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Departamento Educativo
Museo Histórico Nacional
Esta Batalla de la Guerra del Pacífico, se recuerda por ser el hecho más
destacado y heroico de la llamada “Campaña de la Sierra”, que enfrentó a Chile y Perú
en una guerra de guerrillas y montoneras en la cordillera peruana. Fue el último reducto
de resistencia del ejército peruano hasta el fin del conflicto en 1884.
La Concepción:
Pueblo peruano ubicado entre los cerros frente al rio Jauja en la provincia del
mismo nombre, a 22 kilómetros de la ciudad de Huancayo en el departamento de Junín,
ubicada en la zona de los Andes centrales del Perú.
Tenía cuatro manzanas edificadas alrededor de una plaza rectangular con cuatro
entradas. El pueblo contaba con 3.000 habitantes.
El fuego se rompió a las 14:30 horas cuando las fuerzas peruanas aparecen por
las cimas de los cerros. Carrera Pinto no podía abandonar La Concepción, la
superioridad de los peruanos le era desfavorable y debía defenderse a la espera de los
refuerzos necesarios.
El domingo 9 de julio se combatió en las calles hasta el anochecer. A esta hora
los chilenos se replegaron hasta el cuartel, desde donde siguieron combatiendo.
El coronel Gastó envía un emisario solicitando la rendición de la guarnición con la
siguiente nota:
La mañana del 10 de julio los chilenos ya no tenían municiones, por lo que las
últimas horas de combate debieron combatir resistiendo con armas blancas
El cuartel fue incendiado con estopa mojada de parafina. Por forados practicados
al edificio, los peruanos lograron penetrar en el interior del cuartel. El subteniente Luís
Cruz Martínez fue el último jefe que quedaba, y no se quiso rendir ni con los ruegos de
los propios peruanos. La orden final fue atacar a la bayoneta calada y con un grito ¡los
chilenos no se rinden! Corrieron y fueron muertos al salir del cuartel.
Las mujeres y el niño recién nacido aquella misma noche de combate, fueron
muertos por los peruanos.
Al mediodía llegaron los refuerzos del ejército chileno con d el coronel el Canto.
Al ver a sus compañeros muertos inicia un ajusticiamiento en contra de los pobladores
de La Concepción, decretando fusilamientos e incendios. Del Canto ordenó recuperar
los corazones de los cuatro oficiales muertos: Ignacio Carrera Pinto, El teniente Julio
Montt Salamanca, los subtenientes Arturo Pérez Canto y Luís Cruz Martínez y enviarlos
a Santiago en alcohol, los cuales se encuentran en la Catedral de Santiago.