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Adolescencia:

Noviembre 23 y 24
adicción,
sexualidad y
hábitos 2012
saludables
ÍNDICE DE CONTENIDOS
BLOQUE 1. ADICCIONES
1. INTRODUCCIÓN
2. ESTADO ACTUAL DEL PROBLEMA
2.1 Estadísticas
2.2 Mujeres y drogas
3. PREVENCIÓN
4. ETIOLOGÍA
4.1 Conceptos básicos
4.2 Teorías explicativas
4.3 Factores de riesgo y protección
5. EVALUACIÓN
5.1 Aspectos clave
5.2 Instrumentos de evaluación
5.3 Diagnóstico y diagnóstico diferencial
5.4 Historia de un caso
6. TRATAMIENTO
6.1 Tratamiento cognitivo conductual de las adicciones
6.2 Comunidades terapéuticas de menores
6.3 Rehabilitación cognitiva en adolescentes consumidores de alcohol
6.4 Problemas terapéuticos habituales
7. ADICCIONES SIN SUSTANCIA
7.1 Internet, nuevas tecnologías y redes sociales

BLOQUE 2. HÁBITOS SALUDABLES Y SEXUALIDAD


1. INTRODUCCIÓN
2. CONDUCTAS DE RIESGO EN ADOLESCENTES
3. ESTILO DE VIDA SALUDABLE
4. EDUACIÓN SEXUAL

2 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


BLOQUE 1. ADICCIONES
1. INTRODUCCIÓN
La adolescencia es el período de la vida de una persona comprendido entre los 10 y los 19
años de edad en el que se dan cambios a nivel biológico, psicológico y social. También es un
momento de la vida en el que se empiezan a conformar valores, se definen proyectos y se
sientan las bases para el desarrollo posterior.

La adolescencia se inicia con la pubertad, con los signos del desarrollo de características
sexuales secundarias, así como por toda una serie de cambios a nivel físico que marcan de
modo casi definitivo el dimorfismo sexual.

Otros tantos cambios tienen lugar en lo que respecta al desarrollo psicológico y social,
puesto que señala el ingreso de los individuos en el mundo de los adultos, con toda una serie
de responsabilidades, demandas y retos a hacer frente, léase por ejemplo la posibilidad de
maternidad y paternidad, las relaciones interpersonales, las opciones educativas, el
compromiso ocupacional, etc.

La cantidad de estresores presentes durante la adolescencia ha promovido la creencia de


que esta etapa es un período complicado, pero sin embargo ni los datos de la investigación ni
la información aportada por personas avalan dicha idea, de ahí que se replanteara su estudio
desde otra perspectiva, atendiendo a herramientas de evaluación creadas específicamente
para este tramo de edad y a las características y estrategias disponibles para hacer frente a
los cambios y a las variables estresoras propias de la edad (Gómez-Fraguela, 2006).

No obstante, la adolescencia se caracteriza por el alto riesgo de padecimiento de cuadros


clínicos relacionados con conductas de riesgo, abuso de sustancias y lesiones accidentales e
intencionales, a pesar de la prevalencia baja de enfermedades infecciosas y crónicas. Por otro
lado, quizás el aspecto más alarmante respecto al mundo de las sustancias sea precisamente
su uso por parte de la población perteneciente a este rango de edad, puesto que los
principales problemas de las drogas se ven agravados durante estas etapas de la vida de un
individuo, quienes incluso pueden ver comprometido su desarrollo normal (Calleja &
González, 1996). Este desarrollo normal también puede verse truncado o afectado por el
padecimiento de cuadros clínicos relacionados con conductas de riesgo y lesiones
accidentales e intencionales relativamente frecuentes en esta etapa.

Por todo ello, hemos querido plantear un acercamiento al abordaje clínico de dichas
problemáticas, presentando a fondo la intervención en adicciones en este grupo de edad y
conocer su problemática en cuanto a hábitos se refiere de cara a estar en condiciones de
abordar estos temas de forma satisfactoria en nuestro quehacer diario como profesionales
de la sanidad.

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2. ESTADO ACTUAL DEL PROBLEMA
2.1 ESTADÍSTICAS

El uso que el adolescente hace de las drogas guarda relación con el vínculo que tiene con
sus iguales, con su entorno, con la disponibilidad de la sustancia, con variables actitudinales,
etc. Y tal y como se viene concluyendo a raíz de los estudios estadísticos que se llevan a cabo,
nos encontramos con una situación en constante cambio, si bien podemos señalar las
siguientes características generales que se vienen observando:

• El alcohol, el tabaco, el cannabis y la cocaína son las drogas más utilizadas.

• En el consumo del alcohol se ha pasado de un uso durante las comidas y


celebraciones a un patrón masivo de consumo en un corto período de tiempo.

• Ese período corto de tiempo se asocia a momentos y espacios de ocio nocturno


dentro de un acto socializado.

• Por lo que se ha pasado de un uso marginal a un uso eminentemente recreativo.

• Junto con la reciente aparición en el marcado de nuevas sustancias ilegales, como las
catinonas sintéticas1, que aunque generalmente aparecen en grupos sociales
restringidos suponen un problema para la salud pública.

• Reciente aparición de tiendas de venta de drogas por internet accesibles para


cualquier usuario.

• Consumo de “legal higs”2 o sustancias psicoactivas legales que se comercializan en


forma de ambientadores, sales de baño, etc.

• Conocimiento limitado sobre la composición química de los nuevos compuestos y de


sus efectos que dificulta la generación de información correctiva así como su control
y seguimiento (Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, 2010).

• Escasa percepción de riesgo que puede conllevar un abuso de las sustancias.

• Aumento de la proporción de estudiantes que declara haber recibido información


sobre drogas por parte de padres, hermanos y profesores.

• Descenso generalizado de la percepción de la diponibilidad de todas las drogas,


principalmente en el caso del cannabis y la cocaína.

1
Derivado de la anfetamina.
2
“Subidones legales”, nombre que se le da a drogas de aparición reciente que se vienen distribuyendo a través de
Internet, de las cuales aún no se tiene conocimiento sobre los efectos y daños de su uso. Un ejemplo de legal high
es la mefedrona.

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Teniendo en cuenta la última encuesta ESTUDES realizada en 2010 (Encuesta Estatal sobre
el Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias) que se desarrolla en España con población
entre 14 y 18 años, podemos observar los siguientes datos de prevalencia:

Tabla 1. Proporción de consumidores de drogas en el último años (porcentajes) ESTUDES, 2010.

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en
Estudiantes de Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

A partir de los cuales podemos extraer algunas conclusiones (Plan Nacional Sobre Drogas,
2010) (Cruz Roja Española, 2010):

− Estabilización del consumo de tabaco, cannabis y heroína.

− Reducción del consumo de éxtasis, cocaína e inhalantes volátiles.

− Incremento del consumo del alcohol respecto al año anterior con tendencia
estabilizadora.

− Incremento del consumo de tranquilizantes.

− El alcohol, el tabaco y el cannabis son las sustancias más consumidas por ambos
sexos, al igual que ocurría en años anteriores.

− Los varones hacen un mayor uso de las sustancias ilegales, pero en el caso del tabaco
y de los tranquilizantes destaca el consumo abusivo por parte de las chicas.

− Las diferencias en función del sexo en lo que respecta a las drogas ilegales son más
acusadas cuando hace poco que se ha consumido o dicho consumo es intensivo.

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Según la ESTUDES, la edad de inicio del consumo de tabaco, alcohol e inhalables se sitúa
entre los 13 y 14 años. Aunque se aprecia un comienzo más temprano en los chicos respecto
al uso de drogas la diferencia respecto a la edad media de inicio de las chicas no es
significativa. Tampoco se han observado variaciones importantes de la edad de inicio por
sexo respecto a años anteriores, si bien se ha retrasado algo para el debut en el consumo
semanal de alcohol y para tabaco.

El consumo de drogas como el éxtasis, la cocaína y las anfetaminas se inicia a una edad más
tardía (15 y 16 años) que el de la heroína, los tranquilizantes y el cannabis.

Tabla 1. Edades medias de inicio al consumo de distintas drogas (estudiantes de 14 a 18 años). España, 1994-2010.

Sustancias 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010

Tabaco 13.9 13.3 13.2 13.1 13.1 13.2 13.1 13.3 13.5

Alcohol 13.5 13.7 13.8 13.6 13.6 13.7 13.8 13.7 13.7

Tranquilizantes 14.1 14.5 14.8 14.5 14.6 14.8 14.4 14.3 14.4

Cannabis 15.1 15.1 15.0 14.9 14.7 14.7 14.6 14.6 14.7

Cocaína 15.6 15.9 15.8 15.8 15.7 15.8 15.4 15.3 14.9

Anfetaminas 15.5 15.7 15.6 15.6 15.6 15.7 15.6 15.4 15.5

Alucinógenos 15.4 15.6 15.4 15.5 15.5 15.8 15.5 15.4 15.4

S. Volátiles 13.3 13.6 13.4 13.9 14.3 14.0 13.6 13.8 13.2

Éxtasis 15.6 15.7 15.5 15.7 15.4 15.6 15.5 15.2 15.3

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en
Estudiantes de Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

Por otro lado, y en cuanto a la edad, es la variable que ejerce mayor influencia en la
extensión del consumo de drogas en los estudiantes, alcanzando el consumo su punto
máximo a los 17 y 18 años de edad.

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Tabla 3. Evolución de las prevalencias de consumo de sustancias psicoactivas entre los estudiantes de Enseñanza Secundaria
de 14-18 años (porcentajes). España, 1994-2010.

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

En 2010, las drogas más consumidas por los estudiantes de 14 a 18 años siguen siendo el
alcohol, el tabaco y el cannabis. Un 75.1% ha ingerido bebidas alcohólicas alguna vez en la
vida, un 39.8% ha probado el tabaco y un 33% el cannabis.

El consumo del resto de sustancias es minoritario es, con diferencia, minoritario. No


obstante, mención aparte merece el consumo de tranquilizantes: hasta un 18% de los
adolescentes encuestados los había tomado alguna vez.

Si comparamos estos resultados de la última encuesta ESTUDES realizada con los de las
encuestas precedentes, nos encontramos con una reducción del consumo de la mayoría de
sustancias, más acusado para el tabaco, el cannabis y la cocaína. Estas dos últimas sustancias
son las drogas ilegales más extendidas entre los jóvenes.

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Si pasamos a hacer un análisis más centrado en las sustancias, de acuerdo a los datos que
arroja la encuesta ESTUDES, observamos que el consumo de tabaco está bastante extendido
entre los estudiantes de 14 a 18 años. Su consumo se incrementa a medida que lo hace la
edad y está más extendido entre el sexo femenino, aunque también es mayor entre ellas la
intención de dejar de fumar y el porcentaje de intentos reales.

Las prevalencias de consumo de tabaco diario han descendido en comparación con las
obtenidas en 2008 para ambos sexos. Cabe destacar que son las cifras más bajas de consumo
desde el inicio de la encuesta.

Es la droga cuya edad de inicio es más precoz, sólo superada por los inhalables volátiles, y se
ha retrasado ligeramente respecto a la encuesta anterior.

Figura 1. Evolución de la prevalencia de consumo diario de tabaco entre los estudiantes de Enseñanzas Secundarias de 14-18
años (porcentajes), según sexo. España, 1994-2010. (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

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Tabla 4. Características generales del consumo de tabaco entre los estudiantes de Enseñanzas Secundarias de 14-18 años
(medias y porcentajes), según sexo. España, 1994-2010. (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

El alcohol es la sustancia con un uso más extendido entre los estudiantes de 14 a 18 años en
2010 y se observa un consumo ligeramente más elevado en las chicas. Sin embargo, se
constata un descenso de la prevalencia de consumo para el indicador “alguna vez en la vida”
y un ascenso de las prevalencias de consumo “últimos 12 meses” y “últimos 30 días”. No
obstante, es importante señalar que existe también un porcentaje considerable de
estudiantes que se declaran abstemios en 2010 (un 3%).

Por otro lado, si se toma como referencia el grupo de estudiantes de 14 a 18 años que
admitió haber bebido alcohol en el mes previo a la realización de la encuesta, la prevalencia
de intoxicaciones asciende al 50.3%, lo que significa que uno de cada dos estudiantes que
consumieron esta sustancia en el último mes se emborrachó en alguna ocasión durante dicho
período.

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Según avanza la edad también se incrementa el porcentaje de estudiantes que bebe. Este
consumo se concentra durante el fin de semana en lugares como bares o pubs y también en
espacios al aire libre.

Tabla 5. Características generales del consumo de alcohol entre los estudiantes de Educación Secundaria de 14-18 años
(medias y porcentajes), según sexo. España 1994-2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

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Figura 2. Evolución de la prevalencia de las borracheras en los últimos 30 días entre los estudiantes de 14-18 años y entre
aquellos que han consumido alcohol en ese mismo período. España, 1994-2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

Según la encuesta ESTUDES de 2010, un 18% de los estudiantes había consumido


tranquilizantes o somníferos con o sin receta médica alguna vez en su vida y hasta un 3% en
el último mes. La edad media de inicio de consumo fue de 14.4 años, siendo ligeramente
mayor para las chicas y la frecuencia de uso es en general esporádica, si bien se observa una
estabilización en su uso respecto a encuestas anteriores para ambos sexos.

La prevalencia de consumo de tranquilizantes o pastillas para dormir aumentan con la edad


en ambos sexos.

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Tabla 6. Características generales del consumo de hipnosedantes (tranquilizantes o pastillas para dormir) entre los
estudiantes de Educación Secundaria de 14-18 años (porcentajes), según sexo. España, 1994-2010 (Plan Nacional sobre
Drogas, 2010).

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

Por su parte, el cannabis es la droga ilegal más consumida por los estudiantes de 14 a 18
años. Como venimos indicando, el consumo de sustancias ilegales está más extendido entre
la población masculina de este rango de edad, pero esta diferencia no es tan notable si al
cannabis nos referimos, aunque la diferencia intersexual aumenta conforme lo hace la
frecuencia o intensidad de su uso. Esta sustancia también representa la droga ilegal en la que
los jóvenes debutan antes, situándose la media de edad de inicio en los 14.7 años sin mostrar
diferencias significativas en cuanto a la edad media de inicio obtenida en encuestas
anteriores. Por otro lado, la frecuencia y extensión del consumo se acrecienta con la edad de
14 a los 18 años.

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Tabla 7. Características generales del consumo de cannabis entre los estudiantes de Educación Secundaria de 14-18 años
(porcentajes), según sexo. España, 1994-2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

Tabla 8. Evolución de la continuidad en el consumo de cannabis en la población de estudiantes de Enseñanzas Secundarias de


14-18 años. España, 1994-2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

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Respecto al consumo de cocaína en polvo es, después del cannabis, la droga ilegal con un
consumo más extendido en este sector de la población, aunque parece tratarse
fundamentalmente de un uso esporádico.

En la última encuesta de ESTUDES, el consumo de esta sustancia en sus distintas formas fue
más acusado entre varones y se expande su uso a los 17-18 años. 14.9 años es la edad media
de inicio del consumo de cocaína según la última encuesta, adelantándose 4 décimas con
respecto a la cifra obtenida en 2008. Aunque por otra parte, se ha producido un descenso
acusado del consumo de cocaína entre los estudiantes de 14 a 18 años respecto a la encuesta
ESTUDES de 2008.

Tabla 9. Características generales del consumo de cocaína entre los estudiantes de Educación Secundaria de 14-18 años
(porcentajes), según sexo. España, 1994-2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

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Figura 3. Evolución de la prevalencia de consumo de cocaína (general) (porcentajes) y edad media al inicio del consumo entre
los estudiantes de Enseñanzas Secundarias de 14-18 años. España, 1994-2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

Si atendemos al consumo de drogas sintéticas estimulantes (éxtasis), encontramos que en


2010 un 2.5 % de los estudiantes de entre 14 y 18 años había consumido estas sustancias
alguna vez en la vida. En este caso, la proporción de consumidores del sexo masculino es
superior al de las chicas. En líneas generales se trata de un consumo esporádico, igual que
ocurriera con otras sustancias estimulantes. Su consumo aumenta con la edad y su mayor
aumento se sitúa entre los 16 y los 17 años, sin que se observen variaciones significativas en
la edad de inicio con respecto a encuestas anteriores. Se consolida así la tendencia
descendente iniciada en 2002 para todas las frecuencias de consumo y tanto en chicos como
en chicas.

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Tabla 10. Características generales del consumo de éxtasis (u otras drogas de diseño) entre los estudiantes de Educación
Secundaria de 14-18 años (porcentajes), según sexo. España, 1994-2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

Figura 4. Evolución de la prevalencia de consumo de éxtasis (porcentajes) y edad media de inicio al consumo entre los
estudiantes de Enseñanzas Secundarias de 14-18 años. España, 1994-2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

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En relación a la anfetamina en sus distintas formas de presentación y composición se puede
observar que su consumo está más extendido entre los varones y el mayor aumento de la
prevalencia de consumo se produjo entre los 17 y los 18 años, tratándose, por lo general, de
un uso esporádico. Si comparamos los resultados de esta encuesta con los encontrados a
través de la misma fuente en años precedentes, observamos cierta estabilización de la edad
de inicio del consumo para esta droga, situándose en los 15.5 años prácticamente para
ambos sexos. En 2010, la extensión del consumo de anfetaminas mantiene la tendencia
descendente iniciada en 2004. Este descenso se produce en los tres indicadores temporales y
es más acusada entre los chicos.

Tabla 11. Características generales del consumo de anfetaminas entre los estudiantes de Educación Secundaria de 14-18 años
(porcentajes), según sexo. España, 1994-2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

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Figura 5. Evolución de la prevalencia de consumo de anfetaminas (porcentajes) y edad media de inicio al consumo entre los
estudiantes de Enseñanzas Secundarias de 14-18 años. España, 1994-2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

En relación al consumo de alucinógenos (LSD, tripis, setas mágicas, ketamina), y según los
datos aportados por la encuesta ESTUDES de 2010, hasta un 2.1 % de los estudiantes de
Educación Secundaria de entre 14 y 18 años los había consumido en el último año. El
consumo por parte de los chicos duplica la cantidad de chicas que los ha consumido y al igual
que en el resto de las drogas su uso se incrementa con la edad. La tendencia muestra signos
decrecientes sin que aún tal diferencia con respecto a los datos de encuestas anteriores sea
significativa.

18 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Tabla 12. Características generales del consumo de alucinógenos entre los estudiantes de Educación Secundaria de 14-18 años
(porcentajes), según sexo. España, 1994-2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

El consumo menos extendido entre los estudiantes de entre 14 y 18 años es de la heroína


(con la excepción de varias de las sustancias incluidas en el módulo de nuevas drogas): sólo
un 1% de ellos había consumido esta sustancia alguna vez en su vida, el 0.6% en el último año
y un 0.5% durante el mes previo a la encuesta. Si bien hay que llamar a la cautela a la hora de
referir estos datos debido a la capacidad puesta en duda de estas encuestas poblaciones para
estudiar su consumo. Esta tasa baja hasta 9 puntos en el caso de las chicas para el consumo
de alguna vez en la vida. No obstante, y pese a su baja presencia en esta población, la edad
de inicio para el consumo de esta sustancia es menor que para otras drogas ilegales
situándose en 14.4 años, tendencia que se venía observando en encuestas anteriores. En
2010, se aprecia un pequeño aumento del consumo experimental de heroína en ambos sexos
y descienden las prevalencias de consumo en los últimos 12 meses y últimos 30 días entre los
chicos.

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Tabla 13. Características generales del consumo de heroína entre los estudiantes de Educación Secundaria de 14-18 años
(porcentajes), según sexo. España, 1994-2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

Figura 6. Evolución de la prevalencia de consumo de heroína (porcentajes) y edad media de inicio al consumo entre los
estudiantes de Enseñanzas Secundarias de 14-18 años. España, 1994-2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

20 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


El consumo de sustancias como los inhalables volátiles es reducido entre los estudiantes de
Enseñanza Secundaria: un 2.3% de ellos los había consumido alguna vez en su vida y se
mantiene la tendencia descendente. Su uso es mayoritariamente masculino y esporádico,
apreciándose pocas diferencias de consumo según la edad y siendo el grupo de los 16 años el
de mayor prevalencia de consumo. La edad de media de inicio para estas drogas se sitúa en
los 13.2 años, siendo la droga de inicio más precoz. La encuesta ESTUDES arroja los valores
más bajos de todas sus ediciones.

Tabla 14. Características generales del consumo de inhalantes volátiles entre los estudiantes de Educación Secundaria de 14-
18 años (porcentajes), según sexo. España, 1994-2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

La siguiente situación a la que debemos atender es al consumo de varias sustancias puesto


que los estudiantes que consumen drogas suelen consumir varias, de tal manera que en 2010
un 39.4% de los estudiantes realizó policonsumo de dos o más sustancias. Estos datos
confirman la situación que ya se venía observando desde ediciones anteriores (PNSD,
1995,1996). Y es que en la población adolescentes se observa un consumo múltiple de
sustancias que agrava la situación de drogodependencia por el incremento de la toxicidad y
empeora las consecuencias personales y sociales (Muñoz & Graña, 2001).

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El análisis de las combinaciones de las sustancias consumidas (en función del consumo
realizado en el último año) permite obtener información interesante:

• El alcohol está presente en la mayoría de los policonsumidores.

• Entre los que consumen tres sustancias, las sustancias que aparecen con mayor
frecuencia son el alcohol, el tabaco y el cannabis por este orden.

• Las sustancias psicoestimulantes y también los alucinógenos presentan altos


porcentajes de consumo de otras sustancias, lo que puede hacer pensar que son
sustancias de consumo ocasional, añadidas como consumos complementarios a otras
sustancias y no como sustancias principales.

• Los hipnosedantes ocupan el tercer puesto en prevalencia cuando se considera el


consumo independiente, pero pierden importancia si se considera el policonsumo.

Figura 7. Prevalencia de consumo de una sola o más sustancias psicoactivas (legales o ilegales) entre los estudiantes de
Enseñanzas Secundarias de 14-18 años (porcentajes). España, 2010 (Plan Nacional sobre Drogas, 2010).

Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (EOD). Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes de
Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).

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2.2 MUJER Y DROGAS

El deseo de cuidado de los otros, la inhibición sexual, la relegación al espacio privado, la


espera y la subordinación son características que han venido definiendo en nuestra cultura la
identidad de género femenina (Lagarde, 1994). Los avances en la igualdad de género son
manifiestos y los cambios habidos en los distintos ámbitos han facilitado dicha evolución,
pero asumir una nueva identidad de género colectiva e individualmente es un proceso aún
más lento y menos andado. Las nuevas formas de ser mujer y los cambios pueden ocasionar
confusión y contradicciones (Palop Botella, 2000). Las crisis subsiguientes pueden palparse
en conductas como la adictiva.

Chicos y chicas consumen drogas pero se han venido diferenciando en el tipo de sustancia
que utilizan mayoritariamente y en la funcionalidad que le atribuyen. Una de las principales
características que define el consumo por parte de la mujer es el menor uso que hacen de las
sustancias ilegales y es que usar drogas ilegales es una conducta denostada socialmente y
masculinizada (Proyecto Hombre, 2012).

No obstante, y como comentábamos en el apartado anterior, se vienen observando


cambios importantes y se vienen difuminando las diferencias entre chicos y chicas respecto
del consumo: aumento del consumo de drogas legales por parte de las mujeres y la
disminución de los ratios que separan a varones y mujeres respecto al uso de sustancias
ilegales.

El alcohol, droga protagonista en la sociedad española, ha visto reforzada su presencia en


los últimos años dentro de nuevos grupos consumidores, los adolescentes: fenómenos como
el botellón han igualado las conductas entre ambos géneros en lo que al consumo de alcohol
se refiere (Gómez Moya, 2010). Esta misma autora encuentra que en el seno de las familias
no se prepara a la mujer en las conductas relacionadas con el consumo de alcohol, por lo que
el aprendizaje se realiza de primera mano y muchas veces a partir de experiencias negativas,
lo que les deja en una situación más vulnerable.

Por otro lado, el riesgo, como una cualidad atribuida al género masculino, ha podido actuar
de factor de protección ante el consumo de drogas potencialmente más peligrosas,
acercándolas a drogas socialmente aceptadas o los deseos de estrecharse emocionalmente
con chicos consumidores son ejemplos de cómo los roles de género femenino, la superación
de los tradiciones y la transición a una nueva identidad, construyen una realidad particular en
cuanto a la relación mujer y droga respecto a la vivida por los varones.

Además, la dependencia no sólo se establece con una sustancia, en el caso de muchas


mujeres se da la situación de codependencia, expresada en una aceptación del engaño y
maltrato del que llegan a ser objeto por parte de una pareja con serias consecuencias
emocionales y personales para la adolescente.

En definitiva, se trata de asimilar la condición propia que vive la mujer respecto al consumo
tanto en los programas de prevención como en las intervenciones terapéuticas.

23 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


3. PREVENCIÓN
El término prevención engloba todas aquellas medidas informativas y educativas dirigidas a
la población potencialmente consumidora de drogas (Plan Nacional Sobre Drogas). Se
trataría de una intervención realizada antes de que aparezca un consumo problemático de
drogas con el objetivo de actuar en los factores de riesgo promocionando factores
protectores. Es anticiparse, es educar, pero no sólo es informar, sino también crear
habilidades y recursos personales que doten al individuo de capacidades y estrategias
necesarias para asegurar su desarrollo integral y su adecuado proceso de maduración,
además de fomentar alternativas de ocupación del tiempo libre.

Podemos clasificar las medidas de prevención en tres niveles en función de la población


objetivo:

∗ Actuaciones preventivas dirigidas a la población en general.

∗ Prevención selectiva destinada a una población evaluada como vulnerable y que


intenta responder a unas particularidades concretas.

∗ Y la prevención indicada está orientada a las personas que han desarrollado ya


conductas problemáticas.

Estos objetivos diana deben encuadrarse dentro de un programa de prevención,


entendiendo éste como un conjunto de actuaciones relacionadas entre sí para conseguir
impedir la aparición de un problema de drogodependencia, evitando o retrasando el uso y
abuso de sustancias. Un programa de prevención debe observar múltiples componentes que
permitan reducir los factores de riesgo a la vez que impulsa los factores protectores (Plan
Nacional Sobre Drogas), pudiendo encontrar en la gran mayoría de programas de prevención
los siguientes elementos constituyentes:

Cognitivo: Información sobre sustancias y riesgos del consumo.

Manejo de emociones: Aprendizaje de técnicas para el manejo de emociones.

Mejora de las habilidades sociales: Entrenamiento en habilidades de comunicación,


principalmente en asertividad y en habilidades de resistencia a la presión de grupo.

Autoestima: Mejora del autoconocimiento de sí mismo y de la autoestima.

Toma de decisiones: Aprendizaje del proceso de toma de decisiones y desarrollo del


pensamiento crítico.

Desarrollo de ocio alternativo: Educar para un ocio responsable y saludable.

Intervención familiar: Mejora de la comunicación familiar y establecimiento de


normas y límites en la familia.

24 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Además, se ha comprobado cómo determinadas
características o componentes contribuyen a la eficacia de

familiar y del desarrollo de ocio alternativo son los elementos presentes


estos programas: el fomento de los factores de protección y
reducción de los factores de riesgo; abordaje de todo tipo de

Los componentes cognitivo, emocional, de habilidades sociales y de


drogas; especificidad en cuanto a la edad de la población a la
que va dirigido; utilización de métodos interactivos y diseño a

toma de decisiones, de mejora de la autoestima y de la dinámica


largo plazo.

PREVENCIÓN DESDE LA ESCUELA

La primera pregunta a la que hay que ofrecer respuesta es


acerca de los motivos por los cuales es conveniente o necesario

en la gran mayoría de los programas de prevención.


llevar a cabo programas de prevención desde el entorno
escolar:

□ En sí mismo nos estamos refiriendo a un entorno educativo y


prevenir es parte de ese objetivo. Se trata de promover
habilidades y capacidades para proteger a los adolescentes en
situaciones de riesgo.

□La escuela o el insKtuto ofrecen unos entornos inmejorables


para acceder a la población infantil y adolescente.

□Estas instancias también permiten abordar comportamientos


de grupo atajando el problema que puede representar la
presión de grupo de manera más directa.

□El profesorado posee la formación adecuada para poder


abordar de forma satisfactoria este objetivo.

Y el cómo hacerlo plantea la siguiente cuestión a solventar:

Teniendo el compromiso de atender a la prevención de


drogodependencia en su proyecto educativo.

Recurriendo a los recursos adecuados que ofrecen las


distintas administraciones a nivel autonómico y
municipal que faciliten el acceso a recursos materiales
y humanos necesarios.

Adaptando la intervención al propio centro y a su


población estudiantil.

Garantizando una implicación amplia por parte de los


integrantes de cara a garantizar su adecuada
implementación y éxito.

25 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Incorporando, en la medida de lo posible, un espacio para la familia.

Disponiendo de las capacidades mínimas necesarias para detectar situaciones de


riesgo o problemáticas en el alumnado para poder enfrentarlas con seguridad y
decisión.

Contribuyendo a la configuración de factores de protección desde el resto de


objetivos educativos a través del fomento de la autoestima de los chicos.

(Plan Nacional Sobre Drogas)

PREVENCIÓN DESDE EL HOGAR

Algunos de los principales factores de riesgo y de protección para el abuso y la dependencia


de las drogas tienen que ver con la dinámica familiar, como por ejemplo vivir en un entorno
permisivo al uso de drogas, padres con déficits de habilidades para la gestión de sus
funciones educativas o modelos parentales de uso o abuso de sustancias.

En los últimos años, el incremento del conocimiento de la implicación de factores familiares


en la génesis y desarrollo del consumo de drogas ha revelado la necesidad de crear
programas preventivos orientados a intervenir sobre los factores, bien de riesgo bien de
protección, de naturaleza familiar.

Según información de los Planes Autonómicos de Drogas, durante 2008 han participado en
programas de prevención familiar más de 150.000 padres y se han consolidado algunos
programas estructurados como por ejemplo Moneo (Promoción y Desarrollo Social PDS) o
Protego, además de existir toda una serie de programas menos estructurados que se aplican
desde los propios centros educativos o comunitarios (Plan Nacional Sobre Drogas, 2008).

PROTEGO es un programa largo e intensivo de aplicación grupal destinado a padres y


madres que provienen de familias que presentan un alto número de factores de riesgo y que
está orientado al desarrollo y potenciación de habilidades educativas. En este programa se
abordan contenidos y objetivos tales como las funciones de la familia, objetivos de la
educación, mejora de las habildades de comunicación, reducción de los conflictos a través
del control emocional, establecimiento de normas y límites, mejora de los vínculos familiares,
fomento de la transmisión de actitudes hacia las drogas y entrenamiento en resolución de
problemas (Programa de Desarrollo Social, 2004).

El programa MONEO se basa en los mismos principios teóricos y metodológicos que


PROTEGO y se configura como una intervención breve de tres sesiones originalmente en las
que se aporta información sobre drogas y pautas educativas y se realizan ejercicios prácticos.

La población a la que van dirigidos estos programas son padres y madres de


preadolescentes en general. Posteriormente se se hicieron ampliaciones y adaptaciones a las
características de determinadas comunidades autónomas, como por ejemplo la ampliación
de la información sobre las drogas recreativas y se han reducido los contenidos relativos a

26 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


alcohol y tabaco y se ha enfatizado el componente más práctico del programa. Sus objetivos
se concretan en la siguiente tabla (Promoción y Desarrollo Social, 2006):

Sesión Título Contenido

1 Información sobre drogas Presentación del programa


Conceptos básicos sobre drogas
Información sobre alcohol, tabaco, cannabis y otras
drogas
Epidemiología básica del consumo de drogas entre los
jóvenes
Factores de riesgo y protección para el consumo de
drogas

2 Comunicación familiar Funciones educativas de la familia


Comunicación entre padres e hijos
Habilidades comunicativas
Desarrollo de una relación positiva entre padres e hijos
Ejercicios

3 Normas y límites Sentido y necesidad de las normas y límites de


conducta
Establecimiento de normas y límites familiares
Supervisión de la conducta de los hijos
Actuación ante el incumplimiento de las normas
Identificación, manejo y control de la ira
Refuerzo del cumplimiento de las normas
Ejercicios

4 Posición familiar Importancia de las normas familiares sobre uso de


sobre drogas tabaco, alcohol y otras drogas
Momentos y actitudes para hablar con los hijos sobre
las drogas
Ejercicios

PREVENCIÓN DESDE LAS INSTITUCIONES

La prevención sigue siendo una línea prioritaria de actuación desde los Planes Autonómicos
de Drogas (PAD) y para la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. La
gran mayoría están orientados a la prevención universal, si bien se viene haciendo hincapié
en las poblaciones más vulnerables como por ejemplo los menores. Además de contribuir a
los programas de prevención que se realizan desde el ámbito educativo, se promueve la
realización de campañas de prevención centradas principalmente en el consumo de tabaco y
alcohol y fueron los jóvenes los principales destinatarios de los mismos a través de medios de

27 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


comunicación como la radio, vallas publicitarias, anuncios publicitarios en televisión,
internet, etc.

Otra línea habitual de actuación es el ámbito comunitario para el desarrollo de proyectos


orientados a la construcción de espacios y actividades de ocio nocturno especialmente
orientados a la población adolescente. A su vez, se busca la colaboración activa del sector
hostelero para garantizar la dispensación responsable de bebidas alcohólicas y la reducción
de daños relacionados con las drogas en los locales de ocio.

Otro colectivo con el que se viene trabajando en los últimos años es el profesorado de
autoescuela para la aplicación de programas de prevención del consumo de drogas y su
vinculación a la conducción.

En este apartado también se debe mencionar el desarrollo de actividades formativas


subvencionadas por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas con
objetivos como la adquisición de conocimientos o el desarrollo de habilidades y actitudes
relacionadas con la problemática de la drogodependencia en profesionales sanitarios y
sociales de Atención Primaria y en profesorado.

La cobertura de programas de prevención familiar sigue siendo limitada desde las


instituciones, a pesar de que el trabajo con las familias es considerado como un objetivo de
gran relevancia.

(Plan Nacional Sobre Drogas, 2008)

PREVENCIÓN DESDE ORGANIZACIONES NO GUBERNAMENTALES

Varias asociaciones y ONG actúan en distintos ámbitos con fines preventivos.

En prevención escolar han dirigido programas enfocados a distintas etapas educativas (ABD,
CEPS, Edex, Fundación Salud y Comunidad, IREFREA, FETE-UGT y PDS); en materia de
prevención familiar (ABD, CEPS, Edex, Fundación Salud y Comunidad, GID, Osasun Ekintza y
PDS); las asociaciones de padres han mantenido distintos programas de apoyo a través de la
difusión de programas y de la organización de seminarios; en el ámbito de ocio y tiempo libre
varias asociaciones organizan actuaciones relacionadas con el ocio saludable en menores y
jóvenes a través del deporte y de otras actividades (ADES, Deporte y Vida y Deportistas
contra la Droga).

28 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


4. ETIOLOGÍA

4.1 CONCEPTOS BÁSICOS

De acuerdo a la OMS, droga es “toda sustancia que, introducida en el organismo vivo,


puede modificar una o más funciones de éste” y droga causante de dependencia “es aquella
que puede producir en un organismo vivo un estado de dependencia psíquica, física o de
ambos tipos”, entendiendo dependencia psíquica una “situación en la que existe un
sentimiento de satisfacción y un impulso psíquico que exigen la administración regular o
continua de la droga para producir placer o evitar malestar” y por dependencia física un
“estado de adaptación que se manifiesta por la aparición de intensos trastornos físicos
cuando se interrumpe la administración de la droga o se influye en su acción por la
administración de un antagonista específico. Esos trastornos, esto es, los síndromes de
abstinencia, están constituidos por series específicas de síntomas y signos de carácter
psíquico y físico peculiares de cada tipo de droga”.

Por tolerancia se entiende aquel “estado de adaptación caracterizado por la disminución de


las respuestas a la misma cantidad de droga o por la necesidad de una dosis mayor para
provocar el mismo grado de efecto farmacodinámico. Por otro lado, tolerancia cruzada es el
“fenómeno en el que se toma una droga y aparece tolerancia no sólo a esa droga sino
también a otra del mismo tipo o a veces de otro”.

También es conveniente aclarar las diferencias entre uso, abuso y dependencia de drogas.
La mayoría de los autores definen el uso y el abuso como un continuo que va desde la
primera ingesta al uso frecuente y excesivo, mientras que el grado de dependencia ocurriría
después de un período sostenido y de episodios relacionados con el abuso de drogas hasta
que aparecieran los primeros signos de tolerancia y abstinencia, aunque pueden darse
síntomas de abstinencia psicológica con anterioridad a la aparición de tolerancia y
dependencia física.

El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-IV-TR (APA, 2002) y la


Clasificación Internacional de Enfermedades CIE-10 (OMS, 1992) incluyen las ideas más
influyentes sobre la naturaleza de la dependencia y abuso de drogas a través de la
presentación de los criterios para distintos síndromes ocasionados por el uso de sustancias
psicoactivas.

29 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Tabla 15. Criterios diagnósticos según el DSM-VI-TR para la dependencia y abuso de sustancias (APA, 2002).

Criterios para la dependencia de sustancias

Un patrón desadaptativo de consumo de la sustancia que conlleva un deterioro o malestar clínicamente


significativos, expresado por tres (o más) de los ítems siguientes en algún momento de un período continuado de
12 meses:

1. tolerancia, definida por cualquiera de los siguientes ítems:


(a) una necesidad de cantidades marcadamente crecientes de la sustancia para conseguir la intoxicación o el
efecto deseado.
(b) el efecto de las mismas cantidades de sustancia disminuye claramente con su consumo continuado.

2. abstinencia, definida por cualquiera de los siguientes ítems:


(a) el síndrome de abstinencia característico para la sustancia (v. Criterios A y B de los criterios diagnósticos para
la abstinencia de sustancias específicas)
(b) se toma la misma sustancia (o una muy parecida) para aliviar o evitar los síntomas de abstinencia.

3. la sustancia es tomada con frecuencia en cantidades mayores o durante un período más largo de lo que
inicialmente se pretendía.

4. existe un deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o interrumpir el consumo de la sustancia.

5. se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención de la sustancia (p. ej., visitar a varios
médicos o desplazarse largas distancias), en el consumo de la sustancia (p. ej., fumar un pitillo tras otro) o en la
recuperación de los efectos de la sustancia.

6. reducción de importantes actividades sociales, laborales o recreativas debido al consumo de la sustancia.

7. se continúa tomando la sustancia a pesar de tener conciencia de problemas psicológicos o físicos recidivantes o
persistentes, que parecen causados o exacerbados por el consumo de la sustancia (p. ej., consumo de la cocaína a
pesar de saber que provoca depresión, o continuada ingesta de alcohol a pesar de que empeora una úlcera).

Especificar si:
Con dependencia fisiológica: signos de tolerancia o abstinencia (p. ej., si se cumplen cualquiera de los puntos 1 ó
2)
Sin dependencia fisiológica: no hay signos de tolerancia o abstinencia (p. ej., si no se cumplen los puntos 1 y 2)
Codificación del curso de la dependencia

Criterios para el abuso de sustancias

A. Un patrón desadaptativo de consumo de sustancias que conlleva un deterioro o malestar clínicamente


significativos, expresado por uno (o más) de los ítems siguientes durante un período de 12 meses:

1. consumo recurrente de sustancias, que da lugar al incumplimiento de obligaciones en el trabajo, la escuela o en


casa (p. ej., ausencias repetidas o rendimiento pobre relacionados con el consumo de sustancias; ausencias,
suspensiones o expulsiones de la escuela relacionadas con la sustancia; descuido de los niños o de las obligaciones
de la casa).

2. consumo recurrente de la sustancia en situaciones en las que hacerlo es físicamente peligroso (p. ej., conducir
un automóvil o accionar una máquina bajo los efectos de la sustancia).

3. problemas legales repetidos relacionados con la sustancia (p.ej., arrestos por comportamiento escandaloso
debido a la sustancia).

4. consumo continuado de la sustancia, a pesar de tener problemas sociales continuos o recurrentes o problemas
interpersonales causados o exacerbados por los efectos de la sustancia (p. ej., discusiones con la esposa acerca de
las consecuencias de la intoxicación, o violencia física).

B. Los síntomas no han cumplido nunca los criterios para la dependencia de sustancias de esta clase de sustancia.

30 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Tabla 16. Criterios diagnósticos según el DSM-VI-TR para la intoxicación y abstinencia de sustancias (APA, 2002).

Criterios para la intoxicación por sustancias

A. Presencia de un síndrome reversible específico de una sustancia debido a su ingestión reciente (o a su


exposición). Nota: diferentes sustancias pueden producir síndromes idénticos o similares.

B. Cambios psicológicos o comportamentales desadaptativos clínicamente significativos debidos al efecto de la


sustancia sobre el sistema nervioso central (p. ej., irritabilidad, labilidad emocional, deterioro cognoscitivo,
deterioro de la capacidad de juicio, deterioro de la actividad laboral o social), que se presentan durante el
consumo de la sustancia o poco tiempo después.

C. Los síntomas no se deben a una enfermedad médica y no se explican mejor por la presencia de otro trastorno
mental.

Criterios para la abstinencia de sustancias

A. Presencia de un síndrome específico de una sustancia debido al cese o reducción de su consumo prolongado y
en grandes cantidades.

B. El síndrome específico de la sustancia causa un malestar clínicamente significativo o un deterioro de la


actividad laboral y social o en otras áreas importantes de la actividad del individuo.

C. Los síntomas no se deben a una enfermedad médica y no se explican mejor por la presencia de otro trastorno
mental.

Tabla 17. Criterios diagnósticos según el CIE-10 para el síndrome de dependencia, de abstinencia y de abstinencia con
delirium (OMS, 1992).

Síndrome de dependencia

Conjunto de manifestaciones fisiológicas, comportamentales y cognoscitivas en el cual el consumo de una droga,


o de un tipo de ellas, adquiere la máxima prioridad para el individuo, mayor incluso que cualquier otro tipo de
comportamiento de los que en el pasado tuvieron el valor más alto. La manifestación característica del síndrome
de dependencia es el deseo (a menudo fuerte y a veces insuperable) de ingerir sustancias psicotropas (aun cuando
hayan sido prescritas por un médico), alcohol o tabaco. La recaída en el consumo de una sustancia después de un
período de abstinencia lleva a la instauración más rápida del resto de las características del síndrome de lo que
sucede en individuos no dependientes.

Pautas para el diagnóstico


El diagnóstico de dependencia sólo debe hacerse si durante en algún momento en los doce meses previos o de un
modo continuo han estado presentes tres o más de los rasgos siguientes:

a) Deseo intenso o vivencia de una compulsión a consumir una sustancia.

b) Disminución de la capacidad para controlar el consumo de una sustancia o alcohol, unas veces para controlar el
comienzo del consumo y otras para poder terminarlo para controlar la cantidad consumida.

c) Síntomas somáticos de un síndrome de abstinencia (ver F1x.3, F1x.4) cuando el consumo de la sustancia se
reduzca o cese, cuando se confirme por: el síndrome de abstinencia característico de la sustancia; o el consumo
de la misma sustancia (o de otra muy próxima) con la intención de aliviar o evitar los síntomas de abstinencia.

d) Tolerancia, de tal manera que se requiere un aumento progresivo de la dosis de la sustancia para conseguir los
mismos efectos que originalmente producían dosis más bajas (son ejemplos claros los de la dependencia al
alcohol y a los opiáceos, en las que hay individuos que pueden llegar a ingerir dosis suficientes para incapacitar o
provocar la muerte a personas en las que no está presente una tolerancia).

e) Abandono progresivo de otras fuentes de placer o diversiones, a causa del consumo de la sustancia, aumento
del tiempo necesario para obtener o ingerir la sustancia o para recuperarse de sus efectos.

f) Persistencia en el consumo de la sustancia a pesar de sus evidentes consecuencias perjudiciales, tal y como
daños31 hepáticos por consumo
Guadalupe excesivo
Manzano de alcohol,
Sánchez| estadosadicción,
Adolescencia: de ánimosexualidad
depresivos yconsecutivos a períodos de
hábitos saludables
consumo elevado de una sustancia o deterioro cognitivo secundario al consumo de la sustancia.
Continuación:

Una característica esencial del síndrome de dependencia es que deben estar presentes el consumo de una
sustancia o el deseo de consumirla. La conciencia subjetiva de la compulsión al consumo suele presentarse
cuando se intenta frenar o controlar el consumo de la sustancia. Este requisito diagnóstico excluye a los enfermos
quirúrgicos que reciben opiáceos para alivio del dolor y que pueden presentar síntomas de un estado de
abstinencia a opiáceos cuando no se les proporciona la sustancia, pero que no tienen deseo de continuar
tomando la misma.

El síndrome de dependencia puede presentarse a una sustancia específica (por ejemplo, tabaco y diazepam), para
una clase de sustancias (por ejemplo, opiáceos) o para un espectro más amplio de sustancias diferentes (como en
el caso de los individuos que sienten la compulsión a consumir por lo general cualquier tipo de sustancias
disponibles y en los que se presentan inquietud, agitación o síntomas somáticos de un estado de abstinencia, al
verse privados de las sustancias).

Incluye:
Alcoholismo crónico.
Dipsomanía.
Adición a fármacos.

Síndrome de abstinencia

Conjunto de síntomas que se agrupan según diferentes modos y niveles de gravedad que se presentan cuando hay
una abstinencia absoluta o relativa de una determinada sustancia, tras un consumo reiterado, generalmente
prolongado o a dosis elevadas. El comienzo y la evolución del estado de abstinencia están limitados en el tiempo y
están relacionados con el tipo de la sustancia y la dosis consumida inmediatamente antes de la abstinencia. El
síndrome de abstinencia puede complicarse con convulsiones.

Pautas para el diagnóstico


El síndrome de abstinencia es uno de los indicadores de la presencia del síndrome de dependencia (véase F1x.2),
por lo cual este diagnóstico también debe ser tomado en consideración.

Los síntomas somáticos varían de acuerdo con la sustancia consumida. Los trastornos psicológicos (por ejemplo
ansiedad, depresión o trastornos del sueño) son también rasgos frecuentes de la abstinencia. Es característico que
los enfermos cuenten que los síntomas del síndrome de abstinencia desaparecen cuando vuelven a consumir la
sustancia.

Los síntomas del síndrome de abstinencia pueden inducirse por estímulos condicionados o aprendidos, aun en la
ausencia de un uso previo inmediato de la sustancia. En estos casos el diagnóstico de síndrome de abstinencia
sólo se hará si lo requiere su gravedad.

El diagnóstico de síndrome de abstinencia puede concretarse más:


No complicado.
Con convulsiones.

Síndrome de abstinencia con delirium

Trastorno en el que un síndrome de abstinencia se complica con un delirium.

Los síntomas prodrómicos típicos son insomnio, temblores y miedo. A veces el comienzo está precedido por
convulsiones de abstinencia. La tríada clásica de síntomas consiste en obnubilación de la conciencia y estado
confusional, alucinaciones e ilusiones vividas en cualquier modalidad sensorial y temblor intenso. Pueden
aparecer también ideas delirantes, agitación, insomnio, inversión del ciclo sueño-vigilia y síntomas de excitación
del sistema nervioso vegetativo.

Excluye:
Delirium no inducido por alcohol u otras sustancias psicotropas.

32 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


4.2 TEORÍAS EXPLICATIVAS

Hace dos décadas empiezan a surgir estudios y trabajos que empiezan a plantear posibles
diferencias entre las características de la conducta adictiva de un adolescente y la
manifestada por un adulta. Algunas de las diferencias reseñadas han sido por ejemplo:

• El patrón de uso: los adolescentes tienden a realizar un consumo notablemente


ligado al tiempo de ocio y son proclives al policonsumo, por ejemplo: alcohol y
cannabis.
• Funcionalidad del consumo: el distanciamiento o la búsqueda de diferenciación del
grupo normativo suelen ser un motor importante en el inicio o mantenimiento de la
conducta adictiva por parte de los adolescentes, condición que no es relevante para
los adultos.
• Diferencias en el curso de los trastornos de abuso y dependencia de sustancias: se
presentan con más rapidez una vez iniciado el consumo que en el caso de los adultos.
• Diferencias respecto a las áreas afectadas.

A continuación, se pasan a revisar las principales teorías explicativas sobre el fenómeno de


las drogodependencias desde la teoría del aprendizaje.

El consumo continuado de sustancias psicoactivas produce una gran variedad de respuestas


aprendidas que se han clasificado en base a los paradigmas de condicionamiento clásico y
operante. Tampoco se puede pasar por alto el importante papel que juegan los estados
afectivos así como la influencia que pueden ejercer determinadas variables de personalidad.

Y finalmente, se atenderá a un modelo integrador que también integra una visión secuencial
del proceso de drogodependencia.

Condicionamiento Clásico

Desde la perspectiva del condicionamiento clásico, el deseo o “craving” se entiende como


una respuesta condicionada que se produce cuando el sujeto adicto se expone a
determinados estímulos que quedaron asociados con las conductas de búsqueda y consumo
de la droga, de tal manera que cuando el sujeto se exponga a situaciones que en el pasado se
aparearon con su conducta adictiva experimentará una respuesta condicionada (deseo o
“craving”) que motivará su búsqueda y consumo.

Fue Wikler (1965) quien observó que los individuos que habían sido adictos a los opiáceos a
veces mostraban señales de un síndrome de abstinencia meses más tarde de haberse
administrado la droga durante las sesiones de grupo cuando hablaban sobre sus
experiencias. Estas observaciones le llevaron a plantear un proceso de condicionamiento
según el cual varios episodios de abstinencia (RI) podrían haberse apareado con estímulos
ambientales (EECC) y la presencia de estos últimos provocaría una respuesta condicionada de
abstinencia, la cual motivará, mediante un proceso de refuerzo negativo, la recaída en un
intento de aliviar la respuesta condicionada de abstinencia. Esta teoría se la conoce como
teoría de la Abstinencia Condicionada.

33 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Otro acercamiento dentro de la perspectiva del condicionamiento es la teoría del
Condicionamiento de la Respuesta Compensatoria basada en la teoría de la respuesta
compensatoria de Siegel (1975, 1978). Este autor fue el primero en relacionar las
observaciones sobre la tolerancia conductual con la existencia de un proceso de
condicionamiento clásico. Según la teoría del condicionamiento de la respuesta
compensatoria, la respuesta condicionada RC tipo abstinencia no se debe a que los estímulos
relacionados con el consumo hayan quedado asociados a un estado de abstinencia, sino que
los estímulos asociados a la administración de la sustancia elicitan respuestas condicionadas
RRCC que son de naturaleza opuesta a los efectos incondicionados de la droga. Si la RC que
elicita la estimulación ambiental es de signo opuesto al efecto de la droga EI, entonces se
produce una respuesta condicionada compensatoria. Y si ésta interactúa con los efectos
incondicionados de la droga, el resultado será una debilitación progresiva de dichos efectos a
medida que la RC vaya en aumento. Claramente, la autoadministración de una droga altera la
homeostasis del organismo dando lugar a una respuesta refleja opuesta a los efectos de la
droga como una forma de restablecer el equilibrio perdido. Esta respuesta de tipo tolerancia
cruzada fue conceptualizada por Wikler (1973) como “contradaptación”.

Pero pese a la diferencia planteada con respecto a la teoría de Wikler, su efecto sería el
mismo: el sujeto consumirá la droga para aliviar el estado de deseo inducido por los EECC de
valencia negativa.

No obstante, desde el condicionamiento no se explicaría de forma exclusiva el fenómeno


complejo que constituye la tolerancia aunque su abordaje es reseñable. Siegel y otros (1982)
mostraron que la tolerancia específica a situaciones puede proteger al organismo de la
muerte tras una sobredosis de opiáceos. Esta respuesta condicionada compensatoria se
puede dar en consumidores de opiáceos que no han llegado a desarrollar la dependencia
física y que consumen intermitentemente.

El síndrome de abstinencia también puede explicarse desde el condicionamiento


pavloviano. Según Wikler (1965), el síndrome de abstinencia SA se relaciona en repetidas
ocasiones con los estímulos presentes durante la búsqueda de la droga como pueden ser
lugares o personas y que actuarán como EECC con capacidad para elicitar por sí mismos
respuestas de abstinencia condicionada, de ahí que adictos desintoxicados, al regresar a su
entorno habitual, entorno en el que se daba la búsqueda y consumo de la sustancia,
experimentaran RC compensatoria en forma de síntomas físicos como náuseas o taquicardia.

Igualmente a la producción de respuestas compensatorias por EECC, también tienen lugar


las respuestas condicionadas similares a través del apareamiento de estímulos concretos con
la administración de la droga de tal manera que éstos llegan a producir efectos similares a los
de la droga (Lynch y otros, 1973). Sin embargo, la extinción de este tipo de RC se produce con
anterioridad a la de las RC compensatorias (O’Brien y otros, 1993). Según estos mismos
autores, es más probable que los paradigmas de condicionamiento generen RRCC similares a
los efectos de los estimulantes y RRCC compensatorias en el caso de los opiáceos.

Según lo que se viene comentando, las RRCC compensatorias sirven para atenuar los efectos
de la sustancia, pero ¿qué ocurriría si estos efectos anticipatorios no fueran seguidos por la
administración de la droga? En esta situación, la RC compensatoria elicitada por las señales
34 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables
ambientales podría constituir el síndrome de abstinencia. El resultado de la respuesta
preparatoria del organismo induciría, ante la falta del cambio producido por la sustancia en el
organismo, un desequilibrio homeostático en forma opuesta a la provocada por la droga. La
generación condicionada de este estado afectivo de valencia negativa tendría la función de
incrementar el valor de incentivo de la droga (Siegel, 1981), por lo que nos adentraríamos en
el componente motivacional del consumo de drogas (Solomo y Corbit, 1974). Son varios
estudios los que demuestran como las respuestas compensatorias incrementan el deseo de
consumo: Ludwig y Stark (1974), Mathew, Claghorn y Largen (1979), O’Brien (1976) y
Teasdale (1973).

Por otro lado, también existen estados emocionales a modo de estímulos internos, que
elicitan el síndrome de abstinencia y el deseo. Si ante la vivencia de determinadas emociones
el sujeto ha venido haciendo uso de la droga esa
emoción puede funcionar como un EC que provoca
querencia o bien síndrome de abstinencia si no se
efectúa el consumo. Teorías desde el Condicionamiento
Clásico:
Dentro de los modelos de condicionamiento que
Teoría de la Abstinencia
pretenden explicar el craving o deseo nos
Condicionada
encontramos con un segundo posicionamiento que
resalta el valor reforzante de la droga como origen Teoría de la Respuesta
del deseo de tal manera que aquellos estímulos Compensatoria
asociados al consumo, y por tanto a sus resultados
Expectativa del valor reforzante
reforzantes, pasan a convertirse en elicitadores de
expectativas de tales efectos (Marlatt, 1985). Teoría de los Dos Procesos

Las formulaciones desde el condicionamiento Modelo de Condicionamiento


clásico de la Abstinencia Condicionada y de la Apetitivo
Respuesta Compensatoria explican la motivación del
consumo siguiendo la teoría de los Dos Procesos de
Mowrer (Mowrer, 1947) según la cual los estímulos asociados a las situaciones de consumo
quedarán relacionados mediante condicionamiento clásico al consumo o a la abstinencia
dando lugar a una respuesta condicionada de valencia negativa que consiste en un estado
emocional negativo. Y por otro lado, y por un proceso de condicionamiento instrumental de
refuerzo negativo, el sujeto aprenderá que la conducta de consumo alivia el malestar
emocional.

Resumiendo, prácticamente la totalidad de las teorías que han surgido para explicar el
deseo respecto al consumo de drogas asumen que éste se caracteriza por un estado
subjetivo-emocional-motivacional cuyo origen sitúan en el síndrome de abstinencia o bien en
la expectativa de su efecto reforzante (Tiffany, 1990). Sin embargo, este mismo autor
defiende que el craving no es suficiente para explicar la conducta de consumo a raíz de la
existencia de datos que demuestran que hay consumidores que aparentemente no
experimentan deseo, que a una recaída no siempre le antecede la experiencia de craving y
que ésta no siempre lleva a una recaída. Para abordar esta cuestión, Tiffany (1990) propone
un modelo cognitivo que se detalla en un apartado posterior.

35 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Condicionamiento Operante

Partimos de la premisa básica del condicionamiento operante consistente en la


determinación de la probabilidad de una conducta en función de sus consecuencias, de tal
manera que una droga funciona como reforzador si tiene capacidad para incrementar o
mantener la conducta a la que sigue. Además, el reforzamiento con drogas pertenece a los
eventos reforzantes naturales como son también la comida o la actividad sexual. Por otro
lado, un estímulo que precede y señala la ocasión de emitir determinada conducta que va
seguida de reforzamiento se conoce como estímulo discriminativo ED.

Según Spragg (1940), las drogas pueden funcionar como reforzadores de la conducta, y así
igual que hicieran otros autores en años siguientes que han demostrado el valor reforzante
positivo de los opiáceos (veáse Woods y Schuster (1971), Schwartz y Marchok (1976),
Thompson Schuster (1964), Liebson y otros (1978) y Wikler (1980)), pese a la prevalencia de
las reacciones disfóricas con el consumo continuado.

Las consecuencias negativas en forma de síndrome de abstinencia tras la interrupción del


uso de drogas se convirtieron en el aspecto central de la investigación en adicciones. Las
drogas, principalmente opiáceos, al funcionar como reforzadores negativos mantienen la
conducta de búsqueda y consumo de la droga por el estado aversivo que alivian, es decir,
mediante la eliminación del síndrome de abstinencia. En el caso de drogas como la cocaína o
las anfetaminas que no producen un síndrome de abstinencia característicos actuarían como
reforzadores negativos al aliviar los síntomas de distrés que su no consumo ha ocasionado
(J.L.Graña & A.García, 1994).

El desarrollo de la tolerancia puede ser aversivo en cierto grado debido a la reducción


progresiva en la eficacia del poder reforzador de la droga lo que conlleva unas altas dosis
para la obtención de efectos mínimos.

Wikler (1965) y Lindesmith (1947) explicaron que uno de los determinantes más
importantes del consumo crónico de opiáceos son las conductas de evitación y de escape del
síndrome de abstinencia. Sin embargo, autores como Nichols y otros (1956) y Nichols (1965)
defienden que la dependencia física y el síndrome de abstinencia no son suficientes para
generar una conducta de búsqueda y consumo de opiáceos, tal y como se demuestra con
pacientes con problemas médicos que han sido tratados con opiáceos y que una vez
finalizado el tratamiento no aparece la conducta de consumo.

La dependencia física contribuye a los efectos reforzantes de los opiáceos y el síndrome de


abstinencia puede determinar la pauta de uso sin que aún estén claro sus papeles en la
determinación de esta conducta.

Además, las conceptualizaciones más recientes acerca del síndrome de abstinencia han
empezado a centrar su atención en los aspectos que son comunes a todas las drogas de
abuso y deben ser considerados más de tipo motivacional (F.K.George & M. LeMoal, 1997).

Los fenómenos adictivos están relacionados tanto con los efectos positivos de las drogas
como con la necesidad que se genera en el adicto para paliar las consecuencias negativas de
la ausencia de la misma. Los efectos reforzantes de las drogas de abuso parecen ser

36 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


responsables del inicio y establecimiento del fenómeno adictivo. Por otra parte, los efectos
negativos relacionados con la abstinencia de la droga resultan cruciales para el
mantenimiento del proceso adictivo y la tendencia a la recaída tras periodos prolongados de
abstinencia (G.F.Koob & M. Le Moal, 1997).

Por otra parte, es preciso atender al hecho de que la pauta de autoadministración de las
drogas está probablemente bajo los efectos de programas de reforzamiento intermitente ya
que la disponibilidad y la calidad de la droga no es siempre la misma, de ahí que la conducta
problema presente altas tasas de ocurrencia y sea más resistente a la extinción. Se ha
demostrado que los programas de reforzamiento intermitente juegan un papel importante a
la hora de establecer cadenas de conducta y en este contexto los reforzadores condicionados
adquieren gran relevancia en el mantenimiento de la conducta de búsqueda y consumo de
opiáceos. Un reforzador condicionado adquiere las propiedades reforzantes a través de un
proceso de condicionamiento. Fue Skinner quien observó que los eventos ambientales que
seguían a una respuesta operante incrementaba la probabilidad de ocurrencia de la conducta
y al mismo tiempo servían como reforzadores condicionados para la conducta operante
(R.T.Kelleher, 1966 y Skinner, 1977).

Teoría del Proceso Oponente de la Motivación Adquirida

Es una de las teorías más utilizadas para explicar la adquisición y el mantenimiento de las
drogodependencias y fue formulada por Solomon y colaboradores (Solomon, 1980; Solomon,
1977; Solomon y Corbit, 1974). Plantearon que todos los procesos afectivos primarios
(placer, miedo) se elicitan por la presencia de un estímulo incondicionado y que
correlacionan estrechamente con la intensidad, cualidad y duración del mismo. Además,
estos estímulos incondicionados tienen capacidad para producir en el organimo estados
sensibles a pequeños cambios que se producen en el estímulo y en reducidas ocasiones
muestran respuestas de sensibilización o habituación.

En el caso del consumo de drogas, la aparición del estímulo activador de la emoción, como
puede ser esnifar una raya de cocaína, suscita inicialmente una reacción emocional intensa
de euforia que rápidamente alcanza su punto máximo. Esta reacción va seguida de una fase
posterior de adaptación durante la cual la respuesta emocional que apareciera en el inicio
disminuye hasta estabilizarse en un punto de equilibrio. El estímulo, la raya de cocaína,
continúa produciendo una respuesta emocional de euforia en esta fase. Cuando el estímulo
desaparece, el estado emocional se transforma y da lugar a la aparición de unos sentimientos
opuestos a los que se producían en presencia del estímulo tanto física como
psicológicamente. Esta inversión del estado emocional se denomina posreacción afectiva. A
medida que la adicción se va desarrollando, el estímulo elicitará una respuesta emocional
cada vez más suave mientras que la reacción afectiva opuesta será mucho más fuerte que en
el patrón estándar de adquisición (Graña, 1994).

Según esta teoría, los cambios emocionales observados cuando se consume una droga y
posteriormente se retira, reflejan el resultado neto del proceso primario y del proceso
oponente de tal manera que éste último empieza a oponerse al proceso primario de tipo

37 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


placentero y su fortalecimiento viene provocado por la repetida exposición al estímulo
(Graña, 1994).

Propuestas Cognitivas

Los modelos cognitivos están basados en la asunción de que las respuestas a la droga y las
señales relacionadas con ella implican varios procesos cognitivos, así como expectativas en
cuanto a los efectos placenteros de la sustancia y la creencia de la persona en su propia
habilidad de vencer el deseo de consumo. Estos enfoques investigan los procesos que
controlan las funciones mentales, tales como comunicación, aprendizaje, clasificación,
representación de conocimientos, resolución de problemas, planificación, reconocimiento y
toma de decisiones. Los modelos de condicionamiento convencional del craving a menudo
han invocado procesos cognitivos como centrales en el desarrollo del craving, aunque no
describieron como podrían operar estos procesos cognitivos (Sánchez-Hervas, 2001).
Marlatt y Gordon, desde su teoría del Aprendizaje Social, desarrollan un modelo cognitivo
de la recaída aunque también proporcionan un marco comprensivo del craving en el cual se
postula la existencia de una serie de circunstancias precipitantes potenciales
desencadenantes del consumo y por tanto de la recaída que distingue entre factores
ambientales e interpersonales. Entre estos factores los autores destacan los estados
emocionales negativos como variable ambiental y el conflicto interpersonal y la presión social
como variables interpersonales. Entre estos factores también queda recogido el craving
como factor precipitante de recaída. Además, identifica un nuevo componente del craving de
tipo cognitivo: las expectativas del efecto reforzante de la droga.

Estos desencadenantes, si bien son necesarios, no los elevan a categoría de suficientes para
ocasionar un consumo. Para que éste se produzca tiene que concurrir una modificación en
las creencias del sujeto sobre sus capacidades y sus expectativas de actuación futura.

Otra teoría importante dentro de las propuestas cognitivas es la teoría del Procesamiento
Cognitivo de Tiffany (Tiffany, 1990) en la que el autor plantea una definición de craving que
remite la concepción del mismo como categorización cognitiva de un estado motivacional. Lo
entiende como un epifenómeno no relacionado causalmente con el consumo. Se trata de
una teoría que se basa en la diferencia entre procesos cognitivos automáticos y controlados.
Los primeros se encuentran en la base de las conductas que responden a situaciones
conocidas que están sobreaprendidas y que realizamos sin esfuerzo cognitivo. Por su parte,
los procesos controlados se encargan de las situaciones novedosas realizadas con esfuerzo y
de forma voluntaria. Este tipo de proceso no automático se activa en la adquisición o
aprendizaje de cualquier capacidad, ante el encuentro inesperado de dificultades en tareas
ya automatizadas o a la hora de impedir la ejecución de secuencias automáticas cuando se
producen cambios en la demanda de la situación. Según los postulados defendidos por
Tiffany, las conductas de búsqueda y consumo de droga en los sujetos adictos estarían
regidas por procesos automáticos principalmente, si bien la presencia de craving indicaría la
intervención de procesos controlados. Según esta teoría, el craving aparecería únicamente
en dos situaciones: cuando el sujeto quiere consumir pero encuentra obstáculos para hacerlo
y cuando el sujeto quiere permanecer abstinente e intenta impedir la realización de la
secuencia automática de búsqueda y consumo (Sánchez-Hervas, 2001).

38 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Para el modelo del Doble Afecto, el craving es controlado por sistemas complejos de
procesamiento de la emoción que influyen en las respuestas fisiológicas, la emoción y la
conducta de búsqueda de la droga. El craving estaría producido por un sistema emocional
negativo (estados emocionales negativos, eventos aversivos, síndrome de abstinencia) y un
sistema emocional positivo (estados emocionales positivos y dosis pequeñas de droga). Los
sistemas de craving estarían estructurados en un nivel cognitivo en redes de memoria con la
información sobre los estímulos que activan el sistema de craving. Estas redes se activarían
ante la presencia de estímulos ambientales equivalentes a los almacenados (Sánchez-Hervas,
2001).

Se han desarrollado un gran número de teorías para


explicar el consumo de sustancias que generalmente
Propuestas Cognitivas:
se centran en un único aspecto para explicar dicha
Teoría del Aprendizaje Social problemática, sin embargo, en los últimos años se
han venido postulando teorías explicativas más
Teoría del Procesamiento
complejas a fin de integrar toda la información de la
Cognitivo
que a día de hoy se dispone. Elisardo Becoña en 1999
Modelo del Doble Afecto postuló un modelo comprensivo y secuencial de las
fases para el consumo de drogas en la adolescencia.
Según el modelo que este autor plantea se
consideran distintas etapas por las que una persona
pasa respecto al conocimiento, contacto y consumo o no de una sustancia. Las fases que
contempla son las siguientes:

1. FASE PREVIA O DE PREDISPOSICIÓN

Hay una serie de factores que incrementan o disminuyen la probabilidad de consumo de


drogas y que están presentes en el momento en que la persona puede llevar o no a cabo
el consumo. Estas variables antecedentes se pueden dividir en factores de tipo biológico,
psicológico y sociocultural.

Dentro del primer tipo, algunos estudios han demostrado la existencia de


predisposición biológica para distintas sustancias. Los estudios muestran que la
predicción del abuso o dependencia de drogas se relaciona con un problema de alcohol
en los padres biológicos y con tener familiares biológicos con problemas antisociales, lo
que predice una personalidad antisocial que correlaciona de forma alta con el abuso de
drogas. Sin embargo, la explicación con base genética sólo afecta a un número reducido
del porcentaje total de personas con problemas de adicción.

El elemento cultural también es de gran relevancia para entender el fenómeno de las


drogodependencias, de ahí que se tenga en cuenta como factor predisponente. En los
últimos años las sociedades han venido estando expuestas a sustancias previamente
desconocidas y han ido adoptando formas de uso de drogas que parecen inicialmente
seguras pero que luego no era así. Nuevas sustancias se expanden a lo largo de todo el
mundo e Internet abre nuevas posibilidades a esta expansión, y también han ido

39 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


surgiendo nuevas formas de consumo. En la sociedad actual se ha pasado además de un
uso ritualizado de algunas sustancias a un uso abusivo y descontrolado en vistas de
satisfacer nuevas necesidades. Dentro de este tipo de factor no se debe olvidar la familia
como principal agente de riesgo y protección en el uso de drogas, sobre todo lo que tiene
que ver con el clima emocional familiar. Diferentes estudios confirman la relación entre
el uso de drogas en los hijos y un ambiente familiar conflictivo y hostil (Herman y
McHale, 1993; Otero et al., 1989). Pons, Berjano y García (1996) defienden que las
interacciones padre-hijo caracterizadas por la ausencia de conexión y por la
sobreimplicación maternal en las actividades de sus hijos se relacionan con la iniciación
del adolescente en el consumo de sustancias. Por su parte, Fernández et al. (2003)
señalan que las variables relacionadas con el consumo de drogas de síntesis en población
juvenil son vivir solo con uno de los padres, hostilidad familiar y consumo de drogas por
parte de amigos y familiares entre otros factores de carácter psicológico.

“Los factores vinculados al grupo de iguales abarcan un amplio espectro de influencias


que tienden a concretarse en algunos supuestos, corroborados en recientes informes
institucionales (D.G.P.N.S.D., 2005, 2006, 2007) tales como que la información primaria
sobre las drogas es proporcionada por los amigos, la iniciación al consumo se suele
producir de la mano de miembros cercanos del grupo de iguales, la incitación explícita o
inducción persuasiva se puede producir por amigos consumidores, la actuación del grupo
como facilitador del acceso a las drogas, las modificaciones en las percepciones de riesgo
se asocia a una expectativa de aceptación grupal o la adaptación de creencias grupales
como representaciones compartidas o la actuación del grupo de iguales como elemento
alienante de forma tal que la sumisión al ideal colectivo puede incluso motivar
reformulaciones de identidades en proceso de construcción e incluso renuncias expresas a
una parte del sí mismo, entre otros factores. La presión e incitación del grupo de iguales,
explicita o interpretada por el adolescente como tal, constituye uno de los factores
psicosociales críticos que influyen sobre la iniciación y posterior mantenimiento de
conductas de consumo de drogas” ( Moral, 2007).

Los hábitos de consumo de alcohol y otras drogas se han ido afianzando entre los
jóvenes españoles como seña identificativa de prácticas lúdicas de fin de semana
compartidas con el grupo de iguales, como por ejemplo en espacios vivenciales a través
de la manifestación de prácticas ritualizadas de consumo grupal de alcohol bajo el
fenómeno denominado botellón (Aguilera, 2002).

Todo esto sin olvidar tampoco que vivimos en una sociedad basada en el uso
apaciguador y reconstituyente de las drogas (farmacolización) que legitima su propio
uso.

Aunque no se constata la existencia de una personalidad pretoxicómana, se ha


comprobado que determinadas características de personalidad se convierten en factores
de predisposición que favorecen un estado de vulnerabilidad para el consumo de
sustancias, principalmente en lo que respecta a la valoración de sus efectos reforzantes
(Spielberger, 2004).

40 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Dentro de los factores psicológicos de predisposición se alude frecuentemente a los
siguientes rasgos:

a) Hedonismo o rasgos de personalidad tendentes a la búsqueda de la satisfacción.


Se observa una tendencia general a considerar que el consumidor habitual
parece estar más motivado por la búsqueda del placer o la evitación del displacer
que el consumidor ocasional o de drogas legales (Alonso-Fernández, 2003 y
Echeburúa, 2000).

b) Impulsividad y búsqueda de sensaciones: los jóvenes que puntúan alto en estos


rasgos mostrarían una mayor tendencia a experimentar con drogas
principalmente en edades más tempranas (Comas, 1985; Florez, 1984; Galizio y
Stee, 1983; Gonzalez Audikana, 1995; Moncada, 1996; Montanes, 1992;
Rodriguez-Martos, 1985). Además, el estilo impulsivo de resolución de
problemas parece que modera la relación entre estresores y consumo, de tal
forma que cuando la impulsividad es alta la relación entre estresores y consumo
es menor, ya que con independencia del número de estresores estos
adolescentes tienden a presentar un consumo mayor, mientras que cuando el
estilo es poco impulsivo son únicamente los adolescentes sometidos a muchos
estresores los que presentarían un alto consumo (Calvete y Estévez, 2009).
Asimismo, se ha encontrado que la impulsividad predice el desarrollo posterior
de consumo de alcohol en adolescentes no consumidores de alcohol en un inicio
(Allen, Moeller, Rhoades & Cherek, 1998).

c) Abulia como estado emocional transitorio que afecta a la voluntad. Se ha


constatado su implicación en el consumo de sustancias (Vallejo-Nájera, 1997;
Cánovas, 1997; Moral et al., 2004).

d) Fluctuaciones en el estado ánimico. Se ha investigado sobre la posibilidad de que


la depresión sea un factor predictor del consumo de sustancias aunque también
se debe tener en cuenta que puede ser el consumo el predictor de dicha
sintomatología (Alfonso e Ibáñez, 1992). Por otro lado, se ha demostrado que el
estrés es un factor asociado a la conducta adictiva (Nadal, 2008), esto ha llevado
a sugerir que el consumo de alcohol y tabaco y de otras drogas podrían
representar intentos disfuncionales de manejo de estas dificultades de
adaptación (Arellanez-Hernández, Díaz, Wagner-Echeagaray y Pérez, 2004;
Griffin, Séller, Botvin y Díaz, 2001).

e) Agresividad como factor etiológico. Se ha constatado que la agresivida temprana


es uno de los factores que muestran una mayor asociación con el uso
problemático de drogas, a los que se suman otros problemas de conducta como
rebeldía, pobre autocontrol o conducta antisocial (Martínez, García, Domingo y
Machín, 1996).

f) Búsqueda de atención, rebeldía, como mecanismo a través del cual se busca la


aprobación grupal mediante un intento de destacar (González Calleja, 1996).

41 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Cuando se habla de sustancias ilegales puede constituir un comportamiento de
burla a los mandatos sociales, como un modo de transgresión de normas.

g) Locus de control externo, principalmente cuando se establece en forma de sesgo


atribucional. Calafat, Mejías, Amengual y Palmer (1992) investigaron la relación
entre el tipo de control predominante y el consumo de drogas, encontrando que
los adolescentes con locus de control externo y baja tolerancia a la frustración
son más influenciables por sus amigos. De ahí que se considere la dependencia
del exterior asociada a la necesidad de aprobación social como factor
predisponente (González Calleja, 1996; Orte, 1993).

h) Autoconcepto físico: Algunos estudios parecen apoyar la idea de que


autoconcepto físico presenta relación con las conductas de consumo de tabaco y
alcohol en concreto (Moreno, 2009; Oliva, 2008; Shedler, 1990), mientras que las
conclusiones a las que se llega en otras investigaciones postulan escasa o nula
relación (Inglés, 2007; Jiménez, 2008; Moreno, 2005).

i) Factores cognitivos. Desde la Terapia Cognitiva se ha propuesto que


determinados estilos cognitivos, solos o en interacción con los acontecimientos
estresantes, actuarían como factores de riesgo para el desarrollo de problemas
de conducta. Algunas investigaciones han resaltado el papel de esquemas
cognitivos relacionados tanto con la dificultad para ejercer el autocontrol como
con sesgos en la visión de uno mismo, y más en concreto con la presencia de un
narcisismo disfuncional (Barry, 2007 y Calvete, 2008). Además, parece ser que las
dificultades en el establecimiento de los límites internos y de las
responsabilidades respecto a los demás, constructo denominado “Límites
deteriorados”, se asocia a las adicciones (Young, 1993). Este dominio de
esquemas cognitivos disfuncionales incluye la idea de que uno es superior al
resto y por tanto merecedor de derechos y privilegios y la idea de que uno carece
de autocontrol para lograr los objetivos personales o para controlar la excesiva
expresión de los propios impulsos. Por otro lado, los esquemas cognitivos
podrían actuar como factor de riesgo para el consumo de drogas especialmente
cuando se combinan con un estilo impulsivo de resolución de problemas que
impediría la reflexión necesaria sobre las consecuencias de las conductas de
riesgo (Calvete, 2009). También hay que tener en cuenta en este punto la
influencia que pueden ejercer las actitudes y las creencias específicas de las
drogas sobre la conducta de inicio al consumo. Aunque no se podido constatar
una correspondencia biunívoca entre actitud y conducta, sí que se ha encontrado
un estrecho vínculo entre actitudes favorables y de rechazo hacia las drogas y la
conducta de consumo (Botvin, 1992). También se constata que los individuos que
abusan de las drogas tienen unas expectativas diferentes respecto a los
probables efectos del consumo de sustancias con respecto a quienes no
consumen (Novacek, 1991).

42 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


2. FASE DE CONOCIMIENTO

Distintas sustancias han estado en nuestro entorno desde tiempos inmemoriales y el


contacto que un sujeto vaya a tener con ellas va a depender de la disponibilidad, del
interés que surja por ellas en determinado momento y de si otras personas relevantes
para el sujeto hacen uso de ellas e inducen al consumo. Conforme la persona va
avanzando en edad y en deseo de autonomía, el conocimiento de las drogas pasará de
ser pasivo a ser más activo, circunstancia que hace más probable el inicio en el consumo.

Tanto el ambiente en el que la persona vive e interacciona, como el aprendizaje, la


socialización y las expectativas influyen en esta segunda fase de conocimiento en una
interacción mutua.

Las investigaciones parecen coincidir en que las personas más conscientes de los efectos
dañinos de las drogas son menos tolerantes con el uso de sustancias y es menos
probable que desarrollen la adicción. Sin embargo, los conocimientos sobre los daños
ocasionados por las drogas jugarán un papel poco significativo en el adolescente si posee
un bajo autoconcepto y siente la necesidad de usar drogas para realzar su posición en el
grupo (González, 1996).

3. FASE DE EXPERIMENTACIÓN E INICIO AL CONSUMO

En este punto también existen una serie de factores que incrementan la probabilidad de
consumir drogas, al igual que se dan otros de protección al respecto. Entre los primeros
hay que señalar la disponibilidad de la sustancia, la accesibilidad y el precio de la
sustancia, tipo de droga de que se trate y percepción del riesgo de la misma, creencias y
actitudes hacia el consumo y la existencia de habilidades de afrontamiento de estados
emocionales disfóricos.

4. FASE DE CONSOLIDACIÓN: DEL USO AL ABUSO Y A LA DEPENDENCIA

En función de las consecuencias que siguen al consumo de la sustancia la persona


decidirá si continuar el consumo o no, tanto las que perciba física y psicológicamente en
sí mismo, como las originadas en su entorno. También se sabe que el estado emocional
es una importante variable en este momento.

5. FASE DE ABANDONO O MANTENIMIENTO

Cualquier conducta discurre a lo largo de un continuo temporal en el que la persona


puede seguir realizando la misma o bien dejar de hacerla en función de las consecuencias
percibidas.

43 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


6. FASE DE RECAÍDA

La adicción consolidada puede considerarse como una conducta aprendida de difícil


extinción y está asociada con una tendencia natural a la recaída. Uno de los errores más
frecuentes es equiparar un uso concreto de la sustancia con un proceso de recaída. En
realidad, se le denomina recaída a todo el proceso que va desde la abstinencia
mantenida hasta la adicción activa, es decir, hasta los patrones de comportamiento y
pensamiento típicos de la adicción que ya se habían superado. Esta misma definición ya
indica que para poder hablar de recaída una persona debe haber estado previamente en
un estado de abstinencia durante un período de tiempo significativo. El proceso de
recaída puede ser detenido no obstante por la propia iniciativa de la persona o por la
intervención de terceros que sirvan de apoyo a la persona con adicción (Alvarado, 2002).

44 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


4.3 FACTORES DE RIESGO Y PROTECCIÓN

Por sus características evolutivas, como la búsqueda de identidad personal e independencia,


alejamiento de los valores familiares y énfasis en la necesidad de aceptación por el grupo de
iguales, la adolescencia se convierte en la etapa evolutiva con mayor riesgo de inicio del
consumo de drogas (Sussman, Unger y Dent, 2004). Además, las personas de esta generación
se caracterizarían, respecto a las anteriores, por tener una visión negativa sobre el futuro,
principalmente por la reducida expectativa profesional, todo lo cual favorece los problemas
relacionados con conseguir la autonomía, la independencia y la autoidentificación.

Existen toda una serie de variables que explican la iniciación en el consumo de drogas:

Factores sociales

Son factores de riesgo de la comunidad la propia desorganización comunitaria, un escaso


apego al vecindario, leyes y normas favorables al consumo de drogas, y disponibilidad
percibida de drogas y armas.

Por otro lado, es indudable que el ocio y el tiempo libre se están convirtiendo cada vez más
en un fenómeno característico de las sociedades más avanzadas, entre las que nos
encontramos. Como es bien sabido, en los jóvenes se ha producido en los últimos años una
importante transformación de la diversión y de los hábitos de consumo asociados con ella. La
vida recreativa, el pasarlo bien, el salir de marcha, se ha convertido en un nuevo fenómeno,
más que por nuevo, ya que la gente se ha divertido siempre, por sus nuevas características.

El consumo de drogas tiene como base un proceso de socialización en el que influye la


familia como transmisora de creencias, valores y hábitos que condicionan más adelante la
probabilidad de consumo (Becoña, 2001; Secades, Fernández-Hermida y Vallejo, 2005).

Hoy sabemos que la familia tiene más importancia de lo que se pensaba hace años, en
relación con los iguales, en la adolescencia (Kandel, 1996). De ahí que una buena educación
familiar es importante. Por contra, sabemos que los problemas familiares se han
incrementado de modo acusado en las últimas décadas. Se han propuesto distintas
explicaciones para la existencia de un mayor número de problemas maritales, junto a
separaciones y divorcios, que hace décadas, como la existencia de factores sociales y
económicos que caracterizan a la sociedad actual, trabajar ambos cónyuges fuera de casa,
tener menos tiempo disponible para dedicarle a los hijos, primar la creencia de que los hijos
solo quieren cosas materiales y no afecto, pensar que los hijos son una cosa más, etc.
Además, autores como Rojas, Fleiz, Medina, Moron y Domenech (1999) afirman que el
consumo de alcohol aparece con la aceptación parental de dicha sustancia.

Diversas investigaciones han puesto de manifiesto que los adolescentes que se sienten más
próximos a sus padres son los que mantienen más confianza en sí mismos, muestran más
competencia conductual, más independencia responsable y se implican en menos conductas
de riesgo, como el consumo de drogas y las conductas delictivas (ver Collins y Gunnar, 1990;
Lamborn et al., 1991). A modo de ejemplo, en nuestro país, se ha encontrado que tanto una
buena relación con los padres (Muñoz-Rivas y Graña, 2001) como el «apego familiar»
(Martínez y Robles, 2001) son buenos factores de protección de cara al consumo de drogas.

45 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Por otra parte, se ha encontrado que la supervisión parental –o conocimiento que tienen los
padres sobre la actividad cotidiana de sus hijos adolescentes (dónde están, qué hacen, con
quién, etc.)– está inversamente relacionada con diferentes conductas de riesgo, como el
consumo de tabaco, alcohol y otras drogas (Stice y Barrera, 1995; Jackson, Henriksen,
Dickinson y Levine, 1997; Gosselin, Larocque, Vitaro y Gagnon, 2000; DiClemente et al.,
2001). Como muestra, en el trabajo de DiClemente et al. (2001) se comprobó que los
adolescentes que percibieron menos control parental tenían una mayor probabilidad de
haber consumido marihuana y alcohol.

Los chicos y chicas que percibieron mayor afecto/apoyo y supervisión/control por parte de
sus padres, se implicaron en menos conductas de riesgo asociadas al consumo de drogas; es
decir, el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas fue menor, y se embriagaron menos que
aquellos chicos y chicas que percibieron menos afecto/apoyo y supervisión/control parental.
Estas asociaciones se mantuvieron incluso cuando se controlaban los efectos de la edad y de
la edad de inicio del consumo, dos de los predictores más potentes de la frecuencia del
consumo (Martínez Álvarez, Fuertes Martín, Ramos Vergeles & Hernández Martín, 2003).

El grupo de iguales constituye un grupo de referencia para los adolescentes de gran


importancia. Con ellos adquieren una visión distinta del mundo a la que reciben de sus
padres y de la misma escuela. En el grupo de iguales se sienten protegidos, entendidos y
como parte importante de algo. Son un elemento importante tanto para su desarrollo
psicológico como social. Una serie de investigaciones han detectado la influencia de los
amigos como el factor predictor de más peso del consumo de drogas en los adolescentes
(García-Señorán, 1994). Bien por modelado, aprendizaje social o refuerzo de determinadas
conductas, el adolescente se ve influido por sus iguales haciendo más probable que
manifieste un comportamiento acorde con las normas establecidas dentro de su grupo.

Otros factores importantes a nivel social son los factores escolares, siendo el fracaso escolar
uno de los factores de riesgo más importantes (López Larrosa, 2010) junto con el escaso
compromiso con la escuela.

Por último, y a nivel macrosocial, es importante señalar variables como la influencia que
ejercen los medios de comunicación; la sociedad consumista; la oferta y disponibilidad
percibida de la sustancia (González Calleja & García-Señorán, 1996).

Factores individuales

Ya hacíamos referencia a los factores individuales cuando comentábamos el modelo de E.


Becoña. En relación a los factores individuales que puedan determinar el inicio en el
consumo de sustancias, se han estudiado muchas variables de tipo personal, como la
autoestima, la frustración, la ira, la búsqueda de sensaciones, una conducta rebelde, locus de
control externo y factores cognitivos (conocimientos, actitudes y expectativa). Estos
elementos son relevantes para su funcionamiento constituyendo, junto al aprendizaje y la
inteligencia, la parte psicológica más importante de la persona. Estas variables, como otras,
se han considerado de modo separado, pero parece más adecuado observar su influencia
conjunta, porque por sí mismas tienen poco valor explicativo.

46 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


También se ha encontrado que la edad es un factor fuertemente vinculada al consumo de
drogas: a mayor precocidad en el debut, más probabilidad de abuso en la adolescencia.

Respecto al sexo, las encuestas encuentran que generalmente los varones son más precoces
y suelen presentar mayor consumo habitual (ESTUDES, 2010). No obstante, las desigualdades
entre los sexos se han ido difuminando en los últimos años y en el consumo de algunas
sustancias el sexo ya no supene una variable discriminante en el consumo.

Por otra parte, no faltan investigaciones que encuentran relación entre el consumo,
general-mente moderado o experimental, y algunos indicadores de un buen ajuste en la
adolescencia o adultez (Chassin & Pitts, 2002). Estos resultados no son sorprendentes si
tenemos en cuenta que la experimentación con drogas, como el alcohol, el tabaco o el
cannabis, está muy extendida y aceptada en la sociedad actual, y más entre los adolescentes
y jóvenes, y se ha convertido en un comportamiento normativo o una especie de rito de
tránsito que marca el fin de la niñez. Así, la asunción de ciertos riesgos, al margen del peligro
que conllevan, pueden considerarse como tareas que deben resolverse en un momento de
transición evolutiva (Maggs & Schulenberg, 2004).

Lo que no está tan claro, y a veces resulta contradictorio, es el papel de los factores de
protección. Quizá porque, en general, los factores de protección son elevados, sus efectos
son más puntuales, no tan generalizados como los factores de riesgo y tienen, a veces,
valores contradictorios, al estar en el caso de algunas sustancias más relacionadas con el
riesgo de consumo que con la protección, especialmente con las drogas «más sociales»,
como alcohol y tabaco. No obstante, estos resultados coincidirían con otros encontrados en
España (Cava et al., 2008), pues los chicos con más autoestima social, y supuestamente más
protegidos frente al consumo, eran los que tenían más riesgo de consumir al pasar más
tiempo con sus iguales.

47 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


5. EVALUACIÓN

5.1 ASPECTOS CLAVE

La eficacia de un programa de tratamiento depende en gran medida del análisis de los


factores implicados en el inicio y en el mantenimiento de la adicción porque cada paciente
presenta una historia única y una manera concreta de comportarse en su medio. Una
comprensión adecuada de la conducta de un individuo requiere una investigación de las
pautas de uso y abuso de drogas, del estilo de vida del paciente y el proceso por el cual ha
desarrollado su adicción. El marco de referencia para esto es la evaluación conductual de los
problemas de adicción. Se trata de un proceso continuado a lo largo de toda la intervención
que tendrá como objetivos:

a. evaluación de las conductas y variables intervinientes,

b. formulación de las hipótesis de trabajo que incluyen la historia de aprendizaje del


problema y la relación entre los factores implicados,

c. establecimiento de los objetivos terapéuticos,

d. propuesta de un plan de tratamiento individualizado y ajustado a la información obtenida


y

e. valoración de los resultados.

Estableciendo además la necesidad de llevar a cabo una evaluación de otras conductas


relacionadas con el consumo de drogas como pueden ser el estado de salud o el grado de
cohesión familiar y grupal por ejemplo (Becoña, 2001).

48 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


5.2 INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN

El clínico puede utilizar entrevistas clínicas, entrevistas estructuras y no estructuradas,


autoinformes, registros, etc. El número y tipo de fuente de información a utilizar depende del
criterio clínico del profesional, si bien es conveniente atender a la importancia de la
entrevista como fuente fundamental desde la cual contextualizar y englobar el resto de
información que se obtenga a través de otros medios.

Entrevistas

El objetivo de la entrevista es reunir información general sobre el motivo de consulta y las


condiciones personales y contextuales del paciente.

“La conducta de consumo se analiza teniendo en cuenta distintas dimensiones para construir
un completo análisis funcional de la misma (Graña, 1994):

a) Motora: que se caracteriza por la pauta específica de consumo de drogas (tipo de droga,
forma de consumo, cantidad, gasto diario, etc.) y de la conducta de búsqueda.

b) Cognitiva: que incluye las expectativas que tiene sobre los efectos de la droga, estilo
atribucional, pensamientos automáticos antes, durante y después de consumir, creencias
irracionales, autoimagen, etc.

c) Fisiológica: que se refiere a las reacciones fisiológicas que experimenta durante la


conducta de búsqueda; antes, durante y después del consumo; también se puede realizar
una evaluación psicofisiológica en situación de laboratorio (tasa cardíaca, temperatura
periférica, etc.).

d) Afectiva: que guarda relación con los sentimientos del paciente durante la conducta de
búsqueda (irritabilidad, inquietud) y de autoadministración (anhelo antes del consumo, y
relajación después del consumo)”.

49 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Información para recoger durante la entrevista (adaptado de Becoña, 2001)

• Datos sociodemográficos
• Motivo de consulta
• Identificación de las sustancias de consumo
− Remisión por sustancia específica
− Sustancias de consumo
• Consumo de la sustancia que represente el mayor problema
− ¿qué edad tenía cuando usó por primera vez esta sustancia?
− ¿cuánto tiempo lleva consumiendo la sustancia?
− ¿cuál fue el último día que consumió?
− Vía de administración de la sustancia
− ¿con qué frecuencia consume?
− ¿cuál es la dosis total?
− ¿alguna vez notó que empezaba a necesitar consumir mucha más cantidad de sustancia o la misma
cantidad le hacía menos efecto que antes?
− ¿alguna vez ha querido interrumpir el consumo de la sustancia?
− ¿alguna vez cuando intentó interrumpir o disminuir el consumo de la sustancia, sintió algún tipo de
malestar físico o psicológico?
− ¿alguna vez consumió la sustancia para evitar alguno de esos malestares?
− A menudo ¿ha tenido períodos en los que consumió esta sustancia en mayor cantidad o por mucho
más tiempo del que se proponía?
− ¿alguna vez ha pasado un período en que dedicaba mucho tiempo a buscar o consumir esta sustancia o
a recuperarse de sus efectos?
− ¿alguna vez ha suspendido o reducido sus actividades para conseguir o consumir la sustancia?
− ¿alguna vez ha tenido problemas de salud como resultado del consumo?
− ¿continuó consumiendo después de saber que le causaba problemas de salud?
− ¿alguna vez ha tenido problemas emocionales o psicológicos a raíz del consumo?
− Descripción detallada del consumo (forma de adquisición, lugar de consumo, personas presentes,
formas de consumo, etc.)

50 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


• Historia de adquisición del problema
− Variables que influyeron en el inicio del problema: conocer como era el paciente, por qué momento
estaba pasando, cómo eran sus relaciones interpersonales, sus actitudes y creencias hacia el uso de
drogas, conocer su estilo de vida, etc.
− Variables que influyeron en el desarrollo del problema: consecuencias percibidas del consumo tanto a
nivel individual como social
− Especificar cómo se ha producido el fenómeno de la escalada en las distintas drogas consumidas
− Analizar los cambios de conducta producidos como consecuencia del consumo de drogas a nivel
personal, familiar, laboral, relacional, etc.
− Factores de predisposición social a la drogodependencia
• Antecedentes del consumo
− Estímulos asociados al consumo: personas, lugares, objetos, estados emocionales, circunstancias
externas, etc.
• Consecuencias del consumo
− Descripción de las consecuencias del consumo a corto y largo plazo en todas las esferas de su vida
• Autocontrol
− Situaciones y contextos en los que el sujeto percibe control sobre el consumo de la droga
− Recursos utilizados para reducir el consumo (cognitivas, conductuales, etc.)
− Atribución del éxito de la abstinencia en esas situaciones
• Área de tiempo libre
− Estilo de vida actual y previo al consumo
− Estructuración, organización y planificación del tiempo de ocio
− Cambios habidos en sus actividades: intereses y aficiones antes y posteriores al consumo
• Evaluación psicopatológica de otros diagnósticos posibles
• Área familiar
− Con quién vive
− Evolución de la relación familiar
− Tipo de relación que mantiene con cada uno de ellos y su evolución a lo largo del problema
− Relación entre los miembros de su familia
− Problemas de adicción en los miembros de la familia
− Actitudes y creencias de la familia sobre las drogas
− Otros datos como presencia de conflictos, separaciones, etc.
• Área social
− Evaluación de habilidades sociales presentes en sus relaciones interpersonales: aceptación de la crítica,
establecimiento de compromisos, estilo predominante de comunicación, capacidad para decir no,
afrontamiento de problemas sociales, percepción del grupo, etc.
• Área laboral
− Historia laboral y educativa del sujeto
− Intereses profesionales
• Área financiera
− ¿cuánto gastó la última semana en droga?
− ¿cuál es la cantidad usual que gasta en el consumo?
− ¿cuál es su fuente de obtención de dinero para mantener el consumo?
− Deudas
• Área legal
− Delitos y su relación con las drogas
− Detenciones y estancias en prisión
− Causas pendientes

51 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Además de poder utilizar una entrevista como la expuesta, se pueden utilizar entrevistas
estructuradas como por ejemplo la entrevista clínica estructurada para el DSM-IV (Structured
Clinical Interview, SCID) (First et al., 1995), que es una entrevista clínica que facilita el
diagnóstico de los trastornos relacionados con sustancias y de otros trastornos psiquiátricos.
El Índice de Severidad de la Adicción (ASI)(McLellan et al., 1980, 1992), cuya 5ª edición ha
sido traducida al castellano por Guerra (1994, 1999), facilita la evaluación multidimensional
de los pacientes con trastornos relacionados con sustancias proporcionando el grado de
severidad del problema con las drogas, de los problemas médicos, laborales, financieros,
familiares, sociales y psiquiátricos del paciente.

Otra variable importante a contemplar durante el proceso de evaluación así como durante
el tratamiento es la motivación para el cambio. Prochaska y DiClemente desarrollaron una
propuesta muy importante en el campo de las adicciones al aportar un marco adecuado
desde el cual desarrollar las estrategias de intervención con pacientes adictos. El modelo que
estos autores proponen, el Modelo Transteórico de Cambio, parte del análisis de los cambios
que se producen en el desarrollo de un proceso de cambio de comportamiento, ya sea con
ayuda de psicoterapia o sin ella. Considera que las intervenciones terapéuticas deben ir
dirigidas a conocer cuándo la persona se decide a iniciar el cambio, cómo se realiza ese
cambio y qué es lo que la persona necesita cambiar para superar su problema de adicción. Se
trata de un modelo que integra estadios, procesos y niveles de cambio. Desde esta
aproximación, la motivación al cambio se considera como un estado interno influido por
factores externos que se puede operativizar en un estadio de disponibilidad para el cambio:

a) Precontemplación: los sujetos que se encuentran en este estadio están consumiendo


y no se han planteado dejarlo en los próximos seis meses. No perciben la existencia
de un problema de adicción.
b) Contemplación: el sujeto consume en el momento actual pero tiene pensado
abandonar el consumo en los próximos seis meses. Las evidencias del problema de
adicción se hacen obvias para el sujeto y comienza a invertir energía psicológica en
pensar acerca del cambio aunque aún en este estadio no se traduzca en acciones
concretas.
c) Preparación: el sujeto se encuentra preparado para la actuación terapéutica: tiene
pensado dejar de consumir e iniciar un programa de tratamiento en un futuro
inmediato.
d) Actuación: es el estadio en el que se produce la modificación de la conducta
problemática (ha pasado por el síndrome de abstinencia y se encuentra en período
de abstinencia).
e) Mantenimiento: radica en mantener en el tiempo los cambios habidos. Es frecuente
que los sujetos en recuperación se descuiden en esta fase porque a veces no hay una
adecuada conciencia de la tendencia a la recaída y la guardia se baja, lo que podría
llevar al siguiente estadio.
f) Recaída: propia de aquellos sujetos que después de estar abstinentes han vuelto a
consumir de forma regular pudiendo retroceder hasta el estadio de
precontemplación, con lo que tendría que progresar de nuevo a través de todas las
etapas de cambio hasta alcanzar el nivel que tenía previamente para continuar con la
intervención terapéutica.
52 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables
Uno de los principales problemas en el campo de la adicción es el hecho de que muchos
individuos no progresan de forma lineal a través de los estadios de cambio sino que la norma
suele ser el estancamiento en alguno de ellos. La terapia puede progresar de forma gradual si
el paciente y el terapeuta se centran en el mismo estadio, en caso contrario el nivel de
resistencia del paciente podría intensificarse. Para progresar de un estadio a otro se
necesitan una serie de procesos de cambio que utilizan los sujetos para completar el ciclo
terapéutico. Un proceso es un tipo de actividad que realiza un individuo para modificar su
conducta, afecto, cogniciones o relaciones. Se han descrito diez procesos de cambio (Díaz,
2001):

1. Concienciación: intensificación del procesamiento de información respecto a la


problemática asociada a la conducta adictiva y a los beneficios de modificarla.
2. Autorreevaluación: valoración afectiva y cognitiva del impacto de la conducta
adictiva en los valores y autoconcepto del adicto. Reconocimiento de la mejoría que
representa para su vida el abandono del hábito adictivo.
3. Reevaluación ambiental: valoración del impacto de la conducta adictiva sobre el
comportamiento interpersonal y sobre las personas significativas del individuo.
Reconocimiento de los beneficios para dichas relaciones derivados de la modificación
de la conducta adictiva.
4. Alivio por dramatización: experimentación y expresión de reacciones emocionales
provocadas por la observación y/o advertencias de los aspectos negativos asociados
a la conducta adictiva.
5. Autoliberación: compromiso personal y aumento de percepción de la propia
capacidad para decidir y elegir. Creencia en que uno mismo es un elemento esencial
en el cambio de la conducta adictiva, ya que se poseen o se pueden adquirir las
habilidades necesarias para cambiar.
6. Liberación social: toma de conciencia de la representación social de la conducta
adictiva y de la voluntad social de combatirla mediante el aumento de alternativas
adaptativas disponibles, por lo que implica también un aumento en la capacidad para
decidir y escoger nuevos cursos de acción.
7. Manejo de contingencias: puesta en marcha de estrategias conductuales dirigidas a
aumentar la probabilidad de que ocurra una determinada conducta relacionada con
el cambio. Auto y heterorrefuerzo de dichas conductas.
8. Relaciones de ayuda: existencia y utilización del apoyo social que pueda facilitar el
cambio de la conducta adictiva.
9. Contracondicionamiento: modificación de las respuestas elicitadas por los estímulos
condicionados asociados, generando y desarrollando conductas alternativas.
10. Control de estímulos: evitación de la exposición a situaciones de alto riesgo asociadas
a la realización de la conducta adictiva.

Estos diez procesos pueden a su vez organizarse en procesos de cambio cognitivos


(aumento de la concienciación, autorreevaluación, reevaluación ambiental, alivio por
dramatización y liberación social) y conductuales (autoliberación, manejo de contingencias,
relaciones de ayuda, contracondicionamiento y control de estímulos).

53 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Cuestionarios

El empleo de cuestionarios es algo frecuente y recomendado a lo largo del proceso


terapéutico con el objetivo de identificar el abuso o la dependencia. Uno de los más
conocidos en esta área es el test de evaluación para el consumo de drogas (Drug Abuse
Screening Test, DAST) de Skinner (1982, 1994) con adaptación española en el año 2010, que
es una adaptación del MAST (Michigan Alcoholism Screening Test) para detectar problemas
de abuso de drogas y para la evaluación del tratamiento. Ofrece un índice cuantitativo de la
medida en que se padecen problemas o consecuencias por el abuso de drogas. Es a partir de
los 18 años. Otros tests generales y entrevistas estructuradas de aplicación en población
adolescente son los siguientes:

• Índice de Severidad de la Adicción para Adolescentes T-ASI: sus autores son


Kaminer, Bukstein y Tarter (1991). Se trata de una entrevista estructurada utilizada
para obtener información básica de adolescentes y menores con anterioridad al
ingreso en tratamiento residencial por problemas relacionados con el abuso de
drogas. Está estructurada en siete áreas (uso de drogas, situación escolar, empleo /
apoyo, relaciones familiares, relaciones sociales, situación legal y situación
psicológica / psiquiátrica), y proporciona un índice de severidad de la problemática y
una puntuación en cada área. El T-ASI es de uso público
(http://eibdata.emcdda.eu.int/Treatment/Outcome/tt-asi.shtml) y cuenta con una
considerable evidencia de apoyo a sus características psicométricas y utilidad. Los
autores de la adaptación española son Díaz y colaboradores (2006). Existe una
versión para padres (T-ASI-P) que es de gran utilidad para confirmar la información
que nos reporte el adolescente.

• Comprehensive Adolescent Severity Inventory CASI: es una entrevista estructurada


diseñada para proporcionar una valoración detallada y comprehensiva de la
problemática asociada al abuso de drogas entre adolescentes mayores de 16 años
(Meyers et al., 1994). Está estructurada en áreas para evaluar la severidad de la
problemática y los cambios a lo largo del tiempo relativos al uso de drogas,
educación y funcionamiento escolar, uso del tiempo libre y hábitos recreativos,
relaciones con pares y amigos (incluyendo actividad sexual), relaciones familiares y
estado psicológico / psiquiátrico.

• Personal Experience Inventory PEI: es un cuestionario autoaplicado de 276 ítems


diseñado para documentar el inicio, naturaleza y alcance de la problemática por
abuso de drogas y sus consecuencias entre adolescentes, así como diversos factores
de riesgo de tipo personal y ambiental que pueden precipitar o mantener el abuso de
sustancias (Winters y Henly, 1989; Winters, Stinchfield y Henly, 1996). Evalúa diez
escalas de problemas por abuso de sustancias, factores de riesgo personales,
factores de riesgo ambientales, problemas escolares, familiares y trastornos
psiquiátricos y proporciona índices de validez de la información. Está disponible en
español e inglés.

54 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


• Cuestionarios de Confianza Situacional: existen diferentes ejemplos de cuestionarios
de confianza situacional. Están basados en el modelo de Prevención de recaídas de
Marlatt y Gordon, plantean diferentes situaciones asociadas al consumo para que la
persona dependiente valore su grado de confianza/desconfianza en el
mantenimiento de la abstinencia. Permiten identificar situaciones de riesgo de forma
individualizada y comprobar el grado de concordancia entre la percepción del
paciente y los desencadenantes reales de las recaídas. Se puede aplicar a cualquier
edad y son adaptables según las necesidades particulares de cada caso.

Cuestionarios y entrevistas breves de filtrado:

• Adolescent Drinking Index ADI: el Índice de Bebida del Adolescente (ADI) es un


cuestionario de 24 ítems, diseñado y revisado por Harrell y Wirtz en el período 1985-
1989. Está dirigido a adolescentes entre los 12 y los 17 años. Está diseñado para
identificar el abuso de alcohol, evaluando los problemas asociados a este abuso a
través de cuatro escalas: pérdida de control; indicadores sociales; indicadores
psicológicos e indicadores físicos. Proporciona tres medidas de bebida como modo
de automedicación (un patrón para alterar el estado de ánimo), conducta agresiva y
una puntuación total. El ADI está considerado como un instrumento útil para el
filtraje de los problemas por abuso del alcohol entre adolescentes.

• Adolescent Drug Involvement Scale ADIS: su autor es Mohberg (1983). Se trata de un


cuestionario de 13 ítems, diseñado como instrumento de investigación y evaluación
para distinguir a los adolescentes más implicados en el consumo de drogas de
aquellos menos implicados y que experimentan menos problemas asociados al
consumo. Evalúa aspectos relacionados con las consecuencias del consumo,
motivaciones hacia el consumo de drogas y sensaciones de control sobre este
consumo.

• Drug Use Screening Inventory-Revised (DUSI-R): EKirisci, Mezzich y Tarter son sus
autores (1995). Consiste en un autoinforme de 159 ítems en formato
verdadero/falso, diseñado para evaluar el grado de implicación con diversas
sustancias, cuantificar las consecuencias asociadas al consumo de drogas y estimar la
existencia de un probable trastorno por abuso de drogas. Las escalas que contiene el
DUSI-R son las siguientes: Trastornos del comportamiento, Riesgos para la salud,
Desórdenes psiquiátricos, Autoafirmación social, Disfuncionalidades familiares,
Desórdenes laborales, Presión de grupos de amigos, Uso del tiempo libre y Severidad
en el uso de drogas. Existe una versión en castellano (en www.dusi.com) y también
algunos datos más recientes sobre la validación del instrumento
(http://www.dusi.com/validation.html).

• Personal Experience Screening Questionnaire PESQ: este cuestionario data de 1992 y


su autor es Winters. El PESQ es un cuestionario de 18 ítems diseñado para el filtraje
de una serie de problemas psicosociales asociados al abuso de drogas. Evalúa la
severidad de los problemas por uso de drogas, la edad de inicio y la frecuencia de

55 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


consumo de drogas, problemas de ajuste psicosocial y tendencias que afectan a la
fiabilidad de las respuestas. Existe una versión en español.

• Problem Oriented Screening Instrument for Teenagers POSIT: es un cuestionario


autoaplicado de 139 ítems con respuesta sí/no. Está estructurado en diez áreas,
identificando posibles problemas asociados al abuso de sustancias; salud mental y
física; relaciones sociales y familiares; educación y vocación; habilidades sociales;
tiempo libre y hábitos recreativos y conducta desviada y delincuencia. Existe versión
en español. Asimismo, existe una versión especial para ser utilizado con los padres o
familiares del adolescente o menor. El POSIT cuenta con una sólida base de apoyo a
sus propiedades psicométricas (Latimer, Winters y Stinchfield, 1997; Santisteban et
al., 1999) y utilidad como instrumento de filtraje.

• Juvenile Automated Substance Abuse Evaluation JASAE: es un instrumento de


filtraje y evaluación que contiene 108 ítems y evalúa el abuso de alcohol y drogas,
actitudes y eventos vitales estresantes entre adolescentes. También proporciona
directrices para la planificación del tratamiento individualizado y se suministra con
utilidades para análisis descriptivos básicos. Existen versiones en español e inglés.

Específico para valorar motivación al cambio:

• Escala de Circunstancias, Motivación, Estar listo y Conveniencia para Tratamiento


en Drogadicción CMRS: esta prueba evalúa la situación del sujeto en el continuo de
disposición al cambio. Su autor es George DeLeon y la primera edición es de 1993,
aunque existe una versión posterior de 1998. Consiste en un cuestionario tipo likert
de 18 ítems. La población a la que va dirigida es la de adolescentes y adultos. Existe
versión en español.

Específico para alcohol:

• Cuestionario Breve de Alcoholismo CBA: se trata de un cuestionario que evalúa


posibles casos de alcoholismo en la población general. Incluye ítems que evalúan
distintas áreas relacionadas con el consumo de alcohol: síntomas físicos
característicos, pensamientos acerca del consumo de alcohol, posibles antecedentes
de la ingesta y sus repercusiones. Su autor es Feuerlein y el test data de 1976.

• Escala para la Evaluación de la Abstinencia Alcohólica (revisada) del Addiction


Research Foundation Clinical Institute (Revised Clinical Institute Withdrawal
Assessment for Alcohol Scale, CIWA-Ar): es un instrumento diseñado para evaluar la
intensidad de la sintomatología de la abstinencia de alcohol. Se trata en concreto de
una entrevista semiestructurada que evalúa diferentes signos y síntomas
relacionados con la abstinencia alcohólica y aporta un resultado total indicando la
gravedad de los mismos.

56 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


• Children of Alcoholics Screening Test CAST: su autor es Jones (1981) y ha mostrado
su utilidad como instrumento de cribado para detectar problemas relacionados con
el alcohol en la familia a través de los hijos. En general, se utiliza para evaluar la
presencia de sentimientos, conductas y experiencias de los menores en relación con
el uso que sus padres hacen del alcohol.

• Entrevista de Consumo de Alcohol CAGE: evalúa posibles casos de alcohol en la


población general. Únicamente consta de cuatro preguntas en las que se recoge
información de la idea de dejar de beber, molestias por las críticas, sentimientos de
culpabilidad asociados a la bebida y necesidad de beber por las mañanas. Ha sido
adaptado para la evaluación del consumo de drogas en general. Sus autores fueron
Hayfield, McLeod y Hall en 1974, existe una versión posterior de Ewing en 1984 y la
adaptación española es de Rodríguez-Martos, Navarro, Vecino y Pérez en 1986.

• Test de Identificación de Trastornos Relacionados con el Uso del Alcohol AUDIT: es


un cuestionario autoadministrado cuyo objetivo es detectar problemas relacionados
con el comienzo del consumo de alcohol, antes de que se presenten dependencia
física y otros problemas crónicos asociados. Evalúa la cantidad y frecuencia del
consumo de alcohol, dificultad para controlar la bebida, abandono de aficiones y
síntomas de abstinencia y reacciones adversas como problemas en el
funcionamiento. Sus autores son Sunders, Aasland, Babor, De La Fuente y Grant y su
publicación es de 1992, no sería hasta 1998 cuando Rubio desarrolló la adaptación
española. Test para adolescentes y adultos.

• Test de Discriminación del Alcoholismo de Michigan MAST: se trata de un


cuestionario para la detección de problemas relacionados con el consumo de alcohol
y medida de gravedad de los mismos. Hay distintas versiones en función del número
de ítems. En nuestro país existe una versión de 13 ítems y otra versión chilena en
lengua española de 24 ítems. Su autor es Selzer y la versión original data de 1971.
Aplicable a pacientes psiquiátricos, población adulta, anciana y adolescentes.

• Test de Alcoholismo de Munich MALT: es un test que proporciona ítems indicadores


orgánicos de la dependencia alcohólica y sobre la percepción subjetiva del paciente
sobre sus problemas de alcohol (dependencia psicológica). Sus autores son Feurlein,
Ringer y Küfner y el test data de 1977. Está dirigido tanto a población adulta como
adolescente.

• Cuestionario sobre la Gravedad de la Dependencia del Alcohol SADQ: de Stockwell,


Hodgson, Edwards, Taylor y Rankin de 1979. Es un instrumento diseñado para
evaluar la gravedad de la dependencia del alcohol en los últimos 6 meses. Consta de
33 ítems que se agrupan en 5 subescalas: Síntomas físicos de abstinencia; Síntomas
afectivos de abstinencia; Conductas para aliviar los síntomas de abstinencia;
Consumo habitual de alcohol y Reinstauración de los síntomas de abstinencia tras un
período de recaída.

57 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


• Cuestionario sobre los Componentes Obsesivo Compulsivo de la Bebida OCDS: es un
cuestionario diseñado para valorar la preocupación por la bebida, entendiendo ésta
como el componente obsesivo, y el consumo, como componente compulsivo. Sus
autores son Anton, Moak y Lathman y el cuestionario data de 1995.

Específico para nicotina:

• Test de la Dependencia a la Nicotina de Fagerstrom FTND: se trata de un breve


cuestionario que permite conocer el nivel de dependencia y resulta útil para
determinar cuándo puede ser beneficioso el uso de parches o chicles de nicotina. La
adaptación española es de Becoña, Gómez-Durán, Álvarez-Soto y García de 1992. Los
autores de la versión original de 1978 son Fagerstrom y Schneider.

Específico para opiáceos:

• Cuestionario de Severidad de la Dependencia a Opiáceos SOPQ: este cuestionario


incluye preguntas relativas a cinco dimensiones: cantidad, vía de administración y
patrón de consumo; síntomas físicos de abstinencia; síntomas afectivos de
abstinencia; consumo de opiáceos y otras drogas para aliviar la sintomatología de
abstinencia y rapidez en la instauración de los síntomas de abstinencia después de
reiniciar el consumo tras un período de privación. También recoge datos sobre
acontecimientos relevantes en la evolución del consumo.

Específico para cocaína:

• Escala de Valoración de la Gravedad Selectiva para Cocaína CSSA: es una entrevista


semiestructurada en la que se evalúan los signos y síntomas que se han asociado con
más frecuencia a la abstinencia inicial de cocaína.

• Cuestionario de Craving de Cocaína CCQ: es un instrumento diseñado para evaluar la


intensidad del craving de cocaína (deseo de consumir, intención y planificación del
consumo, anticipación de los efectos positivos del consumo, anticipación de una
mejora en la abstinencia o disforia y pérdida de control sobre el consumo) en un
momento temporal concreto o durante los últimos 7 días. Sus autores son Tiffany,
Singleton, Haertzen y Henningfield y el cuestionario data de 1993.

• Cuestionario de Procesos de Cambio para Adictos a la Cocaína PCQ: este


cuestionario data de 1992 y su autor es Martin. Es un autoinforme de 30 ítems que
permite identificar qué procesos de cambio utiliza el sujeto y su ubicación en uno de
los estadios de cambio que se postulan en el modelo de Prochaska y DiClemente.

58 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Autorregistros

Es uno de los instrumentos de evaluación conductual que más utilidad tiene en el desarrollo
de la formulación clínica. Se trata de una fuente de información valiosa en la medida que
incluya el registro de las variables más importantes relacionadas con el problema y su uso
continuado a lo largo del tratamiento ofrece la oportunidad de conocer la evolución del
paciente, así como el conocimiento de las causas de posibles caídas o recaídas. Aunque
pueden presentarse algunos problemas que pueden alterar su calidad, por ejemplo, que el
paciente no lo cumplimente con regularidad o la aparición de dificultades en su
cumplimentación en determinadas circunstancias.

Pruebas psicofisiológicas

Se puede analizar el nivel de adicción en un drogodependiente mediante una evaluación


psicofisiológica, con lo cual se puede determinar la influencia que determinados estímulos
condicionados tienen para desencadenar el deseo subjetivo de la droga. Este procedimiento
suele aplicarse en dos etapas: preparación y aplicación. En la primera se especifican las
medidas psicofisiológicas (la tasa cardíaca o la temperatura periférica), la medida subjetiva
de deseo, del síndrome de abstinencia y de respuestas agonistas y se elabora una jerarquía
de estímulos relacionados con el consumo (compraventa, preparación y ritual de
administración) y de varios estímulos neutros. Y en la etapa de aplicación se establece una
línea de base con estímulos neutros de una duración aproximada de 5 minutos en la que se
analizan las medidas subjetivas y las psicofisiológicas; posteriormente se presenta un
estímulo relacionado con el consumo y se evalúan de nuevo dichas medidas. Este
procedimiento se repite una o dos veces en la fase de evaluación y en el tratamiento se
aplica de nuevo para aplicar la técnica de exposición.

Es conveniente realizar un examen médico completo con pruebas de laboratorio y con un


seguimiento periódico por parte de profesionales médicos. Entre los consumidores de
distintas drogas suelen darse patologías orgánicas, frecuentemente de tipo infeccioso, que
exigen un detallado examen médico.

Los análisis de orina proporcionan la medida más objetiva para la detección del consumo de
drogas y es un procedimiento imprescindible tanto para la evaluación como para el
tratamiento, además de servir para reforzar la habilidad del paciente para resistir y afrontar
el deseo de la droga

Otras pruebas

Entrevistas con personas significativas: la información de otras personas que conozcan al


paciente puede aumentar la validez de la información aportada por él mismo.
Frecuentemente aportan información muy valiosa sobre cambios comportamentales o sobre
los problemas derivados del consumo de drogas. Además, al incluir estas personas en el
proceso de evaluación, se asegura y refuerza su implicación a lo largo de todo el proceso
terapéutico.

59 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


5.3 DIAGNÓSTICO Y DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL

Una correcta evaluación y diagnóstico de la persona con abuso o dependencia de drogas es


la primera fase a la hora de un futuro planteamiento terapéutico, siendo fundamental para
una posterior elección del tratamiento.

Las personas que acuden para ser tratadas de un trastorno por consumo de sustancias
presentan frecuentemente una serie de características transversales determinadas por
signos y síntomas de una intoxicación o de abstinencia de la sustancia. La intoxicación
generalmente vendrá acompañada por alteraciones del estado del ánimo, la función
cognitiva y/o de la conducta.

Además es importante destacar, dentro de estas características diagnósticas transversales


de los trastornos por uso de sustancias, los trastornos psiquiátricos o médicos secundarios
asociados que puedan existir.

También es conveniente distinguir unas características longitudinales, donde es manifiesto


que estas personas suelen presentar una historia clínica prolongada con episodios repetidos
de intoxicación y abstinencia, intercalados con intentos por evitar el consumo de la sustancia.
Este proceso de instauración de una adicción nos hace ver la necesidad de acercarnos a su
diagnóstico desde un aspecto estático desde los criterios diagnósticos internacionales (CIE
10, DSM-IV), así como desde una visión diagnóstica dinámica de la enfermedad.

A continuación se expone el diagnóstico y el diagnóstico diferencial para algunas drogas:

ALCOHOL

La dependencia fisiológica del alcohol se reconoce por la demostración de tolerancia o de


síntomas de abstinencia. La abstinencia de alcohol se caracteriza por la aparición de síntomas
de abstinencia unas 12 horas después de disminuir la ingesta de grandes cantidades tras un
consumo prolongado. Debido a que la abstinencia de alcohol puede ser desagradable e
intensa, los sujetos con dependencia del alcohol pueden continuar consumiendo alcohol, a
pesar de las consecuencias adversas, para evitar o aliviar los síntomas de abstinencia. Una
relativa minoría de sujetos con dependencia del alcohol nunca experimentan síntomas
relevantes de abstinencia y sólo cerca del 5% de los sujetos con dependencia los
experimentan siempre (p. ej., delirium). Una vez presente el patrón de uso compulsivo, los
sujetos con dependencia pueden dedicar mucho tiempo al consumo de bebidas alcohólicas.
Estos sujetos continúan con frecuencia el consumo de alcohol a pesar de la demostración de
las consecuencias adversas físicas o psicológicas.

En el caso del diagnóstico por abuso de alcohol, la actividad escolar y el rendimiento laboral
pueden verse afectados por los efectos de la bebida o de la intoxicación. El sujeto puede
beber en situaciones peligrosas (conduciendo). Beber alcohol puede causar problemas
legales (detenciones por intoxicación o conducir bajo los efectos del alcohol). Por último, los
sujetos con abuso de alcohol pueden continuar bebiendo a pesar de que saben los problemas
sociales o interpersonales que ello les acarrea. Cuando estos problemas se acompañan con

60 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


demostraciones de tolerancia, abstinencia o comportamiento compulsivo relacionado con la
bebida, debe considerarse el diagnóstico de dependencia alcohólica más que el de abuso de
alcohol.

La característica esencial de la intoxicación alcohólica es la presencia de un cambio


psicológico o comportamental desadaptativo clínicamente significativo (por ejemplo,
comportamiento agresivo, labilidad emocional, deterioro de la capacidad de juicio y
deterioro de la actividad laboral o social) que aparece durante la ingestión de alcohol o poco
tiempo después. Estos cambios se acompañan de lenguaje farfullante, falta de coordinación,
marcha inestable, nistagmo (movimiento involuntario e incontrolable de los ojos), deterioro
de la atención o la memoria, estupor o coma. El cuadro clínico es similar al que se observa
durante la intoxicación por benzodiacepinas o sedantes. La falta de coordinación puede
interferir la capacidad de conducir hasta el punto de provocar accidentes.

La característica esencial de la abstinencia alcohólica es la presencia de dos o más de los


siguientes síntomas: hiperactividad autonómica (sudoración o pulsaciones por encima de
100); aumento del temblor distal de las manos; insomnio; náuseas o vómitos; alucinaciones
visuales, táctiles o auditivas transitorias, o ilusiones; agitación psicomotora; ansiedad y crisis
epilépticas. Los síntomas pueden provocar un malestar clínicamente significativo o un
deterioro de la actividad laboral, social y de otras áreas importantes de la actividad del
sujeto. Los síntomas se alivian con frecuencia tras la administración de alcohol u otros
depresores del sistema nervioso central. Los síntomas de abstinencia empiezan cuando las
concentraciones de alcohol en la sangre disminuyen bruscamente (entre 4 y 12 horas)
después de haber interrumpido o reducido la bebida. Sin embargo, los síntomas de
abstinencia pueden aparecer tras largos períodos de tiempo (unos días).

La dependencia del alcohol y el abuso de alcohol se asocian con frecuencia a la dependencia


y el abuso de otras sustancias (p. ej., Cannabis, cocaína, heroína, anfetaminas, sedantes,
hipnóticos y ansiolíticos, y nicotina). El alcohol puede usarse para aliviar los efectos
secundarios de estas sustancias o para sustituirlas en caso de no disponer de ellas. Los
síntomas de depresión, ansiedad e insomnio acompañan frecuentemente y a veces preceden
la dependencia del alcohol. La intoxicación por alcohol se asocia en ocasiones con amnesia
para acontecimientos sucedidos durante la intoxicación (lagunas o blackouts). Este fenómeno
puede estar relacionado con la presencia de niveles altos de alcoholemia y quizá con la
rapidez con que se alcanzan dichos niveles. Los trastornos relacionados con el alcohol se
asocian a un aumento significativo del riesgo de accidentes, violencia y suicidio. Se estima
que aproximadamente la mitad de las muertes por accidentes de tráfico se deben a que el
conductor o el peatón están bebidos.

La intoxicación alcohólica grave, especialmente en sujetos con trastorno antisocial de la


personalidad, se asocia con la ejecución de actos criminales. Por ejemplo, más de la mitad de
todos los asesinatos y sus víctimas se cree que presentaban intoxicación por alcohol en el
momento del asesinato. La intoxicación alcohólica grave contribuye también a la
desinhibición y a los sentimientos de tristeza e irritabilidad que contribuyen a los intentos de
suicidio y a los suicidios consumados. Los trastornos relacionados con el alcohol contribuyen

61 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


al absentismo laboral, a los accidentes laborales y a la disminución de la productividad. Los
trastornos del estado de ánimo, los trastornos de ansiedad y la esquizofrenia pueden
asociarse también a la dependencia alcohólica. Aunque el comportamiento antisocial y el
trastorno antisocial de la personalidad suelen asociarse a trastornos relacionados con el
alcohol, es más frecuente que se asocien a trastornos relacionados con sustancias ilegales (p.
ej., cocaína, heroína o anfetaminas) que, con frecuencia, dan lugar a actos delictivos.

CANNABIS

Los sujetos con dependencia de Cannabis presentan un consumo compulsivo y en general


no desarrollan dependencia fisiológica, aunque la tolerancia a muchos de los efectos de
Cannabis ha sido observada en sus consumidores crónicos. También se han observado
algunos síntomas de abstinencia, pero sin significación clínica. Los sujetos con dependencia
de Cannabis consumen abundantes cantidades a lo largo del día durante meses o años e
invierten muchas horas para adquirir y consumir la sustancia, lo que interfiere con frecuencia
las actividades sociales, laborales o recreativas. Los sujetos con dependencia de Cannabis
pueden persistir en el consumo a pesar de conocer los problemas físicos (p. ej., tos crónica
relacionada con fumar tabaco) o los problemas psicológicos (p. ej., sedación excesiva como
resultado del consumo de dosis altas) que ello comporta.

El consumo periódico y la intoxicación por Cannabis pueden interferir las actividades


laborales o escolares y ser peligrosos en situaciones como la conducción de vehículos. Puede
haber problemas legales como consecuencia de detenciones por posesión de Cannabis.
Cuando hay niveles significativos de tolerancia, o cuando los problemas físicos se asocian con
el consumo compulsivo de Cannabis, debe considerarse el diagnóstico de dependencia en
lugar del de abuso.

La característica esencial de la intoxicación por Cannabis es la presencia de cambios


psicológicos o comportamentales clínicamente significativos que aparecen durante o poco
tiempo después del consumo de Cannabis. La intoxicación se inicia típicamente con una
sensación de bienestar seguida de síntomas que incluyen euforia con risas inapropiadas y
grandiosidad, sedación, letargia, deterioro de la memoria inmediata, dificultades para llevar a
cabo procesos mentales complejos, deterioro de la capacidad de juicio, percepciones
sensoriales distorsionadas, deterioro de la actividad motora y sensación de que el tiempo
transcurre lentamente. Ocasionalmente, aparece ansiedad (que puede ser grave), disforia o
retraimiento social. Estos efectos psicoactivos se acompañan de dos o más de los siguientes
signos, que se presentan a las 2 horas del consumo de Cannabis: irritación conjuntival,
aumento del apetito, sequedad de boca y taquicardia. La intoxicación se presenta en unos
minutos si se fuma Cannabis, pero puede tardar horas si la droga es ingerida por vía oral. Los
efectos duran habitualmente 3-4 horas, siendo mayor la duración cuando la sustancia es
administrada por vía oral. La magnitud de los cambios comportamentales o psicológicos
depende de la dosis, el método de administración y las características individuales de la
persona que consume la sustancia, como son el grado de absorción, la tolerancia y la
sensibilidad a los efectos de la sustancia. Debido a que muchos cannabinoides, incluyendo el
delta-9-THC, son solubles en grasas, los efectos del Cannabis o hashish pueden durar o

62 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


reaparecer ocasionalmente en 12-24 horas a causa de la lenta liberación de las sustancias
psicoactivas de los tejidos grasos o de la circulación enterohepática.

Se han descrito varios trastornos inducidos por Cannabis: delirium por intoxicación por
Cannabis, trastorno psicótico inducido por Cannabis y trastorno de ansiedad inducido por
Cannabis.

COCAÍNA

La cocaína posee potentes efectos eufóricos y puede dar lugar a dependencia tras su
consumo durante breves períodos de tiempo. Un signo inicial de la dependencia de cocaína
lo constituye la creciente dificultad para resistirse a su consumo cuando el sujeto dispone de
ella. Debido a su corta vida media se necesitan dosis frecuentes para mantener su efecto
euforizante. Los sujetos con dependencia de cocaína suelen gastar mucho dinero en un
espacio breve de tiempo y, como resultado de ello, pueden llegar a implicarse en robos,
prostitución o negocios con la droga, o solicitar anticipos para comprar la droga. Los sujetos
con dependencia de cocaína a menudo necesitan discontinuar el consumo para descansar o
para obtener fondos adicionales. Las responsabilidades académicas o familiares pueden
abandonarse para obtener o consumir la cocaína. Son frecuentes las complicaciones físicas o
mentales como ideación paranoide, comportamiento agresivo, ansiedad, depresión y pérdida
de peso. La tolerancia aparece con el consumo repetido, en función de la vía de
administración. Pueden observarse síntomas de abstinencia, en especial estados de ánimo
disfóricos, pero suelen ser transitorios y asociados al consumo de dosis altas.

La intensidad y frecuencia de la administración de cocaína son menores en el abuso que en


los casos de dependencia. Los episodios de consumo con problemas, el descuido de las
responsabilidades y los conflictos interpersonales aparecen a menudo en ocasiones
especiales o en días de cobro, dando lugar a un patrón de consumo de dosis altas en
períodos breves de tiempo (horas o días) seguidos por períodos más largos (semanas o
meses) de consumo ocasional o de abstinencia sin problemas. Los problemas legales pueden
ser resultado de la posesión o el consumo de la droga. Cuando los problemas asociados al
consumo se acompañan de demostraciones de tolerancia, abstinencia o comportamiento
compulsivo relacionado con la obtención y administración de cocaína, debe considerarse el
diagnóstico de dependencia más que el de abuso.

La característica esencial de intoxicación por cocaína es la presencia de cambios psicológicos


o comportamentales desadaptativos clínicamente significativos que aparecen durante o poco
tiempo después del consumo de cocaína. La intoxicación por cocaína empieza habitualmente
con una sensación de euforia e incluye uno o más de los síntomas siguientes: euforia con
incremento de la sensación de vigor, sociabilidad, hiperactividad, inquietud, hipervigilancia,
sensibilidad interpersonal, charlatanería, ansiedad, tensión, estado de alerta, grandiosidad,
comportamientos estereotipados y repetitivos, rabia o cólera y deterioro de la capacidad de
juicio y, en el caso de intoxicación crónica, afectividad embotada, cansancio o tristeza y
retraimiento social. Estos cambios psicológicos y comportamentales se acompañan de dos o
más de los siguientes signos y síntomas, que aparecen durante la intoxicación o poco tiempo
después: taquicardia o bradicardia, dilatación pupilar, aumento o disminución de la tensión
63 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables
arterial, sudoración o escalofríos, náuseas o vómitos, pérdida de peso demostrable, agitación
o retraso psicomotores, debilidad muscular, depresión respiratoria, dolor en el pecho o
arritmias cardíacas y confusión, crisis comiciales, discinesias, distonías o coma. La
intoxicación aguda o crónica se asocia a menudo con deterioro de la actividad social o
laboral. La intoxicación grave puede conducir al coma. La magnitud y el tipo de los cambios
psicológicos o comportamentales dependen de muchas variables, que incluyen la dosis
consumida y las características individuales del sujeto que consume la sustancia. Los efectos
estimulantes observados más frecuentemente son euforia, aumento del pulso y la tensión
arterial, y actividad psicomotora. Los efectos depresores como tristeza, bradicardia, descenso
de la tensión arterial y disminución de la actividad psicomotora, son menos frecuentes y sólo
aparecen con el consumo crónico de dosis altas.

La característica esencial de la abstinencia de cocaína es la presencia de un síndrome


característico de abstinencia que aparece en pocas horas o algunos días después de
interrumpir (o disminuir) el consumo abundante y prolongado de cocaína. El síndrome de
abstinencia se caracteriza por la presencia de un estado de ánimo disfórico acompañado por
dos o más de los siguientes cambios fisiológicos: fatiga, sueños vívidos y desagradables,
insomnio o hipersomnia, aumento del apetito y retraso o agitación psicomotores. Puede
haber, sin formar parte de los criterios diagnósticos, anhedonia y deseo irresistible de
cocaína (craving). Estos síntomas provocan un malestar clínico significativo o deterioro
laboral, social o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. Los síntomas de
abstinencia aguda («crash») se observan con frecuencia después de períodos de consumo de
dosis altas y repetidas. Estos períodos se caracterizan por sentimientos intensos y
desagradables de lasitud y depresión que requieren generalmente algunos días de descanso
y recuperación. Pueden aparecer síntomas depresivos con ideas o comportamiento suicidas,
que constituyen el problema más grave observado durante el «crashing» u otras formas de
abstinencia de cocaína. Un número no despreciable de sujetos con dependencia de cocaína
tienen pocos o ningún síntoma demostrable de abstinencia al interrumpir su consumo.

Otros trastornos que pueden estar inducidos por el consumo de cocaína son el delirium por
intoxicación por cocaína, el trastorno psicótico inducido por cocaína, el trastorno del estado
de ánimo inducido por cocaína, el trastorno de ansiedad inducido por cocaína, el trastorno
sexual inducido por cocaína y trastorno del sueño inducido por cocaína.

HEROÍNA

En el DSM-IV se incluyen dos trastornos por consumo de opiáceos (dependencia y abuso)


además de otros trastornos inducidos por opiáceos (intoxicación, trastorno psicótico
inducido por opiáceos, trastorno del estado de ánimo inducido por opiáceos, delirium
inducido por opiáceos, trastorno sexual inducido por opiáceos y trastorno del sueño inducido
por opiáceos).

Para el diagnóstico de Intoxicación por opiáceos el DSM-IV destaca como característica


esencial la presencia de cambios psicológicos o comportamentales desadaptativos
clínicamente significativos, como por ejemplo euforia inicial seguida de apatía, disforia,

64 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


agitación o inhibición psicomotoras o alteración de la capacidad de juicio que aparecen
durante o poco tiempo después del consumo. La intoxicación también se acompaña de
constricción pupilar, a no ser que se produzca una sobredosis grave lo que provocaría
dilatación pupilar ante la falta de oxígeno, junto con somnolencia, lenguaje farfullante,
disartria (dificultad en la expresión oral del lenguaje) y disminución de la memoria y la
atención. Estos síntomas pueden prolongarse durante horas y la intoxicación grave inducir el
coma, depresión respiratoria, midriasis e incluso la muerte. En algunos estados de
intoxicación pueden aparecer alucinaciones con juicio de realidad intacto (la persona es
consciente de que las alucinaciones están producidas por la sustancia y no son la
representación de una realidad externa) o ilusiones auditivas, visuales o táctiles; ante lo cual
se diagnosticaría Intoxicación por opiáceos con alteraciones perceptivas.

En cuanto al diagnóstico de abstinencia de opiáceos, el DSM-IV señala como característica


esencial la presencia de un patrón de signos y síntomas contrarios a los efectos agonistas
agudos tras la reducción o supresión del consumo o ante la administración de un antagonista
opiáceo (ejemplo: naltrexona o naloxona). Los primeros de éstos son subjetivos y consisten
en síntomas de ansiedad, inquietud y sensación de dolor generalmente localizado en la
espalda y piernas, acompañados de una necesidad irresistible de obtener opiáceos y un
comportamiento de búsqueda de droga, junto con irritabilidad y mayor sensibilidad al dolor.
Además, aparecen síntomas como humor disfórico, náuseas o vómitos, dolores musculares,
lagrimeo, midriasis, aumento de la sudoración, diarrea, bostezos, fiebre o insomnio. En la
mayoría de los sujetos dependientes de drogas de acción corta como la heroína, los síntomas
aparecen entre las 6 y las 24 horas después de la última dosis. En el caso de opiáceos de
acción más prolongada como la metadona los síntomas no aparecen hasta 2 ó 4 días
después.

Para muchos sujetos, el efecto que produce el primer consumo de un opiáceo es la disforia,
más que la euforia. También puede provocar náuseas o vómitos. Los individuos con
dependencia de opiáceos están especialmente predispuestos a presentar síntomas
depresivos de breve duración y episodios depresivos leves o moderados, que cumplen
criterios de trastorno depresivo mayor. Estos síntomas reflejan un trastorno del estado de
ánimo inducido por opiáceos o la exacerbación de un trastorno depresivo primario previo.
Los períodos de depresión son especialmente frecuentes durante la intoxicación crónica, o
pueden ir asociados al estrés psicosocial relacionado con la dependencia de opiáceos. El
insomnio también es frecuente, especialmente durante la abstinencia.

El trastorno antisocial de la personalidad es mucho más frecuente en sujetos con


dependencia de opiáceos que en la población general. El trastorno por estrés postraumático
también es más frecuente. Una historia de trastorno disocial en la infancia o adolescencia
parece ser un factor de riesgo relevante para la aparición de trastornos relacionados con
sustancias, especialmente en el caso de la dependencia de opiáceos.

Respecto al diagnóstico diferencial, los trastornos relacionados con sustancias se distinguen


en general del consumo no patológico y del consumo apropiado de medicamentos por la
presencia en los primeros de tolerancia, abstinencia, uso compulsivo o interferencia en áreas
como la laboral o social. Los trastornos inducidos por opiáceos pueden estar caracterizados
65 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables
por síntomas que semejan trastornos mentales primarios aunque lo hacen en menor
frecuencia que la mayoría de las otras drogas de abuso y, en algunos casos, incluso reducen
dichos síntomas, con lo que el trastorno mental o el síntoma reaparecen tras interrumpir el
consumo.

La intoxicación por alcohol y la intoxicación por sedantes, hipnóticos o ansiolíticos pueden


generar un cuadro clínico que se parece a la intoxicación por opiáceos. El diagnóstico de la
intoxicación por alcohol o la intoxicación por sedantes, hipnóticos o ansiolíticos
habitualmente se realiza en base a la ausencia de constricción pupilar o a una falta de
respuesta a la prueba de naloxona. La intoxicación y la abstinencia de opiáceos se distinguen
de otros trastornos inducidos por opiáceos (trastorno del estado de ánimo inducido por
opiáceos de inicio durante la intoxicación) en que en estos últimos trastornos los síntomas
exceden de los que habitualmente se asocian a la intoxicación o abstinencia de opiáceos y
son de suficiente gravedad como para merecer una atención clínica independiente.

66 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


5.4 HISTORIA DE UN CASO

DATOS BIOGRÁFICOS

Nombre del paciente: L.


Sexo: Mujer
Edad: 18
Estado civil: Soltera
Ocupación: Estudiante
Estructura familiar: Su núcleo familiar se compone de cuatro miembros. Tiene un hermano casado,
diez años mayor que ella, que vive fuera del hogar familiar. La paciente actualmente reside en Madrid
por motivos académicos desde hace un mes.

MOTIVO DE CONSULTA

El caso viene remitido por Proyecto Hombre, donde acudió inicialmente en busca de información y
orientación.

La paciente acude a consulta, por motivación propia, debido a la presencia de un consumo repetido
de cocaína y dada la dificultad creciente para resistirse a su consumo. Así mismo, la paciente refiere
sufrir sentimientos de culpabilidad y tristeza, presentes desde hace dos meses, horas posteriores al
consumo; y de forma más continuada, miedo ante las posibles consecuencias negativas de continuar
haciendo uso de la cocaína. Llevaba una semana sin consumir cuando llegó a consulta.

OBJETIVOS DEL PACIENTE

• “Dejar el consumo a cero porque ya no me siento bien cuando consumo”.


• “Dejar de pensar en consumir”.
• “Quiero control: poder verla (cocaína) y no consumir”.

67 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


APARICIÓN Y CURSO DEL PROBLEMA

La paciente contaba con 12 años de edad cuando comenzó a fumar tabaco y un año después inició
el consumo de cannabis, motivada principalmente por su grupo de amigos. No sería hasta los 16 años
de edad cuando L. comenzara a consumir cocaína. Por esta época la paciente había comenzado a
trabajar en un bar regentado por gente joven del pueblo (en su gran mayoría consumidores
habituales de cocaína). La invitación directa al consumo por parte de una amiga desencadenó el
problema, al no contar la paciente con recursos suficientes para denegar el ofrecimiento. El trato
continuado con consumidores habituales que regentaban el bar propició el mantenimiento. Era
habitual consumir junto con amigos y otros camareros tras el cierre del bar y en algunas ocasiones
durante el día, siempre acompañada por otras personas. Por lo que durante estos meses el consumo
de cocaína llega a alcanzar una frecuencia diaria, aunque la cantidad consumida no llegaba a superar
el gramo al día. La disponibilidad de la droga durante este tiempo era total, ya que las personas con
las que consumía siempre disponían de ella. Durante este año, L. reconoce haber sustraído dinero a su
madre o haber utilizado engaños para justificar sus continuas peticiones de dinero a su familia.
Igualmente llegó a contraer deudas de hasta 100 euros con una sola persona, pero la suma total de
dinero a deber nunca superó los 160 euros (el coste de la cocaína asciende actualmente a 50 ó 60
euros el gramo). Estas deudas le hacían sentirse mal consigo misma e intentaba saldarlas cuanto
antes.

Llevaba un año consumiendo cocaína cuando fue descubierta por su madre. La paciente reconoce
que este descubrimiento afectó bastante a la familia. Accedió a asistir a un médico psiquiatra quien le
receta ansiolíticos y la ve únicamente en tres sesiones más. Durante los meses siguientes, L. consigue
dejar por completo el consumo de cocaína ayudada principalmente por su pareja en aquel momento,
dado que la mantenía alejada de la vida nocturna y era un modelo abstemio. La paciente refiere no
haber encontrado grandes dificultades para mantenerse sin consumir aunque tuvo que dejar de
trabajar en el bar y dejó de relacionarse con determinadas personas.

Tras unos tres meses de abstinencia, L. sufre una ruptura sentimental y recae al sentirse incapaz de
hacer frente a sus emociones. Es en este momento cuando retoma el trabajo en el bar y en
consecuencia vuelve a reiniciar el contacto con determinados amigos y consumidores. En los meses
posteriores a la ruptura recurre al ocio nocturno y al consumo de cocaína como vía de escape de sus
emociones y del sentimiento de soledad al no contar con esta pareja. El consumo pasa
progresivamente a ser menos frecuente, pero la cantidad esnifada se incrementa, llegando a consumir
en algún momento hasta 2 gramos en una sola noche, y comienza a estar más ligado a la necesidad
de eliminar los efectos depresores del alcohol y a la imposición de aguantar toda la noche de fiesta.
Es en este momento cuando dos de sus amigos tienen un accidente de coche entre ellos, falleciendo
ambos. Este hecho afecta enormemente al grupo de amigos. Durante unos meses la funcionalidad de
la cocaína pasa a ser la de escape del estado de ánimo negativo consecuente, en contra del uso más
recreativo, y queda principalmente circunscrito a pequeñas reuniones donde se recuerda a estas dos
personas.

El siguiente cambio importante en relación al problema tiene lugar a su llegada a Madrid para
estudiar un módulo, cuando el consumo se reduce drásticamente. Las primeras semanas estuvo
compartiendo piso con amigos de Galicia. Durante ese tiempo el consumo de cannabis fue elevado,
llegando a alcanzar una frecuencia diaria dado el modelo a seguir que le ofrecían sus compañeros de
piso y la inexistencia de actividades alternativas y recursos necesarios para rechazar el ofrecimiento
continuado. También en esos días el consumo de cocaína está circunscrito exclusivamente al ocio
nocturno, sólo se presenta en el fin de semana y no supera el gramo consumido. Eliminar el cansancio
y reducir los efectos del alcohol son los desencadenantes principales.

En la residencia femenina en la que se aloja posteriormente conoce a un grupo de chicas, que


actualmente conforma su grupo de amigos en la capital, de entre las cuales ninguna consume
cocaína. A raíz de este cambio la paciente abandona el consumo de cannabis y el de cocaína. Éste
únicamente se ha dado en su pueblo y exclusivamente ligado al ocio nocturno unos días antes de
acudir a sesión.

Al poco tiempo de su cambio de residencia tiene lugar el fallecimiento de otra persona con la que
tenía relación en su pueblo. Lo recuerda como un suceso triste pero el hecho de encontrarse en
Madrid hace las veces de protección y la paciente no lo vive de una forma tan extrema, no teniendo

68 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


consecuencias sobre el consumo de cocaína.

En los meses previos, y en aquellas ocasiones en las que salía, volvía a casa de madrugada con un
alto grado de satisfacción si lograba no consumir pese a haber bebido alcohol, bien se volvía antes a
casa e incluso en alguna ocasión optó por no salir. En las contadas ocasiones en las que hacía uso de
la droga (6 desde que inició el proceso de evaluación) la emoción consecuente era principalmente la
culpabilidad.

Nunca ha tenido problemas judiciales relacionados con el consumo de la droga ni se vio implicada
en agresiones, peleas o disturbios de algún tipo.

La paciente cuenta con recursos intelectuales que le han capacitado para tomar conciencia de
aquellas variables que motivaban o desencadenaban el consumo de cocaína y ha ido poniendo en
marcha estrategias sumamente útiles que le han hecho posible reducir el consumo por sí misma.
Igualmente como recurso importante se siente conocedora de las importantes desventajas que se
derivarían de continuar con el consumo de cocaína durante más tiempo y otorga a las ventajas de la
abstinencia un alto valor. Estos recursos favorecerán la comprensión y la conveniencia de la puesta en
marcha de las estrategias que se aplicarán durante el tratamiento.

La paciente se ha mostrado capaz de ejercer un adecuado control sobre su consumo de cocaína en


diferentes ocasiones a lo largo de su historia de consumo. El primer período de abstinencia se da tras
un año de estar consumiendo de forma diaria. No querer preocupar a su madre y una pareja
abstemia fueron responsables, según refiere la paciente, del abandono del consumo durante este
período.

El segundo período de intento de abstinencia se inicia tras su llegada a Madrid: la toma de


conciencia de problema respecto al consumo; la presencia continuada de sentimientos de
culpabilidad en referencia al mismo; la existencia de relaciones interpersonales fuera del ambiente de
la droga y una menor disponibilidad monetaria estuvieron en el origen de este período sin consumo.

Entre ambas fechas se dan varios intentos de reducir el consumo poniendo en marcha diferentes
estrategias como por ejemplo: control estimular, intentos por anticipar las consecuencias negativas
del consumo, pensar en su familia y amigos o la evitación directa de situaciones que pudieran
inducirle al consumo. Además, la paciente efectúa una adecuada atribución del éxito alcanzado en
este sentido, mostrándose satisfecha por los resultados de sus estrategias, reflejándose todo ello en un
elevado sentido de autoeficacia.

La paciente muestra y explicita una alta motivación para abandonar el consumo de cocaína. Confía
en sus posibilidades de lograrlo y es consciente de las ventajas que ello conlleva. Igual es su grado de
motivación en relación al tratamiento.

Pese a que afirma mantener una buena relación con su familia basada en la confianza, ha optado
por ocultarles su asistencia a terapia dado que desconocían su recaída tras el tratamiento recibido por
el psiquiatra, con lo que actualmente la paciente no cuenta con el apoyo familiar en este sentido. No
obstante, sí dispone de lo que va siendo una importante fuente de apoyo en su grupo de iguales de
Madrid, ciudad en la que reside actualmente. Estas personas principalmente le sirven como modelo
de abstinencia. Por otra parte, en su pueblo natal, también cuenta con ciertas amistades que se
pueden mostrar como importantes figuras de apoyo.

69 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Actualmente reside en una residencia femenina compartiendo habitación con otra chica.
Acostumbra a levantarse tarde y hasta la hora de comer invierte su tiempo en ver la televisión o
conectarse a Internet. Antes de marchar a clase aprovecha para dormir siesta. Entre las 17 y las 19
horas está en clase y una vez finalizada, y junto al resto de sus compañeros, acuden de forma asidua al
mismo bar, donde pasan un par horas bebiendo y hablando sobre la afición que comparten. Sobre las
diez de la noche vuelve a la residencia. Ve la televisión o se conecta a Internet hasta la dos de la
madrugada, hora en la que se acuesta.

INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN

⇒ SCL-
SCL- 90 – R:

SOM OBS INT DEP ANS HOS FOB PAR PSI ADI GSI PST PS
DI

Total 10 7 5 5 11 6 0 6 6 15 - - -

PD 0.83 0.7 0.55 0.38 1.1 1 0 1 0.6 2.14 0.79 30 2.37

Población

General 65 65 65 25 85 85 5 85 87 - 80 57 86

CENTIL

Dentro de la valoración de las dimensiones sintomáticas nos encontramos con puntuaciones


claramente superiores a la media, como es el caso de las siguientes:

Ansiedad: la paciente refiere nerviosismo, miedo (referido exclusivamente a su problema de


consumo y a las consecuencias negativas de continuar con el mismo), inquietud motora (presente
desde la infancia) y pensamientos que le provocan malestar (igualmente en referencia al
consumo de cocaína). Por lo que, o bien se trata de síntomas cuyo origen se sitúan en la infancia
como una condición más o menos estable, o bien están directamente asociados al motivo de
consulta por lo que no cabría la hipótesis de un trastorno de ansiedad diferenciado.
Hostilidad: presencia de sentimientos de ira y estados de heteroagresión que podrían quedar
explicados por la existencia de un patrón automático de respuesta en conjunción con un
manifiesto déficit de respuestas de afrontamiento.
Ideación Paranoide: encontramos centralismo autoreferencial explicado por la presencia de
creencias no compartidas por los demás (se trata de ideas referidas a temas de actualidad o temas
de discusión general), y sentimientos de infravaloración.
Psicoticismo: dimensión mayormente relacionada con sentimientos de alienación social en cuanto
a población general se trata. La presencia, en este caso, de sentimientos de soledad en presencia
de otras personas, de la idea de que algo va mal en su cuerpo y de que otros pueden saber lo que
está pensando, no se encuentran enmarcados dentro de la constelación de síntomas positivos
que define el espectro psicótico de acuerdo a las explicaciones aportadas por la paciente durante
las sesiones de evaluación.

No obstante, el propio autor del cuestionario llama a la cautela a la hora de valorar la presencia de
ciertos síntomas dada su alta frecuencia dentro de la población general por lo que, y pese a las
elevadas puntuaciones encontradas en algunas dimensiones, no estamos en condiciones de
determinar la presencia de otros cuadros clínicos distintos al que motivó la asistencia a terapia. De
hecho, el percentil 57 obtenido en el Total de Síntomas Positivos lo estaría corroborando.

70 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Entre las medidas globales, el GSI o Índice Sintomático General, nos revela la presencia de un alto
sufrimiento psíquico global o un elevado nivel de malestar. La elevada puntuación en el PSDI (Índice
de Distrés de Síntomas Positivos) puede reflejar la presencia de un estilo de afrontamiento tendente a
la magnificación del malestar originado por los síntomas. El déficit en respuestas adaptativas de
afrontamiento de estados negativos puede estar dando lugar a la magnificación del malestar y, por
tanto, a esa puntuación tan elevada.

⇒ continuar/abandonarr el consumo
Listado de ventajas y desventajas de continuar/abandona consumo de cocaína.

Con el objetivo de evaluar la motivación para el cambio así como para el tratamiento. La paciente,
de acuerdo a las respuestas ofrecidas, percibe como adecuado el tratamiento para la consecución de
sus objetivos (ella misma había puesto en marcha estrategias de cambio conductual con el fin de no
consumir) y, paralelamente, se muestra determinada a abandonar la conducta adictiva. Esta
información es convergente con los resultados obtenidos en el cuestionario de procesos de cambio y
con la actitud mostrada durante la evaluación.

⇒ Registro de afrontamiento del “craving”: fecha y hora/ situación/ compañía/ ansia de


consumo o craving 0-
0-100/ duración del craving/ desencadenante/ pensamientos tenidos/
modo de afrontamiento.

La información obtenida viene a corroborar los datos facilitados por la propia paciente durante las
sesiones de evaluación y ponen de relieve, una vez, más, el elevado nivel de conciencia que posee
sobre los factores implicados en el problema y su capacidad para poner en marcha estrategias con el
fin de evitar el consumo.

⇒ URICA (Escala de Evaluación del Cambio de la Universidad de Rhode Island).

Las puntuaciones para cada subescala oscilan entre 8 y 40, siendo las obtenidas por la paciente las
que se listan a continuación:

• Precontemplación: 15
• Contemplación: 36*
• Actuación: 35*
• Mantenimiento: 33

Reflejan la situación de la paciente en cada uno de los estadios de cambio (Prochaska y


DiClemente). L. ha obtenido las puntuaciones más elevadas en los estadios de cambio de
contemplación y actuación, datos que vienen a corroborar la impresión clínica formada durante la
evaluación. Esto es, la paciente presenta conciencia de la existencia de toda una problemática en
cuyo origen se sitúa el consumo de cocaína, y se ha comprometido a abandonar dicha conducta
adictiva mediante la puesta en marcha de cambios conductuales orientados a dicho fin (evitar
determinados lugares o compañías, por ejemplo).

⇒ Cuestionario de Procesos de Cambio para Adictos a la Cocaína (PCQ):

• Aumento de la concienciación: 14
• Contracondicionamiento: 13
• Relieve dramático: 13
• Reevaluación ambiental: 13
• Relaciones de ayuda: 15*
• Manejo de contingencias: 15*
• Autoliberación: 15*
• Autorreevaluación: 15*
• Liberación social: 9
• Control de estímulos: 13

71 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Los resultados muestran que la paciente está manejando todos los procesos de cambio de forma
activa, lo que nos indica que su implicación y participación en el tratamiento está garantizada en un
principio. No obstante, los datos más interesantes se desprenden de la integración de los resultados
obtenidos en ambas escalas: URICA y PCQ. De este nexo podemos concluir que se están poniendo en
marcha los procesos adecuados dados los estadios en los que se mueve la paciente. En otras palabras,
el reconocimiento de la mejoría que representaría el abandono de la adicción (autorrevaluación) y el
compromiso personal establecido para su consecución (autoliberación) están promoviendo el cambio
conductual por un lado (estadio de acción), y por otro, la puesta en marcha de determinadas
estrategias (manejo de contingencias) y la utilización efectiva del apoyo social de que dispone están
asegurando el paso a la consolidación de los logros ya alcanzados (estadio de mantenimiento).

⇒ Cuestionario de Craving de Cocaína:

• CCQ-
CCQ- General= 117

Dimensión deseo de consumir= 18


Dimensión intención de consumir= 23
Dimensión anticipación de resultado positivo= 22
Dimensión anticipación del alivio del síndrome de abstinencia= 17
Dimensión percepción de falta de control= 37

• CCQ-
CCQ- Ahora= 93

La puntuación máxima de este cuestionario es de 315 para cada una de las versiones (general y
actual). En ninguno de los dos casos la puntuación de la paciente es superior a la puntuación media y,
dado que no hay establecidos unos puntos de corte, podemos concluir que la intensidad del craving (o
deseo de experimentar el efecto de la cocaína) es media-baja, destacando la diferencia de 24 puntos de
la medida general respecto a la actual. La existencia de un bajo deseo estaría reduciendo, en principio,
la probabilidad de una recaída y facilitando la consecución de los objetivos propuestos.

72 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


6. TRATAMIENTO

6.1 TRATAMIENTO COGNITIVO CONDUCTUAL DE LAS ADICCIONES

Para sustituir un problema de dependencia de las drogas por un estilo de vida nuevo se
necesita que tanto el drogodependiente como su familia u otras personas importantes de su
vida participen en un programa de tratamiento cuyo objetivo sea la abstinencia total junto
con el aprendizaje de estrategias que permitan a la persona adicta afrontar problemas y
dificultades.

Según Mother y Weitz (1986) la consecución del abandono de las drogas pasa por:

reconocer que uno tiene problemas con las drogas y decide abandonarlas,
dejar de consumir drogas por completo,
producir cambios en el estilo de vida
y afrontar problemas de la vida diaria y consolidación de los logros terapéuticos.

En este punto se detallan los principales procedimientos y técnicas de intervención en


drogodependencias.

Tratamiento cognitivo-conductual

Tabla 17. ESQUEMA DE UN PROGRAMA DE INTERVENCIÓN COGNITIVO-CONDUCTUAL EN


DROGODEPENDENCIAS (Adaptado de Graña, J. L. y Muñoz-Rivas, M.J., 1998)

FASES DEL PROGRAMA DE TRATAMIENTO

Primera Fase

o Realización de un contrato terapéutico

o Evaluar el estadio de cambio en el que se encuentra el paciente

o Superar el síndrome de abstinencia

o Entrenar a un familiar a prevenir el consumo de drogas

o Control estimular: aislamiento del adicto de su ambiente habitual donde se ha venido desarrollando la
drogodependencia, romper cualquier contacto que guarde relación con el mundo de la droga y deshacerse
de todas las drogas que tenga en casa así como los utensilios utilizados para su consumo

o Normalizar el funcionamiento cotidiano

Segunda Fase

o Mantener abstinencia y generalización de ésta a otras sustancias

o Fortalecer el proceso de cambio

o Abordar el deseo y recuerdo de la droga

73 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


o Exposición a los estímulos ambientales asociados al consumo y control estimular

o Programar actividades para iniciar cambios en el estilo de vida

o Abordar otros problemas psicológicos asociados como el afrontamiento de estados emocionales, mejora de
la autoestima, entrenamiento en habilidades sociales

o Eliminar distorsiones cognitivas y creencias irracionales mediante reestructuración cognitiva

Tercera Fase

o Afianzar los logros terapéuticos alcanzados hasta el momento

o Iniciar prevención de recaídas

Seguimiento

o Se realizan sesiones de seguimiento a los 3, 6 y 9 meses desde el final del tratamiento

En la elaboración del contrato terapéutico es importante que se incluyan las siguientes


condiciones y su objetivo es especificar los objetivos terapéuticos así como intentar
conseguir un compromiso adecuado por parte del paciente:

1. Importancia de la frecuencia de las sesiones así como la asistencia a las mismas.


2. Inclusión del nombre de aquellas personas, ya sean familiares o amigos, que estén al
tanto de la problemática del paciente y estén dispuestos a participar en el
tratamiento.
3. Compromiso a alcanzar la abstinencia de todo tipo de drogas.
4. Inclusión de las recomendaciones a nivel de control estimular.

Una estrategia importante a implementar en la fase inicial del tratamiento es el control


estimular a través de la ruptura de la relación con consumidores y traficantes de drogas y de
la eliminación de su casa de cosas que le recuerden el consumo y de cualquier droga. Esto se
plantea para alcanzar la abstinencia y modificación del estilo de vida.

Respecto al objetivo de superar el síndrome de abstinencia es conveniente eliminar las


creencias erróneas respecto al mismo que pudiera tener el sujeto para que su afrontamiento
de las consecuencias físicas y psicológicas sea el más adecuado. Chiauzzi (1991) propone al
respecto considerar el tipo de droga de que se trata, el contexto en el que se va a llevar a
cabo la superación del síndrome de abstinencia, puesto que hacerlo en un ambiente seguro
lo facilitaría; la duración del mismo y el estilo de afrontamiento del sujeto.

Generalmente se plantean retiradas progresivas de la droga con el fin de suavizar los


síntomas del síndrome de abstinencia y suele entrenarse a algún miembro de la familia para
que prevenga el consumo recurriendo a estrategias como la asunción del control monetario y
acompañamiento constante del paciente. Por su parte, también es conveniente entrenar a
éste último en técnicas de distracción y de relajación para los habituales síntomas de
ansiedad.

74 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


En una segunda fase, y una vez superado el síndrome de abstinencia y de adecuado
cumplimiento del control estimular, se aplica la técnica de exposición a los estímulos
condicionados a la búsqueda y el consumo de la droga atendiendo eso sí a los siguientes
requisitos:

− Haber pasado por un período de abstinencia entre uno y tres meses.


− La exposición se inicia dentro de un ambiente controlado para disminuir la
probabilidad de un consumo.
− Especificar para cada paciente los estímulos que se van a utilizar para incluirlos en la
jerarquía de exposición (Graña, 1994a).

La aplicación de la técnica de exposición en casos de drogadicción es igual a la forma en que


se aplica en otras problemáticas: se elabora una jerarquía de estímulos que provoquen deseo
de consumir, hasta que no se ha producido habituación no se pasa a exponer el siguiente
ítem y al tiempo que el sujeto se expone se aconseja que verbalice sus pensamientos y
emociones. En este punto es conveniente intensificar alguna de las medidas tomadas dentro
del control estimular, como por ejemplo que el paciente acuda y se marche acompañado por
un familiar. Como parte de la fase de exposición, será conveniente incluir como ítems las
rutas relacionadas con el consumo y búsqueda de la droga junto con el terapeuta o un
coterapeuta entrenado, al tiempo que por otro lado se van generando rutas alternativas por
la ciudad asociando nuevas señales con la abstinencia y la modificación del estilo de vida.

También se tiene que hacer frente a la aparición de deseo y para ello el paciente tiene que
aprender una serie de estrategias para su afrontamiento. Chiauzzi (1991) puntualiza que
cualquier situación, imagen, pensamiento, estado de ánimo y recuerdo puede desencadenar
el deseo por lo que es conveniente que el adicto cuente con distintas técnicas en función del
estímulo desencadenante. Según este mismo autor, la evitación de estos pensamientos,
estados y situaciones no siempre va a ser posible por lo que el paciente debe conocer y
entender cómo se produce el deseo en su caso para estar en mejores condiciones para
hacerle frente. Su deseo debe ser analizado en sus distintos componentes (fisiológico,
cognitivo, conductual y emocional).

Se han desarrollado varios métodos para afrontar el deseo:

• Realizar un autorregistro en el que cada vez que aparezca el deseo el paciente tiene
que anotar la hora, la situación, sus pensamientos, estado de ánimo, emociones, qué
hace para afrontarlo y que valore la intensidad del mismo, para descubrir una pauta
común de situaciones y formas de reaccionar del paciente ante la aparición de deseo
(Graña, 1994a).
• El procedimiento conductual más eficaz consiste en el entrenamiento de un familiar
para evitar el consumo ante la aparición de deseo en el paciente, junto con la
programación de actividades y tareas que mantengan al sujeto ocupado. El apoyo
constante de una persona establece un ambiente seguro lo que facilita a nivel
cognitivo, emocional y conductual sentar unas premisas para establecer un proceso
de autocontrol (Graña, 1994a).

75 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


En el abordaje de las drogodependencias deben incluirse igualmente técnicas de
reestructuración cognitiva para modificar las creencias disfuncionales y las distorsiones
cognitivas que presente el adicto, principalmente aquéllas vinculadas con los efectos de la
droga, el síndrome de abstinencia, los objetivos que va alcanzando a lo largo del tratamiento
y los factores de riesgo. Early (1991) listó una serie de distorsiones cognitivas que suelen
presentar los cocainómanos: alteración del instinto de supervivencia haciendo que éstos
parezcan menos importantes, negación, grandiosidad, falsa confianza tras un período inicial
de abstinencia y recuerdo eufórico de los efectos de la droga. La mejor intervención
terapéutica es la reestructuración cognitiva propuesta por Beck et al. (1979/1983) en la que
se postula que las cogniciones influyen en la emoción y en la conducta que despliega la
persona y que aquéllas deben ser consideradas como hipótesis sobre la naturaleza del
mundo y ahí la posibilidad de su contraste y puesta a prueba. La metodología a seguir sería la
misma que en otros casos: identificación de pensamientos automáticos, examinar la validez
de las creencias en cada momento específico, desarrollo de pruebas de realidad para la
comprobación prospectiva de sus hipótesis, e identificación de asunciones subyacentes como
temas recurrentes que explican la forma en que los pacientes entienden sus problemas y a sí
mismos.

La última etapa aborda la prevención de recaídas a través del mantenimiento y la mejora de


los objetivos terapéuticos alcanzados hasta este punto. Marlatt (1993) definió una situación
de alto riesgo como “cualquier situación (incluyendo las reacciones emocionales) que
representa una amenaza para la sensación de control del individuo y aumenta el riesgo de
recaída” (p.141). Tras el manejo adecuado por parte de un paciente de una situación de
riesgo, su sentido de autoeficacia se ve incrementado a la par que se reduce la probabilidad
de recaída; sin embargo, una recaída, un consumo concreto que suponga una caída o la
percepción errónea del riesgo de una situación, contribuyen a disminuir el sentido de
autoeficacia del paciente así como sus expectativas sobre su capacidad para afrontar con
éxito una posible situación de riesgo futura.

“Una recaída puede empezar en forma de pensamientos, sentimientos o conductas que,


materializándose inicialmente como un simple desliz, dan lugar a una recaída completa. Así,
puede empezar con la toma de una decisión aparentemente irrelevante (TDAI) […]. Esta
decisión, sin ser consciente, le ha situado ante una situación de alto riesgo” (Graña y Muñoz-
Rivas, 1998, p.150).

Una adecuada evaluación de las situaciones de riesgo debe incluir un muestreo amplio de
situaciones susceptibles de desencadenar un desliz o una recaída y esto puede empezar a
realizarse desde que el paciente lleva varias semanas en abstinencia. Para su elaboración
pueden tenerse en cuenta las situaciones estimulares registradas durante el abordaje del
deseo, circunstancias en las que se ha dado consumo de la sustancia o de otras drogas y a
través del análisis de la historia previa de recaídas (Graña, 1994c). Algunas situaciones de
riesgo características de los pacientes en tratamiento son las siguientes: manejo de dinero,
consumo habitual de otras drogas, relaciones con consumidores de droga y homenajes al
estar asociados a un consumo intenso de la droga.

76 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Sin embargo, hay toda una serie de señales de aviso que aparecen con anterioridad al desliz
o a la recaída y que se deben tener en cuenta para tomar las medidas necesarias (Graña,
1994c):

1. Pensamientos y actitudes negativas como por ejemplo tener dudas sobre el proceso
de recuperación, autocompasión, impaciencia, insatisfacción crónica y confiar
demasiado en uno mismo.
2. Estado de ánimo negativo o sentimientos crónicos de vacío y aburrimiento.
3. Idealización de los efectos de la droga por lo que se lleva a cabo únicamente un
recuerdo selectivo de la adicción.
4. Puesta a prueba del control personal o intento de consumo controlado.
5. Deseo de gratificación o demora cognitiva del consumo hasta la celebración de un
homenaje como recompensa de sus logros actuales respecto a la adicción.
6. Estados de ánimo positivos que provocan la creencia errónea de fácil manejo de un
consumo esporádico.
7. Problemas sexuales o relacionales.
8. Sueños relacionados con el consumo muy vívidos que pueden llegar a provocar
sentimientos de culpa o pueden ser percibidos como una profecía que acaba siendo
autocumplida.

Para la prevención de recaídas es conveniente continuar con el programa de modificación


del estilo de vida del paciente, reestructurar las distorsiones cognitivas que pudieran crear el
escenario idóneo para una recaída y revisar los procedimientos de exposición y de manejo
del deseo.

Por el contrario, en otras ocasiones, se lleva a cabo lo que se conoce como programación de
recaída (Marlatt, 1985d) que se define como aquel “procedimiento designado para acentuar
el sentido individual de responsabilidad personal y elección en el automanejo de un hábito
adictivo” (p.260). Para este autor, llevar a cabo esta estrategia en una situación en la que la
recaída es inminente e inevitable pese a los esfuerzos terapéuticos realizados cuenta con las
siguientes ventajas:

a) en una recaída no programada se atribuye a la droga la capacidad para generar en la


persona la competencia necesaria para hacer frente a determinada situación
conflictiva, mientras que en una recaída programada la responsabilidad y la
atribución recaen sobre el propio individuo que hace la elección de consumo como
forma alternativa de afrontar la situación;
b) al planificar la recaída en una situación y momentos sin estrés, se incrementa la
probabilidad de desconfirmar las expectativas de resultado positivas para los efectos
anticipados del consumo al no existir siquiera la necesidad de hacer frente a un
estado de ansiedad o de afectividad negativa y
c) proporciona la ocasión para experimentar reacciones conductuales y cognitivas al
desliz y poner en práctica técnicas de afrontamiento.

77 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Pautas para los padres

Con frecuencia son los padres los que van a pedir ayuda al clínico ante la sospecha de
consumo de sus hijos. En este punto es conveniente restar importancia ante lo que podría
ser un consumo esporádico para abordar el tema con ellos de una forma más tranquila y
realista. Se recomienda trasmitirles que el consumo de drogas no funciona como una
enfermedad tradicional, sino que la forma que tienen ellos de ayudar a sus hijos es a través
de unas pautas educativas que los formen sin necesidad de recurrir al consumo de drogas
para pretender ser de determinada forma. La herramienta más útil con la que cuentan los
progenitores para prevenir el consumo en sus hijos es dotarles de las capacidades que le
permitan elegir, decidir, aprender de los errores y afrontar situaciones comprometidas. Si se
le enseña al adolescente a resistir la presión de su grupo de amigos, en el futuro ello podrá
servirle para tomar una decisión respecto al consumo de drogas y defenderla. Todo esto
junto con el fomento de valores que favorezcan la madurez personal, el espíritu crítico, la
toma de decisiones y la resistencia a las presiones grupales o sociales.

El consumo de drogas también está relacionado


con el estilo de vida del adolescente y la
ANTE LA EVIDENCIA DE CONSUMO ocupación de su tiempo libre. Darle alternativas
• Dialogar y analizar las circunstancias de ocio es una buena medida para evitar que
que llevaron al consumo intente paliar el aburrimiento con la búsqueda de
• Mantener el autocontrol emocional
nuevas experiencias a partir del consumo de
• Ofrecer ayuda, pues ve en usted alguien
a quien recurrir drogas.
• Mostrarle su afecto por lo que él o ella
es, independientemente de lo que haga Para que los padres estén preparados para
• Intentar dedicarle más tiempo
• Prestarle más atención abordar el problema del consumo con sus hijos
• Entender que se está ante una persona deben estar informados primero sobre la droga
que tiene problemas y no “ante un
problema”
de que se trate. Deben hablar con su hijo
mostrando preocupación, evitando que la
(Delegación del Gobierno para el Plan
conversación sea invasiva o incriminatoria,
Nacional sobre Drogas, 2007)
intentando recoger información sobre su estilo
de vida, sobre cómo se siente, qué relaciones
tiene, en qué ambientes se mueve y qué espera
o qué cree que le aporta el consumo.
SIGNOS DE ALARMA ANTE UN POSIBLE
Es conveniente que le informen sobre las CONSUMO
consecuencias negativas que el consumo le puede
• Cambio brusco en el cuidado y aseo personal
deparar y tiene que estar centrada sobre aspectos • Trastornos del sueño con insomnio y/o
que tengan que ver con las sensaciones y vivencias pesadillas y temblores
• Pérdida de peso o apetito excesivo
actuales (por ejemplo toxicidad, agresividad, • Disminución del rendimiento académico
dificultades a la hora de mantener relaciones • Aislamiento físico en el hogar
• Abandono de aficiones
sexuales, etc.), a la vez que se rastrea la • Cambios bruscos de humor
información que él mismo maneja y conoce sobre • Pérdida de responsabilidad
el tema. (Delegación del Gobierno para el Plan
Nacional sobre Drogas, 2007)

78 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Se aconseja abordar estos temas de una
HAY QUE
forma cálida y franca. Tienen que aprender a
conceptualizar el problema del consumo • Sentirse bien con los hijos
• Escucharles y razonar
como un hecho positivo en la medida en que • Seguir su rendimiento escolar
puede permitirles un acercamiento a su hijo. • Ayudarles y facilitarles la comunicación
con los demás
También se les debe aconsejar que muestren • Informarles sobre aspectos relacionados
interés por su hijo y su vida, y no sólo por el con las drogas y formarse para poder
hecho de que haya consumido drogas informar
• Reducir el consumo habitual de drogas
(Becoña, 2001). legales por parte de los padres

(Delegación del Gobierno para el Plan


Nacional sobre Drogas, 2007)

79 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


6.2 COMUNIDADES TERAPÉUTICAS DE MENORES

Las comunidades terapéuticas son centros residenciales que cumplen con los objetivos de
deshabituación, rehabilitación y reinserción de personas con problemas de
drogodependencia. En estas comunidades se llevan a cabo tanto intervenciones psicológicas
como médicas y están destinadas a personas que presentan desestructuración psicológica y
familiar o social que hacen inviable el tratamiento ambulatorio.

Debido a la profundidad del cambio que se plantea, es necesario que los usuarios de este
tipo de recursos presenten un elevado grado de motivación al cambio.

En el caso de menores, se prevé el internamiento para aquellos casos en los que por su
adicción a las drogas o por la presencia de otras disfunciones psicológicas requieren de un
contexto estructurado para seguir un programa terapéutico para el que no se dan las
condiciones idóneas para su realización ambulatoria (Ley Orgánica 5/2000 de 12 de Enero).

Las comunidades terapéuticas de menores tratan de responder además a las necesidades


globales de los adolescentes que tratan, prestando atención a su formación educativa y
profesional, buscando promover además unos valores que les permitan una adecuada
adaptación al contexto social.

Características de los menores atendidos:

o Mayor número de varones

o Edad media de 16 años

o Cannabis es la droga más consumida

o Alta disponibilidad de la droga en sus entornos

o Su grupo de iguales suele consumir también, principalmente alcohol y cannabis

Objetivos individuales:

− Que el menor tome conocimiento y modifique sus pautas de consumo y sus hábitos
higiénico-sanitarios que supongan un factor de riesgo para su salud.

− Evaluar e intervenir sobre la situación personal del menor.

− Detectar las situaciones sociales que repercuten en la conducta de consumo del


menor y orientar para su cambio.

− Modificar las condiciones formativas y ocupacionales del menor que influyen en el


consumo.

Objetivos a nivel grupal:

− Adquisición de información y conocimientos sobre los distintos tipos de drogas.

− Aprendizaje de habilidades para resistir la presión social frente al consumo.

80 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


− Desarrollo de un estilo de vida protector frente a las drogas.

Objetivos con las familias:

− Trabajar para conseguir su implicación en la mejora del menor.

− Disminución de los niveles de ansiedad.

− Mejora de la comprensión del adolescente mediante el establecimiento de una


comunicación más eficaz.

− Aprendizaje de estrategias para la resolución de conflictos.

81 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


6.3 REHABILITACIÓN COGNITIVA EN ADOLESCENTES CONSUMIDORES DE ALCOHOL

Las consecuencias a largo plazo de la dependencia de alcohol suelen aparecer en forma de


problemas amnésicos, visoespaciales y ejecutivos (memoria de trabajo e inhibición de
respuestas automáticas) (Scheurich, 2005).

De forma reciente se conocen las complicaciones cognitivas que se pueden derivar del
consumo de alcohol: peor rendimiento en el aprendizaje, déficits en la función ejecutiva
(inhibición de respuestas predominantes, impulsividad motora y toma de decisiones) y en la
atención (Thoma et al., 2011). A las consecuencias a nivel cognitivo debemos añadir además
alteraciones emocionales en forma de un incremento de la sensibilidad emocional negativa y
una disminución del estado de ánimo (Townshend, 2005).

Como rehabilitación cognitiva no entendemos únicamente ejercicios de entrenamiento, sino


que se contempla también el esfuerzo cognitivo a modo de compensación que pone en
marcha el sistema cognitivo para poder hacer frente a los déficits presentes. En general,
suponen un conjunto de técnicas y procedimientos cuyo objetivo consiste en alcanzar el
máximo rendimiento intelectual y mejor adaptación general en aquellas personas que han
sufrido un accidente cerebral. Y aunque aún son pocos los estudios realizados con terapias
de rehabilitación cognitiva, los primeros resultados revelan que su puesta en marcha conlleva
mejoras en el funcionamiento cerebral, lo que acaba redundando en un mejor
aprovechamiento del resto de técnicas empleadas en el tratamiento (Rojo Mota & Iraurgi
Castillo, 2011).

El entrenamiento cognitivo, que supone la base de la rehabilitación cognitiva, parte de la


premisa de que las capacidades cognitivas responden al ejercicio repetido y constante.

Son ya varios los programas de rehabilitación cognitiva que se apoyan en sistemas


computarizados para el entrenamiento. Un claro ejemplo es el Programa Rehacom,
programa que estimula funciones tales como la atención, la concentración, la memoria, la
planificación y la solución de problemas o la percepción visual.

Estos son algunos ejemplos de ejercicios para rehabilitación cognitiva que podemos diseñar
ad hoc aprovechando las opciones que nos dan programas como PowerPoint (Office de
Windows):

82 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Tarea de rastreo visual:

Fuente: Estimulación cognitiva por ordenador (González Rodríguez)

83 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Ejemplo de presentación de imágenes para el entrenamiento en memoria operativa:

Fuente: Estimulación cognitiva por ordenador (González Rodríguez)

Fuente: Estimulación cognitiva por ordenador (González Rodríguez)

84 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Podemos ir añadiendo imágenes para ir incrementando la complejidad de la tarea o bien
reducir el tiempo de exposición.

Comprensión de instrucciones escritas:

Fuente: Estimulación cognitiva por ordenador (González Rodríguez)

En función del número de estímulos presentados, de la longitud de la lista y del tiempo de


presentación variará la complejidad de la tarea.

85 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


6.4 PROBLEMAS TERAPÉUTICOS HABITUALES

Interrupción prematura

El abandono prematuro del tratamiento es uno de los problemas más frecuentes en el


tratamiento de las adicciones y su causa más frecuente es la recaída en el consumo. En la
medida que se dan más problemas psicosociales, médicos y psiquiátricos los resultados del
tratamiento suelen ser peores.

Las tasas de abandono suelen ser muy altas (una revisión encontró unos porcentajes del 75-
80% de abandonos en los programas de tratamiento para la adicción a cocaína, Higghins et
al., 1994). Esto puede sugerir que los tratamientos actuales no son en su conjunto
satisfactorios.

La interrupción prematura del tratamiento es mayor en los estadios iniciales cuando el


deseo es más intenso y las habilidades de afrontamiento del mismo y el sistema de soporte
no se han desarrollado e instalado suficientemente. Pero si esta circunstancia se tiene en
cuenta y se considera dentro del propio plan de tratamiento puede prevenirse el riesgo de
abandono mediante un trabajo específico de alianza terapéutica. Si el paciente ha pasado por
tratamientos anteriores conocer lo sucedido en los mismos y los motivos del abandono o
ineficacia de los mismos puede ayudar a prevenir que ocurra lo mismo en el tratamiento
actual.

Recaídas

En los tratamientos ambulatorios los pacientes están expuestos a estímulos que disparan el
craving y las oportunidades de consumo nunca pueden reducirse a cero a pesar del control
que se haya venido y se venga interponiendo.

Los pacientes con períodos cortos de abstinencia están más predispuestos al consumo
porque suelen presentar signos del síndrome de abstinencia junto con una expectativa y un
recuerdo positivos de la euforia cocaínica.

La posibilidad de recaída ha de tratarse abiertamente con el paciente y ha de ser la base


desde la cual se va desarrollando el aprendizaje de habilidades de afrontamiento. No
obstante, si se da la recaída ha de asistirse terapéuticamente.

Resistencia al tratamiento

En el caso de los cocainómanos, su tendencia natural es la recidiva, múltiples intentos de


tratamiento y presencia de comorbilidad psiquiátrica. La falta de un diagnóstico preciso y de
un tratamiento adecuado facilita la exposición continua a situaciones de alto riesgo y a una
estabilidad en el estilo de vida que se asocia generalmente al uso habitual de drogas. Muchos
pacientes con problemas de adicción no son susceptibles de tratamiento ambulatorio ante la
presencia de síntomas graves de abstinencia, comorbilidad o complicaciones médicas que
hacen más recomendable un tratamiento residencial u hospitalario (Caballero, 2005).

86 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


7. ADICCIONES SIN SUSTANCIA

7.1 INTERNET, NUEVAS TECNOLOGÍAS Y REDES SOCIALES

Internet, así como las nuevas tecnologías de comunicación, cumplen una importante
función como la transmisión de archivos, el envío de correo electrónico, las conversaciones
en línea, la mensajería instantánea, la transmisión de contenido y comunicación multimedia,
televisión, el acceso remoto a otros dispositivos o los juegos en línea. Todos estos servicios
han revolucionado y originado un impacto profundo en el mundo laboral, el ocio y el
conocimiento a nivel mundial. Gracias a la web, millones de personas tienen acceso fácil e
inmediato a una cantidad extensa y diversa de información en línea lo que ha permitido una
descentralización extrema de la información y de los datos (Wikipedia, 2011).

Pese a los beneficios referidos, en ocasiones, Internet y los recursos tecnológicos se


convierten en un fin en sí mismos y en un instrumento de placer que puede enmascarar
necesidades más profundas. También las redes sociales pueden atrapar a los jóvenes
adolescentes en la medida que el mundo virtual originado entorno a ellas puede crear una
falsa identidad y a generar distancia del mundo real (Becoña E. , 2006).

Según el estudio realizado por la Fundación Pfizer (2009), el 98% de los jóvenes españoles
de entre 11 y 20 años es usuario de Internet, de los cuales el 70% reconocen acceder a la red
por un tiempo diario de, al menos, 1,5 horas, aunque sólo hasta un 6% hace un uso abusivo.

Las tecnologías de la información y la comunicación hacen más simple nuestras tareas


diarias. El atractivo de Internet para los jóvenes radica en su respuesta y recompensa rápida,
la interactividad y la multiplicidad de tareas. Su uso es positivo en la medida que no suponga
dejar de lado el resto de las actividades normales y propias de la vida de un adolescente,
puesto que en los casos en los que aparece abuso provoca aislamiento, induce ansiedad,
afecta a la autoestima y reduce la capacidad de control del joven. Sin tener en cuenta otros
riesgos como lo puede suponer el acceso a material o contenidos inapropiados o la pérdida
de intimidad. Asimismo, existe el riego de crear una identidad ficticia además de que dentro
de las redes sociales se fomentan conductas histriónicas y narcisistas (Echeburúa, 2010).

Por su parte, las redes sociales han introducido un nuevo reto para los jóvenes: cuántos
amigos son capaces de tener. Las relaciones que se pueden establecer a través de estos
medios generalmente no implican la intimidad, la cercanía y la confianza que puede conllevar
una relación de amistad en toda regla. Con lo que nos encontramos con una red que puede
llegar a promover un autoengaño o una fantasía en cuanto al apoyo social con el que se
cuenta (Ramón-Cortés, 2010).

Factores de riesgo

Los adolescentes constituyen un grupo de riesgo en la medida en que tienden a buscar


sensaciones nuevas y son el grupo de población que más se conecta a Internet y más
familiarizados están con las nuevas tecnologías (Sánchez-Carbonell, 2008). Sin embargo, sólo
un reducido número de personas muestran problemas de adicción (Becoña E. , 2009).

87 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


En algunos casos hay ciertas características de personalidad o estados emocionales que
aumentan la vulnerabilidad psicológica a las adicciones como la impulsividad, la disforia,
intolerancia a estímulos displacenteros y la búsqueda de sensaciones. En otros casos, sin
embargo, un problema de personalidad como la timidez excesiva o la baja autoestima o un
estilo de afrontamiento inadecuado ante las dificultades cotidianas subyacen a la adicción
(Estévez, 2009; García del Castillo, 2008). No obstante, en otros estudios se han encontrado
datos que confirman la presencia de un estilo de afrontamiento basado en la búsqueda de
apoyo social y la concentración en resolver el problema en adolescentes con uso elevado de
Internet, lo que arroja una visión extrovertida que cabría pensar que sólo es factible, según el
perfil introvertido obtenido en el mismo estudio para esos sujetos, dentro de un entorno
protegido como puede suponer la red (Viñas, 2009).

De la misma manera que se ha demostrado la existencia de comorbilidad psiquiátrica con el


abuso de sustancias, la adicción a Internet y su uso problemático también se ha asociado con
patologías como TDAH, depresión y fobia social (González, M.P., 2007).

Pero en general se trata de personas que muestran insatisfacción personal con su vida o
carecen de un afecto consistente y que intentan llenar esa carencia con otros
comportamientos que pueden dar lugar a una adicción (Echeburúa, 2010).

Señales de alarma

De acuerdo a Young (2008), las principales señales de alarma que denotan una dependencia
a las tecnologías de la información y la comunicación o a las redes sociales y que pueden
hacernos pensar que estamos ante una adicción son los siguientes:

o Privación de sueño por debajo de las 5 horas, dedicando el tiempo restante a estar
conectado.
o Descuido de actividades importantes como el estudio, la familia e incluso el aseo
personal.
o Recibir quejas de padres o hermanos en relación al alto número de horas dedicadas a
estar conectado.
o Pensar en la red constantemente, incluso cuando no se está conectado a ella.
o Irritación excesiva cuando el acceso a la red falla o es lento.
o Intentos de limitar el tiempo de conexión sin conseguirlo.
o Pérdida de la noción del tiempo empleado en estar conectado.
o Mentiras sobre el tiempo real invertido.
o Aislamiento social, irritabilidad y bajo rendimiento académico.
o Sentimientos de euforia y activación anómalas cuando se está conectado.

Aunque más que el número de horas, lo determinante es el grado de interferencia que su


uso provoca en la vida cotidiana del adolescente (Davis R. , 2001).

88 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Diagnóstico

La dependencia a Internet comienza de una forma gradual y lo que inicialmente es una


afición o un instrumento de trabajo se convierte en la parte central de la vida de una
persona. En estos casos la red se utiliza para encontrar una satisfacción inmediata y para huir
de los problemas. Todo esto viene acompañado de unos cambios psicológicos adicionales:
alteraciones de humor, ansiedad, estado de conciencia alterado por una total focalización de
la atención, incapacidad para parar la conexión, etc.

El adicto, ante la presencia de excitación al igual que ocurre en las personas adictas a
sustancias, empieza a aumentar el uso del ordenador o de cualquier otro dispositivo hasta
aislarse de su entorno y no prestar atención a otros aspectos relevantes de su vida. En esta
adicción se pueden señalar unos componentes objetivos, como puede ser el número de
horas invertidos o el gasto económico derivado de su uso, y unos componentes subjetivos,
como utilizar la red para mejorar el ánimo y escapar de alguna preocupación o
responsabilidad. En este estado de cosas es frecuente que vayan emergiendo el deterioro en
las relaciones afectivas (Echeburúa E. , 1999).

Se ha postulado la existencia de un trastorno de adicción a Internet como al resto de las


sustancias adictivas que figuran en el DSM-IV (Young K. , 1996):

Tabla 18.TRASTORNO DE ADICCIÓN A INTERNET (Young K. , 1996)

1. Tolerancia:

a) Necesidad de invertir una cantidad mayor de tiempo en la red para alcanzar el mismo grado de
satisfacción.

b) Satisfacción cada vez menor con el uso continuo de la misma cantidad de tiempo en Internet.

2. Síndrome de abstinencia. Dos o más de los siguientes síntomas:

a) Agitación psicomotriz.

b) Ansiedad.

c) Pensamientos obsesivos sobre lo que está pasando en Internet.

d) Fantasías o sueños en relación a la red.

e) Movimientos de los dedos voluntarios o involuntarios relacionados con el teclado.

f) Uso de Internet para aliviar estos síntomas.

3. El acceso es más frecuente o durante períodos más prolongados de lo que se tenía previsto.

4. Deseo persistente o esfuerzos infructuosos de poner fin o de limitar el uso de Internet.

5. Inversión de mucho tiempo en actividades relacionadas con el uso de Internet.

89 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


6. Abandono o reducción de actividades profesionales, lúdicas o sociales por culpa de Internet.

7. Persistencia en el uso de Internet a pesar de los problemas físicos, sociales, profesionales o académicos, o
psicológicos que son causados o agravados por el uso de Internet: privación de sueño, problemas de pareja,
discusiones con los padres, tardanza por la mañana, abandono de obligaciones o pérdida de interés por los
demás.

No obstante, poca atención se ha dedicado a la caracterización de los factores que


conducen a este problema conductual (Cruzado, 2001). Lo que sitúa el problema de la
adicción a Internet en un nivel aún especulativo, a pesar de lo cual son ya muchos los
profesionales que consideran necesario introducir el uso abusivo de Internet en los sistemas
diagnósticos de clasificación de trastornos mentales con los criterios arriba señalados y otros
tantos los que proponen ya intervenciones terapéuticas específicas para este trastorno desde
la orientación cognitivo conductual sin que su eficacia haya sido demostrada empíricamente
(Cruzado, 2001).

Estrategias de prevención

Entre las recomendaciones que se pueden seguir para evitar el desarrollo de una adicción a
Internet o al uso de redes sociales encontramos (Ramón-Cortés, 2010):

Limitar el uso de dispositivos en general.


Pactar conjuntamente las horas de uso del ordenador y de otros aparatos.
Fomentar la relación con otros jóvenes.
Potenciar actividades y aficiones alternativas al uso de Internet como la lectura, el
deporte, actividades culturales, actividades al aire libre, etc.
Desarrollar actividades grupales.
Estimular el diálogo y la comunicación en la familia.
Compartir actividades entre padres e hijo.
Conocer las páginas web, redes sociales y videojuegos que usa el adolescente.

Desde el área escolar, y en los últimos años, se vienen desarrollando pequeños programas
de prevención con cuya aplicación se pretende incrementar el uso saludable de Internet, el
móvil y los videojuegos mediante la consecución de los siguientes objetivos: reflexionar
sobre las características del uso de las tecnologías de la información y de la comunicación
(TIC); descubrir la relación de los alumnos con las TIC y elaborar conclusiones al respecto;
conocer las consecuencias que conlleva un uso inadecuado de las TIC en el alumnado y ser
conscientes de las actividades que les impide realizar por estar pendientes de estas
tecnologías; analizar los errores lingüísticos y gramaticales que se cometen en la utilización
de las TIC para concienciar sobre sus efectos; indagar sobre las actividades de ocio que
realizan para instaurar nuevos hábitos en el caso de que se considere oportuno; analizar las
alternativas de resolución ante un uso no saludable de Internet; analizar las problemáticas
que encierran las redes sociales, etc. (Carbonell, 2010).

90 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Evaluación de la adicción a las TIC

Se han venido desarrollando multitud de instrumentos para evaluar alteraciones de


conducta relacionadas con el uso de Internet y del móvil, principalmente en lengua inglesa.
Este desarrollo ha sido menor en nuestro país.

Los primeros cuestionarios construidos para evaluar la adicción a Internet se elaboraron en


base a los criterios del DSM-IV para el juego patológico y la dependencia de sustancias:

• Internet Addiction Test IAT (Young, 1998): evalúa el grado en que el uso de Internet
afecta la rutina diaria, vida social, productividad, sueño y sentimientos. Sin embargo,
se ha cuestionado su calidad psicométrica (Widyanto y McMurran, 2004) y su
capacidad para distinguir entre «adictos» y «no adictos» en base a un punto de corte
establecido (Huang, Wang, Qian, Zhong y Tao, 2007).

• Online Cognitive Scale OCS: se trata de un test basado en el modelo cognitivo-


conductual de Davis (2001) que pone el énfasis en síntomas cognitivos. Según Davis,
la adicción llega cuando la persona se aleja de su entorno social real en favor de un
entorno on-line. Fue validado por Davis, Flett y Besser (2002).

• Generalized Problematic Internet Use Scale GPIUS: este test fue desarrollado por
Caplan (2002, 2003) y está inspirado en el Online Cognitive Scale.

• Pathological Internet Use Scale: cuyos autores son Morahan-Martin y Schumacher


(2000).

En nuestro país, Echeburúa (1999) propuso un cuestionario (utilizado posteriormente por


Alario, 2006). Viñas et al. (2002) y Muñoz-Rivas et al. (2003) estudiaron el abuso en muestras
universitarias con cuestionarios centrados en hábitos (aplicaciones y tiempo invertido). De
Gracia et al. (2002) utilizaron los criterios de juego patológico y dependencia de sustancias
del DSM para construir el PRI, mientras que Jenaro et al. (2007) se basaron en los criterios de
juego patológico para diseñar el Internet Over-use Scale y el Cell-Phone Over-Use Scale. Y
más recientemente, Beranuy, M., Chamarro, A., Graner, C. y Carbonell, X. (2009) han
validado dos cuestionarios para evaluar el uso adictivo de Internet y del móvil: el
Cuestionario de Experiencias Relacionadas con Internet y el Cuestionario de Experiencias
Relacionadas con Móvil.

91 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Tratamiento psicológico

La pérdida de control sin la presencia de una sustancia química adictiva es el elemento


nuclear del conjunto de las adicciones comportamentales. Por este motivo, las técnicas que
se recomiendan para el abordaje de este tipo de problemas serían las mismas para todos los
casos: control de estímulos, exposición con prevención de respuesta, solución de problemas
específicos, creación de un nuevo estilo de vida y prevención de recaídas (Echeburúa, 1999).

CONTROL DE ESTÍMULOS

Consiste en la evitación inicial de los estímulos asociados a la conducta problema. En este


caso se trataría de mantener una abstinencia completa respecto al uso de de las redes
sociales, Internet y videojuegos.

EXPOSICIÓN A LOS ESTÍMULOS

El control de estímulos es un paso necesario pero no suficiente para lograr asumir el control
sobre las conductas adictivas. Internet y todos los servicios y utilidades que aporta está
presente en nuestras vidas, por lo que el adolescente no puede adoptar una estrategia de
evitación de forma indefinida, además de porque no se reduce totalmente la intranquilidad
ni los pensamientos indebidos. La recuperación total en estos casos vendrá de la puesta en
marcha de la técnica de exposición a los estímulos relacionados con la adicción de tal manera
que se vaya reduciendo la capacidad de éstos para elicitar la conducta de deseo sin
necesidad de recurrir a conductas de escape.

Tras el período de abstinencia total de la primera fase de tratamiento, la persona podría


pasar a un uso limitado de conexión (al margen de las responsabilidades o tareas escolares)
no superior a 120 minutos al día, revisar el correo una vez al día y en un momento del día en
concreto, estar conectado en presencia de un adulto, no hacerlo nunca restando horas de
sueño o de la realización de otras tareas importantes y eliminar los pensamientos
relacionados con la red cuando no se está conectado (Echeburúa, 1999). Únicamente de esta
manera decrece la intranquilidad y el sujeto adquiere confianza en su capacidad de
autocontrol ante las diversas situaciones cotidianas.

SOLUCIÓN DE PROBLEMAS ESPECÍFICOS

Otro objetivo que debe plantear en el tratamiento de este tipo de adicciones, al igual que
ocurría en el caso de adicciones con sustancia, es enseñar al paciente a afrontar
adecuadamente las dificultades propias de su vida sin recurrir a la conducta adictiva como
estrategia de evitación.

El sujeto puede experimentar en ocasiones un fuerte deseo por meterse en las redes
sociales, revisar su bandeja de correo, etc. y que puede aparecer en una situación
determinada, como por ejemplo estando en casa sin nada que hacer, o ante la presencia de
determinados estímulos, como el aburrimiento. Las medidas que se deben poner en marcha
en situaciones así son desde recurrir a técnicas de distracción cognitiva (se describen en la
Tabla 19), recurrir a la compañía de alguien o bien restar importancia al pensamiento tenido,
a la vez que se recalca el hecho de que uno no tiene necesidad de llevar a cabo esa conducta,

92 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


sino que simplemente le apetecería hacerlo y que puede aplazar la decisión de hacerlo para
otro momento en el que se encuentre más tranquilo.

Tabla 19. TÉCNICAS DE DISTRACCIÓN COGNITIVA (Echeburúa E. , 1999)

TÉCNICA CONTENIDO

Orientación atencional a sucesos externos Se recomienda la focalización de la atención


no amenazantes en algún estímulo ambiental y neutro o la
evocación de algún recuerdo agradable del
pasado más reciente.

Ocupación de la mente en una actividad Se trataría de llevar a cabo operaciones


absorbente mentales o actividades que consigan ocupar
completamente la atención de la persona.

Ejercicio físico Consiste básicamente en mantenerse


físicamente ocupado lo que ayuda a
distraerse de los pensamientos y
preocupaciones.

El control de la ansiedad también se debe contemplar en este punto en la medida en que la


tensión, la inquietud y el nerviosismo pueden descontrolar al sujeto y conducirle de nuevo a
la conducta adictiva.

El aprendizaje de técnicas como por ejemplo la respiración diafragmática o la relajación


muscular son unas estrategias adecuadas para reducir la activación. También pueden ser de
interés el aprendizaje de ejercicios de relajación mental orientados principalmente a aquellos
sujetos que son capaces de relajarse físicamente pero no a nivel mental. Este tipo de
ejercicios consisten básicamente en evocar imágenes de lugares o situaciones que le resulten
a la persona relajantes para tratar de apartar de la mente los pensamientos preocupantes.

Es conveniente señalar a la persona que las técnicas de relajación sólo son efectivas si su
práctica es regular.

Por otro lado, la programación de actividades agradables (punto que también se puede
utilizar para el desarrollo de un nuevo estilo de vida), así como la focalización de la atención
en cosas positivas del día a día, son recursos a tener en cuenta a la hora de afrontar estados
emocionales negativos que también pudieran desencadenar, al igual que la ansiedad, una
caída o recaída en la conducta adictiva. En este punto también es adecuado enseñar al
paciente a reestructurar sus pensamientos negativos relacionados con su vida en general.

El control de los conflictos interpersonales, bien sea dentro de la familia o con los pares, es
importante de cara a evitar que se produzcan situaciones de malestar o que el sujeto ponga
en marcha medidas de afrontamiento inadecuadas, como pudiera ser el recurrir a la
conducta adictiva. El adolescente puede experimentar soledad o dificultades a la hora de
relacionarse con sus iguales al haber anulado, y posteriormente limitado, el acceso a Internet
93 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables
y a las redes sociales. En este punto se trataría de fomentar otro tipo de actividades que el
joven puede llevar a cabo y compartir con sus amigos más allá de una pantalla de ordenador,
a la vez que se sientan las bases adecuadas para intensificar otro tipo de vía de comunicación
entre ellos.

CREACIÓN DE UN NUEVO ESTILO DE VIDA

Es necesario en esta fase de tratamiento que el sujeto se replantee sus objetivos en


términos concretos en forma de metas deseadas y medios para conseguirlas y encontrar un
equilibrio en su estilo de vida entre obligaciones y deseos que redunde en la creación de
adicciones positivas y contribuya a la mejora de su autoestima (Echeburúa E. , 1999).

PREVENCIÓN DE RECAÍDAS

El mantenimiento de los logros terapéuticos es más fácil cuando el objetivo es la abstinencia


total, pero este objetivo no es posible cuando se trata de adicciones psicológicas como la
adicción a Internet y el riesgo de recaída en estos casos es mayor. El objetivo en estos casos
es enseñar al sujeto a relacionarse con los estímulos asociados a la que era conducta
problema de una forma más controlada y no sujeta al afrontamiento de problemas o a la
evitación de dificultades.

A medida que el sujeto aumenta temporalmente el control de la conducta y se va viendo


capaz de hacer frente con éxito a las diversas situaciones que va viviendo en su vida
cotidiana, experimenta una percepción de control que aumenta la expectativa de éxito para
las situaciones futuras. Esta secuencia genera una gran confianza en el logro de los objetivos
terapéuticos y una disminución de la probabilidad de recaída (Casas y Gossop, 1993).

La recaída aparece frecuentemente asociada a las siguientes situaciones de riesgo: estados


emocionales negativos, conflictos interpersonales y presión social al consumo (Echeburúa E. ,
1996), y supone, en última instancia, que el sujeto valora que la implicación en la conducta
adictiva supone un beneficio en alguna medida, cuanto menos a corto plazo, e infravalora las
consecuencias de dicha decisión. Pero en este punto es preciso incidir en las diferencias
entre caída y recaída.

La caída consiste en la exposición a una situación de alto riesgo sin la puesta en marcha de
las estrategias adecuadas (Saunders, 1993) debido, generalmente, a que la persona no ha
sabido identificar una situación como de riesgo o no ha aplicado las estrategias adecuadas de
afrontamiento o bien por una carencia de motivación. En estos casos, el sujeto anticipa los
efectos positivos de llevar a cabo la conducta adictiva ignorando las consecuencias negativas
a medio y largo plazo mediante el recurso a excusas.

Pero sufrir una caída no significa que el tratamiento y los logros alcanzados hasta el
momento hayan sido inútiles, sino que dicho suceso debe entenderse como una ocasión
para conocer en concreto las circunstancias que lo han provocado para, conociendo los
errores cometidos, estar en mejores condiciones para afrontar la adicción. Se debe analizar
qué situación concreta ha provocado la caída, qué recursos pudo poner en marcha la persona
y que no utilizó, las causas o motivos de no haber utilizado las estrategias adecuadas,
pensamientos o excusas que pasaron por la cabeza de la persona en el momento de tomar la

94 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


decisión de llevar a cabo la conducta problema, qué precauciones es conveniente tomar en
adelante, etc.

Sin embargo, una recaída es una vuelta al patrón de uso previo al tratamiento con la
consiguiente pérdida de control por parte del sujeto. Lo que facilita la progresión de una
caída a una recaída es la puesta en marcha principalmente de un proceso cognitivo (efecto
de transgresión de la abstinencia) que consta de los siguientes componentes (Echeburúa E. ,
1999):

1. Incompatibilidad de objetivos: Volver a conectarse a la red para consultar cada


minuto la bandeja de entrada de correo es incompatible con el objetivo terapéutico
de sustituir ese uso por una conducta controlada. Por ello, el sujeto puede
experimentar un estado de disonancia cognitiva que redunda en un estado
emocional negativo y que la persona se mande a sí mismo mensajes negativos. Esta
situación de malestar, de forma paradójica, puede ser interrumpida llevando a cabo
la conducta adictiva por el alivio inmediato que supone.
2. Responsabilidad de lo ocurrido: El sujeto que ha tenido una o varias caídas puede
hacer atribuciones internas y generales de culpa que desencadenan a nivel
emocional culpa, contexto en el que se reduce la resistencia a situaciones futuras de
peligro, lo que conlleva un aumento de la probabilidad de llegar a una recaída.

La duración del período de abstinencia o de conducta controlada, el grado de compromiso


personal o para con la terapia, la importancia del objetivo de crear un nuevo estilo de vida, el
esfuerzo realizado para mantener ese objetivo, la respuesta de la familia y la interpretación
que se ofrezca desde terapia a la caída, son factores que van a influir en que las reacciones
emocionales arriba señaladas sean de mayor o menor intensidad (Marlatt, 1993).

La actuación terapéutica para prevenir las recaídas implica el desarrollo de habilidades


específicas para impedir la caída o para interrumpirla (Echeburúa E. , 1999):

• Enseñar al paciente a reconocer las situaciones específicas de alto riesgo que


aumentan la probabilidad de recaída y que por lo tanto implica una disposición de
alerta.
• Respuestas de enfrentamiento a situaciones problemáticas: se trata de enseñar al
paciente las habilidades necesarias para hacer frente a dichas situaciones de riesgo y
las posibles áreas pueden ser el control de la ira, control del estrés, mejora de las
habilidades de comunicación, afrontamiento del aburrimiento, etc.
• Cambio de expectativas sobre las consecuencias de la implicación en la conducta
adictiva: aportar información al paciente sobre los efectos a medio y largo plazo de
las conductas adictivas y la reestructuración de las creencias y pensamientos
distorsionados sobre su conducta problema.
• Revisión del estilo de vida del paciente: pasa por sustituir el uso abusivo de Internet
por otras actividades y ocupaciones que reporten gratificación y satisfacción a la
persona.
• Creación de un listado de autoinstrucciones que recuerden al paciente sus
motivaciones y razones para permanecer bajo un modo controlado de uso de
Internet.
95 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables
BLOQUE 2. HÁBITOS
SALUDABLES Y
SEXUALIDAD

1. INTRODUCCIÓN

La adolescencia es un período en el que el sujeto se expone a cambios importantes y entre


ellos podemos destacar en este punto la adopción de hábitos y decisiones propias como
fruto del deseo de autonomía y autoafirmación. La atracción por lo desconocido y lo
prohibido, el rechazo del mundo adulto, la búsqueda de la experimentación y asunción de
riesgos, conducen al adolescente a comprobar su dominio sobre sí mismo, el mundo y los
demás. Estas condiciones convierten esta etapa de la vida en un período sensible, importante
y de consecuencias trascendentes para el futuro. Sus conductas, sus decisiones, sus hábitos
respecto a áreas como la actividad física, los hábitos alimenticios, el consumo de sustancias,
el manejo del tiempo libre, las relaciones sexuales, el autocuidado, etc. van a tener una
influencia más o menos relevante en su salud y bienestar en forma de factores de riesgo o
protección respecto a importantes problemas de salud.

Un estilo de vida saludable incluye conductas de salud, patrones de conducta, creencias,


conocimientos, hábitos y acciones que tienen el objetivo de mantener o mejorar la salud y
que son resultado de factores personales, contextuales y sociales.

En la actualidad, existe evidencia científica de que los factores de riesgo de enfermedades


crónicas se establecen durante la infancia y la adolescencia. La adopción de un estilo de vida
saludable es deseable por tanto desde edades tempranas existiendo un consenso mayor en
la necesidad de la prevención (González-Gross, 2008). Conocer las condiciones reales desde
las que se parte, facilitar información que induzca un cambio de hábitos y facilitar las
condiciones para su puesta en marcha son los puntos a considerar a la hora de poner en
marcha intervenciones preventivas.

96 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


2. CONDUCTAS DE RIESGO EN ADOLESCENTE

Hábitos alimenticios y ejercicio físico

El estudio AVENA (Alimentación y Valoración del Estado Nutricional de los Adolescentes


españoles) realizado entre 2003 y 2006 en nuestro país, ha arrojado datos importantes
acerca de la problemática adolescente en alimentación y estilo de vida. Se observa una
alarmante prevalencia de sobrepeso y obesidad, junto con niveles bajos de ejercicio físico y
actividad en general, junto con un estado metabólico bajo, condiciones todas de riesgo para
el padecimiento de enfermedades cardiovasculares. La adolescencia también se caracteriza
por ser un período de riesgo aumentado de problemas asociados a la nutrición, tales como el
exceso en consumo de energía, el consumo elevado de grasa, colesterol e hidratos de
carbono básicos, la desorganización de horarios de comida, saltarse comidas importantes, la
deficiencia de nutrientes, los trastornos de la conducta alimentaria y las adicciones
alimentarias (cafeína) (Aguirre, 2010).

Patrones irregulares de comida correlacionan con la elección de alimentos menos


saludables, baja ingesta de nutrientes, factores de estilo de vida negativos, incluido el
consumo de tabaco (Sjöber, 2003; Samuelson, 1996) y un mayor riesgo de padecer trastornos
del comportamiento alimentario (Neumark-Sztainer, 2008).

La actividad física pasa a ser considerada como un componente importante en un estilo de


vida saludable y de alta calidad, ya que la realización de ejercicio físico regular constituye un
factor de protección de la salud y por el aporte de beneficios psicológicos a nivel de
bienestar. En los adolescentes españoles se da una actividad física por debajo de la de otros
países y se estima que 1 de cada 5 tiene una condición física indicativa de riesgo
cardiovascular futuro (Ortega et al., 2005).

Satisfacción y calidad de vida

Generalmente se señala como indicador de calidad de vida el grado de felicidad y de


satisfacción con la vida que una persona refiere. Según Reig et al., la gran mayoría de los
estudiantes universitarios es consciente de la importancia de la salud como un recurso
necesario para una vida de cantidad y calidad y presentan en general un perfil caracterizado
por un gran potencial de salud, pero sin embargo, aparecen posibles riesgos como el
consumo de drogas, sedentarismo y control inadecuado de estrés.

Riesgo de lesiones

La Comisión Europea en 2006 elaboró un informe relativo a la prevención de lesiones y


promoción de la seguridad y entre las conclusiones más importantes se destaca que los
accidentes son la principal causa de muerte en el caso de niños, adolescentes y jóvenes y que
la principal causa de discapacidad crónica entre los jóvenes, lo que ocasiona una importante

97 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


reducción de la esperanza de vida y la calidad de la misma. Tras estas conclusiones
recomienda la elaboración e introducción de nuevas medidas de seguridad en estos sectores
de población.

Hábitos sexuales, maternidad temprana y ETS

Los universitarios valoran como suficiente sus conocimientos sobre sexualidad y


anticoncepción y sus fuentes de información pertenecen a su entorno social y educativo
(Santín, 2003). La edad media de inicio de las relaciones coitales es de 17.8 y las prácticas
sexuales más frecuentes son el coito vaginal y el sexo oral. El método anticonceptivo más
utilizado es el preservativo. Los varones tienen su primera relación sexual antes que ellas y
con un número mayor de parejas, mientras que las chicas, en mayor porcentaje que ellos,
necesitan estar enamoradas para mantener relaciones sexuales.

Algunos estudios muestran que la mitad de las conductas heterosexuales de los jóvenes
sexualmente activos fueron inadecuadas respecto a la protección frente a enfermedades de
transmisión sexual y embarazos no deseados. Además, conforme se eleva la edad o el
número de parejas de los estudiantes, es más frecuente el uso de la píldora anticonceptiva
en detrimento del uso del preservativo, lo que puede ser reflejo de un interés mayor en la
prevención del embarazo no deseado que por evitar infectarse de ETS (Oliva, 1997).

Las menores de 17 años son las más expuestas a riesgos de salud y a mayores repercusiones
sociales, económicas y psicológicas ante un embarazo no deseado (Barrón, 2008; Cardozo,
2006), unido a las inquietudes de género que suelen acompañar a este tipo de procesos, en
la medida en que las suele recluir a actividades domésticas y empujar a los padres al mundo
laboral en condiciones precarias, disparando la deserción escolar y reduciendo de forma
significativa su tiempo para actividades formativas. Este abandono de órganos formativos y la
nula o reducida experiencia laboral priva a las madres adolescentes de vínculos con personas
que pudieran cumplir roles importantes en la provisión de información y contactos que
facilitan el acceso al mercado laboral en mejores condiciones (Cardozo G. D.).

Drogas

El hecho más relevante es que existe una escasa conciencia entre los jóvenes acerca de los
riesgos que comporta el consumo de drogas. Especialmente en relación al alcohol, al ser una
droga legal con un alto nivel de aceptación, se tiende a minimizar sus efectos negativos y a
no detectar situaciones de abuso (Luce 1995). El alcohol y otras drogas están implicados en
accidentes de tráfico (NIAAA, 1996), en actividades sexuales de riesgo (Strunin, 1992) o en
ejercer violencia sobre los demás (Windle, 1994). Una de las consecuencias de una mala
gestión del consumo es la conducción bajo los efectos del alcohol y otras drogas. En
consecuencia, como parece lógico, dado el alto porcentaje de jóvenes que se embriagan cada
mes, encontramos que conducen bajo los efectos del alcohol u otras drogas una proporción
alta de individuos de la muestra (un 50,7% en España y un 43% en Europa han conducido
bajo los efectos del alcohol y un 36,8% lo ha hecho bajo los efectos de otras drogas). Esa

98 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


conducta les ha supuesto una serie de problemas a los jóvenes españoles, un 8,6% de los que
han conducido bajo los efectos del alcohol ha sido multado en relación con este tipo de
conducción, un 9,4% ha tenido accidentes de tráfico y un 4,9% ha sido detenido.

Es un hecho que el consumo de drogas en ambientes recreativos no es una actividad exenta


de problemas. Un porcentaje importante (31%) de los jóvenes admite que el consumo de
drogas le ha causado problemas, pero a pesar de ello ha continuado usándolas.

Ser joven, ser una población con un buen estatus económico, no tener en su haber
demasiados problemas que se derivan del uso de drogas, puede llevar a no tomarse en serio.
El problema está en el interés en involucrarse en conductas de riesgo, en la falta de
autoprotección y en un interés reducido por las medidas preventivas, lo que puede complicar
las condiciones de sus vidas futuras.

99 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


3. HÁBITOS SALUDABLES

La educación para la salud en niños y adolescentes no debe forzar modelos de


comportamiento y debe estar expresada a través de formulaciones positivas.

Recientemente, han surgido dudas sobre la idoneidad de consumir 5 comidas al día. Tanto
en niños como en adultos hay pocos datos al respecto (Rodriguez, 2006), pero el estado
actual del conocimiento científico concluye que el patrón dietético más adecuado para
garantizar un crecimiento y una maduración sexual adecuados es ingerir 3 o más comidas
diarias (Mattson, 2005). No obstante, no se pone en duda la importancia del desayuno, ya
que el consumo regular del desayuno correlaciona con una elección de alimentos más
saludable (Chitra, 2007) y mayor rendimiento tanto físico como intelectual (Horswill, 1992).

Tabla 18. Orientación en hábitos saludables de alimentación (Asociación española de


medicina en la adolescencia de la AEP, 2005)

• La salud se consigue diariamente desarrollando estilos de vida saludables.


• La buena alimentación, el mantenimiento del peso adecuado y la actividad física regular son componentes
fundamentales de esos estilos.
• Mantener la salud realizando una alimentación variada que incluya alimentos de los seis grupos.
• Comer con moderación según las porciones indicadas en cada grupo de alimentos para mantener un peso
saludable.
• Comenzar con un desayuno que incluya leche, pan y fruta, para rendir más durante el día.
• Los lácteos son necesarios en todas las edades.
• Consumir diariamente en todas sus comidas verduras y frutas de estación.
• Disminuir el consumo de bebidas azucaradas, azúcar, dulces, golosinas o productos de repostería.
• Controlar el consumo de carnes, fiambres, embutidos, manteca, margarina, mayonesa y frituras por su alto
contenido en grasa.
• Disminuir el consumo de sal y de los alimentos de alto contenido en sal.
• Elaborar con el/la adolescente y en lo posible, con su referente adulto, un menú acorde al presupuesto
familiar.
• Cuidar la higiene de los alimentos.

Las actividades diarias de los niños y adolescentes incluyen alrededor de 8 a 10 horas de


sueño y descanso, 5 a 8 horas en la escuela, tareas escolares y actividades sedentarias que
son positivas para su desarrollo intelectual, como por ejemplo leer, jugar al rompecabezas,
construcciones u otros juegos. En lugar de prohibir las actividades sedentarias, la idea es
enseñar a los jóvenes cómo pueden organizar su día para disponer del tiempo suficiente para
dedicarse a múltiples ocupaciones, incluyendo actividades de ocio. La mayoría de los
expertos están de acuerdo en reducir las conductas sedentarias (TV, ordenadores) a menos
de 2 horas diarias (Strong, 2005). Durante los recreos en la escuela y por la tarde, los
alumnos deberían tener tiempo para jugar a juegos tradicionales en los que se puede
conseguir un cierto grado de condición física para reducir los factores de riesgo que pueden
contribuir al desarrollo de enfermedades crónicas durante la vida adulta (Ruiz, 2007). Parece
ser que se requiere un mínimo de 40 minutos de actividad diaria, 5 días por semana durante
4 meses para conseguir mejorar los niveles de lípidos y lipoproteínas (González-Gross, 2008).
100 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables
Existe también alguna evidencia científica de que tanto la actividad como la condición física
pueden estar asociadas con mejores resultados académicos (memoria, solución de
problemas, lectura, relacionar conceptos) (Daley, 2000).

“Pirámide del estilo de vida saludable” para niños y adolescentes (González-Gross, 2008)

El énfasis cambia de realizar una actividad física general, haciendo hincapié en las destrezas
motrices al comienzo de la niñez a la actividad física prescrita con énfasis en la salud, la
condición física y la conducta (Malina, 1991). En las edades más tempranas (6 a 9 años), esta
actividad física se relaciona más con los juegos que con los deportes básicos y a edades más
avanzadas se debería seguir un programa de entrenamiento más estructurado (González-
Gross, 2008).

101 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Tabla 19. Beneficios del ejercicio físico (Sociedad Uruguaya de Medicina del Deporte
(SUMD))

• Disminuye el riesgo de morbilidad y mortalidad por enfermedades cardiovasculares en general.


• Previene y/o retrasa el desarrollo de hipertensión arterial, y disminuye los valores de presión arterial en
hipertensos.
• Mejora la regulación de la glucosa y disminuye el riesgo de padecer diabetes no-insulinodependiente.
• Mejora la digestión y la regularidad del ritmo intestinal.
• Disminuye el riesgo de padecer cáncer de colon.
• Incrementa el uso de la grasa corporal como fuente de energía y reduce la obesidad.
• Ayuda a mantener y mejorar la fuerza y la resistencia muscular, incrementando la aptitud física.
• Ayuda a mantener la estructura de las articulaciones y puede ser beneficiosa para reducir la artrosis.
• Es esencial para el desarrollo normal del hueso durante la infancia y para alcanzar y mantener el pico de
masa ósea en adultos.
• Ayuda a conciliar y mejorar la calidad del sueño.
• Mejora la imagen personal y permite compartir la actividad con otras personas.
• Ayuda a liberar tensiones y mejora el manejo del estrés.
• Ayuda a combatir los síntomas de ansiedad y depresión y aumenta el entusiasmo y el optimismo.
• Mejora la destreza motriz y de los movimientos cotidianos.
• Reduce la fatiga.
• Ayuda a controlar y mejorar el pronóstico en numerosas enfermedades crónicas, como la osteoporosis.
• Disminuye la mortalidad a cualquier edad.
• Todos estos beneficios reducen el gasto sanitario del individuo y de la sociedad.

Otro aspecto importante es la higiene apropiada, que incluye el aseo personal (ducha-
baño), los cuidados dentales, visitas al médico, no fumar y no consumir alcohol, entre otros.
Así parece que los hábitos de buena higiene bucal, establecidos en edades tempranas,
proporciona la base para experimentar un descenso de caries proximales en los adolescentes
(Douglas, 2004).

Tabla 20. Recomendaciones para la higiene buco-dental (Ministerio de Salud Pública de


Uruguay, 2009)

Para mantener una boca saludable es importante:

• Reducir el consumo y frecuencia de azúcares refinados, evitar su uso entre comidas y disminuir el
consumo de alimentos pegajosos.
• Reducir el consumo de bebidas ácidas.
• Comer más frutas y verduras.
• Cepillar los dientes y masajear los bordes de las encías después de cada comida y fundamentalmente
antes de acostarse. No olvidar cepillar la lengua.
• Usar pasta dental con flúor. Un cepillado diario con pasta con flúor evita aproximadamente en un 24% la
formación de caries.
• Usar hilo dental para la eliminación de la placa interdental.
• Disminuir el enjuague bucal con agua después del cepillado nocturno para aumentar el efecto del fluoruro
de la pasta dental.
• Consumir chicles sin azúcar preferentemente que contengan: xilitol (sustituto de azúcar) que actúa cómo
preventivo).

102 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


4. EDUCACIÓN SEXUAL
Aunque la sexualidad es un tema que interesa a todas las personas, y que resulta muy
interesante para los adolescentes, nos cuesta hablar sobre ello. Esto guarda relación con el
hecho de que hasta hace poco tiempo no se ha empezado a tratar abiertamente y las
habilidades para hablar sobre nuestras emociones, sobre el placer, sobre la afectividad no
siempre son las adecuadas o están presentes.

Según la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.), la salud sexual se define como la


“integración de los elementos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales del ser sexual
por medios que sean positivamente enriquecedores y que potencien en las personas la
comunicación y el amor”. Es decir, en la sexualidad intervienen el cuerpo, las emociones y los
sentimientos, los conocimientos que sobre ella tengamos y la sociedad en la que vivamos, al
tiempo que persigue enriquecernos como personas, ayudarnos a comunicarnos y disfrutar de
las relaciones.

La sexualidad por tanto es una dimensión humana, nuestra mente y nuestro cuerpo son
sexuados de ahí la importancia de conocerlos bien. La primera nos permite pensar, fantasear,
aprender cómo queremos vivir con nuestro cuerpo, elemento que por su parte funciona
como un receptor y emisor de la estimulación.

En cuanto al sexo, sería el “conjunto de elementos que configuran en su totalidad a una


persona como sexuada en masculino o en femenino a lo largo de un proceso que se desarrolla
a lo largo de nuestra vida”. Consta además de una serie de niveles estructurales y
estructurantes. El primero tiene que ver con el sexo genético, el sexo gonadal (testículos u
ovarios), el sexo genital (pene o vulva) y el sexo morfológico. El segundo tiene que ver con el
género como construcción socio-cultural, que define las características emocionales,
intelectuales y conductuales en las personas por el hecho de ser hembras o machos (Padrón
Morales).

La vivencia y la expresión de la sexualidad influyen decisivamente en la configuración del


autoconcepto y en la autoestima y, a su vez, lo que somos influye en esa vivencia y expresión
de la sexualidad. Cuando una persona se acepta y se respeta a sí misma, se siente segura y
confiada de sus propias capacidades, se conoce mejor y puede utilizar correctamente sus
habilidades y destrezas. Una buena autoestima protege a la persona facilitando el
autocuidado buscando la salud y evitando los riesgos innecesarios. Pero sobre todo, una
buena autoestima facilita la toma de decisiones haciendo que uno asuma las
responsabilidades de sus propios actos sin caer en presiones externas (Mateo-Morales,
2008).

103 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


A continuación se presentan algunas temáticas importantes a tratar dentro de un programa
de educación sexual (Fernández, J. M., Marfil, A., Rodríguez, E. y Toscano, M. V.):

⇒ LA PRIMERA VEZ

Se refiere a la primera vez que una pareja mantiene relaciones sexuales con penetración y
también a la primera relación sexual compartida, haya o no penetración. Surge la necesidad
de aclarar las distintas formas que componen una relación sexual yendo más allá de la
concepción única de relación sexual como penetración.

En general se trata de un tema muy demandado por las chicas, pero no tanto por los chicos,
y llama especialmente la atención que en este apartado los mitos o creencias erróneas tienen
una fuerte prevalencia (Fernández), principalmente en lo que tiene que ver con la presencia
de dolor en la primera relación con penetración. En ocasiones, al plantear esta misma
cuestión en adultos, algunas mujeres refieren que su experiencia fue dolorosa y que por
tanto para ellas no supone un mito sino una realidad. De ahí la necesidad de aclarar que el
mito está en el planteamiento de que en la primera relación coital el dolor es inevitable, que
tiene necesariamente que producirse y que es señal inequívoca de virginidad en la chica.

Una buena forma de empezar con cualquier temática es solicitar a los adolescentes que de
forma anónima e indicando su sexo y edad escriban sus dudas o preguntas en un folio. De
esta manera se tiene la oportunidad de analizar dichas lagunas y de conocer sus creencias—
mitos, expectativas, miedos— y en ocasiones hasta sus experiencias.

Otras de las cuestiones más planteadas al abordar la primera relación sexual, es si se


produce una pequeña hemorragia derivada de la primera penetración y la referida a la
posibilidad de embarazo después de la primera vez. Es cierto que hay adolescentes que
piensan que por alguna extraña razón la primera vez, como si de un privilegio o una
excepción se tratara, está libre del riesgo del embarazo.

Se observa también que un número importante de adolescentes piensa que esa primera vez
marca a las personas hasta el punto de variar su personalidad, o que en las chicas puede
incidir en la regularidad de su ciclo menstrual (Fernández).

Otras dudas se refieren a la edad idónea o el tiempo que tienen que llevar con una pareja
para tener la primera relación sexual y al placer de la primera vez. No es difícil encontrar
adolescentes que piensan que la magia de esa primera vez produce un orgasmo de
excepcional intensidad.

Mitos y creencias erróneas:


“La relación sexual implica penetración en todos los casos”
“Ser sexualmente activo o activa es tener relaciones sexuales coitales”
“El primer coito es doloroso”
“Tras la primera penetración se produce una hemorragia que demuestra que la chica era
virgen”
“La primera vez la chica no puede quedarse embarazada”
104 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables
“Las personas cambian después de la primera relación coital”
“El ciclo menstrual sufre alteraciones tras el primer coito”
“En la primera relación sexual la chica no siente placer”

A pesar de la creencia extendida acerca de la presencia de un intenso dolor en la primera


penetración, la mayoría de las chicas puede no darse ni cuenta. Puede encontrarse tan
cómoda y excitada que su vagina puede dilatarse con facilidad. Sin embargo, si la chica se
siente insegura e incluso siento miedo y se persiste en realizar la penetración, es bastante
probable que el intento de coito produzca una contracción de los músculos perivaginales que
impidan total o parcialmente la entrada del pene en la vagina y conlleve un dolor más o
menos intenso. Sin que en este proceso intervenga la presencia o ausencia del himen,
porque de permanecer presente, el dedo de la chica, el de su pareja o el pene lo pueden
traspasar con facilidad. La importancia que se le ha venido atribuyendo al himen en la
virginidad podría guardar relación con la opresión y la falta de derechos a los que las mujeres
han estado sometidas históricamente (Infante García, 2009).

Acerca de la probabilidad de que se produzca un embarazo en el primer coito se trata de la


misma que en cualquier otra relación coital. También es conveniente aclarar que durante las
relaciones no coitales (acercamiento, caricias, besos, excitación, masturbación, orgasmo)
también existe riesgo de embarazo si la eyaculación se produce en la vulva.

No hay una edad específica para practicar el coito por primera vez, pero sí está claro que se
necesita una madurez cognitiva y fisiológica que permita la comprensión de lo que conlleva
una relación sexual compartida entre iguales. Son buenos indicadores para un primer
encuentro saludable (Infante García, 2009):

− Que ambos miembros de la pareja conozcan sus cuerpos y cómo responden ante la
presencia de estimulación erótica.
− Que se comparta un deseo de realizar el coito o cualquier conducta sexual.
− Que cuenten con las habilidades necesarias para negarse a un acto sexual o a un acto
sexual de riesgo.
− Que ambos miembros de la pareja asuman la responsabilidad de prevenir las
conductas de riesgo.
− Que dispongan de un espacio íntimo, tiempo y seguridad para que las emociones y
las sensaciones puedan fluir con naturalidad.
− Que se prescinda de la presión de grupo para perder la virginidad.

Naturalmente, el placer puede aparecer en un primer encuentro coital siempre y cuando se


den las condiciones necesarias para ello, aunque los condicionantes del género pueden
reducir la aparición del mismo en forma de temores: el miedo al fracaso, la inseguridad, la
falta de manejo de la propia excitación que puede dar lugar a una rápida erección, el miedo
al sangrado y al dolor, miedo a no estar a la altura, miedo al embarazo, etc.

Otorgándoles las chicas a los chicos y ellos a sí mismos más experiencia terminan ellas,
frecuentemente, depositando en ellos el papel de guías y expertos, con una consecuente
frustración.

105 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Objetivos:
• Analizar mitos y creencias erróneas respecto a este tema y proporcionar información
correcta.
• Desligar la anatomía masculina o femenina del desarrollo de roles predeterminados
en nuestras conductas sexuales.
• Valorar las conductas sexuales no coitales.
• Desvincular el concepto de virginidad del himen.
• Reflexionar sobre cuándo y cómo experimentar la primera relación coital.
• Reforzar la asertividad y la autoestima.

Contenidos:
Mitos y creencias erróneas.
Concepto de sexualidad y virginidad.
Relación sexual frente a relación coital.
El conocimiento de la propia persona y de la pareja.
La comunicación entre los miembros de la pareja.
Los sentimientos: afecto, ternura.
Respuestas al cuándo y cómo experimentar la primera relación coital.
Refuerzo de la asertividad y la autoestima.

⇒ ANATOMÍA DE LA SEXUALIDAD

Generalmente se encuentra un importante desconocimiento en lo que a los propios


genitales se refiere. En los chicos hay un mayor conocimiento, pero también un mayor
«miedo a no dar la talla».

Mitos o creencias erróneas:


“Las relaciones sexuales en exceso pueden provocar alteraciones en los órganos genitales”
“El tamaño del pene y de los senos está relacionado con el placer”
“El semen provoca caries”
“A los chicos se les rompe o se les cae el frenillo durante el primer coito”
“Durante la relación coital se nota si una chica es virgen”
“El chico siente más placer si tiene una relación coital con una chica virgen”
“Si una chica se masturba, se introduce el dedo o usa tampones puede perder la virginidad”
“Sin útero ni ovarios no hay placer sexual ni orgasmos”

Objetivos:
• Adquirir los conocimientos imprescindibles sobre la anatomía de la sexualidad
femenina y masculina.
• Analizar los mitos y creencias erróneas respecto a este tema.
• Aceptar el propio cuerpo como un elemento que nos configura y nos acompaña
durante toda nuestra vida.
• Reconocer el cuerpo como una fuente de placer en su totalidad.
• Establecer la diferencia entre sexualidad y genitalidad.

106 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Contenidos:
Mitos y creencias erróneas sobre los órganos genitales.
Los órganos genitales.
Sexualidad frente a genitalidad.
El cuerpo entero como órgano sexual.

⇒ EL CICLO DE LA RESPUESTA SEXUAL

Es un tema imprescindible debido a los rudimentarios conocimientos que poseen sobre


sexología.

Mitos o creencias erróneas:


“En una relación sexual debe darse siempre una erección”
“La erección debe ser instantánea desde el principio de la relación”
“La erección debe mantenerse durante toda la relación sexual”
“La erección debe terminar en una eyaculación”
“La respuesta sexual de excitación y erección debe producirse con independencia del lugar
donde se tenga el encuentro o de otros factores”
“La mujer no tiene eyaculación”
“En la mujer se dan dos tipos de orgasmo: uno vaginal y otro clitorídeo”
“El orgasmo en la mujer se produce más fácilmente por la penetración en el coito”
“Lo ideal en una relación sexual es que la pareja llegue al mismo tiempo al orgasmo”
“Los hombres siempre tienen ganas de realizar sexo”
“Hay que tener orgasmos en todas las relaciones”

Objetivos:
• Cambiar los mitos y las creencias erróneas por información correcta.
• Reconocer la implicación psicológica en el desarrollo de la respuesta sexual.
• Conocer las distintas fases del ciclo de respuesta sexual.
• Reconocer la propia respuesta sexual.
• Aceptar que el ciclo de respuesta sexual no está ligado a estímulos heterosexuales,
homosexuales o coitales.
• Conocer las disfunciones sexuales más habituales.
• Cuestionar los roles de género en las relaciones personales y sexuales.
• Comprender y aceptar problemas o situaciones no esperadas en una relación sexual.
• Comprender la importancia de la comunicación de los sentimientos, las expectativas
y resultados de las relaciones sexuales.

Contenidos:
Mitos y creencias erróneas.
Psicobiología de la respuesta sexual.
Fases de la respuesta sexual.
107 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables
La relación sexual y sus variantes.
La orientación del deseo sexual.
Determinantes psicológicos y biológicos.
Disfunciones sexuales.
Género y respuesta sexual.

⇒ MASTURBACIÓN

La masturbación es una práctica que realizan la mayoría de los chicos, pero que sigue siendo
un tabú para las chicas. Se da además la circunstancia de que ellos alardean públicamente de
la frecuencia y las formas de practicarla y no comprenden que algo tan habitual en los chicos
esté menos extendido entre las chicas. Es muy frecuente que piensen que esta práctica sea
igual de frecuente que entre los chicos con la sola diferencia de su reconocimiento. A las
chicas por su parte les cuesta creer que muchos de sus compañeros se masturben con una
frecuencia poco menos que diaria y el alarde en público de sus prácticas hace que los
califiquen de «salidos».

Frecuentemente se constata que la mayoría de los chicos piensan que el modo más habitual
de masturbarse de la mujer es introduciéndose el dedo, o un objeto que haga las funciones
de pene. Reflejan, en consecuencia, un desconocimiento de la anatomía femenina, y una
concepción androcéntrica de la relación sexual, basada en la penetración.

Uno de los debates más interesantes, enconado muchas veces, se plantea entre la
diferencia en el reconocimiento abierto de la práctica por parte de los chicos, y el silencio por
parte de las chicas. Es frecuente que los chicos piensen y digan que las chicas se masturban
tanto como ellos pero que no lo reconocen.

Mitos o creencias erróneas:


“Las chicas no se masturban”
“Los chicos que se masturban es porque son unos salidos”
“Si tu pareja se masturba es porque la relación está mal”
“La forma en que las chicas se masturban es realizando alguna forma de penetración”
“La masturbación únicamente sirve para proporcionarte placer”
“La masturbación sólo se realiza de forma individual”

Objetivos:
• Analizar los distintos mitos y creencias erróneas que sobre la masturbación
proliferan.
• Conocer diferentes formas de masturbación femenina y masculina.
• Reconocer la masturbación como una forma de conocimiento de nuestro cuerpo y de
nuestra respuesta sexual.
• Aceptar como natural y frecuente la masturbación tanto en chicos como en chicas, y
entre personas adultas.

108 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


• Reconocer la masturbación en pareja como práctica para conocer el cuerpo de la otra
persona y su respuesta sexual.
• Admitir la masturbación en pareja como práctica carente de riesgos de embarazos no
deseados o de enfermedades de transmisión sexual.
• Analizar las actitudes de género sobre la masturbación.

Contenidos:
Mitos y creencias erróneas.
La masturbación como forma de conocimiento del cuerpo y de la respuesta sexual propia y
de la pareja.
Formas de masturbación en el hombre y en la mujer.
La masturbación en pareja.
Masturbación y género.
La aceptación personal y social de la masturbación en la mujer.

⇒ MÉTODOS ANTICONCEPTIVOS Y CICLO MENSTRUAL

Consiste en conocer los distintos métodos anticonceptivos y que se aprenda a utilizar bien
el preservativo. Los adolescentes reconocen que es un taller muy útil y suele responder a las
altas expectativas que tienen sobre él.

Mitos y creencias erróneas:


“La píldora anticonceptiva puede dejar estéril a una mujer o afecta al feto cuando la mujer se
queda embarazada”
“Si uso ahora la píldora, no podré tener hijos”
“Para mayor seguridad es mejor ponerse dos preservativos”
“El preservativo se puede usar más de una vez”
“El uso del preservativo resta placer”
“Si la chica lleva preservativos es que le gusta el tema”
“No es bueno tener relaciones sexuales durante la regla”
“Tras la primera relación coital la regla sufre alteraciones”
“Los días anteriores a la regla una chica no puede quedarse embarazada”
“Durante la regla no existe posibilidad de embarazo”
“Unos días después de la regla una chica no puede quedarse embarazada”
“Ingerir semen puede producir embarazo”
“La penetración anal puede provocar el embarazo”
“Si la chica es virgen no puede quedarse embarazada”
“Si la chica no llega al orgasmo no puede quedarse embarazada”
“Si no hay penetración no hay riesgo de embarazo”
“Si se hace el amor en la bañera no se produce el embarazo”
“La marcha atrás funciona como método anticonceptivo”
“Durante la lactancia una mujer no puede quedarse embarazada”

109 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Objetivos:
• Conocer y manipular parte de los anticonceptivos masculinos y femeninos que
existen.
• Analizar los mitos y creencias erróneas sobre este tema.
• Aprender a colocar y retirar adecuadamente el preservativo masculino.
• Asumir la importancia y las consecuencias de una relación sexual arriesgada.
• Cuestionar las actitudes que llevan al rechazo por parte de los chicos de algunos
métodos anticonceptivos, especialmente el preservativo masculino.
• Conocer los centros donde como adolescentes pueden recibir orientación y ayuda en
caso de necesidad.
• Conocer el ciclo menstrual y el alto riesgo de embarazo que supone utilizarlo como
referencia para mantener o no relaciones sexuales no protegidas.
• Desarrollar habilidades sociales para la negociación del uso del preservativo.
• Potenciar las relaciones sexuales placenteras sin riesgos.

Contenidos:
Descripción y uso de los diferentes métodos.
Métodos más aconsejables para adolescentes.
Fiabilidad y posibles efectos secundarios de los diferentes métodos.
La medicación postcoital.
Estrategias para negociar el uso del preservativo.
Descripción del ciclo menstrual.
Mitos sobre el embarazo.
Relación entre ciclo menstrual y embarazo.
Relaciones sexuales placenteras no coitales.

Se insiste en que los métodos anticonceptivos son imprescindibles sólo para un tipo de
relación: aquella que implica penetración. Sin embargo, podemos disfrutar de unas
relaciones sexuales placenteras pero sin riesgos: las no coitales.

Una cuestión que se plantea es si el preservativo quita placer. Se pueden repartir por el aula
guantes de látex y se les pide que se dejen acariciar la mano, con los ojos cerrados. Les
preguntamos si perciben las caricias o si es mucha la sensibilidad que se pierde. Después
comprobamos la sensible diferencia de grosor entre un guante de látex y un preservativo. Si
con el guante de látex se percibían todas las sensaciones, con el preservativo que es más
fino, obviamente se perciben con mayor nitidez.

El preservativo femenino, como cualquier otro método anticonceptivo, se convierte en un


facilitador de la relación y del desarrollo de su respuesta sexual. Durante una relación sexual
es difícil que a un chico se le interrumpa el desarrollo de su respuesta sexual bruscamente,
por un pensamiento relacionado con la seguridad de la relación, pero las chicas, si no se
utiliza preservativo, u otro método anticonceptivo, pueden no sentir lo mismo, porque el
desarrollo de su respuesta sexual se vea bruscamente interrumpido. «No hay nada que más
le impida disfrutar a una mujer que el miedo a quedarse embarazada” (Lerer, 1991). Si el
planteamiento de tener relaciones sexuales es de dos personas, proponer que sea sin la

110 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


suficiente seguridad es un abuso de confianza, que con frecuencia unos se toman y otras, por
miedo a perder a su pareja y otras razones, aceptan. Por eso es fundamental trabajar sobre la
asertividad y la autoestima, principalmente en las chicas.

Dentro de lo que son los métodos de protección podemos hacer la siguiente clasificación:

A. Métodos eficaces de protección de embarazos y ETS


i. Preservativo masculino
ii. Preservativo femenino

B. Métodos eficaces de protección de embarazos (No protegen contra ETS)


i. Métodos de barrera
Diafragma
ii. Métodos hormonales
Píldora
Minipíldora
Parche
Anillo vaginal
Implantes
Inyectables
iii. Métodos quirúrgicos
Vasectomía
Ligadura de trompas
Dispositivo Intrauterino (DIU)

C. Métodos poco eficaces de prevención de embarazos


i. Métodos naturales
Ogino
Billings
Temperatura basal
ii. Métodos químicos
iii. Otros
“Marcha atrás” o “Coitus interruptus”

D. Anticoncepción de emergencia

Finalmente se explica lo relacionado con el ciclo menstrual, la ovulación y el riesgo tan grave
que supone calificar de no fértiles los días del periodo, o los inmediatamente anteriores y
posteriores.

111 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


⇒ ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN SEXUAL

Se observa claramente al trabajar sobre este tema la existencia de sobreinformación, pero


no de análisis de la información, ni de actitudes que les puedan evitar verse afectados.

En la medida que consideran que mantienen pocas relaciones sexuales de pareja, o que en
muchos casos es la primera pareja que tienen, piensan que están exentos de riesgo.

Mitos y creencias erróneas:


“Las ETS se transmiten en los grupos de riesgo”
“La relación sexual debe ser espontánea y natural y esto no se consigue si hay que utilizar el
preservativo”
“Yo no puedo transmitir nada porque no tengo ninguna debilidad”
“Si el chico o la chica tienen buena presencia no van a transmitir ninguna ETS”
“Si uno mismo está contagiado lo mejor será no comentarle nada a la pareja para así evitar
su posible rechazo”
“Besar a una persona portadora del virus VIH o con la enfermedad desarrollada SIDA implica
riesgo de contagio”

Objetivos:
• Erradicar mitos y creencias erróneas.
• Conocer las principales ETS.
• Conocer las principales formas de transmisión de V.I.H.
• Criticar el concepto de grupos de riesgo.
• Fomentar las actitudes de solidaridad con las personas afectadas.

Contenidos:
Información general sobre ETS.
El V.I.H.
Conductas de riesgo frente a grupos de riesgo.
Asertividad: Estrategias para la negociación del uso del preservativo.

Las enfermedades de transmisión sexual son aquellas enfermedades infecciosas, causadas


por microorganismos en las que el modo de transmisión es, principalmente, por contacto
sexual. Afectan tanto a hombres como a mujeres y pueden causar graves problemas de
salud. Si la enfermedad está causada por una bacteria o parásito se trata con antibióticos u
otros medicamentos, pero si está provocada por un virus sólo se puede mantener la
infección bajo control y es más difícil de tratar. En las prácticas coitales el único método
probado que reduce los riesgos de cualquier tipo de contagio es el preservativo.

112 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


De entre las cincuenta ETS conocidas podemos mencionar aquéllas que son las de mayor
incidencia (Infante García, 2009):

Candidiasis

Infección vaginal causada por un hongo que se encuentra normalmente en el tracto


digestivo favoreciendo el buen funcionamiento del aparato digestivo. En determinadas
circunstancias, como al tomar antibióticos o ante un exceso de higiene íntima, el PH vaginal
puede cambiar y afectar al crecimiento de este hongo convirtiéndose en una enfermedad de
transmisión sexual puesto que se puede contagiar a través del contacto genital sin
protección.

En la mujer cursa con síntomas como picores, rojeces y un flujo blanquecino con aspecto de
de leche cortada. En el hombre se da un enrojecimiento del glande, prurito, picor y escozor
poco después de haber tenido el contacto sexual.

Se trata fácilmente con fungicidas.

La forma de prevenirlo es utilizando ropa interior de algodón, evitando estar con el bikini
húmedo durante mucho tiempo y evitando el contacto sexual ante la aparición de los
síntomas.

Citomegalovirus

Se trata de un virus que ataca principalmente a las glándulas salivares y no se suelen dar
síntomas en la primera infección en personas adultas, aunque algunas personas puede sufrir
síntomas de mononucleosis infecciosa.

Puede ser de naturaleza grave si se transmite al feto o a personas inmunodeprimidas. Puede


estar latente en el organismo y manifestarse cuando se dan las condiciones oportunas como
una bajada de las defensas.

Se transmite a través del contacto con los fluidos (orina, saliva, sangre, lágrimas, semen y
leche materna) de personas afectadas si no se tienen en cuenta medidas de higiene y
protección necesarias.

El tratamiento consiste en un antiviral específico que ayuda a controlar la afección pero no


la elimina totalmente.

Se trata de una afección bastante usual y fácil de prevenir manteniendo hábitos de higiene,
como por ejemplo lavarse las manos después de haber estado en contacto con cualquiera de
los fluidos antes mencionados.

Clamidia

Enfermedad bastante común causada por una bacteria que puede llegar a ocasionar graves
complicaciones, principalmente en la mujer. Generalmente no presenta síntomas o aparecen
varias semanas después de haber sido infectado.

113 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Se transmite por vía vaginal, anal y oral. Algunos de los síntomas que se pueden presentar
son: flujo vaginal anormal, sangrado entre períodos menstruales, sensación de ardor al
orinar, dolor en la parte baja del vientre, náuseas, fiebre, entre otras. La infección puede
extenderse al cuello del útero y causar infertilidad. Los hombre pueden presentar secreción
del pene, sensación de ardor al orinar o picor alrededor de la salida de la uretra.

La forma de evitar esta infección es utilizando el preservativo en cualquiera de las formas de


penetración.

Gonorrea

Enfermedad causada por una bacteria que crece y se multiplica fácilmente en áreas tibias y
húmedas de la zona genital al igual que en la boca, garganta y ojos. Se transmite por contacto
con la parte infectada sin necesidad de que haya eyaculación.

La mayoría de las mujeres no tienen síntomas, pero si aparecen se trata de un aumento del
flujo vaginal, hemorragia entre menstruaciones y sensación de dolor al orinar. Sin
tratamiento puede derivar en la enfermedad inflamatoria pélvica. En los hombres se puede
manifestar en forma de secreción blanca, amarilla o verde del pene, sensación de ardor al
orinar o dolor de testículos, pudiendo derivar en infertilidad.

El uso de preservativo en las prácticas de penetración evita esta infección.

Hepatitis B

La hepatitis sólo se considera como ETS cuando es causada por el virus de la hepatitis B o D
puesto que éstos se pueden encontrar en distintos fluidos corporales, aunque sólo en sangre
y fluidos sexuales se encuentran en suficiente cantidad como para producir el contagio.

La persona contagiada puede desarrollar cirrosis o cáncer de hígado. Los síntomas aparecen
de 1 a 6 semanas desde el momento de la infección. Puede aparecer ictericia (la piel y los
ojos se vuelven amarillentos), fiebre baja, pérdida de apetito, fatiga, dolores musculares y
articulares, nauseas y vómitos. A veces cursa de forma asintomática.

Existen tratamientos para controlar la evolución de la enfermedad.

El uso del preservativo reduce las posibilidades de contagio, aunque hay otras formas de
transmisión como hacerse un tatuaje o un piercing con instrumental mal esterilizado.

Existe una vacuna para la hepatitis B con una eficacia del 90% al 95%.

VIH-SIDA

Las iniciales VIH corresponden al Virus de Inmunodeficiencia Humana que, en último


término, es el causante del SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida). El VIH ataca al
sistema inmunitario y el SIDA es la última etapa de la infección.

Al destruir el sistema inmunitario, la persona afectada tiene más probabilidades de


desarrollar más enfermedades, como la neumonía por Pneumocystis Carinii y el sarcoma de
Kaposi (un tipo raro de cáncer).

114 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Se considera que una persona portadora del virus ha desarrollado el SIDA cuando se
producen una o dos enfermedades que no puede combatir y el recuento de células T
(esenciales para combatir las enfermedades) es muy bajo.

Existen numerosos fármacos retrovirales que consiguen retrasar la aparición de la


enfermedad del SIDA.

Sólo algunos fluidos corporales contienen una cantidad de virus suficiente como para
transmitirlo: fluidos vaginales, semen, sangre y leche materna. La saliva, las lágrimas y el
sudor no contienen cantidad suficiente para que la transmisión se produzca.

Se distinguen tres formas de transmisión: vía sexual mediante relación coital y sexo oral, vía
parenteral y vía vertical de madre a hijo.

Para prevenir el contagio es necesario mantener relaciones sexuales seguras en las que se
proteja el coito, tanto anal como vaginal, e igualmente utilizar el preservativo al practicar
sexo oral.

Herpes genital

Los causantes de esta infección son los tipos 1 y 2 del Virus del herpes simplex (VHS). Una
vez que el virus ha entrado en el cuerpo nunca desaparece y se manifiesta ocasionalmente
en forma de brote en determinadas circunstancias como por ejemplo ante una bajada de las
defensas.

Se forman unas vesículas con un líquido amarillento en su interior. El momento de mayor


posibilidad de contagio es cuando esa vesícula se rompe. Se transmite a través del contacto
directo con la zona afectada.

La primera infección suele tener síntomas más agudos, aunque también puede pasar sin ser
percibida, principalmente en el hombre.

Esta infección se previene evitando el contacto con las zonas infectadas y utilizando el
preservativo entre brotes.

Mononucleosis infecciosa

Es conocida como “enfermedad del beso” porque se transmite a través de la saliva y es


causada por un virus.

Los síntomas más característicos son cansancio y debilidad severa en brazos y piernas,
dolores musculares, fiebre alta y persistente, molestias en la garganta con inflamación de las
amígdalas, pérdida de apetito, coloración amarillenta en ojos y piel y en casos extremos
puede llegar a ocasionar anemia, inflamación de los testículos y problemas graves en el
hígado.

El tratamiento consiste en guardar reposo y un antiviral.

La persona puede transmitir el virus mientras los síntomas persistan e incluso algunos
meses después.

115 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Lo más recomendable para evitar el contagio es no compartiendo alimentos, vasos, etc. y
prescindiendo de los besos con intercambio de saliva durante el tiempo que persista la
enfermedad.

Ladillas

Es un insecto que se alimenta de la sangre de los seres humanos. Deposita sus huevos en el
pelo, cerca de la piel, y su período de incubación es de 6 a 8 días. Se pueden encontrar en el
pelo del pubis, las cejas, las pestañas y el vello axilar. No suele medir más de 3 mm. y es
redondo y de color amarillento.

Se transmiten principalmente por contacto de piel con piel, así como por usar ropa que haya
estado en contacto con una persona portadora.

La sintomatología básica es prurito que empeora con el rascado produciendo irritación e


infección en la piel.

El tratamiento consiste en la aplicación de cremas y lociones que contengan hexacloruro de


benceno gamma o permetrina, además del lavado en agua caliente de la ropa, sábanas y
toallas.

La única manera de evitar esta infección es tener completa seguridad de que la pareja
sexual no tiene ladillas y no usar ropa o sábanas de otras personas sin un lavado previo.

Virus del papiloma humano (VPH)

Existen distintos tipos de VPH que se clasifican en alto o bajo riesgo en función de la
probabilidad de desarrollar cáncer de cuello de útero en el primer caso, o relacionados con
verrugas genitales en el segundo tipo.

Se transmite por contacto genital con personas afectadas por el virus y también por
contacto piel con piel.

La infección por los tipos de VPH relacionados con el cáncer no puede ser detectada a
simple vista y no presenta síntomas hasta una etapa avanzada. Los tipos relacionados con las
verrugas también tardan en diagnosticarse por no presentar síntomas, excepto cuando éstas
empiezan a aparecer en la zona genital o alrededor de ella en forma de pequeños granitos.

La prevención en este caso pasar por el uso del preservativo en las relaciones sexuales con
coito y sexo oral. La forma más eficaz para el diagnóstico consiste en la realización periódica
de citologías.

Actualmente existe una vacuna para este virus que protege de los tipos de VPH relacionados
con el 70% de los cánceres cervicales y con el 90% de las verrugas genitales.

Sífilis

Es causada por una bacteria y en los últimos años ha ido en aumento el número de personas
contagiadas.

116 Guadalupe Manzano Sánchez| Adolescencia: adicción, sexualidad y hábitos saludables


Se transmite por el contacto directo con una úlcera sifilítica, ya sea por contacto vaginal,
anal u oral. Muchas personas que portan la enfermedad no presentan síntomas hasta años
después del contagio o la úlcera puede pasar desapercibida.

Los síntomas van variando en función de la fase de la enfermedad: inicialmente aparece una
sola úlcera indolora en el lugar en el que ha entrado la infección, posteriormente se puede
presentar fiebre, erupciones generalizadas, fatiga, dolores musculares y pérdida de apetito;
hasta que en una tercera fase se dan problemas cardíacos, cerebrales y del sistema nervioso
hasta 15 ó 20 años después de la infección, pudiendo llegar a causar la muerte si no se trata.

Tricomoniasis

Es causada por un parásito. En las mujeres es una infección que se suele manifestar en la
vagina y en los hombres en la uretra. El parásito se disemina a través de la relación sexual del
pene a la vagina o por medio del contacto de vulva a vulva con una pareja infectada.

La infección no causa síntomas en los hombres y desaparece espontáneamente en unas


semanas. En las mujeres puede aparecer un flujo vaginal espumoso con un fuerte olor y color
amarillo verdoso. Puede provocar también dolor durante la relación sexual o al orinar.

Tiene fácil tratamiento con un antibiótico-antiparasitario específico.

Este contagio es evitable si nos abstenemos de mantener contactos genitales sin protección
ante la presencia de los síntomas señalados. Los preservativos protegen de esta infección.

Es importante transmitir a los adolescentes la idea de que la mayoría de las ETS son
fácilmente prevenibles si asumimos como parte de nuestra expresión sexual las prácticas
seguras y protegidas.

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