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Noviembre 23 y 24
adicción,
sexualidad y
hábitos 2012
saludables
ÍNDICE DE CONTENIDOS
BLOQUE 1. ADICCIONES
1. INTRODUCCIÓN
2. ESTADO ACTUAL DEL PROBLEMA
2.1 Estadísticas
2.2 Mujeres y drogas
3. PREVENCIÓN
4. ETIOLOGÍA
4.1 Conceptos básicos
4.2 Teorías explicativas
4.3 Factores de riesgo y protección
5. EVALUACIÓN
5.1 Aspectos clave
5.2 Instrumentos de evaluación
5.3 Diagnóstico y diagnóstico diferencial
5.4 Historia de un caso
6. TRATAMIENTO
6.1 Tratamiento cognitivo conductual de las adicciones
6.2 Comunidades terapéuticas de menores
6.3 Rehabilitación cognitiva en adolescentes consumidores de alcohol
6.4 Problemas terapéuticos habituales
7. ADICCIONES SIN SUSTANCIA
7.1 Internet, nuevas tecnologías y redes sociales
La adolescencia se inicia con la pubertad, con los signos del desarrollo de características
sexuales secundarias, así como por toda una serie de cambios a nivel físico que marcan de
modo casi definitivo el dimorfismo sexual.
Otros tantos cambios tienen lugar en lo que respecta al desarrollo psicológico y social,
puesto que señala el ingreso de los individuos en el mundo de los adultos, con toda una serie
de responsabilidades, demandas y retos a hacer frente, léase por ejemplo la posibilidad de
maternidad y paternidad, las relaciones interpersonales, las opciones educativas, el
compromiso ocupacional, etc.
Por todo ello, hemos querido plantear un acercamiento al abordaje clínico de dichas
problemáticas, presentando a fondo la intervención en adicciones en este grupo de edad y
conocer su problemática en cuanto a hábitos se refiere de cara a estar en condiciones de
abordar estos temas de forma satisfactoria en nuestro quehacer diario como profesionales
de la sanidad.
El uso que el adolescente hace de las drogas guarda relación con el vínculo que tiene con
sus iguales, con su entorno, con la disponibilidad de la sustancia, con variables actitudinales,
etc. Y tal y como se viene concluyendo a raíz de los estudios estadísticos que se llevan a cabo,
nos encontramos con una situación en constante cambio, si bien podemos señalar las
siguientes características generales que se vienen observando:
• Junto con la reciente aparición en el marcado de nuevas sustancias ilegales, como las
catinonas sintéticas1, que aunque generalmente aparecen en grupos sociales
restringidos suponen un problema para la salud pública.
1
Derivado de la anfetamina.
2
“Subidones legales”, nombre que se le da a drogas de aparición reciente que se vienen distribuyendo a través de
Internet, de las cuales aún no se tiene conocimiento sobre los efectos y daños de su uso. Un ejemplo de legal high
es la mefedrona.
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en
Estudiantes de Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
A partir de los cuales podemos extraer algunas conclusiones (Plan Nacional Sobre Drogas,
2010) (Cruz Roja Española, 2010):
− Incremento del consumo del alcohol respecto al año anterior con tendencia
estabilizadora.
− El alcohol, el tabaco y el cannabis son las sustancias más consumidas por ambos
sexos, al igual que ocurría en años anteriores.
− Los varones hacen un mayor uso de las sustancias ilegales, pero en el caso del tabaco
y de los tranquilizantes destaca el consumo abusivo por parte de las chicas.
− Las diferencias en función del sexo en lo que respecta a las drogas ilegales son más
acusadas cuando hace poco que se ha consumido o dicho consumo es intensivo.
El consumo de drogas como el éxtasis, la cocaína y las anfetaminas se inicia a una edad más
tardía (15 y 16 años) que el de la heroína, los tranquilizantes y el cannabis.
Tabla 1. Edades medias de inicio al consumo de distintas drogas (estudiantes de 14 a 18 años). España, 1994-2010.
Sustancias 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010
Tabaco 13.9 13.3 13.2 13.1 13.1 13.2 13.1 13.3 13.5
Alcohol 13.5 13.7 13.8 13.6 13.6 13.7 13.8 13.7 13.7
Tranquilizantes 14.1 14.5 14.8 14.5 14.6 14.8 14.4 14.3 14.4
Cannabis 15.1 15.1 15.0 14.9 14.7 14.7 14.6 14.6 14.7
Cocaína 15.6 15.9 15.8 15.8 15.7 15.8 15.4 15.3 14.9
Anfetaminas 15.5 15.7 15.6 15.6 15.6 15.7 15.6 15.4 15.5
Alucinógenos 15.4 15.6 15.4 15.5 15.5 15.8 15.5 15.4 15.4
S. Volátiles 13.3 13.6 13.4 13.9 14.3 14.0 13.6 13.8 13.2
Éxtasis 15.6 15.7 15.5 15.7 15.4 15.6 15.5 15.2 15.3
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en
Estudiantes de Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
Por otro lado, y en cuanto a la edad, es la variable que ejerce mayor influencia en la
extensión del consumo de drogas en los estudiantes, alcanzando el consumo su punto
máximo a los 17 y 18 años de edad.
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
En 2010, las drogas más consumidas por los estudiantes de 14 a 18 años siguen siendo el
alcohol, el tabaco y el cannabis. Un 75.1% ha ingerido bebidas alcohólicas alguna vez en la
vida, un 39.8% ha probado el tabaco y un 33% el cannabis.
Si comparamos estos resultados de la última encuesta ESTUDES realizada con los de las
encuestas precedentes, nos encontramos con una reducción del consumo de la mayoría de
sustancias, más acusado para el tabaco, el cannabis y la cocaína. Estas dos últimas sustancias
son las drogas ilegales más extendidas entre los jóvenes.
Las prevalencias de consumo de tabaco diario han descendido en comparación con las
obtenidas en 2008 para ambos sexos. Cabe destacar que son las cifras más bajas de consumo
desde el inicio de la encuesta.
Es la droga cuya edad de inicio es más precoz, sólo superada por los inhalables volátiles, y se
ha retrasado ligeramente respecto a la encuesta anterior.
Figura 1. Evolución de la prevalencia de consumo diario de tabaco entre los estudiantes de Enseñanzas Secundarias de 14-18
años (porcentajes), según sexo. España, 1994-2010. (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
El alcohol es la sustancia con un uso más extendido entre los estudiantes de 14 a 18 años en
2010 y se observa un consumo ligeramente más elevado en las chicas. Sin embargo, se
constata un descenso de la prevalencia de consumo para el indicador “alguna vez en la vida”
y un ascenso de las prevalencias de consumo “últimos 12 meses” y “últimos 30 días”. No
obstante, es importante señalar que existe también un porcentaje considerable de
estudiantes que se declaran abstemios en 2010 (un 3%).
Por otro lado, si se toma como referencia el grupo de estudiantes de 14 a 18 años que
admitió haber bebido alcohol en el mes previo a la realización de la encuesta, la prevalencia
de intoxicaciones asciende al 50.3%, lo que significa que uno de cada dos estudiantes que
consumieron esta sustancia en el último mes se emborrachó en alguna ocasión durante dicho
período.
Tabla 5. Características generales del consumo de alcohol entre los estudiantes de Educación Secundaria de 14-18 años
(medias y porcentajes), según sexo. España 1994-2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
Por su parte, el cannabis es la droga ilegal más consumida por los estudiantes de 14 a 18
años. Como venimos indicando, el consumo de sustancias ilegales está más extendido entre
la población masculina de este rango de edad, pero esta diferencia no es tan notable si al
cannabis nos referimos, aunque la diferencia intersexual aumenta conforme lo hace la
frecuencia o intensidad de su uso. Esta sustancia también representa la droga ilegal en la que
los jóvenes debutan antes, situándose la media de edad de inicio en los 14.7 años sin mostrar
diferencias significativas en cuanto a la edad media de inicio obtenida en encuestas
anteriores. Por otro lado, la frecuencia y extensión del consumo se acrecienta con la edad de
14 a los 18 años.
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
En la última encuesta de ESTUDES, el consumo de esta sustancia en sus distintas formas fue
más acusado entre varones y se expande su uso a los 17-18 años. 14.9 años es la edad media
de inicio del consumo de cocaína según la última encuesta, adelantándose 4 décimas con
respecto a la cifra obtenida en 2008. Aunque por otra parte, se ha producido un descenso
acusado del consumo de cocaína entre los estudiantes de 14 a 18 años respecto a la encuesta
ESTUDES de 2008.
Tabla 9. Características generales del consumo de cocaína entre los estudiantes de Educación Secundaria de 14-18 años
(porcentajes), según sexo. España, 1994-2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
Figura 4. Evolución de la prevalencia de consumo de éxtasis (porcentajes) y edad media de inicio al consumo entre los
estudiantes de Enseñanzas Secundarias de 14-18 años. España, 1994-2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
Tabla 11. Características generales del consumo de anfetaminas entre los estudiantes de Educación Secundaria de 14-18 años
(porcentajes), según sexo. España, 1994-2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
En relación al consumo de alucinógenos (LSD, tripis, setas mágicas, ketamina), y según los
datos aportados por la encuesta ESTUDES de 2010, hasta un 2.1 % de los estudiantes de
Educación Secundaria de entre 14 y 18 años los había consumido en el último año. El
consumo por parte de los chicos duplica la cantidad de chicas que los ha consumido y al igual
que en el resto de las drogas su uso se incrementa con la edad. La tendencia muestra signos
decrecientes sin que aún tal diferencia con respecto a los datos de encuestas anteriores sea
significativa.
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
Figura 6. Evolución de la prevalencia de consumo de heroína (porcentajes) y edad media de inicio al consumo entre los
estudiantes de Enseñanzas Secundarias de 14-18 años. España, 1994-2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
Tabla 14. Características generales del consumo de inhalantes volátiles entre los estudiantes de Educación Secundaria de 14-
18 años (porcentajes), según sexo. España, 1994-2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
• Entre los que consumen tres sustancias, las sustancias que aparecen con mayor
frecuencia son el alcohol, el tabaco y el cannabis por este orden.
Figura 7. Prevalencia de consumo de una sola o más sustancias psicoactivas (legales o ilegales) entre los estudiantes de
Enseñanzas Secundarias de 14-18 años (porcentajes). España, 2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
Chicos y chicas consumen drogas pero se han venido diferenciando en el tipo de sustancia
que utilizan mayoritariamente y en la funcionalidad que le atribuyen. Una de las principales
características que define el consumo por parte de la mujer es el menor uso que hacen de las
sustancias ilegales y es que usar drogas ilegales es una conducta denostada socialmente y
masculinizada (Proyecto Hombre, 2012).
Por otro lado, el riesgo, como una cualidad atribuida al género masculino, ha podido actuar
de factor de protección ante el consumo de drogas potencialmente más peligrosas,
acercándolas a drogas socialmente aceptadas o los deseos de estrecharse emocionalmente
con chicos consumidores son ejemplos de cómo los roles de género femenino, la superación
de los tradiciones y la transición a una nueva identidad, construyen una realidad particular en
cuanto a la relación mujer y droga respecto a la vivida por los varones.
En definitiva, se trata de asimilar la condición propia que vive la mujer respecto al consumo
tanto en los programas de prevención como en las intervenciones terapéuticas.
Según información de los Planes Autonómicos de Drogas, durante 2008 han participado en
programas de prevención familiar más de 150.000 padres y se han consolidado algunos
programas estructurados como por ejemplo Moneo (Promoción y Desarrollo Social PDS) o
Protego, además de existir toda una serie de programas menos estructurados que se aplican
desde los propios centros educativos o comunitarios (Plan Nacional Sobre Drogas, 2008).
La prevención sigue siendo una línea prioritaria de actuación desde los Planes Autonómicos
de Drogas (PAD) y para la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. La
gran mayoría están orientados a la prevención universal, si bien se viene haciendo hincapié
en las poblaciones más vulnerables como por ejemplo los menores. Además de contribuir a
los programas de prevención que se realizan desde el ámbito educativo, se promueve la
realización de campañas de prevención centradas principalmente en el consumo de tabaco y
alcohol y fueron los jóvenes los principales destinatarios de los mismos a través de medios de
Otro colectivo con el que se viene trabajando en los últimos años es el profesorado de
autoescuela para la aplicación de programas de prevención del consumo de drogas y su
vinculación a la conducción.
En prevención escolar han dirigido programas enfocados a distintas etapas educativas (ABD,
CEPS, Edex, Fundación Salud y Comunidad, IREFREA, FETE-UGT y PDS); en materia de
prevención familiar (ABD, CEPS, Edex, Fundación Salud y Comunidad, GID, Osasun Ekintza y
PDS); las asociaciones de padres han mantenido distintos programas de apoyo a través de la
difusión de programas y de la organización de seminarios; en el ámbito de ocio y tiempo libre
varias asociaciones organizan actuaciones relacionadas con el ocio saludable en menores y
jóvenes a través del deporte y de otras actividades (ADES, Deporte y Vida y Deportistas
contra la Droga).
También es conveniente aclarar las diferencias entre uso, abuso y dependencia de drogas.
La mayoría de los autores definen el uso y el abuso como un continuo que va desde la
primera ingesta al uso frecuente y excesivo, mientras que el grado de dependencia ocurriría
después de un período sostenido y de episodios relacionados con el abuso de drogas hasta
que aparecieran los primeros signos de tolerancia y abstinencia, aunque pueden darse
síntomas de abstinencia psicológica con anterioridad a la aparición de tolerancia y
dependencia física.
3. la sustancia es tomada con frecuencia en cantidades mayores o durante un período más largo de lo que
inicialmente se pretendía.
5. se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención de la sustancia (p. ej., visitar a varios
médicos o desplazarse largas distancias), en el consumo de la sustancia (p. ej., fumar un pitillo tras otro) o en la
recuperación de los efectos de la sustancia.
7. se continúa tomando la sustancia a pesar de tener conciencia de problemas psicológicos o físicos recidivantes o
persistentes, que parecen causados o exacerbados por el consumo de la sustancia (p. ej., consumo de la cocaína a
pesar de saber que provoca depresión, o continuada ingesta de alcohol a pesar de que empeora una úlcera).
Especificar si:
Con dependencia fisiológica: signos de tolerancia o abstinencia (p. ej., si se cumplen cualquiera de los puntos 1 ó
2)
Sin dependencia fisiológica: no hay signos de tolerancia o abstinencia (p. ej., si no se cumplen los puntos 1 y 2)
Codificación del curso de la dependencia
2. consumo recurrente de la sustancia en situaciones en las que hacerlo es físicamente peligroso (p. ej., conducir
un automóvil o accionar una máquina bajo los efectos de la sustancia).
3. problemas legales repetidos relacionados con la sustancia (p.ej., arrestos por comportamiento escandaloso
debido a la sustancia).
4. consumo continuado de la sustancia, a pesar de tener problemas sociales continuos o recurrentes o problemas
interpersonales causados o exacerbados por los efectos de la sustancia (p. ej., discusiones con la esposa acerca de
las consecuencias de la intoxicación, o violencia física).
B. Los síntomas no han cumplido nunca los criterios para la dependencia de sustancias de esta clase de sustancia.
C. Los síntomas no se deben a una enfermedad médica y no se explican mejor por la presencia de otro trastorno
mental.
A. Presencia de un síndrome específico de una sustancia debido al cese o reducción de su consumo prolongado y
en grandes cantidades.
C. Los síntomas no se deben a una enfermedad médica y no se explican mejor por la presencia de otro trastorno
mental.
Tabla 17. Criterios diagnósticos según el CIE-10 para el síndrome de dependencia, de abstinencia y de abstinencia con
delirium (OMS, 1992).
Síndrome de dependencia
b) Disminución de la capacidad para controlar el consumo de una sustancia o alcohol, unas veces para controlar el
comienzo del consumo y otras para poder terminarlo para controlar la cantidad consumida.
c) Síntomas somáticos de un síndrome de abstinencia (ver F1x.3, F1x.4) cuando el consumo de la sustancia se
reduzca o cese, cuando se confirme por: el síndrome de abstinencia característico de la sustancia; o el consumo
de la misma sustancia (o de otra muy próxima) con la intención de aliviar o evitar los síntomas de abstinencia.
d) Tolerancia, de tal manera que se requiere un aumento progresivo de la dosis de la sustancia para conseguir los
mismos efectos que originalmente producían dosis más bajas (son ejemplos claros los de la dependencia al
alcohol y a los opiáceos, en las que hay individuos que pueden llegar a ingerir dosis suficientes para incapacitar o
provocar la muerte a personas en las que no está presente una tolerancia).
e) Abandono progresivo de otras fuentes de placer o diversiones, a causa del consumo de la sustancia, aumento
del tiempo necesario para obtener o ingerir la sustancia o para recuperarse de sus efectos.
f) Persistencia en el consumo de la sustancia a pesar de sus evidentes consecuencias perjudiciales, tal y como
daños31 hepáticos por consumo
Guadalupe excesivo
Manzano de alcohol,
Sánchez| estadosadicción,
Adolescencia: de ánimosexualidad
depresivos yconsecutivos a períodos de
hábitos saludables
consumo elevado de una sustancia o deterioro cognitivo secundario al consumo de la sustancia.
Continuación:
Una característica esencial del síndrome de dependencia es que deben estar presentes el consumo de una
sustancia o el deseo de consumirla. La conciencia subjetiva de la compulsión al consumo suele presentarse
cuando se intenta frenar o controlar el consumo de la sustancia. Este requisito diagnóstico excluye a los enfermos
quirúrgicos que reciben opiáceos para alivio del dolor y que pueden presentar síntomas de un estado de
abstinencia a opiáceos cuando no se les proporciona la sustancia, pero que no tienen deseo de continuar
tomando la misma.
El síndrome de dependencia puede presentarse a una sustancia específica (por ejemplo, tabaco y diazepam), para
una clase de sustancias (por ejemplo, opiáceos) o para un espectro más amplio de sustancias diferentes (como en
el caso de los individuos que sienten la compulsión a consumir por lo general cualquier tipo de sustancias
disponibles y en los que se presentan inquietud, agitación o síntomas somáticos de un estado de abstinencia, al
verse privados de las sustancias).
Incluye:
Alcoholismo crónico.
Dipsomanía.
Adición a fármacos.
Síndrome de abstinencia
Conjunto de síntomas que se agrupan según diferentes modos y niveles de gravedad que se presentan cuando hay
una abstinencia absoluta o relativa de una determinada sustancia, tras un consumo reiterado, generalmente
prolongado o a dosis elevadas. El comienzo y la evolución del estado de abstinencia están limitados en el tiempo y
están relacionados con el tipo de la sustancia y la dosis consumida inmediatamente antes de la abstinencia. El
síndrome de abstinencia puede complicarse con convulsiones.
Los síntomas somáticos varían de acuerdo con la sustancia consumida. Los trastornos psicológicos (por ejemplo
ansiedad, depresión o trastornos del sueño) son también rasgos frecuentes de la abstinencia. Es característico que
los enfermos cuenten que los síntomas del síndrome de abstinencia desaparecen cuando vuelven a consumir la
sustancia.
Los síntomas del síndrome de abstinencia pueden inducirse por estímulos condicionados o aprendidos, aun en la
ausencia de un uso previo inmediato de la sustancia. En estos casos el diagnóstico de síndrome de abstinencia
sólo se hará si lo requiere su gravedad.
Los síntomas prodrómicos típicos son insomnio, temblores y miedo. A veces el comienzo está precedido por
convulsiones de abstinencia. La tríada clásica de síntomas consiste en obnubilación de la conciencia y estado
confusional, alucinaciones e ilusiones vividas en cualquier modalidad sensorial y temblor intenso. Pueden
aparecer también ideas delirantes, agitación, insomnio, inversión del ciclo sueño-vigilia y síntomas de excitación
del sistema nervioso vegetativo.
Excluye:
Delirium no inducido por alcohol u otras sustancias psicotropas.
Hace dos décadas empiezan a surgir estudios y trabajos que empiezan a plantear posibles
diferencias entre las características de la conducta adictiva de un adolescente y la
manifestada por un adulta. Algunas de las diferencias reseñadas han sido por ejemplo:
Y finalmente, se atenderá a un modelo integrador que también integra una visión secuencial
del proceso de drogodependencia.
Condicionamiento Clásico
Fue Wikler (1965) quien observó que los individuos que habían sido adictos a los opiáceos a
veces mostraban señales de un síndrome de abstinencia meses más tarde de haberse
administrado la droga durante las sesiones de grupo cuando hablaban sobre sus
experiencias. Estas observaciones le llevaron a plantear un proceso de condicionamiento
según el cual varios episodios de abstinencia (RI) podrían haberse apareado con estímulos
ambientales (EECC) y la presencia de estos últimos provocaría una respuesta condicionada de
abstinencia, la cual motivará, mediante un proceso de refuerzo negativo, la recaída en un
intento de aliviar la respuesta condicionada de abstinencia. Esta teoría se la conoce como
teoría de la Abstinencia Condicionada.
Pero pese a la diferencia planteada con respecto a la teoría de Wikler, su efecto sería el
mismo: el sujeto consumirá la droga para aliviar el estado de deseo inducido por los EECC de
valencia negativa.
Según lo que se viene comentando, las RRCC compensatorias sirven para atenuar los efectos
de la sustancia, pero ¿qué ocurriría si estos efectos anticipatorios no fueran seguidos por la
administración de la droga? En esta situación, la RC compensatoria elicitada por las señales
34 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables
ambientales podría constituir el síndrome de abstinencia. El resultado de la respuesta
preparatoria del organismo induciría, ante la falta del cambio producido por la sustancia en el
organismo, un desequilibrio homeostático en forma opuesta a la provocada por la droga. La
generación condicionada de este estado afectivo de valencia negativa tendría la función de
incrementar el valor de incentivo de la droga (Siegel, 1981), por lo que nos adentraríamos en
el componente motivacional del consumo de drogas (Solomo y Corbit, 1974). Son varios
estudios los que demuestran como las respuestas compensatorias incrementan el deseo de
consumo: Ludwig y Stark (1974), Mathew, Claghorn y Largen (1979), O’Brien (1976) y
Teasdale (1973).
Por otro lado, también existen estados emocionales a modo de estímulos internos, que
elicitan el síndrome de abstinencia y el deseo. Si ante la vivencia de determinadas emociones
el sujeto ha venido haciendo uso de la droga esa
emoción puede funcionar como un EC que provoca
querencia o bien síndrome de abstinencia si no se
efectúa el consumo. Teorías desde el Condicionamiento
Clásico:
Dentro de los modelos de condicionamiento que
Teoría de la Abstinencia
pretenden explicar el craving o deseo nos
Condicionada
encontramos con un segundo posicionamiento que
resalta el valor reforzante de la droga como origen Teoría de la Respuesta
del deseo de tal manera que aquellos estímulos Compensatoria
asociados al consumo, y por tanto a sus resultados
Expectativa del valor reforzante
reforzantes, pasan a convertirse en elicitadores de
expectativas de tales efectos (Marlatt, 1985). Teoría de los Dos Procesos
Resumiendo, prácticamente la totalidad de las teorías que han surgido para explicar el
deseo respecto al consumo de drogas asumen que éste se caracteriza por un estado
subjetivo-emocional-motivacional cuyo origen sitúan en el síndrome de abstinencia o bien en
la expectativa de su efecto reforzante (Tiffany, 1990). Sin embargo, este mismo autor
defiende que el craving no es suficiente para explicar la conducta de consumo a raíz de la
existencia de datos que demuestran que hay consumidores que aparentemente no
experimentan deseo, que a una recaída no siempre le antecede la experiencia de craving y
que ésta no siempre lleva a una recaída. Para abordar esta cuestión, Tiffany (1990) propone
un modelo cognitivo que se detalla en un apartado posterior.
Según Spragg (1940), las drogas pueden funcionar como reforzadores de la conducta, y así
igual que hicieran otros autores en años siguientes que han demostrado el valor reforzante
positivo de los opiáceos (veáse Woods y Schuster (1971), Schwartz y Marchok (1976),
Thompson Schuster (1964), Liebson y otros (1978) y Wikler (1980)), pese a la prevalencia de
las reacciones disfóricas con el consumo continuado.
Wikler (1965) y Lindesmith (1947) explicaron que uno de los determinantes más
importantes del consumo crónico de opiáceos son las conductas de evitación y de escape del
síndrome de abstinencia. Sin embargo, autores como Nichols y otros (1956) y Nichols (1965)
defienden que la dependencia física y el síndrome de abstinencia no son suficientes para
generar una conducta de búsqueda y consumo de opiáceos, tal y como se demuestra con
pacientes con problemas médicos que han sido tratados con opiáceos y que una vez
finalizado el tratamiento no aparece la conducta de consumo.
Además, las conceptualizaciones más recientes acerca del síndrome de abstinencia han
empezado a centrar su atención en los aspectos que son comunes a todas las drogas de
abuso y deben ser considerados más de tipo motivacional (F.K.George & M. LeMoal, 1997).
Los fenómenos adictivos están relacionados tanto con los efectos positivos de las drogas
como con la necesidad que se genera en el adicto para paliar las consecuencias negativas de
la ausencia de la misma. Los efectos reforzantes de las drogas de abuso parecen ser
Por otra parte, es preciso atender al hecho de que la pauta de autoadministración de las
drogas está probablemente bajo los efectos de programas de reforzamiento intermitente ya
que la disponibilidad y la calidad de la droga no es siempre la misma, de ahí que la conducta
problema presente altas tasas de ocurrencia y sea más resistente a la extinción. Se ha
demostrado que los programas de reforzamiento intermitente juegan un papel importante a
la hora de establecer cadenas de conducta y en este contexto los reforzadores condicionados
adquieren gran relevancia en el mantenimiento de la conducta de búsqueda y consumo de
opiáceos. Un reforzador condicionado adquiere las propiedades reforzantes a través de un
proceso de condicionamiento. Fue Skinner quien observó que los eventos ambientales que
seguían a una respuesta operante incrementaba la probabilidad de ocurrencia de la conducta
y al mismo tiempo servían como reforzadores condicionados para la conducta operante
(R.T.Kelleher, 1966 y Skinner, 1977).
Es una de las teorías más utilizadas para explicar la adquisición y el mantenimiento de las
drogodependencias y fue formulada por Solomon y colaboradores (Solomon, 1980; Solomon,
1977; Solomon y Corbit, 1974). Plantearon que todos los procesos afectivos primarios
(placer, miedo) se elicitan por la presencia de un estímulo incondicionado y que
correlacionan estrechamente con la intensidad, cualidad y duración del mismo. Además,
estos estímulos incondicionados tienen capacidad para producir en el organimo estados
sensibles a pequeños cambios que se producen en el estímulo y en reducidas ocasiones
muestran respuestas de sensibilización o habituación.
En el caso del consumo de drogas, la aparición del estímulo activador de la emoción, como
puede ser esnifar una raya de cocaína, suscita inicialmente una reacción emocional intensa
de euforia que rápidamente alcanza su punto máximo. Esta reacción va seguida de una fase
posterior de adaptación durante la cual la respuesta emocional que apareciera en el inicio
disminuye hasta estabilizarse en un punto de equilibrio. El estímulo, la raya de cocaína,
continúa produciendo una respuesta emocional de euforia en esta fase. Cuando el estímulo
desaparece, el estado emocional se transforma y da lugar a la aparición de unos sentimientos
opuestos a los que se producían en presencia del estímulo tanto física como
psicológicamente. Esta inversión del estado emocional se denomina posreacción afectiva. A
medida que la adicción se va desarrollando, el estímulo elicitará una respuesta emocional
cada vez más suave mientras que la reacción afectiva opuesta será mucho más fuerte que en
el patrón estándar de adquisición (Graña, 1994).
Según esta teoría, los cambios emocionales observados cuando se consume una droga y
posteriormente se retira, reflejan el resultado neto del proceso primario y del proceso
oponente de tal manera que éste último empieza a oponerse al proceso primario de tipo
Propuestas Cognitivas
Los modelos cognitivos están basados en la asunción de que las respuestas a la droga y las
señales relacionadas con ella implican varios procesos cognitivos, así como expectativas en
cuanto a los efectos placenteros de la sustancia y la creencia de la persona en su propia
habilidad de vencer el deseo de consumo. Estos enfoques investigan los procesos que
controlan las funciones mentales, tales como comunicación, aprendizaje, clasificación,
representación de conocimientos, resolución de problemas, planificación, reconocimiento y
toma de decisiones. Los modelos de condicionamiento convencional del craving a menudo
han invocado procesos cognitivos como centrales en el desarrollo del craving, aunque no
describieron como podrían operar estos procesos cognitivos (Sánchez-Hervas, 2001).
Marlatt y Gordon, desde su teoría del Aprendizaje Social, desarrollan un modelo cognitivo
de la recaída aunque también proporcionan un marco comprensivo del craving en el cual se
postula la existencia de una serie de circunstancias precipitantes potenciales
desencadenantes del consumo y por tanto de la recaída que distingue entre factores
ambientales e interpersonales. Entre estos factores los autores destacan los estados
emocionales negativos como variable ambiental y el conflicto interpersonal y la presión social
como variables interpersonales. Entre estos factores también queda recogido el craving
como factor precipitante de recaída. Además, identifica un nuevo componente del craving de
tipo cognitivo: las expectativas del efecto reforzante de la droga.
Estos desencadenantes, si bien son necesarios, no los elevan a categoría de suficientes para
ocasionar un consumo. Para que éste se produzca tiene que concurrir una modificación en
las creencias del sujeto sobre sus capacidades y sus expectativas de actuación futura.
Otra teoría importante dentro de las propuestas cognitivas es la teoría del Procesamiento
Cognitivo de Tiffany (Tiffany, 1990) en la que el autor plantea una definición de craving que
remite la concepción del mismo como categorización cognitiva de un estado motivacional. Lo
entiende como un epifenómeno no relacionado causalmente con el consumo. Se trata de
una teoría que se basa en la diferencia entre procesos cognitivos automáticos y controlados.
Los primeros se encuentran en la base de las conductas que responden a situaciones
conocidas que están sobreaprendidas y que realizamos sin esfuerzo cognitivo. Por su parte,
los procesos controlados se encargan de las situaciones novedosas realizadas con esfuerzo y
de forma voluntaria. Este tipo de proceso no automático se activa en la adquisición o
aprendizaje de cualquier capacidad, ante el encuentro inesperado de dificultades en tareas
ya automatizadas o a la hora de impedir la ejecución de secuencias automáticas cuando se
producen cambios en la demanda de la situación. Según los postulados defendidos por
Tiffany, las conductas de búsqueda y consumo de droga en los sujetos adictos estarían
regidas por procesos automáticos principalmente, si bien la presencia de craving indicaría la
intervención de procesos controlados. Según esta teoría, el craving aparecería únicamente
en dos situaciones: cuando el sujeto quiere consumir pero encuentra obstáculos para hacerlo
y cuando el sujeto quiere permanecer abstinente e intenta impedir la realización de la
secuencia automática de búsqueda y consumo (Sánchez-Hervas, 2001).
Los hábitos de consumo de alcohol y otras drogas se han ido afianzando entre los
jóvenes españoles como seña identificativa de prácticas lúdicas de fin de semana
compartidas con el grupo de iguales, como por ejemplo en espacios vivenciales a través
de la manifestación de prácticas ritualizadas de consumo grupal de alcohol bajo el
fenómeno denominado botellón (Aguilera, 2002).
Todo esto sin olvidar tampoco que vivimos en una sociedad basada en el uso
apaciguador y reconstituyente de las drogas (farmacolización) que legitima su propio
uso.
Las investigaciones parecen coincidir en que las personas más conscientes de los efectos
dañinos de las drogas son menos tolerantes con el uso de sustancias y es menos
probable que desarrollen la adicción. Sin embargo, los conocimientos sobre los daños
ocasionados por las drogas jugarán un papel poco significativo en el adolescente si posee
un bajo autoconcepto y siente la necesidad de usar drogas para realzar su posición en el
grupo (González, 1996).
En este punto también existen una serie de factores que incrementan la probabilidad de
consumir drogas, al igual que se dan otros de protección al respecto. Entre los primeros
hay que señalar la disponibilidad de la sustancia, la accesibilidad y el precio de la
sustancia, tipo de droga de que se trate y percepción del riesgo de la misma, creencias y
actitudes hacia el consumo y la existencia de habilidades de afrontamiento de estados
emocionales disfóricos.
Existen toda una serie de variables que explican la iniciación en el consumo de drogas:
Factores sociales
Por otro lado, es indudable que el ocio y el tiempo libre se están convirtiendo cada vez más
en un fenómeno característico de las sociedades más avanzadas, entre las que nos
encontramos. Como es bien sabido, en los jóvenes se ha producido en los últimos años una
importante transformación de la diversión y de los hábitos de consumo asociados con ella. La
vida recreativa, el pasarlo bien, el salir de marcha, se ha convertido en un nuevo fenómeno,
más que por nuevo, ya que la gente se ha divertido siempre, por sus nuevas características.
Hoy sabemos que la familia tiene más importancia de lo que se pensaba hace años, en
relación con los iguales, en la adolescencia (Kandel, 1996). De ahí que una buena educación
familiar es importante. Por contra, sabemos que los problemas familiares se han
incrementado de modo acusado en las últimas décadas. Se han propuesto distintas
explicaciones para la existencia de un mayor número de problemas maritales, junto a
separaciones y divorcios, que hace décadas, como la existencia de factores sociales y
económicos que caracterizan a la sociedad actual, trabajar ambos cónyuges fuera de casa,
tener menos tiempo disponible para dedicarle a los hijos, primar la creencia de que los hijos
solo quieren cosas materiales y no afecto, pensar que los hijos son una cosa más, etc.
Además, autores como Rojas, Fleiz, Medina, Moron y Domenech (1999) afirman que el
consumo de alcohol aparece con la aceptación parental de dicha sustancia.
Diversas investigaciones han puesto de manifiesto que los adolescentes que se sienten más
próximos a sus padres son los que mantienen más confianza en sí mismos, muestran más
competencia conductual, más independencia responsable y se implican en menos conductas
de riesgo, como el consumo de drogas y las conductas delictivas (ver Collins y Gunnar, 1990;
Lamborn et al., 1991). A modo de ejemplo, en nuestro país, se ha encontrado que tanto una
buena relación con los padres (Muñoz-Rivas y Graña, 2001) como el «apego familiar»
(Martínez y Robles, 2001) son buenos factores de protección de cara al consumo de drogas.
Los chicos y chicas que percibieron mayor afecto/apoyo y supervisión/control por parte de
sus padres, se implicaron en menos conductas de riesgo asociadas al consumo de drogas; es
decir, el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas fue menor, y se embriagaron menos que
aquellos chicos y chicas que percibieron menos afecto/apoyo y supervisión/control parental.
Estas asociaciones se mantuvieron incluso cuando se controlaban los efectos de la edad y de
la edad de inicio del consumo, dos de los predictores más potentes de la frecuencia del
consumo (Martínez Álvarez, Fuertes Martín, Ramos Vergeles & Hernández Martín, 2003).
Otros factores importantes a nivel social son los factores escolares, siendo el fracaso escolar
uno de los factores de riesgo más importantes (López Larrosa, 2010) junto con el escaso
compromiso con la escuela.
Por último, y a nivel macrosocial, es importante señalar variables como la influencia que
ejercen los medios de comunicación; la sociedad consumista; la oferta y disponibilidad
percibida de la sustancia (González Calleja & García-Señorán, 1996).
Factores individuales
Respecto al sexo, las encuestas encuentran que generalmente los varones son más precoces
y suelen presentar mayor consumo habitual (ESTUDES, 2010). No obstante, las desigualdades
entre los sexos se han ido difuminando en los últimos años y en el consumo de algunas
sustancias el sexo ya no supene una variable discriminante en el consumo.
Por otra parte, no faltan investigaciones que encuentran relación entre el consumo,
general-mente moderado o experimental, y algunos indicadores de un buen ajuste en la
adolescencia o adultez (Chassin & Pitts, 2002). Estos resultados no son sorprendentes si
tenemos en cuenta que la experimentación con drogas, como el alcohol, el tabaco o el
cannabis, está muy extendida y aceptada en la sociedad actual, y más entre los adolescentes
y jóvenes, y se ha convertido en un comportamiento normativo o una especie de rito de
tránsito que marca el fin de la niñez. Así, la asunción de ciertos riesgos, al margen del peligro
que conllevan, pueden considerarse como tareas que deben resolverse en un momento de
transición evolutiva (Maggs & Schulenberg, 2004).
Lo que no está tan claro, y a veces resulta contradictorio, es el papel de los factores de
protección. Quizá porque, en general, los factores de protección son elevados, sus efectos
son más puntuales, no tan generalizados como los factores de riesgo y tienen, a veces,
valores contradictorios, al estar en el caso de algunas sustancias más relacionadas con el
riesgo de consumo que con la protección, especialmente con las drogas «más sociales»,
como alcohol y tabaco. No obstante, estos resultados coincidirían con otros encontrados en
España (Cava et al., 2008), pues los chicos con más autoestima social, y supuestamente más
protegidos frente al consumo, eran los que tenían más riesgo de consumir al pasar más
tiempo con sus iguales.
Entrevistas
“La conducta de consumo se analiza teniendo en cuenta distintas dimensiones para construir
un completo análisis funcional de la misma (Graña, 1994):
a) Motora: que se caracteriza por la pauta específica de consumo de drogas (tipo de droga,
forma de consumo, cantidad, gasto diario, etc.) y de la conducta de búsqueda.
b) Cognitiva: que incluye las expectativas que tiene sobre los efectos de la droga, estilo
atribucional, pensamientos automáticos antes, durante y después de consumir, creencias
irracionales, autoimagen, etc.
d) Afectiva: que guarda relación con los sentimientos del paciente durante la conducta de
búsqueda (irritabilidad, inquietud) y de autoadministración (anhelo antes del consumo, y
relajación después del consumo)”.
• Datos sociodemográficos
• Motivo de consulta
• Identificación de las sustancias de consumo
− Remisión por sustancia específica
− Sustancias de consumo
• Consumo de la sustancia que represente el mayor problema
− ¿qué edad tenía cuando usó por primera vez esta sustancia?
− ¿cuánto tiempo lleva consumiendo la sustancia?
− ¿cuál fue el último día que consumió?
− Vía de administración de la sustancia
− ¿con qué frecuencia consume?
− ¿cuál es la dosis total?
− ¿alguna vez notó que empezaba a necesitar consumir mucha más cantidad de sustancia o la misma
cantidad le hacía menos efecto que antes?
− ¿alguna vez ha querido interrumpir el consumo de la sustancia?
− ¿alguna vez cuando intentó interrumpir o disminuir el consumo de la sustancia, sintió algún tipo de
malestar físico o psicológico?
− ¿alguna vez consumió la sustancia para evitar alguno de esos malestares?
− A menudo ¿ha tenido períodos en los que consumió esta sustancia en mayor cantidad o por mucho
más tiempo del que se proponía?
− ¿alguna vez ha pasado un período en que dedicaba mucho tiempo a buscar o consumir esta sustancia o
a recuperarse de sus efectos?
− ¿alguna vez ha suspendido o reducido sus actividades para conseguir o consumir la sustancia?
− ¿alguna vez ha tenido problemas de salud como resultado del consumo?
− ¿continuó consumiendo después de saber que le causaba problemas de salud?
− ¿alguna vez ha tenido problemas emocionales o psicológicos a raíz del consumo?
− Descripción detallada del consumo (forma de adquisición, lugar de consumo, personas presentes,
formas de consumo, etc.)
Otra variable importante a contemplar durante el proceso de evaluación así como durante
el tratamiento es la motivación para el cambio. Prochaska y DiClemente desarrollaron una
propuesta muy importante en el campo de las adicciones al aportar un marco adecuado
desde el cual desarrollar las estrategias de intervención con pacientes adictos. El modelo que
estos autores proponen, el Modelo Transteórico de Cambio, parte del análisis de los cambios
que se producen en el desarrollo de un proceso de cambio de comportamiento, ya sea con
ayuda de psicoterapia o sin ella. Considera que las intervenciones terapéuticas deben ir
dirigidas a conocer cuándo la persona se decide a iniciar el cambio, cómo se realiza ese
cambio y qué es lo que la persona necesita cambiar para superar su problema de adicción. Se
trata de un modelo que integra estadios, procesos y niveles de cambio. Desde esta
aproximación, la motivación al cambio se considera como un estado interno influido por
factores externos que se puede operativizar en un estadio de disponibilidad para el cambio:
• Drug Use Screening Inventory-Revised (DUSI-R): EKirisci, Mezzich y Tarter son sus
autores (1995). Consiste en un autoinforme de 159 ítems en formato
verdadero/falso, diseñado para evaluar el grado de implicación con diversas
sustancias, cuantificar las consecuencias asociadas al consumo de drogas y estimar la
existencia de un probable trastorno por abuso de drogas. Las escalas que contiene el
DUSI-R son las siguientes: Trastornos del comportamiento, Riesgos para la salud,
Desórdenes psiquiátricos, Autoafirmación social, Disfuncionalidades familiares,
Desórdenes laborales, Presión de grupos de amigos, Uso del tiempo libre y Severidad
en el uso de drogas. Existe una versión en castellano (en www.dusi.com) y también
algunos datos más recientes sobre la validación del instrumento
(http://www.dusi.com/validation.html).
Es uno de los instrumentos de evaluación conductual que más utilidad tiene en el desarrollo
de la formulación clínica. Se trata de una fuente de información valiosa en la medida que
incluya el registro de las variables más importantes relacionadas con el problema y su uso
continuado a lo largo del tratamiento ofrece la oportunidad de conocer la evolución del
paciente, así como el conocimiento de las causas de posibles caídas o recaídas. Aunque
pueden presentarse algunos problemas que pueden alterar su calidad, por ejemplo, que el
paciente no lo cumplimente con regularidad o la aparición de dificultades en su
cumplimentación en determinadas circunstancias.
Pruebas psicofisiológicas
Los análisis de orina proporcionan la medida más objetiva para la detección del consumo de
drogas y es un procedimiento imprescindible tanto para la evaluación como para el
tratamiento, además de servir para reforzar la habilidad del paciente para resistir y afrontar
el deseo de la droga
Otras pruebas
Las personas que acuden para ser tratadas de un trastorno por consumo de sustancias
presentan frecuentemente una serie de características transversales determinadas por
signos y síntomas de una intoxicación o de abstinencia de la sustancia. La intoxicación
generalmente vendrá acompañada por alteraciones del estado del ánimo, la función
cognitiva y/o de la conducta.
ALCOHOL
En el caso del diagnóstico por abuso de alcohol, la actividad escolar y el rendimiento laboral
pueden verse afectados por los efectos de la bebida o de la intoxicación. El sujeto puede
beber en situaciones peligrosas (conduciendo). Beber alcohol puede causar problemas
legales (detenciones por intoxicación o conducir bajo los efectos del alcohol). Por último, los
sujetos con abuso de alcohol pueden continuar bebiendo a pesar de que saben los problemas
sociales o interpersonales que ello les acarrea. Cuando estos problemas se acompañan con
CANNABIS
Se han descrito varios trastornos inducidos por Cannabis: delirium por intoxicación por
Cannabis, trastorno psicótico inducido por Cannabis y trastorno de ansiedad inducido por
Cannabis.
COCAÍNA
La cocaína posee potentes efectos eufóricos y puede dar lugar a dependencia tras su
consumo durante breves períodos de tiempo. Un signo inicial de la dependencia de cocaína
lo constituye la creciente dificultad para resistirse a su consumo cuando el sujeto dispone de
ella. Debido a su corta vida media se necesitan dosis frecuentes para mantener su efecto
euforizante. Los sujetos con dependencia de cocaína suelen gastar mucho dinero en un
espacio breve de tiempo y, como resultado de ello, pueden llegar a implicarse en robos,
prostitución o negocios con la droga, o solicitar anticipos para comprar la droga. Los sujetos
con dependencia de cocaína a menudo necesitan discontinuar el consumo para descansar o
para obtener fondos adicionales. Las responsabilidades académicas o familiares pueden
abandonarse para obtener o consumir la cocaína. Son frecuentes las complicaciones físicas o
mentales como ideación paranoide, comportamiento agresivo, ansiedad, depresión y pérdida
de peso. La tolerancia aparece con el consumo repetido, en función de la vía de
administración. Pueden observarse síntomas de abstinencia, en especial estados de ánimo
disfóricos, pero suelen ser transitorios y asociados al consumo de dosis altas.
Otros trastornos que pueden estar inducidos por el consumo de cocaína son el delirium por
intoxicación por cocaína, el trastorno psicótico inducido por cocaína, el trastorno del estado
de ánimo inducido por cocaína, el trastorno de ansiedad inducido por cocaína, el trastorno
sexual inducido por cocaína y trastorno del sueño inducido por cocaína.
HEROÍNA
Para muchos sujetos, el efecto que produce el primer consumo de un opiáceo es la disforia,
más que la euforia. También puede provocar náuseas o vómitos. Los individuos con
dependencia de opiáceos están especialmente predispuestos a presentar síntomas
depresivos de breve duración y episodios depresivos leves o moderados, que cumplen
criterios de trastorno depresivo mayor. Estos síntomas reflejan un trastorno del estado de
ánimo inducido por opiáceos o la exacerbación de un trastorno depresivo primario previo.
Los períodos de depresión son especialmente frecuentes durante la intoxicación crónica, o
pueden ir asociados al estrés psicosocial relacionado con la dependencia de opiáceos. El
insomnio también es frecuente, especialmente durante la abstinencia.
DATOS BIOGRÁFICOS
MOTIVO DE CONSULTA
El caso viene remitido por Proyecto Hombre, donde acudió inicialmente en busca de información y
orientación.
La paciente acude a consulta, por motivación propia, debido a la presencia de un consumo repetido
de cocaína y dada la dificultad creciente para resistirse a su consumo. Así mismo, la paciente refiere
sufrir sentimientos de culpabilidad y tristeza, presentes desde hace dos meses, horas posteriores al
consumo; y de forma más continuada, miedo ante las posibles consecuencias negativas de continuar
haciendo uso de la cocaína. Llevaba una semana sin consumir cuando llegó a consulta.
La paciente contaba con 12 años de edad cuando comenzó a fumar tabaco y un año después inició
el consumo de cannabis, motivada principalmente por su grupo de amigos. No sería hasta los 16 años
de edad cuando L. comenzara a consumir cocaína. Por esta época la paciente había comenzado a
trabajar en un bar regentado por gente joven del pueblo (en su gran mayoría consumidores
habituales de cocaína). La invitación directa al consumo por parte de una amiga desencadenó el
problema, al no contar la paciente con recursos suficientes para denegar el ofrecimiento. El trato
continuado con consumidores habituales que regentaban el bar propició el mantenimiento. Era
habitual consumir junto con amigos y otros camareros tras el cierre del bar y en algunas ocasiones
durante el día, siempre acompañada por otras personas. Por lo que durante estos meses el consumo
de cocaína llega a alcanzar una frecuencia diaria, aunque la cantidad consumida no llegaba a superar
el gramo al día. La disponibilidad de la droga durante este tiempo era total, ya que las personas con
las que consumía siempre disponían de ella. Durante este año, L. reconoce haber sustraído dinero a su
madre o haber utilizado engaños para justificar sus continuas peticiones de dinero a su familia.
Igualmente llegó a contraer deudas de hasta 100 euros con una sola persona, pero la suma total de
dinero a deber nunca superó los 160 euros (el coste de la cocaína asciende actualmente a 50 ó 60
euros el gramo). Estas deudas le hacían sentirse mal consigo misma e intentaba saldarlas cuanto
antes.
Llevaba un año consumiendo cocaína cuando fue descubierta por su madre. La paciente reconoce
que este descubrimiento afectó bastante a la familia. Accedió a asistir a un médico psiquiatra quien le
receta ansiolíticos y la ve únicamente en tres sesiones más. Durante los meses siguientes, L. consigue
dejar por completo el consumo de cocaína ayudada principalmente por su pareja en aquel momento,
dado que la mantenía alejada de la vida nocturna y era un modelo abstemio. La paciente refiere no
haber encontrado grandes dificultades para mantenerse sin consumir aunque tuvo que dejar de
trabajar en el bar y dejó de relacionarse con determinadas personas.
Tras unos tres meses de abstinencia, L. sufre una ruptura sentimental y recae al sentirse incapaz de
hacer frente a sus emociones. Es en este momento cuando retoma el trabajo en el bar y en
consecuencia vuelve a reiniciar el contacto con determinados amigos y consumidores. En los meses
posteriores a la ruptura recurre al ocio nocturno y al consumo de cocaína como vía de escape de sus
emociones y del sentimiento de soledad al no contar con esta pareja. El consumo pasa
progresivamente a ser menos frecuente, pero la cantidad esnifada se incrementa, llegando a consumir
en algún momento hasta 2 gramos en una sola noche, y comienza a estar más ligado a la necesidad
de eliminar los efectos depresores del alcohol y a la imposición de aguantar toda la noche de fiesta.
Es en este momento cuando dos de sus amigos tienen un accidente de coche entre ellos, falleciendo
ambos. Este hecho afecta enormemente al grupo de amigos. Durante unos meses la funcionalidad de
la cocaína pasa a ser la de escape del estado de ánimo negativo consecuente, en contra del uso más
recreativo, y queda principalmente circunscrito a pequeñas reuniones donde se recuerda a estas dos
personas.
El siguiente cambio importante en relación al problema tiene lugar a su llegada a Madrid para
estudiar un módulo, cuando el consumo se reduce drásticamente. Las primeras semanas estuvo
compartiendo piso con amigos de Galicia. Durante ese tiempo el consumo de cannabis fue elevado,
llegando a alcanzar una frecuencia diaria dado el modelo a seguir que le ofrecían sus compañeros de
piso y la inexistencia de actividades alternativas y recursos necesarios para rechazar el ofrecimiento
continuado. También en esos días el consumo de cocaína está circunscrito exclusivamente al ocio
nocturno, sólo se presenta en el fin de semana y no supera el gramo consumido. Eliminar el cansancio
y reducir los efectos del alcohol son los desencadenantes principales.
Al poco tiempo de su cambio de residencia tiene lugar el fallecimiento de otra persona con la que
tenía relación en su pueblo. Lo recuerda como un suceso triste pero el hecho de encontrarse en
Madrid hace las veces de protección y la paciente no lo vive de una forma tan extrema, no teniendo
En los meses previos, y en aquellas ocasiones en las que salía, volvía a casa de madrugada con un
alto grado de satisfacción si lograba no consumir pese a haber bebido alcohol, bien se volvía antes a
casa e incluso en alguna ocasión optó por no salir. En las contadas ocasiones en las que hacía uso de
la droga (6 desde que inició el proceso de evaluación) la emoción consecuente era principalmente la
culpabilidad.
Nunca ha tenido problemas judiciales relacionados con el consumo de la droga ni se vio implicada
en agresiones, peleas o disturbios de algún tipo.
La paciente cuenta con recursos intelectuales que le han capacitado para tomar conciencia de
aquellas variables que motivaban o desencadenaban el consumo de cocaína y ha ido poniendo en
marcha estrategias sumamente útiles que le han hecho posible reducir el consumo por sí misma.
Igualmente como recurso importante se siente conocedora de las importantes desventajas que se
derivarían de continuar con el consumo de cocaína durante más tiempo y otorga a las ventajas de la
abstinencia un alto valor. Estos recursos favorecerán la comprensión y la conveniencia de la puesta en
marcha de las estrategias que se aplicarán durante el tratamiento.
Entre ambas fechas se dan varios intentos de reducir el consumo poniendo en marcha diferentes
estrategias como por ejemplo: control estimular, intentos por anticipar las consecuencias negativas
del consumo, pensar en su familia y amigos o la evitación directa de situaciones que pudieran
inducirle al consumo. Además, la paciente efectúa una adecuada atribución del éxito alcanzado en
este sentido, mostrándose satisfecha por los resultados de sus estrategias, reflejándose todo ello en un
elevado sentido de autoeficacia.
La paciente muestra y explicita una alta motivación para abandonar el consumo de cocaína. Confía
en sus posibilidades de lograrlo y es consciente de las ventajas que ello conlleva. Igual es su grado de
motivación en relación al tratamiento.
Pese a que afirma mantener una buena relación con su familia basada en la confianza, ha optado
por ocultarles su asistencia a terapia dado que desconocían su recaída tras el tratamiento recibido por
el psiquiatra, con lo que actualmente la paciente no cuenta con el apoyo familiar en este sentido. No
obstante, sí dispone de lo que va siendo una importante fuente de apoyo en su grupo de iguales de
Madrid, ciudad en la que reside actualmente. Estas personas principalmente le sirven como modelo
de abstinencia. Por otra parte, en su pueblo natal, también cuenta con ciertas amistades que se
pueden mostrar como importantes figuras de apoyo.
INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN
⇒ SCL-
SCL- 90 – R:
SOM OBS INT DEP ANS HOS FOB PAR PSI ADI GSI PST PS
DI
Total 10 7 5 5 11 6 0 6 6 15 - - -
Población
General 65 65 65 25 85 85 5 85 87 - 80 57 86
CENTIL
No obstante, el propio autor del cuestionario llama a la cautela a la hora de valorar la presencia de
ciertos síntomas dada su alta frecuencia dentro de la población general por lo que, y pese a las
elevadas puntuaciones encontradas en algunas dimensiones, no estamos en condiciones de
determinar la presencia de otros cuadros clínicos distintos al que motivó la asistencia a terapia. De
hecho, el percentil 57 obtenido en el Total de Síntomas Positivos lo estaría corroborando.
⇒ continuar/abandonarr el consumo
Listado de ventajas y desventajas de continuar/abandona consumo de cocaína.
Con el objetivo de evaluar la motivación para el cambio así como para el tratamiento. La paciente,
de acuerdo a las respuestas ofrecidas, percibe como adecuado el tratamiento para la consecución de
sus objetivos (ella misma había puesto en marcha estrategias de cambio conductual con el fin de no
consumir) y, paralelamente, se muestra determinada a abandonar la conducta adictiva. Esta
información es convergente con los resultados obtenidos en el cuestionario de procesos de cambio y
con la actitud mostrada durante la evaluación.
La información obtenida viene a corroborar los datos facilitados por la propia paciente durante las
sesiones de evaluación y ponen de relieve, una vez, más, el elevado nivel de conciencia que posee
sobre los factores implicados en el problema y su capacidad para poner en marcha estrategias con el
fin de evitar el consumo.
Las puntuaciones para cada subescala oscilan entre 8 y 40, siendo las obtenidas por la paciente las
que se listan a continuación:
• Precontemplación: 15
• Contemplación: 36*
• Actuación: 35*
• Mantenimiento: 33
• Aumento de la concienciación: 14
• Contracondicionamiento: 13
• Relieve dramático: 13
• Reevaluación ambiental: 13
• Relaciones de ayuda: 15*
• Manejo de contingencias: 15*
• Autoliberación: 15*
• Autorreevaluación: 15*
• Liberación social: 9
• Control de estímulos: 13
• CCQ-
CCQ- General= 117
• CCQ-
CCQ- Ahora= 93
La puntuación máxima de este cuestionario es de 315 para cada una de las versiones (general y
actual). En ninguno de los dos casos la puntuación de la paciente es superior a la puntuación media y,
dado que no hay establecidos unos puntos de corte, podemos concluir que la intensidad del craving (o
deseo de experimentar el efecto de la cocaína) es media-baja, destacando la diferencia de 24 puntos de
la medida general respecto a la actual. La existencia de un bajo deseo estaría reduciendo, en principio,
la probabilidad de una recaída y facilitando la consecución de los objetivos propuestos.
Para sustituir un problema de dependencia de las drogas por un estilo de vida nuevo se
necesita que tanto el drogodependiente como su familia u otras personas importantes de su
vida participen en un programa de tratamiento cuyo objetivo sea la abstinencia total junto
con el aprendizaje de estrategias que permitan a la persona adicta afrontar problemas y
dificultades.
Según Mother y Weitz (1986) la consecución del abandono de las drogas pasa por:
reconocer que uno tiene problemas con las drogas y decide abandonarlas,
dejar de consumir drogas por completo,
producir cambios en el estilo de vida
y afrontar problemas de la vida diaria y consolidación de los logros terapéuticos.
Tratamiento cognitivo-conductual
Primera Fase
o Control estimular: aislamiento del adicto de su ambiente habitual donde se ha venido desarrollando la
drogodependencia, romper cualquier contacto que guarde relación con el mundo de la droga y deshacerse
de todas las drogas que tenga en casa así como los utensilios utilizados para su consumo
Segunda Fase
o Abordar otros problemas psicológicos asociados como el afrontamiento de estados emocionales, mejora de
la autoestima, entrenamiento en habilidades sociales
Tercera Fase
Seguimiento
También se tiene que hacer frente a la aparición de deseo y para ello el paciente tiene que
aprender una serie de estrategias para su afrontamiento. Chiauzzi (1991) puntualiza que
cualquier situación, imagen, pensamiento, estado de ánimo y recuerdo puede desencadenar
el deseo por lo que es conveniente que el adicto cuente con distintas técnicas en función del
estímulo desencadenante. Según este mismo autor, la evitación de estos pensamientos,
estados y situaciones no siempre va a ser posible por lo que el paciente debe conocer y
entender cómo se produce el deseo en su caso para estar en mejores condiciones para
hacerle frente. Su deseo debe ser analizado en sus distintos componentes (fisiológico,
cognitivo, conductual y emocional).
• Realizar un autorregistro en el que cada vez que aparezca el deseo el paciente tiene
que anotar la hora, la situación, sus pensamientos, estado de ánimo, emociones, qué
hace para afrontarlo y que valore la intensidad del mismo, para descubrir una pauta
común de situaciones y formas de reaccionar del paciente ante la aparición de deseo
(Graña, 1994a).
• El procedimiento conductual más eficaz consiste en el entrenamiento de un familiar
para evitar el consumo ante la aparición de deseo en el paciente, junto con la
programación de actividades y tareas que mantengan al sujeto ocupado. El apoyo
constante de una persona establece un ambiente seguro lo que facilita a nivel
cognitivo, emocional y conductual sentar unas premisas para establecer un proceso
de autocontrol (Graña, 1994a).
Una adecuada evaluación de las situaciones de riesgo debe incluir un muestreo amplio de
situaciones susceptibles de desencadenar un desliz o una recaída y esto puede empezar a
realizarse desde que el paciente lleva varias semanas en abstinencia. Para su elaboración
pueden tenerse en cuenta las situaciones estimulares registradas durante el abordaje del
deseo, circunstancias en las que se ha dado consumo de la sustancia o de otras drogas y a
través del análisis de la historia previa de recaídas (Graña, 1994c). Algunas situaciones de
riesgo características de los pacientes en tratamiento son las siguientes: manejo de dinero,
consumo habitual de otras drogas, relaciones con consumidores de droga y homenajes al
estar asociados a un consumo intenso de la droga.
1. Pensamientos y actitudes negativas como por ejemplo tener dudas sobre el proceso
de recuperación, autocompasión, impaciencia, insatisfacción crónica y confiar
demasiado en uno mismo.
2. Estado de ánimo negativo o sentimientos crónicos de vacío y aburrimiento.
3. Idealización de los efectos de la droga por lo que se lleva a cabo únicamente un
recuerdo selectivo de la adicción.
4. Puesta a prueba del control personal o intento de consumo controlado.
5. Deseo de gratificación o demora cognitiva del consumo hasta la celebración de un
homenaje como recompensa de sus logros actuales respecto a la adicción.
6. Estados de ánimo positivos que provocan la creencia errónea de fácil manejo de un
consumo esporádico.
7. Problemas sexuales o relacionales.
8. Sueños relacionados con el consumo muy vívidos que pueden llegar a provocar
sentimientos de culpa o pueden ser percibidos como una profecía que acaba siendo
autocumplida.
Por el contrario, en otras ocasiones, se lleva a cabo lo que se conoce como programación de
recaída (Marlatt, 1985d) que se define como aquel “procedimiento designado para acentuar
el sentido individual de responsabilidad personal y elección en el automanejo de un hábito
adictivo” (p.260). Para este autor, llevar a cabo esta estrategia en una situación en la que la
recaída es inminente e inevitable pese a los esfuerzos terapéuticos realizados cuenta con las
siguientes ventajas:
Con frecuencia son los padres los que van a pedir ayuda al clínico ante la sospecha de
consumo de sus hijos. En este punto es conveniente restar importancia ante lo que podría
ser un consumo esporádico para abordar el tema con ellos de una forma más tranquila y
realista. Se recomienda trasmitirles que el consumo de drogas no funciona como una
enfermedad tradicional, sino que la forma que tienen ellos de ayudar a sus hijos es a través
de unas pautas educativas que los formen sin necesidad de recurrir al consumo de drogas
para pretender ser de determinada forma. La herramienta más útil con la que cuentan los
progenitores para prevenir el consumo en sus hijos es dotarles de las capacidades que le
permitan elegir, decidir, aprender de los errores y afrontar situaciones comprometidas. Si se
le enseña al adolescente a resistir la presión de su grupo de amigos, en el futuro ello podrá
servirle para tomar una decisión respecto al consumo de drogas y defenderla. Todo esto
junto con el fomento de valores que favorezcan la madurez personal, el espíritu crítico, la
toma de decisiones y la resistencia a las presiones grupales o sociales.
Las comunidades terapéuticas son centros residenciales que cumplen con los objetivos de
deshabituación, rehabilitación y reinserción de personas con problemas de
drogodependencia. En estas comunidades se llevan a cabo tanto intervenciones psicológicas
como médicas y están destinadas a personas que presentan desestructuración psicológica y
familiar o social que hacen inviable el tratamiento ambulatorio.
Debido a la profundidad del cambio que se plantea, es necesario que los usuarios de este
tipo de recursos presenten un elevado grado de motivación al cambio.
En el caso de menores, se prevé el internamiento para aquellos casos en los que por su
adicción a las drogas o por la presencia de otras disfunciones psicológicas requieren de un
contexto estructurado para seguir un programa terapéutico para el que no se dan las
condiciones idóneas para su realización ambulatoria (Ley Orgánica 5/2000 de 12 de Enero).
Objetivos individuales:
− Que el menor tome conocimiento y modifique sus pautas de consumo y sus hábitos
higiénico-sanitarios que supongan un factor de riesgo para su salud.
De forma reciente se conocen las complicaciones cognitivas que se pueden derivar del
consumo de alcohol: peor rendimiento en el aprendizaje, déficits en la función ejecutiva
(inhibición de respuestas predominantes, impulsividad motora y toma de decisiones) y en la
atención (Thoma et al., 2011). A las consecuencias a nivel cognitivo debemos añadir además
alteraciones emocionales en forma de un incremento de la sensibilidad emocional negativa y
una disminución del estado de ánimo (Townshend, 2005).
Estos son algunos ejemplos de ejercicios para rehabilitación cognitiva que podemos diseñar
ad hoc aprovechando las opciones que nos dan programas como PowerPoint (Office de
Windows):
Interrupción prematura
Las tasas de abandono suelen ser muy altas (una revisión encontró unos porcentajes del 75-
80% de abandonos en los programas de tratamiento para la adicción a cocaína, Higghins et
al., 1994). Esto puede sugerir que los tratamientos actuales no son en su conjunto
satisfactorios.
Recaídas
En los tratamientos ambulatorios los pacientes están expuestos a estímulos que disparan el
craving y las oportunidades de consumo nunca pueden reducirse a cero a pesar del control
que se haya venido y se venga interponiendo.
Los pacientes con períodos cortos de abstinencia están más predispuestos al consumo
porque suelen presentar signos del síndrome de abstinencia junto con una expectativa y un
recuerdo positivos de la euforia cocaínica.
Resistencia al tratamiento
Internet, así como las nuevas tecnologías de comunicación, cumplen una importante
función como la transmisión de archivos, el envío de correo electrónico, las conversaciones
en línea, la mensajería instantánea, la transmisión de contenido y comunicación multimedia,
televisión, el acceso remoto a otros dispositivos o los juegos en línea. Todos estos servicios
han revolucionado y originado un impacto profundo en el mundo laboral, el ocio y el
conocimiento a nivel mundial. Gracias a la web, millones de personas tienen acceso fácil e
inmediato a una cantidad extensa y diversa de información en línea lo que ha permitido una
descentralización extrema de la información y de los datos (Wikipedia, 2011).
Según el estudio realizado por la Fundación Pfizer (2009), el 98% de los jóvenes españoles
de entre 11 y 20 años es usuario de Internet, de los cuales el 70% reconocen acceder a la red
por un tiempo diario de, al menos, 1,5 horas, aunque sólo hasta un 6% hace un uso abusivo.
Por su parte, las redes sociales han introducido un nuevo reto para los jóvenes: cuántos
amigos son capaces de tener. Las relaciones que se pueden establecer a través de estos
medios generalmente no implican la intimidad, la cercanía y la confianza que puede conllevar
una relación de amistad en toda regla. Con lo que nos encontramos con una red que puede
llegar a promover un autoengaño o una fantasía en cuanto al apoyo social con el que se
cuenta (Ramón-Cortés, 2010).
Factores de riesgo
Pero en general se trata de personas que muestran insatisfacción personal con su vida o
carecen de un afecto consistente y que intentan llenar esa carencia con otros
comportamientos que pueden dar lugar a una adicción (Echeburúa, 2010).
Señales de alarma
De acuerdo a Young (2008), las principales señales de alarma que denotan una dependencia
a las tecnologías de la información y la comunicación o a las redes sociales y que pueden
hacernos pensar que estamos ante una adicción son los siguientes:
o Privación de sueño por debajo de las 5 horas, dedicando el tiempo restante a estar
conectado.
o Descuido de actividades importantes como el estudio, la familia e incluso el aseo
personal.
o Recibir quejas de padres o hermanos en relación al alto número de horas dedicadas a
estar conectado.
o Pensar en la red constantemente, incluso cuando no se está conectado a ella.
o Irritación excesiva cuando el acceso a la red falla o es lento.
o Intentos de limitar el tiempo de conexión sin conseguirlo.
o Pérdida de la noción del tiempo empleado en estar conectado.
o Mentiras sobre el tiempo real invertido.
o Aislamiento social, irritabilidad y bajo rendimiento académico.
o Sentimientos de euforia y activación anómalas cuando se está conectado.
El adicto, ante la presencia de excitación al igual que ocurre en las personas adictas a
sustancias, empieza a aumentar el uso del ordenador o de cualquier otro dispositivo hasta
aislarse de su entorno y no prestar atención a otros aspectos relevantes de su vida. En esta
adicción se pueden señalar unos componentes objetivos, como puede ser el número de
horas invertidos o el gasto económico derivado de su uso, y unos componentes subjetivos,
como utilizar la red para mejorar el ánimo y escapar de alguna preocupación o
responsabilidad. En este estado de cosas es frecuente que vayan emergiendo el deterioro en
las relaciones afectivas (Echeburúa E. , 1999).
1. Tolerancia:
a) Necesidad de invertir una cantidad mayor de tiempo en la red para alcanzar el mismo grado de
satisfacción.
b) Satisfacción cada vez menor con el uso continuo de la misma cantidad de tiempo en Internet.
a) Agitación psicomotriz.
b) Ansiedad.
3. El acceso es más frecuente o durante períodos más prolongados de lo que se tenía previsto.
7. Persistencia en el uso de Internet a pesar de los problemas físicos, sociales, profesionales o académicos, o
psicológicos que son causados o agravados por el uso de Internet: privación de sueño, problemas de pareja,
discusiones con los padres, tardanza por la mañana, abandono de obligaciones o pérdida de interés por los
demás.
Estrategias de prevención
Entre las recomendaciones que se pueden seguir para evitar el desarrollo de una adicción a
Internet o al uso de redes sociales encontramos (Ramón-Cortés, 2010):
Desde el área escolar, y en los últimos años, se vienen desarrollando pequeños programas
de prevención con cuya aplicación se pretende incrementar el uso saludable de Internet, el
móvil y los videojuegos mediante la consecución de los siguientes objetivos: reflexionar
sobre las características del uso de las tecnologías de la información y de la comunicación
(TIC); descubrir la relación de los alumnos con las TIC y elaborar conclusiones al respecto;
conocer las consecuencias que conlleva un uso inadecuado de las TIC en el alumnado y ser
conscientes de las actividades que les impide realizar por estar pendientes de estas
tecnologías; analizar los errores lingüísticos y gramaticales que se cometen en la utilización
de las TIC para concienciar sobre sus efectos; indagar sobre las actividades de ocio que
realizan para instaurar nuevos hábitos en el caso de que se considere oportuno; analizar las
alternativas de resolución ante un uso no saludable de Internet; analizar las problemáticas
que encierran las redes sociales, etc. (Carbonell, 2010).
• Internet Addiction Test IAT (Young, 1998): evalúa el grado en que el uso de Internet
afecta la rutina diaria, vida social, productividad, sueño y sentimientos. Sin embargo,
se ha cuestionado su calidad psicométrica (Widyanto y McMurran, 2004) y su
capacidad para distinguir entre «adictos» y «no adictos» en base a un punto de corte
establecido (Huang, Wang, Qian, Zhong y Tao, 2007).
• Generalized Problematic Internet Use Scale GPIUS: este test fue desarrollado por
Caplan (2002, 2003) y está inspirado en el Online Cognitive Scale.
CONTROL DE ESTÍMULOS
El control de estímulos es un paso necesario pero no suficiente para lograr asumir el control
sobre las conductas adictivas. Internet y todos los servicios y utilidades que aporta está
presente en nuestras vidas, por lo que el adolescente no puede adoptar una estrategia de
evitación de forma indefinida, además de porque no se reduce totalmente la intranquilidad
ni los pensamientos indebidos. La recuperación total en estos casos vendrá de la puesta en
marcha de la técnica de exposición a los estímulos relacionados con la adicción de tal manera
que se vaya reduciendo la capacidad de éstos para elicitar la conducta de deseo sin
necesidad de recurrir a conductas de escape.
Otro objetivo que debe plantear en el tratamiento de este tipo de adicciones, al igual que
ocurría en el caso de adicciones con sustancia, es enseñar al paciente a afrontar
adecuadamente las dificultades propias de su vida sin recurrir a la conducta adictiva como
estrategia de evitación.
El sujeto puede experimentar en ocasiones un fuerte deseo por meterse en las redes
sociales, revisar su bandeja de correo, etc. y que puede aparecer en una situación
determinada, como por ejemplo estando en casa sin nada que hacer, o ante la presencia de
determinados estímulos, como el aburrimiento. Las medidas que se deben poner en marcha
en situaciones así son desde recurrir a técnicas de distracción cognitiva (se describen en la
Tabla 19), recurrir a la compañía de alguien o bien restar importancia al pensamiento tenido,
a la vez que se recalca el hecho de que uno no tiene necesidad de llevar a cabo esa conducta,
TÉCNICA CONTENIDO
Es conveniente señalar a la persona que las técnicas de relajación sólo son efectivas si su
práctica es regular.
Por otro lado, la programación de actividades agradables (punto que también se puede
utilizar para el desarrollo de un nuevo estilo de vida), así como la focalización de la atención
en cosas positivas del día a día, son recursos a tener en cuenta a la hora de afrontar estados
emocionales negativos que también pudieran desencadenar, al igual que la ansiedad, una
caída o recaída en la conducta adictiva. En este punto también es adecuado enseñar al
paciente a reestructurar sus pensamientos negativos relacionados con su vida en general.
El control de los conflictos interpersonales, bien sea dentro de la familia o con los pares, es
importante de cara a evitar que se produzcan situaciones de malestar o que el sujeto ponga
en marcha medidas de afrontamiento inadecuadas, como pudiera ser el recurrir a la
conducta adictiva. El adolescente puede experimentar soledad o dificultades a la hora de
relacionarse con sus iguales al haber anulado, y posteriormente limitado, el acceso a Internet
93 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables
y a las redes sociales. En este punto se trataría de fomentar otro tipo de actividades que el
joven puede llevar a cabo y compartir con sus amigos más allá de una pantalla de ordenador,
a la vez que se sientan las bases adecuadas para intensificar otro tipo de vía de comunicación
entre ellos.
PREVENCIÓN DE RECAÍDAS
La caída consiste en la exposición a una situación de alto riesgo sin la puesta en marcha de
las estrategias adecuadas (Saunders, 1993) debido, generalmente, a que la persona no ha
sabido identificar una situación como de riesgo o no ha aplicado las estrategias adecuadas de
afrontamiento o bien por una carencia de motivación. En estos casos, el sujeto anticipa los
efectos positivos de llevar a cabo la conducta adictiva ignorando las consecuencias negativas
a medio y largo plazo mediante el recurso a excusas.
Pero sufrir una caída no significa que el tratamiento y los logros alcanzados hasta el
momento hayan sido inútiles, sino que dicho suceso debe entenderse como una ocasión
para conocer en concreto las circunstancias que lo han provocado para, conociendo los
errores cometidos, estar en mejores condiciones para afrontar la adicción. Se debe analizar
qué situación concreta ha provocado la caída, qué recursos pudo poner en marcha la persona
y que no utilizó, las causas o motivos de no haber utilizado las estrategias adecuadas,
pensamientos o excusas que pasaron por la cabeza de la persona en el momento de tomar la
Sin embargo, una recaída es una vuelta al patrón de uso previo al tratamiento con la
consiguiente pérdida de control por parte del sujeto. Lo que facilita la progresión de una
caída a una recaída es la puesta en marcha principalmente de un proceso cognitivo (efecto
de transgresión de la abstinencia) que consta de los siguientes componentes (Echeburúa E. ,
1999):
1. INTRODUCCIÓN
Riesgo de lesiones
Algunos estudios muestran que la mitad de las conductas heterosexuales de los jóvenes
sexualmente activos fueron inadecuadas respecto a la protección frente a enfermedades de
transmisión sexual y embarazos no deseados. Además, conforme se eleva la edad o el
número de parejas de los estudiantes, es más frecuente el uso de la píldora anticonceptiva
en detrimento del uso del preservativo, lo que puede ser reflejo de un interés mayor en la
prevención del embarazo no deseado que por evitar infectarse de ETS (Oliva, 1997).
Las menores de 17 años son las más expuestas a riesgos de salud y a mayores repercusiones
sociales, económicas y psicológicas ante un embarazo no deseado (Barrón, 2008; Cardozo,
2006), unido a las inquietudes de género que suelen acompañar a este tipo de procesos, en
la medida en que las suele recluir a actividades domésticas y empujar a los padres al mundo
laboral en condiciones precarias, disparando la deserción escolar y reduciendo de forma
significativa su tiempo para actividades formativas. Este abandono de órganos formativos y la
nula o reducida experiencia laboral priva a las madres adolescentes de vínculos con personas
que pudieran cumplir roles importantes en la provisión de información y contactos que
facilitan el acceso al mercado laboral en mejores condiciones (Cardozo G. D.).
Drogas
El hecho más relevante es que existe una escasa conciencia entre los jóvenes acerca de los
riesgos que comporta el consumo de drogas. Especialmente en relación al alcohol, al ser una
droga legal con un alto nivel de aceptación, se tiende a minimizar sus efectos negativos y a
no detectar situaciones de abuso (Luce 1995). El alcohol y otras drogas están implicados en
accidentes de tráfico (NIAAA, 1996), en actividades sexuales de riesgo (Strunin, 1992) o en
ejercer violencia sobre los demás (Windle, 1994). Una de las consecuencias de una mala
gestión del consumo es la conducción bajo los efectos del alcohol y otras drogas. En
consecuencia, como parece lógico, dado el alto porcentaje de jóvenes que se embriagan cada
mes, encontramos que conducen bajo los efectos del alcohol u otras drogas una proporción
alta de individuos de la muestra (un 50,7% en España y un 43% en Europa han conducido
bajo los efectos del alcohol y un 36,8% lo ha hecho bajo los efectos de otras drogas). Esa
Ser joven, ser una población con un buen estatus económico, no tener en su haber
demasiados problemas que se derivan del uso de drogas, puede llevar a no tomarse en serio.
El problema está en el interés en involucrarse en conductas de riesgo, en la falta de
autoprotección y en un interés reducido por las medidas preventivas, lo que puede complicar
las condiciones de sus vidas futuras.
Recientemente, han surgido dudas sobre la idoneidad de consumir 5 comidas al día. Tanto
en niños como en adultos hay pocos datos al respecto (Rodriguez, 2006), pero el estado
actual del conocimiento científico concluye que el patrón dietético más adecuado para
garantizar un crecimiento y una maduración sexual adecuados es ingerir 3 o más comidas
diarias (Mattson, 2005). No obstante, no se pone en duda la importancia del desayuno, ya
que el consumo regular del desayuno correlaciona con una elección de alimentos más
saludable (Chitra, 2007) y mayor rendimiento tanto físico como intelectual (Horswill, 1992).
“Pirámide del estilo de vida saludable” para niños y adolescentes (González-Gross, 2008)
El énfasis cambia de realizar una actividad física general, haciendo hincapié en las destrezas
motrices al comienzo de la niñez a la actividad física prescrita con énfasis en la salud, la
condición física y la conducta (Malina, 1991). En las edades más tempranas (6 a 9 años), esta
actividad física se relaciona más con los juegos que con los deportes básicos y a edades más
avanzadas se debería seguir un programa de entrenamiento más estructurado (González-
Gross, 2008).
Otro aspecto importante es la higiene apropiada, que incluye el aseo personal (ducha-
baño), los cuidados dentales, visitas al médico, no fumar y no consumir alcohol, entre otros.
Así parece que los hábitos de buena higiene bucal, establecidos en edades tempranas,
proporciona la base para experimentar un descenso de caries proximales en los adolescentes
(Douglas, 2004).
• Reducir el consumo y frecuencia de azúcares refinados, evitar su uso entre comidas y disminuir el
consumo de alimentos pegajosos.
• Reducir el consumo de bebidas ácidas.
• Comer más frutas y verduras.
• Cepillar los dientes y masajear los bordes de las encías después de cada comida y fundamentalmente
antes de acostarse. No olvidar cepillar la lengua.
• Usar pasta dental con flúor. Un cepillado diario con pasta con flúor evita aproximadamente en un 24% la
formación de caries.
• Usar hilo dental para la eliminación de la placa interdental.
• Disminuir el enjuague bucal con agua después del cepillado nocturno para aumentar el efecto del fluoruro
de la pasta dental.
• Consumir chicles sin azúcar preferentemente que contengan: xilitol (sustituto de azúcar) que actúa cómo
preventivo).
La sexualidad por tanto es una dimensión humana, nuestra mente y nuestro cuerpo son
sexuados de ahí la importancia de conocerlos bien. La primera nos permite pensar, fantasear,
aprender cómo queremos vivir con nuestro cuerpo, elemento que por su parte funciona
como un receptor y emisor de la estimulación.
⇒ LA PRIMERA VEZ
Se refiere a la primera vez que una pareja mantiene relaciones sexuales con penetración y
también a la primera relación sexual compartida, haya o no penetración. Surge la necesidad
de aclarar las distintas formas que componen una relación sexual yendo más allá de la
concepción única de relación sexual como penetración.
En general se trata de un tema muy demandado por las chicas, pero no tanto por los chicos,
y llama especialmente la atención que en este apartado los mitos o creencias erróneas tienen
una fuerte prevalencia (Fernández), principalmente en lo que tiene que ver con la presencia
de dolor en la primera relación con penetración. En ocasiones, al plantear esta misma
cuestión en adultos, algunas mujeres refieren que su experiencia fue dolorosa y que por
tanto para ellas no supone un mito sino una realidad. De ahí la necesidad de aclarar que el
mito está en el planteamiento de que en la primera relación coital el dolor es inevitable, que
tiene necesariamente que producirse y que es señal inequívoca de virginidad en la chica.
Una buena forma de empezar con cualquier temática es solicitar a los adolescentes que de
forma anónima e indicando su sexo y edad escriban sus dudas o preguntas en un folio. De
esta manera se tiene la oportunidad de analizar dichas lagunas y de conocer sus creencias—
mitos, expectativas, miedos— y en ocasiones hasta sus experiencias.
Se observa también que un número importante de adolescentes piensa que esa primera vez
marca a las personas hasta el punto de variar su personalidad, o que en las chicas puede
incidir en la regularidad de su ciclo menstrual (Fernández).
Otras dudas se refieren a la edad idónea o el tiempo que tienen que llevar con una pareja
para tener la primera relación sexual y al placer de la primera vez. No es difícil encontrar
adolescentes que piensan que la magia de esa primera vez produce un orgasmo de
excepcional intensidad.
No hay una edad específica para practicar el coito por primera vez, pero sí está claro que se
necesita una madurez cognitiva y fisiológica que permita la comprensión de lo que conlleva
una relación sexual compartida entre iguales. Son buenos indicadores para un primer
encuentro saludable (Infante García, 2009):
− Que ambos miembros de la pareja conozcan sus cuerpos y cómo responden ante la
presencia de estimulación erótica.
− Que se comparta un deseo de realizar el coito o cualquier conducta sexual.
− Que cuenten con las habilidades necesarias para negarse a un acto sexual o a un acto
sexual de riesgo.
− Que ambos miembros de la pareja asuman la responsabilidad de prevenir las
conductas de riesgo.
− Que dispongan de un espacio íntimo, tiempo y seguridad para que las emociones y
las sensaciones puedan fluir con naturalidad.
− Que se prescinda de la presión de grupo para perder la virginidad.
Otorgándoles las chicas a los chicos y ellos a sí mismos más experiencia terminan ellas,
frecuentemente, depositando en ellos el papel de guías y expertos, con una consecuente
frustración.
Contenidos:
Mitos y creencias erróneas.
Concepto de sexualidad y virginidad.
Relación sexual frente a relación coital.
El conocimiento de la propia persona y de la pareja.
La comunicación entre los miembros de la pareja.
Los sentimientos: afecto, ternura.
Respuestas al cuándo y cómo experimentar la primera relación coital.
Refuerzo de la asertividad y la autoestima.
⇒ ANATOMÍA DE LA SEXUALIDAD
Objetivos:
• Adquirir los conocimientos imprescindibles sobre la anatomía de la sexualidad
femenina y masculina.
• Analizar los mitos y creencias erróneas respecto a este tema.
• Aceptar el propio cuerpo como un elemento que nos configura y nos acompaña
durante toda nuestra vida.
• Reconocer el cuerpo como una fuente de placer en su totalidad.
• Establecer la diferencia entre sexualidad y genitalidad.
Objetivos:
• Cambiar los mitos y las creencias erróneas por información correcta.
• Reconocer la implicación psicológica en el desarrollo de la respuesta sexual.
• Conocer las distintas fases del ciclo de respuesta sexual.
• Reconocer la propia respuesta sexual.
• Aceptar que el ciclo de respuesta sexual no está ligado a estímulos heterosexuales,
homosexuales o coitales.
• Conocer las disfunciones sexuales más habituales.
• Cuestionar los roles de género en las relaciones personales y sexuales.
• Comprender y aceptar problemas o situaciones no esperadas en una relación sexual.
• Comprender la importancia de la comunicación de los sentimientos, las expectativas
y resultados de las relaciones sexuales.
Contenidos:
Mitos y creencias erróneas.
Psicobiología de la respuesta sexual.
Fases de la respuesta sexual.
107 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables
La relación sexual y sus variantes.
La orientación del deseo sexual.
Determinantes psicológicos y biológicos.
Disfunciones sexuales.
Género y respuesta sexual.
⇒ MASTURBACIÓN
La masturbación es una práctica que realizan la mayoría de los chicos, pero que sigue siendo
un tabú para las chicas. Se da además la circunstancia de que ellos alardean públicamente de
la frecuencia y las formas de practicarla y no comprenden que algo tan habitual en los chicos
esté menos extendido entre las chicas. Es muy frecuente que piensen que esta práctica sea
igual de frecuente que entre los chicos con la sola diferencia de su reconocimiento. A las
chicas por su parte les cuesta creer que muchos de sus compañeros se masturben con una
frecuencia poco menos que diaria y el alarde en público de sus prácticas hace que los
califiquen de «salidos».
Frecuentemente se constata que la mayoría de los chicos piensan que el modo más habitual
de masturbarse de la mujer es introduciéndose el dedo, o un objeto que haga las funciones
de pene. Reflejan, en consecuencia, un desconocimiento de la anatomía femenina, y una
concepción androcéntrica de la relación sexual, basada en la penetración.
Uno de los debates más interesantes, enconado muchas veces, se plantea entre la
diferencia en el reconocimiento abierto de la práctica por parte de los chicos, y el silencio por
parte de las chicas. Es frecuente que los chicos piensen y digan que las chicas se masturban
tanto como ellos pero que no lo reconocen.
Objetivos:
• Analizar los distintos mitos y creencias erróneas que sobre la masturbación
proliferan.
• Conocer diferentes formas de masturbación femenina y masculina.
• Reconocer la masturbación como una forma de conocimiento de nuestro cuerpo y de
nuestra respuesta sexual.
• Aceptar como natural y frecuente la masturbación tanto en chicos como en chicas, y
entre personas adultas.
Contenidos:
Mitos y creencias erróneas.
La masturbación como forma de conocimiento del cuerpo y de la respuesta sexual propia y
de la pareja.
Formas de masturbación en el hombre y en la mujer.
La masturbación en pareja.
Masturbación y género.
La aceptación personal y social de la masturbación en la mujer.
Consiste en conocer los distintos métodos anticonceptivos y que se aprenda a utilizar bien
el preservativo. Los adolescentes reconocen que es un taller muy útil y suele responder a las
altas expectativas que tienen sobre él.
Contenidos:
Descripción y uso de los diferentes métodos.
Métodos más aconsejables para adolescentes.
Fiabilidad y posibles efectos secundarios de los diferentes métodos.
La medicación postcoital.
Estrategias para negociar el uso del preservativo.
Descripción del ciclo menstrual.
Mitos sobre el embarazo.
Relación entre ciclo menstrual y embarazo.
Relaciones sexuales placenteras no coitales.
Se insiste en que los métodos anticonceptivos son imprescindibles sólo para un tipo de
relación: aquella que implica penetración. Sin embargo, podemos disfrutar de unas
relaciones sexuales placenteras pero sin riesgos: las no coitales.
Una cuestión que se plantea es si el preservativo quita placer. Se pueden repartir por el aula
guantes de látex y se les pide que se dejen acariciar la mano, con los ojos cerrados. Les
preguntamos si perciben las caricias o si es mucha la sensibilidad que se pierde. Después
comprobamos la sensible diferencia de grosor entre un guante de látex y un preservativo. Si
con el guante de látex se percibían todas las sensaciones, con el preservativo que es más
fino, obviamente se perciben con mayor nitidez.
Dentro de lo que son los métodos de protección podemos hacer la siguiente clasificación:
D. Anticoncepción de emergencia
Finalmente se explica lo relacionado con el ciclo menstrual, la ovulación y el riesgo tan grave
que supone calificar de no fértiles los días del periodo, o los inmediatamente anteriores y
posteriores.
En la medida que consideran que mantienen pocas relaciones sexuales de pareja, o que en
muchos casos es la primera pareja que tienen, piensan que están exentos de riesgo.
Objetivos:
• Erradicar mitos y creencias erróneas.
• Conocer las principales ETS.
• Conocer las principales formas de transmisión de V.I.H.
• Criticar el concepto de grupos de riesgo.
• Fomentar las actitudes de solidaridad con las personas afectadas.
Contenidos:
Información general sobre ETS.
El V.I.H.
Conductas de riesgo frente a grupos de riesgo.
Asertividad: Estrategias para la negociación del uso del preservativo.
Candidiasis
En la mujer cursa con síntomas como picores, rojeces y un flujo blanquecino con aspecto de
de leche cortada. En el hombre se da un enrojecimiento del glande, prurito, picor y escozor
poco después de haber tenido el contacto sexual.
La forma de prevenirlo es utilizando ropa interior de algodón, evitando estar con el bikini
húmedo durante mucho tiempo y evitando el contacto sexual ante la aparición de los
síntomas.
Citomegalovirus
Se trata de un virus que ataca principalmente a las glándulas salivares y no se suelen dar
síntomas en la primera infección en personas adultas, aunque algunas personas puede sufrir
síntomas de mononucleosis infecciosa.
Se transmite a través del contacto con los fluidos (orina, saliva, sangre, lágrimas, semen y
leche materna) de personas afectadas si no se tienen en cuenta medidas de higiene y
protección necesarias.
Se trata de una afección bastante usual y fácil de prevenir manteniendo hábitos de higiene,
como por ejemplo lavarse las manos después de haber estado en contacto con cualquiera de
los fluidos antes mencionados.
Clamidia
Enfermedad bastante común causada por una bacteria que puede llegar a ocasionar graves
complicaciones, principalmente en la mujer. Generalmente no presenta síntomas o aparecen
varias semanas después de haber sido infectado.
Gonorrea
Enfermedad causada por una bacteria que crece y se multiplica fácilmente en áreas tibias y
húmedas de la zona genital al igual que en la boca, garganta y ojos. Se transmite por contacto
con la parte infectada sin necesidad de que haya eyaculación.
La mayoría de las mujeres no tienen síntomas, pero si aparecen se trata de un aumento del
flujo vaginal, hemorragia entre menstruaciones y sensación de dolor al orinar. Sin
tratamiento puede derivar en la enfermedad inflamatoria pélvica. En los hombres se puede
manifestar en forma de secreción blanca, amarilla o verde del pene, sensación de ardor al
orinar o dolor de testículos, pudiendo derivar en infertilidad.
Hepatitis B
La hepatitis sólo se considera como ETS cuando es causada por el virus de la hepatitis B o D
puesto que éstos se pueden encontrar en distintos fluidos corporales, aunque sólo en sangre
y fluidos sexuales se encuentran en suficiente cantidad como para producir el contagio.
La persona contagiada puede desarrollar cirrosis o cáncer de hígado. Los síntomas aparecen
de 1 a 6 semanas desde el momento de la infección. Puede aparecer ictericia (la piel y los
ojos se vuelven amarillentos), fiebre baja, pérdida de apetito, fatiga, dolores musculares y
articulares, nauseas y vómitos. A veces cursa de forma asintomática.
El uso del preservativo reduce las posibilidades de contagio, aunque hay otras formas de
transmisión como hacerse un tatuaje o un piercing con instrumental mal esterilizado.
Existe una vacuna para la hepatitis B con una eficacia del 90% al 95%.
VIH-SIDA
Sólo algunos fluidos corporales contienen una cantidad de virus suficiente como para
transmitirlo: fluidos vaginales, semen, sangre y leche materna. La saliva, las lágrimas y el
sudor no contienen cantidad suficiente para que la transmisión se produzca.
Se distinguen tres formas de transmisión: vía sexual mediante relación coital y sexo oral, vía
parenteral y vía vertical de madre a hijo.
Para prevenir el contagio es necesario mantener relaciones sexuales seguras en las que se
proteja el coito, tanto anal como vaginal, e igualmente utilizar el preservativo al practicar
sexo oral.
Herpes genital
Los causantes de esta infección son los tipos 1 y 2 del Virus del herpes simplex (VHS). Una
vez que el virus ha entrado en el cuerpo nunca desaparece y se manifiesta ocasionalmente
en forma de brote en determinadas circunstancias como por ejemplo ante una bajada de las
defensas.
La primera infección suele tener síntomas más agudos, aunque también puede pasar sin ser
percibida, principalmente en el hombre.
Esta infección se previene evitando el contacto con las zonas infectadas y utilizando el
preservativo entre brotes.
Mononucleosis infecciosa
Los síntomas más característicos son cansancio y debilidad severa en brazos y piernas,
dolores musculares, fiebre alta y persistente, molestias en la garganta con inflamación de las
amígdalas, pérdida de apetito, coloración amarillenta en ojos y piel y en casos extremos
puede llegar a ocasionar anemia, inflamación de los testículos y problemas graves en el
hígado.
La persona puede transmitir el virus mientras los síntomas persistan e incluso algunos
meses después.
Ladillas
Es un insecto que se alimenta de la sangre de los seres humanos. Deposita sus huevos en el
pelo, cerca de la piel, y su período de incubación es de 6 a 8 días. Se pueden encontrar en el
pelo del pubis, las cejas, las pestañas y el vello axilar. No suele medir más de 3 mm. y es
redondo y de color amarillento.
Se transmiten principalmente por contacto de piel con piel, así como por usar ropa que haya
estado en contacto con una persona portadora.
La única manera de evitar esta infección es tener completa seguridad de que la pareja
sexual no tiene ladillas y no usar ropa o sábanas de otras personas sin un lavado previo.
Existen distintos tipos de VPH que se clasifican en alto o bajo riesgo en función de la
probabilidad de desarrollar cáncer de cuello de útero en el primer caso, o relacionados con
verrugas genitales en el segundo tipo.
Se transmite por contacto genital con personas afectadas por el virus y también por
contacto piel con piel.
La infección por los tipos de VPH relacionados con el cáncer no puede ser detectada a
simple vista y no presenta síntomas hasta una etapa avanzada. Los tipos relacionados con las
verrugas también tardan en diagnosticarse por no presentar síntomas, excepto cuando éstas
empiezan a aparecer en la zona genital o alrededor de ella en forma de pequeños granitos.
La prevención en este caso pasar por el uso del preservativo en las relaciones sexuales con
coito y sexo oral. La forma más eficaz para el diagnóstico consiste en la realización periódica
de citologías.
Actualmente existe una vacuna para este virus que protege de los tipos de VPH relacionados
con el 70% de los cánceres cervicales y con el 90% de las verrugas genitales.
Sífilis
Es causada por una bacteria y en los últimos años ha ido en aumento el número de personas
contagiadas.
Los síntomas van variando en función de la fase de la enfermedad: inicialmente aparece una
sola úlcera indolora en el lugar en el que ha entrado la infección, posteriormente se puede
presentar fiebre, erupciones generalizadas, fatiga, dolores musculares y pérdida de apetito;
hasta que en una tercera fase se dan problemas cardíacos, cerebrales y del sistema nervioso
hasta 15 ó 20 años después de la infección, pudiendo llegar a causar la muerte si no se trata.
Tricomoniasis
Es causada por un parásito. En las mujeres es una infección que se suele manifestar en la
vagina y en los hombres en la uretra. El parásito se disemina a través de la relación sexual del
pene a la vagina o por medio del contacto de vulva a vulva con una pareja infectada.
Este contagio es evitable si nos abstenemos de mantener contactos genitales sin protección
ante la presencia de los síntomas señalados. Los preservativos protegen de esta infección.
Es importante transmitir a los adolescentes la idea de que la mayoría de las ETS son
fácilmente prevenibles si asumimos como parte de nuestra expresión sexual las prácticas
seguras y protegidas.
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