Está en la página 1de 13

Qué es

La diabetes es una enfermedad crónica que se origina porque el páncreas no sintetiza la cantidad de
insulina que el cuerpo humano necesita, la elabora de una calidad inferior o no es capaz de utilizarla
con eficacia.
La insulina es una hormona producida por el páncreas. Su principal función es el mantenimiento de
los valores adecuados de glucosa en sangre. Permite que la glucosa entre en el organismo y sea
transportada al interior de las células, en donde se transforma en energía para que funcionen los
músculos y los tejidos. Además, ayuda a que las células almacenen la glucosa hasta que su
utilización sea necesaria.
En las personas con diabetes hay un exceso de glucosa en sangre (hiperglucemia) ya que no se
distribuye de la forma adecuada. Los especialistas advierten que, si los pacientes no siguen el
tratamiento adecuado los tejidos pueden acabar dañados y se pueden producir complicaciones muy
graves en el organismo..

Insulina
La insulina, la hormona producida por el páncreas, regula la cantidad de glucosa presente en la
sangre. La glucosa del torrente sanguíneo estimula al páncreas para que produzca insulina. Esta
insulina ayuda a que la glucosa pase de la sangre a las células. Una vez en el interior de las células,
se convierte en energía de uso inmediato o se almacena como grasa o como glucógeno hasta que sea
necesaria.
En condiciones normales, la glucemia varía a lo largo del día: aumenta después de cada comida y
vuelve a los niveles previos a la comida durante las 2 horas siguientes. Cuando los niveles de
glucosa vuelven a los anteriores a la comida, la producción de insulina disminuye. La variación en
la glucemia suele encontrarse dentro de un intervalo reducido, alrededor de 70 a 110 mg/dL de
sangre en condiciones normales. Si se ingiere una gran cantidad de carbohidratos, la glucemia
aumenta, como también lo hace después de cumplir los 65 años de edad, sobre todo después de
comer.
Si el organismo no produce la insulina necesaria para transportar la glucosa a las células o si las
células dejan de reaccionar con normalidad ante la insulina, la alta concentración sanguínea de
glucosa resultante (hiperglucemia) sumada a una cantidad inadecuada de glucosa en las células, da
lugar a los síntomas y a las complicaciones de la diabetes.
Tipos de diabetes
Prediabetes
La prediabetes es un trastorno en el que la concentración de glucosa en sangre es demasiado alta
para ser considerada normal, pero no lo suficiente para ser catalogada como diabetes. Se padece
prediabetes cuando la glucemia en ayunas oscila entre 101 mg/dL y 126 mg/dL o cuando la
glucemia 2 horas después de una prueba de tolerancia a la glucosa se encuentra entre 140 mg/dL y
200 mg/dL. Detectar la prediabetes es importante porque esta afección conlleva un mayor riesgo de
diabetes en el futuro, así como de cardiopatías. Perder del 5% al 10% del peso corporal mediante
una alimentación adecuada y ejercicio reduce de forma considerable el riesgo de padecer diabetes
en el futuro.
Diabetes tipo 1
En la diabetes de tipo 1 (antes denominada diabetes insulinodependiente o diabetes de inicio
juvenil), el sistema inmunitario del organismo ataca las células del páncreas productoras de
insulina, y más del 90% de estas células son destruidas de forma permanente. El páncreas, por lo
tanto, produce poca o ninguna insulina. Solo en torno al 10% de todas las personas con diabetes
padecen la enfermedad de tipo 1. En la mayoría de ellas, la enfermedad se manifiesta antes de los
30 años, aunque también puede aparecer más tarde.
Los científicos creen que un factor ambiental (posiblemente una infección vírica o un factor
nutricional en la infancia o en los primeros años de la edad adulta) provoca que el sistema
inmunitario destruya las células pancreáticas productoras de insulina. Existe una predisposición
genética a que algunas personas sean más vulnerables que otras a los factores ambientales.
Diabetes de tipo 2
En la diabetes de tipo 2 (antes denominada diabetes no insulinodependiente o diabetes de inicio
adulto), el páncreas continúa produciendo insulina, algunas veces incluso a niveles más altos que
los normales. Sin embargo, el organismo desarrolla resistencia a los efectos de la insulina, por lo
que no hay suficiente insulina para satisfacer los requerimientos corporales.
La diabetes de tipo 2 solía ser poco habitual en niños y en adolescentes, pero la incidencia es cada
vez mayor. Sin embargo, lo habitual es que comience a partir de los 30 años y se vuelva más
frecuente con la edad. Alrededor del 27% de las personas mayores de 65 años padece diabetes de
tipo 2. Ciertos grupos de ascendencias presentan un riesgo mayor de padecer diabetes de tipo 2: los
afroamericanos, los americanos de origen asiático, los indios americanos y los latinoamericanos que
viven en países desarrollados presentan un riesgo hasta dos y tres veces mayor que las personas de
ascendencia caucásica. También existe una predisposición hereditaria a sufrir diabetes de tipo 2.
La obesidad es el principal factor de riesgo de la diabetes de tipo 2; entre el 80% y el 90% de las
personas con este trastorno tienen sobrepeso u obesidad. Dado que la obesidad produce resistencia a
la insulina, las personas obesas necesitan grandes cantidades de insulina para mantener una
concentración normal de glucosa en la sangre.
Ciertos trastornos y algunos fármacos alteran la forma en que el organismo utiliza la insulina, lo que
da lugar a una diabetes de tipo 2. Las elevadas concentraciones de corticoesteroides (debido a la
enfermedad de Cushing o a la administración de corticoesteroides) y el embarazo (diabetes
gestacional) son las causas más frecuentes de funcionamiento deficiente de la insulina. La diabetes
también aparece cuando se produce una cantidad excesiva de hormona del crecimiento
(acromegalia) y cuando existen ciertos tumores secretores de hormonas. Igualmente, la pancreatitis
grave o recurrente y otros trastornos que dañan directamente el páncreas pueden producir diabetes.

Diabetes mellitus
Síntomas de diabetes
Los dos tipos de diabetes tienen síntomas muy parecidos.
Los primeros síntomas de la diabetes guardan relación con los efectos directos de la hiperglucemia
(concentración alta de glucosa en sangre), e incluyen:
Aumento de la sed
Aumento de la micción
Aumento del hambre
La glucosa pasa a la orina cuando su concentración sanguínea aumenta de 160 mg/dL a 180 mg/dL.
Si la concentración de glucosa en la orina alcanza valores incluso más altos, los riñones secretan
una cantidad adicional de agua para diluir la abundancia de glucosa. Dado que los riñones producen
demasiada orina, existe poliuria (micción abundante y frecuente), que, a su vez, provoca polidipsia
(sed excesiva). Puede haber adelgazamiento debido a la pérdida excesiva de calorías en la orina. A
modo de compensación, se siente un hambre exagerada.
Otros síntomas de diabetes son:
Visión borrosa
Somnolencia
Náuseas
Disminución de la resistencia durante el ejercicio
Diabetes tipo 1
En la diabetes de tipo 1, los síntomas suelen comenzar bruscamente y de modo notorio. A partir de
ella, puede desarrollarse rápidamente un trastorno denominado cetoacidosis diabética, una
complicación grave en la que el cuerpo produce un exceso de ácido. Además de los síntomas
habituales de la diabetes consistentes en la sed y la micción excesiva, los síntomas iniciales de la
cetoacidosis diabética incluyen además náuseas, vómitos, fatiga y, sobre todo en los niños, dolor
abdominal. La respiración se vuelve rápida y profunda, debido a que el organismo intenta corregir
la acidez de la sangre (ver Acidosis), y el aliento tiene un olor afrutado y parecido al del producto
utilizado para limpiar la laca de uñas. Sin tratamiento, la cetoacidosis diabética evoluciona hasta el
coma y la muerte, a veces en cuestión de horas.
Tras el inicio de la diabetes tipo 1, algunas personas tienen una fase, larga pero temporal, en la que
sus niveles de glucosa son casi normales (fase de luna de miel), debido a una recuperación parcial
de la producción de insulina.
Diabetes de tipo 2
En la diabetes de tipo 2 puede no haber síntomas durante años o décadas antes del diagnóstico. Los
síntomas son leves. Al principio, el aumento de la micción y de la sed es leve, pero empeora de
forma gradual a lo largo de semanas o de meses. Finalmente, se siente una fatiga extrema, es
probable que la visión sea borrosa y puede haber deshidratación.
A veces, durante las primeras fases de la diabetes, la concentración de glucosa en sangre es
extremadamente baja, un trastorno denominado hipoglucemia.
Dado que en la diabetes de tipo 2 se produce algo de insulina, no suele desarrollarse cetoacidosis, ni
siquiera si no se recibe tratamiento durante mucho tiempo. Sin embargo, la concentración de
glucosa en sangre aumenta de forma considerable (a menudo, hasta más de 1000 mg/dL). Estas
altas concentraciones suelen ser el resultado de algún tipo de estrés sobreañadido, como en el caso
de una infección o de la ingesta de algún fármaco. Cuando los valores de glucosa en sangre son
muy altos, aparece deshidratación grave, que puede ocasionar confusión mental, somnolencia y
convulsiones, un trastorno denominado síndrome hiperglucémico hiperosmolar no cetósico. En la
actualidad, la mayoría de los diagnósticos de diabetes de tipo 2 se deben a análisis rutinarios de
glucosa en sangre que se realizan antes de que la hiperglucemia sea sumamente grave.
Complicaciones de la diabetes
La diabetes daña los vasos sanguíneos, haciendo que se estrechen y por lo tanto se restrinja el flujo
sanguíneo. Dado que los vasos sanguíneos de todo el cuerpo se ven afectados, las personas pueden
presentar muchas complicaciones de la diabetes. Muchos órganos pueden verse afectados, en
particular los siguientes:
Cerebro, riesgo de accidente cerebrovascular
Ojos (retinopatía diabética), riesgo de ceguera
Corazón, riesgo de ataque al corazón
Riñones (nefropatía diabética), riesgo de insuficiencia renal
Nervios (neuropatía diabética); puede causar sensibilidad en los pies
Diagnóstico de la diabetes
Determinación de la concentración de la glucosa en la sangre (glucemia).
El diagnóstico de diabetes se basa en la presencia de concentraciones sanguíneas de glucosa
(glucemia) inusualmente altas. Se lleva a cabo una detección sistemática, o cribado, dirigido a las
personas consideradas de riesgo de diabetes, pero que no presentan síntomas.
¿Sabías que...?

Muchas personas tienen diabetes de tipo 2 sin saberlo.

Determinación de los niveles de glucosa en sangre


También se comprueba la glucemia si se refieren síntomas de diabetes, como aumento de la sed, de
la micción o del apetito. De forma adicional, se mide la glucemia si existen trastornos que pueden
ser complicaciones de la diabetes, como infecciones frecuentes, úlceras en los pies e infecciones por
levaduras.
Para medir la glucemia, se obtiene una muestra de sangre en ayunas, es decir, sin haber comido
nada desde la noche anterior. Sin embargo, es posible tomar muestras de sangre después de la
comida. En este caso, se considera normal cierto aumento en la glucemia, pero incluso entonces los
valores no deben ser muy altos. El valor de la glucemia en ayunas no debe superar los 126 mg/dL.
Incluso después de comer, este valor no debe exceder los 200 mg/dL.
Hemoglobina A 1c
También se mide la concentración sanguínea de una proteína, la hemoglobina A1C (llamada
hemoglobina glucosilada o glicosilada). La hemoglobina es una sustancia de color rojo, que
transporta el oxígeno en los glóbulos rojos (eritrocitos). Cuando la sangre está expuesta a
hiperglucemia durante un tiempo, la glucosa se une a la hemoglobina y forma hemoglobina
glucosilada. La concentración de hemoglobina A1C (fracción de la hemoglobina sujeta a A1C)
refleja la tendencia de la glucemia a largo plazo y no su comportamiento ante cambios rápidos.
Medir la hemoglobina A1C permite diagnosticar la diabetes si el análisis se realiza en un
laboratorio certificado (no con instrumentos domésticos ni en un consultorio privado). Si la
concentración de hemoglobina A1C es del 6,5% o más, se padece diabetes, pero si la concentración
se encuentra entre el 5,7% y el 6,4%, se diagnostica prediabetes.
Prueba de tolerancia oral a la glucosa
Se puede realizar otro tipo de análisis de sangre, una prueba de tolerancia oral a la glucosa, en
ciertas situaciones, como cuando se efectúan pruebas de cribado de la diabetes gestacional en
mujeres embarazadas o si se trata de personas de edad avanzada que tienen síntomas de diabetes,
pero cuya glucemia en ayunas es normal. No obstante, no es una prueba que se realice de forma
rutinaria para detectar la diabetes, ni siquiera en las mujeres embarazadas con poco riesgo, ya que es
muy engorrosa.
Consiste en obtener una muestra de sangre para medir la glucemia en ayunas y, a continuación, dar
a beber al paciente una solución especial que contiene una cantidad alta y precisa de glucosa.
Durante las 2 o 3 horas siguientes se obtienen varias muestras de sangre, que se analizan para
determinar si la glucemia aumenta de forma anómala.
Pruebas de detección de la diabetes
A menudo, la glucemia se comprueba en el transcurso de una exploración física periódica. La
comprobación anual de la glucemia es especialmente importante a edad avanzada, ya que la
frecuencia de la diabetes aumenta en este grupo etario. Es posible tener diabetes, en particular del
tipo 2, e ignorarlo.
No existen pruebas rutinarias para la detección de la diabetes tipo 1, pero es particularmente
importante hacer las pruebas de detección en personas con riesgo de diabetes tipo 2, incluyendo:
Personas de más de 45 años de edad
Personas con sobrepeso
Personas con la presión arterial alta y/o un trastorno de los lípidos, como el colesterol alto
Personas con antecedentes familiares de diabetes
Mujeres que presentaron diabetes durante el embarazo o tuvieron un bebé que pesó más de 4 kg al
nacer
Personas de ascendencia afroamericana, nativa americana, latinoamericana o asiático-americana.
Las personas con estos factores de riesgo deben ser examinadas para descartar la presencia de
diabetes al menos una vez cada tres años. El riesgo de diabetes se puede estimar usando
calculadoras de riesgo en línea. Los médicos pueden medir los niveles de hemoglobina A1C y de
glucosa en sangre en ayunas, o hacer una prueba de tolerancia oral a la glucosa. Si los resultados de
las pruebas están en la frontera entre lo normal y lo anormal, los médicos hacen las pruebas de
detección más a menudo, al menos una vez al año.
Tratamiento de la diabetes
Dieta
Ejercicio
Educación
En la diabetes tipo 1, inyecciones de insulina
En la diabetes tipo 2, a menudo fármacos de administración oral, y, a veces, inyecciones de insulina
La alimentación, el ejercicio y la educación son los pilares del tratamiento de la diabetes y, a
menudo, las primeras recomendaciones que se dan cuando se diagnostica diabetes leve. Si la
glucemia es muy alta o se padece diabetes de tipo 1 (sin importar el valor de la glucemia), es
necesario tomar medicamentos.
Puesto que es menos probable que aparezcan complicaciones de la diabetes si la glucemia se
controla de forma estricta, el objetivo del tratamiento consiste en mantener los valores glucémicos
dentro del intervalo normal tanto como sea posible.
El tratamiento de la hipertensión arterial y de las concentraciones altas de colesterol, que
contribuyen a causar problemas circulatorios, también evita algunas de las complicaciones de la
diabetes. Una dosis baja de aspirina (ácido acetilsalicílico) a diario también ayuda a reducir el
riesgo de sufrir un infarto de miocardio.
Es útil llevar o usar una identificación médica (como una pulsera o una etiqueta) para alertar a los
profesionales de la salud de que se padece diabetes. De esta forma, pueden administrar de inmediato
un tratamiento para salvar la vida, sobre todo, en caso de traumatismos o de alteraciones del estado
mental.
La cetoacidosis diabética y el síndome hiperosmolar hiperglucémico no cetósico constituyen una
urgencia médica, porque pueden causar coma y la muerte. El tratamiento es similar para ambos y se
centra en la administración de líquidos intravenosos e insulina.
Objetivos del tratamiento de la diabetes
Los expertos recomiendan que las personas mantengan sus niveles de glucosa en sangre
entre 70 y 130 mg/dL en ayunas (antes de las comidas)
Por debajo de 180 mg/dL 2 horas después de las comidas
La concentración de hemoglobina A1c debe ser inferior al 7%.
Dado que un tratamiento agresivo para lograr lo anterior aumenta el riesgo de que la glucemia baje
demasiado (hipoglucemia), estos objetivos se modifican en los casos en que no es deseable que
aparezca hipoglucemia, como en las personas de edad avanzada.
Otros objetivos consisten en mantener la presión arterial sistólica por debajo de 140 mm Hg y la
presión arterial diastólica inferior a 80 mm Hg. La concentración sanguínea de las lipoproteínas de
baja densidad (LDL, el colesterol «malo») debe mantenerse por debajo de 100 mg/dL.
Tratamiento general de la diabetes
Si se padece diabetes, es muy beneficioso leer información sobre este trastorno y entender que tanto
la alimentación como el ejercicio influyen en la glucemia, además de conocer la manera de evitar
complicaciones. El personal de enfermería que haya recibido formación en diabetes puede informar
sobre la alimentación, el ejercicio, el control de la glucemia y el tratamiento farmacológico.
Si se padece diabetes, se debe dejar de fumar y consumir solo cantidades moderadas de alcohol
(hasta una bebida al día en el caso de las mujeres y dos en el de los hombres).
Dieta para personas con diabetes
La alimentación es muy importante en ambos tipos de diabetes mellitus, por lo que es recomendable
alimentarse de forma sana y equilibrada y esforzarse por mantener un peso saludable. Si se padece
diabetes, es muy beneficioso acudir a un nutricionista o a un experto en diabetes que ayude a
elaborar un plan de alimentación óptimo. Dicho plan incluye evitar los azúcares simples, aumentar
la cantidad de fibra que se consume, limitar los alimentos grasos (sobre todo, las grasas saturadas) y
con gran contenido de carbohidratos, y evitar intervalos largos entre las comidas a fin de prevenir la
hipoglucemia, sobre todo si se toma insulina. La American Diabetes Association ofrece muchos
consejos útiles sobre los tipos de dieta (tips on diet), incluyendo recetas. Aun cuando las personas
afectadas siguen una dieta correcta, también se recetan fármacos que ayudan a controlar la
concentración de colesterol en sangre.
Si se logra mantener un peso adecuado a pesar de padecer diabetes de tipo 1, se pueden evitar las
dosis altas de insulina. Si se mantiene un peso saludable en presencia de diabetes de tipo 2, se puede
llegar a evitar todo tratamiento farmacológico. En los casos en los que no se ha podido adelgazar
mediante la alimentación y el ejercicio, se pueden administrar fármacos para adelgazar o incluso
realizar una intervención quirúrgica bariátrica (de reducción gástrica).
Ejercicio para personas diabéticas
Practicar una cantidad adecuada de ejercicio contribuye a controlar el peso y mantener una
glucemia adecuada. Dado que la glucemia disminuye durante el ejercicio, se debe estar alerta por si
aparecen síntomas de hipoglucemia. En ocasiones, al practicar ejercicio durante un tiempo
prolongado, es necesario tomar un pequeño aperitivo, disminuir la dosis habitual de insulina, o
ambos. Si se padece diabetes, se debe dejar de fumar y consumir solo cantidades moderadas de
alcohol (hasta una bebida al día en el caso de las mujeres y dos en el de los hombres).
Tratamiento farmacológico de la diabetes
Existen muchos fármacos utilizados para tratar la diabetes. Las personas con diabetes tipo 1
requieren inyecciones de insulina para reducir los niveles de glucosa en la sangre. La mayoría de las
personas con diabetes tipo 2 necesitan medicamentos por vía oral para reducir los niveles de
glucosa en sangre, pero algunas también requieren insulina.
Supervisión del tratamiento de la diabetes
Controlar la glucemia es una parte esencial del tratamiento antidiabético. Para ello, es necesario
cambiar la alimentación, practicar ejercicio y tomar medicamentos. Supervisar la glucemia
proporciona la información que se necesita para realizar estos cambios. Resulta muy perjudicial
esperar a que aparezcan síntomas de hipoglucemia o de hiperglucemia.
Muchos factores provocan cambios en la glucemia:
Alimentación
Ejercicio
Estrés
Enfermedades
Fármacos
Distintos momentos del día
La glucemia puede dispararse después de comer alimentos con muchos carbohidratos sin que se
fuera consciente de su contenido. El malestar psíquico, las infecciones y muchos fármacos tienden a
provocar hiperglucemia. En común que la glucemia sea más alta en las primeras horas de la mañana
debido a la liberación normal de hormonas (hormona del crecimiento y corticoesteroides), una
reacción denominada fenómeno del alba o del amanecer. La glucosa en sangre aumenta de forma
significativa cuando el organismo libera determinadas hormonas en respuesta a una hipoglucemia
(efecto de Somogyi). El ejercicio puede disminuir considerablemente la glucemia y, por tanto,
requerir una ingestión adicional de carbohidratos.
Control de los niveles de glucosa en la sangre (glucemia)
La glucemia se mide fácilmente en casa o en cualquier lugar. La mayoría de los dispositivos de
medición (glucómetros) requieren una gota de sangre que se obtiene pinchando la punta del dedo
con una pequeña lanceta. Esta lanceta tiene una aguja minúscula con la que se pincha el dedo o que
puede alojarse en un dispositivo con un resorte que la introduce en la piel de manera más fácil y
rápida. En general, se considera que el pinchazo solo causa molestias mínimas. Después, se coloca
una gota de sangre en una tira reactiva. En respuesta a la glucosa, la tira reactiva experimenta
algunos cambios químicos.
Un pequeño aparato lee estos cambios e informa del resultado en un monitor digital. La mayoría de
estos aparatos calculan cuánto dura la reacción y leen el resultado de forma automática. Algunos
dispositivos permiten que la muestra de sangre se obtenga de otros lugares, como la palma de la
mano, el antebrazo, el brazo, el muslo o la pantorrilla. Son más pequeños que una baraja de naipes.
En los sistemas de monitorización continua de la glucosa (MCG) se coloca un pequeño sensor de
glucosa debajo de la piel. El sensor mide la glucemia cada pocos minutos y muestra los resultados
en la pantalla de un pequeño monitor de cinturón que se transporta como si fuera un teléfono móvil
o celular; además, registra los resultados para su revisión posterior. Se pueden configurar alarmas
en el sistema de MCG para que suenen cuando los valores de la glucemia bajen o suban demasiado,
de manera que se puedan detectar con rapidez posibles cambios preocupantes en la glucemia. Las
desventajas de este dispositivo consisten en que debe calibrarse varias veces al día con los
resultados de un análisis de sangre realizado con un glucómetro, que a veces irrita la piel y que es
algo grande. Además, dado que los resultados no son lo suficientemente fiables para guiar el
tratamiento, sigue siendo necesario medir la glucosa mediante un pinchazo en el dedo antes de
inyectar insulina.
No se ha demostrado que los sistemas de MCG sean mejores que los medidores de glucosa por
punción por sí solos. Por otra parte, dado que sigue siendo necesario medir la glucosa de esta forma,
no es útil en la mayoría de los casos con diabetes. No obstante, son útiles en determinadas
circunstancias, como cuando la glucemia cambia de manera rápida y frecuente (sobre todo, si en
ocasiones los valores pueden llegar a ser muy bajos) en presencia de diabetes de tipo 1, y estos
cambios se detectan con dificultad en la prueba de punción en el dedo.
En la mayoría de los casos, se debe llevar un registro de la glucemia e informar al médico o al
personal de enfermería, quienes asesorarán sobre la mejor forma de adaptar la dosis de insulina o
del antihiperglucemiante oral. Por lo general, se aprende a ajustar la dosis de insulina por cuenta
propia cuando sea necesario.
Aunque se pueden realizar análisis de orina para detectar la presencia de glucosa, no es un buen
método para supervisar el tratamiento ni para ajustarlo. Los análisis de orina pueden conducir a
error porque es probable que la cantidad de glucosa en la orina no refleje la concentración de
glucosa en sangre en un determinado momento. La glucemia puede disminuir o aumentar
notablemente sin que se detecte ningún cambio en los niveles de glucosa en la orina.
Hemoglobina A 1C
El tratamiento se supervisa mediante un análisis de sangre denominado determinación de la
hemoglobina A1C (fracción de la hemoglobina sujeta a glucosilación). Si existe hiperglucemia, los
cambios se detectan en la hemoglobina, la proteína que transporta el oxígeno en la sangre. Estas
alteraciones son directamente proporcionales a la glucemia durante un periodo prolongado. Cuanto
mayor sea la concentración de hemoglobina A1C, más elevados han sido los niveles de glucosa. De
este modo, a diferencia de la medición de glucosa en la sangre que revela el valor en un momento
determinado, la medición de la hemoglobina A1C pone de manifiesto si se ha controlado la
glucemia en los meses anteriores.
Cuando se padece diabetes, el objetivo consiste en alcanzar un nivel de hemoglobina A1C inferior
al 7%. Alcanzar este nivel es difícil, aunque cuanto más bajo sea el valor de la hemoglobina A1C,
menor es la probabilidad de sufrir complicaciones. Los valores superiores al 9% denotan un escaso
control, y los que son superiores al 12% muestran un control muy deficiente. Se suele recomendar
que la hemoglobina A1C se mida cada 3 a 6 meses. La fructosamina, un aminoácido que se ha
unido con la glucosa, también es útil para medir la glucemia durante unas pocas semanas, y se suele
utilizar cuando los resultados de la hemoglobina A1C no son fiables, como en los casos en los que
existen formas anómalas de hemoglobina.
Tratamientos experimentales de la diabetes
Se están llevando a cabo tratamientos experimentales muy prometedores para la diabetes de tipo 1.
Uno de ellos consiste en trasplantar células productoras de insulina en el interior de algunos
órganos. Este procedimiento no se realiza aún como tratamiento rutinario, ya que es necesario
administrar algunos inmunosupresores para evitar que el organismo rechace las células
trasplantadas. Las técnicas más recientes pueden lograr que no sea necesario inhibir el sistema
inmunitario.
Edad y salud: Tratamiento de la diabetes en las personas mayores

Las personas mayores deben seguir los mismos principios generales de control de la diabetes que
los jóvenes: educación, alimentación, ejercicio y tratamiento farmacológico. Sin embargo, puede
que el riesgo de hipoglucemia (una baja concentración de glucosa en sangre) asociada a un control
estricto de la glucemia no sea beneficioso cuando la esperanza de vida es corta, como ocurre en
presencia de un cáncer avanzado.
Es más difícil controlar la diabetes a una edad avanzada. Cuando la vista no es buena, resulta más
difícil leer los glucómetros y las escalas de dosificación en las jeringas de insulina. Se pueden
tener problemas al manejar la jeringa, ya sea por artritis, por enfermedad de Parkinson o porque se
ha sufrido un accidente cerebrovascular (ictus, infarto cerebral, derrame cerebral).
La hipoglucemia en las personas mayores puede ser menos evidente que en las personas más
jóvenes. La confusión causada por la hipoglucemia se puede confundir con la demencia o el efecto
sedante de los medicamentos. Además, las personas que tienen dificultad para comunicarse (como
en caso de demencia o después de un accidente cerebrovascular) pueden no ser capaces de informar
a nadie de sus síntomas.
Educación: además de aprender a conocer la diabetes en sí misma, las personas de edad avanzada
deben aprender a coordinar el manejo de la diabetes junto con el de otros trastornos. Es
especialmente importante que aprendan a prevenir complicaciones, como la deshidratación, la
erosión de la piel y los trastornos circulatorios, y a controlar los factores que contribuyen a las
complicaciones de la diabetes, como la hipertensión y los niveles altos de colesterol. Estos
problemas son más frecuentes al envejecer, se tenga diabetes o no.
Dieta: Muchas personas mayores tienen dificultad para seguir una dieta saludable y equilibrada, que
les permita controlar la glucemia y el peso. No es fácil cambiar las preferencias por ciertos
alimentos y los hábitos dietéticos. Algunas personas de edad avanzada tienen otros trastornos que
también guardan relación con la alimentación y no saben cómo integrar las recomendaciones
dietéticas de los diversos trastornos.
En ocasiones, no pueden controlar lo que comen porque alguien cocina para ellos en casa, en una
residencia geriátrica o en otra institución. Si no son ellas mismas las que se preparan la comida, es
necesario que quienes compran y cocinan entiendan también la dieta que necesitan. Suele ser
beneficioso que tanto ellas como sus cuidadores consulten con un nutricionista el plan de
alimentación más viable y saludable.
Ejercicio físico: Las personas de edad avanzada pueden tener dificultades para incluir el ejercicio en
su vida cotidiana, sobre todo si no han sido activas o si tienen algún trastorno que limita su
movimiento, como la artritis. Sin embargo, es posible incorporar el ejercicio en la rutina habitual.
Por ejemplo, pueden caminar en vez de conducir o subir las escaleras en lugar de tomar el ascensor.
Además, muchas organizaciones comunitarias ofrecen programas de ejercicios diseñados para ellas.
Fármacos: A algunas personas ancianas les resulta difícil tomar los antidiabéticos, sobre todo la
insulina. Si los trastornos de la visión u otras afecciones les impiden llenar correctamente la jeringa,
el cuidador puede prepararlas con antelación y guardarlas en el refrigerador. Si las dosis de insulina
que se inyectan son estables, se pueden adquirir jeringas precargadas. Los bolígrafos de insulina
precargados son más adecuados para personas con limitaciones físicas. Algunos de estos
dispositivos tienen números grandes y selectores de fácil manipulación.
Supervisión de la glucemia: En las personas de edad avanzada, una visión deficiente, la limitación
de la destreza manual por artritis, los temblores, los accidentes cerebrovasculares u otras
limitaciones físicas dificultan la supervisón de la glucemia. Pero se pueden usar monitores
especiales. Algunos tienen grandes pantallas numéricas que son más fáciles de leer; otros
proporcionan instrucciones y resultados audibles, y los últimos miden la glucemia a través de la piel
y no requieren que se extraiga una muestra de sangre. Se puede consultar a un especialista en
diabetes al elegir el medidor más adecuado.
Complicaciones del tratamiento: la complicación más frecuente al tratar la hiperglucemia es la
hipoglucemia. El riesgo es mayor en las personas de edad avanzada que se encuentran débiles, cuya
enfermedad requiere hospitalización frecuente o que toman varios fármacos. De todos los
antidiabéticos disponibles, las sulfonilureas de acción prolongada son las que presentan una
probabilidad mayor de causar hipoglucemia. Cuando se toman estos fármacos, también existe una
tendencia mayor a presentar síntomas graves debidos a la hipoglucemia, como desmayos y caídas y
dificultad para pensar o para utilizar determinadas partes del cuerpo.

Más información
American Diabetes Association
JDRF
National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases

También podría gustarte