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Tema 103: Arrepentimiento, ¿es suficiente

reconocer con la boca?


Video del tema 103

Comencemos yendo al grano: ¿Como católico, aceptas a Jesús como tu Señor y Salvador? Para
cualquier católico bien formado en su fe, responder a esta pregunta debería ser muy sencillo: Claro que
sí, Jesucristo es mi Señor y Salvador. La esencia misma de la fe católica es el reconocimiento de que
Jesús es el verdadero Hijo de Dios, Segunda Persona de la Trinidad, que en el momento preciso y
dispuesto por el Padre fue enviado al mundo, irrumpiendo en nuestra historia al encarnarse de María
por obra del Espíritu Santo para hacerse hombre y morir por nuestros pecados, a fin de que nosotros
tengamos vida eterna por su sacrificio en la cruz.
Jesucristo entregó su Cuerpo y su Sangre por nosotros, cargando con nuestros pecados para así poder
salvarnos de la condenación eterna; Él padeció, murió y resucitó, llevando a cabo la obra de amor por
la cual, y solo por la cual, podemos ser salvos. Esto es, en resumen, de lo que consiste la fe cristiana
católica.
¿Pero entonces por qué si en la doctrina católica es tan claro que Jesús es nuestro Salvador, se van
tantos católicos a los grupos evangélicos hoy en día cuando los “atrapan” con ese cuestionamiento?
¿Por qué hay tantos “católicos” que a la pregunta de “¿Ya aceptaste a Jesús como tu Salvador?” en
lugar de decir firmemente que SÍ, responden de manera titubeante, y con cierto nerviosismo cosas
como “Pues… emh… no se, creo que no”?
Las respuestas pueden ser variadas, pero en resumen podemos decir que es por una grave falta de
formación doctrinal, cuya responsabilidad recae en el propio “católico” desinteresado por conocer y
profundizar en su fe, pero también por ciertas deficiencias catequéticas y por la falta de una formación
apologética en muchas de nuestras parroquias. Al católico no se le ha instruido en esta clase de lenguaje
neoevangélico y suele ser tomado por sorpresa cuando de pronto lo abordan y le preguntan si ya aceptó
a Jesús como su Señor. Un católico que conoce el lenguaje y el proselitismo neoprotestante no tendría
problemas en responder que sí, que ya lo aceptó y lo sigue haciendo por la sencilla razón de que cada
vez que está en Misa renueva su fe en Jesucristo durante la Profesión de Fe (al recitar el Credo).
Desafortunadamente muchos que nacieron en el catolicismo, es decir, en familias católicas, no valoran
la riqueza espiritual de nuestra Iglesia, riqueza espiritual que quienes no nacimos en un hogar católico
tuvimos que ir encontrando a lo largo del tiempo luego de mucho estudio y discernimiento. Muchos de
esos “católicos de cuna” prácticamente se tiraron a la hamaca, y muchos no volvieron a la Iglesia luego
de la primera comunión; o incluso están aquellos que asisten con cierta regularidad pero sin poner
mucha atención a aquello a lo que deberían estar no solo observando y escuchando sino viviendo.
Por eso necesitamos que cada católico consciente de su fe ayude a despertar a los menos conscientes; la
unidad de los Cristianos no solo se forja por medio del diálogo con los Ortodoxos o con las iglesias
históricas protestantes (como los luteranos) y con el regreso de los que se han ido de la Iglesia, sino
también tapando las fugas que evitan que miles de católicos se dispersen en un número escandaloso de
grupos y neo-sectas distintas que nacen todos los días con toda clase de doctrinas extrañas.
Estoy absolutamente convencido de que cuando cada católico tome en serio su fe cristiana, se
despierte, se avive y no logren tomarlo “fuera de base” cuando lo paren por la calle y le preguntan si ya
aceptó a Jesús como Señor y Salvador con la clara intención de que “lo acepte” allí en ese momento
con ellos para llevárselo a su iglesia, ese día, digo, cuando cada católico conteste firmemente: “Ya lo
acepté, por eso soy católico, porque Jesús es mi Señor y Salvador”, se van a extinguir las sectas anti-
católicas, porque lo único que pueden ofrecer, es algo que ya está dado por naturaleza y esencia en el
Cristianismo católico: aceptar a Jesús como el Salvador de nuestras vidas.
Por eso, cuando te lo pregunten, no titubees, responde clara y contundentemente que Jesús es tu Señor,
y por esa misma razón le sigues como un discípulo en Su Iglesia, la Iglesia católica.

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