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Alan Rouquié

El autor nos brinda un recorrido por las distintas formas de autoritarismo presentes en la
América latina a finales del siglo XX, donde el continente parecía destinado a estas
dictaduras. Es de aclarar que solo tres países escapan a estas formas de gobierno, entre ellas
están Colombia, Venezuela y Costa Rica. El texto centro su atención en las realidades de
las democracias establecidas y, en porque estas dictaduras no desaparecen como por
encanto. Siendo estos regímenes autoritarios una nueva normalidad de políticas liberales y
pluralistas, lo anterior con el fin de evidenciar que las democracias representativas son
herederas de los regímenes anteriores.
Las dictaduras presentan unas características, las cuales son; régimen de primer tipo, la cual
sustrae el desarrollo al debate político y las precesiones sociales. Los regímenes que unen la
violencia represiva con el liberalismo económico, la cual tiene por objeto establecer un
orden contrarrevolucionario y permanente, pero también para la vida política y social sin el
riesgo de la perdida de los beneficios que se ostentan en el poder (statu Quo). Y por último
tenemos los regímenes nacionalistas y reformistas las cuales buscan conducir a los países a
la modernización.
Las dictaduras pueden variar de un país a otro según los designios de quien gobierna, es así
como tenemos dictaduras de rotación periódica del poder, donde las elecciones son
disputadas en el marco de una honesta participación de varios sectores y, donde los
resultados se reconocen sin alteración o manipulación de estos, este ejemplo es claro en el
Brasil posterior a 1964. Por otra parte, tenemos el reparto de poderes entre las armas, aquí
el poder es alternado entre los militares, se caracteriza por que es incapaz de
institucionalizar y se hizo evidente en la argentina y la debacle que suscito la guerra de las
Malvinas. en Uruguay se presentó una forma de ejecutivo colegiado, donde el régimen trata
de imponer un calendario progresivo para la recuperación democrática, pero a su vez se
presentaban marchas en las calles a fin de que fueran impuestas acciones que llevaran a las
pérdidas de las libertades. El chile del general Augusto Pinochet es la confluencia de las
formas anteriores, pues no reconocía la rotación periódica de los presidentes, como
tampoco el de las armas.

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