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En el texto “Los ciudadanos del mundo”, su autora Martha Nussbaum (2010), señala que

hoy, cada vez más, las personas se encuentran en contextos globalizados, dependiendo de
otras personas que no siempre son conocidas, y que ninguna persona queda fuera de esa
interdependencia ya que nuestras decisiones más básicas como consumidores afectan el
estándar de vida de otras personas que habitan en países lejanos y que producen los
artículos que usamos, es decir, nuestra vida cotidiana presiona sobre el medio ambiente
global. Por tanto, ante esta situación se hace necesario que la educación debería
proporcionarnos los elementos necesarios para desenvolvernos de manera eficaz en ese
diálogo multinacional, como “ciudadanos del mundo” y no sólo como estadounidenses,
indios o europeos. Según ella, la educación para la ciudadanía mundial es importante
porque si no se ofrece una buena base para la cooperación internacional, lo más probable es
que nuestras interacciones humanas se vean mediadas por normas tan lábiles como las del
mercado, que concibe las vidas humanas principalmente como instrumentos para obtener
ganancias. Además, plantea que, aunque el conocimiento no garantiza la buena conducta, la
ignorancia es casi una garantía de lo contrario, y cabe resaltar que en nuestro mundo
abundan los estereotipos culturales y religiosos. Por otro lado, resalta que uno de los
aspectos más descuidados de la educación para la ciudadanía mundial es la enseñanza de
lenguas extranjeras, siendo que todos los alumnos deberían aprender bien por lo menos una
lengua extranjera.
Otro aspecto que destaca la autora, son los errores (por acción y omisión) que se han
cometido en el proceso de educación ciudadana mundial entre los cuales señala el
conocimiento sobre las numerosas tradiciones religiones del mundo, además, la calidad
pedagógica de ciertos libros es terrible, pues fomentan el aprendizaje de memoria,
desalientan el pensamiento crítico e insinúan que existe una sola historia correcta y obvia
que ninguna persona respetable podría desafiar.

Para dar mayor soporte a su propuesta la autora hace referencia a los modelos educativos de
John Dewey y Tangore los cuales contribuyen a la formación de la ciudadanía mundial
porque la escuela de Tagore elaboró estrategia para transformar a sus alumnos en
ciudadanos mundiales con la facultad de pensar sobre el futuro de la humanidad, usando
como punto de partida la enseñanza de las distintas tradiciones étnicas y religiosas, y
Dewey aplica métodos que promueven una confrontación adecuada con los prácticos de la
actualidad.
Finalmente, con respecto a la educación universitaria, Martha Nussbaum enfatiza en que los
alumnos necesitan desarrollar sus capacidades como ciudadanos del mundo con mayor
grado de complejidad. Asimismo, en esta etapa, todos los alumnos deben adquirir una base
firme de conocimientos sobre los principios fundamentales de las ciencias económicas y el
funcionamiento de la economía global.

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