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El destierro penal era la pena para muchos crímenes de diversa gravedad en Gran Bretaña e

Irlanda desde el siglo XVII hasta bien entrado el siglo XIX. La sentencia de destierro podía
ejecutarse a perpetuidad o durante un período especificado. El sistema penal requería que los
convictos trabajaran en las infraestructuras gubernamentales, como en la construcción de
caminos y edificios, y en la minería o eran asignados para que trabajaran para individuos
libres a cambio de un salario simbólico o en el cumplimiento de sus penas. Las mujeres a
menudo eran relegadas a trabajos domésticos o en granjas.
En Australia un convicto que había cumplido parte de su pena podía pedir un billete de salida,
que le permitía ciertas libertades para reasumir una vida normalizada, casarse y fundar una
familia. Este tipo de presos en ocasiones también eran enviados a crear nuevos
asentamientos coloniales, manteniéndolos al margen del resto de la sociedad. En el sistema
judicial se consideraba que el exilio era un componente esencial de la penas y un elemento
que desanimaba el crimen. Por otra parte el destierro también era considerada una alternativa
más humana y productiva que la ejecución, que posiblemente habría sido el destino de
muchos convictos.
En la India, durante el período colonial, los oponentes al gobierno británico a menudo eran
desterrados a la prisión de las islas Andamán.

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