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TEORÍA DE LA

DEMOCRACIA Y LA
CIUDADANIA
2020
PARTE 1 – UNIDADES 1-5
Democracia y Ciudadanía
EQUIPO Docente:
• Mario F. Navarro
• Javier F. Sueldo
• Sofía NAVARRO (adscripta)
• Paola RUIZ LISMAN (adscripta)

Presentación
El programa del curso se organiza con el fin de aproximarse a dos grandes objetivos.

Primero, la necesidad de entender la democracia y la ciudadanía, como conceptos y prácticas


decisivas en la composición del orden político contemporáneo. Esto lleva a indagar en dos ámbitos
conceptuales: el momento conceptual-normativo y en el lado o aspecto empírico de estas
cuestiones. Esto conduce a un estudio tanto del del linaje filosófico de ese entendimiento, como a
la consideración de procesos socio-históricos que le dieron forma. La formación de un especialista
en conocimiento político se cifra no sólo en mantener una cabal idea del juego de causas y efectos
de instituciones y prácticas sociales, sino también en el plano argumentativo, en donde ese tipo de
premisas empíricas se entrelazan a discusiones de carácter normativo.

Finalmente, el curso busca también poner de relieve -un objetivo ciertamente mínimo y básico- la
cuestión de una especificidad de lo latinoamericano y argentino en clave de estas dos categorías:
democracia y ciudadanía. Aunque emanadas del ámbito noroccidental, estas categorías exhiben
hoy una cuasi o tendencial universalización.

Régimen de cursado y evaluación


El régimen de cursado y evaluación tendrá lugar conforme las instrucciones de las autoridades de
la carrera y la Facultad.

Recursos
Además de la lectura, y en la medida de lo posible, se hará uso de material de naturaleza
audiovisual.

Programa. Bibliografía. Cronograma


NOTA SOBRE LA BIBLIOGRAFÍA. Si bien los textos apuntados son de mínima lectura obligatoria, en
vista de la situación excepcional de cursado, la bibliografía consignada puede ser reducida efectos
de aligerar la carga de lectura. En tal caso, se comunicará esto a los estudiantes durante el
cursado.

PARTE PRIMERA
Unidad 1. Democracia y Ciudadanía: exploración teórico-conceptual. La democracia como
palabra: la trama teórico-conceptual de la palabra democracia. La democracia y sus
significados sociales. La democracia como régimen político.
LECTURAS DE LA SEMANA 1.
• Rosanvallon. 2006. “La historia de la palabra democracia en la época moderna”.
• Dalton y Shin. 2010. “Nociones sobre la democracia: datos de lugares poco comunes”
• Sartori, G. “La Democracia en 30 lecciones”

LECTURAS DE LA SEMANA 2.
• Przeworski, A. 2009. “Qué esperar de la democracia?”. “Introducción” y cap.2. Siglo XXI
eds.

PARTE SEGUNDA: REVISANDO LOS CLÁSICOS CONTEMPORÁNEOS


Unidad 2. Breve revisión de clásicos contemporáneos de la teoría de la democracia. Marx y
Tocqueville.
LECTURAS DE LA SEMANA 3
• Marx, Karl. “La cuestión judía” (fragmento seleccionado)
o Lecturas de apoyo:
o Stedman Jones, G. “Introducción al Manifiesto Comunista”. (pp. 71-86)
o Manent, “Curso de Filosofia Política”, cap. 9
o (OPT.) Lukes. “Democracia”. En Bottomore Diccionario de Pensamiento Marxista.
o (OPT.) Johnstone, Monty. “Centralismo democrático”. En Bottomores, ídem.

• Tocqueville, A. de “La democracia en América” (fragmento seleccionado)


o Lecturas de apoyo:
o (OPT) Offe, Claus. “Autorretrato a Distancia” (Claus Offe sobre Tocqueville y
Norteamérica).

Unidad 3. Breve revisión de clásicos contemporáneos de la teoría de la democracia (cont.).


Weber, Schmitt y Schumpeter
LECTURAS DE LA SEMANA 4
• Weber. “La política como vocación” y “Parlamentarismo y Democracia” (fragmento
seleccionado)
o Palonen, K. “La Relegitimación de la democracia” (s Weber)
• Schmitt, Carl. “Parlamentarismo y Democracia” (fragmento seleccionado)
o Galli, Carlo. “La mirada de Jano”
• Schumpeter, J. “Democracia y Socialismo” (fragmento seleccionado)
o Offe, Claus. “Democracia de Competencia entre partidos y Estado de Bienestar
Keynesiano”.

PARTE TERCERA: LAS VARIEDADES DE LA DEMOCRACIA Y LA ADQUISICIÓN DE LA


DEMOCRACIA
Unidad 4. Tipos teórico normativos de la democracia: las visiones, agregativa, deliberativa,
y participativa de la democracia. El planteo de Manin. Teorías de la democracia empírica.
LECTURAS DE LA SEMANA 5-6
• Elster, Jon. “El mercado y el foro”.
• Bauman, Z. “Fundamentos de Sociología Marxista”
• Manin, Bernard. “El gobierno representativo”, cap. 5 y 6.
• Lijphart, A. “Cap. 1. Introducción”. “Democracias contemporáneas”.

Unidad 5. Democratización. Teorías de la democratización inicial. Teorías de la crisis de la


democracia en entreguerras. Teorías de la transición y consolidación de la democracia.
LECTURAS DE LA SEMANA 7
• Therborn, G. “Dominación del capital y aparición de la democracia”
• Luebbert, G. “Las bases sociales del orden político en la Europa de entreguerras”
• Munck, G. “Orígenes y durabilidad de la democracia en América Latina”
• Munck, G. “Los estándares de la democracia en América Latina”
• (OPT) Morlino, L. “Democracia y Democratización”

PARTE CUARTA. LAS EXPECTATIVAS DE LA DEMOCRACIA, LAS MUTACIONES DE LA


DEMOCRACIA
Unidad 6. Dilemas, Desafíos y problemas de la democracia. Las promesas empíricas de la
democracia (Libertad, igualdad, agencia).
LECTURAS DE LA SEMANA 8
• Przeworski, A. “¿Qué esperar de la democracia? Caps. 3-7.
• Rouquieu, A. “La hipótesis bonapartista”.

Unidad 7. ¿Nuevas tendencias en la democracia? La democracia como reflexividad. La


democracia como fórmula de hegemonía. La democracia como crisis de utopía. La cuestión
del “desbarranque” democrático.
LECTURAS DE LA SEMANA 9 -10
• Rosanvallon, P. “La democracia del siglo XXI”
• Laclau, E. “La razón populista” (sel.)
• Gauchet, M. “La democracia: de una crisis a otra”
• Gauchet, M. “Rostros de lo Otro”
• Urbinati, N. “La mutación del partido político en la democracia plebiscitaria”
PARTE QUINTA. LA TEORÍA DE LA CIUDADANÍA
Unidad 8. Ciudadanía. Modelos históricos de la ciudadanía.
LECTURAS DE LA SEMANA 11
• Bellamy, R. “Las teorías y prácticas de la ciudadanía” (Traducción de la cátedra, por Marcia
Maluf y Sofía Navarro).
• Marshall, T. H. “Ciudadanía y Clase Social”.
• O’Donnell, G. “Acerca del Estado y la democratización”. Desarrollo Económico
• (OPT) O’Donnell, G. “Notas sobre democracia en América Latina”. PNUD

PARTE SEXTA. LA ADQUISICIÓN DE LA CIUDADANÍA. DILEMAS Y


TRANSFORMACIONES DE LA CIUDADANÍA
Unidad 9. Ciudadanización. El proceso de adquisición de la ciudadanía.
LECTURAS DE LA SEMANA 12
• Esping Andersen, G. “Las tres economías políticas del Estado del Bienestar”.
• Hirschman, A. “Retóricas de la Intransigencia”

Unidad 10. Dilemas, desafíos y transformaciones de la ciudadanía


LECTURAS DE LA SEMANA 13
• Kymlicka, W. “El retorno del ciudadano”
• Kymlicka, W. “LIBERALISMO Y DERECHOS DE LAS MINORÍAS ETNOCULTURALES.
Conversación con Will Kymlicka”
UNIDAD 1
Estudios Políticos Políticos
EstudiosNo. No. 28. Medellín,
28. Medellín, enero-junio
enero-junio 2006
2006 9-28

La historia de la palabra “democracia”


en la época moderna*

Pierre Rosanvallon
Traducción de Isidro Vanegas

Rosanvallon, Pierre; Vanegas, Isidro, trad. La historia de la palabra "democracia" en la época moderna.
En publicacion: Estudios Políticos, No. 28. Instituto de Estudios Políticos: Colombia. Enero - Junio. 2006
01215167.
Disponible en la World Wide Web:
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/colombia/iep/28/01%20rasanvallon.pdf N adie pone en duda hoy que la democracia constituye el tipo de régimen
RED DE BIBLIOTECAS VIRTUALES DE CIENCIAS SOCIALES DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE, DE LA RED
político deseable. Pero ese no ha sido siempre el caso. A la derecha, predominó por
www.clacso.org
DE CENTROS MIEMBROS DE CLACSO mucho tiempo la desconfianza hacia la soberanía del pueblo. A la izquierda, fue el
http://www.clacso.org.ar/biblioteca término “socialismo” el que designó el verdadero ideal. Para muchos republicanos
biblioteca@clacso.edu.ar clásicos, por otra parte, la República personificaba la forma política del progreso, y
era superior incluso al sufragio universal. El itinerario del triunfo del ideal democrá-
tico estuvo mucho tiempo, por tanto, rodeado de fuertes resistencias y sometido a una
dura competencia por símbolos del bien, juzgados más elevados y más reales. Pero
es otro hecho, de carácter semántico, el que debe atraer la atención: el carácter
relativamente tardío del uso de la palabra “democracia” para designar el régimen de
la soberanía del pueblo; incluso —y es este el hecho interesante—, entre sus
partidarios más declarados. Fue necesario esperar hasta 1848 para que en Francia
la palabra democracia se impusiera realmente en el lenguaje político. Ahora bien, el
principio de la soberanía del pueblo fue formulado y reconocido mucho antes. ¿Cómo
explicar este desfase entre la afirmación de la necesaria autoinstitución de lo social,
que fundamenta a partir del siglo XVII las distintas teorías del contrato social, y el uso

* Originalmente, este artículo fue publicado en francés con el título “Histoire du mot
démocratie à l’époque moderne”. La Pensée Politique, 1. París, Gallimard-Le Seuil, abril
de 1993, pp. 11-29. Agradecemos al Centro de Estudios en Historia (CEHIS) de la
Universidad Externado de Colombia por la traducción y la iniciativa de promover la
reflexión sobre la obra del historiador Pierre Rosanvallon.

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La historia de la palabra “democracia” en la época moderna / Pierre Rosanvallon Estudios Políticos No. 28. Medellín, enero-junio 2006

de la palabra democracia, cuando estos dos términos son hoy para nosotros sinóni- el poder ejecutivo y el poder legislativo. 4 La democracia se basa así en los dos
mos? La historia de la palabra democracia oculta allí un enigma que merece ser principios de autogobierno y legislación directa del pueblo. “Es una ley fundamental
explorado. de la democracia que sólo el pueblo haga las leyes”, subraya Montesquieu 5 en una
fórmula que no rechazaría Jean-Jacques. Uno y otro están de acuerdo sobre esta
Durante mucho tiempo la palabra democracia sólo designó una forma política
producción directa de la ley por el pueblo, que conduce hasta a rechazar el principio
obsoleta. En el siglo XVIII, sólo se emplea referida al mundo antiguo. El Dictionnaire
de representación, pese a que apenas precisan la cuestión de la iniciativa de las leyes.
universel de Furetière (1690) indica: “clase de gobierno donde el pueblo tiene toda
Están también al unísono en considerar que la democracia significa que el propio
la autoridad. La democracia sólo floreció en las repúblicas de Roma y Atenas”. La
pueblo es magistrado. En Emilio , Rousseau llega incluso a escribir: “El soberano
definición política —que no se aleja de la asignada en el siglo XIV por Oresme en su
puede confiar el gobierno a todo el pueblo o a la mayor parte del pueblo, de modo
Motz estranges (“ démocratie est une espèce de policie en laquelle la multitude de
que haya más ciudadanos magistrados que ciudadanos simples particulares. Se da el
populaire tient le princey”)1— sólo tiene sentido en relación con los ejemplos griego
nombre de democracia a esta forma de gobierno”.6 “La democracia puede abarcar a
y romano. El Dictionnaire de Trévoux (nueva edición de 1771) y el Dictionnaire de
todo el pueblo o reducirse hasta la mitad”, precisa él mismo, 7 asimilando entonces
l’Académie française (4ª edición de 1762) van en la misma dirección. En estos
la democracia a la forma más absoluta del gobierno directo. 8 ¿Pero, cómo proceder
diccionarios la definición política de la democracia es más breve en cuanto la palabra
entonces en el nombramiento de los gobernantes? Montesquieu es el primero en
tiene una dimensión arcaica (Atenas y Roma) o exótica (el Dictionnaire de l’Académie
recordar con fuerza que lo propio de la democracia es designar a los gobernantes por
indica que “algunos cantones suizos son verdaderas democracias”). Si Trévoux
sorteo y no por elección. “El sufragio al azar [escribe] pertenece a la naturaleza de la
parece distinguir autoridad y soberanía en la democracia, al precisar que el pueblo
democracia; el sufragio por elección pertenece a aquella de la aristocracia. El azar es
debe ejercer la primera y poseer la segunda, sólo el viejo Dictionnaire français de
una manera de elegir que no aflige a nadie; él deja a cada ciudadano una esperanza
Pierre Richelet (1680) había sido más detallado, especificando: “forma de gobierno
razonable de servir a su patria”.9 Rousseau reanuda casi literalmente estas formulaciones
donde los cargos se dan al azar”. Es necesario abrir El espíritu de las leyes y El contrato
en El contrato social para destacar que sólo el sorteo no lastima la igualdad.10
social para ir más allá de estas generalidades.
4 En el “monismo” de Rousseau, la distinción entre el legislador y el magistrado es
1. Montesquieu y Rousseau puramente funcional. No personifican tanto dos poderes en competencia como dos
modalidades específicas de relación con la cosa pública (en El contrato social. Libro III,
Montesquieu y Rousseau no divergen casi en su valoración de la democracia
cap. 4, Rousseau señala que el hecho de legislar implica una atención al interés general,
antigua. Si el concepto de soberanía del pueblo es central para ellos,2 no se limitan,
mientras que el poder ejecutivo tiene por naturaleza aplicarse a objetos particulares).
a la manera de los escolásticos, a darle un sentido general de potencia última de
5 Montesquieu. Op. cit.
legitimación. En su Lettre à d’Alembert sur les spectacles, Rousseau hace hincapié en
el hecho de que, en una democracia, “las personas y los soberanos no son más que 6 Jean-Jacques Rousseau. Emilio. Libro V, en: Oeuvres complètes. París, Gallimard, “Bibl.
de la Pléiade”, 1969, t. IV, pp. 846, 847.
los mismos hombres considerados bajo distintos puntos de vista”. 3 Para los dos
autores, el concepto de democracia, aprehendido a partir de la idea de soberanía, 7 Ibíd.
implica que el propio pueblo sea legislador y magistrado, que él ejerza, pues, a la vez 8 En El contrato social, lo sabemos, Rousseau acepta, sin embargo, que el principio de
representación pueda intervenir en la designación del poder ejecutivo.
9 Montesquieu. Op. cit.
1 Véase: Frédéric Godefroy. Dictionnaire de l’ancienne langue française et de tous ses
10 “En toda verdadera democracia [apunta él], la magistratura no es una ventaja sino una
dialectes du IXe au XVe siècle. París, 1891-1902.
carga onerosa, que no se puede imponer justamente a un particular antes que a otro. Sólo
2 Montesquieu señala: “Cuando en la República el pueblo en cuerpos tiene la soberana la ley puede imponer esta carga a aquel sobre el que la suerte recaiga. Ya que entonces
potencia, es una democracia” (El espíritu de las leyes. Libro II, cap. 2). la condición es igual para todos, y la elección no depende de ninguna voluntad humana,
3 Lettre à Monsieur d’Alembert sur les spectacles, edición crítica por M. Fuchs. Lille y no hay ninguna aplicación particular que altere la universalidad de la ley”. Jean-Jacques
Génova, 1998, p. 155. Rousseau. El contrato social. Libro IV, cap. 4.

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La historia de la palabra “democracia” en la época moderna / Pierre Rosanvallon Estudios Políticos No. 28. Medellín, enero-junio 2006

Así definida, la democracia de Montesquieu y Rousseau es a la vez tanto un tipo tiempo que el régimen democrático es vinculado a la Antigüedad, o al menos a
ideal que puede entrar, a la manera de Aristóteles, en una tipología de los regímenes algunos de sus momentos y lugares míticos, es asociado casi siempre a imágenes de
políticos, como un modelo histórico aplicado en raras repúblicas antiguas de costum- desorden y anarquía.14 D’Argenson está muy aislado en el siglo XVIII por considerar
bres severas. Pero ninguno de los dos autores imagina que la democracia pueda que hay “falsa democracia y legítima democracia”: la primera está cargada de
convenir al mundo moderno. Rousseau lo subrayó con fuerza: “Tomando el término amenazas, mientras que la segunda designa el gobierno representativo.
en el rigor de la acepción, nunca ha existido verdadera democracia, y no existirá
La falsa democracia [escribe] cae pronto en la anarquía, es el gobierno de la
jamás”. 11 Recordamos también la desilusionada máxima: “Si hubo un pueblo de multitud; tal es un pueblo amotinado; entonces el pueblo insolente desprecia las
dioses, él se gobernó democráticamente. Un gobierno tan perfecto no conviene a los leyes y la razón; su despotismo tiránico resalta por la violencia de sus movimientos
hombres”.12 Pero en Rousseau —no lo hemos resaltado suficientemente— el concep- y por la incertidumbre de sus deliberaciones. En la verdadera democracia, se actúa
to de “democracia” cede el paso ante el de “soberanía del pueblo”. Es la soberanía mediante diputados, y estos diputados son autorizados mediante la elección; la
popular la que designa, según él, la cualidad esencial del régimen de sus preferencias. misión de los elegidos por el pueblo y la autoridad que los apoya constituyen la
La democracia, para Rousseau, define una forma de gobierno, una técnica de potencia pública.15
decisión, pero ella no es suficiente para calificar lo esencial: el fundamento mismo del
D’Argenson es el primer autor en separar la palabra democracia de sus referentes
vínculo social y la organización política. Lo que Rousseau pretende explorar sobre
antiguos y arcaicos, y en invertir el sentido técnico (paso del concepto de autogobierno
todo son las implicaciones radicales de una sociedad que se debe autoinstituir sin
al de gobierno representativo). Esta inversión tomará en Francia cerca de un siglo para
que, de ninguna manera, se pueda basar en un orden dado. Es en el programa de esta
traspasarse al sentido común. ¿Cómo comprenderla? Ella deriva casi naturalmente de
autoinstitución que reside, para él, la gran revolución de los tiempos modernos. De
la disociación rousseauniana entre soberanía y gobierno. Si la democracia es poder
ahí la centralidad en él del concepto de soberanía del pueblo, el cual rompe con sus
del pueblo, en D’Argenson ella lo es en tanto que poder-soberanía y no poder-
resonancias escolásticas y monarcómacas previas (la ordenación al servicio del
gobierno, y se convierte al mismo tiempo en compatible con la técnica del gobierno
pueblo del ejercicio del poder). La cuestión de la democracia es pues, para el autor,
representativo. La ruptura semántica encuentra allí su origen. Pero ella no se lleva a
relativamente secundaria respecto a aquella de la soberanía del pueblo en esta
su término, entonces, sino por un autor aislado y no se le puede conceder un
perspectiva; ella constituye, a lo sumo, un subconjunto. Esta es la razón por la que
significado general.
El contrato social no se articula en absoluto en torno de la palabra democracia.
Por otra parte, como técnica de gobierno, la democracia es criticada a menudo
2. El lenguaje de la Revolución
por los filósofos del siglo XVIII. Montesquieu resume bien el sentimiento general
haciendo hincapié en la inestabilidad de la democracia y en la tendencia casi mecánica La connotación antiquizante y casi técnica de la palabra democracia en el siglo
a la corrupción de sus principios. Louis de Jaucourt, que redacta el artículo “Demo- XVIII permite comprender que haya estado tan ausente del lenguaje de 1789. La idea
cracia” de la Enciclopedia , parafrasea largamente El espíritu de las leyes para de un régimen en el cual el pueblo sea directamente legislador y magistrado no
denunciar la degradación de la democracia en oclocracia o en aristocracia.13 Al mismo moviliza, en efecto, a nadie: tanto parece remitir a un pasado lejano y superado,
corresponder a una fase arcaica e inestable de la vida política. Para un hombre de
11 Ibíd., libro III, cap. 4. 1789, la palabra democracia suena como quizá la de “autogestión” lo haga en algunos
12 Ibíd. siglos: remite a un pasado en el cual se mezclan una teoría utópica y una práctica
13 Jaucourt señala, siguiendo de cerca a Montesquieu: “Sería una cosa bienaventurada si caracterizada por los fracasos y los desbordamientos. La connotación peyorativa de
el gobierno popular pudiera conservar el amor a la virtud, a la ejecución de las leyes, a
las costumbres y a la frugalidad; si él pudiera evitar los dos excesos, [...] el espíritu de
14 En su Dictionnaire social et patriotique (1770), Lefevre de Beauvray escribe en el artículo
desigualdad que lleva a la aristocracia, y el espíritu de igualdad extrema que conduce al
“Democracia”: “el régimen democrático está más cerca de la anarquía que el monárquico
despotismo de uno sólo: pero es muy raro que la democracia pueda preservarse por
del despotismo”, p. 109.
mucho tiempo de estos dos escollos. La suerte de ese gobierno admirable en su principio
es convertirse casi infaliblemente en presa de la ambición de algunos ciudadanos, o de 15 D’Argenson. Considérations sur le gouvernement ancien et présent de la France. Amsterdam,
la de los extranjeros, y de pasar así de una preciosa libertad a la más grande servidumbre”. 1765, p. 8.

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La historia de la palabra “democracia” en la época moderna / Pierre Rosanvallon Estudios Políticos No. 28. Medellín, enero-junio 2006

la palabra democracia es, entonces, casi tan fuerte como su dimensión utópica y importantes comentarios a El contrato social que el abad Fauchet publica en la Bouche
arcaica. En la primavera de 1789 algunos grandes señores hablan así con desprecio de fer del otoño de 1790 al verano de 1791, el tema central es el de la soberanía. Cómo
de “democracia” para calificar la situación que resultaría, a su modo de ver, de un voto hacer leyes conformes al interés general, cómo evitar que los representantes se
por cabeza en los Estados generales. Brissot señala, entonces: “La palabra democra- aparten de sus mandantes: es en torno de estas preguntas que se ordenan sus
cia es un espantapájaros del que los bribones se sirven para engañar a los ignoran- preocupaciones. La forma de gobierno es percibida como relativamente secundaria.
tes”. 16 En mayo de 1789, en un discurso pronunciado en la Cámara de la nobleza, Ahora bien, para él, es a esta esfera del ejecutivo que la palabra democracia pertenece.
el conde d’Antraigues se alarma de las amenazas del poder del pueblo que “tienden Esta es la razón por la que no se discute ni sobre el fundamento de la monarquía ni
a la democracia que, en un gran imperio, no es distinta a la anarquía”.17 de la democracia durante la elaboración de la Constitución de 1791. Esta relativización
institucional y política, agregada al arcaísmo antiquizante heredado del siglo XVIII,
En la masa de periódicos revolucionarios no encontramos ninguno, de 1789 a
permite comprender el carácter marginal de la referencia a la democracia en 1791,
1796, que mencione en su título la palabra democracia o el adjetivo democrático. Son
incluso en los círculos más radicales.
los adjetivos “nacional”, “patriótico” o “republicano” (a partir de 1792) los que
aparecen generalmente en la portada de las gacetas. Observamos también, de manera Tabla 1. Referencia a la palabra“democracia”
especialmente significativa, que la palabra democracia no es pronunciada una sola Artículos
vez en los debates de 1789 a 1791 sobre el derecho al sufragio. Esta relativa ausencia
Diccionarios Aristócrata Aristócracia Demócrata Democracia
de la palabra democracia en el lenguaje revolucionario es confirmada por el examen Dictionnaire raisonné de plusieurs mots qui
de los diccionarios del período. De 1789 a 1801 aparecen diez diccionarios sociopolíticos. sont dans la bouche de tant de monde et ne
¡Uno sólo consagra una entrada a “democracia” !(ver gráfica 1) Tanto los sectores de présentent pas des idées bien nettes. Por Mxx.
París, 1740.
derecha como los de izquierda parecen ignorarla ampliamente. Eso se ve claramente
[P.N. Chantreau]. Dictionnaire national et X
en el verano de 1791, en el gran debate sobre la revisión constitucional que resume X
anecdotique. Politicopolis, 1790.
y cristaliza todos los interrogantes de teoría política y de organización institucional Nouveau Dictionnaire français, à l’usage de
que marcaron la primera fase de la Revolución. Cuando los moderados como Barnave toutes les municipalités, les milices nationales X
et de tous les patriotes. Junio 1790.
o Sieyès designan el régimen de su predilección, hablan de “gobierno representati- J.-P. Gallais. Extrait d’un dictionnaire inutile.
vo”. X X
1790.
Dictionnaire laconique, véridique et impartial.
Del otro lado, en torno del club de los Cordeliers especialmente, la palabra clave Por un ciudadano inactivo, s.l.n.f. X
alrededor de la cual los radicales se movilizan es la de “soberanía del pueblo”. La [P.N. Gautier]. Dictionnaire de la Constitution
et du gouvernement français. París, año III. X X X X
Bouche de fer de Bonneville y Fauchet o el Orateur du peuple de Martel y Fréron no
emplean el término democracia cuando denuncian la forma como los diputados y los [Abbé Buée]. Nouveau Dictionnaire, pour
servir à l’intelligence des termes mis en vogue X X
administradores confiscan el poder del pueblo. No es la teoría del autogobierno la par la Révolution. Enero 1792.
que proponen para acabar los defectos de la representación. Su palabra-guía es [K.F. Reinhardt]. Le Néologiste française ou
Vocabulaire portatif des mots les plus nouveaux Sino
“vigilancia” y proponen esencialmente un procedimiento de ratificación popular de X X X
de la langue française. 1796. “democratizar”
las leyes —que, clásicamente, habrían sido preparadas y votadas por la Cámara de L. Snetlage. Nouveau Dictionnaire français
representantes. No es la democracia, en el sentido antiguo, sino la soberanía del contenant les expressions de nouvelle création X X
pueblo, la que ellos oponen a las desviaciones del gobierno representativo. En los du peuple français. Gottingue, 1795.
L.-S. Mercier. Néologie ou Vocabulaire des
mots nouveaux.1801.
16 J.-P. Brissot. Plan de conduite pour les députés du peuple aux états-généraux de 1789.
s. l., abril de 1789, p. 21.
Fuente: Tabla establecida a partir de A. Geoffroy. “Les dictionnaires socio-politiques, 1770-
17 Citado por Marc Delaplace. “La notion d’anarchie pendant la Révolution française (1789- 1820”. En: Autour de Féraud. La léxicographie en France de 1762 à 1835. París, ENSJF,
1801)”. Annales historiques de la Révolution française, 287, enero-marzo de 1992. 1986.

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La historia de la palabra “democracia” en la época moderna / Pierre Rosanvallon Estudios Políticos No. 28. Medellín, enero-junio 2006

Mucho más frecuente, por el contrario, es el empleo del adjetivo “demócrata” Es en Sieyès y Brissot que el régimen democrático remite más claramente a su
(seis de los diez diccionarios presentan una entrada). Pero sólo es usado como origen antiguo y que permanece lo más estrictamente posible definido como gobierno
antónimo de “aristócrata”. Es este último término el que desempeña un papel y legislación directos del pueblo. Sieyès hizo hincapié en numerosas ocasiones en
fundamental en la designación sociopolítica del período revolucionario. La mayoría estas características, a lo largo del año 1789, para destacar la especificidad del régimen
de los diccionarios (siete entre diez) indican que constituye una de las principales que la Revolución estaba estableciendo:
palabras nuevas introducidas en el lenguaje revolucionario —aunque apuntamos las En la democracia [escribe], los propios ciudadanos hacen las leyes, y nombran
primeras apariciones en Moreau y Linguet en 1788. “Aristócrata” se convierte directamente a sus funcionarios públicos. En nuestro proyecto, los ciudadanos
rápidamente en la palabra genérica con la cual se ridiculiza a los enemigos de la hacen, más o menos inmediatamente, la elección de sus diputados a la Asamblea
Revolución, o incluso simplemente a la gente que no piensa como uno. 18 En esta legislativa; la legislación deja pues de ser democrática, y se convierte en represen-
medida, el “demócrata” no designa tanto al partidario de un régimen político tativa.20
específico (la democracia) como al adversario del Antiguo Régimen y al partidario del La dimensión del reino, en cuanto impide técnicamente todo ejercicio directo de
proceso revolucionario. El suplemento de 1798 al Dictionnaire de l’Academie française la voluntad general, hace concluir a Sieyès que “Francia no es, no puede ser una
indica, así, que demócrata termina por significar “adhesión a la Revolución, a la causa democracia”. 21 El gobierno representativo preferido por Sieyès no se confunde pues
popular”. La palabra tiene un sentido sociológico y político, y no jurídico o institucional. con la democracia, que permanece comprendida en los términos del siglo XVIII.
Precisa la pertenencia a un campo y no la aspiración a un tipo particular de Brissot opone de la misma forma la república, que según él conviene realizar en
organización política. Incluso en este sentido sólo ocupa, sin embargo, un lugar Francia, y el régimen democrático. Como Thomas Paine, él define la república como
modesto entre muchos otros términos que expresan la fidelidad política a los ideales el gobierno por representación, y rechaza por este motivo el modelo democrático:22
de la Revolución. Así, en su Histoire de la langue française , Ferdinand Brunot “Los republicanos de Francia [dijo] no quieren la democracia pura de Atenas”.23 La
contabiliza 206 palabras y frases que sirven para calificar la vinculación a la causa argumentación de Brissot es, ciertamente, táctica. Al disociar “república” y “democra-
revolucionaria. “Demócrata” figura, por supuesto, en la lista, pero hay muchos otros cia directa”, desea en efecto resignificar la idea republicana, protegiéndola de las
términos de uso más frecuente como “patriota”, “jacobino” o “sans-culotte”.19 críticas prejuiciosas y de las acusaciones de anarquía que le dirigían sus detractores.24
La referencia a la democracia remite menos a la propuesta de un modelo que se
trataría de realizar, que a una perspectiva comparativa. Ella sirve para intentar
elaborar la diferencia entre lo viejo y lo nuevo, y para caracterizar en su especificidad 20 Sieyès. Quelques idées de constitution, applicables à la ville de Paris en juillet 1789.
relativa al gobierno representativo o la república modernas. Sieyès, Brissot o Robespierre, Versailles, 1789, p. 3. Sieyès apunta, además, que “la cooperación inmediata es lo que
que pueden aquí servir de puntos de referencia, manejaron, a su vez, en este sentido caracteriza la verdadera democracia. La cooperación mediata designa al gobierno
la referencia diferenciadora de la democracia. representativo. La diferencia entre estos dos sistemas políticos es enorme”. Sieyès. Dire
sur la question du veto royal. Versailles, septiembre 7 de 1789, p. 11.
21 Sieyès. Dire sur la question du veto royal. Op. cit., p. 11.
18 Sobre el sentido del adjetivo “aristócrata” durante la Revolución, ver un amplio desarrollo
en: Matériaux pour l’histoire du vocabulaire français. 2a serie, t. XI; Datations et Documents 22 Sieyès acusaba a Brissot y a Paine de confundir el gobierno representativo y la república
lexicographiques. Vocabulaire socio-politique (1770-1814). París, Klincksieck, 1977; (véase sobre este punto el intercambio de cartas en Sieyès y Paine publicado en Le
Dictionnaire des usages socio-politiques (1770-1815). “Désignants socio-politiques”. Moniteur, 6 y 8 de julio de 1791).
París, Klimcksieck, 1975, fasc. I; Jacques Guilhamou. La langue politique et la Révolution 23 J.-P. Brissot. “Ma profession de foi sur la monarchie et le républicanisme”. En: Recueil
française. París, Méridiens-Klincksieck, 1987; igualmente, por supuesto: Ferdinand Brunot. de quelques écrits, principalement extraits du Patriote français. París, julio de 1791, p. 7
Histoire de la langue française. 2a parte, París, Colin, 1967, t. IX. (reproducido en el t. V de la colección “Aux origines de la République, 1789-1792”.
19 Sobre este punto véanse las indicaciones dadas por Ferdinand Brunot. Op. cit., y por R. París, EDHIS, 1992). Sobre el mismo tema, véase también Étienne Psaume. Réponse aux
R. Palmer. “Notes on the uses of the word democracy, 1789-1799”. Political Science objections des monarchistes contre la possibilité d’une république en France. París, 1792.
Quarterly, junio de 1953; M. Frey. Les transformations du vocabulaire français à l’époque 24 Véase sobre este punto P. Gueniffey. “Brissot”. En: F. Furet y M. Ozouf. La Gironde et
de la Révolution (1789 1800). París, 1925. les Girondins. París, Payot, 1992.

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Pero en el fondo, él también quiere señalar la especificidad de la república moderna posteriormente, en 1794, que Robespierre se refiere con más frecuencia a la demo-
en relación con las formas antiguas. La naturaleza precisa de la relación que vincula cracia. ¿El culto de la Antigüedad que llega a su punto culminante entonces, basta para
los dos tipos de régimen sigue siendo, sin embargo, enigmática. Los dos autores explicar la evolución que se constata en el lenguaje revolucionario? Es innegable.
oscilan así, permanentemente, entre una diferenciación técnica y una diferenciación Pero es sobre todo en la virtud, en la frugalidad y en la dedicación del ciudadano a
más filosófica de la democracia y el gobierno representativo. la cosa pública que los Montagnards piensan cuando invocan Esparta. El uso más
frecuente de la palabra democracia no surge solamente del seno de las nostalgias de
Al mismo tiempo que hace hincapié permanentemente en el criterio del tamaño
la antigüedad. Acompaña también una fase del combate político en la que el pueblo
de la sociedad, tomando la representación como un simple mecanismo pasivo de
deviene una apuesta central. De ahí la extrema confusión que gobierna entonces su
reducción del número, Sieyès reconoce una función activa al proceso de represen-
uso, como da prueba de manera especialmente brillante Robespierre, en su discurso
tación. “Hay dos maneras [escribe] de hacer uso del concurso de los ciudadanos en
del 5 de febrero de 1794, “Sobre los principios de moral política que deben guiar la
la creación de las leyes. O los ciudadanos ejercen este derecho directamente, o lo
Convención nacional en la administración interior de la República”.
confían a representantes, mucho más capaces que ellos de conocer el interés gene-
ral”.25 El argumento de capacidad desborda claramente aquí la consideración técnica El gobierno democrático o republicano: estas dos palabras son sinónimas a
sobre la toma de decisión en una sociedad de gran dimensión. Por otra parte, Brissot pesar de los abusos de la lengua vulgar [apunta él] […]. La democracia [prosigue]
va sobre este punto mucho más lejos que Sieyès. Para impedir toda identificación, no es un Estado donde el pueblo, continuamente reunido, dirige por sí mismo
políticamente amenazante, según él, de la república con la democracia directa, el todos los asuntos públicos [...], la democracia es un Estado donde el pueblo
soberano, guiado por leyes que son su obra, hace por sí mismo todo lo que puede
redactor del Patriote Français sugiere que hay una diferencia de naturaleza entre las
hacer bien y por delegados todo lo que no puede hacer él mismo.28
dos formas políticas. El referéndum y la democracia directa, argumenta Brissot,
constituyen procedimientos primitivos y precarios de expresión de la voluntad Durante este período, el uso de la palabra democracia se relaciona esencialmen-
general, que conducen inexorablemente hacia formas sutiles de manipulación y te con los términos de la lucha política. No es tanto una forma política precisa lo que
confiscación del poder. La representación, en este caso, no es pues sino un “mal designa, como una posición de combate lo que evoca. Robespierre o Saint-Just tienen
necesario”, según una fórmula de Buzot.26 en mira, sobre todo, la crítica a la independencia de los elegidos y funcionarios. No
es tanto el principio representativo en sí lo que condenan, como la distancia de los
El distanciamiento respecto a la palabra democracia fluctúa, según esas varia- representantes. Sueñan más bien, como lo destacó Lucien Jaume, con una “represen-
ciones, en torno de la inquietud por las relaciones entre lo viejo y lo nuevo y por el tación regenerada”. 29 Su objetivo es más buscar la vía de una identidad entre el
sentido que debe darse al proceso representativo. Ante todo remitida claramente a la pueblo y el poder, que sugerir la superioridad del gobierno directo. Es a este primer
Antigüedad, esta palabra tiende a resurgir en la experiencia revolucionaria, en objetivo que remite, en ellos, el uso de la palabra democracia, e introduce al mismo
particular en 1793, cuando algunos celebran la perspectiva de un gobierno directo tiempo un determinado equívoco en relación con el sentido literal que le dan los sans-
que consolidaría el curso de la Revolución. Robespierre es uno de ellos. En su famoso culottes . Por otra parte, toma también a veces un sentido francamente sociológico,
discurso del 10 de mayo de 1793, “Sobre el gobierno representativo”, él expone al anticipando el uso del siglo XIX. La referencia a la democracia sirve entonces para
desprecio a los funcionarios y se inclina por una intervención más directa del pueblo traducir una idea de inclusión social e igualdad.
en los asuntos públicos. Sin embargo, no emplea una sola vez la palabra democracia.
No es sino en la democracia [explica en esta dirección Robespierre] donde el
La palabra y la transposición de la cosa en el mundo moderno conservan todavía, en
Estado es verdaderamente la patria de todos los individuos que lo componen [...],
efecto, una dimensión problemática para él. Robespierre habla por tanto muy
los franceses son el primer pueblo del mundo que ha establecido la verdadera
prudentemente del “problema, aún indeciso de la economía política popular”.27 Es democracia, llamando a todos los hombres a la igualdad y a la plenitud de los
derechos del ciudadano.30
25 Sieyès. Dire sur la question du veto royal. Op. cit., p. 14.
26 Citado por L. Buroumand. “Les Girondins et l’idée de République”. En: F. Furet y M. 28 Ibíd., t. III, p. 113.
Ozouf. Op. cit., p. 253. 29 Véase: Lucien Jaume. Le Discours jacobin et la Démocratie. París, Fayard, 1989.
27 Reproducido en Textes choisis. París, Editions Sociales, 1974, t. II, p. 155. 30 Ibíd., pp. 114, 115.

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El uso de la palabra democracia, incluso forzado de este modo, no carece, sin de una esencia común. En el año 1795, el mismo Sieyès fustiga así la “ignorancia
embargo, de problemas en Robespierre, como si subsistieran una incongruencia o crasa” de los amigos del pueblo que “creían el sistema representativo incompatible
una perplejidad remanentes. El arcaísmo que amenaza la democracia es conjurado con la democracia, como si un edificio fuera incompatible con su base natural”.37 En
en él y relegado a las categorías de “democracia pura” o de “democracia absoluta”. 1793 y 1794 la referencia a la democracia como ideal político moderno sólo hizo una
Así, él habla de organizar la república “de una manera igualmente distante de las breve aparición, aún tímida e incierta. Pero ella dio prueba de manera exaltada, del
tormentas de la democracia absoluta y de la pérfida tranquilidad del despotismo inextinguible interrogante activo por el lugar práctico del pueblo en el gobierno
representativo” 31 o se irrita contra aquellos que quieren establecer “la democracia moderno. Incluso disimulada bajo las decepciones o las reacciones, tal figuración iba
pura, y no esta democracia que, para la felicidad general, está moderada por las a continuar lista a resurgir.
leyes”.32 En 1794, la palabra democracia suena a la vez como un grito de adhesión
y como una amenaza, y designa indisociablemente la potencia activa del pueblo y las 3. La democracia como estado social
formas patológicas de sus desbordamientos. Los Termidorianos deplorarán en este
sentido, para retomar una expresión del rey de Prusia, “los desbordamientos del Tras la Restauración, la palabra democracia no es utilizada casi nunca por los
democratismo francés”.33 Mencionan entonces también la “canallarquía”,34 mientras liberales. Ella sigue remitiendo generalmente a la Antigüedad —como lo muestra la
que Vilate, en sus Causes secrètes du 9 Thermidor , habla de la necesidad, para la edición de 1814 del Dictionnaire de l’Académie française—, o no evoca sino los yerros
democracia, “de retener su inclinación natural hacia la oclocracia”.35 del Terror. En sus reflexiones sobre la política y la libertad modernas, un Benjamin
Constant, por ejemplo, no siente nunca la necesidad de referirse a la democracia.
Si en 1793 y 1794 el uso de la palabra democracia es indisociable del arrebato Otros términos y otros conceptos le bastan para expresar las vías del ideal político.
de las pasiones revolucionarias y de la excitación de las luchas políticas, su uso más Es, sin embargo, durante este período que la palabra democracia va a comenzar a
frecuente no corresponde, sin embargo, sólo a una suerte de radicalización teórica retornar al lenguaje político ordinario. Pero es para designar la sociedad igualitaria
calcada sobre la marcha de los acontecimientos. Testimonia también, desde el interior moderna y no el régimen político asociado a las repúblicas griega y romana, o la idea
mismo de los tumultos que acompaña, la imposible disociación entre la cuestión del de intervención directa del pueblo en los asuntos públicos. El movimiento semántico
régimen de aquella y el gobierno, así como la imposible ruptura entre lo viejo y lo culmina en 1835 cuando Tocqueville publica la primera parte de su Democracia en
nuevo.36 Si la democracia y el gobierno representativo se diferencian técnicamente, América . Pero ese movimiento empieza un poco antes, en los primeros años de la
ellos tienen en común que dan al poder un origen popular y, en consecuencia, Restauración. Un famoso debate parlamentario de 1822 sobre la libertad de prensa
reposan ambos en el principio de la soberanía del pueblo. Las dos formas no conciben lo muestra. En su presentación de un proyecto de ley gubernamental, el conde de
de igual manera los procedimientos de legitimación y nombramiento, pero participan Serre había intentado justificar una represión más severa de los delitos de prensa y
una censura más enérgica a los periódicos, alegando los riesgos de desorden social
que una prensa demasiado libre podía generar. Pero no es tanto el fondo de estas
31 Textes choisis. Op.cit., p. 147. observaciones reaccionarias, como su forma, lo que atrae la atención, y muestra, en
32 Intervención en la Convención sobre la constitución, el 14 de junio de 1793, en: Oeuvres efecto, el nuevo sentido que había tomado la palabra democracia en la lengua
de Maximilien Robespierre. París, 1958, t. IX, p. 557. francesa. “La prensa periódica [señaló Serre] es eminentemente democrática, porque
33 Citado por R. R. Palmer. Op. cit., p. 211. es eminentemente conveniente para agitar la multitud”.38 En él la noción de demo-
34 Véase: Le Néologiste français. 1796, s.d. cracia remitía a la vez a la idea de efervescencia social, de acción de masas —tal como
35 Citado por F. Brunot. Op. cit., p. 729.
36 La palabra democracia, pese a que es de uso más frecuente, no está, sin embargo, en el
centro del vocabulario de los sans-culottes. Incluso cuando quieren establecer procedimientos 37 Opinion de Sieyès sur plusieurs articles des titres IV et V du projet de Constitution. París,
directos de gobierno y denuncian la confiscación del poder popular por los representantes, 2 termidor año III, p. 5.
apenas emplean la palabra democracia. Los Constituyentes de 1793 tampoco inscriben 38 “Discurso en la Cámara de diputados del 3 de diciembre de 1821”. En: Archives
tampoco el término democracia en su bandera. parlementaires. 2a serie, t. XXXIII, p. 655.

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había aparecido hacia 1793-1794— y a la dinámica de lo que Tocqueville iba a radicalmente, al mismo tiempo, la herencia republicana. Esto significaba que la
designar, algunos años más tarde, como la igualdad de condiciones. Revolución había creado una sociedad, más que un régimen. Al recordar más tarde
Si el principio democrático languidece entre nosotros sin acción y sin vida estos debates que tuvieron lugar bajo la Restauración, Charles de Rémusat hará
[advierte en este sentido], tenemos un medio seguro de restablecerlo: desencade- hincapié en la ruptura intelectual que ellos habían expresado, disociando, en el
nemos los diarios; si al contrario la democracia está por todas partes llena de savia análisis, el orden político y el orden social. 42 Esta distinción, destacará él, permitió
y energía, si está en la industria, en la propiedad, en las leyes, en los recuerdos, en dejar de confundir negativamente la democracia con la deliberación de la multitud,
los hombres y en las cosas; si el torrente circula rebosado dentro de débiles diques y comprenderla positivamente a partir de las costumbres, los intereses y la legislación
que apenas lo contienen, no seamos tan imprudentes como para aumentar su civil. “La democracia está en el orden social [señala Rémusat]. Es ese el resultado más
fuerza y su impetuosidad.39 cierto, más brillante de la Revolución”. 43
En su famosa respuesta a los temores ministeriales, el decano de los liberales El giro semántico se consagra a principios de la década de 1830. “La democracia
doctrinarios, Royer-Collard, debió fijar en términos que seguirán siendo clásicos para está en las costumbres”, escribió Villemain en su introducción a la edición de 1835
toda una generación, este nuevo sentido sociológico de la palabra democracia. La del Dictionnaire de l’Académie française . Es Tocqueville, naturalmente, quien lo
democracia es el hecho social que deriva, según él, del ascenso de las clases medias ilustrará con más brillantez y talento, incluso si no hace más que seguir los pasos de
y de la reducción de la diferencia que las separa de las clases superiores. La Royer-Collard. 44 Haciendo de la igualdad de condiciones el gran motor de la
democracia no designa pues un régimen político sino un tipo de sociedad. Para él, revolución de la sociedad moderna, consagra, a partir del primer volumen de su
el hecho democrático se confunde en esta medida con la esencia del proceso Democracia en América , la definición sociológica de la democracia. Para nuestros
revolucionario —su “espíritu”, dijo Royer-Collard—, que fue someter la aristocracia. propósitos todo el interés de su obra reside, sin embargo, en el hecho de que
La democracia, explica siguiendo el análisis hecho por Serre, es un “estado social”, manifiesta la imposibilidad de mantenerse en tal definición. En él nunca adquiere
al mismo tiempo que la encarnación de la potencia social lista a realizarla. “La estabilidad el significado de la democracia, 45 y el hecho moderno de civilización
democracia [dice] quiso cambiar el estado interior de la sociedad, y lo cambió”.40 “A queda atravesado permanentemente por la irresistible presión de la soberanía del
través de muchas desdichas [prosigue], la igualdad de derechos —es lo justo de la pueblo sobre las instituciones gobernantes. Esto es perceptible claramente en sus
democracia—, prevaleció; reconocida, consagrada, garantizada por la Constitución, manuscritos. “La democracia constituye el estado social, el dogma de la soberanía del
es la forma hoy universal de la sociedad, y por ello la democracia está por todas pueblo constituye el derecho político. Estas dos cosas no son para nada análogas. La
partes”.41 Royer-Collard se alegra de un hecho que preocupa a Serre, pero ambos
comprenden de la misma forma el hecho democrático.
42 Véase su muy importante artículo “De l’esprit de réaction. Royer-Collard et Tocqueville”.
Paradójicamente, la palabra democracia toma lugar en el vocabulario para
Revue des Deux Mondes. Octubre 15 de 1861, p. 795. “Fueron los doctrinarios [señala
definir a la sociedad moderna en una época en la que reinaba el sufragio censitario él] quienes pusieron más en claro esta distinción, bien percibida por Sieyès al principio
(hacia 1820 sólo 100.000 electores votaban). Es significativo que ese vocablo triunfe de la Revolución, y que se aplicaron con más insistencia a hacer resaltar todas las
en el momento en que el término “república” adquiere una connotación de extrema consecuencias”.
izquierda en el lenguaje político. Para los liberales doctrinarios, hablar de democracia 43 Ibíd. “La democracia, puesto que así se llama la civilización moderna”, escribe en la
consistía en reivindicar la obra sociológica y jurídica de la Revolución rechazando conclusión de su artículo. Ibíd., p. 813.
44 Charles de Rémusat escribió así con respecto a Tocqueville: “Sólo queremos considerarlo
39 Ibíd., p. 656. como una suerte de continuador de Royer-Collard en relación con esta gran cuestión de
40 “Discurso en la Cámara de diputados del 22 de enero de 1872”. En: Archives parlementaires. la democracia”. Charles de Rémusat. Op. cit., p. 801.
2a serie, t. XXXIV, p. 133. “La aristocracia, la democracia [dice él] no son doctrinas inútiles 45 Véanse las once acepciones de la palabra “democracia” que James T. Schleifer enumeró
dejadas a nuestros conflictos: son potencias [...]. Antes de que nosotros hablemos de ellas, en: Tocqueville. The Makings of Tocqueville’s Democracy in America. Chapell Hill,
ellas son o no son”. Ibíd. University of North Carolina, 1980. Véase, igualmente: P. Manent. Tocqueville et la
41 Ibíd. Nature de la démocratie. París, reed., Fayard, 1993.

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democracia es una manera de ser de la sociedad, la soberanía del pueblo es una forma solamente a una cuestión de definición; ella está relacionada igualmente con el
de gobierno”, dice al respecto.46 Pero retorna algunas páginas más adelante sobre esta movimiento de la historia. El remezón semántico de Tocqueville es así rechazado
clara separación cuando escribe que “soberanía del pueblo y democracia son dos brutalmente. Por otra parte, constatamos, al mismo tiempo, de manera sintomática,
palabras perfectamente correlativas; la una presenta la idea teórica, la otra su que un traductor doctrinario de La Política, de Aristóteles, no duda en sustituir en
realización práctica”. 47 Su oscilación prueba así, a la vez, el cambio de dirección sucesivas ocasiones “democracia” por “demagogia”! [sic]54
semántico y su límite, como si fuera imposible disociar completamente lo social de lo
político y construir lo nuevo en ruptura con lo antiguo. 4. La experiencia de la democracia
La indeterminación tocquevilliana es considerada por los doctrinarios como una Al otro lado del espectro político, los publicistas de extrema izquierda apenas
amenaza. Ellos no cesan de exorcizar la idea antigua de democracia y proponen emplean la palabra democracia. Los principales textos programáticos del movimiento
retener sólo el sentido moderno. En una obra publicada en 1837 como respuesta republicano en los primeros años de la monarquía de Julio lo testimonian. La palabra
implícita a Tocqueville, Edouard Alletz opone de esta manera la “vieja democracia” democracia no figura ni en el Manifeste de la Société des amis du peuple (otoño de
—definida como “gobierno de las masas”, “potencia del número”, “autoridad de la 1830), ni en el programa de la Tribune, Doctrines républicaines (enero de 1833), ni
imprudencia y la miseria”— y la “nueva democracia”, basada en el sistema represen- en el famoso Discours du citoyen Desjardins sur l’association républicaine (abril de
tativo y la igualdad ante la ley. 48 Alletz piensa así definir “la posibilidad de una 1833). En estos diversos manifiestos, los hombres de extrema izquierda hablan de
democracia sin sufragio universal”.49 Guizot reanuda el mismo año este tema en un soberanía del pueblo o de república para expresar sus aspiraciones. En 1842, el
importante artículo, “De la démocratie dans les sociétés modernes”.50 Él distingue Dictionnaire politique , publicado por Pagnerre, que es muy representativo de las
también la democracia moderna de la democracia de las repúblicas antiguas, y ideas republicanas del período, sólo dedica un muy corto artículo a la democracia.
entiende la primera como la “limitación de todos los poderes por el régimen Si él apunta que “la democracia es el triunfo completo del principio de la igualdad,
representativo, la igualdad civil, la igual admisibilidad de todos a los cargos públicos el hecho definitivo de nuestro tiempo, el hecho del futuro”, remite rápidamente a los
y la extensión de las libertades individuales”. 51 Pero, por otro lado, entiende la lectores a los artículos “soberanía” y “república”, términos que precisan, supuesta-
democracia como un movimiento social, y llega hasta a hablar de “guerra hacia arriba, mente: el primero, el principio filosófico de la democracia, y el segundo, su aplicación
del gran número contra el reducido número, de los pequeños contra los grandes”.52 institucional y política. Entre los republicanos, Auguste Billiard está relativamente
Legítima ayer, cuando se trataba de derribar la sociedad de privilegios, la democracia aislado por asimilar, en su Essai sur l’organisation démocratique de la France (1837),
entendida en este sentido le parece peligrosa en cuanto las conquistas esenciales de los términos “república” y “democracia”, haciendo el elogio de la “democracia
la igualdad y la movilidad están realizadas: “Aquello que fue antes la democracia sería pura”.55
hoy la anarquía”, concluye. 53 La ruptura entre lo viejo y lo nuevo no alude, pues,
Si en la década de 1830 la democracia designa sobre todo un tipo de sociedad,
46 Manuscritos de Yale, citados por J.-C. Lamberti. Tocqueville et les Deux Démocraties. no designa aún el régimen político ideal y unánimemente celebrado. La república o
París, PUF, 1983, p. 33. el socialismo aparecen a menudo a la izquierda como los únicos objetivos movilizadores.
47 Ibíd., p. 30. Es significativo, por ejemplo, constatar que Armand Carrel publica en 1835 un artículo
48 Véase: Edouard Alletz. De la démocratie nouvelle, ou Des moeurs et de la puissance des titulado “No hay que confundir democracia y república”. El objetivo es, según él,
classes moyennes en France. “Introducción”. t. I, 1837, VIII-XIII. realizar la segunda, mientras que la primera se supone ya establecida en gran parte.
49 Ibíd., p. 8.
50 Guizot. “De la démocratie dans les sociétés modernes”. Revue française, noviembre de 54 Politique d’Aristote. Traducida al francés por Barthélemy Saint-Hilaire. París, 1837, 2 vol.
1837. (amigo de Cousin, el autor sucede a Jauffroy en el Collège de France).
51 Ibíd., p. 224. 55 Él definió la democracia como la ausencia de separación entre gobernados y gobernantes,
52 Ibíd. y para realizarla propuso dividir el país en “ciudades elementales”, de tal modo que fuera
53 Ibíd. posible el “gobierno del pueblo por el pueblo”.

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La historia de la palabra “democracia” en la época moderna / Pierre Rosanvallon Estudios Políticos No. 28. Medellín, enero-junio 2006

“Francia es una democracia y no una república, [escribe] [...]. El principio democrá- manera simple. Más allá de las estrictas definiciones políticas del siglo XVIII o de los
tico es bueno y está debidamente admitido en la constitución existente; si no está enfoques más sociológicos del siglo XIX, va a cubrir con un mismo movimiento un
armado sino de escasas atribuciones, él la domina lógicamente”. 56 Al igual que la conjunto de aspiraciones y prácticas muy heterogéneas. Aunque permaneció todavía
mayoría de sus amigos políticos, sean moderados como él o más radicales, considera mucho tiempo eclipsada por la república y el socialismo, la democracia designará en
que es sólo el régimen republicano el que realiza el verdadero principio de la adelante el ideal tan impreciso como ardiente que la sociedad moderna debe
soberanía del pueblo. Al mismo tiempo, sin embargo, la potencia casi magnética de esforzarse en realizar. Más que un régimen o una sociedad, la democracia traducirá
la etimología de la palabra democracia ya se hace sentir; fuerza tan misteriosa como en adelante una creencia común en la igualdad. Tan vaga y confusa como imperiosa,
irreductible, que conduce permanentemente a desbordar el sentido literal para disputada por las teologías más contradictorias, pero reinando sobre las representa-
englobar en su campo todas las formas del bien político. Así se explica que a partir ciones políticas por la sola potencia de su nombre. El abuso de la palabra democracia,
de este período el gobierno representativo sea asimilado por sus defensores a la de la cual Vacherot es uno de los primeros en quejarse en los años iniciales del
democracia, y tome así el término un sentido rigurosamente opuesto al que tenía para Segundo Imperio, 58 va en adelante a acompañar la consagración de la soberanía
los hombres del siglo XVIII y especialmente de 1789. El sentido comienza a borrarse popular. A la manera de un estandarte y de una máscara, a la vez: para celebrar la
detrás de la sola magia de la palabra, signo anunciador de la entrada en una nueva promesa y disimular las dificultades. La palabra democracia lleva tras una apariencia
era de la política. Es significativo también, en esta década de 1830, el hecho de que de evidencia y claridad, las dudas y las perplejidades de la sociedad moderna sobre
el adjetivo “demócrata” designa un atributo que parece imposible no reivindicar. Un sus fundamentos políticos últimos.
apasionado republicano, autor de la famosa Lettre aux prolétaires, Albert Laponneraye,
Si la democracia reúne ahora sin dificultad la casi unanimidad de los votos,
se mostró consternado en 1835.
personificando a los ojos de la gran mayoría de nuestros contemporáneos el tipo de
En los tiempos que corren [escribió], todos tienen la pretensión de ser demó- régimen político deseable, su definición está lejos de suscitar el mismo acuerdo, al
cratas, sin exceptuar a los que, por interés o por prejuicio, son los enemigos más menos desde el momento en que dejamos de contentarnos con fórmulas gastadas y
implacables de toda democracia. El banquero que se enriqueció en los sucios con aclaraciones usuales (la democracia como “poder del pueblo”). Incluso casi no
chanchullos de la Bolsa, y el orador subvencionado que sube a la tribuna hay en el lenguaje político una palabra cuya definición práctica esté sujeta a más
supuestamente nacional para defender los más chocantes monopolios, se dicen
variaciones. De ahí, la tendencia permanente a apoyarla en la muleta de un adjetivo.
demócratas; el periódico que, cada día, se hace eco de las declamaciones aristo-
cráticas, y que truena con más furor contra la libertad y la igualdad se dice
Como si, a la manera de esos platos insípidos que sólo toman gusto gracias a la especia
demócrata; en fin, no son hasta los marqueses del noble suburbio, hasta los que los acompaña, la democracia no tuviera verdadera consistencia sino designán-
exjesuitas de todo tipo, quienes se dicen también demócratas. 57 dola “liberal”, “popular”, “real”, “radical” o “socialista”. De ahí también la dificultad,
constantemente probada, de trazar claramente la línea divisoria entre la democracia
Esto era reconocer que la palabra democracia comenzaba a abandonar el campo y sus patologías, sean denominadas demagogia o populismo, así como las perpleji-
de la ciencia política para entrar en el de la moda y las creencias. dades suscitadas en torno a los usos adecuados del referéndum. La palabra demo-
La llegada del sufragio universal, en 1848, modificará notablemente el lenguaje cracia aparece a la vez como una solución y como un problema. En ella coexisten lo
político, y culminará la mutación de la palabra democracia. De periférica, la referencia bueno y lo borroso. Esta coexistencia tiene de particular que no se debe principalmen-
a la democracia va rápidamente a imponerse, designando indisociablemente un te a que la democracia sea un ideal lejano y utópico, sobre el cual todo el mundo se
régimen y una forma de sociedad. Incluso si sólo entra progresivamente al panteón pondría de acuerdo, y cuyas divergencias sobre su definición remitirían al orden de
del sentido común, la palabra democracia va a dejar de poder ser aprehendida de una los medios que deben emplearse para realizarlo. Lejos de corresponder trivialmente
a una suerte de indeterminación de las vías de su aplicación, el sentido fluctuante de
la palabra democracia participa más bien de su historia y de su esencia, mezclando
56 Armand Carrel, artículo publicado el 9 de diciembre de 1835 en el National, retomado
en: Oeuvres politiques et littéraires d’Armand Carrel. París, 1858, t. IV, pp. 378-381.
57 Albert Laponneraye. “De la véritable démocratie”. En: Mélanges d’économie social, de 58 “Es el abuso de la palabra democracia lo que me ha dado la idea de este libro”, escribe
littérature et de moral. París, 1835, t. II, p. 177. él en el prefacio a su célebre ensayo La Démocratie, publicado en 1860.

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La historia de la palabra “democracia” en la época moderna / Pierre Rosanvallon

inextricablemente la cuestión de la soberanía del pueblo con la de la igualdad. El claro


distanciamiento del siglo XVIII fue sustituido a partir de 1848 por una proximidad a
la vez activa y borrosa, que hizo de la democracia el objeto de una experiencia y de
una búsqueda, tanto como de un ideal. El análisis semántico, la reflexión filosófica
y la vida política delimitan en adelante un mismo campo: el de la democracia
indisociablemente comprendida como interrogación y como experiencia, y suprimen
al mismo tiempo la frontera entre las categorías clásicas de la comprensión y la acción.
En una época reconocida como “de la democracia”, la historia y la filosofía superpo-
nen en el campo político su objeto y acercan sus métodos.

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GIOVANNI SARTORI

LA DEMOCRACIA
EN TREINTA LECCIONES
Edición a cargo de Lorenza Foschini

Traducción de Alejandro Pradera

TAURUS

PENSAMIENTO
....

Título original: La democmzia in lrt11./a lezio'lli


lN DICE
D.R. ©Giovanni Sanori, 2008
D.R. ©De la traducción: Alejandro Pradera
D.R. ©De la edición española:

Santillana Ediciones Generales, S. L., 2009


Torrelaguna, 60. 28043 Madrid
Teléfono (91) 744 90 60
Tclefax (91) 744 92 24
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D. R.©De esta edición:

Santillana Ediciones Generales S.A de C.V., 2009


Av. Universidad 767, Col. del Valle
México, 03100, D.F.
Teléfono: 54 20 75 30
PREFACIO DE LORENZA FOSCHINI............. . 9
www.editorialtaurus.com.mx

INTRODUCCIÓN.......................................... 13

.
LECCIÓN l. Demos y populus .......... . ........... 15
LECCIÓN 2. Titularidad y ejercicio........... 19
LECCIÓN 3. Realismo e idealismo............. 23
LECCIÓN 4. Perfeccionismo y utopía ....... 27
LECCIÓN 5. Opinión pública.................... 31
LECCIÓN 6. Participación.......................... 35
LECCIÓN 7. Democracia refrendaria
y d1rect1smo........................................... 39
LECCIÓN 8. Democracia vertical .............. . 43
Primera edición en México: marzo de 2009 LECCIÓN 9. Mosca, Michels y Schumpeter. 49
ISBN: 978-607-1HH53-2 LECCIÓN 10. La cosa y el cuánto .............. . 53
Diseño ele cubierta: m;ís! gráfica
Impreso en México.
LECCIÓN 11. Democracia antigua
y moderna ............................................. 57 .
Todos lo.� d<:redto� resenr.Hios.
Esta publicación no puede ser reproducida, ni c:n lodo ni en pane. l'li re¡.,oisu·ada LECCIÓN 12. El pluralismo ....................... 63
en o transm'itida po1· un �istema ele J'ecuperadóJt de informacic)n, en ninguna
fonna ni por ningün rnedio, sea mcc¡ínico, fotoquímin'l, t..•lectrónko. magnérico,
LECCIÓN 13. La libertad política .............. 67
electroópLico, por lotocopia, o cualquier otro, sin el permiso pre,•io po1· <:s.-rilo LECCIÓN 14. Igualdad ............................... 71
de la editorial.
LECCIÓN 15. Liberalismo político
PltEFACIO
y liberalismo económico ...................... . 75 La democracia en treinta lecciones
LECCIÓN 16. Socialismo............................ 79
LECCIÓN 17. Marx y el mercado .............. . 85
LECCIÓN 18. "Políticamente correctos"
y óptica ideológica ............................... . 89
LECCIÓN 19. Revolución ........................... 93
LECCIÓN 20. Derecha e izquierda ........... . 97
LECCIÓN 21. La preferibilidad
de la democracia................................... 101 "P rofesor, ¿pero usted es de derechas o de
LECCIÓN 22. Exportabilidad izquierdas?".
de la democracia..................................
107 .
Iba paseando con Giovanni Sartori y conver­
LECCIÓN 23. Democracia e islam ............ . 113 sando sobre el programa de televisión que es­
LECCIÓN 24. Conflicto de civilizaciones... 119 tábamos preparando, cuando un señor se le
LECCIÓN 25. Multiculturalismo no acercó y le dirigió esas palabras. La respuesta
es pluralismo ............... . . . . . . . . . . . . . . ............
123 me intrigaba también a mí.
LECCIÓN 26. Democracia y desarrollo..... 125 "Buena pregunta", sonrió el profesor. "Yo
LECCIÓN 27. Los límites del mercado . . 129 ... .
también quisiera averiguarlo desde hace mu­
LECCIÓN 28. El fiasco de las previsiones.. 135 cho tiempo, pero todavía no lo he logrado".
LECCIÓN 29. El cálculo de los medios . .. 139 . . .
Durante el periodo en que tuve el gusto de
LECCIÓN 30. Por desgracia, he terminado.. 143 trabajar con Sartori, a menudo asistí por casua­
lidad a escenas como aquélla. Su estilo lineal y
BIBLIOGRAFÍA ······.. ....... . .
. . . ........................ 145 conciso hace accesibles los temas complicados
hasta a las personas más corrientes, y compren­
ÍNDICE ONOMÁSTICO .. .. ..... ... ... . . . ..... . .. . .. . .. . 149 dí que la gente, entre ellos muchos jóvenes, le
aborda con confianza porque considera a Sar­
tori una fuente autorizada y libre a quien acu­
dir para desenvolverse en el laberinto de la
política italiana. Ése fue el motivo que me llevó

9
GJO\'ANNI SAA.TORI
lA DE�fOCRACIA E.'lllUéli'ITA U:CCIO!'<"ES

a proponerle un programa que llevara como Fue Marco Giudici, director de Ra.iSat Extra,

título Lecciones de democracia. quien resolvió el dilema en que yo me debatía.

El momento que estamos viviendo, no sólo Al acoger con entusiasmo mi propuesta, me

en nuestro país sino en todo el mundo -des­ dio el consejo decisivo: cada lección no podía

de Estados Unidos hasta Europa, de Rusia a superar los cuatro minutos de duración. No

Cuba, del Cercano Oriente a China-, sitúa en sólo eso, sino que el programa iba a figurar en

el centro del debate la cuestión fundamental la parrilla todos los días, a las 20:30, en la fran­

de la democracia. E l tema central puede resu­ ja horaria de máxima audiencia (también para

mirse en los siguientes interrogantes: ¿qué in­ las televisiones por satélite). Una breve ráfaga

sidias amenazan a la democracia?, ¿qué peli­ precedida y seguida de programas de entrete­

gros corre?, ¿qué futuro tiene la democracia? nimiento. En suma, íbamos a ofrecer al públi­

Para nosotros los ciudadanos corrientes, lle­ co una oportunidad de reflexión y de aprendi­

gar a saber lo que hay detrás de esa palabra, a zaje sin llegar a asustarlo.

menudo manipulada, significa poseer el ins­ ¿Y el profesor? Lo que me sorprendió fue el

trumento principal para defender nuestros de­ tiempo que dedicó a la preparación de las lec­

rechos, y, por tanto, nuestra libertad. ciones. Nos reunimos varias veces y yo, he de

Indudablemente, las dificultades que había confesarlo, tuve que ponerme a estudiar co­

que superar parecían infranqueables: llevar a mo antaño en la universidad, sometiéndome

la televisión un argumento tan complejo signi­ de buena gana a sus divertidas preguntas. Pero,

fica pedir un esfuerzo excesivo a un público sobre todo, él también estudió, desde luego no

que se ha vuelto cada vez más perezoso por ciencia política, sino la forma de condensar

tantos programas estúpidos, y sobre todo repe­ una materia tan importante sin caer en la ba­

titivos, lo que supone correr el riesgo de un nalidad. Una tarea difícil, pero que obliga a

claro rechazo por parte de los telespectadores. pensar. En televisión, si uno quiere, se puede

Convencer, además, a Sartori, que por añadi­ elevar el nivel de calidad sin ofrecer por ello

dura conoce la televisión y ha escrito sobre programas inútilmente eruditos y por tanto

ella, para que diera lecciones en video, sabien­ inadecuados para un medio tan popular.

do que éljamás cedería ante la mínima super­ Una última observación: este libro no es la

ficialidad, parecía un problema. transcripción literal del programa de televi-

10 11
1
L>\ DEMOCRACIA "N TREJNTA LECCO
I NES

sión. Todo el mundo sabe que el lenguaje ha­ lNTROD �CIÓN


blado es muy distinto del escrito, en los tiem­ \
pos y en los modos. Por ello, con el profesor ''
Sartori, se decidió reelaborar las intervencio­
nes, añadiendo allí donde era necesario algu­
na aclaración ulterior. Ésa es la razón de que
las lecciones que el lector se dispone a leer no
sean todas de la misma extensión, como ocurría
con las que se transmitieron por televisión.
Siempre me he ocupado y preocupado de la
Lorenza Foschini democracia, pero siempre con librotes. El libro
Roma, marzo de 2008 inglés (que sigue siendo inglés: The Theary ofDe­
mocracy Revisited) tiene 550 páginas; el último li­
bro italiano, Democrazia, cosa e tiene casi 400. O
sea, librotes. La idea de ocuparme del asunto en
treinta comprimidos, mejor dicho, microcápsu­
las, me aterraba. Hizo falta la insistencia y la
pacientísima moral suasion de Lorenza Foschini
(¡gracias!) para conseguir que yo capitulara. Ella
me decía: "Usted tranquilo, yo me encargo de
todo". Yo tranquilo no estaba: pero que ella se
encargó de todo es absolutamente cierto. Mi
único mérito fue conseguir �justarme a los entre
tres y cuatro minutos por lección que me ha­
bían concedido. Eso sí que fue un esfuerzo enor­
me. Del que me reponía mirando al director de
RaiSat Extra, Marco Giudici, semiescondido en­
tre bastidores, quien me sonreía diciendo: "Muy
bien, muy bien". Gracias a él también.

12 13

....
---

J&'.:JNTA
W\ llKMOCRACIA EN T
1 U:CC'JüNES
"

Se dice que la televisión no puede hacer ver­ LECCIÓ '\


dadera cultura. Sin embargo, mis lecciones eran Demos y populus
"serias", y a pesar de ese defecto, parece que
tuvieron éxito. Las altas esferas de Saxa Rubra·,
empero, no se fiaron y me aparcaron tempo­
ralmente. Espero que poco a poco reúnan el
valor suficiente. Es indudable que, en televi­
sión, la cultura hay que saber hacerla. Mientras
el Festival de Sanremo va para abajo, un estre­
pitoso Benigni ha abarrotado las plazas y ha Empecemos por definir la palabra "democra­
multipJicado las audiencias de Raiuno. cia". Es importante definirla-saber lo que quie­
Leyéndome a mí mismo en este escrito, des­ re decir- para establecer qué pretendemos o
pués de verme en la retransmisión del progra­ nos esperamos de la democracia. Pero cuidado,
ma, me ha vuelto a la mente un epigrama de porque es un discurso plagado de celadas. La
Giusti: "Hacer un libro es menos que nada 1 si primera de ellas es terminológica: discutir sobre
el libro hecho no rehace a la gente". "Rehacer a la palabra ignorando la cosa. Empecemos pues
la gente" es muy difícil. Pero quien se dedica por la palabra, y de la cosa hablaremos después.
a dar clases sí debe mantener una mínima es­ La palabra griega denwkratia se compone de
peranza. derrws, que quiere decir "pueblo", y de kratos,
que quiere decir "poder". Por tanto, traducida
Giovanni Sartori al castellano, significa "poder del pueblo". Si es
Florencia, marzo de 2008 así, las democracias "tienen que ser" lo que dice
la palabra: sistemas y regímenes políticos don­
de el pueblo es el que manda. ¿Todo resuelto?
No. Ante todo, ¿quién es el pueblo? Y después,
¿cómo se atribuye el poder al pueblo? ¿Cómo
hay que hacer?
* Sede central de la RAJ, la radiotelevisión pública italiana
Ya entre los siglos v y IV a. C., el término demos
(N. df' T) tuvo todo tipo de interpretaciones. Para los

15
..

/
l.A OHIOCRACL-\ EN J1U!INT.\ LECCJO:'\�S GIO\'AN:-;J S.-\KIO�I

griegos, a la palabra se le podían asignar cua­ (el pueblo es "el proletariado"). Con esta ópti­
tro significados: ca, el pueblo es una parte del demos, la más
1) plethos, es decir, el plenum, el cuerpo de pobre o la más numerosa.
los ciudadanos en su integridad. Aquí el pue­ Como puede verse, la complicación no es
blo son "los todos"; poca, pero hoy puede simplificarse con dos
2) hoi polloi, "los muchos". El inconveniente nociones "operativas" de democracia (en el sen­
de esta acepción es que se remite a la pregunta: tido de que consideran la democracia por su
"¿Cuántos muchos son suficientes para formar forma de operar). En este contexto encontra­
un demos?". Habría que establecerlo cada vez, mos el principio de mayoría absoluta o bien
y eso no puede ser; de mayoría relativa. El primero quiere decir:
3) hoi pleiones, "los más". En cambio, ésta es los más tienen todos los derechos, mientras
una acepción fundamental, porque la demo­ que los menos, la minoría, no tienen ningún
cracia se fundamenta, como veremos, en una derecho. En cambio, el principio de mayoría
regla mayoritaria que deriva de esta acepción; relativa se concreta así: los más tienen derecho
4) ochlos, "la multitud", una concentración a mandar, pero en el respeto de los derechos
ocasional que, no obstante, puede "calentar­ de la minoría. Por tanto, desde un punto de
se". En Atenas, la multitud era importante por­ vista operativo, el demos es una mayoría, o bien
que se trataba de una democracia directa. Pero absoluta o bien moderada, y la doctrina es
recobra su importancia a medida que la demo­ prácticamente unánime al afirmar que la de­
cracia de los modernos ha ido activando a las mocracia tiene que inspirarse en el principio
masas y se sirve de ellas. de mayoría limitada o moderada. Si no, vivirá
Dejando a los griegos, el discurso se vuelve un día y empezará a morir a1 día siguiente.
aún más complejo en cuanto el demos se recon­
vierte en el latino populus, porque los romanos
-y más aún la cultura medieval- hacen de
populus tanto un concepto jurídico como una
entidad orgánica. Por último, cabe recordar
un significado que es en parte aristotélico (el
demos son "los pobres") y en parte marxista

16 17
LECCIÓN 2
Titularidad y ejercicio

Todos sabemos, más o menos, cómo debería


ser una democracia ideal, mientras que se sabe
demasiado poco sobre las condiciones necesa­
rias para conseguir una democracia posible,
una democracia real.
La primera cuestión que hay que establecer
aquí es que entre una expetiencia democráti­
ca en pequeño y una experiencia democrática
en grande hay un abismo. La humanidad ha
sufrido durante más de dos mil años para con­
seguir tender un puente entre las dos orillas, y
al pasar de las pequeñas comunidades demo­
cráticas a la democracia de las grandes cifras,
hecha de pueblos y naciones enteras, es inevi­
table perder por el camino muchos requisitos
que garantizan la autenticidad de una expe­
riencia democrática "cara a cara"; y de una de­
mocracia a gran escala no se puede pretender
lo que se puede pretender de una democracia
a pequeña escala. Algo que mucha gente sigue

19
LA OF.MOCRAC:IA EN TREINTA LECCIONt:S CIOVJ\NN! SARTOIU

ignorando. Por ejemplo, cuando Mario Segni* a preguntar: ¿poder del pueblo sobre quién? Ob­
declara que un primer ministro elegido por el viamente, del pueblo sobre el pueblo. En este
pueblo equivaldria a un "alcalde de Italia", está proceso primero hay un movimiento ascenden­
claro que se le escapa la diferencia que hay en­ te, de transmisión de poder del pueblo hacia el
tre micro y macrodemocracia. vértice de un sistema democrático, y después un
En la lección anterior hemos visto la defini­ movimiento descendente del poder del gobier­
ción que podríamos denominar "etimológica" no sobre el pueblo. Así el pueblo es al mismo
de la democracia, por haberla obtenido del tiempo, en un primer momento, gobernante, y
análisis del nombre, y más específicamente he­ en un segundo momento, gobernado.
mos visto la palabra "pueblo" en sus distintas Son procesos muy delicados porque si no se
acepciones. Pasemos ahora a considerar el em­ vigila el trayecto, si en la transmisión del poder
parejamiento de "pueblo" con "poder". los controlados se sustraen al control de los
¿Qué es el poder? El poder es una relación: controladores, el gobierno sobre el pueblo co­
un individuo tiene poder sobre otro porque le rre el riesgo de no tener nada que ver con el
gobierno del pueblo. De eso se encarga la ma­
obliga a hacer lo que de otra forma no haría.
quinaria del constitucionalismo.
Robinson Crusoe, solo en la isla donde naufra­
Pero para aclarar mejor el problema es pre­
gó, mientras esté solo no tiene ningún poder,
ciso distinguir entre la titularidad y el ejercicio
únicamente lo adquiere cuando llega Viernes.
del poder. La titularidad dice: el poder me co­
El problema es evidentemente más complejo rresponde por derecho, es mío por derecho.
cuando la relación de poder ya no es entre indi­ Sí, pero aquí tenemos sólo un derecho. Y Jo
viduos sino entre entidades colectivas. El esque­ que cuenta es el ejercicio. El poder efectivo es
ma, sin embargo, sigue siendo el mismo. El pue­ de quien lo ejerce. La pregunta crucial, enton­
blo (todos) tiene poder en la medida que lo ces, es: ¿cómo hay que hacer para atribuir al
tiene sobre otros. ¿Sobre quiénes? Antes de res­ pueblo, titular del derecho, el derecho-poder
ponder cabe señalar que "poder del pueblo" es de ejercerlo? La respuesta es, sucintamente,
sólo una elipsis y que, en estos términos, el que la solución a este problema ha de buscarse,
proceso político queda aún por definir. Vuelvo en una democracia representativa, en la trans­
misión representativa del poder. Como vere­
mos a continuación.
* Político italiano (N. de 1:)

20 21
-

LECCIÓN 3
Realismo e idealismo

Hemos analizado el significado de la palabra


democracia. Ahora debemos establecer qué es o
bien qué debería ser. A la primera pregunta hay
que responder con una óptica realista. A la se­
gunda hay que responder con una óptica racio­
nalista que subraya los ideales de la democra­
cia, y en ese sentido, con una óptica idealista.
El realismo es contemplar la democracia co­
mo realmente es. La tradición realista se re­
monta a Nicolás Maquiavelo, de quien se dice
que se centraba en la "realidad efectual" y que
de ese modo descubría la política, o, mejor di­
cho, fundaba la autonomía de la política. La
fundaba recurriendo a la observación directa
y registrando sin tapujos que la política no
obedece a la moral. No obstante, al interpretar
a Maquiavelo, al hacerlo nuestro contemporá­
neo, no debemos olvidar que él observaba un
microcosmos político (los principados rena­
centistas) imposible de comparar con nuestro

23
..

GIOVANNI 5ARTORI
L-\ OE\IOCRA(.It\ 1:� '11lHNl.\ LECCIO:>:ES

mundo. Un mundo que aún no estaba anima­ te dividido en dos zonas no comunicantes. En
do por ideales políticos, sino, a lo sumo, por una se administraba; en la otra se formulaban
. .
los principios abstractos. [ . ] Por encima de
ideales ético-religiosos.
la sociedad real .
[ .. ] poco a poco se construía
En cambio, el racionalismo político no acep­
ta la realidad tal y como es; si acaso la construye una sociedad imaginaria, en la que todo parecía

deductivamente. Y con el tiempo -primero con simple y coordenado, uniforme, justo y racio­

las utopías, y posteriormente, de la Ilustración nal". He ahí, pues, el contraste y la diferencia

en adelante- imagina una sociedad "ideal", o entre una democracia de tipo racionalista a la

en todo caso guiada por ideales. Y es el racio­ francesa y una de tipo empírico a la inglesa.

nalismo el que establece que sin ideales n o Una diferencia que también lo es en desa­

puede haber democracia. rrol1o histórico. Mientras que las democracias

Estas dos ópticas han producido, por u n de tipo francés nacen ex novo de una ruptura

lado, las democracias empírico-pragmáticas, y, revolucionaria, la democracia anglo-estadou­

por otro, las democracias de razón.James Bry­ rlidense surge de un proceso continuo. La Re­

ce, que es uno de los grandes autores que han volución inglesa de 1688-1689 no reivindica

abordado este tema, escribe que la democra­ un nuevo comienzo, sino la restauración de los

cia racionalista por excelencia es la francesa, ''derechos primigenios" del hombre inglés, es

mientras que la democracia anglosajona es de decir, el restablecimiento de los principios de

tipo empírico-pragmático, y puntualiza lo si­ la Magna Carta violados por el absolutismo

guiente: Francia adoptó la democracia "no de las dinastías Tudor y Estuardo. Da igual que

sólo porque el gobierno popular parecía ser el aq uel pasado fuera en gran medida mítico; lo

remedio más completo para los males inmi­ que importa es que la Gloriosa Revolución no

nentes, [ ... ] sino también para honrar unos fue una ruptura innovadora, sino que se con­

principios abstractos generales, considerados cibió como una recuperación, como una nueva

verdades evidentes". Y Alexis de Tocqueville toma de posesión. En cuanto a la denominada

subraya así la diferencia: "Mientras que en In­ "Revolución americana", no fue una revolu­

glaterra quienes escribían de política y quienes ción, sino una secesión. La Declaración de Inde­

hacían política llevaban la misma vida, [... ]en pendencia de 1776 reivindicaba, en sustancia, el
Francia el mundo político quedó drásticamen- derecho de los colonos a avanzar libremente

24 25
LA DEMOCRACIA EN TREir-ITA LECCIONES

por el trazado de las libertades de que ya goza­ LECCIÓN 4


ban los ingleses. No fue así en Francia, donde Perfeccionisn1o y utopía
la Revolución de 1789 se reafirmó, precisamen­
te, como una ruptura concebida para rechazar
y borrar in toto el pasado.
En conclusión, el racionalista tiende a pre­
guntar qué es (la democracia), mientras que el
empirista instintivamente tiende a preguntar­
se cómofunciona.
Que en la democracia los ideales son impor­
tantes está fuera de discusión. Son importan­
tes, ya lo he dicho, porque sin ideales no exis­
tiría una democracia. De lo que se deriva que
la democracia se puede definir de forma rea­
lista, pero se debe definir también de forma
idealista, es decir, prescriptivamente, y no sólo
descriptivamente. ¿Qué es un ideal? Obvia­
mente, es una reacción a lo real. Nunca esta­
mos contentos con la realidad tal como es, y
por eso quisiéramos que fuese como la perfi­
lan los ideales. Por tanto, podemos definir el
ideal como un "contra-real". Pero cuidado,
los ideales son dificilísimos de manejar, por­
que, si los exageramos, corremos el riesgo de
deslizarnos hacia el perfeccionismo o el uto­
pismo.
El perfeccionismo puede definirse como un
exceso de idealismo, un idealismo desmedido,
y como tal, contraproducente. En suma, el per-

26 27
>

LA I)J::MOGRACIA !::N TR.EII\'TA LECCIONES ÚIOVA.\INI SARTORI

feccionismo es un mal uso de los ideales. Pero dos. Lo que no quita que el concepto fuera
aquí quisiera detenerme en el utopismo. radicalmente transformado, y siga estándolo.
El término fue acuñado por Tomás Moro Hoy la utopía ya no es una ficción mental sin
cuando publicó Utopía en 1516. En la obra se lugar ni tiempo, ya no es irrealizable. En cam­
describe una buena sociedad, regida por una bio, se dice que "las utopías son a menudo ver­
pura razón natural, ubicada en una isla imagi­ dades prematuras" (Karl Mannheim, Ideología y
naria. El neologismo precisamente quería de­ utopía), que el progreso es materialización de
cir "en ningún lugar", del griego ou (no) y topos utopías, que las utopías de hoy son la realidad
(lugar). A diferencia del perfeccionismo, que del mañana.
puede ser activo, la utopía nace como un con­ Sobre todo en los años sesenta, se hizo una
cepto puramente contemplativo. Tomás Moro auténtica orgía con la utopía (con la palabra) .
escribe Utopía con intención de criticar el esta­ ¿El resultado? Ya no tenemos un vocablo que
do de Inglaterra bey o los Tudor, y así, en su texto, exprese lo "imposible". Pero, una vez muerta
Moro no dice que "en ningún lugar" signifique la palabra "utopía" para expresar "imposibili­
"imposible", que lo inexistente hoy sea también dad", las imposibilidades siguen ahí. Nos guste
inexistente para siempre. Sin embargo, la pala­ o no.
bra vicyó por los siglos posteriores con la fuerza
de su prefijo, de su negación: "no", no existe; y
tampoco existirá 'jamás".
Así hasta Marx. Después, Marx inventó, en
las Tesis sobreFeuerbach, la figura del filósofo re­
volucionario, el que transforma la utopía en
realidad. Contextualmente, Marx predicaba el
paso de la utopía a la ciencia. Así, en vez de ser
un ideal contemplativo, la utopía se transfor­
ma en un proyecto de acción. El filósofo-rey de
Platón se convierte en el "revolucionario-rey"
de Marx. Con un éxito, o mejor, con el fracaso
que está todavía fresco en la memoria de to-

28 29
LA DEMOCRACIA EN TRErNTt\ l.ECCIONES

Schumpeter dice: "El método democrático LECCIÓN 1 0


es ese expediente institucional para llegar a La cosa y el cuánto
decisiones políticas en virtud del cual algunas
personas adquieren el poder de decidir me­
diante una lucha competitiva por el voto popu­
lar". Más detalladamente: las organizaciones
están en competencia entre sí, y la competencia
política, como todas las competencias, se dirige
a un consumidor, que es el elector, prometién­
dole ventajas y beneficios. Ese mecanismo acti­ ¿ Cómo se consigue establecer lo que es y lo
va el poder delpueblo y también la recompensa que no es democracia? Hay quien no acepta esta
alpueblo. Aunque los partidos políticos prome­ pregunta porque conduce a una contraposi­
tan demasiado, en cualquier caso, siempre le ción y a una división dualista, mientras que en­
llega algo al demos. tre democracia y no democracia existen casos
Esta definición se ha convertido en la defi­ intermedios, de semidemocracias, de demo­
nición clásica de democracia. Pero adviértase: cracias poco democráticas, pero en cualquier
la definición de Schumpeter es procedimen­ caso bastante democráticas.
tal, es decir, que establece cuál es el procedi­ La solución a este debate radica en compren­
miento que no sólo obstaculiza la oligarquía, der que hay dos formas de identificar la demo­
sino que produce "cierno-beneficios". Por tan­ cracia, y por tanto que las preguntas son dos.
to, es una definición necesaria pero no sufi­ La primera -qué es la democracia- exige una
ciente, o de cualquier forma no exhaustiva. defmición de ella a contrario: la definición viene
dada por la exclusión de su contrario, de lo
que no es democracia. Y esta definición es
necesaria -aquí y en otros casos- para esta­
blecer lo que incluye (contiene) un determi­
nado concepto, o bien lo que éste excluye. Es
necesaria, quiero decir, para determinar y cir­
cunscribir el universo de referencia. Para ha-

52 53
L\ OEMOCRAUA [¡\; TllEINTA LECCIO:-ILS
GIOVA¡<.,'Nl $;\RTORI

blar de zapatos, tengo que excluir las pantuflas; tarismo y totalitarismo son de acuñación re­
o bien, si decido incluirlas, cambia todo el dis­ ciente.
curso. Para discutir sobre mujeres, tengo que Por brevedad tengo que dejar de lado los tér­
excluir a los hombres; si no, si los incluimos, el minos más antiguos y limitarme a los más re­
argumento pasa a ser otro. cientes. Empecemos por "autoritarismo", que
Por tanto, a la primera pregunta cabe res­ deriva de "autoridad", y que fue acuñado por el
ponder de forma dicotómica, es decir, aplican­ fascismo como término apreciativo, pero que
do el principio aristotélico (de la lógica aristo­ pasó a ser peyorativo con la derrota del fascis­
télica) del tercero excluido: aut aut, es o no es. m o y del nazismo, ya que denota la "mala auto­
En cambio, la segunda pregunta es: ¿ cuánta ridad", es decir, un abuso y un exceso de autori­
democracia ? ¿Más democracia o menos demo­ dad que aplastan la libertad. En ese sentido, yo
cracia? En este caso, se trata de precisar el gra­ diría que hoy, más que constituir lo contrario
do o el nivel de democracia. Aquí buscamos de democracia, el término autoritarismo viene
"gradaciones". Y, por tanto, aquí ya no se aplica a significar lo contrario de libertad.
el principio del tercero excluido. También "totalitarismo" es una palabra que
Decíamos que la pregunta "¿qué es demo­ nació con el fascismo, aunque se aplica poco
cracia?" nos lleva a establecer el contrario de al fascismo, pero es perfectamente aplicable al
democracia. Y también ese contrario ha de te­ nazismo y al estalinismo. Totalitarismo deriva
ner un nombre. ¿Cómo se llama la no demo­ de "totalidad" y, por tanto, expresa la idea de
cracia? Aquí las posibilidades son amplias. Las algo que lo abarca y lo permea todo. Una nue­
no democracias se denominan con numero­ va óplica respecLo a cuando los regímenes po­
sos términos: tiranía, despotismo, absolutismo, líticos se definían en términos de legitimidad,
autocracia, dictadura, autoritarismo, totalita­ de ejercicio del poder o basándose en el nú­
rismo. Tiranía y despotismo son términos he­ mero de quienes gobiernan. Aquí, en cambio,
redados de la antigua Grecia, dictadura lo es lo que cuenta es la extensión y la penetración
del mundo romano (con un significado muy del poder en el tejido social; lo que es suficien­
distinto del actual) , mientras que absolutismo te para indicar que tampoco el término totali­
y autocracia son algo anteriores, en el vocabu­ tarismo constituye un buen contrario de de­
lario político, al siglo xvm. Por último, autori- mocracia.

54 55
LA DEMOCRACIA EN TREIJ\111 LECCIONI ;

ya LECCIÓN
11
He dejado "autocracia" para t.l final,. Y
.
queda claro por qué Porque es e n
} l·o tra�o, �l Democracia antigua y moderna
es e terrru­
opuesto que íbamos buscando. Co't t
1•0�emocra­
no la frontera entre democracia y .
sudu­
cia se hace nítida. Autocracia es a• ' romv:
' o bien ser
ra, es proclamarse jefe uno mism' '
e el
jefe por principio hereditario. Mi!-'nrras qu
l e ue na­
principio democrático es precisarr nt �
pue­
die puede investirse por sí solo, qu e n�die
de autoproclamarse jefe, y que 11adie puede
Hay una profunda diferencia entre la demo­
cracia tal y como la entendían los antiguos y la
heredar el poder.
Por consiguiente, la democraci:J es "no auto- democracia de los modernos. En ambas el prin­
cracia", porque aquí el criterio es t-tn principio
cipio de legitimidad es el mismo, pero todo lo
de legitimidad; y sobre los principiOs tertium non demás es distinto. La primera es un ejercicio
datur, la legitimidad o bien es democrática o propiamente dicho, y en ese sentido "directo"
del poder, mientras que la segunda es un siste­
bien no lo es.
ma de "control" y de limitación del poder. La
primera no prevé representación, mientras
que la segunda se basa en la transmisión repre­
sentativa del poder.
A primera vista, un sistema fundado en la
participación directa de los ciudadanos puede
parecer más auténtico y también más fiable
que un sistema que se deja en manos de unos
representantes. E n realidad, la polisy los ayun­
tamientos medievales tuvieron una existencia
efímera y turbulenta. Digo polis porque el re­
ferente de la democracia antigua no fue en
absoluto una "ciudad-Estado", como se suele

56 57
LA DEMOCRACIA EN TREINTA LECCIONES GIOVANNI SARTORI

decir erróneamente, sino más bien una "ciu­ Volvamos a los griegos. Su vida política se
dad-comunidad", una ciudad sin Estado. resuelve, como decía, en la polis, en la "peque­
Hasta el siglo XVI, "estado" (con "e" minúscu­ ña ciudad" constituida en comunidad. Su de­
la) indicaba una situación cualquiera, y en espe­ mocracia era una democracia sin Estado, y
cial una condición, un estado social, una clase. por tanto también sin extensión territorial. En
Maquiavelo es quien introduce por primera vez Atenas vivían como mucho 35,000 personas, y
el uso contemporáneo de la palabra al escribir los ciudadanos que participaban en la asam­
al comienzo de El príncipe: "Todos los Estados, blea popular eran entre dos y tres mil, rara­
todos los dominios que han tenido y tienen im­ mente entre cuatro y cinco mil. Por consi­
perio sobre los hombres, son repúblicas o prin­ guiente, el primer límite de aquella democracia
cipados". es que requiere, inevitablemente, una exten­
La consolidación de ese nuevo concepto fue sión reducida, reducidísima. En Atenas, las
lentísima, a la par de la larguísima constitu­ decisiones se adoptaban en parte por aclama­
ción de la cosa. Incluso el Estado del absolutis­ ción y en parte por un consejo de 500 miem­
mo monárquico era sólo un Estado "patrimo­ bros, y por último por una variedad de magis­
nial", cuyo patrimonio se invertía en primer traturas: magistraturas que se atribuían por
lugar en pagar a los soldados que tenían que sorteo y en una rapidísima rotación. Lo que
guerrear para defenderlo y para expandirlo. da lugar a una configuración horizontal (más
La palabra Estado se vuelve importante y nece­ que vertical) de la política, cuyo estado de ca­
saria sólo cuando empieza a designar una pre­ rencia de u n Estado conlleva la necesidad de
sencia estructural del poder político y un seguir siendo una ciudad, de seguir siendo pe­
control efectivo de esa entidad sobre todo un queña.
territorio sometido a su jurisdicción. Para lle­ La polis democrática floreció, pero por la
gar a eso hay que esperar al siglo XIX; y es sólo misma razón pereció, por su incapacidad de
con la Primera Guerra Mundial cuando el Es­ crecer, porque estaba condenada al espacio
tado que nosotros conocemos, el Estado como que la instituía y la hacía posible. Para "carecer
complejo y vastísimo conjunto de mando, ad­ de Estado" también hace falta "carecer de ex­
ministración y legislación, alcanza su plena tensión". Pero la ciudad sin territorio no es
madurez. una entidad vital. Se vuelve vital cuando la de-

58 59
CI<JVA.'INI Si\RTORI
ONES
I ¡;.v TRJ-:INTA LECCI
L\ ODIO<'.IV\CA

cias liberales,
mocracia "en pequeño" se transforma en el cias son, en realidad, democra
os es la democra­
Estado democrático. y la democracia que practicam
sentati­
Para llevar a cabo esta transición de la ciu­ cia liberal. Que es una democracia repre
va también en el sentid
o de que no es una de­
dad al Estado sin perder la democracia hicie­
ron falta más de dos mil años. Y durante ese mocracia "inmediata", sino, por el contrario,
larguísimo intervalo dejó de hablarse de de­ completamente entretejida de mediaciones. Así,
mocracia. Para designar el régimen óptimo, la mientras la democracia de los antiguos (al igual
forma política ideal, se decía res publica, "cosa que todos los directismos posteriores) se tradu­
pública". Y decir "república" es muy distinto ce en decisiones de suma cero, la democracia
a decir "democracia''. de 1os modernos se traduce en decisiones de
En 1 795, Immanuel Kant criticaba a quie­ suma positiva. La primera subdividía el demos
nes habían empezado a "confundir la Consti­ entre vencedores y vencidos, la segunda per­
tución republicana con la democrática", y ob­ mite que todo el mundo consiga algo. Yo diría
servaba que -por lo que se refiere al ejercicio que es meJOr.
del poder- todo régimen es "republicano o
despótico", y que la democracia "es necesaria­
mente un despotismo". Y eljuicio de los consti­
tuyentes estadounidenses no era muy diferente.
Pregunta: ¿cómo es posible que un término que
hoy nos es tan querido estuviera tan mal visto
durante tanto tiempo?
Si la historia de las palabras y de sus signifi­
cados refleja la historia a secas, el rechazo de
la palabra democracia hasta el siglo XIX atesti­
gua lo memorable y definitivo que fue el de­
rrumbe de la democracia antigua.
Y si el término vuelve a emerger cuando lo
hace, es para designar una realidad totalmente
nueva, totalmente inédita. Nuestras democra-

60
LECCIÓN 12
El pluralismo

Habíamos llegado al liberalismo. Antes, sin


embargo, vamos a ocupamos de su antepasado,
el "pluralismo". Todo empezó a parúr del mo­
mento en que se comprendió que la disensión,
la diversidad de opiniones, los contrastes, no
son necesariamente un mal. Indudablemente,
la guerra civil y los conflictos armados entre fac­
ciones conducen a la ruina de los Estados. Pero
entre una concordia forzada, por un lado, y el
enfrentamiento armado, por otro, existe una
amplia área intermedia de diversidad y de liber­
tad de las ideas y de las conductas que no pone
en riesgo el orden políúco-social, sino que, por
el contrario, lo enriquece y lo dinamiza.
Entonces, ¿cuándo despuntó la idea de que
en la diferencia y no en la uniformidad es don­
de reside el fermento y el alimento más vital
para la convivencia?
Entre 1562 y 1648, ante las terribles devas­
taciones y crueldades de las guerras de reli-

63
LA l)E�!OCRAC!A EN Tll.t:INTA LECCIONES CIOVANNl SARTORI

gión, empezó a mirarse con recelo la unani­ Es cierto que ellos invocaban la libertad de
midad, y a valorarse el dissent y la variedad. conciencia y de opinión, pero la invocaban para
Y fue sobre esta revolucionaria inversión de Jos sí mismos, porque eran minoría; para después
puntos de vista que empezó a construirse, a estar totalmente dispuestos a negársela a los
trancas y barrancas, la civilización liberal; y demás. En realidad, los puritanos eran tan in­
por ese camino es por el que se llega a las tolerantes como sus enemigos, y para la mayoría
democracias actuales. La autocracia, los des­ de ellos "democracia" y "libertad" eran pala­
potismos, las dictaduras, son mundos de un bras y realidades despreciables. Los méritos de
único color. En cambio, la democracia de los los puritanos en la creación del sistema de valo­
modernos es un mundo multicolor. Cuidado: res y creencias que a su vez generó la civilización
únicamente la democracia liberal se estructu­ liberal son indudables, pero en gran medida
ra sobre la diversidad. Hemos sido nosotros, pueden adscribirse a la lista de las consecuen­
y no los griegos, los que descubrimos cómo cias imprevistas.
construir un orden político a través de la mul­ Es difícil, por tanto, encontrar padres "co­
tiplicidad. nocidos" del pluralismo. Sin embargo, pode­
¿Quién descubrió el pluralismo? Nadie en mos ftiar los puntos que lo caracterizan. Prime­
particular. Dado que la idea surge en la época ro: el pluralismo debe concebirse como una
de la Reforma protestante, es bastante obvio creencia de valor. Segundo: el pluralismo pre­
que nuestra mirada se centre en los reforma­ supone e implica "tolerancia"; y, por tanto, se
dores, y en concreto en las sectas puritanas. consolida negando el dogmatismo, el fideísmo
Pero no es exactamente así. Sin duda, el pro­ y el fanatismo. Tercero: el pluralismo exige
testantismo fragmentó, y en ese sentido plura­ que la Iglesia esté separada del Estado y que la
lizó, los credos cristianos en Dios. Desde .luego, sociedad civil sea autónoma de ambos. El plu­
a los puritanos les corresponde el mérito de ralismo se ve amenazado tanto por un Estado
haber deshecho el nudo entre lo que pertene­ que sea el brazo secular de una Iglesia, como
ce a Dios, la esfera de la religión, y lo que per­ por un Estado que politice la sociedad. A Dios
tenece al césar, la esfera del Estado. Pero no lo ·que es de Dios, al césar lo que es del césar, y
hay que exagerar la contribución de los puri­ a la sociedad civil, lo que no es ni de Dios ni
tanos al descubrimiento del pluralismo. del césar. Ésta es la visión del mundo que con-

64 65
I.A I)EMOCRACIA EN TREINTA LECCIO:-JES

duce al Jiberalismo y, posteriormente, a la de­ LECCIÓN 1 3


mocracia liberal. La libertad política
Está claro que ésta es una visión del mundo
que hasta hoy sigue siendo típicamente occi­
dentaL El islam la rechaza de manera categó­
_
rica, y en Africa no tiene raíces de ningún tipo.
Pero eso no es una buena razón para dar mar­
cha atrás, ni tampoco para desvirtuarla.

¿ E1 hombre es verdaderamente un ser libre?


Es decir, ¿está verdaderamente dotado de li­
bre albedrío? Ésta es la pregunta que recorre
toda la teología y la ética cristianas. Y además:
¿cuál es la naturaleza última, la esencia de la
libertad?
Para Spinoza, la libertad era una perfecta
racionalidad. Para Leibniz, espontaneidad de
la inteligencia; para Hegel, aceptación de la
necesidad. Pero todas estas definiciones se re­
fieren a una libertad última ubicada in interiore
hominis, dentro del hombre. Ninguna de ellas
tiene en cuenta la libertad externa, la condi­
ción de ser libre o no libre en relación con los
demás. Y la libertad política es eso: una coexis­
tencia en libertad con la libertad ajena y una
resistencia a la falta de libertad.
Existe, por tanto, una enorme diferencia
entre libertad interior y libertad de querer, por
un lado, y libertad exterior y libertad de hacer,

66 67
UNIDAD 2
<...> Marx Selección de 'La cuestión judía
Hemos puesto, pues, de manifiesto cómo la emancipación política con respecto políticos, derechos que sólo pueden ejercerse en comunidad con otros hombres.
a la religión deja en pie la religión, aunque no una religión privilegiada. La Su contenido es la participación en la comunidad, y concretamente, en la
contradicción en que el fiel de una religión especial se halla con su ciudadanía comunidad política, en el Estado. Estos derechos humanos entran en la categoría
no es más que una parte de la general contradicción secular entre el Estado político y la de la libertad política, en la categoría de los derechos cívicos, que no presuponen,
sociedad burguesa. La coronación del Estado cristiano es el Estado que, ni mucho menos, como hemos visto, la abolición absoluta y positiva de la
profesando ser un Estado, se abstrae de la religión de sus miembros. La religión, ni tampoco, por tanto, por ejemplo, del judaísmo. Queda por
emancipación del Estado con respecto a la religión no es la emancipación del considerar la otra parte de los derechos humanos, los droits de l'homme,
hombre real con respecto a ella. Por eso nosotros no decimos a los judíos, con (5) en cuanto se distinguen de los droits du citoyen.(6) Figura entre ellos la
Bauer: no podéis emanciparos políticamente si no os emancipáis radicalmente libertad de conciencia, el derecho de practicar cualquier culto. El privilegio de la
del judaísmo. Les decimos, más bien: porque podéis emanciparos fe es expresamente reconocido, ya sea como un derecho humano, ya como
políticamente sin llegar a desentenderos radical y absolutamente del judaísmo, consecuencia de un derecho humano, de la libertad.
es por lo que la misma emancipación política no es la emancipación humana. Déclaration des droits de l´homme et du citoyen,(7) 1791, art. 10: " Nul ne droit être
Cuando vosotros, judíos, queréis emanciparos políticamente sin emanciparos inquieté pour ses opinions mêrne religieuses."(8) Y en el título I de la
humanamente a vosotros mismos, la solución a medias y la contradicción no Constitución de 1791 se garantiza como derecho humano: " La liberté á tout
radica en vosotros, sino en la esencia y en la categoría de la emancipación homme d'exercer le culte religieux auquel il est attaché". (9) La déclaration des
política. Y, al veros apresados en esta categoría, le comunicáis un apresamiento droites de l'homme etc., 1795, incluye entre los derechos humanos, art. 7: "Le libre
general. Así como el Estado evangeliza cuando, a pesar de ser ya Estado, se exercice des cultes."(10) Más aún, en lo que atañe al derecho de hacer públicos
comporta cristianamente hacia los judíos, así también el judío politifica cuando, sus pensamientos y opiniones, se dice, incluso: "La nécessité d'énóncer ces
a pesar de ser ya judío, adquiere derechos de ciudadanía dentro del Estado. droits suppose ou la présence ou le souvenir récent du despotisme." (11)
Pero, si el hombre, aunque judío, puede emanciparse políticamente, adquirir Consúltese, en relación con esto, la Constitución de 1795, título XIV, art. 354.
derechos de ciudadanía dentro del Estado, ¿puede reclamar y obtener los Constitution de Pennsylvanie, art. 9, § 3: "Teus les hommes ont recu de la nature le
llamados derechos humanos? Bauer niega esto. "El problema está en saber si el droit imprescriptible d'adorer le Tout Puissant selon les inspirat¡ons de leur
judío como tal, es decir, el judío que confiesa por sí mismo verse obligado por conscience, et nul ne peut légalment être en train de suivre, instituer ou
su verdadera esencia a vivir eternamente aislado de otros, es capaz de obtener soutenir contre Son gré aucun culte ou ministére religieux. Nulle autorité
y conceder a otros los derechos generales del hombre" "La idea de los derechos hurnaine ne peut, dans aucun cas, intervenir dans les questions de conscience
humanos no fue descubierta para el mundo cristiano sino hasta el siglo pasado. et contrôler les pouvoirs de l'âme".(12)
No es una idea innata al hombre, sino que éste la conquista en lucha contra las Constitution de New-Hampshire, arts. 5 y 6: "Au nombre des droits naturels,
tradiciones históricas en las que el hombre había sido educado antes. Los quelques-uns sont inaliénables de leur nature, parce que rien n´en peut être
derechos humanos no son, pues, un don de la naturaleza, un regalo de la l´équivalent. De ce nombre sont les droits de conscience".(13) (Beaumont, 1.c.,
historia anterior, sino el fruto de la lucha contra el azar del nacimiento y contra págs. 213, 214.) Y tan ajena es al concepto de los derechos humanos la
los privilegios, que la historia, hasta ahora, venía incompatibilidad con la religión, que, lejos de ello, se incluye expresamente
transmitiendo hereditariamente de generación en generación. Son el resultado entre los derechos humanos el derecho a ser religioso, a serlo del modo que se
de la cultura, y sólo puede poseerlos quien haya sabido adquirirlos y crea mejor y a practicar el culto de su especial religión. El privilegio de la fe es un
merecerlos." "Ahora bien, ¿puede realmente el judío llegar a poseer estos derecho humano general. Los droits de l'homme, los derechos humanos, se
derechos? Mientras siga siendo judío, la esencia limitada que hace de el un distinguen como tales de los droits du citoyen, de los derechos cívicos. ¿Cuál es el
judío tiene necesariamente que triunfar sobre la esencia humana que, en cuanto homme a quien aquí se distingue del citoyen? Sencillamente, el miembro de la
hombre, debe unirle a los demás hombres y disociarlo de los que son judíos. Y, sociedad burguesa. ¿Y por qué se llama al miembro de la sociedad burguesa
a través de esta disociación, declara que la esencia especial que hace de él un "hombre", el hombre por antonomasia, y se da a sus derechos el nombre de
judío es su verdadera esencia suprema, ante la que tiene que pasar a segundo derechos humanos? ¿Cómo explicar este hecho? Por las relaciones entre el Estado
plano la esencia humana. "Y del mismo modo, no puede el cristiano, como tal político y la sociedad burguesa, por la esencia de la emancipación política.
cristiano, conceder ninguna clase de derechos humanos." (Págs. 19-20.) Según Registremos, ante todo, el hecho de que los llamados derechos humanos, los droits
Bauer, el hombre tiene que sacrificar el "privilegio de la fe", si quiere poder de l'homme, a diferencia de los droits du citoyen, no son otra cosa que los derechos
obtener los derechos generales del hombre. Detengámonos un momento a del miembro de la sociedad burguesa, es decir, del hombre egoísta, del hombre
examinar los llamados derechos humanos, y en verdad, los derechos humanos separado del hombre y de la comunidad. La más radical de las Constituciones,
bajo su forma auténtica, bajo la forma que les dieron sus descubridores, los La Constitución de 1793, puede proclamar: Déclaration des droits de l´omme et du
norteamericanos y franceses. En parte, estos derechos humanos son derechos citoyen Art. 2. Ces droits, etc. (Les droits naturels et imprescriptibles), sont:
l´égalité, la liberté, la sûreté, la propriété.(14) ¿En qué consiste la liberté? Art. 6. " La Ninguno de los llamados derechos humanos va, por tanto, más allá del hombre
liberté est le pouvoir qui appartient á l'homme de faire tout ce qui ne nuit pas egoísta, del hombre como miembro de la sociedad burguesa, es decir, del
aux droits d'autrui",(15) o, según la Declaración de los Derechos del Hombre de individuo replegado en sí mismo, en su interés privado y en su arbitrariedad
1791: "La liberté consiste á pouvoir faire tout ce qui ne nuit pas á autrui."(16) La privada, y disociado de la comunidad. Muy lejos de concebir al hombre como
libertad es, por tanto, el derecho de hacer y emprender todo lo que no dañe a ser genérico, estos derechos hacen aparecer, por el contrario, la vida genérica
otro. El límite dentro del cual puede moverse todo hombre inocuamente para el misma, la sociedad, como un marco externo a los individuos, como una
otro lo determina la ley, como la empalizada marca el límite o la divisoria entre limitación de su independencia originaria. El único nexo que los mantiene en
dos tierras. Se trata de la libertad del hombre como una mónada aislada, cohesión es la necesidad natural, la necesidad y el interés privado, la
replegada sobre sí misma. ¿Por qué, entonces, es el judío, según Bauer, conservación de su propiedad y de su persona egoísta. Ya es algo misterioso el
incapaz de obtener los derechos humanos? "Mientras siga siendo judío, la que un pueblo que comienza precisamente a liberarse, que comienza a
esencia limitada que hace de él un judío tiene necesariamente que triunfar derribar todas las barreras entre los distintos miembros que lo componen y a
sobre la esencia humana que, en cuanto hombre, debe unirle a los demás crearse una conciencia política, que este pueblo proclame solemnemente la
hombres y disociarlo de los que no son judíos." Pero el derecho humano de la legitimidad del hombre egoísta, disociado de sus semejantes y de la
libertad no se basa en la unión del hombre con el hombre, sino, por el comunidad (Déclaration de 1791); y más aún, que repita esta misma
contrario, en la separación del hombre con respecto al hombre. Es el derecho a proclamación en un momento en que sólo la más heroica abnegación puede
esta disociación, el derecho del individuo delimitado, limitado a sí mismo. La salvar a la nación y viene, por tanto, imperiosamente exigida, en un momento
aplicación práctica del derecho humano de la libertad es el derecho humano en que se pone a la orden del día el sacrificio de todos los intereses en aras de
de la propiedad privada. ¿En qué consiste el derecho humano de la propiedad la sociedad burguesa y en que el egoísmo debe ser castigado como un crimen
privada? Art. 16 (Contitution de 1793): "Le droit de propriété est celui qui (Déclaration des droits de l'homme, etc, de 1795). Pero este hecho resulta
appartient á tout citoyen de jouir et de disposer á son gré de ses biens, de ses todavía más misterioso cuando vemos que los emancipadores políticos rebajan
revenus, du fruit de son travail et de son industrie."(17) incluso la ciudadanía, la comunidad política,al papel de simple medio para la
El derecho humano de la propiedad privada es, por tanto, el derecho a conservación de estos llamados derechos humanos; que, por tanto, se declara
disfrutar de su patrimonio y a disponer de él arbitrariamente (á son gré), sin al citoyen servidor del homme egoísta, se degrada la esfera en que el hombre se
atender a los demás hombres, independientemente de la sociedad, el derecho comporta como comunidad por debajo de la esfera en que se comporta como
del interés personal. Aquella libertad individual y esta aplicación suya un ser parcial; que, por último, no se considera como verdadero y auténtico
constityen el fundamento de la sociedad burguesa. Sociedad que hace que todo hombre al hombre en cuanto ciudadano, sino al hombre en cuanto burgués. "Le
hombre encuentre en otros hombres, no la realización, sino, por el contrario, la but de toute association politique est la conservation des droits naturels et
limitación de su libertad. Y proclama por encima de todo el derecho humano "de imprescriptibles de l'homme."
jouir et de disposer á son gré de ses biens, de ses revenus, du fruit de son travail (20) (Déclaration des droits, etc., de 1791, art. 2). " Le gouvernement est institué
et de son industrie". Quedan todavía por examinar los otros derechos humanos, pouir garantir á l'homme la jouissance de ses droits naturels et
la égalité y la sûreté. La égalité, considerada aquí en su sentido no politíco, no es imprescriptibles," (21) (Déclaration, etc., de 1793, art. 1.) Por tanto, incluso en
otra cosa que la igualdad de la liberté más arriba descrita, a saber: que todo los momentos de su entusiasmo juvenil, exaltado por la fuerza de las
hombre se considere por igual como una mónada atenida a sí misma. La circunstancias, la vida política se declara como un simple medio cuyo fin es la
Constitución de 1795 define del siguiente modo el concepto de esta igualdad, vida de la sociedad burguesa. Cierto que su práctica revolucionaria se halla en
conforme a su significación: Art. 3 (Constitution de 1795): "L´égalité consiste en flagrante contradicción con su teoría. Así, por ejemplo, proclamándose la
ce que la loi est la même por tous, soit qu'elle Protége, soit qu'elle punisse". seguridad como un derecho humano, se pone públicamente a la orden del día
(18) ¿Y la sûreté? Art. 8 (Constitution de 1795): "La sûreté consiste dans la la violación del secreto de la correspondencia. Se garantiza la "liberté indéfinie
protection accordé par la société á chacun de ses membres pour la de la presse" (22) (Constitution de 1795, art- 122), como una consecuencia del
corservation de sa personne, de ses droits et de ses propriétés". (19) La derecho humano, de la libertad individual, pero ello no es óbice para que se
seguridad es el supremo concepto social de la sociedad burguesa, el concepto anule totalmente la libertad de prensa, pues " la liberté de la presse ne doit pas
de la policía, según el cual toda la sociedad existe solamente para garantizar a être permise lorsqu'elle compromet la liberté politique" (23) (Robespierre
cada uno de sus miembros la conservación de su persona, de sus derechos y de jeune, "Histoire parlamentaire de la Révolution francaise", par Buchez et Roux,
su propiedad. En este sentido, llama Hegel a la sociedad burguesa "el Estado t. 28, pág. 159); es decir, que el derecho humano de la libertad deja de ser un
de necesidad y de entendimiento". derecho cuando entra en colisión con la vida política, mientras que; con arreglo
El concepto de la seguridad no hace que la sociedad burguesa se sobreponga a a la teoría, la vida política sólo es la garantía de los derechos humanos, de los
su egoísmo. La seguridad es, por el contrario, el aseguramiento de ese egoísmo. derechos del hombre individual, debiendo, por tanto, abandonarse tan pronto
como contradice a su fin, a estos derechos humanos. Pero la practica es sólo la civil. La determinada actividad de vida y la situación de vida determinada
excepción, y la teoría la regla. Ahora bien, si nos empeñáramos en considerar descendieron hasta una significación puramente individual. Dejaron de
la misma práctica revolucionaria como el planteamiento certero de la relación, representar la relación general entre el individuo y el conjunto del Estado.
quedaría por resolver el misterio de por qué en la conciencia de los Lejos de ello, la incumbencia pública como tal se convirtió ahora en
emancipadores políticos se invierten los términos de la relación, presentando incumbencia general de todo individuo, y la función política en su función
al fin como medio y al medio como fin. Ilusión óptica de su conciencia que no general. Sin embargo, la coronación del idealismo del Estado era, al mismo
dejaría de ser un misterio, aunque fuese un misterio psicológico, teórico. El tiempo, la coronación del materialismo de la sociedad civil. Al sacudirse el
misterio se resuelve de un modo sencillo. yugo político se sacudieron, al mismo tiempo, las ataduras que apresaban el
La emancipación política es, al mismo tiempo, la disolución de la vieja sociedad, espíritu egoísta de la sociedad civil. La emancipación política fue, a la par, la
sobre la que descansa el Estado que se ha enajenado al pueblo, el poder emancipación de la sociedad civil con respecto a la política, su emancipación
señorial. La revolución política es la revolución de la sociedad civil. ¿Cuál era hasta de la misma apariencia de un contenido general. La sociedad feudal se
el carácter de la vieja sociedad? Una palabra la caracteriza. El feudalismo. La hallaba disuelta en su fundamento, en el hombre. Pero en el hombre tal y como
vieja sociedad civil tenía directamente un carácter político, es decir, los elementos realmente era su fundamento, en el hombre egoísta. Este hombre, el miembro de
de la vida burguesa, como por ejemplo la posesión, o la familia, o el tipo y el la sociedad burguesa, es ahora la base, la premisa del Estado político. Y como
modo del trabajo, se habían elevado al plano de elementos de la vida estatal, tal es reconocido por él en los derechos humanos. La libertad del egoísta y el
bajo la forma de la propiedad territorial, el estamento o la corporación. reconocimiento de esta libertad son más bien el reconocimiento del
Determinaban, bajo esta forma, las relaciones entre el individuo y el conjunto del movimiento desenfrenado de los elementos espirituales y materiales, que forman
Estado, es decir, sus relaciones políticas o, lo que es lo mismo, sus relaciones de su contenido de vida. Por tanto, el hombre no se vio liberado de la religión,
separación y exclusión de las otras partes integrantes de la sociedad. En efecto, sino que obtuvo la libertad religiosa. No se vio liberado de la propiedad.
aquella organización de la vida del pueblo no elevaba la posesión o el trabajo Obtuvo la libertad de la propiedad. No se vio liberado del egoísmo de la
al plano de elementos sociales, sino que, por el contrario, llevaba a término su industria, sino que obtuvo la libertad industrial. La constitución del Estado político
separación del conjunto del Estado y los constituía en sociedades especiales y la disolución de la sociedad burguesa en los individuos independientes- cuya
dentro de la sociedad. No obstante, las funciones y condiciones de vida de la relación es el derecho, mientras que la
sociedad civil seguían siendo políticas, aunque políticas en el sentido del relación entre los hombres de los estamentos y los gremios era el privilegio - se
feudalismo; es decir, excluían al individuo del conjunto del Estado, y convertían lleva a cabo en uno y el mismo acto. Ahora bien, el hombre, en cuanto miembro
la relación especial de su corporación con el conjunto del Estado en su propia de la sociedad civil, el hombre no político, aparece necesariamente como el
relación general con la vida del pueblo, del mismo modo que convertían sus hombre natural. Los droits de l'homme aparecen cómo droits naturels, pues la
determinadas actividad y situación burguesas en su actividad y situación actividad consciente de sí misma se concentra en el acto político. El hombre egoísta
generales. Y, como consecuencia de esta organización, se revela es el resultado pasivo, simplemente encontrado, de la sociedad disuelta, objeto
necesariamente la unidad del Estado en cuanto la conciencia, la voluntad y la de la certeza inmediata y, por tanto, objeto natural. La revolución política disuelve la
actividad de la unidad del Estado, y el poder general del Estado también como vida burguesa en sus partes integrantes, sin revolucionar estas partes mismas ni
incumbencia especial de un señor disociado del pueblo, y de sus servidores. La someterlas a crítica. Se comporta hacia la sociedad burguesa, hacia el mundo
revolución política, que derrocó este poder señorial y elevó los asuntos del de las necesidades, del trabajo, de los intereses particulares, del derecho
Estado a asuntos del pueblo y que constituyó el Estado político como privado, como hacia la base de su existencia, como hacia una premisa que ya no es
incumbencia general, es decir, como Estado real, destruyó necesariamente posible seguir razonando y, por tanto, como ante su base natural. Finalmente, el
todos los estamentos, corporaciones, gremios y privilegios, que eran otras hombre, en cuanto miembro de la sociedad burguesa, es considerado como el
tantas expresiones de la separación entre el pueblo y su comunidad. La verdadero hombre, como el homme a diferencia del citoyen, por ser el hombre en
revolución política suprimió, con ello, el carácter político de la sociedad civil. su inmediata existencia sensible e individual, mientras que el hombre político
Rompió la sociedad civil en sus partes integrantes más simples, de una parte sólo es el hombre abstracto, artificial, el hombre como una persona alegórica,
los individuos y de otra parte los elementos materiales y espirituales, que forman el moral. El hombre real sólo es reconocido bajo la forma del individuo egoísta; el
contenido, de vida, la situación civil de estos individuos. Soltó de sus ataduras verdadero hombre. sólo bajo la forma del citoyen abstracto. Rousseau describe,
el espíritu político, que se hallaba como escindido, dividido y estancado en los pues, certeramente la abstracción del hombre político, cuando dice: "Celui qui
diversos callejones de la sociedad feudal; lo aglutinó sacándolo de esta ose entreprendre d'instituer un peuple doit se sentir en état de changer pour
dispersión, lo liberó de su confusión con la vida civil y lo constituyó, como la ainsi dire la nature humaine, de transformer chaque individu, qui par lui-meme est
esfera de la comunidad, de la incumbencia general del pueblo, en la un tout parfait et solitaire, en partie d'un plus grand tout dont cet individu
independencia ideal con respecto a aquellos elementos especiales de la vida recoive en quelque sorte sa vie et son être, de substituer une existence partielle et
NOTAS

(5) Derechos del hombre.[N. del E.]


morale á l'existence physique et indépendante. Il faut qu'il ôte á l'homme ses forces
propres pour lui en donner qui lui soient étrangéres et dont il ne puisse faire (6) Derechos del ciudadano.[N. del E.]
usage sans le secours d'autri."
(24) ("Contrat social" lib. II, Londres, 1782, pág. 67.) Toda emancipación es la (7) Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. [N. del E.]
reducción del mundo humano, de las relaciones, al hombre mismo. La
emancipación política es la reducción del hombre, de una parte, a miembro de (8) No debe perseguirse a nadie por sus opiniones, incluso las religiosas.[N. del E.]
la sociedad burguesa, al individuo egoísta independiente, y, de otra parte, al
(9) A todos la libertad de practicar el culto religioso a que se halle adscrito.[N. del E.]
ciudadano del Estado, a la persona moral. Sólo cuando el hombre individual real
recobra en sí al ciudadano abstracto y se convierte, como hombre individual, (10) El libre ejercicio de los cultos.[N. del E.]
en ser genérico, en su trabajo individual y en sus relaciones individuales; sólo
cuando el hombre ha reconocido y organizado sus "forces propres" (25) como (11) La necesidad de enunciar estos derechos presupone o la presencia o el recuerdo
fuerzas sociales y cuando, por tanto, no desglosa ya de sí la fuerza social bajo la reciente del despotismo.[N. del E.]
forma de fuerza política, sólo entonces se lleva a cabo la emancipación humana.
(12) Constitución de Pensilvania, art. 9, & 3: Todos los hombres han recibido de la
naturaleza el derecho imprescriptible de adorar al Todopoderoso con arreglo a las
inspiraciones de su conciencia, y nadie puede, legalmente ser obligado a practicar,
instituir o sostener en contra de su voluntad ningún culto o ministerio religioso. Ninguna
autoridad humana puede, en ningún caso, intervenir en materias de conciencia ni
fiscalizar las potencias del alma.[N. del E.]

(13) Constitución de New-Hampshire, arts. 5 y 6: Entre los derechos naturales, algunos


son inalienables por naturaleza, ya que no pueden ser sustituidos por otros. Y entre ellos
figuran los derechos de conciencia.[N. del E.]

(14) Estos derechos, etc. ( los derechos naturales e imprescriptibles) son: la igualdad. la
libertad, la seguridad y la propiedad.[N. del E.]

(15) La libertad es el poder del propio hombre de hacer todo lo que no lesione los
derechos de otro.[N. del E.]

(16) La libertad consiste en poder hacer todo lo que no perjudique a otro.[N. del E.]

(17) El derecho de propiedad es el derecho de todo ciudadano a gozar y disponer a su


antojo de sus bienes, de sus rentas, de los frutos de su trabajo y de su industria.[N. del
E.]

(18) La igualdad consiste en que la aplicación de la misma ley a todos, tanto cuando
protege como cuando castiga.[N. del E.]

(19) La seguridad consiste en la protección conferida por la sociedad a cada uno de sus
miembros para la conservación de su persona, de sus derechos y de sus
propiedades.[N. del E.]

(20) El fin de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e


imprescriptibles del hombre.[N. del E.]
(21) El gobierno ha sido instituido para garantizar al hombre el disfrute de sus derechos
naturales e imprescriptibles.[N. del E.]

(22) Libertad indefinida de la prensa.[N. del E.]

(23) La libertad de prensa no debe permitirse cuando compromete la libertad


política.[N. del E.]

(24) Quien ose acometer la empresa de instituir un pueblo debe sentirse capaz de
cambiar, por decirlo así, la naturaleza humana, de transformar a cada individuo, que es
por sí mismo un todo perfecto y solitario, en parte de un todo mayor del que este
individuo reciba, hasta cierto punto, su vida y su ser, de sustituir la existencia física e
independiente por una existencia parcial y moral. Debe despojar al hombre de sus
fuerzas propias, para entregarle otras que le sean extrañas y de las que sólo pueda hacer
uso con la ayuda de otros.[N. del E.]

(25) Fuerzas propias.[N. del E.]

(26) Ese que veis a la cabeza de una respetable corporación empezó siendo
comerciante; como su comercio quebró, se hizo sacerdote; este otro comenzó por el
sacerdocio, pero en cuanto dispuso de cierta cantidad de dinero, dejó el púlpito por los
negocios. A los ojos de muchos, el ministerio religioso es una verdadera carrera
industrial.[N. del E.]
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Pierre Manent. "Curso de Filosofía Política"
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Karl MARX

EL DIECIOCHO BRUMARIO DE LUIS BONAPARTE

Capítulo VII

La república social apareció como fase, como profecía, en el umbral de la revolución de febrero. En las jornadas de junio de
1848, fue ahogada en sangre del proletariado de París, pero aparece en los restantes actos del drama como espectro. Se anuncia la
república democrática. Se esfuma el 13 de junio de 1849, con sus pequeños burgueses dados a la fuga, pero en su huida arroja tras
sí reclamos doblemente jactanciosos. La república parlamentaria con la burguesía se adueña de toda la escena, apura su vida en
toda la plenitud, pero el 2 de diciembre de 1851 la entierra bajo el grito de angustia de los realistas coligados: «¡Viva la república!»

La burguesía francesa, que se rebelaba contra la dominación del proletariado trabajador, encumbró en el poder al
lumpemproletariado, con el jefe de la Sociedad del 10 de Diciembre a la cabeza. La burguesía mantenía a Francia bajo el miedo
constante a los futuros espantos de la anarquía roja; Bonaparte descontó este porvenir cuando el 4 de diciembre hizo que el ejército
del orden, animado por el aguardiente, disparase contra los distinguidos burgueses del Boulevard Montmartre y del Boulevard des
Italiens, que estaban asomados a las ventanas. La burguesía hizo la apoteosis del sable, y el sable manda sobre ella. Aniquiló la
prensa revolucionaria, y ve aniquilada su propia prensa. Sometió las asambleas populares a la vigilancia de la policía; sus salones se

hallan bajo la vigilancia de la policía. Disolvió la Guardia Nacional democrática y su propia Guardia Nacional democrática y su
propia Guardia Nacional ha sido disuelta. Decretó el estado de sitio, y el estado de sitio ha sido decretado contra ella. Suplantó los
jurados por comisiones militares, y las comisiones militares ocupan el puesto de sus jurados. Sometió la enseñanza del pueblo a los
curas, y los curas la someten a ella a su propia enseñanza. Deportó a detenidos sin juicio, y ella es deportada sin juicio. Sofocó todo
movimiento de la sociedad mediante el poder del Estado, y el poder del Estado sofoca todos los movimientos de su sociedad. Se
rebeló, llevada del entusiasmo por su bolsa, contra sus propios políticos y literatos; sus políticos y literatos fueron quitados de en
medio, pero su bolsa se ve saqueada después de amordazarse su boca y romperse su pluma. La burguesía gritaba incansablemente a
la revolución como San Arsenio a los cristianos: Fuge, tace, quiesce! ¡Huye, calla, descansa! Y ahora es Bonaparte el que grita a la
burguesía; Fuge, tace, quiesce! ¡Huye, calla, descansa!

La burguesía francesa había resuelto desde hacía mucho tiempo el dilema de Napoleón: Dans cinquante ans, l'Europe sera
républicaine ou cosaque... Lo había resuelto en la république cosaque. Ninguna Circe ha desfigurado con su encanto maligno la
obra de arte de la república burguesa, convirtiéndola en un monstruo. Esa república sólo perdió su apariencia de respetabilidad. La
Francia actual se contenía ya íntegra en la república parlamentaria. Sólo hacía falta el arañazo de una bayoneta para que la vejiga
estallase y el monstruo saltase a la vista.

¿Por qué el proletariado de París no se levantó después del 2 de diciembre?

La caída de la burguesía sólo estaba decretada; el decreto no se había ejecutado todavía. Cualquier alzamiento serio del
proletariado habría dado a aquélla nuevos bríos, la habría reconciliado con el ejército y habría asegurado a los obreros una segunda
derrota de julio.

El 4 de diciembre, el proletariado fue espoleado a la lucha por burgueses y tenderos. En la noche de este día prometieron
comparecer en el lugar de la lucha varias legiones de la Guardia Nacional, armadas y uniformadas. En efecto, burgueses y tenderos
habían descubierto que, en uno de sus decretos del 2 de diciembre, Bonaparte abolía el voto secreto y les ordenaba inscribir en los
registros oficiales, detrás de sus nombres, un sí o un no. La resistencia del 4 de diciembre amedrentó a Bonaparte. Durante la noche
mandó pegar en todas las esquinas de París carteles anunciando la restauración del voto secreto. Burgueses y tenderos creyeron
haber alcanzado su finalidad. Todos los que no se presentaron a la mañana siguiente eran tenderos y burgueses.

Un golpe de mano de Bonaparte, dado durante la noche del 1 al 2 de diciembre, había privado al proletariado de París de sus
guías, de los jefes de las barricadas. ¡Un ejército sin oficiales, al que los recuerdos de junio de 1848 y 1849 y de mayo de 1850
inspiraban la aversión a luchar bajo la bandera de los montagnards, confió a su vanguardia, a las sociedades secretas, la salvación
del honor insurreccional de París, que la burguesía entregó tan mansamente a la soldadesca, que Bonaparte pudo más tarde desarmar
a la Guardia Nacional con el pretexto burlón de que temía que sus armas fuesen empleadas abusivamente contra ella misma por los
anarquistas!

«C'est le triomphe complet et définitif du Socialisme!» Así caracterizó Guizot el 2 de diciembre. Pero si la caída de la
república parlamentaria encierra ya en germen el triunfo de la revolución proletaria, su resultado inmediato, tangible, era la victoria
de Bonaparte sobre el parlamento, del poder ejecutivo sobre el poder legislativo, de la fuerza sin frases sobre la fuerza de
las frases. En el parlamento, la nación elevaba su voluntad general a ley, es decir, elevaba la ley de la clase dominante a su voluntad
general. Ante el poder ejecutivo, abdica de toda voluntad propia y se somete a los dictados de un poder extraño, de la autoridad. El
poder ejecutivo, por oposición al legislativo, expresa la heteromanía de la nación por oposición a su autonomía. Por tanto, Francia
sólo parece escapar al despotismo de una clase para reincidir bajo el despotismo de un individuo, y concretamente bajo la autoridad
de un individuo sin autoridad. Y la lucha parece haber terminado en que todas las clases se postraron de hinojos, con igual
impotencia y con igual mutismo, ante la culata del fusil.

Pero la revolución es radical. Está pasando todavía por el purgatorio. Cumple su tarea con método. Hasta el 2 de diciembre de
1851 había terminado la mitad de su labor preparatoria; ahora, termina la otra mitad. Lleva primero a la perfección el poder
parlamentario, para poder derrocarlo. Ahora, conseguido ya esto, lleva a la perfección el poder ejecutivo, lo reduce a su más pura
expresión, lo aísla, se enfrenta con él, como único blanco contra el que debe concentrar todas sus fuerzas de destrucción. Y cuando
la revolución haya llevado a cabo esta segunda parte de su labor preliminar, Europa se levantará, y gritará jubilosa: ¡bien has
hozado, viejo topo!

Este poder ejecutivo, con su inmensa organización burocrática militar, con su compleja y artificiosa maquinaria de Estado, un
ejército de funcionarios que suma medio millón de hombres, junto a un ejército de otro medio millón de hombres, este espantoso
organismo parasitario que se ciñe como una red al cuerpo de la sociedad francesa y le tapona todos los poros, surgió en la época de
la monarquía absoluta, de la decadencia del régimen feudal, que dicho organismo contribuyó a acelerar. Los privilegios señoriales
de los terratenientes y de las ciudades se convirtieron en otros tantos atributos del poder del Estado, los dignatarios feudales en
funcionarios retribuidos y el abigarrado mapa muestrario de las soberanías medievales en pugna en el plan reglamentado de un
poder estatal cuya labor está dividida y centralizada como en una fábrica. la primera revolución francesa, con su misión de romper
todos los poderes particulares locales, territoriales, municipales y provinciales, para crear la unidad civil de la nación, tenía
necesariamente que desarrollar lo que la monarquía absoluta había iniciado: la centralización; pero al mismo tiempo amplió el
volumen, las atribuciones y el número de servidores del poder del Gobierno. Napoleón perfeccionó esta máquina del Estado. La

monarquía legítima y la monarquía de Julio no añadieron nada más que una mayor división del trabajo, que crecía a medida que la
división del trabajo dentro de la sociedad burguesa creaba nuevos grupos de intereses, y por tanto nuevo material para la
administración del Estado. Cada interés se desglosaba inmediatamente de la sociedad, se contraponía a ésta como interés superior,
general (allgemeines), se sustraía a la propia iniciativa de los individuos de la sociedad y se convertía en objeto de la actividad del
Gobierno, desde el puente, la escuela y los bienes comunales de un municipio rural cualquiera, hasta los ferrocarriles, la riqueza
nacional y las universidades de Francia. Finalmente, la república parlamentaria, en su lucha contra la revolución, viose obligada a
fortalecer, junto con las medidas represivas, los medios y la centralización del poder del Gobierno. Todas las revoluciones
perfeccionaban esta máquina, en vez de destrozarla. Los partidos que luchaban alternativamente por la dominación, consideraban la
toma de posesión de este inmenso edificio del Estado como el botín principal del vencedor.

Pero bajo la monarquía absoluta, durante la primera revolución, bajo Napoleón, la burocracia no era más que el medio para
preparar la dominación de clase de la burguesía. Bajo la restauración, bajo Luis Felipe, bajo la república parlamentaria, era el
instrumento de la clase dominante, por mucho que ella aspirase también a su propio poder absoluto.

Es bajo el segundo Bonaparte cuando el Estado parece haber adquirido una completa autonomía. La máquina del Estado se ha
consolidado ya de tal modo que frente a la sociedad burguesa, que basta con que se halle a su frente el jefe de la Sociedad del 10 de
Diciembre, un caballero de industria venido de fuera y elevado sobre el pavés por una soldadesca embriagada, a la que compró con
aguardiente y salchichón y a la que tiene que arrojar constantemente salchichón. De aquí la pusilánime desesperación, el
sentimiento de la más inmensa humillación y degradación que oprime el pecho de Francia y contiene su aliento. Francia se siente
como deshonrada.

Y, sin embargo, el poder del Estado no flota en el aire. Bonaparte representa a una clase, que es, además, la clase más numerosa
de la sociedad francesa: los campesinos parcelarios.

Así como los Borbones eran la dinastía de los grandes terratenientes y los Orleans la dinastía del dinero, los Bonapartes son la
dinastía de los campesinos, es decir, de la masa del pueblo francés. El elegido de los campesinos no es el Bonaparte que se sometía
al parlamento burgués, sino el Bonaparte que le dispersó. Durante tres años consiguieron las ciudades falsificar el sentido de la
elección del 10 de diciembre y estafar a los campesinos la restauración del imperio. La elección del 10 de diciembre de 1848 no se
consumó hasta el golpe de Estado del 2 de diciembre de 1851.

Los campesinos parcelarios forman una masa inmensa, cuyos individuos viven en idéntica situación, pero sin que entre ellos
existan muchas relaciones. Su modo de producción los aísla a unos de otros, en vez de establecer relaciones mutuas entre ellos. Este
aislamiento es fomentado por los malos medios de comunicación de Francia y por la pobreza de los campesinos. Su campo de
producción, la parcela, no admite en su cultivo división alguna del trabajo, ni aplicación alguna de la ciencia; no admite, por tanto,
multiplicidad de desarrollo, ni diversidad e talentos, ni riqueza de relaciones sociales. Cada familia campesina se basta, sobre poco
más o menos, a sí misma, produce directamente ella misma la mayor parte de lo que consume y obtiene así sus materiales de
existencia más bien en intercambio con la naturaleza que en contacto con la sociedad. La parcela, el campesino y su familia; y al
lado, otra parcela, otro campesino y otra familia. Unas cuantas unidades de éstas forman una aldea, y unas cuantas aldeas, un
departamento. Así se forma la gran masa de la nación francesa, por la simple suma de unidades del mismo nombre, al modo como,
por ejemplo, las patatas de un saco forman un saco de patatas. En la medida en que millones de familias viven bajo condiciones
económicas de existencia que las distinguen por su modo de vivir, por sus intereses y por su cultura de otras clases y las oponen a
éstas de un modo hostil, aquéllos forman una clase. Por cuanto existe entre los campesinos parcelarios una articulación puramente
local y la identidad de sus intereses no engendra entre ellos ninguna comunidad, ninguna unión nacional y ninguna organización
política, no forman una clase. Son, por tanto, incapaces de hacer valer su interés de clase en su propio nombre, ya sea por medio de
un parlamento o por medio de una Convención. No pueden representarse, sino que tienen que ser representados. Su representante
tiene que aparecer al mismo tiempo como su señor, como una autoridad por encima de ellos, como un poder ilimitado de gobierno
que los proteja de las demás clases y les envíe desde lo alto la lluvia y el sol. por consiguiente, la influencia política de los
campesinos parcelarios encuentra su última expresión en el hecho de que el poder ejecutivo somete bajo su mando a la sociedad.

La tradición histórica hizo nacer en el campesino francés la fe milagrosa de que un hombre llamado Napoleón le devolvería todo
el esplendor. Y se encuentra un individuo que se hace pasar por tal hombre, por ostentar el nombre de Napoleón gracias a que el
Code Napoléon ordena. «La recherche de la paternité est interdite». Tras 20 años de vagabundaje y una serie de grotescas
aventuras, se cumple la leyenda, y este hombre se convierte en emperador de los franceses. La idea fija del sobrino se realizó porque
coincidía con la idea fija de la clase más numerosa de los franceses.

Pero, se me objetará: ¿y los levantamientos campesinos de media Francia, las batidas del ejército contra los campesinos, y los
encarcelamientos y deportaciones en masa de campesinos?

Desde Luis XIV, Francia no ha asistido a ninguna persecución semejante de campesinos «por manejos demagógicos».

Pero entiéndase bien. La dinastía de Bonaparte no representa al campesino revolucionario, sino al campesino conservador; no
representa al campesino que pugna por salir de su condición social de vida, la parcela, sino al que, por el contrario, quiere
consolidarla; no a la población campesina, que, con su propia energía y unida a las ciudades, quiere derribar el viejo orden, sino a la
que, por el contrario, sombríamente retraída en este viejo orden, quiere verse salvada y preferida, en unión de su parcela, pro el

espectro del imperio. No representa la ilustración, sino la superstición del campesino, no su juicio; sino su prejuicio, no su porvenir,
sino su pasado, no sus Cévennes modernas, sino su moderna Vendée.

Los tres años de dura dominación de la república parlamentaria habían curado a una parte de los campesinos franceses de la
ilusión napoleónica y los habían revolucionado, aun cuando sólo fuese superficialmente; pero la burguesía los empujaba
violentamente hacia atrás cuantas veces se ponían en movimiento. Bajo la república parlamentaria, la conciencia moderna de los
campesinos franceses pugnó con la conciencia tradicional. El proceso se desarrolló bajo la forma de una lucha incesante entre los
maestros de escuela y los curas. La burguesía abatió a los maestros. Por vez primera los campesinos hicieron esfuerzos para adoptar
una actitud independiente frente a la actividad del Gobierno. Esto se manifestó en el conflicto constante de los alcaldes con los
prefectos. La burguesía destituyó a los alcaldes. Finalmente, los campesinos de diversas localidades se levantaron durante el período
de la república parlamentaria contra su propio engendro, el ejército. La burguesía los castigó con estados de sitio y ejecuciones. Y
esta misma burguesía clama ahora acerca de la estupidez de las masas, de la vile multitude que la ha traicionado frente a Bonaparte.
Fue ella misma la que consolidó con sus violencias las simpatías de la clase campesina por el Imperio, la que ha mantenido
celosamente el estado de cosas que forman la cuna de esta religión campesina. Claro está que la burguesía tiene necesariamente que
temer la estupidez de las masas, mientras siguen siendo conservadoras, y su conciencia en cuanto se hacen revolucionarias.

En los levantamientos producidos después del golpe de Estado, una parte de los campesinos franceses protestó con las armas en
la mano contra su propio voto del 10 de diciembre de 1848. La experiencia adquirida desde 1848 les había abierto los ojos. Pero
habían entregado su alma a las fuerzas infernales de la historia, y ésta los cogía por la palabra, y la mayoría estaba aún tan llena de
prejuicios, que precisamente en los departamentos más rojos la población campesina votó públicamente por Bonaparte. Según ellos,
la Asamblea Nacional le había impedido caminar. Ahora no había hecho más que romper las ligaduras que las ciudades habían
puesto a la voluntad del campo. En algunos sitios, abrigaban incluso la idea grotesca de colocar, junto a un Napoleón, una
Convención.

Después de la primera revolución había convertido a los campesinos semisiervos en propietarios libres de su tierra. Napoleón
consolidó y reglamentó las condiciones bajo las cuales podrían explotar sin que nadie les molestase el suelo de Francia que se les
acababa de asignar, satisfaciendo su afán juvenil de propiedad. Pero lo que hoy lleva a la ruina al campesino francés, es su misma
parcela, la división del suelo, la forma de propiedad consolidada en Francia por Napoleón. Fueron precisamente las condiciones
materiales las que convirtieron al campesino feudal francés en campesino parcelario y a Napoleón en emperador. Han bastado dos
generaciones para engendrar este resultado inevitable: el empeoramiento progresivo de la agricultura y endeudamiento progresivo
del agricultor. La forma «napoleónica» de propiedad, que a comienzos del siglo XIX era la condición para la liberación y el
enriquecimiento de la población campesina francesa, se ha desarrollado en el transcurso de este siglo como la ley de su esclavitud y
de su pauperismo. Y es precisamente esta ley la primera de las idees napoléoniennes que viene a afirmar el segundo Bonaparte. Si
comparte todavía con los campesinos la ilusión de buscar la causa de su ruina, no en su misma propiedad parcelaria, sino fuera de
ella, en la influencia de circunstancias secundarias, sus experimentos se estrellarán como pompas de jabón contra las relaciones de
producción.

El desarrollo económico de la propiedad parcelaria ha invertido de raíz la relación de los campesinos con las demás clases de la
sociedad. Bajo Napoleón, la parcelación del suelo en el campo completaba la libre concurrencia y la gran industria incipiente de las
ciudades. La clase campesina era la protesta omnipresente contra la aristocracia terrateniente, que se acababa de derribar. Las raíces
que la propiedad parcelaria echó en el suelo francés quitaron al feudalismo toda sustancia nutritiva. Sus mojones formaban el
baluarte natural dela burguesía contra todo golpe de mano de sus antiguos señores. Pero en el transcurso del siglo XIX pasó a
ocupar el puesto de los señores feudales el usurero de la ciudad, las cargas feudales del suelo fueron sustituidas por la hipoteca y la
aristocrática propiedad territorial fue suplantada por el capital burgués. La parcela del campesino sólo es ya el pretexto que permite
al capitalista sacar de la tierra ganancia, intereses y renta, dejando al agricultor que se las arregle para sacar como pueda su salario.
Las deudas hipotecarias que pesan sobre el suelo francés imponen a los campesinos de Francia un interés tan grande como los
intereses anuales de toda la deuda nacional británica. La propiedad parcelaria, en esta esclavitud bajo el capital a que conduce
inevitablemente su desarrollo, ha convertido a l amasa de la nación francesa en trogloditas. Dieciséis millones de campesinos
(incluyendo las mujeres y los niños) viven en chozas, una gran parte de las cuales sólo tienen una abertura, otra parte, dos
solamente, y las privilegiadas, tres. Las ventanas son para una casa lo que los cinco sentidos para la cabeza. El orden burgués, que a
comienzos del siglo puso al Estado de centinela de la parcela recién creada y la abonó con laureles, se ha convertido en un vampiro
que le chupa la sangre y la médula y la arroja ala caldera de alquimista del capital. El Code Napoléon no es ya más que el código de
los embargos, de las subastas y de las adjudicaciones forzosas. A los cuatro millones (incluyendo niños, etc.) de paupers oficiales,
vagabundos, delincuentes y prostitutas, que cuenta Francia, hay que añadir cinco millones, cuya existencia flota al borde del abismo
y que o bien viven en el mismo campo desertan constantemente, con sus harapos y sus hijos, del campo a las ciudades y de las
ciudades al campo. Por tanto, los intereses de los campesinos no se hallan ya, como bajo Napoleón, en consonancia, sin en
contraposición con los intereses de la burguesía, con el capital. Por eso los campesinos encuentran su aliado y jefe natural en el
proletariado urbano, que tiene por misión derrocar el orden burgués. Pero el Gobierno fuerte y absoluto -que es la segunda idée
napoléoninne que viene a poner en práctica el segundo Napoleón- está llamado a defender por la violencia este orden «material». Y
este orden material es también el tópico en todas las proclamas de Bonaparte contra los campesinos rebeldes.

Junto a la hipoteca, que el capital le impone, pesan sobre la parcela los impuestos. Los impuestos son la fuente de vida de la
burocracia, del ejército, de los curas y de la corte; en una palabra, de todo el aparado del poder ejecutivo. Un gobierno fuerte e
impuestos elevados son cosas idénticas. La propiedad parcelaria se presta por la naturaleza para servir de base a una burocracia
omnipotente e innumerable. Crea un nivel igual de relaciones y de personas en toda la faz del país. Ofrece también, por tanto, la
posibilidad de influir por igual sobre todos los puntos de esta masa igual desde un centro supremo. Destruye los grados intermedios
aristocráticos entre la masa del pueblo y el poder del Estado. Provoca, por tanto, desde todos los lados, la injerencia directa de este
poder estatal y la interposición de sus órganos inmediatos. Y, finalmente, crea una superpoblación parada y no encuentra cabida ni
en el campo ni en las ciudades y que, por tanto, echa mano de los cargos públicos como de una respetable limosna, provocando la
creación de cargos del Estado. Con los nuevos mercados que abrió a punta de bayoneta, con el saqueo del continente, Napoleón
devolvió los impuestos forzosos con sus intereses. Estos impuestos eran entonces un acicate para la industria del campesino,
mientras que ahora privan a su industria de sus últimos recursos y acaban de exponerle indefenso al pauperismo. Y de todas las
idées napoléoniennes, la de una enorme burocracia, bien galoneada y bien cebada, es la que más agrada al segundo Bonaparte. ¿Y
cómo no había de agradarle, si se ve obligado a crear, junto a las clases reales de la sociedad una casta artificial, para la que el
mantenimiento de su régimen es un problema de cuchillo y tenedor? Por eso, una de sus primeras operaciones financieras consistió
en elevar nuevamente los sueldos de los funcionarios a su altura antigua y en crear nuevas sinecuras.

Otra idée napoléonienne es la dominación de los curas como medio de gobierno. Pero si la parcela recién creada, en su armonía
con la sociedad, en su dependencia de las fuerzas de la naturaleza y en su sumisión a la autoridad que la protegía desde lo alto era,
naturalmente, religiosa, esta parcela, comida de deuda, divorciada de la sociedad y de la autoridad y forzada a salirse de sus propios
horizontes, limitados, se hace, naturalmente, irreligiosa. El cielo era una añadidura muy hermosa al pequeño pedazo de tierra
acabado de adquirir, tanto más cuanto que de él viene el sol y la lluvia, pero se convierte en un insulto tan pronto como se le quiere
imponer a cambio de la parcela. En este caso, el cura ya sólo aparece como el ungido perro rastreador de la policía terrenal: otra
idée napoléonienne. La próxima vez, la expedición contra Roma se llevará a cabo en la misma Francia, pero en sentido inverso al
del señor Montalembert.

Finalmente, el punto culminante de las idées napoléoniennes es la preponderancia del ejército. El ejército era el point d'honneur
de los campesinos parcelarios, eran ellos mismos convertidos en héroes, defendiendo su nueva propiedad contra el enemigo de
fuera, glorificando su nacionalidad recién conquistada, saqueando y revolucionando el mundo. El uniforme era su ropa de gala; la
guerra su poesía; la parcela, prolongada y redondeada en la fantasía, la patria, y el patriotismo la forma ideal del sentido de la
propiedad. Pero los enemigos contra quienes ahora tiene que defender su propiedad el campesino francés no son los cosacos, son los
alguaciles y los agentes ejecutivos del fisco. La parcela no está ya enclavada en lo que llaman patria, sino en el registro hipotecario.
El mismo ejército ya no es la flor de la juventud campesina, sino la flor del pantano del lumpemproletariado campesino. Está
formado en su mayoría por remplaçants, por sustitutos, del mismo modo que el segundo Bonaparte no es más que el remplaçant, el
sustituto de Napoleón. sus hazañas heroicas consisten ahora en las cacerías y batidas contra los campesinos, en el servicio de
gendarmería, y si las contradicciones internas de su sistema lanzan al jefe de la Sociedad del 10 de diciembre del otro lado de la
frontera francesa, tras algunas hazañas de bandidaje el ejército no cosechará precisamente laureles, sino palos.

Como vemos, todas las «idées napoléoniennes» son las ideas de la parcela incipiente, juvenil, pero constituyen un
contrasentido para la parcela caduca. No son más que las alucinaciones de su agonía, palabras convertidas en frases, espíritus
convertidos en fantasmas. Pero la parodia del imperio era necesaria para liberar a la masa de la nación francesa de peso de la
tradición y hacer que se destacase nítidamente la contraposición entre el Estado y la sociedad. Conforme avanza la ruina de la
propiedad parcelaria, se derrumba el edificio del Estado construido sobre ella. La centralización del Estado, que la sociedad
moderna necesita, sólo se levanta sobre las ruinas de la máquina burocrático-militar de gobierno, forjada por oposición al
feudalismo.

Las condiciones de los campesinos franceses nos descubren el misterio de las elecciones generales del 20 y 21 de diciembre,
que llevaron al segundo Bonaparte al Sinaí pero no para recibir leyes, sino para darlas.

Manifiestamente, la burguesía no tenía ahora más opción que elegir a Bonaparte. Cuando, en el Concilio de Constanza, los
puritanos se quejaban de la vida licenciosa de los papas y gemían acerca de la necesidad de reformar las costumbres, el cardenal
Pierre d'Ailly dijo, con voz tonante: «¡Cuando sólo el demonio en persona puede salvar a la Iglesia católica, vosotros pedís
ángeles!» La burguesía francesa exclamó también, después del coup d'état: ¡Sólo el jefe de la Sociedad del 10 de Diciembre puede
ya salvar a la sociedad burguesa! ¡Sólo el robo puede salvar a la propiedad, el perjurio a la religión, el bastardismo a la familia, y el
desorden al orden!

Bonaparte, como poder ejecutivo convertido en fuerza independiente, se cree llamado a garantizar el «orden burgués». Pero la
fuerza de este orden burgués está en la clase media. Se cree, por tanto, representante de la clase media y promulga decretos en este
sentido. Pero si es algo, es gracias a haber roto y romper de nuevo diariamente la fuerza política de esta clase media. Se afirma, por
tanto, como adversario de la fuerza política y literaria de la clase media. Pero, al proteger su fuerza material, engendra de nuevo su
fuerza política. Se trata, por tanto, de mantener viva la causa, pero de suprimir el efecto allí donde éste se manifieste. Pero esto no es
posible sin una pequeña confusión de causa y efecto, pues al influir el uno sobre la otra y viceversa, ambos pierden sus
características distintivas. Nuevos decretos que borran la línea divisoria. Bonaparte se reconoce al mismo tiempo, frente a la
burguesía, como representante de los campesinos y del pueblo en general, llamado a hacer felices dentro de la sociedad burguesa a

las clases inferiores del pueblo. Nuevos decretos, que estafan de antemano a los «verdaderos socialistas» su sabiduría de
gobernantes. Pero Bonaparte se sabe ante todo jefe de la Sociedad del 10 de Diciembre, representante del lumpemproletariado, al
que pertenece él mismo, su entourage, su Gobierno y su ejército, y al que ante todo le interesa beneficiarse a sí mismo y sacar
premios de lotería californiana del Tesoro público. Y se confirma como jefe de la Sociedad del 10 de Diciembre con decretos, sin
decretos y a pesar de los decretos.

Esta misión contradictoria del hombre explica las contradicciones de su Gobierno, el confuso tantear aquí y allá, que procura tan
pronto atraerse como humillar, unas veces a esta y otras veces a aquella clase, poniéndolas a todas por igual en contra suya, y cuya
inseguridad práctica forma un contraste altamente cómico con el estilo imperioso y categórico de sus actos de gobierno, estilo
imitado sumisamente del tío.

La industria y el comercio, es decir, los negocios de la clase media, deben florecer como planta de estufa bajo el Gobierno fuerte.
Se otorga un sinnúmero de concesiones ferroviarias. Pero el lumpemproletariado bonapartista tiene que enriquecerse. Manejos
especulativos con las concesiones ferroviarias en la Bolsa por gentes iniciadas de antemano. Pero no se presenta ningún capital para
los ferrocarriles. Se obliga al Banco a adelantar dinero a cuenta de las acciones ferroviarias. Pero, al mismo tiempo, hay que
explotar personalmente al Banco, y, por tanto, halagarlo. Se exime al Banco del deber de publicar semanalmente sus informes.
Contrato leonino del Banco con el Gobierno. Hay que dar trabajo al pueblo. Se ordenan obras públicas. Pero las obras públicas
aumentan las cargas tributarias del pueblo. Por tanto, rebaja de los impuestos mediante un ataque contra los rentistas, convirtiendo
las rentas al 5 por 100 en renta al 4,5 por 100. Pero hay que dar un poco de miel a la burguesía. Por tanto, se duplica el impuesto
sobre el vino para el pueblo, que lo bebe al por menor, y se rebaja a la mitad para la clase media, que lo bebe al por mayor. Se
disuelven las asociaciones obreras existentes, pero se prometen milagros de asociación para e porvenir. Hay que ayudar a los
campesinos: Bancos hipotecarios, que aceleran su endeudamiento y la concentración de la propiedad. Pero a estos Bancos hay que
utilizarlos para sacar dinero de los bienes confiscados de la casa de Orleans. No hay ningún capitalista que se preste a esta
condición, que no figura en el decreto, y el Banco hipotecario se queda reducido a mero decreto, etc.

Bonaparte quisiera aparecer como el bienhechor patriarcal de todas las clases. Pero no puede dar nada a una sin quitárselo a la
otra. Y así como en los tiempos de la Fronda se decía del duque de Guisa que era el hombre más obligeant de Francia, porque había
convertido todas sus fincas en obligaciones de sus partidarios, contra él mismo, Bonaparte quisiera ser también el hombre más
obligeant de Francia y convertir toda la propiedad y todo el trabajo de Francia en una obligación personal contra él mismo. Quisiera
robar a Francia entera para regalársela a Francia, o mejor dicho, para comprar de nuevo a Francia con dinero francés, pues como
jefe de la Sociedad del 10 de Diciembre tiene necesariamente que comprar lo que quiere que le pertenezca. Y en institución del
soborno se convierten todas las instituciones del Estado: el Senado, el Consejo de Estado, el Cuerpo Legislativo, la Legión de
Honor, la medalla del soldado, los lavaderos, los edificios públicos, los ferrocarriles, el Estado Mayor de la Guardia Nacional sin
soldados rasos, los bienes confiscados de la casa de Orleans. En medio de soborno se convierten todos los puestos del ejército y de
la máquina de gobierno. Pero lo más importante de este proceso en que se toma a Francia para entregársela a ella misma, son los
tantos por ciento que durante la operación de cambio se embolsan el jefe y los individuos de la Sociedad del 10 de Diciembre. El
chiste con el que la condesa L., la amante del señor de Morny, caracterizaba la confiscación de los bienes orleanistas; «C'est le
premier vol de l'aigle» (*) [«Es el primer vuelo (= robo) del águila»], puede aplicarse a todos los vuelos de este águila, que más
que águila es cuervo. Tanto él como sus adeptos se gritan diariamente, como aquel cartujo italiano al avaro, que contaba
jactanciosamente los bienes que habría de disfrutar durante largos años: «Tu fai conto sopra il beni, bisogna prima far il conto
sopra gli anni» (**). Para no equivocarse en los años, echan las cuentas por minutos. En la corte, en los ministerios, en la cumbre
de la administración y del ejército, se amontona un tropel de bribones, del mejor de los cuales puede decirse que no sabe de dónde
viene, una bohème estrepitosa, sospechosa y ávida de saqueo, que se arrastra en sus casacas galoneadas con la misma grotesca
dignidad que los grandes dignatarios de Soulouque. Si queremos representarnos plásticamente esta capa superior de la Sociedad del
10 de Diciembre, nos basta con saber que Véron-Crevel (***) es su predicador de moral y Granier de Cassagnca su pensador.
Guando Guizot, durante su ministerio, utilizó a este Granier en un periodicucho contra la oposición dinástica, solía ensalzarlo con
esta frase: «C'est le roi des drôles», «es el rey de los bufones». Sería injusto recordar a propósito de la corte y de la tribu de Luis
Bonaparte a la Regencia o a Luis XV. Pues «Francia ha pasado ya con frecuencia por un gobierno de favoritas pero nunca todavía
por un gobierno de chulos»

Acosado por las exigencias contradictorias de su situación y al mismo tiempo obligado como un prestidigitador a atraer hacia sí,
mediante sorpresas constantes, las miradas del público, como hacía el sustituto de Napoleón, y por tanto a ejecutar todos los días un
golpe de Estado en miniatura, Bonaparte lleva el caos a toda la economía burguesa, atenta contra todo lo que a la revolución de
1848 había parecido intangible, hace a unos pacientes para la revolución y a otros ansiosas de ella, y engendra una verdadera
anarquía en nombre del orden, despojando al mismo tiempo a toda la máquina del Estado al halo de santidad, profanándola,
haciéndola a la par asquerosa y ridícula. Copia en París, bajo la forma de culto del manto imperial de Napoleón, el culto a la sagrada
túnica de Tréveris. Pero si por último el manto imperial cae sobre los hombros de Luis Bonaparte, la estatua de bronce de Napoleón
se vendrá a tierra desde lo alto de la Columna de Vendôme.

NOTAS

* La palabra vol significa vuelo y robo (N. de Marx.)

** «Cuentas los bienes, cuando lo que debieras contar son los años». (N. de Marx.)

*** En su obra La Cousine Bette, Balzac presenta en Grevel, personaje inspirado en el doctor Véron, propietario del periódico
Constitutionnel, al tipo de filisteo más libertino de París. (N. de Marx.)
Libro I
Primera Parte
Caps. 2-4
Libro I
Segunda Parete
Caps 1- 8
UNIDAD 3
Max Weber
La relegitimación de la democracia por Max Weber 153 154 Kari Palonen

implica también una reactualización de ciertos principios clásicos, supues-


tamente pasados de moda, como el sufragio universal o el parlamentarismo,
justo por la legitimación no convencional que Weber les confiere.
Al menos desde el estudio clásico de Wolfgang Mommsen Max Weber und
La relegitimación de la democracia por Max Weber. die deutsche Politik, 1890-19203 se han planteado dudas sobre el compromiso
Aspectos de la retórica de la revisión conceptual de Weber con la democracia. Especialmente, su visión del carisma ha sido
interpretada con sospecha. En particular, los defensores de una ‘democracia
Kari Palonen* participativa’ suelen cuestionar la visión weberiana, a menudo sobre premisas
que resultan anacrónicas para la situación política de Weber4.
En la literatura sobre Weber se mantienen abiertas discusiones sobre la rela-
ción entre sus escritos teóricos y sus panfletos y otros escritos ocasionales. A mi
juicio, para la comprensión del pensamiento político de Weber una distinción
1. Weber, la democracia y el cambio conceptual drástica entre ambos géneros resulta inapropiada, pues las dos series periodísti-
cas de Weber, en concreto dos largos artículos sobre Rusia en 1906 y una serie
En este trabajo quiero, ante todo, insistir en el especial perfil de la defensa de panfletos o artículos durante la guerra, contienen importantes fragmentos de
de la democracia que realiza Max Weber y en su significación histórica en teorización política. En sus comentarios sobre la situación germano-prusiana
relación con las discusiones de su época y con los debates contemporáneos. Weber insertaba reflexiones sobre la democracia, el sufragio, el parlamenta-
Dicho aspecto concierne tanto a los estudios weberianos como a la historia rismo, la profesionalización de la política, etc., haciendo uso básicamente de
conceptual de la democracia. Querría además continuar aquí mis estudios los bien conocidos estudios de Bryce, Ostrogorski y Michels. En comparación
de reinterpretación de Max Weber como un pensador que de forma progra- con los artículos publicados en el verano de 1917, Weber había añadido impor-
mática ha usado los conceptos políticos de un modo personal1. Es probable tantes fragmentos de reflexiones conceptuales al panfleto de 1918 «Parlament
que incluso el propio Weber subestimara la importancia histórica de los cam- und Regierung im neugordneten Deutschland»5. Más aún, el significado polí-
bios que introducía en los conceptos. Al usar el programa de redescripción tico de varias apreciaciones sobre la democracia en el periodismo de guerra de
retórica de Quentin Skinner2 como una perspectiva para analizar el cambio Weber se hace más inteligible cuando se leen sobre el trasfondo de su teoriza-
conceptual, podemos evaluar el carácter y la significación de las revisiones ción política de madurez en «Politik als Beruf», de 19196, y en Wirtschaft und
conceptuales referidas a la ‘democracia’ introducidas por Weber. Todo ello Gesellschaft, publicada póstumamente en 19227.

* Kari Palonen, catedrático de ciencia política en la Universidad de Jyväskylä, es autor 2. Los cuatro «regímenes políticos»
recientemente de Eine Lobrede für Politiker. Ein Kommentar zu Max Webers ‘Politik als Beruf’
(Leske+Budrich, Opladen, 2002), Die Entzauberung der Begriffe. Das Umschreiben der politis- En su panfleto «Wahlrecht und Demokratie in Deutschland», publicado
chen Begriffe bei Quentin Skinner und Reinhart Koselleck (Lit Verlag, Münster, 2003) y Quentin
Skinner: History, Politics, Rhetoric (Polity, Cambridge, 2003).
en diciembre de 19178, Weber considera a la democracia como un régimen
1 Cf. Palonen, Das ‘Webersche Moment’. Zur Kontingenz des Politischen, Westdeutscher político (Kratie). De un modo más preciso, como un régimen entre cuatro
Verlag, Wiesbaden, 1998; «Max Weber’s Reconceptualization of Freedom», Political Theory, 27
(1999), pp. 523-544; «Die Umstrittenheit der Begriffe bei max Weber», Archiv für Begriffsges- 3 Wolfgang J. Mommsen, Max Weber und die deutsche Politik, 1890-1920, Mohr,
chichte, número especial: Die Interdisziplinarität der Begriffsgeschichte, G. Scholz (ed.), Mei- Tubinga, 1959, nueva ed., 1974.
ner, Hamburgo, 2000, pp. 145-158; «Was Max Weber a ‘Nationalist’. A Study in the Rhetoric 4 Para una versión matizada de esta crítica, Peter Breiner, Max Weber and Democratic
of Conceptual Change», Max Weber Studies, 1 (2001), pp. 196-214; «Die Verzeitlichung der Politics, Cornell University Press, Ithaca, 1996.
Begriffe bei Max Weber», en J. Kurunmäki y K. Palonen (eds.), Zeit, Geschichte und Politik 5 Weber, «Parlament und Regierung im neugeordneten Deutschland» (1918), en Max-
/ Time, History and Politics, Jyväskylä Studies in Education, Psychology and Social Research, Weber-Studienausgabe (en adelante MWS), I/15, Mohr, Tubinga, 1988, pp. 202-302.
Jyväskylä, 2003, pp. 85-103. 6 Weber, «Politik als Beruf» (1919), MWS, I/17, Mohr, Tubinga, 1994, pp. 35-88.
2 Cf. Quentin Skinner, Reason and Rhetoric in the Philosophy of Hobbes, Cambridge 7 Weber, Wirtschaft und Gesellschaft (1922), Mohr, Tubinga, 1980.
University Press, Cambridge, 1996; «Rhetoric and Conceptual Change», Finnish Yearbook of 8 Weber, «Wahlrecht und Demokratie in Deutschland» (1917), MWS, I/15, Mohr,
Political Thought, 3 (1999), pp. 60-73. Tubinga, 1988, pp. 155-189.

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La relegitimación de la democracia por Max Weber 155 156 Kari Palonen

alternativas. Las restantes son: la plutocracia, la burocracia y la aristocracia. El vocabulario weberiano tenía sentido por marcar la diferencia frente a la
Esta serie se desvía de la tríada aristotélica y de otras distinciones presentes aristocracia del citoyen propriétaire y frente al ‘meritocrático’ citoyen capa-
en los debates de la época, mientras que se adapta claramente a la situación citaire defendidos por Guizot y otros en Francia antes de 184815. En términos
germano-prusiana de su día. En ese sentido, la intención retórica de Weber es inequívocos, Weber se oponía a dejar la decisión sobre la reforma prusiana a
presentar los cuatro regímenes como una serie exhaustiva de alternativas rea- la Dieta misma16.
listas para su tiempo. Defiende la democracia no por sus méritos inherentes, Pero fue, sin embargo, la burocracia el principal objetivo de la crítica de
sino como la alternativa relativamente mejor para la situación del momento. Weber, como puede verse en muchos de sus escritos. Burocracia no significa
Aun así, sus argumentos, que recomiendan la democracia o excluyen sus aquí la existencia de un cuerpo de funcionarios profesionales como tal, que
alternativas, se refieren a principios no convencionales que merece la pena Weber consideraba superior al tráfico de influencias en los Estados Unidos y
discutir incluso en nuestro tiempo. a otras formas de administración diletante. Ciertamente reconocía la «indis-
El trasfondo de la discusión de Weber es el doble carácter del Reich ale- pensabilidad de funcionarios profesionales»17. Pero es justo por esta razón
mán de 1871, con el Parlamento (Reichstag) elegido por sufragio masculino que critica la tendencia a la burocratización. En las páginas finales de su artí-
y las Dietas (Landtage) elegidas mediante sufragio limitado, particular- culo de diccionario «Agrarverhältnisse im Altertum» Weber escribe: «Cada
mente una división tripartita del electorado en Prusia basada en el censo. El burocracia al propagarse tiene la tendencia a producir el mismo resultado»18.
Gobierno del Reich constituía más bien un conglomerado de funcionarios que Dicha tendencia hacia la burocratización afecta tanto a la administración del
un ‘Gobierno de gabinete’9 en un régimen parlamentario. Durante la guerra Estado, como a la economía capitalista o a los partidos de masas. En una dis-
fueron presentadas numerosas propuestas de cambio. El propio Weber sugirió cusión de la Unión para la Política Social (Verein für Sozialpolitik) sostenía
en 1917 tres correcciones ad hoc: una ley electoral para situaciones de emer- Weber que ya no era posible preguntar «¿Cómo se puede cambiar algo en
gencia (Wahlrechtsnotstandsgesetz) para todos los soldados en el frente10, la este desarrollo?», sino que sólo se podía preguntar por «lo que todavía hemos
introducción de comisiones de investigación parlamentarias11 y permitir la opuesto a esta maquinaria» con objeto de delimitar la «autocracia del ideal
compatibilidad de ser miembro del Parlamento y de la Cámara Alta federal burocrático de la vida»19.
(Bundesrat)12. Las propuestas para la reforma del sufragio fueron legión en Esta tendencia histórica universal de la época fue caracterizada política-
Prusia y Weber quedó especialmente sorprendido por las que trataban de evi- mente como una dominación burocrática (Beamtenherrschaft): el indispensa-
tar la democratización mediante las más curiosas sugerencias. Las propuestas ble funcionariado profesional era responsable de conducir a un incontrolable
de Weber para una democratización comprehensiva, que incluían el sufragio gobierno burocrático20. En su ensayo «Parlament» Weber pregunta qué espa-
femenino13 y la parlamentarización, estuvieron también inspiradas por las cios (Spielräume) le quedan a la individualidad, a la democracia y a la política
reformas inglesas en tiempo de guerra. Defendió así la idea de que las refor- para construir contrapesos a ese desarrollo al hacer frente al «incontenible
mas podían también mejorar los esfuerzos de guerra en Alemania14. avance de la burocratización».
El sistema electoral de Prusia, adoptado al calor de la reacción tras la
revolución de 1848, fue caracterizado por Weber con el antiguo nombre de «A la vista de la creciente indispensabilidad y de la creciente
plutocracia, algo que difícilmente ninguno de sus defensores podía aceptar. potencia del funcionariado estatal, que es lo que aquí nos interesa,
¿cómo puede darse alguna garantía de que haya fuerzas que pon-
9 Walter Bagehot, The English Constitution (1867), Sussex Academic Press, Brighton, gan límites a la monstruosa hegemonía de esta capa social, cons-
1997.
10 Weber, «Ein Wahlrechtsnotgesetz des Reichs» (1917), MWS, I/15, Mohr, Tubinga,
1988, pp. 90-93. 15 Cf. esp. Pierre Rosanvallon, Le sacre du citoyen, Gallimard, París, 1992.
11 Weber, «Das preussische Wahlrecht» (1917), MWS, I/15, Mohr, Tubinga, 1988, pp. 16 Weber, «Das preussische Wahlrecht», pp. 96-97.
94-101. 17 Weber, «Vorschläge zur Reform der Verfassung des Deutschen Reichs», p. 119.
12 Weber, «Die Abänderung des Artikels 9 der Reichsverfassung» (1917), MWS, I/15, 18 Weber, «Agrarverhältnisse im Altertum» (1909), en Gesammelte Aufsätze zur Sozial-
Mohr, Tubinga, 1988, pp. 137-139. und Wirtschaftsgeschichte, Marianne Weber (ed.), Mohr, Tubinga, 1988, p. 277.
13 Weber, «Vorschläge zur Reform der Verfassung des Deutschen Reichs» (1917), MWS, 19 Weber, «Diskussionsbeitrag zum Thema ‘Die wirtschaftlichen Unternehmungen der
I/15, Mohr, Tubinga, 1988, pp. 116-128. Gemeinden’» (1910), MWS, I/8, Mohr, Tubinga, 1999, p. 128.
14 Weber, «Das preussische Wahlrecht», p. 95. 20 Weber, «Vorschläge zur Reform der Verfassung des Deutschen Reichs», p. 119.

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tantemente en aumento, y la controlen de un modo eficaz? ¿Cómo «Aquí sólo hemos mencionado todas esas fantasías románticas [...]
será posible la democracia incluso en este sentido limitado?»21 pues dichas construcciones completamente ahistóricas producen
siempre un daño: reforzar la aversión del espíritu burgués [...] a
Fue la posibilidad de controlar la dominación burocrática el principal zambullirse en los problemas específicamente modernos y hacerlo
argumento en la defensa weberiana de la democracia. A juicio de Weber, todavía más ajeno al mundo y apolítico»27.
en los asuntos políticos la confianza en la formación de profesionales y en
las virtudes burocráticas resultaban fatales. Sostenía entonces que el relativo A juicio de Weber, la significación histórica de la plutocracia y la aristo-
diletantismo del juicio político democrático era un medio indispensable para cracia en el contexto contemporáneo reside en que sin pretenderlo apoyan la
controlar la dominación burocrática que estaba extendiendo su influencia tendencia a la burocratización en lugar de ofrecerle una alternativa. Sólo una
sobre las cuestiones políticas. democracia puede contrapesar a la burocracia.
«Frente a la niveladora e inevitable dominación de la burocracia [...] 3. Legitimación de la democracia
es el medio de poder de la papeleta de votación lo único que puede
dar al sujeto un mínimo del derecho a la codeterminación sobre los Por supuesto, la defensa weberiana de la democracia parlamentaria no era
asuntos de cada comunidad a la que debe entregar su vida»22. ni original ni radical para su tiempo, aunque sí rara entre los profesores ale-
manes. En cualquier caso, lo interesante es que su legitimación de la demo-
Es el control del funcionariado lo que para Weber vincula la democracia
cracia se diferencia tanto del argumento de los derechos naturales como del
con el sufragio universal y con el parlamentarismo23, pues ambos contribuye-
argumento del progreso28. Puesto que ambas eran las dos principales corrien-
ron a la formación de destacados políticos que por sí solos pudieron ofrecer
tes argumentativas entre los defensores de la democracia en el siglo xix, por
un contrapeso suficiente a la dominación burocrática24.
esta razón se ha dudado de la sinceridad de Weber como ‘demócrata’.
Como defensor de la nietzscheana Moral der Vornehmheit Weber, en prin-
En el ensayo «Zur Lage der bürgerlichen Demokratie in Russland» Weber
cipio, no era enemigo de un elemento aristocrático en política. A diferencia
defiende los derechos humanos como una de las claves del programa político
de Nietzsche, no opone aristocracia y democracia, pero ve que «una auténtica
liberal. Su objetivo es hacer que las masas acepten las «concepciones indivi-
aristocracia es capaz de imprimir a un pueblo entero el sentido y la dirección
dualistas básicas de los ‘inalienables derechos humanos’», que se han con-
de su ideal de nobleza»25. Pero lo que Weber considera como ventajas políti-
vertido en triviales para los europeos occidentales29. Con todo, en su teoría
cas de la aristocracia —su número reducido, la capacidad de actuar con poca
jurídica Weber criticó la doctrina del derecho natural, de acuerdo con la cual
emotividad, la comprehensión del estilo— no se corresponden, sin embargo,
se defendían usualmente los derechos humanos. En cambio, al entender los
con la auto-percepción de sus defensores. Sobre todo, Weber veía a Alemania
derechos humanos como fuentes de poder (Machtquellen), no delimita a la
como una monarquía parvenue que carecía de la tradición de una aristocracia
política en nombre de los derechos, sino que insiste en el carácter político de
política. En el ensayo «Wahlrecht» su argumento retórico se dirige a parodiar
los propios derechos30. Su propósito es aceptar los derechos humanos como
las diferentes propuestas para una reforma electoral no democrática en Pru-
demandas políticas al tiempo que rechaza suscribir la doctrina del derecho
sia: votos plurales para los examinados, derecho de voto para la clase media,
natural como su fuente de legitimación.
derecho de voto para la familia y, de modo especial, la representación de cor-
Durante el siglo xix el argumento a favor de la democracia basado en el
poraciones profesionales26. Sintetiza así su crítica, dirigida contra la nostalgia
derecho natural se sustituyó comúnmente o se complementó por otro muy
apolítica de dichas propuestas:
diferente, en concreto una tácita o explícita filosofía de la historia expre-
21 Weber, «Parlament und Regierung im neugeordneten Deutschland», p. 222.
sada en términos de progreso o evolución. Tal fue el caso del principal ideó-
22 Weber, «Wahlrecht und Demokratie in Deutschland», p. 172.
23 Ibid., pp. 186-187. 27 Ibidem, p. 168.
24 Weber, «Parlament und Regierung im neugeordneten Deutschland», pp. 222-223; 28 Cf. Wilhelm Hennis, Max Webers Fragestellung, Mohr, Tubinga, 1987.
«Politik als Beruf», p. 53. 29 Weber, «Zur Lage der bürgerlichen Demokratie in Russland» (1906), MWS, I/10,
25 Weber, «Wahlrecht und Demokratie in Deutschland», p. 173. Mohr, Tubinga, 1996, p. 98.
26 Ibidem, pp. 156-168. 30 Weber, Wirtschaft und Gesellschaft, pp. 398-399.

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logo liberal ruso, Peter Struwe, que habla tanto de derechos humanos como Tanto una mayoría electoral como una mayoría parlamentaria son frágiles: no
de evolución31. Para un nominalista dicha argumentación resultaba incluso hay ‘intereses objetivos’ como en el caso de los compromisos entre corpora-
menos aceptable que la doctrina del derecho natural. ciones. Por el contrario, los votantes y los parlamentarios pueden cambiar su
opinión la siguiente vez que tengan ocasión de votar.
«Igual que la lucha por tales valores ‘individualistas’ debe tener Como los ‘números’, los seres humanos son también iguales entre sí.
en cuenta a cada paso las condiciones materiales del ambiente, su El argumento weberiano de la igualdad como principio político no es el de
‘realización’ no debería abandonarse al ‘desarrollo económico’. la doctrina del derecho natural defendido por Jefferson (todos los hombres
No serían buenas hoy las oportunidades para la ‘democracia’ y el nacen libres e iguales). Se trata, en cambio, de una norma: ser tratados polí-
‘individualismo’ si debiésemos dejar su desarrollo al efecto ‘legal’ ticamente como iguales —un hombre, una mujer, un voto—, frente al trato
de los intereses materiales, pues éstos señalan de un modo tan diferente en los modelos plutocrático o corporativo. Aun así, la legitimación
claro como es posible la vía opuesta [...] En todas partes está lista weberiana de la igualdad no prescinde del todo de una antropología filosó-
la caja para la nueva servidumbre»32. fica, si bien la igualdad viene referida a la muerte, no al nacimiento:

Pienso que esta crítica del progreso no tiene nada que ver con el sombrío «‘Iguales’ son los hombres ante la muerte. También son aproxi-
análisis weberiano del mundo contemporáneo, sino que se trata más bien de un madamente iguales en las más indispensables necesidades de la
ejemplo de su desencantamiento general por los conceptos colectivos. En su vida corporal. Tanto lo más ordinario como, por otro lado, lo más
conclusión insiste Weber en la importancia de actuar contra las tendencias domi- sublime lo comprenden dichas igualdades, que el Estado moderno
nantes: «‘Frente a la corriente’ de constelaciones materiales nosotros somos provee a todos sus ciudadanos de un modo duradero e indubitable:
‘individualistas’ y defensores de las instituciones ‘democráticas’»33. Podemos la pura seguridad física y el mínimo para la subsistencia vital, así
detectar aquí una expresión temprana de su crítica a la burocratización y de la como el campo de batalla para la muerte»36.
búsqueda de oportunidades para controlarla mediante la democratización.
Weber perfila su propia legitimación de la democracia en el artículo Para Weber, la igualdad como principio normativo no es nada ‘natural’.
«Wahlrecht» de 1917. Los principios básicos son ‘número’ e ‘igualdad’, Es un resultado histórico, un producto de la formación del Estado moderno.
ambos interpretados por Weber de un modo personal. A su juicio, a diferencia Así se aprecia en el concepto alemán de ciudadanía: ciudadano del Estado
de las organizaciones profesionales, los partidos políticos aspiran a «determi- (Staatsbürger) puede oponerse a ciudadano (Bürger). El segundo concepto
nar la política mediante el número de sus partidarios: la ultima ratio de toda retuvo durante bastante tiempo sus connotaciones patrimoniales y fue en ese
la política moderna de partidos es la elección o la papeleta de votación»34. sentido más o menos sinónimo de bourgeois en francés37, aunque una investi-
Aquí el contra-concepto del número no es el peso de los argumentos, sino el gación reciente muestra cómo el concepto fue usado también como instancia
compromiso. En la época de Weber este principio era usado por los nostálgicos crítica en el siglo diecinueve38. En la Alemania guillermina existió una fuerte
del Estado estamental (Ständestaat) y aparentemente también por más moder- tendencia a abolir la decisiva distinción política entre ciudadanos y súbditos,
nos apologistas de la representación corporativa (berufständische Vertretung), Bürger y Untertan39. El primer concepto fue usado de un modo que en reali-
ambos rechazando por igual el puro poder de los números o Zifferndemokratie.
Para Weber esto no significa que el compromiso esté ausente de la democracia 36 Ibidem, p. 172.
parlamentaria, sino que opera «siempre de trasfondo con la ultima ratio de la 37 Cf. Reinhart Koselleck, Preussen zwischen Reform und Revolution, Klett-Cotta,
papeleta de votación»35. Un presupuesto en el uso de la regla de los números Stuttgart, 1967.
38 Reinhart Koselleck y Klaus Schreiner (eds.), Bürgerschaft, Klett-Cotta, Stuttgart,
es el carácter temporal de las mayorías como fuente de la dominación legítima. 1994.
39 Como antes mencioné, el primer artículo de Weber sobre Rusia en 1906 se llamaba
31 Weber, «Zur Lage der bürgerlichen Demokratie in Russland», p. 52. «Zur Lage der bürgerlichen Demokratie in Russland». De acuerdo con Lassman y Speirs, Bürger
32 Ibidem, p. 99. no significa bourgeois, sino que se refiere «tanto a una forma de democracia (constitucional y
33 Ibidem, p. 100. liberal) como a los partidos y a los grupos sociales que luchaban para conseguirla»: Max Weber,
34 Weber, «Wahlrecht und Demokratie in Deutschland», p. 167. Political Writings, Peter Lassman y Ronald Speirs (eds.), Cambridge University Press, Cam-
35 Ibidem, p. 169. bridge, 1984, p. 29.

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dad se adaptaba mejor a la actitud apolítica del segundo. Al final de «Agrar- «De la ceguera porque la cada vez más universal extensión de
verhältnisse im Altertum» Weber escribe sobre esta tendencia: este derecho de voto esté hoy históricamente condicionada por
la exigencia de que el Estado moderno deba crear según su par-
«El ‘ciudadano’ alemán actual ya no tiene las cualidades de sus ticularidad un lugar donde el individuo no sea considerado como
antepasados en la época de las federaciones de ciudades, sino más portador de bienes, posición, título, condecoraciones o diploma de
bién las del ateniense en la época del cesarismo, las cualidades de examen, sino simplemente como ciudadano del Estado. Como tal
los luchadores de maratón. El ‘orden’ es su bandera, sobre todo si será enviado a la guerra y a la muerte, sin distinción de posesiones
es un ‘socialdemócrata’»40. ni diplomas»43.

Debido a su referencia al Estado, tampoco puede el concepto de Staats- Es difícil entender esta posición si nos atenemos a la visión de los libros de
bürger identificarse sin más con el de citoyen de la Revolución Francesa. En texto sobre Weber como sociólogo. Difícilmente podemos pensar en nadie que
el uso weberiano, esta conexión entre ciudadanía y Estado en el ciudadano de un modo más claro que Weber hubiera resistido las implicaciones ideoló-
del Estado significaba su oposición común al ‘ser social’ de la persona. Es gicas deterministas de las principales corrientes sociológicas de su tiempo. El
aquí donde Weber ve la conexión con el derecho de voto y la formación del objetivo de su crítica era abrir un campo de acción para el votante individual
Estado moderno: frente a todas las variantes de legitimación de la clientela cuasi-naturalista que
votaba de acuerdo con los rasgos de su condición y negando prácticamente la
«No es por pura casualidad, sino por puras razones políticas que significación del momento de la elección en el acto mismo de votar.
hoy el igual ‘derecho electoral de los números’ se encuentre en
expansión en todas partes. Esta igualdad del derecho de voto se 4. El ciudadano como un ‘político ocasional’
corresponde en su naturaleza ‘mecánica’ con la esencia del Estado
actual. El concepto de ‘ciudadano del Estado’ pertenece sobre todo Frente a ello, Weber enfatiza la significación política de votar como un
al Estado moderno. Y el igual derecho de voto no significa ante acto que podría ser siempre diferente. En el sentido weberiano, votar es un
todo más que: en este punto de la vida social el individuo no es movimiento mediante el cual el individuo expresa su libertad de acción,
considerado, como en cualquier otro sitio, según sus particulari- tomando distancia con respecto a los hechos y condicionantes dados en su
dades por las posiciones profesionales y familiares, ni según las ser y en su red de relaciones. En un importante pasaje de «Politik als Beruf»
diferencias por situación material o social, sino justamente sólo Max Weber escribe:
como ciudadano del Estado. La unidad del pueblo del Estado (Sta-
atsvolk) se manifiesta aquí en lugar del carácter separador de las «‘Políticos ocasionales’ somos todos nosotros cuando deposita-
esferas privadas de la vida»41. mos nuestro voto o cuando expresamos una voluntad similar: por
ejemplo, cuando asentimos o protestamos en un mítin ‘político’,
En otro pasaje Weber deja todavía más claro que la ciudadanía significa cuando pronunciamos un discurso ‘político’, etc., y para mucha
una abstracción de entre la red entera de relaciones de los seres humanos. gente a esto se reduce su relación con la política»44.
Esta abstracción implica una consciente indiferencia hacia las posiciones
cuasi-objetivas, los intereses y otros epítetos ‘sociales’ de la vida humana, El político ocasional es la figura clave en las posiciones de Weber sobre la
que aparecían con prominencia en el debate contemporáneo sobre la repre- política y la democracia. En realidad, parece que las connotaciones política-
sentación42. mente activas del francés citoyen pueden expresarse mejor por Gelegenheits-
politiker que por Staatsbürger. El concepto alemán de Gelegenheit tiene en
el lenguaje de Weber la doble connotación de ocasión y oportunidad. Gele-
40 Weber, «Agrarverhältnisse im Altertum», p. 278.
41 Weber, «Wahlrecht und Demokratie in Deutschland», p. 170.
42 Cf., por ejemplo, Pierre Rosanvallon, Le peuple introuvable, Gallimard, París, 43 Weber, «Das preussische Wahlrecht», p. 99.
1998. 44 Weber, «Politik als Beruf», p. 41.

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genheitspolitiker significa tanto una persona que de modo ocasional actúa pero hablar de oportunidades indica también que hay un máximo. La gra-
políticamente —como político— como alguien que, en principio, tiene la dación de oportunidades no debería interpretarse, sin embargo, como una
oportunidad de seguir una carrera como político a tiempo completo o profe- recomendación para la acción. Depende, en cambio, de los agentes decidir en
sional si así lo decide. qué grado y qué tipo de riesgos están dispuestos a asumir.
El segundo objetivo de Weber expresa la bien conocida máxima de que La relación social con la que las oportunidades de poder se encuentran
la política es algo que no debería ser monopolizado por los políticos profe- más estrechamente relacionadas en el mapa conceptual weberiano es natural-
sionales. A pesar de ser tan importantes ambos —quienes viven de la política mente la de lucha, Kampf: «Lucha debe llamarse a una relación social en la
y quienes viven para la política— en la defensa weberiana de la democracia medida en que la acción esté orientada con la intención de imponer la propia
frente a la tendencia de la burocratización, todavía dependen del apoyo que voluntad contra la resistencia del adversario»47.
los ciudadanos y los afiliados políticos muestran regularmente en las elec- La relación conceptual entre poder y lucha viene expresada por el vocabu-
ciones y en las conferencias de los partidos. Quienes actúan como políticos lario de la realización y la resistencia en ambas frases. Con otras palabras, no
ocasionales fijan un límite de tiempo a las actividades de los políticos profe- sólo el agente individual tiene una gama de oportunidades, sino que éstas se
sionales en el Estado, en los partidos y en otras instancias. encuentran a su vez relacionadas con las de otros agentes que compiten. La
El siguiente objetivo de Weber es negar que exista una distinción categó- conexión entre Macht y Kampf aparece claramente expresada en la famosa fór-
rica entre ciudadanos y políticos. Puede que el aspecto más provocativo de mula weberiana de la política: «‘política’ significaría también para nosotros la
«Politik als Beruf» sea su visión de que los ciudadanos de ningún modo se aspiración a participar en el poder o a influir en la distribución del poder»48.
oponen, sino que son más bien una variante de éstos. Quienes critican a ‘los Podemos detectar aquí otro aspecto, a menudo descuidado, del nomina-
políticos’ actúan ya como políticos (ocasionales): es ésta una implicación lismo de Weber, a saber: que la idea de ‘poder’ consiste en ‘partes’ simples y
tácita del concepto weberiano de Gelegenheitspolitiker. en su ‘distribución’. El poder no es, por tanto, un ‘todo’ que se ‘distribuiría’
En términos más generales, podemos establecer un nexo entre el polí- en unidades menores. La metáfora económica que Weber usa puede especifi-
tico ocasional y la concepción nominalista weberiana del poder. Como es carse al distinguir las participaciones (Anteile) en una empresa igualitaria de
comúnmente sabido, en el capítulo inicial de Wirtschaft und Gesellschaft las acciones (Aktien) en una empresa de negocios. Cuando Weber defiende
Weber ‘define’ el concepto de poder (Macht) como sigue: «Poder significa el sufragio universal e igualitario, queda claro que atribuye a cada ciudadano
cada oportunidad (Chance) de imponer, incluso con resistencia, la propia una oportunidad para participar en el poder, tal como se expresa en el len-
voluntad dentro de una relación social, con independencia de lo que dependa guaje de los votos. De esta forma, el concepto de Gelegenheitspolitiker puede
la oportunidad»45. interpretarse como una descripción exacta de esta oportunidad para una parti-
Para Weber, por tanto, poder es esencialmente una oportunidad. El poder cipación en el poder, siendo el voto una fuente paradigmática de este poder.
no es ni un hecho ni una relación dada. En sentido estricto, lo que ya se
ha realizado no es nunca una oportunidad, sino un producto contingente de 5. Democratización y profesionalización de la política
oportunidades diferentes y opuestas. La traducción de Chance por probabi-
lity y probabilidad, en las ediciones en inglés y en español de Wirtschaft und En continuidad con lo anterior, las relaciones entre los políticos ocasiona-
Gesellschaft, es equívoca en la medida en que se refiere a la gradación de les y los profesionales pueden analizarse en términos de la distinción webe-
oportunidades en términos de sus mayores o menores grados de oportunidad riana entre los conceptos de poder (Macht) y dominación (Herrschaft). En el
de realización (calculadas antes de la acción). Weber habla claramente de texto de Wirtschaft und Gesellschaft se les diferencia al caracterizar el poder
grados de oportunidades de un modo metafórico que no debe mezclarse con como amorfo, y dicha característica es entonces alterada por la fórmula de la
el concepto estadístico de probabilidad46. Así, en el contexto de una relación dominación: «debe llamarse dominación a la oportunidad de encontrar obe-
social cualquier acción tiene un mínimo de oportunidades de realización, diencia a una orden de contenido determinado por personas estipuladas»49.
45 Weber, Wirtschaft und Gesellschaft, p. 28. 47 Weber, Wirtschaft und Gesellschaft, p. 20, y también «Über einige Kategorien der
46 Cf. Weber, «Über einige Kategorien der verstehenden Soziologie» (1913), en Gesam- verstehenden Soziologie», p. 463.
melte Aufsätze zur Wissenschaftslehre (en adelante GAW), Johannes Winckelmann (ed.), 48 Weber, «Politik als Beruf», p. 36.
Mohr, Tubinga, 1973. 49 Weber, Wirtschaft und Gesellschaft, p. 28.

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La relegitimación de la democracia por Max Weber 165 166 Kari Palonen

De nuevo, incluso la dominación es ‘sólo’ una oportunidad, no un ‘hecho’ Este argumento implica una clara oposición entre ciudadanos y políticos
realizado. Cuando Weber habla de ‘orden’ y ‘obediencia’, ambas deben enten- que Weber niega con su figura del político ocasional. En cierto modo, Weber
derse también como oportunidades, expresables de diversos modos y grados. acepta la indispensabilidad de las maquinarias de partidos: «... sólo queda
La dominación como un caso especial de poder retiene el carácter de un con- una elección: entre una democracia de líder con ‘maquinaria’ (Maschine) o
cepto nominalista, consistente por tanto en participaciones simples y en su una democracia sin líder, esto es, la dominación de un ‘político profesional’
distribución. Weber lo formula quizá del modo más claro ya en diciembre de sin vocación, sin las cualidades carismáticas internas que caracterizan a un
1910 al criticar la reciente publicación de Zur Soziologie des Parteiwesens in líder»53.
der modernen Demokratie de Robert Michels en los siguientes términos: Opuesto a la visión contractualista clásica de las elecciones y del lide-
razgo político, Weber acepta la profesionalización de la política electoral y de
«En resumen, el concepto de «dominación» no es inequívoco. Es partidos sin una nostalgia del regreso a la pura política aficionada, como toda-
fabulosamente dúctil. Cada relación humana, entre individuos, vía idealizaba al menos Ostrogorski54. La indispensabilidad de las ‘maquina-
contiene elementos de dominación, y puede que de un modo recí- rias’ de partidos no significa su omnipotencia, como ciertamente tanto Bryce
proco (ésta es la regla incluso, por ejemplo, en el matrimonio). como Ostrogorski describen en las al menos parcialmente exitosas revueltas
Tan cierto puede ser que el zapatero mande sobre mí, como que yo contras las maquinarias, especialmente en ciudades americanas. Los políticos
mande sobre él, a pesar de su indispensabilidad y de su competen- ocasionales constituyen para Weber una importante reserva para la formación
cia única. Su esquema es demasiado fácil...»50. de los políticos que viven para la política: políticos que podrían estar dis-
puestos a oponerse a la dominación ilimitada de los jefes de partido y de sus
Esta cita merece ser tomada como punto de partida para discutir las relaciones entramados electorales. Weber también insiste en la reinterpretación antiau-
entre la democracia y la profesionalización de la política. La teorización política toritaria del carisma que hace a los líderes dependientes del apoyo dentro del
de Weber no debe entenderse sin una referencia a Parteiwesen de Michels, The partido y en las elecciones: «el jefe es ahora el líder elegido libremente»55.
American Commonwealth de Bryce51 y La démocratie et l’organisation des par- Con otras palabras, cada dominación depende de una legitimación que puede
tis politiques de Ostrogorski52. Cada una de ellas contiene importantes análisis ser siempre cuestionada. Las elecciones ofrecen la situación paradigmática de
sobre las consecuencias no anticipadas de la democratización. oportunidades especificadas temporalmente de re- y deslegitimación.
Tanto Bryce como Ostrogorski —escribiendo sobre los jefes de partido Weber defiende una especie de doble control: para la delimitación por
americanos, promocionados por el sistema clientelar (spoils system) de distri- los políticos, ocasionales y profesionales, de la dominación cotidiana de las
bución de cargos, y Ostrogorski escribiendo también sobre el Comité (Cau- burocracias, y para el control por los votantes de los políticos gobernantes.
cus) de Birmingham en Gran Bretaña— prestan atención a la formación de Mientras que la burocracia es atemporal, la democracia parlamentaria se basa
un tipo de casta de políticos profesionales. Ambos sugieren que estos polí- en ocasiones institucionalizadas para interrupciones. Éstas permiten con-
ticos han llegado a despolitizar las elecciones por reducir la libertad prác- trolar a los políticos en el poder y seleccionar a los políticos gobernantes,
tica de elección de los vontantes individuales al formar clientelas electorales que podrían entonces reforzar el contrapeso a la rutina burocrática. A este
cerradas, que votan en masa en función de algunos supuestos intereses obje- respecto, la defensa weberiana de una democratización del sufragio y de la
tivos o de la recompensa ofrecida por las maquinarias de los partidos. En su democracia plebiscitaria56 con un presidente fuerte del Reich sirven de ins-
tono ambos autores abogan por un ‘regreso’ a los principios ‘originales’ de la trumentos complementarios para fortalecer el control tanto de la burocracia
democracia y la ciudadanía mediante la reducción del poder de las maquina- como de los políticos. La democratización es también un instrumento para la
rias de los partidos. selección de líderes políticamente competentes:

50 Weber, Briefe 1909-1910, M. Reiner Lepsius y Wolfgang J. Mommsen (eds.), Max-


Weber-Gesamtausgabe, II/6, Mohr, Tubinga, 1994, p. 761.
51 James Bryce, The American Commonwealth (1889/1914), Liberty Press, Indianapolis, 53 Weber, «Politik als Beruf», p. 72.
1995. 54 Ostrogorski, La démocratie et les partis politiques, esp. pp. 650-651.
52 Moisei Ostrogorski, La démocratie et les partis politiques (1903/1912), Fayard, París, 55 Weber, Wirtschaft und Gesellschaft, p. 156.
1993. 56 Weber, «Politik als Beruf», pp. 61-72.

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La relegitimación de la democracia por Max Weber 167 168 Kari Palonen

«Hoy se requiere del escenario libre de la elecciones generales 6. La democracia y la retórica del cambio conceptual
para sacar a la luz todas las capacidades políticas específicas que
destacan y que a través de diplomas o de otros rasgos censitarios Quentin Skinner considera el concepto de ‘democracia’ entre esos «térmi-
no sólo no serían conocidas, sino que su reconocimiento sería obs- nos descriptivo-evaluativos» para los que resulta característico que, si se dan
taculizado»57. determinadas circunstancias, «aplicar entonces el término correspondiente no
es sólo describir un estado de cosas, sino también (y eo ipso) llevar a cabo el
La metáfora del escenario libre se refiere también a la apertura de las acto de habla de recomendarlo». Atribuir este estatus al concepto de ‘demo-
elecciones en la dirección de las políticas públicas: ni las hay con un derecho cracia’ es un fenómeno reciente: «hasta fecha relativamente reciente, pocos
legítimo al poder ni hay un criterio dado para elegir las buenas políticas, sino deseaban recomendar el estado de cosas que el término describía», mientras
que esto debe decidirse en las elecciones. La democratización significa una que el cambio ha tenido lugar en el último siglo. Es decir, un cambio ha tenido
cierta confianza en el juicio político de los votantes y de los parlamentarios: lugar y el término ha obtenido el citado doble carácter63. En los años noventa
Skinner ha propuesto una perspectiva más general para analizar el cambio
«Este es el principal logro del parlamento: hacer posible, a través de conceptual en los términos de redescripción retórica, distinguiendo en particu-
la negociación y del acuerdo, alcanzar las decisiones ‘relativamente’ lar las operaciones de renombrar un concepto, alterar su significado o su sig-
mejores, y este logro se paga con el mismo sacrificio que el votante nificación y reevaluar su dimensión normativa64. Aplicaré ahora este esquema
en las elecciones parlamentarias tiene que hacer cuando sólo puede a las revisiones conceptuales de Weber en torno al concepto de ‘democracia’.
optar por el partido relativamente más aceptable para él»58. Los escritos de Weber durante la guerra pertenecen claramente a una época en
la que rechazar de forma categórica a la democracia se había convertido en algo
La ‘relatividad’ de las opciones políticas disponibles es otra expresión del bastante raro en Europa. «La democracia debe remediarse por la vía democrática
principio weberiano de que los fines y los medios deben entenderse como acerca de la voluntad popular», había escrito Michels a propósito de la adapta-
dependientes de oportunidades, incluidas las no previstas, que aparecen en las ción de las políticas de los partidos aristocráticos a la nueva era65. De ahí que lo
consecuencias derivadas (Nebenfolgen)59. Weber se encuentra entre los pocos destacable no sea situar a Max Weber dentro del amplio consenso en defensa de
pensadores políticos que aceptan las consecuencias no anticipadas como algo la democracia, sino más bien que entendió el concepto de un modo especial y le
que se sigue regularmente de cualquier acción política en una lucha60. Bajo la construyó una nueva legitimación, minando así el aparente consenso.
perspectiva weberiana, esta «contra-finalidad» (para usar el idóneo concepto Weber no discute el nombre de democracia, aunque a veces usa comillas
de Sartre61) se debe a la pluralidad de los agentes y a la adversidad de las para ilustrar la distancia de su propio uso con respecto al común. Establecer
acciones. Puede entenderse tanto como un límite a cualesquiera aspiraciones un vínculo inherente entre la democracia y el parlamentarismo fue un paso
de dominación ilimitada, como una expresión del surgimiento de noveda- radical, especialmente en Alemania durante la guerra y también en la bús-
des no esperadas. Para Weber un rasgo principal del político distinguido que queda de post-guerra de una democracia directa. Sin embargo, para defender
juega con prudencia y pasión al mismo tiempo (Augenmass und Leidenschaft el valor de la democracia, Weber alteró el tono normativo de ciertos concep-
zugleich)62 es convertir en sentido político las consecuencias derivadas no tos, en especial al neutralizar el tono autoritario del concepto de Herrschaft66
anticipadas en nuevas oportunidades para alterar la situación. y al reevaluar el concepto del político.
Incluir la democracia en una serie junto a otros tres ‘regímenes políticos’
alteraba ya de por sí su significación histórica, su «rango de referencia»,

57 Weber, «Das preussische Wahlrecht», p. 100. 63 Quentin Skinner, «The Empirical Theorists and Their Critics: A Plague on Both
58 Weber, «Wahlrecht und Demokratie in Deutschland», p. 188. Their Houses», Political Theory, 1 (1973), pp. 287-304.
59 Cf. Weber, «Die ‘Objektivität’ sozialwissenschaftlicher und sozialpolitischer Erkennt- 64 Cf. Skinner, Reason and Rhetoric in the Philosophy of Hobbes, esp. cap. 4, y «Rheto-
nis» (1904), GAW, pp. 149-150. ric and Conceptual Change».
60 Weber, «Politik als Beruf», pp. 75-76. 65 Robert Michels, Zur Soziologie des Parteiwesens in der modernen Demokratie
61 Jean-Paul Sartre, Critique de la raison dialectique I (1960), Gallimard, París, 1985. (1911/1925), Kröner, Stuttgart, 1970, p. 6.
62 Weber, «Politik als Beruf», p. 88. 66 Cf. Reinhart Koselleck, Vergangene Zukunft, Suhrkamp, Francfort, 1979, p. 128.

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La relegitimación de la democracia por Max Weber 169 170 Kari Palonen

como Skinner lo ha llamado67. Este paso le sirvió a Weber para marcar un un marco para las discusiones y las decisiones sobre cuestiones sustanciales
contra-concepto no convencional de democracia: burocracia, que no era un sin ofrecer ninguna garantía sobre el éxito y la aceptación de sus soluciones.
opuesto común a democracia incluso en Prusia. Por otro lado, Weber ilustraba Junto a las formas de redescripción retórica presentadas por Skinner, pode-
cómo las ‘alternativas’ propuestas a la democracia eran más bien aliados en la mos detectar otra también usada por Weber. Podría llamarse una relegitimación
tendencia hacia la burocratización. de la retórica. Weber caracterizaba su defensa de la democracia desvinculán-
La inclusión de la democracia en la serie de los ‘regímenes políticos’ sig- dola de sus justificaciones tradicionales por el derecho natural o por el progreso
nificaba una cierta reducción del valor de la democratización en comparación histórico. Vió con claridad que defender la democracia en el mundo contem-
con los auto-declarados defensores ‘radicales’ de la democracia, entre los que poráneo eximía de esos compromisos ideológicos. Retenerlos hubiera llevado
puede contarse a Michels con su Parteiwesen. Para Weber la democracia era a despolitizar las prácticas democráticas, algo que hubiera resultado fatal a la
un régimen parlamentario y permanecía escéptico acerca de los referendos y vista de la abrumadora tendencia a la burocratización. Es obvio que Weber no
de otros elementos de ‘democracia directa’68. En cierto modo, Weber reducía defendía la democracia en el sentido de algo comúnmente aceptado: este hecho
el principio de Lincoln del «gobierno por el pueblo» al de «gobierno contro- revelaba más bien las controversias dentro del propio concepto de ‘democra-
lado por el electorado». De ese modo, conseguía nominalizar un concepto cia’. Se vió obligado a inventar otro tipo de legitimación.
difuso más que desradicalizar un principio. Por su crítica de los conceptos Al entender la política como una lucha por el poder e implicar que una
colectivos69, Weber no aprobaba hablar de «el pueblo» como si se tratara de participación en el poder —que, por supuesto, también puede convertirse
una entidad unitaria, por no mencionar la posibilidad de que dicha entidad en una retórica contra la ‘política de poder’— es una condición indispensa-
pudiera ser capaz de ‘mandar’ o ‘gobernar’. ble para cualquier decisión política, Weber aceptaba la prioridad de cuestio-
La crítica de la posibilidad y deseabilidad de la democracia directa y del nes formales y procedimentales sobre el contenido de las soluciones. Es tan
gobierno por el parlamento tenía relación con el análisis situacional de Weber. imposible distinguir las cuestiones ‘personales’ de las ‘sustanciales’ como
Para él la tendencia hacia la burocratización jugaba un papel abrumador en el separar la dimensión del poder de las decisiones sobre todo tipo de cuestiones
mundo contemporáneo y había reemplazado a los defensores de los antiguos sociales, culturales o económicas.
regímenes como el principal obstáculo para la democratización. Al concen- Para Weber legitimar la democracia no significaba buscar ninguna jus-
trarse Weber en el control de la dominación burocrática le había permitido tificación ‘filosófica’ o de otro tipo más allá de la política. Al oponerse a
combinar una reforma democratizadora del sufragio con la formación de un quienes habían imaginado que la democratización simplificaría el politiqueo
liderazgo político carismático: ambas iban dirigidas a fuerzas políticas que o lo reduciría a ocasiones específicas, Weber insistía en que los efectos de la
estaban menos opuestas entre sí que dispuestas a trabajar juntas frente a dos democracia eran justo los opuestos. La creciente contingencia de la política
diferentes contra-poderes de la burocracia. de los muchos con sus incontrolables consecuencias sólo podía ser abordada
La especificación del significado de democracia como régimen polí- de frente y convertida en una oportunidad. La política, en tanto que aspi-
tico, opuesto en particular a la tendencia hacia la burocratización, implicaba ración a participaciones específicas en el poder en una lucha con otros, era
también un tipo de reducción del rango de referencia en comparación con entendida como un momento central de la libertad humana.
los principales teóricos contemporáneos de la democracia. A diferencia de En una carta a Milna Tobler de 1919, Weber caracterizaba la política como
muchos pensadores socialistas y radicales de la Revolución francesa de 1848 su amor a la tierra natal (heimliche Liebe)70. Al discutir las legitimaciones de
en adelante, Weber no sostenía que la democracia ofreciese una ‘solución’ a la democracia, el amor de Weber por la política, como una relación de valo-
los problemas de la época. En cambio, puede ser incluido entre quienes con- res (Wertbeziehung), no es un amor secreto. En breve, Max Weber legitimó la
sideraban la democracia parlamentaria como un régimen que proporcionaba democracia como el único régimen que no está basado en la reducción de la
política, sino en darle un creciente espacio de desarrollo. Pienso que aquí reside
67 Skinner, «The Empirical Theorists and Their Critics: A Plague on Both Their Houses», la superioridad de Weber sobre la gran coalición de pensadores antipolíticos.
y «Some Problems in the Analysis of Political Thought and Action», Political Theory, 2 (1974),
pp. 277-303.
68 Cf. Weber, «Wahlrecht und Demokratie in Deutschland», esp. p. 187.
Traducción de José María Rosales
69 Weber, «Die ‘Objektivität’ sozialwissenschaftlicher und sozialpolitischer Erkenntnis», 70 Citado por Wolfgang J. Mommsen, «Nachwort», MWS, I/16, Mohr, Tubinga, 1991, p.
pp. 210-212. 161.

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4 CARL SCHMITT

Sin embargo, deben permitirme que pase por alto los


muy fantásticos objetivos políticos que Thoma me atri-
buye de forma insinuante al final de su reseña. La obje-
ción imparcial, no determinada por combinación política
PREFACIO*: alguna, va encaminada al hecho de que yo refiero la base
intelectual del parlamentarismo a antiguas ideas, dado que
SOBRE LA CONTRADICCIÓN considero la discusión y la publicidad como los principios
DEL PARLAMENTARISMO esenciales del parlamento; añade que tales ideas fueron,
Y LA DEMOCRACIA probablemente, el concepto decisivo hace algunas gene-
raciones, pero que hoy en día el parlamento reposa sobre
un fundamento totalmente distinto. También es mi temor
Esta segunda edición del ensayo sobre la Situación his- que la fe en la publicidad y la discusión aparezcan hoy
tórico-intelectual del parlamentarismo de hoy se ha man- como algo arcaico. Por ello hay que preguntarse qué tipo
tenido esencialmente sin cambios. Con ello no se quiere de nuevas argumentaciones o convicciones son las que
indicar que esté por encima de cualquier discusión. Más otorgan al parlamento su nuevo fundamento espiritual.
bien existen razones para preocuparse de lo contrario. Un Naturalmente, en el transcurso de la evolución cambian
ensayo científico imperturbable que se sustrae a cualquier tanto las instituciones como las ideas de las personas, pe-
aprovechamiento político partidario y que no presta un ro, si los principios de la discusión y de la publicidad se
servicio de propaganda a nadie debe de parecer hoy, a la suprimen, no veo dónde ha podido hallar un nuevo fun-
mayoría, poco práctico, apartado de la realidad y anacró- damento el parlamentarismo de hoy, ni por qué, enton-
nico. Pues es de temer que la discusión objetiva de los con- ces, resultan aún obvios lo verdadero y lo correcto del par-
ceptos políticos despierte escaso interés, y el afán por man- lamento. Como cada gran institución, el parlamento tie-
tener tal discusión, poca comprensión. Quizá, después de ne también ideas particulares y propias, que son sus con-
todo, la época de la discusión haya terminado. La prime- diciones previas. Los que pretendan conocerlas se verán
ra edición de este ensayo, publicado en el verano de 1923, obligados a retroceder hasta Burke, Bentham, Guizot y
ha recibido, por lo general, una acogida tal, que las pesi- J. St. Mili, y comprobarán que, después de ellos, aproxi-
mistas sospechas mencionadas parecen confirmarse en este madamente desde 1848, si bien se han hecho numerosas
modesto caso. No obstante, sería injusto despreciar los observaciones prácticas, no se han dado nuevos argumen-
escasos ejemplos de crítica objetiva; en especial, la deta- tos fundamentales. No obstante, esto apenas se eviden-
llada reseña de un excelente jurista como Richard Thoma ciaba en el pasado siglo, ya que el parlamentarismo iba
(Archiv für Sozialwissenchaften, 1925, t. 53, pp. 212 ss) ganando terreno en estrecha relación con la democracia
demanda una extensa respuesta. que avanzaba, sin que se distinguiera muy bien entre am-
bos Pero hoy, después de su común victoria, aparece
la contradicción, y ya no puede pasar inadvertida la dife-
* A la edición de 1926 <W. del E.).

131
1
Un ejemplo típico es la definición de parlamentarismo que apare-
ce en el libro del senador prof. Gaetano Mosca Teorica dei Governi e
Governo-Parlamentare, 2.3 ed. Milán, 1925 (1. a ed. en 1883), p. 147;
6 CARI. SCHMirr
SOBRE EL PA RLA MENTA R/SMO 5
constitucionalmente reconocido axioma (aunque en la
renda entre las ideas liberales parlamentarias y las ideas
práctica ya apenas nadie cree en él) de que el diputado
de la democracia de masas. Así pues, habrá que ocuparse
sea independiente de sus votantes y de su partido; es váli-
de las autoridades «enmohecidas», según expresión de
do también para la reglamentación de la libertad de ex-
Thoma, porque sólo a partir de sus concepciones es posi-
presión y las inmunidades de los diputados, para la pu-
ble reconocer lo específico del parlamentarismo y porque
blicidad de los debates parlamentarios, etc. Estas formas
sólo en sus obras recibe el parlamento el carácter de una
devienen incomprensibles si no se cree en el principio de
institución fundamentada de una particular manera que
ia discusión pública. En una institución no pueden intro-
puede conservar, incluso ante las consecuencias de la de-
ducirse a posteriori otros principios a voluntad y, si ya
mocracia directa, tanto como ante el bolchevismo o el fas-
no existe su anterior fundamento, añadir cualquier argu-
cismo, una superioridad intelectual. Las observaciones en
mento sustituto. Naturalmente, la misma institución puede
el sentido de que el funcionamiento parlamentario de hoy
servir a distintos fines prácticos y recibir, por ello, distin-
es un mal menor, que es mejor que el bolchevismo y la
tas justificaciones prácticas. Existe una «heterogeneidad
dictadura, que surgirán consecuencias imprevisibles en ca-
de los fines», un cambio en el significado de los puntos
so de abolirlo y que bajo el punto de vista «técnico-social»
de vista prácticos y un cambio en las funciones de los mé-
resulta bastante práctico, son muy interesantes y, en par-
todos prácticos, pero no existe ninguna heterogeneidad de
te, acertadas. Pero no suponen el fundamento intelectual
los principios. Cuando suponemos, por ejemplo, como
de una institución de determinada naturaleza. El parla-
Montesquieu, que el principio de la monarquía es el «ho-
mentarismo existe hoy como método de gobierno y como
nor», no es posible introducir este principio en una repú-
sistema político. Al igual que todo lo que existe y funcio-
blica democrática, al igual que no es posible basar una
na de modo aceptable, es útil; nada más y nada menos.
monarquía en el principio de la discusión pública. Parece
Se puede alegar en su favor que, hoy en día, funciona me-
que el sentimiento de la particularidad de los principios
jor que muchos otros métodos aún no probados y que,
se está desvaneciendo y que se cree factible un ilimitado
con experimentos imprudentes, se podría poner en peligro
intercambio. En la citada reseña de Thoma es ésta la idea
el mínimo orden existente en la actualidad. Cualquier per-
principal que rige todas las objeciones contra mi ensayo.
sona razonable otorgará un valor a tales reflexiones, pe-
Pero, lamentablemente, Thoma no indica cuáles son los
ro éstas no se mueven en la esfera del interés de princi-
supuestamente, numerosos y nuevos principios de parla-
pios. Nadie será tan poco exigente como para dar proba-
mentarismo. Se da por satisfecho con expresar, en pocas
do con un «Y si no, ¿qué?» un fundamento intelectual
palabras: «Sólo los escritos y discursos de Max Weber,
o una verdad moral.
Hugo Preuss y Fiedrich Naumann de los años 1917 y si-
Todos los órganos y normas específicamente parlamen- guientes» ¿Qué significaba el parlamentarismo para aque-
tarios cobran su sentido sólo por la discusión y la publi- llos liberales y demócratas alemanes que lucharon contra
cidad. Esto vale especialmente para el aún hoy oficial y el sistema de gobierno del imperio? Esencialmente y en
suma, un medio para seleccionar a los líderes políticos,
un camino seguro para eliminar el diletantismo político,
permitiendo que los mejores y los más voluntariosos al-
entiende el parlamentarismo como un gobierno en eí que la superiori- cancen el Iiderazgo político. Resulta ya muy dudoso que
dad política (la preminenza politica) del Estado corresponde a elemen-
tos surgidos, de forma directa o indirecta, de la elección del pueblo. La el parlamento posea realmente la facultad de formar una
identificación popular entre Constitución representativa y parlamenta- élite política. Hoy día este instrumento de selección ya no
rismo es presa de la misma confusión.
SOBRE EL PA RLA MENTA R/SMO 7 8 CARL SCHMITT

es juzgado de modo tan esperanzador; muchos conside- la institución del parlamento moderno. No se deben di-
ran que tales esperanzas han envejecido, y la palabra «ilu- luir los conceptos ni hacer caso omiso de lo específico de
siones», que Thoma utiliza contra Guizot, podría muy la discusión. La discusión significa un intercambio de opi-
bien utilizarse también contra estos demócratas. La élite niones; está determinada por el objetivo de convencer al
que generan sin cesar los numerosos parlamentos de los adversario, con argumentos racionales, de lo verdadero
diversos Estados europeos y de fuera de Europa en for- y lo correcto, o bien dejarse convencer por lo verdadero
ma de cientos de ministros no justifica un gran optimis- y lo correcto. Gentz, en este aspecto aún influido por el
mo. Pero lo que es aún peor o incluso demoledor : en al- liberal Burke, lo expresa acertadamente: lo característico
gunos Estados, el parlamentarismo ya ha llegado hasta el de todas las Constituciones representativas (se refiere al
punto de que todos los asuntos públicos se han converti- parlamento moderno, a diferencia de las representacio-
do en objeto de botines y compromisos entre los partidos nes estamentales) es que las leyes se generan a partir de
y sus seguidores, y la política, lejos de ser el cometido de la lucha de opiniones (y no de intereses). Las conviccio-
una élite, ha llegado a ser el negocio, por lo general des- nes comunes forman parte de la discusión como premisas
preciado, de una, por lo general despreciada, clase. de la misma: la disposición a dejarse convencer, la inde-
Sin embargo, ello no es decisivo de cara a una conside- pendencia con respecto a los partidos, la imparcialidad
ración de principios. Aquéllos que creen que el parlamen- frente a intereses egoístas. Hoy tal falta de intereses pare-
tarismo garantiza la mejor selección de líderes políticos cerá a la mayoría apenas posible. Pero también este es-
ya no ostentan hoy en día dicha convicción como una fe cepticismo forma parte de la crisis del parlamentarismo.
ideal, sino como una hipótesis técnico-práctica que es pre- Las mencionadas características de las Constituciones par-
ciso comprobar aún en el continente, que ha sido cons- lamentarias, oficialmente aún vigentes, dejan traslucir que
truida a partir de modelos ingleses y que es abandonada las instituciones específicamente parlamentarias dan por
inmediatamente de forma razonable cuando no queda pro- supuesto este particular concepto de la discusión. Por
bada su eficacia. Pero también puede unirse esta convic- ejemplo, la reiterada frase de que los diputados no son
ción a la fe en la'discusión y en la publicidad, formando representantes de un partido sino del pueblo entero y que
parte entonces de la argumentación fundamental del par- no están sujetos a mandato alguno (en la Constitución de
lamentarismo. En cualquier caso, el parlamento sólo será Weimar esto se halla incluido en el art. 21), las típicas ga-
«real» en tanto que la discusión.pública sea tomada en rantías, tantas veces repetidas, sobre la libertad de expre-
serio y llevada a efecto. «Discusión» posee a este respec- sión y las reglas sobre la publicidad de los debates sólo
to un sentido especial y no significa simplemente nego- tienen sentido en el caso de un concepto de discusión bien
ciar. Los que denominan parlamentarismo a todos los po- entendido. Por otra parte, las negociaciones, cuyo obje-
sibles tipos de negociación y de comunicación, y, a todo tivo no es encontrar lo racionalmente verdadero, sino el
lo demás, dictadura y despotismo (como M. J. Bonn en cálculo de intereses y las oportunidades de obtener una
su obra Krísis der europäischen Demokratie, y también ganancia haciendo valer los propios intereses según las po-
R. Thoma en su citada reseña) eluden la verdadera cues- sibilidades, van acompañadas, por supuesto, también de
tión. En cualquier congreso de delegados, en cualquier jor- discursos y discusiones, pero no se trata de una discusión
nada de representantes y en cualquier reunión de directo- en el correcto sentido. Dos comerciantes que llegan a un
res se negocia, al igual que se negociaba en los gabinetes acuerdo tras una lucha competitiva hablarán de las mu-
de los monarcas absolutos, entre las organizaciones esta- tuas posibilidades económicas, intentando utilizar cada
mentales y entre turcos y cristianos. De ello no se infiere uno su ventaja y llegando al fin a un compromiso comer-
10 CARI, SCHMirr
SOBRE EL PA RLA MENTA R/SMO 9
literatura acerca de la psicología, técnica y crítica de la
cial. La publicidad es, en este tipo de negociaciones, tan opinión pública es hoy muy extensa 3 . Por ello, es de
improcedente como resulta razonable en una discusión imaginar que todo el mundo sabe que ya no se trata de
auténtica. A lo largo de toda la historia mundial siempre convencer al adversario de lo coríecto y verdadero, sino
han existido, como ya dijimos, negociaciones y compro- de conseguir la mayoría para gobernar con ella. Lo que
misos. Las personas saben que suele resultar ventajoso lle- Cavour expuso como la gran diferencia entre el absolu-
varse bien en lugar de pelear, y que un arreglo flaco vale tismo y un régimen constitucional, es decir, que en el pri-
más que un proceso gordo. Todo esto es, sin duda, co- mero ordena el ministro absoluto, mientras que el minis-
rrecto, pero no el principio de una forma determinada de tro constitucional convence a los que deben obedecer, tiene
Estado ni de gobierno. que perder hoy en día su sentido. Cavour dice expresa-
La situación del parlamentarismo es hoy tan crítica por- mente: «Yo (como ministro constitucional) convenzo de
que la evolución de la moderna democracia de masas ha que .tengo razón», y sólo en ese contexto formula su fa-
convertido la discusión pública que argumenta en una for- mosa frase: «La plus mauvaise des chambres est encore
malidad vacía. Algunas normas de derecho parlamenta- préférable á la meilleure des Antichambres». Hoy el par-
rio actual, especialmente las relativas a la independencia lamento mismo parece más bien una enorme Anticham-
de los diputados y de los debates, dan, a consecuencia de bre frente a las oficinas o comisiones de los invisibles po-
ello, la impresión de ser un decorado superfluo, inútil e, derosos. En la actualidad se asemejaría a una sátira citar
incluso, vergonzoso, como si alguien hubiera pintado con la frase de Bentham: «En el parlamento se encuentran las
llamas rojas los radiadores de una moderna calefacción ideas; el contacto entre las ideas hace saltar chispas y lle-
central para evocar la ilusión de un vivo fuego. Los parti- va a la evidencia». ¿Quién recuerda aún los tiempos en
dos (que, según el texto de la constitución escrita, oficial- que Prévost-Paradol halla lo valioso del parlamentaris-
mente no existen) ya no se enfrentan entre ellos como opi- mo, frente al «régimen personal» de Napoleón 111, en el
niones que discuten, sino como poderosos grupos de po- hecho de que el parlamentarismo obliga al real portador
der social o económico, calculando los mutuos intereses del poder, cuando se produce un cambio del poder real,
y sus posibilidades de alcanzar el poder y llevando a cabo a comparecer públicamente, significando así el gobierno
desde esta base fáctica compromisos y coaliciones. Se ga- el poder más fuerte en una «maravillosa» concordancia
na a las masas mediante un aparato propagandístico cu-
yo mayor efecto está basado en una apelación a las pasio-
nes y a los intereses cercanos. El argumento, en el real sen-
tido de la palabra, que es característico de una discusión being ruled (Chatio and Windus, Londres, 1926), de Wyndham Lewis.
El autor explica este paso de lo intelectual a lo afectivo y sensual por
auténtica, desaparece, y en las negociaciones entre los par- el hecho de que, a consecuencia de la democracia moderna, el tipo mas-
tidos se pone en su lugar, como objetivo consciente, el cál- culino retrocede, produciéndose una general feminización,
3
culo de intereses y las oportunidades de poder; en lo to- Precisamente a este respecto, resulta acertada la observación efec-
cante a las masas, en el lugar de la discusión aparece la tuada por Robert Michels en el prólogo de la segunda edición de su obra
Sozioiogie des Parteiwesens, p. XVIII:«[...] en este área de la psicolo-
sugestión persuasiva en forma de carteles, o bien (como gía de masas, la ciencia alemana se encuentra, tanto en el aspecto teóri-
lo denomina Walter Lippmann en su inteligente, aunque co como en <?1 práctico, algunos decenios detrás de la francesa, la italia-
demasiado psicológico, libro americano) el símbolo 2 . La na, la americana? la inglesa en lo tocante al rendimiento en el trabajo,
pero también en el interés». Habría que añadir que un libro como el
de Robert Michels, con su sorprendente riqueza en material e ideas, es
2 capaz de compensar un decenio de este retraso.
Un libro de reciente publicación, interesante, divertido y, a pesar
de sus saltos literarios e ideológicos, digno de atención es The Art of
SOBRE EL PA RLA MENTA R/SMO 11 12 CARL SCHMITT

entre ser y apariencia? ¿Quién cree aún en este tipo de pu- para prestar un servicio. El aparato exterior de la institu-
blicidad? ¿Y en el parlamento como la gran «tribuna»? ción monárquica podrá seguir existiendo durante mucho
Los argumentos de Burke, Bentham, Guizot y J. St. Mili tiempo, pero, no obstante, el tiempo de la monarquía ha-
resultan anticuados en la actualidad. También las nume- brá tocado a su fin. Entonces aparecerán como anticua-
rosas definiciones del parlamentarismo, que se hallan aún das las convicciones que son propias de ésta y de ninguna
hoy en los escritos anglosajones y franceses, son, al pare- otra institución; no faltarán justificaciones prácticas, pe-
cer, poco conocidas en Alemania. Dichas definiciones, en ro sólo será cuestión de que entren en acción personas u
las que aparece el parlamentarismo esencialmente como organizaciones que demuestren ser tanto o más útiles que
governmení by discussion, deberían ser consideradas tam- los reyes, para que la monarquía, por este simple hecho,
bién como «enmohecidas». Bien. Si se sigue creyendo to- quede eliminada. Lo mismo ocurre con las justificacio-
davía en el parlamentarismo, habrá que ofrecer, al me- nes «socio-técnicas» del parlamento. Si el parlamento pasa
nos, nuevos argumentos. Con referirse a Friedrich Nau- de ser una institución de la verdad evidente a un mero me-
mann, Hugo Preuss y Max Weber ya no basta. Con to- dio práctico y técnico, bastará sólo con demostrar via facti,
dos los respetos a estos hombres, actualmente nadie com- ni tan siquiera necesariamente mediante una abierta dic-
partirá su esperanza en que el parlamento garantice, sin tadura, que existen otras posibilidades para que el parla-
más, la formación de una élite política. Tales conviccio- mento toque a su fin.
nes han sufrido una conmoción hoy en día; sólo pueden
existir como fe en las ideas mientras vayan unidas a la
creencia en la discusión y en la publicidad. Al fin y al ca- * « *
bo las nuevas justificaciones del parlamentarismo que se
han dado en los últimos decenios solamente afirman que
en la actualidad el parlamento funciona bien, o al menos La fe en el parlamentarismo, en un gouvernmení by dis-
de manera aceptable, como instrumento útil, incluso im- cussion, es propia de las ideas del liberalismo. No es pro-
prescindible, de la técnica social y política. Lo cual es, por pia de la democracia. Es preciso separar ambos, demo-
afirmarlo de nuevo, una forma plausible de contempla- cracia y liberalismo, a fin de comprender la heterogénea
ción. Sin embargo, es preciso interesarse por un razona- construcción que constituye la moderna democracia de
miento más profundo de lo que Montesquieu denomina masas.
el principio de una forma de Estado o de gobierno, por Toda democracia real se basa en el hecho de que no só-
la convicción específica que es propia de esta, como de lo se trata a lo igual de igual forma, sino, como conse-
cualquier otra gran institución, por la fe en el parlamen- cuencia inevitable, a lo desigual de forma desigual. Es de-
to, que realmente existió una vez, pero que hoy ya no es cir, es propia de la democracia, en primer lugar, la ho-
posible encontrar. mogeneidad, y, en segundo lugar —y en caso de ser
En la historia de las ideas políticas hay épocas de gran- necesaria— ía eliminación o destrucción de lo heterogé-
des impulsos y períodos de calma, de un statu quo caren- neo. Para ilustrar estas palabras, recordaré brevemente
te de ideas. Así, se puede considerar como terminado el dos ejemplos de democracias modernas: la Turquía de
tiempo de la monarquía cuando se pierde el sentido del hoy, con la radical expulsión de los griegos y la escrupu-
principio de la monarquía, el honor, cuando aparecen re- losa turqueización del país, y la comunidad australiana,
yes constitucionales que intentan probar, en lugar de su que impide, con sus leyes sobre inmigración, indeseables
consagración y su honor, su utilidad y su disponibilidad entradas, aceptando sólo inmigrantes que corresponden
SOBRE EL PA RLA MENTA R/SMO 13 14 CARL SCHMITT

al righí type of settler. El poder político de una democra- Ni en la democracia urbana ateniense ni en el Imperio
cia estriba en saber eliminar o alejar lo extraño y desigual, mundial inglés están políticamente emancipados todos los
lo que amenaza la homogeneidad. Así pues, en la cues- ciudadanos del Estado. De los más de cuatrocientos mi-
tión de la igualdad 110 se trata de logarítmicos juegos abs- llones de habitantes del Imperio inglés, más de trescien-
tractos, sino de la sustancia misma de la igualdad. Esta tos millones no son ciudadanos ingleses. Cuando se ha-
sustancia puede hallarse en determinadas cualidades físi- bla de la democracia inglesa y del derecho de voto univer-
cas o morales, por ejemplo, en la virtud cívica de los ciu- sal y de la igualdad universal, se ignora a cientos de mi-
dadanos, la ÜCQOÍ —la democracia clásica de la virtus (ver- llones con la misma naturalidad con la que eran ignora-
tu). La democracia de los sectarios ingleses del siglo xvu dos los esclavos en la democracia ateniense. El
se basaba en la concordancia de sus convicciones religio- imperialismo moderno ha producido numerosas formas
sas. Desde el siglo xix consiste sobre todo en la pertenen- nuevas de gobierno en relación al desarrollo técnico y eco-
cia á una nación determinada, en la homogeneidad na- nómico, en la misma medida en que la democracia se fue
cional 4. En todos los casos, la igualdad sólo posee un in- desarrollando en la metrópolis. Colonias, protectorados,
terés y valor políticos mientras tenga una sustancia, con mandatos, acuerdos de intervención y parecidas formas
lo que, por tanto, existe la posibilidad y el riesgo de que de dependencia posibilitan hoy que una democracia go-
surja una desigualdad. Quizá existan algunos ejemplos ais- bierne sobre una población heterogénea sin concederle la
lados del idílico caso en que una comunidad se baste a nacionalidad, haciéndola depender del Estado democrá-
si misma en todos los aspectos, que todos los habitantes tico y, al mismo tiempo, separándola de ese Estado. Este
posean igualmente esta feliz autarquía y que todos se ase- es el sentido político y constitucional de la bella fórmula:
mejen psicológicamente, moral y económicamente tanto ías colonias son, según el derecho político, países extran-
que tengamos una homogeneidad sin heterogeneidad, lo jeros, y, según el derecho internacional, territorio nacio-
cual habría podido ser posible durante algún tiempo en nal. Estas palabras tan utilizadas por la prensa mundial
las primitivas democracias de agricultores o en los Esta- anglosajona y a las que R. Thoma se somete, reconocién-
dos colonizados. Por lo demás, hay que añadir que una dolas incluso a la hora de dar una definición teórica de
democracia, dado que a una igualdad corresponde siem- la forma del Estado, hacen caso omiso de este hecho. Al
pre una desigualdad, puede excluir a una parte de la po- parecer, para este autor todo Estado en el que se ha esta-
blación dominada por el Estado $in dejar de ser por ello blecido el derecho de voto universal e igual como «el fun-
una democracia, que, incluso, siempre han existido en una damento de la unidad» es una democracia. ¿Es que acaso
democracia esclavos o personas total o parcialmente pri- el Imperio inglés está basado en el derecho de voto uni-
vadas de sus derechos y relegadas de la participación en versal e igual de todos sus habitantes? Sobre este funda-
el poder político, se llamen como se llamen: bárbaros, 110 mento no podría seguir existiendo ni una semana; las per-
civilizados, ateos, aristócratas o contrarrevolucionarios. sonas de color conseguirían los votos en aplastante ma-
yoría por encima de los blancos. No obstante, el Imperio
inglés es una democracia; en Francia y otras potencias ocu-
4 rre lo mismo.
La sustancia política concerniente a la democracia no podrá hallarse
meramente en lo económico. De la igualdad económica no se desprende El derecho de voto universal e igual es sólo la conse-
ninguna homogeneidad política; aunque las grandes desigualdades eco-
nómicas sí pueden anular o poner en peligro una homogeneidad políti-
cuencia razonable de la igualdad sustancial dentro de un
ca existente. Entrar en el desarrollo de esta tesis es algo que no pertene- círculo de iguales, y no va más allá de esta igualdad. Tal
ce ya a este contexto. derecho igualitario posee un sentido allí donde existe la
SOBRE EL PA RLA MENTA R/SMO 15 16 CARL SCHMITT

homogeneidad. No obstante, este tipo de universalidad del constituiría una locura irresponsable, susceptible de con-
derecho de voto al que se refieren esas «palabras tan uti- ducir a los peores desmanes y a una injusticia aun mayor.
lizadas por la prensa mundial anglosajona» significa otra En el terreno político no se enfrentan de forma abstracta
cosa: toda persona adulta, por el hecho de ser persona, las personas como tales, sino en su calidad de personas
debe de ser emancipada eo ipso a nivel político de cual- interesadas en la política y politicamente determinadas co-
quier otra persona. Es ésta una idea liberal, pero no de- mo ciudadanos, ya sean gobernados o gobernantes, alia-
mocrática. Supone una democracia hasta ahora existen- dos políticos o adversarios, pero, en cualquier caso, divi-
te, basada en la igualdad y la homogeneidad sustancial. didos en categorías políticas. No es posible abstraer lo po-
Actualmente no existe en absoluto esta democracia de to- lítico del ámbito de lo político y dejar sólo la universal
dos los seres humanos, entre otras razones ya por el mero igualdad humana, del mismo modo que en el terreno de
hecho de que la tierra está dividida en Estados, en su ma- lo económico no se concibe a la persona como tal, sino
yoría Estados nacionalmente homogéneos que intentan lle- a Ja persona como productor, consumidor, etc., es decir,
var a cabo, con el fundamento de una homogeneidad na- en categorías específicamente económicas.
cional, una democracia, pero sin tratar en ningún caso a Así pues, la absoluta igualdad humana sería una igual-
toda persona como un ciudadano emancipado 5 . Tam- dad comprendida en sí misma y sin riesgos, una igualdad
bién el Estado más democrático (pongamos por caso los sin el necesario correlato de la desigualdad, y en conse-
Estados Unidos de América) se halla lejos de dejar parti- cuencia, una igualdad indiferente y, práctica y conceptual-
cipar a extraños en su poder o en su riqueza. Hasta ahora mente, carente de sentido. En realidad, tal igualdad ab-
no ha existido ninguna democracia que no conociera el soluta no existe en parte alguna, mientras que, como in-
concepto de extranjero ni que haya realizado la igualdad dicábamos antes, los Estados de la tierra distinguen polí-
de todas las personas. Pero, si se deseara seriamente esta- ticamente a sus ciudadanos de las otras personas y saben
blecer una democracia de todos los seres humanos, igua- alejar de sí, sea por las razones que fuere, a la población
lando en realidad a todas las personas políticamente, ten- indeseable, uniendo la dependencia en el sentido del de-
dríamos una igualdad en la que participarían todas las per- recho internacional al concepto de extranjero en el dere-
sonas sin más, en virtud de su nacimiento o edad. Con cho político. Por otra parte parece que, al menos dentro
ello, la igualdad se vería privada de su valor y de su sus- de los distintos Estados de las democracias modernas, se
tancia, ya que le seria arrebatado el sentido específico que ha introducido una universal igualdad humana, aunque
posee como igualdad política, igualdad económica, etc., no se trata de la igualdad absoluta de todas las personas,
en pocas palabras, como igualdad en una determinada ya que, naturalmente, quedan excluidos los extranjeros,
área, pues cada área posee sus específicas igualdades y de- los que no poseen la nacionalidad. Sin embargo, dentro
sigualdades. Del mismo modo que sería una injusticia des- del ámbito de las personas poseedoras de la nacionalidad,
preciar la dignidad humana de cada individuo, el no acep- se da una igualdad humana relativamente avanzada. Hay
tar las particularidades específicas de las distintas áreas que tener en cuenta que en este caso, por lo general, se
pone mayor énfasis en la homogeneidad nacional, anu-
lando dentro del Estado la igualdad humana relativamente
5
Kxiste un «pluralismo» a este respecto; y el pluralismo social en el universal por la terminante exclusión de todos los que no
que se extinguirá, según el pronóstico ce M. J. Bonn (Die Krisis der euro- pertenecen al Estado, de las personas que quedan fueran
päischen Demokratie, 1925) la supuesta democracia de todos los seres
humanos vigente hoy, existe desde hace tiempo, y siempre existió, si bien
del Estado. Donde éste no fuera el caso, donde un Esta-
bajo una forma distinta, más efectiva. do quisiera llevar a cabo la universal igualdad humana en
SOBRE EL PA RLA MENTA R/SMO 17 18 CARL SCHMITT

la política, sin consideración a la homogeneidad nacional oscura unión de ambos está fundada la moderna demo-
u otros tipos de homogeneidad, no sería posible eludir la cracia de masas. A pesar de tanto como ha sido estudia-
consecuencia de que se estaría despreciando la igualdad do Rousseau, y a pesar de que la correcta comprensión de
política en la medida en que se produjera un acercamien- éste marca el principio de la democracia moderna, pare-
to a la igualdad humana absoluta. Y no sólo esto. Tam- ce ser que aún no se han percatado de que ya la concep-
bién se estaría despreciando en la misma medida el área ción del Estado del Contraí social contiene incoherente-
en sí, es decir, la política misma, que se convertiría de es- mente estos dos elementos a la vez. La fachada es liberal:
te modo en algo indiferente. No sólo se habría despojado basar la legitimidad del Estado en un contrato libre. Pero
a la igualdad política de su sustancia, convirtiéndola en en la continuación de su exposición y en el desarrollo del
algo sin valor para el individuo igualado, sino que tam- concepto esencial —la volontégenérale— se evidencia que
bién la política misma se habría convertido en algo insus- el Estado auténtico, según Rousseau, sólo existe allí don-
tancial en la medida en que se llevaran a cabo seriamente de el pueblo es homogéneo, allí donde, en lo esencial, im-
tales igualdades insustanciales en su ámbito. La indiferen- pere la unanimidad. Según el Contrat social, en el Estado
cia abarcaría también los asuntos que fueran tratados con no puede haber partidos, ni interés del Estado distinto al
los métodos de esta igualdad vacía. Y no desaparecería interés de todos, ni cualesquiera otros intereses particula-
la desigualdad sustancial del mundo y del Estado, sino que res, ni diferencias religiosas; nada de cuanto separa a las
se desplazaría, por ejemplo, de lo político a lo económi- personas, ni siquiera una Hacienda pública. El filósofo
co, proporcionando a esta área una nueva importancia su- de la democracia moderna, tan admirado por eminentes
perior y decisiva. En el caso de la existencia de una apa- economistas políticos como Alfred Weber 7 y Cari Brínk-
rente igualdad política, ésta se hallará subordinada a otra mann 8 , afirma muy seriamente: Hacienda es algo para
área en la cual predominen las desigualdades sustancia- esclavos, un moi d'esclave (t. III, cap. 15, ait. 2). Y con-
les; hoy en día tal sería el caso de lo económico. Esto es viene tener en cuenta que, para Rousseau, la palabra «es-
algo inevitable y, visto desde la óptica de las teorías del clavo» posee todo el significado que se le otorga en las
Estado, constituye la verdadera razón del deplorado do- concepciones de un Estado democrático; designa al no-
minio de lo económico sobre el Estado y la política. Allí perteneciente al pueblo, al no-igual, al no-citoyen, a quien
donde una igualdad indiferente, concebida sin el correla- de nada le sirve ser in abstracto «humano», el heterogé-
to de una desigualdad, abarca, de hecho, un área de la neo que no participa de la homogeneidad general, sien-
vida humana, pierde también este área misma su sustan- do, por tanto, justificadamente excluido. La unanimidad
cia, pasando a la sombra de otra área en la que las desi- tiene que llegar incluso hasta el punto de que las leyes sean
gualdades serán privilegiadas -entonces con una fuerza elaboradas sans discussion, según Rousseau. Incluso juez
brutal.
La igualdad de todas las personas en su calidad de tales
no es una democracia, sino un determinado tipo de libe-
conferencia pronunciada en mi seminario político del semestre de vera-
ralismo; no es una forma de Estado, sino una moral y una no en 1925. También el ensayo de H. Hefele, Hochland, noviembre de
concepción del mundo individualista-humanitaria6. En la 1924, subraya igualmente ia contradicción entre liberalismo y democra-
cia. No obstante, yo mantengo, frente a Becker y Hefele, la definición
de democracia como la identidad entre gobernantes y gobernados.
6 7
Esta diferenciación fue excelentemente desarrollada en un ensayo Die Krise des modernen Staaisgedankens in Europa, Stuttgart,
digno de atención ¿e Werner Becker, aparecido en la revista Schiidge- 1925.
8
nossen en septiembre de 1925; el trabajo está basado en una magnífica Archiv für Sociahvissenschaften, agosto de 1925, t. 54, p. 533-
SOBRE EL PA RLA MENTA R/SMO 19 20 CARL SCHMITT

y parte deben de pretender lo mismo (t. II, cap. 4, art. 7), ordena y el que obedece es el mismo, el soberano, es de-
sin preguntarse cuál de las dos partes, si demandante o cir, la asamblea constituida por todos los ciudadanos, pue-
demandado, es la que debe pretender lo mismo; en pocas de cambiar leyes o Constitución a voluntad; en una mo-
palabras, en la homogeneidad elevada hasta el grado de narquía o en una aristocracia —ubi alii suntqui imperant,
identidad todo funciona por sí mismo. Pero, si la unani- alii quibus imperatur— es posible un contrato mutuo y,
midad y la concordia de todas las voluntades es tan gran- por tanto, la limitación del poder estatal.
de, ¿para qué hacer entonces un contrato, o concebirlo
siquiera? El contrato presupone diversidad y oposición.
* * »
La unanimidad existe, al igual que la voionté genérale, o
no existe, y, como expresó acertadamente Alfred Weber,
si existe, existirá de forma natural; donde existe no tiene
sentido ningún contrato, dado lo espontáneo de la mis- Una idea muy extendida actualmente considera que el
ma, y allí donde no existe, de nada servirá contrato algu- parlamento está amenazado desde dos bandas por el bol-
no. La idea del contrato libre de todos para con todos pro- chevismo y el fascismo. Es ésta una visión sencilla pero
cede de otro mundo ideológico que presupone intereses superficial. Las dificultades del funcionamiento parlamen-
contrarios, diferencias y egoísmos: el liberalismo. La vo- tario y de sus instituciones surgen en realidad a partir de
ionté générale, tal y como la concibe Rousseau, es, en rea- la situación creada por la moderna democracia de masas.
lidad, homogeneidad; es, en realidad, una democracia con- Esta conduce en principio a una crisis de la democracia
secuente. Según el Contrat social, el Estado se basará en- misma, porque no es posible solucionar a partir de la uni-
tonces, a pesar del título y a pesar de la introducción del versal igualdad humana el problema de la igualdad sus-
concepto del contrato, no en un contrato, sino esencial- tancial y de la homogeneidad, necesarias en una demo-
mente en la homogeneidad. De ella resulta la identidad cracia. Y esto lleva, desde la crisis de la democracia, a otra
democrática entre gobernantes y gobernados. crisis bien distinta, la del parlamentarismo. Ambas crisis
También la teoría del Estado del Contrat social contie- han hecho su aparición hoy en día al mismo tiempo y se
ne la prueba de que la democracia es acertadamente defi- agudizan mutuamente, pero son bien distintas, tanto en
nida como identidad entre gobernantes y gobernados. Esta un nivel conceptual como en el orden práctico. La mo-
definición, propuesta en mi escrito Teología política (1911) derna democracia de masas, en tanto que democracia, in-
y en mi ensayo sobre el parlamentarismo, ha sido en par- tenta realizar la identidad entre gobernantes y goberna-
te rechazada y en parte copiada por aquéllos que se han dos, pero se topa con el parlamento, una institución en-
percatado de ella. Por tanto, deseo hacer costar que, aun- vejecida y ya inconcebible. Si se pretende llevar la identi-
que es realmente nueva en su aplicación a las teorías del dad democrática adelante, ninguna institución constitu-
Estado contemporáneas y en su extensión a una serie de cional puede oponerse, en caso de emergencia, a la
identidades, corresponde a una antigua tradición —se po- incuestionable voluntad del pueblo, expresada de cualquier
dría decir incluso que a una tradición clásica— y, por es- forma. Contra esta voluntad, una institución de diputa-
to mismo, actualmente ya poco conocida. Dado que ex- dos independientes, basada en la discusión, no halla nin-
pone una interesante consecuencia relativa al derecho pú- guna justificación de su existencia (y menos aún si tene-
blico, hoy especialmente actual, citaremos aquí una ex- mos en cuenta que la fe en la discusión es de origen libe-
presión de Pufendorf (De jure Naturae et Gentium, 1672; ral, y no democrático). Es posible distinguir tres crisis hoy
t. VII, cap. VI, art. 8): en la democracia, donde el que en día; la crisis de la democracia (de la que habla M. J.
SOBRE EL PA RLA MENTA R/SMO 21 22 CARL SCHMITT

Bonn, ignorando la contradicción entre la liberal igual- cer, desconocidas por las actuales concepciones del Esta-
dad humana y Ja homogeneidad democrática); luego, la do. Pueblo es un concepto perteneciente al Derecho pú-
crisis del Estado moderno (Alfred Weber) y, finalmente, blico. El pueblo existe sólo en la esfera de lo público. La
la crisis del parlamentarismo. La crisis del parlamentaris- opinión unánime de cien millones de particulares no es ni
mo, que es la que aquí nos ocupa, se basa en que demo- la voluntad del pueblo ni la opinión pública. Cabe ex-
cracia y liberalismo, si bien pueden ir unidos durante al- presar la voluntad del pueblo mediante la aclamación
gún tiempo, al igual que se han unido socialismo y demo- —mediante acclamatio—, mediante su existencia obvia e
cracia, forman una unidad precaria. En cuanto esta liberal- incontestada, igual de bien y de forma aun más democrá-
democracia llega al poder, tiene que decidirse entre sus tica que mediante un aparato estadístico, elaborado des-
distintos elementos, del mismo modo que la socialdemo- de hace sólo medio siglo con esmerada minuciosidad.
cracia, que, por cierto, dado que la moderna democracia Cuanto más poderosa es la fuerza del sentimiento demo-
de masas contiene elementos esencialmente liberales, es crático, tanto más segura es la comprensión de que la de-
en realidad una democracia social-Iiberal. En la democra- mocracia es otra cosa que un sistema para registrar vota-
cia sólo existe la igualdad de los iguales y la voluntad de ciones secretas. Frente a una democracia no sólo técnica,
los que forman parte de los iguales. Todas las demás ins- sino también, en un sentido vital, directa, el parlamento,
tituciones se convierten en insustanciales recursos socio- generado a partir de un encadenamiento de ideas libera-
técnicos, incapaces de oponer un valor propio o un prin- les, parece como una maquinaria artificial, mientras que
cipio propio a la voluntad del pueblo expresada de cual- los métodos dictatoriales y cesaristas no sólo pueden ser
quier modo. La crisis del Estado moderno se funda en que mantenidos por la acclamatio del pueblo, sino que, asi-
una democracia de masas o una democracia de todos los mismo, pueden ser la expresión directa de la sustancia y
seres humanos no puede llevar a cabo ninguna forma de la fuerza democrática.
Estado, y tampoco un Estado democrático. Con reprimir el bolchevismo y mantener alejado el fas-
Por otra parte, bolchevismo y fascismo son, como cual- cismo no se ha superado en lo más mínimo la crisis del
quier dictadura, antiliberales, pero no necesariamente an- parlamentarismo actual, puesto que ésta no ha surgido co-
tidemocráticos. Forman parte de la historia de la demo- mo una consecuencia de la aparición de sus dos enemi-
cracia algunas dictaduras, ciertos cesarismos y otros ejem- gos; existía antes de ellos y perdurará después de ellos.
plos menos comunes, extraños a las tradiciones liberales Su origen se halla en las consecuencias de la moderna de-
del pasado siglo, de formación de la voluntad del pueblo, mocracia de masas y, fundamentalmente, en la contradic-
creando así la homogeneidad. Es propio de las ideas no ción entre un individualismo liberal mantenido por el pa-
democráticas generadas en el siglo xix a partir de la pe- tetismo moral y un sentimiento de Estado democrático
netración de las máximas liberales, considerar que el pue- esencialmente dominado por ideales políticos. Un siglo de
blo sólo puede expresar su voluntad de modo que cada alianza histórica y la común lucha contra el absolutismo
ciudadano por sí mismo, en el más profundo secreto y en principesco han obstaculizado la comprensión de este he-
total aislamiento (es decir, sin salir de la esfera de lo pri- cho. Pero hoy se vislumbra con una intensidad cada vez
vado e irresponsable), bajo «medidas de protección» y «sin mayor, y no puede ser frenado por un uso amplio del idio-
ser observado» (como dispone la ley electoral del Reich) ma. Es la contradicción, insuperable en su profundidad,
emita su voto; los votos son entonces contabilizados, ob- entre la conciencia liberal del individuo y la homogenei-
teniéndose una mayoría aritmética. Este sistema ha olvi- dad democrática.
dado una serie de verdades muy elementales y, al pare-
hecho, el Estado es ya incapaz de política, inadecuado para tratar posibilidad de matar y de ser matado, esto es, con el orden y con
las nuevas formas de desorden del siglo xx, que perturban al Es­ el desorden; Schmitt señala una vez más que el Estado no es una
tado liberal y al sujeto liberal, incapaces de hacerles frente a la institución originaria, ya que tiene a lo "político" como su origen.
técnica, al pluralismo y a la democracia, y de realizar una nueva La misma frase de apertura de El concepto de lo político, "el con­
neutralización activa de éstos. cepto de Estado presupone el concepto de lo 'político'", significa
que el Estado no puede realizar un orden cerrado, no puede col­
2.4. El punto culminante en Schmitt como teórico de la política es mar con su propio derecho positivo el déficit de sentido y de sus­
El concepto de lo político.19 Este texto extrae las consecuencias de un tancia en el cual tiene su origen y en el cual siempre se encuentra
pensamiento que encuentra el origen de la política en la desco­ inmerso, sino que debe, más bien, ser consciente de la propia ines­
nexión entre el derecho y la realidad. Aquí, esta desconexión toma tabilidad constitutiva y de la propia contingencia, o del hecho de
el nombre de lo "político", cuyo contenido (la relación amigo / que no sólo en el Estado, sino también fuera de él, en la sociedad y
enemigo) no es sólo antagonismo sino también, al mismo tiempo, en el pueblo, existe la "politicidad", y de que éste es, justamente,
un principio de asociación. En resumidas cuentas, lo "político" es el problema político por excelencia. No es casual que esa frase de
justamente la coexistencia no pacificada de orden y desorden en Schmitt constituya la inversión de una formulación de Jellinek,
su forma extrema: constituye el origen de la política entendida uno de los maestros del positivismo jurídico, quien en su Allge-
como convivencia siempre desequilibrada de forma y de excep­ meine Staatslehre [Teoría general del Estado] afirmaba: "Político
ción, de revolución y de poder constituyente.20 Éste es el principio significa estatal. Cuando se piensa en el concepto de lo 'político'
de desequilibrio, un punto fundamental de la teoría política de se piensa en el concepto de Estado".21
Schmitt. La coincidencia entre el Estado y lo "político" formulada por
Lo "político" schmittiano no implica que la política consista el iuspositivista se transformó en su disociación, formulada por el
sólo en el conflicto, en la revolución, en la guerra civil, que sea por decisionista; una disociación básica y también de hecho, que sig­
completo extraña a las instituciones y al Estado. Si la política mo­ nifica que el Estado es sólo una más entre las instituciones que
derna tiende a ser, según la propia autointerpretación, sólo media­ constituyen posibles portadoras de lo "político", una institución
ción, la política de Schmitt, no obstante, no es sólo inmediatez, que en el siglo xx resulta ineficaz justamente por su desarrollo téc­
sino la coexistencia trágica (no la superación dialéctica) de media­ nico neutral que la ha privado de la capacidad de reconocer y de
ción y de inmediatez. En otras palabras, es un orden atravesado gestionar lo "político" que está ahora afuera de las instituciones
por una fractura profunda, por un riesgo absoluto; está expuesto a del Estado. Esto implica la circulación en la sociedad de un desor­
la contingencia más radical, al conflicto, a la Nada, a la muerte. Lo den y de una violencia que determinan el fin del Estado, pero que
"político" tiene que ver tanto con el espacio público como con la al mismo tiempo pueden constituir el inicio de una nueva forma
política eficaz. Lo "político", según Schmitt, todavía puede pen­
19 Cari Schmitt, II concetto di "político", op. cit. En la bibliografía reciente se
sarse en relación con el Estado, mientras se admita abiertamente
destaca, en relación con el m ism o, Reinhard M ehring (ed.), Cari Schitt. D er Beg-
riffdes Politischen. Ein kooperativer Kommentar, Berlín, Akadem íe, 2003.
20 En este sentido resulta útil consultar Eckard Bolsinger, The Autonomy of 21 Georg Jellinek, La dottrina generóle dello Stato [1900], 2a ed., trad. parcial,
the Political. Cari Schmitt's and Lenin's Political Realism, W estport ( c t ) y Londres, Milán, Giuffré, 1949, p. 173 [trad. esp.: Teoría general del Estado, M éxico, Fondo
Greenwood, 2001. de Cultura Económ ica, 2000].
el fracaso del período liberal y positivista de la estatalidad mo­ igualdad y le confía el papel de establecer, interpretar y excluir la
derna, y se imaginen instituciones menos formalistas y normati- diferencia, para ser portador consciente de lo "político", esto es,
vistas, menos orientadas hacia la defensa, es decir, hacia la pre­ de la capacidad de hostilidad interna. De este modo, Schmitt hace
m isa de la d istinción entre Estado y sociedad, y tanto más saltar, al menos tendencialmente, los dos goznes de la estatalidad
agresivas y eficaces en la medida en que sean capaces de abrirse a moderna: la distinción entre interior y exterior (a la cual se ape­
la contingencia y al conflicto que existen en la sociedad, y de ad­ lará apenas terminada la guerra) y la distinción entre Estado y so­
ministrarlas con una neutralización activa, no pasiva. ciedad, entre el espacio de la política juridificada y el espacio de la
competencia políticamente neutralizada.
En la práctica, el programa político de Schmitt consiste en re­
3. E l E s t a d o e n l a e x p e r i e n c i a p o l í t i c a d e S c h m i t t conocer la obsolescencia del Estado liberal y ver en el avance de la
democracia (entendida de manera de incluir tanto la democracia
Ésta es la clave teórica para descifrar al Schmitt "politólogo" e de masas, la potencia polémica y constituyente del pueblo en
"histórico", al analista del Estado alemán de la primera mitad del clave nacionalista, la conflictividad social en clave marxista, la de­
siglo xx (pero tam bién del Segundo Reich, que vio como una mocracia plebiscitaria bonapartista, el jacobinismo y el leninismo)
forma política de compromiso, porque, según él, no supo nunca el posible origen de una nueva forma política estatal, en la cual la
resolver la relación polémica entre la sociedad y el Estado, que se energía deformante de lo "político" (cuyo portador es el pueblo)
inició con la confrontación acerca del balance de la guerra entre precede a las instituciones y las excede, pero no prescinde nunca
Bismarck y el Parlamento prusiano entre 1862 y 1866).22 de ellas. Como la cara concreta de la democracia, como desafío al
El principio de indeterminación (o de interacción originaria y que hay que responder sin eludirlo, Schmitt destaca el surgimiento
al mismo tiempo de desconexión entre orden y desorden) que, con de la economía como una nueva realidad central en la sociedad:
el principio de desequilibrio, constituye el núcleo de la teoría polí­ una realidad invasiva e incontenible que pone en funcionamiento
tica de Schmitt (juntos significan la imposibilidad de que el Estado dinámicas de conflictos y de poderes intrínsecamente políticos, de
sea un universal racional), se convierte, desde el punto de vista los cuales el Estado no se puede separar ni diferenciar retroce­
politológico, en el principio de legitimidad, es decir, en la exigen­ diendo al estilo liberal, proponiéndose representarlas en el Parla­
cia de que el orden político tenga su origen en un contenido parti­ mento y administrarlas con el instrumento formal de la ley, sino
cular, determinado, concreto y sobre todo conflictivo (precisa­ que debe realizar una nueva síntesis entre administración y go­
mente, la legitimidad), y de que obtenga su eficacia del hecho de bierno político directo.
"recordar" su propio origen parcial y polémico y de reservarse,
de un modo necesariamente indeterminado, la facultad de decidir 3.1. La primera formulación (brillante y extremista) de este pro­
acerca de la exclusión del extranjero. En otras palabras, Schmitt grama es Los fundamentos histórico-espirituales del parlamentarismo
presupone la superación del Estado como garantía legal de la en su situación actual,23 un texto que de hecho constituye el lado

22 Cari Schmitt, "C om pagine statale e crollo del secondo Im pero tedesco. 23 Cari Schmitt, La condizione storico-spirituale dell’odiemo parlamentarismo
La vittoria del borghese sul soldato" [1934], en Principii politici del nazionalso- [1923; 2a ed. 1962], Turín, Giappichellli, 2004 [trad. esp.: Losfundamentos histórico-
cialismo, Florencia, Sansoni, 1935, pp. 109-171. espirituales del parlamentarismo en su situación actual, Madrid, Tecnos, 2008]. Acerca
político práctico de aquel nudo del pensamiento que encuentra su dualismo y universalismo realizada por el liberalismo: es porta­
fulcro teórico en Teología política. El blanco de la polém ica dor al mismo tiempo de un conflicto destructivo y de una nueva
schmittiana es la confianza liberal en la producción discursiva del exigencia de orden; un orden no neutro, sino polémico, orientado
universal político, es decir, del Estado. El Parlamento es la institu­ contra un enemigo. El mito es, en resumidas cuentas, la forma his­
ción que en mayor medida refleja esta confianza porque se supone tórica de la excepción; su sujeto son los partidos de masas (que, en
que allí las opiniones privadas, con su relativism o, se pueden Parlamento y gobierno [1918], Weber definía como "portadores de
transformar, gracias al diálogo y al debate, en leyes universales. intuiciones del mundo") y su forma política adecuada es la demo­
Contra esta ideología que ignora el origen de la política y que cracia, que Schmitt ve como lo opuesto al liberalismo pero no a la
nunca tuvo (excepto en el breve período entre 1830 y 1848 en Fran­ dictadura. Si el liberalismo interpreta a la política reduciéndola al
cia) vigencia efectiva, y contra el pensamiento dialéctico, también Estado, es decir, al marco institucional que garantiza la igualdad
fuertemente cautivo, aunque de una manera distinta (tanto en su jurídica formal entre los ciudadanos, la democracia está fundada,
variante hegeliana como en la marxiana) de la fe en la potencia en cambio, sobre una igualdad que implica la desigualdad, esto
del logos, Schmitt advierte que en el siglo xx la política no puede es, sobre la homogeneidad del pueblo que se construye a través
estar plenamente juridificada y encerrada en el esquema de la re­ del conflicto y la exclusión. El Estado, en la democracia, tiene sig­
presentación institucionalizada, ya que extrae más bien su energía nificado político sólo si se deja atravesar por la potencia de estas
y su novedad de la irrupción, en el exangüe recinto del Parla­ lógicas políticas democráticas. Sólo si la unidad vuelve a pasar a
mento, de la democracia entendida como presencia e identidad través de la división, el orden se nutre del desorden.
del pueblo. Sustraído de la mediación de la representación y del La inevitabilidad de este elemento de violencia política no del
logos, el pueblo democrático todavía es objeto de una serie de ac­ todo legalizada y neutralizada que opera en el interior del Estado
ciones de identificación (en la práctica, de construcción de la iden­ (y que sufre modificaciones profundas en relación con su forma
tidad -que no constituye algo dado- y de la unidad política) que, liberal) ya había sido subrayada por Schmitt en La dictadura:24 una
desde el jacobinismo al leninismo, no son sino gestos dictatoriales, reconstrucción del papel central, en la formación del Estado mo­
de decisión y de exclusión del no idéntico, e incluso de aniquila­ derno, de una centralización del poder que toma las formas de la
ción de quien no es homogéneo, del enemigo interno. dictadura comisarial (de los intendentes del rey) y de la dictadura
Estas formas de violencia implícitas en la política moderna le soberana (que se m uestra en las fases revolucionarias, desde
abren el camino en el siglo xx a la posibilidad de una política no Cromwell a los jacobinos, y que es el aspecto histórico de la deci­
fundada en la razón, en la cual se sustituye la mediación del logos sión), llevada a cabo por Schmitt con la mirada puesta en la "lucha
por la acción directa, por la potencia de un mito político. Esto de clases proletaria", es decir, en la revolución rusa. Ésta es una
(ejemplificado en la huelga general del sindicalismo revoluciona­ relectura del Estado que quiere ponerlo a la altura de la energía
rio y en el anarquism o) es un Absoluto concreto, es decir, el política expresada por el bolchevismo, una reinterpretación del
opuesto conceptual y práctico de la mezcla de relativismo, indivi­ derecho público a la luz de Lenin. También desde este punto de

de la teoría schmittiana de la democracia, encontraremos observaciones agudas 24 Cari Schmitt, La dittatura. Dalle oríginí dell'idea moderna di scrvranita alia lotta
en Gaetano Azzariti, Critica della democmzia identitaria. Lo Stato costituzionale di classe proletaria [1921], Rom a y Bari, Laterza, 1975 [trad. esp.: La dictadura,
schmittiano e la crisi del parlamentarismo, Roma y Bari, Laterza, 2005. M adrid, Alianza, 1993].
vista, además de la centralidad del mito en el ensayo Los funda­ motor de todo orden político eficaz: es la energía del pueblo como
mentos histórico-espirituales del parlamentarismo en su situación ac­ totalidad activa, y, por lo tanto, no como totalidad ya dada de
tual, es evidente que, a principios de la década de 1920, Schmitt se una vez para siempre, capaz de decidir soberanamente el darse una
inspira en Sorel. En última instancia, Schmitt entiende que no forma política creando poderes constituidos, sin renunciar nunca a
puede pensar el Estado sin la democracia y sin la revolución (en trascenderlos.
poco tiempo también considerará fundamental a la economía). En Referéndum e iniciativa popular26 también encontramos una
Y, por último, hay que señalar que el rechazo de la mediación oposición sistemática entre la presencia del pueblo que decide
racional representativa para producir una forma política no es en por aclamación y la institución representativa que realiza la me­
Schmitt simple inmediatez: la razón se reemplaza por la acción diación: pero en realidad, la fuerza del pensamiento schmittiano
dictatorial; el dar forma a través del Parlamento, por el dar forma no reside en volver a proponer, contra la mediación estatal, una
a través de la exclusión. democracia directa, de una total inmanencia, sino en pensar la
necesidad de la forma (de las instituciones juridificadas) junto
3.2. La democracia como energía política que produce la forma or­ con el poder de la presencia, es decir, la tensión entre forma e in­
denada a través del conflicto y de la exclusión es el modo en el mediatez; ello significa pensar las instituciones del Estado reco­
cual lo "político" se manifiesta en el Estado; y el nombre jurídico rridas de una manera permanente e inquietante por el poder
de lo "político" es ese "poder constituyente" que es el eje de Teoría constituyente, por la presencia originaria del pueblo, o (según las
de la Constitución25 y que Schmitt introduce en las ciencias jurídi­ circunstancias) pensar al pueblo al que se le ha dado una forma,
cas alemanas en el siglo xx. Para él, la constitución no es tanto el llevado a la unidad no por el voto del Parlam ento sino por la
conjunto de leyes constitucionales (la K onstitution), es decir, aclamación plebiscitaria invocada por algún líder cesarista que
el modo de funcionamiento jurídico de las instituciones, sino más asume y expresa el poder del pueblo (y la correspondiente perse­
bien la concreta Verfassung, el orden político unitario total que un cución de los disidentes).
pueblo, siempre excedente en relación con el Estado, se da a tra­ La democracia (opuesta al liberalismo, como siempre en Sch­
vés de una decisión originaria (en la práctica, una revolución o mitt), tanto como poder constituyente que no se extingue nunca,
una asamblea constituyente que realiza una cesura entre ordena­ neutralizándose en los poderes constituidos, o como praxis acla­
mientos: que representa justamente el ejercido del poder constitu­ matoria, consiste en la continua formación de la unidad del pue­
yente del pueblo, capaz de constituir la legitimidad fundamental blo, en la ininterrumpida dinámica de inclusiones y exclusiones, a
en un orden político). Retomando de una manera explícita a Sie- partir de una legitimidad (expresada en la voluntad política origi­
yés y la experiencia revolucionaria francesa, para Schmitt, el po­ naria del pueblo, en su poder constituyente) que es distinta, supe­
der constituyente (y no el individuo liberal ni el contrato) es el rior y precedente en relación con la legalidad (el orden de las le­
yes, constitucionales y ordinarias).
El hecho de privilegiar la legitimidad (que no es racional) por
25 Cari Schmitt, Dottrim della costituzione [1928], Milán, Giuffre, 1984 sobre la legalidad significa, para Schmitt, que el Estado no puede
[trad. esp.: Teoría de la Constitución, M adrid, Alianza, 1982]. Véase también
Ulrich Thiele, Advokative Volksouveranítat. Cari Schmítts Konstruktion einer
"demokratischen” Diktaturtheorie im Kontext der Interpretation politischer Theorien 26 Cari Schmitt, "Referendum e iniziativa popolare" [1927], en Democrazia e
der Aufklarung, Berlín, Duncker & H um blot, 2003. liberalismo, Milán, Gíufré, pp. 21-86.
disolverse en el equilibrio de poderes constituidos y en la neutra­
como el acto constituyente del pueblo que decide establecer ese
lidad universal de la ley: de hecho, su energía política reside jus­
orden.28 No obstante, aquí se advierte con claridad que el pensa­
tamente en el desequilibrio siempre activo entre poder constitu­
miento de Schmitt se mueve en los márgenes de la modernidad:
yente y poderes del Estado, entre legitimidad y legalidad. En su noción de constitución, de hecho, conserva algunos principios
otras palabras, la política pasa a través de las instituciones, a tra­ básicos de la sintaxis profunda de la política moderna, como, por
vés del Estado, pero no está allí contenida del todo ni plenamente ejemplo, la exigencia de unidad política y el énfasis en la subjetivi­
neutralizada: las instituciones y su voluntad, es decir, las leyes, dad constituyente, depurados, sin embargo, del racionalismo ins-
no son neutrales sino que están orientadas por el acto originario titucionalista y de la pretensión de que la política puede cons­
del poder constituyente que las crea y las cuestiona. En la teoría truirse como un sistema de equilibrio de poderes.
de la constitución se hace concreto otro principio fundamental de
la teoría de Schmitt: el principio de indeterminación. De hecho, la
3.3. Desde un punto de vista práctico, este análisis, que hace de la
constitución en el sentido schmittiano es un sistema abierto en el democracia la totalidad portadora de lo "político" y que expresa
cual todavía circula la energía política originaria. Es decir, es un
la exigencia de abrir la política a la sociedad, de reconocer y de
orden que surge de un conflicto concreto y que extrae su energía dar forma al potencial político y polémico de lo social, puede im­
política del hecho de contener en sí una indeterminación (una plicar, de manera operativa, que una constitución debe estar pre­
plusvalía política general, la legitimidad) que hace que las insti­ cedida de principios generales o de normas de finalidad, o bien
tuciones tiendan, según las circunstancias, a excluir a aquellos ser interpretada por medio de cláusulas generales, exigencia que
que eventualmente se decide que son enemigos de la constitu­ el proceso constituyente posterior a la Segunda Guerra Mundial
ción. Pero adviértase que el poder constituyente, más que inde- demostró ineludible (en Italia, por ejemplo, en la constitución re­
terminarlas, determina las formas político institucionales confi­ publicana pesa mucho la influencia de un jurista como Mortati, a
rién d o les una d irección origin aria p olém ica, inclu yen te y su vez atento intérprete de Schmitt). Pero puede implicar también
excluyente. Sin el recurso a otra energía política originaria aná­ un giro autoritario, la creencia de que la salvación y la regenera­
loga, el dominio del poder constituyente (la legitimidad sustan­ ción del Estado pasa a través de la apropiación, la interpretación y
cial) es también un factor de conservación, de fijación de valores el uso polémico del origen, esto es, de la legitimidad del poder
y de contenidos: la constitución como Verfassung no puede ser constituyente que actúa contra la legalidad constitucional. Este
abolida o m odificada sustancialm ente por una ley del Parla­ cortocircuito entre la potencia del origen de la política (la adquisi­
mento, por una mayoría legal. ción teórica de Schmitt) y el poder de la política del origen (la
No es pues una casualidad (como lo afirma expresamente su nueva propuesta autoritaria de la legitimidad más allá de la lega­
autor)27 que Schmitt no le dedique su trabajo más importante al lidad formal, que es el lado práctico de su pensamiento) es. para él
Estado sino a la constitución, entendida principalmente como un ineludible en la práctica.
orden jurídico político no neutral, cuyo valor reside en su capaci­ La defensa del Estado a través de la deformación de su es­
dad de recordar de manera eficaz su propio origen, y también tructura cristalina y racional es la propuesta de Schmitt a fines de

27 Cari Schmitt, Teología política li. La leggenda della liquidazione di ogni teología
28 Cari Schmitt, Dottrina della costituzione, op. cit., par. 3, pp. 38-57; par. 6, pp.
política [1970], Milán, Giuffré, pp. 19 y 20.
69-89; parts. 8 ,9 y 10, pp. 108-139.
la década de 1920 y principios de la de 1930, en la crisis final de al poder de la economía, el Estado entra en la sociedad y la socie­
Weimar. En el análisis de los problemas de ordenamiento del Es­ dad en el Estado. Esto significa que la escena pública se caracte­
tado, presentado en La defensa de la Constitución y en Legalidad y riza por el pluralismo de los partidos y de los grupos de interés,31
legitimidad,29 Schmitt utiliza todo el aparato de sus análisis históri­ o bien por la importancia inmediatamente política (en el sentido
cos, políticos e intelectuales para decretar la muerte de la forma de destrucción de la unidad) de las dinámicas sociales.
liberal de la República de Weimar y para intentar conservar con De la indistinción, de la desaparición de los límites, entre
vida la legitimidad sustancial y democrática, el espíritu contra la Estado y sociedad nace el Estado total: con este término, deri­
letra, la constitución contra la ley constitucional. vado de la "m ovilización total" de Jünger pero subordinado a
En una sección de La defensa de la Constitución, que es un tra­ significados casi opuestos (para Jünger la movilización total es
tado de ciencia política,30 Schmitt reconstruye las etapas de las en sí misma m orfogenética;32 para Schm itt, es un desafío que
transformaciones del Estado en el pasaje del "Estado jurisdiccio­ exige que la política le dé forma), Schmitt señala la nueva reali­
nal" de la Edad Media al "Estado gubernamental" de la primera dad política del siglo xx, que se puede presentar en dos modali­
modernidad, al "Estado de derecho" del liberalismo (y del positi­ dades: el Estado total por debilidad (se trata del Estado liberal
vismo jurídico) y, por último, al "Estado administrativo" del siglo convertido en Estado administrativo que persigue los problemas
xx. La tesis de Schmitt consiste en que ni los actos de gobierno ni siempre nuevos que se le presentan y que, aunque sacrifique la
las formas de jurisdicción concreta como la ley marcial son conce­ "ley " universal a la "m edida" particular, está siempre atrave­
bibles en la forma liberal de la República de Weimar, cuya arqui­ sado pasivamente por los conflictos económicos que surgen en
tectura (la separación de los poderes, su equilibrio, los principios la sociedad y que determinan la formación de una pluralidad de
de representación parlamentaria y de legalidad) es inadecuada centros de poder, volviendo al Estado incapaz de conservar
para gestionar las nuevas condiciones de la política, es decir, la la unidad política del pueblo) y el Estado total por intensidad, la
"policracia" (término tomado de Popitz). Los desafíos del pre­ hipótesis política que plantea Schmitt, es decir, un orden político
sente requieren nuevas soluciones: y estos desafíos surgen básica­ capaz de realizar una neutralización activa de los conflictos so­
mente con el colapso de la distinción entre Estado y sociedad, en­ ciales.33 Esta segunda hipótesis se hace realidad cuando el Es­
tre política y economía, que junto con el individualismo constituye tado, renunciando a los axiomas liberales, acepta la fusión con la
el axioma de la política liberal, caduca desde hace tiempo: gracias sociedad y con sus poderes económicos y técnicos para dominar­
los y gobernarlos con-vistas a una neutralización abiertamente
política, fundada en una decisión y sujeta a una "ética del Es­
29 Cari Schmitt, II custode della costituzione [1931], Milán, Giuffre, 1981 [trad.
esp.: La defensa de la Constitución. Estudio acerca de las diversas especies y posi­ tado" (no es el reclamo de un "Estado ético" sino que sólo indica
bilidades de salvaguardia de la Constitución, M adrid, Tecnos, 1983]; Legalitcit und la Pflicht zum Staat, el deber de realizar un orden concreto, la
Legitimitat [1932], 5a ed., Berlín, Dunker & H um blot, 1993, traducción parcial al
italiano en Le categorie del "político", op. cit., pp. 209-244 [trad. esp.: Legalidad y
legitimidad, Granada, Com ares, 2006]; "H u go Preuss. II suo concetto di Stato e 31 Ibid., pp. 98-101.
la sua posizione nella dottrina tedesca dello Stato", en Democrazia e liberalismo, 32 E m st Jünger, "L a mobilitazione totale" [1930], en II Mulino, núm. 5 ,1 9 8 5 ,
op. cit., pp. 87-123. pp. 753-770.
30 Cari Schmitt, II custode della costituzione, op. cit., pp. 111-199 (La concreta 33 Cari Schmitt, "Sviluppo ulteriore dello Stato totale in G erm ania" [1933],
situazione costituzionale del presente, en el cual se encuentran algunos impor­ en Posmoni e concetti. In lotta con Weimar-Ginevra-Versailles, 1923-1939 [1940],
tantes ensayos de fines de la década de 1920 y de la década de 1930). Milán, Giuffré, 2007, pp. 303-311.
coacción a la forma).34 En la práctica, esto implica un Estado que mayoría legal que les permita modificar la legitimidad sustancial
actúa con medidas que tienen valor de ley (pero distintas de la de la constitución.36
ley porque son particulares y no universales), y que las funda en De este modo, por querer salvar a la República de Weimar de
la reactivación de la legitimidad originaria, es decir, en la pre­ sí misma y contra sí misma, Schmitt llega a concebir la hipótesis
sencia plebiscitaria del pueblo,35 que no está totalmente cristali­ de un Estado carcelario, con una democracia autoritaria y prote­
zada en las instituciones y que es más bien una reserva de ener­ gida, caracterizada por la supremacía sobre el poder legislativo
gía a disposición de quien sepa utilizarla políticamente. del poder ejecutivo y, en particular, del presidente.37 Y éstos, al re­
Esto significa que Schmitt se hace cargo de las nuevas exigen­ currir sistemáticamente a los poderes extraordinarios previstos
cias de gobierno que surgen de la dinámica de la economía y de la por el artículo 48, se encargan del cortocircuito entre medida téc­
fusión entre sociedad y Estado desquiciando el equilibrio de nica (o decisión concreta) y legitimación democrática plebiscitaria
la política liberal, y que le confía la respuesta a estas exigencias no (el recuerdo del poder constituyente y de su energía polémica y
al poder legislativo de la representación parlamentaria (parali­ fundativa), que constituye el nuevo nexo entre lo particular y lo
zado por las "mayorías negativas" que se forman en su interior, originario, y que supera la mediación política garantizada por la
inerte reflejo de las divisiones de la sociedad), sino a un poder universalidad racional de la ley. El presidente de la república es
personalizado y sobrelegitimado capaz de reunir el poder de la una institución personal capaz de decisión concreta, es decir, no
técnica (la "m edida") y el acceso directo (o mejor dicho, su cons­ del todo formalizada y, por lo tanto, competente para afrontar los
tante reinterpretación) a la legitimidad constitucional. Oponiendo conflictos con vistas a su neutralización activa, orientada a la de­
la segunda parte de la Constitución de Weimar (la "social" y de­ fensa de los valores originarios de la constitución y a la exclusión
mocrática) a la primera (la "liberal") y, dentro de la primera, opo­ de los enemigos de la república (aunque Schm itt no elaboró el
niendo al principio parlamentario la "constitución de reserva" caso penal del "partido crim inal" como lo hizo en cambio otro
contenida en el artículo 48 Wrv, Schmitt propone que el presidente gran jurista nazi, Koellreutter).
del Reich (elegido por el pueblo y, por lo tanto, legitimado plebis­ La interpretación schmittiana de la democracia como presen­
citariamente por la fuente originaria del poder, y también teniendo cia activa del pueblo, como totalidad, no se libera nunca del mo­
presente que la Constitución de Weimar es una decisión originaria mento de la representación del orden, o al menos de la orientación
del pueblo alemán con una intención antibolchevique) sea el guar­ al orden, ni de la autoridad del mandato que lo establece, y, por lo
dián de la constitución, es decir, que gobierne a la sociedad y sus tanto, termina reduciendo al pueblo al papel pasivo de masa que
nuevas formas económicas y defienda a la república de sus ene­ aclama plebiscitariamente las decisiones extralegales (pero legíti­
migos (que para Schmitt eran tanto los comunistas como los na­ mas) del vértice del poder político. Lo que desde un punto de
zis) y de las tentativas de éstos de obtener en el Parlamento una vista teórico es el descubrimiento del origen de la política se con­

34 La Pflicht zum Staat está en Cari Schm itt,"Staatsethik und pluralistischer


Staat" [1930], en Positionen und Begriffe, H am burgo, H anseatische Verlagsan- 36 Ibid., pp. 84-91.
stalt, 1940, pp. 133-145, en especial pp. 144 y 145; trad. it.: "E tica di Stato e 37 Son atinadas las observaciones de Olivier Beaud, Les derniers jours de
Stato pluralistico" [1930], en Posizioni e concetti, op. cit., pp. 217-236, en espe­ Weimar. Cari Schmitt face a l'avénement du nazisme, París, Descartes & Cié, 1997,
cial p. 236. según las cuales Schmitt, aunque no era nazi (entre 1930 y 1932), no quiso sal­
35 Cari Schmitt, Legalitat und Legitimitat, op. cit., p. 61. var a Weimar sino transform arla radicalmente.
vierte en una "política del origen" concreta, un uso político auto­ 3.4. El fracaso de la República de Weimar ante sus enemigos nazis
ritario de la legitimidad originaria, capaz de indeterminar toda la en 1933 lleva a Schmitt a dar por terminado el propio intento de
vida política, de rechazar el desorden al precio de una constante revitalizar el Estado republicano a partir de una interpretación
reinterpretación de las razones del orden. Sólo si acepta desechar plebiscitaria, técnica y autoritaria de su constitución (que, de he­
su arquitectura liberal y racional, si es capaz de hacerse total, el cho, la trastornaba), y en cierto sentido también el intento de revi­
Estado todavía puede ser, según Schmitt, vital y capaz tanto de talizar la forma Estado en general. De ahora en adelante, Schmitt
defender la constitución como de poner orden en el nuevo mundo ya no busca salvar la fuerza política del Estado, deformando su
social del siglo xx. Este es el motivo por el cual, a fines de la dé­ forma, sino abiertamente superarlo en dirección a la "totalidad" y
cada de 1920 y en los primeros años de la de 1930, Schmitt se al "orden concreto". Es como si considerase que las deformacio­
acerca al fascismo italiano,38 que, aunque pone el énfasis en el Es­ nes de la arquitectura del Estado ya estuvieran más allá de toda
tado, supera (el único, junto con la u r s s ) la forma liberal, y sobre posibilidad de conferirle una capacidad política y hubieran alcan­
todo se hace cargo abiertamente del problema del gobierno de la zado y superado el punto de ruptura.
economía (si bien la solución corporativa le parecía a Schmitt de­ Desde el punto de vista de la relación con el Estado, éste es
masiado economicista y muy poco política). el sentido de su desgraciada fase nazi, sobre todo de los escritos
Debe advertirse que Schmitt fue sin duda un enemigo del Es­ del primer período Staat, Bewegung, Volk. Die Dreigliederung der
tado social, si con tal término se entiende la democracia policrática politischen Einheit [Estado, movimiento, pueblo. Los tres miem­
que se constituye como un equilibrio de intereses contrapuestos: bros de la unidad política].40 Ahora Schm itt disocia com pleta­
su objetivo es la búsqueda de nuevos sistemas de estabilización de mente la ya precaria relación decisionista que había establecido
la sociedad, que en esta fase pasan a través de una suerte de "toma en sus obras precedentes entre Estado y política activa, entre or­
directa" del Estado (no separado ya de la sociedad) de la sociedad den y energía, entre instituciones y poder constituyente, y co­
misma y sus articulaciones. Por lo tanto, afirmar que la posición de loca toda la energía política en el movimiento (el partido nazi),
Schmitt es sólo conservadora y filomonopolista, antisocialista y an­ mientras el pueblo no es más la nación revolucionaria constitu­
tisindical39 significa no entender que no se arredra ante el desafío yente sino sólo la sustancia biológica (preciosa pero pasiva) de
de mezclar Estado y sociedad y que lo que tiene en mente es justa­ la política, y el Estado ya es sólo el marco formal del orden bu­
mente una versión autoritaria y no pluralista del Estado social, rocrático, y en cuanto tal, incapaz de una política activa. Por lo
dado que para él el bien que hay que proteger es la unidad del Es­ tanto, Schmitt no sólo puede (en Staat, Bewegung, Volk) decretar
tado, su capacidad de mandato, no tanto la libertad de los capita­ la muerte del Estado hegeliano de funcionarios, sino que se des­
listas (lo cual es un subproducto de su razonamiento). pide también del "Estado total por energía", su propuesta tar-
doweimariana (por lo demás, la categoría política de "Estado
38 Cari Schmitt, "Essenza e divenire dello Stato fascista", en Posizioni e con- to tal" pronto fue desterrada por las autoridades del Tercer
cetti, op. cit., pp. 177-186.
39 A cerca de los debates alemanes de la década de 1970 y la reciente biblio­
grafía estadounidense que interpretan el antiliberalismo de Schmitt com o un 40 Cari Schmitt, "Stato, m ovim ento, popolo. Le tre m em bra dell'unitá poli-
apoyo conservador al capital monopólico, véase Joseph W. Bendersky, "The tica" [1933], en Principii politici del nazionalsocialismo, op. cit., pp. 173-231; I tre
Definite and the Dubious. Cari Schm itt's Influence on Conservative Political tipi di scienza giuridica [1934], Turín, Giappichelli, 2002 [trad. esp.: Sobre los tres
and Legal Theory in the u s", en Telos, núm . 122,2002, pp. 33-47. modos de pensar la ciencia jurídica, M adrid, Tecnos, 1996].
Reich).41 Schmitt continúa la interpretación autoritaria de la to­ sus afirm aciones en sentido contrario, dem ostraba su aleja­
talidad con una interpretación propiamente totalitaria: la exi­ miento de la ideología vólkish y la permanencia del legado inte­
gencia de gobernar políticamente la sociedad y la economía, de lectual y político de la dictadura y de la decisión soberana (por
llevar la política a lo concreto, es decir, a la totalidad, se satis­ otra parte, Schmitt también manifiesta de manera explícita que
face con la concentración de la energía política en el movimiento ésta ha sido superada; no es casual que en 1934 vuelva a editar
del partido y en la homogeneidad racial del pueblo (la Gleichar- Teología p olítica: véase el capítulo n ), y dem ostraba tam bién
tigkeit sustancial, contrapuesta a la Artgleicheit formal), capaz de hasta qué punto su sentido de las instituciones revela cóm o el
garantizar de por sí que los automatismos del mercado y de la pensamiento del orden concreto también es deudor del sentido
técnica no asuman formas destructivas. En una sintaxis política schmittiano de la forma (de origen católico, y por lo tanto mal
dominada por la sustitución programática de la estabilidad, de visto por el nazismo).
la universalidad y de la formalidad del Estado por la movilidad
y la parcialidad del partido y la sustancialidad del pueblo, la 3.5. Después de 1936, Schmitt (atacado por las ss) no se ocupa
relación entre movimiento y pueblo le sirve a Schm itt también más de política interna y se dedica a la reflexión sobre política in­
para tomar distancia (al menos públicamente) del fascismo ita­ ternacional, que lo ocupará hasta su muerte. También desde esta
liano, cuya solución al problema de la relación entre política y perspectiva, la superación del Estado, el reconocimiento de su ob­
economía tiene su eje en el nexo entre Estado y corporación. solescencia política, la historización de su evolución y de su efica­
Como la exigencia de estabilidad y de orden político en este cia constituyen la posición indudable y evidente de Schmitt. El
contexto se le confía por entero a la dimensión racial, con una no­ busca esta superación hasta 1944 de una manera positiva y con
table limitación del papel político del Estado, así también se asiste entusiasmo a través de la teoría del Reích o del Grossraum, del
en esta fase a la superación por parte de Schmitt del propio deci­ Imperio y del Gran Espacio, que no coinciden porque el Imperio
sionismo (visto, justamente, como una deformación extrema del es el centro ordinativo de un Gran Espacio que sustituye al E s­
formalismo normativista y, por lo tanto, todavía dependiente ca- tado y a su soberanía tanto desde el interior, con la superación
..t^gorialmente de la estatalidad) a favor del pensamiento jurídico del formalismo de la ciudadanía determinada por la relación con
\i^l orden concreto, es decir, de los organismos y de los conceptos "la sangre y el suelo", como desde el exterior, al arrasar con el
jurídicos particulares típicos de un pueblo y de su historia, vincu­ sistema de equilibrio de los Estados, instaurar formas de jerar­
lados a una peculiaridad que excluye toda formalizabilidad y toda quía entre los pueblos y constituir un orden internacional estruc­
universalizabilidad. turado en el acercamiento o en la contraposición de espacios ce­
Tampoco esta toma de distancia del Estado y de sus catego­ rrados.42 Después de la Segunda Guerra M undial, en la fase
rías evitaron que Schmitt fuera criticado por los defensores or­ conservadora del pensamiento schmittiano que sigue a la juve­
todoxos del régimen, que se dieron cuenta de que el papel pa­ nil, la decisionística y la totalitaria, las cosas cambian. De hecho,
sivo del pueblo, evidente en esta etapa de Schm itt a pesar de en El nomos de la tierra en el derecho de gentes del "ius publicum

41 Acerca del debate alemán sobre el Estado total, véase Cario Galli, "Strategie 42 Cari Schmitt, II concetto d'Impero nel diritto intemazionale [1939], Rom a,
della totalitá. Stato autoritario, Stato totale, totalitarismo, nella Germania degli Istituto nazionale di cultura fascista, 1941. A cerca de la tem ática internacional,
anni Trenta", en Filosofía política, núm. 1,1997, pp. 27-62. véase infra, capítulo v.
Retomando el debate de ayer para fortalecer el actual

Democracia competitiva de partidos


y Estado de Bienestar Keynesiano.
Reflexiones acerca de sus
limitaciones históricas*
CLAUS OFFE

Si comparamos las teorías liberales del siglo XIX, por una parte, y el marxismo clásico, por
otra, comprobaremos que existe un punto importante en el que ambas teorías coinciden. Tanto
Marx como sus contemporáneos liberales, tales como J. S. Mill o Tocqueville, están convenci-
dos de que, en sus respectivas sociedades, el capitalismo y la democracia total (basada en un
sufragio igual y universal) resultan incompatibles. Obviamente llegan a esta coincidencia ana-
lítica partiendo de perspectivas diametralmente opuestas: los escritores liberales clásicas opina-
ban que la libertad en toda la extensión de la palabra era el logro más trascendental del des-
arrollo social y que merecía protección en cualquier circunstancia frente a las amenazas igua-
litarias de la sociedad y de la política de masas. Marx, por otra parte, cuando analiza la
Constitución democrática francesa de 1848 la considera una forma política que exacerba las
contradicciones intrasociales, al privar de garantías políticas a los detentadores del poder social
y al otorgar al mismo tiempo poder político a las clases subordinadas; por consiguiente, con-
cluye, las estructuras democráticas pueden llevar a la clase proletaria a la victoria y poner en
cuestión los fundamentos mismos de la sociedad burguesa.

Contemplando la experiencia de las sociedades capitalistas del siglo XX, existen pruebas
fehacientes en contra de esta hipótesis decimonónica acerca de la incompatibilidad de la
democracia de masas (definida como sufragio universal e igualitario más una forma parlamen-
taria o presidencial de gobierno) y la libertad burguesa (definida como producción basada en
la propiedad privada y en un trabajo asalariado “libre”). La coexistencia de ambas es conocida
como democracia liberal. Qué duda cabe de que el surgimiento de los regímenes fascistas en
algunas de las naciones capitalistas fundamentales atestigua la existencia ininterrumpida de ten-
siones y contradicciones que prevalecen entre los dos modelos de organización económica y
política, y la posibilidad de un estallido de tales tensiones bajo el impacto de las crisis econó-
micas. Pero es igualmente cierto que la mayor parte de los países capitalista avanzados han
sigo también Estados democrático-liberales durante el transcurso de la mayor parte del siglo
XIX. Ante esta evidencia y con semejantes experiencias, la nuestra es en cierto modo una pro-
blemática opuesta a la que preocupaba a los escritores clásicos del liberalismo y del marxis-
mo. Mientras que ellos pronosticaban la incompatibilidad, nosotros nos vemos obligados a
explicar la coexistencia de los dos principios parciales de la organización social. Precisando

101
Lecturas sobre el Estado y las políticas públicas:

más, debemos saber: 1) a qué disposiciones y mecanismos institucionales podemos responsa-


bilizar de la coexistencia que se mostró mucho más sólida de lo que jamás hubieran esperado
los teóricos del siglo XIX, y 2) cuáles, si existen, son los límites de tales mecanismos. Estas limi-
taciones o fracasos en el funcionamiento de los mecanismos mediadores se definirán analítica-
mente como los puntos a partir de los cuales las sociedades capitalistas se vuelven no demo-
cráticas, o los regímenes democráticos se vuelven no capitalistas. Pienso dedicar los siguientes
comentarios a esos dos interrogantes.

El plantear esta cuestión es ya de por sí presuponer, de acuerdo tanto con Marx como con
Mill, que existe alguna tensión real entre los dos respectivos principios organizadores del poder
social y del poder político, la sociedad de mercado y la democracia política –una tensión que
ha de ser (y posiblemente no pueda serlo indefinidamente) resulta, mediatizada y estabilizada.
Lenin y la tradición leninista rechazan las existencia de tal tensión. Admiten, en cambio, que
existe una armonía preestablecida del domino del capital y las formas democrático-burguesas,
sirviendo esta últimas fundamentalmente como medio para mantener engañadas a las masas.
Por consiguiente, no tiene ningún sentido preguntarse acerca de qué es lo que hace compati-
ble a la democracia con el capitalismo y cuáles podrían ser los límites de tal compatibilidad, ya
que la democracia es vista simplemente como la disposición más eficaz y fiable para la perpe-
tuación del domino capitalista de clase. “El eje de la posición de Lenin es la afirmación de que
la misma forma organizativa del Estado democrático parlamentario es esencialmente enemiga de
los intereses de la clase obrera”, como sucintamente ha manifestado en fecha reciente un
comentarista (Hindess, 1980: 34). Por admisible y convincente que pueda considerarse este cri-
terio, si nos basamos en la práctica constitucional de Rusia entre 1905 y 1917, su generalización
al tiempo presente tendría, entre otras y aun peores consecuencias políticas, el efecto de distor-
sionar de manera grave y oscurecer precisamente la problemática que queremos abordar.1

La distorsión recíproca es la propiciada por los ideólogos de las teorías pluralistas-elitistas


democráticas. Afirman (o, más exactamente, solían afirmar en los años cincuenta y comienzos de
los sesenta) que la tensión entre los principios que gobiernan la sociedad de mercado capitalis-
ta y las formas políticas de carácter democrático habían sido por fin eliminadas en el sistema polí-
tico americano. De acuerdo con esta doctrina, la lucha de clases en el marco de la sociedad bur-
guesa ha sido reemplazada por lo que Lipset llama “la lucha de clases democrática”. La lógica
subyacente a este análisis puede resumirse así: “Si la gente deseara realmente que las cosas fue-
ran de otra manera, simplemente elegirían otro Gobierno. Por consiguiente, el hecho de que no
lo hagan es prueba suficiente de que la gente está satisfecha con el orden sociopolítico vigente”.

Tanto la idea leninista como la pluralista-elitista de la democracia pasan por alto el factor
que a nosotros nos interesa. La una postula dogmáticamente una dependencia total de las for-
mas y procedimientos democráticos del poder de clase, mientras que la otra postula, de forma
igualmente dogmática, una independencia total del poder de clase y del poder político demo-
cráticamente constituido. La cuestión (que es a la vez más modesta y prometedora para llevar-
nos a una profundización en la significación tanto práctica como intelectual) es, no obstante,
la siguiente: qué instituciones y mecanismos regulan la extensión en la que ambos poderes
pueden convertirse en incongruentes en una sociedad dada y cuáles son los límites de tal
incongruencia potencias, esto es, límites que pudieran restringir el abanico de variación poten-
cial del poder de clases y la autoridad política democráticamente constituida.

102
Retomando el debate de ayer para fortalecer el actual

1) Mercantilización de la política y politización de la economía privada

En las siguientes líneas plantearé que la continuada compatibilidad entre el capitalismo y la


democracia que resultaba tan inconcebible para el liberalismo y para el marxismo clásicos
(incluyendo a Kautsky y la Segunda Internacional), surgió históricamente a causa de la apari-
ción y el gradual desarrollo de dos principios mediadores: a) los partidos políticos de masas y
la competencia entre partidos, y b) el Estado del Bienestar Keynesiano (EBK). Cada uno de
estos principios mediadores tomó forma en gran parte en Europa durante o en las postrimerí-
as de las dos guerras mundiales: la democracia, a través de la competencia entre partidos, tras
la primera guerra mundial, y el Estado del bienestar keynesiano, tras la segunda guerra mun-
dial. Cada uno de estos dos principios sigue un esquema de “mezcolanza” de la lógica de la
autoridad y la lógica del mercado, o, en terminología de Hirchman, de la “voz” y la “salida”. Si
esto resulta obvio en el caso del Estado del bienestar keynesiano, para el cual suele utilizarse
como sinónimo la expresión “economía mixta”, no por ello es menos aplicable a la esfera polí-
tica de una sociedad capitalista que bien podría describirse como una “política mixta”, cuya
dinámica se describe a menudo y con acierto como la “competencia oligopólica” de élites polí-
ticas o “empresarios” políticos que suministran “bienes” públicos de consumo. La lógica de la
democracia capitalista es la lógica de la mutua contaminación: se infunde autoridad en la eco-
nomía mediante la dirección de la demanda global, las transferencias y las reglamentaciones:
de tal manera que va perdiendo progresivamente su carácter espontáneo y autorregulador, y
se introduce en el Estado la contingencia del mercado, comprometiendo así cualquier noción
de autoridad absoluta o de bien absoluto. Ni la idea de Smith del mercado ni el concepto de
Rousseau de la política tienen una contrapartida palpable en la realidad social.

Consideremos ahora por separado cada uno de los eslabones, o mecanismos mediadores
entre el Estado y la sociedad civil. Siguiendo la problemática desarrollada anteriormente, plan-
tearemos dos interrogantes en cada caso. En primer lugar, ¿de qué forma y en virtud de qué
características estructurales contribuyen los partidos y el Estado del bienestar keynesiano a la
compatibilidad entre el capitalismo y la política democrática de masas? En segundo lugar, ¿qué
tendencias y cambios observables se producen en el seno del marco institucional, tanto de la
“economía mixta” como del “sistema político mixto”, que amenacen la viabilidad de la coexis-
tencia del capitalismo y la democracia?

2) La estabilización a través de la democracia competitiva de partidos


El miedo generalizado de la burguesía germana en el transcurso de la primera década de
este siglo se centraba en que, una vez introducida la franquicia total e igualitaria junto con un
Gobierno parlamentario, el poder de la clase trabajadora, debido a su fuerza numérica, se tra-
duciría directamente en una transformación revolucionaria del Estado. Por supuesto, un análi-
sis similar alimentaba también las esperanzas y las estrategias políticas de los líderes de la
Segunda Internacional. Pero Max Weber sólo sentía un sarcástico desprecio tanto por aquella
ansiedad neurótica como por estas pueriles esperanzas. Él fue (junto con Rosa Luxemburgo y
Robert Michels, que hicieron el mismo análisis con sus respectivos y específicos estilos) uno
de los primeros teóricos sociales que comprendieron que la transformación de la política de
clases en una política competitiva de partidos implicaba no sólo un cambio formal, sino tam-

103
Lecturas sobre el Estado y las políticas públicas:

bién un cambio decisivo de contenido. Probablemente no resulta exagerado afirmar que las
teorías sobre organización política del siglo XX se han formado sobre la base de la experien-
cia y la interpretación teórica de estos tres autores, que -detalle interesante- llegaron a posicio-
nes políticas ampliamente divergentes al término de sus vidas: Rosa Luxemburgo murió en 1919
como una socialista democrático-revolucionaria asesinada por la policía; Weber, el mismo año,
como un “liberal desesperanzado”, y Michels, en 1936, como ardiente admirador y defensor
ideológico de Mussolini y del fascismo italiano. A pesar de la extremada diversidad de sus pers-
pectivas y actitudes políticas, existe un poderoso elemento común en sus análisis. Este ejem-
plo puede resumirse de la siguiente forma: en el momento en que se organiza la participación
política de las masas en forma de democracia competitiva de partidos, la propia dinámica de
esta forma organizativa pervierte y obstruye la realización de los intereses y la política de clase
de diversas maneras: oportunismo (Luxemburgo), oligarquización (Michels) o inevitable sumi-
sión plebiscitaria de las masas a los impulsos irracionales del lider carismático y utilización
demagógica de la “maquinaria” burocrática del partido (Weber).

De acuerdo con este análisis, en el momento en el que la voluntad popular se expresa a


través de la instrumentalidad del partido competitivo que lucha por obtener el poder guberna-
mental, lo que se expresa deja de ser la voluntad popular, transformándose, en cambio, en un
artefacto de la forma en cuestión y de la dinámica impulsada por los imperativos de la com-
petencia política. Más específicamente, esta dinámica tiene tres efectos fundamentales: en pri-
mer lugar, la desradicalización de la ideología del partido. Para tener éxito en unas elecciones
en su pugna por alcanzar el Gobierno, el partido debe orientar su actitud programática hacia
las exigencias inmediatas del mercado político. Esto significa dos cosas: de un lado, la maxi-
mización de los votos a través de la apelación al mayor número posible de votantes y, por con-
siguiente, la minimización de aquellos elementos programáticos que pudieran crear disensio-
nes antagónicas en el seno del electorado; y, de otro lado, frente a otros partidos, estar dis-
puesto a formar coalición y restringir el abanico de propuestas políticas sustantivas a aquellas
exigencias que pudieran ser negociables con los potenciales compañeros de coalición. El efec-
to combinado de estas dos consideraciones es el de disolver cualquier concepto político cohe-
rente o enfocarlo hacia una estructura o secuencia temporal “gradualista”, otorgando prioridad
a aquello que puede ser puesto en práctica en un momento dado y con los recursos disponi-
bles, posponiendo y desplazando temporalmente las exigencias y los proyectos que parecen
poco realistas y pragmáticamente irrealizables.

Además, el partido competitivo totalmente desarrollado se ve obligado por los imperativos


de la competencia a dotarse de una estructura organizativa altamente burocrática y centraliza-
da. El objetivo de esta organización es estar presente en el mercado político (de manera simi-
lar a como el éxito de una empresa comercial depende en parte del tamaño y de la continua
presencia de su organización mercantil y de ventas). La organización burocrática del moderno
partido político ejecuta las siguientes tareas: a) recolección de recursos materiales y humanos
(cuotas de afiliación, otras contribuciones y donaciones, miembros, candidatos); b) distribución
de propaganda e información concernientes a la postura del partido frente a un gran número
de cuestiones políticas; c) exploración del mercado político, identificación de nuevos puntos
de ataque y control de la opinión pública; y d) atención a los conflictos internos. Normalmente,
todas estas actividades las lleva a cabo un equipo de profesionales integrado por cargos del
partido que desarrollan un sentimiento de interés corporativo en el crecimiento y la estabilidad

104
Retomando el debate de ayer para fortalecer el actual

del aparato que les suministra status y carrera. Este esquema de burocratización interna -que
puede encontrarse tanto en partidos de izquierdas como de derechas- implica dos importantes
consecuencias. Una es que la composición social (medida en términos de origen de clase, edu-
cación, sexo, ocupación, edad, etc.) del liderazgo del partido, de sus cargos, miembros del
Parlamento y del Gobierno se ve cada vez más distanciada tanto de la composición social de
la población en general como de la base electoral específica del partido en cuestión. Es decir,
la profesionalización de la política de partido lleva a la dominación política del personal pro-
fesional y empresarial del partido, que en general procede, por su formación y experiencia pro-
fesionales, de actividades tales como la administración de empresas, administración pública,
enseñanza, medios de comunicación y organizaciones de intereses.

La consecuencia fundamental de este esquema burocrático profesional de la organización


política es la desactivación de los miembros de la base. Cuanto más esté orientada la organiza-
ción a la exploración de y a la adaptación al entorno exterior del mercado político en lo que
podría llamarse una campaña electoral virtualmente ininterrumpida, tanto menos espacio
queda para la determinación de la política de partido por medio de procesos internos de con-
frontación democrática en el seno de la organización. La apariencia de unanimidad y de acuer-
do interno es lo que cualquier partido competitivo debe tratar de cultivar para resultar o seguir
resultando atractivo a los votantes. Como consecuencia de lo cual no sólo se alientan la divi-
sión interna, el fraccionalismo y la confrontación organizada de opiniones y estrategias, sino
que, más bien, se ven férreamente controladas o, al menos, ocultadas al público en un cons-
tante esfuerzo por estilizar la imagen del partido y, por así decirlo, homogeneizar su produc-
to. (Resulta tentador, en este aspecto, comparar la práctica de algunos partidos socialdemócra-
tas con la teoría del partido leninista, y sospecho que nos daríamos de boca con algunas iró-
nicas similitudes…). La importancia enormemente desigual de los entornos exterior e interior
queda frecuentemente en evidencia cuando los resultados de los sondeos de opinión, que hoy
día se encargan regularmente por la dirección del partido, sugieren posiciones y estrategias
encontradas con las intenciones declaradas de los líderes del partido, quienes, con vistas a
“ganar las siguientes elecciones”, son invitados entonces a ceder ante la “realidad” política.

Una tercera característica de lo que Kirchheimer ha llamado el moderno partido “catch-all”


(“atrápalo todo”) es la creciente heterogeneidad estructural y cultural de sus seguidores. Esta
heterogeneidad surge del hecho de que un partido político moderno adopta el principio de
“diversificación de productos”, en el sentido de que intenta abarcar toda una multitud de exi-
gencias y preocupaciones diversas. Esto resulta particularmente llamativo en el caso de los par-
tidos socialdemócratas y comunistas, que frecuentemente han intentado con éxito extender su
base más allá de de los límites de la clase obrera, atrayendo a elementos de las viejas y nue-
vas clases medias, de la inteligentzia y a los votantes con fuertes filiaciones religiosas. La ven-
taja de esta estrategia es bastante obvia, pero también lo es su efecto de disolver el sentimien-
to de identidad colectiva, que en las etapas primitivas tanto de los partidos socialistas como
católicos se basaba en un mundo cultural de valores y significaciones compartidas.

Es fácil ver por qué y cómo las tres consecuencias de la forma organizativa del partido políti-
co competitivo que he venido discutiendo hasta el momento -desradicalización ideológica, des-
activación de miembros, erosión de la identidad colectiva- contribuyen positivamente a la com-
patibilidad entre el capitalismo y la democracia. Cada una de ellas ayuda a contener y a limitar

105
Lecturas sobre el Estado y las políticas públicas:

el alcance de los objetivos y las luchas políticas, suministrando así una virtual garantía de que la
estructura del poder político no se desviará en exceso de la estructura del poder socioeconómi-
co, evitando de este modo que en la distribución de ambos poderes resulten incompatibles el
uno con el otro. “El sistema de partidos ha sido el medio de reconciliar la franquicia igualitaria y
universal con el mantenimiento de una sociedad desigual”, ha señalado McPherson. La dinámica
inherente al partido como forma organizativa que se desarrolla bajo y para la competencia polí-
tica genera esas limitaciones e impone esas “no decisiones” sobre el proceso político que, uni-
das, hacen que la democracia no contenga amenaza alguna para el capitalismo. Tal conclusión,
por supuesto, se ve fuertemente respaldada por el hecho de que ningún sistema competitivo de
partidos ha tenido como resultado hasta el momento una distribución del poder político que
pudiera alterar la lógica del capital y del modelo de poder socioeconómico que éste genera.

Para evitar malentendidos me gustaría subrayar que lo que pretendo hacer aquí no es una
crítica normativa de la forma organizativa del partido político, que implicaría proponer algu-
na forma alternativa de organización política. En lugar de especular acerca de lo deseables que
podrían resultar, comparativamente, los modelos anarquistas, sindicalistas, consejistas o leninis-
tas, de organización no partidista o no competitiva de partido, consideremos ahora la viabili-
dad futura de esta forma organizativa en concreto -su potencial para construir y mediar, al igual
que lo hizo en la era posbélica, un tipo de autoridad política que no interfiere con las premi-
sas institucionales de la economía capitalista-. En otras palabras, la cuestión es si el eslabón
institucional, que en los países capitalistas más avanzados ha permitido al capitalismo coexis-
tir con una democracia política durante la mayor parte de los últimos sesenta años, tiene pro-
babilidades de seguir cumpliendo la misma función en el futuro.

Una forma de responder negativamente a este interrogante sería esperar la aparición de par-
tidos políticos capaces de quitar las mencionadas restricciones y limitaciones, llegando así a
desafiar el poder de clase a través del poder políticamente constituido. A pesar de la emergen-
cia de doctrinas y estrategias eurocomunistas en los países europeos latinos a medidos de los
setenta y a pesar también del Gobierno socialista/comunista recientemente constituido en
Francia, no creo que existan muchos indicadores de semejante aparición. La otra posibilidad
sería una desintegración del partido político como forma dominante de la participación de
masas y su sustitución gradual por otras formas que tengan menos probabilidad que la com-
petencia de partidos de llevar a una utilización “congruente” del poder estatal. Dado que lo
que a nosotros nos ocupa aquí son las perspectivas de la democracia competitiva de partidos
en los años ochenta, en mi opinión podría resultar interesante explorar un poco más a fondo
esta última posibilidad.

3) Causas del declive del sistema de partidos como forma


de participación de las masas

En mi opinión es perfectamente legítimo el argumentar hoy en día que la forma de partici-


pación de las masas en el política que se canaliza a través del sistema de partidos (es decir, de
acuerdo con los principios de representación territorial, competencia de partidos y representa-
ción parlamentaria) ha agotado gran parte de su utilidad respecto de la reconciliación del capi-
talismo con la política de masas. Por lo tanto, se ve desplazada cada vez más por otras prácti-

106
Retomando el debate de ayer para fortalecer el actual

cas y procedimientos de participación y representación política. No obstante, resulta altamen-


te dudoso que esas nuevas prácticas que están funcionando en una serie de Estados capitalis-
tas vayan a mostrar el mismo potencial de reconciliación de la legitimación política con los
imperativos de la acumulación de capital, que ha sido, al menos durante cierto período, el gran
logro del sistema competitivo de partidos. Volveré a referirme de forma muy esquemática a tres
puntos: los nuevos movimientos sociales, el corporativismo y la represión como fenómenos
que tienden a sobrepasar, restringir y subvertir los sistemas de partidos, sus prácticas políticas
y su potencial de reconciliación.

En el transcurso de los años setenta, en muchos países capitalistas han surgido nuevos movi-
mientos sociales que, por una serie de razones, resultan enormemente difíciles de insertar en el
marco de las prácticas políticas competitivas de partido. Entre ellos están movimientos étnicos y
regionalistas, diversos movimientos urbanos, ecologistas, pacifistas y movimientos juveniles.

En gran medida, todos ellos comparten dos características: en primer lugar, sus proyectos y
exigencias no están basados en una posición contractual colectiva en el mercado de bienes de
consumo ni en el del trabajo, como era el caso de los partidos y movimientos de clase tradicio-
nales. Por el contrario, su denominador común organizativo y de acción es cierto sentido de iden-
tidad colectiva (a menudo subrayada por ideas adscriptivas y “naturalistas” del “yo” colectivo en
términos de edad, género, “nación” o “humanidad”). Íntimamente conectada con ésta existe una
segunda característica: no exigen representación (por medio de la cual podría mejorarse o pro-
tegerse su status), sino autonomía. En pocas palabras, la lógica subyacente a estos movimientos
es la lucha por la defensa de un “territorio” físico y/o moral, cuya integridad es fundamentalmen-
te no negociable para los activistas de estos movimientos. En relación con esta defensa, la repre-
sentación política y la política parlamentaria frecuentemente se consideran innecesarias (ya que
lo que se solicita del Estado, como ilustra el caso de la energía nuclear, no es que “haga algo”,
sino que se “mantenga alejado”), o incluso peligrosas, ya que se sospecha que pueden desmo-
vilizar y desorganizar el movimiento. En la medida en que tales movimientos atraigan la atención
y las energías políticas del pueblo, no sólo los partidos políticos como entidades, sino el sistema
competitivo de partidos como un todo perderán funcionalidad y credibilidad, ya que simplemen-
te no proporcionan un espacio en el que se puedan debatir tales cuestiones y preocupaciones.

En segundo lugar, muchos observadores, en una serie de Estados capitalistas, han analiza-
do el proceso actual de “desparlamentarización” de la política pública y el concomitante des-
plazamiento de las formas territoriales de representación por las formas funcionales. Esto resul-
ta especialmente evidente en las modalidades “corporativistas” que combinan los procesos de
representación de intereses de actuantes colectivos con una organización de la política orien-
tada a sus respectivos constituyentes. La superioridad funcional de tales modalidades corpo-
rativas, comparadas con las formas parlamentarias competitivas de representación que se supo-
ne son capaces de movilizar. Aunque no debe preocuparnos aquí la dinámica y los límites de
las formas corporativistas del hacer político y público, especialmente en las áreas de la políti-
ca económica y social; no obstante, lo que parece estar claro es que aparecieron tendencias
hacia modalidades corporativistas, especialmente en países con partidos socialdemócratas
poderosos (tales como Suecia, el Reino Unido, Austria y la R.F.A.) que funcionaron a expensas
del Parlamento y del sistema competitivo de partidos. Algunos científicos políticos marxistas y
no marxistas llegaron incluso a argumentar que “la representación parlamentaria fundamenta-

107
Lecturas sobre el Estado y las políticas públicas:

da en el lugar de residencia ya no refleja adecuadamente los problemas de la gestión econó-


mica en un sistema capitalista mundial”, y que “un sistema de representación funcional resul-
ta más adecuado para asegurar las condiciones para la acumulación” (Jessop, 41).

La representación política y la transformación gradual de la democracia en algún tipo de


autoritarismo son una alternativa omnipresente a la competencia libre de partidos. En sentido
analítico, lo que queremos decir al hablar de represión es la exclusión de la representación. A
los ciudadanos se les niegan libertades civiles, tal como el derecho a organizarse, manifestar-
se y a expresar determinadas opiniones tanto de palabra como por escrito. Se les niega el acce-
so a empleos en el sector público, etc. El fenómeno de los aparatos policiales y la práctica de
monitorización y vigilancia prácticamente omnipresente de las actividades de los ciudadanos,
que podemos observar en varios países, indican la creciente necesidad del aparato de Estado
de apoyarse en los medios de represión preventiva y correctiva. Es más importante aún, en el
contexto de nuestra discusión acerca de los límites de la democracia competitiva de partidos,
otro aspecto de la exclusión de la representación. Es la limitación de facto y/o formal de la
competitividad en el seno del sistema de partidos, -ya sea por medio del fortalecimiento de la
disciplina intrapartidaria y de las sanciones aplicadas a los disidentes, ya sea en las campañas
electorales, donde a menudo se nota la ausencia de alternativas sustantivas en lo tocante a la
conducción y el contenido programático de la política pública; sea finalmente en el plano par-
lamentario y del Gobierno, en el que la identidad de partidos individuales (y que “compiten”
sólo nominalmente) desaparece con creciente frecuencia tras lo que se ha denominado la “gran
coalición de los iluminados”, inspirada por alguna vigorosa “solidaridad de todas las fuerzas
democráticas”-. Volviendo a la metáfora económica utilizada anteriormente, tales fenómenos y
acontecimientos podrían describirse fácilmente como la “monopolización” de de los abasteci-
mientos políticos y el cierre de los accesos al mercado.

Si estoy en lo cierto cuando pienso que el desplazamiento del papel y la función política del
sistema competitivo de partidos -como viene indicado por la aparición de nuevos movimientos
sociales, el creciente respaldo a las disposiciones corporativistas y la autolimitación de la compe-
titividad de los sistemas de partido- constituye un proceso real que podría ilustrarse mediante infi-
nidad de ejemplos en numerosos Estados capitalistas avanzados (y no tan avanzados), y sí tam-
bién estoy en lo cierto al pensar, como he planteado anteriormente, que la forma organizativa
del partido político competitivo desempeña un papel crucial en hacer que la participación demo-
gráfica de las masas sea compatible con el capitalismo, entonces el declive del sistema de parti-
dos llevará con toda probabilidad al surgimiento de prácticas de participación y conflictividad
política menos limitadas y reguladas, que podrían amenazar y rebasar de hecho las premisas ins-
titucionales de la forma capitalista de organización social y económica.

4) El Estado de bienestar keynesiano y su agotamiento

Permítaseme ahora intentar aplicar el argumento análogo de manera aún más generalizada y
esquemática al segundo pilar sobre el que, con arreglo a mi proposición inicial, se apoya la coe-
xistencia de capitalismo y democracia, a saber, el EBK. El conjunto de instituciones estatales y
prácticas a las que se refiere este concepto se ha visto desarrollado en el capitalismo occiden-
tal a partir de la segunda guerra mundial. Hasta el decisivo cambio de circunstancias de media-

108
Retomando el debate de ayer para fortalecer el actual

dos de los años setenta, que vino marcado por la política de precios de la OPEP, el ocaso de la
détente y el ascenso al poder de Reagan en los Estados Unidos y de Thatcher en el Reino Unido
(por mencionar tan sólo unos pocos indicadores de este cambio), el EBK se había adoptado
como concepto básico del Estado y de la práctica estatal en casi todos los países occidentales,
al margen de los partidos en el Gobierno y con sólo modificaciones y retrasos de menor cuan-
tía. La mayor parte de los observadores están de acuerdo en que su efecto ha supuesto: a) un
boom extendido sin precedentes, que ha favorecido a todas las economías capitalistas avanza-
das, y b) la transformación del esquema de conflictividad industrial y de clase en formas que se
apartan cada vez más del radicalismo político y revolucionario llevando a un conflicto de cla-
ses más economicista, centrado en la distribución y crecientemente institucionalizado.
Subyacente a este fenómeno (que constituye un cambio formidable si lo comparamos con la
dinámica del sistema mundial capitalista en el transcurso de los años veinte y treinta) existe un
compromiso de clase políticamente instituido, o “acuerdo”, que Bowles ha descrito así: El acuer-
do “representaba por parte de los trabajadores la aceptación de la lógica de la rentabilidad y
del mercado como principios rectores de la asignación de recursos, del intercambio de los pro-
ductos y de la localización industrial, a cambio de la garantía de que se protegieran los nive-
les mínimos de vida, los derechos sindicales y los derechos democráticos liberales, de que se evi-
taría el desempleo masivo y de que los ingresos reales aumentarían de manera más o menos
lineal con respecto a la productividad del trabajo; todo ello por medio de la intervención del
Estado, en caso de resultar necesario”.

Resulta fácil observar por qué y cómo la existencia de este acuerdo ha contribuido a la
compatibilidad del capitalismo con la democracia. En primer lugar, al aceptar los términos
del acuerdo, las organizaciones de la clase obrera (sindicatos y partidos políticos) redujeron
sus exigencias y proyectos a un programa marcadamente diferente a cualquiera que pudie-
ra haber figurado en la agenda tanto de la Tercera como de la Segunda Internacional. Tras
la devastación física, moral y organizativa dejada por la segunda guerra mundial y tras el
descrédito que la evolución de la Unión Soviética había causado al comunismo, este cam-
bio de perspectiva no resulta totalmente incomprensible. Es más, el propio acuerdo funcio-
nó asombrosamente bien, reforzando así una fe profundamente despolitizada en lo que un
dirigente socialdemócrata alemán llegó a calificar arrogantemente de “modelo alemán”
(“Modell Deutschland”): la mutua estimulación del crecimiento industrial y unas relaciones
de clase pacíficas. Lo que estaba sobre la mesa en los conflictos de clase no era ya el modo
de producción, sino el volumen de la distribución, y este tipo de conflicto resultaba parti-
cularmente adecuado para ser tamizado en el plano político a través de la competencia de
partidos, dado que no planteaba cuestiones de “si/no”, sino cuestiones de “más/menos” o
“más pronto/más tarde”. Por encima de este tipo limitado de conflicto existía un acuerdo
sobre las prioridades básicas, deseos y valor de la economía política, a saber, el crecimien-
to económico y la seguridad social (al igual que la militar). Esta alianza interclasista de cre-
cimiento-seguridad tiene de hecho una base teórica en la teoría económica de Keynes.
Aplicada a los fines prácticos de la política económica, enseña a cada clase a “asumir el
papel de la otra”. La economía capitalista, ésta es la lección del keynesianismo, es un juego
de adiciones positivas. Por lo tanto, jugarlo como si se tratara de un juego de adiciones igual
a cero es ir en contra de los propios intereses. Es decir, cada clase debe tomar en conside-
ración los intereses de la otra: los trabajadores, la rentabilidad, ya que tan sólo un nivel sufi-
ciente de beneficios e inversiones puede garantizar el futuro empleo y el incremento de los

109
Lecturas sobre el Estado y las políticas públicas:

ingresos; y los capitalistas, los salarios y el coste del mantenimiento del Estado del bienes-
tar, ya que éstos garantizarán una demanda efectiva y una clase trabajadora sana, bien for-
mada y bien alojada.

Se ha descrito el Estado del bienestar como una serie de títulos legales que proporcionan al
ciudadano la posibilidad de la transferencia de pagos a través de esquemas obligatorios de
seguridad social, así como de servicios organizados por el Estado (tales como sanidad y edu-
cación) para una amplia variedad de casos definidos de necesidad y contingencia. Los instru-
mentos con que interviene el Estado de bienestar son, por lo tanto, reglas burocráticas y regla-
mentaciones legales, transferencias monetarias y también la experiencia profesional de profe-
sores, médicos, trabajadores sociales, etc. Sus orígenes ideológicos son extraordinariamente
complejos y heterogéneos, yendo desde el socialismo hasta el catolicismo conservador; su
carácter, como resultado de compromisos ideológicos, políticos y económicos interclasistas, es
algo que el Estado de bienestar comparte con la lógica de la elaboración debida a la política
económica keynesiana. En ambos casos no existe ninguna respuesta inmediata y sencilla a la
pregunta de suma cero de quién sale ganando y quién perdiendo, porque, si bien la función
primordial del Estado del bienestar es cubrir aquellos riesgos e incertidumbres a los que están
expuestos el trabajador asalariado y su familia en la sociedad capitalista, también existen algu-
nos efectos indirectos que sirven a la clase capitalista. Esto resulta evidente cuando considera-
mos lo que podría ocurrir en ausencia de las disposiciones del Estado del bienestar en una
sociedad capitalista. Probablemente estaríamos de acuerdo en que habría, en primer lugar, un
nivel mucho mayor de conflictividad industrial y una mayor tendencia entre el proletariado a
evitar convertirse en trabajadores asalariados. Así, el Estado del bienestar haría desvanecerse
parcialmente los motivos y las razones del conflicto social y haría más aceptable la existencia
del trabajador asalariado, eliminando en parte algunos de los riesgos que resultan de la impo-
sición de la categoría de mercancía a la fuerza de trabajo. En segundo lugar, tal conflictividad
resultaría mucho más costosa en términos económicos porque quebrantaría el proceso cada
vez más complejo e intenso de la producción industrial. Por lo tanto, el Estado del bienestar
realiza la función crucial de desplazar parte de las necesidades de la clase trabajadora del terre-
no de la lucha de clases y del conflicto industrial, así como la de suministrar los medios para
satisfacer esas necesidades de manera más colectiva y, por consiguiente, más eficaz; de hacer
más regular y predecible la producción, librándola de importantes puntos de fricción, y sumi-
nistrando además un estabilizador incorporado para la economía, al separar en parte los cam-
bios en la demanda efectiva de los cambios en el nivel de empleo.

Si todo esto fuera cierto, la proliferación de críticas y ataques políticos dirigidos contra el
keynesianismo, el Estado del bienestar y, sobre todo, contra la combinación de estas dos pro-
vechosas innovaciones políticas de la posguerra que se producen hoy en día, resultarían sim-
ple y llanamente incomprensibles. No es así. Al igual que en el caso de los partidos políticos
competitivos, estas innovaciones y sus efectos vitalizadores parecen haber alcanzado ya su lími-
te. Mientras que las funciones integradoras del sistema de partidos han sido, como he plante-
ado anteriormente, desplazadas en parte por formas alternativas de participación política, el
Estado del bienestar keynesiano se ha visto atacado en virtud de algunos de sus efectos cola-
terales menos deseables y de su fracaso en la corrección de algunos de los males de un entor-
no económico que ha cambiado radicalmente, si lo comparamos con las condiciones que pre-
valecían antes de mediados de los setenta. Consideremos algunas de las razones por las que

110
Retomando el debate de ayer para fortalecer el actual

queda muy poca gente en círculos académicos o en círculos políticos en la izquierda o en la


derecha que crea que el Estado del bienestar keynesiano sigue siendo una fórmula de paz via-
ble para un capitalismo democrático.

En pocas palabras, mi tesis (Estado del bienestar keynesiano) es la siguiente: aunque el EBK
es un mecanismo excelente y excepcionalmente efectivo para dirigir y controlar algunos pro-
blemas socioeconómicos y políticos de las sociedades capitalistas avanzadas, sin embargo, no
resuelve todos esos problemas. Y los problemas que pueden resolverse con éxito de los
medios institucionales del Estado del bienestar no constituyen ya los más dominantes y urgen-
tes de resolver. Más aun, este desplazamiento de la problemática socioeconómica es una con-
secuencia no deseada del propio funcionamiento del EBK. Los dos tipos de problemas a los
que me refiero son el de la producción/explotación y el de la demanda/realización efectiva.
Entre los dos existe una peculiar relación: cuanto más eficiente se resuelva uno de ellos, tanto
más dominante y urgente se vuelve el otro. El EBK, de hecho, ha sido capaz de resolver, en
una medida notable, el problema de la estabilización de la demanda macroeconómica. Pero,
al mismo tiempo, ha mermado la habilidad de la economía capitalista para adaptarse al pro-
blema producción/explotación que se desarrolla con creciente virulencia a partir de mediados
de los setenta. El EBK ha funcionado, por así decirlo, sobre la base de la falsa teoría de que
los problemas con los que es capaz de enfrentarse son los únicos problemas de la economía
política capitalista o, al menos, los dominantes de manera permanente. Esta fe errónea está
atravesando ahora el doloroso proceso, tanto política como económicamente, de ser conside-
rada falsa y, por consiguiente, corregida.

En la medida en que se esté resolviendo el problema de la demanda, hace eclosión el pro-


blema del abastecimiento. El cambio en la situación económica parece que le está dando la
razón a las teorías económicas conservadoras y del neo-laissez-faire. Lejos de estimular la pro-
ducción, la práctica gubernamental de incurrir en déficit fiscal para combatir el desempleo,
fomenta unas tasas todavía mayores del mismo, dado que hace dispararse las tasas de interés
y convierte el capital monetario en escaso y costoso. Además (y quizás peor), el Estado del
bienestar se transforma parcialmente en un elemento de desánimo para el trabajo. Sus siste-
mas de seguros obligatorios y de derechos y subvenciones legales proporcionan de hecho una
protección institucional tan fuerte para los intereses materiales de los trabajadores asalariados
que la mano de obra se manifiesta menos dispuesta a dejarse coaccionar para que se ajuste a
las contingencias de los cambios estructurales, tecnológicos, situacionales, vocacionales y
otros de la economía. No sólo son los salarios “difíciles” e “inflexibles hacia el descenso”, sino
que, además, las previsiones del Estado del bienestar han “desmercantilizado” parcialmente el
interés de los trabajadores, reemplazando el “status” por el “contrato”, o los “derechos del ciu-
dadano” por los “derechos de propiedad”. Este cambio en las relaciones industriales produci-
do por el EBK no sólo ayuda a estabilizar la demanda efectiva (como se propone hacer), sino
que también hace que el empleo resulte más costoso y más rígido. Una vez más, el proble-
ma central del mercado del trabajo es el problema de la oferta: cómo contratar (y despedir)
a las personas oportunas en el lugar adecuado, con las cualificaciones necesarias y, lo que es
más importante aún, con la motivación adecuada y las expectativas salariales correctas. En
este sentido es en gran medida correcto, según mi criterio, entender, como lo hacen los
empresarios, que el Estado del bienestar no forma parte de la solución, sino es más bien parte
del problema.

111
Lecturas sobre el Estado y las políticas públicas:

El Estado del bienestar keynesiano produce dificultades análogas (junto con la política
reformista que ha generado) con respecto a la tercera categoría de oferta, o “factor de pro-
ducción”, a saber, la naturaleza. En el transcurso de los años sesenta y setenta, en muchos
países se han dictado normas relativas a las materias primas y a los procesos industriales y
sus productos, considerados hoy día como una limitación y una traba para el proceso capi-
talista de “destrucción creativa”. En algunos países, al menos, han surgido poderosos movi-
mientos políticos fuera, y en ocasiones dentro, del propio sistema de partidos, inspirados
(desde luego no exclusivamente en el caso de la energía nuclear) por el convencimiento de
que la capacidad de destrucción de la producción capitalista actual supera con mucho su
“creatividad”, y que, por consiguiente, el criterio de valor de uso de cualquier actividad pro-
ductiva debe primar siempre sobre el criterio de valor de cambio. Los obstáculos al cambio
tecnológico que dimanan de este tipo de motivaciones políticas y de preocupaciones (así
como de la preocupación por la humanización del trabajo) se consideran a menudo como
una inhibición más al crecimiento económico que exacerba una situación ya suficientemen-
te difícil por las diversas oleadas de aumentos del precio del petróleo decretadas por los paí-
ses de la OPEP.

No debe preocuparnos aquí si las acusaciones que hoy se esgrimen con creciente fre-
cuencia contra el EBK son totalmente “verdaderas”, o si son más bien el fruto de exagera-
ciones paranoicas, o si son desfiguraciones de la realidad hechas conscientemente por el
capital y sus organizaciones políticas por razones tácticas. Porque de lo que se trata real-
mente es de una versión especial de la ley conocida por los sociólogos como el “Teorema
de Thomas”, en el que lo que es real en las mentes y percepciones del pueblo será real en
sus consecuencias. La posición estructural de poder de los dueños, los directores y los
representantes asociados del capital en una sociedad capitalista es exactamente su poder
para definir la realidad de una forma altamente consecuente, de manera que lo que ellos
perciben como “real” muy probablemente tenga un impacto muy real sobre las otras clases
y agentes políticos.

Sin entrar muy a fondo en el terreno profesional del economista, permítaseme sugerir
dos aspectos de los que yo considero como una interpretación potencialmente útil (si bien
parcial) de este cambio. Uno es la idea, a la que ya hemos aludido, de que el Estado del
bienestar keynesiano es una “víctima de su propio éxito”, como lo ha expresado un autor:
los efectos colaterales de su fructífera práctica de resolver un tipo de problemas macroe-
conómicos ha llevado a la aparición de una problemática totalmente diferente que está más
allá de la capacidad de arbitraje de EBK. Los conocidos argumentos de que favorece un
desplazamiento de la elaboración de la política económica y social hacia lo que se ha bau-
tizado como “economía del lado de la oferta” (supply-side) son los siguientes: el sector
público no productivo se convierte en una carga intolerante para el sector privado, llevan-
do a una escasez de capital de inversión; la ética del trabajo queda minada, y la clase
media independiente queda sofocada económicamente por las elevadas tasas impositivas
y de inflación, etc.

El otro grupo de argumentos mantiene que, incluso en ausencia de estos efectos económi-
cos colaterales, el paradigma político del EBK se acerca a su agotamiento definitivo por cau-
sas intrínsecas. Los argumentos relevantes, en pocas palabras, son dos: en primer lugar, la

112
Retomando el debate de ayer para fortalecer el actual

intervención del Estado funciona tan sólo mientras no se espera que sea aplicada como una
cuestión rutinaria y por lo tanto, no entra dentro de los cálculos racionales de los agentes eco-
nómicos. En cuanto esto ocurra, los inversores pospondrán sus inversiones, dado que pueden
estar razonablemente seguros de que el Estado, tan sólo con que esperen el tiempo suficien-
te, intervendrá por medio de exenciones impositivas especiales, compensaciones por la depre-
ciación o medidas de demanda. La difusión de tales expectativas resultan fatal para el keyne-
sianismo, porque en la medida en que entren los cálculos de los agentes económicos, su com-
portamiento estratégico incrementará las dimensiones del problema ante el que el Estado
deberá responder. Por supuesto, esta patología de expectativas es bien conocida (y esperada)
por los agentes pertenecientes al aparato del Estado. Les obliga a reaccionar a través de dosis
todavía mayores de intervención o, en caso de no ser factible esa posibilidad por razones fis-
cales, a abandonar el intervencionismo que precisamente es el caldo de cultivo de aquellos
problemas que debería resolver. Esto nos lleva a la conclusión de que la intervención Estatal
es efectiva sólo en la medida en que ocurre como una “sorpresa” y una excepción, y no como
algo rutinario.

Una segunda debilidad intrínseca del EBK reside en los límites del modo legal-burocrático,
monetarizado y profesional de intervención. Estos límites se hacen particularmente nítidos en
las áreas de servicios personales o de “organizaciones dedicadas al tratamiento de personas”,
tales como los colegios, los hospitales, las universidades, las prisiones y los servicios de traba-
jo social. Una vez más, el modo de intervención genera los problemas que supuestamente
debería resolver. La explicación de esta paradoja es bien conocida: la capacidad de los clien-
tes para ayudarse a sí mismos -y, de forma mas general, el sistema de conocimientos y signi-
ficados que genera tal capacidad- se ven subvertidos por el modo de intervención, y los que
suministran tales servicios, especialmente profesionales y burócratas de alto nivel (que en los
círculos neoconservadores son conocidos como “la nueva clase”) desarrollan un interés mate-
rial en la persistencia (más que en la solución) y en la continua expansión y redefinición de
los problemas que supuestamente deberían erradicar.

Así, por razones que tienen relación tanto con su efecto económico exterior como con
las paradojas de su modo interno de funcionamiento, el EBK parece haber agotado en gran
medida su potencial y su viabilidad. Es más, parece improbable que este agotamiento sea
un fenómeno coyuntural, ni que desaparezca con el próximo auge económico. Precisamente
porque el auge en cuestión esta lejos de ser una certidumbre. ¿Por qué? En primer lugar,
porque no puede esperarse que se produzca como resultado espontáneo de las fuerzas del
mercado y la dinámica de la innovación tecnológica. En segundo lugar, aparentemente no
puede ser generado y manipulado ni por las herramientas tradicionales del keynesianismo
ni por su contrapartida “monetarista”. En tercer lugar, incluso si el auge económico ocurrie-
ra como efecto de fuerzas espontáneas o como resultado de una intervención del Estado, la
cuestión es si se considera deseable y digno de esfuerzo en términos de los efectos colate-
rales que inevitablemente tendrá sobre la calidad de vida en general y la ecología en parti-
cular. En lo que Fred Hirsch ha denominado los “límites sociales del crecimiento” también
se pone de relieve la cuestión de la conveniencia del crecimiento económico continuado.
Con su expresión, Fred Hirsch quiere referirse al decreciente interés y “potencial de satis-
facción” de la producción industrial cuyo valor de uso declina en proporción al numero de
personas que la consumen.

113
Lecturas sobre el Estado y las políticas públicas:

5) Conclusión

Hemos visto que los dos mecanismos institucionales sobre los que se apoya la compatibili-
dad de la economía capitalista con la participación política de las masas, a saber, el mecanis-
mo de democracia competitiva de participación y el paradigma del Estado del bienestar key-
nesiano, se han visto sometidos a grandes tensiones de magnitud sin precedentes en la era pos-
bélica. No he dispuesto aquí de tiempo para explorar algunas de las dinámicas interactivas y
posiblemente fortalecedoras que se producen entre los dos desarrollos estructurales que he
bosquejado. Las variantes políticas y económicas del acuerdo interclasista que han surgido gra-
dualmente en todos los Estados capitalistas avanzados desde la primera guerra mundial y que
han ayudado a compatibilizar democracia y capitalismo, están claramente en pleno proceso de
desintegración bajo impacto de los acontecimientos y las paradojas que ya he discutido.
¿Quiere esto decir que hemos regresado a una situación que justifica las opiniones convergen-
tes de Marx y Mill con respecto al antagonismo entre la participación política masiva y la liber-
tad económica? Si y no. Yo pienso que sí, porque tenemos bastantes razones para esperar un
incremento de los conflictos sociales y políticos que carecen de mediación institucional, cuya
expresión no se canalizará a través de los partidos u otros mecanismos de representación y
cuyas fuentes no se verán ya desecadas por una política social y económica efectiva por parte
del Estado. Pero también opino que no, porque existen límites estrictos para una analogía entre
dinámicas del capitalismo “tardío” y “nacimiento”. Uno de éstos deriva del hecho de que las
fuerzas implicadas en tales conflictos son extremadamente heterogéneas, tanto en lo referente
a sus causas como en cuanto a su composición socioeconómica. Este esquema resulta llama-
tivamente distinto de un “conflicto de clases” bipolar, situación que implica a dos agentes colec-
tivos altamente cohesivos que se sitúan en cada lado del mercado de trabajo. Pero, a pesar de
la naturaleza altamente fragmentada de los conflictos políticos modernos, sus resultados pue-
den muy bien suponer cambios fundamentales en la esfera económica o en la política de la
sociedad -cambios que fueron, aunque tan sólo por un período limitado y breve inconcebibles
durante el reino indiscutido de la democracia competitiva de partidos y del Estado de bienes-
tar keynesiano.

Notas
* Versión publicada en Parlamento y Democracia. Problemas y perspectivas en los años ‘80, Fundación Pablo Iglesias,
Madrid, 1982.
Traducción: Antonio Resines
1 Lenin escribe en El Estado y la Revolución: “La república democrática es la mejor armadura política concebible para
el capitalismo, y por tanto, el capital, una vez en posesión… de esta armadura óptima, establece su poder tan segu-
ra, tan firmemente, que ningún cambio de personalidades, instituciones o partidos en la república democrática bur-
guesa pueden alterarla”. Teniendo in mente la tradición leninista de considerar al Estado como un reflejo de estructu-
ras de poder socioeconómico –y el correspondiente teorema del eventual agotamiento del Estado tras la revolución-,
el teórico político italiano Norberto Bobbio ha planteado, muy correctamente, el interrogante de si existe realmente
algo que pudiera considerarse una “teoría marxista del Estado” que estuviera conceptualmente equipada para captar
la especificidad de lo político.

114
UNIDAD 4
Se suele afirmar que la política está ligada al bien común, y en especial a
aquellos casos en los que dicho bien no puede realizarse mediante la simple agre-
gación de individuos persiguiendo sus fines privados. En concreto, puede ocurrir
que las decisiones privadas no coordinadas conduzcan a unos resultados peores
para todos que los que se podrían lograr mediante coordinación. Las institucio-
nes políticas se establecen para poner remedio a estos fallos del mercado, una ex-
El mercado y el foro: presión que cabe entender o bien en el sentido estático de una incapacidad para
ofi-ecer bienes públicos, o bien en el sentido más dinámico de una crisis de las
tres formas de teoría política'' propiedades autorreguladoras que usualmente se adscriben al mecanismo del
mercado'. Además, la política tiene la tarea de la redistribución - a lo largo de la
Jon Elster fi^ontera del óptimo de Párete, una vez alcanzado éste^-. De acuerdo con la pri-
mera concepción de la política, ésta es inherentemente una cuestión de lucha y
compromiso de intereses. El obstáculo para el acuerdo no es sólo que la mayoría
de los individuos desean que la redistribución sea a su favor, o al menos que no
sea en su contra^. La razón más básica de la dificultad del consenso es que no hay
ninguna razón para esperar que los individuos converjan en sus visiones de lo
Me propongo comparar tres concepciones de la política en general, y del sis- que constituye una redistribución justa.
tema democrático en particular. Me fijaré en primer lugar en la teoría de la elec- Consideraré la teoría de la elección social como representativa de la concep-
ción social, como una instancia de una clase más amplia de teorías con ciertos ción instrumental y privada de la política, dado que evidencia a la perfección la
rasgos comunes. En concreto, este conjunto de teorías comparten la idea de que lógica y los límites de ese enfoque. Otras variedades, como las teorías schumpe-
el proceso político es instrumental en lugar de ser un fin en sí mismo, así como terianas o neoschumpeterianas, son más cercanas al proceso político real, pero
la de que el acto político decisivo es una acción privada antes que pública —a sa- por esa razón también son menos adecuadas para mis propósitos. Por ejemplo, la
ber, el voto individual y secreto-. Para estas teorías, el fin de la política es alcan- insistencia de Schumpeter en que las preferencias del votante están formadas y
zar el mejor compromiso posible entre unos intereses privados que se suponen ya manipuladas por los políticos"* tiende a desvirtuar la distinción, central para mi
dados e irreductiblemente opuestos. Las otras dos concepciones surgen cuando, análisis, entre la política como agregación de preferencias dadas y la política co-
en primer lugar, se niega el carácter privado del comportamiento político y, lue- mo transformación de preferencias a través de la discusión racional. Y aunque los
go, como consecuencia, se rechaza asimismo la naturaleza instrumental de la po- shumpeterianos tienen razón al subrayar el papel de los partidos políticos en el
lítica. De acuerdo con la teoría de Jürgen Habermas, el fin de la política debería proceso de agregación de preferencias', no estoy interesado aquí en tales meca-
ser el acuerdo racional en lugar del mero compromiso, y el acto político decisivo nismos de mediación. En cualquier caso, los problemas políticos también surgen
consiste en participar en el debate público con la intención de hacer emerger un dentro de los partidos, de manera que mi discusión puede aplicarse igualmente a
consenso. Según las teorías de la democracia participativa, desde John Stuart estos procesos políticos de nivel inferior. De hecho, mucho de lo que aquí diré
Mili hasta Católe Pateman, el objetivo de la política es la transformación y la
educación de los participantes. La política, para esta concepción, es un fin en sí
mismo - d e hecho, muchos han argumentado que ella representa la vida buena
de los seres humanos—. Discutiré estas concepciones en el orden indicado. Las ' En otro sitio me he referido a estos dos tipos de fallos de mercado como sub-optimalidad j contra-fi-
nalidad, respeaivameme, vinculándolos a la acción colectiva (Elster 1978, cap. 5).
presentaré de un modo bastante estilizado, aunque espero que mis comentarios - Esto es una simplificación. En primer lugar, como ha señalado Samuelson (1950), puede haber res-
críticos no se dirijan contra hombres de paja. tricciones políticas que impiden alcanzar la frontera de la eficiencia paretiana. En segundo lugar, la existencia
misma de varios puntos superiores paretianamente al statu quo, que implican diferentes beneficios para los
participantes, puede impedir la realización de cualquiera de ellos.
•' Hammond (1976) ofrece un útil análisis de las consecuencias de las preferencias egoístas sobre las dis-
tribuciones de la renta, mostrando que «sin comparaciones interpersonales de algiin tipo, cualquier ordena-
ción de las preferencias sociales en el terreno de las posibles distribuciones de los ingresos debe ser dictato-
rial».
' Shumpeter (1961, p. 263): «La voluntad de la gente es el tesulcado y no el poder motivacional del
proceso político». No deberíamos concluir, sin embargo (como hace Lively 1975, p. 38), que Schumpeter
abandona asi la analogía del mercado, puesto que en su concepción (Schumpeter, 1939, p. 73) las preferen-
cias de los consumidores no son menos manipulables (yo mismo he afirmado la misma idea, con algunas ma-
* Este artículo se publicó originalmente en J. Elster y A. Aanund (eds.) The Foundatiom ofSocial Chot- tizacioncs, en Elster 1983a, cap. 5).
ee Theory, Cambridge, Cambridge Universiry Press, 1986, pp. 103-132. Cuaderno Gris agradece al autor y a ^ Ver, especialmente, Downs (1957).
Cambridge University Press el permiso para realizar esta traducción.
104
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tiene más sentido en una escala pequeña -dentro de la empresa, la organización
o la comunidad local- que en sistemas políticos nacionales. da el resultado de la escasez de información disponible sobre las preferencias, es
En términos muy generales, la estructura de la teoría de la elección social es decir, de la focalización exclusiva en las preferencias ordinales^. En verdad, aún
la siguiente^. (1) Comenzamos con un conjunto dado de agentes, de modo que no sabemos cómo ir más allá de este tipo de preferencias. El intercambio y la ne-
no se plantea la cuestión de la justificación normativa de los límites políticos. (2) gociación de votos {log-rolling and vote-tradin¿j pueden capturar algo de los as-
Suponemos que los agentes afrontan un grupo dado de alternativas, de forma pectos cardinales de las preferencias, pero con algún coste^. E incluso aunque se
que no surge, por ejemplo, el asunto de la manipulación de la agenda. (3) Se su- superasen los obstáculos conceptuales y técnicos para la comparación intra- e in-
pone que los agentes están dotados con unas preferencias igualmente dadas y no ter-individual de la intensidad de las preferencias', permanecerían muchas obje-
sujetas a ningún cambio en el curso del proceso político. Más aún, se supone que ciones al enfoque de la elección social. Discutiré dos grupos de tales objeciones,
tales preferencias son causalmente independientes del conjunto de alternativas. ambos relacionados con el supuesto de las preferencias dadas. Argumentaré, pri-
(4) En su versión estándar, que es la única versión operativa de la teoría, se asu- mero, que las preferencias que los individuos deciden expresar pueden no ser
me que las preferencias son puramente ordinales, de modo que un individuo no una buena guía de lo que ellos realmente prefieren; y segundo que, en todo caso,
puede expresar la intensidad de sus preferencias, ni ningún observador exterior lo que ellos realmente prefieren puede ser un frágil fundamento de la elección
puede comparar las intensidades de las preferencias entre los individuos. (5) Se social.
asume que las preferencias individuales están definidas para cualquier par de in- De hecho, las preferencias nunca están «dadas», en el sentido de ser directa-
dividuos, es decir, de forma completa, y tienen la propiedad formal de la transi- mente observables. Si han de servir como inputs para el proceso de elección so-
tividad, de manera que la preferencia de A sobre B y de B sobre C implica la pre- cial, deben ser de algún modo expresados por los individuos. La expresión de las
ferencia de A sobre C. preferencias es una acción guiada presumiblemente por esas mismas
Dada esta estructura, la tarea de la teoría de elección social es ordenar las preferencias'^. Por lo tanto, está lejos de ser obvio que la acción individualmente
preferencias sociales sobre las alternativas. Esto puede parecer que requiere más racional exprese estas preferencias tal y como son. Algunos métodos para agregar
de lo que se necesita: ¿por qué no definir el objetivo como la elección de una al- preferencias pueden hacer que sea beneficioso para el individuo expresar pre-
ternativa? Hay, sin embargo, usualmente alguna incertidumbre sobre la factibili- ferencias falsas, es decir, el resultado puede ser mejor en algunos casos según sus
dad real de las alternativas, por lo que es útil tener un orden por si la alternativa preferencias reales si elige no expresarlas con autenticidad. La condición de estar
más favorita demuestra ser inalcanzable. La lista debería satisfacer los siguientes a prueba de estrategias {strategy-proofness) por parte de los mecanismos de elec-
criterios. (6) Como las preferencias individuales, debe ser completa y transitiva. ción social está diseñada expresamente para excluir esta posibilidad. De otro la-
(7) Debe satisfacer el óptimo de Pareto, en el sentido de no incluir nunca una do, sin embargo, los sistemas en que la honestidad siempre aparece son bastante
opción socialmente preferida a otra que es preferida individualmente por todo el poco atractivos en otros sentidos''. Tenemos pues que afrontar la posibilidad de
mundo. (8) La elección social entre dos opciones dadas debería depender única- que incluso si requerimos que las preferencias sociales cumplan el óptimo de Pa-
mente de cómo los individuos jerarquizan estas dos opciones, y no ser sensible a reto con respecto a las preferencias expresadas, puede ser que no sea así con res-
los cambios que se produzcan en sus preferencias respecto a otras opciones. (9) pecto a las preferencias reales. El estar a prueba de estrategias y la racionalidad
El orden de preferencias sociales debería respetar y reflejar las preferencias indivi- colectiva, por tanto, se mantienen y se hunden juntas. Dado que parece que la
duales, en y por encima de la condición de optimalidad paretiana. Esta idea cu- primera condición debe fallar, lo mismo ociurirá con la segunda. De este modo,
bre varias nociones, de las cuales las más importantes son el anonimato (todos los resulta muy difícil defender la idea de que el resultado del mecanismo de elec-
individuos debería contar por igual), la no dictadura (a fortiori ningún individuo ción social representa el bien común, puesto que existe la posibilidad de que to-
debería dictar la elección social), el liberalismo (todos los individuos deberían te- do el mimdo prefiera algún otro resultado.
ner algún dominio privado en el que sus preferencias son decisivas), y estar a Amos Tversky ha señalado otra razón por la que no se puede asumir que las
prueba de estrategias (no debería ser beneficioso para el individuo expresar pre- elecciones - o las preferencias expresadas- representen las preferencias reales en
ferencias falsas). todos los casos'^. De acuerdo con su «hipótesis de la preferencia oculta», las elec-
La sustancia de la teoría de la elección social se encuentra en una serie de
teoremas de imposibilidad y unicidad, los cuales establecen o bien que un sub-
conjunto dado de estas condiciones es incapaz de satisfacerse simultáneamente, ' Cf. d'Aspremont y Gevers (1977).
8 Riker y Ordeshook (1973, pp. 112-113).
o bien que únicamente describen un método específico para agregar preferen- "> Cf. Davidson (1986) y Gibbard (1986).
cias. Se ha prestado mucha importancia a los teoremas de imposibilidad, pero 1° Presumiblemente, aunque no de forma evidente, dado que el agente puede tener varios órdenes de
prefetenaas y confiar en preferencias de orden superior para determinar cuáles de las preferencias de primer
para nosotros no son de decisiva importancia. Tales teoremas son en gran medi- orden va a expresar, como ha sugerido por ejemplo Sen (1976).
'1 Pattanaik (1978) ofrece un estudio de resultados conocidos. Los únicos mecanismos para la elección
social que resisten el razonamiento estratégico son la acción dictatorial (el dictador no tiene ningún incentivo
para disfrazar sus preferencias) y la acaón aleatoria de identificar la probabilidad de que una opción dada sea
6 Para desarrollos más completos, ver Arrow (1963), Sen (1970), Kelly (1978) y Hylland (1986). elegida con la proporción de votantes que lo eligen como primera oiKión
>í Tversky (1981). ^ ^ '
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dones a menudo ocultan antes que revelan las preferencias subyacentes. Eso es querer ser la persona por cuya agencia eso ocurra. Las razones para no desear ser
especialmente así en dos tipos de casos. Primero, en los casos de arrepentimiento dicha persona pueden ser muy respetables, o puede que no. Esto último sería el
anticipado ante una decisión de riesgo. Considérese el siguiente ejemplo (de caso si uno tuviera miedo de ser censurado por los familiares de la persona cuya
Tversky): muerte se permitió de manera deliberada, o si uno simplemente confunde las
En su veinte cumpleaños, a Judy se le presenta la elección entre pasar el fin nociones causal y moral de responsabilidad. En tales casos las preferencias expre-
de semana con su tío en la ciudad (C), o dar una fiesta para todos sus amigos. La sadas conducen a una elección que de manera evidente va contra las preferencias
fiesta podría tener lugar o bien en el jardín (FJ) o dentro de casa (FC). Una fies- reales de la gente concernida.
ta en el jardín sería mucho más divertida, pero siempre existe la posibilidad de Una segunda dificultad, quizá más básica, es que las preferencias reales pue-
que llueva, en cuyo caso sería más prudente una fiesta dentro de casa. Al evaluar den depender causalmente de la factibilidad. Un ejemplo muy gráfico es el de la
las consecuencias de las tres opciones, Judy nota que las condiciones climatológi- fábula del zorro y las uvas amargas''. Para el «utilitario ordinal», como Arrow,
cas no tienen un efecto significativo sobre C. Si elige la fiesta, sin embargo, la si- por ejemplo, que así se autodefine"^, no habría pérdida de bienestar si el zorro no
tuación es diferente. Una fiesta en el jardín sería estupenda si el tiempo fuera consiguiese consumir las uvas, dado que de todos modos él cree que están amar-
bueno, pero sería un desastre si lloviese, en cuyo caso una fiesta interior sería gas. Pero, por supuesto, la causa de esta creencia es su convicción de que en cual-
aceptable. El problema es que Judy tendría un gran remordimiento si la fiesta se quier caso estaría excluido de consumirlas, por lo que es difícil justificar la asig-
hiciera dentro y el tiempo firera muy bueno. nación invocando sus preferencias. Al contrario, el fenómeno de las «preferencias
contra-adaptativas» —la hierva está siempre más verde del otro lado de la valla, y
Ahora bien, supongamos que por alguna razón deja de ser posible hacer la
la fruta prohibida siempre sabe más dulce- es también incomprensible para el
fiesta fiíera. En esta situación, no ha lugar para el remordimiento asociado a dar
teórico de la elección social, dado que implica que tales preferencias, si se respe-
la fiesta dentro con buen tiempo, puesto que (en este caso) Judy no tiene otro lu-
tasen, no se satisfacerían —y aun así sólo podríamos respetarlas dando una opor-
gar donde dar la fiesta. Por tanto, la eliminación de un curso disponible de ac-
tunidad para su satisfacción—.
ción (dar la fiesta fiíera) elimina el remordimiento asociado con una fiesta inte-
rior, e incrementa su utilidad general. Esto nos lleva a razonar, en este caso, que Las preferencias adaptativas y contra-adaptativas son sólo casos especiales de
si Judy fiíera indiferente entre C y FC, en presencia de FJ, ella preferiría FC a C una clase más general de deseos, aquellos que no satisfacen alguno de los criterios
cuando FJ queda eliminada. sustantivos de las preferencias aceptables, por contraste con el criterio puramen-
Lo que observamos aquí es la violación de la condición (8) de arriba, la de- te formal de la transitividad. Discutiré estos casos bajo dos conceptos clave:
nominada «independencia de las alternativas irrelevantes». Las preferencias ex- autonomía y moralidad.
presadas dependen causalmente del grupo de alternativas. Podemos asumir que La autonomía caracteriza el modo en que se forman las preferencias, no su
las preferencias reales, definidas a partir del grupo de resultados posibles, perma- contenido real. Desafortunadamente no soy capaz de dar una caracterización po-
necen constantes, contrariamente al caso que discutiré más tarde. Pero las pre- sitiva de las preferencias autónomas, de manera que tendré que apoyarme en dos
ferencias sobre los pares (elección, resultado) dependen del grupo de elecciones aproximaciones indirectas. En primer lugar, la autonomía es para los deseos lo
disponibles, porque los «costes de responsabilidad» que vienen asociados de ma- que el juicio es para las creencias. La noción de juicio es también difícil de defi-
nera diferente con dichas parejas dependen de qué otra cosa «podría haberse nir formalmente, pero al menos sabemos que hay personas que tienen esta cuali-
hecho». Aunque Judy no podía escapar de su dilema haciendo deliberadamente dad en mayor grado que otras: gente que es capaz de tener en cuenta la eviden-
que la fiesta en el jardín fuera físicamente imposible'^, ella habría agradecido cia, enorme y difusa, que de un modo u otro gravita en torno al problema en
cualquier evento fiíera de su control que tuviera dicha consecuencia. cuestión, de tal forma que ningún elemento recibe una importancia indebida.
En tales personas el proceso de formación de creencias no se ve perturbado por
El segundo tipo de casos en los que Tversky desearía distinguir entre pre-
un procesamiento cognitivo defectuoso, ni se distorsiona por creencias desidera-
ferencias expresadas y preferencias reales concierne a las decisiones que son in-
tivas, etc. De igual modo, las preferencias autónomas son aquellas que no han si-
gratas antes que arriesgadas. Por ejemplo, «la sociedad puede preferir salvar la vi-
do formadas mediante procesos causales irrelevantes -una explicación singular-
da de una persona en lugar de otra, y aun así ser incapaz de hacer esta elección».
mente inútil-. Para mejorar un tanto lo anterior, considérese, en segundo lugar,
De hecho, perder las dos vidas por la inacción puede preferirse a perder sólo una
debido a una acción deliberada. Tales ejemplos están íntimamente conectados una breve lista de tales procesos causales irrelevantes. Tales procesos incluyen
con los problemas relativos al utilitarismo del acto versus el utilitarismo del resul- preferencias adaptativas y contra-adaptativas, conformidad y anti-conformidad,
tadoi"*. Uno puede juzgar que sería bueno si se diese el estado A, y aún así no la obsesión con la novedad y la resistencia igualmente irrazonable a la novedad.
En otras palabras, las preferencias pueden formarse mediante adaptación a lo
que es posible, a lo que otras personas hacen, o a lo que uno ha hecho en el pasá-
'^ Cf. Elster (1979, cap. 2) o Schelling (1980) para la ¡dea de restringir deliberadamente una opción
posible con objeto de hacer imposible un comportamiento indeseable particular en un tiempo ulterior. La ra- is Cf. Elster (1983b, cap. Ili) para una discusión de esta noción
zón por la que esto no es aquí operativo es que el remordimiento no sería eliminado. "'Arrow (1973).
"* Cf. por ejemplo Williams (1973) o Sen (1979).
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afectan a él. En las situaciones de elección política, sin embargo, el ciudadano
do - o pueden formarse por el deseo de diferenciarse lo más posible de cualquie- debe expresar su preferencia acerca de estados que también difieren en el modo
ra de estas adaptaciones-. En todos estos casos, la fuente del cambio de preferen- en que afectan a otras personas. Esto significa que no hay justificación similar
cias no está en la persona, sino fuera de ella -restándole mérito así a su autono- para la noción correspondiente de la soberanía del ciudadano, puesto que otras
mía—. personas pueden criticar legítimamente las decisiones colectivas cuya dirección
La moralidad, no hace falta decirlo, es incluso más controvertida. (Dentro está a cargo de preferencias que son defectuosas en alguna de las formas que he
de la tradición kantiana se cuestionaría también si la moralidad puede distin- mencionado. Un mecanismo de elección social es capaz de resolver los fallos del
guirse de la autonomía.) Las preferencias son morales o inmorales en virtud de mercado procedentes de una soberanía desenfrenada del consumidor, pero es un
su contenido, no por la forma en que han sido forjadas. Ejemplos bastante in- modo completamente inadecuado de redistribuir el bienestar. Si la gente sólo se
controvertidos de preferencias no éticas son los deseos rencorosos y sádicos, así influyera mutuamente poniéndose la zancadilla unos a otros, o vertiendo su ba-
como el deseo de bienes posicionales, es decir, bienes tales que es lógicamente sura en el patio trasero de los demás, el mecanismo de la elección social sería su-
imposible que más de unos pocos los posean^^. El deseo de un salario dos veces ficiente. Pero la tarea de la política no es únicamente eliminar la ineficacia, sino
superior a la media puede conducir a un bienestar menor para todos, de tal mo- también crear justicia —un fin para el que la agregación de preferencias prepolíti-
do que tales preferencias no logran superar el test kantiano de la generaliza- cas resulta un medio del todo incongruente-.
ción's. Además este deseo está íntimamente ligado al rencor, dado que una for- Esto sugiere que los principios del foro deben diferir de los que son propios
ma de lograr más que otros es cuidar que los demás consigan menos —de hecho del mercado. Una vieja tradición que se remonta a la polis Griega sugiere que la
éste puede ser a menudo un método más eficaz que el de tratar de sobresalir—''^. política debe ser una actividad abierta y pública, distinta de la expresión, privada
Para ver que la falta de autonomía puede distinguirse de la falta de valor y solitaria, de preferencias que acontece en las compraventas. En la siguiente sec-
moral, permítaseme usar conformidad como un término técnico que designa el ción revisaré dos concepciones diferentes de la política pública, alejadas ambas
deseo provocado por un impulso a ser como otras personas, y el término confor- de la teoría mercantil de la política. Antes, sin embargo, debería considerar bre-
mismo para referirme al deseo de ser como otras personas —con sus opuestos, an- vemente una objeción que el teórico de la elección social podría muy bien hacer
ti-conformidad y anti-conformismo, definidos de forma similar-. La conformi- a lo que acabo de decir. Pues dicho teórico podría argumentar que la única alter-
dad implica que los deseos de otras personas entran en la producción de lo míos, nativa a la agregación de preferencias ya dadas es algún tipo de censura o pater-
mientras que el conformismo significa que los deseos ajenos entran irreductible- nalismo. Nuestro teórico podría estar de acuerdo en que las preferencias rencoro-
mente en la descripción del objeto de mis deseos. La conformidad puede condu- sas y adaptativas no son deseables, pero añadiría que cualquier mecanismo
cir al conformismo, pero también puede conducir al anti-conformismo, como institucional que se crease para eliminarlas acabaría siendo usado por los indivi-
ocurre, según Theodore Zeldin, entre el campesinado francés, donde «el presti- duos deseosos de poder para sus propósitos privados. El remedio, cualquiera que
gio se obtiene en buena medida de la conformidad con las tradiciones (de tal éste fuese, sería peor que la enfermedad. Esta objeción supone (i) que la única al-
manera que es muy probable que el hijo de un no-conformista sea también no- ternativa a la agregación de preferencias ya dadas es la censura, y (ii) que la cen-
conformista)»^'^. Evidentemente, la conformidad puede traer consigo deseos mo- sura siempre es objetable. Lo que haré a continuación será cuestionar la primera
ralmente loables, aunque carezcan de autonomía. A la inversa, no veo cómo se de tales suposiciones mediante la idea de una transformación de las preferencias a
puede descartar a priori la posibilidad de un rencor autónomo, aunque acogería partir de la discusión pública y racional.
de buen grado una prueba de que la autonomía es incompatible no sólo con la
anti-conformidad, sino también con el anti-conformismo.
Estamos por fin en condiciones de establecer la objeción a la visión política II
que subyace en la teoría de la elección social. Esta objeción consiste, básicamen-
te, en que dicha teoría incorpora una confusión entre el tipo de comportamiento Hoy en día esta idea se asocia especialmente con los escritos de Jürgen
que es apropiado en el mercado y el que es adecuado en el foro. La noción de la Habermas sobre la «ética del discurso» y «la situación ideal de habla». Como in-
soberanía del consumidor es aceptable porque, y en la medida en que, el consu- diqué más arriba, presentaré una versión algo estilizada de sus ideas, aunque es-
midor elige entre cursos de acción que difieren únicamente en la forma en que le pero que con algún parecido con el original^i. El núcleo de la teoría es, como
queda dicho, que el sistema político debería estar erigido, no con vistas a la agre-
gación o filtración de las preferencias, sino para su transformación mediante el
'^Kirsch (1976). debate y la confi-ontación públicos. El inputáá mecanismo de elección social no
"* Haavelmo (1970) ofrece un modelo en el que todos pueden sufrir una pérdida de bienestar al tratar serían entonces las preferencias crudas, muy probablemente egoístas o irraciona-
de mantenerse al ritmo de los vecinos.
" Se pueden considerar los logros de otros como un parámetro y los propios como la variable, o a la in-
versa, intentar manipular los logros de otros de tal modo que no lleguen a la altura de los propios. La prime-
ra de estas formas de realizar los bienes posicionales es claramente menos criticable que la segunda, aunque -' Me apoyo principalmente en Habermas (1982). Además, deseo agradecer a Heige Hoibraaten, Ruñe
no deja de ser menos genuina que el deseo no comparativo de un cierto estándar de excelencia. Slagstad y Gunnar Skirbckk por su paciencia al explicarme varios aspectos de la obra de Habermas.
2" Zeldin (1973, p. 134).
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les, que operan en el mercado, sino unas preferencias informadas que tienen en sólido, especialmente si es posible eludir el problema de las manipulaciones es-
cuenta a los demás. O mejor, no habría necesidad alguna de un mecanismo de tratégicas {theproblem of strategy-proofness). De un solo golpe lograríamos alcan-
agregación, dado que la discusión racional tendería a producir preferencias uná- zar más preferencias racionales, así como la garantía de que dichas preferencias
nimes. Cuando los deseos privados e idiosincrásicos han sido formados y purga- fueran de hecho expresadas.
dos en la discusión pública sobre los bienes públicos, sólo emergerán determina- Deseo exponer ahora una serie de objeciones -siete en total- a esta teoría.
dos deseos racionales. Desde esta perspectiva, el fin de la política no es el Debo decir que el fin de estas críticas no es el derribo de la teoría, sino la locali-
compromiso óptimo, sino el acuerdo unánime. zación de ciertos puntos que deben ser fortalecidos. De hecho, simpatizo en gran
Dos premisas básicas parecen subyacer a esta teoría. La primera es que hay medida con sus tesis flindamentales, aunque temo que pueda ser rechazado co-
ciertos argumentos que simplemente no pueden afirmarse públicamente. En un mo utópico, bien porque ignora el problema de cómo transitar hacia el ideal des-
debate político es pragmáticamente imposible argumentar que debería elegirse de la realidad, bien porque desatiende algunos hechos elementales de la psicolo-
una solución dada sólo porque es buena para uno mismo. Por el hecho mismo gía humana.
de participar en un debate público —argumentando en lugar de negociando— se La primera objeción implica una reconsideración de los problemas relativos
descarta la posibilidad de invocar ese tipo de razones^^. Participar en una discu- al paternalismo. ¿No sería, de hecho, una interferencia no justificada imponer a
sión puede verse de hecho como una forma de auto-censura, un pre-compromi- los ciudadanos la obligación de participar en la discusión política? Se podría res-
so con la idea de decisión racional. Ahora bien, puede parecer que esta conclu- ponder que existe un vínculo entre el derecho a votar y la obligación de partici-
sión es demasiado fuerte. El primer argumento sólo muestra que en un debate par en la discusión, del mismo modo que derechos y deberes son correlativos en
público debemos decir que estamos de acuerdo en algo, cuando en realidad no es otros casos. Para adquirir el derecho a votar, uno debe cumplir ciertos deberes cí-
cierto, en aras del bien común. Una premisa adicional establece que, con el tiem- vicos que van más allá de pulsar el botón de votar en el televisor. Dos ideas dife-
po, llegamos a convencernos por consideraciones sobre el bien común. No pode- rentes parecen subyacer tras esta respuesta. Primero, sólo deberían tener derecho
mos elogiar indefinidamente el bien común «du bout des lévres», porque -como a votar aquellos ciudadanos que están tan preocupados por la política como para
argumentó Pascal en el contexto de las apuestas- uno termina teniendo las pre- invertir en ella algunos de sus recursos (en particular, su tiempo). Segundo, se
ferencias que inicialmente sólo aparentaba tener^^. Esta es una premisa psicológi- deberían favorecer las preferencias informadas como inputs en el proceso electo-
ca, no conceptual. Para explicar por qué al simular el rito de la discusión racional ral. El primer argumento favorece la participación y la discusión como una señal
tendemos a provocar la cosa misma, podríamos argumentar que tendemos a de interés, pero no le da un valor instrumental en sí. Haría la misma función,
hacer coherente lo que queremos decir y lo que de hecho decimos con el ánimo para el propósito de este argumento, exigir que la gente pagase por tener derecho
de reducir la disonancia, pero éste es un argumento peligroso en el contexto pre- a votar. El segundo argumento favorece la discusión como un medio para mejo-
sente. La merma de la disonancia no tiende a generar preferencias autónomas. rar —no sólo seleccionaría la gente correcta, sino que los haría más cualificados
Para ello tendríamos más bien que invocar el poder de la razón con objeto de para participar—.
acabar con los prejuicios y el egoísmo. Si hablamos con la voz de la razón, nos Estos argumentos pueden tener alguna validez en un mundo cuasi-ideal, en
exponemos también a la razón. el que la preocupación por la política estuviera distribuida en todas las dimensio-
En resumen, la imposibilidad conceptual de expresar argumentos egoístas nes relevantes, pero pierde su mordiente en el contexto de la política contempo-
en un debate sobre el bien público, y la dificultad psicológica de expresar pre- ránea. La gente que mantiene un alto nivel de participación está situada despro-
ferencias que tienen en cuenta a los demás sin terminar asumiéndolas, actúan de porcionadamente en la parte privilegiada de la población. En este contexto, los
consuno para que la discusión pública tienda a promover el bien común. La vo- altos ideales de la discusión racional pueden conducir, en el mejor de los casos, al
lante genérale, por tanto, no consiste en la realización según el óptimo de Pareto paternalismo, y en el peor, a crear una élite auto-elegida cuyos miembros dedi-
de unas preferencias ya dadas (o expresadas)^"*, sino que es el resultado de unas can su tiempo a la política por afán de poder, no por estar preocupados por los
preferencias que han sido formadas a partir de una preocupación por el bien co- asuntos públicos. Como en otros casos, que discutiremos más adelante, lo mejor
mún. Por ejemplo, con la mera agregación de preferencias ya dadas podríamos puede ser enemigo de lo bueno. No digo que sea imposible modificar el ideal de
tener en cuenta ciertas externalidades negativas, pero en ningún caso aquellas forma que permita tanto la discusión racional como una participación de perfil
que afectan a las generaciones futuras. Un mecanismo de elección social puede bajo, sino que cualquier diseño institucional debe respetar la compensación en-
impedir que las personas que ahora viven arrojen su basura en el patio de otros, tre las dos.
pero no que la arrojen en el futuro. Más aún, las consideraciones de justicia dis- Mi segunda objeción es que incluso asumiendo un tiempo ilimitado para dis-
tributiva dentro de la constricción paretiana tendrían ahora un fundamento más cutir, el resultado no será necesariamente un acuerdo unánime y racional. ¿Po-
drían dejar de plantearse deferencias legítimas e irresolubles de opinión sobre la
naturaleza del bien común? ¿Podría incluso desaparecer la pluralidad de valores
" M l c ^ r d (1980). últimos?
^' Para el argumento de Pascal, Elster (1979, cap. II.3)
'* Como han sugerido Runciman y Sen (1965).
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Una quinta objeción consiste en cuestionar el supuesto implícito de que el
No voy a discutir estas cuestiones, dado que en todo caso se reemplazan con cuerpo político en su conjunto es mejor o más sabio que la suma de sus partes.
la tercera objeción. Dado que las discusiones tienen siempre restricciones de tiem- ¿No podría ser, por el contrario, que la gente se hiciera más, no menos, egoísta e
po - a menudo más fuertes cuanto más importante es el asunto— la unanimidad irracional con la interacción política? La analogía cognitiva sugiere que la racio-
acontece raramente. Para cualquier constelación de preferencias que esté lejos de nalidad de creencias puede ser afectada tanto positiva como negativamente por
la unanimidad, sin embargo, necesitamos un mecanismo de elección social que la interacción. Por un lado está lo que Irving Janis ha llamado «pensamiento de
nos sirva para agregarlas. Se puede discutir por un tiempo, pero luego hay que grupo», es decir, un sesgo mutuamente reforzado^^. Por otro lado, hay muchas
tomar una decisión, incluso aunque persistan opiniones fuertemente encontra- maneras en las que la gente puede reunir sus opiniones y hacerlas complementa-
das. La transformación de las preferencias, por tanto, sólo puede servir de suple- rias para llegar a una mejor estimación^^. De forma similar, autonomía y morali-
mento a la agregación de preferencias, pero nunca para sustituirla enteramente. dad pueden ser tanto promovidas como socavadas por la interacción. Contra la
Sin duda, los proponentes de la teoría aceptarían esta última consideración. pesimista visión de Reinhold Niebuhr de que los individuos muestran en grupo
Cierto, dirían, pero aunque la situación ideal de habla nunca pueda realizarse un egoísmo más irrestricto que en sus relaciones personales^", podemos exponer
completamente, mejorará sin embargo el resultado del proceso político en tanto la visión optimista de Hannah Arendt:
se implemente de algún modo. La cuarta objeción cuestiona precisamente la vali-
dez de esta réplica. En algunos casos una pequeña discusión puede ser una cosa La fe americana no estaba basada completamente en una fe semi-religiosa en
peligrosa, peor de hecho que el no discutir en absoluto, por ejemplo cuando la la naturaleza humana, sino al contrario, en la posibilidad de controlar la naturale-
discusión hace que sólo algunas personas se alineen con el bien común. La si- za humana en su singularidad, por medio de los vínculos humanos y las mutuas
guiente historia ofrece una ilustración: promesas. La esperanza para el hombre en su singularidad descansa en el hecho
de que no es el hombre sino los hombres quienes habitan la tierra y forman un
Erase una vez dos chicos que se encontraron un pastel. Uno dijo: «¡Espléndi- mundo entre ellos. Es la mundanidad humana lo que salvará a los hombres de los
do! Yo lo comeré». Entonces el otro replicó: «¡No, eso no es justo! Hemos encon- escollos de la naturaleza humana^'.
trado el pastel juntos, y deberíamos compartirlo a partes iguales, mitad para ti y
mitad para mí». A lo que el primer chico contestó: «¡No, todo el pastel debe ser El argumento de Niebuhr sugiere un desdén aristocrático hacia la masa, que
para mí!» En esto llegó un adulto que sentenció: «Caballeros, en lugar de pelear, transforma las personas individualmente decentes —por usar una expresión carac-
deberían llegar a un acuerdo. Déle usted tres cuartos del pastel a su amigo»^^. terísticamente condescendiente- en una plaga de descerebrados. Aunque recha-
cemos esta idea como visión general, tampoco deberíamos abrazar el otro extre-
Lo que provoca aquí la dificultad es que el adulto sugiere un mecanismo de mo, sugerido por Arendt. Ni las asambleas griegas ni las americanas fueron los
elección social en el que se permite que las preferencias del primer chico cuenten paradigmas de la razón discursiva que ella pretende. Los griegos eran bien cons-
dos veces: primero cuando éste las expresa, y luego cuando el segundo muchacho cientes de que podían ser tentados por la demagogia, y de hecho tomaron enor-
las introduce en su proposición ética de compartir. El caso es que podemos afir- mes precauciones contra esta tendencia^^. El pueblo americano no ha sido siem-
mar que el resultado es socialmente inferior al que hubiera emergido si los chicos pre la encarnación de la libertad colectiva, ya que a veces ha servido también
se hubieran aferrado a sus preferencias egoístas. Cuando Adam Smith escribió como trampolín para la caza de brujas. La mera decisión de incorporarse a una
que él nunca había visto el bien que podían producir los que pretendían comer- discusión raciona no asegura que las transacciones serán de hecho conducidas
ciar en aras del bien común, es posible que tuviera en mente el daño que pueden racionalmente; ello depende en gran medida de la estructura y el marco de los
causar los intentos unilaterales de actuar moralraente. El imperativo categórico procedimientos. Los errores fortuitos provocados por el egoísmo en las preferen-
mismo puede no cumphrse debidamente si los individuos actúan a partir de él cias privadas pueden hasta cieno punto cancelarse mutuamente y ser por tanto
de forma unilateral^^. Asimismo, como revela el caso de los dos chicos, es posible menos temibles que los errores masivos y coordinados que pueden provenir de
que se produzca un resultado inferior si la discusión provoca una parcial adhe- grupos de pensamiento. Por otra parte, sería excesivamente estúpido confiar co-
sión a la moralidad en todos los participantes, en lugar de ocasionar la plena ad- mo regla general en vicios que se compensan mutuamente para beneficio públi-
hesión en algunos y ninguna en absoluto en otros. Así, Serge Kolm afirma que co. Mi argumento no es contra la necesidad de la discusión pública, sino única-
las economías con agentes moderadamente altruistas tienden a no funcionar tan mente a favor de tomar muy en serio la cuestión del diseño institucional y
bien como aquellas en donde todo el mundo es egoísta o en donde todo el mun- constitucional.
do es altruista^''.
^» Janis (1972),
í' Cf. Hogarth (1977) y Lehrer (1978).
» Niebuhr (1932, p. 11).
^^ SmuUyan (1980, p. 56). "Arendt (1973, p. 174).
''Sobel(1967). '- Finley (1973); ver también EUter (1979, cap. 11.8).
-" Kolm (1981a, b).
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Una sexta objeción es que la unanimidad, si es posible lograrla, puede que elemento de creencia desiderativa {wishjul thinking). Dado que los científicos so-
proceda fácilmente de la conformidad en lugar del acuerdo racional. Yo tiendo ciales están muy lejos de coincidir respecto a cómo operan las sociedades, ¿qué
de hecho a tener más confianza en el resultado de una decisión democrática podría ser más humano que elegir aquella teoría que justifica únicamente el
cuando existe una minoría que vota en contra. No estoy pensando aquí en las acuerdo en el que uno obtiene beneficios? La oposición entre interés general e
personas que expresan las preferencias mayoritarias en contra de sus preferencias interés especial es demasiado simplista, dado que los beneficios privados pueden
reales, dado que podemos suponer que esto puede evitarse mediante algún pro- determinar causalmente la forma en que uno concibe el bien común.
cedimiento como el voto secreto. Me refiero a que la gente puede querer cambiar Estas objeciones han sido expuestas para traer a la luz dos ideas principales.
sus preferencias reales cuando comprueba por dónde van los de la mayoría. La Primero, no podemos asumir que promovemos de hecho una buena sociedad ac-
psicología social ha mostrado ampliamente la fiíerza de este efecto de apuntarse tuando como si ya hubiésemos llegado a ella. La falacia inherente a este «supues-
al carro del ganador {bandwagon ejfeci)^^, que en teoría política también es cono- to de aproximación»^^ fue expuesta hace tiempo en economía mediante la «teo-
cido como «el problema del camaleón»34. Y aunque la adhesión del conformista ría de la segunda mejor opción»:
no pase el test de racionalidad, tampoco podemos asegurar que sí lo hará la ma-
yoría a la que se adapta, puesto que dicha mayoría puede estar compuesta de N o es cierto que una situación en la que se satisfacen más condiciones ópti-
conformistas que cambiarían su opción si se quedaran en minoría. Para expresar mas, aunque no todas, es necesariamente, ni siquiera con mayor probabilidad, su-
más claramente lo que aquí se quiere decir, considérese el caso paralelo de la for- perior a una situación donde se satisfacen menos. Se sigue, por tanto, que en una
mación no autónoma de preferencias. Tendemos a decir que un hombre es libre situación en la que existen muchas restricciones que impiden la satisfacción de las
si puede hacer u obtener cualquier cosa que desee hacer u obtener. Pero entonces condiciones del óptimo de Pareto, la retirada de cualquiera de tales restricciones
nos enfrentamos inmediatamente a la objeción de que quizá él solamente desea puede afectar al bienestar o la eficiencia para bien, para mal, o dejando todo co-
lo que puede obtener, debido a algún mecanismo del tipo «uvas amargas» (sour mo estáis
grapes)^''. Podemos entonces añadir que, en condiciones idénticas, una persona
será más libre a medida que desee hacer más cosas que no es libre de hacer, dado El equivalente ético no es la idea común de que algunas obligaciones mora-
que esto mostrará que sus deseos no están en principio formados por adaptación les pueden quedar suspendidas cuando otras personas no actúan moralmente^^.
a sus posibilidades. Por supuesto, un aire de paradoja envuelve esta afirmación Antes bien, la idea es que la naturaleza de la obligación moral cambia en un am-
-que la libertad de un hombre es mayor cuanto más elevado es el número de sus biente no moral. Cuando otros no actúan moraJmente, puede existir la obliga-
deseos que no es libre de realizar—. Sin embargo, si reflexionamos, podremos ver ción de desviarse no sólo de lo que ellos hacen, sino también del comportamien-
que la paradoja encierra un argumento válido. De forma similar, es posible disol- to que sería óptimo si fuese adoptado por todo el mundo"^**. En concreto, una
ver el aire de paradoja que conlleva la visión de que una decisión colectiva es más pequeña discusión, al igual que una racionalidad o un socialismo achicados,
digna de confianza si no es unánime. pueden ser una cosa peligrosa'". Si, como sugiere Habermas, la discusión libre y
Mi séptima objeción equivale a rechazar la opinión según la cual la necesidad racional sólo es posible en una sociedad donde se haya abolido la dominación
de expresar los propios argumentos en términos del bien común sirve para pur- política y económica, no es en absoluto obvio que tal abolición pueda lograrse
gar los deseos de todos los argumentos egoístas. En general, existen muchas for- mediante una argumentación racional. No deseo sugerir que esto pueda ocurrir
mas de realizar el bien común, si incluimos en esta expresión únicamente a aque- por la fiierza -puesto que usar la fiíerza para acabar con el uso de la fuerza está
llos acuerdos que son superiores según el criterio de Pareto a las decisiones sujeto a objeciones evidentes-. Aun así, puede que sea necesario algo como la
individuales no coordinadas. Cada uno de tales acuerdos supondrá, junto a la ironía, la elocuencia o la propaganda, que implican un menor respeto hacia el
promoción del interés general, un premio extra para algún grupo específico, el interlocutor que el que prevalecería en la situación ideal de habla.
cual tendrá por tanto un Rxerte interés en ese particular acuerdo^^. El grupo pue- Como se podrá ver tras estas reflexiones, existe una firerte tensión entre dos
de entonces preferir el acuerdo a causa de ese premio, aunque argumentará a fa- modos de plantear la relación entre fines y medios políticos. Por un lado, los me-
vor de aquél en términos del bien común. Típicamente, el acuerdo se justificará dios deben caracterizarse a panir de la naturaleza de los fines, puesto que de otro
mediante una teoría causal -una explicación, por ejemplo, de cómo ftinciona la
economía- que muestre que es no sólo una forma, sino la única forma de pro-
mover el bien común. Un ejemplo lo encontramos en las teorías económicas que
subyacen a la primera administración Reagan. No digo que no sean sinceros los '•Margalit(1983).
3S Lipsey y Lancaster (1956-57, p. 12).
proponentes de estas visiones, pero puede ocurrir muy bien que exista en ellas un 3'^ Este es el asunto que se enfatiza en Lyons (1965).
« Cf. Hansson (1970), así como Follesdal y Hilpinen (1971) para las discusiones sobre las «obligacio-
nes condicionales» dentro del marco de la lógica deóntica. No parece, sin embargo, que ese marco pueda aco-
" Asch (1956) es un estudio clásico. modar fácilmente el tipo de dilema que estoy comentando aquí.
^"i Ver Goldman (1972) para una discusión sobre el tema, así como para referencias ulteriores. *> Cf. por ejemplo Kolm (1977) respecto a los peligros de una introducción gradual del socialismo
35 Berlin (1969, p. xxxviii); d. también Elster (1983a, cap. III.3). -también mencionado por Margalit (1983) como una objeción a la estrategia de Popper de una gradual inee-
«' Schoter (1981, pp. 26 fF., pp. 43 fF.) incluye una interesante discusión de esta dificultad. riería social-.

115 116
de la política -que se corresponde con numerosas actividades de concienciación
modo el uso de medios no adecuados puede conducir a la corrupción de los fi-
que se han hecho comunes aproximadamente desde la última década-.
nes. Por otro lado, corremos un riesgo al elegir los medios que se derivan inme-
Mi preocupación, sin embargo, se centra en la teoría política y no en el acti-
diatamente del fin que deseamos lograr, puesto que en una situación no ideal es-
vismo político. Defenderé que ciertos tipos de argumentos a favor de las institu-
tos medios pueden alejarnos del fin en lugar de aproximarnos a él. Parece
ciones y constituciones políticas son contraproducentes, dado que justifican las
necesario, por tanto, alcanzar un sutil equilibrio entre estas dos consideraciones
instituciones en cuestión mediante efectos que son esencialmente consecuencias
opuestas. De hecho, es una cuestión abierta si existe alguna forma de llegar a la
no directas. Es importante hacer aquí una distinción inicial entre la tarea de jus-
sociedad buena, y, en el caso de que exista, si se trata del filo de una navaja o más
tificar una constitución ex ante y aquella otra de evaluar esa misma constitución
bien de una meseta.
ex posty a distancia. Tocqueville, cuando valoraba la democracia americana, lo
La segunda idea general que emerge de la discusión es que incluso en la so- hacía mediante consecuencias no directas. En su caso, sin embargo, esto tenía
ciedad buena, si pudiéramos alcanzarla, el proceso de la discusión racional po- sentido por cuanto que se trataba de una actitud analítica adoptada ex posty a
dría serfi-ágil,y vulnerable a las preferencias adaptativas, la conformidad, el pen- cierta distancia del sistema que él estaba examinando. La incoherencia aparece
samiento desiderativo, etc. Para asegurar estabilidad y robustez se necesitan cuando se invocan los mismos argumentos antes del hecho y en la discusión pú-
estructuras —instituciones políticas o constituciones- que podrían reintroducir blica. Aunque los constituyentes puedan tener en mente tales efectos, no pueden
fácilmente un elemento de dominación. En efecto, nos enfrentamos, en un pla- invocarlos en público de forma coherente.
no político, a un dilema perenne del comportamiento humano. ¿Cómo es posi-
Kant propuso una Jormula trascendental de derecho público: «Son injustas to-
ble asegurar al mismo tiempo que estamos obligados por reglas que nos protegen
das las acciones que afectan a los derechos de otros seres humanos si sus máximas
del comportamiento irracional o no ético —y que tales reglas no nos encierran en
no son compatibles con su publicidad»'*''. Dado que los ejemplos que da Kant de
una prisión de la que no es posible escapar aun en el caso de ser racional hacer-
este principio son oscuros, permítaseme invocar a John Rawls, quien impone
lo-?«
una condición similar de publicidad como una de las restricciones sobre lo que
pueden elegir las partes en la posición originaria'*''. Él argumenta que esta condi-
ción tiende a favorecer su propia concepción de la justicia, cuando se compara
III con la de los utilitaristas'*^. Si se adoptasen abiertamente los principios utilita-
ristas, se produciría una cierta pérdida de auto-estima, puesto que la gente senti-
Creo que debería haber quedado claro, a partir de la teoría de Habermas, ría que no se les trata plenamente como fines en sí mismos. En condiciones
que la discusión política racional tiene sentido en términos de su objetivé^. La idénticas, esto conduciría igualmente a una pérdida de utilidad media. Podemos
política se ocupa de la toma de decisiones sustantivas, y en esa medida es instru- pensar, por tanto, que la adopción pública de los dos principios de justicia de
mental. Es cierto que la idea de la política instrumental puede entenderse en un Rawls traería una utilidad media superior a la de la adopción pública del utilita-
sentido más estrecho, como si implicase que el proceso político es aquél en el rismo, aunque inferior a la que se seguiría de una constitución secretamente uti-
que los individuos persiguen sus intereses egoístas. Pero en un sentido más am- litarista introducida desde arriba. Esta última posibilidad, sin embargo, es des-
plio, esta idea implica únicamente que la acción política es en primer lugar un cartada por la restricción de la publicidad. Un utilitarista no podría entonces
medio para un fin no político, y sólo secundariamente, si acaso, un fin en sí mis- invocar los dos principios de Rawls por razones utilitaristas, aunque pudiese
mo. En esta sección consideraré teorías que sugieren una inversión de esta priori- aplaudir tales principios por dichas razones. El hecho de que los dos principios
dad y que encuentran en la educación, o en otros efectos beneficiosos sobre los maximicen la utilidad sería esencialmente una consecuencia no directa, y si se
participantes, el sentido firndamental de la política. Intentaré mostrar que esta eligiesen porque son maximizadores de utilidad entonces dejarían de serlo. El
visión tiende a ser internamente incoherente, o contraproducente. Los benefi- utilitarismo, por tanto, es contraproducente en el sentido de Kant: «carece esen-
cios de la participación son consecuencias indirectas {by-products) de la actividad cialmente de franqueza»'*^.
política. Más aún, tales beneficios son esencialmente consecuencias indirectas,
en el sentido de que cualquier intento de convertirlos en el principal propósito Derek Parfit ha planteado una objeción similar al consecuencialismo de la
de tal actividad los haría desaparecer^**. Puede ser ciertamente algo muy satisfac- acción (CA) y sugiere cómo podría responderse:
torio intervenir en el trabajo político, pero únicamente bajo la condición de que
Esto ofrece a todos un objetivo común: el mejor resultado posible. Si trata-
tal trabajo venga definido por un propósito firme que vaya más allá del logro de
mos de alcanzarlo, podemos fallar a menudo. Incluso cuando tenemos éxito, el
dicha satisfacción. Si esa condición no se da, estamos ante una visión narcisista

"^ Cf. Ainslie (1982) y Elster (1979, cap. II.9). « Kant (1975, p. 126).
•*' De hecho, Habermas (1982) se centra principalmente en las máximas para la acción, y no está inte- «Rawls (1971, p. 133),
resado por la evaluación de los estados de hecho. '••' Rawls (1971, p. 177 ff., esp. p. 181),
**' Cf. Elster (1983b, cap. III) para una discusión sobre la noción de que algunos estados psicológicos o « Williams (1973. p. 123).
sociales son esencialmente consecuencias no directas de acciones que fueron realizadas con otros propósitos.
118
117
hábil, pero logra aquello que el gobierno más hábil a menudo no puede: extiende
hecho de que estemos dispuestos a intentarlo puede empeorar el resultado. CA
por todo el cuerpo social una actividad inquieta, una fuerza sobreabundante y
puede ser pues indirectamente contraproducente. ¿Qué muestra esto? Un conse-
una energía que jamás existen sin ella y que, a poco favorables que sean las cir-
cuencialista puede decir: «Ello muestra que CA debería ser sólo una parte de
cunstancias, pueden engendrar maravillas. Estas son sus verdaderas ventajas'^.
nuestra teoría moral. Debería ser la parte que cubre los actos exitosos. Cuando es-
tamos seguros de acertar, deberíamos perseguir el mejor resultado posible. Nues-
En otras palabras, las ventajas de la democracia son principal y esencialmen-
tra teoría más amplia debería ser ésta: debemos tener el objetivo y las disposicio-
te consecuencias indirectas. El objetivo confesado de la democracia es ser un
nes que aseguren el mejor resultado. Esta teoría más amplia no sería
buen sistema de gobierno, pero Tocqueville argumenta que es inferior en este as-
contraproducente. Por tanto, la objeción ha sido rebatida»^'.
pecto a la aristocracia, visto puramente como un aparato de toma de decisiones.
Aun así, la actividad misma de gobernar democráticamente tiene como conse-
Con todo, existe una ambigüedad en la palabra «debemos» de la penúltima cuencia indirecta una cierta energía e inquietud que beneficia a la industria y ge-
frase, puesto que no está claro si afirma que está bien tener ciertos objetivos y nera prosperidad. Si suponemos que esta observación es correcta, ¿podría esto
disposiciones, o más bien que deberíamos tenerlos. La última respuesta trae con- servir como justificación pública para introducir la democracia en una nación
sigo el problema de que tener ciertos objetivos y disposiciones —es decir, ser un que carece de ella? La cuestión es bastante más compleja de lo que uno estaría
cierto tipo de persona— es esencialmente una consecuencia indirecta. Cuando la tentado a pensar a partir de lo que acabo de decir, dado que la cualidad de las de-
racionalidad instrumental es contraproducente, no podemos decidir dejarla a un cisiones no es la única consideración relevante en la elección de un sistema polí-
lado por razones instrumentales —igual que podemos quedarnos dormidos deci- tico. El argumento de justicia podría ser también decisivo. Con todo, la siguien-
diendo no intentar quedarnos dormidos-. Aunque la espontaneidad puede ser te conclusión parece ineludible: si el sistema no tiene una ventaja inherente en
altamente valiosa desde un punto de vista utilitarista, «no podemos al mismo términos de justicia o eficiencia, su introducción no puede defenderse coherente
tiempo poseer genuinamente este tipo de cualidad y asegurarnos que siendo li- y públicamente a causa de los efectos colaterales que se seguirían de su aplica-
bre, creativa y no calculable, consigue también el mejor resultado»'". ción. Debe haber una ventaja en la democracia como tal. Si estas ventajas inhe-
Tocqueville, en una aparente paradoja, sugirió que las democracias son me- rentes motivan a la gente para ingresar dentro del sistema, otros beneficios po-
nos adecuadas que las aristocracias para hacer y realizar planes a largo plazo, y drán producirse —pero estos últimos no pueden ser por sí mismos la fuerza
que sin embargo aquéllas son superiores a éstas a largo plazo. La paradoja se di- motivacional—. Si el método democrático se introduce en una sociedad sólo a
suelve una vez que se comprueba que la primera afirmación implica tiempo des- causa de los efectos colaterales de prosperidad económica, y nadie confía en di-
de la perspectiva de los actores, mientras que la segunda implica tiempo desde la cho régimen por otras razones, entonces no los producirá.
perspectiva del observador. Por una parte, «una democracia encuentra difícil
Tocqueville, sin embargo, no afirma que la actividad política sea un fin
coordinar los detalles de una gran empresa, fijar algún plan y llevarlo adelante
en sí mismo. La justificación de la democracia se encuentra en sus efectos,
con determinación a pesar de los obstáculos. Tiene menor capacidad para com-
aunque no en aquellos deliberados, como afirmaría la visión estrictamente
binar medidas en secreto y esperar pacientemente el resultado»''. Por otro lado,
instrumental. Más a propósito es el argumento de Tocqueville a favor del sis-
«a largo plazo el gobierno democrático debería incrementar las fuerzas reales de
tema de jurados: «Yo no sé si el jurado es útil para los procesados, pero estoy
una sociedad, pero no puede juntar inmediatamente, en un lugar y un tiempo
seguro de que lo es para quienes los juzgan. Lo considero como uno de los
determinados, tantas fuerzas como las que es capaz de juntar un gobierno aristo-
medios más eficaces de que puede servirse la sociedad para la educación del
crático»52. La última observación es desarrollada en un pasaje del capítulo sobre
pueblo»^''. Esto es una visión instrumental, pero la distancia entre medios y
«Las ventajas derivadas por la sociedad americana del gobierno democrático»:
fines es más pequeña. Tocqueville nunca afirmó que el efecto de la democra-
cia fuera hacer políticos prósperos, sino que era conducente a la prosperidad
Esa agitación siempre renaciente, que el gobierno de la democracia ha intro- general. Por el contrario, la justificación del jurado se encuentra en el efecto
ducido en el mundo político, pasa luego a la sociedad civil. Y no sé si a fin de
que produce en los jurados mismos. Y, como antes, ese efecto se evaporaría si
cuentas no será ésa la mayor ventaja del gobierno democrático, al que alabo aún
sus miembros creyeran que el impacto sobre su propio espíritu cívico es el
más por lo que hace hacer que por lo que hace. Es innegable que el pueblo suele
objetivo principal de los procedimientos.
dirigir bastante mal los asuntos públicos, pero es que el pueblo no puede ocupar-
John Stuart Mili no sólo aplaudió sino que defendió la democracia por sus
se de los asuntos públicos sin que el círculo de sus ideas se extienda y su espíritu
efectos educativos sobre'los participantes. En la discusión actual destaca como
salga de la rutina ordinaria [...]. La democracia no da al pueblo el gobierno más
oponente de la visión puramente instrumental de la política, que defendía su pa-

« Parfit (1981, p. 554).


50 Williams (1973, p. 131); también Elster (1983b, cap. 11.3). " Tocqueville (1969, p. 243-244).
51 TocqueviUe (1969, p. 229). •5-1 Tocqueville (1969, p. 275).
5-!Tocqueville(1969, p. 224).
120
119
dre James MilP?, y como pionero de la teoría de la democracia participativa'''^. be, incluso más explícitamente: «Entonces, como ahora, la política era instru-
En su teoría la distancia entre medios y fines en política es aún más estrecha, da- mental para la mayoría de la gente, no un interés o un fin en sí mismo»''^. En
do que vio la actividad política no sólo como un medio de mejoramiento perso- contra de lo que sugiere Arendt, la posesión o la posibilidad de ejercer un dere-
nal, sino también como una fuente de satisfacción y, por tanto, como un fin en cho político puede ser más importante que su ejercicio efectivo. Más aún, el va-
sí mismo. Como señaló Albert Hirschman, esto implica que «el beneficio de la lor de dicho ejercicio deriva de las decisiones que han de tomarse. En su discu-
acción colectiva para un individuo no es la diferencia entre el resulrado esperado sión sobre las asambleas de pueblo americanas, Arendt afirma que los
y el esfuerzo que él aporta, sino la suma de estas dos magnitudes»'^. Aun así, esta ciudadanos no participaban «exclusivamente por deber, ni, menos aiin, para ser-
forma de parafrasear la visión de Mili señala una dificultad. ¿Puede ser realmente vir a su propio interés, sino que la mayoría de ellos lo hacían porque disfi^utaban
el caso que la participación produzca un beneficio incluso cuando los resultados con las discusiones, las deliberaciones y la toma de decisiones»''^. Esto, aunque
esperados no se producen, como sugiere la fórmula de Hirschman? ¿No es más no pone el carro antes que el caballo, al menos coloca ambos paralelamente.
cierto que el esflierzo es una función del resultado esperado, de manera que al fi- Aunque en otros contextos la discusión y la deliberación pueden ser ftientes in-
nal este último es la única variable independiente? Cuando Mili se refiere, críti- dependientes de disfrute, la satisfacción que se deriva de la discusión política es
camente, a las limitaciones de Bentham, cuya filosofía «puede enseñar los me- parasitaria de la toma de decisiones. El debate político es acerca de qué hacer
dios para organizar y regular el aspecto de mero negocio de las instituciones —no acerca de cuál debería ser el caso—. Se define por su propósito práctico, no
sociales»'^, parece estar poniendo el carro delanre del caballo. El aspecto no rela- por su contenido.
tivo a negocio de la política puede ser el más valioso, pero el valor depende de la En este sentido, la política es similar a otras actividades como el arte, la cien-
importancia de la parte de negocio. cia, el atletismo o el ajedrez. Participar en ellas puede ser profundamente satis-
Para una versión completamente desarrollada de la teoría no instrumental factorio, si se tiene un fin independientemente definido tal como «acertar» o
de la política, podemos acudir a la obra de Hannah Arendt. En su discusión so- «derrotar al adversario». Un jugador de ajedrez que afirmara que no juega para
bre la diferencia entre los reinos de lo privado y lo público en la Grecia antigua, ganar, sino por la pura elegancia del juego, hablaría desde la mala fe narcisista
afirma: -dado que no hay una forma elegante de perder, sino solamente formas elegantes
o no elegantes de ganar—. De igual forma, cuando un artista llega a creer que su
Sin domesticar las necesidades vitales en la casa, no es posible la vida ni la
propósito real es el proceso y no el resultado final y que los defectos e irregulari-
«vida buena», aunque la política nunca se realiza por amor a la vida. En cuanto
dades tienen valor como recuerdos del intenso proceso creativo, pierde cualquier
miembros de la polis, la vida doméstica existe en beneficio de la «gran vida» de la
interés para nosotros. Lo mismo pensaba E. P. Thompson, quien, cuando le pre-
pólis^''.
guntaron si creía realmente en el impacto de un mitin en Trafalgar Square, res-
La esfera pública estaba reservada a la individualidad; se trataba del único lu-
pondió: «Ese no es el asunto. De lo que se trata es de que esto muestra que la de-
gar donde los hombres podían mostrar real e invariablemente quiénes eran. En
mocracia está viva [...]. Un mitin como éste nos da auto-respeto. Los estatutos
consideración a esta oportunidad, y al margen del afecto a un cuerpo político que
son realmente buenos para sus defensores, aunque nunca consigan sacar adelante
el estatuto»64. Pero si a los defensores del estatuto les hubiesen preguntado si
se la posibilitaba, cada individuo deseaba más o menos companir la carga de la
creían que podían lograr alguna vez su promulgación, seguramente su respuesta
jurisdicción, defensa y administración de los asuntos públicos^.
no habría sido: «Ese no es el asunto». Es porque creían que podían lograr su ob-
jetivo por lo que ellos participaban en la lucha, animados por un propósito que
Contra esta interpretación podemos invocar el trabajo de M. I. Finley sobre
también les aportaba auto-respeto como consecuencia indirecta^s.
la política griega. Sobre la cuestión de por qué el pueblo ateniense exige el dere-
cho de todo ciudadano a hablar y hacer propuestas en la asamblea, aunque de-
jando su ejercicio a unos pocos, él afirma que «una parre de la respuesta es que el
demos reconocía el papel instrumental de los derechos políticos y estaba más IV
preocupado por las decisiones sustantivas, siempre que permaneciese en su poder
la selección, el despido y el castigo de sus líderes políticos»''>. En otro lugar escri- He estado discutiendo tres visiones de la relación entre la economía y la po-
lítica, entre el mercado y el foro. En un extremo está «la teoría económica de la
democracia», representada principalmente por Schumpeter, pero que en esencia
'5 Cf. Ryan (1972). Su contraste entre «dos conceptos de democracia» se corresponde en parte con la dis- también subyace a la teoría de la elección social. Se trata de una teoría mercantil
tinción entre la primera y la segunda de las teoríaí discutidas aquí, en parte con la distinción entre la primera y
la tercera, dado que el autor no separa claramente las concepciones piíblica e instmmental de la política.
s í ' P a t e m a n í i g / O . p . 29).
5'Hirschman(1982, p. 82). «Finley(1981,p, 31).
^8 Mili (1859, p. 105). " Arendt (1973. p. 119).
5'>Arendt(l958, p. 37). <'* Sunday Times, 2 de noviembre de 1980.
':">Arendt(1958, p. 41). '•" Cf. también Barry (1978, p. 47).
'•I Finley(1976, p. 83).

121 122
de la política, en el sentido de que el acto de votar se concibe como un acto pri- BIBLIOGRAFÍA
vado similar al de comprar y vender. No puedo aceptar, por tanto, la tesis de
Alan Ryan de que «desde cualquier posible interpretación de la distinción entre Ainslie, G. (1982) «A behavioural economic approach to the defense mecha-
la vida privada y la vida pública, votar es un elemento de nuestra vida pública»''''. nisms», Social Science Information 21.
La distinción misma entre votaciones a mano alzada y mediante voto secreto Arendt, H. (1958) The Human Condition, Chicago, Universityof Chicago Press.
muestra que es posible trazar una división entre lo privado y lo público dentro — (1973) On Revolution, Harmondsworth, Pelican Books.
del dominio de la política. La teoría económica de la democracia, por tanto, des- Arrow, K. (1963) Social Choice and Individual Valúes, Nueva York, Wiley.
cansa en la idea de que el foro debería ser como el mercado, tanto en su propósi- — (1973) «Some ordinal-utilitarian notes on Rawls's theory of justice»,
to como en su modo de funcionar. El propósito se define en términos econó- Journal ofPhilosophy 70.
micos, y el modo de funcionar es el de la agregación de decisiones individuales. Asch, S. (1956) «Studies of independence and conformity: I. A minority of one
En el otro extremo está la visión de que el foro debería estar completamente against a unanimous majority», Psychobgy Monographs 70, 9.
divorciado del mercado, tanto en su propósito como en su estructura institucio- Barry, B. (1978) «Comment», en S. Benn et al. (eds.), Political Participation,
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en público, es decir, en una colectividad unida por un propósito común. Más D'Aspremont, C. y Gevers, L. (1977) «Equity and the informational basis of co-
aún, dicho propósito no es facilitar la vida en sentido material. El proceso políti- llective choice», Review of Economic Studies 44.
co es un fin en sí mismo, un bien o incluso el bien supremo para los que partici- Davidson, D. (1986) «Judging interpersonal interests», en J. Elster y A, Hylland
pan en él. Debe ser valorado por sus efectos educativos sobre los participantes, (eds.) Foundations of Social Choice Theory, Cambridge, Cambridge Univer-
aunque los beneficios no desaparecen cuando termina la educación. Al contra- sity Press.
rio, la educación del ciudadano conduce a una preferencia por la vida pública Downs, A. (1957) An Economic Theory ofDemocracy, New York, Harper.
como un fin en sí mismo. La política, desde este punto de vista, no es sobre nada Elster, J. (1978) Logic and Society, Chichester, Wiley.
en particular. Es la exhibición agonística de la excelencia'''', o la manifestación — (1979) Ulysses and the Sirens, Cambridge, Cambridge University Press.
colectiva de la solidaridad, divorciada de la toma de decisiones y del ejercicio de — (1983a) Explaining Technical Change, Cambridge, Cambridge University
influencia sobre los acontecimientos. Press; Oslo, Universitetsforlaget.
Entre estos extremos está la visión que encuentro más atractiva. Se puede ar- — (1983b) Sour Grapes, Cambridge, Cambridge University Press.
gumentar que el foro debería diferenciarse del mercado en su modo de funcio- Finley, M. I. (1973) Democracy: AncientandModem, Londres, Chatto & Windus.
nar, aunque su preocupación se centre en la toma de decisiones que tratan en de- — (1976) «The freedom of the citizen», reimpreso como cap. 5 en M. I.
finitiva de cuestiones económicas. Incluso las decisiones políticas de mayor Finley, Economy and Society in Ancient Greece, Londres, Chatto & Windus.
rango están vinculadas a reglas de más bajo nivel relacionadas directamente con — (1981) «Politics», en M. I. Finley (ed.), The Legacy of Greece, Oxford,
cuestiones económicas. De ahí que los argumentos constitucionales sobre cómo Oxford University Press.
pueden hacerse y reformarse las leyes, invoquen constantemente el impacto so- FoUesdal, D. y Hilpinen, R. (1971) «Deontic logic: an introduction», en R. Hil-
bre la estabilidad legal y el cambio en los asuntos económicos. La necesidad de pinen (ed.), Deontic logic: Introductory and Systematic Readings. Dordrecht,
tomar decisiones sustantivas es lo que introduce urgencia en los debates políti- Reidel.
cos. La persistente restricción temporal crea una exigencia de concentración que Gibbard, A. (1986) «Interpersonal comparisons: Preference, good, and the in-
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Con todo, la argumentación constituye el centro del proceso político. De mane- Goldman, A. (1972) «Toward a theory of social power», Philosophical Studies 23.
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125 126
UNIDAD 5
Cuadernos Políticos, número 23, México, D.F., editorial Era, enero-marzo de 1980, pp 16 - 44 medida en que el aparato del Estado tiene una composición de clase burguesa y el poder del Estado
opera para mantener y promover las relaciones de producción capitalistas y el carácter de clase del
aparato de Estado.2
Göran Therborn
Dominación del capital y aparición de la democracia Resulta notoriamente difícil delimitar con precisión la forma democrática de gobierno, pero la
definición anterior parece adecuada para determinar las variables cruciales: representación popular y
sufragio libre, igual y universal. Inc1uye además, como requisitos previos y necesarios, las importantes
Las relaciones entre el capitalismo avanzado y la democracia contienen dos paradojas: una desde una
libertades legales de palabra, reunión, organización y prensa.3 La definición es intencionadamente
perspectiva marxista y otra desde una perspectiva burguesa. Cualquier análisis marxista serio tiene que
formal, dado que el problema aquí no es exponer "el lado malo" de la democracia burguesa,4 sino
enfrentarse a las siguientes cuestiones: ¿cómo puede ocurrir que en los principales y más avanzados
dilucidar cómo ha surgido una forma democrática de gobierno en una sociedad en la que una pequeña
países capitalistas una c1ase fuertemente minoritaria −la burguesía− gobierne por medio de formas
minoría de termina dónde, cómo y por cuánto ha de trabajar la mayoría de la población, así como
democráticas? Las amargas experiencias del fascismo y el stalinismo, y el permanente legado de este
dónde y cómo ha de vivir.
último, han enseñado a los más firmes oponentes revolucionarios del capitalismo que la democracia
burguesa no puede ser pasada por alto como si fuera una mera farsa. ¿No estará entonces la realidad Las fuentes existentes
contemporánea en contradicción con los análisis marxistas? La actual democracia capitalista no resulta
Democracia es una de las palabras clave del discurso ideológico con temporáneo, a pesar −o tal vez
menos paradójica desde un punto de vista burgués. En el siglo xrx y comienzos del xx, como muestran
precisamente a causa− del hecho de que se le ha dedicado tan poco estudio serio. No es muy
tanto la práctica política cuanto los debates constitucionales, la opinión dominante en la burguesía era
sorprendente que los escritores marxistas clásicos no produjeran prácticamente nada sustancioso sobre
que la democracia y el capitalismo (o la propiedad privada) eran incompatibles. Incluso un liberal de
la cuestión, dado que ninguno de ellos conoció personalmente una democracia burguesa en plenitud.5
espíritu amplio como John Stuart Mill se oponía considerablemente a la democracia por esta misma
Subsiguientemente, el papel de la Unión Soviética y la aguda amenaza del fascismo no facilitaron un
razón. ÉI abogaba por la introducción del voto plural para los empresarios, comerciantes y banqueros,
estudio en profundidad del problema en el seno del movimiento obrero internacional. Lo que resulta
así como para sus capataces, lugartenientes y parásitos profesionales, para evitar así la "legislación de
más llamativo es la falta de análisis fundamentales tras la revalorización de la democracia burguesa por
clase"1 del proletariado. En los tiempos actuales, no obstante, al menos desde el comienzo de la guerra 2Acerca del problema del carácter de clase del aparato de poder del Estado, véase Göran Therborn, What Does the Ruling
fría, los ideólogos burgueses han mantenido que sólo el capitalismo es compatible con 1a democracia. Class do When it Rules?, Londres, NLB, 1978.

¿Qué ha ocurrido? ¿Es esto una racionalización post hoc de un accidente" histórico? 3 Estos importantes aspectos de la democracia no son explícitamente considerados aquí. Para una magnifica exposición de
la situación en los principales países de Occidente, véase F. Castberg, Fredom of Speech in the West, Oslo y Londres, 1960.
1. LO PROBLEMAS BÁSICOS 4 Este aspecto es estudiado en relación a Estados Unidos por A. Wolfe en The Seamy Side of Democracy, Nueva York.
1973.
Antes de seguir adelante, deberíamos dejar absolutamente en claro qué entendemos por
5 En su despectiva crítica acerca de la democracia burguesa en El Estado y la revolución, Lenin hace un famoso comentario
"democracia". El término se utiliza aquí para denotar una forma de Estado con las siguientes de pasada acerca de las relaciones entre el capitalismo y la democracia: “La republica democrática es la mejor envoltura
características. Tiene 1] un gobierno representativo elegido por, 2] un electorado consistente en la política de que puede revestirse el capitalismo". (Obras Escogidas, Moscú, 1970, vol. 2, p. 304.) Se refiere también
brevemente a la observación de Engels de que la riqueza podía ejercer el poder con un máximo de efectividad a través de la
totalidad de la población adulta, 3] cuyos votos valen lo mismo, y 4] que puede votar por cualquier "corrupción directa de los funcionarios" y “la alianza entre el gobierno y la Bolsa". Por qué estos medios deberían ser más
efectivos en relación a un gobierno democrático que en relación a un gobierno no democrático es algo que no aclaran
opción sin ser intimidado por el aparato de Estado. Un Estado tal es una democracia burguesa en la
Engels ni Lenin. Entre los marxistas estos comentarios han estimulado con frecuencia estériles especulaciones
1 J. S. Mill, "Considerations on Representative Government", en On Liberty and Considerations on Representative funcionalistas acerca del la democracia bajo el capitalismo, antes que investigaciones serias acerca del desarrollo histórico y
Governmen,. Oxford, 1964, pp. 21 ss. el funcionamiento de la democracia capitalista.
los partidos comunistas occidentales y la aparición de una nueva intelligentsia marxista en los países democracia tal y como la hemos definido apareció, virtualmente en todos los casos, después de las
capitalistas a partir de mediados de los años sesenta. Por el contrario, las discusiones se han centrado grandes revoluciones burguesas. El libro de Moore, por tanto, servirá como un trasfondo
bien en el Estado capitalista en general, tratado habitualmente a muy elevados niveles de abstracción extremadamente estimulante para este artículo antes que como una fuente directamente relevante.
(por ejemplo, en los trabajos de Poulantzas o de autores alemanes occidentales como Platow-Huisken, Mientras que Moore intenta localizar los puntos de partida de los caminos hacia la democracia
Hirsch o el Project-Klasscnanalyse), o en las formas no democráticas de Estado (el fascismo y otras capitalista, el fascismo y el comunismo, otro importante investigador del tema, Stein Rokkan, se con
dictaduras, Poulantzas; el absolutismo, Anderson). Si las teorías generales sobre el Estado capitalista centra en las etapas institucionales del desarrollo de la democracia en Europa occidental, y ocupa
pasan por alto los problemas específicos de 1a democracia burguesa, la tradición de análisis de las también un lugar de privilegio en la investigación comparativa sobre los comportamientos electorales,
élites del poder (Mills, Domhoff, Miliband), que pretenden desmitificar la práctica de hecho de la con un penetrante examen de las dimensiones históricas de las instituciones y los conflictos políticos.7
democracia burguesa, por su parte dejan estos problemas, por así decir, a su espalda. Ambas evitan
Ninguno de estos estudios previos, no obstante, se ha centrado en el contexto histórico y social de los
preguntarse por qué se estableció y cómo se mantiene. No obstante, estas cuestiones no pueden ser
procesos de establecimiento de la democracia. La resultante incapacidad para captar analíticamente la
ignoradas por el movimiento obrero en su actual discusión estratégica sobre las relaciones entre
dinámica concreta e inmediata del proceso en sí queda tal vez más en claro si observamos otro de los
democracia y revolución socialista. En los países capitalistas avanzados, todos los sectores importantes
más importantes trabajos de ciencia política burguesa contemporánea, el Polyarchy de Robert Dahl.
del movimiento obrero revolucionario han reconocido ya abiertamente que la democracia burguesa no
Junto con la historia comparativa de Moore, el conjunto de proposiciones de Dahl sobre las condiciones
puede ser pasada por alto como una farsa. Ahora se la considera como una importante conquista
favorables para la implantación de la democracia (o de la poliarquía, como él la llama, reservando el
popular, que sienta las bases para ulteriores avances. Esto a su vez plantea un reto al estudio histórico y
término democracia para un ideal no alcanzado) probablemente constituyan el mejor intento realizado
a la investigación analítica.
hasta el momento de crear una teoría de la democracia burguesa. Pero Dahl concentra su análisis en las
Resulta aun más sorprendente que la problemática relación entre democracia y dominación del capital condiciones previas de la "poliarquía", y tiene poco que decir acerca de las constelaciones
haya atraído tan poca atención de los científicos sociales burgueses, de los historiadores y de los sociopolíticas concretas que asisten al establecimiento de la democracia burguesa.8
teóricos constitucionales. Aquí se puede hablar de una verdadera regresión en audacia y percepción
El estudio del desarrollo de la democracia pertenece por supuesto al terreno de la historia
analítica. Como muestran las luchas en favor de una reforma constitucional que surgieron en todos los
países, la cuestión era seria y acaloradamente debatida por los políticos y pensadores burgueses en el 7 Véase S. Rokkan, Citizens, Elections, Parties, Oslo, 1970, que es una importante contribución al tema. En el seno de esta
siglo XIX y a comienzos del xx. Resulta tentador considerar la actual falta de interés sobre la forma en tradición están las utilísimas partes históricas de S. Rokkan y J. Meyrat, comp., International Guide to Electoral Statistics,
La Haya y Paris, 1969, y M. Rose, comp., Electoral Behaviour, Nueva York, 1974. También es pertinente para las
que se ha resuelto eventualmente la contradicción entre democracia y privilegios de las minorías como, cuestiones aquí planteadas la panorámica trazada por Peter Gehrlich sobre "The Institutionalization of European
Parliaments", en A. Kornberg, comp., Legislatures in Comparative Perspective. Nueva York. 1973.
al menos en parte, consecuencia de recuerdos reprimidos e inconsolables, recuerdos de una escapatoria
inesperada, que es preferible permanezcan en el olvido para que no vuelvan a despertar al viejo 8 Véase R. Dahl, Polyarchy, New Haven y Londres, 1971. El libro de Dahl contiene algunas llamativas inexactitudes de
hecho sobre cuestiones como la extensión de la exclusión sexista después de la primera guerra mundial (p. 29) y las
espectro: las masas trabajadoras. diferencias entre la restauración Meiji en Japón y el Reich alemán (p. 42). Más grave es su indulgencia hacia los actuales
índices norteamericanos y las comparaciones internacionales en el terreno de la libertad política, y la casi increíble falta de
A pesar de la falta de análisis del funcionamiento sociopolítico y del establecimiento de la discernimiento que muestra en ocasiones al aplicar estas dudosas y torpes construcciones. Por ejemplo, no formula objeción
alguna a la siguiente definición de un máximo nivel de democracia: "ausencia de prohibiciones de partidos, o prohibición
democracia burguesa, las investigaciones no tienen que comenzar totalmente de cero. Muchos pensaran tan sólo de los partidos extremistas o extraconstitucionales" (p. 218) ; y aunque denuncia la asignación del mismo nivel total
aquí en el audaz trabajo de Barrington Moore.6 Pero éste se ocupa de la revolución burguesa, y la a la Francia gaullista y a la Nicaragua de Somoza, este eminente científico político clasifica así el sistema de partidos
francés: "la oposición es significativa pero incapaz de obtener una mayoría" (p. 244). En verdad, el interés del mejor análisis
6 Social Origins of Democracy and Dictatorship, Boston, 1967 [Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia, político burgués parece proceder de fuentes ajenas a la investigación empírica. A pesar de estas graves debilidades,
Ed. Península, Barcelona, 1973]. Polyarchy sigue siendo incuestionablemente un trabajo valioso.
constitucional. No obstante, esta rama parece haber dedicado relativamente pocos esfuerzos de una pobre tradición analítica, puede construirse sobre la base de un gran número de investigaciones
sistemáticos a la problemática democrática en su conjunto, concentrándose en su lugar en la relación a las que debe mucho.
parlamento/ejecutivo o en las regulaciones del sufragio. El primer aspecto ha dominado la antigua y
Ahora que han sido identificadas las variables cruciales, debemos interesarnos por los problemas de
vital tradición británica de historiografía constitucional, el segundo la tradición germana de derecho
selección y método. Aunque este artículo presenta tan sólo unas cuantas reflexiones preliminares, y en
constitucional comparado.9 Las contribuciones de la sociología política en boga han resultado, nada
absoluto un resultado definitivo, claramente tendrá necesidad de una selección representativa de casos.
sorprendentemente, estériles. El método desarrollado en primer lugar por S. M. Lipset se las arregla
Futuros estudios tendrán que abordar la experiencia de todos los países capitalistas que existen, pero en
para combinar correlaciones intemporales entre democracia y riqueza (medida en índices que van de
esta etapa los más importantes son los países capitalistas avanzados. Una de las formas menos
los ingresos a la posesión de teléfono), alfabetización, urbanización, etcétera, con una falta casi total de
arbitrarias de seleccionar una muestra es la de considerar simplemente los miembros de la OECD, que
interés por la dinámica social y, en el caso del propio Lipset, con descaradas distorsiones de los
parece ser la más amplia y más significativa organización de países capitalistas avanzados.
hechos.10
Actualmente sus miembros son: Alemania Federal, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca,
Entre los estudios históricos dedicados a países concretos, tan sólo unos pocos se concentran en el España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Islandia, Italia, Japón, Luxemburgo,
proceso de democratización o en los aspectos críticos del mismo. Pero tales trabajos existen.11 La Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Portugal, Reino Unido, Suecia, Suiza y Turquía. Existen otros
mayor parte de las investigaciones sobre la historia de la democratización se incluyen en historias importantes Estados capitalistas, como Brasil, India e Irán, pero los países de la OECD parecen
políticas y sociales generales, y en monografías, incluyendo biografías políticas, dedicadas constituir el núcleo central del capitalismo. En el momento de escribir este artículo (marzo de 1977),
principalmente a otra cuestión. Así, aunque la investigación científica de la democracia burguesa parte ninguno de estos países es una dictadura abierta, aunque ni España ni Turquía hayan establecido
democracias estables. El verdadero corazón de la OECD parecen ser los diecisiete principales
9Deberíamos mencionar aquí tres valiosos libros de texto sobre la cuestión del sufragio, todos los cuales son históricos: exportadores de capital −excluyendo, por tanto, a España, Grecia, Irlanda, Islandia, Luxemburgo,
Georg Meyer, Das Parlamentarische Wahlrecht, Berlín, 1901: Karl Braunias, Das Parlamentarische Wahlrecht, 2 vol..
Berlín y Leipzig, 1932; Doll Sternberger y Bernhard Vogel, comp, Die Wahl der Parlamente, del cual sólo he consultado el Portugal y Turquía− que constituyen su Comité de Comercio y Desarrollo. Serán estos diecisiete
primer volumen doble que se ocupa de Europa (Berlín, 1969). Una de las escasísimas historias constitucionales que tratan Estados, por tanto, los que tomaré como muestra representativa.
específicamente el desarrollo de la democracia burguesa es la Herbert Tingsten, Demokratins Seger och Kris, Estocolmo,
1930; un trabajo que aunque aún resulta valioso, es un tanto idealista y más en la línea de una breve monografía que en la de
un análisis sistemático. Aún mas idealista resulta el trabajo de H. Zwager, De Motivering van Het Algemeen Kiesrecht in Lo que nos interesa es conocer el proceso por el que la democracia se convirtió en la forma
Europa, Groninga. 1958. establecida de la dominación burguesa bajo el capitalismo avanzado. Nuestra labor, por tanto, será
10 El ensayo de Lipset, publicado por primera vez en la American Political Science Review, mano de 1959, puede ser leído, localizar en primer lugar su aparición en el tiempo, y en segundo lugar situarla en el espacio social y
junto con otros avances en el campo sociológico, en C. Cnudde y D. Neubauer, comp., Empirical Democratic Theory,
Chicago, 1969. El trabajo de Lipset se llama "Some Social Requisites of Democracy: economic development and political
político. Para estos fines ni las técnicas de correlación de los sociólogos ni las secuencias
legitimacy". Un ejemplo de su distorsión de los hechos es la afirmación de que "Estados Unidos y Gran Bretaña otorgaron institucionales de Rokkan resultan adecuadas. Lo que hace falta es más bien una visión histórica
la ciudadanía (es decir, el voto) a los trabajadores a principios y mediados del siglo XIX" (p. 173). Esto es ampliamente
reconocido como falso: más adelante mencionaré los hechos históricos reales. comparativa que busque esquemas generales sin dejar de ser sensible a las peculiaridades de cada caso
particular.
11 Algunos de ellos son dignos de mención: P. Campbell, French Electoral Systems and Elections since 1789. Londres,
1965; J. P. Charnay, Le suffrage politique en France, Paris, 1965; H. Boberbach, Die Wahlrechtsfrage im Vormärz,
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Habsburgmonarchie, Heidelberg, 1965; W. Guillette, The Right to Vote, Baltimore, 1965; M. Kousser, The Shaping of Dado que ni siquiera puede decirse que exista una democracia formal completa o absoluta, en
Southern Politics, New Haven y Londres, 1974; J. Sigler, American Rights Policies, Homewood, Illinois, 1975; D. Verney,
Parlamentary Reform in Sweden 1866-1921, Oxford, 1957; C. O'Leary, The Elimination of Corrupt Practices in British ocasiones resulta muy difícil establecer una fecha exacta para el logro de la democracia. Pero si
Elections, 1868-1911, Londres, 1962.
conseguimos aislar los valores democráticos de nuestras cuatro variables definitorias, debe ser posible votantes rurales (presumiblemente más conservadores). No obstante, éste no parece haber sido un
descubrir cuándo fueron alcanzados en los diversos países que estamos considerando. factor electoral demasiado significativo desde el momento en que las demás variables han comenzado a
corresponder con las condiciones de la democracia, y lo hemos pasado por alto en el presente análisis.12
El principio democrático de representación popular implica la existencia de una republica o de una
monarquía parlamentaria. El régimen predominante en la Europa del siglo XIX −una monarquía Cuando hablamos de voto libre, por supuesto nos referimos tan sólo a las normas apoyadas por la
constitucional en la que el gabinete carecía de responsabilidades bien definidas ante el parlamento− no fuerza de la ley: a la no injerencia del aparato de Estado en el proceso electoral, y al derecho a
puede ser considerado, por tanto, como democrático. Tampoco podría hacerse lo propio con Estados no presentar candidatos de cualquier ideología y a votar por el que se prefiera. En el pasado, Napoleon III
soberanos, tales como la Finlandia anterior a 1918 o las colonias británicas antes de llegar a un estatuto y Giovanni Giolitti en la Italia anterior a 1914 se convirtieron en maestros en el arte de controlar las
de independencia o de dominio. Porque un gobierno representativo implica claramente soberanía elecciones mediante secciones del aparato de Estado, desde el Ministerio del Interior hasta los prefectos
popular. En nuestra muestra de diecisiete países, el proceso de obtención de un gobierno representativo locales e incluso los carteros.13 En tiempos más modernos, la intimidación de los negros por el aparato
se extendió a lo largo de un periodo de dos siglos: desde mediados del siglo XVIII, cuando se de Estado regional y local en Estados Unidos suministra un importante ejemplo de estos métodos, pero
consolidó en Gran Bretaña un gabinete parlamentario, hasta 1952, cuando finalizó la ocupación del el esquema típico de restricción de la democracia ha sido más bien la prohibición de los partidos de
Japón por Estados Unidos y la constitución democrática de 1947 tomó efecto como base de un Estado oposición.
soberano.
La línea de demarcación más importante que debemos trazar ahora es la que separa a los regímenes
La introducción del sufragio igualitario requirió el desmantelamiento de una serie de restricciones, democráticos de diversas estructuras no democráticas. No obstante, el trazar a grandes rasgos el
típicamente basadas en criterios de pago de impuestos y de ingresos. Allí donde han existido codo a universo de la dominación burguesa, del cual forman parte los Estados democráticos, nos ayudará a
codo dos cuerpos legislativos, cosa frecuente, estas cualificaciones normalmente han sido consideradas dilucidar los procesos implicados. En mi libro What Does the Ruling Class do When it Rules? [¿Qué
necesariamente mayores para una de las cámaras. De cierta importancia fueron también las limitaciones hace la clase gobernante cuando gobierna?] sostengo que un gobierno burgués es siempre, en un
basadas en los niveles de alfabetismo (como en Italia durante la nueva ley electoral de 1911 y en los sentido mínimo y no evaluativo, un régimen de representación nacional. Esto nos suministra dos
estados del sur de Estados Unidos hasta bien entrado el siglo xx) o en la pertenencia a un sexo dimensiones en el seno de las cuales delimitar el espacio ocupado por un régimen particular. ¿Qué
(invariablemente el femenino), raza (los negros en Estados Unidos, los chinos en Estados Unidos y nación se ve representada? ¿Cómo es representada? La nación tal y como se expresa en los acuerdos
Canadá) o a (partes de) una determinada c1ase (trabajadores asalariados con hogar propio en políticos institucionales −el pays légal− puede abarcar simplemente a la totalidad de la población
Dinamarca y Gran Bretaña). Otras restricciones de menor cuantía, como la exclusión de las personas adulta. Pero también puede incluir a unos más que a otros −por medio de votos plurales, de la
acogidas a la beneficencia, no fueron insignificantes en las primeras etapas de la democratización, pero demarcación de los distritos electorales, etcétera−, e incluso puede excluir de la participación política a
no nos ocuparemos de ellas aquí. los sectores de la población que poseen poca o ninguna propiedad, o que pertenecen a determinada
raza, sexo o corriente de opinión.
El logro del sufragio igualitario supuso también la abolición del voto plural −que sobrevivió en Gran
Bretaña hasta 1948, aunque a partir de 1918 careciera prácticamente de importancia− y la eliminación o
12 El Japón de la posguerra ofrece un ejemplo de sobrevaloración del electorado rural, cuyo propósito era llevar al poder a
emasculación de una cámara alta privilegiada. Más difícil de resolver es la práctica de la manipulación los liberales de derecha en 1949 (con 264 de 466 escaños, obtenidos con un 43.8% de los votos) y mantenerlos allí durante
electoral y de la asignación desproporcionada de escaños. Con excepción de Noruega, donde bajo la los años sesenta y setenta. J.A.A. Stockwin, Japan: Divided Politics in a Growth Economy, Londres, 1975, p. 55, 91 ss.

Constitución de 1814 operaba la tendencia inversa, prácticamente todos los países que estamos 13 El sistema político que siguió al 18 Brumario de Luis Napoleón es el tema de un exquisito trabajo de erudición histórica;
T. Zeldin, The Political System of Napoleon III, Londres, 1958. En lo referente al régimen de Giolitti me he apoyado
considerando han tenido, y en medida variable conservan, una clara sobrerrepreesentacion de los
abundantemente en G. Carocci, Giolitti e l'età giolittiana, Turin, 1961.
El modo de representación puede ser exclusivamente electivo, paro puede ser también II Imperio francés en su fase final, cuando el gobierno imperial anteriormente dictatorial empezó a
autoproclamado. Un régimen puede basarse, por ejemplo, en la pretensión de un dirigente o de un perder su control sobre el proceso electoral) son ejemplos de exclusivismo autoritario; mientras que el
aparato de Estado (por lo general el ejército) de representar y encarnar la voluntad o los intereses de la exclusivismo democrático se ve ilustrado por la Gran Bretaña parlamentaria anterior a la introducción
nación. Entre estos dos extremos polares existe otro modo de representación, históricamente del sufragio universal, por Estados Unidos desde la Declaración de Independencia hasta el derecho
importante, que combina a ambos. Las monarquías no parlamentarias de la Europa del siglo XIX nos efectivo al voto de los negros, la Suiza de finales del siglo XIX y comienzos del XX, antes de la
ofrecen el mejor ejemplo de tal régimen. Combinaban una representación no electiva y proclamada de extensión del voto a la población femenina, y Finlandia de 1930 a 1944, cuando la oposición comunista
la nación por el rey −el rey de los franceses, etcétera− con legislaturas elegidas. Este dualismo fue suprimida. Estos últimos cuatro casos expresan también el criterio más importante de exclusión:
integrado de representación electiva y no electiva debe distinguirse tanto de los casos en los que las clase, raza, sexo y opinión, respectivamente.
elecciones son sólo un aspecto subordinado de un régimen no electivo (como la España de Franco)
como de aquellos en que las elecciones abren el camino al poder a un régimen posteriormente
organizado y mantenido sobre la base de un modo encarnado de representación (como la Alemania de
Hitler). Hablando con propiedad, el modo dualista de representación difiere también de las situaciones
en las que un modo no electivo, aunque no insignificante, resulta claramente secundario al electivo; tal
es el caso de la Cámara de los Lores británicos y del Senado italiano prefascista, que era nombrado por
el rey.

La dimensión del modo de representación corresponde directamente a la variable del gobierno


representativo que se discutió en relación con la definición de democracia. La ampliación de la nación
o −por utilizar la significativa expresión de la teoría política burguesa del siglo XIX− del pays légal
comprende las otras tres variables presentes en la definición: la extensión y grado de igualdad y el libre
ejercicio del sufragio. También comprende las dos dimensiones de la "poliarquía" de Dahl: los
derechos de participación e impugnación (esquema que resulta inadecuado para distinguir entre los
sistemas que precedieron a la introducción del voto de los varones en la Austria de los Habsburgo o el
Japón de los Meiji y el régimen parlamentario de la Gran Bretaña victoriana). EL UNIVERSO DE LOS REGÍMENES BURGUESES

Las posibilidades lógicas 1 y 2 del Cuadro I jamás se han dado en la realidad. (La dictadura Este esquema extremadamente amplio y general puede ser refinado y elaborado de una serie de formas,
inclusivista se refiere al gobierno por parte del ejército u otro cuerpo no elegido bajo el cual todo el de acuerdo con el tipo de encarnación (descendencia legítima, carisma político, diversas formas
mundo, cualesquiera que sean sus opiniones, tiene derecho a expresarlas y a verlas representadas por el institucionales, etcétera), o los criterios, extensión y eficacia represiva de la exclusión, y así
grupo dominante.) Por tanto, nos encontramos con cuatro tipos fundamentales de régimen: Estados sucesivamente. Por ejemplo, resulta significativo que sea la mayoría de la población o una minoría,
democráticos, dictatoriales, autoritarios exclusivistas y democráticos exclusivistas. Entre las diecisiete grande o pequeña, la que resulte excluida de la nación legal. En este aspecto Estados Unidos y
naciones que hemos seleccionado, la Italia fascista y Alemania, la Austria de Dollfuss y el Japón de la Sudáfrica no han participado obviamente de la misma experiencia.
guerra ejemplifican a las dictaduras; las monarquías constitucionales no parlamentarias (incluyendo el
II. EL ESTABLECIMIENTO DE LA DEMOCRACIA
Ahora que hemos establecido los rasgos de la democracia burguesa, deberíamos intentar localizar el NOTA: Los paréntesis denotan salvedades; los corchetes, un proceso de regresión o reestablecimiento
periodo de su establecimiento en los diecisiete países seleccionados. de una democracia de varones.

FUENTES: En la recopilación del cuadro anterior he utilizado un gran número de fuentes disponibles
en las bibliotecas universitarias suecas, desde documentos constitucionales y manuales hasta biografías
políticas. Ya que no puedo atribuirme una particular competencia para ofrecer una guía bibliográfica
para la localización, de las mejores y más accesibles historias de los diecisiete países, tan sólo ofreceré
referencias de afirmaciones altamente específicas o controvertidas. Algunas de las fuentes secundarias
de mayor importancia han sido citadas ya anteriormente.

Para obtener cierta orientación en el análisis de casos que sigue ahora, y para justificar las fechas
ofrecidas en el cuadro II (algunas de las cuales parecerán poco obvias), deberemos echar un vistazo a
los acontecimientos más decisivos en los diferentes países.

Alemania. La conquista popular en 1848-49 de un sufragio efectivamente universal para los varones
fue rápidamente suprimida por la reacción monárquica precapitalista. Más adelante, Bismarck introdujo
el sufragio para varones en las elecciones del Reich como medio de unificación nacional y como arma
contra los liberales burgueses. El establecimiento de un régimen de democracia parlamentaria, en el
cual los socialdemócratas reformistas interpretaban el papel principal, se dio tan sólo tras la derrota
militar de la Alemania guillermina. La actual democracia de Alemania Occidental puede ser fechada en
el final de la ocupación aliada que siguió a la derrota del III Reich. No obstante, el relativamente
pequeño PC fue prohibido en 1956 y sólo se le permitió reaparecer bajo un nuevo nombre en 1968.

Australia. Las colonias australianas se convirtieron en 1901 en un Estado federal con el ambiguo
estatuto de soberanía de dominio. Ya en la década de 1890 las coaliciones liberal-laboristas habían
empezado a introducir en diferentes colonias el sufragio universal e igual para los blancos que habría
de ser la base del sufragio federal de 1903. Las salvedades eran escandalosamente racistas, y, de hecho,
el apartado 25 de la constitución permite aún explícitamente la discriminación en las leyes electorales
de los estados. No obstante, incluso en la década anterior a la obtención del estatuto de dominio, el
principal ataque racista había estado dirigido a la exclusión de los posibles inmigrantes no blancos (por
medio de exámenes de lenguas europeas hábilmente pergeñados que, tras protestas británicas, fueron
importados del Natal)14 y a la expulsión de los inmigrantes chinos y del Pacifico ya establecidos.

AÑO DE ESTABLECIMIENTO DE LA DEMOCRACIA


14 B. K. Garis, "1890-1900", en F. Crowley, comp., A New History of Australia, Melbourne, 1974, pp. 242-43.
Dentro de los muros de este continente exclusivo, el racismo tenia un significado limitado, aunque tan entre las veintiuna categorías elegibles como candidatos.19
sólo en 1962 se concedió finalmente a la escasa población aborigen el voto federal.15
Canadá. Las limitaciones por criterios de propiedad continuaron restringiendo durante largo tiempo el
Austria. En 1907, tras los acontecimientos revolucionarios en Rusia, y tras las masivas derecho al voto persistiendo en las provincias de Quebec y de la isla del Príncipe Eduardo hasta
manifestaciones de trabajadores en el propio país, se introdujo el sufragio virtualmente universal e después de la segunda guerra mundial. Pero en la lucha en torno al reclutamiento militar
igual para los varones en las elecciones a la segunda cámara en la parte austriaca de la monarquía dual −especialmente detestado en Quebec− un gobierno conservador extendió considerablemente el sufragio
de los Habsburgo. El sufragio universal completo y el gobierno parlamentario tan sólo se introducirían en 1917, y en 1920 se introdujo el sufragio universal para los blancos en las elecciones federales. No
tras la caída de los Habsburgo en 1918. La nueva republica democrática fue el resultado del trabajo de obstante, en las provinciales se permitió el mantenimiento de una legislación electoral racialmente
una coalición tripartita en la que los socialdemócratas fueron inicialmente la fuerza principal. Pero la discriminatoria, nuevamente autorizada por las leyes de sufragio de los años treinta. La Columbia
política austriaca pronto fue dominada por los socialcristianos, con base arrolladoramente agrícola, que Britanica y Saskatchewan siguieron haciendo uso de esta posibilidad hasta el final de la segunda guerra
en 1934 instalaron una dictadura reaccionaria que seria por su parte absorbida cuatro años más tarde mundial. En cuanto a la exclusión política, el pequeño partido comunista fue atacado por la policía en
por el fascismo alemán. Tras la derrota de los nazis y el fin de la ocupación aliada, Austria emprendió 1931, siendo encarcelados sus líderes. Prohibido oficialmente en 1940, el partido consiguió reaparecer
el camino de su actual vía democrática. tras Estalingrado bajo el nombre de partido laborista progresista, pero su único parlamentario electo fue
rápidamente privado de su escaño mediante una misteriosa acusación de espionaje.20
Bélgica. La lucha por el sufragio universal e igualitario fue el punto focal de masivas huelgas obreras
en 1886, 1891, 1893, 1902 y 1913, todas las cuales fueron derrotadas, en ocasiones por medio de una Dinamarca. En 1849, bajo el triple impacto de una sucesión en el trono, una agitación nacionalista
severa represión.16 Finalmente, al concluir la primera guerra mundial, el partido católico en el poder que se centraba en los poco claros estatutos de los ducados germano-daneses del rey, y los Días de
aceptó el sufragio universal, tras veinticinco años de un sistema de sufragio masculino severamente Marzo (el equivalente más pacifico a la revolución de Febrero en Francia), Dinamarca paso de un
lastrado, en el que los cabezas de familia propietarios de edad madura disponían de tres votos. El régimen absolutista a una monarquía constitucional bicamaral, en la que la cámara baja era elegida por
gobierno de coalición nacional de la posguerra convocó elecciones sobre la base del sufragio masculino sufragio igual y virtualmente universal de los varones. La responsabilidad del gabinete ante la segunda
igualitario, y el parlamento resultante corrigió la constitución en este sentido. 17 La responsabilidad por cámara, controlada por los agricultores, fue obtenida en 1901 tras una prolongada lucha contra la
el restringidísimo sufragio femenino recae fundamentalmente sobre los liberales y los cámara alta, dominada por la aristocracia terrateniente en alianza con la gran burguesía urbana. Un
18
socialdemócratas, que temían que los votos de las mujeres tendieran a apoyar a los católicos. El gobierno liberal de izquierdas, basado en los pequeños granjeros y la pequeña burguesía urbana y
sufragio universal total no fue adoptado hasta 1948. También se introdujo en 1919 el sufragio apoyado activamente por los socialdemócratas, propuso una constitución democrática bicamaral, que
masculino para las elecciones al Senado, pero los trabajadores y los pequeños empresarios no están aún incluía el derecho al voto de las mujeres. Los últimos intentos de los terratenientes derechistas por
mantener garantías conservadoras significativas −intentos que disfrutaron de la simpatía del Partido de
Izquierda de los grandes agricultores− se desvanecieron con la unión nacional establecida al iniciarse la
15 En 1901 habia 40 000 asiáticos en Australia de una población de 3 750 000 habitantes. Véase A. T. Yarwood. Asian
Migration to Australia, Melbourne, 1964, p. 163. primera guerra mundial. No obstante, la constitución democrática adoptada en 1915, incluía un límite

16 G. D. H. Cole. A History of Socialist Thought, vol. 3, parte 2, Londres, 1956, pp. 621 ss. [Historia del pensamiento
de edad muy alto para el voto: veintinueve años de edad.
socialista, México, Ed. Fondo de Cultura Económica, 7 vol.]

17 V. Lorwin, "Belgium", en R. Dahl, comp., Political Oppositions in Western Democracies, New Haven y Londres, 1966, 19 Ibid., pp. 119-20.
p. 158.
20 Una estremecedora visión desde dentro del anticomunismo canadiense oficial puede obtenerse de un folleto publica do
18 Sternberger y Vogel, Die Wahl der Parlament, vol. I, 1, p. 93. por la Real Policía Montada del Canadá, Law and Order in Canadian Democracy, Ottawa, 1952, cap. XII y XIII.
Estados Unidos. El camino norteamericano hacia la democracia ha sido harto tortuoso. Comenzó en
Connecticut en 1855 y en Massachusetts en 1857, y la tendencia aparecida en la primera mitad del siglo
hacia la supresión de las restricciones originales de propiedad se vio durante un tiempo invertida por la
introducción de pruebas de alfabetismo para excluir así a los nuevos inmigrantes pobres de Irlanda.21
La decimoquinta enmienda daba derecho al voto a los negros en los estados del norte, pero pasarían
otros cien años antes de que esta medida tuviera efecto en el sur. Allí, tanto a los negros como a los
blancos pobres se les impedía votar intencionalmente mediante impuestos de voto y requerimientos de
alfabetismo, así como por medio de una intimidación semioficial. Lo que subyacía a estas prácticas no
era simplemente un problema de ideología racista; el objetivo, que tuvo éxito durante más de medio
siglo, era establecer un régimen unipartidista de la alta burguesía.22 En el norte, la importancia de las
pruebas de alfabetismo disminuyó pronto, pero la nueva exigencia de registrarse personalmente y por
La gran ventaja de los representantes
adelantado en lasa listas electorales mostró ser aún más efectiva para apartar a los estratos inferiores de
es su capacidad para discutir los
la participación política. Así en Massachusetts un 4 por ciento de la población masculina adulta se vio
asuntos políticos. El pueblo no es
apto para ello en absoluto, lo cual excluida de la participación en las elecciones presidenciales de 1908 por la exigencia de saber leer y
constituye uno de los grandes escribir, mientras que un 13 por ciento más no llegó a registrarse.23 El efecto combinado de los
inconvenientes de la democracia. La obstáculos legislativos en el norte y del régimen unipartidista en el sur significó una reducción de la
mayoría de las republicas antiguas participación en las e1ecciones presidenciales de un 75-80 por ciento en el periodo 1876-1900 a una
adolecían de un gran defecto: en media de un 60 por ciento en este siglo.24
ellas el pueblo tenía derecho a
adoptar resoluciones activas, que En los estados del norte, las mujeres blancas y las negras obtuvieron el derecho al voto
exigen algún tipo de reejecución, simultáneamente, al terminar la primera guerra mundial. Pero sólo a finales de los años sesenta, tras
cosa de la que aquél es totalmente luchas violentamente reprimidas a favor de los derechos civiles en el sur y rebeliones en los guetos del
incapaz. El pueblo debe entrar en el norte, comenzó e1 gobierno federal a imponer la decimoquinta enmienda en el sur. La enmienda había
gobierno exclusivamente para sido aprobada poco antes del primer centenario de la república, pero Estados Unidos sólo cubrió los
escoger sus representantes.
necesarios atributos de una democracia burguesa justo a tiempo para celebrar el segundo centenario.
-Montesquieu, El espíritu de las leyes
Finlandia. La huelga general y las manifestaciones masivas de los trabajadores en 1905 llevaron a los
estados finlandeses, que se reunían no lejos del soviet de San Petersburgo, a transformarse en una

21 Sigler. op. cit., pp, 113-14.

22 Esto ha sido convincentemente argumentado, sobre la base de una sólida investigación, por Morgan Kousser, op. cit.

23 A. Holcombe, State Government in the United States, Nueva York, 1916. p. 149.

24 W. D. Burnham, "The United States", en Rose, comp., Electoral Behaviour. p. 677.


legislatura unicamaral elegida por sufragio universal, solución subsiguientemente aceptada por los mientras un Senado conservador bloqueaba toda propuesta positiva a favor del sufragio femenino.
zares. Las mujeres recibieron el derecho al voto tanto porque el movimiento obrero lo exigió como Aunque la base parlamentaria del gobierno estaba en la Cámara de Diputados, el Senado siguió
porque los conservadores pensaron que podían contar con su apoyo electoral.25 Pero Finlandia siguió representando así un papel significativo; sus miembros eran nombrados por el rey de acuerdo con una
siendo parte del imperio ruso, y el consejo ejecutivo −el Senado− no aceptó la responsabilidad ante un serie de criterios, que incluían la posesión de una riqueza considerable o un rango distinguido en la
parlamento.26 Tras la guerra civil de 1918, los victoriosos blancos se dispusieron a instaurar una propia carrera. Incluso los elementos existentes de democracia masculina fueron, por supuesto,
monarquía constitucional no parlamentaria bajo un príncipe alemán. No obstante, la caída de la rápidamente erradicados por el fascismo, y sólo en 1946 fue adoptada una constitución totalmente
aristocracia alemana en aquel mismo año frustró estos planes, y en 1919 se proclamó una república democrática.
burguesa. Aunque el partido comunista seguía siendo ilegal, podía operar a través de un partido de
Japón. El Japón de la restauración Meiji adoptó al Reich alemán como modelo, y la constitución de
fachada hasta que un fuerte movimiento de tipo fascista basado en los agricultores puso fin a esto en
1890 fue redactada con la ayuda de juristas alemanes. El sufragio universal para los varones fue
1930. Sólo en 1944, tras las derrotas de su aliado alemán, se unió el gobierno finlandés a las
introducido en 1925 tras los años de luchas populares de la posguerra. Aunque sin un sistema genuino
democracias burguesas, levantando la prohibición que pesaba sobre los comunistas.
de gobierno representativo y sin libertad real, se permitieron partidos y elecciones hasta el
Francia. La constitución democrática de 1793 fue la primera en e1 mundo que incluyo el sufragio establecimiento de una dictadura militar bajo cubierta imperial a finales de los años treinta. Japón
universal para 1os varones, pero este jamás se puso en práctica, y fue revocado formalmente después de puede ser considerado como una democracia burguesa desde que recuperó su soberanía en 1952 sobre
Termidor. Las c1áusulas similares adoptadas tras la revolución de Febrero se vieron a su vez la base de una constitución redactada por las autoridades de ocupación de Estados Unidos seis años
severamente restringidas por el parlamento burgués en 1850 y, aunque fueron restauradas por Napoleón antes.29
III en 1852, esto se hizo en ausencia de elecciones libres y de un gobierno parlamentario. La derrota
Noruega. La lucha contra la unión con Suecia fue dirigida por la intelligentsia urbana y la pequeña
militar del II Imperio y el empate entre las facciones monárquicas rivales sentaron las bases para la
burguesía, que consiguieron reunir en torno suyo a los agricultores en un partido liberal de izquierda.
constitución republicana en 1875. Así, desde el año 1884, cuando el avance republicano permitió una
No obstante, al formar un gobierno parlamentario en 1884, la izquierda se opuso al sufragio universal.
modificación de la privilegiada cámara alta, Francia puede ser considerada como una democracia de
La agitación del movimiento obrero en la década de 1890 persuadió finalmente a los liberales a ceder,
varones. El partido comunista fue prohibido al comienzo de la segunda guerra mundial, y tras la derrota
con la esperanza de unificar al pueblo para la batalla final contra la monarquía sueca.30 Prácticamente la
de 1940 un régimen satélite no democrático fue instalado hasta la liberación. La nueva constitución de
totalidad de la población masculina obtuvo e1 derecho al voto en 1898, seguida por las mujeres quince
1946 extendió el sufragio a todas las mujeres adultas. A 10 largo del siglo xx, la historia de las
años más tarde.
repúblicas francesas se ha visto jalonada de revisiones de las demarcaciones y procesos electorales,
realizadas con el propósito de dejar en desventaja a la oposición.27 Nueva Zelanda. Tras tres décadas de gobierno parlamentario y un derecho al voto basado en
restricciones de propiedad, una especie de democracia masculina fue introducida en 1889 por un
Italia. Tras la unificación, Italia, disfrutó de un estrechísimo sufragio hasta 1912, cuando el liberal
gobierno un tanto conservador, en la cauda de la agitación de los liberales de izquierda y de los
Giolitti introdujo el voto de los varones como parte de su campaña de apoyo a la guerra de Libia. No
obstante, el aparato de Estado participó activamente en la "dirección" de las e1ecciones hasta 1919,28 28 La evaluación de las elecciones, de 1919 está basada en C.Seton-Watson, Italy from Liberalism to Fascism, Londres,
25 S. Nordenstrong, L. Mechelin, vol. II. Helsingfors, 1937, p. 334. Mechelin era por aquel entonces el principal político 1967, p. 547.
finlandés.
29 J. Marki, Government and Politics in Japan, Londres, 1962, pp. 78 ss.
26 Ibid., pp. 386 S8.
30 El telón de fondo de la inclusión del sufragio universal masculino en el programa del partido de la izquierda queda claro
27 Chamay, op. cit . pp. 143-75. en la historia oficial del partido, J. Worm-Müller et al., Venstre i Norge, Oslo, 1933. pp. 124 ss.
laboristas. Cuatro años más tarde, el derecho al voto de las mujeres fue introducido por una gobierno conservador otorgara finalmente igualdad de derecho al voto a los varones para la segunda
administración liberal apoyada por los laboristas, en gran medida bajo la presión de los cámara en 1907. No obstante, se atribuyeron igualdad de poderes a una primera cámara elegida
prohibicionistas, que preveían un extenso apoyo por parte de las mujeres. 31 Los maoríes habían recibido indirectamente con arreglo a un sistema por medio del cual los votantes más ricos disponían de
cuatro escaños en la Cámara en 1867. Así, los principales cambios democráticos habían sido cuarenta votos. Con respecto alas elecciones municipales, incluso la burguesía liberal agraria mantenía
introducidos ya antes de que el país adquiriera el estatuto de dominio en 1907. considerables reservas acerca de la posibilidad de otorgar a las clases bajas el voto igualitario. Los
conservadores solamente cedieron, en la confusión de finales de 1918, al verse amenazados por una
Países Bajos. La primitiva revolución holandesa no trajo consigo un régimen democrático, y hacia
rebelión de la clase trabajadora. Por contraste, hubo pocos conflictos por aquella época acerca del
finales del siglo XIX los Países Bajos aún tenían un derecho al sufragio estrecho y basado en la
derecho al voto de las mujeres.
propiedad. En la década de 1890 aparecieron divisiones en todos los partidos capitalistas, al avanzar los
demócratas burgueses acompañados por las manifestaciones de los trabajadores y la obstrucción Suiza. Las oligarquías tradicionales de los cantones suizos cayeron ante la democracia masculina de
parlamentaria socialdemócrata. El sufragio universal para los varones fue incorporado finalmente artesanos, campesinos y pequeñoburgueses intelectuales en las décadas de 1830 y 1840, en varios casos
mediante un amplio acuerdo entre todos los partidos, por el cual los partidos religiosos obtenían apoyo tras alzamientos armados. Aunque en la guerra civil nacional de 1847 se combatió sobre la cuestión de
del Estado con vistas al control de las escuelas por parte de la Iglesia. El acuerdo fue llevado a la la unificación nacional frente al clericalismo provinciano, más que sobre los derechos democráticos,
practica eventualmente bajo los auspicios de un gobierno liberal, en el clima de unión nacional de ambas luchas fueron en la practica diferentes momentos de la misma revolución. La constitución
1917, pero siguiendo las recomendaciones de una comisión anterior a la guerra. A causa de la federal de 1850 introdujo la democracia masculina, pero difícilmente puede decirse que la
oposición de los políticos religiosos, el sufragio femenino se retraso hasta 1919. Ulteriores enmiendas institucionalización; la siguiente década estuvo repleta de rebeliones y contrarrebeliones cantonales.32
constitucionales en 1922 restringieron los ya muy debilitados poderes del monarca. De hecho resulta extremadamente difícil fechar con precisión la consumación del proceso. Durante
varias décadas los aparatos de Estado cantonales mantuvieron ingeniosos mecanismos de intimidación
Reino Unido. A mediados del siglo XVIII, Gran Bretaña se convirtió, junto con Suecia, en la primera
y manipulación, así como significativas cláusulas legales de exclusión (relacionadas con bancarrotas,
monarquía parlamentaria. La cuna del capitalismo industrial, Gran Bretaña, fue testigo también de los
pago de impuestos, etcétera). En Berna, en 1874, por ejemplo, hasta un 25 por ciento de la población
primeros movimientos democráticos de las masas trabajadoras, así como también del primer
masculina total quedaba excluida efectivamente del sufragio.33 El establecimiento de una democracia
aplastamiento efectivo de tales movimientos en la década de 1840. El derecho masculino al voto se vio
masculina puede localizarse tal vez, con un máximo de precisión, alrededor del año 1879, cuando se
considerablemente ampliado en 1867 y 1884, pero un sufragio más o menos igualitario y universal sólo
realizó por primera vez un censa electoral correcto. Por mor del acomodo al nazismo, el partido
fue introducido durante la guerra, en 1918, por un gobierno liberal. Las propuestas de un voto femenino
comunista fue prohibido en 1940. Pero cuando cambiaron las reglas de la guerra, lo mismo ocurrió con
más restringido, que habían sido derrotadas con éxito antes de la guerra, fueron también aprobadas. Un
las de la democracia masculina suiza: en 1944 se permitió que el partido se reconstituyera como Partido
sufragio igualitario para las mujeres fue concedido por los conservadores en 1928, después de que el
del Trabajo. Los derechos de la mujer, no obstante, no tenían lugar en la concepción predominante de
primer gobierno minoritario laborista fracasara en su intento de que fuera aceptado. Casos
la democracia, e incluso después de que la elite política masculina aceptó el sufragio femenino en la
relativamente insignificantes de derechos de voto plural fueron abolidos finalmente por los laboristas
década de 1950, varios referéndums sexistas retrasaron su obtención hasta 1971.
en 1948.

Suecia. Quince años de campañas socialdemócratas y liberales fueron necesarios antes de que un
32 V. Gitormann, Geschichte der Schweiz, Thayngen y Schaffhausen, 1941, pp. 510 ss.
31 W. H. Oliver, The Story of New Zealand, Londres, 1960, p. 157; p. Grimshaw, Women's Suffrage in New Zealand,
Auckland, 1972. La más importante organización feminista era la Women's Christian Temperance Union. 33 E. Gruner, Die Parteinen in der Schweiz, Berna, 1969, p. 181
III. MODELOS DE DEMOCRATIZACION aún en gran medida las elecciones. De forma similar, en otros países los grandes terratenientes y sus
aliados kulaks y burgueses retenían el poder del privilegio.
En la historia de la democratización, dos rasgos brillan por su ausencia. En primer lugar, el hecho de
que ninguna de las grandes revoluciones burguesas estableciera de hecho la democracia burguesa. Esto Para suministrar una visión general de los tiempos relacionados con el proceso de democratización,
no es sólo cierto en el caso de las tempranas revoluciones inglesa y holandesa: la constitución debemos ahora cartografiar el esquema político de estos diecisiete países en momentos determinados
democrática surgida de la revolución francesa quedó como letra muerta desde el principio hasta el final (cuadro III). Los países son incluidos tan sólo tras la obtención de la independencia, con la excepción
de su efímera existencia. La revolución de Julio ni siquiera consiguió redactar una, aunque estimuló el de Noruega, la cual era antes de 1905 el socio menor de una unión monárquica con Suecia más que una
desarrollo de un movimiento democrático masculino en Suiza. El alzamiento popular internacional de parte integral de esta. Italia y Alemania aparecen sólo tras la unificación nacional; Austria, tras el
1848 se vio rápidamente sofocado por la reacción feudal-dinástica, y también por la propia burguesía. Ausgleich de 1867 y el final del absolutismo, y Japón, tras la restauración Meiji. Hasta que se
Por ejemplo, en 1850 la II República francesa arrebato el voto a dos millones y medio de varones produjeron estos cambios, todos estos países pertenecían claramente a un universo diferente de
adultos por medio de la introducción de restricciones de residencia prolongada. De manera similar, en regímenes. (El imperio de los Habsburgo, por ejemplo, nunca fue un auténtico Estado burgués.)
Dinamarca los burgueses nacional-liberales ayudaron entusiasmados a recortar las alas de la cámara
popular en la década de 1860. La república norteamericana fue establecida por hacendados blancos, y
los únicos negros con derecho a voto al inicio de la guerra civil eran varones del norte. La Italia
unificada hizo suyo el régimen electoral extremadamente restringido del reino de Cerdeña. Y cuando, a
pesar de la desconfianza de los liberales burgueses, Bismarck introdujo el sufragio universal masculino
en las elecciones del Reich, ni el resultado ni el objetivo de la medida fueron el establecimiento de un
régimen de democracia parlamentaria. La segunda ausencia llamativa en la historia de la democracia
burguesa es la de un proceso firme y pacifico acompasado al desarrollo de la riqueza, la alfabetización
y la urbanización. En vísperas de la primera guerra mundial, tan sólo tres países capitalistas periféricos
podrían haber sido caracterizados como democracias: Australia y Nueva Zelanda (donde el racismo
rampante podía verterse hacia el exterior más que hacia el interior) y Noruega. Si pasamos por alto el
sexismo e incluimos las democracias masculinas, podríamos citar otros dos ejemplos: Francia y Suiza.
Esta última había pasado recientemente por dos guerras civiles −en 1847 y en 1874−, mientras que la
primera había experimentado una serie de revoluciones y contrarrevoluciones, así como la derrota
militar del II Imperio, que se convirtió en el punto de partida de la república democrática. El ya antiguo
régimen parlamentario británico no había otorgado aún el derecho al voto a la totalidad de los varones
de la clase trabajadora, y estaba empezando entonces a normalizarse lentamente tras su represión del
primer movimiento democrático de masas de la historia. En Estados Unidos, el proceso de
democratización había sufrido dos reveses: uno en el norte, dirigido contra los nuevos inmigrantes
analfabetos; el otro dirigido contra los negros y la oposición blanca pobre en el sur. En Italia, los
prefectos y los mazzieri (gorilas armados con mazas) del primer ministro liberal Giolitti controlaban
REGÍMENES BURGUESES EN DISTINTAS FECHAS CLAVE

Democracias por derrota

Tras la primera guerra mundial el numero de democracias aumentó de tres a diez (con algunas
restricciones en el caso de Canadá y Finlandia), y el de democracias masculinas de cinco a catorce.
Para 1939, no obstante, el número había disminuido a ocho y once, respectivamente. El gran auge de la
democracia vino tras la segunda guerra mundial, manteniéndose sólo el sexismo suizo y el racismo de
Estados Unidos hasta los años setenta. La conclusión parecería ser que la democracia burguesa es en
gran medida un logro marcial.

Los vencedores de ambas guerras hicieron amplio usa de la retórica democrática, y ninguno más que
el menos democrático de los Estados capitalistas, Estados Unidos de América. Pero ningún historiador
serio parece haber sugerido que ambas guerras fueran causadas por una lucha a favor o en contra de la
democracia burguesa, o que Alemania y sus aliados perdieran porque no tenían regímenes
democráticos. Por otra parte, el papel histórico crucial de las guerras exteriores aporta un gran apoyo a
la tesis de que la democracia burguesa es en gran medida contingente al dominio desarrollado del
capital. Si esto es cierto, la fragilidad de la democracia burguesa en Latinoamérica puede ser atribuida
parcialmente al hecho de que jamás se vio envuelta en la masiva matanza de las dos guerras mundiales.

Puede ser el caso, no obstante, que el origen occidental de la democracia burguesa sea por sí mismo
un accidente. Porque aunque no figuran, entre las principales potencias capitalistas, tres países tenían
regímenes democráticos antes de la primera guerra mundial, y los han mantenido desde entonces
(pasando por alto la ocupación alemana de Noruega entre 1940 y 1945). Parece, entonces, que las
guerras mundiales no son al menos condiciones indispensables para la democracia burguesa. Tal vez
incluso existieran procesos de democratización interna en marcha, que sólo salieron a la luz
accidentalmente tras las guerras mundiales. En cualquier caso debemos abandonar el terreno del guerra es más difícil de valorar. La derecha sueca se había vuelto más fuerte y agresiva al irse
análisis correlacional, tan amado de los sociólogos políticos, y examinar las fuerzas causales que formando nubes de tormenta sobre Europa a partir de 1912, y resulta improbable que hubiera aceptado
operaron. Tendremos también que permitirnos algunas especulaciones contrafácticas acerca del posible un régimen democrático a finales de 1918 si no hubiera sido por la caída de su muy admirado Reich
curso de la historia si no hubieran tenido lugar las guerras mundiales o si hubieran tenido un resultado guillermino.
diferente.
De forma similar, el curso que hubieran seguido los imperios de los Hahsburgo y los Hohenzollern en
Contemos los cuatro Estados que entraron y salieron del escenario democrático como si cada uno de un periodo de desarrollo pacífico resulta imposible de precisar. No obstante, difícilmente hubieran
ellos representara dos casos. Tenemos entonces un total de veintiún casos en lugar de diecisiete. En florecido en forma de democracias parlamentarias en 1919. En el supuesto de una victoria militar,
nueve de estos casas, un régimen de democracia burguesa surgió como resultado de la derrota militar asimismo, los junkers no hubieran renunciado libremente a sus privilegios, ni se habrían retirado
de un gobierno no democrático (Alemania, Austria y Finlandia, dos veces cada uno; Italia, Japón y durante mucho tiempo ante el avance de las fuerzas internas de la democracia.
Suecia, una vez). En dos casos (Finlandia 1918-19, Suecia 1918) fue la caída de un régimen extranjero
En conclusión, podemos decir que en ocho casos de un total de veintiuno (o cinco de diecisiete) el
−la Alemania guillermina, y antes el imperio de los Románov− lo que tuvo un efecto indirecto sobre el
resultado de las guerras mundiales fue causalmente decisivo en el establecimiento de la democracia
proceso de democratización. En el ejemplo de Finlandia parece perfectamente claro a partir de las
burguesa, y que en uno más (Suecia) determinó la cronología del proceso. A estas seis democracias
negociaciones constitucionales posteriores a la victoria de los blancos en la guerra civil que, si no
cuyo origen está en una derrota militar podemos añadir el caso de Francia. La condición previa para la
hubiera sido por el establecimiento en Alemania de una república democrática, se habría proclamado
aparición de una república democrática de varones fue el hundimiento de Napoleón III en la guerra
una monarquía constitucional pero no parlamentaria. Medio año después de la caída del Reich aún no
franco-prusiana.
se había resuelto si aceptarían una república democrática el jefe de Estado interino, general
Mannerheim, y las fuerzas de la derecha.34 Pero no existía nada equivalente a la sólida aristocracia Sólo en cuatro países el proceso de democratización carece totalmente de relación con guerras
húngara, y Mannerheim no se convertiría en el Horthy de Finlandia. exteriores: Australia y Nueva Zelanda, Noruega y Suiza. No obstante, en seis de las trece democracias
restantes de nuestra selección la guerra parece haber tenido un efecto indirecto o una significación tan
En el caso de Suecia, la argumentación contrafáctica resulta un tanto más azarosa. A finales del otoño
sólo secundaria en su desarrollo. Sirvió para influir en los gobiernos y partidos existentes en un sentido
de 1918, el país estaba en una situación de agitación casi revolucionaria. Las fuerzas de izquierda,
democrático antes que para descomponer las viejas fuerzas y dar a luz otras nuevas. De hecho, seria
inspiradas por el Octubre ruso, y en lucha por una revolución socialista constituían una clara minoría
más correcto considerar este tipo de efecto bajo un encabezamiento más general, que cubra importantes
dentro del movimiento obrero mientras que el movimiento popular a favor de una democracia burguesa
etapas adicionales del proceso. Así, de las democracias de guerra −las democracias por derrota−
era muy fuerte. No obstante, la derecha estaba atrincherada en la no democrática primera cámara, y
deberíamos pasar a examinar las democracias de movilización nacional.
podía contar con el apoyo de 1os terratenientes y agricultores prósperos, con los poderosos monopolios
de la madera y el acero de origen preindustrial, y con la lealtad del cuerpo de oficiales y de la política. Democracias de movilización nacional
Fue sin duda el miedo del rey por su trono, entre otras consideraciones, lo que finalmente persuadió a
La movilización nacional ha estado relacionada con el desarrollo de la democracia de dos maneras
los políticos de la derecha a renunciar a los privilegios a los que tan tozudamente se habían aferrado.
fundamentales. Por una parte, las medidas de democratización se han introducido como medio para
Parece casi seguro que el proceso de democratización se hubiera visto pospuesto durante un cierto
obtener la movilización nacional; por otra parte, han surgido como efecto del proceso de integración
tiempo si Alemania hubiera salido victoriosa. Lo que hubiera ocurrido en caso de no haber habido
(militar, económico e ideológico) expresado en la movilización popular por el esfuerzo nacional. Los
34 Para una reciente monografía sobre la historia de la constitución de 1919, véase S. Lindman, Fran Storfurstendöme till
dos ejemplos más claros de la primera relación son la reforma del sufragio por Giolitti en Italia y la ley
Republik, Ekenäs, 1969.
canadiense de 1917 para elecciones en tiempo de guerra; ambos, parte de los preparativos políticos para exigencias del movimiento obrero a favor del derecho al voto de los varones. Las manifestaciones
la guerra. La segunda relación viene ilustrada por el establecimiento de la democracia para varones en semirrevolucionarias de los trabajadores fueron el marco para la extensión del sufragio en Finlandia en
Bélgica, las reformas holandesas de 1917-19, la aceptación por la derecha danesa de la democracia en 1906 como parte de la lucha contra el zar de Rusia.
1915, la ley británica de reforma de 1918 y la introducción del sufragio femenino en Estados Unidos en
La movilización por la liberación nacional y la guerra exterior ha sido, por tanto, junto con la derrota
1919 (tal vez también en Francia y en Bélgica tras la segunda guerra mundial). En todos estos casos
militar, una de las causas más importantes para el desarrollo de la democracia burguesa. Pero resulta
estaba ya en marcha un proceso de democratización que se vio acelerado y facilitado por la union
más difícil determinar hasta que punto ha sido decisivo este papel. Ha constituido un determinante
sacrée de tiempo de guerra. Este efecto de la movilizaación lo expresó muy bien Alberto I de Bélgica
crucial de la cronología de la democratización, y una de las razones de la coincidencia de guerra y
ante el Parlamento el 22 de noviembre de 1918, tras su regreso a Bruselas: "La igualdad en el
democracia. Pero ¿se habrían detenido los procesos internos sin estas amenazas exteriores? Parece
sufrimiento y la resistencia ha creado una igualdad de derechos en la ampliación de las aspiraciones
extremadamente probable que en los Países Bajos y en Dinamarca, donde una mayoría parlamentaria
publicas. El gobierno propondrá que las dos cámaras desmantelen las antiguas barreras en un acuerdo
había presentado ya propuestas poco antes del comienzo de la primera guerra mundial, el ritmo de los
patriótico e inicien una consulta nacional sobre la base del sufragio igualitario para todos los hombres
sucesos habría sido a grandes rasgos el mismo en ausencia de la integración nacional de tiempo de
que hayan llegado a la edad requerida para el ejercicio de los derechos civiles".35
guerra. En Noruega, no obstante, el establecimiento de una democracia se habría visto, casi con
En otros casos, también, la movilización nacional ha jugado un papel importante en la extensión del seguridad, notablemente retrasado durante un tiempo considerable si no hubiera sido por el conflicto
sufragio. Bismarck, por ejemplo, escribió en sus memorias: "La aceptación del sufragio general fue un irresuelto con Suecia. En Canadá, igualmente, donde las restricciones en base a la propiedad y a los
arma en la lucha contra Austria y el resto de las potencias extranjeras, un arma en la lucha por la unión impuestos de voto persistieron a nivel provincial hasta mucho después de la introducción del derecho al
nacional". Pero su intención era que sólo se permitiera competir por los votos de las masas a los sufragio universal en 1920, la guerra parece haber afectado el proceso de forma decisiva. De no haber
candidatos de las clases adineradas.36 Dentro del mismo espíritu, una de las razones por las que el sido por la guerra, la derecha católica militante belga difícilmente hubiera capitulado en 1919, y
emperador austriaco concedió el sufragio general a los varones en las elecciones a la segunda cámara también hubiera pasado más tiempo antes de que las mujeres obtuvieran el derecho a voto en Bélgica,
en 1907 era su esperanza de neutralizar así las tendencias a la desintegración del imperio dinástico en Francia, los Países Bajos y posiblemente en Estados Unidos.
sus naciones competentes.37 De manera similar, la burguesía danesa se vio inducida a aceptar el
En Gran Bretaña, la reforma estaba "ya en una etapa bastante avanzada. El derecho al sufragio había
sufragio general como instrumento en su lucha por remplazar los ducados germánicos del rey de
sido ampliado considerablemente en 1867 y 1884; las elecciones libres habían sido garantizadas; la
Schleswig y Holstein-Lauenburg por una frontera nacional, no dinástica, sobre el río Eider. En Noruega
Cámara de los Lores había quedado virtualmente desprovista de poder inmediatamente antes de la
la necesidad de incorporar al pueblo a la lucha contra Suecia parece haber sido una de las razones
guerra, y se había presentado una propuesta de ley a favor de la abolición del voto plural. No obstante,
fundamentales de la aceptación en 1898 por parte del partido de la izquierda liberal de las fuertes
no se había tornado decisión alguna acerca del sufragio general masculino, por no hablar del derecho
universal al voto, y aunque el proceso habría continuado sin duda en condiciones de paz, resulta
35 G.-H, Dumont, Histoire des belges, vol. III, Bruselas, 1956, p. 192. La turbulenta salida de las tropas alemanas de
Bruselas llevó a un alzamiento popular, en el que hubo huelgas y caza de colaboracionistas; el miedo de la clase dominante probable que hubiera llevado mucho más tiempo llegar a su consumación.
a la revolución se cernió sobre la oscura y compleja serie de negociaciones en el castillo real de Lophem que tuvieron como
resultado el discurso del rey. Resulta por lo menos incierto que, en ausencia de este miedo, una parte decisiva de la élite En conclusión, entonces, podemos decir que la movilización nacional frente a una amenaza exterior
política católica se hubiera rebelado contra el reaccionario y octogenario Woeste, sumándose al apoyo a la democracia
burguesa, Véase C.-E. Hojer, Le régime parlementaire belge de 1918 à 1940, Uppsala, 1946, cap. III. ha sido un factor de gran importancia en la historia de la democratización burguesa. En dos países

36 T. Hamerow, The Social Foundations of German Unification Struggles and Accomplishments, Princeton, 1972, p. 244. −Dinamarca y los Países Bajos− tuvo tan sólo una importancia secundaria, determinando la forma más
o menos consensual en la que se dieron los pasos decisivos. En cuatro casos −Bélgica, Gran Bretaña,
37 M. Weiss, op. cit., pp. 248 ss.
Canadá y Noruega− acelero la obtención de la democracia para los varones en una medida variable, democracia: de aquí el resultado exclusivita de las revoluciones burguesas. Por contraste, el artisanat
incierta, pero probablemente considerable. En cinco países −Belgica, Gran Bretaña, Francia, los Países urbano y la pequeña burguesía tendían en general hacia la democracia y suministraron la fuerza de
Bajos y Estados Unidos− aceleró la obtención del derecho al voto de las mujeres. (Deberíamos recordar choque tanto de las revoluciones jacobinas como de las de 1848. Pero, como muestran también estos
también que el derecho al voto de los negros del sur se impuso por primera vez durante la guerra de ejemplos, eran demasiado débiles para sobreponerse a la reacción feudal y burguesa. El campesinado,
Vietnam, posiblemente como resultado de la preocupación del gobierno por el derrumbamiento del no obstante, constituía una fuerza absolutamente decisiva en los países capitalistas, todavía en gran
frente interior expresado por la rebelión de los negros, los movimientos estudiantiles y la oposición a la medida agrarios, del siglo XIX y comienzos del xx. Ahora bien, "campesinado" es, por supuesto, un
guerra.) Pero en ninguno de los casos estudiados es posible afirmar que la movilización nacional fuera concepto excesivamente poco diferenciado. Los campesinos sin tierras estaban, en general, demasiado
una condición necesaria para la obtención de la democracia. oprimidos aún para hacer o decir gran cosa, aunque en Finlandia los pequeños arrendatarios entraron
rápidamente en el movimiento obrero, y más adelante tuvieron un heroico papel en la guerra civil. Los
Democracias de desarrollo interno
que realmente contaban eran los pequeños y medianos agricultores con tierras, las familias patriarcales
Existen tan sólo tres países donde ha surgido la democracia como resultado de los desarrollos de autosubsistencia, la pequeña burguesía agraria y la burguesía agraria pequeña y mediana (que a
internos: Australia, Nueva Zelanda y Suiza. Pero deberíamos también considerar aquellos casos en los diferencia de los anteriores utiliza mano de obra contratada).
que tales procesos tuvieron un profundo significado, a saber, Dinamarca, los Países Bajos y Estados
La fuerza de estas clases agrarias y su grado de independencia de la aristocracia terrateniente y el
Unidos. En Francia, el establecimiento de la democracia se apoyó sobre una fusión, singularmente
gran capital urbano son factores cruciales en el desarrollo de la democracia. Eran más poderosas en los
compleja, de derrota exterior y evolución interior. Finalmente, dado que los cuatro ejemplos de
cantones suizos, que habían resistido al imperio de los Habsburgo durante siglos, y en las comunidades
movilización nacional a los que nos hemos referido antes −Bélgica, Gran Bretaña, Canadá y Noruega−
de colonos de Australia, Nueva Zelanda, el norte de Estados Unidos y el oeste de Canadá. Los
mostraban también importantes tendencias internas, tendremos que tomarlos en cuenta bajo este
patriciados mercantiles aislados de Berna y Zurich eran tan poco capaces de resistir a estas fuerzas
encabezamiento.
como la colonocracia de pastores de las antípodas y sus aliados entre los capitalistas urbanos de
Dos factores internos parecen haber tenido una importancia estratégica de lo más inmediata: la fuerza reciente formación. La institución de la democracia de varones precedió al surgimiento del movimiento
independiente de los propietarios de tierras burgueses pequeños y medianos y las divisiones en el seno obrero tanto en Suiza como en el norte de Estados Unidos. En Australia y en Nueva Zelanda, los
del bloque de clases dominante (o en el poder). Esta afirmación debería ser inmediatamente matizada políticos laboristas procedentes de los sindicatos ocuparon un importante puesto en las coaliciones
mencionando la enorme importancia del movimiento obrero. La II Internacional se hundió en medio de democráticas, pero sin representar amenaza socialista alguna para el capital. En las largas y amargas
un desconcierto ignominioso en 1914. Pero su contribución al desarrollo de la democracia burguesa no huelgas de principios de la década de 1890, los ovejeros y armadores infligieron, con ayuda del Estado,
fue en absoluto desdeñable. De hecho, se puede decir que éste fue su principal logro histórico. No serias derrotas a los sindicatos de marineros y esquiladores. (Vale la pena recordar, no obstante, que
obstante, aunque el movimiento obrero fuera la única fuerza coherentemente democrática, no era Australia tenía un proletariado agrícola bastante organizado ya en la década de 1880.) En Canadá, por
suficientemente fuerte, ni mucho menos, como para obtener la democracia burguesa por sí sólo, sin el contrario, los pequeños colonos no eran posibles enemigos para la rica burguesía mercantil de San
ayuda de victoriosos ejércitos extranjeros, de aliados internos más fuertes que él o de divisiones en las Lorenzo, los terratenientes tories de Ontario y la comunidad tradicionalista francesa de Quebec,
filas del enemigo. controlada de cerca por la jerarquía católica.

Resulta apenas sorprendente que la diminuta minoría privilegiada constituida por la burguesía La pobreza preindustrial y la dependencia semicolonial que durante siglos mantuvieron a Finlandia y
mercantil e industrial y los terratenientes feudales y capitalistas fuera casi invariablemente hostil a la a Noruega en la periferia de la sociedad europea, hicieron casi por completo imposible la formación de
una aristocracia nativa. Todo lo que pudo desarrollarse fue una pequeña capa de nobles daneses, en Resulta imposible desenmarañar aquí las razones por las que los granjeros belgas siguieron tan
gran medida urbana, en Noruega, y un estrato ligeramente más fuerte de aristócratas suecos en dócilmente el liderazgo del partido católico (una formación que, aunque encadrée por el bajo clero, era
Finlandia. Estos grupos eran con mucho demasiado débiles para sustentar una autocracia aristocrática controlada efectivamente por la aristocracia). Disponían de una organización razonablemente
del tipo de la instalada en la Hungría de Horthy tras la caída de la Alemania guillermina y la victoria de importante para defender sus intereses económicos −el Boerenbord−, pero permanecieron social y
la contrarrevolución interior. Aunque la aristocracia francesa, tras Waterloo, volvió a sus antiguas políticamente aislados, en su campo flamenco, de las partes industrializadas y secularizadas,
posiciones en el Estado y la Iglesia, había sido quebrantada irremediablemente por la Gran Revolución. francoparlantes, del país. Esta falta de un papel políticamente activo también caracterizó a los
Así, a mediados de siglo el campesinado terrateniente libre era suficientemente poderoso para ofrecer económicamente poderosos granjeros holandeses. Aunque no puedo valorar plenamente la
apoyo popular a la astuta institucionalización del sufragio universal masculino realizada por Luis significación política del fenómeno, parece claro que las relaciones de clase agraria en Bélgica y los
Napoleón. Países Bajos presentan marcadas diferencias con respecto al esquema que prevaleció en Escandinava,
Francia y otros países de la Europa continental occidental. El hecho de que una gran proporción de las
Los terratenientes daneses eran mucho más fuertes que sus iguales suecos. No obstante, el proceso
granjas fueran arrendadas sugiere que un cierto grado de dependencia personal había sobrevivido a la
interno de democratización se desarrollo mucho antes en Dinamarca, en gran medida a causa del
introducción de la producción intensiva de mercancías. Desafortunadamente, las cifras más recientes a
impacto diferencial de la crisis que afectó a la agricultura centroeuropea durante la segunda mitad del
las que tengo acceso son las de 1929-30, según las cuales el 57 por ciento de las granjas belgas y el 46
siglo. La victoria del proteccionismo en Suecia a finales de la década de 1800 dividió al viejo partido
por ciento de las holandesas eran arrendadas, frente a un 20 por ciento en Francia y Suecia y a un 4 por
groman y forjó una alianza, un tanto similar a la alemana, entre los terratenientes y los agricultores
ciento (en 1949) en Dinamarca.39
prósperos ligados a la industria pesada tradicional (madera y hierro); la industria moderna de
ingeniería, como la Elektro-Chimie en Alemania, se orientaba en direcciones más liberales.38 En No obstante, como muestra con toda claridad el caso de Gran Bretaña, la existencia de una vigorosa
Dinamarca y los Países Bajos, no obstante, los granjeros se inclinaron hacia la producción láctea, pequeña y mediana burguesía agraria no es, en absoluto, una condición necesaria para la
construyendo un fuerte movimiento cooperativo en el que perdieron los intereses que habían democratización. De hecho, Gran Bretaña al igual que Francia, aunque de distinta manera, ofrece un
compartido con los grandes terratenientes. Al forzar la mano en un momento en que su control excelente ejemplo del segundo factor interno decisivo mencionado más atrás: una clase dominante
económico sobre el campo estaba siendo socavado, la aristocracia danesa no tardó en hacer inviable dividida. Existen al menos dos formas en las que, bajo determinadas circunstancias, las divisiones han
cualquier acuerdo con una burguesía agraria que estaba lejos de sentir entusiasmo por la democracia. tenido un papel de importancia determinante. Mientras no exista una seria amenaza desde abajo, las
divisiones pueden llevar a una intensa búsqueda del apoyo popular; y en el supuesto de que exista un
cierto grado de unidad subyacente (aunque sólo sea a causa de experiencias desastrosas previas de
conflictos violentos), pueden ayudar a promover procedimientos institucionales que garanticen la
coexistencia y la oposición pacíficas.
38 Hacia finales de 1918, los representantes de la industria de ingeniería y los principales bancos exigieron que los
dirigentes de la derecha aceptaran la democratización. Véase S. Söderpalm Storföretagarna och det demokratiska
Las olas que llegaron a Gran Bretaña de la Francia revolucionaria y los primeros pasos del
genombrottet, Lund, 1969, pp. 174 ss. Söderpalm no va alas raíces sociales de estos políticos. No obstante, los tres
-Lindman, Trygger y Swartz- estaban relacionados, bien familiar o profesionalmente, con los monopolios tradicionales de la movimiento obrero fueron eficientemente aplastados por una clase dominante unificada. No obstante,
madera y el hierro (Lindman había sido ejecutivo jefe de uno de ellos). La división del capital monopolista alemán entre los
intereses electroquímicos y del carbón y hierro fue desarrollada como instrumento de análisis histórico por el gran la primitiva e inmadura revolución burguesa tuvo como resultado el establecimiento, en el siglo XIX,
historiador de Alemán Oriental Jurgen Kuczynsky. Por lo que yo sé, la mejor utilización de él ha sido realizada por otro
historiador de la RDA Kurt Gossweiler, en Grossbanken, lndustrienmonopole. Staat, Berlín, 1971. El financiero belga 39 F. Dovring. Land and Labor in Europe in the Twentieth Century, La Haya, 1965, p. 169. Como resultado de la buena
Francqui también parece haber jugado un importante papel prodemocrático en los cabildos que dieron origen al discurso del marcha de las actividades cooperativas del Boerenbond (que era un miembro reciente del cártel electoral católico), los
rey el 22 de noviembre de 1918. Véase Höjer, op. cit., pp. 64, 82-83. granjeros arrendatarios tenían pocas quejas económicas de importancia contra sus terratenientes.
de un modelo parlamentario profundamente arraigado, basado en la competencia en el seno de la clase por considerarlos como expresiones del "poder de Mammon", sufrió una escisión cuando la fracción
dominante entre el capital terrateniente y el urbano. Cuando se desvaneció el pánico más íntimamente ligada a los intereses aristocráticos y de los grandes agricultores se separó para
contrarrevolucionario, y particularmente cuando resurgió la agitación popular bajo formas más formar la Unión Histórica Cristiana. Algunos elementos democráticos aparecieron incluso en el seno
cautelosas, esta rivalidad se transformó en una lucha por la ampliación del apoyo popular. La del partido católico, en general conservador. La combinación resultante de democracia burguesa y
importante ampliación del derecho al sufragio por el gobierno conservador de Disraeli en 1867 ofrece aceptación por los laicos del apoyo estatal a los colegios religiosos −un compromiso al que se llegó en
una brillante ilustración de esta característica. El Parlamento y el propio partido tory estaban atrapados 1917− mostró ser una barrera efectiva contra el surgimiento de una clase obrera unificada capaz de
por un inestable equilibrio de poder, mientras que la presión popular exterior a favor de la reforma utilizar la democracia burguesa para apoyar sus propios intereses.41
electoral iba en aumento. Tras una serie de complicadas maniobras, en las cuales el objetivo
La importancia de las divisiones de la clase dominante dentro de un marco subyacente de unidad se
fundamental de Disraeli era dejar fuera de juego a sus rivales liberales y asegurarse una posición
ve demostrada más aún por el arduo y prolongado proceso de democratización de Estados Unidos. La
dirigente dentro de su propio partido, el proyecto de ley presentado por el gobierno fue finalmente
decimoquinta enmienda, que prohibía la discriminación electoral por motivos raciales, no fue resultado
aprobado por una mayoría del Parlamento. En la Gran Bretaña de mediados del siglo XIX, un político
de la guerra civil. Tampoco se pretendía seriamente que diera derecho al voto a los negros del sur, ya
conservador podía sentir tal confianza en su propia clase que un puñado de radicales parlamentarios,
que la labor vitalmente importante era reunificar alas fracciones nordista y sureña de la burguesía. "El
aprovechando la competencia dentro de la clase dominante, lograron astuta e inadvertidamente ampliar
efecto de la enmienda", escribió su patrocinador, el senador republicano por Nevada William Stewart,
el sufragio más allá de lo que el gobierno había pretendido. La cuestión clave para Disraeli era derrotar
"ha sido el que yo suponía que sería, garantizar al negro del norte su derecho a votar sin
a los liberales, que se oponían al proyecto de ley desde la derecha.40
intimidaciones".42 La enmienda fue propuesta por los republicanos tras sus resultados relativamente
Los acontecimientos en Francia constituyen una variación más violenta sobre el mismo tema. Una pobres en las elecciones de 1868, con el fin de asegurarse la mayoría en el norte y en la Unión.
revolución burguesa mucho más radical había conseguido a la vez distanciar seriamente a la burguesía Mientras tanto, el Partido Demócrata de los plantadores pudo atrincherarse sin oposición en el sur.
urbana de la aristocracia terrateniente y emancipar definitivamente al campesinado. Este último hizo
Por supuesto resulta difícil resumir en unas cuantas líneas la compleja historia de las fuerzas
presidente a Luis Napoleón en 1848, mientras que los nobles evitaron la consolidación de la reacción
democráticas en el sur norteamericano. No obstante, si comparamos la situación de la década de 1960
burguesa en el periodo entre 1849 y 1851. Tras la derrota militar del II Imperio y el aplastamiento de la
con la de un siglo antes, surgen dos llamativas diferencias. En la década de 1860 los ex-esclavos negros
Comuna de Paris, las divisiones en el seno del campo monárquico de la reacción produjeron un empate
carecían de una fuerza independiente y organizada con la cual crear una oposición o una política de
que llevo a la formación de la antidemocrática III Republica. Desgarrado por las disensiones internas,
alianzas; y la democracia jamás ha sido un regalo de las alturas. Un siglo más tarde, un movimiento
este bloque sucumbió con bastante rapidez ante las fuerzas republicanas democráticas de la pequeña y
militante negro se había establecido en las áreas industrializadas y urbanizadas del sur, y en el tercer
media burguesía.
cuarto del siglo xx la antigua burguesía rural del sur se había convertido en una fracción marginal
A finales del siglo XIX y comienzos del XX, unas divisiones extremadamente complejas en el seno dentro del bloque dominante nacional. Esto es lo que explica la capacidad del aparato de Estado federal
de la clase dominante holandesa facilitaron también el proceso de democratización. El partido liberal se para imponer los derechos democráticos sin miedo a provocar divisiones significativas en el seno de la
escindió en tres. El Partido Calvinista Antirrevolucionario, que apoyaba un derecho al sufragio para los burguesía. En 1965, la mitad de los estados mantenían aun la exigencia de saber leer y escribir para
varones padres de familia, oponiéndose tanto al sufragio individual como al basado en la propiedad, votar, pero su eficacia se había visto erosionada incluso antes de la absorción de los nuevos
41 Zwager, op. cit. pp. 161 ss.; A. Lijphart, The Politics oj Accomodation, Berkeley y Los Angeles, 1968, pp. 104 ss.
40 R. Blake, Disraeli, Londres. 1966. cap. 21. La narración contiene un sorprendente retrato de Disraeli poniendo a trabajar
a sus secretarios con gran urgencia, y con ayuda de burdos datos sobre depósitos bancarios e impuestos, para calcular las 42 Citado de W. Guillette, op. cit., p. 164. Guillette ha puesto al descubierto de forma concluyente el contexto político de la
consecuencias electorales, para conservadores y liberales, de diversas limitaciones del sufragio . aprobación de la decimoquinta enmienda.
trabajadores inmigrantes en el sistema por los caciques de las maquinarias políticas urbanas.

Cualquier intento de resumir en un cuadro el modelo de democratización dominante en cada país


conlleva serios peligros de excesiva simplificación. El cuadro IV debe considerarse, por tanto, tan sólo
como una indicación a grandes rasgos de las fuerzas que contribuyeron directamente a la obtención de
la democracia burguesa. Los únicos casos razonablemente claros son Bélgica, las democracias de
guerra y los tres países −Australia, Nueva Zelanda y Suiza− en los que la democratización fue un
proceso totalmente interno. Con respecto a las demás naciones se debería hacer una serie de reservas.
Así, en medida significativa Noruega debe su democracia a la pequeña burguesía agraria
independiente. La democracia federal canadiense surgió tanto en cuanto medio como en cuanto efecto
de la movilización nacional; y la integración nacional representó también un importante papel en
Dinamarca y Gran Bretaña. La derrota militar fue un hecho importante en Francia, mientras que en
Estados Unidos del norte la democracia fue en gran medida un logro de la pequeña y mediana
burguesía. El cuadro tampoco hace justicia a la pequeña y mediana burguesía holandesa, bastante más
activa que la belga. Finalmente deberíamos subrayar que por debajo de todos estos modelos existía una
fuerza común y coherente: la clase obrera. En cierto sentido podemos decir que los diferentes modelos
especifican los diferentes aliados necesarios para el éxito de la lucha de la clase obrera por la
MODELOS DE DEMOCRATIZACIÓN
democracia.
IV. CAPITALTSMO Y DEMOCRACIA:

TENDENCIAS INTRÍNSECAS

La democracia burguesa ha sido alcanzada por rutas tan diversas y tortuosas que cualquier intento de
explicación sencilla a partir de las características básicas del capitalismo resultaría imposible, o en el
mejor de los casos seriamente equívoca. No obstante, el hecho de que la democracia en el sentido
definido anteriormente no haya surgido en lugar alguno antes del capitalismo, el que algunos países
capitalistas hayan experimentado un desarrollo puramente interno de la democracia y el que todos los
Estados burgueses avanzados importantes sean hoy en día democracias, todo esto exige naturalmente
alguna dilucidación de las tendencias intrínsecas del capitalismo. Éstas pueden agruparse
provisionalmente con arreglo a sus efectos sobre dos características centrales de la democracia
burguesa: a] inclusión de las masas en parte del proceso político, y b] bajo condiciones de gobierno
representativo y competencia electoral.
1. La democracia burguesa ha aparecido siempre tras luchas de masas de diversos grados de violencia gubernamental; sobre este fondo también se amplió el sufragio en Bélgica, Canadá, Gran Bretaña y
y duración. La primera tendencia intrínseca, por tanto, se encontrará en las condiciones que favorecen Estados Unidos.
la lucha popular. La emancipación legal de la mano de obra y la creación de un mercado libre de
3. La unificación y la liberación nacionales han sido vistas en todas partes por la burguesía como
trabajo, la industrialización, la concentración de capital son todas tendencias intrínsecas que
necesidades estratégicas para el desarrollo y la protección del comercio y la industria y para el
simultáneamente sientan las bases de un movimiento obrero con una fuerza y una estabilidad
derrocamiento del poder dinástico feudal. Y con estos objetivos ha resultado a veces inapreciable para
inalcanzables por las clases explotadas en los modos de producción precapitalistas. De acuerdo con el
la burguesía lograr el apoyo popular. La ampliación del derecho al sufragio en Dinamarca, Alemania,
análisis de Marx de las contradicciones crecientes del capitalismo, la clase trabajadora se ve fortalecida,
Noruega, Finlandia e Italia (para la expedición imperialista a Libia) fue parte de un proceso de
ceteris paribus, por el avance y el desarrollo del capitalismo. Esto explica las correlaciones sociológicas
unificación nacional.
tradicionales de la democracia con la riqueza, la alfabetización y la urbanización, factores que influyen
en la relación de fuerzas dentro de la lucha de clases. Y, como ya hemos visto, el movimiento obrero ha 4. El desarrollo febril de las fuerzas productivas es otra característica peculiar del modo de
desempeñado también un papel vital en la lucha por la democracia. explotación capitalista. Una de las razones fundamentales por las que los liberales del siglo XIX y de
principios del xx podían negar la compatibilidad de la democracia con la propiedad privada era su
2. No obstante, también hemos subrayado que, en general, la clase trabajadora no ha obtenido la
miedo a que las legislaturas populares y los cuerpos municipales incrementaran grandemente los
participación en el proceso político en el calor de la batalla. Por el contrario, ha sido más frecuente que
impuestos. No obstante, ignoraban la elasticidad y la capacidad de expansión del capitalismo. Los
la burguesía hiciera concesiones tras un tiempo de resistir con éxito a la reforma. Aparentemente, la
niveles fiscales más altos no han puesto fin ni a la propiedad privada ni a la acumulación del capital.
participación de la clase trabajadora tiene que ser en algún sentido ventajosa para la burguesía. Aunque
Los aumentos en la productividad hacen posible un incremento simultáneo tanto de las tasas de
en Alemania y Austria en 1918 y 1945 (posiblemente también en Bélgica y Suecia en 1918), y en Italia
explotación como de los ingresos reales de las masas explotadas.44 Esto, por supuesto, no es en sí
en 1945, la alternativa a la democracia burguesa fuera un intento de revolución socialista, la defensa de
mismo algo que conduzca a la democracia. Pero resulta relevante en la medida en que suministra a la
hecho contra la revolución proletaria no parece haber sido un factor directamente determinante. En
burguesía un terreno de una amplitud sin precedentes para maniobrar en sus relaciones con la mayoría
todos estos casos no fue el proletariado insurrecto sino los ejércitos extranjeros los que derrocaron los
explotada.
regímenes existentes, a consecuencia de lo cual las viejas fuerzas democráticas internas salieron
finalmente victoriosas.43 De mayor importancia fue el arte, específicamente capitalista, de la guerra 5. Hasta aquí hemos hablado deliberadamente en términos muy generales de movilizaciones
industrializada. La primera guerra mundial fue llevada a cabo tanto por los inmensos ejércitos populares y de incorporación de las clases obreras al proceso político. Pero tal movilización no tiene
reclutados como por las poblaciones civiles movilizadas en su totalidad para la producción militar. Para por qué ser democrática. De maneras muy distintas, la Alemania en guerra del Káiser, el fascismo y el
este esfuerzo incluso el Reich de Guillermo admitió a los socialdemócratas en la maquinaria "populismo" del Tercer Mundo testifican esto. Lo que hace posible la democracia capitalista es una
43 En Japón, ni siquiera una derrota militar aplastante fue suficiente para dislocar el bloque de poder constituido por el característica única entre todos los modos de producción conocidos. El capitalismo es un modo
capital monopolista y la burocracia imperial del Estado feudal tardío. Dado que el gobierno del Barón Shidebara no podía
aceptar inequívocamente la soberanía popular, el mando norteamericano de ocupación entro en escena para redactar una impersonal de explotación que implica el dominio del capital antes que la dominación personal de la
constitución democrática. La resolución mostrada por el gobierno de Estados Unidos, tan diferente de su actitud en su
propio país, debería ser vista fundamentalmente como un intento de erradicar las raíces sociales del imperialismo japonés,
que en el pasado había supuesto una amenaza mortal para los intereses mundiales de Estados Unidos. Cuando el comunismo 44 En A Century of Pay, Londres, 1968, p. 312, E. H. Phelps-Brown ha demostrado que durante la mayor parte del periodo
se convirtió de nuevo en el enemigo principal, el destino de la democracia japonesa dejó de parecer tan importante. Así, una entre 1895 y 1960 el cociente entre el salario anual medio por asalariado y el ingreso anual medio generado por persona
huelga de trabajadores fue prohibida ya en 1947 (Stockwin, op. cit., p. 56) y los norteamericanos cooperaron muy de cerca ocupada en la industria disminuyó en Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania y Suecia, pero que los salarios reales
con Nobosuke Kishi -antiguo miembro del gabinete de guerra del general Tojo y criminal de guerra convicto (ibid., p. 60)- aumentaron a causa de los incrementos en la productividad. El cociente salarios/ingresos de Phelps-Brown corresponde a
cuando se convirtió en primer ministro en 1957. Fue como si Albert Speer hubiera pasado directamente de Spandau a la grandes rasgos a un cociente que en términos marxistas se expresaría como v/ (s+v). Una disminución de la tasa
cancillería federal de Bonn. salarios/ingresos significaría así un incremento de la tasa de explotación s/v.
burguesía. Desde luego no funciona a modo de una maquina automática, sino en la forma de ciudades-republica italianas, alemanas y suizas, las Provincias Unidas de los Países Bajos, Gran
producción en busca de beneficios siempre crecientes, bajo condiciones de competencia en un mercado Bretaña, Estados Unidos, Francia y Bélgica (esta última a partir de 1830). En cuanto a la libertad de
impersonal. El dominio del capital requiere un Estado, para su apoyo y protección tanto interior como prensa, la base material de su aparición fue el lanzamiento de los periódicos como empresas capitalistas
exterior; pero mientras sostenga el reino separado de la "sociedad civil" capitalista, este Estado no tiene iguales a las otras. Esto seguía siendo una democracia tan sólo para la burguesía, y el fraccionamiento
por qué ser dirigido personalmente por los burgueses. Y en la larga historia de la democratización, los del capital sólo ha contribuido a la creación de una democracia que incluye al resto de la población en
políticos burgueses han aprendido los muchos mecanismos que tienen a su disposición para mantener al conjunción con las otras tendencias a las que nos hemos referido anteriormente. Así, el papel decisivo
Estado en armonía con las necesidades del capital.45 en una serie de casos de una derrota militar contingente muestra que el capitalismo no desarrolla
necesariamente fuerzas suficientemente potentes como para extender la democracia alas masas.
6. Esta característica del capitalismo que acabamos de mencionar puede explicar por qué el gobierno
impersonal de una diminuta minoría es concebible bajo formas democráticas. Por qué, por ejemplo, el Democracia y capitalismo dependiente
dominio del capital es compatible con el gobierno de un partido obrero, mientras que una aristocracia
Este artículo se ha ocupado tan sólo del desarrollo de la democracia burguesa en los países
feudal no podría ser gobernada por un partido campesino. Pero una posibilidad teórica es una cosa y la
capitalistas avanzados. Para llegar a una visión global de la relación entre la democracia y el dominio
dinámica histórica es algo bien diferente. Hemos visto que la lucha de la clase obrera por el sufragio
del capital sería necesario relacionar el boceto hasta aquí trazado con análisis de la historia de la
universal y por un gobierno libremente elegido jamás fue por sí misma suficiente para imponer la
democracia burguesa en los países capitalistas subdesarrollados, así como de las fuerzas
introducción de una democracia burguesa. Esto plantea la cuestión de si existen otras tendencias
antidemocráticas presentes en el capitalismo avanzado y subdesarrollado. No obstante, si postulamos
internas del capitalismo que, bajo ciertas condiciones, puedan generar fuerzas democratizadoras
que hemos identificado correctamente las tendencias prodemocráticas esenciales del capitalismo,
distintas de la lucha de la clase obrera. Una tendencia tal se puede identificar inmediatamente. Las
podemos concluir sugiriendo tentativamente algunos factores que explican la rareza de la democracia
relaciones de producción capitalista tienden a crear una clase dominante internamente competitiva y
burguesa en los países capitalistas del tercer mundo.
pacíficamente desunida. En su desarrollo, el capital se ve dividido en varias fracciones: mercantil,
financiero, industrial, agrícola, pequeño y grande. Excepto en una situación de grave crisis o de aguda La introducción desde fuera del capitalismo ha tenido tres efectos cruciales sobre la burguesía de
amenaza por parte de un enemigo (ya sea feudal, proletario o un Estado nacional rival), las relaciones estos países. En primer 1ugar ha limitado notablemente la diferenciación interna de la clase capitalista,
de la clase burguesa no contienen un elemento unificador comparable a la legitimidad dinástica de la haciéndola en cambio grandemente dependiente un centro exterior (el factor 6 citado anteriormente).
realeza y a la jerarquía fija del feudalismo. Más aun, el desarrollo del capitalismo ha estimulado En segundo lugar, el crecimiento desigual dependiente del exterior de la producción mercantil pequeña
habitualmente la expansión la pequeña producción mercantil, en vez de tender a destruirla. Así, la y generalizada ha hecho a la base económica extremadamente frágil y vulnerable a las crisis
comercialización de la agricultura transformó a un campesinado autosuficiente en una pequeña internacionales, dejando así a las burguesías indígenas poco espacio de maniobra frente a las clases
burguesía agraria con intereses propios característicos.46 explotadas (factor 4). El frecuente entrelazamiento del modo de explotación capitalista con el feudal, el
esclavista u otros modos de explotación precapitalistas, así como la combinación del capitalismo de
En ausencia de un centro único, se requiere algún tipo de maquinaria política electiva, deliberadora y
enclave con los cultivos de subsistencia, han impedido el desarrollo del dominio impersonal del capital
representativa. Por tanto, las republicas de propietarios o las monarquías parlamentarias se
(factor 5) y de un mercado libre de trabajo, limitando notablemente, por tanto, el crecimiento del
desarrollaron en una etapa temprana de la formación de los Estados capitalistas; por ejemplo, las
movimiento obrero (factor 1) y el de una pequeña y mediana burguesía agrícola (factor 6).
45 Estos mecanismos se estudian en mi libro What Does the Ruling Class do When it Rules?, cit.

46 Noruega nos proporciona un ejemplo de tales efectos producidos por la comercialización de la agricultura. Véase O. Más aún, las luchas nacionales de los países del tercer mundo han sido libradas en una etapa de su
Osterud, "The Transformation of Scandinavian Agrarianism", Scandinavian Journal of History, 1976. pp. 201-13.
desarrollo mucho más primitiva que en Europa. Por consiguiente, o bien ha habido poca necesidad de Estado Eider constitucional en Dinamarca; en la emancipación de Noruega y Finlandia, e incluso en las
implicar a las masas populares en 1a lucha o no ha existido la misma compulsión a asumir sus luchas constitucionales en el seno del imperio de los Habsburgo. Sólo en Suecia, con su ya tradicional
demandas específicas para movilizarlas, o ambas cosas a la vez (factor 3). Tampoco, dado su estado de unidad nacional y su peculiar mezcla de Estados y Parlamentos desde el siglo XVIII, las luchas
desarrollo y su localización geográfica, han tenido estas naciones que movilizarse para el holocausto de nacionales antidinásticas y antilocalistas no fueron una componente central del naciente proceso de
la guerra industrial (factor 2). Y aquellas que han tenido que llevar a cabo una guerra popular para democratización. Pero incluso en este caso el proceso muestra una dimensión crucial de conflicto entre
obtener la libertad −lo que implica una movilización ideológica explícitamente de clase− no han elementos nacionales y no nacionales (dinásticos, extranjeros o provinciales): el absolutismo carolingio
combatido sobre una base capitalista, y subsiguientemente han adoptado una vía no capitalista de cayó bajo los golpes de la Gran Guerra del Norte, y la formación de una democracia alcanzó finalmente
desarrollo social. la madurez impacto de la situación revolucionaria exterior tras la primera guerra mundial. La antigua
nación dinástica sueca adquirió su carácter nacional-democrático esencialmente a partir de estímulos
V. DEMOCRATIZACIÓN Y LUCHA DE CLASES
externos.
En las últimas décadas, a pesar de una abrumadora evidencia prima facie de lo contrario −el fascismo
La libertad de comercio e industria creo una red de relaciones competitivas divisorias que atravesaba
europeo, las dictaduras militares del tercer mundo, etcétera−, las concepciones funcionalistas y/o
la clase dominante de los Estados unificados y soberanos. El mercado reemplazó la pirámide jerárquica
evolucionistas acerca de una relaación "normal" de correspondencia entre el dominio del capital y la
del feudalismo medieval y absolutista. Y fue en esta unidad-división del Estado nacional y del mercado
democracia burguesa han impregnado con frecuencia los análisis tanto de los autores marxistas como
donde se originó el proceso de democratización. Esto ocurrió fundamentalmente en una de dos maneras
de los no marxistas. Nuestro examen histórico del horizonte político en el que se estableció la
distintas. En algunos casos la democratización fue introducida en principio para las capas superiores de
democracia en los principales y más avanzados países capitalistas ha revelado lo inadecuado de tales
la burguesía (incluyendo a los terratenientes comercializados), que eran los únicos que tenían derecho a
argumentos e hipótesis explicativas generales.
votar y formar gobiernos parlamentarios o republicanos. Subsiguientemente otras secciones de la
No obstante, la democracia burguesa no es un mero accidente de la historia, y el capitalismo contiene burguesía y de la pequeña burguesía fueron incididas en esta estructura, con arreglo a ritmos y
una serie de tendencias que conducen hacia procesos de democratización. Así, se ha observado, modalidades enormemente variables. No obstante, donde la revolución burguesa se quedó a mitad de
frecuente y correctamente, que la democracia burguesa supone una división competitiva en el seno de camino la democratización comenzó como un compromiso constitucional entre la antigua clase
un marco básico de unidad, incluso si esta afirmación se interpreta de una manera ingenuamente dominante terrateniente −incluyendo su ápice, la dinastía− y la burguesía. Este sistema se transformó
idealista, por referencia a la ideología y las variedades de "cultura política". Pero la dinámica después en una democracia de propietarios, como en Escandinavia, los Países Bajos y Bélgica, o bien
económica y política concreta del surgimiento del capitalismo sí supone la búsqueda y el desarrollo de una forma de gobierno aún en gran medida no democrática basada en un sufragio amplio, como en
una nueva unidad dividida. Ésta aparece como la nación-Estado, liberada de las barreras y fronteras de Austria, Alemania y Japón.
la legitimidad dinástica, la dependencia feudal y la tradición provincial. El establecimiento de la
Éstas son, por supuesto, las líneas principales seguidas por el proceso, y las desviaciones específicas,
soberanía y de la unidad nacional fue el resultado de las luchas en contra del absolutismo real, de las
tales como el régimen jacobino de 1793, también han de ser tomadas en consideración. Pero si estas
dinastías extranjeras y el separatismo provincial. Esto era lo que estaba en juego en las guerras
rutas expresan adecuadamente el modelo general, como opino que ocurre, podemos llegar a la
holandesas contra España de los siglos XVI y XVII; en la revolución y guerra civil inglesas del siglo
conclusión de que la democracia burguesa, al igual que su predecesora ateniense, surgió en principio
XVII; en la declaración de independencia de Estados Unidos; en la revolución francesa 1789; en la
como una democracia para los miembros varones de la clase dominante. Sólo después de largas luchas
revolución de agosto de 1830 en Bélgica; en la unificación de Suiza, Italia, Alemania y de las colonias
se ampliaron también estos derechos a las clases dominadas y explotadas. En ocasiones la clase
canadienses, australianas y neozelandesas; en la restauración Meiji en Japón; en el establecimiento del
dominante de estos primeros regímenes era extremadamente reducida: por ejemplo, las pocas docenas propietarias ganar sus derechos democráticos; y fueron sobre todo las minorías propietarias las que
de regimentsfähige Familien (literalmente, "familias adecuadas para gobernar") de las ciudades- finalmente respondieron a las cuestiones críticas del momento y la forma, de cuándo y cómo habría de
república suizas. En ocasiones era razonablemente amplia, como en Estados Unidos, pero en todos los ser introducida la democracia. Así, el proceso de democratización se desplegó en el marco del Estado
casos quienes carecían de propiedades se veían excluidos: en Estados Unidos y en las colonias capitalista, congelándose en la forma de democracia burguesa en lugar de abrir el camino a la
británicas de Australia y de Nueva Zelanda, al igual que en las monarquías parlamentarias de Europa. revolución popular y a la transformación socialista.
Tampoco cambiaron las cosas después de que los Estados de Norteamérica lograran su independencia;
de hecho, la propiedad como tal tenía un derecho de representación, por lo cual quienes poseían una
propiedad en común recibían un voto plural a compartir.47 Los más importantes aliados de la clase obrera en la lucha por la democracia fueron los siguientes:
los ejércitos victoriosos de Estados burgueses extranjeros, la mediana y pequeña burguesía autónoma y
Dejando aparte a Suiza, donde los artesanos y los campesinos varones armados conquistaron
una sección de la propia clase dominante. El papel de estos aliados es consecuencia, por supuesto, de
derechos democráticos en una serie de violentas luchas en las décadas de 1830, 1840 y 1850, ninguno
otras contradicciones del capitalismo: rivalidad imperialista, conflictos nacionales, la contradicción
de los dos procesos fundamentales en esta primera etapa llevó al establecimiento de la democracia para
entre competencia y monopolización y los choques entre diferentes fracciones del capital. En el espacio
todos los hombres adultos, por no hablar de la totalidad de la población adulta. Con esta excepción
abierto por estas contradicciones, el peso de la clase trabajadora podía aplicarse al proceso de
parcial, por tanto, el capitalismo competitivo no ha llevado en ninguna parte a la instauración de la
democratización, incluso en ausencia de un movimiento obrero significativo. Por ejemplo, el voto de la
democracia burguesa como resultado de sus propias tendencias positivas. No obstante, un análisis
clase obrera podía ser utilizado por las organizaciones y políticos burgueses para sus propios fines,
marxista del capitalismo debe abordar básicamente las contradicciones del sistema, y ha sido el
como resulto totalmente evidente en el caso de Estados Unidos. Allí, las "maquinarias" políticas
desarrollo de la contradicción básica entre el capital y el trabajo lo que ha llevado a la democracia más
encontraron un lugar incluso para los nuevos trabajadores inmigrantes (excluidos del derecho al voto
allá de los límites deseados por la clase dominante y sus aliados. Así, la segunda etapa en la lucha por
por medio de pruebas de alfabetización, impuestos de voto y estatutos de registro), consiguiendo su
la democracia se vio conformada en gran medida por el surgimiento de la clase y el movimiento
apoyo para el sistema de clientelismo político, para una especie de capitalismo de Estado a nivel de las
obreros. Hemos visto ya cómo el modo de producción capitalista da a luz una clase explotada con una
ciudades. Estas maquinarias eran utilizadas normalmente por fracciones de la burguesía distintas del
capacidad de oposición organizada muy superior a la de cualquier otra anterior. De hecho, el
gran capital establecido.
movimiento obrero lucho en casi todas partes no sólo por mayores salarios y mejores condiciones de
trabajo, sino también por la democracia política, ya fuera como un fin en sí misma (los cartitas Explicación de las dos paradojas
británicos o el movimiento sindicalista australiano y neozelandes) o como parte integrante de la lucha
Estamos ahora en posición de enfrentarnos a las dos paradojas con las que empezamos. Para los
por el socialismo (los partidos de la II Internacional).
marxistas, debemos recordar, el problema consistía en explicar como una diminuta minoría social ha
No obstante, el movimiento de la clase obrera no fue capaz en lugar alguno de lograr la democracia llegado a gobernar bajo formas predominantemente democráticas; mientras que para el pensamiento
por sus propios medios y sin ayuda. Esto dice mucho acerca de la fuerza del dominio burgués. Desde liberal burgués parecía un misterio insoluble que los clásicos liberales estuvieran convencidos de la
los cartistas en la década de 1840 hasta los socialdemócratas belgas inmediatamente antes y los incompatibilidad entre el capitalismo y la democracia, mientras que la opinión burguesa
trabajadores japoneses inmediatamente después de la primera guerra mundial, tales intentos siempre contemporánea mantiene que sólo el capitalismo es compatible con la democracia.
dieron como resultado la derrota. Sólo con la ayuda de aliados exteriores pudieron las masas no
La solución al problema marxista queda ya bastante clara. La democracia burguesa ha sido
47 La obra Political Representation in England and the Origins of the American Republic, de J. R. Pole, Londres, 1966, es
establecida siempre y en todas partes mediante la lucha contra (fracciones hegemónicas de) la
un estudio sólido e interesante de la aparición del derecho individual a la representación política.
burguesía, pero a través de medios y canales políticos proporcionados por el Estado capitalista. Más gobierno puramente electivo ha sido resistido en ocasiones hasta la llegada de la revolución (Francia en
aún, cuando se ha visto amenazado o destruido el movimiento obrero ha renovado la lucha contra la 1830) y la derrota militar (Francia en 1871, Austria, Alemania, Japón), pero en otros casos ha adoptado
fracción hegemónica de la clase dominante (como en el caso de Austria, Finlandia, Francia, Alemania e la forma de una evolución muy gradual de prácticas parlamentarias no constitucionales (Gran Bretaña y
Italia). Así, aunque la democracia burguesa es igual a gobierno democrático más dominio del capital, sus dominios, Escandinava, Bélgica, los Países Bajos). La monarquía se ha transformado en todas
su componente democrático ha sido logrado y defendido contra la burguesía. partes en un símbolo sin poder. Las prácticas corruptas y la intimidación por el Estado también fueron
eliminadas del proceso electoral de una manera bastante poco dramática, aunque desigual. No obstante,
La paradoja burguesa queda resuelta cuando captamos una característica del proceso a la que
la inclusión de diversas categorías sociales en la "nación legal" ha sido generalmente objeto de fieras y
naturalmente el liberalismo clásico presto escasa atención. La democracia no surgió de las tendencias
prolongadas luchas constitucionales.
positivas del capitalismo ni por un accidente histórico, sino de las contradicciones del capitalismo. La
democracia burguesa ha sido viable tan sólo a causa de la elasticidad y la capacidad de expansión del Criterios de exclusión del sufragio
capitalismo, que fueron grandemente subestimadas tanto por los liberales clásicos como por los
Los principales criterios de exclusión han sido clasistas (definidos con mayor o menor crudeza por la
marxistas.
propiedad, los ingresos, la ocupación o el alfabetismo), sexistas, étnicos y de opinión. Aquí hay un
Deberíamos recordar que las democracias forman parte de un universo de Estados burgueses mucho interesante esquema secuencial. Originalmente, el criterio más importante era el de la clase, pero el
más amplio. Por referencia a las dos dimensiones fundamentales −modo de representación nacional e sexo y la raza han resultado ser mucho más irreductibles, y la opinión ha tendido a adquirir cada vez
inclusión de la población adulta en el proceso político− hemos distinguido cuatro tipos básicos de mayor significación. Las primeras batallas constitucionales fueron llevadas a cabo habitualmente por
régimen burgués: democracia, exclusivismos democráticos y autoritarios y dictaduras. En los diecisiete miembros varones de la misma procedencia étnica acerca de la inclusión de determinados grupos
países que estamos analizando las dictaduras son un fenómeno reciente, del siglo xx, aunque el término socioeconómicos. Pero a partir de la primera guerra mundial (y de la introducción del sufragio para los
podría ser aplicable al primer periodo de gobierno de Napoleón III. El proceso de democratización varones en Japón en 1925) los ejemplos escandalosos de discriminación clasista han sido relativamente
partió de exclusivismos autoritarios o democráticos, y en ambos casos ha dado lugar tanto a infrecuentes: ciertos estados norteamericanos continuaron empleando exigencias de registro, impuestos
democracias como a dictaduras. Tanto la monarquía parlamentaria democrática exclusivista de Italia de voto y pruebas de alfabetismo que tuvieron un cierto papel en las elecciones federales hasta 1970; y
como la autoritaria exclusivista de Alemania (vía Weimar) llevaron al fascismo. El exclusivismo dos de los primeros Estados industriales −Gran Bretaña y Bélgica− han retenido, respectivamente, una
autoritario de Escandinavia y los Países Bajos los condujo a través del exclusivismo democrático a la Cámara de los Lores prácticamente impotente y criterios de clase para la elegibilidad al Senado.
democracia, y el de Japón y Austria a la dictadura. En este último caso, tras quince años de democracia.
Ha sido sobre todo la fuerza y la capacidad de lucha de la clase obrera lo que ha hecho difícil y
Por tanto, parece haber poco contenido en cualquier concepción estrictamente evolucionista del
excesivamente oneroso el mantenimiento de criterios de exclusión basados en la procedencia de clase.
proceso de democratización. El hecho de que nuestros diecisiete Estados sean actualmente democracias
No obstante, la experiencia norteamericana muestra que los grupos más pequeños o más débilmente
puede atribuirse en gran medida a las dos guerras mundiales: en 1939, por tomar otra fecha, sólo una
organizados pueden ser excluidos con bastante facilidad de la participación en la política democrática
minoría de ocho disfrutaba de regímenes democráticos, y en uno de ellos (Canadá) la descripción
del capitalismo avanzado. Éste parece ser también un factor de importancia en la obstinación de las
requiere ciertas salvedades.
exclusiones sexistas y racistas. De hecho, la lucha contra el sexismo y el racismo se ha visto afectada
La lucha histórica por la democracia ha estado dirigida principalmente contra diversas formas de por los mismos problemas generales que la lucha contra la abierta discriminación de clase. La clase
exclusión. Las dictaduras han tendido a aparecer recientemente y, excepto en el caso de Japón, sólo tras dominante se ha opuesto casi invariablemente a la inclusión de las minorías étnicas y de la mitad
un periodo de democracia o de avances democráticos sustanciales. El desarrollo de un modo de femenina de la población, y ninguna de éstas ha tenido el peso suficiente como para imponer sus
exigencias sin la ayuda de aliados exteriores. La utilización de las minorías étnicas pobres como mano oeste de Estados Unidos las mujeres obtuvieron el voto por referéndums de varones ya a finales del
de obra barata y esquiroles ha dejado a menudo a estos grupos prácticamente sin ningún apoyo. Por siglo XIX y comienzos del xx.50 La referencia a factores ideológicos, tales como la religión caatólica o
ejemplo, el primer punto de la plataforma de lucha de la conferencia de 1905 del partido laborista de el "machismo" latino, resulta igualmente insatisfactoria. ¿Por qué la Austria cató1ica concedió a las
48
Australia pedía el "mantenimiento de una Australia blanca". En el sur de Estados Unidos los negros mujeres el voto cincuenta años antes que la Suiza predominantemente protestante, y treinta años antes
fueron abandonados por los abolicionistas, y sólo pudieron encontrar aliados militantes con las que la cató1ica Bélgica? ¿Y cómo es que las primeras rupturas en Suiza se produjeron en los cantones
rebeliones de los guetos en el norte y la aparición de los movimientos estudiantiles y antibélicos en los francoparlantes de Vaud, Ginebra y Neuchâtel?
años sesenta: fueron estas fuerzas las que finalmente contribuyeron a forzar al gobierno federal a
movilizarse contra la muy debilitada oligarquía sureña de plantadores. La exclusión racista puede
operar también de formas más sutiles que en Estados Unidos. Así, se podría argumentar que incluso
actualmente Suiza no debería ser considerada una democracia, porque la burguesía suiza ha dependido
enormemente de la fuerza de trabajo inmigrante desde principios de siglo. Y a estos inmigrantes se les
ha negado todo derecho político. Más en general, a partir de los años sesenta la importación masiva a
Europa occidental de trabajadores extranjeros sin derechos de representación política ha supuesto una
privación de facto del derecho de sufragio de una importante minoría de la clase trabajadora europea.

El sufragio femenino

Mientras que la exclusión de las minorías étnicas pobres y degradadas ha sido aplicada con vigor
generalizado, en la cuestión del sufragio femenino existen amplias discrepancias: en Nueva Zelanda las
mujeres recibieron el derecho al voto en 1893; en Suiza carecieron de él hasta 1971; en el sur de
Estados Unidos las mujeres blancas obtuvieron el derecho a votar cincuenta años antes que los varones
negros, pero en Finlandia ambos sexos obtuvieron el derecho simultáneamente en 1906; en Francia
ciento cincuenta años y en Suiza más de ciento veinte separaron la primera adopción del sufragio CRONOLOGÍA DEL DERECHO DE LAS MUJERES AL VOTO

universal masculino del derecho efectivo al voto de las mujeres, mientras que en otros países la Una explicación economicista en términos de la proporción de mujeres trabajadoras tampoco nos
diferencia fue mucho menor. La dinámica del derecho al voto de las mujeres sigue siendo un territorio lleva demasiado lejos.
en gran medida inexplorado, que requiere una investigación especial. Aquí sólo podemos ofrecer unas
Tal vez sea más significativa la tesis del "valor de escasez" de las mujeres. Es desde luego interesante
pocas sugerencias. En primer lugar deberíamos tomar precauciones para no caer en algunas
señalar que el sufragio femenino se introdujo en primer lugar en territorios recientemente colonizados
explicaciones simplistas bastante comunes. Los referéndums constitucionales de varones en Suiza
en los que las mujeres eran muy pocas en comparación con los hombres. Las mujeres habían obtenido
retrasaron sin duda el logro del sufragio femenino después de que la mayor parte de los políticos ya
49 el derecho al voto en 1900 en Wyoming, Colorado, Utah e Idaho, y en vísperas de la primera guerra
habían sido convencidos; pero esto por sí mismo no resuelve la cuestión. En una serie de estados del

48 Cole, op. Cit., p. 876


50 Ciertamente, hubo más derrotas que victorias: 32 a 9 entre 1869 y 1916. Véase A. Kradilor, The Ideas of the Woman
49 Esto es lo que se sostiene en Die Wahl der Parlamente, pp. 112 ss., entre otros trabajos. Suffrage Movement 1890-1920, Nueva York, 1966. p. 5.
mundial en otros siete estados, todos ellos al oeste del Mississipi. 51 Las mujeres de Nueva Zelanda rebelión masiva de la clase trabajadora. Y en Suiza, la huelga general de 1918, derrotada mediante la
obtuvieron el derecho al voto en 1893. Siguiendo el ejemplo de las colonias más remotas del sur de totalidad de la fuerza militar del Estado, incluía los derechos de la mujer en una lista de exigencias
Australia (1894) y de Australia occidental (1899), la Commonwealth Franchise de 1903 adoptó el democráticas y sociales (pero no socialistas).58
52
sufragio femenino en todo el territorio australiano. También en Canadá el proceso comenzó durante la
primera guerra mundial en las nuevas provincias llaneras de Manitoba, Saskatchewan, y Alberta. 53
James Bryce señaló ya en su estudio clásico The American Commonwealth que en los primeros cuatro
estados norteamericanos que otorgaron el voto a la mujer había un total de 589 000 hombres frente a
482 000 mujeres.54 En 1891 en la totalidad de Australia (es decir, incluyendo las más populosas
colonias de Victoria y New South Wales) la proporción hombres/mujeres eran de 1 a 2 en las edades
comprendidas entre los quince y los sesenta y cuatro años.55

Aunque la explicación por medio del "valor de escasez" encaja con la importancia del incremento de
demanda, en tiempo de guerra, de mano de obra femenina, la correlación puede ser accidental; 56 en
cualquier caso tiene poca utilidad para explicar posteriores variaciones. Probablemente sea más
fructífero investigar en el campo de las fuerzas políticas la fuerza relativa de los enemigos y partidarios
del sufragio femenino. En cuanto a los enemigos, la burguesía de las nuevas colonias no estaba
firmemente atrincherada y tuvo que aceptar el sufragio masculino también en fecha muy temprana.
Había dos aliados importantes. Uno era el movimiento obrero, que como hemos señalado tuvo pronto
una fuerza considerable en Australia y Nueva Zelanda. La organización militante inglesa por el
sufragio −la Women's Social and Political Union− estuvo al principio íntimamente ligada al
Independent Labour Party.57 En Finlandia, el sufragio universal fue conseguido en 1906 tras una
51 Ibid., p. 321

52 Crowley, op. cit., p. 241. PORCENTAJE DE MUJERES DENTRO DE LA POBLACIÓN FEMENINA TOTAL (CA. 1930)*
53 H. Clodie, Canadian Government and Politics. Toronto, 1944, p. 102. (EXCLUYENDO TRABAJADORAS FAMILIARES SIN INGRESOS)

54 J. Bryce, The American Commonwealth, Nueva York, 1911, vol. II, p. 687.
FUENTE: Yearbook of Labour Statistics, vol. 2, Ginebra, 1937, para las columnas 1 y 2.
55 N. G. Butlin, "Some Perspectives of Australian Economic Deevelopment, 1890-1965", en C. Forster, comp., Australian
Economic Development in the Twentieth Century, Londres y Sydney, 1970, p. 274. * Dado que los datos han sido extraídos de los censos nacionales, debemos ser precavidos con respecto

56 Esta correlación no se aplica en absoluto en el caso de Utah, que tenía una distribución por sexos prácticamente igualada.
Véase A. Grimes, The Puritan Ethic and Women Sufrage, Nueva York, 1967. p. xi.
58 E. Hastad, Regeringssattet i den schweiziska demokratin, Uppsala y Estocolmo, 1963, p. 262n. Este tratado sueco de 700
57 A. Raeburn, The Militant Suffragettes (edición sueca), Estocolmo, 1976, p. 11. Las mujeres norteamericanas no sólo páginas sobre el gobierno democrático suizo resulta representativo de la generalizada indulgencia hacia el sexismo suizo.
gozaban del apoyo de los pequeños movimientos socialistas; sino también del de Gompers y la AFL (véase D. Morgan, Así, mientras que aborda las ceremonias y festividades que habitualmente acompañan a las elecciones, no contiene
Suffragists and Democrats, East Lansing, 1972). Morgan ha escrito también una monografía acerca de la relación discusión alguna sobre las razones de la exclusión de las mujeres. El escritor suizo contemporáneo Gruner manifiesta
contradictoria entre el partido liberal británico y el movimiento de mujeres: Suffragists and Liberals, Oxford, 1975. también la misma falta de preocupación.
a su comparabilidad. Así, se ven afectados por la inclusión de ayudas familiares (la cifra japonesa Pero ¿cómo podríamos explicar la intransigencia sexista en Francia, Bélgica, Italia y Suiza?
parece sospechosamente elevada), por la estructura de edades, por la frecuencia de matrimonio (a su
La noción corriente de que las mujeres eran más conservadoras que los trabajadores varones,
vez en gran medida efecto de la proporción hombres/mujeres) y por la estructura económica: un
prácticamente nunca llevo a los dirigentes políticos de la derecha a superar sus prejuicios sexistas, en la
elevado nivel de granjas lecheras, de cultivos de arroz y de industrias intensivas en mano de obra
forma en que Bismarck se tragó su hostilidad frente al voto de la clase obrera.61 No obstante, en
tendría como resultado proporciones más elevadas. Los porcentajes relativamente bajos del Nuevo
algunos países esta evaluación del posible efecto del sufragio femenino pesó mucho en las
Mundo parecen en parte debidos a la escasez de mujeres disponibles para los trabajos, domésticos en
consideraciones de una considerable parte de la burguesía y la pequeña burguesía progresistas. Una
las colonias agrícolas. No obstante, y con estas reservas en mente la tabla demuestra que no existe
característica común a Bélgica, Italia, Francia y Suiza es la larga y amarga lucha entre el radicalismo
relación significativa entre el empleo remunerado y el derecho al sufragio de la mujer. Si tomamos en
anticlerical burgués y pequeñoburgués y una Iglesia católica vinculada a los terratenientes y a la
cuenta las diferentes ramas de empleo femenino, con sus diferentes grados de libertad social, esta
derecha burguesa. Dado que se suponía que las mujeres estaban más sujetas a la influencia de los
ausencia de relación resulta aún más llamativa. Así, las cifras que aparecen en la tabla para Noruega
sacerdotes, los liberales y los radicales se sentían poco inclinados a presionar a favor de los derechos
(derecho al voto concedido en 1913) y Suiza (971) son, respectivamente, del 22 y el 29%. Pero cuando
políticos de las mujeres. En Bélgica, en 1919, los conservadores católicos solicitaron el sufragio
restamos las mujeres empleadas en el trabajo doméstico las cifras caen a un 13 y un 23%.
femenino, y éste fue bloqueado por los liberales y los socialdemócratas. Hasta el cataclismo de la
** La cifra bruta es de un 41%, pero la proporción insólitamente elevada de empresarias y empleadas segunda guerra mundial, los derechos de la mujer parecen haber sido sacrificados en el altar del
agrícolas parece indicar que se incluyen las esposas de los granjeros. La cifra corregida presupone que anticlericalismo.62
el porcentaje de mujeres granjeras fuera el mismo que en Alemania, lo que posiblemente sea
Prohibiciones políticas
subestimarlo más que sobreestimarlo.
El cuarto criterio de exclusión −opiniones inaceptables− es en gran medida un fenómeno del siglo xx.
*** La cifra del censo francés incluía a las esposas que ayudaban en las empresas de sus maridos. El
Las valoraciones acerca de la legitimidad de los diversos partidos no entraron inicialmente en las
cálculo arriba citado asume la misma proporción de empresarias que en Alemania.
concepciones constitucionales liberales, sino que comenzaron a desarrollarse en Gran Bretaña a finales
Este movimiento social en Suiza, en el que la clase trabajadora permaneció aislada, plantea también
61 Una excepción parcial fueron los colonos mormones de Utah, patriarcales y polígamos, que concedieron a sus mujeres el
concretamente la cuestión de los aliados burgueses y pequeñoburgueses. El sufragio femenino no fue voto para contrarrestar las criticas exteriores y para alejar a los no creyentes, en particular a los jóvenes mineros solteros que
una de las concesiones socioeconómicas hechas por el gobierno tras la aniquilación de la huelga. Por llegaban a bordo de la vía férrea transcontinental. Véase Grimes, op. cit., cap. II

contraste, los populistas, con base en la pequeña y media burguesía, resultaron ser aliados cruciales en 62 Para Francia véase M. Duverger, Droit constitutionnel et institutions politiques. Paris, 1959, vol. I, p. 87. No obstante,
59 Duverger acepta sin reservas la explicación del caso suizo por la institución del referéndum para varones. Campbell, op. cit.,
el oeste de Estados Unidos, al igual que los liberales en Australia, Nueva Zelanda y Noruega, y los p. 102. Los liberales belgas se opusieron obstinadamente al voto femenino en las elecciones municipales, aceptaron
prohibicionistas en Nueva Zelanda y Estados Unidos.60 La extrema debilidad de estas clases en Japón posponerlo en las nacionales (Höjer, op. cit., pp. 95-96). Una visión de los acontecimientos suizos hasta 1958 aparece en
dos artículos de la Revue Fraruçaise de Science Politique: A. Quinche, “Le suffrage féminin en Suisse"; J.-F. Aubert, “Le
hace posible comprender el carácter tardío y externamente inducido del proceso de democratización. suffrage féminin en Suisse", en los vols. 4 y 8 (1954, 1958), respectivamente, así como en el informe oficial del Consejo
59 Bryce, op. cit., vol. II, p. 604. Federal acerca del sufragio femenino: Bundesblatt, vol. 109, 10, Berna, 1957. Según este último, la población femenina del
cantón de Berna obtuvo un sufragio restringido durante el movimiento radical de la década de 1830, pero se vio desposeída
60 La necesidad de aliados y el papel crucial del populismo rural y del proletariado agrícola (que en un principio de él por el gobierno cantonal en 1887 (p. 691). Los Keessing's Contemporary Archives contienen informes sobre los
determinaron en gran medida la fuerza del movimiento obrero) explican el hecho tal vez sorprendente de que los primeros referéndums de 1959 y de 1971 y la decisión parlamentaria de 1971. Los últimos baluartes del sexismo suizo parecen haber
avances hacia el logro del derecho al sufragio de la mujer no se produjeran en los centros políticos, culturales e industriales sido los pequeños cantones católicos rurales germanoparlantes, mientras que el Zurich protestante y la católica Lucerna
del mundo (como Londres, Manchester, París, Berlín, Roma, Milán, Nueva York, Chicago, Montreal, Melbourne 0 Sidney), fueron de importancia decisiva en 1971. Mi hipótesis acerca del papel del anticlericalismo burgués encuentra poca
sino en áreas rurales periféricas, como Nueva Zelanda, el sur y el oeste de Australia, el oeste de Estados Unidos y Canadá, confirmación directa en los estudios citados: se diría que donde el anticlericalismo es una corriente proletaria antes que
Finlandia y Noruega. burguesa no plantea obstáculo alguno al logro de los derechos de la mujer.
del siglo XVIII y en Norteamérica a comienzos del siglo XIX, y fueron absorbidas en el imperio de los
Habsburgo, en el de los Hohenzollern y en el japonés.63 La revolución francesa y la Comuna de Paris
produjeron oleadas de pánico y represión entre las clases dominantes de una serie de países. No
obstante, en el siglo XIX la discriminación política se vio a grandes rasgos subsumida en las
exclusiones de clase. Resulta notable que en ninguno de estos países fueran puestos fuera de la ley, los
partidos de la II Internacional. (Bismarck prohibió el SPD en la década de 1880, pero el partido podía
aún presentar candidatos.)

Por contraste, en este siglo los Estado burgueses han recurrido frecuentemente a la exclusión política
explicita. La totalidad del movimiento político obrero fue suprimida en Austria, Alemania, Italia y
Japón, y en varias ocasiones los partidos comunistas han sido prohibidos en Canadá, Finlandia, Francia,
Alemania Federal y Suiza. En Estados Unidos el partido se vio virtualmente forzado a la clandestinidad
en los años cincuenta (no fue proscrito legalmente, pero el efecto fue similar, dado que tuvo que
registrarse como agencia de un Estado extranjero, bajo pena de encarcelamiento). En Austria una
mayoría parlamentaria intento imponer la prohibición del partido comunista en 1951, pero la tentativa
fue derrotada, en primer lugar, por un dictamen del Tribunal Supremo y, posteriormente, por un
referéndum. En resumen podemos decir que la prohibición política ha remplazado a la prohibición
clasista como medio más eficiente de enfrentarse con la amenaza planteada por la clase obrera o por
una parte de ella. Esto nos lleva directamente a ulteriores e importantes áreas de investigación:
mecanismos de contención de la clase obrera, desarrollo de los aparatos represivos y ascenso de las
fuerzas antidemocráticas. Pero nuestra contribución actual al análisis del establecimiento de la
democracia burguesa termina aquí.

[Tomado de En Teoría 1, abril-junio de 1979.]

63 G. Ionescu e I. de Madariaga. Opposition, Harmondsworth. 1972, cap. II.


revista de ciencia pOLítica / volumen 30 / Nº 3 / 2010 / 573 – 597 gerardo l. munck

Los orígenes y la durabilidad de la democracia La opción entre democracia y sus alternativas ha sido un eje central de los conflictos
políticos en Latinoamérica desde los comienzos del siglo XX. Un preludio indispensable
en América Latina: Avances y retos
de estos conflictos fue el proceso de formación del Estado, que ocupó el centro de la
de una agenda de investigación escena de la vida política luego de la consecución de la independencia de los países
The Origins and Durability of Democracy in Latin America: latinoamericanos hace aproximadamente 200 años. Pero, en la medida que el proceso
de formación del Estado generó un centro de poder político reconocido y por lo tanto
Advances and Challenges of a Research Agenda
una semblanza del orden político, la lucha entre fuerzas a favor y en contra de someter

Artículos
el poder político al control democrático ganó centralidad.
C iencia La historia de la lucha por la democracia en América Latina es relativamente extensa y
PolíticA
GERARDO L. MUNCK* variada. Las muestras más palpables de esta lucha fueron las olas de democratización
Colegio de Relaciones Internacionales, Universidad del Sur de California y desdemocratización, esto es, las fluctuaciones hacia y desde la democracia, que
barrieron la región luego de la Segunda Guerra Mundial, y que involucraron un período
largo de autoritarismo duro en las décadas de 1960 y 1970 y las transiciones hacia la
RESUMEN democracia en las décadas de 1980 y 1990. A partir de entonces, se abrió una nueva y
Este artículo ofrece una visión general de la literatura sobre la lucha por la democracia extremadamente positiva fase en la vida política de la región. Los temores de una vuelta
en América Latina. Después de introducir la agenda de investigación sobre regímenes al autoritarismo resultaron ser injustificados y gradualmente la democracia asumió el
políticos y democracia en América Latina, se enfoca en los debates teóricos acerca estatus de norma regional. En efecto, un hecho inequívoco en la política latinoamericana
del origen y la durabilidad de la democracia, y discute las principales ideas y
críticas teóricas así como los hallazgos de la investigación empírica. La discusión
en el siglo XXI es que nunca antes tantos países de la región habían sido democráticos
está organizada en torno a cinco líneas de investigación, sobre la modernización por tan largo tiempo.
económica, la cultura, el desarrollo capitalista y las clases sociales, las coyunturas
críticas, y lo político-institucional. Las fronteras de la investigación sobre democracia
Sería un error, no obstante, asumir que la lucha por la democracia puede ser tomada como
en América Latina son también abordadas. un asunto concluido. Los análisis de la política en América Latina en el siglo XXI pueden
Palabras clave: Democracia, regímenes políticos, América Latina. legítimamente abordar el funcionamiento de la democracia, como ha sido habitual en el
estudio de las democracias establecidas en los países ricos. Pero la política contemporánea
en América Latina no puede ser reducida a conflictos que se encauzan en su totalidad
ABSTRACT
dentro de las reglas institucionales de la democracia, como si los conflictos en torno a
This article offers an overview of the scholarship on the struggle over democracy in Latin
esas reglas hubieran dejado de ser relevantes. Más bien, como insisten observadores
America. After introducing the research agenda on political regimes and democracy in Latin
America, it focuses on the main explanatory theories and debates about the origins and durability agudos de la actualidad política de América Latina, la lucha por la democracia continúa
of democracy, and discusses theoretical ideas and critiques as well as the findings of empirical latente bajo la superficie y ocasionalmente estalla en conflictos políticos abiertos. En
research. The discussion is organized around five lines of research, on economic modernization,
otras palabras, la historia de la democracia continúa desarrollándose.
culture, capitalist development and class, critical junctures, and the political-institutional.
The frontiers of research on democracy in Latin America are also addressed. Con el fin de evaluar qué hemos aprendido acerca de la democracia en América Latina
Key words: Democracy, political regimes, Latin America. y de orientar las investigaciones futuras, este artículo ofrece una visión general de los
estudios que se han ocupado de la lucha por la democracia en América Latina. La primera
sección sitúa el estudio de la política en América Latina dentro del campo más amplio
de la política comparada, traza los orígenes de una agenda de investigación enfocada en
los regímenes políticos y la democracia en América Latina, y resalta las características
clave de esta agenda.
La segunda y más extensa sección se enfoca en los debates teóricos sobre el origen y la
durabilidad de la democracia, entendida como un tipo de régimen político. La discusión
está organizada en torno a cinco líneas de investigación, sobre la modernización
económica, la cultura, el desarrollo capitalista y las clases sociales, las coyunturas críticas,
y lo político-institucional. Bajo estos cinco encabezamientos, se discuten las principales
* Agradezco a Mariano Bertucci, Sebastián Mazzuca, Richard Snyder y dos revisores anónimos por sus muy ideas y críticas teóricas, y se resumen los hallazgos de la investigación empírica.
útiles sugerencias. La traducción al castellano fue hecha por Claudia Luera.

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LOS ORÍGENES Y LA DURABILIDAD DE LA DEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA:… gerardo l. munck

Por último, la tercera sección considera las fronteras de la investigación actual sobre la alternativa a la perspectiva de la política latinoamericana que ofrecía la literatura de
democracia en América Latina. Se resaltan algunos retos relacionados con preguntas la modernización.
viejas ligadas a una definición minimalista de la democracia. Además, se especifican Las diferencias entre la teoría de la modernización y sus alternativas eran muy notables.3
preguntas nuevas que conciernen a otros aspectos de la democracia. En breve, este Gran parte de la literatura de la modernización sobre América Latina consistía en
artículo se centra en la agenda de investigación sobre regímenes políticos y democracia aplicaciones del marco estructural-funcional desarrollado por Gabriel Almond sin
en América Latina y, por medio de una evaluación comprensiva de la literatura, identifica conocimiento previo de América Latina (Almond y Coleman, 1960), o análisis que,
los avances y retos más significativos de esta agenda de investigación. siguiendo a Seymour Lipset (1959a), un autor que era conocedor de América Latina,
asumían acríticamente que la modernización económica se despliega de la misma manera
1. REGÍMENES Y DEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA: UNA AGENDA DE y con las mismas consecuencias políticas en todo el mundo. Por el contrario, Gino
INVESTIGACIÓN Germani (1962) ofreció una conceptualización que llamó la atención sobre el modelo
específico de política que estaba asociado con el proceso de desarrollo económico de
La política en los países de América Latina fue raramente estudiada en la política las sociedades latinoamericanas. Y teóricos de la dependencia como Fernando Cardoso
comparada, el campo académico dentro de la ciencia política dedicado al estudio de y Enzo Faletto (1969) hacían hincapié en cómo la posición diferente dentro del sistema
la política alrededor del mundo, durante el período fundacional de este campo en la económico internacional de los países latinoamericanos, en comparación con los EE.UU.
primera parte del siglo XX.1 Esto puede verse claramente en las obras clásicas de la y Europa Occidental, llevó a un modelo diferente de desarrollo en América Latina y
política comparada de los años 1920 y 1930, como lo son Democracias modernas de James cómo este modelo diferente de desarrollo estaba asociado a una política diferente. En
Bryce (1921), Teoría y práctica del gobierno moderno de Herman Finer (1932), y Gobierno resumen, durante los años 1950 y 1960 se dio un interesante debate, en el cual los autores
constitucional y política de Carl Friedrich (1937). Estos textos se enfocaron invariablemente latinoamericanos pusieron en tela de juicio la ortodoxia de la teoría de la modernización
en los Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y Alemania, en algunos casos con miradas y ofrecieron sus propias conceptualizaciones y teorizaciones. Y este debate contribuyó a
de reojo hacia Canadá y Australia y una referencia ocasional a Rusia. Por el contrario, transformar la política comparada en los EE.UU. de un asunto parroquial a una empresa
aun en el trabajo de Bryce, uno de los pocos autores establecidos que había viajado a de alcance mundial y a impulsar el estudio de la política latinoamericana.
América del Sur, los veinte países de América Latina eran objeto de un análisis muy El despegue real del estudio de la política latinoamericana, que la estableció firmemente
breve –estos países reciben atención en 21 páginas de una obra de 1.117 páginas (Bryce, como parte de la política comparada, se produjo sin embargo en la década de 1970, en
1921: Vol. 1, Cap. 17)– que los presentaba esencialmente como casos contrastantes, es gran parte impulsado por el análisis del quiebre de la democracia en América del Sur
decir, como casos en que las condiciones para la democracia encontradas en los casos del politólogo argentino entrenado en Yale Guillermo O’Donnell (1973).4 El trabajo
más conocidos estaban ausentes (Bryce, 1921: Vol. 1, 188). Antes de la Segunda Guerra de O’Donnell provocó un animado intercambio entre los autores estadounidenses
Mundial, el estudio de la política comparada era un asunto bastante parroquial. que estudiaban América Latina y autores latinoamericanos (Collier, 1979), dando un
El estatus del estudio de la política latinoamericana, y el alcance empírico de la política ejemplo de colaboración académica entre el Norte y el Sur que transformó la manera en
comparada, cambiaron considerablemente como resultado de la nueva literatura sobre que el conocimiento de la política latinoamericana era producido. Además, el trabajo
la modernización y la dependencia en las décadas de 1950 y 1960. La literatura de la de O’Donnell y la discusión al respecto fue fundamental, ya que dio impulso a una
modernización incorporó a América Latina, así como a Asia y África, a los debates nueva agenda de investigación centrada en los regímenes políticos y la democracia en
generales de política comparada. Y, en un quiebre aun más significativo con respecto América Latina que ha sido mantenida durante las últimas cuatro décadas.
de los patrones anteriores, el pensamiento sobre América Latina durante este período Esta agenda de investigación ha abordado varias cuestiones y ha sido avanzada por las
comenzó a ser influenciado por autores que vivían en la región –estos autores eran contribuciones de un gran número de estudiosos. Por lo tanto, es difícil de caracterizar.
principalmente sociólogos, ya que en ese tiempo la ciencia política era prácticamente Pero, como punto de entrada a este programa de investigación, tres rasgos merecen ser
inexistente en América Latina2– que tenían un conocimiento más cercano de la política destacados.5 En primer lugar, una preocupación central de este programa de investigación
de América Latina que sus homólogos de EE.UU., y que desarrollaron una visión ha sido la comprensión de la situación cambiante de la política en América Latina en

1 Para reseñas generales en el ámbito de la política comparativa, un campo que tomó cuerpo primero en los 3 Para una reseña general de la literatura de la modernización y la dependencia sobre América Latina, véase
Estados Unidos, véase Eckstein (1963) y Munck (2009); sobre el estudio de la política latinoamericana, véase Valenzuela y Valenzuela (1978).
Valenzuela (1988) y Drake y Hilbink (2003). 4 Sobre la importancia de este trabajo de O’Donnell y el carácter decisivo del debate que generó, véase
Touraine
2 Acerca de la institucionalización relativamente tardía de la ciencia política en América Latina, véase Altman (1987: 4-12).
(2006) y Huneeus (2006). 5 Para una caracterización más detallada de esta agenda, véase Munck (2007a).

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LOS ORÍGENES Y LA DURABILIDAD DE LA DEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA:… gerardo l. munck

sus propios términos. A grandes rasgos, esta agenda de investigación se ha centrado en 2. TEORÍAS EXPLICATIVAS SOBRE REGÍMENES Y DEMOCRACIA: IDEAS,
el quiebre de la democracia durante la década de 1970, la transición a la democracia en DEBATES Y HALLAZGOS
la década de 1980, la consolidación de la democracia en la década de 1990, y la calidad
de la democracia en la década de 2000. Esto es, la motivación central de esta agenda Las principales teorías explicativas en la literatura sobre regímenes y democracia en
de investigación ha sido la comprensión de la realidad política latinoamericana y las América Latina se han centrado en dos preguntas que están estrechamente relacionadas
formas más sobresalientes que ha tomado la cuestión de la democracia en la región pero que es útil considerar por separado: 1) ¿Cuáles son las condiciones para una transición
durante las últimas décadas. de alguna forma de autoritarismo a la democracia? y 2) ¿Cuáles son los factores que
explican la durabilidad de la democracia? Y, es importante notar que el florecimiento de
En segundo lugar, aunque los estudiosos que han trabajado sobre esta agenda han
debates acerca de estas dos preguntas ha sido posible porque, a pesar de que la cuestión
mostrado una preocupación constante en relación a los problemas de la conceptualización
de cómo definir la democracia sigue siendo materia de mucha discusión, el consenso
y han participado en debates conceptuales –un aspecto particularmente sobresaliente
amplio de que la democracia es, al menos, un tipo de régimen en el cual el acceso a los
de la investigación actual sobre la calidad de la democracia–, también han logrado
más altos cargos públicos en un país se caracteriza por el sufragio masivo y la competencia
desarrollar un acuerdo considerable acerca de muchas cuestiones conceptuales
electoral ha ofrecido un punto de referencia ampliamente compartido. En otras palabras,
básicas. En concreto, en lugar de tomar las dimensiones macro de la política como
es fundamental tener en cuenta que el consenso en relación a un concepto básico para
constantes y centrarse sólo en las variaciones dentro de un determinado régimen o
esta agenda de investigación ha servido como un ancla conceptual suficientemente
dentro de las democracias, como es común en gran parte de la política comparada,
sólida para una serie de debates muy fértiles sobre teorías explicativas.
estos investigadores comparten un interés en variaciones al nivel macro relacionadas
a los regímenes políticos y la democraticidad de los países latinoamericanos. Aún De todas formas, aun cuando la democracia es definida en términos minimalistas, no es
más, estos investigadores han convergido en gran parte en una conceptualización de un asunto simple proveer una evaluación comprensiva de los debates sobre la democracia.
los regímenes políticos en términos de los procedimientos que regulan el acceso a los Las teorías explicativas varían en función de su objetivo, algunas teniendo por objeto
más altos cargos políticos en un país y de la democracia como, al menos, un tipo de ofrecer una respuesta tanto a la cuestión de los orígenes como de la durabilidad de la
régimen caracterizado por el sufragio masivo y la competencia electoral (Dahl, 1971; democracia, otras centrándose en una sola de estas preguntas. Las explicaciones varían
Mazzuca, 2007). también en términos de su parsimonia, algunas de ellas destacando el impacto de una
sola variable, mientras que otras postulan múltiples variables; y en términos de su
En tercer lugar, esta agenda de investigación ha puesto un fuerte énfasis en las claridad, es decir, si las hipótesis se especifican con precisión. Por último, las explicaciones
teorías explicativas y ha tratado de desarrollar teorías de una manera abiertamente varían en función del grado en que han sido objeto de rigurosas pruebas. No obstante,
cosmopolita, es decir, a través de un diálogo con las teorías existentes sobre otras esta literatura amplia y a veces un tanto dispar ha generado líneas discernibles de
regiones del mundo, especialmente los Estados Unidos y Europa. De hecho, en este investigación teórica y empírica que pueden ser resumidas bajo cinco encabezamientos:
sentido, es importante recordar que la comunidad de estudiosos que han contribuido a i) la tesis de la modernización económica, ii) las teorías culturales, iii) las teorías sobre el
esta agenda han sido latinoamericanistas de América Latina, Estados Unidos y Europa, desarrollo capitalista y las clases sociales, iv) los modelos de coyuntura crítica, y v) las
pero también comparativistas amplios –esto es, especialistas en política comparada– teorías político-institucionales.6
que han trabajado más en otros países (por ejemplo, Estados Unidos en el caso de
Lipset, países europeos en el caso de Alain Touraine, Juan Linz y Philippe Schmitter) 2.1. Tesis de la Modernización Económica
o que han estudiado América Latina desde una perspectiva global (por ejemplo, Adam
Uno de los debates iniciales en la literatura sobre regímenes y democracia en América
Przeworski). Ésta ha sido una característica muy distintiva, que le ha dado un vigor
Latina se enfocó en la tesis de Lipset (1959a), un teórico de la escuela de la modernización,
notable a la literatura.
que plantea que el desarrollo económico, entendido prácticamente como sinónimo del
Recapitulando, el estudio de la política latinoamericana ha dado pasos importantes aumento en el nivel de ingresos en un país, aumenta la probabilidad de i) una transición
en los últimos cuarenta años. Se ha forjado una verdadera agenda de investigación a la democracia, y ii) la durabilidad de la democracia. Se han propuesto diferentes
sobre regímenes políticos y democracia en América Latina compartida por un grupo argumentos para explicar por qué se espera que el desarrollo económico tenga un efecto
de distinguidos estudiosos de la política. Esto es, se ha tomado la realidad política de
América Latina, o al menos algunos de los aspectos de la realidad política de gran valor
normativo, como objetos para ser estudiados de forma sistemática. Y, como veremos 6 Estas líneas de investigación no son puramente independientes entre sí, y académicos que trabajan en una
a continuación, se ha generado una rica discusión sobre cómo explicar la variada línea de investigación con frecuencia toman prestado de otras líneas de investigación. Sin embargo, como
la discusión que sigue trata de mostrar, es útil organizar una revisión de la literatura usando estos cinco
experiencia con la democracia y otros regímenes políticos en América Latina. encabezamientos.

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LOS ORÍGENES Y LA DURABILIDAD DE LA DEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA:… gerardo l. munck

positivo sobre la democracia (por ejemplo, su impacto en la cultura, la estructura de cual ignoran completamente argumentos sobre las decisiones estratégicas de los actores
clases, etc.). Y estos argumentos han sido objeto de diversos debates, que trato más y la interacción entre estructura y agencia. No obstante, es interesante que estas pruebas
adelante. Para empezar, sin embargo, revisaré el debate acerca de la afirmación central han dado algún apoyo a los argumentos contrarios a la tesis de la modernización que
de la teoría de la modernización: la tesis de Lipset. surgieron en los estudios sobre América Latina.
La discusión inicial de la tesis de Lipset se produjo en el contexto de la ola de quiebres de Las investigaciones realizadas por Przeworski (Przeworski y Limongi, 1997; Przeworski
la democracia en América Latina durante los años 1960 y 1970 y se centró en el desafío et al., 2000: Cap. 2, Przeworski, 2009), que incluyen los casos latinoamericanos junto con
directo de O’Donnell (1973) a la segunda parte de la tesis de la modernización, sobre la el resto del mundo, han apoyado el argumento de que niveles más altos de desarrollo
durabilidad de la democracia. Basándose en ideas sobre el desarrollo económico en América económico están asociados con un riesgo reducido de quiebre de la democracia (en contra
Latina elaboradas por Albert Hirschman (1968), O’Donnell postuló que en lugares como de O’Donnell, 1973) pero no con una mayor propensión a una transición a la democracia
América del Sur el proceso de desarrollo económico no había replicado el proceso de las (de acuerdo con O’Donnell y Schmitter, 1986, y Przeworski, 1991). Y la investigación por
economías avanzadas y había dado lugar a un mayor nivel de conflictos sociales, y que Scott Mainwaring y Aníbal Pérez-Liñán (2003, 2005: 25-38), centrada exclusivamente en
estos conflictos habían sido resueltos de una manera que socavaba la democracia. Esta América Latina, debilita aún más la tesis de la modernización. En efecto, la investigación
tesis de la modernización también fue cuestionada, de una manera diferente, por Linz de Mainwaring y Pérez-Liñán refuerza el hallazgo de Przeworski sobre la falta de
(1975: 182), quien hizo hincapié en la necesidad de comprender la dinámica política de un vínculo entre el desarrollo económico y las transiciones democráticas. Pero estos
los diferentes tipos de regímenes políticos y llamó la atención al propio proceso político autores también encuentran (en consonancia con O’Donnell, 1973) que, al menos en
y las decisiones de los actores políticos dentro de entornos institucionales (Linz, 1978, América Latina, niveles más altos de desarrollo económico están asociados con mayores
véase también Valenzuela, 1978). Es decir, mientras que O’Donnell cuestionó el vínculo perspectivas de un quiebre de la democracia y, por lo tanto, plantean la posibilidad de
entre el desarrollo económico y político planteado por la teoría de la modernización, pero un excepcionalismo latinoamericano, esto es, de una divergencia entre las pautas que se
no criticó el énfasis en causas económicas en la teoría de la modernización, Linz puso encuentran en el análisis de América Latina con respecto a los análisis a nivel mundial
en duda la premisa más básica de que los factores económicos deben ser destacados a (para una conclusión similar, vea Landman, 1999). La investigación estadística sobre el
expensas de los factores políticos. tema todavía está en curso.7 Sin embargo, en las últimas cuatro décadas la tesis de Lipset
sobre las consecuencias políticas de la modernización económica ha sido debilitada por
La primera parte de la tesis de la modernización, respecto de las transiciones a la la investigación sobre América Latina.8
democracia, fue el tema central de discusión en el contexto de la investigación sobre
las transiciones a la democracia en América Latina durante las décadas de 1980 y 1990. 2.2. Teorías Culturales
Y, de nuevo, aun cuando algunos teóricos de la modernización comenzaron a referirse
a un resurgimiento de la teoría de la modernización después de que ésta había perdido Otro argumento sobre los orígenes y la durabilidad de la democracia que surge de la
credibilidad en los años 1970, la literatura sobre América Latina fue en gran parte teoría de la modernización y, más concretamente, de la literatura de la cultura cívica
crítica de la tesis de la modernización. En particular, O’Donnell y Schmitter (1986: 3-5, (Almond y Verba, 1963), sostiene que un país transita a la democracia y perdura como una
18-19) sugirieron que, aunque la durabilidad de la democracia podría estar fuertemente democracia en la medida en que sus habitantes tienen actitudes democráticas, es decir,
influenciada por factores económicos estructurales, las transiciones a la democracia apoyan un conjunto de valores que se consideran consistentes con el funcionamiento
de la democracia y, por lo tanto, ven a los regímenes democráticos como legítimos y los
son procesos más abiertos y contingentes. Pues, argumentaron, de una forma que
regímenes no democráticos como ilegítimos.9 Este argumento cultural estándar suele
recordaba el análisis de Linz (1978) sobre el quiebre de la democracia, que las decisiones
estar vinculado explícitamente a la tesis de la modernización económica, en tanto que
estratégicas de los actores políticos y sociales pueden anteponerse a los prerrequisitos
los teóricos de la modernización frecuentemente ven un cambio cultural como una
estructurales, incluyendo aquellos identificados en la tesis de Lipset (véase también
variable interviniente entre la modernización económica y la democracia. Además, es
Przeworski, 1991: Cap. 2).
Además de ser un punto de referencia estándar en los debates sobre regímenes y democracia 7 Véase, especialmente, Boix y Stokes (2003) y Acemoglu, Johnson, Robinson y Yared (2008).
en América Latina, la tesis de la modernización ha sido probablemente la hipótesis más 8 Otra rama de este debate ha sido la discusión sobre la maldición de los recursos (resource curse) en América
sujeta a pruebas empíricas en la literatura cuantitativa. Estas pruebas tienen limitaciones Latina, que es relevante para la tesis de la modernización en que se enfoca no sólo en un nivel agregado de
desarrollo económico sino en la composición de las actividades económicas y los sectores de la economía
importantes. Han utilizado simples medidas económicas como el PBI per cápita, que no
que ganan prominencia (Karl 1997, Dunning 2008). Esta literatura ofrece un puente con la literatura sobre el
capta el sentido más elaborado de desarrollo económico que ofrecen varios autores ni desarrollo capitalista analizado a continuación y articula las consecuencias políticas de los factores económicos
distingue entre las diversas fases del proceso de desarrollo. Estas pruebas también son de una forma más directa y compleja que es estándar en la teoría de la modernización.
9 Aunque este argumento se centra en la cultura pública general, otros argumentos culturales que se abordan
constreñidas debido a la disponibilidad limitada de datos sobre otras variables, por lo a continuación se centran en los valores de las clases sociales y las élites.

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LOS ORÍGENES Y LA DURABILIDAD DE LA DEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA:… gerardo l. munck

similar a la tesis de la modernización económica en el sentido que identifica un factor Pruebas rigurosas de los argumentos culturales se basan principalmente en datos de
que está afuera de la esfera política para dar cuenta de los orígenes y la durabilidad encuesta. Y, tanto por ser la recolección de datos de encuesta un desarrollo relativamente
de la democracia. Pero se distingue del argumento sobre la modernización económica reciente en las ciencias sociales como porque estos datos son de por sí sospechosos
formulado por los defensores de la teoría de la modernización en que se centra en una cuando son recogidos en contextos no democráticos, los argumentos culturales sobre las
variable micro en lugar de una a nivel macro. transiciones a la democracia se han abordado sólo de manera indirecta. Sin embargo, esta
Los estudiosos de los regímenes y la democracia en América Latina están bastante investigación ha arrojado resultados interesantes. Parte del trabajo de esta investigación
divididos en cuanto a las explicaciones culturalistas de la democracia y la tesis de ha sido identificar los componentes de una cultura civil, es decir, las actitudes que son
la cultura cívica en particular. Muchos son bastante escépticos con respecto a dichas relevantes para una cultura cívica. Y, a medida que ha avanzado esta investigación, el
explicaciones y las han criticado en gran medida con argumentos esgrimidos por vínculo entre la cultura cívica y la democracia ha sido abordado y algunas respuestas
Brian Barry (1978: 48-52). Algunos de estos investigadores escépticos han puesto los han ido ganando credibilidad.
argumentos culturales en la misma bolsa que la tesis de la modernización económica y Unos pocos autores, siendo Inglehart el más prominente, han mantenido firmemente que
los ven como pasando por alto el papel clave desempeñado por las interacciones entre la democratización y la estabilidad de la democracia pueden ser explicadas en términos
élites y las instituciones políticas (O’Donnell y Schmitter, 1986). En contraste, sostienen de factores culturales.12 Sin embargo, un estudio clave de Edward Muller y Mitchell
que es posible tener “democracia sin demócratas,” y que una cultura cívica es “mejor Seligson (1994: 646-47, traducción propia), que rompió con el sesgo eurocéntrico de la
pensada como un producto y no como un productor de la democracia” (Schmitter y Karl, investigación por encuestas mediante la inclusión de seis países de América Central,
1991: 83, traducción propia; Schmitter, 2009: 18).10 rechazó “la tesis de que las actitudes de una cultura cívica son la principal o incluso
A su vez, otros autores han cuestionado los argumentos culturalistas como parte de una de las causas mayores de la democracia” y sostuvo, en cambio, que las actitudes
un rechazo más amplio de un concepto individualista de la legitimidad, que es visto fundamentales de una cultura cívica, como la confianza interpersonal, son “un producto
como ignorando que el cambio de régimen viene sólo a través de las acciones de las de la democracia en lugar de una causa de la misma”. Además, los resultados de las
fuerzas políticas organizadas (Przeworski, 1986: 50-53, 1991: 28, 54). Discrepando con investigaciones en curso de Inglehart han sido cada vez más cuestionados.13
los argumentos culturalistas, estos autores sostienen que, al menos en lo que respecta Así pues, aunque algunos autores siguen abogando por una versión actualizada de la
a la durabilidad de la democracia, se puede ofrecer una explicación satisfactoria con tesis de la cultura cívica, frente a los débiles resultados, otros estudiosos que analizan
base en factores económicos e institucionales, y en los intereses en particular, y que no la cultura han reorientado su análisis. De hecho, el análisis de John Booth y Seligson
hay necesidad de recurrir a la cultura y a los valores (Przeworski, Cheibub y Limongi, (2009), utilizando datos de encuesta de ocho países de América Latina, propone “explicar
2004; véase también Przeworski, 2006: 324-26). la desconcertante ausencia de un efecto de la legitimidad sobre los regímenes” (Booth
Pero para muchos estudiosos los argumentos culturalistas tienen un atractivo teórico y Seligson, 2009: 1, 237, traducción propia). Esto es, en vez de preguntarse acerca del
considerable. Aunque se enfocaba inicialmente en Europa, Ronald Inglehart (1990) impacto de la legitimidad sobre la democracia, en un giro significativo Booth y Seligson
lanzó una defensa de la tesis de la cultura cívica. Y, relacionadamente, otros reconocidos toman la falta de efecto de la legitimidad sobre la durabilidad de la democracia como
investigadores y teóricos de la democracia declararon la “centralidad de la cultura el punto de partida de la investigación.
política” y que “la democracia requiere una cultura que la sustente” (Lipset, 1994: 3); En resumen, a pesar de que los investigadores de encuestas en particular no han abandonado
que la democratización y la durabilidad de las democracias depende “en gran medida la búsqueda de efectos de la legitimidad y los posibles vínculos entre la legitimidad y
de dos factores,” uno de ellos siendo la cultura (Huntington, 1997: 4-5), y que “la cultura la durabilidad de la democracia,14 la evidencia empírica ha estado principalmente del
política –en particular, las creencias acerca de la legitimidad democrática– [es] un factor
central en la consolidación de la democracia” (Diamond, 1999: 162, traducción propia).11
12 De hecho, Inglehart argumentó en sus primeros trabajos que una cultura cívica aumenta la probabilidad de
Por lo tanto, la importancia de la cultura en el origen y la durabilidad de la democracia
que la democracia perdure (Inglehart 1990) y ha suscrito consistentemente a una explicación culturalista fuerte
es una cuestión muy debatida. de los orígenes y la durabilidad de la democracia (Inglehart y Welzel 2005: 9, Cap 8).
13 Para críticas del trabajo reciente de Inglehart, véase Hadenius y Teorell (2005), Teorell y Hadenius (2006),

Booth y Seligson (2009: 11), y Fails y Pierce (2010).


14 Tras articular cuidadosamente lo que quieren decir por legitimidad y tras proponer una medida multidimensional
10 Esta línea de análisis es similar a la de Lijphart (1968), quien argumentó, en contra de Almond (1956), que la de la legitimidad, Booth y Seligson (2009) consideran el impacto de la legitimidad sobre las actitudes y los
democracia es posible en sociedades culturalmente divididas si las élites políticas se ponen de acuerdo sobre comportamientos de los ciudadanos. A pesar de que no se centran en hechos relacionados directamente con
ciertas instituciones políticas. el quiebre de la democracia, avanzar el argumento de que la falta de legitimidad podría proporcionar un
11 Linz y Stepan (1996: 6, traducción propia) dan un paso más allá y afirman que, por definición, una democracia terreno fértil para las élites que quisieran socavar la democracia e, interesantemente, sugieren que, sobre
no está consolidada a menos que “una gran mayoría de la opinión pública cree que la manera más apropiada la base del análisis de los ocho países que estudiaron utilizando datos de 2004, están preocupados por las
para regir la vida colectiva en una sociedad es a través de procedimientos e instituciones democráticas”. perspectivas de la sobrevivencia de la democracia en Honduras–Guatemala también está señalada como un

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lado de los críticos de los argumentos culturalistas.15 Las creencias de la población en y Evelyne Huber Stephens (1992: 40-63, véase también Therborn, 1977) añadieron una
general acerca de la legitimidad de la democracia no son, en sí mismas, un factor clave, nueva perspectiva al debate con su argumento de que la democracia depende del
ni en las transiciones a la democracia ni en la durabilidad de la democracia. empoderamiento de la clase obrera relativo a la burguesía.
Las teorías del desarrollo capitalista y las clases sociales no han sido sometidas al mismo
2.3. Teorías del Desarrollo Capitalista y las Clases Sociales grado de escrutinio a través de análisis cuantitativos como las tesis de la modernización
Una tercera línea de investigación en la literatura sobre regímenes y democracia en América sobre el nivel de desarrollo económico y la cultura cívica. Pero la investigación empírica
Latina, que tiene algunos vínculos con las dos anteriores, se centra en la naturaleza del sobre América Latina arroja algo de luz sobre la validez de estas teorías. La tesis general
proceso de desarrollo económico, rastrea el impacto del desarrollo económico sobre la sobre la relación entre el capitalismo y la democracia ha recibido apoyo en el estudio
estructura social, y luego conecta diferencias en la estructura social con las perspectivas de Touraine (1989) sobre América Latina durante el período 1930-1980. De hecho,
de alcanzar y mantener la democracia. La tesis central de esta literatura, sobre la cual elaborando una línea de análisis que se puede remontar a un libro clásico de la teoría
hay un amplio grado de acuerdo, es que una clase específica de desarrollo económico, el de la dependencia (Cardoso y Faletto, 1969), Touraine muestra que a pesar de que el
desarrollo capitalista, está asociada con la democracia porque fomenta el fortalecimiento desarrollo económico fue de naturaleza capitalista en las sociedades dependientes de
de las clases sociales que pueden ofrecer un contrapeso al Estado y que probablemente América Latina, no fue dirigido por una burguesía nacional. Y, como es de esperarse, las
luchen por la representación política. En breve, el capitalismo es comúnmente considerado clases sociales fueron menos independientes del Estado, el impulso a la democracia fue
una condición necesaria, aunque no suficiente, de la democracia. No obstante, ha más débil, y las democracias que surgieron son mejor caracterizadas como democracias
habido un debate acerca de qué clases sociales, y qué configuraciones de clases, son de masas que como democracias representativas.17
más conducentes a la democracia. En cuanto a los argumentos más específicos sobre las clases sociales, la evidencia no ha
Sucintamente, en cuanto al origen de la democracia, la visión estándar de los teóricos de producido una generalización robusta. De acuerdo al resumen por Peter Smith (2005:
la modernización, avanzada tanto en análisis mundiales (Lipset, 1959a: 83, 85) como en 55-62, traducción propia; véase también Drake, 2009: 10-13) de una amplia literatura,18
trabajos sobre América Latina (Johnson 1958), es que el desarrollo capitalista promueve en “1900-1939, la democratización fue adoptada por las élites tradicionales,” es decir,
la democracia porque crea una clase media y porque la clase media es un promotor la oligarquía terrateniente; durante “1940-1977, las clases medias realizaron demandas
fundamental de la democracia. Además, los teóricos de la modernización han declarado efectivas para el cambio democrático;” y durante 1978-2000, los sindicatos obreros
que la clase obrera es la clase con las actitudes más extremistas y autoritarias;16 por lo y las clases medias fueron factores clave en la transición hacia la democracia. Pero,
tanto, estos teóricos sostienen que la democracia requiere de una clase media fuerte complicando la cuestión aún más, hay evidencia de que la clase alta terrateniente y la
y una clase trabajadora débil. Pero otros argumentos han sido propuestos también. A burguesía urbana apoyaron regímenes autoritarios y respaldaron golpes militares con
pesar de que Barrington Moore (1966: Cap. 7) no incluyó América Latina en su análisis, regularidad, de que la clase media apoyó golpes militares también, y de que la clase
su argumento de que el desarrollo capitalista conduce a la democracia en la medida obrera dio respaldo a regímenes autoritarios.19 De hecho, es justo decir que ninguna de
en que lleva al empoderamiento de una burguesía urbana a expensas de la clase alta las teorías que sostienen que una sola clase es la portadora fundamental de la democracia
terrateniente, se convirtió en un punto de discusión en la literatura sobre los orígenes o el principal obstáculo para la democracia ha recibido un fuerte apoyo empírico.
sociales de la democracia en América Latina. Y Dietrich Rueschemeyer, John Stephens Una de las razones para la falta de apoyo a las teorías de clase de la democracia es, como
argumenta Samuel Valenzuela (2001), que estas teorías padecen de una deficiencia teórica
(véase también Valenzuela y Valenzuela, 1983: 27-29, 36). Como muestra Valenzuela (2001),
caso preocupante (Booth y Seligson 2009: 150, 220, 241-57). Habida cuenta de que el libro de Booth y Seligson
el registro histórico de Chile no sólo no concuerda con la afirmación de Moore acerca de
se publicó en febrero de 2009 y que el Presidente Zelaya de Honduras fue desplazado del poder en junio de
2009, bien puede haber algo en el argumento sobre la importancia de las creencias del público general. la postura antidemocrática de la élite terrateniente, ya que las reformas que colocaron a
15 Una literatura relacionada se ha centrado en la religión. Por ejemplo, Lipset (1959a: 65, 92-93) argumentó
Chile en una vía democrática a principios del siglo XIX fueron impulsadas por las élites
que el protestantismo es propicio para el desarrollo de valores democráticos, pero que el catolicismo no tiene
un efecto similar. Sin embargo, una prueba preliminar, sobre la base de una simple distinción entre países
conservadoras vinculadas con la clase terrateniente tradicional. Más importante aún,
protestantes, católicos y musulmanes, no encuentra impacto de la cultura entendida de este modo ya sea como señala Valenzuela, el ímpetu detrás de estas reformas fue el deseo de las élites
en la probabilidad de una transición a la democracia como en la durabilidad de la democracia (Przeworski,
Cheibub y Limongi 2004). Para más evidencia empírica en contra de las teorías culturales, véase Valenzuela
y Valenzuela (1983: 15-22).
16 Gran parte de la literatura de la escuela de la modernización sobre la base de clase de la democracia se vincula 17 Para una actualización de esta línea de análisis, véase Garretón et al. (2004).
con una teoría culturalista. Por ejemplo, Lipset (1959a: 83, 89, 1950b: 482) sostuvo que el fortalecimiento de 18 Véase Therborn (1979), Rueschemeyer, Stephens y Stephens (1992), Huber y Safford (1995), Drake (1996), y
una clase media es favorable a la democracia porque los miembros de la clase media se caracterizan por un Collier (1999).
punto de vista político moderado que contrarresta los valores extremistas y autoritarios de la clase obrera, 19 Véase Nun (1967), O’Donnell (1978), Baloyra-Herp (1983), Bartell y Payne (1995), Paige (1997), Middlebrook

vista por Lipset como teniendo actitudes más extremistas y autoritarias que las clases medias y altas. (2000), y Levitsky y Mainwaring (2006).

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políticas conservadoras de obtener una ventaja sobre las élites liberales. Esto es, lo que de estos regímenes.21 De hecho, aunque muchos autores hacen hincapié en la incorporación
muestra Valenzuela es que todos los análisis de clase son deficientes dado que ignoran de la clase obrera o, más ampliamente, la respuesta política a la cuestión social durante
el papel de las élites políticas y, en particular, las divisiones posibles y la competencia el segundo cuarto del siglo XX,22 como hacen Collier y Collier (1991), otros se enfocan en
entre estas élites. varios eventos hito ocurridos con anterioridad. Por ejemplo, algunos autores sugieren
En suma, la investigación sobre América Latina apoya el argumento general de que el que los orígenes de los regímenes en América Latina durante el siglo XX se encuentran
capitalismo es una condición necesaria pero no suficiente de la democracia. Pero no ha en las reformas liberales de fines del siglo XIX (Mahoney, 2001). A su vez, otros ven la
prestado apoyo a las múltiples hipótesis sobre clases específicas. Y ha generado una formación del Estado durante el siglo XIX como el principal evento formativo (López-
importante crítica teórica de los análisis de clase, la falta de atención al papel de las Alves, 2000). Y aún otros plantean que la perspectiva de la democracia en América Latina
élites políticas. en el siglo XX fue en gran parte determinada por la experiencia colonial y, en particular,
por la cultura ibérica de España y Portugal traída a las Américas y transferida a las élites
2.4. Modelos de Coyuntura Crítica latinoamericanas (Lipset y Lakin, 2004: Caps. 10 y 11).23
Ésta es una literatura rica, variada y sugerente. Sin embargo, sus conclusiones siguen
Un cuarto cuerpo de literatura sobre regímenes y democracia en América Latina se ha
siendo inciertas. Por un lado, los distintos argumentos que se han presentado en esta
basado en un modelo de coyuntura crítica y ha presentado una familia de argumentos
literatura no siempre han sido claramente vinculados a los orígenes y la durabilidad de la
que se basan en este modelo. Una característica distintiva de estos modelos es que
democracia. Por otra parte, estos argumentos no han sido sometidos a pruebas empíricas
explican desarrollos políticos en términos de los legados de eventos que se produjeron
sistemáticas. De hecho, usualmente los argumentos sobre coyunturas críticas han sido
muchas décadas en el pasado en lugar de postular causas y efectos que están cerca en el
desarrollados inductivamente y no han sido probados en el contexto de casos nuevos.
tiempo, como es más habitual en las teorías expuestas anteriormente. Otra característica
Además, simplemente carecemos de pruebas de diferentes argumentos basados en un
clave es que los modelos de coyuntura crítica, aunque invocando variables económicas y
modelo de coyuntura crítica y de los argumentos basados en un modelo de coyuntura crítica
sociales, suelen incorporar variables políticas como factores explicativos centrales y por
en comparación con los otros argumentos en la literatura sobre regímenes y democracia
lo tanto proponen teorías que sistemáticamente reconocen la autonomía de la política.
que han sido discutidos en este artículo. Por lo tanto, es importante reconocer que aún
Así, aunque la literatura sobre coyunturas críticas es muy diversa, introduce una ruptura
no podemos pronunciarnos sobre el debate interno entre autores que usan un modelo
significativa con respecto a las tres líneas de investigación discutidas anteriormente y
de coyuntura crítica y tampoco sobre la crítica teórica al pensamiento más convencional
ofrece una alternativa a las teorías societales a través de su énfasis en explicaciones
sobre la democracia presentada por el análisis de coyunturas críticas.
históricas y políticas.
El primer análisis de coyunturas críticas en América Latina fue el libro de Ruth Berins 2.5. Teorías Político-Institucionales
Collier y David Collier (1991), Shaping the Political Arena [Forjando la arena política].20 Este
libro argumenta que el quiebre de las democracias en las décadas de los años 1960 y 1970 Una quinta línea de investigación sobre regímenes y democracia en América Latina
podía atribuirse a la dinámica de los sistemas de partidos que fueron forjados por los coloca de lleno la atención en los agentes de la política, es decir, los actores que participan
eventos más o menos en las décadas de los años 1920 y 1930, cuando decisiones políticas en actividades políticas y toman decisiones políticas, y en las instituciones políticas
–determinadas a su vez por el poder de la oligarquía en relación con los reformadores diseñadas por los actores políticos y que, a su vez, facilitan y constriñen la acción política
de clase media– fueron tomadas con respecto a la incorporación de la clase obrera a la rutinaria. Esta investigación, como la literatura sobre coyunturas críticas, se distingue
arena política nacional. Este libro sigue siendo, veinte años después de su publicación, de las teorías que ven las causas de los regímenes y la democracia solamente en factores
el mejor y más claramente argumentado análisis de coyunturas críticas en América societales –un elemento común en las hipótesis de la teoría de la modernización sobre
Latina. Pero este libro también abrió un debate que está en curso. el desarrollo económico, la cultura cívica y las clases sociales– y reconoce la autonomía
de la política. Pero las teorías político-institucionales suelen ir más allá de la literatura
El debate en la literatura sobre coyunturas críticas gira, en gran medida, en torno a qué sobre coyunturas críticas al poner un acento en características de las élites políticas y la
evento clave es visto como el determinante de la dinámica de los regímenes en América dinámica de la esfera política propiamente dicha.
Latina durante la segunda mitad del siglo XX y cuán remotas en el tiempo están las raíces

21 Otra cuestión que ha sido recientemente debatida es si las reformas neoliberales implementadas en América
20 Aunque la literatura más amplia sobre coyunturas críticas en la política comparada fue iniciada en gran parte Latina durante los años 1980 y 1990 constituyen una nueva coyuntura crítica. Véase, entre otros, Collier y
por Lipset y Rokkan (1967), la formalización explícita de este tipo de explicación por Collier y Collier (1991: Handlin (2009) y Tanaka (2009).
Cap. 1) estimuló una discusión más explícitamente teórica y metodológica sobre el modelo de coyunturas 22 Mouzelis (1986), Waisman (1987), Scully (1992), Yashar (1997), Munck (2002).

críticas. 23 Véase también Morse (1964), Véliz (1980), y Wiarda (2001).

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Esta línea de investigación se centró inicialmente en el impacto sobre las transiciones gobernantes y las instituciones no democráticas afectan las perspectivas de las transiciones
democráticas de los gobernantes y las instituciones no democráticas. La teoría más democráticas ha recibido algún respaldo.
ambiciosa fue desarrollada por Linz (1975, Linz y Stepan, 1996: Caps. 3 y 4, 66-71),
En cuanto a las hipótesis acerca de la durabilidad de la democracia, una prueba preliminar,
quien propuso una tipología de todos los regímenes políticos del siglo XX y formuló
utilizando datos de Europa y América Latina durante el período 1974-2000, no ofrece
la hipótesis de que la dinámica política de cada régimen afecta a las perspectivas de
un fuerte apoyo para el argumento de que los modos de transición, y en particular
una transición a la democracia. Relacionadamente, el modelo del proceso político
las transiciones pactadas, tienen un impacto en la consolidación de la democracia
de transición democrática desarrollado por O’Donnell y Schmitter (1986) puso de
(Schneider, 2009: Cap. 7). Pero un análisis empírico más amplio, que abarca todas las
relieve que, dado un determinado tipo de régimen no democrático, una transición a la
transiciones democráticas en casi 150 países desde 1900, respalda la hipótesis de que
democracia depende de las decisiones estratégicas de los actores, tales como aceptar
las transiciones a través de pactos están asociadas con una mayor durabilidad de la
un pacto sobre algunas cuestiones políticas fundamentales. Y elaborando este tipo de
democracia (Stradiotto, 2009).
análisis, estudios más estrechos teorizaron sobre las perspectivas de democratización
en la amplia gama de regímenes no democráticos en América Latina durante el siglo A su vez, como muestra José Antonio Cheibub (2007: 2), el registro histórico de todos los
XX, regímenes caracterizados como burocráticos autoritarios (O’Donnell, 1979, 1982; regímenes democráticos en el mundo entre 1946 y 2002 confirma que las democracias
Rouquié, 1984: Caps. 8 y 9; Munck, 1998), sultanísticos (Chehabi y Linz, 1998; Snyder, presidenciales no han durado tanto como las democracias parlamentarias. Pero, como
1998), de partido dominante (Magaloni, 2006; Greene, 2007) y autoritarios movilizacionales Cheibub (2007: Cap. 6) también afirma, un análisis de los datos muestra que esto no es
(Pérez-Stable, 1998). así debido a las características institucionales del presidencialismo, sino más bien porque
las democracias presidenciales han surgido en los países con una mayor propensión
Otra rama de estos estudios abordó las perspectivas de la durabilidad de las democracias.
hacia las intervenciones militares, un fenómeno particular de América Latina. Además,
Una hipótesis que ha sido objeto de debate desde que los países de América Latina
aunque los presidentes minoritarios son frecuentes en las democracias presidenciales,
retornaron a la democracia en los años 1980 y 1990 fue que el modo de transición de un
como temían aquellos que ven el presidencialismo y el multipartidismo fragmentado como
régimen no democrático afecta las perspectivas de la consolidación de la democracia y que
una combinación particularmente perniciosa, ha sido demostrado que la formación de
las transiciones negociadas o pactadas son el modo más propicio de transición (Karl, 1990,
gobiernos de minoría no tiene impacto alguno sobre la supervivencia de las democracias
Munck y Leff, 1997). Aún más atención se centró en las instituciones políticas diseñadas
presidenciales (Cheibub, 2002: 294-302, 2007: 95-98).
en el curso de una transición a la democracia. Una vez más Linz enmarcó gran parte del
debate. Ampliando un punto introducido en el modelo del proceso político de quiebre de En resumen, la perspectiva distintiva sobre los regímenes y la democracia en América
la democracia que había formulado en la década de 1970 (Linz, 1978: 71-74), Linz (1994, Latina que ofrecen las teorías político-institucionales ha generado una amplia literatura.
Linz y Valenzuela, 1994) desarrolló la tesis de que las democracias presidenciales tienen Y esta literatura tiene el mérito indiscutible de enfocarse en la esfera política propiamente
menos probabilidades de perdurar que las democracias parlamentarias. Y, suplementando dicha y de buscar causas políticas de cuestiones políticas. Sin embargo, aunque la
esta tesis, otros alegaron que el presidencialismo es especialmente problemático cuando minuciosidad de las pruebas empíricas ha variado considerablemente, estas pruebas
está asociado con un sistema multipartidista fragmentado (Mainwaring, 1993; Hartlyn revelan un apoyo mixto para las teorías político-institucionales.
y Valenzuela, 1994: 114).
Las hipótesis en la literatura político-institucional han recibido diferentes grados de 3. LAS FRONTERAS DE LA INVESTIGACIÓN: PREGUNTAS VIEJAS Y
apoyo empírico. Varias pruebas se han enfocado en la durabilidad de los diferentes NUEVAS
tipos de regímenes no democráticos. Barbara Geddes (2003: 69-85) ha demostrado
que los regímenes de partido único son los más duraderos, los regímenes militares La visión general de los estudios sobre regímenes y democracia en América Latina que
los menos duraderos, mientras que los regímenes personalistas constituyen un tipo presenta este artículo arroja un saldo muy positivo. Una vasta literatura ha abordado
intermedio. Un estudio de la durabilidad en sus cargos de líderes individuales, una un tema político clave y dado pasos importantes. Ha contribuido a los debates teóricos,
cuestión algo diferente a la durabilidad del régimen, demuestra que los gobernantes algunas veces a través de críticas a las teorías desarrolladas fuera de la región, otras
no democráticos duran más cuando han logrado incorporar partidos algo autónomos veces mediante la propuesta de nuevas teorías. Y ha contribuido a la comprobación
dentro de una legislatura (Gandhi y Przeworski, 2007: 1290-91; Gandhi, 2008: Cap. 6). empírica de teorías, a veces a través del estudio de los países latinoamericanos por sí
Y estudios empíricos también han demostrado que la razón por la cual los sistemas de mismos, otras veces a través del análisis de los países latinoamericanos junto con países
partido dominante perduran tanto como lo hacen es debido a la asimetría de recursos, de otras regiones. De hecho, desde la década de 1970 la agenda de investigación sobre
es decir, el uso de los recursos públicos con fines partidarios por parte de los titulares regímenes y democracia en América Latina no solo ha generado muchos conocimientos
de cargos públicos (Greene, 2010: 817-20). Por lo tanto, la hipótesis general de que los sobre las realidades políticas latinoamericanas. Además, ha ofrecido una perspectiva

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latinoamericana –en contraposición a un mero punto de contraste para ideas formuladas comparando argumentos basados en un modelo de coyuntura crítica en relación a las
en el contexto de las sociedades ricas– sobre los debates convencionales dentro de varias hipótesis derivadas de la teoría de la modernización. Pues, es importante reconocer
la política comparada y ha ayudado a hacer de la política comparada una empresa que en términos generales la literatura sobre regímenes y democracia en América Latina
genuinamente mundial. ha puesto más énfasis en la construcción de nuevas teorías que en poner a prueba estas
Al mismo tiempo, algunos grandes desafíos quedan por resolver en el estudio de regímenes teorías y, dado que la propuesta y el testeo de teorías son dos caras de una misma
y democracia en América Latina. La articulación de forma explícita de estos desafíos y la moneda, que es necesario poner más atención en el testeo de teorías acerca del origen
confrontación directa de estos desafíos es clave. En efecto, una agenda de investigación y la durabilidad de la democracia.
progresa solo en la medida en que hace frente a los desafíos nuevos que van surgiendo Un segundo conjunto de desafíos se refiere al estudio de los aspectos de la democracia
en el curso de la investigación. Pues, a modo de conclusión, ofrezco mi visión acerca de que van más allá de las características utilizadas en las definiciones minimalistas de la
las fronteras de la investigación actual sobre la democracia en América Latina. democracia, es decir, la elección de los líderes nacionales en elecciones libres y justas. La
Un primer conjunto de desafíos se refieren a las preguntas viejas sobre los orígenes investigación sobre la democracia en un sentido amplio, o lo que ha sido frecuentemente
y la durabilidad de la democracia, definida en términos minimalistas, que han sido llamado la calidad de la democracia (O’Donnell, Iazzetta y Vargas Cullell, 2003; O’Donnell,
discutidas en este artículo. En cuanto a la teorización, es necesario seguir trabajando 2010), no fue tratado en este artículo por razones de espacio. Pero es pertinente concluir
para formular teorías más claras, tanto en el sentido de especificar si se trata de explicar este artículo con unos comentarios breves al respecto.
los orígenes y/o la durabilidad de la democracia, como de especificar si las teorías son Una razón para tratar cuestiones pertinentes a la calidad de la democracia en una agenda
complementarias o están en competencia. Relacionadamente, es necesario desarrollar de investigación sobre la democracia es que la democracia no es una cuestión que sólo
teorías que no estén formuladas simplemente en términos de tal o cual variable, una tiene que ver con la forma de acceso a los altos cargos del gobierno (Munck, 2007b).
forma de hacer teoría que está llevando a la postulación de un número cada vez mayor La política es, en esencia, una lucha sobre la dirección de la sociedad, y la democracia
de las hipótesis posibles,24 y que en vez aborden de forma explícita cómo las diferentes es, pues, un sistema en el que el pueblo tiene voz y voto, a través de las instituciones
variables interactúan y forman cadenas causales. políticas, en las decisiones acerca de quién debe ocupar cargos gubernamentales de alto
La organización de la literatura bajo cinco encabezamientos que propone este artículo nivel y también hacia dónde se dirige una sociedad. Por lo tanto, aunque sigue siendo
ofrece un punto de partida para una discusión acerca de las diferencias y similitudes importante insistir en que la democracia entendida de forma minimalista –que, para evitar
entre las múltiples explicaciones que se han propuesto. Pero, como el lector atento confusiones, debería llamarse democracia electoral– apunta a un valor básico, también
seguramente habrá notado, los argumentos presentados bajo estos cinco encabezamientos es imperativo no reducir el estudio de la democracia a la democracia electoral.
son en parte alternativos y en parte complementarios, esto es, de un estatus teórico algo Otra razón para pensar sobre la democracia en términos más amplios es que el debate
incierto. Por lo tanto, el desarrollo de teorías más claras y fuertes requiere más trabajo político sobre la democracia en América Latina ha planteado esta necesidad (Munck,
tanto de desagregación y análisis como de integración y síntesis teórica.25 2010). Como se mencionó en la introducción, a pesar de que algunas de las más dramáticas
En lo que respecta a las pruebas empíricas, es importante superar algunas debilidades luchas en el proceso de democratización en América Latina se produjeron durante el siglo
básicas de las pruebas existentes. Las pruebas más rigurosas, realizadas con técnicas XX, sería un error suponer que la lucha por la democracia puede ser tomada como un
estadísticas, han reflejado teorías algo libremente, tanto en el sentido de que se basan asunto resuelto. En efecto, la transformación de las democracias que los latinoamericanos
en datos que ofrecen pobres mediciones de los conceptos utilizados en las teorías como y las latinoamericanas hoy tienen en democracias más completas, es decir, democracias
en el sentido de que han seguido la convención de evaluar el impacto de una variable a dotadas de poder político y de un poder político sometido al control democrático, se
la vez aun cuando las teorías sugieren que las variables interactúan entre sí. perfila como el próximo gran reto político de la región.

Aún más grave, aunque las pruebas se han centrado en gran medida en las hipótesis Así, junto con una reconsideración de preguntas viejas, anclada en una concepción
relacionadas con la teoría de la modernización, y cada vez más en argumentos minimalista de la democracia, la investigación sobre regímenes y democracia en América
institucionales, no contamos con pruebas sobre algunas hipótesis centrales –por ejemplo, Latina también debería abordar otros aspectos de la democracia, que abren toda una serie
no existe un estudio empírico riguroso sobre la base de clase de la democracia– y no se de preguntas nuevas que requieren un trabajo conceptual, teórico y empírico. La historia
han comparado la gama completa de teorías –por ejemplo, nadie ha hecho un estudio de la democracia continúa desarrollándose. Y, continuando lo que se ha establecido como
una tradición en el estudio de la política latinoamericana, los investigadores interesados
en la política latinoamericana contemporánea deberían abocarse a la comprensión de la
24 El problema de la teorización que conduce a una larga lista de variables independientes y de hipótesis es cuestión democrática del siglo XXI y a la producción de conocimientos que en alguna
ilustrado por Diamond, Hartlyn y Linz (1999). medida aporten al reto nuevo de democratizar la democracia.
25 Para algunos intentos de síntesis, ver Mahoney y Snyder (1999) y Mazzuca (2010).

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Gerardo L. Munck, argentino de nacimiento, es profesor en el Colegio de Relaciones Internacionales


de la Universidad del Sur de California (USC), y se dedica a la investigación sobre regímenes políticos
y democracia, metodología, y América Latina. Sus publicaciones incluyen Measuring Democracy:
A Bridge Between Scholarship and Politics (Johns Hopkins, 2009); Regimes and Democracy in Latin
America (Oxford, 2007); Passion, Craft, and Method in Comparative Politics (con Richard Snyder;
Johns Hopkins, 2007); y Authoritarianism and Democratization. Soldiers and Workers in Argentina,
1976-83 (Penn State, 1998). Fue parte del equipo que trabajó en el informe del Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD), La democracia en América Latina. Hacia una democracia de
ciudadanas y ciudadanos (2004), y en el informe de la Organización de Estados Americanos (OEA)
y el PNUD, Nuestra Democracia (2010).
(E-mail: munck@usc.edu).

597
Gerardo L. Munck 23

La riqueza de esta discusión es innegable y es una señal del interés


en la cuestión democrática en América Latina. Pero la gran variedad en
el uso del término “democracia” también complica y a veces ofusca el
debate sobre un tema de gran relevancia política, la manera en que se
formula la cuestión democrática en América Latina en las primera dé-
LOS ESTÁNDARES DE LA cadas del siglo XXI. No solo se proponen múltiples formas de entender
lo que es la democracia. Aún más problemáticamente, no queda claro
DEMOCRACIA: HACIA UNA si estas formas de entender la democracia siempre son internamente
coherentes y si corresponden siempre a la democracia propiamente
FORMULACIÓN DE LA CUESTIÓN dicha y no a otro concepto que puede relacionarse con la democracia
DEMOCRÁTICA EN AMÉRICA pero que es distinto. Por lo tanto, el uso práctico más básico de estos
conceptos, la evaluación de países de acuerdo a los estándares de la
LATINA* democracia, genera dudas. No queda claro si las diferencias que se
notan entre los países de América Latina, y los retos que se resaltan,
Gerardo L. Munck realmente conciernen a la democracia.4 Y no sorprende pues que las
propuestas para darle contenido a la cuestión democrática que hoy
deberían confrontar los países de América Latina carecen de claridad
y/o coherencia conceptual.
Es necesario, pues, tener una discusión encaminada a aclarar el
Gerardo Munck es profesor en la Escuela de Relaciones Internacionales concepto de democracia y, en lo posible, a establecer consensos acerca
de la Universidad del Sur de California (USC). Su libro más reciente del significado y los estándares de la democracia. En efecto, la acción
es Measuring Democracy: A Bridge Between Scholarship and Politics colectiva orientada a la defensa y la profundización de la democracia
(Johns Hopkins University Press, 2009). Fue parte del equipo que re- depende en parte del consenso que se genere acerca de las metas que son
dactó el informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo deseables. Y, aunque los consensos no se imponen sino que se generan
(PNUD), La democracia en América Latina. Hacia una democracia por medio de un proceso evolutivo, marcado por los ritmos complejos
de ciudadanas y ciudadanos (2004), y un segundo informe regional, de una sociedad, es importante reconocer que parte de este proceso toma
Nuestra democracia (2010), preparado por el PNUD y la Organización la forma de debates intelectuales. Los consensos de los intelectuales no
de Estados Americanos (OEA). son los consensos de una sociedad. Pero los intelectuales ciertamente
tienen una responsabilidad de pronunciarse sobre las cuestiones políticas
del día y de formular propuestas claras y bien fundadas.
El uso contemporáneo del término “democracia” en las discusiones sobre
la política en América Latina es muy variado. Algunos académicos e Consideraciones iniciales
intelectuales usan el término a secas.1 Pero también es muy común —tal
vez más común— usar el término “democracia” junto con algún otro La democracia electoral como mínimo indispensable
término. En efecto, hoy en día el análisis político de América Latina está
repleto de referencias a la democracia electoral, constitucional, liberal, Un punto sustantivo, que es importante introducir al principio de
republicana, directa, participativa, deliberativa, radical e integral.2 Y, junto cualquier discusión acerca del concepto de la democracia, se refiere a
a esta profusa adjetivación de la democracia, encontramos referencias a la democracia electoral. La democracia electoral aún no ha sido ple-
cuestiones como la gobernanza democrática, la gobernabilidad demo- namente conquistada en América Latina. Además, como el golpe en
crática, la calidad de la democracia, una democracia de instituciones, Honduras en 2009 nos recordó, los logros conseguidos con relación
una democracia de ciudadanía y un Estado democrático.3 a la democracia electoral no pueden considerarse irreversibles. Pero
América Latina ha avanzado de forma sostenida hacia la democracia
*  Una versión inicial de este artículo fue presentada como conferencia magistral en electoral.5 Y mencionar la democracia electoral hoy en día en América
el IX Congreso de la Asociación Chilena de Ciencia Política, en Santiago, Chile, 11-13 de Latina es casi una invitación a ampliar la discusión.
noviembre, 2010.
24 Journal of Democracy en Español Gerardo L. Munck 25

La democracia electoral es una forma de gobierno caracterizada Más allá de la democracia electoral
por el rol de las elecciones —las elecciones son el único camino a los
cargos públicos— y la calidad de las elecciones —son elecciones sin Además de esta consideración de carácter sustantivo, es importante
violencia o fraude en las que existe el derecho al voto sin exclusiones introducir otra consideración, más bien de carácter metodológico,
y el derecho a ser candidato sin proscripciones. Pero, como se repite acerca de cómo debería fundamentarse la ampliación del concepto de
frecuente y correctamente en discusiones políticas y académicas, la la democracia más allá de la democracia electoral. En este sentido,
democracia es más que elecciones o, más formalmente, la democracia hay dos puntos que merecen ser destacados. Primero, es crucial ser
electoral corresponde a una concepción procedimental y minimalista muy claros, conceptualmente, acerca de qué aspecto o dimensión de
de la democracia que no debería confundirse con la democracia tout la política o la sociedad se propone abarcar con el concepto de demo-
court. Pues, es importante aceptar la invitación que hacen varios para cracia. Segundo, es imperativo que cualquier propuesta para ampliar
ampliar el canon democrático más allá de la concepción minimalista de el concepto de la democracia más allá de la democracia electoral
la democracia que subyace la noción de democracia electoral.6 especifique por qué y en qué sentido alguna dimensión de la política
A la vez, antes de ampliar la discusión, y considerar aspectos de la o la sociedad es relevante a la democracia. Esto es, es necesario que
democracia que van más allá de la democracia electoral, es fundamental la adición de criterios que van más allá de la democracia electoral sea
subrayar la importancia de la democracia electoral. La idea básica la propuesta en términos conceptuales claros y sea justificada en sólidos
expresan muchos pensadores. Por ejemplo, aunque Alain Touraine dice fundamentos teóricos.
que la democracia es más que procedimientos, también enfatiza que “sin En lo que sigue, pues, procederé de la siguiente forma. Para or-
elecciones libres no hay democracia”. 7 Asimismo, aunque Guillermo ganizar la presentación, usaré un marco conceptual (véase Gráfico 1)
O’Donnell no considera que un régimen basado en “elecciones libres que, por un lado, muestra que la democracia electoral se refiere a una
y institucionalizadas… sea suficiente” para definir a la democracia, dimensión muy limitada de la política, el acceso a los cargos públicos,
insiste en que tal régimen “es un elemento necesario en una definición y, por otro lado, identifica tres aspectos adicionales de la política que
adecuada de la democracia”.8 En otras palabras, no está de más repetir conciernen a:
que la democracia electoral es un mínimo indispensable que no puede
faltar en cualquier concepción de la democracia. 1) el proceso de toma de decisiones de gobierno;
Tampoco está de más repetir que este mínimo indispensable no es 2) la ejecución de decisiones del gobierno; y
algo carente de valor en sí mismo, esto es, un instrumento que se debe 3) los resultados de la política sobre la sociedad y, más específicamente,
valorar solo en términos de los resultados que genera, y que es un valor el impacto de los resultados de la política sobre las condiciones para
intrínseco. Esta fue una lección del golpe militar en Chile en 1973. Y el efectivo ejercicio de derechos políticos.
hoy en día esta posición es ampliamente compartida por los teóricos de
la democracia. La democracia, aun entendida en sentido minimalista, La pregunta que abordaré, entonces, es si existe un fundamento
esto es, en términos de ciertos procesos que llevan a la formación de en la teoría democrática para extender el concepto de democracia a
un gobierno, constituye un bien que es valioso en sí mismo, indepen- estos tres aspectos de la política que exceden el alcance de la demo-
dientemente de los resultados que produzca.9 cracia electoral. Y, para responder a esta pregunta, discutiré estos tres
Pues, al abordar una discusión amplia de la democracia, acerca de aspectos de la política, uno a la vez, aclarando qué es lo que está bajo
aspectos de la democracia que van más allá de la democracia electoral, consideración y examinando si es relevante desde el punto de vista
es clave incorporar un punto sustantivo acerca de la democracia elec- de la teoría democrática, si hay algún principio democrático en juego
toral. Debe tomarse la democracia electoral, el estándar democrático y si es posible especificar un estándar democrático pertinente a estos
más establecido, como línea de base. Y debe reconocerse que cualquier aspectos de la política.
criterio más allá de la democracia electoral no puede sustituir deficien- Como se verá, cada paso que se da más allá de la democracia electoral
cias relacionadas con la democracia electoral. Esto es, la meta de la involucra un orden creciente de complejidad y controversialidad. Pero,
discusión es construir sobre el consenso que se ha forjado y elaborar como trataré de mostrar, es posible encontrar en la teoría democrática
un estándar más alto tomando como punto de partida que, ausentes los buenas razones para incorporar estas dimensiones a la discusión de
criterios de la democracia electoral, referidos a procedimientos para la la democracia y es posible ofrecer por lo menos indicios sólidos para
formación de un gobierno, ningún sistema político merece el nombre orientar la discusión acerca de estándares democráticos que van más
de democracia. allá de la democracia electoral.
26 Journal of Democracy en Español Gerardo L. Munck 27

Gráfico 1 por el concepto de democracia electoral y se rehúsan explícitamente a


Marco conceptual caracterizar la gran mayoría de instituciones políticas como siendo más
o menos democráticas que otras.
Estado
Pero existen principios democráticos para evaluar las instituciones
Cargos Leyes, políticas públicas y políticas que establecen un puente entre los ciudadanos y la toma de
públicos otras decisiones del gobierno decisiones. Como dice Robert Dahl, un principio fundamental de la
La toma de decisiones
de gobierno democracia es que las preferencias —y por lo tanto el voto— de cada
ciudadano deberían tener el mismo peso en el proceso decisorio. Y,
también de acuerdo a Dahl, otro principio fundamental de la democra-
El acceso La ejecución cia es que el control de la agenda política deberían quedar en manos
a los Democracia de decisiones
electoral de los ciudadanos y sus representantes, y que ninguna decisión está
cargos del gobierno
públicos por encima de los poderes democráticos.12 En otras palabras, existen
principios democráticos que claramente son aplicables a la toma de
decisiones políticas por autoridades electas.
Y es bastante fácil especificar las instituciones que son consonantes
Sociedad Los resultados de la política
con estos principios. Primero, con respecto al nexo electoral entre vo-
Nota: El término “gobierno” se usa aquí en un sentido amplio, incluyendo el poder ejecutivo
tantes y representantes, y para que las preferencias de ningún ciudadano
y también el poder legislativo. estén favorecidas cuando los representantes toman decisiones, el valor
del voto de cada ciudadano debería tener el mismo peso. Por lo tanto,
los sistemas electorales que producen mayor proporcionalidad entre
Expandiendo los procedimientos bajo consideración I: el número de votantes y el número de representantes, y que evitan la
El poder de una mayoría para cambiar el statu quo desproporcionalidad (malapportionment), esto es, que se ajustan más
al principio democrático de “una persona, un voto; un voto, un valor”,
Un primer paso en el desarrollo de una concepción de la democracia son más democráticos.
que va más allá de la democracia electoral puede darse expandiendo los
Segundo, en cuanto al proceso de toma de decisión mismo, la clave es
procedimientos bajo consideración para abarcar la toma de decisiones
que las mayorías constituidas en la legislatura no deberían tener menos
de gobierno además de ciertos aspectos del acceso a los cargos públicos
poder que las minorías. Esto implica que todas las cuestiones de política
no incluidos en la conceptualización de la democracia electoral.10 Esto
normal y en particular todas las cuestiones redistributivas deberían de-
es, este primer paso puede darse sin romper con el enfoque institu-
cidirse por una simple mayoría —las libertades esenciales son un caso
cional que subyace el concepto de democracia electoral, manteniendo
especial— y que no prevalezcan instituciones contramayoritarias tales
la atención centrada en las reglas formales del proceso político y las
como presidentes con fuertes poderes legislativos, cámaras altas con
instituciones representativas.
fuertes poderes, cortes supremas con poder de revisión judicial más allá
La expansión de los procedimientos bajo consideración más allá de la
de cuestiones de derechos democráticos y derechos fundamentales, y
arena electoral no es en sí controversial. Por ejemplo, aunque Norberto
Bobbio se declara defensor de una concepción procedimentalista y constituciones que especifican ciertos dominios reservados para actores
minimalista de la democracia, también aclara que la democracia no se del Estado como los militares.13
refiere solo a la elección de gobernantes sino también al proceso de Estas ideas no son nuevas. En efecto, ya fueron presentadas en
“tomar … decisiones colectivas” y que es fundamental preguntarse “sobre forma resumida en el trabajo clásico de Hans Kelsen.14 Además, es
qué asuntos puede uno votar” y “con qué procedimientos” se toman importante recalcar que la crítica común a estas ideas —basada en la
“las decisiones obligatorias para todos los miembros del grupo”.11 Aun idea de la tiranía de las mayorías y la tesis de Montesquieu que la sepa-
así, no hay un consenso establecido acerca de los estándares que son ración de poderes y un sistema de frenos y contrapesos son necesarios
relevantes para evaluar cuán democráticos son los países con respecto para la protección de derechos básicos— carece de sustento empírico.
a los decisiones que toman los representantes y los procedimientos que Por ejemplo, los países cuyas instituciones están más en línea con los
se usan para tomar decisiones. En efecto, muchos analistas de institu- principios democráticos enunciados por Dahl —Dinamarca, Holanda,
ciones políticas se declaran agnósticos a la hora de pronunciarse sobre Noruega, Suecia y, un poco menos, Austria y Bélgica— también se
la naturaleza democrática de las instituciones políticas no cubiertas caracterizan por un alto nivel de respecto a los derechos básicos. Y
28 Journal of Democracy en Español Gerardo L. Munck 29

los análisis empíricos más amplios también muestran que no hay una es un problema para la democracia porque la ejecución de políticas se
asociación positiva entre, por un lado, instituciones que le dan el mismo limita a cuestiones de medios y no de fines.
peso a cada ciudadano en el proceso decisorio y que ponen el control Desafortunadamente, cuando las autoridades electas delegan la eje-
de la agenda política en manos de los ciudadanos y sus representantes cución de políticas a otros agentes del Estado, la relación medios-fines
y, por otro lado, la violación de derechos básicos.15 es mucho más complicada. En la medida que las autoridades electas
En suma, existe un buen fundamento para expandir los procedimientos delegan la ejecución de políticas a personas que se hacen cargo del
bajo consideración más allá de los criterios asociados a la democra- ejercicio del poder en el día a día, operará la tendencia inherente en
cia electoral en una definición de la democracia. Los procedimientos la política de que discusiones acerca de los medios apropiados para
relacionados al nexo electoral entre votantes y representantes, y al un cierto fin terminen anticipadamente constriñendo las metas que
proceso de toma de decisión mismo, son importantes porque crean o son consideradas por las autoridades electas, que los medios elegidos
no un incentivo adicional, que refuerza el incentivo que generan las se transformen en fines o, aún peor, que en el proceso de tomar deci-
instituciones de la democracia electoral, para que los políticos tomen siones acerca de los medios apropiados para un cierto fin se terminen
en cuenta las preferencias de los ciudadanos y para que las políticas alterando los fines que las autoridades electas habían decidido. Por
públicas no respondan a intereses creados que buscan proteger sus po- lo tanto, porque la usurpación de las funciones políticas por parte de
siciones privilegiadas en pujas distributivas. Por lo tanto, es importante administradores públicos es una posibilidad muy real, como insistió
reconocer que la teoría democrática indica que cuando los representantes Max Weber, y porque es una “tendencia fundamental del pensamiento
que son electos por una minoría de los ciudadanos pueden vetar los burocrático … convertir todos los problemas de política en problemas
proyectos de una mayoría de los ciudadanos o, peor aún, cuando los de administración”, como notó Karl Mannheim, el control de la admi-
gobernantes electos simplemente no pueden decidir sobre asuntos de nistración pública es un problema de gran relevancia a la democracia.17
importancia (con la excepción notada referida a libertades esenciales En otras palabras, es imperativo que una evaluación de la naturaleza
y derechos democráticos), estamos frente a un déficit democrático. En democrática de la política aborde la siguiente pregunta: ¿se ejecutan las
otras palabras, es clave considerar no solo si los gobiernos son electos decisiones tomadas por las autoridades democráticas o las decisiones
sino también si las instituciones habilitan el cambio del status quo por tomadas por otros agentes del Estado?
una mayoría de los ciudadanos que desean tal cambio. Hacerse esta pregunta, vale la pena notar, no introduce un quiebre
con una concepción procedimentalista e institucional. Pues, no se trata
Expandiendo los procedimientos bajo consideración II: de evaluar los contenidos de la política sino la forma de ejecutar polí-
El efectivo control político de la administración pública ticas. En efecto, se trata de expandir las reglas del juego político bajo
consideración, de la toma de decisiones por autoridades democráticas
Un segundo paso en el desarrollo de una concepción de la democracia a la ejecución de estas decisiones. Además, aunque esta pregunta es
que va más allá de la democracia electoral puede darse con relación a raramente considerada en el contexto de discusiones sobre el concepto
la ejecución de decisiones del gobierno (véase Gráfico 1). La ejecución de democracia, existen principios democráticos establecidos que son
de decisiones del gobierno no es una cuestión que obviamente tenga relevantes al problema de la administración pública y es posible espe-
que ver con la democracia. Por ejemplo, como argumenta Kelsen, el cificar las instituciones que reflejan estos principios democráticos.
ideal de la democracia no implica que debería extenderse el principio Con respecto a principios democráticos, no hace falta ir más allá del
de que los cargos del gobierno deberían ser electos a los ocupantes de principio enunciado por Dahl e introducido anteriormente, que el control
cargos en la administración pública. 16 Pero tampoco es el caso que esta de la agenda política debería quedar en manos de los ciudadanos y sus
dimensión de la política deba verse como una en que prime, como se ha representantes, y que ninguna decisión está por encima de los poderes
vuelto común proponer en discusiones sobre la capacidad del Estado, democráticos.18 Este principio implica, como se enfatizó en la sección
un criterio netamente tecnocrático. Es importante notar, de entrada, que anterior, que el político debería responder al ciudadano. Pero el alcance
este argumento equivocadamente asume, explícita o implícitamente, de este principio no termina ahí. También implica que la administración
una clara distinción entre la formulación y la ejecución de políticas pública debería responder al político. Esto es, el principio democrático
públicas. Esto es, considerar la ejecución de decisiones del gobierno acerca del control de la agenda política significa, para expresar la idea
solo con un criterio tecnocrático asume de forma errónea que, aunque nítidamente, que sin un efectivo control político de la administración
las autoridades electas toman decisiones pero no las ejecutan, esto no pública, el juego político electoral y legislativo carece de sentido o,
30 Journal of Democracy en Español Gerardo L. Munck 31

en otras palabras, que el efectivo control político de la administración ejecutivas, comisiones reguladoras, bancos centrales y empresas públicas.
pública es una condición necesaria de la democracia. Pero la amenaza a la democracia es igualmente crucial. Por eso, cuanto
Con respecto a las instituciones que son consistentes con el efectivo más aparece como necesario e imperativo delegar el poder a actores
control político de la administración pública, el asunto ya es más com- no electos que supuestamente poseen conocimientos especializados
plicado. Se trata de evaluar, en términos generales, si el problema de imprescindibles, más tenemos que enfatizar, junto a Bobbio, que “La
los guardianes que están por encima de la política —que se manifiesta tecnocracia y la democracia son antitéticas”. 21 Y aunque se necesita más
en la forma de instituciones contramayoritarias con respecto al proceso trabajo para especificar en qué áreas debería regir el modelo burocrático
de toma de decisiones de gobierno— aparece en otra forma en el con- weberiano y en qué áreas debería regir el modelo gerencial de admi-
texto de la administración pública encomendada con implementar las nistración, estos modelos ciertamente contienen ideas valiosas acerca
decisiones de las autoridades electas. Y la respuesta clásica al reto del de las instituciones que son necesarias para que las actividades de los
control político de la administración pública —la adopción del modelo aparatos especializados del Estado que deberían ejecutar las políticas
burocrático weberiano, basado en una rígida jerarquía y el control paso del gobierno sean consistentes con los principios de la democracia.
a paso de las normas y procedimientos de la burocracia— sigue siendo
altamente relevante en contextos en los cuales prevalece el patrimonialismo.
Reconociendo el rol de los resultados de la política:
Pero, más y más, las limitaciones del modelo burocrático weberiano
Las condiciones para el efectivo ejercicio de derechos
han salido a la luz. La expansión del rol del Estado hacia áreas económicas
políticos
y sociales ha incrementado la creciente complejidad de las cuestiones a
resolver. Además, la creciente presión de los ciudadanos sobre gobiernos Un tercer paso en el desarrollo de una concepción de la democracia
para producir resultados sin subir la carga impositiva desmedidamente que va más allá de la democracia electoral puede darse con relación a
ha dado centralidad a consideraciones no solo de eficacia sino también ciertos resultados de la acción del Estado, que impactan a la sociedad,
de eficiencia. Y, consiguientemente, en estas áreas se ha vuelto común y que a su vez afectan al efectivo ejercicio de derechos políticos (véase
reconocer que dar mayor autonomía a los altos funcionarios públicos Gráfico 1). Este paso es el más controversial de los discutidos aquí, ya
es esencial al cumplimiento eficiente de sus funciones, desdibujando en que el salto del Estado a la sociedad toca necesariamente en los conteni-
el proceso la forma de subordinar la administración pública a directivas dos de las decisiones políticas y rompe con un enfoque exclusivamente
políticas que asume el modelo burocrático weberiano. institucional. Y dar este paso saca a la luz la polarización de opiniones
Para afrontar estas nuevas realidades del Estado, la respuesta que se ha entre, por un lado, aquellos que insisten que la democracia deberían
propuesto desde la década de los 1980 en adelante es el modelo gerencial entenderse en términos puramente institucionales o procedimentales y, por
de administración.19 Este modelo nuevo, en contraposición al modelo otro lado, aquellos que argumentan que ciertos aspectos de la sociedad
burocrático weberiano, pone énfasis en el control de la administración deberían incluirse en una definición de la democracia y hasta sostienen
pública por medio del control de los resultados y, relacionadamente, que las cuestiones sustantivas deberían primar sobre las institucionales.
por la mayor transparencia de la gestión pública y la evaluación de los En efecto, hablar de los resultados de la política generalmente lleva a
servicios públicos por los ciudadanos mismos. Y estos procedimien- una polarización entre aquellos que apoyan concepciones procedimen-
tos, sin duda, deben ser partes del mecanismo para democratizar la tales y sustantivas de la democracia.22
administración pública, o más precisamente, asegurar el control de la Pero hay buenas razones para combinar, en vez de mantener sepa-
administración pública por las autoridades democráticas. Pues una res- radas, una concepción procedimental con una sustantiva. Por un lado,
puesta democrática adecuada al problema de la administración pública como he insistido a través de este artículo, es importante reconocer que
tendría que basarse en una combinación del viejo modelo burocrático múltiples instituciones —empezando con aquellas que son inherentes a
weberiano y el nuevo modelo gerencial de administración.20 la democracia electoral— son necesarias para la democracia. Pero, por
En fin, a la luz de la fuerte tendencia a que actores no electos en el otro lado, también es imprescindible ver las instituciones políticas
el Estado ejerzan el poder, y no solo en la implementación sino tam- en el contexto de la sociedad más amplia y evitar caer en formalismos.
bién en la formulación de políticas, es sumamente importante notar el Como señala Touraine, aunque “una teoría de la democracia … debe
peligro que esta tendencia plantea para la democracia. El nudo de la ser ... política … no debe estar separada del análisis de las relaciones
cuestión en América Latina ya es menos el problema del control civil sociales”.23 Y como argumenta O’Donnell, “el tema de la democracia
de los militares que el rol creciente de una élite tecnocrática que puebla … atañe no solo al estado sino también a —al menos— algunas carac-
múltiples espacios dentro del Estado: ministerios estratégicos, agencias terísticas de la sociedad en general”.24
32 Journal of Democracy en Español Gerardo L. Munck 33

El desafío intelectual, pues, es encontrar una forma coherente, otros recursos fundamentales afuera de una concepción de la democracia
fundada en la teoría democrática, de combinar una concepción proce- que se pretende aplicar a una región como América Latina podría verse
dimental con una sustantiva. Y para enfrentar este desafío encontramos como un ejemplo de formalismo excesivo.
en el trabajo de Dahl, otra vez, una ideas que atañen precisamente al Además, es posible especificar dos maneras en las cuales se podría
problema de cómo justificar la inclusión de ciertos aspectos sustantivos incorporar el contexto socioeconómico a una concepción robusta de
de la política en una concepción de la democracia sin contradecir los la democracia que evita la posición irrealista de decir que la ausencia
principios democráticos relacionados al proceso político. de desigualdad socioeconómica es una condición de la democracia.
Dahl sugiere que hay elementos sustantivos que llama “integrales” Por un lado está la cuestión de qué proporción de la población goza
y esenciales al proceso democrático mismo que merecen ser incluidos de una capacidad real para efectivamente ejercer derechos políticos.
en una definición de la democracia. Y propone, específicamente, que Esta es una cuestión central en América Latina, ya que existen graves
ciertos derechos comúnmente entendidos como derechos civiles —la déficit en la región no solo con respecto a la inclusión social —como
libertad de expresión, el acceso a fuentes alternativas de información, reflejan los indicadores de pobreza y desigualdad—, sino también con
y la autonomía asociativa— son parte integral del proceso democrático, respecto al aun más básico principio de igualdad de oportunidades para
ya que son esenciales al cumplimiento de ciertos principios democrá- desarrollarse en la sociedad.29 La pregunta que plantea José Nun, en
ticos relacionados al proceso político que él identifica —el control de el contexto de su análisis acerca de las condiciones de la libertad y la
la agenda, la participación efectiva, y la comprensión ilustrada. De relación entre democracia y derechos sociales —“¿cuántos ‘no ciudada-
esta manera, Dahl introduce un cambio clave a las concepciones pro- nos’ o ‘ciudadanos semiplenos’ (unos y otros en condiciones legales de
cedimentales, al proponer una definición de la democracia que incluye ser ‘ciudadanos plenos’) debe haber en una democracia representativa
elementos más allá de los procedimientos a la vez que firmemente antes de que digamos que ésta … he dejado de serlo?”— no tiene una
ancla la justificación de esta expansión del concepto de democracia en respuesta fácil.30 Pero la pertinencia de esta pregunta a una conceptua-
principios acerca del proceso político.25 lización de la democracia es innegable.
Dahl también identifica una segunda clase de elementos sustantivos Por otro lado, y probablemente aún más importante, está la cuestión
que caracteriza como elementos “externos” pero necesarios al adecuado acerca de cómo la posesión de recursos económicos puede contribuir
funcionamiento del proceso democrático. Y resalta, como ejemplo de a que ciertos actores tengan una influencia desmedida en el proceso
esta clase de elemento y como posible candidato a ser incluido en una político. Como dice Przeworski, “incluso si todos tienen las condiciones
definición de la democracia, la “gran desigualdad entre los ciudadanos mínimas es posible que las condiciones individuales sean desiguales.
en cuanto a sus medios económicos u otros recursos fundamentales”.26 Por lo tanto, para que la influencia política sea igual en una sociedad
Estos elementos “externos” son más complejos desde la perspectiva de desigual, es necesario que la desigualad de condiciones no pueda trans-
la teoría de la democracia. Y su inclusión en definiciones de la demo- formarse en desigualdad de influencia”.31
cracia no es tan común como los derechos civiles que identifica Dahl. Una faceta del problema concierne el uso de recursos públicos por
Pero ciertamente merecen ser considerados para posible inclusión en los gobernantes. Pero la forma más común de esta cuestión concierne
una definición de la democracia. el impacto de recursos privados en la política. El dinero afecta todas las
Lo que está en juego con la desigualdad económica es nada menos etapas del proceso político, desde las elecciones a la toma de decisiones
que el principio democrático de la igualdad política —esto es, que las de gobierno y la ejecución de decisiones de gobierno. Y su influencia
preferencias expresadas por cada ciudadano tengan el mismo peso en el no se limita, como a veces se piensa, a los casos de corrupción patente,
proceso decisorio— que Dahl, junto a otros teóricos de la democracia, esto es, de compra venta ilegal de influencia. Por lo tanto, hay buenas
resaltan. Y, como autores muy diversos reconocen, el contexto socio- razones para adoptar una concepción de la democracia que incluya, como
económico afecta profundamente a la política. Por ejemplo, Touraine elementos necesarios, mecanismos que sirvan para “aislar las políticas
apunta que “la democracia está amenazada … por un laissez-faire que públicas de cualesquier desigualdades en recursos materiales que existan”
favorece el aumento de las desigualdades y la concentración del poder y para contener “la influencia corruptora del dinero” y “la conversión
en manos de grupos restringidos”.27 A su vez, Przeworski nota que “la de desigualdades socioeconómicas en desigualdad política”.32
desigualdad socioeconómica tiene maneras de infiltrarse en el terreno Estamos lejos aún de tener un consenso acerca de cómo incorpo-
político”, y que la capacidad diferencial de ejercitar derechos políticos rar elementos sustantivos a una definición de la democracia. Dahl, al
asociados a la desigualdad socioeconómica viola el principio de igualdad fin de cuentas, incluye ciertos derechos civiles pero ningún elemento
política.28 Pues dejar cualquier consideración de medios económicos u sustantivo del contexto socioeconómico en su famosa lista de factores
34 Journal of Democracy en Español Gerardo L. Munck 35

necesarios de la democracia.33 Y Przeworski, aunque pone hincapié en acerca de la importancia de las condiciones para el efectivo ejercicio
la centralidad de las condiciones necesarias para el efectivo ejercicio de derechos políticos. En efecto, hay poca diferencia —podría decirse
de derechos, tampoco da el paso de incluir estas condiciones en una que la diferencia es más terminológica que conceptual— entre decir,
definición de la democracia. En efecto, Przeworski ha caracterizado a como sugiere Przeworski, que los problemas que enfrentan los países
la democracia, por definición, como un “sistema de instituciones” y de América Latina son los de “la democracia sin ciudadanía eficaz” o
“un sistema de derechos políticos”.34 decir, como proponen O’Donnell, el Programa de las Naciones Unidas
Esto no quiere decir que una propuesta para establecer un puente para el Desarrollo (PNUD) y la Organización de Estados Americanos
entre enfoques procedimentalistas y sustantivos mediante la inclusión (OEA), al apostar a una concepción ampliada de la democracia, que el
de elementos sustantivos del contexto socioeconómico en una definición reto político en América Latina es transitar de una “democracia elec-
de la democracia —ya sea en el sentido de condiciones mínimas para toral” a una “democracia de ciudadanía”.38
que todos puedan participar o en el sentido de barreras para que los
pocos no puedan dominar el proceso político— sería inconsistente con
Conclusiones
la línea de pensamiento de Dahl, Przeworski y otros autores que han
dedicado mucho esfuerzo para pensar la democracia. Con respecto a Dahl, La democracia es el gran tema, o por lo menos uno de los grandes
es obvio que su famosa lista de factores necesarios de la democracia temas, de la politología. Y cuando se vive en —o cuando se estudia— un
requiere revisión, ya que no considera el proceso político más allá de la país autoritario, la cuestión democrática se puede formular en términos
elección de gobernantes y, como Dahl insinúa, hay una buena base para bastante simples y claros: se remite principalmente a cómo transitar a
considerar ciertos aspectos del contexto socioeconómico como necesarios un sistema político en el cual se accede a los cargos públicos clave del
al adecuado funcionamiento del proceso democrático. Con respecto a gobierno por medio de elecciones libres y justas. Ésta fue la pregunta
Przeworski, viene a propósito notar que es su último libro advierte que que se plantearon y discutieron los politólogos en América Latina y
una igualdad de oportunidades efectiva de influenciar las decisiones de en otras partes del mundo en la década de los 80. Y esta pregunta dio
gobierno “implica no sólo derechos sino también condiciones”, 35 un lugar a un aprendizaje importante sobre el tema de las transiciones a la
argumento que es consistente con la incorporación de esas condiciones democracia. Pero hoy, afortunadamente, vivimos en otro mundo políti-
a la definición misma de la democracia. O sea, conviene considerar las co. Las dictaduras que hasta fines de la década de los 70 constituían la
definiciones propuestas por teóricos como Dahl, Przeworski y otros tendencia dominante en la región ya han pasado a la historia. Y en el
como propuestas provisorias, abiertas a revisiones. nuevo contexto contemporáneo nos tenemos que preguntar, ¿qué sentido
Pero hay un punto más fundamental que no debería perderse de tiene la cuestión democrática cuando no se vive en dictadura?
vista. A pesar de que hay lugar todavía para un debate acerca de la Una respuesta posible es que la cuestión democrática ya no tiene
definición de la democracia, se ha desarrollado un consenso notable gran sentido. Esta es la respuesta que dan, implícitamente, muchos po-
acerca de la necesidad de no limitar la discusión de la democracia a litólogos que estudian América Latina y que han adoptado un enfoque
sus aspectos procedimentales. Dahl ha insistido que las “desigualdades institucionalista en línea con la teoría política positiva que hoy domina la
en términos de recursos económicos y sociales” son un problema para ciencia política en Estados Unidos. En efecto, a medida que la transición
la democracia “debido a que los que tienen más recursos naturalmente a la democracia dejó de ser el tema del día, el estudio de la política
tienden a emplearlos para influenciar el sistema político en provecho contemporánea en América Latina adoptó un nuevo vocabulario. Los
propio” y a que “la existencia de dichas desigualdades [constituye] un politólogos empezaron a estudiar los sistemas y procesos electorales,
obstáculo persistente para el logro de un nivel satisfactorio de igual- los partidos políticos, y el rol del Ejecutivo y el Congreso en la toma
dad política”.36 Por su lado, Przeworski ha puesto énfasis en que hoy de decisiones. También consideraron los resultados de la política, es-
en día “muchas personas no poseen las condiciones necesarias para pecialmente en las áreas económica y social, e indagaron acerca de qué
ejercer” sus derechos políticos, que “la democracia no es un sistema clase de políticas están asociadas a distintas reglas electorales, sistemas
que necesariamente provee las condiciones para el efectivo ejercicio de partidos y relaciones interinstitucionales. Y, en el proceso de estudiar
de … derechos [políticos]”, y que, por lo tanto, hay razones para estar el funcionamiento y el desempeño de la democracia, el supuesto del
muy preocupados por lo que caracteriza como “un nuevo monstruo: la esquema conceptual adoptado —vivimos en democracia— dejó de ser
democracia sin ciudadanía eficaz”.37 un tema de estudio en sí. Implícitamente, porque estos supuestos casi
En fin, cualquier desacuerdo sobre la definición de la democracia nunca son abordados explícitamente, estos estudios han asumido que la
que aún permanece irresuelto no debería opacar el amplio consenso cuestión democrática fue resuelta en el marco de las transiciones desde
36 Journal of Democracy en Español Gerardo L. Munck 37

las dictaduras y que la política contemporánea en América Latina puede Tabla 1 — Los estándares de la Democracia:
reducirse a conflictos dentro de las reglas institucionales que definen una propuesta
la democracia.
Otra respuesta posible es que aunque hoy no se vive en dictadura Criterios Relevantes
Aspecto de la
en América Latina, aún tiene sentido la cuestión democrática porque Política Estándar Democrático
Principio Democrático*
la frase “vivimos en democracia” evoca sentimientos encontrados. En Específico**
efecto, una parte de nosotros responde que “sí”. Hay elecciones, hay I. El acceso a los • Control de la agenda • Las elecciones como el único
alternancia en el gobierno, se respetan varias libertades básicas. Pero a cargos públicos † • Inclusión de los adultos medio de acceso a los cargos
la misma vez nos rehusamos a aceptar que la democracia significa eso y • Igualdad de voto públicos
• Participación efectiva • Elecciones sin violencia o
nada más. No nos cuesta encontrar deficiencias en el proceso político de
fraude, en las que existe el
los países de América Latina que no concuerdan con nuestro concepto derecho al voto sin exclusiones
de democracia. Por eso, ante la frase “vivimos en democracia”, una y el derecho a ser candidato sin
parte de nosotros dice que “no” o por lo menos “no plenamente”, y nos proscripciones
preguntamos “¿cuán democráticos son, verdaderamente, los procesos II. El acceso a los • Igualdad de voto • Elecciones con sistemas
políticos en América Latina?” y nos rehusamos a excluir el concepto de cargos públicos y la • Control de la agenda proporcionales
toma de decisiones • Legislaturas unicamerales
democratización del vocabulario politológico contemporáneo. de gobierno †† • Decisiones en la legislatura por
En este trabajo exploré esta segunda respuesta y ofrecí algunas simple mayoría
pistas para orientar una discusión acerca del contenido de la cuestión III. La ejecución • Control de la agenda • El modelo burocrático
democrática en América Latina en el siglo XXI. Me enfoqué en el punto de decisiones del weberiano
de referencia obligatorio de cualquier discusión acerca de la cuestión gobierno †† • El modelo gerencial de
administración
democrática, la definición del concepto de democracia. En efecto, el que
IV. Los resultados • Participación efectiva • La libertad de expresión, el
quiera abordar la cuestión democrática ineludiblemente debe enfrentar de la política sobre • Comprensión ilustrada acceso a fuentes alternativas
la simple pero difícil pregunta, ¿cómo debería entenderse el concepto la sociedad • Control de la agenda de información, y la autonomía
de democracia? Y puse énfasis en la necesidad de articular con claridad asociativa
los estándares de la democracia que deberían usarse al evaluar los países • Igualdad de voto • Inclusión social e igualdad de
de América Latina, esto es, en la pregunta, ¿cuáles son los estándares oportunidades
y, en particular, cuáles son los estándares específicos y observables de • Prevención de la conversión de
desigualdades socioeconómicas
la democracia? en desigualdad política
Las respuestas que ofrecí a estas preguntas conceptuales y norma- Nota:
tivas (para un resumen, ver Tabla 1) no son definitivas. Sin duda, hay *  Para una discusión más detallada de estos principios democráticos, tomados del trabajo de
cuestiones que merecen ser debatidas más a fondo y en más detalle. Y, Dahl, véase Robert A. Dahl, La democracia y sus críticos (Barcelona: Paidós, 1992), capítulos 8 y
9, e ídem, La democracia. Una guía para los ciudadanos (Madrid: Taurus, 1999), capítulo 4.
como señalé, hay preguntas que permanecen muy abiertas. Pero debería **  Los estándares democráticos específicos con relación al acceso a los cargos públicos definen,
quedar en claro que ciertamente hay buenos argumentos para sostener en su conjunto, a la democracia electoral, y el estándar de la democracia electoral constituye
que hay varios aspectos de la política, más allá de aquellos que cubre a su vez el mínimo que cualquier sistema político debe satisfacer para ser una democracia.
Esto es, los estándares más allá de la democracia electoral no pueden sustituir deficiencias
el concepto de democracia electoral, en los que está en juego la demo- relacionadas a la democracia electoral.
cracia y que atañen a la democraticidad de la política. Es importante, †  Por “cargos públicos” se entiende los cargos con poder de decisión en las ramas ejecutiva
pues, debatir estas cuestiones y desarrollar consensos acerca de la re- y legislativa del gobierno nacional.
††  El término “gobierno” se usa aquí en un sentido amplio, incluyendo el poder ejecutivo y
levancia de la democracia a esferas que van más allá del nexo electoral también el poder legislativo.
entre votantes y representantes y acerca de la manera de especificar los
estándares democráticos en estas distintas esferas.
Plantear las cuestiones conceptuales y normativas que hay que abor- democratización sigue siendo un reto clave para América Latina, es
dar para articular una agenda democratizadora es, obviamente, solo una necesario hacer un análisis empírico riguroso para darle un contenido
pequeña parte de la tarea de pensar los cambios que necesita América claro a la cuestión democrática en América Latina. Además, un análisis
Latina. Aunque no es especulativo concluir, a la luz de una concepción políticamente responsable debería poner mucho énfasis en lo que realís-
de la democracia que va más allá de la democracia electoral, que la ticamente se puede cambiar y conseguir. Si no, como en el pasado no tan
38 Journal of Democracy en Español Gerardo L. Munck 39

distante, en nombre del cambio progresivo se podría contribuir, directa comparada”, América Latina Hoy 45 (2007): 17-46, y Sebastián Mazzuca, “Access to Power
Versus Exercise of Power: Reconceptualizing the Quality of Democracy in Latin America”,
o indirectamente, a potenciar las fuerzas conservadores y reaccionarias. Studies in Comparative Development 45, 3 (2010): 334-57; sobre la democracia de institu-
Sin embargo, en un contexto en que las agendas políticas son dictadas ciones, Ignacio Walker, “Por una democracia de instituciones para América Latina”, Estudios
en gran medida desde el poder económico y las instituciones financieras Públicos 113 (verano 2009): 267-93; sobre la democracia de ciudadanía, PNUD (Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo), La democracia en América Latina. Hacia una democracia
internacionales, también es fundamental cultivar el imaginario demo- de ciudadanos y ciudadanas (Buenos Aires: PNUD y Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A.,
crático y recobrar un sentido de las posibilidades de cambio histórico 2004); y sobre el Estado democrático, Guillermo O’Donnell, “Teoría democrática y política
que tienen sus raíces en aspiraciones democráticas.39 Y la discusión de comparada”, Desarrollo Económico 39, 156 (2000): 519-70, ídem, “Hacia un Estado de y para
la democracia”, en Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Democracia/
cuestiones conceptuales y normativas esta íntimamente ligada a estas Estado/Ciudadanía. Hacia un Estado de y para la democracia en América Latina (Nueva York:
tareas importantes. PNUD, 2008), 25-62, e ídem, Democracy, Agency, and the State: Theory with Comparative
Intent (Oxford: Oxford University Press) [Versión en castellano: Democracia, agencia y Estado:
Teoría en intención comparativa (Buenos Aires: Prometeo Libros, 2010)].
NOTAS
4.  Un tema muy ligado a estas cuestiones conceptuales y normativas, y que también afecta
1.  Enrique Krause, Por una democracia sin adjetivos (México: Joaquín Moritz-Planeta,
cómo se caracteriza a los países, concierne la medición de conceptos. Pero aquí me concentro en
1986); Adam Przeworski, Democracy and the Limits of Self-Government (Nueva York: Cambridge
el problema de la conceptualización de la democracia y de la especificación de los estándares de
University Press, 2010) [Versión en castellano: Qué esperar de la democracia. Posibilidades y
la democracia. Para una discusión detallada acerca la medición de la democracia, véase Gerardo
límites del autogobierno (Buenos Aires: Siglo XXI, 2010)].
L. Munck, Measuring Democracy: A Bridge Between Scholarship and Politics (Baltimore: The
Johns Hopkins University Press, 2009), e ídem, “La medición de la democracia: Enmarcando
2.  Véase, sobre la democracia electoral, Peter H. Smith, “Los ciclos de democracia elec- un debate necesario”, Revista Latinoamericana de Política Comparada 4 (2011): 11-21.
toral en América Latina, 1900-2000”, Política y Gobierno 11, 2 (2004):  189-228; sobre la
democracia constitucional, Jonathan Hartlyn y Arturo Valenzuela, “La democracia en América 5.  Sobre el estado de la democracia electoral en América Latina, véase PNUD, La demo-
Latina desde 1930”, en Leslie Bethell, ed., Historia de América Latina: Vol. 12. Política cracia en América Latina, pp. 74-79, y OEA (Organización de Estados Americanos) y PNUD
y sociedad desde 1930 (Barcelona: Crítica, 1997), 11-66, 343-53, pp.  12-13, y Maxwell (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), Nuestra democracia (México: OEA,
A. Cameron, “Citizenship Deficits in Latin America Democracies”, Convergencia. Revista de PNUD y Fondo de Cultura Económica, 2010), pp. 62-68.
Ciencias Sociales 45 (septiembre-diciembre 2007): 1-20, e ídem, “The State of Democracy in
the Andes: Introduction to a Thematic Issue of Revista de Ciencia Politica”, Revista de Ciencia 6.  Ver, por ejemplo, Boaventura de Sousa Santos y Leonardo Avritzer, “Introducción: Para
Política Vol. 30, Nº 1 (2010): 5-20; sobre la democracia liberal, Joe Foweraker, Todd Landman ampliar el canon democrático”, en Santos, ed., Democratizar la democracia, 35-74.
y Neil Harvey, Governing Latin America (Cambridge: Polity Press, 2003), y Peter H. Smith,
La democracia en América Latina (Madrid: Marcial Pons y Universidad de Alcalá, 2009), 7.  Alain Touraine, “¿Qué es hoy la democracia?” Revista Internacional de Ciencias
capítulo 10; sobre la democracia republicana, Luiz Carlos Bresser Pereira, Democracy and Sociales 43, 2 (1991): 273-82, p. 274.
Public Management Reform: Building the Republican State (Oxford: Oxford University Press,
2004), Parte I; sobre la democracia directa, David Altman, “Plebiscitos, referendos e iniciativas 8.  Guillermo O’Donnell, Disonancias: Críticas democráticas a la democracia (Buenos
populares en América Latina: ¿mecanismos de control político o políticamente controlados?” Aires: Prometeo Libros, 2007), pp. 152-53.
Perfiles Latinoamericanos 18, 35 (2010): 9-34, e ídem, Direct Democracy Worldwide (Nueva
York: Cambridge University Press, 2011); sobre la democracia participativa, Boaventura de 9.  Norberto Bobbio, El futuro de la democracia (México: Fondo de Cultura Económica,
Sousa Santos, ed., Democratizar la democracia: Los caminos de la democracia participativa 1986), pp. 14-16, 30-31; Robert A. Dahl, La democracia y sus críticos (Barcelona: Paidós, 1992),
(México: Fondo de Cultura Económica, 2004), y Evelina Dagnino, Alberto J. Olvera y Aldo capítulo 12; O’Donnell, Democracy, Agency, and the State, p.  209; Przeworski, Democracy
Panfichi, eds., La disputa por la construcción democrática en América Latina (México: Fondo and the Limits of Self-Government, p. 124.
de Cultura Económica, CIESAS y Universidad Veracruzana, 2006); sobre la democracia delibe-
rativa, Leonardo Avritzer, “Democracia deliberativa”, Metapolítica 5, 18 (2001): 50-65, e ídem, 10.  Como mencioné anteriormente, la democracia electoral es una forma de gobierno
Democracy and the Public Space in Latin America (Princeton: Princeton University Press, 2002); caracterizada por el rol de las elecciones —las elecciones son el único camino a los cargos
sobre la democracia radical, Roberto Mangabeira Unger, False Necessity: Anti-Necessitarian públicos— y la calidad de las elecciones —son elecciones sin violencia o fraude en las que
Social Theory in the Service of Radical Democracy (Nueva York: Cambridge University existe el derecho al voto sin exclusiones y el derecho a ser candidato sin proscripciones. Esto
Press, 1987), e ídem, La democracia realizada: La alternativa progresista (Buenos Aires: es, el concepto de democracia electoral incluye ciertos estándares muy básicos acerca del
Ediciones Manantial, 1999); y sobre la democracia integral, Walquiria D. Leão, “Democracia acceso a los cargos públicos. Pues, hay otros aspectos del acceso a los cargos públicos no
integral y libertad justa”, en Atilio A. Boron y Álvaro de Vita, eds., Teoría y filosofía política. cubiertos por el concepto de democracia electoral que podrían incorporarse en un concepto
La recuperación de los clásicos en el debate latinoamericano (Buenos Aires: CLACSO, 2002), más amplio de democracia.
123-38, y Mario Bunge, Filosofía política: Solidaridad, cooperación y democracia integral
(Barcelona: Gedisa, 2009), capítulo 9. 11.  Bobbio, El futuro de la democracia, pp. 9, 14-16, e ídem, Democracy and Dictatorship
(Minneapolis: University of Minnesota Press, 1989), p. 157.
3.  Véase, sobre la gobernanza democrática, Joseph Tulchin con Amelia Brown, eds.,
Democratic Governance and Social Inequality (Boulder: Lynne Rienner, 2002); sobre la 12.  Dahl, La democracia y sus críticos, pp. 135-37, 139-41, e ídem, La democracia. Una
gobernabilidad democrática, Scott Mainwaring y Timothy R. Scully, “América Latina: Ocho guía para los ciudadanos (Madrid: Taurus, 1999), p.  48. El lenguaje específico de Dahl es
lecciones para la gobernabilidad”, Journal of Democracy en Español 1 (julio 2009): 129-46; “Igualdad de voto. Cuando llegue el momento en el que sea adoptada finalmente la decisión
sobre la calidad de la democracia, Guillermo O’Donnell, Osvaldo Iazzetta, y Jorge Vargas Cullell, sobre la política, todo miembro debe tener una igual y efectiva oportunidad de votar, y todos
eds., Democracia, desarrollo humano y ciudadanía (Rosario: Homo Sapiens, 2003), Daniel los votos deben contarse como iguales” y “Control de la agenda. Los miembros deben tener la
H. Levine y José Enrique Molina, “La calidad de la democracia en América Latina: Una visión oportunidad exclusiva de decidir cómo y, si así lo eligen, qué asuntos deben ser incorporados a
40 Journal of Democracy en Español Gerardo L. Munck 41

la agenda. …Las políticas de la asociación están siempre abiertas a cambios introducidos por Borón, “Socialismo del siglo XXI: ¿hay vida después del neoliberalismo?” POLIÉTICA 2, 8
sus miembros, si éstos así lo deciden”. Dahl, La democracia, p. 48. (2009): 41-55, pp. 42-43.

13.  Para una elaboración de esta idea, véase Anthony J. McGann, The Logic of Democracy: 23.  Alain Touraine, ¿Qué es la democracia? (México: Fondo de Cultura Económica,
Reconciling Equality, Deliberation, and Minority Protection (Ann Arbor: University of Michigan 1995), p. 55.
Press, 2006), y Przeworski, Democracy and the Limits of Self-Government, capítulo 6.
24.  O’Donnell, Disonancias, p. 75, e ídem, Democracy, Agency, and the State, capítulo 9.
14.  Kelsen especifica que las instituciones que son consistentes con los principios de-
mocráticos son: i) Elecciones con sistemas proporcionales: “El sistema de la representación 25.  Dahl, La democracia y sus críticos, p. 201, e ídem, La democracia, capítulo 8. En la
proporcional es la aproximación más grande posible al ideal de la autodeterminación dentro misma línea, Bobbio, al avanzar su “definición mínima” de democracia, dice que “los llamados
de una democracia representativa y, por tanto, el más democrático de los sistemas electorales”; derechos de libertad de opinión, de expresión de la propia opinión, de reunión, de asociación,
ii) Legislaturas unicamerales: “En la etapa de la legislación la democracia significa … que, etc. … son el supuesto necesario del correcto funcionamiento de los mismos mecanismos
en principio, todas las normas generales son creadas por un parlamento de elección popular. fundamentalmente procesales que caracterizan un régimen democrático”. Bobbio, El futuro
El sistema unicameral parece corresponder más íntimamente a la idea de la democracia. El de la democracia, p. 15.
bicameral … es siempre una atenuación del principio democrático”, y iii) Decisiones en la
legislatura por simple mayoría: “Las decisiones de un cuerpo representativo deben tomarse 26.  Dahl, La democracia y sus críticos, p. 201.
de acuerdo al principio mayoritario”. Hans Kelsen, Teoría general del derecho y del Estado,
segunda edición (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1958), pp. 352-54. 27.  Touraine, ¿Qué es la democracia?, p. 29.

15.  Para una análisis empírico sistemático de esta cuestión, véase McGann, The Logic of 28.  Przeworski, Democracy and the Limits of Self-Government, p. 68, traducción propia.
Democracy, capítulo 8.
29.  Con respecto a la igualdad de oportunidades en América Latina, véase los datos in-
16.  Kelsen, Teoría general del derecho y del Estado, pp. 355-56. novativos del Banco Mundial publicados en José R. Molinas, Ricardo Paes de Barros, Jaime
Saavedra y Marcelo Giugale, Do Our Children Have a Chance?: The 2010 Human Opportunity
17.  Max Weber, Economy and Society (Berkeley: University of California Press, 1968 Report for Latin America and the Caribbean (Washington: World Bank Publications, 2011).
[1922]), pp. 980-85, 990-98, 1393-99, 1403-10, 1416-19; Karl Mannheim, Ideología y utopía:
Introducción a la sociología del conocimiento (México: Fondo de Cultura Económica, 2004 30.  José Nun, Democracia ¿Gobierno del pueblo o gobierno de los políticos? (Buenos
[1929]), p. 153. Aires: Fondo de Cultura Económica, 2002), p. 161.

18.  Dahl, La democracia y sus críticos, pp. 139-41, e ídem, La democracia, 48. 31.  Przeworski, Democracy and the Limits of Self-Government, p. 66, traducción propia.

19.  Promotores clave del modelo gerencial de administración en América Latina han sido 32.  Charles Tilly, Democracy (Nueva York: Cambridge University Press, 2007), p.  118;
Luiz Carlos Bresser Pereira y el Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo Przeworski, Democracy and the Limits of Self-Government, pp. 93, 98, traducción propia. Para
(CLAD). Véase Bresser Pereira, Democracy and Public Management Reform, y CLAD (Centro los análisis complementarios del problema de la desigualdad social y la democracia de estos
Latinoamericano de Administración para el Desarrollo), “Gestión Pública Iberoamericana para dos autores, véase Tilly, Democracy, pp. 75-76 y capítulo 5, y Przeworski, Democracy and the
el Siglo XXI”, documento aprobado por la XL Reunión Ordinaria del Consejo Directivo del Limits of Self-Government, capítulo 4.
CLAD, Santo Domingo, República Dominicana, 8-9 de noviembre de 2010.
33.  Dahl, La democracia, capítulo 8.
20.  Para una discusión detallada del balance deseable entre el modelo burocrático we-
beriano y el modelo gerencial de administración de acuerdo a la actividad ejecutiva de los 34.  Adam Przeworski, Democracia y mercado: Reformas políticas y económicas en la
distintos agentes del Estado, véase Bresser Pereira, Democracy and Public Management Europa del Este y América Latina (Cambridge: Cambridge University Press, 1995), pp. 42, 66;
Reform, capítulos 14 a 19. Adam Przeworski, Michael E. Alvarez, José Antonio Cheibub y Fernando Limongi, Democracy
and Development: Political Institutions and Well-Being in the World, 1950-1990 (Nueva York:
21.  Bobbio, El futuro de la democracia, p. 26. Cambridge University Press, 2000), p. 34, traducción propia.

22.  La concepción procedimentalista pura de la democracia es articulada por Ignacio 35.  Przeworski, Democracy and the Limits of Self-Government, p. 66, traducción propia.
Walker, quien sostiene que la “capacidad [del Estado] para resolver los problemas de la gente
… no deberían ser considerados … como elementos intrínsecos de la democracia política … 36.  Robert A. Dahl, “La democracia”, POSTData 10 (diciembre 2004): 11-55, p. 49.
sino de ciertas exigencias que se le formulan a la democracia en términos de las condiciones
de eficacia de la misma, o de su gobernabilidad”. Por lo tanto, de acuerdo a Walker, “Cada 37.  Przeworski, Alvarez, Cheibub y Limongi, Democracy and Development, p.  34,
sociedad, cada sistema político, debe [decidir] sí discutir, y pactar, qué grados de desigualdad traducción propia; Przeworski, Democracy and the Limits of Self-Government, pp.  xiii-xiv,
social está dispuesta a tolerar, a fin de asegurar condiciones adecuadas de gobernabilidad”. traducción propia.
En contraste, la concepción sustantiva pura de la democracia es expresada por Atilio Borón,
quien afirma que “en la definición misma de democracia está implícita la idea de mayor jus- 38.  O’Donnell, “Hacia un Estado de y para la democracia”, e ídem, Democracy, Agency, and
ticia social. Una concepción de la democracia al margen de la justicia social no tiene ningún the State; PNUD, La democracia en América Latina; OEA y PNUD, Nuestra democracia.
sentido. Uno puede tener todas las elecciones que quiera, un sistema pluripartidista, etc. Pero
si la legitimidad de desempeño de la democracia no demuestra que el gobierno democrático 39.  Sobre la necesidad de recobrar un sentido de la historia, el reto de desarrollar la demo-
reduce persistentemente la desigualdad y crea mayores márgenes de igualdad entre los ciu- cracia sin desestabilizarla, y el concepto asociado de democracia exigible, véase Dante Caputo,
dadanos, ese régimen no puede ser llamado democrático en el sentido riguroso del término”. “El desarrollo democrático en América Latina: Entre la crisis de legitimidad y la crisis de
Ignacio Walker, “Por una democracia de instituciones para América Latina”, pp. 283-84; Atilio sustentabilidad”, manuscrito inédito, 2010; y OEA y PNUD, Nuestra democracia, capítulo 2.

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