– El erotismo es la capacidad de sentir placer a través de la respuesta sexual, es decir a través del
deseo sexual, la excitación sexual y el orgasmo.
– La reproductividad es más que la capacidad de tener hijos y criarlos, incluye efectivamente los
sentimientos y actitudes de maternidad y paternidad, además de las actitudes favorecedoras del
desarrollo y educación de otros seres
– La característica del sexo desarrollado, comprende el grado en que se vivencia la pertenencia a una de las
categorías dimórficas (femenino o masculino). Es de suma importancia en la construcción de la identidad,
parte de la estructura sexual, basado en el sexo, incluye todas las construcciones mentales y conductuales de
ser hombre o mujer. Uno de los productos de la interacción de estos holones (elementos integrados) es la
orientación sexual. En efecto, cuando interactúan el erotismo (la capacidad de sentir deseo, excitación,
orgasmo y placer), la vinculación afectiva (la capacidad de sentir, amar o enamorarse)y el género (lo que nos
hace hombres o mujeres, masculinos o femeninos) obtenemos alguna de las orientaciones sexuales a saber:
la bisexualidad, la heterosexualidad y la homosexualidad
Costumbrismo de un sexo
Otros
Imprimir
EDUARDO HARO TECGLEN
9 SEP 1995
Son siete hombres, digamos ocho (por un truco) homosexuales, neoyorquinos, del mundo del
espectáculo musical. Parejas que van a pasar fines de semana juntos a una casa al norte de Nueva York,
y viven su sainete, o su comedia de costumbres. Supongo que en Nueva York será una obra viva; alegre
y dramática tierna y juguetona. Supongo también que en Nueva York esa viveza y esa especie de
defensa de clase sexual tiene más virtud que aquí: son personajes típicos en situaciones típicas, incluso
con recursos de teatralidad fácil como los acentos: inglés, puertorriqueño, los que sean, que aquí se
pierden totalmente. Y con conocimiento del mundo del que se habla: el del musical, de Broadway,
incluso el del chismorreo de Broadway, con nombres y apellidos y títulos de obras y alusiones a
canciones. Son dimensiones importantes que aquí se pierden, aunque frecuentemos diariamente la
cultura americana. Supongo más, por lectura de las notas de Arteche al programa: que los
homosexuales se comportan en escena como si no hubiera público, como si estuvieran solos entre ellos,
y en sus diálogos se reflejara la situación real del homosexual neoyorquino. Esto no se resuelve en la
escena: claramente por la sobreactuación que es característica en los actores y directores españoles, que
tienden a convertir el personaje típico en raro, y el homosexual en mariquita, que es un personaje que
lleva dando risa muchos años en unos escenarios muy machistas. Nadie puede dejar de pensar que los
desnudos totales puedan darse en estos fines de semana, pero que en el teatro se transforman en truco.
No diré lo que un colega que gritaba contra la exhibición de impudor, porque no es eso, y es al
contrario una invitación a la comprensión; y porque el pudor ha hecho mucho más daño en este país
que el pudor, convertido a veces en noñería, otras en política represiva y código penal, y algunas en
lapidación o en hoguera: todavía hay muertos en las afueras de nuestras ciudades. Si esta comedia sirve
para aproximar a los dos de los dos sexos consentidos y dominantes a los de este otro, habrá cumplido
una misión, y en algo podrá contrarrestar algún horror español en materia de homosexualidad
teatralizada, como el de Picospardo's en el Español (de García Mauriño, dirección de Mara
Recatero).Supongo que en Nueva York me hubiese gustado más esta comedia (premio Tony) que aquí.
Quizá por su público, y en el del estreno había muchos entendidos en todos los aspectos: sin embargo,
tendían demasiado a reírse de lo mariquita, y hasta a entender como gracioso lo patético. En todo caso,
el éxito mayor fue para los siete actores que hacen un esfuerzo muy considerable de interpretación
¿Qué es la sexualidad?
(Notas de una clase dada a padres de chicos de 5º Primaria)
Miraremos la sexualidad en su contenido esencial. Es la generadora de dos diversos modos de ser
en la naturaleza humana. Ser hombre, ser mujer. Inscrita en lo más profundo de la persona, y
que conduce al hombre y a la mujer al perfeccionamiento mutuo, a la unión más intensa, porque
de esa diferente personalidad es de donde nace el amor que lleva a la comunión de personas.
La antropología, al estudiar la sexualidad, lo hace como algo que está en el hombre, como una
realidad creacional. Y observará sus manifestaciones. Veremos las tres manifestaciones de la
sexualidad. Nos vamos a valer de un texto del Catecismo de la Iglesia Católica: (CIC, n.2332): La
sexualidad afecta a todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de su cuerpo y su alma.
Concierne particularmente a la afectividad, la capacidad de amar y de procrear y, de manera más
general, a la aptitud para establcer vínculos de comunión con otro.
Abarca al modo de ser de la persona, hasta en lo más intrínseco; afecta al ser mismo. La sexualidad,
con la riqueza que le corresponde, es una cosa muy buena (así la vio Dios al crear al hombre varón
y mujer), determinante de las relaciones más importantes del hombre, y configuradora del
mundo: dignidad de la persona, dignidad de la familia, de los hijos, de la sociedad.
De la sexualidad, depende en primer lugar el amor entre los hombres; más en concreto, de
ese amor peculiar entre hombre y mujer, un amor único, que da sentido a la vida. Este es
el elemento más importante aunque se deriven otros elementos igualmente importantes, pero de
ese primero, o ligados en unidad a ese primero. La sexualidad ha sido dada por Dios al hombre para
llegar a amar.
Hay un fin intrínseco en esa sexualidad. La procreación, el dar la vida a otras personas. Pero está
inscrita espiritualmente en el hombre y en la mujer. La procreación considerada en su carácter
biológico no pasaría de la cría que se da en los animales, donde no se busca al hijo, sino el placer.
La sexualidad abarca en el hombre una tendencia espiritual muy fuerte: la paternidad y
la maternidad, que son las relaciones humanas más fuertes, junto a las que crea el amor entre
hombre y mujer. Y esa tendencia está en los hijos, de manera distinta, en los hijos que en las hijas.
Esto explica la mayor madurez de las niñas antes y durante la pubertad. El sentirse más maduras,
más mujeres; y también, el golpe más fuerte que puede sufrir la mujer si esa tendencia congénita a
la paternidad y a la maternidad, se presenta desde un punto de vista meramente fisiológico.
Educación en la sexualidad
Su momento más importante es la adolescencia, con los años que la preceden y que la siguen (10
a 16 años). Pero despierta –lo vuelvo a destacar -en sus tres dimensiones. La educación debe ir por
tanto en cada momento en las tres dimensiones de ese mundo que aparece casi de improviso, tan
rico, por ser configurador de la persona, de la personalidad, en
masculinidad y feminidad.
Primera conclusión: sólo se puede educar, explicar, enseñar, desde el plano de la amistad. LOS
PADRES QUEDARÁN INCOMUNICADOS ANTE LOS HIJOS SI NO TIENEN AMISTAD CON
ELLOS. No es una época difícil; más bien es una época muy rica, en todos los aspectos; es la época
en que se siente la vida con más fuerza. Hay una necesidad de compartir, pero ¿con quién? Sólo
con los amigos. QUERIDOS PADRES, SI QUERÉIS AYUDAR DE VERDAD A VUESTROS HIJOS,
SER AMIGOS SUYOS. LA FAMILIA ES EL ÁMBITO DE ESTA EDUCACIÓN. Pero ser padres es
un lazo que no supone la amistad, por lo menos de manera natural. Es el padre o la madre quién
debe advertir lo que pasa dentro de los hijos, porque ha pasado esa misma experiencia importante, y
les quiere. No es respuesta decir: mis hijos se han vuelto rebeldes, incomunicables, encerrados en
sí mismos. Respuestas como: ya te ha llegado la edad del pavo, ya te se pasará... oscurecen la
verdadera educación en esa nueva fase de la vida que han comenzado, y que es de
perfeccionamiento.
El despertar de la sexualidad significa el conocimiento de que pasa a una fase adulta fisiológica, de
que nacen unos afectos y sentimientos nuevos, sin los cuales el hombre y la mujer quedarían
imperfectos, y que le conducirán, si Dios lo quiere a ser padre y madre, a dar origen a nuevas vidas,
que serán sus hijos. La sexualidad, vuelvo a repetir lleva al mundo de la persona. La educación la
ha de hacer el padre con los hijos y la madre con las hijas, a nivel de amiga, mostrando toda
su belleza DESDE LA PROPIA EXPERIENCIA PERSONAL, que al mismo tiempo deberá aparecer
clara en quien la explica. Si los hijos ven enamorados a sus padres, entenderán fácilmente el
amor, o podrán hablar con ellos de amor: serán escogidos como interlocutores. Y los padres sabrán
integrar con su explicación desde la amistad y la experiencia, los valores sexuales en su
personalidad.
En esto recalco la particular importancia del papel de las madres en la educación de las hijas. Me
refiero a las hijas, porque aparecen con más claridad los valores sexuales de la mujer que los del
hombre. El cuerpo de la mujer “es más cuerpo esponsal”, “más cuerpo de madre”, “más femenino”,
que el cuerpo del hombre: es decir es “menos esponsal”, “menos cuerpo de padre”, “más indefinido”.
Es distinta la masculinidad que la feminidad y, además, aparece con diferente intensidad en su
expresión corpórea. Una chica de 15 años tiene a simple vista una sexualidad más perfecta que un
chico de la misma edad.
Junto a eso, el hombre experimenta unas reacciones más fuertes fisiológicas ante el cuerpo de la
mujer, con alteraciones sensibles (que ésta no experimenta). Por eso la educación en el pudor es
una de las principales ayudas en la educación de la sexualidad (haciéndolo a la mujer se está
haciendo también al hombre), sabiendo que es distinto el pudor masculino que el femenino, tanto
externamente (más sensualidad en el hombre, por eso se protege más), como internamente (más
capacidad afectiva en la mujer). Esta educación llevará a que los valores sexuales no se presenten
con más fuerza que la misma persona que los posee, y por tanto lleguen a convertirla más en objeto
de placer sensual o sexual, que como persona.
La educación de la afectividad en las chicas lleva a colocarla en su lugar justo, que no es ni un más
ni un menos. Es que no se sublime un valor hasta el grado de que se pierda el conocimiento de toda
la persona.
Eso es falso. Unos ojos azules no son capaces de determinar el enamoramiento; pueden atraer bajo
cierto aspecto, pero nada más.
Al chico hay que ayudarle a incrementar su capacidad afectiva, intuitiva, porque la tiene más baja.
Pero todo en positivo. No se trata de despreciar ningún valor. Hay que integrar.
Por eso, tanto a los chicos como a las chicas –en un caso el padre;
en el otro la madre- deben explicar los cambios fisiológicos que
van experimentando los hijos y que les pueden inquietar al
principio, en esta clave de la paternidad y del amor humano.