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Universidad Da Vinci de Guatemala

Campus Central Huehuetenango

Carrera: Licenciatura en Ciencias Jurídicas y Sociales

Curso: Ética y Deontología

Licda. Ingrid Patricia Tello Mérida

Tema:

Código Iberoamericano de Ética Judicial

Nombre: Brandon Rosemberg Ortíz Ramírez

Carne No: 201925307

Sección “A”

6 de abril de 2019
INTRODUCCIÓN

El trabajo tiene como finalidad captar la atención y despertar la reflexión en los juzgadores y

fortalecer su conciencia ética, así como destacar la importancia de los códigos de ética judicial y

la necesidad de replantear las cuestiones axiológicas, deontológicas y éticas en los jueces,

justificándose así la imperiosa necesidad para que los juzgadores se encuentren provistos de

directrices que fortalezcan su conciencia ética. En la actualidad, la ética judicial o ética de los

jueces, se ha convertido en uno de los puntos centrales de preocupación de los sistemas judiciales

de todos los países ante la postmodernidad que tiende a llevar al hombre a lo contingente y

efímero, por lo cual resulta razonable, que en este contexto se defienda, retome y vulnere la

importancia de la axiología y la ética como grandes temas en las cuestiones de impartición de

justicia.
CÓDIGO IBEROAMERCIANO DE ÉTICA JUDICIAL

Este Código es un conjunto sistemático de preceptos que configuran un programa de acción

acerca de cómo ejercer la función judicial con miras a servir de modo óptimo a las personas que

acuden a la justicia.

El Código ha tenido un efecto extraordinario en algunos países miembros de la Cumbre Judicial

Iberoamericana. Por una parte, ha sido adoptado como Código de aplicación directa a los países que lo

aprobaron

Además brinda sustento a los jueces y a los poderes judiciales de cada país para desarrollar un

accionar común capaz de suscitar confianza en el universo de sus actuales y potenciales

justiciables.

Uno de los proyectos que se ha llevado a cabo dentro del marco de la XIII Cumbre ha sido la

creación de la Comisión Iberoamericana de Ética Judicial (CIEJ), así como la elaboración de un

Código Modelo Iberoamericano de ética Judicial a partir del estudio de los diversos códigos de

ética existentes en el espacio iberoamericano, y concebido como un referente básico en sede de

deontología profesional para los jueces de los países miembros. La Comisión Iberoamericana de

Ética Judicial está integrada por nueve miembros y un secretario ejecutivo, elegidos por la

Cumbre Judicial reunida en Asamblea Plenaria.

La Cumbre Judicial Iberoamericana es ante todo una estructura de cooperación, concertación e

intercambio de experiencias, que se articula a través de las máximas instancias de los Poderes

Judiciales de la región Iberoamericana. Cuenta con sus normas de funcionamiento interno, así

como con una Secretaría Permanente, actualmente desempeñada por la Suprema Corte de

Justicia de la República Oriental del Uruguay. Su función es coordinar y prestar asistencia a la

Secretaría Pro-tempore, que recae en los países anfitriones de las sucesivas ediciones, encargados
de la organización de los eventos. Asimismo existe un Coordinador Nacional por país que

asegura el contacto permanente entre la Institución y las dos Secretarías: la Secretaría

Permanente y la Secretaría Pro-tempore.

La ética judicial incluye los deberes jurídicos que se refieren a las conductas más significativas

para la vida social, pero pretende que su cumplimiento responda a una aceptación de los mismos

por su valor intrínseco, esto es, basada en razones morales; además, completa esos deberes con

otros que pueden parecer menos perentorios, pero que contribuyen a definir la excelencia

judicial. La adopción de un Código de Ética implica un mensaje que los mismos Poderes

Judiciales envían a la sociedad reconociendo la inquietud que provoca esa débil legitimidad y el

empeño en asumir voluntariamente un compromiso fuerte por la excelencia en la prestación del

servicio de justicia.

La ética judicial debe proponerse y aplicarse desde una lógica ponderativa que busca un punto

razonable de equilibrio entre unos y otros valores: si se quiere, entre los valores del juez en

cuanto ciudadano y en cuanto titular de un poder, cuyo ejercicio repercute en los bienes e

intereses de individuos concretos y de la sociedad en general.

Para la formulación de un código de ética se necesita una fuente de clarificación de conducta la

cual supone una conducta y divisiones para dar a conocer que esta y no está permitido por la ley.

De ese modo, si un Código reclama capacitación, es necesario que se le brinde a sus destinatarios

los medios para acceder a la misma: si éstos no existieran, sería difícil exigir responsabilidad por

eventuales incumplimientos.

La profesión de abogado en sus diversas manifestaciones y facetas (prácticas y académicas)

debe ser la expresión de la función primigenia, original del jurista, que es la transición de la

potencia, la norma en acto (decisión judicial). Tradicionalmente la abogacía ha sido considerada


como una actividad en la cual el profesional se afana por proteger al máximo los intereses del

cliente, es más, la profesión de abogado se puede observar como una actividad que persigue y

justifica el egoísmo humano, puesto que el profesional en lo primero que piensa es en el interés

particular de su cliente (e incluso el propio).

El código de ética judicial además de establecer leyes y normas también consta de principios de

modo que exige una importante concentración y buen manejo a las prestaciones de justicia de

manera completa. El Código y la Comisión revelan  la existencia de un ámbito judicial

iberoamericano con valores judiciales compartidos que intenta estrechar los lazos efectivos

existentes y pretenden crear un marco de cooperación y confianza mutua entre los jueces

iberoamericanos.

Tal como se desprende de este dispositivo las obligaciones del juez se

encuentran íntimamente relacionadas con las virtudes que favorecen el

cumplimiento de su función y finalidad responsable. Las virtudes adecuadas para

el desempeño de la profesión judicial podrían dar lugar a una lista innumerable.

Funciones de una Comisión Iberoamericana de Ética Judicial

 Asesorar a los diferentes Poderes Judiciales cuando estos lo requieran

 Crear un espacio de discusión, difusión y desarrollo de la ética judicial en el ámbito

iberoamericano.

El Código iberoamericano contiene principios básicos. La mayoría de los principios están

esbozados en forma general, lo que sin duda abre un espacio para la discusión sobre el alcance

preciso que cada uno de estos principios debe tener en la inmediata realidad en la que los jueces

se desempeñan o interactúan.
La Comisión Iberoamericana de Ética Judicial, organismo de nuevo cuño que tiene como función

esencial servir de ente asesor de los poderes judiciales iberoamericanos en materia de ética

judicial. Los dictámenes de la Comisión, si bien carecen de carácter vinculante en el interior de

cada país, aspiran a ser referentes ilustrativos que contribuyan a guiar el juicio de aquellos a

quienes se ha delegado la difícil tarea de juzgar la conducta de los jueces.

La complejidad del tema hace necesario, en consecuencia, acotar muchísimo el objeto del trabajo

que será básicamente el de contextualizar el auge de los códigos éticos, ofrecer un punto de vista

acerca de las relaciones entre los códigos éticos profesionales y el Derecho

Los códigos éticos o deontológicos suelen entenderse como estándares de comportamiento que

suscitan consenso entre un colectivo profesional acerca de cómo debe ejercerse tal profesión

Las normas éticas o deontológicas son las propias de colectivos que donde la dimensión

profesional es la que los define (las tradicionalmente denominadas profesiones liberales, como

médicos y abogados, aunque a día de hoy tales colectivos son innumerables: periodistas,

farmacéuticos, ingenieros, deportistas, consejeros de administración de empresas). Últimamente

las normas éticas también se dirigen a profesionales cuya función es centralmente institucional

(fiscales, administración, políticos y desde luego, los jueces).

La imparcialidad se define como la “falta de designio anticipado o de prevención a favor o en

contra de personas o cosas, de que resulta poderse juzgar o proceder con rectitud”.1 La

imparcialidad debe ser sin discusión una virtud propia de los jueces.

La objetividad en el juzgador: El primer problema que se plantea es el de la objetividad en el

juzgador, el cual se encuentra íntimamente ligado con la idea de seguridad jurídica, que consiste

en la expectativa razonada fundada sobre cuál ha de ser la actuación del juzgador en la aplicación

del Derecho; facetas esenciales de la seguridad jurídica son, pues, la previsibilidad, la


imparcialidad del juzgador y la certeza del derecho tanto en su formulación como en su

aplicación.

El código Iberoamericano de ética judicial alude a la independencia, a la imparcialidad y al

deber de motivación en cualquier sistema jurídico que configuran o definen características para

cumplir correctamente su función constitucional.

La ética, por su parte, es la reflexión filosófica sobre la moral. Si la moral es el conjunto de

creencias, preceptos, nociones y principios que guían la acción de un grupo en una situación

dada, la ética es el proceso racional que estudia y pone a prueba esa moral o ese hecho

EL código de éticas tiene además otras finalidades, más pragmáticas, pero consustanciales a esos

dos ámbitos: aclaran conductas esperadas socialmente, disuaden voluntades proclives a actuar de

forma impropia y definen los valores que dirigen a quienes integran la profesión, entre otras. Sin

embargo, la ética no aspira a que las normas de conducta profesional sean exigidas por un órgano

ajeno al profesional regulado, también ofrece una cierta garantía jurídica al incorporar una serie

de criterios éticos que señalan cuáles son las conductas correctas y las incorrectas y cuándo un

funcionario judicial ha dejado de observar dichas conductas o inobservado algún principio. En

definitiva, el código sirve como una orientación útil para identificar qué conductas son las

correctas y cuáles no.

Aspectos

 Constituye un espacio complejo de convergencia de distintas vertientes jurídicas y

morales.

 Coincide parcialmente y complementa la deontología de las profesiones jurídicas y de la

función jurisdiccional.

 Participa de los principios morales que establecen


 Confirma y enriquecer a la deontología jurídica de los jueces.

 Está dirigida a un segmento de las profesiones jurídicas y no a cualquier persona.

 Como lo establece el Código Iberoamericano de Ética Judicial, el juez debe asumir

obligaciones específicas en su calidad de juzgador, que no corresponden al conjunto de

las personas, es decir, el juez debe ser consciente de que el ejercicio de la función

jurisdiccional supone exigencias que no rigen para el resto de los ciudadanos.


Conclusión

El código iberoamericano contiene puntos importantes los cuales se deben de tomar en cuenta en

el ámbito de la abogacía, ya que por medio de ella podemos adquirir un mejor nivel ético y

profesional, debemos de ser conscientes de lo que hacemos para poder ser alguien de bien y

aplicar con justicia y transparencia aquel delito o problema que se presente.

La justicia es el fin último del derecho, pero en su esencia, ha sido y será el sustento de toda

evolución jurídica, y para alcanzarla se requiere que los jueces cuenten con virtudes, además de

una probada vocación y pasión de jurista. Hemos hablado de virtudes éticas específicas para la

profesión judicial, en cuanto a sentimientos o disposiciones éticas, a sentimientos o disposiciones

axiológicas y éticas que alumbren el proceder de un juez; poniendo muy en alto las virtudes

como actitud íntima humana que conduce a la plenitud de la función ética la virtud como fuerza

para actuar que realiza la excelencia, que hace ser de hecho lo que se es potencialmente, llevando

al hombre a su plenitud.
Bibliografía

Código Iberoamericano de Ética Judicial.(2014). Santiago, Chile

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