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LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

Magistrado Ponente

STC
Radicación n.° 66001-22-13-000-2018-01133-01
(Aprobado en sesión de trece de febrero de dos mil diecinueve)

Bogotá, D. C., catorce (14) de febrero de dos mil


diecinueve (2019)

Decide la Corte la impugnación formulada respecto


de la sentencia proferida el 3 de diciembre de 2018, por la
Sala Civil Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Pereira, en la salvaguarda promovida por Javier Elías
Arias Idárraga contra el Juzgado Quinto Civil del Circuito
de esa ciudad y el Consejo Seccional de la Judicatura de
Risaralda, trámite al cual fueron vinculadas la Alcaldía y la
Personería de Medellín, las Regionales Antioquia de la
Defensoría del Pueblo y de la Procuraduría General de la
Nación, y el Procurador 2 Judicial II para Asuntos Civiles,
con ocasión de la acción popular Nº 2014-00165, incoada
por el aquí actor frente a Bancolombia S.A.
Radicación n.° 66001-22-13-000-2018-01133-01

1. ANTECEDENTES

1. El gestor exige la protección de los derechos a la


igualdad, debido proceso y acceso a la administración de
justicia, presuntamente conculcados por las autoridades
atacadas.

2. Asevera que al interior de la referida acción


popular, el despacho accionado no da cumplimiento a los
artículos 5 y 84 de la Ley 472 de 1998, aun cuando la
misma “(…) ha estado largos períodos estériles en el juzgado
(…)”.

Se duele, además, por las sanciones que le han sido


impuestas con ocasión de otros amparos en donde ha
pedido la aplicación de los señalados mandatos.

3. Implora: i) se ordene a la juez querellada


impulsar oficiosamente el decurso, conforme lo establecen
las disposiciones legales mencionadas, informando a la
comunidad sobre la existencia de su acción popular, o, en
su lugar, acatar lo ordenado en el artículo 121 del Código
General del Proceso; ii) precisar a través de qué mecanismo
se notificará este auxilio a los terceros interesados; iii)
emitir a su favor copia física gratis de lo gestionado en este
ruego, y, iv) conminar al Consejo Seccional de la Judicatura
de Risaralda a aportar “copia de todas [sus] solicitudes de
vigilancia judicial y administrativa” (fl. 1).

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Radicación n.° 66001-22-13-000-2018-01133-01

I.1. Respuesta de los accionados y vinculados.

1. El juzgado confutado remitió copia de la actuación


censurada y precisó que respecto de la referida demanda
popular el actor ya había promovido otras acciones de
tutela (fl. 17).

2. El Consejo Seccional de la Judicatura de


Risaralda, defendió su proceder, manifestando que ha
atendido oportunamente las solicitudes de vigilancia
judicial y administrativa presentadas por el accionante,
señalándole la improcedencia de las mismas por
incumplimiento de los requisitos legales, situación frente a
la cual Arias Idárraga ha guardado silencio, aun cuando la
entidad le ha advertido la posibilidad de subsanar esos
yerros (fls. 19-20).

3. La Alcaldía de Medellín solicitó su desvinculación


por falta de legitimación en la causa por pasiva (fls. 14-15).

4. El Procurador 4 Judicial para asuntos Civiles de


Bogotá, pidió desestimar el ruego al no advertir vulneración
alguna de los derechos fundamentales del tutelante.

5. Los demás vinculados guardaron silencio.

I.2. La sentencia impugnada

Denegó el amparo respecto a la Sala Administrativa


del Consejo Seccional de la Judicatura de Risaralda, al no

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Radicación n.° 66001-22-13-000-2018-01133-01

hallar ninguna irregularidad o arbitrariedad en la gestión de


dicha entidad.

Asimismo, declaró la improcedencia del reguardo,


tras constatar que el accionante adelantó otros siete
decursos análogos a éste, contra el mismo despacho
judicial, y con similares pretensiones, razón por la cual lo
condenó en costas consistentes en dos salarios mínimos
legales mensuales vigentes (fls. 58-62).

I.3. La impugnación

El quejoso impugnó, pidiendo revocar la sanción


decretada por el a quo constitucional, aduciendo que el
propósito de los amparos por él impetrados es que se
imponga el cumplimiento de los términos legales que la juez
convocada se niega a observar (fl. 66).

2. CONSIDERACIONES

1. Javier Elías Arias Idárraga, se duele por la


supuesta mora de la juzgadora querellada, en informar a la
comunidad sobre la existencia de la acción popular número
2014-165, por él incoada; razón por la cual reclama ordenar
el impulso oficioso del asunto, conforme lo disponen los
cánones 5 y 84 de la Ley 472 de 1998; o en su lugar, se
declare la pérdida de competencia de la funcionaria
accionada, en los términos del artículo 121 del Código
General del Proceso.

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Radicación n.° 66001-22-13-000-2018-01133-01

2. Sobre la demora en las actuaciones


jurisdiccionales, esta Corporación ha precisado:

“(…) [U]no de los principios que integran el debido proceso,


consiste en que tratándose de actuaciones judiciales o
administrativas, éstas fuera de ser públicas, se cumplan sin
dilaciones ‘injustificadas’, o sea, que el trámite se desenvuelva
con sujeción a la legislación ritual legalmente establecida, y por
ende, con observancia de los pasos y términos que la
normatividad ha organizado para los diferentes procesos y
actuaciones administrativas. Si, sin motivo justificado, el
funcionario judicial o administrativo se desentiende de impulsar
y decidir la actuación dentro de los periodos señalados por el
ordenamiento (arts. 209 y 228 Const. Nal.), tal conducta es lesiva
del derecho constitucional del debido proceso, como ciertamente
en el punto lo señala el artículo 29 de la Carta Política. Porque
las personas, no solo tienen derecho a acceder a la justicia (art.
229 Const. Nal.), sino además que sus súplicas o peticiones se
impulsen y decidan con acatamiento a los términos procesales
[…] (CSJ STC Feb. 15 1995 rad. 1937, reiterada, entre otras, CSJ
STC 8 Jun. 2010, rad. 00814-00 y 19 Dic. 2012, rad. 00814-00)
(…)”.

“Asimismo, ha expuesto que:

“[L]a protección del derecho fundamental al debido proceso por


mora judicial, se circunscribe a la verificación objetiva de su
calificación entre justificada e injustificada, pues si existe alguna
de las causales de justificación, tales como la fuerza mayor, el
caso fortuito, la culpa del tercero o cualquier otra circunstancia
objetiva y razonable que permita establecer que la mora es
aceptable, no podrá predicarse la violación del derecho al debido
proceso. Se insiste, la protección efectiva del derecho opera
cuando la mora judicial es injustificada (CSJ STC, 19 sep. 2008,
rad. 01138-00; reiterado, entre otros pronunciamientos, en CSJ
STC, 25 feb. 2013, rad. 00003-01) (…)”1.

1
CSJ. STC de 5 de mayo de 2015, exp. 23001-22-14-000-2014-00203-02.

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Radicación n.° 66001-22-13-000-2018-01133-01

3. Revisada la información allegada a esta sede, se


observa lo siguiente:

La referida acción popular se clausuró mediante


sentencia de 4 de noviembre de 2016, absolviendo a la
parte demandada y no condenando en costas al
demandante. Dicha providencia fue apelada por el actor, y
posteriormente, anulada por el superior, el 13 de febrero de
2017, decisión en la que se ordenó al despacho convocado
“adoptar las medidas que garanticen la debida notificación a
los miembros de la comunidad sobre la existencia del
proceso”.

Dando cumplimiento a lo indicado por el ad quem, en


auto de 28 de marzo de 2017, el estrado accionado dispuso
la elaboración del aviso anunciándole a la comunidad sobre
la existencia del decurso, precisando que aquél debía ser
publicado en una emisora o medio escrito de amplio
cubrimiento en la ciudad de Medellín o en la emisora de la
Policía Nacional de la misma ciudad, y advirtiendo que los
costos derivados de esa tramitación debían ser sufragados
por el gestor.

Frente a esa determinación, Arias Idárraga interpuso


recurso de reposición, desatado desfavorablemente el 21 de
junio de 2017, oportunidad en la cual, la juez querellada
también resolvió negativamente otras peticiones del
promotor, dirigidas a declarar el desistimiento tácito, y dar
aplicación al artículo 121 del Código General del Proceso;

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Radicación n.° 66001-22-13-000-2018-01133-01

decisiones ratificadas en autos de 8 de mayo y 30 de


noviembre de 2018.

4. En este escenario, el problema jurídico consiste en


determinar, si dada la naturaleza de las “acciones
populares”, es imperativo para el juez cumplir con su deber
de “dar impulso oficioso” a la actuación procesal, en aras de
no afectar negativamente las prerrogativas que dicho
mecanismo constitucional busca salvaguardar.

Con base en ese análisis, concierne a la Sala, en


segundo lugar, establecer la procedencia de la aplicabilidad
del artículo 121 del Código General del Proceso para el caso
subexámine.

5. En punto al primero de los tópicos planteados, ha


de señalarse que el deber del juez de “dar impulso oficioso”
en las “acciones populares”, es de especial relevancia, dado
su carácter prevalente en la protección de los derechos de
las colectividades.

Al respecto, esta Corporación ha precisado:

“(…) Así que, entonces, debido a la naturaleza de los derechos


que se debaten en este tipo de acciones, no puede tener cabida
la aplicación del artículo 317 del Código General del Proceso, es
decir, que pueda terminarse el proceso de forma anormal por la
presunta negligencia de quien la inició, cuando lo que se intenta
proteger es el interés de toda una comunidad, en perjuicio de
sus integrantes.

“Máxime, cuando se advierte que de conformidad con el artículo


5º de la ley 472 de 1998, es obligación del juez de conocimiento
impulsar oficiosamente la acción, lo cual implica que si en el
curso de la misma se presentan obstáculos que obstruyen su
eficaz y preferencial desarrollo, debe adoptar las medidas

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Radicación n.° 66001-22-13-000-2018-01133-01

procesales necesarias para removerlos, pues se trata de un


asunto prevalente cuya comunicación a los posibles
beneficiarios de la orden que se imparta, no puede convertirse
en una barrera para adelantarlo.

“Y es que siendo la acción popular un mecanismo de estirpe


constitucional, instituido para la protección de los derechos
fundamentales de las colectividades (Art. 2º, Ley 472 de 1998),
de ahí que esté consagrado como una herramienta preferente
(Art. 6º, ejúsdem), su trámite y resolución no pueden quedar
supeditados a la realización de ciertos actos procesales por
parte de los sujetos procesales intervinientes (Art. 5º, inc. 3º,
ibídem), porque en virtud de sus facultades oficiosas, el
juzgador está en el deber de adoptar los correctivos que estime
necesarios para continuar con su curso normal”.

“No en vano el legislador impuso al funcionario a cargo de las


diligencias, la obligación de “(…) impulsarla oficiosamente y
producir decisión de mérito so pena de incurrir en falta
disciplinaria, sancionable con destitución”.

“(…)”

“En especial, cuando se encuentra que el caso ya existía


vinculación de la mayoría de los interesados –sólo hacía falta la
publicación del aviso a la comunidad (art. 21, L. 472/98)-,
carga que no se encuentra sea de exclusivo cumplimiento del
actor, por el contrario, la misma norma establece varios medios
para que el juez pueda llevarla a cabo, entre ello, formas de
financiamiento para la realización de los actos procesales, a
través del Fondo Para la Defensa de los Derechos Colectivos”.

“Lo anterior, porque el citado artículo indica que puede


informarse, «a través de un medio masivo de comunicación o de
cualquier mecanismo eficaz, habida cuenta de los eventuales
beneficiarios», sin que se requiera necesariamente la
intervención del actor para que se haga la publicación (…)”2.

En atención a ese criterio jurisprudencial, resulta


claro que en el caso de las acciones populares, en virtud del
deber del juez de “dar impulso procesal” a las mismas, éste
ha de adoptar todas las medidas necesarias para garantizar
la notificación del asunto a los miembros de la comunidad.

2
CSJ. STC14483 de 7 de noviembre de 2018, exp. 66001-22-13-000-2018-00755-01

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Radicación n.° 66001-22-13-000-2018-01133-01

Téngase en cuenta que para tal efecto, le es dable


acudir al Fondo para la Defensa de los Derechos Colectivos
en procura de financiar lo relativo al medio masivo de
comunicación donde se difundirá la información
correspondiente.

6. De lo anterior se colige que la mora de la juzgadora


en dar curso a la actuación procesal, ha dilatado
injustificadamente la resolución de la referenciada acción
popular, tornando procedente la aplicación del artículo 121
del Código General del Proceso, es decir, implicando la
pérdida de competencia de la juez accionada para emitir
fallo en el asunto, toda vez que el término de un año
previsto para el efecto ya está vencido.

Así, se advierte la configuración de la vía de hecho


endilgada, por cuanto además de relegarse el plazo
contenido en la normatividad referenciada para dictar
sentencia, se desconoce la jurisprudencia reciente de esta
Sala, relativa a la objetividad predicada respecto de dicho
lapso.

7. Esta colegiatura, en pasada oportunidad y sobre


el tópico acotado3, aseguró que el vencimiento de los
términos contemplados en el artículo 121 del Código
General del Proceso para el proferimiento de la
correspondiente sentencia, acarrea que el funcionario
respectivo pierda “automáticamente la competencia para
conocer del proceso”, por lo que debe “(…) remitir el

3
CSJ. STC aprobada en Sala de 10 de octubre de 2018, exp. 11001-02-03-000-2018-02863-
00

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Radicación n.° 66001-22-13-000-2018-01133-01

expediente al juez o magistrado que le sigue en turno, quien


asumirá competencia y proferirá la providencia dentro del
término máximo de seis (6) meses” (inciso 2º).

En armonía con ese canon, el inciso 6º de tal norma,


dispone que “[s]erá nula de pleno derecho la actuación
posterior que realice el juez que haya perdido competencia
para emitir la respectiva providencia”.

Se trata, pues, de reglas particulares que, por su


especialidad, se sobreponen o prevalecen a las generales de
las nulidades procesales, especialmente, a las de los
preceptos 136 y 138 ibídem.

Así, correcto es entender que la circunstancia de no


dictarse el respectivo fallo en la oportunidad fijada por el
legislador, trae consigo la inmediata pérdida de la
competencia del juez, quien, por ende, no puede, a partir de
la extinción del plazo para ello, adelantar actividad procesal
alguna, al punto que si la realiza, ésta es nula, de pleno
derecho.

Significa lo anterior, que las actuaciones


extemporáneas del funcionario son nulas por sí mismas y
no porque se decreten. La nulidad deriva del mandato del
legislador y no de su reconocimiento judicial. Por ello, no
hay lugar al saneamiento del vicio, ni a la convalidación de
los actos afectados con él. La invalidación se impone y,
consiguientemente, siempre debe ser declarada, incluso en
los casos en que ninguna de las partes la reclame.

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Radicación n.° 66001-22-13-000-2018-01133-01

Los términos previstos en el C. G. del P. no


constituyen una formalidad. Se trata de una búsqueda de la
justicia material para los administrados y justiciables en el
Estado Constitucional de Derecho, de modo que los juicios
no se deben someter a plazos interminables, de nunca
acabar. El remedio no puede ser peor que la enfermedad.
Sólo hay justicia si las controversias se resuelven rápida y
cumplidamente, en lapsos razonables, de manera que la
ciudadanía, crea en sus jueces y en el Estado, porque sus
litigios se decidirán prontamente y sin dilaciones. El juez
del Estado contemporáneo comprende las necesidades de la
ciudadanía y acata responsablemente sus deberes cuando
dispensa justicia a tiempo y en forma transparente. El
verdadero juzgador es adalid de la confianza legítima, de la
seguridad jurídica y de la inclusión y reconocimiento de
derechos. Esta tarea la verifica al sentenciar con celeridad,
comprometido con políticas públicas de solución ágil de las
controversias a su cargo.

8. A la luz de lo discurrido, se evidencia la


irregularidad denunciada, por cuanto procedía la aplicación
del artículo 121 del Código General del Proceso, pues la
entidad convocada, Bancolombia S.A., quien figuró como
única demandada, fue enterada de la admisión del libelo
desde el 8 de abril de 2014; no obstante, a la fecha, no se
ha puesto fin a la instancia.

Ahora aun cuando el decurso ya había sido


finiquitado mediante sentencia de 4 de noviembre de 2016,
absolviendo al citado ente y no condenando en costas al

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Radicación n.° 66001-22-13-000-2018-01133-01

demandante; memórese, dicha providencia fue apelada por


el actor, y posteriormente, anulada por el superior, el 13 de
febrero de 2017, decisión donde se ordenó al despacho
convocado “adoptar las medidas que garanticen la debida
notificación a los miembros de la comunidad sobre la
existencia del proceso”.

Por lo mismo, no es de recibo el argumento de la


juzgadora, según el cual, la falta de notificación a la
comunidad la exoneraba de acatar el período legalmente
dispuesto para emitir su fallo; pues, como se anotó, la juez
no podía eludir su deber de dar impulso al asunto, en tanto
le era dable acudir al Fondo para la Defensa de los
Derechos Colectivos en procura de financiar a costa del
actor popular, lo relativo al medio masivo de comunicación
para difundir la información correspondiente.

9. Es pertinente memorar, que si bien en otros


resguardos esta Corporación, no acogió los alegatos del
petente del amparo en relación con la aplicación del artículo
121 del Código General del Proceso para el caso de las
acciones populares, esa negativa obedeció a la no
concurrencia de los requisitos de procedibilidad exigidos
para el análisis constitucional, particularmente, del de
subsidiariedad.

Sin embargo, hoy queda zanjada esa discusión pues


la nulidad generada por el vencimiento de términos
contemplado en la citada disposición, procede aún de oficio,

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Radicación n.° 66001-22-13-000-2018-01133-01

lo cual indica que para su decreto no es necesaria solicitud


en ese sentido, elevada por los extremos de la litis.

Máxime si se trata de una acción de estirpe


constitucional como la ahora analizada en este ruego, cuyo
trámite ha de adelantarse con fiel apego a los principios
constitucionales de prevalencia del derecho sustancial,
publicidad, economía, celeridad y eficacia.

Así, conforme lo ha señalado esta Corte:

“(…) [E]n las acciones populares, se debate la protección de


derechos colectivos que pertenecen a todos y cada uno de los
integrantes de una comunidad o de toda la sociedad, que
exigen por ende una labor anticipada de protección y una
gestión pronta de la justicia dirigida a impedir su vulneración
(…)”4.

La procedencia de la aplicabilidad del artículo 121 del


C.G.P. en el ámbito de las “acciones populares”, fue validada
por esta Corporación, a partir de la providencia de 5 de
diciembre de 2018, oportunidad en la cual, sostuvo:

“(…) Pues bien, no es factible desmentir que el «proceso


constitucional» aludido tiene una «naturaleza jurídica distintiva»,
así como que está suficientemente rituado por la ley estatutaria
pluricitada, de modo que los ciclos por los que se tiene que
atravesar para llegar a una «decisión final» están prescritos con
contenido y vencimiento, y el no acatar lo último genera
consecuencias adversas; no obstante, ello no es óbice para que
se afirme que aquél no tiene una «duración máxima»”.

“(…) Dicho en otras palabras, es natural que el legislador


diseñe las fases de todos los procesos y que a cada una de
ellas les imponga un «tiempo» en que se deben desarrollar, pero
ello no significa que el «juicio», como un todo, esté desprovisto de
un «límite temporal». No se olvide que el «proceso civil» también
4
CSJ. STC14483 de 7 de noviembre de 2018, exp. 66001-22-13-000-2018-00755-01

13
Radicación n.° 66001-22-13-000-2018-01133-01

establece topes, como ocurre con el «tiempo para admitir la


demanda» (Art. 90), o «[e]n las actuaciones que se surtan por
fuera de audiencia los jueces y los magistrados deberán dictar
los autos en el término de diez (10) días y las sentencias en el
de cuarenta (40)» (Art. 120), lo que en audiencia debe acontecer
inmediatamente, luego de escuchadas las partes, o dentro de
los 10 días sucesivos a dar a conocer el «sentido del fallo» (Art
373); y aun así, nadie rebate que lo estipulado en el artículo
121 ibídem le es propio”.

“(…) Quiere decir lo anterior que una cosa es el «término para


dictar las providencias judiciales» y otra la «duración del
proceso». Por eso, aunque los «actos del juez» en las «acciones
populares» tengan demarcaciones en su duración, aquellos
están compelidos a finiquitar la polémica conforme a las
directrices otorgadas en la última disposición referida”.

“(…) Y no se diga que la razón para desconocer esa obligación


radica en que la esencia de la «trama judicial» examinada
difiere de la que se presenta entre privados, por cuanto en ella
se debaten «derechos colectivos» y en la otra particulares, toda
vez que el artículo 5º de la ley 472 de 1998 recalca que «[e]l
trámite de las acciones reguladas en esta ley se desarrollará
con fundamento en los principios constitucionales y
especialmente en los de prevalencia del derecho sustancial,
publicidad, economía, celeridad y eficacia. Se aplicarán también
los principios generales del Código de Procedimiento Civil,
cuando éstos no se contrapongan a la naturaleza de dichas
acciones», de modo que al ser «el plazo razonable» un principio
en el actual compendio adjetivo e, inclusive, una ordenanza
constitucional y supranacional, desconocer su aplicabilidad e
importancia para los justiciables se revela como un desatino”.

“(…) Fluye como corolario que la judicatura deberá respetar y


garantizar que las controversias ligadas a la «protección de los
derechos colectivos» finiquitarán con irrestricta obediencia del
«término» otorgado en el canon 121 del Código General del
Proceso (…)”5.

11. Deviene fértil abrir paso a la protección incoada


por virtud del control legal y constitucional que atañe en
5
CSJ. STC001-2019 de 5 de diciembre de 2018, Rad. nº. 11001-02-03-000-2018-03519-00.

14
Radicación n.° 66001-22-13-000-2018-01133-01

esta sede al juez, compatible con el necesario ejercicio de


control convencional, siguiendo el Pacto de San José de
Costa Rica de 22 de noviembre de 1969 (art. 8º de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos), a fin de
garantizar el debido proceso.

El convenio citado es aplicable dado el canon 9 de la


Constitución Nacional, cuando dice:

“(…) Las relaciones exteriores del Estado se fundamentan en la


soberanía nacional, en el respeto a la autodeterminación de los
pueblos y en el reconocimiento de los principios del derecho
internacional aceptados por Colombia (…)”.

Complementariamente, el artículo 93 ejúsdem,


contempla:

“(…) Los tratados y convenios internacionales ratificados por el


Congreso, que reconocen los derechos humanos y que prohíben
su limitación en los estados de excepción, prevalecen en el
orden interno”.

“Los derechos y deberes consagrados en esta Carta, se


interpretarán de conformidad con los tratados internacionales
sobre derechos humanos ratificados por Colombia (…)”.

El mandato 27 de la Convención de Viena, sobre el


Derecho de los Tratados de 1969 6, debidamente adoptada
por Colombia, según el cual: “(…) Una parte no podrá
invocar las disposiciones de su derecho interno como
justificación del incumplimiento de un tratado (…)”7, impone
su observancia en forma irrestricta cuando un Estado parte
lo ha suscrito o se ha adherido al mismo.

6
Suscrita en Viena el 23 de mayo de 1969.
7
Aprobada por Colombia mediante la Ley 32 de 1985.

15
Radicación n.° 66001-22-13-000-2018-01133-01

11.1. Aunque podría argumentarse la viabilidad del


control de convencionalidad sólo en decursos donde se
halla el quebranto de garantías sustanciales o cuando la
normatividad interna es contraria a la internacional sobre
los derechos humanos, se estima trascendente efectuar
dicho seguimiento en todos los asuntos donde se debata la
conculcación de prerrogativas iusfundamentales, así su
protección resulte procedente o no.

Lo aducido porque la enunciada herramienta le


permite a los Estados materializar el deber de garantizar los
derechos humanos en el ámbito doméstico, a través de la
verificación de la conformidad de las normas y prácticas
nacionales, con la Convención Americana de Derechos
Humanos y su jurisprudencia, ejercicio que según la Corte
Interamericana se surte no sólo a petición de parte sino ex
officio8.

No sobra advertir que el régimen convencional en el


derecho local de los países que la han suscrito y aprobado,
no constituye un sistema opcional o de libre aplicación en
los ordenamientos patrios; sino que en estos casos cobra
vigencia plena y obligatoriedad con carácter impositivo para
todos los servidores estatales, debiendo realizar no
solamente un control legal y constitucional, sino también el
convencional; con mayor razón cuando forma parte del
bloque de constitucionalidad sin quedar al arbitrio de las
autoridades su gobierno.

8
Corte IDH. Caso Gudiél Álvarez y otros (“Diario Militar”) contra Guatemala. Sentencia de
noviembre 20 de 2012. Serie C No. 253, párrafo 330

16
Radicación n.° 66001-22-13-000-2018-01133-01

11.2. El aludido control en estos asuntos procura,


además, contribuir judicial y pedagógicamente, tal cual se
le ha ordenado a los Estados denunciados –incluido
Colombia-9, a impartir una formación permanente de
Derechos Humanos y DIH en todos los niveles jerárquicos
de las Fuerzas Armadas, jueces y fiscales 10; así como
realizar cursos de capacitación a funcionarios de la rama
ejecutiva y judicial y campañas informativas públicas en
materia de protección de derechos y garantías 11.

Insistir en la aplicación del citado control y esbozar el


contenido de la Convención Interamericana de Derechos
Humanos en providencias como la presente, le permite no
sólo a las autoridades conocer e interiorizar las obligaciones
contraídas internacionalmente, en relación con el respeto a
los derechos humanos, sino a la ciudadanía informarse en
torno al máximo grado de salvaguarda de sus garantías.

Además, pretende contribuir en la formación de una


comunidad global, incluyente, respetuosa de los
instrumentos internacionales y de la protección de las
prerrogativas fundamentales en el marco del sistema
americano de derechos humanos.

9
Corte IDH, Caso Vélez Restrepo y familiares Vs. Colombia, Excepción preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 3 de septiembre de 2012. Serie C No. 248, párrs. 259 a
290, criterio reiterado Caso Masacre de Santo Domingo Vs. Colombia, Excepciones
preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 30 de noviembre de 2012. Serie C
No. 259, párrs. 295 a 323.
10
Corte IDH, Caso de la Masacre de Las Dos Erres Vs. Guatemala, Excepción Preliminar,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de noviembre de 2009. Serie C No. 211,
párrs. 229 a 274.
11
Corte IDH, Caso Furlan y familiares Vs. Argentina, Excepciones preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 31 de agosto de 2012. Serie C No. 246, párrs. 278 a
308.

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Radicación n.° 66001-22-13-000-2018-01133-01

12. Finalmente, aun cuando en esta tutela el tribunal


constitucional a quo sancionó al petente por temeridad en
razón a las anteriores salvaguardas incoadas por éste frente
a la misma acción popular, no hay lugar a mantener ese
correctivo, pues, en últimas, lo que siempre ha pretendido
el quejoso es la pronta resolución de ese proceso, alegato
justo si se tiene en cuenta la fecha de iniciación del mismo.

13. La petición concerniente con la acreditación por


parte de esta Sala, del “medio idóneo” utilizado para
comunicar “(…) de la existencia de [la actual] tutela a los
terceros interesados (…)” es improcedente por cuanto esa
información obra en este plenario, el cual puede ser
examinado directamente por el petente.

14. En punto a la solicitud de oficiar al Consejo


Seccional de la Judicatura de Risaralda, se pone de
presente al promotor que deberá peticionar la información
que requiere, directamente ante dicha entidad.

15. Por secretaría, expídanse las copias pedidas por el


accionante, a su costa, pues no demostró la ausencia de
recursos pecuniarios para asumir esa carga.

16. Por los argumentos anteriores, el fallo impugnado


será revocado.

2. DECISIÓN

18
Radicación n.° 66001-22-13-000-2018-01133-01

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, en Sala de Casación Civil, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley,

RESUELVE:

PRIMERO: REVOCAR la sentencia de fecha,


contenido y procedencia anotada, conforme a lo expuesto en
precedencia y CONCEDER el amparo deprecado por Javier
Elías Arias Idárraga.

En consecuencia, se ORDENA al Juzgado Quinto


Civil del Circuito de Pereira que en el término de cuarenta y
ocho (48) horas, contadas a partir de la notificación de esta
decisión, deje sin efecto el proveído de 30 de noviembre de
2018 y todas las actuaciones subsiguientes y decida,
nuevamente, sobre la aplicación del canon 121 del Código
General del Proceso, atendiendo a lo consignado en este
proveído. Por secretaría, remítasele copia de este
pronunciamiento.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE


Presidente de Sala

19
Radicación n.° 66001-22-13-000-2018-01133-01

MARGARITA CABELLO BLANCO

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

LUIS ALONSO RICO PUERTA

Con ausencia justificada

ARIEL SALAZAR RAMÍREZ

Con ausencia justificada

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

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