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2/ Elegancia
El ser capaz de condensar mucho en poco confiere calidad literaria, dado que
presupone un mayor manejo del lenguaje, de las palabras, de las expresiones.
Ello no significa por supuesto que debamos ser parcos, sino simplemente no ser
lo contrario: locuaces.
Asimismo, con la condensación se obtiene muchas veces una literatura mucho
más poética, pues se exige de las palabras que ejerzan significados más
amplios o expresar nuevos usos y matices.
Para ejemplificar este punto aprovecharemos el fragmento anterior. Al caso, no
es lo mismo decir:
Dicho esto, pasamos a tratar las técnicas con que podemos obtener la
condensación narrativa:
b) No escribir obviedades.
En cierto sentido, este punto entraría en el anterior, dado que una obviedad es
algo irrelevante. Jugad con lo implícito de los sucesos para no tener que
mencionarlos explícitamente, como en el caso de la fuente. Para una ampliación
sobre esta cuestión, enlazo a esta entrada.
c) No escribir redundancias.
No deben repetirse sucesos que ya se han comentado de forma implícita o incluso
explícita. Esto está muy ligado a las obviedades, dado que toda obviedad, aparte
de ser algo irrelevante, es también redundante, porque es repetir algo tácito.
d) Precisión terminológica.
En lugar de entregarnos a farragosas descripciones, narraciones confusas, frases
obstrusas y demás, lo mejor es emplear unas pocas palabra precisas, cuyos
significado recojan todo lo que queremos expresar. Sirva para este caso el
ejemplo del punto 2).