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Se Lo Va A Llevar El Diablo
Se Lo Va A Llevar El Diablo
Resulta que hace mucho tiempo, vinieron de Ciudad Bolívar cuatro hermanos:
Juan, Cristóbal, Tomás, Eliseo y Alejandro Gómez Orrego con sus mujeres.
Capitularon tierras en El Tablazo, desde San Joaquín a la vereda Las Mercedes y
allí se establecieron en plena selva. De ellos surgieron personas tan queridas
como Eliseo Gómez (Ganadero), Luis Eduardo Gómez,(Panelero) Efraín Gómez
(cafetero), Chan Gómez (Nunca supe si ese si era el nombre) y mujeres
luchadoras como Socorro Gómez, Doña Tina, Luisa Gómez esposa de Tuto
Muñoz, Nery Rojas y Trinidad Gómez… una ralea de buena gente
Mucho misterio encerraba dicha pareja porque los vecinos decían que al pasar
cerca de su rancho se sentía un olor nauseabundo y raro. Sin embargo la gente
del campo es gente buena, comprensiva y ahí “songosorongo” soportaban a “la
Bellota” y hasta escasas amistades iban estableciendo con ellos…aunque de
lejitos con los locos, como decía mi abuela. Así nos hemos comportado toda la
vida con los que llamamos “loquitos”: todos hemos sido “amigos” de Melocomí,
Banano, Mananina, Chafús, Otilia, Comidita, Maikol……pero de lejitos…de
lejitos…
Clementina llevó un Cristo traído de Roma desde Quito, vía Río Magdalena y que
consideraban tenía poder, tanto que las familias lo sacaban al patio para menguar
la tempestad o cuando la peste atacaba las cosechas. Y aunque hay algunos
incrédulos, nada más efectivo para calmar una andanada de truenos, rayos y
ventarrones que un Cristo bien puesto en el patio de la casa. Eso lo entendemos
muy bien los de raigambre campesina.
Cuánta fue la sorpresa pues ¡no la encontraron en la cama! Debajo del lecho
estaba la tierra removida, como quemada y con olor a azufre, y el cadáver por
ninguna parte… Ahí se armó Troya! Todos comenzaron a mirar mal a José
Bolivar, a decir que eso era brujería, que era mejor que se fuera de la vereda, que
no lo querían más por ahí……pues no aguantó el viejo y al otro día, el rancho
quedó desocupado…….el mismo que días después, misteriosamente ardió hasta
consumirse.
Hoy en día, en el Tablazo, hay un paraje por donde al pasar la gente, sea a pie, a
caballo o en vehículo, se siente algo extraño y un silencio de otra dimensión. Me lo
corroboró Alberto Moná, el famoso “Muleto” que trabajaba en el bus escalera que
manejó su hermano Rafael, y dice que siempre que pasaban por ahí, los
pasajeros se quedaban callados y se sentía un escalofrío raro.
Fuente: Maria Elena Betancur . El Mundo. Historias fantásticas del Suroeste “Mercedes
Bellota”, leyenda de Betania 23 de Septiembre de 2007.