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Transformaciones de la geopolitica y la biopolitica de la soberaniat Soberania restringida y neoprotectorados formales! Horna Caine Caron Facultad de Ciencias Poltcasy Scciolota Universidad Complutense de Madd ‘Resumen Las recientes revindicacones be ls iuerwencén humaniariaexpresan formas de domi- nacién que son geopoliticas y a la vex que crecientemente s constreyen en tomo al deber biopolitico de aliviar el sufrimiento de pueblos sometidos a tratos brutales de diversa indole. Este trabajo examina este presuno deber en el context de las tensones entre las expicacio- nes juridico-politicas de la soberanla y las prdcticas de «soberania restringida» que acompa- ‘ian al imperialismo postmodemo, que ha sustituido la biopoltica de la poblacion. «nacional» por la biopeltica dela hemanidad. Abstract Recent claims about humanitarian intervention express forms of domination that are both geopolitical and increasingly constructed around a bapoitcal duty to relieve the suffering of brualized peoples. This paper examines this presumed ducy in the context of tensions ‘between juridical-instutional accounts of sovereignty and practices of suzerainty linked to post-modem imperialism, which has substituted biopolitics of «nationals population by bhopoies of humanity. Se pueden encontrar numerosas explicaciones geopolticas de las actuals intex- venciones militares de las potencias centrales (directamente o inditectamente, susci- tando y apoyando a ejrcitos dela regin) en reas peiféricas y semiperiéricas. Pero también existen otras motivaciones de naturaleza biopolitica que consttuyen también tun impulso fundamental de las actuales intervenciones: hay gentes ~sus cuetpos y ‘camportamientos- que son objeto directo de la intervencién, Una tras otra, las inter~ venciones occideraales te legitiman sobre la base de que es necesaro eliminar algu- nos cuerpos peligrosos, para que podamos reformac el comportamiento de la poblacién yy teconsttuirla en una comunidad eciviliadar, «desarrolladay o stessocrética. El concepto de biopoder de Foucault nace de {a distincion de lo que se pecmice y To que no, qué es blanco y qué es negro, de modo y manera que las cosas solo se 1. Uns versién de ese atc fv pblicada en la evista Atematives Glob Local, Rice! (vo. 1006, op. 285-31 eeltitul que conBtituye la fase final del Estado-forma (..) Estéllevando a los teinos de la Tierra uno tras otro a un estado de espectdculo integrado (Guy Debord) y hacia el «parlamentarisino del capitalismo»,(Agamben, 2000: 109). No solo estamos asstendo a algutos procesos que ponen en cuestion la soberanta de Westfalia, como la creciehte dependencia de los Estados mas débiles de la ayuda exterior, la ttansnacionalizacién de la economia, 0 las amenazas ‘ecolégicas globales, Sino que se presentan una erie de casos ~que aumentan continuamente— en que es manifiesta la violacién de eee ‘westfaliana: aquellas donde es categérica la intervencién extranjera y una entidad externa establece el control formal de los Esta- das 0 territorios. Desde que omenzaron las intervenciones militares occidentales en ‘el muindo tras el fin de la Guerra Frfa, hemos asistido al establecimiento de un control tinternacionale directo sobrd distintos terttorios (Bosnia, Kosovo o Timor Oriental), a la implementacién de restricciones a la soberania de algunos patses (Irak, por ejet- plo, tas la Primera Guerra dél Golfo), al «tutelaje» internacional de otros (Afganistén, fo Trak desde las elecciones) a la administracidn directa de los patses ocupados (Irak, tras la Guerra de Irak hasta las elecciones). A pesar de que desde el final de La Primera y Segunda Guerra Nundial ‘no se habfa producido una oleada semejante de situaciones de administraci6n internacional de territorios u ocupaciones de Estados, la mayorta de los andlisis, tanto de raigambre clésica como novedosos, siguen insis- tiendo en que el colonialismd, que implica el control «formale de areas de la periferia, es un asunto del pasado. Perd el hecho es que las dltimas tendencias demuestran que cen cierto modo esta situaci6h esté cambiando, ‘La administracién internécional de Estados y territorios se suele imponer utilizan- do Ia fuerza o amenazando con usarla, lo que contrasta vivamente con wel uso de la fuerzae que se permite en la Carta de las Naciones Unidas, en Ja que la «autodefensa» cs a Gnica excepeidn a la pfohibicién general de recurrir a la guerra. No obstante, tras el final de la Guerra Fria la «intervencién humanitariar 0 «la lucha contra el terrotismor se han convertido en la legitimacién més habitual de las acciones bélicas ‘emprendidas contra los «tegimenes criminalese 0 los «Estados canallase. El concepto de eautodefensa» se asocia de forma estricta a la soberanta, peto las narrativas de la intervencién humanitaria» 0 «la lucha contra el terrorismo» no incluyen Ja importan- ‘cia supuestamente primordial de la soberanfa. Efectivamente, como ha sefialado Virilio (2000), hablando de la guerta de Kosovo, el objetivo es ele eliminacién del Estado. Fs obvio que existe una racidnalidad en términos de politica de poder: lo se aplica a los Estados mas débiles, que $e hallan principalmente en la periferia del sistema mun dial (Irak, Afganistan o Yugoslavia ‘son castigados, mientras que a la Federacién Rusa se le pertnite devastar Chechenia). Y cada ver hay mas gemplos de esta situacién, Sin embargo, todos esto} procesos no se pueden entender basindose exclusiva- mente en la politica de poder de un Estado. La realidad es que «la intervencién hhumanitaria» o «la administfacién internacional» tienen que hacerse comprensibles para la gente (principalmente de los patses del centro, pero también del mundo ente- fo) Ast pues, esos conceptos tienen. que inseribise en un discurso general sobre la ” | conduccién de la polttca exterior, que conlleva una alteraci6n de la representacién el espacio. El discurso sobre los peigros (el terrorismo, el trfico de droga.) proce- dentes de «Estados feacasados» o la edefensa fundamental de los decechos humanose, han consttuido efectivamente poderosos «motivose movilzadores en las recientes campatias béicas de Estados Unidos, Unién Europea y la OTAN y han hecho que fuera comprensible para la gente ela administraciOn internacionale o «el tutelaje» de Estados y teritotios. ‘A la vista de estas citcunstancias, Ldeberiamos Hlegar a fa conclusio® de que la soberania se exté debilitando? La respuesta tendcfa que tener en cuenta las conclusio- nes de Jens Bartelzon en su trabajo sobre la genealogfa dela soberanfa: «La soberanfa no se linita a significar cosas distintas en épocas distintas, sino que actie de forma distinta en disposiciones epistémicas distintas» (1995: 247). Por consiguiente, se po- dian producir otros cambios si se modifican «las condiciones del conocimiento>. Sin ‘embargo, me gustaria hacer hincapié en la existencia de ciesta continudad en la relacign entre soberanta e intervencién, que probarfa que la soberania no exté més (ni menos) debilitada ahora de lo que nunca lo ha,estado. Cynthia Weber (1995) lo ‘explica de forma convincente utilizando las herramientas teéricas de Baudrillard, pero vamos a examinat los argumentos de otto escéptico, Stephen Krasner, cuya pos- tura tedrca cx muy distinta’. Este autor piensa que es preciso distinguir entre al me- nos dos pricticas diferentes de soberanta, que denomina «soberania legal internacio- nal» y esoberanta de Westfaliae. Esta tima corcesponde a la disposiién institucional de las comunidades politicas modesnas, y se basa en dos principios: ela teritorilidad y la exclusién de actores externos de las estructuras de poder internas» (Krastes, 1999: 20). Mientras que la soberanta legal internacional se relaciona con una préctica fundamental en ta constitucion del sistema interestatal ef reconocimientc por parte de los Estados ya existentes de que otras entidades politcas son equivalen:es, permi- tiéndoles formar parte del «club». Se utiliza principalmente en sel campo de la lega- lidad internacional», y su norma fundamental es que «el reconocimiento © amiplia a centidades, Estados, con territorio y autonomia jurtdica formal» (Ibid 4). No es de extraiar que tras aludit a una cankidad impresionante de prusbas empt- ricas, Krasner concluya que ambas soberantas, la de Westfalia y la legal intxnacional, han estado en peligro desde su origen en el siglo xvu. El interpreta que se debe.a que ‘las normas del sistema internacional (..) siempre se han caracterizado pot una hipo- testa organizada. Las norma y las acciones no han ido de la mano» (Ib. 220), Pero Krasner reconoce que la soberania legal internacional ha gozado de un mayor respeto que la soberanta de Westfalia: «En tanto que casi todos los Estados del sistema inter- nacional han gozado de reconocimiento internacional, muchos menos Estados han 3, Siesnecesrio etquctrio, Stephen Krasner sela un eoutopoclamado extucticalisa neorealsa, ‘modfiado’ (George, 1996:49). “4. Mencions cuatro sifiendo dilerentes dea sberan ssoberafa interna ques refit ala ora zocién de lox poderes alias ene interior del Estado (..};soberanfenlainterdependenci, cue se referea Facapacdad dees posers pblicos de contolarls wovinientostransfrontericrsoberata lea inemacio- rl que se refiere al tuo econocimento de Exados uotrasetidades,ysoberanta wesfaianaqueserefere ‘lb exlsin de lasinterfeenciad ator externcs en a disposi del poder inerno» (Keane, 19999). ‘Desde vatios puntos de vita, entendo que os doe primera sgicadosestin inclidosen el tin, Puede que en tl dstinguitlos para pefecionat el nals, pono cocespondenapréicaestaales dieentes B o la utilizacién del inglés americano-como linjua franca universal serfan pruebas de una triunfal hege- monfa global americana. | Estos relatos sobre la época de la Posguerra Fta, a diferencia de les de Hardt 0 de Negri indican que los Estados, entidades materiales y coneretas, son el lacus del poder: Es curioso advertic que Harde y Negri formulan sus ideas acerca'de la ausencia de un lideraxgo estatal en el Imperio acéfalo justo cuando Estados Unidos se esfuerza mis por presentat sus continvas intervenciones en todo el mundo con el disesz de singervenciones internacionales»: «Ms de 35 patses estén dando un apoyo crucial fa 4a Operacin Iraqi Freedom} |...). Todas las naciones de esta coalicién han elegido cargar con su responsabilidad y compartir el honor de servir en nuestra defensa co- in, afirmaba el presidentel Bush al inicio de la Guerra de Trak’. La repeticién de esie tipo de afitmaciones (en| Bosnia, Kosovo, Afganistin, etc) acerca de la existen- cia de una coalicién internactonal para llevar a cabo una guett, deberfa poner sobre aviso a las mentes crticas. David Campbell ast to ha Para empezat la nocién de célicisn internacional no viene al caso. La maquina bélica es un instrumento unilateral de EEUU, con alguna aporeacién briénica En tant que unos cuantos ses ban ofecko apoyo miftar ce poca envergadura ala campatia, no hay ningtin deseo por foredptena deDithdekogeree i manos flan tee atoms de desis La ‘tensa actividad diplomética hue los medioscalifcan de sfurzo por mantener wunia ala fd calc interacionalssupohe poco masque la compra por parte deEE. UU. y Gran Bretafiade |naguescenca de Estados qué de lo contrato podianhaberse opuestoabiertamente alas accio- nes bélics (Carnpbell, 2002p). James Det Derian (2001;!2002) es asimismo critico con la idea de una «coalicién intemacional» de distintos irtereses, cuando habla de las nuevas «guetras virtuosas» de Estados Unidos. Senala que «parece ser el tltimo medio con el que EE. UU. pre- tende reasegurar sus fronteras, mantener su hegemonfa, y devolver un atisbo de orden ya que no de justicia a la politica internacional» (Der Derian, 2002: par8). Aunque puede que esto iiltimo atin ho se haya logrado inter alia porque el desorden es el fundamento ontolégico de lal «politica internacional» , los dos primetos objetivos es- tén en buena medida caming de lograrse. ‘Volviendo al debate sobre si nos encontramos en un sistema imperial o imperialis- ‘a, me parece difiladmitir que estemos inmersos en algo como la soberanta global, si entendemos por éllo una red|confusa de poder global. «El antiguo imperialsmo sigue pot aqui», indica Rob Wall, y 6. «More than 35 counties are gving crucial support [tothe Operation Isa Freedom... Every nation tn hiscoaltion as chosen ober the duty andshare the honoe of evingin our common defenee» Peden: Bush Addeses th Nation (Match 19,2003). En: Fhugmeworhitthouse govinewtelense2003/0}feaa/20030319- 2. (evisado el 2-05-2003). 18 Tee tantr le narration dene nd enlancias Interesantes en las Circunsiancias actua- {ess tanto la narrativade un proceso modemnizador de internacionalizacién como as natativas ‘competidoras dela hegemonia de gran potencia y del imperialismo americano, que surgen cada vez que Bush, el joven, abr a boc notardarén mucha en parecer bastante manidas como forma deencontraré un sentido ala vida poltica actual (Walker 2002). Hechos acaecidos dltimamente hacen pensar més en que se reafima la scberania del poder hegeménico, y en que hay una nueva disposicida del orden mundial al no hhaber un contendiente crebie. Pero también se produce una reaiemacién de Ia eobe- rania «espectacular» de todos los Estados, porque las guerras vittuosas se llevan a cabo en nombre de «Estados democriticos soberancs», y sus objetives consisten en. teformar todos los Estados y reconstruir todas las naciones que no se ajuste a dicho canon. Se trata no tanto de una extensién imperialista en la que se produzca una apropiacién territorial, cuanto de la reafiemacién de un dominio espacial explicto (es verdad). En lugar de una hegemonta implicita se pone en evidencia us poder de protectorado o de dominacién suprema explicitos, que siempre ha existido en el orden. interestatal posterior a Westfalia (activo o latente, fuera vestigio del orden feudal 0 ‘nuevo artefacto imperialists), y el resto de los socios wsoberanos» del «clube interna- cional se acomodan a él, Pero antes de abordar la cuestin de la «coberana resting dav (ageraing) y el eprotectorado» es preciso comprender el significado de la sobera- tifa desde otra postura, lade la biopottca, que nos permite percibit su sugimiento en ef silo xvaty su actual transfotmacién, Arrojaté luz sobre el cambio del orden politico que experimentamos en nuestros das. Biopolitica de la soberania La soberanfa no puede ser entendida exclusivamente desde un punto de vista juridico-insttucional. Como plantea Shapiro, «pata relacionar la cuestin de la sobe- ‘anfa con una historia de la injusticia, hay que tener en cuenta el aspecto biopolitco de la soberanfa tanto como el juridico institucional» (200i: 103). Es una enprese que Foucault acometié en los afios 1970 y que vatios autores han reemprendido reciente- ‘mente. Shapiro desarrola las ideas que Agaraben (1998) expone en la chra Homo Sacer con el fin de analiza los cambios producidos en la legtimacign de la guerra, que seg avanza Ia modemnidad ya no se declara para defender al soberano sino para «administra vidas. La soberania modemna ha sido modificada mediante la «poitizacisn de la vidav: las decisiones adoptadas por los gobiernos respecto a la utlizacién del poder (poder extralegal incluido) se originan en ta defensa de la vida, pero no eual- 4uier tipo de vida sino s6lo una vida que retina los requisites politicos necesatios, una Vida politicamente cualificada, que suelen incluirse en el «pueblo». Asi puts la sobe- ranfa es una «figura que incluyes, pero también excluye: la evida nuda» queda ex- cluida de la comunidad politica (Shapiro, 2001: 102). La paradoja que supone el que la violacién de la soberanta territorial traiga como consecuencia la afirmacién de la soberanfa tiene su origen en la situacin de sobera- anfa que se produce en la interseccién de dos modelos de poder: uno, jurtdico- institucional, y el otro, biopolitico: Forconsiguientelasoberant se sitéa en una compleja topologa de vidas, tantodentrocome fuera de sujuridiccién, Debido a que sus imperatives biopolticos, pustas de manifesto cuando se » lacen excepciones (pac jmp, ls tages con mide relzados en Su, a dec de acct segs ini jnto de Afganiscn) se basan en el poder que ene para administra vida, el poder soberano puede ullzarse para distnguilawnuda vido (spate dela huranidad excluida dela procec- ‘én plia) del vida polticamencecualificada, yas comolo express Agamben, matarsin cometerhoniciio (Shpio, 2002p). No se tratn de una explicacién retérca de los hechos, desuna metéfora para de~ runcior los efectos morales de la gra, sino que la bioplitica esta defiitivamente intioducida en alguna de las més poderosas narativas de los Bstados, como podemos comprobar en esta cita del premier britinico Blac hablando de la Guerra de Irak Pesmtanme que diga una ves més, que no dejo de espetar 2 quien tenga un punto de vista tito, pete logue sempre nid co mene cael aden dl que se tatab, Cando se leen los datos delas cimara de torcua, las frceles, os miles y miles de personas que Saddam sats nichos ns dele od ocala ntewencin dela coliin, ro gue augue lagence haya diserepado con nosotas por ial gers, a menesson eapnces de darse cuenta de ‘que el pueblo iraqi dene mds libertad y més esperanzaloy dela que cenfan en losaosen que ‘mandaba Seddan’ (Enfasis afadido), : Unos cuantos cadfveres més no importan, aunque los que maten ahora sean los socio dela colicin. Los patses occidenalesconocian pevfetamente en les afos 1980 los datos de las cémaras de torture, ls crezesy los miles de asesinados. En aquel momento proporcionaron armas a Irak para que combatiera contra Iran y soc ton provecho de los ngesoscbrenids. Ahora slo afaden unas cunts meres ms Se trata de «nuda vido». Pero Blut es represenativo de la versign liberal de ola {\) guerra conerael cerorismon los ideres mis realists y mas conservadores son ain mis ‘\} claro Zizek: relata una rueda de prensa de Donald Rumsfeld en que se le pregunts por los cbjtivos del bornbardeo americano de Afgaisén La respuesta es tan simple y ij ‘S trenspatente como espelurnante: «Bueno, matar tantos soldados ¢ integrantes de Al Queda como sea posible» (cit. en Zizek, 2002: 91), Una misién que incluso puede ser ivertida, al menos segin la versin de algunos de sus actores protagonistas en el terreno como el teniente general James N. Masts, un oficial de infanterfa que ha tendo boo su mando a marines tito en Afgan como en Kak, En un coneene cia Mattiscoment6 que cuando «uno va a Afganistin, uno se encuentra con tipos que S bam estado pezando a las mujeres durante cinco fos por no llevar velo [... Ya sabes, a 2 tpos como estos ya no les queda ningén tipo de hombria. Por eso uno se divirte endiabladamente pegindoles toss’ 7 No-ciznte,eporante ubayar que es ipsa ipolticoss no saponen ‘una llamada para destruir toda ln «vida nuday. La muerte, como Rey Chow afirma stein ise ate steele out alte rechan he daria ce aero Tae eee ree vt ee ener hee seagate atta agai a 2003), Enhup/fmneoneoeuNauna/ToeSDban (evsioe ACT) < (aliesrcaken eaiiritones ots ® respecto a los genocidios racistas, ¢s una consecuencia de la subordinacién «a la red de ddscursos que st ha creado para mantenerla en marcha», de los procedimientos civil zadose para «asegurar que la vida continéew; asf pues, sel asesinato en mas de cieris grupos de gente es ahora-una actividad productiva, genera, que se realize en favor de la vida de toda la especie humana (2002: 9). La muerte «tiene sentido al rmar parte de una idea positivae, pero también podea ser cierto lo contracio: «el proceso material que supone la imposicin de una idea posciva la desbarata convittiéndolacen algo des- ‘tuctivo ¢ injusto (Chow, 2002! 10). Mas adelante retomaré esta idea. El concepto de biopoder de Foucault, que ya hemos definido antes, offece asimis- ‘mo otra perspectiva de los acontecimientos presentes. Tras el final de la Guerra Fifa, que supuso para algunos analistas el final del siglo xx largo, el modelo juidico. institucional de soberanta ha suftdo importantes cambios. Sélo se mantiene el raigo ims «espectacular: Ia integridad del terrtorio de los Estados existentes, al que nos hhemos referido en otro lugar (Cairo, 2004). Por tanto, la geopolitica, ascciada a un sistema interestatal de Estados soberanos, esté conectada con la biopdlitica, el poder soberano sobre la «vida nuda». Shapiro expresa un particular entreciuzamiento ceartogrético de ambos: En a construccin actual del conflito global en qe se dstinguen formas de vid, elegiblese ‘nelle, ignase indignas, conocer las cverpes pelgrsos implica también conocer como sees cartografiando el paisaje del errrismo,(..). Hay una correlacin entre las cancepciones cam- biantes de paisje de peligro del combate y ls alteraciones én el enfoque de reconocimiento vyubicsesn de los cuerpos los que son peligrass, los que son vulnerables, los que econtemplan, com politicamenteelegibes,y las que no tienen cualidades que les hagan metecerformar parte ‘dealguna comunidad politica ya sea coyuntural opermanensemente (Shapizo, 2004: 17), Soberania restringida y nuevos protectorados El Oxford English Dictionary (OED) define «suerainty («éoberanta parcial o res- tringida») como la situacién en que +... un Estado soberano tiene suprensacta sobre otro Estado que, a pesar de tener gobernante o gobierno propio, no puede actuat como potencia independiente». En el pasado se ha aplicado a distintas situaciones. Por ejemplo, Ia idea del protectorado britinico se utliaé para describe algunos aspectos de las relaciones entre Gran Bretafa y diversas entidades diferentes: dominios, como Canad, protectorados, como Kuwait al principio del siglo xx, 0 mandatos intemnacio- rales, como Palestina tras la Primera Guerra Mundial. En cualquier caso, la palabra, en su versién moderna, segtin el OED no’se utiliza antes del siglo xix, aunque, sin dduda, se emplea para describ formas poltcas del pasado: la situacion de supremacta cde un rey sobre ottos sefiores, 0 del emperador sobre reyes.y seRiores, en la vida politica medieval, , particularmente, el dominium de los reyes espatioles sobre las nuevas tie- ras y stbditos tasatlinticos. Resumiend, la idea de soberanta restringida, de la ae Ja figura del protecrorado forma parte, nace en el encuentro colonial euroseo con el Otro y a parti de enconces. Cuando hablo de soberanta restringidae en nuestros dias, me refiero a varias facetas del fracaso posmocerno del modelo de soberan(a jurfdico-institucional, que es ‘especialmente perceptible en ta forma de llevar a cabo la guerra: 81 Noes ci eivindcarla aud spremac fralen espacio politi determinado Surge un rmossico de derechos de gcbierno ineampletosy que coincide pacilmente, superpuesiosy rezclados de forma inextieable, en el que instancias juics de facto extn entrelazadas seogtficamente,yabundanfesltades plurals, soberaniasaiétricasy enclaves. En eta orgai- ‘acién heterénima de lo derechos ydemandas tetas apencs Gene sentido inssticen din. ‘ui entre 4mbitas politics sinternosey wexternas, separads por nites laramentedefnidos (Mberabe,2003:31-2). | Los sintomas son diversas. En pritner lugar hay transformaciones tecnolégicas que ttansforman el dominio del espacio y, por tanto, originan nuevos Conceptos, tales como soberanta «vertical» o sobefania «portétils. Segundo, podemos confirmar todos los dias que las relaciones de ‘ee entre Estados se han tranformado en relaciones de vigilancia policial», lo que supone un cambio en la biopolitica. Y tercero, la pobla- cin de todo el planeta se est clasiicando segin citerios nuevos. 1, Las transformaciones del dominio militar del espacio La'transformacién del ddminio del espacio va de la mano de la creacién de nuevas técnicas de guerra y vigilaticia, de forma parecida al proceso por el que quedaron obsoletas, desde el punto dejvsta militar, las murallas de laschudades medievales. Los arteactos defensivas teritrjales «horizoatalese se han quedado arcatcos por el poder aéreo y, sobre todo, por los|satélites terrestres. Es lo que Mbembe llama «soberanta verticals, que «funciona separando el espacio aéreo de la tierra», y que ocasiona «una ocupacién de los cielos» (2( 28). Esto tiene .. Una importancia fundamental, puesto que la mayoria de la vigilancia se hace desde el aire. Cea ee ta rence triulados,aviones de econpciniento are, aviones Hauke delet pis, hlipteros de asalto, satélives de observacién de la Tierra, técnicas de ehologramaciéne. Matar pasa a tenet objetivos precisos (Mbembe, 2003: 30). Algunas grandes potencias, 0 incluso potencias intermedias como Israel respecto alos palestines (que ed ‘ejemplo que utiliza Mbembe) han logrado de facto ta sobe~ ania vertical. Su realizacih mas importante seria el escudo antimisiles que infruc- tuosamente (hasta ahora) intenta construit EE. UU,, cuyos primeros proyectos fueron presentados en la presidencia de Ronald Reagan, y que el presente gobierno esté firmemente decidido a conseguir. Elconcepto de «soberar esate, acuftado pot Kathy Ferguson y Phyllis Turnbull (2005), indica oto tipo de transformacicn. Los portaavioneso los aviones se conside- rarfan extensiones del espacio nacional, , dada la movilidad que permiten las nuevas tecnologias disponibles, tendr(a sentido que «segtn la Doctrina de Bush, nuestra so- berania se extiende a cualquier parce del mundo que Estados Unidos quiera proyectar poder» (2005: 42). Si Agamben prevé un «umbral» entre «el orden de la soberania y las excepciones que la sobetania establece para ese orden, las autoras especulan que ‘os barcos y'aviones milithres podrtan constituir un limive mévil entre el interior y el exterior, conainpaie candela pe Lavendar de soberane mca ce tipo de navesserfa un veh(culo pata esablecer un permetio mévil que eparase el espacio interior legitimo (el espacio «correcto», democritico y capitalista) del espacio de los Estados canalaserocstasstuado fuera (Ferguson y Turnbull, 2005: 42). ‘Todos los planes para crear unidades del ejrcto que puedan ser desplegadas con rapides (0 al instante, como las brigaas de los bomberos) apuntan en la misma dicec- ibn. La velocidad de Ia guerta ha de ser apoyada en titra: la geopolitisa, pese a las afirmaciones de Viriio, sigue desemperiando un papel'apesat de la crecente presen cia de la exonopolitia, 2. La transformacién de Ia biopolitica ‘Agamben oftece una buena explicacién del «gradual deslizamientos de la sobera- hfa hacia las zonas més oscuras del derecho de polician: se trata de un proceso per. ceptitle desde la Primera Guerra Mundial, que supone la criminalizcién del enemi- o, que we ve excluido de la humanidad civil y es tachado de ctimina; solo en un segundo momento se hace posible y licito eliminar al enemigo con una ‘speracién de policia'» (Agamben, 2000: 107). Desde el final de la Guerra Fria ha hatido cada vez mis muestras de este tipo de operaciones en Colombia, la ex Yugoslavia, Somalia, Afganistén, Irak, etc. El espacio internacional se transforma en espacio inteino,y los nlicares se transforman en polictas, pero eso también ocurre en la otra dreccin, y la utlzacin creciente de la tecnologia militar para la lucha conta la delixcuencia, en el interior y el exterior, ast como la legislacin sobre la «seguridad del tentotio nacio- tale que se va a it aprobando tras el 11 de septiembre de 2001, hace posible que la Vigilancia interna alcance un grado de intensidad sin precedentes, y, defacto, intxo- duce los tibunales mulitates en la jurisdiccién civil de los Estados Unicos (Shapiro, 2004). Sin embargo, esta es slo una de las caras de la transformacién de la coberanta biopoltica, porque hay otro cambio tras el final de la Guerra Fria, del que nos ocupa- remos a continuacién, El terttorio, el gobierno y la poblacién eran los tres elementos de un Estado sobe- rano, segin la doctrina tradicional. Pero esa defincién es demasiado descriptive: no ‘ods los terrtorios servfan de soporte al Estado, y la poblacién no es un simple pufiado de personas, sino que es un grupo que reine los requititoe necesatios para ser sciuda- danoss. Agamben profundiza en el significado y las interrelaciones de esos tres ele- mentos: el Estado-naciéa soberano se «funda sobte el nexo funcional entre ciesta ubicaciéa (el teritorio) y un orden determinado (el Estado), que son intermediados por reglamentaciones autométicas para la inscripeién de la vida (nacitiiento o na- cidn)» (Agamben, 2000: 43). Desde el siglo xvi Ia biopolttica se aplicaba.a una «po- blaci6n» conereta y la geopolitica, a un tertitorio concreto. Pero hay una nueva formulacién del modelo biopolitico de soberania que implica otro objetivo: nun context global, el cambio ms signifcaivo dela Posguera Fra en el modelede vida sobee que se basa el enfoque dela soberanta sobre el mantenimiento dela pa yladelaracin de la uerraes el pasode una biopoitca de la epoblacine (la identidad colectivaalaque se referta Foucault cuando hablaba dela guerra en nombre de «laexistencia de tccsy) eunabiopoliticade {a shumanidads, En ésta concepcin ce la vida se percibe que os que ay que defender (ai como fosque:oncriminalzados) pueden esta fuera dels ferteras props Shapico, 2002: pat. 12). Este cambio esté relacionado con las transforinaciones doctrinales del concepto de seguridad, que ha pasado, principalmente en las versiones liberals, de la seguti dad del Estado a sla seguridad humanay. Et término «seguridad, plantea Naidu, «implica una circunstancia en que la existencia material de algo se ha procegido y 3 preservado utilizando Ia fuerza fiiea» (2002: 35). Si {a seguridad estatal se concibe fespecto a un Estado y, consiguientemente, a su poblaci6n, el concepto de seguridad hhurmana se aplica al bienestar de cualquier ser humano, Ocasiona légicamente con- fictos entte ambos conceptos y sus précticas, que en la Posguetta Fria a conllevado ‘una aumento de las intervenciones militares que violan la seguridad de los Estados, en-nombre de la sepuridad humana en «Estados que son debiles milicarmente, pobres econémicamente y pequetios teritorialmente» (Naidu, 2002: 45) El simperalismo en nombre de los derechos luimanos», el imperialismo al que ya nos hemos referido en el apartado anterior, que podriamos califcar ademas de un «imperialismo de vecinos», ya que intentarfa hacer frente a la inestabilidad en el ‘yecindatio (global, planetario ahora), «que ningsn Estado puede pasar por aleo» (Cooper, 2002: 18). Cooper habla de los ejemplos de los Balcanes y la Unién Europea, pero termina extendiendo «ilimitadamentes el concepto de «vecindarion: Osama bin Laden ha demostrado ahora a los que no se hubieran percatado todavia que todo el mundo 6s, potencialmente al menos, nuestro vecino» (Ibid) Ta eintervencién humanitariay junto con las decisiones de las instituciones finan cieras internacionales constivuyen algunas de las principales insticuciones de este imaperalismo pormoderno, Se consttuye asf una nueva triada constituiva de la comu- nidad politica: el territorio es ahora el «vecindario global, el gobierno pasa por «las instituciones financieras internacionales» y la poblacién es ahora ls shumanidad>. 3. La nueva clasifiacién de la vida Como he explicado, podemos hacer una distincién entre «vida cualificada politi- camente» y «vida nuda, pero no podemos deducir de ello que toda la vida que se ha decidido que puede formar parte de la comunidad politica tiene el mismo estatus jurdico, que es otto de los puntos flacos de Ia interpretacton de la soberania que hacen Hardt y Negri (2000). La negariva del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, a ratiticar ef tratado que cre6 el Tribunal Penal Internacional (TP!) ~y la polttica activa que emprendié para llegar a acuerdos bilaterales con ciertos Estados para descartar la posbildad ce que un ciudadano estadounidense comparectera ante eLTPP~ ha creado de facto (y también de iure) dos tipo de vida cualificada poltica- mente: la que sélo se somete a la auroridad de las instituciones juridicas de EE, UU, y la que se somete a la jutsdiccién de instituciones nacionales e internacionales. Los rmotivos aducidos por el gobierno de Bush para no ratficar el craado tenfan que vee con la esfera tradicional de la soberanfa: la seguridad de la nacin, Se hace constar claramente en un documento tan importante como La Estmega dela Seguridad Necio- nal de Estados Unidos de América hecho piblico en septiembre de 2002: Emprenderemos las acciones necesarias para aseguramos de que nuestro empefio en cumplis nuestros cempromisas con la seguridad global yproteger les americana estadeuniderses) nose ‘va petjdicac por las posibildades de investigaci6n, inetagacié oacusacién que tiene el Tribu 9, Los Faas Unidos dicen que el rbural volar soberanfs nactonal yp leparaemprender clones judicial por movivo polices contra ms oflaes osakdadosqueetvisen desarllando su abor ‘nds al dels foneras de EE. UU, « incluso el Congreso de os EE. UU. ha tomado et consderaesn sbi de pemulpalguna ley que suorzae ls fuerasestadountderses inva La Haya, donde ests ‘lerbuna legal eas de que bs fialescapeaen alin cialano de EEUU. (Zine, 2003). & ‘nal Penal Internacional cuyajursdiccién no seexsiende los americanos (estadcunidenses) {queno cepramos (The National Secure Strategy of the United States of America 2001: 31), Por consiguiente, el TPI es presentado como una amenaza a la segurdad nacio- nal, pero no en un sentido general y colectivo, e8 una amenaza a determiaadas vides cualificadas politicamente y que deben ser protegidas. En los trabajos de los consejeros de la Casa Blanca, esta amenaza procéde de una interpretacin masculinista de la relacién entre derecho y poder, y es descrita en forma de un pulso entre-les afeminados europeos y los masculinos americenos: Loseuropeo, junto con muchas otras naciones menos infayentesy menos respetabes, estén tratando de imponer su visién de la civilizacién internacional. (..] No es de ex-rafiar que el ‘mundo que esti ntentando create ptezca un hor ala Unisn Europea, donde noma as leyessonmésitmporances que el poder tar (Kagan, 2002). Este mundo no seria aceptable, ya que «al ser Ia potencia democrética més pode- rosa del mundo, se solicita a Estados Unidos ~s, se slicita- mucho mas que a ningu- na otra nacién que envfe sus wopas al extranjero-con diversos fines», que van desde sliberar naciones» a «defender a gente amenazada de genocidio o limpieza étnica» (Kagan, 2002). ¥ por ello no podtta ser sometida al escrutinio del TP’. Ese es el objetivo fundamental de la decision de no ratificar el tratado que lo crea, pero el caso es que esa decisign da origen a una nueva clasificacin de personas; esta ver de vida cualificada politicamente, Es evidente que existen ejemplos anteriores de clasficacion de la gente segtn los derechos politicos que tengan. Siguiendo el ejemplo de Giorgio Agamben en su cono- cida obra Homo Sacer, utlizando una figura del derecho romano pata artojar luz sobre problemas actuales, también podemos encontrar iluminacién sobre la situacién de nuestros dias en el ordenamiento juridico del Imperio romano. Tias la unién de los patriciy a plebe en un Gnico estamento, ls romanos dividieron a todas ls >ersonas en ‘ives (miembros de fa cisitas) y pereprni: «Civis, segin Ulptano, es el que posee todos los derechos de un ciudadano romano. El peregrinus no tenfa commerciem ni connubim, ue eran los derechos caractertsticos del ciudadano romano, no considerados en su capacidad politica; pero el peregrinus tenfa la capacidad de hacer todo tipe de contra- tos que fueran permitidos por el jus genciums. El jus romeonon no podta aplicarse a ererini,esclavos o personas pertenecientes a Estados con los que Roma nunca hubie~ 1a tenido contacto, pero el peregrinus «tenta la capacidad de adquirir derechos de acuerdo con el jus gentiams. Ast pues, los peregrini eran los esclavos emanzipados, los romanos que perdian la civitas, y sobre todo, «los ciudadanos de otros Estados que ‘mantenfan relaciones amistosas con Roma» (Smith, 1875: 292). Hoy en dia, desde el punto de vista de fa soberanta, el tnico cls auténtico es el ciudadano de los Estados Unidos. Son los tinicos miembros de una comunidad politica ‘que no esti sometida a la jurisdiccién de las leyes internacionales 0 naconales-de- ‘orros-paises. Constituyen la tinica civitas independiente y soberana perfects de princi- Pios del siglo 100, Los otros ciudadanos de Estados extranjeros que estén en buenas relaciones con EE, UU. son los nuevos peregrini. Son vida cualificada polticamente, pero estfn sometidos a unas leyes diferentes y carecen de algunos de los pivilegios de Jos nuevos cives. Constituyen la nueva peregrnias fuera de la civics. Por tlio, est el nuevo Homo sacer, descrito anteriormence, que es aquel cuya vida es evida nudae. Estén sujetos a la autoridad soberana de la tinica comunidad politica soberana, en la 85 | i | que, de hecho, sé incluye a todos los habitantes del planeta (piénsese en Noriega que fue juagedo en EE. UU. tras ser capturado en Panam’), o estén sometidos a la jurisdic. ‘Gdn «internacional» de la pefegrintas(piénsese en Milosevic, jurgado por un Tribunal internacional en La Haya después de ser entegado por el Gobierno serio). | Para terminar - _cTransformaciones del dominio del espacio, cambics en las relaciones soberanas ‘entre Estados y una'nueva cbsificacién de la vida a escala planetaria son los principa- les sintomas de una nueva sifuacin en el sistema interestatal que podtfamos calificar de una supremacta sin limite} estadounidense respecto a buena parte del planeta, que fe encontrara en una situacién de «coberantatestrngidas (suzeriny). No es contra- dictotia con la posicién de fegemonia de la que disfruta, ni es estrictamente una nueva forma de dominio, yajque ha existido siempre en el sistema interestatal poste- rior a Westfalia, ya como un kemanente del orden feudal, ya como un nuevo artfacto politico imperiatista. La geopoliicay la biopoltica de a soberana, el pole del Estado soberano sobre cl espacio y Ia vida estén eh continua transformacidn, La rearticulacion de los dos modelos de soberanta tras la|Guerra Fria he levado al mundo a una nueva situacién, Parece que desde el Estado hegeménico y sus mas cercanos aliados se esta disefiando todo un proyecto (0 quisds fea mejor hablar de diferentes proyectos que se pueden articular) para la renovacin o reinvencién de ls instituciones de gobernanza global. Peto no implica una rupcurajdfinciva con las cendencias anteriores, sino que es més bien una reartculacién de [as relaciones de poder en ausencia de potencias que de- saffen la hegemonta de los Estados Unidos. Los cambios implican una nueva biopolitica de la humanidad, que conlleva para Ia potercia hegeménica un huevo despliegue militar en diferentes partes del globo. No es suficiente:con orienthr o divigir el gobierno de otros Estados de una forma indizecta 0 encubierta, como lo hicieron los Estados Unidos y la Unin Soviética durante la Guerra Fria, sin que es necesario disciplinar directamente los cuerpos disidentes. Bibliografia ‘Agamben, Giorgio (1998), Hijmo Sacer: Sovereign Power and Bare Lif, Stanford, Stanford University Press trad. af inglés poe D. Heller Roazen del original: Homo sacer: Il Dotere svrano ¢ a nuda sta, Torino, Giorgio Einaudi, 1995). (2000), Means without End: Notes on Politics, Minneapolis, University of Minesota Press [trad. al inglés por V. Binetti and C. Casarino del original italia- no: Mert senta fine, Torino, Bollati Boringheri, 1996). Bartelson, Jens (1995), A Genealogy of Sovereignty, Cambridge, Cambridge University Press. Caitp, Heriberto (2004), éThe Field of Mars heterotopias of territory and ware, Political Geography 23 (8): 1009-1036. | 6 | Campbell, David (2002),