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ROMPIENDO ESQUEMAS, LA HISTORIA DE MULÁN

Hace muchos años los chinos vivían en paz, gobernados por un anciano y sabio
emperador. Pero ocurrió algo terrible: los hunos, mandados por Shan Yiu, cruzaron la Gran
Muralla y entraron en China arrasándolo todo a su paso. El emperador ordenó que un hombre
de cada familia se incorporara al ejército. Cuando el emisario imperial llegó a casa de la
familia Fa, la joven Mulán protestó: su padre no podía combatir por culpa de una antigua
herida. El emisario, enfadado, la ordenó a callar. Pero Mulán no estaba de acuerdo. En su
familia sólo había un hombre.

<<Papá morirá en cuanto empiece la batalla>>, se dijo. Cogió la armadura y la espada


de su padre, montó en su caballo Khan y se fue, decidida a incorporarse al ejército.
<<Creerán que soy un hombre y salvaré a papá>>, pensó.
Los espíritus de los Ancestros se reunieron en el templo. Tenían que hacer algo por ella,
enviar a alguien a protegerla, pero, ¿quién? Se ofreció Mushu, el dragoncito. Todos se
echaron a reír. Consideraban a Mushu demasiado pequeño para proteger a alguien. Pero él
quería conseguir el puesto de dragón guardián, y convenció a Grillo (el insecto que la abuela
de Mulán creía que daba buena suerte) para ir juntos a proteger a la muchacha.

-La libraremos del peligro-dijo Mushu.


Mulán se presentó ante Shang, el capitán que preparaba a los soldados.
-¿Cómo te llamas?-preguntó.
-¿Yo? Pues...¡Ping!-contestó Mulán.
La vida en el campamento era muy dura, pero Mulán hizo amigos pronto: Ling, Yao y Chien
Po. Mushu y Grillo estaban siempre con ella, y la aconsejaban.
Por fin el ejército chino se enfrentó a los hunos, que eran mucho más numerosos. ¡Iban a
ganar! Pero a Mulán se le ocurrió una idea estupenda. Disparó un cañón; la bala fue a caer en
la montaña cubierta de nieve y provocó un alud. Los hunos quedaron sepultados. Sólo Shan
Yiu-que hirió a Mulán- y cinco de sus hombres, se salvaron.
-¡Bravo!-gritaron los soldados chinos-.
¡El soldado Ping es el más valiente!
El médico militar curó la herida de Mulán, pero contó que el héroe era, en realidad...,¡una
mujer! Chi Fu, el consejero imperial, pidió a Shang que la matara. Éste se negó, pero se
sentía engañado y traicionado, y se alejó enfadado, dejando a Mulán sola y triste.
Días después, Mulán se enteró de que Shan Yiu y sus hombres se dirigían a la Ciudad
Imperial. Corrió a la ciudad y avisó a Shang, pero como seguía enfadado, no la creyó. De
repente se oyeron gritos y supieron que Shang Yiu había entrado en el palacio y hecho
prisionero al emperador. Luego, amenazó con matar a quien intentara librarle. A Mulán se le
ocurrió otra de sus geniales ideas. Disfrazó a sus amigos de mujeres y entraron en el palacio,
dejaron fuera de combate a los hunos, rescataron al emperador y le bajaron por una cuerda.
Sólo quedaba Shan Yiu, y Mulán se enfrentó a él. Pero el jefe huno era demasiado fuerte y
feroz. ¿Cómo podía vencerle?
¡Con la ayuda de un dragón y un insecto! Mientras luchaban en los tejados, Mushu llegó
volando con un cohete a la espalda al que Grillo encendió la mecha.
Fueron derechos hacia al huno y le lanzó a la torre de fuegos artificiales. Hubo una terrible
explosión.
Así acabó la amenaza sobre China. El emperador entregó a Mulán una medalla y la espada de
Shan Yiu.

 Y ofreció a la joven el cargo de consejera. Pero Mulán no aceptó, porque nada deseaba tanto
como reunirse con su familia. Montó sobre Khan y partió al galope. Mulán abrazaba a su
padre, después de besar a su madre y a su abuela, cuando alguien apareció. ¿Quién?: Shang.
Él sentía algo especial por Mulán, y, además, el emperador le había dicho:
-Si yo fuera tú, no perdería una mujer como ella. ¡Hay muy pocas!
Poco después, en el templo familiar, Mushu hizo sonar el gong.
-¡Vamos a celebrarlo!-gritó.
Había conseguido el puesto de guardián.

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