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=) 2 % él Muevo Yostamento la misericordia de Dies se hace visible en el proceder de Jestis Los evangelios mencionan una sola vez las “entrafias de mi- sericordia” (splagjna eléous) de Dios (Le 1, 78), pero el verbo “conmoverse las entrafias” (splagjnizomai) aparece con mucha frecuencia, y salvo pocas excepciones”, siempre tiene como sujeto a Jestis. Los evangelios recurren a esta expresion cuan- do muestran a Jests en presencia de la multitud que lo sigue y “no tiene qué comer” (Mt 15, 32 / Mc 8, 2), estan enfermos (Mt 14, 14) 0 estan como “ovejas sin pastor” (Mt 9, 36 / Mc ® Todas las excepciones estan en las pardbolas: el rey se “conmovié” ante el servidor que no podia pagar (Mt 18, 27); el samaritano “se conmovié” ante el hombre que habia quedado medio muerto en el desierto (Le 10, 33) y el padre se “conmovié” cuando vio al hijo prédigo que regresaba a su hogar (Le 15, 20). | | | | | Luis Feriherle Rivas 6, 34), cuando se encuentra con los ciegos (Mt 20, 34), con el leproso (Mc 1, 41) 0 con la viuda que llora la muerte de su hijo (Le 7, 13). Por eso un hombre pide a Jestis que “se conmueva” ante él y su hijo, que se encuentran en una situacién dolorosa (Mc 9, 22). Ante el sufrimiento de las personas Jestis reacciona siempre con esta “conmocién” que se entiende como “miseri- cordia”. La stplica e/éésdn (‘*jTe pido que tengas misericordia!”), que en el Antiguo Testamento es una expresi6n ditigida a Dios (Jdt 6, 19; Sal 6, 3; 9, 14; 25, 16; 26, 11; Si 36, 1.11; Ba 3, 2; etc.), en los evangelios aparece repetidas veces en boca de los que se dirigen a Jesus en alguna necesidad (Mt 9, 27; 15, 22; 17, 15; Mt 20, 30-31 / Mc 10, 47-48 / Le 18, 38-39; Le 17, 13). Los textos evangélicos que se refieren a la misericordia de Je- stis son en su mayoria los que relatan sus polémicas con los fa- riseos y los maestros de la ley, y en especial los que se refieren a las comidas de Jesus con los pecadores®”. En un texto de posible redaccién lucana se dice, con una evi- dente hipérbole, que “todos (pdntes) los cobradores de impues- tos y pecadores se acercaban a Jestis”, y que el Sefior los reci- bia y comia con ellos (Le 15, 1-2). 3 Se discute entre los investigadores sobre quiénes son estas personas que aparecen junto a Jestis y que en los evangelios son llamados “pecadores”. Algunos sostienen que se trataria del pueblo pobre, ignorante, que no conocia la Ley asi como la ensefiaban los maestros en las escuelas, y que por eso mismo los fariseos los lamaban despectivamente “pecadores” (oachim Jeremias, Teologia del Nuevo Testamento, vol. 1, Salamanca, Sigueme 1974: pp. 133-138. J.D.G. Dunn, Jesus Remembered, Grand Rapids, Mi., Eerdmans 2003; p. 531). Otros dicen, y pareceria que con mayor fundamentacién, que estos “pecadores” eran los malvados que no cumplian los mandamientos (E.P. Sanders, Jestis y el judaismo, Madrid Trotta 2004; pp. 263-264). 36 La misericordia en las Sagradas Escrituras Existen testimonios de que algunos grupos religiosos de esa €poca odiaban a los pecadores y los trataban con desprecio*'; los fariseos evitaban su trato y no se sentaban a la mesa junto con ellos. Esto se debia a que la mesa compartida, para los orientales, tenia un valor cercano a lo sagrado. Los que comian juntos quedaban ligados de una manera especial, cercana al pa- rentesco™. Los fariseos, por su parte, procuraban que todos los actos de la vida fueran como una prolongacién de las celebraciones del templo, por lo que ponian especial cuidado en que las reglas de pureza, originalmente referidas al templo y a los sacerdo- tes, se observaran en la mesa de todos los dias*. Durante el desarrollo de las comidas se incluian bendiciones y oraciones, y se deseaba que las conversaciones estuvieran salpicadas con referencias a la Ley™. De ahi que los fariseos solo compartieran Los miembros de la comunidad de Qumran se comprometian a“... amar a todos los hijos de la luz, cada uno segiin su lote en el plan de Dios, y odiar a todos los hijos de las tinieblas, cada uno segiin su culpa en la venganza de Dios”; “... que se separen de todo aquel que no ha apartado su camino de toda iniquidad... Odio eterno con los hombres de la fosa...” (Re- gla de la comunidad de Qumran, \QS, 1, 9-11. 1X, 20-22: Textos de Qumrén (Traduecién de Florentino Garcia Martinez); Madrid: Trotta ‘1992; pp. 49 y 60). El historiador Flavio Josefo atestigua que los esenios juraban odiar a los pecadores: “Antes de tocar el alimento comin, se compromete con sus hermanos, mediante terribles juramentos... a aborrecer siempre a los injustos...” (Flavio Josefo, Bell., Il, 8, 7). 3 2... la comunién de mesa en el judaismo antiguo tenia un peso enteramente distinto al que tiene hoy dia en nuestro tiempo, en que se vive sin tanto sosiego. La mesa comin creaba en realidad comunién; unia realmente a los que se congregaban para comer un mismo pan” (loachim Gnilka, Jestis de Nazaret. Mensaje ¢ historia, Barcelona: Herder 1993; p. 138). R. Aguirre, La mesa compartida. Estudios del NT desde las ciencias sociales, Bilbao: Sal Terrae 1994. 3 “Un rasgo dominante en el fariseismo anterior al afio 70, en lo concerniente a ciertas cues- tiones rituales, ha quedado retratado en las tradiciones rabinicas sobre los fariseos y en los evangelios. En particular, el rito de comer sus alimentos en un estado de pureza ritual como si uno fuera un sacerdote del templo... Los fariseos sostienen que cada persona, fuera del templo, en su propio hogar, debe observar las leyes de pureza en la nica circunstancia en que las puede aplicar, es decir, en la mesa” (Jacob Neusner, The Idea of Purity in Ancient Judaism: The Haskell Lectures, 1972-1973, Leiden: Brill 1973; p. 65). + “Cuando tres personas se han sentado en la misma mesa y no han hablado de la Torah, es como si hubieran comido sacrificios ofrecidos a los idolos, porque se ha dicho “Sus mesas 37 Luis Heriberte Rivas sus comidas con personas piadosas**, y algunos Ilegaran a decir que no se debia comer con ignorantes**, ya que estos podian violar alguna de las reglas de la pureza. No lo hacian con paga- nos, pecadores 0 ignorantes porque no deseaban quedar ligados con ellos con este grado de familiaridad que otorgaba la mesa en comin. Por otra parte, se corria el peligro de que aquellos concurrieran con alguna vestimenta que no estuviera suficien- temente pura, o que se sirviera alguna comida en estado de impureza, 0 se pusiera sobre la mesa algun producto del que no se hubiera pagado el diezmo o el impuesto correspondiente*’. Celosos guardianes de la observancia rigurosa de todas estas normas, los fariseos y los maestros de la ley criticaron a Jestis y sus discipulos porque compartian la mesa con pecadores (Mt 9, 11; Me 2, 16; Le 5, 30; 15, 2). En los textos en los que se relata la comida de Jestis con los pecadores se indica que junto con estos estan los cobradores de impuestos, Ilamados “publicanos”, que por razones tanto politicas como religiosas eran considerados pecadores publi- cos, se los equiparaba con los delincuentes y se los tenia como excomulgados. Fuera de los evangelios, también los textos ra- binicos mencionan a los cobradores de impuestos formando un mismo grupo con los pecadores**. Filon de Alejandria describe estan Ilenas de vémitos y excrementos, sin presencia de Dios” (Is 28, 8). Pero cuando tres personas han comido en la misma mesa y han hablado de la Torah, es como si hubieran comido en la mesa de Dios, bendito sea él, porque se ha dicho “Esta es la mesa que esta en la presencia de Dios” (Ez 41, 22)” (Pirgé Abboth Ill, 4). 35 “Los virtuosos de Jerusalén... solo se sentaban a la mesa cuando sabian quiénes comerian con ellos” (7B Sanhedrin 23a). © “Ensefiaron los rabies: hay seis cosas que son impropias de un erudito: ... comer con igno- rantes...” (TB Berajoth 43b). Moore, George Foot, Judaism in the first Centuries of the Christian Era: the Age of Tan- naim, II, Peabody, Ma., Hendrickson 1960; pp. 158-161. ** “Los asesinos, los asaltantes y los recaudadores de impuestos...” (Mishna Nedarim Ill, 6; TB BQ 113a). Ver una larga lista de textos semejantes en: Joachim Jeremias, Jerusalén en tiempos de Jestis, Madrid: Cristiandad 1977; pp. 322-323. “Teniendo en cuenta que los 38 La miscricordia en las Sagradas Eserituras la crueldad con que actuaban los publicanos con los pobres que no podian abonar los impuestos: cuando se trataba de cobrar no dudaban en recurrir a la fuerza e incluso a la tortura*’. Refiere que algunos pobres se suicidaban antes de caer en manos de los cobradores de impuestos”’. El hecho de que Jestis se encontrara compartiendo la mesa con esta clase de personas rechazadas por toda la sociedad, y en especial por los mas religiosos, no podia menos que provocar sorpresa y criticas por parte de los fariseos y los maestros de la ley. El evangelio de Lucas refiere que Jestis respondié a los que cuestionaban su proceder relatandoles las tres parabolas de la misericordia: la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo per- dido (Le 15, 3-32). La mision de Jesucristo sobre Ja tierra es la de “buscar y salvar lo que estaba perdido” (Le 19, 10), por eso en las dos primeras pardbolas se destaca la invitacion a publicanos y los cobradores de impuestos eran considerados como “ladrones”, las leyes talmtidicas no los consideraban aptos para presentarse como testigos (7B Sanh 25b). Tam- poco se aceptaba su dinero para obras de caridad (Miskna BQ X,1)" (Damel Sperber, Tax Collector, en: Encyclopaedia Judaica, Second Edition NIX, (Pred Skolnik, edit ), Farming- ton Hills, Thomson Gale 2007, p. $89), ” “Cuando algunos pobres de nuestro pais que debian estos tributes huyeron por temor a que se les aplicaran intolerables castigos si no pagaban, cierw persona que habia recibido el cargo de eobrador de impuestos hizo sacar por la fuerza a sus esposas, a sus hijos, y a todas sus familias, y con azotes, insultos y toda clase de ultrajes y malos tratos intentaba que dicran informacién sobre el lugar donde se habian escondido los fugitivos o pagaran en lugar de ellos, Pero estos no podian hacer ni una cosa ni la otra, porque no sabian dénde se habian ocultado aquellos, y porque eran mas pobres que los que habian huido. Sin embargo, este cobrador de impuestos no los dejé ir sin haber torturado sus cuerpos en el potro y en la Tueda, ¢ incluso hasta matarlos con nuevas formas de muerte, suspendiéndolos al aire libre en medio de la plaza con un canasto leno de arena atado con cucrdas al cuello, de modo que algunos de estos torturados, afligidos por todo lo que padecian al mismo tiempo, el viento, el sol, las burlas de los que pasaban, la vergdenza y el peso que debian cargar, morian miserablemente,.." (Filén de Alejandria, De Spec Leg II, XXX-159-160). “® “Algunos, contemplando los castigos de estos, se apresuraron a quitarse la vida empleando espadas, venenos y horcas, por considerar que en su desdichada situacién era preferible la muerte antes que sufrir esas torturas” (Fildn de Alejandria, 0,c., XXX-161). 39 Luis Feriberle Rivas participar de la alegria del encuentro de algo que se daba por “perdido”, y en la tercera —la parabola llamada “del hijo pré- digo” — se propone la figura de un padre que se alegra por el regreso de un hijo pecador, un “perdido” (15, 32) que vuelve a su casa solo en busca de comida y no pide perdén por su comportamiento. No obstante, el padre se conmueve hasta las entrafias, lo abraza y lo besa (15, 20), ordena que le den la ropa, las sandalias y el anillo que lo identifican como hijo, y prepara una gran fiesta para celebrar su regreso. En cambio el hijo mayor, celoso observante de todos los mandatos de su pa- dre, muestra la figura contraria porque no entra a la fiesta y se niega a participar de la alegria. Ante “el perdido” que regresa, el padre se alegra desde sus “‘entrafias de misericordia” porque ve a un hijo; el hijo mayor, en cambio, no lo ve como hermano (“ese hijo tuyo” 15, 30), y desde la ley lo condena porque es una persona que “gastd todos sus bienes con prostitutas”. El padre de la parabola muestra un retrato desatendido de Dios, pero en el hijo mayor se descubre la figura de los fariseos, cum- plidores de la ley, que reprochan a Jestis porque come con los pecadores y los cobradores de impuestos. Jestis, por su parte, es el relator que refiere la parabola mientras esta compartiendo la mesa con los que son reprobados por los mas religiosos. Con este proceder se presenta como un tercer hijo que no figura en la parabola, y que es el unico que reproduce con fidelidad los rasgos del padre misericordioso. Al recibirlos en su mesa, Jestis esta mostrando la concesién del perdon. Y lo que resulta mas escandaloso para los fariseos, es que el perdon se otorga antes de que aquellos “pecadores” den pruebas de conversion*'. “La comunién de mesa practicada por Jesits prefiguraria la mesa escatologica, al fin de los tiempos, en el reino de Dios” (Joachim Gnilka, Jestis de Nazaret. Mensaje e historia, Barce- lona, Herder 1993; p. 138). 40 La misericordia en las Sagradas Escrifuras En Ja respuesta de Jesus a los fariseos que lo critican porque come con pecadores y cobradores de impuestos, el evangelio de Mateo introduce el texto de Os 6, 6: “Quiero misericordia (hésed / éleos) y no sacrificios” (Mt 9, 13). Las palabras de Oseas, dirigidas a un pueblo que cree estar en buenas relacio- nes con Dios porque cumple puntualmente sus ritos, recuerdan que el cumplimiento de las condiciones de la alianza, el amor (hésed) y el conocimiento de Dios son mas importantes que la celebracién de los sacrificios”. En este texto de Oseas se en- cuentra la clave que explica el comportamiento de Jesus. Los fariseos, que observan desde la perspectiva de la ley, rechazan a los que desde su punto de vista son “pecadores”, y en conse- cuencia sefialan que Jestis comete una transgresion cuando se sienta junto con ellos para compartir la mesa. Como respuesta, Jestis ordena a los fariseos que vayan a estudiar el texto de Oseas (““Vayan y aprendan...”), en el que se pone la miseri- cordia por encima de los sacrificios mas importantes del culto, y les afiade una clausula explicativa: “No he venido a llamar justos sino a pecadores” (Mt 9, 13). Si los fariseos tuvieran pre- sente el texto de Oseas, no cuestionarian a Jestis porque recibe en su mesa a los pecadores y a los cobradores de impuestos, y no elige como compafieros de mesa solo a los piadosos, como hacen los celosos cumplidores de la ley. Cuando Jesus se sienta a la misma mesa, junto con los peca- dores, esta mostrando la actitud de Dios misericordioso que quiere reconciliar a todos los hombres con él y los invita a for- ® Laexpresion de Oseas puede parecer una oposicién: Dios no quiere sacrificios sino misericor- dia; asf lo han interpretado muchos. Pero es una tipica formulacién semitica para indicar un or- den de precedencia: Dios aprecia ms la misericordia que los sacrificios. Asi lo entendié Santo Tomas de Aquino “Dios no necesita nuestros sacrificios, pero quiere que se los ofrezcamos por nuestra devocién y para la utilidad del projimo. Por eso, la misericordia, que socorre los defectos ajenos, es el sacrificio que mas le agrada, ya que causa mas de cerca la utilidad del projimo” (S. Th, IL-, q. 30, art. 4, ad 1, citado por el Papa Francisco, Exhortacién Apostélica “Evangelii Gaudium"" (24-11-2013]; n. 37). 41 Luis Periberto Rivas mar parte de su familia. Dios se adelanta y ofrece su mesa como signo de su perd6n antes de que los pecadores se lo pidan. Ante este gesto, se espera que la respuesta de los que fueron perdona- dos sean las expresiones de alegria y de amor. Como la mujer pecadora, que “ha mostrado mucho amor, porque sus muchos pecados han sido perdonados” (Lc 7, 47). En otro lugar del mismo evangelio de Mateo (Mt 12, 7) Jestis recurre al mismo texto de Oseas 6, 6 para defender a sus dis- cipulos cuando estos son criticados por no observar rigurosa- mente el descanso del dia sabado. La cuestidn se suscita por el hecho de que un dia sabado los discipulos tienen hambre, y cortan espigas para comer sus granos. Las palabras de la ley establecen la pena de muerte para el que haga cualquier tra- bajo en el séptimo dia de la semana*’. Muchos maestros de la ley ensefiaban que la accion de los discipulos era una de las que se consideraban prohibidas en ese dia’. Las corrientes mas rigoristas del judaismo sostenian que en dia sabado no era licito hacer ningun trabajo, ni siquiera para salvar una vida humana**. Otros maestros de la ley, de mirada mas amplia, de- © Ex 20, 8-15 23, 125 31, 12-17; 34, 21; 35, 1-3; Lv 19, 3; 23, 3; Nm 15, 32-36; Dt 5, 12-16. En | M 2, 41 se contempla una excepcién, pero 1-2 M no pertenecen al canon de la Biblia hebrea “Entre las treinta y nueve acciones prohibidas en dia sébado se incluye la recoleccién del gra- no, la siega (Mishna Shabat, VII, 2). No se mencionan como prohibidos los actos de arrancar las espigas y frotarlas, pero en el Talmud se dice que también estan interdictas las acciones afines a aquellas treinta y nueve (TB Shabat 73b). “Entre los apécrifos: “Ordena a los israclitas que observen el descanso de este dia, que lo san- tifiquen y que no hagan en él ningin trabajo. Que no lo profanen porque es el més santo entre todos los dias. Todo el que lo viole morira sin remedio. El que haga cualquier trabajo en dia sdbado morird para siempre” (Jub 2, 25-27). “Muera el hombre que haga cualquier trabajo en dia sibado, el que profane ese dia, el que tenga relaciones sexuales con su mujer, el que después del amanecer de ese dia mande hacer algo referente a la venta 0 a la compra...” (Jub 50, 8). En los escritos del Mar Muerto: “Que nadie ayune voluntariamente en sabado. Que nadie vaya tras un animal para apacentarlo fuera de su ciudad... Que no alce su mano para golpear con el pufio... Que nadie se ponga perfume... Que nadie levante una piedra... Que nadie ayude a parir aun animal, y si ha caido a un pozo que no lo saque en sdbado... Que nadie utilice una escalera una cuerda para sacar a un hombre vivo que ha caido {en un pozo)...” CD, XI, 2-11. 42 Lataniericordia en hrs’ Sagrodas Escrduras cian que ciertas acciones estaban permitidas en el caso de que hubiera que salvar la vida de alguien*®, pero aun asi, este no era el caso de los discipulos de Jess en ese dia. Los fariseos se dirigen a Jesus y le Ilaman la atencion por lo que hacen sus discipulos. Desde el momento que no se reprocha a Jess por su comportamiento sino por el de sus discipulos, se debe en- tender que el autor del evangelio tiene presente los cuestiona- mientos de la comunidad judia observante contra los primeros cristianos que se mostraban mas libres en la observancia del sdbado. El Sefior les responde que David y sus compafieros no eran sacerdotes, y sin embargo cuando tuvieron hambre comieron los panes considerados sagrados que no podian ser comidos por laicos, sino solo por sacerdotes (1 Sm 21, 2-7). Con el ejemplo del comportamiento de David, padre y figura del Mesias, el Sefior muestra que en el cumplimiento de los mandamientos se debe atender ante todo a las personas, y en segundo lugar la rigurosidad de la letra de la ley. Por lo tanto, en sabado se puede hacer todo lo que redunda en bien de los seres humanos, porque Dios instituyé el descanso del sébado para hacer un bien al hombre, y no para imponerle una carga*”. Como en el caso anterior, a los que exigen que se cumpla con rigor el descanso del dia sdbado, aun cuando esto vaya en per- juicio de las personas, Jesus les recuerda el texto de Oseas 6, 6: “Quiero misericordia (hésed / éleos) y no sacrificios”. Dios, “A principio del siglo II d.C., algunos maestros de Lydda ensefiaron que se suspende el cum- plimiento de los mandamientos de la ley cuando se trata de salvar la vida, porque la ley “fue dada para que vivas (Lv 18, 5) y no para que mueras por ella” (TB Sanhedrin 74a). En el mismo contexto de la polémica por las espigas arrancadas en sébado, el evangelio de Marcos incluye el /ogion: “El sibado fue hecho para el hombre, y no el hombre para el siba- do” (Mc 2, 28). Este dicho es conservado también por la tradicién rabinica, En el Talmud se atribuye a Jonatin ben-Joseph (siglo II d.C.): “El sdbado fue entregado en tus manos, pero ti no fuiste entregado al sibado” (7B Yoma 85b). Un dicho muy parecido se atribuye a Simén ben-Menasia, del siglo II-III d.C.: “El sbado fue dado para ustedes, pero no ustedes para el sibado”. (Mekilta de Rabbi Ismael, Tratado Sabbatah I, en: Teresa Martinez Saiz, Mekilta de Rabbi Ismael. Comentario rabinico al libro del Exodo; Estella (Navarra), Verbo Divino 1995: p. 456). 43 i i} i, Luis Heriberlo Rivas por medio del profeta, dice que la misericordia esta por enci- ma de los actos mds importantes del culto. Por eso Jests les afiade una clausula explicativa: Si los fariseos que censuraban a los discipulos hubieran tenido en cuenta lo que dice el texto profético no habrian condenado a los inocentes. En su mirada hacia los hombres que cortaban espigas en sabado porque te- nian hambre deberian haber puesto la misericordia en primer lugar, y no la ley. Jestis, con sus palabras y sus actos, muestra que el llamado de Dios esta dirigido a todos, sin excepcién, pero encuentra un obstaculo en la posicién de fariseos y maestros de la ley, que adheridos inflexiblemente a la letra de los preceptos como unica expresién de la voluntad de Dios, intentan ser fieles a estos estudidndolos para conocer su implicancia hasta en los menores detalles, para cumplirlos y hacerlos cumplir con toda exactitud. De esta manera, el trato con Dios se hace extrema- damente dificil, si no imposible, y son pocos los que se pueden llamar “piadosos”. Los fariseos y los maestros de la ley juzgan a las demas personas segun estén adheridas 0 no a lo que esta escrito en la ley asi como es interpretada y ensefiada por ellos; a los que son ignorantes los consideran “pecadores”, y a estos, asi como también a los impuros 0 extranjeros, los desprecian y evitan su trato**. Jesucristo ensefia a sus discipulos que para una correcta in- terpretacion de la ley se debe tener en cuenta que el Dios que expresa su voluntad en ella es el Dios de la misericordia que quiere el bien para todos los seres humanos. La ley no fue dada para separar o excluir, sino para beneficiar a todos. En esta ‘© El pueblo ignorante de la Ley (llamado “el pueblo de la tierra”) era tratado con desprecio: “son unos malditos” (Jn 7,49); se atribuye a Rabi Hillel, contempordneo de Jesis, el juicio de que “entre los del pueblo de la tierra no hay ningiin piadoso” (Pirké Abboth, II, 51). 44 La misericordia en las Sagradas Esceituras perspectiva, todos los seres humanos, sin excepcion, deben ser amados, especialmente los débiles y los pecadores, porque todos son objeto del amor de Dios. Por lo tanto, todos deben ser llamados y reunidos para que se acerquen al Padre, expe- rimenten su amor y de esta forma se vaya formando el nuevo pueblo de Dios. Seguin el pensar de Jestis, uno no puede guiarse legalista- mente y dividir a las personas en cumplidores 0 no cumpli- dores de la ley. El unico canon por el cual el hombre debe medirse a si mismo y a los demas es la misericordia divina. De esta manera, Jesus supera las barreras producidas por el egoismo salvifico, la auto-justificacién, la religiosidad an- gustiosa y el estrecho rigorismo legal”. Jestis y sus adversarios hablan del conocimiento de Dios ubi- cados en distintos puntos: los adversarios se oponian a Jesus teniendo como unico punto de referencia el cumplimiento de la Ley: segun sus criterios, Jesus no podia venir de Dios porque no era un fiel cumplidor de la Ley asi como era rigurosamen- te interpretada por ellos mismos. El Dios que ellos conocian, visto desde la perspectiva de la Ley, era el Dios que media y pesaba a los seres humanos segtin fueran 0 no cumplidores de la Ley; era el Dios ante cuyos ojos los seres humanos eran solo justos o pecadores. Jesucristo, en cambio, muestra a un Dios que se vuelve hacia los seres humanos porque ve a todos nece- sitados de misericordia. También el autor del evangelio de Juan descalifica el conoci- miento de Dios que pretendian tener los adversarios de Jesus, y pone esta descalificacién en boca del mismo Jests que les dice: “Mi Padre es aquel de quien ustedes dicen ‘es nuestro “ R. Pesch, La pretension de Jestis, SelTeol XI 42, 1972 (Traduc. de: Der Anspruch Jesu, Ori- entierung, 35 (1971), pp. 53-56, 67-70, 77-81). 45 ontario ee) Luis Pleriberle Rivas Dios’, pero en realidad no lo conocen” (Jn 8, 54-55; ver 7, 28; 8, 19; 15, 21; 16, 3). Grave acusacién contra pertenecientes a un grupo que se sentia poseedor del privilegio de conocer al unico Dios verdadero. El proceder de Jestis, asi como esta relatado en los evangelios, muestra con toda claridad aquella imagen del Dios misericor- dioso disefiada en los libros del Antiguo Testamento. El se con- mueve ante la miseria de los seres humanos, se acerca a los pecadores y los perdona, da de comer a los hambrientos, cura a los enfermos, consuela a los que lloran, resucita a los muertos... Sumo sacerdote misericordioso oO 8 Jesucristo, que durante su vida terrenal se presentd como “el rostro de la misericordia del Padre”®*, en su condicion gloriosa continua mostrando su misericordia con respecto a los seres humanos. La Carta a los Hebreos, por medio de una exégesis alegorica de cuiio alejandrino, presenta a Jesucristo como el auténtico Sumo Sacerdote, del cual es “sombra_y figura” el sacerdote que oficia en el templo de Jerusalén. Va mostrando los elementos de las figuras veterotestamentarias que le sirven para delinear la figura del Cristo glorioso, y en cada una de ellas aplica los criterios de continuidad, discontinuidad o su- peracion. De la condicién sacerdotal de Cristo el autor sefiala en primer lugar el aspecto de su cercania con los hombres: %° Francisco, Bula de Convocacién del Jubileo Extraordinario de la Misericordia “Misericor- diae Vultus” (1-4-2015), n. 1. 46 Luis Heriberlo Rivas Condusién See — La religion de Israel, a partir de la época posterior al exilio en Babilonia, tenia su centro en la ley de Dios asi como esta ex- presada en el libro de la Torah. La gracia y la eleccién de Israel se debian expresar en la practica rigurosa de los mandamientos y preceptos asi como aparecen en la Escritura y son transmiti- dos por la tradicién. La obediencia a todos los preceptos y man- damientos de la ley era la nica respuesta a la amorosa eleccién de Dios y marcaba a los miembros del pueblo heredero de las promesas de Dios. De alli que muchos de los mas religiosos llegaran a establecer un culto de la ley escrita, y esto los pusiera en el peligro de olvidar lo esencial, que es el encuentro con el Dios viviente. Las actitudes religiosas de las personas depen- den en gran medida de la imagen de Dios que cada uno se ha formado o ha recibido de su familia 0 del ambiente en el que vive. La conviccién de que la voluntad de Dios se agota en lo que esta escrito en la ley, Ilevé a muchos de los mas religiosos de Israel a forjarse la imagen de un Dios atento solamente a la forma en que los mortales cumplen los mandamientos, dispues- to a premiar la exacta observancia 0 a castigar toda infraccion. Muchos de los fariseos y maestros de la ley de la época de Je- sts estaban convencidos de que la auténtica fidelidad a Dios les exigia aferrarse a esta rigida postura teoldgica, y por esa razon criticaron a Jesis y polemizaron con él. Ellos esperaban que el Maestro de Nazaret manifestara su fidelidad a Dios despre- ciando a los pecadores y apartandose de ellos en actitud conde- natoria. No alcanzaban a ver que Jest les mostraba la imagen del verdadero Dios de Israel revelado en la Sagrada Escritura: el Dios misericordioso que ama a todos, “que hace salir el sol 76

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