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BASILEA III E IMPLICACIONES EN

EL SISTEMA FINANCIERO
PERUANO

2020
LIMA - PERÚ

Los escenarios de crisis financiera y económica han permitido plantear nuevos retos
para la política monetaria globalmente. La cooperación entre los bancos centrales
sigue siendo clave para una comprensión común de los problemas y la convergencia
de soluciones.
Forjar un consenso de naturaleza como la de Basilea permite resolver los retos a los
que se enfrentan, el cual debería incorporar tres elementos claves: más simetría en la
articulación de la política monetaria a lo largo del ciclo financiero, más internalización
de las repercusiones de la política monetaria mundial, y protección de la credibilidad e
independencia operativa de los bancos centrales.
Es fundamental para hacer más probable y duradera la estabilidad financiera y de
precios a escala mundial. El logro de estos objetivos dependerá de la continuada
capacidad de los bancos centrales para atraer y conservar talento, así como para
aprender y adaptarse continuamente a la evolución del entorno. Los esfuerzos de
cooperación por parte de los bancos centrales en la formación y la investigación, tanto
a nivel mundial y mediante mecanismos regionales, será clave para el éxito de dicha
tarea.

El comité de Basilea de Supervisión Bancaria funciona dentro del marco del Banco de
Pagos Internacionales. Se estableció en 1974 por los gobernadores de los países
miembros de G-10, a raíz de los serios problemas bancarios que responde a la
bancarrota del Bankhaus Herstatt en Alemania Occidental y del estadounidense
Franklin National Bank.
Es un foro desarrollado en materia de supervisión bancaria, a través del cual se
intercambian información orientada a incrementar la efectividad de las técnicas
empleadas para supervisar los negocios bancarios internacionales, establecer
estándares mínimos de capital y otros relacionados a áreas de importancia.

Es importante conocer y tener una concepción inicial, para abordar con profundidad
este último acuerdo, y sus implicancias en el Perú.

BASILEA I
Este acuerdo se dio en 1988, se buscó fortalecer el sistema financiero internacional y
eliminar la desigualdad competitiva, a consecuencia de las diferencias en las
exigencias de capitales nacionales.
Logró un consenso sobre un enfoque de la medición del riesgo, al aprobar un sistema
de medición de capital, que incluía la implementación de un marco de trabajo y un
requerimiento de capital estándar mínimo del 8% sobre los activos ponderados de
acuerdo a su riesgo (crédito, mercado y tipo de cambio).
Posteriormente, en 1996 se adoptó como parte de la determinación de nuevos riesgos,
se incorporó requerimientos de capital por riesgos de mercado, con la finalidad que la
banca internacional operara con un capital adecuado a los riesgos asumidos,
asegurando un nivel mínimo de solvencia, y la repercusión llegase a los distintos
países.

Las entidades financieras tienen la responsabilidad de identificar sus riesgos y definir


estrategias que permitan su evaluación, seguimiento y mitigación de manera oportuna,
teniendo en cuenta los factores internos y externos. Es por ello que los bancos tienen
autonomía para evaluar sus propios riesgos, siempre y cuando, adopten medidas
necesarias que les permita anticiparse a las amenazas y mitigarlas con un proceso de
control, supervisión y verificación constante.

La aplicación de este acuerdo fue exitoso debido a la uniformidad de criterios, sin


embargo, no favoreció a la medición del riesgo por métodos avanzados, ni la
identificación de riesgos adicionales.
Como consecuencia de ello, ocurrió un desfase entre el capital regulatorio y los
negocios bancarios sobre los cuales se debería requerir capital.

BASILEA II
Este acuerdo surge en el año 2003, el principal propósito es contribuir a la estabilidad
financiera de los bancos a través de mejoras en la medición y gestión de sus riesgos,
complementada con la profundización del proceso de supervisión bancaria y la
disciplina de mercado. La propuesta se orienta a la aplicación de modelos más
sofisticados de medición del riesgo y de esta manera se pasa de un enfoque de tipo
contable a otro que propicia un manejo dinámico de los riesgos.

Este acuerdo tiene como objetivos fundamentales:


● Fortalecer la solidez y estabilidad del sistema financiero internacional.
● Promover la adopción de prácticas de administración de riesgos más fuertes en
las entidades bancarias.
● Perfeccionar el acuerdo anterior.
● Fomentar la competencia en igualdad de condiciones.
● Determinar el capital mínimo regulatorio en base a criterios más sensibles al
riesgo que permitan alinear éste con el capital económico.
● Mejorar la eficiencia y el rendimiento de los procesos bancarios.
● Mejorar la supervisión bancaria y la transparencia de la información.

Para lograr los objetivos mencionados, Basilea II se basa en tres “pilares”:

Pilar I: Requerimientos mínimos de capital


Persigue una adecuada gestión de riesgos por parte de las entidades bancarias,
fomentando la utilización de modelos de medición de riesgos. Mantiene el coeficiente
del 8% del acuerdo anterior y no presenta modificaciones en cuanto a requerimientos
de capital para riesgo de mercado.
La evaluación del riesgo se calcula a través de un método estándar mediante
calificaciones de riesgo emitidas por empresas especializadas o a través de modelos
propios de rating avanzados, para los que se plantean incentivos que propicien su
mejora.

Pilar II: Proceso de examen supervisor


Busca el doble objetivo de mejorar la supervisión y fortalecer la gestión bancaria.
Mediante cuatro principios se requiere a los bancos contar con un proceso permanente
que permita evaluar la suficiencia de su capital consistente con su perfil de riesgo y se
busca que los supervisores cuenten con las facultades necesarias para tomar medidas
oportunas para evitar que el capital descienda por debajo de los niveles mínimos
requeridos. Adicionalmente, persigue que se establezcan requerimientos de capital
para los riesgos que no hayan sido debidamente cubiertos por el Pilar I.

Pilar III: Disciplina de mercado


Establece la necesidad de contar con una política formal de divulgación de información
que permitirá a los usuarios evaluar aspectos básicos de la entidad bancaria relativos
a: ámbito de aplicación; exposiciones al riesgo; procesos de evaluación del riesgo;
relación entre el perfil de riesgo y el capital; y, suficiencia de capital.
Sin embargo, fue necesario la creación, ajuste y aprobación de un nuevo acuerdo, lo
que conllevó a la par, a modificar las políticas de regulación de los bancos, debido a la
tremenda crisis económica de principios de siglo y, especialmente, el problema de las
hipotecas subprime que es considerado el detonante de esa crisis y que supuso la
existencia de los llamados activos financieros tóxicos que no respondían a su valor en
los libros.
Las entidades bancarias se encontraban con que disponían de unos activos que no
tenían el valor con el que se registraron en su balance y que, a la vez, no tenían
capacidad para responder a esta merma en su patrimonio. La consecuencia de esto
era la poca credibilidad y el riesgo de insolvencia de los bancos afectados, lo que
suponía un riesgo sistémico en toda la economía global.

De hecho, hubo quiebras en bancos importantísimos que pusieron en jaque a todo el


sistema financiero internacional, además de otros problemas como la burbuja
inmobiliaria en España, en la que tuvo mucho que ver la mala gestión del crédito
bancario.

BASILEA III
La nueva regulación fue puesta en marcha el 2010, sin embargo, dada la complejidad
y exigencia, se estableció un periodo transitorio de adaptación desde el 1 de enero de
2013 hasta el 1 de enero de 2019.
Es un conjunto integral de reformas necesarias para mejorar la capacidad del sector
bancario para absorber pérdidas, amortiguar el sistema financiero frente a futuras
crisis, mejorar el manejo de riesgos y gobernabilidad y fortalecer la transparencia de
los bancos.

Las medidas a perseguir son las siguientes:


● Mejorar la capacidad del sector bancario para afrontar perturbaciones
ocasionadas por tensiones financieras o económicas de cualquier tipo.
● Mejorar la gestión de riesgos y el buen gobierno en los bancos.
● Reforzar la transparencia y la divulgación de información de los bancos.

El temor al efecto dominó que pudiera causar la insolvencia de los bancos, hizo que se
establecieron nuevas recomendaciones como:
● Endurecimiento de los criterios y aumento de la calidad del volumen de capital
para asegurar su mayor capacidad para absorber pérdidas.
● Modificación de los criterios de cálculo de los riesgos para disminuir el nivel de
exposición real.
● Constitución de colchones de capital durante los buenos tiempos que permitan
hacer frente el cambio de ciclo económico.
● Introducción de un nuevo ratio de apalancamiento como medida
complementaria al ratio de solvencia.

Las mejoras propuestas en la regulación por Basilea III, tienen costos y beneficios que
deben ser evaluados,ante su eventual aplicación. Así, mayores niveles de capital y de
liquidez involucran mayores costos y beneficios para los bancos y para la economía en
su conjunto.
Los costos ocurren porque los bancos van a tratar de transferir el incremento de sus
costos de fondeo hacia las empresas, a través de mayores tasas de interés, lo cual
afecta el nivel del crédito bancario, generando un impacto adverso en la economía;
mientras que los beneficios esperados, derivados de la regulación más estricta, están
dados por la reducción de la probabilidad de crisis, como consecuencia de la mejora
en la regulación multiplicado por el costo de una crisis financiera.

BASILEA EN EL PERÚ

Se considera que los requerimientos de liquidez establecidos en Basilea III en la


estabilidad del sistema financiero peruano es importante por 3 principales razones:

● Primero porque la gestión del riesgo de liquidez es fundamental ya que este


riesgo puede afectar rápidamente los niveles de rentabilidad y solvencia de una
empresa, independientemente de su tamaño y complejidad.
● Segundo, es necesario conocer si la regulación peruana de este riesgo
incorpora todas las buenas prácticas internacionales de forma que asegure que
las empresas cuenten con recursos suficientes en periodos de estrés.
● Tercero, porque es relevante saber de qué manera los requerimientos de
liquidez afectan la gestión de las empresas del sistema financiero.

Los estándares de Basilea son un referente importante para el desarrollo de la


regulación de la SBS, pero además de implementar (y adecuar cuando es necesario)
los estándares de Basilea, la SBS también desarrolla regulación prudencial adicional,
en base al conocimiento técnico del mercado local.
La SBS culminó la implementación del Pilar 1 de Basilea II en el 2009, con la emisión
de los reglamentos para el requerimiento de patrimonio efectivo por riesgo de crédito,
riesgo de mercado y riesgo operacional. En el 2011 se introdujo la normativa de
requerimiento de capital adicional que establece colchones que se aproximan a los
planteados por Basilea III. La exigencia de un LCR mínimo está vigente desde enero
de 2014 y en el 2016 se emitió la normativa para adecuar la calidad de capital a
Basilea III. Adicionalmente, la SBS ha emitido normas innovadoras para gestionar
riesgos relevantes para el mercado peruano, antes de que exista un estándar
internacional; tal es el caso de las exigencias diseñadas para riesgo cambiario
crediticio y riesgo por alto nivel de endeudamiento.

Las reformas de Basilea III buscan fortalecer la regulación y supervisión tanto desde
una perspectiva microprudencial como macroprudencial. En relación al Pilar 1, las
reformas contemplan un aumento de la calidad y cantidad de capital y también
plantean una mejora de la cobertura del capital. A ello se suma un coeficiente mínimo
de apalancamiento, que actúa como un complemento del ratio de capital basado en el
riesgo.

La SBS desarrolló un programa de adecuación a Basilea III en tres fases. Con ello se
consiguió implementar dos de los tres primeros objetivos de Basilea III: mayor capital y
estándares de liquidez.

Asimismo se ha mejorado la definición de capital, pero aún quedan algunos aspectos


pendientes.

● La primera etapa del programa de implementación de Basilea III terminó en el


2011 con el establecimiento de colchones de capital.
● En la segunda fase de implementación se introdujo al LCR como estándar
prudencial de liquidez; este requerimiento mínimo se exige desde el 2014.
● Finalmente, se mejoró la definición de capital en el 2016.

Según el Banco Mundial se estima para el caso de Perú que el costo de una crisis
bancaria de carácter sistémico puede representar aproximadamente el 15,2 por ciento
del PBI. La evidencia empírica sugiere que, para la mayoría de países los beneficios
superan largamente los costos, aunque los beneficios marginales son decrecientes en
función a los requerimientos de capital.
BASILEA Y LA PYMES

La exigencia de mayor capital y de mejor calidad, y la restricción de ciertas líneas de


negocio, provocan la disminución de la rentabilidad de los bancos. Éstos, en
consecuencia, incrementan significativamente los márgenes que repercuten en sus
operaciones de préstamo y, en caso de tener presión para cumplir con los
requerimientos crecientes de capital, hacen más restrictiva su política de aprobación
de operaciones.

Este efecto restrictivo es especialmente significativo para las PYMEs, que son las que
más dependen del crédito bancario. Las grandes compañías pueden apoyarse en los
mercados de capitales, diversificando así sus fuentes de financiación.

CONCLUSIONES:

● Primero, la gestión del riesgo de liquidez se fortalecerá, ya que se requiere un


Plan de contingencia sólido, metodologías de riesgo de liquidez en escenarios
normales y de estrés, límites internos, el contar con Comité de gestión de
activos y pasivos, gestionar la concentración, entre otros.
● Segundo, se encontró que las empresas contarán con colchones de liquidez
para afrontar escenarios de estrés; así deberán contar con más inversiones
líquidas lo cual incentivará la diversificación de los activos líquidos.
● Tercero, se vio que el cumplimiento del Ratio de Cobertura de Liquidez genera
un costo para las empresas, el cual podría verse reflejado en el establecimiento
de sus tarifarios (tasas activas y pasivas de la empresa).

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