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Junto con la tendencia tomar en serio la retórica vanguardista de ruptura, un cierto evolucionismo residual lleva a

Bürger a presentar la historia como, a la vez, puntual y final. Así, para él una obra de arte, un deslizamiento de la
estética, ocurre tido a la vez, enteramente significante en su primer momento de aparición, y de una vez por todas,
de modo que cualquier elaboración no puede ser sino un ensayo. Esta concepción de la historia como puntual y
final subyace a su narración de la vanguardia histórica como puro origen y de la neovanguardia como repetición
espuria.  Esto es bastante malo, pero las cosas empeoran, pues repetir la vanguardia histórica, según Bürger, es
cancelar su crítica de la institución del arte autónomo; más aun, es invertir esta crítica hasta convertirla en   una
afirmación del arte anticipado. Así, si los readymades y los collages desafiaban los principios burgueses del artista
expresivo y la obra de arte orgánica, los neoreadymades y los neocollages reinstauran estos principios, los
reintegran mediante la repetición. Asimismo, si dadá ataca por igual al público y al mercado, los gestos neodadá
se adaptan a ellos, pues los espectadores no están solo preparados para tal impacto, sino ansiosos de su
estimulación. Y la cosa no para ahí: para Bürger la repetición de la vanguardia histórica por la  neovanguardia no
hace sino convertir lo antiestético en artístico, lo transgresor en instalacional.

Hal, R. (2001 ).  El retorno de lo real. La vanguardia a fines de siglo. Madrid: Akal.

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