El antiguo compañero de equipo de Pannacotta Fugo, Leone Abbacchio había descrito su poder de esta manera: “¡Es brutal! Los ataques salen como una explosión, después se desvanecen como una lluvia de verano.” Él había peleado junto a Fugo un sinnúmero de veces. Siempre Abacchio investigaba el crimen, y Fugo ejecutaba al culpable. Algunas veces se encargaban de encubrir escándalos de negocios con el fin de “protección”, o eliminaban a aquellos que intentaban desfalcar a la mafia, o ejecutaban a una pequeña cantidad de miembros de Passione, suficientes para contener los conflictos internos; nada en lo que la policía se viera involucrada, sólo problemas de los que hiciera falta hacerse cargo. Gran parte de estas peticiones venían de Buccelati, pero algunas venían de Polpo, y estas eran mantenidas en secreto de Buccelati. Su capo tenía que realizar su trabajo, pero ellos sabían, por ejemplo, que su líder no sería capaz de digerir el asesinato de un niño. Si Fugo decidía que un trabajo en particular remordería la consciencia de Buccelati, lo mantenía en secreto. Abbacchio estaba de acuerdo con esto, nunca decía una palabra. La gente a su alrededor los veía como compañeros, pero Fugo nunca le preguntó a Abbacchio sobre su pasado, y Abbacchio nunca preguntó sobre el suyo. Tampoco se entendieron mutuamente. Si hubieran estado en una situación en la que solamente uno pudiera sobrevivir, Fugo estaba seguro de que Abbacchio lo abandonaría a su suerte, y él se sentía seguro de que haría lo mismo. Confiaban el uno en el otro, pero no eran cercanos. Había tanta relación entre ellos como el día en que se conocieron. Abbacchio había sido un policía. Cuando su corrupción fue descubierta, y fue enjuiciado, Fugo fue a verlo a prisión. Aceptaba sobornos de uno de los matones de Passione, y Fugo buscaba información. El matón había muerto bajo la custodia de la policía – de hipotermia. En mitad del verano: En otras palabras, sus superiores se habían hecho cargo – y solamente Abbacchio sabía algo más. El alcohol y las mujeres lo habían convertido en el caparazón de un hombre, con profundas ojeras bajo sus ojos. Él lanzó a Fugo una mirada como de reptil, y no dijo una palabra. “Sé razonable, Abbacchio. Cuando un hombre como tú va a prisión, termina muerto. Sabes lo que les pasa a los ex policías aquí. Los custodios no te ayudarán. Te odian más que a nadie.” “……………” “¿Qué era exactamente lo que querían que pasara por alto? Escuché que dudaste cuando tuviste que dispararle a ese sospechoso. ¿Era porque tenía algo que ver contigo? “……………” “¿Eran drogas? ¿Ese hombre traficaba drogas? ¿Y lo dejaste hacerlo?” “……………” “¿Me estás dando la ley del hielo?” Fugo frunció el ceño. Estaba empezando a sospechar que la reciente inundación de narcóticos en el mercado provenía de Passione, y quería pruebas. Hemos desmantelado el negocio de otras familias, pero hay más drogas que nunca. Debe de ser porque nuestro jefe misterioso está vendiendo las mismas drogas que ha estado prohibiendo. Si ese era el caso, Buccellati se vería pronto atrapado entre la espada y la pared. Buccelatti se había ganado su reputación como un gangster honorable en gran parte por su postura hacia las drogas. Si eso resultara ser una vil mentira, él estaría acabado. ¿Qué debo hacer? Mientras le daba vueltas a esa idea, Abbacchio habló de repente. “¿Por qué?” dijo. “¿Huh?” “¿Qué hace que un mocoso tan superficial como tú se vea tan serio?” Rezongó, las líneas en su frente se profundizaron. Miraba a todo el mundo como si buscara pelea, pero algo no encajaba. “Um… ¿Qué?” “Tú y yo no somos distintos. Ambos somos escoria. ¿Así que qué te hace estar tan seguro de ti mismo?” “Um, Abbacchio, yo…” “Yo sé que eres como yo. Sé que eres un fracaso. Puedo ver la putrefacción en tus ojos. ¿Pero de dónde sacas esa confianza?” “Siento que debería sentirme insultado…” “Dime porqué, y te diré lo que sé.” “¿Decirte qué exactamente?” “Tu razón para vivir. Dime lo que te permite seguir adelante.” “Simplemente le juré lealtad a mi organización.” “Entonces dime cómo hacer lo mismo”, dijo Abbacchio. Fugó parpadeó sorprendido. “¿Quieres… unirte?” “Si esa razón es suficiente para ti, vale la pena intentarlo.” “Eres un ex policía. Jamás te promoverán. Jamás te darán un territorio propio. Serás el secuaz de alguien toda tu vida. ¿Estás listo para eso? Y si no lo aceptas te apuñalarán por la espalda. La familia no te protegerá, para nada. Es mejor si aceptas el dinero, te mudas lejos, y vives tu vida.” “……………” Abbacchio sólo lo observó. La oscuridad en sus ojos era aterradora. Fueron las drogas lo que juntó a él y a Abbacchio. Y ahora estaba a punto de conocer su origen – Massimo Volpe y su equipo – y combatirlo hasta la muerte. * Al este de Taormina existe un teatro antiguo que data del siglo VII A.C. El Teatro Greco, construido al estilo griego, con el escenario rodeado por un semicírculo de asientos. Reconstruido por los romanos, ellos y el imperio helénico habían desaparecido hace mucho, sin embargo los vestigios del teatro estaban notablemente preservados. Aunque es considerado una atracción turística, raramente se encuentra concurrido, y los visitantes pueden disfrutar de un relajante paseo por sus alrededores. Fugo y Murolo estaban en el Teatro Greco. La lluvia chocaba contra las piedras. El teatro estaba desierto. “Bueno, maldición”, dijo Murolo. “Esperaba mezclarme con los turistas y atraer menos la atención en nuestro camino al pueblo, pero creo que eso no pasará. Estúpida lluvia.” “Ya llegamos hasta aquí. No hay opción más que continuar, sea o no peligroso.” “Algunas veces suenas cuidadoso, otras veces suenas como si te importara un carajo lo que te pase. Diría que eres adaptable, pero es más como si dejaras de pensar sobre las cosas una vez que se tomó una decisión. A pesar de que cuestionar todas tus decisiones puede ser una herramienta de supervivencia primordial…” “O puede ser tiempo desperdiciado yendo en círculos. A menos que hayamos sabido de algo nuevo que cambie las cosas, el plan que teníamos antes es aún el único que tenemos.” “Eso es a lo que me refiero, mira – te has encerrado a ti mismo. Siempre lo haces, Sheila E. lo hace – necesitas ser más flexible. Estar dispuesto a cambiar de idea.” Murolo hablaba como si predicara su conocimiento, pero tenía muy poco con qué respaldar sus opiniones. Parecía que sólo quería hacerse sonar importante. Le recordaba a Fugo al profesor que puso de cabeza su vida. “Ten cuidado”, replicó Fugo. Murolo volteó a verlo. “¿O qué?” “Tú no quieres tratarme del modo incorrecto. Una vez que pierdo el control, no tengo idea de lo que haré.” Esto no era una amenaza. Él tenía un temperamento terrible, propenso a explotar a la menor provocación – una vez le clavó un tenedor en la mejilla a Narancia por responder mal una simple operación matemática. Había asesorado a Narancia por un tiempo, y siempre hacía las cosas mal, pero por alguna razón, esa vez perdió los cabales. No tenía idea de por qué lo hizo. Murolo selló sus labios. “¡Diablos, eres todo un caso! ‘Frágil – Manéjese con cuidado’. ‘No molestar’ Deberían de ponerte letreros. O deberías irte a meditar en alguna montaña lejana. Por una cosa…” De repente se apagó, mirando no a Fugo, sino a los asientos que rodeaban el escenario. Su cara de había puesto pálida, y parecía que no podía creer lo que estaba viendo. Había un hombre solo sentado en los asientos. Llevaba una sombrilla negra que lo cubría de la lluvia. De alguna me había mezclado con el entorno – haciéndolo parecer que siempre había estado allí. Era un hombre viejo, con arrugas profundas, pero su espalda estaba recta y su cuerpo en forma. Había un semblante amable en su cara, pero sus ojos eran demasiado afilados. Fugo lo había visto antes – en las fotografías que Murolo le había mostrado. “¿Es ese…?” balbuceó Murolo complementó, “Lo es. Ese es el líder de la Squadra di Narcotici – Vladimir Kocaqi.” Su vista estaba puesta directamente en ellos. Los había estado esperando – no había forma en la que estuviera ahí por casualidad. Pero él solo… Murolo volteó de un lado a otro, viendo aquí y allá, pero no había nadie más a su alrededor. Ni un rastro del equipo de Kocaqi. “M-Mierda…creo que deberíamos…” Murolo se giró para sugerir que huyeran, pero no había nadie a su lado. Fugo caminaba en dirección a Kocaqi. “¡E-Espera…!” “Hay que hacerlo. Es muy tarde para correr.” La voz de Fugo no mostraba duda alguna. Pero… ¡E-Espera! ¡Él no es un viejo cualquiera! Incluso Diavolo decidió que era mejor negociar una alianza que usar su Stand para mantenerlo bajo control. ¡Tiene mucha experiencia! ¡Es un veterano! ¡Sobrevivió a muchas más peleas que tú!” Los gritos de Murolo no hicieron nada que redujera el paso de Fugo. Kocaqi sonrió débilmente, como un anciano mirando a su nieto. Fugo lo miró de vuelta, pensando furiosamente. Está confiado. Si está aquí solo, ya debe tener una buena comprensión de nuestros Stands… y está seguro de poder ganar. Si se encuentra a cinco metros de Purple Haze, estará acabado, no importa qué – Dudo que su Stand pueda hacer alguna diferencia, y no imagino que sea su plan. Así que se debe estar preparando para un ataque a distancia. Lo que tengo que hacer es de algún modo acercarme a ese espacio, y ponerlo dentro del rango. Con eso en mente, había empezado a caminar. Esta es una trampa de algún tipo. De alguna manera tengo que sortear esa trampa, y hacer que Purple Haze la atraviese y lo atrape. Esto era lo más cercano a un plan que tenía. Kocaqi le sonreía complacientemente, entonces dijo, “Escuché que tomaste clases con mi muchacho Massimo en la Universitá di Bologna.” “……………” “Honestamente, él no tenía muchas cosas buenas que decir de ti, Pannacotta Fugo. Suena como si tu vida fuera una serie de equivocaciones.” “¿… a qué te refieres? “Estoy seguro de que intentas hacer las elecciones ‘correctas’. Pero incluso intentarlo es prueba de que estás equivocado.” Sonaba como un profesor, explicándole pacientemente a un estudiante confundido. “Todos los sicilianos saben lo que es la vida. Esto podría ser difícil de entender para un niño rico de Nápoles, pero la vida… es inherentemente injusta.” “…………..” “Nada en la vida resulta como lo planeas. Debes aceptar eso. Nunca llegarás a ninguna parte si no lo haces. Incluso si nadie te comprende, incluso si las cosas no salen del modo que esperabas, acéptalas. Perder la compostura y desquitarte con todo a tu alrededor es inexcusable. Te priva de hacer algo de ti mismo. Te lleva directo a la ruina.” “……………” “Nosotros los sicilianos guardamos especial valor en el silencio. Silencio y paciencia. Esas dos cosas llevan a la esperanza. Tratar de forjar una vida sólo con tu voluntad es imposible. La fortuna jamás es así de amable. No hay elección “correcta”, Fugo. Cada vez que tomas una decisión así cometes un error. No importa cuánto niegues tus ideales e intentes ser realista, lo único que puedes hacer es actuar relativamente así. Los sueños y la realidad no son tan diferentes – la realidad en la que crees es sólo otra ilusión.” Cuando Kocaqi terminó de hablar, Fugo estaba a cinco metros de él. Casi dentro del rango de Purple Haze. Tenía que dar un simple paso, y estaría lo suficientemente cerca para matar al viejo de un solo golpe. Pero aún a esta distancia, Kocaqi no hizo nada. Si su Stand estuviera activo, Fugo sería capaz de verlo. Kocaqi era un anciano – era casi seguro que Fugo sería más veloz en reaccionar y golpearía primero si intentaba algo. A menos que… no lo fuera. ¿Qué está pasando? Fugo dejó de avanzar. Estaba listo para actuar en cualquier momento, pero dudoso de hacerlo. Los pensamientos inundaron su mente. Tal vez no debería de matar a Kocaqi. Si no se iba a resistir, tal vez deberían capturarlo para interrogarlo. Tal vez estaba ganando tiempo para que su equipo escapara. Cada una de esas ideas pasaban flotando, y se esfumaban. Él sabía perfectamente bien… que todas eran mentiras. Sabía que Kocaqi estaba aquí para matarlo, sabía que no tenía intención de lanzarse a la batalla. Podía verlo en sus ojos. Pero Fugo no podía ver lo que había detrás, y estaba confundido sobre cómo proceder. ¿Por qué estoy dudando? Al ver que Fugo no se movía, Kocaqi meneó lentamente la cabeza. “Sabes tan poco, Fugo. Todo lo que crees es conocimiento superficial, sólo arañando la superficie. No sabes nada sobre el coraje. Nada de la fuerza que encuentran los hombres cuando hacen del lado su ego, para vivir. Los hombres sin coraje son como pulgas, condenados a morir aplastados cuando tratan de chupar la sangre de los humanos.” Kocaqi sonreía burlonamente. Estaba insultando a Fugo…pero Fugo no sentía indicios de ira. ¿Por qué no estaba furioso? Si Narancia hubiera estado aquí, él ya hubiera perdido los estribos y atacado ya. Fugo estaba seguro. Narancia… No estaba enojado, ni molesto. Una extraña clase de desagrado lo impulsaba. Siguió adelante, y comenzó a moverse entre las filas de los asientos. Tropezó. El suelo bajo sus pies se había desmoronado. Se incorporó rápidamente, pero… “¡Urp...!” Trató de bajar el pie, pero se resbaló… y no naturalmente. Era como si hubiera tratado de pararse en algo que no existía. Pero ya había mirado abajo, y pisado firmemente. Antes de que averiguara que había pasado, su pie cayó pesadamente, y volvió a perder el balance. “¿¡Que dem…!?” No tenía idea de lo que estaba haciendo. Era como si estuviera atrapado en algún baile incontrolable, sus pies pisaban salvajemente en todas direcciones. “E-esto tiene que ser un…” Su cuerpo completo se sentía como si flotara. Como si la sensación de ese mal paso nunca hubiera terminado… no, había aumentado, resonando a través de todo su cuerpo. “¿Es este su…?” Fugo se alejaba cada vez más de Kocaqi, como si corriera en reversa. ¡Su Stand! Debe serlo – ¡Estoy atrapado en el poder de su Stand! ¿Cuándo atacó? No vi nada – ¡No sentí nada en absoluto! No sentí nada excepto… excepto… Fugo miró hacia arriba. La lluvia, una ligera brisa que mojaba su cuerpo. Mierda… La había visto. La había sentido. Había estado al tanto de ella todo el tiempo… Estuvo bajo ataque todo el tiempo. “Sí,” dijo Kocaqi. “Este es Rainy Day Dream Away. ¿Ves como tropiezas perpetuamente? No es mi Stand el que te saca de balance. Eres tú. Tus propios sentidos están fuera de control, y desesperadamente tratas de recuperar el equilibrio. Por un breve instante te saliste de balance – y yo fijé esa sensación en ese momento.” Mientras más intentaba Fugo frenar su danza tambaleante, más violentamente se sacudían sus extremidades. “Mi Stand tiene la habilidad de fijar cualquier sensación. Los humanos siempre perciben cosas. No importa cuánto intenten evitarlo, siempre están alerta. Tomo cualquier instante, y lo hago durar por siempre. Pasarás el resto de tu vida tratando de recuperar el equilibrio. Estás atrapado – nunca más te liberarás de esa sensación.” “¡Ah…augghhhh!” “Exacto. Estás cayendo. Estás atrapado en la sensación de comenzar a caer. Y el único lugar al que conduce esa sensación es a…” Fugo no oyó el resto de lo que dijo Kocaqi. Sus piernas comenzaron a pisotear más y más fuerte, y más y más lo llevaban en la misma dirección. Estaba cayendo hacia un lado, propulsado por su propia fuerza. Sus pies tocaban el piso, pero indudablemente estaba cayendo, moviéndose más rápido de lo que alguna vez corrió, volando a través del suelo. Como si desafiara los límites de la física. “¡AAAAAAAAAaaaaaaaaaahhh!” Su grito se desvanecía a la vez que dejaba el Teatro Greco. ¿Qué tan lejos lo llevarían sus piernas? ¿Al mar? ¿A una pared? De cualquier forma, lo llevaban a la muerte. “Uno menos,” dijo Kocaqi, y se puso de pie, procurando mantener la sombrilla sobre él. * Sheila E. escuchó gritar a Fugo. “¡Mierda!” dijo, al instante empezó a correr. Pero el grito se alejaba de ella, más rápido de lo que podía desplazarse. Mientras corría, se encontró en el Teatro Greco. Se detuvo. Un viejo bajaba por las escalinatas de los asientos, mirándola directamente. La había estado esperando. “¿¡Kocaqi?!” dijo ahogadamente. Murolo llegó corriendo, y se ocultó detrás de ella. “¿Q-qué te retrasó?” reclamó, acusatoriamente. “¿D-Donde está Fugo?” preguntó ella. Kocaqi respondió. “Me encargué de él.” Sheila E. lucía sombría. La situación era mala. Pero si estuviera dispuesta a darse por vencida así de fácil, jamás habría venido. “¡Voodoo Child!” Saltó hacia adelante, con su Stand abalanzándose a su lado hacia el viejo. Kocaqi no se movió. A diferencia de Fugo, Sheila E. no dudó en absoluto. No pensaba en más que estrellar su puño contra la cabeza del viejo. Ella ocupó el espacio entre ambos en un momento, arrojándose hacia su cara… y él se inclinó un poco hacia atrás, evadiéndola completamente. Se movía como una espiga de trigo al viento, como un maestro de Tai Chi, caminando ligeramente hacia los lados mientras Sheila E. arremetía contra él. Ella se dio la vuelta, encarándolo de nuevo. Kocaqi no había recibido daño del golpe, pero cuando ella pasó de largo, la uña de Voodoo Child alcanzó a rasguñar el costado de su cara. Era una herida pequeña, como si se hubiera cortado al afeitarse… pero lo suficientemente grande para que se formaran un par de pequeños labios femeninos. Los labios resoplaron y después, suspiraron. “¿Qué es esto?” “Las heridas que Voodoo Child toca se transforman en labios, que cuentan todos tus secretos.” Sheila E. señaló directo a él. “Sacarán palabras de lo más profundo de tu corazón, palabras que te volverán loco. Gané.” Los labios en la mejilla de Kocaqi se retorcieron algunas veces, después empezaron a hablar – pero la voz que emergía no era la de Vladimir Kocaqi. “Tuve una buena vida, Vladimir. He sido tan, tan feliz.” Una lúcida y alegre voz. Llena con el placer de su experiencia, la emoción genuina. No era una voz que pudiera considerarse insultante o indiscreta. Sheila E. miró confundida. Kocaqi inclinó la cabeza hacia un lado, mirándola. “Ya veo”, dijo, bastante calmado. “Tu Stand saca a flote la fuente de la culpabilidad de la gente, y la usas para desconcertarlos. Qué mal.” Pasó sus dedos a lo largo de los labios, y estos fueron absorbidos en su interior, desvaneciéndose por completo – a pesar de que Sheila E. no había desactivado su poder. “¿C-cómo?” “Mientras la culpa exista en el corazón de un hombre, tu poder no podrá ser removido, ¿cierto? Mientras exista culpa. Pero yo no la poseo. Mi corazón sólo lidia con los hechos, como siempre lo ha hecho. Puedes sacar todas las voces que quieras – Las oigo todo el tiempo.” Una amable sonrisa se esparció por su rostro. “Esa voz era de mi hermana Amelia. Sus últimas palabras para mí. Ella murió en mis brazos, y me dejó con eso.” “…………..” “1943. El 6 de agosto. El día que ella murió. ¿Conoces el significado de esa fecha?” “…………..” “Ese día, Sicilia era un campo de batalla. Las fuerzas aliadas habían desembarcado en territorio controlado por los fascistas y los nazis. Había combate por todas partes. Los nazis nunca intentaron seriamente conservar la isla. Solamente pelearon para cubrir su retirada. Los habitantes estaban agradecidos por ello, pero… mientras se retiraban, fueron contra incontables inocentes de los que sospechaban de espionaje. Mi familia estaba en la mira. Fusilaron a mis padres. Corrí por mi vida, cargando a Amelia en mi espalda.” Hablaba sin nostalgia, como si fuera algo que había pasado el día anterior, y simplemente reportara lo sucedido. “Mientras corría, creí haberme orinado encima. Estaba tan asustado, asumí que la humedad era por mi culpa. No dejé de correr… pero no era orina. Era sangre, de las heridas de Amelia. La había impactado dado una bala perdida…no.” Kocaqi sacudió su cabeza negando. “Probablemente no. Tal vez un soldado le disparó en la espalda mientras escapaba. Ella recibió la bala por mí. Porque yo la cargaba, ella me protegió.” “……………” Traté de atender sus heridas, pero era demasiado tarde. Había perdido demasiada sangre, y ella era demasiado joven… no tenía la fuerza para sobrevivir. Mientras se desvanecía, comenzó a balbucear. Contándome cuán feliz había sido su vida.” “……………” “Tenía alucinaciones de haber escapado con vida. En su delirio, ella seguía preguntándome si yo también era feliz. Ella ya no podía verme, pero yo no podía hablar. Todo lo que hice fue asentir.” “……………” “Fue entonces cuando mi Stand se manifestó por primera vez. Fui capaz de fijar su ilusión, asegurando que jamás terminara. Escapó a ese futuro inventado, vivió para crecer, y envejecer, rodeada de nietos. La ilusión jamás terminó.” “…………..” “Una hora después de su muerte, las tropas del General Patton pasaron a mi lado. Si hubieran llegado un poco antes, ella pudo haber sobrevivido. Pero ese no era su destino. Amelia había muerto con una sonrisa en su cara. Ella sonrió por sólo uno o dos minutos, pero… eran como ochenta años de alegría. ¿Qué diferencia existe entre su sueño y la realidad?” La mirada pacífica en sus ojos enervó a Sheila E. Le recordaba a los ojos de su difunta hermana. Pero eso no cambió nada. Este hombre seguía siendo su enemigo. Apretó los dientes, e intentó atacarlo. Esta vez, él no se movió. Ni siquiera lo intentó. Simplemente dejó que ella atacara lo que quisiera… pero todos los golpes fallaron. “¿Hunh?” No importaba que tan duro tratara, no podía atinarle. Ella estaba bajo su poder. Cuando Kocaqi vio su expresión, movió su cabeza negatoriamente. “Por una fracción de segundo, sentiste como si no pudieras golpearme. Fijé esa sensación para toda la eternidad. Puedes tratar de atacarme, tratar de resistir, pero no serás capaz. Así es como funciona Rainy Day Dream Away.” “¡Aaaaaaugh!” “¿Puedes liberarte? ¿Tienes la fortaleza mental para superarlo? Esto no es obra de mi Stand. Es el peso de los ochenta años de felicidad de Amelia. Nesesitas algo sólido, algo que te lleve a través de cualquier cosa.” “¡…nnnnnaaaaagh! “No te preocupes Sheila E. No te mataré. No tengo razones para hacerlo. Escóndete en alguna parte hasta que nuestra pelea con Giorno Giovanna haya acabado. Sin embargo…” Kocaqi dio media vuelta. “No aplica lo mismo contigo, Cannolo Murolo.” Murolo retrocedió, acobardado. * Por alguna razón, viejos recuerdos invadieron su mente. Recuerdos de cuando Mista se había unido, su equipo estaba completo, y comenzaron a ganarse una reputación en la organización. Un día, Fugo fue llamado solo a la casa de Buccellatti. “¿Hola?” Fugo dio un paso dentro de la habitación, y se congeló. El ambiente de la habitación tenía algo mal. Estaba demasiado tranquilo. Las cortinas estaban cerradas, y afuera estaba oscuro… pero las luces estaban apagadas. Buccellati estaba sentado en el sofá de la sala. Fugo se acercó temerosamente. “¿Um… Buccellati?” Buccellati sólo movió un dedo, señalando que se sentara del otro lado. Fugo lo hizo. Cruzo las manos sobre sus piernas, esperando a que hablara. Pero él no dijo nada. En el silencio, el vago tictac de un viejo reloj sonaba horriblemente fuerte. ¿…Qué está pasando? Fugo empezó a entrar en pánico. Buccellati siempre era muy directo. No era su estilo retrasar las cosas. Al fin, Buccellati habló. “¿Lo sabías, Fugo?” Por un momento Fugo estaba confundido… entonces supo a lo que Buccellati se refería. “¿...sobre las drogas?” “……………” “Sabía que pasaba algo. Abbachio y yo lo investigamos.” Hizo una pausa para ver cómo reaccionaba Buccellati, pero ni un músculo de su cara se movió. “La evidencia sugiere que el jefe inició su propio tráfico de drogas. Fuimos contra los miembros de bandas que habíamos desmantelado asumiendo que estaban traficando nuevamente… pero sólo se reían. Decían que había un nuevo juego en el pueblo.” “…………...” “Cuando le contamos esto a Polpo, su gran cara se puso pálida como el papel, y empezó a temblar. ‘Quédense fuera de esto’ dijo. Era claro que el jefe no le había contado nada. Supongo que el jefe no dejaría entrar a Polpo al negocio de las drogas para evitar que ganara más poder del que ya tiene. Y Polpo se dio cuenta de esto. Lo asustó – no quería que el jefe lo viera como una amenaza.” “…………..” “Es por eso que Polpo no te dijo nada. No quería que nos involucraramos. Así que yo…” Fugo trató de seguir explicando, pero Buccellatti levantó una mano. “Suficiente.” Había una frialdad glaciar en su voz. Fugo se estremeció. ¿…va a matarme? Por un segundo estaba seguro de que lo haría. Él simplemente se quedo sentado, inmóvil, en su sofá. Su cara parecía de mármol, sin rastro de emoción. Como la cara de una muñeca de porcelana. Fugo miró a la pared. Había una red colgada ahí. Era la red de pesca que el padre de Buccelati usaba. Estaba rasgada, inutilizable… pero servía como símbolo de la promesa que Buccellati le hizo a su padre. Buccellati les había dicho esto una vez. El padre de Buccellati murió cuando se inmiscuyó por accidente en un negocio de drogas, y le dispararon. La herida fue fatal. Por eso Buccelati detesta tanto las drogas… “Fugo,” dijo Buccellati finalmente. “Pon un disco.” Fugo se puso de pie. Esta era la señal; de cuando Buccelati quería que lo dejaran solo, él pedía a sus hombres que pusieran un disco. Ellos se iban tan pronto empezara a reproducirse. “¿Bitches Brew?” Este era el favorito de Buccellati. Pero Buccellati meneó la cabeza. “No. Pon Elevator to the Gallows.” Fugo estaba sorprendido. Miles Davis era uno de los favoritos de Buccellati, pero una vez dijo que no era fanático de ese álbum en particular. Tomó el disco del estante, lo sacó de su estuche, y lo puso en el tornamesa. Bajó la aguja, y los sonidos melancólicos de una trompeta emergieron de las bocinas. Era una ejecución excepcional, con una resonancia como el rechinar de los dientes tan intensa que podía mezclarse con las notas como suspiros interminables componiendo una tonada trágicamente cautivadora. Fugo volteó a ver a Buccellati y casi suspiraba en voz alta. Nunca había visto a Buccellati así. Era como si estuviera llorando, pero las lágrimas no salían. Como si se hubieran secado hace mucho. Sus labios estaban secos y descoloridos, su tez pálida. Todo el brillo había abandonado sus ojos, como un estanque sin fondo. ¿… por qué estaba recordando esto ahora? En ese momento, Fugo había sentido que Buccellati sufría, pero encontraría la fuerza para superarlo. Y no se había equivocado. Buccellati continuó solidificando su posición en la organización, mejorando más y más al lidiar con las contradicciones implicadas. No era necesario preocuparse ¿Entonces por qué estaba recordando su mirada? Porque lo sabía. Sabía que Buccellati no estaba bien. La mirada en sus ojos era la de un hombre que siente que su alma misma está muriendo. Y las drogas lo hicieron de ese modo. Esa cara, era… Como si cayera por siempre, Fugo sintió la urgencia de levantarse con él. Una sólida y férrea urgencia, plantada en su corazón, impidiendo que otra cosa entrara. Llenando su alma. La misma urgencia que lo llevó a golpear en la cabeza al profesor que se burló de la muerte de su abuela con un diccionario de 4 Kg. * “Tú, te mataré, Cannolo Murolo. Un hombre como tú no tiene permitido seguir con vida.” Con su paraguas mantenido en alto, Kocaqi comenzó a caminar hacia Murolo. Murolo trastabilló hacia atrás. Estaba demasiado asustado para darse vuelta y huir. Demasiado asustado para arriesgarse a un ataque fatal por la espalda, incluso si eso reducía en absoluto sus posibilidades de escapar. “Lo sabías, ¿no? Sabías que Risotto y los asesinos eran traidores. Los echaste a pelear contra Diavolo, y no te importó quién de ellos ganara.” Casi había llegado hasta él. “La única razón por la que fueron tras Diavolo fue por venganza por el castigo que recibieron sus camaradas cuando trataron de descubrir la identidad del jefe. Pero el que filtró esa información a Sorbet y Gelato en primer lugar… fuiste tú, Murolo. Lo sé.” “Augh…” “Pones a otros en riesgo, y observas en calma desde un territorio seguro. Disfrutas de la participación, juegas con las fortunas de otros, pero jamás aceptas la responsabilidad.” “Aaaaaugh…” “Hombres como tú retuercen este mundo. Pero tu pequeña y retorcida vida está por terminar. Voy a darle fin por ti.” Señaló al sombrero de Murolo. “¿Entonces? Llevas un arma allí, ¿no? Puedo decir por la manera en que tratas de ocultarte que tienes algo escondido debajo. ¿Una pistola? ¿Un cuchillo? ¿Una botella con ácido? Lo que sea. Has el intento y úsalo.” La cara de Murolo se retorció de dolor. Sabía lo que pasaría. Cuando la gente trata de usar un arma, siempre son cuidadosos. Cuidadosos de que no se les dispare el arma, cuidadosos de no cortarse con el cuchillo – y en el momento en que él pensara eso, Kocaqi ganaría. Si intentara atacar, se destruiría a sí mismo… ¿así que como podría pelear? Kocaqi volvió inútil a una peleadora experta como Sheila E… Murolo no tenía oportunidad. Estaba seguro de que su misión terminaba aquí. Pero luego… Un trueno, a la distancia. Una débil vibración, de muy lejos. Pero las nubes sobre ellos no eran de tormenta, y esta brisa era el poder de Kocaqi, no un fenómeno natural. Kocaqi lo notó también. El trueno… se estaba aproximando. Los ojos de Kocaqi se dilataron de sorpresa. “¡N-no!” dijo, mirando hacia arriba. Sonaba como un trueno, pero el sonido no cesaba – sólo se intensificaba. “¡No puede haber…! Y no sólo más intenso. Más cerca. Lo que fuese que hiciera ese ruido se acercaba a ellos a alta velocidad, a una velocidad terminal de 9.8 metros por segundo. La velocidad de un objeto en caída libre. En el momento que el objeto era visible, era demasiado tarde. Utilizó su Stand… ¿para lanzarse hacia el cielo? Kocaqi se preguntaba si había fallado en algo. No tenía tiempo para considerar lo que fue. Por un instante, sus miradas se cruzaron – sus ojos, y los de Pannacotta Fugo, mientras éste caía del cielo. El único momento en el que la sensación de caer dejó de ejercerse fue cuando en realidad estaba cayendo – desde cientos de metros de altura. La única forma de escapar de esa atrapante sensación– La misma velocidad a la que caían las gotas de lluvia. Kocaqi abrió la boca, pero no hubo el suficiente tiempo para que gritara. El Stand de Fugo estaba enfrente de él, y aterrizó primero. El ruido provino de él – el trueno era un rugido de ira incontrolable. “¡Baaaasssshhaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!” El puño del Stand impactó a Kocaqi, y el virus se liberó. El frágil cuello del anciano se quebró del impacto al instante, pero al virus no le importó – lo infectó al instante, incubó, se multiplicó y devoró. Brutal. El ataque explotó, después se desvaneció como una lluvia de verano. Un toque de Purple Haze significaba la muerte. Este era el Stand de Pannacotta Fugo. * Sheila E. dio un salto adelante, y Voodoo Child atrapó a Fugo mientras caía. Él no había planeado cómo frenar su caída, simplemente se lanzó en un ataque suicida, por esto el impacto la aturdió. Ella trastabilló, pero encontró fuerzas. Aliviada se levantó… y una mano se sujetó alrededor de su garganta. Él la estaba estrangulando, como si quisiera matarla. Sheila E. entró en pánico. “¡Para! Es suficiente” Murolo. Ella lo miraba buscando ayuda, pero él movió la cabeza de un lado a otro. “No es él – eres tú, Sheila E. Guarda tu Stand y deja ir a Fugo.” Sheila E. observó – Voodoo Child seguía sosteniendo a Fugo, sus brazos lo sujetaban tan fuerte alrededor de su columna que se quebraría en cualquier momento. Ella retiró a su Stand, liberando el cuerpo de Fugo, y él soltó su garganta. Se puso de pie sin decir nada. Una sombra de… algo… permanecía en su rostro. No había duda en su mirada. La mirada que Buccellati había dicho que lo marcaba como alguien que ya no podía vivir en su mundo. Sheila E. lo miró fieramente por un largo tiempo, pero después volteó a otra parte. Volteó a buscar al enemigo que acababa de eliminar. Pero no había rastro de él por ninguna parte. Se había derretido sin dejar pista alguna. Lo mató instantáneamente sólo con el golpe, pero mientras sus funciones corporales continuaban, la infección se esparció, cada célula en su cuerpo se pudrió y se vaporizó. Un escalofrío bajó por su espalda. Él los había salvado, pero no podía sentirse agradecida. Murolo se acercó a ellos y les dijo algo, pero Sheila E. no tenía la energía para escuchar. La lluvia había parado, y el hermoso cielo siciliano emergió de entre las nubes. Pero en su interior, ella sólo sentía tristeza. Stand: Rainy Day Dream Away Usuario: Vladimir Kocaqi (70)
Poder: E Velocidad: B Rango: A
Tan rápido como la lluvia Duración: A Precisión: E Potencial: E Habilidad: Fija una idea, emoción o sensación. Cubre el área en forma de una ligera lloviznam y puede atacar a cualquiera en ese rango. Una vez atrapados, nadie puede escapar. Alguien con una enfermedad menor podría vagamente pensar si eso lo matará; si ese pensamiento es capturado, así será. Utiliza la propia mente del oponente contra él mismo, y ninguna distancia entre Kocaqi y sus objetivos los liberará.