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l.

Cuestiones sociales *

He aquí tres grandes obras de sociología, todas importantes, que han apa-
recido casi al mismo tiempo. Son ellas La Lutte entre societés, del Sr. Novicow;
Ladivision du travail sociaP, del Sr. Durkheim, y la traducción francesa de La
Luttedes races, del Sr. Gumplowicz. Este ruso, este polaco, este francés, no
parecen conocerse o haberse influenciado mutuamente; cada uno siguió y
profundizó, por separado, su derrotero mental, su surco especial en el in-
menso baldío del campo sociológico. Esto solo hace que las concordancias
que pueden presentar sean más instructivas, a través de sus divergencias, que
tampoco tienen desperdicio. Y es un buen ejemplo de las anastomosis es-
pontáneas que se producen entre vasos flexuosos' de pensamientos que se
desarrollan independientemente unos de otros, que se empalman incons-
cientemente, para formar el tejido de una ciencia nueva. Será curioso saber
larespuesta que van a efectuar estos tres sabios a estas dos preguntas capita-
les:10 ¿Qué es el grupo social? 20 ¿Cuál es la ley de las transformaciones socia-
les/ Laprimera solo ofrece un interés teórico, pero se relaciona íntimamente
con la segunda, que tiene que ver con las preocupaciones más ansiosas del
tiempo presente.

• "Cuestiones sociales"; originalmente: "Questions sociales", en Revue philosophique, t. XXXV,


1893, pp. 618-638.
1 Hay varias ediciones en castellano bajo el título: La divisi6n del trabajo social (N. del E.).
2 Sinuosos, ondulantes (N. del E.).

~'o~: ~ \J~~9U~Q .~\ vniof~al vn~ t\tr,\~~~~ ¡}tlo\órf)I[Oi \af'I Waí ~ ~


~~ ~~vr~~&- 1

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Cabriel Tarde

¿Qué esel grupo social? ¿Cuál es la naturaleza del vínculo que cimienta
art 7 in o de nuestros tres autores, cosa notable, responde aquí
10 ande e t.: n la etafora spenceriana del organismo social; todos son c n-
do - ne pe itirá que en lo personal, lo celebre-3, a una concepción
la sociedad ue cortando or así decir con el cordón umbilical de la so-
I d.Ql.Qgíe inau rand su autonomía con respecto a su madre, la biología, le
~hace'u ar a la idea de similitud social- en consecuencia a la idea de imita-
cjÓn .un papel derante. Se diría, sin embargo, a primera vista, que la
idea de diferencia elemental afectó más la mente pintoresca del Sr. Gumplo-
\,wicz. Si hubo alguna vez un cerebro exento del prejuicio científico que hace
nacer todo de una homogeneidad supuestamente inicial o fundamental-que,
al principio, y en el fondo de todas las cosas, en este bello universo multicolor,
se complace en imaginar un colorinmensamente liso ymonótono-, es pre-
cisamente el cerebro, un tanto contradictor por naturaleza, de este escritor
vigoroso. Es el poligenista más decidido que se haya visto desde Agassiz. Ex-
tiende el poligenismo a todo: a la lengua, la religión, etc., tanto como a la es-
pecie humana.
lJ.l «Por todas partes-dice-, en los corrienzos de la historia conocida, nos en-
"contramos con un número muy grande de razas humanas que se ven como
extranjeras por la sangre y que, hablando cada una su lengua distinta, irre-
-ductible a las otras, profesan cada una su culto por separado. » Para el sociólogo,
, a su criterio, la existencia «de innumerables bandas humanas, heterogéneas,
~abarcando la tierra habitable», es uno de «esos hechos primordiales de los
'cuales ninguna existencia puede prescindir», tales como los átomos hetero-
géneos para el químico o las dispersiones de las nebulosas para el astrónomo.
Pero -sin insistir en las lagunas de una teoría que, situándonos in medias res",
postula lo que sería interesante y en absoluto prohibido de explicar-, bus-

3 Pues ya me ocupé de esta cuestión en mis Lois de l'imitation, cap. 111.[Hay edición castellana: Las
leyes de la imitación y la Sociología, traducción de Alejo García Cóngora y Pablo Nocera, Madrid,
Centro de Investigaciones Sociológicas y Agencia Estatal Boletín del Estado, 2011.]
• Locución latina que significa: «hacia la mitad de las cosas» y que refiere a la técnica narrativa de
comenzar el relato no desde el principio sino situándose «en la mitad ••de la historia (N. del E.).

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Cuestiones sociales

quemas cuáles son los cimientos' que, según el Sr. Gumplowicz, mantienen
unidos a los individuos en cada banda considerada por separado. Nos res-
ponderá, en cien partes de su libro, que es la comunidad de lenguaje, de reli-
gión, de costumbres, a pesar de la heterogeneidad fisiológica de las familias
que componen y han compuesto en toda época los Estados pequeños o gran-
des,lasnaciones, las ciudades, los clanes o las tribus. Una gran semejanza bajo
todos los aspectos de orden psicológico y social: tal es la fuerza de cohesión del
grupo, a lacual, es cierto, se le añade poco a poco, para fijarla yconsolidarla, la
semejanza fisiológica misma, cuando, por el cruzamiento prolongado, las
razascomponentes se hayan fusionado en una raza única y nueva; que entrará
posteriormente en la composición de una raza futura, y así, en consecuencia,
indefinidamente. Pero esas razas, entendidas de este modo, son hijas y no
madres de los fenómenos sociales cuyos resultados resumen y consagran; y
esos fenómenos sociales sr' .t' símílacícn.
ElSr.Durkheim, desde varios puntos de vista, es la antípoda del sociólogo JI
precedente: se representa la humanidad primitiva como formada por seg-'n
mentas similares entre sí. Pero al igual que él, y mucho más explícitamente(\¡~
aún, basa -en cada uno de esos segmentos, que son los gru pos sociales primi -~I
tivos-, la solidaridad social en la similitud imitativa de los socios. Sin embargo,
según él, este género de solidaridad por semejanza sería cada vez más susti-
tuido por una solidaridad más íntima y fuerte, por diferenciación individual
y división del trabajo. Tendremos que apreciar la exactitud de esta visión.
ElSr.Novicow profundizó mucho el tema de los grupos sociales en gene-
ral, y sobre todo de los grupos sociales superiores, de las nacionalidades. Es
aéla quien conviene interrogar especialmente al respecto. Se preguntó: ¿qué
esuna nación l ¿Dónde comienza y dónde termina l ¿Cuáles son sus límites
enel tiempo y el espacial En este último punto, lo encuentro vago; habría po-
dido observar en primer lugar-lo que olvidó hacer-, que es mucho más fácil
circunscribir a una nación en el espacio que en el tiempo. Sé donde se fija,en
un momento dado, la frontera de Francia, e incluso, lo que no es lo mismo, la
frontera ideal de la nacionalidad francesa, pero en qué fecha precisamente
nació la nación francesa, lo ignoro. Varias saciedades diferentes se sucedieron

5 Cabe señalar que la palabra ciment -que se vuelca aquí como cimientos- significa, en sentido lite-
ral, «cemento»; y, en sentido figurado, «aquello que une o vincula». (N. del E.)

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Gabrie/ Tarde

en el territorio de la antigua Galia desde los romanos hasta nuestros días, e


igualmente en territorio italiano, helénico, inglés, español; pero nacieron
unas de otras por partos sucesivos, parciales, sin ninguna ruptura, y esta au-
sencia de discontinuidad entre las sociedades madres y las sociedades hijas
bastaría para establecer por sí sola entre los supuestos organismos sociales y
los organismos naturales una demarcación profunda. Pero dejemos por el
~momento este contraste. De cualquier manera, nuestro autor define la nación:
lt. un rupo de individuos semejantes, no solo, ni incluso necesariamente, por la
lJ len a la reli .ón los usos las artes la literatura fr:.m:aim ortancia antaño se
f" exa eraba un oca ero aún más potlamanera.de senrír ypor.lavolunrad
comÚn de estar o permanecer políticamente.unidos.
Esta definición sería mucho mejor si el Sr. Novicow la hubiese comple-
tado tomando en consideración la causa evidente de donde proceden las si-
militudes que señala. Quizás hubiese visto entonces que si, desde el punto de
vista de la circunscripción del vínculo nacional, la comunidad de lenguaje,
de culto, de costumbres, de cultura literaria, es secundariamente Importante
en ciertos casos, y, en otros, es importante al más alto grado, esto se debe a la
forma en la que se ha producido; siempre imitativamente, pero unas veces
por contagio epidémico de ejemplos extranjeros, y otras por su descenso en
cascada extendido de clase en clase y su transmisión tradicional de genera-
ción en generación. Que la lengua francesa, las ideas, las escuelas francesas
de arte, se difundan en la alta sociedad rusa, no basta para extender hasta el
Neva+la nacionalidad francesa; esto solo puede tener el inconveniente mo-
mentáneo, si no de desnacionalizar a esta elite, al menos de aflojar el vínculo
nacional entre ella y el resto de Rusia; pero si, según una conjetura y casi un
deseo aventurados por el Sr. Novicow, ese ejemplo de las clases superiores,
propagado por los funcionarios de todo orden, descendiera poco a poco, se
infiltrara hasta la cabaña del último mujik', y luego se transmitiera de padres
a hijos durante uno o dos siglos, una nueva nación rusa surgiría más fuerte y
unida que nunca, gracias a esta sustitución de tantos dialectos locales porun

6Famoso río del noroeste de Rusia, sobre cuya desembocadura fue fundada en 1703la que habría
de convertirse en la capital del Imperio Ruso a la vez que su llamada «ventana a Europa»; esto es, la
ciudad de San Petersburgo. (N. del E.)
7Término conel que se designaba, antes de la Revolución de 1917, alcampesino ruso. (N. del E.)

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Cuestiones sociales

mismo idioma, de tantas diversidades locales donde se conserva la de las


razas múltiples adjuntadas por la conquista del vasto Imperio por un mismo
conjunto de ideas, usos, costumbres, ropas. Esta nueva Rusia sería asimismo,
podrá decirse, una nueva Francia, pero muy distinta de la antigua. Yaque, re-
fractándose en este otro medio, las cosas francesas habrían sido rusificadas
por él tanto como ellas lo habrían afrancesado. De ahí, para que haya nacio-
nalidad, la necesidad de una aristocracia o una capital, o de una y otra a la vez,
o una gavilla de capitales hermanas, fábrica de modelos de toda clase o imi-
tación original de modelos extranjeros, para todas las provincias y todas las
clases, lentamente asimiladas y nacionalizadas. París, desde este punto de
vista, con la ayuda de sus reyes y sus grandes, creó a Francia, así como Atenas
y Esparta crearon a Grecia, así como Roma creó la romanidad, Moscú y San
Petersburgo a Rusia. Es poreso, por ejemplo, que la lengua literaria -es decir,
mistocrática y urbana-, la lengua hablada por la élite social, la lengua parisina
en Francia, es mucho más esencial que los dialectos rurales para la idea de na-
cionalidad. Yobserven la aplicación que hace el Sr. Novicow de esta obser-
vación general: «Sise admite, afirma (p. 243), con los publicistas alemanes,
que la lengua literaria es la característica de la nacionalidad, entonces los alsa-
cianos, que hablan un dialecto alemánico, pero que han adoptado el francés
como lengua literaria, al igual que los flamencos y los bretones, son franceses
y no alemanes». Imposible decirlo mejor.
Seve también de ese modo que, si basta con la imitación para establecer
una relación social entre los hombres, el vínculo nacional exige una combi-
nación especial e íntima de la herencia viva con la imitació •. Ha) una sirml
tud que el Sr. Novicow no tuvo muy en cuenta, es la de los rmsmos recuerde
la de los mismos destinos históricos. Un individuo difiere de otro aunaue J,
- porq)!e cada uno de ellos tiene recuerdos propios; así difieren ~
1 n· Ycomo, para que las mismas imágenes del pasado subsistan a I
pesar de la continua mutación de las células cerebrales, es preciso que las \!
nuevas células sean engendradas por las precedentes, del mismo modo la ~
perpetuidad de las tradiciones históricas en un mismo territorio, a pesar de!¡
la renovación de sus habitantes, supone el parentesco de las generaciones su- ~
cesivas de estos. Esta relación fisiológica es importante sobre todo desde el
Punto de vista del tiempo, más que del espacio. En efecto, una nacionalidad
Puede ser -y, de hecho, es siempre- una yuxtaposición, en el espacio, de razas
O:a : 1~scc ~ ~I!nefdC!CJ~O (DP ~\~ ~c\~ 1\ f\~O at 1'00t( P( ¡010rOidc rrn eI~. 39
Gabriel Tarde

diferentes, a condición, sin embargo, de que la gavilla de estas razas haya


quedado unida, si no cruzada, durante una larga y misma continuación de
generaciones. La similitud en las maneras de sentir, a la cual el sabio ruso le
atribuye con razón tanta virtud, requiere también ese vínculo genético, y
además el cruzamiento de las razas diversas, ya que los matices del senti-
miento son lo más fisiológico que hay en psicología.
Todo esto es para responder a una noción demasiado superficial del vín-
culo nacional que este autor parece hacerse acá y acullá, cuando, por ejem-
plo, llevando al extremo el individualismo muy spenceriano del que está
dejarle a cada cantón, a cada ciudad, a cada aldea (¿y por
iduo"), la facultad de desvincularse a voluntad de su Es-
......,."'"'...,...~~~u-afltOjOsu patria adoptiva. e o advertirt bién que todas,
, lasnacíonalidadesexístenres o que hayan existido, así como todas las razas,
lu c n id radas como las más puras, son cruzadas y bastardas. Sería jn-
eresante in vesti ar en ~ué condiciones podría existir una nacionalidad er-
fectament ra. ¿No sería un cuerpo de pueblo -formado aisladamente, a
distancia de otro; a partir de un burgo convertido en ciudad, y de una ciudad
inventiva, que forjó ella misma todas sus instituciones y luego se multiplicó
en colonias dispersas a su alrededor-, donde se reflejaría diversa mente en el
espejo de una misma raza?

II

En suma, sobre la naturaleza del vínculo social o nacional nuestros tres


autores coinciden en un punto esencial, y la coincidencia de sus concepcio-
nes espontáneas es bastante notable; pero, en cambio, están lejos de coinci-
dir acerca de la idea que se hacen de la evolución social. Aquí se revela, bajo
la divergencia de las doctrinas, la de los humores y las formas de ver las cosas.
El Sr. Gumplowicz -espíritu por así decir de pocas pulgas, hirsuto y discor-
dante, que se contradiría de buena gana a sí mismo más bien que contradecir
a otro; en el rondo pensador grave, recto y fuerte-, les atribuye a las fuerzas
sociales los contrastes y los procedimientos violentos que le son familiares.
El Sr. Durkheim -soñador tenaz y tranquilamente excesivo, lógico imper-
turbable, más profundo que justo, capcioso hasta el punto de engañarse a sí
ó~r
H IISU\c: ~¡l'
40
O lOl' .
Cuestiones sociales

mismo Ydemostrarse que sus construcciones a priari son verdades observa-


cionales-, imagina fácilmente en el exterior la continuidad de desenvolvi-
miento [déroulement] lógico y desarrollo [dévelappement] apacible que él
mismo siente. En cuanto al Sr. Nowicow, no se podría ser a la vez ni más mo-
dernista, ni más de otra época: es un gran señor de nuestro siglo XVIII fran-
cés, mundano y sabio, lleno de fe en la razón y de desprecio por las religiones,
apasionado por la vida de salón, curioso por todo, sensible a todo, optimista;
el cual, después de haber dormido ciento cincuenta años, se despertó, leyó a
Sp~ncer, recorrió el mundo, se maravilla del presente, aún más del futuro, y
hace un libro para probarse que nuestro militarismo, escándalo de nuestra
bella civilización luminosa, va a desaparecer, y que nuestras sociedades mar-
chan hacia un puerto seguro de paz, razón y placer. Estudiémoslos por sepa-
rado.
El «proceso natural social», según el Sr. Gumplovicz-que en esto dice la
verdad-, no debe ser comparado con ninguno de los otros cuatro «procesos
naturales». No es semejante ni a la evolución sideral de la nebulosa, ni al
equilibrio móvil de los sistemas planetarios, ni a las formaciones químicas,
ni al transformismo vegetal, ni al transformismo animal. Lo único que tiene
en común con todos ellos, es que consiste en eljuego de una fuerza suigene-
ris desarrollada porel choque mutuo de elementos heterogéneos, caos pri-
mordial, revoltijo [bric-il.-brac] original. Estos elementos son aquí los gru os
étnicos. Esta fuerza es el deseo eterna y universalmente 9: el

todo ru O oderoso« de hacer ue sirva ara la satisfac l 1 ¡ II

de todo elemento débil ue se encuentre en su radio de oder o enetre


~n él» Fórmula muy estrecha e incompleta: ¿es cierto que los deseos del~í~
. jcos motores de lahístona. )U[lle los deseos del débil noOC
, . encia universal constante de este a amoldarse a su \ ~
ven edor el varse a . d la s " alaígualdad, Dojllega ningún O \
P. social? .Acaso el vencedor or u p-arte,n,j,¿o:..1.tl~·
e~n~e~d~e.i!!se~o~s~~.2.UI..J
ría belleza ue no sean el de ex lotaral vencido' Da igual; supongamos que ~
todo se reduzca en la historia a la lucha por la dominación, y prosigamos. En- ~t
gullir, por medio de la conquista, razas, lenguas, religiones heterogéneas, y ~~
luego asimilarlas y amalgamarlas en una raza, lengua, religión nueva, que, a su
vez, o será engullida o engullirá a otras razas, lenguas, religiones, para digerir-
las de la misma forma: tal es el ritmo uniforme del proceso humano donde los

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Gabliel Tarde

imbéciles creen ver un progreso, Esta reanudación perpetua de las mismas


fases, solo que en un módulo incesantemente aumentado, es la disminución
incesante del número de las razas, las lenguas", las religiones, etc., diferentes
y pululantes al principio, pero destinadas a no ser más que cuatro o cinco en
el futuro; es, en otras palabras, la unificación gradual de lo múltiple, la asimi-
lación de lo heterogéneo, exactamente lo contrario de esa pretendida diferencia-
ciónde lo homo éneo que sería, según Spencer, la ley superior de la evolución.
1I e o ¡'lo . i 1
siva ue las hetero e e'
p.arte debleron de ser pr i a or i .ón de una bomo-
eneidad relativa de una hetero eneidad menor diría más' ete-
ro eneidad ue a continuación 1 ación.contraria
debió de hacerse sentir. Él os respondería que es ímposíhle.yaqu enzse
caso. la ley del «proceso natural social» carecería de unidad Extraña razón
por parte de un espíritu que, comprendiendo tan bien la importancia de la
, idea de diferencia radical. de heterogeneidad, en la coexistencia de los ele-
mentos se nie a a admitirla en la sucesión de sus [ases Que no advierte la
I contradicción im licad n n atíza. Es el opuesto del Sr. Novicow, que
~ por su parte, al igual que Spencer, postula la homogeneidad inicial, pero cree
firmemente en la profundidad de las transformaciones históricas donde,
como habría dicho un filósofo griego, «todo cambia, incluso la ley de su cam-
bio». ¿No se diría que el espíritu especulativo, así como el mismo Universo
que él refleja, oscila entre dos necesidades contradictorias o complementa-
rias de diversidad y unidad?
La organización social de la tribu, la ciudad, la nación, donde encontra-
mos por todas partes y siempre amos y esclavos, señores y siervos, explota-
dores y explotados, la distinción de las clases así como de las castas, nos
prueba claramente que todo grupo social ha sido formado por la conquista y
la anexión violenta de grupos anteriores. Esta composición por fusión for-
zada de elementos discordantes y hostiles es la consecuencia necesaria del

R El enfoque del Sr. Gumplowicz sobre el origen del lenguaje es digno de destacar, y se lo reco-
miendo al lector. No sé si Platón tiene razón al decir que nadie es filósofo si no es geómetra, pero
ciertamente, para ser sociólogo, es preciso ser un poco filólogo. Yaque es en la creación de las len-
guas donde el hombre social se reveló más a fondo, con todo lo que hay en él de rutina y capricho,
de lógica e inconsecuencia.

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Cuestiones sociales

hecho-al cual el Sr.Gumplowicz no se equivoca en atribuirle un gran alcance-


de que los miembros de un mismo grupo unificado tienen entre ellos relacio-
nes habitualmente impregnadas dejusticia y benevolencia, pero circunscriben
a sus fronteras el dominio de su moralidad y, en consecuencia, es fuera de
este «círculo singenético» donde deben buscar fuerzas humanas que do-
minar, holocaustos humanos que inmolar a los dioses imperiosos de sus ne-
cesidades. El audaz escritor no está lejos de percibir una profunda sabiduría
providencial en los sentimientos inhumanos de los cuales el cielo nos pro-
veyó con respecto a los extranjeros. Sin esta inhumanidad, según él, nunca
habría habido progreso humano en la civilización y la distribución del tra-
bajo. La distribución del trabajo, esjustamente el tema del libro del Sr. Dur-
kheim y,a su criterio, la obra capital de la evolución social. El Sr. Gumplowicz
parece haber querido refutar por anticipado la teoría del sabio profesor de
Bordeaux. Es un error ingenuo, dice, contrariamente a este, representarse
la división d. 1trabajo como si se hubiese producido por sí misma debido a
la necesidad que los socios habrían experimentado, en su interés común,
de repartirse las tareas. ¡Como si alguien hubiese libremente elegido las ta-
reas ingratas y repulsivas, las de esclavo, siervo, doméstico! Incluso actual-
mente, ¿podemos decir sin burlamos que la elección de las profesiones es
libre?
Tampoco parece penetrado de respeto por el ídolo del día, el sufragio uni-
versal. Al ser la lucha de las razas por la dominación el hecho principal de la
historia, nos señala, de paso, que es esencia de toda dominación el ser ejer-
cida por una minoría, a veces con, pero siempre contra, una mayoría. Des-
graciadamente, es muy cierto. Lo que le reprocho, es no decir el resultado,
beneficioso en suma, al cual finalmente tiende el ejercicio de esta domina-
ción. Puesto que desemboca en la unidad de lengua, de culto, de ideas, de
COstumbres, entre el vencedor y el vencido, y de dos razas solo hace una,
fuerza al espíritu de fraternidad a extenderse por encima de la frontera de
ambos. De donde resulta que una dominación solo puede durar suavizán-[¡lI
. . 'ndose-democratizándose si se uiere-. Por otra parte, i la~~
asimilación progresiva de los elementos heterogéneos no nos encamina in-
evitablemente al fin futuro de las guerras y las explotaciones del hombre por
el hombre? Así, incluso reduciendo la fuerza motriz de la historia al princi-
Pio egoísta y simplista en exceso del cual se sirvió, nuestro autor nos conduce

43
Gabriel Tarde

a la perspectiva de un felizdesenlace del drama humano; porque, en el fondo,


tiene en cuenta, inconscientemente, al principio del contagio imitativo en que
se expresa y se desarrolla el instinto social de simpatía. Pero nos conduce allí
volviendo la cabeza: se burla de los que sueñan con la paz perpetua, ni siquiera
admite que la guerra haya perdido nada de su importancia y sus méritos de an-
taño, y concluye con el pronóstico horroroso de una catástrofe próxima.

III

1-1 r Durklu.i m nos evita estos horribles cuadros. Con el, nada de gue-
15, n 1-;1L ·es anexiones brutales. Parecería, si lo leernos.qu 1río del pro-
Igreso hubiese corrido sobre un lecho de musgo, sin e urna ni altos
.mortales, y gue la humanidad, siempre tranquila, hubiese asado lenta-
mente a lo lar o de las é ocas de un estado de paz uniforme basado en la
1-JC-'óllB.~os:,l.!ición
de clanes o tribus similares e inofensivas, a un estado de az
multiforme más rofundo aún arantizado por la reciprocidad de los ser-
entre categorías de trabajadores cada vez más especializados y solida-
rizados al mismo tiem o. El asa·e de una es ecie de r - im n )29.radisíacoa
del cambio social. Po-
siblemente, no se podría imputar a un sociólogo tan distinguido una con-
cepción a tal punto quimérica; pero alleerlo esta se presenta por sí misma
porque, absorbido en su tema propio, en su gran preocupación moral y eco-
nómica, aún más moral que económica, no estimó oportuno completar su
notable y profundo estudio de las relaciones intra-nacionales mediante el de
las relaciones inter-nacionales. Visiblemente, por lo demás, es proclive ajuz-
gar la historia como neptuniano, no como vulcaniano; a ver en ella, por todas
partes, formaciones sedimentarias, no levantamientos ígneos". No tiene en

"La oposición neptuniano/vulcaniano nos remite a la disputa entre las teorías que explicaban la
formación de las rocas, respectivamente, por la acción del agua o del fuego. Neptúnicas son las «for-
maciones sedimentarias»; en tanto que vulcánicos, los «levantamientos tgneos». Lo que quiere
decir Tarde es que, en lo que vendría a ser una suerte de enfoque geologico de la historia desarro-
llado por Durkheirn, este adoptaría una perspectiva propia de la escuela neptuniana en la medida
en que el elemento «ígneo» (téngase en cuenta que la palabra francesa soulévement remite tanto al
Cuestiones sociales

cuenta lo accidental, lo irracional, esa cara contorsionada del fondo de las


cosas, ni siquiera el accidente del genio que es uno de esos primeros comien-
zos de los que habla el Sr. Renouvier-pero que él se equivoca, creo, en situar
entre los decretos milagrosos del querer libre-o Se ocupa muy a menudo de
la imitación, nunca de la invención; aunque una emana de la otra, aquella de
esta.
Dejémoslo que se resuma él mismo. «Lavida social tiene dos fuentes-nos
dice-, la similitud de las conciencias (o, más generalmente, de las personas),
y la división del trabajo social. El individuo es socializado en el primer caso,
porque, no teniendo individualidad propia, se confunde, así como sus se-
mejantes, en el seno de un mismo tipo colectivo; en el segundo, porque, aun-
que tiene una fisonomía y una actividad personales que lo distinguen de los
otros, depende de ellos en la misma medida en que se distingue de ellos, y por
consiguiente de la sociedad que resulta de su unión.» El pasaje de un régimen
alotro va acompañado de un cambio profundo, pero no, como erróneamente
se teme, deun debilitamiento necesario de la Moralidad yel Derecho. El pri-
mer régimen implica una sujeción a una moral común, meticulosa, autorita-
ria, religiosa, a un Derecho penal complicado y voluminoso, que contrasta
con un Derecho civil embrionario; el segundo desarrolla una moral profesio-
nal, amplia, voluntariamente aceptada, laica, un Derecho penal restringido,
desbordado por un Derecho contractual que crece sin cesar. Laelaboración de
una Moral y un Derecho es, en efecto, no solo el gran desideratum de la hora
presente, sino la gran obra de la historia. ¿Cómo, sin embargo, se ha realizado
esta transformación 1 ¿Cómo las sociedades primitivas, segmentadas en cla-
nessimilares aunque cerrados, cual esmaltes tabicados'", se han convertido
en nuestras sociedades organizadas en sistemas de profesiones divididas y
subdivididas, solidarizadas incluso por su desemejanza? ¿Acaso es por la ac-

el sentido sociopolítico de «rebehón») no se halla presente en su teoría. De ahí, como puede verse,
la descripción metafórica que hace Tarde de la concepción de Durkheim al inicio mismo de este pá-
rrafo. (N del E.)
10E[ «esmalte tabicado» (émail cloisonné), también llamado «esmalte alveolado», es una famosa téc-
nica de orfebrería. Se rellena con esmalte las cavidades o alveolos de las piezas, cuyos comparti-
mientos poseen unos bordes o tabiques sobresalientes conocidos como cloisons; y luego, a través
de un proceso de fusión, el esmalte queda unido al objeto como si se tratase de una suerte de re-
lleno. (N. del E.)

4S
Gabriel Tarde

'-oI-~~If<,j..~Won ada de un cálculo utilitario mejor comprendido, de una más


lid el el h111 estar? No; el autor muestra de maravilla la insuficiencia de
'1 J¡ 1](111" priori. Es, dice, mediante fuerzas sociales, nacidas de la
I,~i~ t n re ación de los individuos _)::nodirectamente sacada~de_sucorazóll,
~1i11 e ex lican las cosas sociales. Ahora bien, se observa que el volumen y
t ~la densidad de las sociedades van siempre en aumento; y, paralelamente, se ve
\ crecer la división del trabajo. Así pues, este crecimiento en volumen y en den-
~~sidad es la verdadera causa de este último fenómeno.
J ~ Tales, extraída de numerosas visiones -interesantes por su ingeniosidad,
I¡~l')
¡li.porla inteligencia de la psicología colectiva- que se revelan allí en cada pá-
gina 11, la idea madre del Sr. Durkheim. Descansa en una concepción pura de
su espíritu que él tomó sin razón por una sugerencia de los hechos. Solo pre-
senta, en todo caso, una verdad muy parcial, muy relativa, muy insuficiente
como fundamento único o principal de una teoría sociológica. En primer
lugar. es inexacto que el tipo segmentario sea exclusizamente.propicdalas
sociedades nacientes. Toda sociedad es construida sobre este tiJ2.Q.._ m-
bargo, los segmentos similares van aumentando: al12rinQ12io 1el o la
tribu: en nuestros días lanaciÓD 1a Europaacrualesuna socíedadsegmen-
taria formada por Francia Alemania Italia uera-
~\bicado. Des ués 'no es visible ue la similitud de los se. mentas egueños
~,o grandes esyba sjdo sjempreun producio.de.la imitacjÓn7 Con la dísrín-
Il ción, no obstante, de que la imitación actúade distinta forma deD.tuL)0ucra
~ del grupo donde nació el modelo imitado: se pr ce a í e lan a an, de
tribu a tribu, de ciudad a ciudad. de Estado a Estado una continua endósmo-
~is-º-exó m is de e$ill. los ue les dan a silll les traducciones ori inales ~l
valor de creaciones espontáneas. Finalmente, ¿por qué los segmentos van
aumentando, mientras que su número va disminuyendo? Porque unos se
anexan violentamente a otros, por ambición, por codicia, por amor a la glo-
ria, por fanatismo proselitista; aquí remito al Sr. Durkheim al Sr. Gumplo-
wicz, aun que la respuesta de este último dej e que desear. Sibien no es cierto

11 Siento no poder citar (p. 109 Y 110) una notable pintura de los sentimientos colectivos suscita-
dos por el crimen, y las consecuencias que el autor deduce de ellos con profundidad en relación con
las características que la penalidad debe revestir para llevar a cabo su oficio social. Les recomiendo estas
páginas a loscríminalistas, así como una severa pero excelente crítica de Lombroso (pp. 178 yss.).

46
Cuestiones sociales

s ialess n rofunda t r éneos esencialmente


hn~;till~Iill~ilQ:s...e.:illmo..que.habit.ualmenteson rjvales, que a me)]]]daesran
n erra ue siem re son diferentes unos de r pesar de su fondo común
~crerísticassemejantesen loslímitesdellna región dada Esas diferencias,
tantocomo esas semejanzas, explican sus rivalidades y lasantipatías frecuentes,
causas de batallas, sin las cuales sus tabiques separadores jamás caerían. ¿En
qué se reconoce que estos cayeron entre dos «segmentos»"}En que ya no LÍe-~~~ j
nen la idea de guerrear uno contra otro. Cuando se acabaron las guerras de ~I.i
feudo a feudo en el siglo xv, la segmentación feudal dio lugar a la segmenta-j, I.WI;
ción nacional. Entonces, por la multiplicación de las relaciones entre indivi- b .
duos hasta allí divididos, por su seguridad y su producción crecientes, la~!úIJ
densidad del grupo se incrementó al mismo tiempo que su volumen; y,puesto~ !{
que esas son, según nuestro autor, las causas generadoras de la división del 1[1 ~
trabajo, se ve que esta a su vez depende, en definitiva, del azar de las guerras,~~t~
los abusos de la fuerza, el asesinato y la expoliación a gran escala. podemos~~
asombramos, pues, de la confianza que le inspira al Sr. Durkheim y de la vir- 1 v

tud de conducimos necesariamente a una Moral y una] usticia más elevada o~~.
más humana, que él le atribuye. ~~
Afortunadamente, la distribución del trabajo tiene además otra causa, la
principal, de la cual derivan también las dos causas que el Sr. Durkheim se-
ñala, o a falta de la cual estas no actúan -rnientras que, incluso no seguida por
estas, aquella es eficaz-o Algunos países pueden ser vastos y muy poblados,
«muy voluminosos y muy densos», como China e India, sin que la gran in-
dustria y la gran distribución del trabajo se desborden en ellos por encima de
los «segmentos» de las familias cerradas y yuxtapuestas; mucho mejor, por
más que en ellos la población crezca y se condense con bastante rapidez,
como en aquellos imperios gigantescos, la rudimentaria distribución del tra-
bajo no hace allí ningún progreso. Por el contrario, al n
-como Francia de me di e ión; donde la
densa es estacionaria- se erizan d ' . a ada vez.más glga S e oiga-
nizanen un sistema cada vez más am lio com le'ode rofesiones. 'PorA
Ué?Por ue e~s últimas sociedades se muestran mu inventivas y las pre- l
cedentes mu oca. Siem re una invención ue suscita una nueva rama e""
actividad, es el em u·e ue le hace dar un~ aso adelante a la división ~
del traba'o no solo en el sentido económico, sino en el sentido artístico, ju-

47
Gabriel Tarde

rídico, científico, de la alabra. Por eso, solo en el caso donde el crecimiento


de una población es debido a su inventiva, en lugar de ser un simple efecto de
su fecundidad fisiológica, aquel marcha de frente con el progreso de la divi-
sión del trabajo. Se me puede responder, es cierto, que la inventiva de un
pueblo tiene sus períodos de subida y de bajada, y que estas vicisitudes deben
explicarse por las de la lucha famosa por la vida que se vuelve más violenta en
las sociedades de población pululante. Ahora bien, es cierto que la lucha por
la vida plantea los problemas cuyas soluciones son las invenciones, y que
cuando los plantea muy imperiosamente , suscita a menudo la fuerza de re-
solverlos; pero no siempre, como lo prueba el ejemplo de tantas regiones
asiáticas o africanas. Solo lo logra cuando se trata de soluciones muy fáciles o
bastante fáciles de imaginar. A medida que crece la dificultad de invención,
por más que la lucha por la vida aumente en dureza, los problemas que for-
mula permanecen por más tiempo no resueltos o lo son peor; y,en la misma
proporción, la accidentalidad del genio juega un papel creciente. Jugó, en
consecuencia, un papel considerable en la concepción de la locomotora y el
telégrafo eléctrico; cuya propagación imitativa, en pocos años, hizo derribar
milagrosamente-como las muros dejericó-, los tabiques de tantos segmen-
tos en sociedades atrasadas, y echadas de ese modo, mal que les pesase, en el
ri'iclll'TtTtlln:rn¡vdtz¡¡ción moderna 12.
)!..nosol de lague ra-e incluso, en este úl-
t1lj¡.a..!J~gerllQ..JQ(~illmll.Q.QdQ,o
I t d del en' ornilita -, a dízísíon deltrabajo-puede aspi-
¡ rar a realizar a veces esta obra de alta moralización de socialización intensa,
(I\~queel Sr.Durkheim espera de ella. Y,de hecho, la lleva a cabo o parece llevarla
IC~~'a cabo en algunas sociedades, no en todas. Busquemos la razón de esta dife-
~tnrencia. Visiblemente, la división del trabajo no es ni socializan te ni moraliza-
o~- dora allí donde, llevada al extremo, hasta el punto de borrar toda comunión
I~\. de ideas, de costumbres, incluso de lengua, entre las clases profesionales, las
acentúa en castas, profundamente divididas. En este estado de pureza, de di-
ferenciación perfecta, sin ninguna aleación asimilatoria, es comparable a
esos casos de mutuo parasitismo donde dos especies vivas, una mariposa y

12 Reminiscencia del pasaje bíblico de Daniel, 3:20: «y mandó [ abucodonosor] a hombres muy
vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el
horno de fuego ardiendo». (N. del E.)

48
Cuestiones sociales

una flor, un animal y otro animal, se prestan uno a otro servicios señalados,
10 que crea entre ellos una solidaridad orgánica, lo acept .
manera social y moral. La di visión el tra a' o no c n ri
moralizar más ue en las é ocas en los medios donde
días de las cor oraciones de la Edad Me .a
ª-ªcias modernas en Europa en América- se atempera con una fuerte dosis
ímílí;
arte de costumbres o derechos; y,lejos de estrechar el dominio de este co-
munismo superior, de esta indivisión sagrada entre conciudadanos iguales
ysemejantes en el fondo [aufondl-o más bien semejantes en lo alto [en haLltl,
tocándose por sus cumbres-, tiende por el contrario a profundizarlo yex-
tenderlo.
Es que, en efecto, la oposición establecida por el Sr. Durkheim entre las
dos especies de solidaridad social que admi te, y de las cuales una sustitui ría
necesariamente a la otra, me parece ilusoria. Reconoció muy bien (p. 307)
que la división del trabajo no es el hecho fundamental de las sociedades, que
supone previamente «la comunidad de las creencias y los sentirnientos.»
Pero lo que se le pasó por alto es que tiene como consecuencia habitual des-
arrollar y fortalecer, bajo nuevas formas, esa comunidad intelectual y moral,
multiplicando los objetos de esa riqueza común y facilitando singularmente
su difusión. La asimilación de los individuos por contagio ímuau \ -> di
ferenciación or coo eración laboriosa -su asimilación ea no LL nsu rudc
res de libros eriódicos roga alim ntos in lus de ¡¿la ere s 1st c iones ~
gIales uiera y-s diferencia..ció.n..coIDo_PLo..d.uCt< - Y- nprcgresando pa-ur
lelament 13 n n sas de otra. Mirad el ejército, ese tipo consu-~ft
mado de la unión social abstracta y pura, sin nada de familiarni psicológico~!\;
-por consiguiente, artificial: en ninguna parte la diferencia de las tareas es tan l 1
grande, ni tan grande tampoco la similitud de los espíritus y los corazones-o \~
Aotra escala, en la sociedad sucede lo mismo que en el ejército. Mientras que

3 O más bien sucede, por lo general-contrariamente al orden de sucesión formulado por el Sr.
Durkheim_, que la solidaridad que él llama orgánica precede a la solidaridad que él llama mecánica.
En Otras palabras, cuando dos naciones o dos clases, que hasta allí habían permanecido extrañas y
desemejantes entre sí, comienzan a prestarse servicios mutuos y a intercambiar mercancías, nece-
sidades e ideas, tejen de ese modo entre ellas unas relaciones que las asimilan y las conducen al pa-
tnotismo social.

4Q
Gabriel Tarde

el campo en principio tan estrecho de los intercambios y los servicios mutuos


no deja de extenderse -desborda los límites del cercado doméstico, después
las murallas de la ciudad, y ahora las fronteras de los Estados y las costas de
los océanos-, y de mil mercados cerrados no hace sino un mercado único y
abierto; al mismo tiempo, y gracias a esta misma transformación, el campo
de los ejemplos mutuos, o los ejemplos unilaterales, se extiende en la misma
proporción -y primitivamente tan estrecho, después ampliado, abarca ahora
el mundo entero donde múlti pies pequeñas civilizaciones oscuras, sin ra-
diación imitativa en torno a ellas, están fusionándose en una sola civilización
universalmente radiante-o Ahora bien, ¿es lícito afirmar que, en compara-
ción con la diferenciación utilitaria de la cual va acompañada, esta asimila-
cióncivilizadora -a la cual le debemos, tanto como al trueque internacional,
los progresos del Derecho internacional y nuestro encamina miento hacia
una gran federación de Estados civilizados, mutuamente asimilados, incluso
aunque fuesen inútiles unos a otros- es un vinculo social que se ha vuelto in-
significante o cuya importancia se redujo?"
1 n ha nfusión alguna respecto al f do de mi pensamiento. Se
ue mi criterio, la diferenciación es simplemente el término
-·Ull@~illJr:ge]aaJa~lm!Ililación
inicial 1 a i ilación final. Prolonguemos la serie
mo conviene más acá y más allá de est s tres térrninos.y veremos a la in-
versa ue la diferencia es el alfa el ame a de los fenómenos considerados
en su conjunto, en todo orden de hechos físicos, vitales o sociales mientras
ue su simiJitud -y, en consecuencia ,su repetición.ya sea que se llame on-
~ laci -n herencia o imitación- es un simple término medio. Y,de hecho,
'}a sería hora de plantear por último claramente, en toda su generalidad, a
propósito del libro del Sr. Durkheim, una cuestión verdaderamente impor-
tante y hasta inquietante: la de saber cuál es la verdadera relación jerárquica
de estas dos relaciones de similitud y diferencia, de unidad y diversidad, que
vemos por todas partes unidas y en contraste como el reverso y el anverso de
la aturaleza. ¿Cuál esel reverso, ycuálesel anverso' ¿Cuál está o debe estar

14 Si el lazo social no estuviese en absoluto formado de semejanzas más bien que de servicios recí-

procos, las diversas provincias de un mismo Estado solamente deberían sentirse unidas en la me-
dida de sus relaciones comerciales. Pero se las ve, porel contrario, fraternizar entre vecinos, incluso
sin ningún comercio entre ellas, y, a pesar de las relaciones comerciales más activas, tratarse como
extranjeras cuando están distanciadas y son diferentes.

50
Cuestiones sociales

ubordinado al otro' ¿Lo que importa, en el firmamento, es la abrumadora y


s ,iestUOSauniformidad de esas gravitaciones repetidas, de esas fases perió-
m~ -
dicas que son siempre las mismas, de esos sistemas estelares ordenados
según tipos idénticos; o bien el fundamento y el resultado de todo esto, los
extrañOScortes de las nebulosas primitivas, el desorden de sus emplaza-
mientoS, sus distancias, sus volúmenes, y la impresión singular, de una sin-
gu~aridadúnica en sí, esencialmente fugitiva e inlocalizable, que produciría
seguramente el aspecto del cielo sobre una retina lo suficientemente vasta
como para abarcar todos sus detalles simultáneos, como para reflejar la sínte-
sisoriginal, a cada instante renovada, de esas repeticiones banales? ¿Lo que
importa en el mundo de la vida es la rutina hereditaria, continuada por los si-
glosde los siglos, o bien la chispeante fantasía que brota sin cesar de esta rutina
y de donde ella procede asimismo, ya que de esta espuma de las variaciones
individuales nació la especie, la especie rutinaria, tan fecunda en nuevas va-
riaciones' Si interrogo al respecto al artista y al sabio, responderán en senti-
dos contrarios; el artista solo se dedica y le atribuye valor a lo instantáneo de
sus visiones cambiantes; el sabio, a los objetos imperecederas de sus con-
templaciones. ¿Cuál tiene razón' Urge responder, ya que la cuestión nos toca
de cerca. Se aplica a nuestro mundo social, y allí, la obra de la cual se trata,
somos nosotros mismos, nuestra mirada propia, nuestro corazón humano,
nuestro matiz que sejuega 15 porun momento en la superficie agitada y mo-
nótona de la vida social. ¿Qué vale esta burbuja de aire al lado de estas olas de
donde sale, donde va a hundirse' ¿Ybastan sus irisaciones matizadas para
ameritarle el honor de esta comparación 7
Seguramente; y es sobre todo aquí
te f 1 r

-------------------------
II El verbo utilizado esjouer, de amplia polisemia. Aquí se trata de «jugar» en el sentido de «repre-

sentar» o «desempeñar» un rol o un papel-como se desprende de la previa referencia a la obra


(cruvre), a partir de la cual se abre la reflexión acerca del valor del efímero papel que jugamos en ella,
es decir, de nuestra actuación existencial-. Sin embargo, la expresión jouerune nUQnce nos remite
tatnbiénal plano de la música (.tocarun rnatiz»). ( . del E.)

51
Gabl'iel Tarde

postulado. Sobre estos materiales trabaja el esfuerzo asimilador que, de esas


heterogeneidades brutas, que contrastan como colores simples, extrae eljugo
de diferencias muy diferentes, de variaciones complejas ymezcladas, muy inte-
riores. Para ir hasta el extremo de esta elaboración, la asimilación intermedia
misma debió cambiar, como la diferenciación. En las sociedades nacientes, la
imitación es principalmente unilateral, un hombre en bloque es imitado por
todos los demás, y la similitud social de esos hombres-que, por otra parte,
chocan entre sí por sus caracteres y sus temperamentos diversos-, consiste
en llevar el sello de un mismo tipo social, cuyos elementos son tan simples y
poco numerosos que pueden fácilmente fijarse de ese modo en una combi-
nación única. Por otra parte, la diferencia social de estos hombres es de igual
naturaleza, ya que, desde las sociedades más embrionarias, existe una distri-
bución del trabajo unilateral en cierto modo"; no solamente bajo una forma
económica, por la distinción tajante entre el amo y el esclavo y entre los es-
clavos de diferentes categorías, sino además bajo una forma religiosa y lin-
güística. Muy antiguamente los habladores y losaudítores", y en una época
posterior, el eSCliba y los lectores (piénsese en la importancia del escriba egip-
cio): esa es, lingüísticamente, la gran división del trabajo; así como, religiosa-
mente, la del sacrificadory los fieles;así como, políticamente, la del gobernante

16 Quiero afirmar de ese modo que los servicios prestados por esta especialización son unilaterales.
17 En el período lil1g1iísticode la humanidad -lo llamo así porque se supone que la elaboración de la
palabra era entonces la gran obra humana donde se concentraba toda la fuerza inventiva del genio
humano, así como más tarde se dirigió hacia la elaboración de una religión, una ciencia, una in-
dustria, un arte-, en ese período verdaderamente primitivo, al que solo podemos remontamos
mediante conjeturas, es infinitamente verosímil que la facultad de hablarno haya podido ser vul-
garizada, generalizada, al punto en que nosotros la vemos. o existe ninguna función social que
no haya empezado por ser el monopolio de una elite; yes poco a poco, mediante un proceso precisa-
mente inverso al que formula el Sr. Durkheim -es decir, mediante el pasaje de la división a la unifor-
mización del trabajo-, como todo el mundo se volvió a la vez, por turno, productor y consumidor
de la palabra. Al principio, aunque la masa no sabía hablar aún, podía ya, no obstante, compren-
der la palabra ajena, prestigiosa y subyugante; pero con esfuerzo, con un gran esfuerzo, que fue de-
bilitándose. Es así como nuestros hijos oyen [entendent] el lenguaje de sus padres mucho tiempo
antes de lograr reproducirlo, y como, más tarde, saben leer antes de saber escribir. Debemos re-
presentamos las primeras clases o las primeras familias como asambleas mudasen las cuales solo
un cuerpo de inspirados tenía el poder y el derecho de hacerse oír. Esa es la primera corporación
social, el cuerpo oratorio que, en una época posterior, habiendo disminuido mucho su antiguo
prestigio pero conservando aún un gran ascendente, se convirtió en el cuerpo de los aedos, de los
poetas a la manera de LinoyOrfeo.

52
Gabriel Tarde

postulado. Sobre estos materiales trabaja el esfuerzo asimilador que, de esas


heterogeneidades brutas, que contrastan como colores simples, extraeeljugo
de diferencias muy diferentes, de variaciones complejas y mezcladas, muyinte.
riores. Para ir hasta el extremo de esta elaboración, la asimilación intermedia
misma debió cambiar, como la diferenciación. En las sociedades nacientes, la
imitación es principalmente unilateral, un hombre en bloque es imitado por
todos los demás, y la similitud social de esos hombres -que, por otra parte,
chocan entre sí por sus caracteres y sus temperamentos diversos-, consiste
en llevar el sello de un mismo tipo social, cuyos elementos son tan simples y
poco numerosos que pueden fácilmente fijarse de ese modo en una combi-
nación única. Por otra parte, la diferencia social de estos hombres es de igual
naturaleza, ya que, desde las sociedades más embrionarias, existe una distri-
bución del trabajo unilateral en cierto modo", no solamente bajo una forma
económica, por la distinción tajante entre el amo y el esclavo y entre los es-
clavos de diferentes categorías, sino además bajo una forma religiosa y lin-
güística. Muy antiguamente los habladores y los auditores". y en una época
posterior, el escriba y los lectores (piénsese en la importancia del escriba egip-
cio): esa es, lingüísticamente, la gran división del trabajo; así como, religiosa-
mente, la del sacrificador ylos fieles;así como, políticamente, la del gobernante

16Quiero afirmar de ese modo que los servicios prestados por esta especialización son unilaterales.
17En el período lil1guística de la humanidad -lo llamo así porque se supone que la elaboración de la
palabra era entonces la gran obra humana donde se concentraba toda la fuerza inventiva del genio
humano, así como más tarde se dirigió hacia la elaboración de una religión, una ciencia, una in-
dustria, un arte-, en ese período verdaderamente primitivo, al que solo podemos remontamos
mediante conjeturas, es infinitamente verosímil que la facultad de hablarno haya podido servul-
garizada, generalizada, al punto en que nosotros la vemos. No existe ninguna función social que
no haya empezado porserel monopolio de una élite: yes poco a poco, mediante un proceso precisa-
mente inverso al que formula el Sr. Durkheim -es decir, mediante el pasaje de la división a la unifor-
mizacióndel trabajo-, como todo el mundo se volvió a la vez, por turno, productoryconsumidor
de la palabra. Al principio, aunque la masa no sabía hablar aún, podía ya, no obstante, compren-
der la palabra ajena, prestigiosa y subyugante; pero con esfuerzo, con un gran esfuerzo, que fue de-
bilitándose. Esasí como nuestros hijos oyen [entendent] el lenguaje de sus padres mucho tiempo
antes de lograr reproducirlo, y como, más tarde, saben leer antes de saber escribir. Debemos re-
presentamos las primeras clases o las primeras familias como asambleas mudas en las cuales solo
un cuerpo de inspirados tenía el poder y el derecho de hacerse oír. Esa es la primera corporación
social, el cuerpo oratorio que, en una época posterior, habiendo disminuido mucho su antiguo
prestigio pero conservando aún un gran ascendente, se convirtió en el cuerpo de los aedos, de los
poetas a la manera de lino y Orfeo.

52
Cuestiones sociales

y los gobernados. Pero todas estas distinciones van atenuandose, no fortale-


ciéndose, a lo largo de la civilización, porque al volverse recíproco lo que era
unilateral (en virtud de una ley cuya causa expliqué en otro lugar), otra espe-
cie de división del trabajo introduce diferencias sociales de un nuevo tipo.
Estas aportan similitudes completamente nuevas, debidas a la acción de una
imitación, principalmente recíproca, mediante la cual los hombres toman
unos de otros, no una combinación fijayya hecha de ejemplos diversos, sino
tales o cuales ejemplos que combinan a su agrado, de manera tanto más va-
riada cuanto que e! número de los modelos por imitar al detalle se ha multi-
plicado prodigiosamente. De manera que, cuanto más se imitan socialmente
de este modo, más se diferencian individualmente. Diferenciación de lujo,
esa; muy diferente de la diferenciación útil que produce y requiere la división
de! trabajo. Pero esta última solamente habrá sido e! instrumento incons-
ciente y necesario de aquella, que es su razón de ser. Toda la evolución está
supeditada a la atracción de ese sello único que especializa a todo ser vivo, no
para e! trabajo sino para e! placer, no para la utilidad sino para la belleza del
mundo -el artista, pues, tiene razón; yel sabio no-. Veola prueba mani fiestade
ello en esa nivelación democrática cuyos progresos, cosa extraña en aparien-
cia,laespecialización profesional apresura; y que coincide con la tendencia ac-
tual a la disminución gradual de lashoras de trabajo, así como a la supresión
[eJJacementl de las características antaño tan marcadas-que porel vestuario,
lascostumbres, e! género de vida, diferenciaban a las diversas profesiones-o
Dedicando, de este modo, una porción cada vez menor de nuestro tiempo y
nuestro pensamiento a las ocupaciones que nos especializan profesionalmente
yuna proporción cada vez mayor a lasque nos humanizan -que, aunque asimi-
lándonos, nos diversifican a cada uno en nuestro sentido individual-, ponemos
ladistribución de! trabajo en su verdadero rango, afirmamos su subordinación
necesaria a nuestra socialización y a nuestra individualización simultáneamente
crecientes. Que me perdonen estos dos barbarismos".

-
18D -----------
se .esde q~e estas líneas fueron escritas, el Sr. Durkheim publicó, en la Revue philosophique, una
c. ne de articulas acerca del Méthode en sociologie, que van a aparecer en un volumen. Las tenden-
las nefastas que se muestran ya ensu División du travail social, se acentúan en esta nueva obra. El
aUtor lleva en ella al máximo su aptitud para tomar las concepciones de su espíritu por constata-
~ones «objetivas», ynada es más eminentemente subjetivo que ese libro donde se trata incesante-
ente de la objetividad. Es una serie de deducciones presentadas como inducciones de la observación

53
Gabriel Tarde

IV

Con el Sr. Durkheim, acabamos de bordear el problema del socialismo;


con el Sr. Novicow, vamos a entrar de lleno en otra grave cuestión de nuestro
tiempo, la del militarismo. Al ver a esta Europa tan una y tan desunida, donde
crece con la suavización, con la molificación de las costumbres, la plaga de
los combates, y que vive en la angustia perpetua de la paz armada esperando
catástrofes fratricidas; ante este cuadro paradójico, es imposible no pregun-
tarse: ¿realmente esta pesadilla militar durará por siempre? ¿No habrá nunca
para el hombre otra paz perpetua que esperar sino la muerte 7 ¿Laguerra es
eterna y necesaria? Sí, respondió despiadadamente el Sr. Gumplovicz; pero
la conclusión del Sr. Novicow es más tranquilizad ora. Ya esta conclusión la
deduce de toda una teoría de la evolución social tan seductora y nutrida de
informaciones precisas, a la que expone con tanta alma [ame J y amor [amourJ
por la humanidad, que el más recalcitrante de los escépticos se deja llevar por
las pendientes de su sueño.
No, dice, la guerra, el asesinato, no es la única cosa humana que no mo-
rirá en absoluto. La ley verdadera es la lucha -se reconoce aquí al discípulo
de Darwin y Spencer-, pero la guerra solo es una de las formas de la lucha, de
la lucha animal misma, y con mucha más razón de la lucha humana, cuya
forma final es tan suavizada y espiritualizada que toma por todas partes el
nombre de alianza. Las especies vivas que luchan juntas unas veces guerrean
para comerse; otras veces para someterse, como lo hacen las hormigas que
conquistan a los pulgones; y otras, sin guerrear, se entregan a una explota-
ción llamada parasitismo, que es generalmente unilateral, pero a veces recí-
proca. Este último caso es, quizás, el término último al que tiende la lucha
secular entre el hombre y la animalidad. «Desembocará en una gigantesca
alianza» de la cual nuestra domesticación actual de las plantas y los animales

y la historia. Es preciso hacerle esta justicia a este sociólogo distinguido que no retrocede ante nin-
guna consecuencia. Para recomendar su método haciendo ver « bajo qué aspecto completamente
nuevo» presenta los temas más trillados, no duda en afirmar que aquello conduce a considerar una
criminalidad elevada, incluso una criminalidad progresiva, tal como la nuestra, como si formase
«parte integrante de la salud. del cuerpo social. Tendremos que examinar en otro lugar esta singu-
lar y, por lo demás, útil paradoja.

54
Cuestiones sociales

no es más que el preludio. Seguramente, la lucha entre hombres no podría


tenerun desenlace menos favorable.
Lalucha humana difiere, en primer lugar, de sí misma según la naturaleza
desus fines. Está la lucha antro po íagica , emprendida para comerse a los pri-
sioneros de guerra; la lucha económica, para robar alimentos, para apoderarse
de un mercado comercial; la lucha intelectual, finalmente, por la extensión in-
vasora de nuestras ideas, nuestras obras, nuestros ejemplos. Esta última
forma de luchar, la única verdaderamente humana, se divide en diversas va-
riedades, todas más importantes que las batallas más famosas. Comprende:
la lucha entre los cultos, por el esplendor de sus ceremonias, por el heroísmo
de sus misioneros, etc.; la lucha entre las escuelas artísticas; la lucha entre las
lenguas. No se le presta atención a esta última, la cual es capital y cuyas vici-
situdes oscuras contribuyen a desplazar incesantemente las fronteras de las
nacionalidades. El francés y el italiano en Italia, el bereber y el árabe en Arge-
lia, el francés v el alemán en Suiza ... combaten poco a poco por el libro, la es-
cuela, el discurso. «En Europa, el inglés avanza constantemente sobre el
céltico en Irlanda y en el País de Gales. Elfrancés hace retroceder a todos los idio-
mas que lindan consus fronteras: el céltico en Bretaña 19, los dialectos langue-
docianos en Auvernia, en el Delfinado y la Guyena'", el flamenco en Bélgica
yel alemán en Suiza ... En el Tirol meridional el italiano hoy avanza sobre los dia-
lectosgermánicos; el magiar retrocede ante el rumano; en Canadá, la frontera
lingüística entre ingleses y franceses se desplaza afavor de estos últimos.» ¡Pa-
rece, en verdad, que estas razas y lenguas neolatinas, a las que se consideraba
tan acabadas, tienen aún algo de savia! Más importante aún es la lucha entre
lasnacionalidades, que incesantemente procuran asimilar al extranjero, con-
vertir al infiel en torno a ellas. El resultado de estas conversiones continuas
merecía un nombre especial: es la desnacionalización del vencido, o más bien
del converso. El autor se resume a sí mismo diciendo (p. 154) que «las luchas
entre sociedades humanas tienen como objetivo, en primer lugar, la posesión
de los productos alimenticios, luego la de las riquezas, yfinalmente el deseo de

-------------------------
19N
ose trata de Gran Bretaña sino de Bretaña (Bretagne, en francés), región autónoma situada al NO
de Francia. (N. del E)
ION
o debe confundirse con el departamento francés de ultramar en América, esto es, la Guayana
Francesa (Guyane). Se trata de Guyenne, una antigua provincia del SO de Francia. (N. del E.)

55
Cabriel Tarde

~~\.la asimilación mental.» r habría que uardarsede creer que, en Iaevoljj.


~\'1\ .cióo histórica delas sociedades, el orden de sucesión de las diversas clases de
lucha es siempre el que acabamos de señalar. Hay muchas excepciones: por
ejemplo, las guerras de religión del siglo XVI, luchas mentales por la natur-¿
leza de su fin, han precedido y no seguido a las guerras económicas y políticas
que ensangrentaron a Europa más tarde. No es, pues, un orden irreversible.
Silos fines sucesiva o alternativamente perseguidos por las luchas huma-
nas son diferentes, los procedimientos aplicados para triunfar en cada una de
ellas, sea cual sea su fin, son también múltiples y variados. Estos procedi-
mientos, también, se diferencian en fisiológicos, económicos, políticos, inte-
lectuales. Fisiológicos: crecimiento de la población. Económicos: protección
según unos, librecambio según otros. Pero el Sr. Novicow es demasiado spen-
ceriano como para no ser un anti proteccionista decidido. Cosa singular, des-
pués de haber entendido la idea de lucha en un sentido tan comprensivo que
incluye en ella la conversación e incluso el amor -la conversación porque los
interlocutores se disputan la autoridad persuasiva; el amor, porque cortejar
es procurar conquistary porque el flirteo es una escaramuza de vanguardia-;
después de eso, se niega a reconocer que el comercio sea también una lucha,
y que esté permitido protegerse en ella mediante corazas y escudos. Esta ano-
malía solo puede explicarse a partir de la influencia de las ideas de Spencer
acerca de la pretendida oposición entre las sociedades del tipo militar y las so-
ciedades del tipo industrial y comercial.
Prosigamos. Los procedimientos políticos serían mejor llamados milita-
res: son los armamentos y las conquistas belicosas. Pasaron a la historia,
según el entusiasta escritor, y no se calla al respecto. Nada más ruinoso ahora
que la derrota, salvo la victoria. La guerra no es más que una supervivencia.
Setrata, para extender verdaderamente su nacionalidad, «de asimilar pri-
mero, de anexionar luego», al contrario de los conquistadores, que cuestan
tan caro. Tampoco cabe duda, a pesar de la crisis militar actual, de que los
procedimientos intelectuales están destinados, finalmente, a prevalecer.
Consisten «en hacer adoptar a ciertas ideas Cy ciertos sentimientos) a otro in-
dividuo», o bien mediante la coacción legal, o bien mediante la persuasión
liberal. Mediante la coacción, cuando una religión, cuando una lengua es
protegida o perseguida; cuando se les niega la colación de grados a ciertas es-
cuelas; cuando el socialismo de Estado castiga con dureza; cuando, en Pru-

56
Cuestiones sociales

5ia,por ejemplo, «los polacos son obligados a pagar ellos mismos los gastos
de 5Upropia desnacionalización». Mediante la persuasión, cuando la propa-
ganda oral o escrita se ejercita libremente en igualdad de condiciones, pero
cada vez más perfeccionadas". Quedan por efectuar muchos perfecciona-
mientoS al respecto: «Organizar la biblioteca, simplificar la ortografía, sim-
plificar la gramática» (lo que es una indirecta al alemán)". Hecho esto, se
verá claramente la inutilidad de las persecuciones y las protecciones, y la su-
perioridad de la imitación espontánea sobre la imitación forzada.
Lalucha, a medida que se intelectualiza, deja de ser un sufrimiento y se
convierte en un alegria cada vez más intensa; va acompañada cada vez menos
de odio ycada vez más de cortesía. Las mujeres pueden tomar parte en ella; y,
cuando este progreso se cumpla, ya no habrá motivo para negarles los dere-
chos políticos. En efecto, así como son impropias para la guerra, son aptas y
están predestinadas para la propaganda -ya sea lingüística, ya sea religiosa,
ya sea artística y literaria; ya sea, ante todo, nacional-o
De este modo, nos vemos conducidos a estudiar, después de las formas de
lalucha, las de la alianza, las de la solidaridad humana cada vez más profunda
y más vasta. Desgraciadamente, lo que afirma el autor al respecto es arrui-
nado por la obsesión darwiniana de esa idea de lucha en la que él quiere hacer

21 La expresión francesa que aquí se traduce como «en igualdad de condiciones» es: á armes éga/es
(literalmente: «con armas iguales»). Son dichas armes o «armas» las que se encontrarían «cada vez
más perfeccionadas». (N. del E.)
22 Por lo demás, el Sr. Novicow reconocía el alcance del principio de imitación, lo que no quiere
decir que siempre lo tenga legítimamente en cuenta. Aquí, por ejemplo, escribe: «Los medios ra-
cionales (progresivos) de la lucha intelectual son: desde el punto de vista del ataque, la propaganda
oralo escrita; desde el punto de vista de la defensa, la irnitación.» ¿Pero cuál es el término al cual
apunta la propaganda, pues, sino la imitación? ¿Yse puede considerar como medio de defensa lo
que, porel contrario, es el objetivo deseado por los asaltantes? El Sr. Novicowafirma en otro lugar
que «la imitación es la forma de adaptación pasiva al medio social», y que el amores la adaptación
activa. Ahora bien, ¿por qué esto? Porque «amar a alguien, es querer vo/verlo semejante a uno». En
Otras palabras, es querer imitarlo o que nos imite. o es cierto, pues, que la imitación y el amor se
Opongan mutuamente como lo pasivo y lo activo. ¿No lo sabe el autor, después de haber escrito
(pp. 115 y ss.) unas páginas tan bellas sobre el amorysu poder de asimilación? (p. 102). «Yasea que
Un pueblo adopte la lengua de otro país por impulso espontáneo, es deci/; por imitación, con miras
a Una ventaja social, ya sea que sufra una presión económica o política, ya sea que ceda a una pro-
paganda, el caso esque la lucha entre las lenguas es perpetua y universal. .. ». Se ve claramente en
este pasaje la forma bastante limitada en que el autor (como todo el mundo, por costumbre) tiene
en Cuenta a la imitación.

57
Cabriel Tarde

ingresar a la fuerza la idea contraria. En la] usticia misma -aunque afirme en


otro lugar que es «un modo particular del equilibrio universal de las fuer-
zas»-, solo ve un procedimiento apropiado «para garantizar el triunfo de los
mejores» en la batalla por la vida. Armado con esta definición, combate enér-
gicamente tres cosas que pone casi en el mismo rango: la esclavitud, el pro-
teccionismo (esa esclavitud colectiva), y el socialismo de Estado. ¿Pero no
parece acaso que la esclavitud, por ejemplo, ha sido justificada, en la anti-
güedad y en los tiempos modernos, precisamente porque se la ha conside-
rado «como el triunfo los mejores», es decir, del espartano sobre el ilota, y del
blanco sobre el negro' Acerca de los progresos del derecho internacional, el Sr.
Novicow tiene bellas exposiciones. Pero nos dice que lajusticia internacional es
también el triunfo de los mejores. Esto se parece terriblemente al derecho del
más fuerte. A decir verdad, no cree que lavictoria sea elünico ni elmás justo juez
de la superioridad nacional; pero a su criterio, la nación que se expande más rá-
pidamente ymás lejos es la más elevada -ya que ese ruso, a quien le gusta sobre
todo Francia, admira sobre todo a Inglaterra-, y las que se encierran merecen
su suerte. Conviene, pues, que estas se dejen pacíficamente devorar por
aquellas. Hay que apreciar la civilización más que su nacionalidad.
No es talla opinión del Sr. Espinas. «Apreciamos, dice él, nuestras insti-
tuciones, nuestras costumbres, nuestra religión, nuestra lengua, no porque
son las más perfectas, sino porque son nuestras; y basta con que nos perte-
nezcan, con que nos vengan de nuestros padres, para que las consideremos y
sean, en efecto, para nosotros, las más perfectas.» Yoagrego que las naciones
menos avanzadas,justamente a causa de su débil avance, tienen la femás enér-
gica en sus ideas, elapego más profundo a sus instituciones. Sies así, ¿acasoel sa-
crificio de su vida a su tipo social, es decir la guerra, no es para ellas el Deber
supremo' ¿Yacaso la cobardía suprema no es dejarse aniquilar, sin resistencia
desesperada, en lo más valioso y sagrado que se tiene' Como mínimo, la na-
ción amenazada de invasión lingüística, religiosa, industrial, por el extran-
jero' deberá cerrarle sus puertas, como Marruecos. Yentonces, si el extranjero
quiere satisfacer esa necesidad de expansión que es sentida como un deber su-
perior por las naciones que se consideran superiores, ¿habrá que hacerle la
guerra a Marruecos? Yluego, ¿acaso la heterogeneidad profunda de las di-
versas civilizaciones no se opone a que la superioridad de uno sobre otros
pueda ser demostrada, que pueda incluso existir sin compensación temible?

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Cuestiones sociales

Hay cuatro grupos de civilizaciones, que son al mismo tiempo, lo que es


útil advertir, grupos de religiones: el grupo cristiano, el grupo musulmán, el
grupo brahmanista, el grupo budista". Entre estos grupos no puede haber ni
fusión ni conquista pacífica. Solo puede haber mutua tolerancia o conver-
sión a mano armada. Es preciso elegir.
¿Por qué no la tolerancia, sin embargo' ¿Por qué no al menos, en el seno de
cada uno de estos grupos inmensos, entre las naciones fraternales que lo com-
ponen, la federación' Esto sería ya tan bello, a falta de esa federación universal
que el Sr. Novicow cree posible sin guerra ni conquista, sin dominación uni-
versal. Renunciemos a este sueño trascendente; pero otro, más limitado; más
práctico, ¿es tan quimérico, pues, soñarlo, después de tantos grandes espíritus,
Bentham, Kant, Saint -Simon, porque la realidad de los hechos, en nuestros
días, parece darle un brutal mentís' Mirémoslo de cerca, vale la pena; no nos
dejemos deslumbrar por el destello de todas estas bayonetas y cañones res-
plandecientes al sol de las grandes maniobras. En el fondo, el entusiasmo mili-
tar ha muerto, la fe militar ha muerto. Es como una religión golpeada en el
corazón, eternizándose en su culto exterior. «Todos los pueblos, se ha dicho,
emplean todo su dinero para preparar a todos los hombres para una guerra de
la cual todos los pueblos tienen miedo y de la cual todos los hombres se horro-
rizan.» Prueba evidente, de acuerdo, de lo que puede el arrastre colectivo, el
arraigamiento rutinario de las tradiciones belicosas del pasado, aquí como en
el caso del duelo, en contra de los deseos [voeux] individuales y actuales. Pero
a la larga, es imposible que, mediante los progresos de la conciencia social, esta
Contradicción entre las tendencias de la colectividad y los deseos [désirs] de los
individuos, entre los hábitos de los pueblos y sus aspiraciones, no se resuelva
en absoluto. Más que estos aumentos de los presupuestos de guerra, más que
estos movimientos de cuerpos de tropas, hay algo que me impresiona en la Eu-
ropa de nuestros días: es el progreso, es el éxito creciente, aunque inad vertido,
del arbitraje internacional. La estadística aquí está llena de esperanza. Mientras
que, en cincuenta y cuatro años, de 1794 a 1848, no se cuentan más que nueve
casos de arbitrajes de esta clase, se cuentan quince de ellos en veintidós años,
de 1848 a 1870, y treinta y cuatro en veintiún años en el último período de

-----------------------
¡lE
l qUinto, el grupo méxico-peruano, fue destruido porel descubrimiento de América.

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Gabriel Tarde

1870 a11891. Elarbitraje en los conflictos de las naciones entre sí progresa aún
más rápidamente que en los conflictos de los patrones y los obreros, donde es
practicado sin embargo cada día más. En apariencia, se diría que estas clases ri-
vales, regimentadas en sindicatos, solo están sedientas de destruirse mutua-
mente; en realidad, demuestran un espíritu de conciliación cada vez más
manifiesto. Lamultiplicidad de los convenios internacionales, bajo forma de
unión postal o monetaria, de tratados comerciales, de tratados de extradición,
incluso de reglamentación y suavización de la guerra, confirman altamente
esta inducción. Visiblemente, las naciones de nuestra civilización americana-
europea, se solidarizan cada vez más, porque cada vez más se unifican. Europa
está madura para la resurrección de la paz romana, de la paz humana. Lo que un
Adriano o un Trajano pudo, en un tiempo de asimilación mucho menor, de co-
municaciones mucho más difíciles, de intercambios mucho menos activos, es
singular que se lo declare irrealizable, insensato, absurdo, cuando todas las ba-
rreras naturales entre los pueblos caen una tras otra y solo subsisten las barre-
ras artificiales.
¡Yaunque fuese una quimera! Una quimera máso menos, ¿qué más da?
¡Escurioso el reproche, dirigido a algunos soñadores generosos por nuestra
generación crédula de tantas utopías, de tantas publicidades políticas y fi-
nancieras, de tantas supersticiones reanimadas, de las promesas del colecti-
vismo, del neofurierismo, de las maniobras fraudulentas de la Alta Banca, de
todos los espejismos del charlatanismo industrial, científico u otro, y que se
ruborizaría por creer -se ruborizaría, incluso, por pensar-en la posibilidad
de un destello de sentido común que ilumine a la vez a todos los pueblos y les
muestre el puerto delicioso del desarme universal! Después de todo, este
ideal, que dejaría de ser quimérico el día en que todo el mundo creyese en él,
basta con propagar su idea, su deseo, su voluntad, para acercarlo a nuestra
mano. Es lamentable pensar que nuestra juventud contemporánea pierde su
tiempo, malgasta su corazón en perseguir todos los sueños, excepto ese. Y
decir que, entre tantos hombres de Estado europeos-no digo franceses; nos-
otros, los franceses, debemos callamos al respecto, o hablar solo por lo bajo,
entre Iilósofos-, no existe uno, ni uno solo, que, entre miles de programas ex-
travagantes, de proyectos de ley paradójicos". se haya atrevido a declararle

H Se trata de pmpositions de ¡Di, que son aquellos proyectos presentados al Congreso por parte de di-

60
e uestiones sociales

la guerra a la guerra, y a proponerles a los pueblos que se desarmen puesto


que no tienen la menor gana de pelearse. Nada me da una idea más triste, que
esta constatación del personal político de Europa. A falta de un poco de au-
dacia, bastaría un poco de corazón para superar la sequedad irónica, la afec-
tación de escepticismo y de pesimismo que está ahora de moda, y que ha
ridiculizado al abad de San Pedro ante los ojos de los secuaces mismos de
Fourier. Suprimir la guerra: ahí está el nudo del problema social.
¿No es más fácil, en suma, o menos difícil zanjarlo'" que suprimir la pro-CY
piedad individual, establecer la «nacionalización del suelo» y la organización ~
del trabajo? ¡Reflexiónese, por un instante, en lo que sería la estancia de nues- ~
tra Europa si en ella la paz estuviera garantizada, en el aligeramiento de los Q
presupuestos, en el ardor de la producción, en el desbordamiento de la ri- r.
queza, en el progreso de la población, y veremos cuánto nos pesa la simple ~
amenaza de guerra, y cuánto más urgente es disiparla que nacionalizar el ~
suelo, desde el simple punto de vista, incluso, del bienestar popular! Solo se~ 1
cuenta, en el pasivo de la guerra, sus horribles carnicerías y sus ruinosas di- ~t
lapidaciones de millardos; pero hay que contar también a los niños a los que¡fl
su aprensión impide nacer. Todo padre de familia lo sabe bien. Tanto como If~
la guerra aumenta la mortalidad, tanto y más aún su amenaza coarta y res- S\lJ
tringe la natalidad. ¡Y,cuando esta úlcera nos carcome, consideramos su-
perfluo buscarle remedio, mientras que, para desembarazamos de algunas
verrugas, hablamos nada menos que de resignamos a las más dolorosas am-
putaciones, a las operaciones quirúrgicas más peligrosas! ¿Tenemos derecho,
después de eso, a burlamos del abad de San Pedro? Por lo que a mí respecta,
aplaudo con entusiasmo al Sr. Novicowy me asocio a su sueño, si sueño hay

PUtados o senadores, mientras que los projets de loi son aquellos que son presentados por el Go-
bIerno. En España también hay una distinción similar entre «proposiciones de ley» y «proyectos
~eley».(NdeIE.)
El verbo utilizado por Tarde es trancher, que significa tanto «cortan> como «zanjan>. Se plantea
entonces un juego semántica imposible de mantener en castellano. Se trata de «zanjan> (el pro-
blema) pero está presente también la idea de «cortar» (el nudo en cuestión). (N. del E.)

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