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MODELOS DE REGULACIÓN DE LA OFERTA DE DROGAS

En la actualidad la regulación de la oferta de drogas tiene cinco modalidades uti -


lizadas para diferentes productos, pero que no se usan en relación con las drogas
prohibidas

Los modelos de regulación conocidos son (Rolles, 2012: 9):

1. Manejos de sustancias psicoactivas bajo receta médica.


2. Acceso mediante su venta en farmacias.
3. Mediante puntos de venta.
4. Disponibilidad por medio de establecimientos con licencia.
5. Mediante la venta por proveedores sin que se exija autorización, en casos
excepcionales.

El modelo de prescripción médica

Cuenta con respaldo legal, de legitimidad y supervisión, y con una institucionalidad


en salud pública que por lo menos normativamente es importante.

Modelos de farmacia

dispone de un soporte legal regulatorio que obliga a un manejo con restricciones


según, por ejemplo, la edad de los compradores, los niveles de intoxicación, las
cantidades solicitadas o posibles usos indebidos de las sustancias.

Ventas autorizadas

Es el equivalente al papel de empresas mayoristas encargadas de distribuir a


establecimientos y sitios de expendio para los demandantes.

Establecimientos autorizados

Se trata de la experiencia de venta de alcohol en lugares públicos como bares que


deben estar registrados ante las autoridades y que cumplen con restricciones
como la edad de los usuarios, los horarios o grados de intoxicación. La
experiencia holandesa de los coffee shops es parte de este modelo, que permite el
consumo de dosis personales en estos lugares públicos, y mantiene de todas
maneras algunas incoherencias en relación con la prohibición frente al suministro
de cannabis a los expendedores, cuya regulación buscaría resolver dicha
inconsistencia. Esta situación incrementa la participación de organizaciones
criminales en el suministro, con lo cual se genera un verdadero “hueco negro” en
la cadena. Las iniciativas de regulación que se discuten hoy en países como
Uruguay y estados como Washington o California, entre otros, buscan, justamente,
integrar el suministro a los expendios y resolver así esa incoherencia.
Ventas sin requisito de autorización

se trata de ventas que no requieren licencias de autorización para (y por) ellos,


como en el caso del café o el mate de coca, esto es, más allá de la legislación
sobre venta de comidas y bebidas y que regula los empaques, las fechas de
caducidad, etcétera.

ESCENARIOS Y MANEJO DE LA COCA/COCAÍNA Y DERIVADOS EN


RELACIÓN CON USOS NO MÉDICOS

En cuanto a derivados de la hoja de coca hay varias situaciones, frente a las


cuales los niveles de riesgo se establecen diferenciadamente:
..Existe una producción cuyo uso busca un estímulo funcional en contextos cultu-
rales distintos y cuyo riesgo es mínimo, que incluye la hoja de coca para masticar
y el mate de coca.
..El polvo de cocaína que en medio de controversias crecientes se clasifica como
de riesgo moderado.
..Las formas menos puras que van desde el basuco hasta el crack, ambas de alto
riesgo.
Existen sin embargo presiones políticas que ignoran la evidencia científica y ponen
en tela de juicio también los usos inocuos de la hoja de coca, tal como aparece en
las convenciones actuales de las Naciones Unidas, que la incluyen como parte de
la lista única de sustancias cuyo uso es considerado, contra toda evidencia, como
que propicia y genera dependencia por contener cocaína.

Académicamente conocida como la teoría de la epidemia en el comportamiento de


los usuarios, ha sido muy útil para detallar y focalizar en dónde están los mayores
volúmenes de consumo.

la demanda anual de cocaína por parte de los usuarios duros es tres veces más
grande que la cantidad demandada por los ocasionales, a pesar de que el número
de estos últimos es ocho veces mayor que el de los primeros. La estabilización
que se observa en los últimos años incluidos en esos gráficos en la cantidad de
cocaína demandada, se relaciona entonces con la salida paulatina del mercado de
grandes demandantes como son los usuarios duros que envejecen y mueren, y es
parte del carácter epidémico del comportamiento de la demanda, y no obedecería
entonces al supuesto éxito de la política.

En el comportamiento actual de la demanda de cocaína deberían reconocerse tres


aspectos fundamentales: primero, que la situación obedece más a los ciclos
propios del comportamiento epidémico y no a que las acciones de política de
fuerza (law enforcement) en los lugares de la oferta tengan trascendencia.
Segundo, no hay evidencias de que dichas acciones en la oferta tengan un efecto
multiplicativo de los precios (Caulkins y Reuter, 2010). Tercero, el enfoque
epidémico se mueve sobre procesos biológicos y circunstancias socioculturales
que inciden en los factores epidémicos y que, en general, tienen un
comportamiento de auge, caída y estabilización. Este enfoque muestra evidencias
sobre el comportamiento de la demanda y de los mercados de
.
Estos tres reconocimientos le dan un soporte consistente al cambio de estrategia,
que se centraría en los protagonistas del fenómeno epidémico y no en un
tratamiento homogéneo a los demandantes de psicoactivos frente a productores y
traficantes. Este es el escenario más importante de una política de regulación. A
pesar de los recursos dedicados a acciones y gastos en general para el
cumplimiento de la ley, las evidencias muestran que una vez establecidos y
consolidados mercados de uso, principalmente en relación con demandantes
estables, el impacto de la política es mínimo. En efecto, los ingentes presupuestos
dedicados desde hace décadas a eliminar esos mercados no han dado resultado;
en lugar de ello se observa que la prevención es más eficaz (Caulkins y Reuter,
2010).

Psicoactivos menos puros derivados de la coca

Son formas menos puras que incluyen el bazuco (paco en el Cono sur) y el crack,
consideradas de alto riesgo atendiendo a los químicos de peligrosidad tóxica
utilizados en su elaboración y en las preparaciones usadas para su distribución al
menudeo.
En cuanto a experiencias de reducción de daños para el crack, consisten hasta
ahora en el suministro de kits seguros para su uso, situación que se encuentra re-
gulada, por ejemplo, por la legislación de Canadá.

La falta de estudios de base que puedan establecer sustitutos a los usos riesgosos
de crack o baszuco, como la metadona para la heroína que facilita el manejo de
reducción de daños ocasionado por uso de jeringuillas, dificulta hoy la precisión de
modelos de regulación. Se parte de todas maneras del supuesto de que el hecho
de que los usuarios de estos psicoactivos estén en manos de organizaciones
criminales por la prohibición, es un reto que se debe enfrentar buscando romper
las rentabilidades que obtienen estas organizaciones y reducir los daños causados
por el abuso de estas sustancias, a los que se agrega la adulteración (disminución
de la calidad) de la que son objeto para garantizar costos bajos o mayores
rendimientos económicos.
La falta de información es pues el principal obstáculo que se debe superar en
relación con los tres tipos de psicoactivos de origen natural, el cannabis, la coca y
la heroína. Existen al respecto algunas propuestas de alternativas que buscan
anticiparse a la precariedad que prevalece en la investigación de la cocaína y de
los derivados menos puros de la coca:
1. El antropólogo Anthony Henmann señala que una verdadera industrialización
benéfica de la hoja de coca trataría de convertir al consumidor de cocaína en con-
sumidor de coca, ofreciéndole formas que brindan a la vez el efecto deseado y
respetan la compleja composición de la hoja entera. Una de las grandes fallas de
los proyectos de industrialización de la coca ha sido, precisamente, repetir el error
histórico del aislamiento de la cocaína, imaginando que procesos industriales, utili-
zando solventes químicos, podrían producir un extracto de coca que encierra
todas las calidades de la hoja. La coca debe consumirse en su forma natural y esa
es la gran virtud que la distingue del alcaloide refinado. “Industrializarla”, entonces,
no es sinónimo de transformación química, sino de un procesamiento de la hoja
para volverla más almacenable, más aceptable a las personas que no saben

2. La segunda propuesta es que a partir de la hoja de coca se desarrollen


productos sustitutivos menos costosos, lo que permitiría el acceso de la población
adicta al bazuco o crack en condiciones mucho menos dañinas y riesgosas. Es un
hecho notable que fuera de la región andina el mercado de cocaína se caracterice
por el hecho de que solo están disponibles las versiones más potentes y
peligrosas de la droga.

PROPUESTAS PARA EL MANEJO DEL CANNABIS


Para una mirada integral sobre la regulación del cannabis partimos de tres tipos de
propósitos hacia donde se orienta la producción: el uso recreativo personal o co-
lectivo; el industrial para la producción de fibra del cáñamo; y, finalmente, el uso
terapéutico.

El autocultivo representa una experiencia recurrente en la que legalmente se


permite cultivar un número determinado de plantas, dependiendo de si la labor se
desarrolla en espacios interiores o exteriores.

En relación con el uso personal, es posible que se dé también una producción


comercial dirigida al consumo en espacios públicos, modelo holandés de uso,
cuyo registro eventualmente debería hacerse ante autoridades agrarias.

Martín Barriuso propone que cualquiera sea la modalidad de producción (au-


tocultivo o comercial) tenga un registro único en el que se especifique la finalidad:
uso personal, industrial o terapéutico.
CONCEPTOS Y BASES PARA UNA PROPUESTA DE REGULACIÓN DE LA
DISPONIBILIDAD INTERNACIONAL
el ejercicio de la intervención estatal mediante una institucionalidad fuerte que
permita desarrollar eficazmente los modelos de regulación propuestos, los países
que hoy sirven de tránsito podrían concentrar sus esfuerzos en atender los
problemas asociados a la demanda interna mediante acuerdos de suministro con
países que asuman la producción.
De este modo, mediante acuerdos interestatales de suministro desaparecería el
tránsito de la economía ilegal de la coca/cocaína, bajo el supuesto de que cada
estado cuente con una estructura institucional que permita cumplir con la
regulación a la que se sometería la cocaína.
La política de la regulación deberá reflejarse también en relación con la
disminución de los costos por el incremento de la violencia asociada a
confrontaciones en los mercados de drogas declaradas ilegales; la reducción de
los costos y mayor descongestión en el sistema carcelario; la disminución de
costos en los sistemas de justicia; así como los relacionados con la corrupción
asociada a las economías ilegales de drogas por parte de funcionarios civiles y de
seguridad de los estados productores o de los países de tránsito.
Para ilustrar el caso tomemos como ejemplo la iniciativa de marzo de 2012 del
presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina (2012-), dos de cuyas cuatro
propuestas son: “despenalizar el tránsito de la droga y en segundo lugar, que los
países consumidores reconozcan por lo menos la mitad del valor de los narcóticos
decomisados en las naciones centroamericanas”.
Una de las características de las propuestas que empiezan a hacerse en
Latinoamérica y de sus nuevos enfoques es justamente que tratan el conjunto de
eslabones de la cadena, desde la producción hasta el uso de los psicoactivos
declarados ilegales, desde un enfoque integral de políticas sobre drogas. Lo cual
supone la visibilidad, la discusión y las propuestas para cada nivel, incluyendo la
producción y el tránsito desde los países de origen hasta los consumidores,
incluyendo aquellos de tránsito.
En síntesis, el manejo en términos de salud pública de las adicciones y el
fortalecimiento de los mecanismos típicos tradicionales de lo que se conoce como
law enforcement.
De este modo queda planteado un nuevo marco para el debate acerca de las
estrategias antidrogas y que gira, de acuerdo con estas formulaciones, entre los
ajustes tipo ONDCP y la regulación del cultivo, la producción, la distribución y la
demanda de drogas.
De manera bastante parecida a la de Estados Unidos en relación con la
percepción y el manejo de los problemas asociados a la producción y al tráfico, las
estrategias de la Unión Europea siguen el esquema de reducción de la demanda y
reducción de la oferta. En el contexto de la primera, junto con políticas de
prevención y tratamiento, se ha posibilitado el desarrollo de experiencias
heterodoxas asociadas a la reducción de daños que representan contribuciones
muy importantes a un manejo con base en el reconocimiento de derechos de los
adictos.
se ha mostrado que también en los países del sur hay unos costos crecientes
asociados a la implementación de la denominada reducción de la oferta. Y
decimos del sur, porque se trata no solo de países productores sino de otros de
Latinoamérica y África, donde el crecimiento exponencial del tráfico y el consumo
de sustancias psicoactivas ilegales está exacerbando complejos fenómenos que
no son reductibles a un problema de “crimen organizado”.
Las acciones de law enforcement referidas a la producción y el tránsito no son
parte de los balances sobre la implementación de la estrategia dominante hoy,
balance que en algunos casos sigue siendo anacrónico, al centrarse sobre sus
impactos en el precio, la pureza, la disponibilidad y la percepción de inseguridad
en los mercados. Este documento ha enfatizado en el encadenamiento de costos
en los países de tránsito en donde se expresa el fenómeno del efecto globo
(balloon efect) y de la ampliación de la incidencia de las grandes empresas
criminales en vastos territorios de la geografía latinoamericana y de África.
Hoy en día empiezan a desarrollarse investigaciones sobre los impactos del uso
de la fuerza para combatir mercados consolidados de drogas. Así, por ejemplo, la
red de investigadores del International Centre for Science in Drug Policy
sistematizó una muestra representativa de estudios en inglés basada en análisis
comparativos sobre el law enforcement como estrategia en diferentes escenarios,
estudios que fueron sometidos a una rigurosa depuración, y encontró que las
intervenciones basadas en la aplicación del uso de la fuerza con el fin de
interrumpir los mercados de drogas resultan ineficaces para reducir la violencia
atribuida a bandas narcotraficantes. Más aún, que dichas intervenciones estimulan
los niveles de violencia homicida y que los mecanismos utilizados para
desmantelar esas organizaciones pueden, sin proponérselo, incrementar los
índices de violencia.
Aun cuando en la Cumbre de las Américas de Cartagena del 14 y 15 de abril de
2012 se generó un espacio político para la discusión de las políticas de drogas,
otra cosa sucede en el desarrollo cotidiano de las políticas nacionales: países
como Brasil, Venezuela y el conjunto de países de la Alba y la mayor parte de los
centroamericanos son renuentes a poner el asunto en niveles altos de la agenda.
La iniciativa descansa hoy sobre lo que suceda en Colombia, Guatemala, México y
Uruguay.
espectadores del proceso, siguen con las ya desgastadas fórmulas (Perú) o sitúan
el problema con sesgos de intereses muy particulares (Bolivia). Este escenario se
refleja en los pocos avances de las discusiones sobre el asunto en escenarios
como la Unasur. No obstante, hay una agenda que deberá asumirse, en la que
caben interrogantes

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