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ASESOR:
MAESTRIA EN EDUCACIÓN
MODELOS EDUCATIVOS
SEMESTRE I
TURBO ANTIOQUIA
2019
EDUCAR PARA TRANSFORMAR EL SER
“En estos tiempos de decadencia de valores sociales y humanos la educación debe tener
como prioridad la formación del ser por encima del conocimiento, la técnica y la ciencia”.
Los fines de la educación en Colombia Son en síntesis aquello que se espera lograr a través
de la formación de la persona, desde un sentido general se encuentran bien estructurados y
reúnen habilidades, características, competencias y la formación humana que debería
brindarse a toda persona para el logro de su desarrollo integral, sin embargo en muchos
escenarios estos fines se quedan al límite del papel, se quedan en la teoría y no se hacen
prácticos, pues no se aplican políticas de desarrollo que formulen, implementen y evalúen
el impacto de las estrategias, formas y mecanismos de educación que se brinda a los seres
humanos. El sentido amplio de los fines de la educación plantea una mirada genérica
enfocada en el aspecto educativo del país, pero deja de lado cada una de las particularidades
que se presentan en cada una de las diferentes regiones del país, la cultura, las costumbres,
el contexto y las diferentes relaciones interpersonales que se entretejen en él y hacen que el
proceso educativo varíe y que las necesidades de los educandos cada vez sean más diversas
y urgentes.
Lo anterior da lugar a que la relación existente entre el proyecto de sociedad del colectivo y
el proyecto educativo de las instituciones educativas se enmarque en la forma como se
dinamiza, se ejecuta e implementa el proceso docente educativo (proceso de enseñanza y
aprendizaje); pues es claro de se debe partir de un contexto, el cual se encuentra dotado de
oportunidades y posibles amenazas que pueden favorecer o no la construcción de nuevos
conocimientos en los educandos; entonces, a la hora de generar unos conocimientos, se
debe tener en cuenta el contexto como escenario principal para la generación de nuevos
saberes, partiendo de realidades y vivencias para hacerlo significativo y extensivo a
aquellas personas que intervienen en los diferentes espacios donde el niño interactúa, y es
muy importante no dejar de lado la formación del estudiante, como ser que siente y piensa
de manera particular.
La educación del siglo XXI requiere de un maestro idóneo, un docente que no dicte clases
si no que oriente, facilite, escuche, guie, acompañe, siembre en el alumno la idea de que él
debe ser la autoridad en su propia vida, ser responsable, amable, un buen líder, autentico,
cariñoso, respetuoso, competente, justo, exigente, divertido, recursivo, generoso,
transparente, ejemplar, y por sobre todo sabio para actuar de la manera correcta en el
momento correcto. En el mundo abunda el conocimiento y la información, hay seres
humanos competentes a nivel de técnica y ciencia, pero ¿de qué sirve un maestro sin amor,
un científico sin empatía, un político egoísta o un policía que no conoce la honestidad?