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Por ejemplo, un paciente que tiene dolor cervical medio y lumbar cuando está sentado en

su trabajo durante más de 4 horas seguidas.

A través del Control Postural trabajaremos un estiramiento en descarga y otro en carga,


poniendo en tensión aquellas cadenas que presenten mayor rigidez, de manera que
pongamos en tensión toda la musculatura implicada en su proceso de disconfort y, al final,
estiraremos analíticamente la musculatura que no ha sido trabajada directamente, como
por ejemplo, glúteo medio y dorsal ancho.

Con el control postural obtendremos importantes beneficios como el conocimiento del


esquema corporal y sus retracciones, mejora control postural, disminución de la rigidez
(acortamiento) del raquis y de los tejidos (menos dolor), mejora de la capacidad
respiratoria, aumento de la oxigenación de los tejidos y una importante disminución de la
ansiedad y estrés.

Todo esto hace que seamos capaces de crear dos tipos de estrategias para que nuestro
cuerpo actúe cuando hay un desequilibrio y que forman parte del control postural. Las
estrategias son:

Reactivas: son movimientos automáticos que se producen tras un desequilibrio


inesperado. Es lo que ocurre cuando vamos en un autobús que frena en seco
inesperadamente, ya que notamos como nuestros antepiés se levantan o nuestras caderas
se flexionan para hacer frente al desequilibrio.

Proactivas o anticipatorias: son las que preparan el cuerpo ante una perturbación
esperada a partir de un movimiento voluntario, antes o durante el mismo. En el mismo
ejemplo del autobús, cuando vemos que se acerca a una parada, nos preparamos para
que frene por lo que nuestros músculos son capaces de organizarse y activarse para hacer
la fuerza necesaria para vencer el desequilibrio.

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