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CAPITULO I:

DIOS, SU EXISTENCIA, ESENCIA Y ATRIBUTOS DE SU ESENCIA, EL


ENTENDIMIENTO DIVINO Y LA VOLUNTAD DIVINA.

¿QUIÉN ES DIOS?
Antes de responder esta pregunta de tan trascendental importancia para nuestra vida,
vale la pena intentar dar contestación a otro cuestionamiento que en multitud de
ocasiones se escucha ante está primera, y dicho cuestionamiento es: ¿Quién hizo a
Dios?
La respuesta es para nosotros muy clara, y surge espontáneamente de nuestros labios:
pues, sencillamente nadie.
La prueba principal de la existencia de Dios yace en el hecho de que nada sucede a no
ser que algo lo cause. Es el principio que los filósofos llaman el “principio de
causalidad”, y que se enuncia diciendo que “todo efecto tiene una causa”.
Este principio nos lleva necesariamente a Dios. En el Universo existen muchas cosas. A
unas, suceden otras. Pero nada ocurre sin que algo lo cause. Los chocolates no
desaparecen de su caja a no ser que los dedos de alguien se los lleven. Un cedro no brota
del suelo si antes no cayó allí una semilla. Un huevo fue puesto por una gallina, y ésta
provino de un huevo anterior. Y así nos remontamos a los orígenes de la evolución del
universo físico (un millón de años o un billón, o lo que la ciencia estime), llegaremos a
un punto en que no cabrán más que dos posibilidades. La primera es que esa sucesión de
cosas sea infinita, es decir, que a la gallina preceda un huevo, a éste una gallina y así
sin fin. Pero esta “explicación” no explica nada. Una serie infinita de ruedas dentadas
que muevan las manecillas del reloj no me explica por qué de hecho, yo estoy viendo que
se mueven. La otra posibilidad es que Alguien -sin nada que a Él lo mueva- haya puesto
todo en marcha. Alguien tuvo que hechar a andar todas las cosas o no habría Universo.
De la nada, nada sale; y el que lo niegue se equivoca. Los árboles vienen de las semillas,
y éstas de los árboles, los bebes vienen de sus padres, y estos de los suyos, pero todo esto
tiene que tener un punto de partida. Ha de haber alguien no hecho por otro, a riesgo de
que no hubiera nada. Y como resulta que sí hay, debe haber alguien que haya existido
siempre, alguien que no tuvo comienzo. Ha de haber alguien con poder e inteligencia sin
límites, causa y origen de cuanto existe.

Esa causa incausada existe y es exactamente Aquél a quien llamamos Dios. El existe por
naturaleza propia, sin que nadie lo haya creado, habiendo Él creado todo. Por eso la
respuesta a la pregunta que nos planteábamos al iniciar este capítulo tiene una respuesta
obvia: ”Todo existe porque lo hizo Dios, y a Dios nadie lo hizo. Él existe desde siempre y
para siempre”.

DEFINICIÓN DE DIOS.
Podemos definir a Dios diciendo que es: “un espíritu infinitamente perfecto que existe
por si mismo, y de quien todo los demás seres reciben la existencia”.

Se dice:
a) Espíritu, esto es un ser inmaterial dotado de entendimiento y voluntad como nuestra
alma, aunque infinitamente más perfecta.
Para entenderlo mejor, tenemos que saber que los filósofos distinguen dos clases de
sustancias: espirituales y físicas.
Una sustancia física es la hecha de partes. El aire que respiramos, por ejemplo, está
compuesto de nitrógeno y oxígeno. Estos, a su vez, de moléculas, y las moléculas de
átomos, y los átomos de neutrones, protones y electrones. Cada trocito del Universo
material esta hecho de sustancias físicas. Las sustancias físicas llevan en sí los elementos
de su propia disolución, ya que sus partes pueden separarse por corrupción o
destrucción.
Por el contrario, una sustancia espiritual no tiene partes. No hay nada que pueda
romperse, corromperse, separarse, o dividirse. Esto se expresa en filosofía diciendo que
una sustancia espiritual es una sustancia simple. Y esta es la razón de que las sustancias
espirituales sean inmortales.
Conocemos tres clases de sustancias espirituales. Primero de todo la de de Dios mismo,
el Espíritu infinitamente perfecto (como ya hemos expresado en líneas anteriores).
Luego la de los ángeles, y por último la de las almas humanas. En los tres casos hay una
inteligencia que no depende de su sustancia física para actuar. Es verdad que, en esta
vida, nuestra alma está unida a un cuerpo físico y que depende de él para sus actividades.
Pero no es una dependencia absoluta y permanente. Cuando se separa del cuerpo por la
muerte, el alma aún actúa, conoce y ama, incluso más libremente que en esta vida
mortal.
Si quisiéramos imaginar como es un espíritu (tarea difícil, pues «imaginar» significa
hacerse una imagen, y aquí no hay imagen que podamos adquirir); si quisiéramos
hacernos una idea de los que es u espíritu, podemos pensar como seríamos si nuestro
cuerpo súbitamente se evaporará. Aún conservaríamos nuestra identidad y personalidad
propias; aún retendríamos todo el conocimiento que poseemos, todos nuestros afectos.
Aún seríamos “Yo” -pero sin cuerpo- Seríamos, pues, espíritu.
b) Infinitamente perfecto, porque tiene todas las perfecciones posibles en grado sumo e
ilimitado, dicho de otra manera, no hay nada bueno, deseable o valioso que no se
encuentre en Dios en grado absolutamente ilimitado.
Las perfecciones de Dios son de la misma sustancia de Dios. Si quisiéramos expresarnos
con perfecta exactitud no diríamos “Dios es bueno”, sino, “Dios es bondad”. Dios,
hablando con propiedad, no es sabio: es la Sabiduría.
c) Que existe por sí mismo, porque no ha recibido de nadie la existencia.
d) Y de quien todos los demás seres reciben la existencia. El es el creador de todos los
seres; y en cambio, el no ha sido hecho por nadie, pues, es el ser necesario que existe
desde toda la eternidad.
Is 6,3: «Y se gritaban el uno al otro: «Santo, santo, santo, Yahveh Sebaot: llena
está toda la tierra de su gloria.».

Is 40,17-18: «Todas las naciones son como nada ante él, como nada y vacío son
estimadas por él. Pues ¿con quién asemejaréis a Dios, qué semejanza le
aplicaréis?»
Mt 5,48: «Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.»

LA ESENCIA DE DIOS.
Ahora bien, ya tenemos en nuestra consideración la existencia del ser primero, de Dios,
inmediatamente surge la pregunta: ¿Cómo es Dios? ¿Seremos capaces de describirlo, es
decir; de encerrarlo en unas palabras que nos explique su naturaleza?
Así como desde la escuela elemental aprendimos que el concepto de “animal racional”
define su naturaleza y sirve para deducir sus otras perfecciones (ser libre, poder adquirir
virtudes, etc.), nos planteamos ahora si habrá en Dios una cualidad que sea la primera
de la que se deriven todas las demás. Entendamos que si hay una cualidad que lo defina,
ésta no podrá ser limitante, pues, Dios es infinitamente perfecto y causa de toda
perfección. Por tanto tendrá que definirse a partir de aquello más primario y común de
todo ser: Y ¿qué es lo más común y primario a todo ser? No nos costará demasiado
trabajo aceptar que esa cualidad es precisamente, que “son”, que “tienen el ser”.
Dios es. Dios es, pero no tiene el ser recibido, sino que “es” por esencia, con
imposibilidad radical de no ser.
Este razonamiento filosófico encuentra su confirmación en la Escritura cuando Dios, a
la pregunta de Moisés, revela su nombre:
Éxodo 3, 14:. “¿Cuál es tu nombre? ¿Quién diré que me envía? y dijo Dios a Moisés: Yo
soy el que es. Esto dirás al Pueblo: “El que es” me envía a vosotros

Todo lo existente fuera de Dios tiene el ser “recibido de otro” (en último término, como
hemos dicho, de Dios). Dios en cambio existe por sí mismo, es el ser sin limitación. Todo
aquello que es algo - bondad, sabiduría, poder, se encuentra en Él
Yahvé es el nombre propio de Dios, el que define su esencia o naturaleza. Es el nombre
que le reveló a Moisés, tan grande que los judíos no se atrevían a pronunciarlo. Como
dijimos significa “el que es”. El es con necesidad absoluta, y de esa cualidad sin
limitación se derivan todas sus demás perfecciones.

ATRIBUTOS DE LA ESENCIA DIVINA


Atributos divinos son las diversas perfecciones que distinguimos en Dios; como su
Sabiduría, su Bondad, etc.
Estas perfecciones no son realmente distintas en Dios; y así su Sabiduría no difiere
realmente de su Bondad, ni ambas de la esencia divina, porque Dios es Simplicísimo.

Sin embargo las llamamos diversas, porque no pudiendo nuestro entendimiento abarcar
de una mirada el cúmulo de infinitas perfecciones de Dios, se ve obligado a distinguirlas
para poderlas estudiar.

LA ESENCIA DE DIOS ES ÚNICA, SIMPLE, INFINITA, INMUTABLE, ETERNA, E


INMENSA.

A) Unidad
Dios es único, esto es, no puede haber sino un solo Dios, porque la esencia divina es
incomunicable.
“Yo soy el Señor tu Dios; no tendrás otros dioses delante de Mí” (Éxodo 20,2).
«A ti se te ha dado a ver todo esto, para que sepas que Yahveh es el verdadero Dios y que
no hay otro fuera de él.» (Dt 4,35)
«No tembléis ni temáis; ¿no lo he dicho y anunciado desde hace tiempo? Vosotros
sois testigos; ¿hay otro dios fuera de mí? ¡No hay otra Roca, yo no la conozco!» (Is 44,6-
8)
Yo soy Yahveh, no hay ningún otro; fuera de mí ningún dios existe. Yo te he ceñido, sin
que tú me conozcas (Is 45,5)

Los símbolos de la fe comienzan diciendo: “Creo en un solo Dios”.


Concebimos a Dios como Ser Infinito, esto es, que tiene todas las perfecciones. Si
hubiera varios dioses el uno no tendría las perfecciones de los otros, y así ninguno sería
Dios. Dicho en otras palabras, es imposible que existan dos seres infinitos.

B) Simplicidad
Dios es simple, esto es, no compuesto de partes.
La simplicidad de Dios implica que Dios no tiene cuerpo, ni cualidades sensibles,
ni partes de ninguna especie.
La Sagrada Escritura indica equivalentemente la simplicidad de Dios absoluta al
presentarle como Espíritu puro, irreductible a toda composición o cuando personifica las
propiedades divinas identificándolas con su misma esencia:
“Dios es un espíritu”. (Jn 4,24)
“A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha
contado. nadie vio a Dios ni lo puede ver” ( Jn 1,18).
Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad. (2
Cor 3,17)
«Dios es Amor» (1 Jn 4,8)
«Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Jn 14,6)
En Dios no puede haber partes, porque todo ser compuesto es posterior a las partes que
lo componen. Dios no puede ser posterior a ningún ser, porque es la causa de todos.
Luego no puede constar de partes.
Ejemplos de que todo ser compuesto es posterior a sus partes: en una casa los ladrillos,
piedras, maderas, etc., existen antes que la casa.
Cuando la Sagrada Escritura nos habla de ojos y manos de Dios, ete., emplea un
lenguaje figurado para darnos a entender mejor sus perfecciones y sus obras.

C) Infinidad
Dios es infinito, esto es, tiene todas las perfecciones en grado sumo e ilimitado.
La Escritura nos enseña que Dios es la misma sabiduría, “el solo poderoso”, “el solo
bueno”, el que da a todas las cosas vida y movimiento”; en una palabra, que tiene todas
las perfecciones en grado sumo.
La razón nos demuestra que Dios es infinito, porque de no serlo, podría recibir más
perfecciones. Dependería entonces de aquél que se las diera, y por tal motivo, no sería
Dios.
¡Oh Israel, qué grande es la casa de Dios, qué vasto el lugar de su dominio! Grande es y
sin límites, excelso y sin medida. (Bar 3,24)
El cuenta el número de estrellas, y llama a cada una por su nombre; grande es nuestro
Señor, y de gran fuerza, no tiene medida su saber. (Salm 147,4-5)

D) Inmutabilidad
La inmutabilidad de Dios consiste en que Dios no está sujeto a cambio ni en su Ser, ni en
sus designios.
“Dios en quien no cabe mudanza, ni sombra de variación...” (1,17).
“Yo soy el Señor y no cambio” (Mal 3,6).
Dios no cambia en su Ser porque ni puede adquirir nada nuevo, ni perder nada de lo que
tiene, pues, ya no sería infinito y además no podría cambiar los propósitos de su voluntad
porque todo lo que sucede El lo tenía previsto y determinado desde toda la eternidad.
Cuando se dice en la Escritura que “Dios se arrepintió de haber creado al hombre” es un
modo de hablar figurado, porque en realidad Dios no puede mudar ni arrepentirse (cfr
Gen 6,7). La Sagrada Escritura quiere significar la indignación de Dios ante la maldad
del hombre.
E) Eternidad
Consiste en que Dios no ha tenido principio ni puede tener fin.
Eternidad: Es la posesión total, simultánea y perfecta de una vida interminable (Boecio)
“Tu, oh Dios, eres desde toda eternidad y por toda la eternidad”, (Salmo 90,2)
Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, «Aquel que es, que era y que va a venir»,
el Todopoderoso. (Ap 1,8)
Las grandezas de su sabiduría las puso en orden, porque él es antes de la eternidad y por
la eternidad; nada le ha sido añadido ni quitado, y de ningún consejero necesita. (Eclo
42,21)
Dios es eterno porque es el Ser necesario que lleva en sí la razón de su existencia, y no
puede no existir.
En consecuencia, para Dios no hay pasado ni futuro, sino que todas las cosas están en
un eterno presente ante sus ojos.
F) Inmensidad
La Inmensidad de Dios consiste en que está en todo lugar y en todas las cosas: y esto de
tres modos:
a) Por esencia, en cuanto les comunica ser y actividad.
b) Por presencia, en cuanto está en todos los lugares presenciando lo que pasa en ellos.
c) Por potencia, en cuanto conduce todas las cosas al fin que les ha señalado.
“No está lejos de nosotros, sino que, “en El vivimos, nos movemos y existimos” (Hechos
17,27-28).
¿A dónde iré yo lejos de tu espíritu, a dónde de tu rostro podré huir? Si hasta los cielos
subo, allí estás tú, si en el seol me acuesto, allí te encuentras. Si tomo las alas de la
aurora, si voy a parar a lo último del mar, también allí tu mano me conduce, tu
diestra me aprehende. Aunque diga: «¡Me cubra al menos la tiniebla, y la noche
sea en torno a mí un ceñidor, ni la misma tiniebla es tenebrosa para ti, y la noche
es luminosa como el día. (Salm 139,7-12)

EL ENTENDIMIENTO DIVINO.
“Dios es infinito en su entendimiento, en su voluntad y en toda perfección”(Concilio
Vaticano I, Dz. 1782).
Dios, pues posee una inteligencia infinita cuyas propiedades son:
a) Perfecta e inmediata: Todo se halla patente a sus ojos en toda su realidad, en toda su
cognoscibilidad, hasta en sus más profundas complejidades:
“Todas las cosas están descubiertas a sus ojos” (Heb 4,13).
b) Comprensiva e inmutable: no es pasajero ni superficial; no puede aumentarse o
enriquecerse, menos aún disminuir o desaparecer. Es un estado de conciencia despierta y
clarísima.
c) Universal: ni selecciona ni queda reducido a una simple vista parcial: es universal y
absoluto, lo mismo que su Ser.
Conocimiento divino y Libertad humana.
¿Cómo se concilia el conocimiento divino con la libertad humana? ¿Un acto que Dios ha
previsto desde toda eternidad no se realiza necesariamente? Entonces ¿Cómo puede ser
libre?

Daremos dos respuestas a esta importante cuestión:


1a) Nos constan de modo cierto, las dos verdades, a saber, que Dios todo lo sabe, y que el
hombre es libre. Si no vemos de un modo evidente como se concilian, no es por otra cosa
que por la flaqueza de nuestro entendimiento.
2a) Las cosas que Dios prevé (o mejor dicho ve) desde toda la eternidad, sucederán
infaliblemente, pero de acuerdo con la naturaleza de cada criatura; esto es
“necesariamente” en las criaturas “irracionales” y “libremente en las criaturas “libres”
La predestinación.
¿Si Dios tiene previsto que me he de condenar, me condenaré, sea que obre bien, o que
obre mal; y si Dios tiene previsto que me he de salvar, me salvaré, sea que obre bien o
que obre mal? Luego, ¿es inútil obrar el bien?
Respondemos:
1o) Si Dios ha previsto que me he de morir de hambre, me moriré de habré sea que coma
o que no coma. Luego no debo comer ¿Quién no ve que este argumento es falso?
2o) Si Dios ha previsto que he de salvarme, por lo mismo ha previsto también que obraré
bien. Igualmente si previó que habría de condenarme, por lo mismo tuvo que prever que
obraría mal. Pero es un absurdo suponer que Dios haya previsto que se condene el que
obra bien, o que se salve el que obra mal. Esto iría directamente contra su sabiduría y su
justicia.
3o) Exponemos la doctrina. Dios me ha dado libertad para obrar. Mi salvación o
condenación dependen del uso bueno o malo que yo haga de mi libertad.
LA VOLUNTAD DIVINA.
Es de fe que en Dios existe una Voluntad infinitamente perfecta (cfr. Conc. Vat. I, Dz.
1782).
En Dios -Ser simplicísimo-, su obrar se identifica con su esencia, y por eso hay una
identidad perfecta entre su Inteligencia, su Voluntad y su mismo Ser.
La Voluntad de Dios es:
a) Simple, porque está exenta de todo lazo interno o externo de dependencia, y en ella no
hay sucesión de actos: su volición es única, aunque los efectos sean múltiples en la
esfera de lo extradivino.
b) Es inmutable y eterna, pues se identifica con el Ser divino. No obstante la diversidad
de objetos del querer divino que se desarrolla en la suceción del tiempo, el querer divino
que ordena toda esa diversidad está siempre inmutable desde toda la eternidad sin sufrir
cambio alguno.
c) Es omnipotente. La Omnipotencia de Dios consiste en que con solo su Voluntad puede
hacer cuanto quiere.
Dice la Sagrada Escritura:
“Todo cuanto quiso el Señor lo hizo en el cielo, en la tierra y en los abismos (Salmo
134,6).
Advertencias:
a) La Voluntad de Dios es perfecta y por tanto dotada de libertad. Pero por ser perfecta
carece de las imperfecciones y deficiencias de la libertad humana, la mayor de las cuales
es poder pecar, esto es elegir mal. Dios es impecable.
Dios no puede hacer un circulo cuadrado, porque esto es una cosa absurda, que
envuelve contradicción en sí misma, y que ni siquiera lo podemos concebir.
d) Es Buena y Justa. La Bondad es un atributo que mueve a Dios a amarse a Sí
mismo, y en sí a todas las criaturas y a colmarlas de beneficios.
“Nadie es bueno, sino sólo Dios” (Lc. 18,19).
De la excelsa bondad divina se sigue que Dios es infinitamente Justo.
La Justicia de Dios consiste en que “retribuye a cada cual según sus obras”, premiando
al bueno y castigando al malo (cfr. Prov. 2,14).
CAPITULO II
EL MISTERIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD.
El misterio.
El misterio de la Santísima Trinidad nos enseña que en Dios hay Tres personas:
Padre, Hijo y Espíritu Santo; pero que las tres tienen una misma Naturaleza
divina, y en consecuencia son un solo Dios. Este misterio es un dogma de fe
definido: cfr. Dz 39, 54, 86,703, etc.
Naturaleza y persona. (no se toman aquí en el sentido corriente de los términos,
sino de acuerdo con el lenguaje filosófico, que es más preciso).
La naturaleza o esencia de los seres es aquello que hace que las cosas sean lo que
son; el principio que las capacita para actuar como tal(por ejemplo las naturaleza
del hombre es ser animal racional, unidad de alma y cuerpo; por ser de tal
naturaleza el hombre tiene capacidad para pensar, para amar, pero no es propio de
ella el volar o arrastrarse como los reptiles, por ejemplo).
La persona es, en cambio, el sujeto que actúa (por ejemplo, un hombre concreto
con un nombre; Francisco Fernández, que actúa de acuerdo a su naturaleza:
piensa, quiere, trabaja etc) Así es claro que en cada hombre hay una sola
naturaleza y una sola persona. En Dios, en cambio, no ocurre así: una sola
Naturaleza sustenta a una Trinidad de Personas.
¿Qué es un misterio de Fe?
Hay un límite a lo que la razón humana -aún en condiciones óptimas- puede
captar y entender. Dado que Dios es un Ser infinito, ningún intelecto creado, por
dotado que esté, puede abarcar su insondable grandeza. Aunque esta verdad (y
otras) no quepa en lo limitado de nuestro entendimiento, no por eso deja de ser una
realidad. Desde esta perspectiva podemos decir que:

Misterio de fe, en sentido teológico, se refiere a una verdad revelada por Dios, de
cuyo contenido no dudamos, pero que nuestra mente humana es incapaz de
captarlo en su totalidad.

Lo aceptamos por fe, no por entendimiento racional. La seguridad de esta fe se


basa en el testigo que nos lo hace conocer. El testigo en nuestro caso, es Jesús; El
nos trajo la noticia de Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y Jesús no se
engaña ni nos engaña; él es “el testigo fiel” (Ap 1,5; Mt. 11,27).
Revelación del Misterio.

En el Antiguo Testamento hay varias alusiones a este misterio; pero Dios no quiso
enseñarlo de modo claro, quizás porque los judíos, propensos a la idolatría
hubieran tomado por tres dioses a las tres Personas divinas.
En el Antiguo Testamento Dios busca más bien afianzar en la mente del pueblo
judio la idea del monoteísmo, es decir, la firme creencia en un solo Dios:

“Escucha, Israel, Yahvé nuestro Dios, sólo Yahvé (Dt. 6,4).

Esta fórmula que es el comienzo de una oración preferida de la piedad israelita, la


confirma Cristo mismo, diciendo:

“El Señor nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón...”(Mc. 12,29-32).

En el Nuevo Testamento se nos enseña de manera precisa, en dos textos en que se


nombran las tres divinas personas:

a) En el bautismo de Cristo:

“...y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que venía de los cielos decía: «Este es mi Hijo
amado en quien me complazco» (Mt. 3,17).

b) En el momento en que envía a los Apóstoles a la conversión del mundo:


“Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt. 28,19).

“La fe católica es que veneremos a un solo Dios en la Trinidad y a la Trinidad en


la unidad; sin confundir las personas, ni separar la sustancia. Porque una es la
persona del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo; pero el Padre y el
Hijo y el Espíritu Santo son una sola divinidad, les corresponde gloria igual y
coeterna majestad” (Símbolo de San Atanasio o Quicumque).
Unidad de Naturaleza.
1) No son tres dioses, sino un solo Dios.
2) Todas las tres divinas Personas son igualmente perfectas puesto que tienen una
misma naturaleza común.
3) Siendo un solo Dios, debe también decirse que hay un solo Omnipotente, un solo
Eterno y un solo Señor.

Distinción de las personas.

Las tres divinas personas no se distinguen:

a) Ni por su Naturaleza, porque tienen una Naturaleza común, la Naturaleza


divina. Así no son tres dioses, sino un solo Dios.
b) Ni por sus perfecciones, porque estas se identifican con la Naturaleza divina. Así
ninguna de las tres Personas es más sabia o poderosa, sino que todas tienen
infinita sabiduría y poder; ni la una es anterior a las otras, sino que todas son
igualmente eternas.
c) Ni por sus obras exteriores: porque teniendo las tres la misma Omnipotencia, lo
que obre una respecto a la creatura, la obran las otras dos.

a) Procesiones.

Es inútil buscar en el mundo físico equivalente a este misterio: pues tal verdad
sobrepasa el límite de lo creado. Es posible, sin embargo , alcanzar una cierta
profundización en esta verdad gracias a la Revelación. Así, con respecto a la
Primera y a la Segunda personas Divinas hallamos, por una parte , el empleo de
términos relativos: Padre-Hijo (cfr Jn.1,18; 14,13; Gal.4,4); y por otra parte, que
el Hijo es el verbo del Padre : La Palabra interior con que se expresa totalmente a
sí mismo (cfr Jn. 1,1). De la tercera persona se nos dice que procede del Padre y
del Hijo (cfr. Jn.15,26).
A partir de estos datos revelados, y basándose en la analogía de las potencias
espirituales del hombre (inteligencia y voluntad), los teólogos han ilustrado-no
explicado- este misterio.
Las Procesiones(de procedencia) lo ilustran de algún modo.

a.1. El Padre no proviene de otra persona.


a.2. El Hijo es engendrado por el Padre por vía de entendimiento.
a.3. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo por vía de Voluntad y Amor.
Ilustración de este misterio.

Dios, el Padre desde la eternidad ha dicho una Palabra; o si queremos


expresarlo de manera más luminosa , ha producido un pensamiento de Sí mismo.
Cuando tu y yo pensamos, el pensamiento no tiene existencia alguna fuera de
nuestras mentes; tratándose de Dios las cosas son distintas. cuando la mente eterna
piensa en Sí misma, produce un pensamiento tan eterno y tan perfecto como Ella,
su pensamiento sobre Sí mismo es perfectísimo: abarca completamente todos y
cada uno de los aspectos de su infinitud. Pero un pensamiento perfectísimo, para
que de verdad lo sea, ha de tener existencia propia(si puede desaparecer le faltaría
esa perfección). Tal fuerza tiene Su pensamiento, es tan infinitamente completo y
perfecto, que lo ha reproducido con existencia propia. ese pensamiento es, como la
Mente eterna, una Persona Divina .
La imagen que Dios ve de Sí mismo, la Palabra silenciosa con que eternamente se
expresa a Sí mismo, debe tener una existencia propia distinta. A este Pensamiento
vivo en que Dios se expresa a Sí mismo perfectamente lo llamamos Dios Hijo. Dios
Padre es Dios conociéndose a sí mismo; Dios Hijo es la expresión del conocimiento
que Dios tiene de Sí. Por ello, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad es
llamada Hijo, precisamente porque es generado por toda la eternidad, engendrado
en la mente divina del Padre.

Además como esa generación es intelectual, se le llama Verbo es decir


Palabra, dios Hijo es la Palabra interior que Dios Padre pronuncia cuando su
infinita sabiduría conoce su esencia infinita.

Aunque en este punto ya habremos tenido necesidad de poner a trabajar la


mente un poco más que de ordinario , hagamos un esfuerzo adicional para ver
cómo nos explican los teólogos la realidad del Espíritu santo.
Dios Padre (Dios conociéndose a Sí mismo) y Dios Hijo (el conocimiento de
Dios sobre Sí mismo). contemplan la naturaleza que ambos poseen en común. Al
verse (estamos hablando, claro está, de modo humano), contemplan en esa
naturaleza lo bueno y lo bello en grado infinito. Y como lo bello y lo bueno
producen amor, la Voluntad Divina mueve a ambas Personas a un acto de amor
infinito, de la Una hacia la Otra. Ya que el amor de Dios a Sí mismo, como el
conocimiento de Dios de Sí mismo, son de la misma naturaleza Divina, tiene que
ser un amor vivo. Este amor infinitamente perfecto, infinitamente intenso, que
dimana eternamente del Padre y del Hijo es el que llamamos Espíritu Santo que
procede del Padre y del Hijo . Es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad . El
Espíritu Santo es el amor Subsistente, el Amor hecho Persona.

Nombre de las tres personas divinas.


1a. La Primera persona se llama Padre, porque ha engendrado a la Segunda
Persona., que es Hijo suyo por naturaleza desde toda la eternidad.
Jesucristo es el único Hijo de Dios por naturaleza desde toda la eternidad.
2a. La Segunda Persona de la Santísima Trinidad se llama:
a) Hijo porque es engendrada por el Padre, y posee su naturaleza.
b) Verbo, esto es Palabra de Dios, porque así como el verbo o palabra es fruto del
entendimiento humano, así el Verbo es fruto del entendimiento del Padre.
3a. La Tercera Persona se llama Espíritu, que expresa aspiración o impulso de
amor, porque procede del Padre y del Hijo por vía de la Voluntad y de amor. Se
llama Santo, porque a Él se atribuye de modo especial la Santidad.

Atribuciones.
Además de las obras propias de cada persona y de las comunes a todas las tres, hay
ciertas obras apropiadas, que sin ser exclusivas, se atribuyen especialmente a cada
una de las divinas personas. Así la Escritura suele atribuir.
a) Al Padre la Omnipotencia y las obras de Omnipotencia, como la creación y
conservación de las criaturas.
b) Al Hijo la Sabiduría y las obras de Sabiduría , como la Redención y el
juicio final.
c) Al Espíritu Santo el amor y las obras de amor, como la santificación de las
almas.
Estas Obras y perfecciones se atribuyen especialmente a cada una de las
divinas personas, por tener alguna relación con su origen.
a) Al Padre se atribuyen de modo especial las obras de omnipotencia, porque
siendo el principio de las otras dos Personas, es de modo especial origen de todos
los seres.
b) Al Hijo se le atribuye en especial la sabiduría, porque procede por vía del
entendimiento, y la sabiduría es fruto del entendimiento.
c) Al Espíritu Santo se le atribuye especialmente el amor, porque procede por
vía de Voluntad y de Amor.
Sin embargo es importante recordar que teniendo las tres Personas una
misma Naturaleza Divina, tienen en realidad igual Omnipotencia, Sabiduría y
Amor.

Misterio incomprensible pero no contradictorio.

No hay contradicción en Él. Habría contradicción si se dijera que en Dios hay una
Persona y tres Personas, o una naturaleza y tres naturalezas. Pero lo que se enseña
es que en Dios hay tres Personas y una Naturaleza. No podemos extrañar que
siendo Dios infinito, haya en El cosas sobrepasen nuestro entendimiento.

Libro: Preparación a la confirmación.

El Hijo es Dios igual que el Padre.

Al mismo tiempo que Cristo habla de la unicidad de Dios y de que Dios es


Padre, afirma también que hay un Hijo y un Espíritu Santo a los que atribuye el
mismo poder y la misma dignidad que el Padre.
Muchas veces se refiere a “su” Padre (p.ej. Jn 6,40; 8,19; 10,37; 14,7)
haciendo distinción entre su relación de hijo y la nuestra.
“Subo a mi Padre y vuestro Padre”( Jn 20,17).
Jesús es Hijo de Dios de otra manera distinta a la nuestra: El lo es por naturaleza,
nosotros por adopción.
Con toda claridad afirma Jesús ser de la misma naturaleza que el Padre : ”Yo
y el Padre somos uno” (Jn 10,30); “Yo estoy en el Padre y el Padre está en mi “(Jn
14,11) y San Juan proclama: “El verbo (=el Hijo)era Dios”(Jn 1,1).
Por tanto siendo de la misma naturaleza divina, el Hijo es eterno como el
Padre: “El Verbo estaba en el principio con Dios “(Jn 1,2); “Glorifícame, Padre
junto a Ti con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese” (Juan 17,5).
Igualmente participa del poder divino del Padre: “Todo se hizo por Él (por el Hijo)
y sin El no se hizo nada de cuanto existe”(Jn 1,3).

El Espíritu Santo es Dios igual que el Padre y el Hijo.


Jesús anuncia que el Espíritu Santo será enviado tanto por el Padre (Jn
14,16-17) como por el Hijo (Jn 15,26). Por tanto es Espíritu de ambos.
Es también persona porque actúa por propio impulso. “El Espíritu Santo os
enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho”(Jn 14,26). Especialmente
los Hechos de los Apóstoles señalan esta actuación personal del espíritu Santo, p,
ej: “Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño, en medio del cual os ha puesto
el Espíritu como vigilantes”(Hech. 2,28)
El Espíritu Santo es de idéntica dignidad con el Padre y el Hijo, por lo cual
Jesús nombra a las tres personas divinas indistintamente en la forma bautismal.
(Mt 28,19).
Igualmente testifica la Biblia la divinidad del Espíritu Santo, p, ej: usando las
palabras Dios y Espíritu Santo para indicar una misma realidad: “¿No sabéis que
sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?”(1 Cor 3,16);
“La blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada” (Mt. 12,31-32) (decir
Espíritu Santo es lo mismo que decir Dios). Y le atribuye poderes divinos: “El
Espíritu todo lo sondea hasta las profundidades de Dios”(1 Cor 2,10).
CAPÍTULO III
LA CREACIÓN DEL MUNDO.
La Iglesia nos enseña como verdad de fe que «el universo y todas las cosas que en
el se contienen -espirituales y materiales- han sido creadas por Dios de la nada,
según toda su sustancia».
La Creación y la Sagrada Escritura.
Gen. 1,1 «En el principio Dios creó el cielo y la tierra.»
En el principio: significa un inicio absoluto, el inicio del tiempo mismo. Antes del
acto creador nada había que no fuera Dios, lo que empieza a existir es obra de
Dios, que da a las cosas su ser y su existencia.
Dios creó: significa que el único y verdadero Dios, que tiene el poder de crear, con
una acción divina suya -singular maravillosa trae a la existencia a las cosas que
son distintas de Él, sin materia alguna preexistente.
El cielo y la tierra: expresión hebraica que significa la totalidad o universalidad de
las cosas que existen y que son distintas de Dios.
«...de la nada lo hizo todo Dios» (2 Mc. 7,28).
Este es el único pasaje en el que aparece la expresión hacer de la nada, y la Iglesia
lo ha utilizado en su definición dogmática sobre la Creación.

Otras citas en las que aparece la idea de la Creación son las siguientes:
«Venid, benditos de mi Padre, a tomar posesión del Reino de los Cielos que ha sido
preparado desde la creación del mundo» (Mt. 25,34).
«...ya antes de la creación del mundo...» (1 P 1,20).
«...por Él fueron hechas todas las cosas...».
Cfr. También: Sal 8,4; 32,6-9; 103.

“La Sagrada Escritura nos presenta la obra creadora de Dios de una forma
sencilla y popular y no pretende dar una explicación científica del origen del
mundo, sino enseñar las verdades necesarias para la salvación, y utiliza para ello
un lenguaje que puedan todos fácilmente entender”.
¿Qué es crear?
En el principio creo Dios el cielo y la tierra(Gén 1,1). En nuestro lenguaje vulgar
usamos muchas veces la expresión de crear o creación, pero no en su sentido
propio. Crear en sentido estricto significa producir algo de la nada, sin disponer de
materiales, sin utilizar herramientas, ayudantes o gastar energías . En este sentido
sólo Dios puede crear. Antes de la creación, no existía absolutamente nada fuera
de El: ni aire, ni luz, ni espacio, ni tiempo: sólo Dios. Y Dios, por un acto de su
libre voluntad, da existencia a todo el universo. Esto es crear, una obra
propiamente divina. Ningún otro ser, ni los ángeles , ni los Santos, pueden crear
algo.

Pablo VI nos hace rezar en el Credo del Pueblo de Dios:


“Creemos en un solo Dios ...Creador de las cosas visibles como es este mundo en el
que transcurre nuestra vida pasajera, de las cosas invisibles como los espíritus
puros que reciben también el nombre de ángeles, y Creador en cada hombre de su
alma espiritual e inmortal”.

¿Por qué creó Dios al Mundo?


Si dirijimos esta pregunta a niños no raras veces recibimos respuestas como:
Porque se sintió solo. - De ninguna manera es este el motivo de la creación. Dios
no se siente solo. En su vida trinitaria es plenitud de comunidad, comunicación y
amor. A Dios no le falta absolutamente nada. El es toda felicidad y abundancia en
todos los bienes. Entonces ¿Por qué creó al mundo? No para recibir algo, sino
para dar. Es propio de la bondad comunicarse a los demás, compartir sus bienes
con otros.
Dios es inmensamente bondadoso, por eso creó un mundo que originariamente era
un paraíso y por eso nos llama a participar de su felicidad en el cielo. Dios creó el
mundo por amor, para poder comunicarnos sus bienes.

El Concilio Vaticano I nos enseña : «Dios creó al mundo en su bondad y por su


poder omnipotente, no para adquirir o aumentar su felicidad, sino para manifestar
su perfección en los dones que comunica a las criaturas” (Ses. III, cap. 1).
El Relato Bíblico de la creación:
La Biblia nos habla de la creación en forma de un relato descriptivo (Gén 1,1-
2,4), como si alguien hubiese estado presente observando este grandioso
espectáculo y exponiéndolo luego en un marco de 7 días. En realidad, nadie ha
podido observar la creación, y aquel relato bíblico no debe ser tomado al pie de la
letra. Pues entonces hasta tendría contradicciones, como la de la luz que aparece el
primer día, mientras los astros se crean el día cuarto. Tampoco se trata de una obra
de 6 días laborables. Las ciencias naturales nos pueden demostrar con certeza que
la organización de nuestro planeta ocupaba mucho más tiempo. Los 7 días del
relato bíblico los debemos como considerar como siete estrofas de un grandioso
poema, que canta la magnificencia, sabiduría y el poder del Creador.
Interpretación de la narración bíblica:
La interpretación de la narración del Génesis ha dado lugar, a lo largo de la
historia, a múltiples teorías; hoy día se debe retener como enseñanza católica la
declaración de la Pontificia Comisión Bíblica del 30-VI-1909, cuyas enseñanzas se
pueden rsumir en lo siguinete:
1o Deben excluirse aquellas doctrinas que no reconocen el valor histórico de
la narración.
2o El escritor Sagrado no pretendió la enseñanza de ciencias naturales, sino
la consignación de verdades históricas que dicen relación a los planes salvíficos de
Dios con respecto al hombre.
3o No deben tomarse todas y cada una de las palabras y frases del texto en
sentido literal estricto, sino que procede una exégesis precisa para cada caso. (Por
ejemplo: la palabra hebrea yom puede traducirse por día de 24 horas o por un
período de tiempo indeterminado). Son expresiones antropomórficas: Dios trabajó,
Dios descansó, etc.
4o Puede seguirse cualquier interpretación siempre que se admita la
“inerrancia” (ausencia de error) del texto, el consenso de los Padres y Doctores de
la Iglesia y el sentido que señale el Magisterio de al Iglesia.

Recientemente Juan Pablo II ha dicho: El Relato de la obra de la Creación tiene


un alcance sobre todo religioso y teológico. No se pueden buscar en él elementos
significativos desde el punto de vista de las ciencias naturales. Las investigaciones
sobre el origen y desarrollo de cada una de las especies “in natura”no encuentran
en esta descripción norma alguna “vinculante”, ni aportaciones positivas de interés
sustancial. Más aún, no contrasta con la verdad acerca de la creación del mundo
visible -tal como se presenta en el libro del Génesis-, en línea de principio, la teoría
de la evolución natural, siempre que se la entienda de modo que no excluya la
causalidad divina.
En su conjunto la imagen del mundo queda delineada bajo la pluma del autor
inspirado con las características de las cosmogonías del tiempo, en la cual se
inserta con absoluta originalidad la verdad acerca de la creación de todo por obra
del único Dios: esta es la verdad revelada. Pero el texto bíblico, si por una parte
afirma la total dependencia del mundo visible de Dios, que en cuanto creador tiene
pleno poder sobre toda creatura, por otra parte pone de relieve el valor de todas las
creaturas a los ojos de Dios.

Al crear el mundo como manifestación de su bondad infinita, Dios lo creó


bueno. Esta es la enseñanza esencial que sacamos de la cosmogonía bíblica y en
particular de la descripción introductoria del libro del Génesis.

*Principales errores:
El Dualismo: sostiene la existencia de dos principios- dos dioses- eternos,
increados, independientes, absolutos y opuestos entre sí. Con ello quieren explicar
la causa del bien y del mal que hay en el mundo.
Esto es imposible porque encierra una contradicción, ya que repugna a la
razón la existencia de dos seres infinitos ya absolutos en perfección.
El Panteísmo: Afirma que Dios y el mundo son de la misma sustancia. Tiene
dos formas principales: a)el panteísmo emanacionista, que dice que el mundo es
una emanación o desprendimiento de partes de la sustancia divina -como el calor
se desprende del fuego-, y b) el panteísmo evolucionista, que dice, además, que el
mundo se va perfeccionando por medio de un proceso indefinido hasta convertirse
en dios.
Esto es absurdo por cuanto:
1) Dios y el mundo tienen propiedades contradictorias: Dios es necesario, el mundo
es contingente; Dios es inmutable, es decir, no cambia, no puede adquirir nuevas
perfecciones, ni las pierde porque es infinitamente perfecto, el mundo cambia
continuamente y está lleno de imperfecciones y deficiencias.
2) Si hubiera una sola sustancia, la verdad y la falsedad, el espíritu y la materia se
confundirían.
3) En su forma evolucionista, admite que la materia espontáneamente puede
producir la vida, la inteligencia y hasta a Dios mismo. Todo lo cual supone un
Dios como ser impersonal y una evolución ciega y fatalista.
El Materialismo: Afirma que nada hay fuera del mundo que no sea el mundo mismo.
La materia es eterna, sin principio ni fin, dotada de energía propia que la hace evolucionar,
explicando así todas las formas posibles de seres que se dan en el mundo. Tiene sus propias
leyes que lo rigen y por ello no hay necesidad de recurrir a una inteligencia suprema
ordenadora.
La conservación del mundo:
La relación entre Dios y el mundo no se agota en el acto creador, sino que continúa en
cada momento de su existencia.Este vínculo entre las criaturas y Dios asume distintos
nombres según se considere a la criatura en sí misma o en orden al fin que le es propio,
llamándose, en cada caso: conservación, providencia y gobierno.
a) Conservación del mundo:
Significa que el mundo, no teniendo en sí la razón de su ser, sino en Dios que lo sacó de
la nada, las cosas no pueden en última instancia subsistir por sí mismas, puesto que la nada,
nada puede sustentar; de ahí que si Dios con su influjo causal sostuviera a las cosas en el ser,
éstas volverían a la nada por aniquilación.
Todo efecto depende de la causa. Así el ser de una cosa no puede subsistir cuando deja de
obrar la causa que produjo el efecto. Como la creación Universal está compuesta en su
totalidad por seres contingentes, éstos subsisten, dada su no necesidad, en lanada: por ello,
para ser, necesitan de la causa primera que es Dios, y para continuar siendo necesitan
igualmente de esa causa primera que los mantenga en existencia.
b) La providencia de Dios en el mundo. Entendemos con esto el plan eterno de Dios
sobre el mundo (en su mente), es decir, la razón que las cosas tienen en orden al fin que les
ha sido impuesto por Dios.
Dice Santo Tomás: Siendo Dios la causa universal de todas las cosas como agente
primero, su causalidad se extiende a todos y cada uno de los seres.
c) El gobierno de Dios en el mundo. Es la providencia o sabiduría divina que en el
tiempo ejecuta o realiza (con su voluntad) el plan eterno de Dios sobre el mundo. Por ello
decimos que todo cuanto sucede en el mundo o bien Dios lo quiere, o al menos lo permite.
Los que no tienen fe recogen las ideas del paganismo y con frecuencia recurren a ideas
como la fatalidad, el destino ciego o la casualidad. Estas ideas son contrarias a la fe
cristiana. Dios ha previsto un plan para llevar todas las cosas a su perfección y ese plan se
cumple con certeza infalible , actuando todos los seres según su modo natural de obrar, los
irracionales y los racionales, sin privar a nadie de su libertad, pues aun la misma libertad no
escapa a los planes eternos de Dios.
El Magisterio de la Iglesia ha definido en el Concilio Vaticano 1 que: «Todo lo que
Dios creó, con su Providencia lo conserva y gobierna .....disponiéndolo todo suavemente...
aun lo que ha de acontecer por la libre acción de las criaturas».-

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