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El acceso masificado a las tecnologías de información y comunicación-TIC ha causado

transformaciones culturales, políticas, sociales, económicas y tecnológicas que tienen su


efecto en el ámbito educativo generando un cambio en la forma en que nos veníamos
educando. El cambio de paradigma en el siglo XXI ha llevado a reconsiderar todas las
teorías de la educación, que hasta hace poco eran regla de oro, y a adaptarlas a los nuevos
ambientes de aprendizaje. Las aulas tradicionales han tenido que incursionar en la era de la
tecnología y los profesores se han visto obligados a innovar y a modernizar sus
metodologías de enseñanza. Los roles de estudiantes y profesores también se han visto
transformados y el marco conceptual de la pedagogía ya no podría concebirse sin las TIC.
Emerge el e-learning, como modalidad de educación a distancia y definido por Nichols
(2008) como: “Aprendizaje electrónico es pedagogía empoderada por la tecnología
digital”, con él, el diseño de los cursos virtuales, el cuál es susceptible de adquirir un
enfoque determinado según la teoría de aprendizaje que ejerza mayor influencia en su
aplicación, aunque el diseñador es quien decide lo que es importante aprender” (Mergel,
1998).

Ahora, más que nunca, se opta por una educación incluyente, significativa, pero sobre
todo con un componente social fuerte donde el otro ya tiene mucho para aportar. Las
actividades preferidas en la educación virtual tienen que ver con el trabajo colaborativo y
los debates en torno a casos y escenarios que estimulen el pensamiento crítico y la
creatividad. Para justificar la organización del desarrollo y pensamiento humano, Vygotsky
le dio gran importancia a las herramientas creadas culturalmente, o instrumentos
psicológicos, los cuales a través de sistemas de signos, particularmente el lenguaje, ayudan
al sujeto a reorganizar su actividad interna y a producir efectos en su entorno social. El
socio-constructivismo de Vygotsky ve en los artefactos, técnicas y tecnologías
prolongaciones del individuo a través de las cuales está en capacidad de intervenir en la
cultura. Los instrumentos, “orientados hacia el hombre mismo se utilizan para controlar,
dominar y desarrollar las capacidades del individuo” (Ivic, 1997).
El verdadero constructivismo social no emerge de territorio distinto al de las
interacciones que adelantan los participantes en el proceso formativo. Derek Edwards y
Neil Mercer desarrollan la teoría del conocimiento común para el desarrollo de la
comprensión en el aula, presentando la educación, como la creación de conocimiento
común (Edwards, 1987), o entendimiento compartido entre el profesor y los alumnos.
Mercer (2008), por ejemplo, es un gran defensor de la conversación guiada, razonada e
equitativa en el aula. La discusión de temas y el debate, bien orientados por el profesor, les
permite desarrollar el conocimiento y el pensamiento de manera colectiva, además provee
oportunidades de reflexión acerca del propio proceso de aprendizaje. Todo este proceso se
da de forma natural debido al estrecho vínculo que existe entre el uso del idioma y el
desarrollo del pensamiento.
Por otra parte, y siempre ajustándose a los principios del constructivismo social, Berger
y Luckmann postulan que la realidad social es una construcción humana. (Luckmann,
1966). Esta construcción es ordenada y ya está dispuesta desde antes del nacimiento. A
partir de ahí, el individuo experimenta la vida cotidiana en función de su grado de
proximidad con lo que lo rodea. Así lo que está más alejado, tiene menos interés que lo que
se encuentra temporal y físicamente más cercano. Por esta razón, la experiencia más
importante de la vida cotidiana es cuando se interactúa con otros, pues ellos se encuentran
ubicados en el mismo presente vívido que comparten. Durante esta interacción se da un
intercambio continuo de subjetividades a los que tienen acceso los interlocutores, quienes a
través de signos, intentarán objetivar la realidad. Ahora bien, el conocimiento de la vida
cotidiana está determinada por estructuras de relevancia, es decir que cada individuo posee
unos conocimientos en concordancia con sus propios intereses. Estas estructuras se
entrecruzan en diferentes puntos y permiten la construcción social del conocimiento. Por
ejemplo, un abogado no consultará a un economista sobre un malestar físico, ni un médico
aconsejará a un politólogo sobre el mejor momento para invertir en la bolsa.
La sociedad está construida por los hombres y el hombre es un producto social. La
realidad es una cualidad propia de los fenómenos que reconocemos como independientes
de nuestra propia volición y no podemos hacerlos desaparecer (Henríquez, 2010)

Sustento Pedagógico

El constructivismo social afirma que el conocimiento es hecho un social, es decir, que para
darse es necesaria una interacción dinámica entre los agentes involucrados en el proceso de
aprendizaje. Para propiciar la enseñanza y el aprendizaje deben existir canales de
comunicación que permitan la resolución de problemas por medio del esfuerzo grupal.
Estos canales o recursos evitan la alienación y facilitan el trabajo colaborativo en la
modalidad de educación a distancia. Éstos pueden darse de manera sincrónica o
asincrónica, incluso los dos de manera simultánea.

Lev Vygotsky destaca la importancia de la socialización para el desarrollo cognitivo. Con


su teoría de la zona de desarrollo próximo, se potencia el trabajo colaborativo y el apoyo
mutuo en la resolución de un problema. No solo esto sino que, conforme avanza la
tecnología y los nuevos modelos de enseñanza-aprendizaje, las relaciones y los procesos de
cooperación se vuelven más complejos por lo que deben emerger constantemente nuevos
espacios mediados por herramientas digitales.

Derek Edwards y Neil Mercer con su análisis del discurso buscan que las interacciones
sean efectivas y libres de malentendidos. La comunicación sincrónica permite menos
inconvenientes ya que se puede clarificar y ampliar las ideas en el mismo momento de la
interacción. Por otra parte, la comunicación asincrónica, además de ser la forma de
interacción predominante en la modalidad virtual, necesita de claras reglas y atención
especial para evitar interpretaciones erróneas de los aportes y opiniones de otros
participantes.
 
Finalmente, sabiendo que el aprendizaje se da en la dimensión de la realidad compartida,
los entornos virtuales deben simular lo más fielmente posible las interacciones cara a cara
de los participantes, pues fuera de esta interacción con los demás no puede haber realidad
objetiva. Peter Berger y Thomas Luckmann, hacen especial énfasis en las experiencias
comunes. La comunicación sincrónica y asincrónica solo tienen sentido entonces si los
participantes tienen la misma percepción de los objetivos que se persiguen en las
interacciones y logran transmitir aportes conforme a las expectativas de sus compañeros,
del docente y del curso mismo. Combinar los dos tipos de interacciones sería el escenario
ideal para la construcción del conocimiento colaborativamente.
 

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