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PRESENTACIÓN
Aunque pase el tiempo y nos separe las grandes distancias entre las geografías,
los lazos con el espíritu del territorio se mantienen y una forma de lograr esa unión
es a través de la fiesta. Con el fin de materializar los principios y fines de
educación inicial indígena en contextos ciudad, se gesta una propuesta
pedagógica alrededor de la fiesta, la misma que esta demarcada por solsticios y
equinoccios como parte del legado cultural y ancestral indígena, además la fiesta
motiva la integración, posibilita y amplía los lazos comunicativos que permiten la
vigencia de saberes, pensamientos y conocimientos en la que participa
activamente la comunidad, la familia, los niños y niñas permitiendo la re-
significación de la identidad cultural y así garantizar una educación que
potencialice a la primera infancia en su formación para la vida y el respeto al otro.
La educación inicial indígena orientada a partir de los lineamientos
construidos representa una apuesta de atención integral de carácter
diferencial que el Estado propone para reconocer la diversidad poblacional
que habita en la ciudad y avanzar en su consolidación como una ciudad
multicultural y pluriétnica, generando una mayor representatividad de las
comunidades indígenas en los diferentes ámbitos de la ciudad. De esta
manera Bogotá fortalece el camino hacia la interculturalidad, con la puesta
en marcha de jardines infantiles fundamentados en el pensamiento indígena
y la atención diferencial, haciendo de la capital una ciudad solidaria y
respetuosa de la diversidad. (Lineamiento pedagógico para la educación
inicial indígena en Bogotá, 2010, 12)
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Para Rousseau la fiesta conviene a los pueblos -en una República- como un medio para organizar una
especie de asamblea creando entre sus miembros agradables lazos de placer y de felicidad que los puede
mantener unidos como comunidad. Para lograr estos efectos de la fiesta es necesario que los espectadores se
conviertan en actores de los ceremoniales de tal manera que se sientan como parte de un todo unitario dando
pie para considerar que uno de los elementos de los sentimientos festivos es el propiciar la construcción de
una comunidad. Su fuente de reflexión se encuentra en la fiesta Espartana dado que allí todo "era placer y
espectáculo, era allí que los rudos trabajos se combinaban con recreaciones y que los más mínimos reposos
eran motivo de instrucción pública y permitían al ciudadano reunirse continuamente y consagrar parte de la
vida en regocijos como parte de la política del Estado" (González Marco, 2008, 1)
significativo destacar a quienes promueven y dinamizan la educación propia. Esta
se representa en las madres y padres, los mayores, los niños - niñas y la
comunidad a la que los individuos pertenecen. Al respecto Ibañez (2003) afirma
que, es necesario desligar las enseñanzas establecidas a partir de los curriculos
oficiales, pues estos implican un desconocmiento a la diversidad de visiones del
mundo que el niño junto a su familia y comunidad han construido, pues el
aprendizaje se da en espacios que acumulan y renuevan conceptos y experiencias
que involucran el primer estadio educativo o de educación inicial.
En este sentido (…) una abuela kichwa afirmaba que mientras los mayores
trabajan tejiendo, bordando, la alfarería, la cestería, la tejería, la chacra, al
preparar los alimentos, o cuando algún miembro de la casa interpreta la guitarra,
el rondador, la flauta o el tambor, los niños se involucraban en procesos de
aprendizajes, al igual que cuando los mayores entablan sus conversaciones en
relación a los ciclos lunares y solares, cuando miran la configuración de aro-iris,
cuando escuchan croar las ranas, cuando el búho ulula, cuando el gorrión
chapaletea en un charco, cuando el perro aúlla, cuando el cerro se cubre de
neblina. En este sentido Estrada sostiene que:
Las fiestas deben asumirse como una forma pedagógica ancestral que
vincula a las familias con su territorio, no quedándose en una manifestación
externa de folclor, si no de constante investigación, conocimiento y
recreación de la espiritualidad, pues están ancladas en las tradiciones, en el
saber ancestral guardado en la memoria de los mayores, que se comparte a
través de las mingas de pensamiento, con el sentido que ellas tienen para
una comunidad o un grupo étnico. (Estrada,2007,p 101-102)
REFERENCIAS
Cieza de León, P. (1967). El señorío de los Incas. Lima: Instituto de estudios
peruanos.
Pereira Valarezo José (2009) “La fiesta popular tradicional del Ecuador” editorial
Ministerio de Cultura, serie Cartografías de la memoria. Quito – Ecuador.
Fuentes Orales