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Institución Agropecuaria Técnica y Comercial de San Pablo-- Bolívar IETAC – Res N°0369 –Sep.

28-2006
Guía N° 6. Ciencias sociales 11° A, B, C.
Las guías pedagógicas tienen como propósito proporcionar a los estudiantes materiales pertinentes con las temáticas proyectadas desde el inicio del año lectivo 2020,
se trata de que continúes con el proceso de formación en casa con la ayuda y orientación de las personas que te rodean y la asesoría que es posible hacer con el
uso de los medios informáticos que estén a nuestro alcance.
Docente: Ruber A. Antequera Royero--.Correo: ruberantequera@ gmail.com.- Cel 312-7668384

LA MUJER TRABADORA EN LOS SIGLOS XIX, XX Y PERSPECTIVA HACIA EL SIGLO XXI

CONCEPTOS PREVIOS
1. En alguna oportunidad habrás oído hablar sobre la liberación femenina. ¿Cuál es tu idea acerca de ella?
2. En tu concepto, ¿qué cambios se produjeron en el comportamiento de las mujeres a raíz de la liberación femenina? ¿Cuál es tu opinión al respecto?
3.. Elabora un dibujo o caricatura acerca de la liberación femenina.

La mujer trabajadora durante este siglo alcanzó gran importancia, si bien ya la tenía desde el inicio del capitalismo industr ial, cuando trabajaba como
hilandera, orfebre, cervecera, pulidora de metales, productora de botones, criada en la ciudad y en el campo.
La mujer trabajadora fue un producto de la revolución industrial y se presentó como un problema al plantearse interrogantes como: ¿Debe una mujer
trabajar por una remuneración? ¿Cómo influía el trabajo asalariado en el cuerpo de la mujer y en su capacidad para cumplir sus funciones maternales y
familiares? ¿Qué clase de trabajo era el adecuado para una mujer? En 1860, el legislador francés Jules Simón llegó a afirmar que "una mujer que se
convierte en trabajadora ya no es una mujer" . Incluso se plantearon debates sobre la compatibilidad entre la maternidad, el trabajo asalariado, la
femenidad y la productividad.

El problema para la época se localizaba en la sustitución de la producción doméstica por la producción fabril que tuvo lugar durante el proceso de
industrialización. Sólo se admitía el trabajo femenino en la industria por períodos cortos o en aquellas situaciones en las que el marido no podía
mantener el hogar.

En el siglo XIX el sexo se postuló como la única razón para diferenciar entre hombres y mujeres en el mercado laboral.

El reflejo de la prioridad de la misión maternal en la mujer se vio reflejada en la baja remuneración de su trabajo y la poca cualificación que se le
brindaba para el mismo. La separación de hogar y trabajo es la mayor contribución de la mujer al proceso de desarrollo industrial. El obrero cualificado
masculino era trabajador ejemplar y se dejaban de lado las diferencias de formación, la estabilidad en el empleo y el ejercicio profesional entre los
trabajadores varones.

El sexo se postuló como la única razón para diferenciar entre hombres y mujeres en el mercado laboral. La historia de la separación del hogar y el
trabajo hizo énfasis en las diferencias funcionales y biológicas de los hombres y mujeres que final-mente se legitimarían e institucionalizarían como base
de la organización social. Esta diferenciación planteó la ideología de las "esferas separadas", con la cual se aceptó la división sexual del trabajo como
una división natural. La división de tareas constituía el modo más eficiente, racional y productivo de organizar el trabajo, los negocios y la vida social; la
línea divisoria entre lo útil y lo natural se borró cuando se comenzó a plantear la cuestión del género.

La historia más corriente del trabajo femenino descansó sobre el modelo de transferencia de la producción de la granja a la fábrica, de la industria
domiciliaria a la a manufacturera, de las actividades artesanales y comerciales a pequeña escala a las empresas capitalistas a gran escala. En el
período previo a la industrialización las mujeres trabajaban regularmente fuera de su casa. Se empleaban como niñeras, lavanderas, trabajadoras en
talleres de alfarería de seda, de encaje, de confección de ropa y paño tejido. Si tenían problemas para el cuidado de sus hijos recurrían a las nodrizas.
En la mayoría de países occidentales en vía de industrialización, el servicio doméstico superaba al textil. En Inglaterra, el 40 % de las mujeres
trabajadoras eran criadas y sólo el 22% correspondía a obreras textiles (1851); en Francia , el 22% de las mujeres trabajaba en el servicio doméstico y
el 10% en la industria textil (1866). La economía política fundamentó el discurso de la división sexual del trabajo en la ide a de que los salarios de los
varones debían ser suficientes no sólo para su propio sostenimiento sino para el de una familia, pues de no ser así " la raza de tales trabajado -res no
se prolongaría más allá de la primera generación", según palabras de Adam Smith. Por el contrario, los salarios de una esposa " habida cuenta de la
atención que necesariamente debía dedicar a los hijos, se suponía que no debían superar lo suficiente como para su pro-pio sustento". Otros
economistas políticos seguían sosteniendo que las mujeres, sin importar su estado civil, dependían por naturaleza de los hombres. Las mujeres solas o
aquellas que eran el único sostén de la familia serían irremediablemente pobres. Los salarios de los varones eran primordiale s y los de las mujeres
suplementarios. El salario del trabajador tenía un doble sentido: compensaba la prestación de su fuerza de trabajo y le otorgaba el estatus de creador
de valor en la familia, con él subsistía el grupo familiar de ahí que la mujer no producía valor económico de interés.

Para Eugene Buret "la mujer desde el punto de vista industrial es un trabador imperfecto" (1840). Sidney Webb en la última década del siglo XIX en sus
estudios sobre los salarios masculinos y femeninos afirmó: " Las mujeres ganan menos que los hombres no sólo porque producen menos , sino también
porque lo que ellas producen tiene un valor inferior en el mercado".

Aun cuando la mecanización mejoró su productividad, los salarios de las mujeres permanecieron en los mismos niveles. La economía política también
propuso dos leyes diferentes sobre salarios y dos sistemas distintos para calcular el precio de la fuerza de trabajo. Los economistas distinguieron la
fuerza de trabajo según el sexo y lo explicaron en términos de división sexual funcional del trabajo. Además recurrieron a dos conjuntos de leyes
naturales (las del mercado y las de la biología) para explicar las diferentes situaciones de los varones y las mujeres y legi timar las prácticas
predominantes. Había feministas de ambos sexos que exigían que las mujeres tuvieran acceso a todos los empleos y se les pagaran salarios iguales a
los de los varones. No obstante, a finales del siglo XIX en Inglaterra, Francia y Estados Unidos se pedía que se pusiera en práctica el ideal del "salario
familiar", lo cual aceptaba como inevitable la mayor productividad e independencia de los varones, así como la menor productividad y la necesaria
dependencia de las mujeres respeto a los hombres. Se asociaba, entonces, mujeres con la idea de mano de obra barata, por lo que muchos
empleadores enganchaban en sus fábricas a mujeres e incluso niñas con la idea de ahorrar dinero.

Los sindicatos
En su mayor parte los sindicatos masculinos trataban de proteger sus empleos y sus salarios manteniendo a las mujeres al margen de sus
organizaciones y del mercado de trabajo. Aceptaban la inferioridad de los salarios femeninos y trataron a las mujeres trabajadoras más como una
amenaza que como potenciales aliadas. Justificaban sus intentos de excluir a las mujeres de sus sindicatos con el argumento de que su estructura
física determinaba su destino social como madres y amas de casa y no como trabajadoras productivas ni buenas sindicalistas. Con esto se reforzaba la
división sexual "natural" del trabajo. En el congreso de trabajadores de Marsella del. año 1879 se afirmó: "Creemos que el lugar actual de la mujer no es
en el taller ni en la fábrica, sino en la casa, en el seno de la familia ". En el congreso de Gotha en 1875, el partido socialdemócrata alemán afirmó: "
2. El trabajo femenino es nocivo para la salud y la moralidad por lo tanto debe prohibirse". Los portavoces sindicales invocaron estudios médicos y
científicos para sostener que las mujeres no eran físicamente capaces de realizar "el trabajo de los hombres" y que había peligros para la moralidad de
las mismas. Las mujeres podían llegar a ser "socialmente asexuadas si realizaban trabajos de hombres y podrían castrar a sus maridos si pasaban
demasiado tiempo ganando dinero fuera de casa"
Sin embargo, hubo sindicatos que aceptaron alguna mujeres como afiliadas y sindicatos formados por las propias trabajado-ras de la industria textil, del
tabaco y del calzado, por ejemplo la liga sindical británica de mujeres, creada en 1889, que fundó en 1906 la Federación Nacional de Mujeres
Trabajadoras. En los sindicatos mixtos a las mujeres se les asignaba siempre un papel subordinado. En ocasiones se les exigían autorizaciones escritas
de los maridos o padres para intervenir en las reuniones.

Pese a los grandes esfuerzos en las huelgas y a los convincentes compromisos con la organización sindical, las mujeres trabajadoras no consiguieron
cambiar la creencia de que no eran plenamente trabajadoras ya que no eran hombres con un compromiso de por vida con el trabajo asalariado.

Dentro del sindicalismo surgieron contradicciones ya que mientras se reclamaba la igualdad para todos los trabajado-res bajo el principio de "igual paga
para igual trabajo" se excluía a las mujeres. En Inglaterra, Francia y Estados Unidos se admitían mujeres en los sindicatos siempre y cuando ganaran
los mismos salarios que sus compañeros masculinos en la misma categoría. Como esto no era posible muchas quedaron por fuera del ejercicio
sindical. Así quedó institucionalizada la concepción de la división sexual del trabajo que contraponía la producción y la reproducción, los hombres y las
mujeres. La vulnerabilidad de las mujeres se describía de muchas maneras, se decía que su cuerpo era más débil que el de los hombres y no debía
trabajar tantas horas; el trabajo pervertía los órganos reproductores y afectaba la capacidad de las mujeres para procrear y criar hijos e hijas saludables;
el empleo las distraía de los quehaceres domésticos; los empleos nocturnos las exponían al peligro sexual en el taller, así como en el camino hacia y
desde el lugar de trabajo; trabajar junto con hombres o bajo supervisión masculina entrañaba la posibilidad de corrupción moral.

Las feministas sostenían que las mujeres no necesitaban protección ajena sino acción colectiva realizada por ellas mismas.

La legislación tendiente a proteger a la mujer, los niños y niñas trabajadores era muy limitada se redujo la jornada de trabajo, se prohibió el trabajo
nocturno para las mujeres, pero sólo se aplicó a las industrias fabriles y a aquellas actividades en las que había predominio masculino. Quedaban
excluidas la agricultura, el servicio doméstico, los talleres domésticos y las tiendas familiares.

El feminismo
Las luchas de las mujeres por obtener la igualdad social, económica y política frente a los hombres, indudablemente se pierden en la historia,
oscurecidas por la tradición de la abundante literatura histórica masculina. No obstante, el origen del moderno movimiento feminista usual-mente se
sitúa desde finales del siglo XVIII, cuando se llevó a cabo la conformación de clubes políticos de mujeres en París en los comienzos de la Revolución
francesa, hasta la incipiente campaña por el voto femenino, asociada especialmente con la publicación de Reivindicación de los derechos de la escritora
inglesa Mary Wollstonecraf, en 1792.
La lucha de la mujer por obtener la igualdad social, económica y política frente al hombre, se pierde en la historia.

En el siglo XIX las feministas estuvieron mayormente ocupadas en obtener para las mujeres el derecho a votar, a la pro-piedad en el matrimonio y a ser
educa-das. El feminismo contemporáneo en Occidente ha convertido el patriarcado en el blanco de sus ataques y ha planteado el problema de la
discriminación sexual en una amplia gama de campos más allá del político y el económico. Algunos de los objetivos del movimiento feminista
(alcanzados en diferentes grados en distintas partes del mundo) han sido, el reconocimiento legal del aborto (en algunos países), igual remuneración
que el hombre por igual trabajo realizado, igualdad en la separación de bienes en el divorcio; desmantelamiento de los privilegios masculinos que van
en detrimento de los derechos femeninos y en el curso de ese proceso, la liberación masculina de sus ideas inhibidoras.

Escenarios del feminismo

En el siglo XIX un grupo minoritario de mujeres crearon una identidad pública denominada feminismo y difundieron sus ideas en sus escritos y
demostrando su talento organizativo. Entraron en escena tomando la bandera de la declaración de los derechos del hombre y la defensa de la causa
femenina.

Surgimiento de los movimientos feministas


La ideología de la Ilustración da las bases intelectuales a la causa feminista: ideas de la razón y el progreso, el derecho natural, la in fluencia positiva de
la educación y el postulado de los derechos iguales la igualdad de derechos. En 1791, Olympe de Gouges reivindica para las mujeres la declaración de
los derechos del hombre; en 1792, Mary Wollstonecraft funda A Vindication of the Rights of Women basada en las ideas de la Ilustración y la
Revolución francesa. El movimiento feminista también se vio favorecido por la ideas sociales del protestantismo.

Corriente igualitaria y corriente dualista .


Las posiciones teóricas del siglo XIX se basaron en las corrientes igualitaria y dualista frente a lo femenino. La corriente igualitaria entiende que el motor
central del cambio es el legislador: el Estado, que regula los conflictos de intereses. Son expresiones de esta corriente el reconocimiento de la
ciudadanía de la mujer y las campañas en favor de la igualdad política de la mujer.
La corriente dualista colocó en el centro de su argumentación la facultad maternal de la mujer, cualidad definida desde el punto de vista físico, síquico y
social; dan-do mucha importancia al aporte cultural de la mujer. Esta posición tomó fuerza y fue ganando terreno.

Evolución de las ideas feministas


Los intentos franceses por organizar a las mujeres en clubes patrióticos, se vieron frenados por el reinado de Napoleón. Su código Civil de 1804
reafirmaba la idea de que la mujer era propiedad del hombre y que la concepción y educación de los hijos y las hijas constituía su tarea principal. En
razón a ello, la ola feminista pasa de ser un movimiento intelectual a ser un movimiento socialista, ya que los socialistas utópicos favorecían la igualdad
de los sexos e inclusive creían en la superioridad moral de las mujeres.
En muchos otros países europeos, las primeras feministas se afirmaron en relación con el movimiento democrático y nacional. En Francia se conoció a
finales del siglo XVIII la participación de las mujeres en la revolución y en la fundación de clubes políticos; en Alemania las mujeres tuvieron cierta
experiencia, aunque en menor medida, con la revolución de 1848. En Polonia, por su parte, se formó un círculo de entusiastas en torno a Narcyza
Zmichowska; animadas por el ansia de la libertad y la igualdad se comprometieron a favor de una mejor instrucción del pueblo.

En Italia, las mujeres ilustres canalizaron su influencia política en los salones, a los que asistían los patriotas; el salón más conocido era el de Clara
Maffei en Milán. También en Checoslovaquia,( Republica Checa y Eslovaquia) a partir de 1860, los salones de mujeres burguesas se convierten en el
centro de la Praga patriótica, sobre todo el salón de la escritora Karolina Svetla.
3. La prensa feminista
Simultáneamente con las asociaciones nacieron los periódicos feministas. Entre los más importantes figuraba el Englishwoman's Journal
creado en 1859. Emily Davies, una de sus redactoras, utilizó el periódico para pedir el mejoramiento de la educación de las hijas. También
se destacó La Fronde, que apareció como diario entre 1897 y 1903, y como publicación mensual entre 1903 y 1905. Fue un verdadero
foco de la cultura feminista francesa. Durante el mismo período, Clara Zetkin imprimió su sello personal a un periódico destinado a la
formación política feminista de obreras. A partir de la Ar-beiterin, editada en Hamburgo en 1891, desarrolló el órgano del movimiento de
las mujeres socialistas alemanas e internacionales: La Gleichheit, cuyo éxito en constante aumento obedeció a la colaboración de las
líderes de las mujeres socialistas, Angélica Balabanoff, Matilde Wibaut, Hilja Parssinen, Laura Lafargue, Louise Zietz y otras.
Dichos periódicos trataban temas de economía, política y educación, así como sobre el problema del trabajo femenino. Las colaboradoras
y columnistas firmaban con un nombre de pila para permanecer en el anonimato y para rechazar los apellidos impuestos por el
matrimonio.
A medida que las asociaciones feministas se multiplicaron se desarrolló una prensa autónoma y variada. Muchas feministas soñaban con
ser periodistas; algunas lo consiguieron como Margaret Fuller, quien en 1845 fue admitida por un periódico para encargarse de la crítica
literaria. Sin embargo, y como consecuencia de la amplia proliferación de periódicos feministas, se desata una ola de leyes represivas
apuntando a las asociaciones políticas.
En la prensa y en las asociaciones feministas se hablaba de emancipación, liberación e igualdad de derechos en cuanto a los valores
democráticos. La crítica feminista apuntaba a la dependencia conyugal, el derecho de decisión del marido en asuntos relativos a la vida
marital, el derecho de administración y goce de pro-piedades de la esposa, la patria potestad exclusiva del padre, la injusticia de que es
objeto la madre soltera y su hijo, el derecho de asistir a escuelas superiores, el derecho al sufragio, el derecho al mismo salario por el
mismo trabajo.
El derecho al sufragio se convirtió en el eje más importante de la lucha feminista durante el cambio de siglo. Para las radicales se trataba
de un principio de igualdad de la vida privada y la pública.
Para las moderadas, él sufragio era una meta lejana a la que se llegaría realizando trabajos de utilidad pública.

El feminismo entre los años 1970 y 1980


Las condiciones de las mujeres en el mundo occidental han cambiado significativamente, desde el incremento de su participación en la fuerza de trabajo has-ta la
creciente incidencia del divorcio y del ejercicio unilateral de la patria potestad. Antes de que estos cambios llamaran la atención, el feminismo ya había alcanza-do
notoriedad pública y se había convertido en el emblema de la afirmación de la mujeres.

Señales de resurgimiento
Mirando hacia atrás en el año 1968, unas mujeres norteamericanas representan el "entierro de la feminidad tradicional" con un desfile de antorchas en
el cementerio nacional de Arlington, otorgan la corona de miss América a una oveja viva, o arrojan sostenes, fajas, y pestañas postizas a un "basurero
de libertad" ; dos años más tarde, las mujeres francesas depositan en el arco del Triunfo de París una corona de flores en honor de la "esposa
desconocida del soldado desconocido" y, junto a ella, la siguiente observación demográfica, aparentemente inocente, pero sarcásticamente didáctica:
"De cada dos hombres, uno es una mujer".

Los comentaristas de las últimas décadas centrarían su interés en las acciones políticas, en las manifestaciones masivas que llevaron a la campaña por
la liberalización del aborto en Italia, o en las leyes reformistas relacionadas con los problemas de las mujeres. La influencia política feminista ha
abarcado organizaciones internacionales como la ONU. Ésta celebró la década de la mujer (1975-1985) con conferencias en México, Copenhague y
Nairobi, las cuales mostraron la amplitud de las movilizaciones feministas y su importancia a nivel mundial.

A mediados de la década de los años 80, un aire de acercamiento envolvió a los movimientos feministas. La generación más joven manifiesta una
profunda indiferencia ante la lucha de sus antecesoras y las aspiraciones de sus mayores. El término posfeminismo vino a designar la nueva ola que
paradójicamente afirmaba la primacía política del feminismo, además de señalar la superación de una lucha especialmente femenina.

La educación y la formación
En la mayoría de los países europeos la reivindicación pedagógica fue más importante y precedió otras exigencias feministas. En la primera mitad del
siglo XIX se enfocó la educación en relación con la función social de la mujer; en la segunda mitad del siglo, la educación superior de las jóvenes, el
acceso a la universidad y la formación fueron puntos de discordia. Como el deseo de las mujeres no era que el Estado les solucionara sus demandas,
ellas mismas fundaron instituciones privadas por iniciativa propia. A comienzos del siglo XX, inspiradas en el modelo norteamericano muchas feministas
europeas se pro-clamaron defensoras de la coeducación y de la educación sexual. La misma sociedad excluyó a la mujer de la condición política y
económica y le dejó sólo el dominio sobre el campo de la educación. Es así como la educación se convierte en el primer trabajo profesional de las
mujeres. La maestra soltera logra vivir con independencia económica y se convierte el ideal del feminismo.

PARA REFLEXIONAR

1. Diferencia . División social del trabajo , de división sexual del trabajo ¿Cuál es tu opinión acerca de la división sexual del trabajo?
¿Tiene sentido y coherencia esta última división? Si No . Justificar
2. ¿Cómo justificaban los economistas políticos de la época modernista las diferencias salariales entre hombres mujeres?
3. ¿Cuál es el valor de la educación y la formación para las jóvenes actualmente? ¿Cuál fue su importancia durante el siglo XIX y XX?
4. ". En el congreso de Gotha en 1875, el partido socialdemócrata alemán afirmó: " El trabajo femenino es nocivo para la salud y la moralidad por
lo tanto debe prohibirse. Apruebas o repruebas esta posición? Expresa al menos cinco justificaciones al respecto
5. ¿Qué impedimentos tenían las mujeres trabajadoras para hacer parte de los sindicatos?
6. Qué relaciones es posible establecer entre la Ilustración, y la Revolución francesa y los derechos de igualdad para las mujeres?
7. Cuál es la importancia de la participación democrática de las mujeres en la sociedad de nuestro tiempo ?
8. Elabora un escrito acerca de la siguiente afirmación: "Una mujer que se convierte en trabajadora ya no es una mujer". JULES SIMON (1860).
Exponer tu opinión personal.
9. Es nuestra sociedad , una sociedad machista? Si No Justificar . ¿Cuáles han sido las consecuencias de las práctica machistas
dentro de la sociedad colombiana?

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