s como la propiedad de la tierra en el Imperio incaico, la doctrina espartana en la
época clásica o la comunidad de bienes del cristianismo primitivo, se reúnen bajo
el nombre de comunismo igualitario.
De allí en adelante, en cambio, se hablará de socialismo utópico, para denominar a
las doctrinas sociales propuestas por pensadores humanistas, durante el Renacimiento y luego la Ilustración. Estas ideas jugaron un importante rol en la Revolución Francesa de 1789 y la caída del Antiguo Régimen en Europa.
Como se verá, el término “comunista” es muy anterior a la obra de Karl Marx,
y surgió en Francia, alrededor de 1840, para denominar a los seguidores de dos tendencias políticas igualitaristas: la de Étienne Cabet (1788-1856), llamada cabetismo, y la que reivindicaba el pensamiento de François Babeuf (1760-1797), llamada neo-babuvismo.
Aunque esos términos ya se había acuñado, las interpretaciones marxistas
dieron al comunismo y el socialismo una sólida base teórica. Marx y Friedrich Engels (1820-1895), fundadores en Bruselas del Comité Comunista de Correspondencia, gestaron una obra que cambió para siempre la forma de entender al comunismo, que llevó las distintas experiencias socialistas del siglo XX.