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EL PROCESO

La oralidad, la simplicidad de las formas, el inmediato contacto entre las partes y el juez
constituyen la garantía práctica de la libertad individual que encuentra en el proceso, sin el
obstáculo de insidiosos formalismos, la fácil salvaguardia del Derecho subjetivo.

OBJETO DEL PROCESO:

La doctrina procesal es clara en indicarnos que para que exista acción, es necesario tener
interés. Pero, de igual modo encontramos el principio bien sentado, de que no es admitida
la defensa propia del derecho, y agotados los medios pacíficos de solución, en todo
supuesto de violación del mismo debe recurrirse a la protección del Estado, que actúa pro
medio de los órganos en los cuales ha delegado su función jurisdiccional. Desde que esa
protección se invoca por la interposición de la demanda, que es el modo normal del
ejercicio de la acción, hasta que el juez la acuerda o la niega en la sentencia, media una
serie de actos llamados de procedimiento, cuyo conjunto toma el nombre de proceso.

Eduardo J. Couture expone, el vocablo proceso significa progreso, transcurso del tiempo,
acción de ir hacia adelante, desenvolvimiento. En si mismo todo proceso es una secuencia.
Por otro lado, la palabra proceso es de uso relativamente modernos, pues antes se usaba la
de juicio, que tiene su origen en el Derecho Romano y viene de iudicare, declarar el
Derecho. El termino proceso es más amplio, porque comprende todos los actos que realizan
las partes y el juez, cualquiera que se la causa que los origine, en tanto que juicio supone
una controversia, es decir, una especie dentro del género.

Con cierta frecuencia, las expresiones juicio, procedimiento y proceso, se utilizan como
sinónimos. Sin embargo, estas expresiones han correspondido a etapas diversas de la
evolución del Derecho y de la doctrina procesal y, aunque con ellas aparentemente se
designa al mismo fenómeno, se debe advertir que tienen un significado histórico, cultural y
doctrinal diferente.
Se hace necesario llegar a un estado de alto nivel cultural de los pueblos de Grecia y
Roma, para advertir un progreso notable en las instituciones procesales de la antigüedad. Es
entre los romanos, principalmente, donde comienza a distinguirse la materia civil de la
penal, en el ámbito de la realización de la justicia. No obstante, la materia penal comienza
percibiéndose con mera significación privatista y se realizaba a semejanza del problema
civil. A poco andar, tanto en Grecia como en roma, comienza a elevarse a jerarquía publica
algunos interese considerados como propios de la colectividad y la violencia a las leyes que
los protegía.

El proceso Romano, cuya estructura ya conocemos, se desarrollaba una actividad del


Estado por un funcionario que aquel nombraba y cuya misión era declarar el Derecho; la
intervención del pueblo estaba reducida al juez que el magistrado designaba para que, en
calidad de jurado, juzgase los hechos y resolviese la causa con arreglo a las instrucciones
que aquel previamente le había impartido. De allí los caracteres del proceso: era una
institución de Derecho Privado, en controversia de acuerdo con su convicción; por eso la
prueba constituía una carga, ya que estaba destinada a formar esa convicción y debía
entonces recaer sobre los hechos particulares que las partes invocaba. Como consecuencia,
la sentencia obligaba tan solo a los que habían sido partes en el litigio.

El proceso germano, en cambio, tenía una estructura y un objetivo muy distintos. Era un
medio de pacificación social: la solución dependía, no del convencimiento del juez, sino de
ciertas formalidades en las que el pueblo veía una expresión de la divinidad. Objeto de la
prueba no eran los hechos particulares, sino las afirmaciones de las partes, y los medios de
prueba (juicios de Dios) no estaban dirigidos a formar la convicción del juez, sino a buscar
una manifestación de la voluntad suprema, como emanación de la divinidad, y por eso no
constituían carga, sino un beneficio. Quien resistía la prueba de fuego era inocente, porque
de la divinidad recibía las fuerzas necesarias para sobreponerse a los sufrimientos. La
misión del juez se limitaba a declarar a quien correspondía la prueba y por eso la primera
parte del proceso terminaba en una sentencia llamada interlocutoria, en la que se hacia esa
declaración. La sentencia definitiva se pronunciaba por la asamblea, después de producida
la prueba, y obligaba no solo a los litigantes, sino a todos los que habían asistido a ella,
porque era la verdad absoluta revela al pueblo por la divinidad.

ESTRUCTURA DEL PROCESO:

El proceso, según hemos visto, es una serie de actos ejecutados por las partes y el juez, que
tienden a un fin común: la sentencia. La preparación del material de conocimiento que ha
de formar la convicción del juez, no puede quedar librada la criterio de las partes ni puede
ser acordada o negada arbitrariamente por aquel, porque ello importaría suprimir el proceso
mismo. En efecto, dice Hugo Alsina, los actos de procedimiento no se ejecutan
aisladamente y sin control alguno; por el contrario, están sometido a reglas de la que
resultan su vinculación y el orden de su ejecución.

LAS PARTES:

En todo proceso intervienen dos partes: una que pretende en nombre propio o en cuyo
nombre se pretende la actuación de una norma legal, por lo cual se le llama actora, y otra
frente a la cual esa actuación es exigida, por lo que se le llama demanda. Dice Hugo Alsina,
que es una consecuencia del principio de contradicción, de donde se sigue que en los
llamados procesos de jurisdicción voluntaria no puede hablarse de actor o demandado, ya
que las pretensiones son coincidentes.

Parte es la persona interesada en un juicio y que sostiene en él sus pretensiones,


compareciendo por sí mismo o por medio de otras que la representan real o
presuntivamente. En general, las partes que intervienen en un juicio son dos: actor, que
presenta la demanda ejercitando la acción, y demandado, que es a quien se exige el
cumplimiento de la obligación que se persigue mediante la acción. Puede haber un número
indefinido de actores y de demandados.
Por lo tanto, cualquiera que solicite del órgano jurisdiccional (o a cuyo nombre se pida), la
actuación de la ley, es parte, y lo mismo debe decirse respecto de la persona frente a la que
se pida dicha aplicación.

Las partes, por otro lado, al igual que el juzgador, son los sujetos principales de la relación
jurídica procesal. Pero, a diferencia del juzgador, que es el sujeto procesal ajeno a los
intereses en litigio, las partes son los sujetos procesales cuyos intereses jurídicos se
contravierten en el proceso.

En nuestro medio, la experiencia y la practica realizada en los tribunales de justicia, nos


indica que la participación de las partes en los juicios orales, es muy pobre técnicamente
hablando, y se ven en la necesidad de tener que acudir al obsoleto sistema escrito,
relegándose a un segundo plano la intervención directa de las partes e interviniendo, en
muchos casos, sus abogados, quienes según diversos estudios, solo deberían asesorarlas.

ORATORIA FORENSE Y LAS PARTES:

En materia de Oratoria Forense, muchos autores no suelen darle el significado que algunas
personas le asignan a las partes procesales, o, sujetos del proceso, pues el papel de las
mimas varía según la posición que ocupen en el proceso o juicio oral y que posteriormente
iremos explicando.

Así mismo, en oratoria, el auditorio ocupa un lugar de suma importancia cuando se debate
el juicio verbalmente y en público, y, en consecuencia, se podría integra con lo que la
doctrina procesal define como los sujetos de la acción y que reclama una decisión
jurisdiccional.

Por lo tanto, el tema de nuestro estudio debe comprenderse dentro de los Sujetos de la
Oratoria Forense.

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