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Seminario de filosofía antigua

El cinismo
(Trabajo final)

Elaborado por:
Víctor Manuel Torres Correa

Presentado a tutor:
José Luis López

Universidad del Quindío


Año 2020
Viernes, 05 de junio
Introducción
La Helenización va desde la muerte de Aristóteles hasta la muerte de San Agustín. De este
evento en el cual la expansión de las colonias grecorromanas se dio a diferentes partes del
mundo, se despliegan muchas cosas y, una de estas es la preocupación que suscitaron las
principales sectas del pensamiento por la manera correcta de vivir; esto en consecuencia (se
podría decir) de la volatilidad de las dinámicas culturales que se presentaban a causa de la
colonización grecorromana a diferentes partes y culturas del mundo.
La secta que esta reseña tiene como objetivo presentar brevemente, es la de los cínicos,
movimiento que se desarrolló en la época ya mencionada, pero también tiene como objetivo
hacer referencia a personajes posteriores identificados con este movimiento, como también
relacionarlo con una situación actual. Y para llevar a cabo estos objetivos se responderán
los siguientes puntos: El cinismo como tal y sus puntos cardinales. Quién es un cínico y
personajes reconocidos de este movimiento (entre este un ejemplo de cinismo posterior
(Crates de tebas)). Y ¿el cinismo hoy?
Desarrollo
El cinismo
Este movimiento se desarrolló en Grecia por los siglos IV y III a. C., se expandió después
por las grandes ciudades del imperio Romano hasta en siglo V. El fundador de esta secta
fue Antístenes; discípulo de Gorgias y después de Sócrates, y fundo su movimiento con el
propósito de inculcar la noción de un Dios único y no representable por los sentidos. (Pág.
A. Reyes, La época helenística p. 212); impartía sus discursos en el gimnasio de los
bastardos, pues era uno hijo de una de ellos, el cual tiene un nombre que se explica por
medio de una leyenda sobre un perro blanco (Kynos argos), por lo que después va a ser
llamada la secta del perro, aunque mucho después este nombre de “la secta del perro”
coincide con la actitud filosófica que imparten y practican sus mayores representantes. El
nombre del movimiento “cinismo” proviene de Kynikos que significa “como un perro”, y
de este significado podemos pensar los puntos cardinales del comportamiento de los
cínicos; y es que estos personajes toman al perro (animal que se mueve de acuerdo a unos
imperativos naturales) como ejemplo para explicar los tres puntos cardinales o virtudes
mencionados que fundamentan sus actos: La autosuficiencia (autarkeia), la franqueza
(parrhesia) y la ascesis (askesis). La primera consiste despojarse de todas las cosas que no
dejan ser autónomo al ser humano en sus acciones y en este sentido conforme la naturaleza,
es decir, despojarse de las convencionalidades que hacen al hombre dependiente de los
otros y sus comportamientos. La segunda consiste en hablar con la verdad sin importar las
implicaciones y consecuencias. Y por último la tercera consiste, en relación con las dos
virtudes anteriores, mantener la independencia en relación con las convencionalidades y en
ese sentido no sentir vergüenza. Si finalmente observamos el perro actúa, primero donde
sea, no depende de convencionalismos y por esto es autosuficiente, segundo con franqueza
porque muerde, ladra, y con esto expresa su odio o desconocimiento, y tercero no tiene
vergüenza en absoluto de lo que hace.
En este sentido:
Los filósofos cínicos fueron llamados así por dos posibles causas: o bien porque vivían
llanamente y tal como se hallaban, comiendo y bebiendo en la plaza pública, al modo de
los perros, durmiendo en toneles y haciendo lo demás, para decirlo sencillamente, sin
tomar precauciones, porque rechazaban que fuera mejor lo bello por convención que lo
bello por naturaleza. O bien, como los perros ladran a los extraños y hopean a los suyos,
así también ellos acogían a los que eran dignos de filosofar y los amaban con fervor,
mientras rechazaban y perseguían a los que eran indignos de la filosofía e incapaces de
penetrar en su interior. En consecuencia, por ello, por su modo de expresión franco y
refutativo, fueron llamados cínicos. También Platón dice, por cierto, de ellos: «También
el perro tiene algo de filósofo» (Olimpiodoro, A las Categorías de Aristóteles p. 3, 8-30
[en Martín García 2008: I, 140]).
Fueron llamados cínicos por cuatro razones: o bien, en efecto, por la indiferencia de su
vida, puesto que ellos practicaban, como los perros, la indiferencia de comer y hacer el
amor en público, pasear descalzos y dormir en toneles o en los cruces de caminos. […]
La segunda razón es porque el perro es un animal desvergonzado y ellos mismos
también practicaban la desvergüenza, […] La tercera razón es que el perro es un animal
guardián. Y ellos también velaban por los principios de su filosofía mediante
demostraciones de hecho y se sentían muy orgullosos de ello. […] La cuarta es que el
perro es un animal discernidor, que en razón de su conocimiento distingue al amigo y al
extraño. […] Y distinguir la verdad y la mentira es propio sólo del filósofo (Elías, A las
Categorías de Aristóteles p. 111, 1-32 [en Martín García 2008: I, 140-141]).
Enfatizando en la última virtud, la desvergüenza y el comportamiento impúdico, hay que
advertir que es en parte lo que hace al cínico, este se ejercita poniéndola en práctica, es
decir, manteniendo un estado de ánimo estable ante los comentarios que hacen en relación
con los convencionalismo y sus actos; el concepto de vergüenza (Aidos) en el mundo
griego, era junto con el ideal de justicia (Dikaiosyne), lo que constituía fundamentalmente
la comunidad cívica humana; en este sentido podemos imaginarnos la seriedad del insulto
perro, sino que también la profundidad de su propuesta filosófica como movimiento
fundamentado en el acto para socavar la civilización y su sociedad.
Quien es cínico
El cínico se caracteriza por tener las tres virtudes anteriormente mencionadas y en este
sentido, actuar en lo que más se pueda, como la figura del perro que nos explican. La
imagen del cínico va un poco acorde con la imagen que relata Alcifrón, pero para nombrar
un ejemplo y dar una imagen del cínico más o menos exacta, dos cínicos muy famosos por
sus anécdotas fueron Diógenes de Sinope y Crates de Tebas:
(Alcifrón, Cartas II, 38). Es un espectáculo horrible y penoso de ver, cuando agita su
sucia melena y te mira insolentemente. Se presenta medio desnudo, con una capa raída,
una bolsita colgante y, entre sus manos, una maza hecha de madera de peral silvestre. Va
descalzo, no se lava y carece de oficio y beneficio. No quiere saber nada de su hacienda
ni de nosotros, sus padres, sino que, por el contrario, nos reniega, pues afirma que todas
las cosas son obra de la naturaleza y que la unión de elementos es la causa de la
generación y no los progenitores. Evidentemente, desprecia el dinero y aborrece el
cultivo de la tierra. No tiene sentido de la vergüenza y el pudor se ha borrado de su
rostro.
Sobre Diógenes de Sinope y Crates de tebas, Diógenes Laercio dice:
46. Necesitando dinero, decía a sus amigos que no se lo pedía, sino que se lo reclamaba.
Una vez que se masturbaba en medio del ágora, comentó: «¡Ojalá fuera posible frotarse
también el vientre para no tener hambre!». Al ver a un jovencito que iba al convite de
unos sátrapas, lo apartó, lo recondujo a casa de sus familiares y les encargó que lo
vigilaran. A un muchacho muy acicalado que le planteaba una pregunta le dijo que no
podía responderle hasta que, desnudándose, mostrara si era hombre o mujer. A un
muchacho que jugaba al cótabo en los baños públicos le dijo: «Cuanto mejor (lo hagas),
tanto peor (para ti)». En un banquete empezaron a tirarle huesecillos como a un perro. Y
él se fue hacia ellos y les meó encima, como un perro. Al reprocharle que comía en
medio del ágora, repuso: «Es que precisamente en medio del ágora sentí hambre».
Diógenes el cínico; libro Vl Párr. 58,. En Vida y obra de los filósofos más ilustres.
Algunos le adjudican también la anécdota de que Platón, al verle lavar unas lechugas, se
le acercó y en voz baja le dijo: «Si adularas a Dionisio, no lavarías lechugas». Y él
respondió igualmente en voz baja: «Y si tú lavaras lechugas no adularías a Dionisio». Al
que le dijo: «La gente se ríe de ti», le respondió: «También de ellos los asnos algunas
veces; pero ni ellos se cuidan de los asnos ni yo de ellos». Al ver una vez a un joven que
filosofaba, le dijo: «Muy bien, porque desvías a los amantes del cuerpo a la belleza del
alma». Diógenes el cínico; libro Vl Párr. 58,. En Vida y obra de los filósofos más
ilustres.
Alcanzó su momento de madurez en la Olimpiada ciento trece. De él cuenta Antístenes
en sus Tradiciones que, al ver en una tragedia a Télefo que llevaba un pequeño hato y
nada más en una situación lamentable, se sintió atraído a la filosofía cínica. Vendió su
hacienda - y era una persona de notable posición-, logrando reunir unos doscientos
talentos, y los repartió entre sus conciudadanos. Y él se dedicó a filosofar tan
rigurosamente que incluso el comediógrafo Filemón deja mención de él, cuando dice: Y
durante el verano llevaba un manto grueso, para ser como Crates, y en invierno unos
andrajos. Cuenta Diocles que le convenció Diógenes de que dejara su hacienda como
pasto para rebaños, y de arrojar al mar todo el dinero que tenía. Crates de Tebas; libro
Vl, Párr. 87; En Vida y obra de los filósofos más ilustres. Y dice también que la casa de
Crates (fue habitada) por Alejandro, como la de Hiparquia por Filipo. A menudo se le
acercaban algunos de sus parientes con la intención de disuadirle y los ahuyentaba
persiguiéndolos con su bastón, y se mantenía firme. Cuenta Demetrio de Magnesia que
confió su dinero a cierto banquero, con instrucciones de que, si sus hijos resultaban
personas corrientes, se lo entregara; pero si se hacían filósofos, que lo repartiera entre el
pueblo, pues aquéllos, al dedicarse a la filosofía, no necesitarían nada más. Eratóstenes
refiere que de Hiparquia, de la que hablaremos luego, tuvo un hijo, llamado Pasicles, y
que, cuando salió del servicio militar, lo condujo a la habitación de una prostituta, y le
dijo que ésa era la boda que le disponía su padre. Crates de Tebas; libro Vl, Párr. 88; En
Vida y obra de los filósofos más ilustres.
Estas citas me parece que dan cuenta (reitero) de lo que era el movimiento cínico,
fundamentado en al acto, la crítica y la coherencia, para hacer ver a la sociedad con sus
acciones lo que cree (críticamente) que está mal.
El cinismo hoy
Como en la época helenística hoy día evidentemente tenemos problemas seriamente
grandes. Algunos de estos problemas son debido a la globalización, que se parece de
alguna manera a lo sucedido en la época helenística. En la actualidad, el que tiene más
obtiene más (desmesura) y, este es uno de los grandes problemas; en lo cual nos podría
ayudar a reflexionar el movimiento cínico en relación con lo que es necesario para
nosotros, y en ese sentido despojarnos de cualquier vergüenza, para finalmente ser felices,
pero también críticos. Por otra parte, Peter Sloterdijk nos enseña una perspectiva diferente
del cinismo y en relación con el problema ya nombrado (desmesura); este autor en La
crítica de la razón cínica, habla de un nuevo cinismo, de uno “como insolencia que ha
cambiado de bando”. Nos dice:
El cinismo antiguo, el primario, el agresivo, fue una antítesis plebeya contra el
idealismo. El cinismo moderno, por el contrario, es la antítesis contra el idealismo
propio como ideología y como mascarada. El señor cínico alza ligeramente la máscara,
sonríe a su débil contrincante y le oprime. C´est la vie. Nobleza obliga. Tiene que haber
orden. […] El cinismo señorial es una insolencia que ha cambiado de lado. Sloterdijk,
2006 (Pág. 189).
Y con esto nos quiere decir que: La insolencia del cinismo antiguo, la que estaba en el
plebeyo, que lo hacía ser un tábano que como se mencionó anteriormente, se fundamenta en
la coherencia y en la crítica, junto son sus otras virtudes para criticar a x personaje
(idealismo), ahora esta insolencia está en el cinismo señorial, uno que sabe de su ideología
y por tanto su problema, pero que aun así, comparte con los demás con insolencia señorial
(del que lo tiene todo) las cosas que posee y obtiene. Es decir, este cínico ya no se encarga
de criticar el problema, sino de vanagloriarse ante los demás de lo que tiene.
Referencias
García Gual, Carlos (2007). Vidas de los Filósofos Ilustres. Madrid: Alianza Editorial.
J. A. Martin García (2008), Los filósofos cínicos y la literatura moral serio-burlesca, texto
corregido y revisado por C. Macías Villalobos, Madrid, Akal.
A. Reyes (2000), La filosofía helenística en obras completas de A. Reyes, México D. F.,
Fondo de Cultura Económico.
Alcifrón, Cartas II, 38. Traducción de Elisa Ruiz García, Madrid: Gredos
Sloterdijk (2006), La crítica de la razón cínica. Madrid: Ediciones Siruela.
La fonda filosófica. Director, D. McNabb. (2014, 23 de feb.). La filosofía helenística - los
Cínicos [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=DsOtXm61uAU

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