Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Todo esto puede llevarnos a pensar que hacer a un lado el documento y en cambio
limpiar los frascos de la alacena es una muy buena idea.
Cuando descubrí la palabra procrastinar pensé que provenía del inglés, pero la
realidad es que su raíz es la latina: procrastinare. Un sinónimo podría ser la palabra
posponer. En cualquier caso para mí la aplicación de procrastinar en el ámbito de
la psicología tiene un matiz extra y tremendamente importante: es posponer sin
haber decidido hacerlo así. Es decirse: “lo hago luego”, “cuando acabe eso, acabo
con esto otro”. El hecho es que cuando se pospone sin haberlo decidido es fácil
sentirse calmado al inicio, pero es aún más fácil acabar sintiéndose mal porque se
sabe que hay algo pendiente pero no se acaba de resolver.
Posponer sin haberlo decidido realmente puede convertirse en una especie de
nubarrón que sentimos que está sobre nuestra cabeza y que puede descargar en
cualquier momento sobre nosotros. En la práctica somos incapaces de olvidarnos
del todo de que algo está pendiente, y eso hace que el sentimiento de malestar,
culpa o nerviosismo no se vaya nunca del todo.
Estos consejos son para no procrastinar, es decir, no son para conseguir hacer lo
que no has hecho hasta ahora. Son consejos para favorecer el hacer cosas y que
tomes decisiones sobre qué quieres hacer. Dejar de procrastinar se consigue
haciendo la tarea pendiente, pero también decidiendo no hacerla. Aquí lo
importante es dejar de posponer sin decidirlo. Si no paramos esa inercia el
resultado será la culpa, las somatizaciones, la angustia, y por supuesto una
peor autoestima.
Revisa tus prioridades, ¿Realmente es tan importante para la tarea que te estás
marcando? ¿Realmente estás dispuesto a renunciar a otras cosas para resolver o
acabar lo que te has propuesto? Ten en cuenta que lo que se debe hacer no
siempre es lo que se quiere.
Si quieres abarcar demasiadas cosas es posible que tengas la sensación de que
siempre tiendes a procrastinar, y quizás es que hay demasiadas cosas
importantes compitiendo por salir a delante, o que simplemente por dentro no es
tan importante.
Ten cuidado con las obligaciones, a veces ser algo más mediocre ayuda a
arrancar y a alcanzar buena parte de las metas que se pueda proponer.
Crea plazos para cumplir con tus planes o comprométete con plazos de tiempo
que puedan ser constatables por otros: planifica una reunión para obligarte a
terminar un proyecto.
Comparte el objetivo con alguien más. En el caso de hacer dieta o ejercicio con
amigos es más divertido y ayuda a aumentar la motivación. Reconcíliate con lo
que te gusta y lo que no. No te enfoques solo en lo que tendrías que conseguir,
sino en lo que te gusta y la relación con ese objetivo. Si lo que quieres es
adelgazar, y a fecha de hoy la motivación principal es la de no engordar, no
bastará. Es el momento de valorar unirte a un reto con amigos para conseguir
adelgazar. Esto es muy útil en personas que son muy sociales y les motiva mucho
estar con gente y unirse a proyectos grupales. Valdría para unas personas pero no
para otras.
Divide la tarea en partes más pequeñas. Suele ayudar a mantener la
motivación. Implica asumir que tardarás más en alcanzar tu meta, pero
probablemente tengas más oportunidades de conseguirlo de este modo. Cuidado
con la impaciencia.
Quítate distracciones de en medio. Procrastinar es más fácil cuando hay muchas
alternativas y hay que repartir la atención.
Ponte tus prioridades, cuidado con esa idea conocida de que lo urgente impida
hacer lo importante. No busques tener todo a mano y pensado para poder
comenzar. Eso solo te llevará a volver a procrastinar.
Establece un momento para parar, respétalo. Te ayudará a asignar a cada
situación su actitud correspondiente.
Planifica un tiempo para hacer lo que quieres no lo extiendas. Si extiendes los
tiempos o los abrevias, te dificultará el arrancar en próximas ocasiones y
probablemente el resultado será el de procrastinar.
Cuidado con quitar hierro a algunos temas pendientes. Buscar convencerte de
que algo no es un problema, sin que sea del todo cierto, solo mantiene la
probabilidad de procrastinar.
Haz, empieza. iniciar algo suele ser la parte más compleja. Suele ser más fácil
seguir que arrancar. El tamaño de una lista puede asustar. Comienza por algo…
Dedicar demasiado tiempo a dormir o ver la televisión. Ayuda a desconectar
pero suele ser un signo de no querer pensar o de no querer hacer frente a lo que
está pendiente.
Es fácil buscarse una causa que justifique no tener que afrontar lo que no
deseamos. A veces enfocarse en una injusticia y pelear para que algo cambie,
o buscarse relaciones de pareja compulsivamente, o beber alcohol en grandes
dosis, o buscar comer compulsivamente o especialmente calóricos, son entre
otras, conductas que ayudan a no pensar… ya a no hacer frente a lo que está por
resolver.
Es por esta razón que dividir una tarea grande en metas más pequeñas es un gran
truco para aumentar tu productividad y evitar procrastinar. Para empezar, estás
creando una ruta con elementos de acción claros que puedes seguir hasta la meta
final. En vez de sentir que no tienes idea de dónde o cómo empezar, tienes un
esquema detallado que te dice exactamente lo que debe suceder y cuándo.
Como era de esperar, al grupo al que se le indicó la medida del tiempo en días
experimentó un mayor sentido de urgencia por empezar a ahorrar dinero, en
comparación con el grupo al que se le indicó la medida en años.
¿Pero por qué? Según los investigadores de este estudio, indicar las fechas de
entrega en días ayuda a conectar tu yo del futuro con tu yo del presente,
aumentando así la sensación de que el tiempo pasa más rápido.
3. No es un maratón
Cuando tienes una fecha de entrega rondando en tu cabeza como si fuera una
canción pegajosa pero amenazadora, es muy fácil pensar que deberías ponerte el
cinturón y estacionarte frente a tu computadora hasta que estés exhausto y con
los ojos llorosos hasta altas horas de la madrugada.
Sin embargo, tal como indican los hallazgos científicos, es mejor trabajar por ratos en
vez de en sesiones tipo maratón. De hecho, trabajar por un periodo de 52 minutos
con un descanso de 17 minutos podría ser el sprint ideal para aumentar tu
productividad y dejar de procrastinar.
Aunque el consejo sobre dar un paso hacia atrás y respirar hondo puede sonar a
cliché, en realidad puede ser de gran ayuda.
Según las encuestas que llevó a cabo Towers Watson, existen algunas
correlaciones sorprendentes entre el estrés y la productividad en el trabajo (o falta
de):
3. Date un premio
La procrastinación suele buscar cosas agradables para desviarnos del objetivo.
Úsalo para recompensarte. Date un premio al llegar a tu objetivo. Cuando las 3Ts
estén completas, date un premio. Usar Facebook, dar un paseo, tomarte un
tentempié… Algo que te recompense por el trabajo hecho.