, y revisada por la 57ª Asamblea Ge-
neral de la AMM, Pilanesberg, Sudáfrica, Octubre
2006. Señala que:
“El médico debe respetar la autonomía de la per-
sona”… “Las personas en huelga de hambre deben
ser protegidas de la coerción”.
Además declara que: “la alimentación forzada
nunca es éticamente aceptable. Incluso con la in-
tención de beneficiar, la alimentación con amenazas,
presión, fuerza o uso de restricción física es una for-
ma de trato inhumano y degradante.”
Gendarmería de Chile no tiene dentro de sus fa-
cultades la atribución de practicar la alimentación
forzada. Por lo que la Corte incumple con la ley, al
incluir dentro del cuidado del preso, facultades no
contempladas en la norma. Si hipotéticamente exis-
tiera una norma o reglamento que le diera esa facul-
tad, sería inconstitucional ya que violaría los derechos
humanos del Machi Celestino Córdova y de los 8
comuneros mapuche, que sufrirán este fallo.
Nuevamente el poder judicial se pone de lado del
abuso de poder, nuevamente se olvida de la justicia,
no respeta la dignidad y autonomía de las personas en
huelga de hambre. Validar la alimentación forzada es
autorizar, una forma de trato inhumano y degradante,
es decir, validar la tortura.
Urge una nueva generación de jueces y ministros
que tomen en serio el derecho internacional de los
derechos humanos, que lo apliquen sobre la base de
una interpretación pro persona y del effet utile y que
de una vez por todas, creen un modelo de justicia que
ampare a los débiles y a los oprimidos.
Dirección Nacional De La Izquierda Cristiana
De Chile.
Fernando Astudillo Becerra (Presidente), Héctor
Soto, Humberto González, Jocelyn Soto, Lino Ta-
pia, Brayan Galaz.
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