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El director y la Gestión Escolar

Mtro. Armando Amaro Ramírez

Introducción
El propósito de este trabajo es analizar determinadas particularidades teóricas acerca del
término “gestión” en el sistema educativo, que permitan señalar la importancia del
liderazgo para una dirección de calidad en los centros educativos.
Dirigir una escuela y generar procesos idóneos en la comunidad escolar tiene que ver con
la gobernabilidad eficaz del directivo. Un líder efectivo se caracteriza por crear un clima
donde los miembros del equipo logran transformar desafíos complejos en resultados
excepcionales (Kouzes).
La comunidad educativa, demanda competencias más especializadas para los sujetos que
dirigen las instituciones educativas. Por ello, el fortalecimiento de la gestión escolar es un
factor determinante para la consolidación de la autonomía escolar, donde se reconoce el
papel protagónico del director.
El director, como principal responsable de la gestión escolar, cumple un papel central al
articular, conducir y facilitar una serie de procesos al interior de la escuela. La calidad de
las escuelas depende de la calidad del equipo directivo, en tanto sus miembros ejerzan un
liderazgo eficaz y eficiente, que influya en las motivaciones, capacidades y condiciones de
trabajo de los docentes, quienes, a su vez, transformarán la práctica pedagógica en las
aulas y, por consiguiente, los aprendizajes de los estudiantes.
El liderazgo del director incide en el rendimiento de los estudiantes en tanto contribuya a
desarrollar entornos de aprendizaje para los profesores, estimule una comunicación fluida
con ellos, los supervise constantemente, comparta con ellos la toma de decisiones, los
motive y aliente sus capacidades; de esta manera mejoraría el desempeño de los
profesores en el aula, lo cual implicaría mejoras en el rendimiento de los estudiantes.
Cada tipo de gestión conduce a una escuela diferente, y por tanto a individuos y
sociedades que dan prioridad a asuntos y necesidades que también son distintas. En este

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sentido, la gestión escolar es un punto estratégico para conducir cambios en la escuela, en
sus actores y su entorno.

Gestión
El concepto de gestión ha estado asociado con el término de gerencia de empresas
productivas y de servicios privados, y no para instituciones del sector educativo. Citado
por (Botero, 2009) “La gestión educativa data de los años sesenta en Estados Unidos, de
los años setenta en el Reino Unido y de los años ochenta en América Latina” Es una
disciplina de reciente desarrollo, que tiene aún bajos niveles de especificidad, que por ser
aún una disciplina en gestación que se constituye por una fuerte relación entre teoría y
práctica.
Como bien lo señala Sandoval 2000 (P. 180) El concepto de gestión aparece hoy en día en
las políticas educativas como una alternativa organizativa para ser aplicada en la escuela.
En ella se destaca la importancia de la acción colectiva de los distintos actores escolares
en la administración local y en la creación de proyectos específicos, como componente
importante para mejorar la calidad del servicio educativo.
Es importante que los directores educación construyan una concepción amplia de la
gestión escolar a partir de la consulta y análisis de diversas fuentes teóricas y
metodológicas.
Así, por ejemplo, Pilar Pozner advierte que la gestión debe ser el instrumento para
recuperar el sentido y la significación de las prácticas pedagógicas a través de una
participación más activa de los distintos agentes implicados. Desde este ángulo, la escuela
se erige como la unidad educativa fundamental, en tanto la gestión se define como “el
conjunto de acciones relacionadas entre sí emprendidas por el equipo directivo.
De allí, que los distintos actores deberán trabajar de manera colegiada y colectivamente
como un organismo que aprende. Por lo tanto, para quienes gestionan y dinamizan las
innovaciones en las instituciones escolares no consiste solamente en desear el cambio o
realizar una correcta planificación, pues es un proceso complejo y no lineal, pero lo que

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sin duda es cierto, es que los miembros de las comunidades educativas pueden ser
capaces de acelerarlos o detenerlos.

Liderazgo directivo
Durante mucho tiempo, el modelo de dirección escolar predominante centró el papel del
director en tareas administrativas y burocráticas. Entre las décadas de 1950 y 1970, al
director escolar se le exigía que administrara bien la escuela (Álvarez 2010). Sin embargo,
los cambios sociales que se han venido produciendo en el mundo demandan una escuela
que atienda a las demandas educativas sociales del siglo XXI. Así, la dirección escolar ha
tenido que transformarse y adaptarse a estos cambios y a las nuevas exigencias, ya que,
en la actualidad, limitarse a la gestión burocrática y administrativa resulta insuficiente.
El liderazgo del director escolar es imprescindible en el correcto desarrollo y gestión de
los centros educativos, ahora más que nunca nos encontramos con un profesorado que
necesita orientar su actividad profesional de forma que le permita el ajuste a los nuevos
tiempos y a la nueva legislación.
Para que las escuelas lleven una línea pedagógica adecuada, coordinada y eficaz es
necesario que exista la figura de un director con un liderazgo democrático que impulse
metodologías innovadoras, fomentando en el profesorado la necesidad de mejorar sus
estrategias pedagógicas.
En este estudio —y parafraseando las aportaciones de Antúnez (2004) y Abadía (2000)—,
la función directiva se define como la acción de la dirección que tiene como objetivo
influir, a través de sus decisiones y formas de actuar, en el trabajo de otras personas y con
ello generar las condiciones institucionales necesarias para lograr los objetivos de
aprendizaje establecidos.
En este sentido, el director sigue siendo el responsable de gerenciar, dirigir, coordinar y
animar a los miembros de la comunidad educativa para lograr una gestión escolar
efectiva. Por otra parte, hay que decir que tanto la gestión como el liderazgo son
considerados en la teoría organizativa procesos básicos y fundamentales para lograr una
comprensión de dicho funcionamiento.

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Por ejemplo, de acuerdo a los resultados de investigaciones de corte cualitativo realizadas
en Latinoamérica, como es el caso de Uruguay (ANEP/UMRE, 1999), Chile (UNICEF, 2004) y
Perú (Cuglievan, 2006) las tipologías destacan que los directivos eficaces de las escuelas y
su liderazgo profesional está centrado en la dimensión pedagógica; visión del que hacer
institucional que señala que quienes intervienen y lideran en espacios de decisión, han
de convertirse en gestores de la calidad. No debe sorprender entonces que en el discurso
de las políticas educativas, traducido en las acciones de actualización de docentes o en los
programas y proyectos que pretenden innovar en la escuela, se convoque
permanentemente al director para que éste asuma una posición protagónica en la escuela
como promotor del cambio educativo.
En otro estudio sobre eficacia escolar desarrollado en nueve países de Iberoamérica,
coordinado por Murillo (2007), se encontró que en los países participantes, la función
directiva en las escuelas eficaces tenía las siguientes características: director involucrado
en la escuela y muy comprometido con la mejora; preocupado por cada docente y su
desarrollo profesional; asume su liderazgo en la comunidad escolar con competencia
técnica y con un estilo centrado en cuestiones pedagógicas.
La nueva gestión escolar propone un directivo que sea capaz de contribuir siendo líder de
una comunidad educativa, de la cual debe ganar el respeto con el trabajo diario y la toma
de decisiones compartidas con todos los que integran la comunidad escolar, sin olvidar su
función de autoridad, comprendiendo que permitir a las docentes la toma de decisiones
en cuanto a la planeación y manejo de su grupo, no implica una “pérdida de control” sino
un trabajo en colegiado, una oportunidad de comprender el punto de vista del otro.
En distintos enfoques relacionados con los procesos de gestión escolar, señala (Antúnez
2000) la figura del director adquiere fuerte relevancia como actor indiscutible en la
conducción del plantel, lo que le exige conocimientos, habilidades, actitudes y valores
específicos para el ejercicio de un rol centrado en el logro de los propósitos educativos de
la escuela y para el impulso a la innovación
Las sociedades del siglo XXI, demandan directivos que gestionen la mejora escolar con la
participación de la comunidad educativa. Este dominio abarca “al conjunto de

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conocimientos, habilidades, actitudes y valores que tienen el objetivo común de centrar la
actuación de la escuela en el aprendizaje y bienestar de los alumnos, particularmente, por
medio de diversas herramientas y estrategias como: el trabajo colaborativo entre
maestros, el Programa Escolar de Mejora Continua (PEMC) y la comunicación constante
con las autoridades educativas” SEP 2019 (P.26)

Modelo de Gestión Educativa Estratégica


SEP 2010 (P. 61) El enfoque estratégico de la gestión escolar consiste en las acciones que
despliega la institución para direccionar y planificar el desarrollo escolar, de acuerdo con
una visión y misión precisas, compartidas por todos los miembros de la comunidad
escolar; considera la capacidad para definir la filosofía, los valores y los objetivos de la
institución, y para orientar las acciones de los distintos actores hacia el logro de tales
objetivos. Además, toma en cuenta la capacidad para proyectar la institución a largo plazo
y para desplegar los mecanismos que permitan alinear a los actores escolares y los
recursos para el logro de esa visión.
Para atender las diferentes demandas de la vida escolar, el Modelo de Gestión Educativa
Estratégica, propone para su análisis cuatro dimensiones; Pozner (1997) la clasifica en:
pedagógica-curricular, organizativa-operativa, administrativa- financiera y comunitaria.

La dimensión pedagógica-curricular está relacionada con aspectos educativos que son


centrales para la escuela; por ejemplo, las decisiones metodológicas sobre la
implementación de los enfoques didácticos, la planeación, el seguimiento y la evaluación
de los alumnos, así como las estrategias para favorecer el desarrollo profesional de los
docentes.

La dimensión organizativa-operativa se refiere a acciones encaminadas a organizar las


instancias de gobierno y comisiones del centro escolar, a fin de compartir
responsabilidades, así como poner en práctica los elementos normativos que regulan la
convivencia en la comunidad educativa.

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La dimensión administrativo-financiera atiende aspectos relacionados con la obtención,
distribución y optimización de los recursos humanos, materiales y económicos, para crear
las condiciones básicas que faciliten el aprendizaje.
La última dimensión, la comunitaria, alude a la vinculación que debe establecer la escuela
con la comunidad donde se inserta.

El Modelo de Gestión Educativa Estratégica (MGEE) se dimensiona con el Plan Estratégico


de Transformación Escolar (PETE) y el Programa Anual de Trabajo (PAT). La gestión escolar
constituye un medio fundamental para generar el rumbo, identificar prioridades y
asegurar el logro de los propósitos, objetivos y metas; y en ello estriba lo estratégico.

Autonomía de gestión escolar


La Autonomía de Gestión Escolar es la potestad de las escuelas públicas de educación
básica del sistema educativo nacional para tomar decisiones adecuadas a las
características de los estudiantes que atienden y al contexto en que realizan su labor, con
el fin de mejorar permanentemente la calidad, la equidad y la capacidad de inclusión del
servicio educativo que ofrecen, para lo cual, en cada una de ellas, se deberá constituir y
mantener operando un colectivo docente bajo el liderazgo del director. En este sentido la
gestión implica un trabajo de diagnóstico, de construcción de la memoria colectiva, de
análisis e interpretación del presente común y la construcción del proyecto institucional.

Una escuela pública de educación básica con autonomía de gestión escolar es aquélla que,
con el apoyo eficaz y permanente de su autoridad educativa, logra establecer y mantener
las condiciones que den lugar a que todos y cada uno de sus alumnos hagan efectivo su
derecho a la educación de calidad, garantizado por el artículo tercero constitucional.

El acuerdo 717 toma como uno de sus referentes el objetivo 3.2 del Plan Nacional de
Desarrollo, “Garantizar la inclusión y la equidad del sistema educativo” al establecer que el
fortalecimiento de la autonomía de gestión de las escuelas contribuirá a disminuir el

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abandono escolar, el impulso de la eficiencia terminal, la inclusión y equidad del sistema
educativo, especialmente de los niños indígenas, así como la ampliación de los apoyos a
los niños y jóvenes en situación de desventaja o vulnerabilidad.

Para fortalecer la autonomía de gestión en las escuelas, se requiere de una atención


permanente de las autoridades educativas locales y municipales; del liderazgo del
director; del trabajo colegiado del colectivo docente; de la supervisión permanente de los
procesos de enseñanza y de aprendizaje que se producen en las aulas; de la asesoría y
apoyo para el desarrollo escolar y del involucramiento de los padres de familia y de la
comunidad en general para que de manera colaborativa participen en la toma de
decisiones y se corresponsabilicen de los logros educativos.

Conviene subrayar, que las escuelas, deben asegurar el respeto del tiempo destinado a
los aprendizajes, evitando las acciones y programas que no respondan a una solicitud del
centro escolar, y se genere carga administrativa que la distraiga de sus prioridades
educativas.

Por otra parte, se deberán garantizar las sesiones de Consejo Técnico Escolar, que se
consoliden como espacios donde de manera colegiada se autoevalúa, analiza, identifica,
prioriza, planea, desarrolla, da seguimiento y evalúa las acciones que garanticen el mayor
aprendizaje de todos los estudiantes de su centro escolar.

Los programas y acciones para el fortalecimiento de la autonomía de gestión escolar


promoverán que el Programa Escolar de Mejora Continua se constituya en un proceso
profesional, participativo, corresponsable y colaborativo, que lleve, a los Consejos
Técnicos Escolares, a tener un diagnóstico de su realidad educativa, sustentado en
evidencias objetivas que le permita identificar necesidades, prioridades, trazar objetivos,
metas verificables, y estrategias para la mejora del servicio educativo.

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Además, deberán Implementarse mecanismos que involucren y fortalezcan la
participación de los padres de familia, Consejos Escolares de Participación Social y de la
sociedad en general, para fortalecer la autonomía de la gestión escolar, la calidad y
equidad del servicio educativo, el máximo logro de los aprendizajes de todos los
estudiantes y la normalidad mínima, así como garantizar una rendición de cuentas
transparente de los recursos económico recibidos de los programas en los que participen
las escuelas.

Conclusiones
1. La Reforma educativa constituye un reto mayor para el ejercicio de la autonomía de
gestión; Todos los programas en marcha como: Programa Escuelas de Tiempo Completo
(PETE), Programa de Escuelas de Calidad (PEC), Programa La Escuela es Nuestra, Programa
Escuelas al 100. Programa de Atención Directa a la Escuela (PADE) y el Programa de la
Reforma Educativa; deberán fortalecer la autonomía de gestión escolar, así como generar
compromisos y mecanismos de apoyo para que los Padres de Familia participen de
manera corresponsable en la mejora de los aprendizajes de todos los educandos,
garantizar la asistencia de sus hijos a la escuela, en disminuir o erradicar los índices de
reprobación y deserción escolar, entre otros retos que se identifiquen en el Programa
escolar de Mejora Continua. Además de las acciones realizadas para fortalecer los
Consejos Técnicos Escolares y la Supervisión Escolar, lo que abre una posibilidad en la
construcción de innovaciones educativas desde los propios centros escolares.

2. La disponibilidad de recursos de los diferentes programas deberá atender necesidades


específicas, respetando la autonomía que tomen las comunidades educativas sobre su
uso; sin perder de vista que la formación de los estudiantes en general, y los aprendizajes
del plan y programa de estudios en particular, son la prioridad. La autonomía, como
incremento de la capacidad de toma de decisiones a nivel escolar, debe pasar por filtros
para que transparenten el uso de los recursos: asistencia y asesoramiento, procesos de
seguimiento, rendición de cuentas y evaluación que, como menciona Bolívar (2005)
permitan que las escuelas, en conjunción con su entorno local, puedan construir su propio

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espacio de desarrollo, en función de unos objetivos asumidos en un proyecto
colegiadamente.
3. La autonomía como un mecanismo para garantizar el derecho a la educación de las niñas,
los niños, los jóvenes y adolescentes mexicanos.
4. La evaluación interna y la formación permanente de los directivos escolares que considere
la Ley General del Servicio Profesional de Carrera, que garantice la eficacia y eficiencia de
los directivos. Supone acciones constantes de capacitación, actualización y
perfeccionamiento (Fonseca, L. 1984)

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SEP (2001) Modelo de Gestión Educativa Estratégica

Zorrilla, (2002). “Perspectivas de la supervisión escolar como ámbito de mejoramiento de la


calidad y la educación básica”, en Visión Educativa. Revista Sonorense de Educación, Año 1 No. 2.
México.

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