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IV. tu can un chiagne………….

[Tú, que no lloras]


El antiguo compañero de equipo de Pannacotta Fugo, Leone Abbacchio
había descrito su poder de esta manera:
“¡Es brutal! Los ataques salen como una explosión, después se
desvanecen como una lluvia de verano.”
Él había peleado junto a Fugo un sinnúmero de veces. Siempre
Abacchio investigaba el crimen, y Fugo ejecutaba al culpable. Algunas veces
se encargaban de encubrir escándalos de negocios con el fin de “protección”, o
eliminaban a aquellos que intentaban desfalcar a la mafia, o ejecutaban a una
pequeña cantidad de miembros de Passione, suficientes para contener los
conflictos internos; nada en lo que la policía se viera involucrada, sólo
problemas de los que hiciera falta hacerse cargo. Gran parte de estas
peticiones venían de Buccelati, pero algunas venían de Polpo, y estas eran
mantenidas en secreto de Buccelati. Su capo tenía que realizar su trabajo, pero
ellos sabían, por ejemplo, que su líder no sería capaz de digerir el asesinato de
un niño.
Si Fugo decidía que un trabajo en particular remordería la consciencia
de Buccelati, lo mantenía en secreto. Abbacchio estaba de acuerdo con esto,
nunca decía una palabra. La gente a su alrededor los veía como compañeros,
pero Fugo nunca le preguntó a Abbacchio sobre su pasado, y Abbacchio nunca
preguntó sobre el suyo. Tampoco se entendieron mutuamente. Si hubieran
estado en una situación en la que solamente uno pudiera sobrevivir, Fugo
estaba seguro de que Abbacchio lo abandonaría a su suerte, y él se sentía
seguro de que haría lo mismo.
Confiaban el uno en el otro, pero no eran cercanos. Había tanta relación
entre ellos como el día en que se conocieron.
Abbacchio había sido un policía. Cuando su corrupción fue descubierta,
y fue enjuiciado, Fugo fue a verlo a prisión. Aceptaba sobornos de uno de los
matones de Passione, y Fugo buscaba información. El matón había muerto
bajo la custodia de la policía – de hipotermia. En mitad del verano: En otras
palabras, sus superiores se habían hecho cargo – y solamente Abbacchio sabía
algo más.
El alcohol y las mujeres lo habían convertido en el caparazón de un
hombre, con profundas ojeras bajo sus ojos. Él lanzó a Fugo una mirada como
de reptil, y no dijo una palabra.
“Sé razonable, Abbacchio. Cuando un hombre como tú va a prisión,
termina muerto. Sabes lo que les pasa a los ex policías aquí. Los custodios no
te ayudarán. Te odian más que a nadie.”
“……………”
“¿Qué era exactamente lo que querían que pasara por alto? Escuché que
dudaste cuando tuviste que dispararle a ese sospechoso. ¿Era porque tenía algo
que ver contigo?
“……………”
“¿Eran drogas? ¿Ese hombre traficaba drogas? ¿Y lo dejaste hacerlo?”
“……………”
“¿Me estás dando la ley del hielo?”
Fugo frunció el ceño. Estaba empezando a sospechar que la reciente
inundación de narcóticos en el mercado provenía de Passione, y quería
pruebas.
Hemos desmantelado el negocio de otras familias, pero hay más drogas
que nunca. Debe de ser porque nuestro jefe misterioso está vendiendo las
mismas drogas que ha estado prohibiendo.
Si ese era el caso, Buccellati se vería pronto atrapado entre la espada y
la pared. Buccelatti se había ganado su reputación como un gangster
honorable en gran parte por su postura hacia las drogas. Si eso resultara ser
una vil mentira, él estaría acabado.
¿Qué debo hacer?
Mientras le daba vueltas a esa idea, Abbacchio habló de repente.
“¿Por qué?” dijo.
“¿Huh?”
“¿Qué hace que un mocoso tan superficial como tú se vea tan serio?”
Rezongó, las líneas en su frente se profundizaron. Miraba a todo el mundo
como si buscara pelea, pero algo no encajaba.
“Um… ¿Qué?”
“Tú y yo no somos distintos. Ambos somos escoria. ¿Así que qué te
hace estar tan seguro de ti mismo?”
“Um, Abbacchio, yo…”
“Yo sé que eres como yo. Sé que eres un fracaso. Puedo ver la
putrefacción en tus ojos. ¿Pero de dónde sacas esa confianza?”
“Siento que debería sentirme insultado…”
“Dime porqué, y te diré lo que sé.”
“¿Decirte qué exactamente?”
“Tu razón para vivir. Dime lo que te permite seguir adelante.”
“Simplemente le juré lealtad a mi organización.”
“Entonces dime cómo hacer lo mismo”, dijo Abbacchio.
Fugó parpadeó sorprendido. “¿Quieres… unirte?”
“Si esa razón es suficiente para ti, vale la pena intentarlo.”
“Eres un ex policía. Jamás te promoverán. Jamás te darán un territorio
propio. Serás el secuaz de alguien toda tu vida. ¿Estás listo para eso? Y si no
lo aceptas te apuñalarán por la espalda. La familia no te protegerá, para nada.
Es mejor si aceptas el dinero, te mudas lejos, y vives tu vida.”
“……………”
Abbacchio sólo lo observó. La oscuridad en sus ojos era aterradora.
Fueron las drogas lo que juntó a él y a Abbacchio. Y ahora estaba a
punto de conocer su origen – Massimo Volpe y su equipo – y combatirlo hasta
la muerte.
*
Al este de Taormina existe un teatro antiguo que data del siglo VII A.C.
El Teatro Greco, construido al estilo griego, con el escenario rodeado por un
semicírculo de asientos. Reconstruido por los romanos, ellos y el imperio
helénico habían desaparecido hace mucho, sin embargo los vestigios del teatro
estaban notablemente preservados. Aunque es considerado una atracción
turística, raramente se encuentra concurrido, y los visitantes pueden disfrutar
de un relajante paseo por sus alrededores.
Fugo y Murolo estaban en el Teatro Greco.
La lluvia chocaba contra las piedras. El teatro estaba desierto.
“Bueno, maldición”, dijo Murolo. “Esperaba mezclarme con los turistas
y atraer menos la atención en nuestro camino al pueblo, pero creo que eso no
pasará. Estúpida lluvia.”
“Ya llegamos hasta aquí. No hay opción más que continuar, sea o no
peligroso.”
“Algunas veces suenas cuidadoso, otras veces suenas como si te
importara un carajo lo que te pase. Diría que eres adaptable, pero es más como
si dejaras de pensar sobre las cosas una vez que se tomó una decisión. A pesar
de que cuestionar todas tus decisiones puede ser una herramienta de
supervivencia primordial…”
“O puede ser tiempo desperdiciado yendo en círculos. A menos que
hayamos sabido de algo nuevo que cambie las cosas, el plan que teníamos
antes es aún el único que tenemos.”
“Eso es a lo que me refiero, mira – te has encerrado a ti mismo. Siempre
lo haces, Sheila E. lo hace – necesitas ser más flexible. Estar dispuesto a
cambiar de idea.”
Murolo hablaba como si predicara su conocimiento, pero tenía muy
poco con qué respaldar sus opiniones. Parecía que sólo quería hacerse sonar
importante. Le recordaba a Fugo al profesor que puso de cabeza su vida.
“Ten cuidado”, replicó Fugo.
Murolo volteó a verlo. “¿O qué?”
“Tú no quieres tratarme del modo incorrecto. Una vez que pierdo el
control, no tengo idea de lo que haré.”
Esto no era una amenaza. Él tenía un temperamento terrible, propenso a
explotar a la menor provocación – una vez le clavó un tenedor en la mejilla a
Narancia por responder mal una simple operación matemática. Había
asesorado a Narancia por un tiempo, y siempre hacía las cosas mal, pero por
alguna razón, esa vez perdió los cabales. No tenía idea de por qué lo hizo.
Murolo selló sus labios.
“¡Diablos, eres todo un caso! ‘Frágil – Manéjese con cuidado’. ‘No
molestar’ Deberían de ponerte letreros. O deberías irte a meditar en alguna
montaña lejana. Por una cosa…”
De repente se apagó, mirando no a Fugo, sino a los asientos que
rodeaban el escenario. Su cara de había puesto pálida, y parecía que no podía
creer lo que estaba viendo.
Había un hombre solo sentado en los asientos. Llevaba una sombrilla
negra que lo cubría de la lluvia. De alguna me había mezclado con el entorno
– haciéndolo parecer que siempre había estado allí.
Era un hombre viejo, con arrugas profundas, pero su espalda estaba
recta y su cuerpo en forma.
Había un semblante amable en su cara, pero sus ojos eran demasiado
afilados. Fugo lo había visto antes – en las fotografías que Murolo le había
mostrado.
“¿Es ese…?” balbuceó
Murolo complementó, “Lo es. Ese es el líder de la Squadra di Narcotici
– Vladimir Kocaqi.”
Su vista estaba puesta directamente en ellos.
Los había estado esperando – no había forma en la que estuviera ahí por
casualidad. Pero él solo…
Murolo volteó de un lado a otro, viendo aquí y allá, pero no había nadie
más a su alrededor. Ni un rastro del equipo de Kocaqi.
“M-Mierda…creo que deberíamos…” Murolo se giró para sugerir que
huyeran, pero no había nadie a su lado.
Fugo caminaba en dirección a Kocaqi.
“¡E-Espera…!”
“Hay que hacerlo. Es muy tarde para correr.”
La voz de Fugo no mostraba duda alguna. Pero…
¡E-Espera! ¡Él no es un viejo cualquiera! Incluso Diavolo decidió que
era mejor negociar una alianza que usar su Stand para mantenerlo bajo
control. ¡Tiene mucha experiencia! ¡Es un veterano! ¡Sobrevivió a muchas
más peleas que tú!”
Los gritos de Murolo no hicieron nada que redujera el paso de Fugo.
Kocaqi sonrió débilmente, como un anciano mirando a su nieto.
Fugo lo miró de vuelta, pensando furiosamente.
Está confiado. Si está aquí solo, ya debe tener una buena comprensión
de nuestros Stands… y está seguro de poder ganar. Si se encuentra a cinco
metros de Purple Haze, estará acabado, no importa qué – Dudo que su Stand
pueda hacer alguna diferencia, y no imagino que sea su plan. Así que se debe
estar preparando para un ataque a distancia. Lo que tengo que hacer es de
algún modo acercarme a ese espacio, y ponerlo dentro del rango.
Con eso en mente, había empezado a caminar.
Esta es una trampa de algún tipo. De alguna manera tengo que sortear
esa trampa, y hacer que Purple Haze la atraviese y lo atrape.
Esto era lo más cercano a un plan que tenía.
Kocaqi le sonreía complacientemente, entonces dijo, “Escuché que
tomaste clases con mi muchacho Massimo en la Universitá di Bologna.”
“……………”
“Honestamente, él no tenía muchas cosas buenas que decir de ti,
Pannacotta Fugo. Suena como si tu vida fuera una serie de equivocaciones.”
“¿… a qué te refieres?
“Estoy seguro de que intentas hacer las elecciones ‘correctas’. Pero
incluso intentarlo es prueba de que estás equivocado.”
Sonaba como un profesor, explicándole pacientemente a un estudiante
confundido.
“Todos los sicilianos saben lo que es la vida. Esto podría ser difícil de
entender para un niño rico de Nápoles, pero la vida… es inherentemente
injusta.”
“…………..”
“Nada en la vida resulta como lo planeas. Debes aceptar eso. Nunca
llegarás a ninguna parte si no lo haces. Incluso si nadie te comprende, incluso
si las cosas no salen del modo que esperabas, acéptalas. Perder la compostura
y desquitarte con todo a tu alrededor es inexcusable. Te priva de hacer algo de
ti mismo. Te lleva directo a la ruina.”
“……………”
“Nosotros los sicilianos guardamos especial valor en el silencio.
Silencio y paciencia. Esas dos cosas llevan a la esperanza. Tratar de forjar una
vida sólo con tu voluntad es imposible. La fortuna jamás es así de amable. No
hay elección “correcta”, Fugo. Cada vez que tomas una decisión así cometes
un error. No importa cuánto niegues tus ideales e intentes ser realista, lo único
que puedes hacer es actuar relativamente así. Los sueños y la realidad no son
tan diferentes – la realidad en la que crees es sólo otra ilusión.”
Cuando Kocaqi terminó de hablar, Fugo estaba a cinco metros de él.
Casi dentro del rango de Purple Haze. Tenía que dar un simple paso, y estaría
lo suficientemente cerca para matar al viejo de un solo golpe.
Pero aún a esta distancia, Kocaqi no hizo nada.
Si su Stand estuviera activo, Fugo sería capaz de verlo. Kocaqi era un
anciano – era casi seguro que Fugo sería más veloz en reaccionar y golpearía
primero si intentaba algo. A menos que… no lo fuera.
¿Qué está pasando?
Fugo dejó de avanzar. Estaba listo para actuar en cualquier momento,
pero dudoso de hacerlo.
Los pensamientos inundaron su mente. Tal vez no debería de matar a
Kocaqi. Si no se iba a resistir, tal vez deberían capturarlo para interrogarlo. Tal
vez estaba ganando tiempo para que su equipo escapara. Cada una de esas
ideas pasaban flotando, y se esfumaban.
Él sabía perfectamente bien… que todas eran mentiras.
Sabía que Kocaqi estaba aquí para matarlo, sabía que no tenía intención
de lanzarse a la batalla. Podía verlo en sus ojos. Pero Fugo no podía ver lo que
había detrás, y estaba confundido sobre cómo proceder.
¿Por qué estoy dudando?
Al ver que Fugo no se movía, Kocaqi meneó lentamente la cabeza.
“Sabes tan poco, Fugo. Todo lo que crees es conocimiento superficial,
sólo arañando la superficie. No sabes nada sobre el coraje. Nada de la fuerza
que encuentran los hombres cuando hacen del lado su ego, para vivir. Los
hombres sin coraje son como pulgas, condenados a morir aplastados cuando
tratan de chupar la sangre de los humanos.”
Kocaqi sonreía burlonamente. Estaba insultando a Fugo…pero Fugo no
sentía indicios de ira. ¿Por qué no estaba furioso? Si Narancia hubiera estado
aquí, él ya hubiera perdido los estribos y atacado ya. Fugo estaba seguro.
Narancia…
No estaba enojado, ni molesto. Una extraña clase de desagrado lo
impulsaba. Siguió adelante, y comenzó a moverse entre las filas de los
asientos.
Tropezó. El suelo bajo sus pies se había desmoronado. Se incorporó
rápidamente, pero…
“¡Urp...!”
Trató de bajar el pie, pero se resbaló… y no naturalmente. Era como si
hubiera tratado de pararse en algo que no existía. Pero ya había mirado abajo,
y pisado firmemente. Antes de que averiguara que había pasado, su pie cayó
pesadamente, y volvió a perder el balance.
“¿¡Que dem…!?”
No tenía idea de lo que estaba haciendo. Era como si estuviera atrapado
en algún baile incontrolable, sus pies pisaban salvajemente en todas
direcciones.
“E-esto tiene que ser un…”
Su cuerpo completo se sentía como si flotara. Como si la sensación de
ese mal paso nunca hubiera terminado… no, había aumentado, resonando a
través de todo su cuerpo.
“¿Es este su…?”
Fugo se alejaba cada vez más de Kocaqi, como si corriera en reversa.
¡Su Stand! Debe serlo – ¡Estoy atrapado en el poder de su Stand!
¿Cuándo atacó? No vi nada – ¡No sentí nada en absoluto! No sentí nada
excepto… excepto…
Fugo miró hacia arriba.
La lluvia, una ligera brisa que mojaba su cuerpo.
Mierda…
La había visto. La había sentido. Había estado al tanto de ella todo el
tiempo… Estuvo bajo ataque todo el tiempo.
“Sí,” dijo Kocaqi. “Este es Rainy Day Dream Away. ¿Ves como
tropiezas perpetuamente? No es mi Stand el que te saca de balance. Eres tú.
Tus propios sentidos están fuera de control, y desesperadamente tratas de
recuperar el equilibrio. Por un breve instante te saliste de balance – y yo fijé
esa sensación en ese momento.”
Mientras más intentaba Fugo frenar su danza tambaleante, más
violentamente se sacudían sus extremidades.
“Mi Stand tiene la habilidad de fijar cualquier sensación. Los humanos
siempre perciben cosas. No importa cuánto intenten evitarlo, siempre están
alerta. Tomo cualquier instante, y lo hago durar por siempre. Pasarás el resto
de tu vida tratando de recuperar el equilibrio. Estás atrapado – nunca más te
liberarás de esa sensación.”
“¡Ah…augghhhh!”
“Exacto. Estás cayendo. Estás atrapado en la sensación de comenzar a
caer. Y el único lugar al que conduce esa sensación es a…”
Fugo no oyó el resto de lo que dijo Kocaqi. Sus piernas comenzaron a
pisotear más y más fuerte, y más y más lo llevaban en la misma dirección.
Estaba cayendo hacia un lado, propulsado por su propia fuerza. Sus pies
tocaban el piso, pero indudablemente estaba cayendo, moviéndose más rápido
de lo que alguna vez corrió, volando a través del suelo. Como si desafiara los
límites de la física.
“¡AAAAAAAAAaaaaaaaaaahhh!”
Su grito se desvanecía a la vez que dejaba el Teatro Greco.
¿Qué tan lejos lo llevarían sus piernas? ¿Al mar? ¿A una pared?
De cualquier forma, lo llevaban a la muerte.
“Uno menos,” dijo Kocaqi, y se puso de pie, procurando mantener la
sombrilla sobre él.
*
Sheila E. escuchó gritar a Fugo.
“¡Mierda!” dijo, al instante empezó a correr.
Pero el grito se alejaba de ella, más rápido de lo que podía desplazarse.
Mientras corría, se encontró en el Teatro Greco.
Se detuvo. Un viejo bajaba por las escalinatas de los asientos, mirándola
directamente. La había estado esperando.
“¿¡Kocaqi?!” dijo ahogadamente. Murolo llegó corriendo, y se ocultó
detrás de ella.
“¿Q-qué te retrasó?” reclamó, acusatoriamente.
“¿D-Donde está Fugo?” preguntó ella.
Kocaqi respondió. “Me encargué de él.”
Sheila E. lucía sombría. La situación era mala. Pero si estuviera
dispuesta a darse por vencida así de fácil, jamás habría venido.
“¡Voodoo Child!”
Saltó hacia adelante, con su Stand abalanzándose a su lado hacia el
viejo.
Kocaqi no se movió. A diferencia de Fugo, Sheila E. no dudó en
absoluto. No pensaba en más que estrellar su puño contra la cabeza del viejo.
Ella ocupó el espacio entre ambos en un momento, arrojándose hacia su
cara… y él se inclinó un poco hacia atrás, evadiéndola completamente.
Se movía como una espiga de trigo al viento, como un maestro de Tai
Chi, caminando ligeramente hacia los lados mientras Sheila E. arremetía
contra él.
Ella se dio la vuelta, encarándolo de nuevo.
Kocaqi no había recibido daño del golpe, pero cuando ella pasó de
largo, la uña de Voodoo Child alcanzó a rasguñar el costado de su cara.
Era una herida pequeña, como si se hubiera cortado al afeitarse… pero
lo suficientemente grande para que se formaran un par de pequeños labios
femeninos.
Los labios resoplaron y después, suspiraron.
“¿Qué es esto?”
“Las heridas que Voodoo Child toca se transforman en labios, que
cuentan todos tus secretos.” Sheila E. señaló directo a él. “Sacarán palabras de
lo más profundo de tu corazón, palabras que te volverán loco. Gané.”
Los labios en la mejilla de Kocaqi se retorcieron algunas veces, después
empezaron a hablar – pero la voz que emergía no era la de Vladimir Kocaqi.
“Tuve una buena vida, Vladimir. He sido tan, tan feliz.”
Una lúcida y alegre voz. Llena con el placer de su experiencia, la
emoción genuina. No era una voz que pudiera considerarse insultante o
indiscreta.
Sheila E. miró confundida. Kocaqi inclinó la cabeza hacia un lado,
mirándola.
“Ya veo”, dijo, bastante calmado. “Tu Stand saca a flote la fuente de la
culpabilidad de la gente, y la usas para desconcertarlos. Qué mal.”
Pasó sus dedos a lo largo de los labios, y estos fueron absorbidos en su
interior, desvaneciéndose por completo – a pesar de que Sheila E. no había
desactivado su poder.
“¿C-cómo?”
“Mientras la culpa exista en el corazón de un hombre, tu poder no podrá
ser removido, ¿cierto? Mientras exista culpa. Pero yo no la poseo. Mi corazón
sólo lidia con los hechos, como siempre lo ha hecho. Puedes sacar todas las
voces que quieras – Las oigo todo el tiempo.”
Una amable sonrisa se esparció por su rostro.
“Esa voz era de mi hermana Amelia. Sus últimas palabras para mí. Ella
murió en mis brazos, y me dejó con eso.”
“…………..”
“1943. El 6 de agosto. El día que ella murió. ¿Conoces el significado de
esa fecha?”
“…………..”
“Ese día, Sicilia era un campo de batalla. Las fuerzas aliadas habían
desembarcado en territorio controlado por los fascistas y los nazis. Había
combate por todas partes. Los nazis nunca intentaron seriamente conservar la
isla. Solamente pelearon para cubrir su retirada. Los habitantes estaban
agradecidos por ello, pero… mientras se retiraban, fueron contra incontables
inocentes de los que sospechaban de espionaje. Mi familia estaba en la mira.
Fusilaron a mis padres. Corrí por mi vida, cargando a Amelia en mi espalda.”
Hablaba sin nostalgia, como si fuera algo que había pasado el día
anterior, y simplemente reportara lo sucedido.
“Mientras corría, creí haberme orinado encima. Estaba tan asustado,
asumí que la humedad era por mi culpa. No dejé de correr… pero no era orina.
Era sangre, de las heridas de Amelia. La había impactado dado una bala
perdida…no.”
Kocaqi sacudió su cabeza negando.
“Probablemente no. Tal vez un soldado le disparó en la espalda mientras
escapaba. Ella recibió la bala por mí. Porque yo la cargaba, ella me protegió.”
“……………”
Traté de atender sus heridas, pero era demasiado tarde. Había perdido
demasiada sangre, y ella era demasiado joven… no tenía la fuerza para
sobrevivir. Mientras se desvanecía, comenzó a balbucear. Contándome cuán
feliz había sido su vida.”
“……………”
“Tenía alucinaciones de haber escapado con vida. En su delirio, ella
seguía preguntándome si yo también era feliz. Ella ya no podía verme, pero yo
no podía hablar. Todo lo que hice fue asentir.”
“……………”
“Fue entonces cuando mi Stand se manifestó por primera vez. Fui capaz
de fijar su ilusión, asegurando que jamás terminara. Escapó a ese futuro
inventado, vivió para crecer, y envejecer, rodeada de nietos. La ilusión jamás
terminó.”
“…………..”
“Una hora después de su muerte, las tropas del General Patton pasaron a
mi lado. Si hubieran llegado un poco antes, ella pudo haber sobrevivido. Pero
ese no era su destino. Amelia había muerto con una sonrisa en su cara. Ella
sonrió por sólo uno o dos minutos, pero… eran como ochenta años de alegría.
¿Qué diferencia existe entre su sueño y la realidad?”
La mirada pacífica en sus ojos enervó a Sheila E. Le recordaba a los
ojos de su difunta hermana.
Pero eso no cambió nada. Este hombre seguía siendo su enemigo.
Apretó los dientes, e intentó atacarlo.
Esta vez, él no se movió. Ni siquiera lo intentó. Simplemente dejó que
ella atacara lo que quisiera… pero todos los golpes fallaron.
“¿Hunh?”
No importaba que tan duro tratara, no podía atinarle.
Ella estaba bajo su poder. Cuando Kocaqi vio su expresión, movió su
cabeza negatoriamente.
“Por una fracción de segundo, sentiste como si no pudieras golpearme.
Fijé esa sensación para toda la eternidad. Puedes tratar de atacarme, tratar de
resistir, pero no serás capaz. Así es como funciona Rainy Day Dream Away.”
“¡Aaaaaaugh!”
“¿Puedes liberarte? ¿Tienes la fortaleza mental para superarlo? Esto no
es obra de mi Stand. Es el peso de los ochenta años de felicidad de Amelia.
Nesesitas algo sólido, algo que te lleve a través de cualquier cosa.”
“¡…nnnnnaaaaagh!
“No te preocupes Sheila E. No te mataré. No tengo razones para
hacerlo. Escóndete en alguna parte hasta que nuestra pelea con Giorno
Giovanna haya acabado. Sin embargo…”
Kocaqi dio media vuelta.
“No aplica lo mismo contigo, Cannolo Murolo.”
Murolo retrocedió, acobardado.
*
Por alguna razón, viejos recuerdos invadieron su mente.
Recuerdos de cuando Mista se había unido, su equipo estaba completo,
y comenzaron a ganarse una reputación en la organización.
Un día, Fugo fue llamado solo a la casa de Buccellatti.
“¿Hola?”
Fugo dio un paso dentro de la habitación, y se congeló. El ambiente de
la habitación tenía algo mal. Estaba demasiado tranquilo. Las cortinas estaban
cerradas, y afuera estaba oscuro… pero las luces estaban apagadas.
Buccellati estaba sentado en el sofá de la sala. Fugo se acercó
temerosamente.
“¿Um… Buccellati?”
Buccellati sólo movió un dedo, señalando que se sentara del otro lado.
Fugo lo hizo. Cruzo las manos sobre sus piernas, esperando a que hablara.
Pero él no dijo nada.
En el silencio, el vago tictac de un viejo reloj sonaba horriblemente
fuerte.
¿…Qué está pasando?
Fugo empezó a entrar en pánico. Buccellati siempre era muy directo. No
era su estilo retrasar las cosas.
Al fin, Buccellati habló.
“¿Lo sabías, Fugo?”
Por un momento Fugo estaba confundido… entonces supo a lo que
Buccellati se refería.
“¿...sobre las drogas?”
“……………”
“Sabía que pasaba algo. Abbachio y yo lo investigamos.”
Hizo una pausa para ver cómo reaccionaba Buccellati, pero ni un
músculo de su cara se movió.
“La evidencia sugiere que el jefe inició su propio tráfico de drogas.
Fuimos contra los miembros de bandas que habíamos desmantelado
asumiendo que estaban traficando nuevamente… pero sólo se reían. Decían
que había un nuevo juego en el pueblo.”
“…………...”
“Cuando le contamos esto a Polpo, su gran cara se puso pálida como el
papel, y empezó a temblar. ‘Quédense fuera de esto’ dijo. Era claro que el jefe
no le había contado nada. Supongo que el jefe no dejaría entrar a Polpo al
negocio de las drogas para evitar que ganara más poder del que ya tiene. Y
Polpo se dio cuenta de esto. Lo asustó – no quería que el jefe lo viera como
una amenaza.”
“…………..”
“Es por eso que Polpo no te dijo nada. No quería que nos
involucraramos. Así que yo…”
Fugo trató de seguir explicando, pero Buccellatti levantó una mano.
“Suficiente.”
Había una frialdad glaciar en su voz. Fugo se estremeció.
¿…va a matarme?
Por un segundo estaba seguro de que lo haría. Él simplemente se quedo
sentado, inmóvil, en su sofá.
Su cara parecía de mármol, sin rastro de emoción. Como la cara de una
muñeca de porcelana.
Fugo miró a la pared.
Había una red colgada ahí. Era la red de pesca que el padre de Buccelati
usaba. Estaba rasgada, inutilizable… pero servía como símbolo de la promesa
que Buccellati le hizo a su padre. Buccellati les había dicho esto una vez.
El padre de Buccellati murió cuando se inmiscuyó por accidente en un
negocio de drogas, y le dispararon. La herida fue fatal. Por eso Buccelati
detesta tanto las drogas…
“Fugo,” dijo Buccellati finalmente. “Pon un disco.”
Fugo se puso de pie. Esta era la señal; de cuando Buccelati quería que lo
dejaran solo, él pedía a sus hombres que pusieran un disco. Ellos se iban tan
pronto empezara a reproducirse.
“¿Bitches Brew?”
Este era el favorito de Buccellati.
Pero Buccellati meneó la cabeza.
“No. Pon Elevator to the Gallows.”
Fugo estaba sorprendido. Miles Davis era uno de los favoritos de
Buccellati, pero una vez dijo que no era fanático de ese álbum en particular.
Tomó el disco del estante, lo sacó de su estuche, y lo puso en el
tornamesa. Bajó la aguja, y los sonidos melancólicos de una trompeta
emergieron de las bocinas.
Era una ejecución excepcional, con una resonancia como el rechinar de
los dientes tan intensa que podía mezclarse con las notas como suspiros
interminables componiendo una tonada trágicamente cautivadora.
Fugo volteó a ver a Buccellati y casi suspiraba en voz alta. Nunca había
visto a Buccellati así. Era como si estuviera llorando, pero las lágrimas no
salían. Como si se hubieran secado hace mucho. Sus labios estaban secos y
descoloridos, su tez pálida. Todo el brillo había abandonado sus ojos, como un
estanque sin fondo.
¿… por qué estaba recordando esto ahora?
En ese momento, Fugo había sentido que Buccellati sufría, pero
encontraría la fuerza para superarlo. Y no se había equivocado. Buccellati
continuó solidificando su posición en la organización, mejorando más y más al
lidiar con las contradicciones implicadas.
No era necesario preocuparse
¿Entonces por qué estaba recordando su mirada?
Porque lo sabía.
Sabía que Buccellati no estaba bien.
La mirada en sus ojos era la de un hombre que siente que su alma
misma está muriendo. Y las drogas lo hicieron de ese modo.
Esa cara, era…
Como si cayera por siempre, Fugo sintió la urgencia de levantarse con
él. Una sólida y férrea urgencia, plantada en su corazón, impidiendo que otra
cosa entrara. Llenando su alma.
La misma urgencia que lo llevó a golpear en la cabeza al profesor que se
burló de la muerte de su abuela con un diccionario de 4 Kg.
*
“Tú, te mataré, Cannolo Murolo. Un hombre como tú no tiene permitido
seguir con vida.”
Con su paraguas mantenido en alto, Kocaqi comenzó a caminar hacia
Murolo.
Murolo trastabilló hacia atrás. Estaba demasiado asustado para darse
vuelta y huir. Demasiado asustado para arriesgarse a un ataque fatal por la
espalda, incluso si eso reducía en absoluto sus posibilidades de escapar.
“Lo sabías, ¿no? Sabías que Risotto y los asesinos eran traidores. Los
echaste a pelear contra Diavolo, y no te importó quién de ellos ganara.”
Casi había llegado hasta él.
“La única razón por la que fueron tras Diavolo fue por venganza por el
castigo que recibieron sus camaradas cuando trataron de descubrir la identidad
del jefe. Pero el que filtró esa información a Sorbet y Gelato en primer lugar…
fuiste tú, Murolo. Lo sé.”
“Augh…”
“Pones a otros en riesgo, y observas en calma desde un territorio seguro.
Disfrutas de la participación, juegas con las fortunas de otros, pero jamás
aceptas la responsabilidad.”
“Aaaaaugh…”
“Hombres como tú retuercen este mundo. Pero tu pequeña y retorcida
vida está por terminar. Voy a darle fin por ti.”
Señaló al sombrero de Murolo.
“¿Entonces? Llevas un arma allí, ¿no? Puedo decir por la manera en que
tratas de ocultarte que tienes algo escondido debajo. ¿Una pistola? ¿Un
cuchillo? ¿Una botella con ácido? Lo que sea. Has el intento y úsalo.”
La cara de Murolo se retorció de dolor. Sabía lo que pasaría. Cuando la
gente trata de usar un arma, siempre son cuidadosos. Cuidadosos de que no se
les dispare el arma, cuidadosos de no cortarse con el cuchillo – y en el
momento en que él pensara eso, Kocaqi ganaría.
Si intentara atacar, se destruiría a sí mismo… ¿así que como podría
pelear?
Kocaqi volvió inútil a una peleadora experta como Sheila E… Murolo
no tenía oportunidad. Estaba seguro de que su misión terminaba aquí. Pero
luego…
Un trueno, a la distancia. Una débil vibración, de muy lejos. Pero las
nubes sobre ellos no eran de tormenta, y esta brisa era el poder de Kocaqi, no
un fenómeno natural.
Kocaqi lo notó también.
El trueno… se estaba aproximando.
Los ojos de Kocaqi se dilataron de sorpresa.
“¡N-no!” dijo, mirando hacia arriba.
Sonaba como un trueno, pero el sonido no cesaba – sólo se
intensificaba.
“¡No puede haber…!
Y no sólo más intenso.
Más cerca.
Lo que fuese que hiciera ese ruido se acercaba a ellos a alta velocidad, a
una velocidad terminal de 9.8 metros por segundo.
La velocidad de un objeto en caída libre.
En el momento que el objeto era visible, era demasiado tarde.
Utilizó su Stand… ¿para lanzarse hacia el cielo?
Kocaqi se preguntaba si había fallado en algo. No tenía tiempo para
considerar lo que fue.
Por un instante, sus miradas se cruzaron – sus ojos, y los de Pannacotta
Fugo, mientras éste caía del cielo.
El único momento en el que la sensación de caer dejó de ejercerse fue
cuando en realidad estaba cayendo – desde cientos de metros de altura. La
única forma de escapar de esa atrapante sensación– La misma velocidad a la
que caían las gotas de lluvia.
Kocaqi abrió la boca, pero no hubo el suficiente tiempo para que gritara.
El Stand de Fugo estaba enfrente de él, y aterrizó primero. El ruido provino de
él – el trueno era un rugido de ira incontrolable.
“¡Baaaasssshhaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!”
El puño del Stand impactó a Kocaqi, y el virus se liberó. El frágil cuello
del anciano se quebró del impacto al instante, pero al virus no le importó – lo
infectó al instante, incubó, se multiplicó y devoró.
Brutal.
El ataque explotó, después se desvaneció como una lluvia de verano.
Un toque de Purple Haze significaba la muerte.
Este era el Stand de Pannacotta Fugo.
*
Sheila E. dio un salto adelante, y Voodoo Child atrapó a Fugo mientras
caía. Él no había planeado cómo frenar su caída, simplemente se lanzó en un
ataque suicida, por esto el impacto la aturdió.
Ella trastabilló, pero encontró fuerzas. Aliviada se levantó… y una
mano se sujetó alrededor de su garganta.
Él la estaba estrangulando, como si quisiera matarla. Sheila E. entró en
pánico.
“¡Para! Es suficiente”
Murolo. Ella lo miraba buscando ayuda, pero él movió la cabeza de un
lado a otro.
“No es él – eres tú, Sheila E. Guarda tu Stand y deja ir a Fugo.”
Sheila E. observó – Voodoo Child seguía sosteniendo a Fugo, sus brazos
lo sujetaban tan fuerte alrededor de su columna que se quebraría en cualquier
momento.
Ella retiró a su Stand, liberando el cuerpo de Fugo, y él soltó su
garganta.
Se puso de pie sin decir nada. Una sombra de… algo… permanecía en
su rostro. No había duda en su mirada. La mirada que Buccellati había dicho
que lo marcaba como alguien que ya no podía vivir en su mundo.
Sheila E. lo miró fieramente por un largo tiempo, pero después volteó a
otra parte. Volteó a buscar al enemigo que acababa de eliminar.
Pero no había rastro de él por ninguna parte. Se había derretido sin dejar
pista alguna.
Lo mató instantáneamente sólo con el golpe, pero mientras sus
funciones corporales continuaban, la infección se esparció, cada célula en su
cuerpo se pudrió y se vaporizó.
Un escalofrío bajó por su espalda. Él los había salvado, pero no podía
sentirse agradecida.
Murolo se acercó a ellos y les dijo algo, pero Sheila E. no tenía la
energía para escuchar.
La lluvia había parado, y el hermoso cielo siciliano emergió de entre las
nubes. Pero en su interior, ella sólo sentía tristeza.
Stand: Rainy Day Dream Away
Usuario: Vladimir Kocaqi (70)

Poder: E Velocidad: B Rango: A


Tan rápido como la
lluvia
Duración: A Precisión: E Potencial: E
Habilidad: Fija una idea, emoción o sensación. Cubre el área en forma de
una ligera lloviznam y puede atacar a cualquiera en ese rango. Una vez atrapados,
nadie puede escapar. Alguien con una enfermedad menor podría vagamente pensar
si eso lo matará; si ese pensamiento es capturado, así será. Utiliza la propia mente
del oponente contra él mismo, y ninguna distancia entre Kocaqi y sus objetivos los
liberará.

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