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POEMA LITERATURA ROMANA POEMA LITERATURA GRIEGA

Carminum I, 3 (El viaje de Virgilio)


Así dijo Fílipos.
Horacio
Que la poderosa diosa de Chipre Y entonces nos reunimos bastantes. Y cada uno
y los hermanos de Helena, lucientes astros, habló de luchar
y el padre de los vientos te guíen,
lo más posible para limpiar este lugar de
y sople el Yápige favorable,
oh nave que me debes a Virgilio, a ti confiado. oscuridad. Pero la oscuridad es sucia e inamovible.
Te ruego que lo restituyas incó1ume Así, inicié esta obra un día que encontré por
a las regiones Áticas casualidad a Orsa. Mediados de enero del 54. La
y conserves así la mitad de mi alma.
misma noche, amargado, había una luna limpia y la
De roble y triple acero
estaba rodeado el pecho primera imagen que nació fue para la luna.
de quien atravesó por vez primera
el piélago cruel en frágil balsa, «Redonda, gira en torno de la tierra» Escribí
y no temió los ímpetus del Ábrego
algunas cosas confusas y quedaron en mis papeles
en lucha con los Aquilones,
ni a las Híades tristes, durante muchos años. Los desenterré en el 68.
ni la rabia del Noto, La segunda imagen fue Cristóforos. Intentó
dueño absoluto del Adriático escaparse, le dieron por detrás con un hierro. Se
que a su gusto levanta o apacigua las olas.
arrodilló, hizo por sujetarse, los ojos se le cerraban,
¿Qué cercanía de la muerte infundió miedo
a aquel que con los ojos secos la gente alrededor desapareció. Los dedos
vio los monstruos nadando, desecados de su mano colgaban de la alambrada,
el mar airado y los infames como cuelgan la ropa en el arrabal, la ropa interior
arrecifes de Acroceraunia?
remendada. Entretanto, encontraron a otros muertos
En vano un dios prudente
separó la tierra del insociable Océano, entre los matorrales. En la calle siguiente Yannis
si es que naves impías
surcan prohibidas aguas. Dijo diez muertos en orden y Yannis, bajando de su
Audaz en perpetrarlo todo, casa nos dijo ochenta muertos en orden, no se
la raza humana se precipita desesperen nos dijo Yannis, se ocupará el alcalde.
por el abismo de lo sacrílego;
audaz, el linaje de Jápeto
La tercera imagen fue el alcalde desde el cielo con
trajo el fuego a los hombres, su paraguas.
valiéndose de engaños;
y, tras el fuego, arrebatado
de la mansión celeste,
la palidez y una cohorte nueva
de fiebres invadieron la tierra,
y la necesidad de morir,
tardía en otras épocas,
adelantó su paso y su llegada;
Dédalo atravesó el éter vacío
con alas no otorgadas al hombre;
un trabajo de Hércules
traspasó el Aqueronte:
nada imposible hay para los mortales.
En nuestra estupidez,
ambicionamos el propio cielo,
y, por culpa de nuestros crímenes,
no dejamos que Júpiter deponga
sus rayos iracundos.

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