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Doctorado en Ciencias de la Educación

Legislación educativa

Julián Alexis Cataño Duque


MDCO19655

Documento: Articulación de los fines y los medios


para la calidad educativa
Unidad 2 – Fines de la legislación educativa

Dra. Laura Oscos Villegas


24 de mayo de 2020

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Introducción

La calidad de la educación de un país es medible de acuerdo al

cumplimiento de altos estándares frente a todos los componentes y áreas de

gestión que implican el desarrollo del currículo, esto requiere considerar no sólo el

alcance de los contenidos, sino que debe garantizar el análisis de elementos

básicos, generales, de profundización y categoriales, tales como las metodologías,

los recursos (físicos, humanos, financieros, tecnológicos, infraestructura, etc.), la

evaluación (autoevaluación, evaluación de los aprendizajes en el aula,

evaluaciones institucionales, evaluaciones externas nacionales, evaluaciones

externas internacionales), la incidencia de la educación en el contexto en el que se

desarrolla, la planificación académica, administrativa, pedagógica y comunitaria y

demás aspectos que trascienden en la búsqueda de la construcción cultural de

una nación a través de la enseñanza en la escuela.

La realidad de la educación en términos de medición de calidad, debe

centrarse, siempre en una mirada global de todo el ejercicio social, técnico,

tecnológico, científico e investigativo, que deben estar en concordancia con el

principio constitucional y con las leyes, decretos y resoluciones que tienen como

objetivo fundamental garantizar la educación, en primer lugar, como un derecho

esencial y, en segundo lugar, como un proceso eficiente, es decir, un servicio de

calidad, sin importar condiciones geográficas, económicas, sociales o

particularidades relacionadas con las diferencias étnicas, raciales, sexuales,

demográficas, políticas o territoriales.

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El acceso universal a la educación es, quizá, el principal reto de cualquier

estado en el siglo XXI, por lo tanto, el primer índice que se usa tradicionalmente

para medir la calidad educativa es la cobertura. Este es, quizá, el primer problema

que enfrenta el sistema, debido a que, en un país como Colombia, que ha venido

teniendo un crecimiento demográfico exponencial, tratar de tener una cobertura

total de los niños y jóvenes en edad escolar, que tengan acceso a la educación

básica es, en un primero momento, buscar el cumplimiento de lo estipulado en la

constitución política de Colombia y en la ley general de educación, pero, se

convierte a la vez, en uno de los mayores limitantes que atentan contra cualquier

otro principio de calidad, esto debido a que, en un país donde la infraestructura

educativa es tan limitada y en la mayoría de los casos, de mediados del siglo

pasado, las aulas están sobrepobladas, ya que la relación estudiantes-docentes

estipulada en el decreto 3020 de 2002, ha posibilitado que, en un salón concurran

hasta 60 estudiantes, por normativa, y, debido a los problemas de organización de

la planta docente, la creación de plazas (Controlado únicamente por el Ministerio

de Educación Nacional – MEN), los trámites de las secretarias de educación

territorial para los nombramientos, la burocracia y demás situaciones, se han

reportado casos de hasta 70 alumnos en un mismo grado, compartiendo un mismo

espacio. En este sentido, ningún otro criterio con que se pretenda medir la calidad

va a tener valor, ya que es imposible lograr adelantar cualquier proceso formativo

en situaciones tan adversas.

La cobertura debe ser, como lo estipula la legislación y los planes de

desarrollo de los gobiernos nacionales y territoriales, así como los planes

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decenales de educación, una de las metas más importantes, sin embargo, también

se deben destinar los recursos y los procesos administrativos, para ampliar la

infraestructura de las escuelas y colegios y para el oportuno nombramiento de los

docentes y directivos en el momento en que se requieran. Aquí se encuentra el

primer paradigma que debe ser reestructurado, de lo contrario, cualquier propósito

de contribuir en el mejoramiento en la prestación del servicio educativo, carecerá

de total sentido y la realidad seguirá siendo la misma, en cuanto no se busquen

soluciones concretas a las dificultades de hacinamiento en el aula.

La búsqueda de la calidad educativa debe enfrentar, en todo momento, el

desafío de romper paradigmas instalados con anterioridad y que no han ido

evolucionando a la par de la globalización, proceso que no es ajeno y que afecta

enormemente los sistemas educativos de todas las naciones. En este sentido, otro

de los ítems de medición en el aspecto de calidad, es el cumplimiento del

currículo. Frente al componente pedagógico-curricular, habría muchísimos ejes

conceptuales para generar un análisis a profundidad, sin embargo, todo inicia con

la posibilidad que otorgó el decreto 1860 que reglamenta la ley general de

educación en Colombia, en éste se le da a todas las instituciones educativas la

autonomía de construir su propio Proyecto Educativo Institucional, que debe estar

en concordancia con la legislación, reglamentación y directrices del Ministerio,

esta facultad obedece, principalmente, a la necesidad de que cada

establecimiento, al hacer una lectura del contexto, hiciera una propuesta de

aplicación de los lineamientos que propone el MEN, lo que implica que, cada

comunidad educativa (directivos, docentes, estudiantes, padres de familia y

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comunidad) deben proponer un proyecto que sea acorde a los intereses y

necesidades del territorio en donde se va a desarrollar, teniendo en cuenta cuatro

áreas de gestión (gestión administrativa y financiera, gestión directiva, gestión

académica y pedagógica y gestión comunitaria) dentro de estos componentes se

encuentran estipuladas todas las acciones encaminadas a poner en práctica lo

que la legislación educativa propone, sin embargo, el gozo de la autonomía

institucional ha generado que toda organización educativa, se desinterese por

completo de la construcción del PEI y sea una réplica constante de un colegio a

otro, sin realizar la reflexión en torno a las propias dificultades y oportunidades.

Para concretizar, Colombia propone unos estándares de competencia y unos

lineamientos curriculares que determinan qué contenidos se deben abordar en los

grados y niveles de formación, los cuales, deben ser contextualizados en todas las

comunidades del país, sin embargo, esto no se realiza de la manera adecuada, y

todo termina siendo una réplica semejante, en donde importa más el desarrollo del

currículo en su totalidad, que el verdadero aprendizaje de los estudiantes.

El gran problema de esto es que, las evaluaciones terminan siendo

decepcionantes, a nivel de aula, a nivel nacional y mucho más, a nivel

internacional, ya que, en todo el territorio se está enseñando lo mismo, de la

misma manera, con las mismas metodologías, sin importar si hay un aprendizaje

significativo y, sobre todo, si se están alcanzando las competencias, lo que implica

que, los estudiantes pueden emplear, en cualquier situación cotidiana, los

conocimientos adquiridos en el aula. Si esto no se da, cualquier evaluación será

un camino hacia el fracaso, ya que el componente formativo no direcciona los

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procesos educativos y conllevan a un vacío conceptual, teórico y práctico en la

mayoría de los estudiantes, quienes terminan por entender el proceso de

enseñanza-aprendizaje como un número que determinar si aprobó o no aprobó el

curso. El decreto 1290 de 2009, reglamenta los procesos evaluativos y posibilita,

en la misma línea, la autonomía institucional para determinar la escala valorativa y

el sistema institucional de evaluación SIE, siempre y cuando guarde relación con

los desempeños propuestos en dicho decreto.

Teniendo en cuenta lo anterior, el gran dilema de la educación en Colombia

y las diferentes formas de medir la calidad es la evaluación. Evaluar es, quizá, el

mayor reto del sistema educativo nacional, puesto que, en términos generales, es

el criterio cuantificable más importante y el más subjetivo, pero, también el más

determinante para comprender lo que sucede realmente al interior de las aulas.

Los bajos resultados de las evaluaciones nacionales e internacionales obedecen a

demasiadas circunstancias, las cuales, resultan difíciles enumerar en su totalidad,

sin embargo, el diseño de la evaluación en el aula es fundamental para entender

esta problemática, ya que, históricamente un estudiante no aprende porque le sea

valioso el conocimiento, sino porque debe alcanzar unos resultados básicos a

través de la consecución de una nota numérica, es decir, no importa si se aprende

o no se aprende, siempre y cuando saque una calificación mínima. Esto exige

cuestionar también la forma en como el docente ha permitido la evolución del

proceso formativo, siendo responsable, en gran medida, de que el interés se

centre más en un número, que en el propio saber. Por lo tanto, como el estudiante

no aprende, cuando se le evalúa, los resultados son malos, no se puede esperar

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nada diferente y año tras año, va a ser igual, mientras no se cambie la forma de

enseñar y la forma de evaluar.

Todo lo anterior, podría ser consideradas constantes a nivel nacional, sin

embargo, existen particularidades y problemas que impiden el verdadero

desarrollo de un sistema educativo de calidad, todas, representan un listado de

condiciones adeudadas por las políticas educativas, los planes de desarrollo y la

ejecución de los proyectos educativos en los establecimientos e instituciones. La

conectividad, es, quizá, una de las condiciones que deben ser tenidas en cuenta a

la hora de medir la calidad, ya que, estamos en un mundo donde la tecnología, las

redes sociales, los sistemas de información, el acceso a la internet son una

necesidad prioritaria, que permite generar procesos de formación que vayan

acorde a las políticas internacionales, sin embargo, gran parte del sistema

educativo no cuenta con herramientas tecnológicas (tabletas, tableros inteligentes,

computadores) ni con acceso a internet, que hagan esto posible.

La lista la continúan problemas como la poca inversión en educación, cada

vez más reducida, la falta de recursos didácticos, la desigualdad en materia

educativa, visible en las diferencias que se presentan en los territorios, en las

zonas urbanas y rurales, en las minorías étnicas o la inclusión educativa; el

desconocimiento de los educadores de la legislación, los malos direccionamientos

por parte de los directivos docentes, el abandono del estado, los estatutos docente

que impiden la profesionalización y la dignificación de la labor, los problemas

sociales y la falta de apoyo de las familias, entre otros muchos aspectos, los

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cuales, se van acumulando y van formando una gran maraña de problemas que

impiden que la legislación educativa tal y como está estipulada, sea funcional y

permita el ejercicio de la educación de calidad en todo el territorio nacional.

Conclusiones

Colombia es reconocida en Latinoamérica como uno de los estados con

mayor riqueza legislativa en materia educativa, la lectura de la normatividad deja

en evidencia los esfuerzo que ha hecho la rama legislativa y el Ministerio de

Educación Nacional desde su constitución, para tener una educación de calidad

en el país. Sin embargo, esta riqueza teórica y conceptual, dista mucho de ser una

realidad palpable, debido a que, principalmente, las políticas públicas nacionales y

regionales, los planes de desarrollo, los planes decenales de educación y los

proyectos educativos institucionales, no guardan una relación coherente y

obedecen, cada uno, a los caprichos de los gobiernos de turno, que no generan

continuidad a los logros obtenidos a través del tiempo, así mismo, parece que no

hay un conocimiento detallado, por parte de los gobernantes, secretarios de

educación, rectores y docentes, de las leyes, decretos, estatutos y resoluciones,

por lo que, todo termina siendo, una interpretación muy superficial de las

responsabilidades que se deben asumir frente al direccionamiento de la

educación.

Del mismo modo, uno de los grandes problemas que enfrenta el país en el

camino hacia la verdadera calidad de la educación es brindar los recursos

necesarios, para que, lo que está plasmado en la legislación educativa sea una

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posibilidad, más que un inmenso entramado de oportunidades que no son

aprovechadas en su totalidad, esto, además, ligado a la corrupción, hace que, en

lugar de avanzar hacia la mejora requerida y soñada, parezca que se retrocede

cada vez más.

Aspectos como cobertura global, currículo desarrollado al 100%, promoción

de los estudiantes que obtienen una nota numérica mínima, evaluación tradicional,

entre otros, no representan una verdadera lucha contra los problemas que impiden

una auténtica calidad educativa. En este sentido, tanto la legislación, como la

práctica pedagógica en el aula, requieren una reestructuración, a partir del análisis

a profundidad de los fines de la educación y los mecanismos ejercidos hasta el

momento para el logro de los mismos; si no se hace una reflexión desde el ámbito

nacional, que impacte las regiones y las localidades, será imposible tener, en

términos cuantificables, cualitativos y tangibles, resultados que garanticen que la

educación impartida es de calidad.

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Bibliografía

C.P. (1991). Constitución política de Colombia. Bogotá: Leyer

Decreto No. 1860. Ministerio de Educación Nacional. Bogotá, Colombia, 03 de


agosto de 1994.

Decreto No. 3020. Ministerio de Educación Nacional. Bogotá, Colombia, 10 de


diciembre de 2002.

Decreto No. 1290. Ministerio de Educación Nacional. Bogotá, Colombia, 16 de


abril de 2009.

Ley No. 115. Ministerio de Educación Nacional. Bogotá, Colombia, 8 de febrero de


1994.

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