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Hoja de Ruta para Emprendedores. Crear Una Empresa en Tiempos Difíciles PDF
Hoja de Ruta para Emprendedores. Crear Una Empresa en Tiempos Difíciles PDF
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Índice
Cubierta
Prólogo
1.Las motivaciones
2. Las expectativas
3. Los riesgos
4. La realidad
5. La independencia
6. Los recursos
7. Los socios
8. El equipo
9. La innovación
10. El éxito y el fracaso
11. Aprender a emprender
12. Siete reglas de oro y algunos buenos consejos
13. El consejo final de un gran emprendedor
Créditos
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Prólogo
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y si no trabajar para una gran empresa, nadie me habló nunca de qué era montar
un negocio y mucho menos me insinuaron que esa era otra alternativa posible
dentro del mundo laboral. He de confesar que la primera empresa la monté sólo
porque empecé a vender servicios culturales, la gente me pedía factura y me
dijeron que la mejor forma de hacerlo era con una sociedad limitada. Pero ni
tenía un plan de negocio ni sabía dónde me estaba metiendo. Tal vez cierta
ingenuidad es necesaria para empezar.
Sin duda, poner tu negocio es una tarea ardua, no exenta de riesgo y
dificultades, y por eso los que empezamos tenemos que agradecer la
generosidad de la gente que va por delante a la hora de guiarnos. Se trata de un
camino en el que fácilmente se sentirá la tentación de abandonar, de volver al
sendero fácil. Por este motivo son necesarios sherpas, personas que nos ayuden
a recorrerlo, que nos eviten algunos hoyos y nos señalen los precipicios. Es
cierto que al final es uno el que tiene que caminar, el que sentirá la fatiga en su
cuerpo, pero cuanto más podamos aprender de otros, mejor. Sobre todo hay que
entender que emprender es eso, un camino, lo más importante es recorrerlo y
disfrutar con el proceso, no con la meta.
Éste no es un libro lleno de grandes secretos, sino más bien de experiencias
compartidas, muchas cosas de sentido común. He ahí su valor, el ordenar de
forma exhaustiva esas experiencias para mostrarnos los pasos necesarios para
avanzar correctamente. Eso lo hemos aprendido en otro de los proyectos de los
que soy fundador: se trata de Iniciador, que realmente es una fundación de
apoyo al emprendimiento. Nos reunimos mensualmente en las principales
ciudades de España para aprender unos de otros y compartir experiencias. No se
trata de recibir sesiones magistrales de forma teórica, sino de conocer lo que le
ha pasado a una persona cercana. Es la mejor forma de aprender y, no sólo eso,
de poder hacer negocios con otras personas.
Emprender es de las cosas más complicadas y más complejas a las que me
he enfrentado, pero también es de lo que más orgulloso me siento, sólo después
de mi familia. En ambos casos son mi mayor fuente de preocupaciones, aunque
también de alegrías. Eso es lo que compensa todo el esfuerzo y sacrificio, los
buenos momentos que se viven. El crear algo que ayude a otros, generar
empleo, añadir riqueza a la sociedad… Al final todo esto tiene mucho que ver
con hacer tus sueños realidad. He tomado muchas decisiones incorrectas en mi
vida, pero el haberme decidido a emprender y la familia que tengo son las dos
mejores que he tomado.
El otro día un inversor de prestigio comentaba que ya había demasiadas
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instituciones y libros que ayudaban a emprender. Pues bien, yo creo que no son
suficientes. Si algo necesita ahora mismo España son emprendedores, no sólo
para crear empresas, sino también dentro de las administraciones, entidades,
hogares…, gente que quiera construir, mejorar las cosas, infundir un espíritu
positivo en todo lo que le rodea. Y como hace Agustín Medina con este libro,
ayudar a otros a que empiecen a caminar. Gracias, Agustín.
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Las motivaciones
ARTHUR SCHOPENHAUER
(1788-1860) Filósofo alemán
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¿Vocación, accidente o necesidad?
Vengo sosteniendo desde hace mucho tiempo que la sociedad y sus reglas
limitan constantemente la espontaneidad de nuestros actos. El mundo laboral no
es ninguna excepción a esta inexorable certeza. Nos educan para ser
asalariados, y desde muy pequeños somos conducidos por la vía del estudio a la
consecución de una titulación que nos permita encontrar un puesto de trabajo
permanente y bien remunerado. Algunos lo consiguen al cien por cien; otros
sólo lo consiguen a medias, y muchos abandonan los estudios por el camino y
se resignan a encontrar un empleo de supervivencia. Pero son muy pocos los
que se plantean su formación como un camino hacia la independencia laboral o,
lo que es lo mismo, hacia el emprendimiento personal.
Los autónomos de vocación, los emprendedores que llevan en su interior
desde siempre ese espíritu de libertad y de rebeldía que les impulsa a
enfrentarse con el riesgo y a disfrutar de la aventura desde una perspectiva
individual, son tan escasos como valiosos para la sociedad y para la economía
de cualquier país. Sin embargo, en España, según los datos del Instituto
Nacional de Estadística, a 31 de diciembre de 2009 había un total de 3.335.830
empresas, de las cuales el 94,5 por 100 son pymes con una plantilla entre 0 y 9
empleados, lo que significa que hay más de 3.150.000 emprendedores detrás de
ellas. Y esos son muchos emprendedores.
De hecho, cada año durante el período 1999-2008 se han constituido una
media de 123.500 empresas. Incluso en 2009, 2010 y 2011, esos años tan tristes
para todo, se han seguido creando alrededor de 80.000 nuevas cada año.
Ante estos datos me he preguntado siempre si todos los que crean una
empresa lo hacen guiados por esa vocación que les impulsa a romper las reglas,
o son empujados hacia el emprendimiento por otros factores coyunturales,
como la necesidad de autoemplearse debido a la falta de oferta de empleo en el
mercado o simplemente a una circunstancia accidental que les hace descubrir
que ése y no otro era su destino laboral.
Yo mismo puedo considerarme un emprendedor accidental, ya que, como
resultado de una evolución profesional exitosa, me vi un día abocado a elegir
entre desarrollar una carrera internacional o desvincularme de la empresa en la
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que trabajaba. Tenía una posición muy cómoda pero difícil de mantener en una
estructura multinacional de empresa, en la que estás obligado en todo momento
a seguir subiendo escalones, si no quieres acabar relegado y finalmente
relevado.
Al optar por la renuncia a seguir creciendo en mi empresa tuve que ponerme
en el mercado, en busca de un puesto interesante en alguna otra de la
competencia. En ese momento empecé a recibir ofertas muy distintas a las que
estaba acostumbrado. Ofertas que me invitaban a ser socio de empresas
constituidas o a formar parte también como socio de nuevos proyectos. Y por
primera vez en mi vida me planteé la posibilidad de desarrollar el futuro de mi
actividad laboral desde una posición de independencia. Pensé que si los demás
creían que yo podía ser no un empleado sino un socio para ellos, eso significaba
que estaba maduro profesionalmente para afrontar la creación de una empresa
propia. Por otra parte, caí en la cuenta de que el techo que había tocado en la
empresa en la que trabajaba, iba a encontrármelo de nuevo más tarde o más
temprano en cualquier otra compañía del sector. Salvo en la mía propia,
naturalmente.
Finalmente decidí montar mi propia empresa yo solo, sin ningún socio
profesional de inicio. Contando únicamente con el apoyo económico de amigos
y parientes a quienes cedí el 20 por 100 de las acciones, al más puro estilo de lo
que años después se conocería como una start up con apoyo económico de
business angels.
Emprender por accidente, como fue en mi caso, es algo bastante común,
quizás el más común de todos los casos. Aquellas personas que por una u otra
causa se ven obligadas a replantearse su vida profesional, iniciando un camino
de independencia en el que nunca antes habían pensado y para el que,
supuestamente, tampoco estaban preparadas. También podría englobarse dentro
de este grupo a los que emprenden por necesidad, como último recurso ante la
imposibilidad de encontrar un trabajo por cuenta ajena que encaje con sus
habilidades. En estos momentos son muchas las personas que se encuentran en
estas circunstancias, ya que el paro galopante asola a todos, y muy
especialmente a los jóvenes que buscan su primer empleo y a los mayores de 45
años que han perdido el suyo.
Cuando decidí escribir este libro, solicité a través de Linkedin que otros
emprendedores me contasen sus casos, y para mi sorpresa recibí un montón de
respuestas. A la gente le hacía ilusión compartir sus experiencias con otras
personas que quizás estaban en su misma situación, o que tenían la intención o
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la esperanza de ser emprendedores en algún momento cercano. Las respuestas
me llegaron de países como Alemania, Andorra, Argentina, Australia, Brasil,
Bulgaria, Chile, Colombia, España, Estados Unidos, Grecia, México, Perú,
Suiza y Turquía. Curiosamente las experiencias eran muy similares, aunque
provenían de lugares tan distintos y de muy diversos sectores. La mayoría de
éstos tenían que ver con el mundo de la comunicación, Internet, o la consultoría
en todas sus áreas. Pero también había experiencias muy interesantes en
sectores dispares, como la farmacia, la construcción, el turismo, el arte, la
seguridad, la ingeniería, la automoción, la agricultura, el interiorismo, la
restauración, la medicina o las ONG.
Los predestinados
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estaba en su ADN, y que estaba claro que un día u otro iba a manifestarse con
una potencia imparable, en algunos casos de manera muy prematura:
«Creo que, como en todo, existe gente con más facilidad que otra para emprender,
al igual que existe gente más creativa que otra por naturaleza, si bien se puede
entrenar, y uno puede convertirse en emprendedor con mucho trabajo y esfuerzo».
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«Por vocación. Escuchas una vocecilla dentro de ti que te dice que puedes hacerlo
y la única forma de callarla es intentándolo».
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tengo 400 empleados hombres, colegas hombres, autoridades hombres… clientes que
esperan a un hombre al otro lado, y aparezco yo, que llevo casi 30 años haciendo esto,
demostrando sin estridencias que se nace con vocación de profesional, de hacer las
cosas bien, de ser honesto, trabajador, estudiar y decir no sé cuando no sé... y
preguntar. El resto no es tan difícil. Sólo hay que colgarse un cuadro con la frase de
Walt Disney que decía “Si puedes soñarlo, puedes hacerlo”. Mil cosas por día intentan
detenernos… la que tiene solución se la buscas… y la que no, la tienes que evaluar y
conseguir que haga el menor daño posible. Un cariño para todos los valientes...
¡¡¡Nunca olviden que el gran valor de un emprendedor es SER CURIOSO... querer
saber de todo!!! Por ahí se empieza».
«Desde adolescente ya apuntaba maneras de empresario, todo el mundo me lo
comentaba: tú, de mayor, serás empresario. En cuanto tuve mi primera experiencia
profesional verdadera, me di cuenta de que efectivamente no servía para asalariado.
Veía cómo mis ideas u opiniones pasaban de largo, así que dije: ¿por qué no llevarlas
a buen puerto si pienso que son buenas? Y ratifiqué lo que estaba escrito en mi
“destino”. Son varias las empresas, algunas fracasaron, otras sobreviven, pero nunca
dejaré de emprender».
«Soy emprendedor desde que tengo uso de razón. Desde pequeño, con sólo 12
años, mientras mi familia iba a la playa, yo me escapaba para poder ir a vender
churros en una churrería que no me pagaba, pero me dejaba comer todos los churros
que quisiera. Desde ese momento, no he dejado de crear empresas. He creado,
desarrollado y vendido siete empresas (seis con éxito y una que ha sido un fracaso).
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¡No sé si ser emprendedor es una virtud o una condena! Siempre busco ideas
originales, siendo punta de lanza, creando nuevos segmentos».
«Yo pienso que depende de muchos factores, pero siempre deberá haber algún gen
dentro de ti. Mi experiencia ha sido también de altibajos, ya que he tenido negocios de
sectores bien distintos, pero lo que tengo claro es que habiendo tenido éxito o no,
siempre es muy reconfortante ver que una idea se va transformando en un proyecto. Y
si tienes suerte, encima, igual vives de ello».
Otros, que vieron pasar las oportunidades ante ellos en muchas ocasiones
sin prestarles ninguna atención, de repente un día, ante la frase de un gurú, se
cayeron del caballo como san Pablo y se convirtieron en discípulos
incondicionales.
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y está a la altura de quien quiera cogerlo, sólo tienes que verlo).»
«Después de once años laborando con el sector privado, renuncié a mi empleo por
motivos familiares y personales. Me trasladé de ciudad y empecé a enviar mi CV a
bancos de empleo online, además de aplicar diariamente a entre dos y diez ofertas de
empleo. Pasaron más de seis meses, envié más de trescientos currículos y sólo me
llamaron de una empresa, para ofrecerme lo que me ganaba hacía año y medio en la
empresa que dejé. Entonces me salió un trabajo como freelance para producir una
campaña radial, que quedó estupenda y al cliente le gustó. Entonces decidí que debía
lanzarme sola, porque considero que mi trabajo es excelente y mi tiempo de
experiencia me confiere autoridad para muchas cosas, además que me cansé de
esperar que alguien notara mi calidad como profesional.»
Ocurre a veces que una persona que está satisfecha con su estatus
profesional, se encuentra con una situación imprevista que le obliga a tomar la
decisión de independizarse. No se trata exactamente de aprovechar una
oportunidad, sino de salir airoso de un callejón sin salida. Como ya he
mencionado antes, ése fue exactamente mi caso, y he podido comprobar que ha
sido también el caso de muchos otros.
«Fue por accidente. Todas mis experiencias laborales fueron en empresas que
estaban en formación o desarrollando nuevas áreas. Nunca trabajé en un equipo ya
formado y siempre debí partir desde cero, incluso desde mi primer trabajo. Esto
“deformó” mi manera de querer involucrarme en las empresas y finalmente nunca
entendí otra forma de trabajar que no respondiera a tomar desafíos difíciles, poner mis
propias metas, armar mi equipo de trabajo y salir adelante. Mi último trabajo llevó a
mis jefes a ofrecerme participar en la propiedad de un negocio que se estaba
formando. Armamos una sociedad en la que yo sólo puse mi experiencia y mi trabajo
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como gerente general. Así, con un sueldo bajo pero con un 15 por 100 de
participación en la empresa, me creía dueño de todo. Armé mi equipo y saqué adelante
el negocio como ya estaba acostumbrado a hacerlo. A la vuelta de 6 años, mis socios
decidieron que los resultados eran “menores” que sus expectativas y que cerrarían la
empresa, pagándome el 15 por 100 de las utilidades acumuladas y ofreciéndome
quedar a cargo de un nuevo emprendimiento, pero ahora sin participación societaria.
Mi respuesta fue que NO y que yo consideraba que si bien el resultado dividido entre
cuatro (número total de socios) podría parecer poco, para un solo dueño era un gran
resultado. En un arranque de valentía y orgullo, pero con la convicción de que todo lo
aprendido en 15 años de trabajos donde siempre me tocó empezar me serviría para
seguir adelante creando valor en este negocio, ofrecí a mis socios comprar el 85 por
100 del negocio que yo no tenía. Así, con puro coraje y decisión, pero con la
experiencia acumulada en muchas primeras veces, me lancé a la aventura.»
«Me hice emprendedor, en primer lugar por fuerza mayor, y en segundo lugar, por
obstinación. Por fuerza mayor fue sencillamente porque me quedé sin trabajo a los dos
meses de que naciera mi primera hija, lo que me obligó a buscar una solución
económica urgente. Y obstinación porque, cansado de trabajar para otros, decidí
comenzar a hacerlo por cuenta propia. La experiencia fue difícil al comienzo ya que
tenía bien claro lo que quería hacer pero no sabía muy bien cómo llevarlo a cabo, lo
cual hizo que chocara contra muchos muros. Pero por suerte encontré un curso dictado
por el gobierno de la ciudad en la cual resido, que apoyaba y daba herramientas a los
emprendedores locales. Lo más valioso que encontré allí, para mi sorpresa, no fue lo
que el curso enseñaba, sino la relación con otros emprendedores, que, gracias a la
fuerza de la unión y las buenas relaciones, fuimos ayudándonos a crecer como pymes.
Allí encontré nuevos clientes y, lo más importante, nuevos socios que me ayudaron a
darle forma a la idea original de negocio.»
«En mi caso fue casi un accidente, con la suerte de que resultó ser vocacional. Con
20 años monté mi negocio con mi hermana y desde entonces… ¿El secreto? Saber
automotivarse y tener el empuje que otros no tienen. Es duro, pero te curte mucho,
ganas una experiencia que difícilmente se adquiere en las escuelas de negocio. Hace
poco he terminado un programa en EADA y se nota mucho la diferencia entre el que
es empresario y el que no. No es mejor el uno que el otro, simplemente es diferente.»
«Yo trabajé por cuenta ajena unos años y luego me despidieron. “Por recorte de
gastos”, dijeron. No me lo creí, pero importaba poco. Luego estuve seis meses parado
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por un motivo muy curioso —me ofrecían sueldos iguales o inferiores a lo que
cobraba como desempleado—. Dije que me quedaba en casa para hacer los cursos que
ofrece el INEM. Mientras, estaba trabajando en un proyecto propio. Luego vino una
consultora tecnológica y me ofreció contratarme como freelance. Tenía mis dudas,
pero lo acepté. Eso fue lo que me abrió el camino a ser emprendedor, ya que me daba
la libertad para emprender y los ingresos para poder pagar mientras mis gastos. Lo
bueno que tiene eso es que te pagan y a la vez te dan la posibilidad de trabajar y
facturar a otros clientes. También tienes solucionada la parte legal en caso de que
quieras montar algo propio —tienda online, pagina Web, una tienda, lo que sea—,
como mucho das de alta otro epígrafe más y a correr. Ahora estoy trabajando como
autónomo en TIC y levantando mis propios proyectos.»
Hace más de dos mil quinientos años, el gran filósofo Heráclito de Éfeso
dijo que nadie se baña dos veces en el mismo río, porque el río nunca es igual ni
la persona que se baña es siempre la misma. Los seres humanos cambiamos
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constantemente, no sólo en lo físico, que es evidente, sino también en nuestra
manera de ser, en nuestros comportamientos y en nuestras creencias. Cada día
que pasa somos un poco distintos al día anterior y, por tanto, pensamos y nos
comportamos de manera diferente.
Personas que han sido conformistas toda su vida, se hacen revolucionarios
de un día para otro, y viceversa. Igual que hay gente que se separa de su pareja
después de muchos años de aparente feliz convivencia, hay gente que abandona
sus trabajos de toda la vida y se lanza sin más a la tarea de emprender creando
su propia empresa.
«Lo hice para superar el miedo al fracaso que me frenaba y me limitaba tanto en el
ámbito personal como profesional. Ahora no miro para atrás y no tengo
remordimientos: fue lo mejor que he hecho hasta ahora en mi vida.»
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me he arrepentido de mi decisión. Creo que el emprendedor en un momento dado
“sufre” una especie de cortocircuito cerebral que le provoca una especie de
“alucinación” y pasa a ver y a vivir una realidad distorsionada. Es muy difícil
resistirse, una vez que ha empezado todo este proceso y yo, desde luego, fui incapaz
de hacerlo.»
«Me gustaría decir que me llamó la atención un buen proyecto, un buen desarrollo
empresarial… pero no fue así…, fueron los años de trabajo que llevaba en muchas
empresas y la impotencia que sentía cuando promocionaban a la persona menos
adecuada para un puesto, sólo porque se sabía vender y sabía bien a qué hombro
arrimarse. No soy nada tolerante a las injusticias, lo llevo fatal. Sólo me faltó sufrir
moobing por parte de una superior en una de las empresas, para darme cuenta de que
el entorno competitivo actual, entendiéndolo como subir con “malas artes”, no estaba
hecho para mí. Además, en casi todas las empresas en que estuve comprobé ese “techo
de cristal” que nadie explícitamente reconoce pero que está ahí y que sabes que no te
dejarán sobrepasar nunca. Así que pensé que nadie tenía el derecho a limitar mi
talento, y que entonces iba a canalizarlo yo, gestionando mi propio proyecto personal
y ganando mi propio sueldo con mi capacidad de trabajo.»
Si los demás son capaces de hacerlo, ¿por qué yo no? A veces el ejemplo de
los demás actúa como un estímulo poderoso que nos empuja a lanzarnos a la
aventura de emprender. Escuchamos a los que han triunfado relatar sus
peripecias, sus éxitos y sus fracasos, y eso nos anima a superar nuestros miedos.
Si ellos lo hicieron, también podemos hacerlo nosotros. Aprendiendo de sus
errores y confortándonos ante los fracasos con la seguridad de que los demás
también los tuvieron y lograron remontarlos.
«En mi caso, alguien con experiencia me dijo: “En lugar de buscar trabajo, ¿por
qué no encuentras clientes y te das trabajo a ti misma?”. Y la verdad es que se me
encendió la “lucecita” y hasta hoy. Creo que seguir aquel consejo fue una de las
mejores decisiones de mi vida.»
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«Sinceramente, ¡¡¡me dais mucha envidia!!! Llevo 9 años trabajando por cuenta
ajena en un trabajo que me salió al paso. Ha estado bien, me ha ido genial, y lo
cómodo sería seguir así, pero creo que ahora sí he encontrado la profesión que quiero,
¡y me planteo muy seriamente seguir vuestro ejemplo e intentarlo por mi cuenta! De
momento, hago mis pinitos y espero que en unos meses pueda explicar mi experiencia
igual que vosotros.»
«Cristina, tu historia inspiró la mía: me pasó igual que a ti; a raíz de un despido
armé mi empresa que ya lleva 10 años. Recuerdo perfectamente ese fatídico 2001,
cuando leí tu historia me dio mucha fortaleza, ya que te admiraba como profesional de
mucho antes pero no la conocía. ¡¡Todo un ejemplo!!»
«Creo que soy una persona con bastante visión y me paso el día pensando en
proyectos que podrían funcionar. Estoy segura de que muchos de ellos saldrían
adelante. Sin embargo, necesito un poco de valentía o un pequeño empujón. Tengo un
amigo que jamás ha trabajado para alguien, siempre ha sido “gerente de su propia
empresa” y dice que para comenzar a emprender hace falta un buen estudio de
mercado, una idea factible de llevar a cabo, persuasión, ilusión y algo de locura. Creo
que esa locura es lo que a mí me falta.»
Son muchos los emprendedores que lo son por necesidad. Cuando todos los
caminos se cierran, sólo queda el camino personal. Es el caso, por ejemplo, de
las personas que han llegado a una edad en la que dejan de ser objetivo para la
mayoría de las empresas. Después de una larga trayectoria como empleados se
ven abocados a autoemplearse, porque ése es el único camino que les ofrece el
destino. Es una elección difícil cuando uno se ha pasado la vida trabajando por
cuenta ajena, porque los años van en contra de la capacidad de reinventarse, de
arriesgarlo todo por un objetivo nuevo. Pero el ser humano es capaz de todo,
incluso en las más adversas circunstancias.
«La decisión de emprender tiene que ver con el individuo en sí. Es decir, cada uno
buscará una cosa distinta. Me atrevo a decir que incluso algunos lo hacen por tener
una salida laboral. Conozco mucha gente que hartos de buscar trabajo y no
conseguirlo deciden emprender. Es decir, emprenden por subsistir.»
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«Lo mío es más bien una necesidad. Después de “cerrar” la empresa familiar,
estoy intentando abrir nuevos nichos de mercado dentro del mismo sector en el que
me considero experta, e intentar “reinventarme” dentro de mis propias habilidades. El
factor “edad” es demoledor. Difícilmente después de los 40 puedes encontrar un
trabajo, con lo cual, más que una opción, es una necesidad si quieres seguir activa
laboralmente.»
«He sido emprendedora por necesidad, como concepto de vida y energía, que no
podría ser de otra manera, querer ser libre, querer ser original. Querer aportar... algo
lógico. He creado varios negocios fructíferos, pero también tengo que confesar que he
oscilado con épocas de nómina e indolencia, de aprender de otros y de trabajo en
equipo, lo veo fundamental.»
La lógica evolución
«En mi caso fue sencillo. Tras años trabajando por cuenta ajena decidí que si había
logrado y había producido clientes e ingresos para las empresas en que había
trabajado, y de los jefes que había tenido había aprendido mucho de lo bueno y de lo
malo, podía hacerlo solo. Y me decidí a saltar al vacío.»
«Trabajo todavía para una empresa, pero llevo varios años viendo que las
decisiones, las líneas que se marcan, no son las más adecuadas en mi opinión. Pero
además, por otro lado, llevo más de 10 años captando clientes y negociando acuerdos
que han dado muchos frutos. Y siempre pensando en montar algún negocio por mi
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cuenta. Así que desde el lado de la barrera de la seguridad y la nómina a fin de mes os
aliento a vuestra decisión y esfuerzo y corroboro que para dar el paso que todos habéis
dado se tiene que ser un poco “diferente”, o, mejor que ser, sentir cada uno eso de ser
diferente.»
Otras circunstancias
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encontrar el equilibrio entre ocio-familia-amigos y trabajo, pues todo se mezcla. En mi
caso, más que por vocación es por inconformismo o rebeldía.»
«Como complemento necesario para realizar un sueño, una idea. Después de haber
participado en varios diarios online como columnista primero y editor jefe después,
necesitaba crear mis propios medios de comunicación, y la mejor forma de hacerlo, la
más seria, era creando una SL que los arropara.»
«Mi vida está descolocada por mi sueño, pero mañana seguiré haciendo maravillas
para cubrir los gastos, volveré a decirme que soy una gran negociadora después de
haber trasladado los términos de las deudas hacia el siguiente mes y tendré un poco
más de tiempo para pensar en otra solución y en otro sector. Emprender es tener
sensibilidad para todo, son noches en las cuales te cuesta pegar el ojo, es
responsabilidad, enfrentamiento y también ser muy valiente. De pequeña tenía muchos
sueños, pero con 14 años, en mis vacaciones de verano, vendía cosas en la calle
hablando con la gente, teniendo un objetivo que siempre cumplía. Puede que haya
nacido así, y a pesar de que el mundo a veces nos come, siguiendo tu meta
conseguirás conquistarlo. Me lo digo antes de dormir y aplique la filosofía que
aplique, emprender será siempre mi único objetivo, adaptado a la lógica y a los
criterios presentes con el fin de crear las cuerdas de mi futuro que, de momento, está
incierto. Por eso sé que pase lo que pase seguiré siendo emprendedora.»
«Ser emprendedor tiene mucho que ver con ser creativo. Desde mi punto de vista,
un emprendedor es alguien que tiene una actitud proactiva y creativa dentro de sí
mismo. Son muchos los que tienen ideas geniales para desarrollar un nuevo proyecto,
nuevas y originales ideas o formas diferentes de hacer lo que se ha hecho siempre,
pero sólo unos pocos tienen la valentía de luchar por ellas a toda costa, invirtiendo
tiempo y dinero en su idea. Y de luchar por ella, incluso con la familia en desacuerdo.
Cuando leemos los casos de éxito de los emprendedores a nivel mundial, siempre nos
cuentan los libros cómo alguien se hizo rico y construyó una gran empresa con una
idea genial, pero casi nunca podemos encontrar en esos libros la historia de verdad de
sus inicios. La mayoría de los negocios que han llegado al éxito han sido precedidos
por una lista interminable de dificultades emocionales, económicas, relacionales,
familiares, etc., y además durante un período de tiempo normalmente de varios años.
Sólo con la perseverancia y la lucha incansable por desarrollar aquello que llevamos
dentro, lo que nos motiva como creativos y desarrolladores de un proyecto que lleva
nuestra propia marca personal, se consigue superar todos esos momentos y períodos
de dificultad. Creo que toda esta realidad sólo se da cuando tenemos un perfil
determinado, una ilusión en nuestro interior que nos hace luchar por ella por encima
de todo.»
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«Siempre he querido ser emprendedora, desde que empecé en la universidad. Pero,
sin embargo, me he dejado llevar durante años por la “comodidad” de trabajar por
cuenta ajena. Ahora, ante la adversidad, he descubierto que era el momento idóneo
para hacer lo que realmente quiero. ¡Bendita crisis!»
Emprender en compañía
En otro lugar de este libro trataré el importantísimo tema de los socios, tan
trascendentes en cualquier tipo de negocio. Ahora transcribo solamente un par
de opiniones, que sirven de prólogo a ese tema interesante y polémico.
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Puede que el aterrizaje sea más o menos placentero. Quizás no salga bien
del todo y acabemos con algún hueso roto, pero aun así, todos los que se han
atrevido a volar os dirán que ha merecido la pena. Y que en cuanto se recuperen
de la caída volverán a intentarlo de nuevo. De hecho, más de 80.000 personas lo
intentan cada año en España, y la mayoría de ellos sobrevive a todas las
dificultades y logra consolidar su empresa que, grande o pequeña, se convierte
siempre en el logro más importante de su vida profesional.
Pero España no es precisamente el mejor ejemplo del espíritu emprendedor,
ya que, según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid, sólo el 8
por 100 de los universitarios se plantea como opción de futuro crear su propia
empresa. La mayoría, un 41 por 100 prefiere ser asalariado en la empresa
privada, e incluso hay un 30 por 100 que sueña con ser funcionario del Estado.
Estas actitudes frente al futuro profesional contrastan con las de los estudiantes
estadounidenses, que en un 70 por 100 desean montar su propia empresa al
acabar sus estudios. No es, por tanto, casualidad que el espíritu emprendedor
americano haya llevado a ese país a ser el líder de la economía mundial y el que
cuenta con más empresas multinacionales.
Quizás la crisis que venimos sufriendo desde hace ya varios años haga
cambiar el panorama español de los emprendedores, ya que los jóvenes, que
sufren más que nadie la falta de empleo, y los mayores de 45 años
desempleados, que tienen muy difícil volver a emplearse, son los dos colectivos
más proclives a plantearse la creación de su propia empresa como solución a su
problema. De una situación angustiosa, quizás pueda nacer un nuevo espíritu
emprendedor que a medio y largo plazo sea muy beneficioso para todos. Como
dice el refrán, no hay mal que por bien no venga. En cualquier caso, el mayor
escollo para un emprendedor es atreverse a pasar de la intención a la acción,
que en definitiva es la única manera de intentar salir de cualquier atolladero.
Entrando en acción
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No esperes a que las circunstancias sean propicias. Cualquier momento es
bueno si cuentas con la suficiente ambición.
Todos los que lo han intentado antes que tú, con éxito o no, te dirán que
mereció la pena hacerlo.
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2
Las expectativas
«Tu tiempo es limitado, así que no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto a
ti. No te quedes atrapado en el dogma, que es vivir como otros piensan que deberías
vivir. No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz
interior. Y, lo que es más importante, ten el coraje para hacer lo que te dicen tu corazón
y tu intuición.»
STEVE JOBS
(1955-2011)
Fundador de Apple
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Hay varios tipos de emprendedores: los «novatos», los «triunfadores», los
«escarmentados», los «despedidos a los 50» y los «jubilados o prejubilados»
con inquietudes. Todos ellos tienen algunos rasgos en común, pero también hay
otros rasgos que los diferencian. Especialmente en lo que respecta a las
expectativas con las que cada uno de esos colectivos afronta el hecho de crear
una nueva empresa.
Los novatos
Los «novatos» son los jóvenes entusiastas que, bien por vocación o bien por
reflexión, han decidido que la mejor opción para su futuro es la de crear su
propia empresa. Lo suelen tener claro muy pronto, la mayoría de ellos desde
que inician sus estudios en la universidad, pero incluso hay muchos en este
grupo que lo saben desde siempre. Son aquellos que cuando nos cuentan sus
experiencias, nos dicen que empezaron a vender productos o servicios a sus
familiares y amigos desde que tienen uso de razón. Cuestión de vocación y
temperamento.
Para alcanzar el éxito en sus proyectos los «novatos» cuentan con su
inocencia y su desconocimiento de las reglas de las empresas y de los mercados.
Estos dos «valores», que pueden parecer negativos, son, sin embargo, a veces
imprescindibles para lanzarse a una aventura siempre incierta. «No me
arrepiento en absoluto, pero si hubiese sabido de antemano lo difíciles que iban
a ser los primeros tiempos y lo mal que lo iba a pasar, nunca me habría atrevido
a hacerlo». Es una frase típica en boca de muchos emprendedores de éxito. Esa
inocencia, ese desconocimiento de lo que hay al otro lado, les lleva a traspasar
la frontera alegremente, sin haber reflexionado demasiado los pros y los contras
de la aventura. Es la desfachatez del novato que se atreve con todo, sin tener ni
idea de lo que ese «todo» significa. Igual que los conquistadores españoles que
se lanzaban a descubrir el mundo, sin imaginar siquiera que el mundo que se
iban a encontrar no tenía nada que ver con la apacible geografía de su terruño.
La fuerza de la juventud y el empuje de la ambición suplen con creces la
28
mayoría de las veces la falta de experiencia. Si confías en tu idea y estás
convencido de que nada te va a parar, nada te parará. Porque estarás dispuesto a
dedicar a tu proyecto todas las horas que sean necesarias cada día. Afrontarás
los fracasos como una fuente de experiencias y aprenderás de todo y de todos,
sin tirar nunca la toalla.
Los triunfadores
Los escarmentados
29
sus ingresos. Demasiadas expectativas quizás para un proyecto que parte de
cero, con el hándicap de una historia de resentimientos que probablemente
distorsione la visión objetiva de los hechos. Muchos de estos emprendedores no
cuentan con la ambición suficiente para afrontar los fracasos que con toda
seguridad van a surgir, sobre todo en los primeros momentos.
Los «despedidos a los 50» son las víctimas de la crisis, carne de ERE,
apestados del sistema, irrecuperables para el mercado laboral de asalariados.
Ellos afrontan sus nuevos proyectos como un último recurso, ante la
imposibilidad de recuperar su estatus laboral después de un despido. Su edad les
impide encontrar un nuevo empleo en un mercado laboral precario, que prima la
juventud antes que la experiencia. Su bagaje, su experiencia, no siempre es
adecuada para sus nuevas pretensiones, y su exiguo capital inicial suele ser su
finiquito que, junto con el subsidio de desempleo con un plazo de caducidad
limitado, son los únicos recursos económicos de que disponen. La mayoría de
estos emprendedores naufragarán en un mar de problemas para los que nunca se
habían preparado. Sólo unos pocos elegidos lograrán llevar a cabo la heroicidad
de sacar adelante una empresa, partiendo de circunstancias tan adversas.
Los jubilados
30
definitiva.
En ambos casos, estas personas disponen de mucho tiempo libre, y llegan a
la conclusión de que no tienen nada que perder si intentan dar una oportunidad a
su experiencia profesional. Personalmente he conocido el caso de una mujer que
a los sesenta años inició un negocio de fabricación de cosméticos, basándose en
su pasado como esteticista, y sólo en diez años logró alcanzar uno de los
primeros puestos entre las marcas de ese tipo de productos en España. Por
supuesto se trataba de una mujer excepcional, con las ideas muy claras y con el
empuje de un chaval de dieciocho años. Cuando yo la conocí rondaba los
setenta y hablaba del futuro con el mismo desparpajo de un principiante.
Recuerdo que en aquellos años, hace ahora más de quince, me decía que el
futuro estaba en la cosmética masculina, y que su empresa debía lanzar varios
productos en esa área. Ella era sin duda un caso especial, pero hay muchas otras
personas que pueden afrontar nuevos proyectos a esas edades con muchas
posibilidades de éxito. Como dije antes, no tienen mucho que perder,
básicamente sólo su tiempo y algo de su dinero. El tiempo les sobra y el dinero,
si no se meten en grandes inversiones, no tiene por qué ser un obstáculo. En
cualquier caso, si todo fracasa, siempre les queda el colchón de sus ingresos
permanentes y garantizados.
Sin ninguna duda, todos estos grupos de emprendedores persiguen un
objetivo común, que es la libertad absoluta, ser los únicos dueños de su tiempo
y de sus acciones. Probablemente todos van a conseguirlo en cierta manera,
pero nunca deben olvidar que esa libertad de acción y esa independencia
siempre tienen un precio. Todos los empresarios deberían saber que siempre
van a ser esclavos de su propia ambición, y también de que conlleva una gran
carga de responsabilidad que no todo el mundo es capaz de sobrellevar.
Entrando en acción
31
Si estás en la madurez, tu experiencia será la garantía de tus éxitos.
32
3
Los riesgos
«Si afrontas riesgos puedes fallar. Pero si no tomas riesgos, seguro que fallarás.»
ROBERTO GOIZUETA
(1932-1997)
Presidente de The Coca-Cola Company
33
El mayor riesgo que corre un emprendedor es el de no arriesgarse a
emprender. Sólo cuando se tiene muy claro que el futuro profesional pasa por la
independencia, empiezan a surgir las primeras dudas que nunca antes nos
habíamos planteado. En principio uno piensa en iniciar la aventura empresarial
como una posibilidad más o menos remota, y esa idea llena todos nuestros
pensamientos. Soñamos con la idea y nos vemos dirigiendo una empresa propia,
tomando nuestras propias decisiones y disfrutando a tope de nuestra
independencia. Pero nunca vamos más allá en nuestros pensamientos. Sólo nos
interesa la parte positiva, porque ese positivismo será el motor que permita
arrancar nuestro proyecto. No vemos más que ventajas por todas partes.
Sin embargo, cuando por fin tomamos la decisión de crear la empresa y
empezamos realmente a hacer una check-list con los primeros deberes, van
llegando hasta nuestro pensamiento los malos augurios. ¿Seremos capaces de
encontrar financiación? ¿Qué pasos legales debemos dar en relación con el
nombre y la creación de la empresa? ¿Dónde instalaremos la sede social?
¿Lograremos sobrevivir hasta que consigamos el primer cliente? ¿Nos apoyará
nuestra familia, o pensarán que estamos cometiendo una locura? ¿Cuántas
personas debemos tener en plantilla? ¿Necesitaremos contar con algunos
socios? ¿Cómo vamos a manejar los temas contables, los impuestos, las
nóminas, la seguridad social…? ¿Y todo esto va a depender sólo de mí y de mis
decisiones?
La mitad de las personas a las que se les ha pasado por la cabeza montar su
propia empresa abandonan el proyecto cuando llegan a la fase de materializar
todas esas preguntas. La otra mitad se lía la manta a la cabeza y decide seguir
adelante, seguros de que su empuje y su ambición serán capaces de remontar
todos los obstáculos.
El riesgo financiero
34
personales de cada uno. En el caso de los jóvenes recién salidos de la
universidad este riesgo es casi inexistente. Ellos no tienen un trabajo
remunerado que perder, ni una familia que mantener. Solamente arriesgarán su
tiempo y algunos pequeños recursos que su familia o amigos les procuran en la
mayoría de los casos. Normalmente estos emprendedores no suelen iniciar su
proyecto en solitario, sino en unión de otros compañeros de estudios que
comparten sus mismas inquietudes. En este caso el riesgo es aún menor, ya que
la financiación resulta menos gravosa para todos. Se puede decir que el tiempo
que deberían invertir en encontrar trabajo si pensasen en ser asalariados, que en
estos momentos sería un trabajo precario y mal remunerado, lo dedican a poner
en marcha un proyecto personal que es una inversión potencialmente más
rentable.
Lo mismo se puede decir de los jubilados o prejubilados, cuya inversión en
tiempo está amortizada y cuyos recursos financieros son los más saneados de
todos los posibles emprendedores. Aunque hay que tener siempre claro que el
dinero invertido en este caso tiene que ser sólo una pequeña parte de los
recursos disponibles. Es como cuando se invierte en la bolsa, que hay que estar
dispuesto a perderlo todo si no tenemos suerte. Crear una nueva empresa a
partir de los cincuenta años es como jugar a la ruleta rusa. Puede que todo salga
bien, pero si sale mal no vamos a tener muchas más oportunidades de volver a
intentarlo.
Muy distinto es el caso de los «triunfadores» y los «escarmentados». Ellos
tienen a su favor muchas herramientas profesionales, así como la edad adecuada
para dar el salto al emprendimiento. Pero son los que más arriesgan, porque
seguramente su familia depende aún de ellos. Tienen hijos pequeños o
adolescentes y una hipoteca todavía por pagar. Además, dejan atrás un buen
salario y tienen que jugarse sus ahorros en la nueva partida. Sin duda, sus
posibilidades de éxito son mayores, pero juegan con fuego, más que ningún otro
grupo.
Finalmente, los «despedidos a los 50» van a vida o muerte. Sus recursos
financieros se basan en sus finiquitos y en los ahorros familiares, básicos para la
subsistencia de su familia, y sólo disponen de una única oportunidad para ganar
o perderlo todo.
En todos los casos también se puede recurrir a dinero ajeno, aunque mi
consejo es que éste sea lo menos posible, ya que la independencia está reñida
con la sumisión a los inversores. Idealmente se debe contar sólo con recursos
propios, pero si es necesario buscar dinero de otros, debe hacerse sin ceder
35
jamás la mayoría absoluta de la empresa, es decir, el 51 por 100 de las acciones,
porque eso es lo único que nos garantiza el poder de decisión. Personalmente
prefiero las inversiones sin retorno, a fondo perdido, a los préstamos bancarios,
que exigen avales y que hay que devolver en cualquier caso, vaya la empresa
bien o haya fracasado. Cuando la inversión necesaria no es muy elevada, lo
mejor es recurrir a familiares y amigos que nos conozcan bien y realmente
confíen en nuestro proyecto.
A la hora de planificar los costes de la aventura, mi consejo es que no
inicien ningún proyecto, si no cuentan con un mínimo de capital para cubrir los
gastos de seis meses con nivel cero de ingresos. Si pasado ese tiempo no han
conseguido ningún cliente, ni tienen a la vista la inmediata posibilidad real de
tenerlos, lo mejor es abandonar y dar por perdida la inversión, antes de
endeudarse más y entrar en una espiral diabólica de pérdidas irrecuperables. Es
muy duro fracasar, pero hay que asumir que eso puede suceder y estar
dispuestos a dar por perdido el dinero invertido en esos seis meses. Ni un
céntimo más.
El riesgo coyuntural
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Yo sufrí todo esto y algo más durante el primer año de mi empresa. Abrí las
puertas el 31 de enero de 1981, y 23 días después, el tristemente célebre
teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero irrumpió con sus tropas en
el Congreso de los Diputados y mantuvo a toda España en vilo durante una
jornada inolvidable. Se pueden imaginar mi estado de ánimo ese día, después de
haber vendido mi coche, haber hipotecado mi casa, y haber depositado todos
mis ahorros a favor de mi proyecto. Pero eso no fue todo. Unos meses después,
el precio del dinero se ponía en un 16 por 100, lo que afectaba directamente a
los créditos bancarios de la empresa y a la hipoteca de mi vivienda. Para colmo,
al finalizar el año, como consecuencia de una crisis que afectó a muchas
compañías de mi sector, una empresa que debía pagarme una importante
cantidad en concepto de rapeles quebró y me quedé sin cobrar un céntimo. Parte
de ese dinero debía además ser reembolsado por mí a algunos de mis clientes.
Afortunadamente, los ingresos me habían ido muy bien casi desde el principio
y, con los beneficios obtenidos, pude hacer frente a todas esas circunstancias
desfavorables.
Si hubiese previsto la posibilidad de que alguna de esas cosas ocurrieran, y
hubiese incluido una partida de imprevistos en mi plan de negocios,
probablemente no habría incurrido el primer año en algunos gastos
innecesarios, de los que se llevan a cabo tras la euforia de los primeros éxitos, y
me habría ahorrado unas cuantas noches de angustia e incertidumbre.
También hay riesgo de que las cosas no salgan del todo bien,
independientemente de los acontecimientos imprevistos, simplemente en el
devenir cotidiano de la empresa. Evocando la famosa Ley de Murphy: Si algo
puede salir mal, saldrá mal. Yo no soy tan pesimista y creo que nada tiene que
salir mal necesariamente, si somos capaces de preverlo y tomar las medidas
oportunas. Se trata sólo de anticiparse a los posibles fallos, haciendo de
abogados del diablo con nosotros mismos, cuando estemos elaborando nuestro
plan de negocio. Pensemos con optimismo, pero seamos también realistas y
contemplemos la posibilidad de cometer errores. Sólo si sabemos de antemano
lo que puede ocurrir seremos capaces de evitarlo.
Éste es el peor riesgo de todos, porque es el que más puede afectar a nuestro
estado emocional. Sentirnos arropados por la familia y el entorno es una
37
cuestión casi imprescindible para afrontar con posibilidades cualquier nuevo
proyecto. A nivel social, en España lo tenemos difícil y eso afecta también al
nivel familiar. En nuestro país no siempre están bien vistos los emprendedores.
No ocurre como en los países anglosajones, y muy especialmente en Estados
Unidos, donde desde los primeros niveles del proceso educativo se anima a las
personas a desarrollar al máximo su potencial emprendedor. Hemos oído mil
veces la historia del millonario que desde niño se ganaba la vida repartiendo
periódicos, o lavando los coches de sus vecinos de urbanización. Y en las
películas vemos a veces a niños muy pequeños que montan a la puerta de su
casa una mesa para vender limonada casera a sus amigos.
Cuando son un poco mayores se afanan siempre en buscar un camino de
independencia profesional, antes que trabajar para otros. De hecho, muchos
jóvenes cuando salen de la universidad son capaces de trabajar de camareros, o
en otros oficios que no están a la altura de sus conocimientos, como un modo
temporal de subsistencia, mientras tratan de desarrollar sus sueños de
independencia. También hemos visto esto cientos de veces en muchas películas
de Hollywood.
La imagen de dos chicos adolescentes, como Hewlett y Packard,
desarrollando proyectos informáticos en un garaje californiano ha sido el icono
de Sillicon Valley desde los años setenta del pasado siglo, continuado más tarde
en la era de Internet por gente como Steve Jobs de Apple, Bill Gates de
Microsoft, Larry Page y Sergey Brin de Google o, más recientemente, Mark
Zuckerberg de Facebook. Todos ellos encarnan el prototipo de emprendedor
americano, capaz de llevar sus sueños hasta lo más alto. Como ellos, millones
de jóvenes en Estados Unidos se mueven con el mismo espíritu de
independencia, que ha permitido siempre a ese país mantenerse en los primeros
lugares mundiales del desarrollo científico y tecnológico.
Cuando se han llevado a cabo encuestas sobre emprendedores en algunas
universidades americanas, tres de cada cuatro estudiantes han reconocido que
sueñan con montar su propia empresa. En España, en cambio, sólo uno de cada
cuatro estudiantes manifiesta su interés por la independencia. Estamos en un
país donde no está muy bien visto ser empresario, donde el afán de emprender
se confunde con el afán de enriquecerse a costa de los demás, donde casi nadie
tiene en cuenta que el auténtico motor de la economía de un país son aquellas
personas capaces de correr riesgos.
Contagiados por este ambiente hostil contra los emprendedores, los
familiares del propio emprendedor son a veces el mayor obstáculo. Los padres
38
que animan a sus hijos a conseguir un empleo para toda la vida, si es posible de
funcionarios del Estado. Y que contemplan aterrados el afán de su retoño por
labrarse un porvenir fuera de los cauces convencionales. O las parejas que ven
amenazada su seguridad familiar cuando uno de ellos decide arriesgarse a la
aventura de crear su propia empresa. Todos estos impedimentos familiares
hacen a muchos desistir de su empeño. En cualquier caso, siempre son un freno
importante para la toma de decisiones al respecto.
Emprender siempre es arriesgar. Como ha dejado dicho Peter Drucker, el
gurú del management, «Donde hay una empresa de éxito, alguien tomó una vez
una decisión valiente».
Entrando en acción
39
4
La realidad
AMBROSE BIERCE
(1842-1913)
Escritor y periodista estadounidense
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Nada es como lo habías imaginado
«En principio parecía que mis saberes eran suficientes, pero llegó la crisis y en
este momento estoy obligado a ser un genio todos los días.»
«Es mejor que los futuros emprendedores sepan que la paciencia y la resistencia a
la adversidad deben ser sus bazas más importantes.»
«En nuestra empresa confiamos en las nuevas tecnologías con los ojos cerrados.
Venderíamos a través de Internet en una tienda, ¡casi perfecto!, pero la crisis se llevó
el presupuesto en posicionamiento y publicidad. Ahora estamos en la tierra buscando
esa fuerza comercial necesaria pero sin los recursos adecuados. ¡Un problemón!»
41
áreas. Pero no debe desmoralizarse por eso. Solamente debe aceptar que él no
puede hacerlo todo, recurrir desde el principio a otras personas que pueden
aconsejarle al respecto, y poner mucho interés en aprender, con la absoluta
certeza de que terminará por saber lo esencial de cada una de esas áreas, porque
todo se aprende trabajando.
Por otra parte, hay que tener muy en cuenta que las ideas nunca son buenas
o malas hasta que se llevan a la práctica. Cuentan que en la China de Mao Tse
Tung, en cierta región muy pobre del interior, se produjo una hambruna
ocasionada por una plaga de ratas que se comían las cosechas de trigo de la
zona. Las autoridades, desesperadas, decidieron acabar con la plaga por el
camino más expeditivo. Ofrecieron dinero a los campesinos por cada rata
muerta que llevasen a su ayuntamiento. Los primeros días eran muy pocas las
ratas muertas que llegaban hasta el consistorio, pero en un par de semanas la
cantidad de ratas amenazaba con terminar en poco tiempo con todo el
presupuesto anual. Lo que estaba ocurriendo es que los campesinos se habían
dado cuenta de que era mucho más fácil y rentable para ellos criar ratas en su
propio domicilio, para cambiarlas después por dinero, que dedicarse a cazar las
ratas salvajes que se comían sus cosechas. Esta historia demuestra que las ideas
que nos pueden parecer magníficas en teoría, pueden serlo o no cuando se
enfrentan con la realidad al ponerlas en práctica.
Cuando yo monté mi agencia de publicidad era un creativo famoso. Todo el
mundo profesional tanto de anunciantes como de agencias conocía mi
trayectoria. Ese mismo año había sido jurado por primera vez en el prestigioso
festival de Cannes y mi nombre figuraba destacado en todos los rankings de los
head hunters, que constantemente me ofrecían todo tipo de puestos de trabajo
interesantes. Sin duda era mi momento para la independencia. Así que no tuve
dudas de que me iban a llover los clientes en cuanto abriese las puertas de mi
nueva empresa. Sin embargo, la cosa no fue tan sencilla. Aparte del golpe de
estado que ya he comentado antes, y de las vicisitudes económicas, me encontré
con algo mucho peor. Yo había desarrollado mi carrera siempre en empresas
multinacionales y en ellas es donde era más conocido y apreciado. Grandes
empresas que estaban atadas a sus agencias por convenios internacionales, y
que no podían dar trabajo a una pequeña agencia local, cuya plantilla estaba
constituida por mí y por mi secretaria.
Venían a verme por curiosidad y me manifestaban su interés por trabajar
conmigo, al mismo tiempo que su imposibilidad de hacerlo. Así que me tuve
que centrar en el mercado nacional, donde era mucho menos conocido, y donde
42
sólo contaba con mi profesionalidad y mi experiencia en el sector, pero no con
mi fama, que suele ser lo más importante en estos casos. Afortunadamente, y a
pesar de todo, logré salir a flote, pero aprendí una lección muy importante: el
pasado ya pasó y el éxito, como los toreros o los futbolistas, te lo tienes que
ganar en la actuación de cada tarde.
Aprender de los errores y tomar las medidas oportunas a tiempo. Algo muy
fácil de decir pero muy difícil de llevar a la práctica, porque casi nunca somos
conscientes de lo que estamos haciendo mal hasta que ya no tiene remedio.
43
venderlo. Creer que por ser el primero conseguiré el éxito. Si el producto o servicio es
bueno, pronto habrá competidores dispuestos a superarlo. Considerar que la
innovación no tiene demasiada importancia. La competencia hoy en día es feroz. No
trabajar en equipo, que es uno de los errores más comunes, al creer que uno solo
puede hacerlo todo. No tener idea de los números de la empresa o no saber
interpretarlos. Costes de producción, ventas, márgenes, etc. Sin su valoración y
control, lo más probable es que el negocio se escape de las manos. No ser realistas al
realizar una proyección o un presupuesto y no tener en consideración todos los
factores que puedan afectar. Creer que uno se las sabe todas. Conocer nuestras
limitaciones y recurrir al consejo de expertos hará que los problemas se resuelvan
antes de que sea demasiado tarde. No estar abierto al cambio, o sin la conciencia de
que a medida que la empresa se va desarrollando, se van a ir suscitando cambios
obligados para que la empresa perdure en el tiempo.»
«Todos cometemos errores, pero existen algunos que son especialmente graves
para un emprendedor, dado que pueden afectar de forma importante a sus
probabilidades de éxito.»
LUJURIA
44
daño a las startups de este país), sí que vale la pena tomarse un tiempo en
hacer esta reflexión… todo lo demás es autoengaño.
PEREZA
GULA
45
aplicadas indiscriminadamente rompen dinámicas competitivas y hacen
sostenible lo insostenible). Con que el Estado no te ponga zancadillas,
sobra.
• Creer que será fácil conseguir financiación, que el dinero durará y que los
gastos serán los esperados. Ahora mismo es muy difícil conseguir crédito,
sea de un banco o de un inversor privado… y no lo dudes, se te acabará
antes de lo esperado. Yo siempre recomiendo que dupliques los gastos y
dividas los ingresos para tener una expectativa real.
• Si se consigue convencer a un inversor, o a alguna de las 3F (friends, fools
and family), derrochar el dinero en comprar mobiliario nuevo (para tener
unas oficinas como Google, dicen), en poner anuncios en prensa o en
vallas publicitarias; justamente tras la primera ronda es cuando se debe
vivir en modalidad «emprendedor indigente» (exagero, claro), ya que
cada euro debe estirarse para que dure lo máximo posible. Como dice Guy
Kawasaki: Crea como un dios, manda como un rey… y trabaja como
un esclavo.
IRA
46
ENVIDIA
AVARICIA
47
el rey… no porque es un infierno cambiar de proveedor (las famosas
barreras de entrada y de salida).
• Considerar que, si nos gusta a nosotros, le tiene que gustar al cliente. Hay
que hacer un auténtico ejercicio de empatía y sentir lo que necesita el
cliente, y que toda nuestra experiencia de uso le dé respuesta.
It’s not just what it looks like and feels like. Design is how it works (Steve
Jobs).
SOBERBIA
48
diferente de buscar socios para evitar el miedo de la soledad, una muy
mala idea).
Entrando en acción
Mejor que aprender de tus errores es aprender de los errores que otros
cometieron antes que tú.
Tienes que preverlo todo porque todo puede pasar. Sólo el duro esfuerzo
está garantizado.
49
5
La independencia
FRIEDRICH NIETZSCHE
(1844-1900)
Filósofo alemán
50
Independencia es una palabra muy ambigua, cuyos significados varían
muchísimo en función del contexto en que se emplea. En realidad no se puede
hablar de una sola definición de independencia, ya que son múltiples las formas
que adopta esta palabra, según el ámbito en que se menciona. No tiene nada que
ver, por ejemplo, la independencia de un político, con la independencia política
de un medio de comunicación, con la de un país, o con la del pensamiento de
una persona concreta. Incluso en el caso de una persona, tampoco tienen nada
que ver su independencia social, ideológica o laboral, como es la del caso que
nos ocupa.
Ser independiente, sin embargo, es uno de los objetivos primordiales de
todo emprendedor. Pero, ¿cuál es la independencia que se está buscando cuando
uno emprende la aventura de crear su propia empresa? ¿La independencia con
respecto a una cadena de mando? ¿La independencia económica? ¿La
independencia para elegir sus propios horarios de trabajo? Sin duda, hay un
sinfín de independencias posibles y cada cual tiene en mente las suyas propias.
51
ni vacaciones.»
«La independencia económica, desde luego que no. Más bien la independencia del
proyecto profesional del que quieres formar parte y ser protagonista: dar vida a una
idea en definitiva.»
«También es muy gratificante crear empleo para ti y para los demás.» «La libertad
de hacer lo que realmente te gusta. Conozco a mucha gente que odia su trabajo, pero a
ningún emprendedor que no ame lo que hace.»
El lado malo
52
de por qué motivo decida emprender) tendrá ni independencia económica ni
independencia de horarios. Su actividad le quitará mucho tiempo y su economía
personal irá siempre en función de los resultados de su negocio. Tengo 38 años, y
cuando nací, mis padres ya tenían negocio propio. A día de hoy seguimos igual, y las
buenas y malas rachas económicas de casa han ido en consonancia con las de la
empresa siempre.»
53
«Un empleado tiene la capacidad de cerrar su cerebro a las cosas profesionales. Un
empresario, por muy fuerte que sea su mente, los problemas del trabajo se los lleva a
casa. Un impagado o un proyecto que se tuerce pasan factura en tu relación familiar en
negativo.»
54
han agotado sus posibilidades de resolver los problemas. Y tú debes ser capaz
de ofrecerles siempre una solución. Nunca puedes fallar, porque tú eres el
último recurso. Tu decisión, buena o mala, será aceptada por todos porque tú
eres el jefe. Y de tus decisiones depende siempre la marcha y el futuro de la
empresa.
Los problemas intentan vivir contigo las veinticuatro horas del día. Se
despiertan contigo y se acuestan contigo al llegar la noche. Muchas veces te
persiguen incluso en tus sueños. Y, lo que es peor, también intentan
constantemente impregnar a todos los miembros de tu familia. Es muy
importante aprender a dejarlos en la oficina cuando cierras cada día el despacho
y te marchas a casa. Parece difícil, pero te aseguro que se puede conseguir. Sólo
tienes que convencerte de que todo se ve más claro desde la distancia. Aquello
de los árboles que no dejan ver el bosque. Si no te separas nunca de tus
problemas, nunca llegarás a encontrarles la solución. Así que afronta desde el
principio el hecho de que vas a tener problemas, muchos problemas, pero que
eso no es bueno ni malo, sólo es parte intrínseca de tu nueva independencia
como emprendedor.
Entrando en acción
55
Si quieres ser un gran líder, aprende a convivir con los problemas.
56
6
Los recursos
«Obra muy mal quien trata de obtener con el dinero lo que debe obtener con la
virtud.»
CICERÓN
(106 a. C. - 43 a. C.)
Filósofo, escritor y orador romano
57
Sin duda uno de los principales obstáculos para la independencia de los
emprendedores es su necesidad de recurrir a distintas opciones para financiar su
proyecto. Son muy pocos los casos en que uno arriesga sólo su propio dinero y,
por tanto, es el único responsable de su éxito o su fracaso financiero. Lo más
normal es que el emprendedor, además de arriesgar sus ahorros, acuda también
a las distintas fuentes de financiación que de una manera u otra hipotecan su
futuro.
«Hay un sistema casi infalible para conseguir dinero (en el caso de que no lo
tuvieras) para montar tu propio negocio, y es utilizando el sistema DOP: “Dinero de
otras personas”. Los mejores negocios del mundo siempre han utilizado este sistema
en mayor o menor medida y da una buena salida, tanto al emprendedor como a la
persona o entidad que invierte como capitalista, ya que unas veces se tiene dinero pero
faltan ideas, y otras se tienen brillantes ideas pero no se tiene el dinero, por lo que la
solución es formar un equipo entre ambos.»
«Además del DOP está el DDF: “Dinero de la familia” que cree en tu proyecto,
tiene actitud positiva, sabe que eres trabajadora y que... ¡les has metido en un sueño!
Todavía seguimos (¿hasta cuándo?) diciendo que en nuestra empresa no se gastan “ni
bromas”, aunque esto sí que es una broma, pues es lo único que podemos gastar y con
generosidad. No hizo falta escribir en nuestro “plan de empresa” que no nos
endeudaríamos por encima de nuestra capacidad de respuesta. Claro, que tampoco
incluimos que amanecería y, de momento, amanece. ¡¡¡Millones de gracias,
familia!!!»
«Después de jurar y perjurar que no iba a volver a hacer ciertos trabajos, me tragué
el orgullo. Conseguí dos trabajos (precisamente haciendo lo que juré que no volvería a
hacer nunca, pero al menos bien pagado y con buenas condiciones), y pedí dinero
prestado. No sólo pude empezar, sino que además ha sido toda una lección de vida:
¿Cuánto estás dispuesto a dar por conseguir lo que quieres?»
«¿Cuánto estás dispuesto a dar por conseguir lo que quieres? También podemos
añadir: ¿Qué estás dispuesto a invertir para obtener lo que verdaderamente deseas? O
¿qué estás dispuesto a hacer para lograr tus verdaderos sueños? Dependiendo de las
respuestas, en cada una de ellas podremos visualizar el resultado correcto que
podríamos obtener en cualquier emprendimiento.»
58
También se da algún caso, especialmente en el mundo de Internet, donde la
financiación es lo menos importante. Como ejemplo, valga la declaración de
Jorge Zuazola, fundador de Spanish Leadership.
Seguro que hay otros casos similares, donde la única aportación ha sido el
esfuerzo del emprendedor, pero está claro que son la excepción que confirma la
regla. Lo normal es que el dinero para empezar sea el principal escollo para
todos los emprendedores.
Las fuentes de financiación más habituales son las famosas tres FFF (family,
friends & fools), expresiones inglesas de familia, amigos y locos, que suelen ser
todos aquellos incondicionales del emprendedor, que están dispuestos a
apoyarle, incluso en el caso de que no vean muy claro su proyecto. Alejandro
Vesga, director de la revista Emprendedores, añade en su blog otras tres BBB,
que considera imprescindibles para completar el esquema de la financiación.
«Para que un proyecto cuaje, ahora son necesarios más apoyos: bancos,
financiación privada, instituciones públicas, capital riesgo, etc. ¿Estamos llegando a
una nueva fase? ¿Verdaderamente están cuajando los demás sistemas de financiación?
Me atrevo a bautizarlos como las “Tres B” (bancos, business angels y Bruselas). Vale,
le estoy echando un poco de morro para que me cuadre, pero también es cierto que
casi todas las ayudas institucionales al final cuentan con dinero de la Unión Europea.
Es un tema importante. Así que he realizado en los últimos días una encuesta a mi
alrededor, nada científica (es decir, como casi todas), y he preguntado a
emprendedores, business angels, periodistas y gente de la Administración. La primera
conclusión es que ya se empiezan a advertir ciertos brotes verdes en temas de
financiación: los ICO cuestan, pero están empezando a llegar; los Enisas crecen con
fuerza; los bancos siguen teniendo miedo, pero algo menos y los business angels, al
fin, parecen estar naciendo en España (las sociedades de capital riesgo siguen igual,
apostando sólo por proyectos consolidados y en crecimiento).
La segunda y más potente conclusión es que las tres FFF no están perdiendo nada
de vigencia. Al revés, todavía está más claro que antes que para conseguir
financiación externa es necesario contar con estos inversores informales. Tiene lógica:
es imposible (y seguirá siéndolo) convencer a nadie de que ponga dinero en un
proyecto si tú mismo no lo haces. Y si no convences a tu entorno cercano, es bastante
complicado creer que puedas hacerlo con desconocidos. En definitiva, si quieres
emprender, más vale que tengas una familia amplia y acomodada; si no, ya te estás
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esmerando en conseguir muchos amigos por el Facebook.»
60
Riesgo (ASCRI), en el año 2010 estas entidades financiaron 304 operaciones de
emprendedores, que ellos llaman operaciones de semilla y arranque, por un total
de 130 millones de euros.
Para acceder a los fondos de los inversores es necesario contar con un buen
plan de negocio, que explique con claridad en qué consiste el proyecto, cuáles
son las oportunidades que tiene para desarrollarse en función del mercado y, lo
más importante, cuáles son las expectativas financieras, en cuanto a gastos,
ingresos y resultados. El famoso especialista en marketing de las nuevas
tecnologías, Guy Kawasaki, que fue el responsable del lanzamiento de Apple
Macintosh en los años ochenta, y que en la actualidad es el director de Garage
Technology Ventures, una de las agencias de capital riesgo más importante de
los Estados Unidos, recomienda dirigirse a los inversores usando siempre la
regla del 10-20-30.
61
Encinar/fundador de Idealista.com)
Otro recurso importante es el capital estructural tecnológico. Estamos
hablando de patentes y marcas, de sistemas informáticos, de las páginas web,
los portales y la Intranet de la empresa, así como de cualquier otro soporte
tecnológico que avale la viabilidad del proyecto y aporte credibilidad y
confianza.
Finalmente, el capital estructural organizativo, es decir, la cultura
empresarial, los sistemas y estructuras de funcionamiento, la organización
interna y externa y el know how sobre el negocio. Todos ellos puntos clave de
una buena gestión, que ningún emprendedor debe dejar al margen a la hora de
desarrollar su empresa.
Hoy día los intangibles son un valor esencial de las empresas. La marca, la
reputación social corporativa y los valores humanos y tecnológicos que he
reseñado son imprescindibles en todo negocio que apueste por el largo plazo.
Independientemente de la acción cotidiana, el emprendedor debe pensar en todo
aquello que garantizará la continuidad y el futuro de la compañía. No es una
tarea que se pueda dejar para después, cuando la empresa ya esté consolidada.
Hay que hacer el trabajo desde el principio, con el convencimiento absoluto de
que esa siembra dará excelentes frutos, que garantizarán la rentabilidad y la
estabilidad de nuestro negocio.
Entrando en acción
Si tienes que conseguir inversores, sigue la regla de Kawasaki: 10, 20, 30.
62
No olvides nunca que los intangibles serán, a la larga, lo más tangible de
tu negocio.
63
7
Los socios
Dicho popular
64
Muy pocas veces, por no decir casi nunca, un emprendedor se enfrenta en
solitario a la tarea de desarrollar su proyecto empresarial. Yo lo hice. Cometí la
ingenuidad de pensar que yo solito, respaldado únicamente por mi experiencia y
mi reconocimiento profesionales, podía llevar a cabo la ardua tarea de crear una
empresa competitiva y con futuro. La verdad es que, visto con la perspectiva del
tiempo, no me equivoqué en el planteamiento, pues la ausencia de socios me
permitió un nivel de libertad de acción muy gratificante. Pero debo confesar que
sacar adelante la empresa resultó cien veces más duro que si hubiese contado
con socios desde el principio.
Incorporé a mi primer socio a los tres años de iniciar el proyecto, cuando ya
la empresa estaba consolidada, y lo hice con ánimo de ampliar las posibilidades
de crecimiento, complementando los servicios de la empresa con nuevas áreas
de desarrollo. Siete años después incorporé a mi segundo y último socio,
cuando la empresa ya era próspera y necesitaba reforzar la gestión desde lo más
alto.
La experiencia con mis socios fue muy desigual. En el primer caso, todo
funcionó bien durante algunos años, pero las cosas fueron empeorando con el
tiempo. Mi primer socio cambió su actitud ante la incorporación del nuevo
socio, desarrolló un comportamiento de celos y temores infundados, creó
camarillas a su alrededor para defenderse de hipotéticos ataques a su posición
en la empresa, y acabó siendo un lastre muy dañino para el negocio. No tuve
más remedio finalmente que recomprar sus acciones a un coste muy elevado y
prescindir de sus servicios. En el segundo caso, afortunadamente, todo fue
mejor, y el socio contribuyó muy positivamente al éxito de la empresa durante
los años en que ésta estuvo operativa.
También he tenido otros socios, vinculados a proyectos colaterales, que, con
algunas excepciones, han sido casi siempre nefastos para mis intereses
empresariales y muy especialmente para mi economía. Diría que el saldo final
me puso de manifiesto que tu socio puede ser el mejor aliado, o el peor de tus
enemigos. Y el socio que hoy te parece perfecto puede convertirse mañana en tu
peor pesadilla.
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elegido a un incapaz como socio hace muchos años. Yo era muy joven, y ya se
sabe...»
«En mi caso, monté hace tres años una pequeña consultoría especializada en
entretenimiento, con una persona con la que había trabajado antes y a la que respeto
mucho. Mi socia aporta mucho más que la mitad del capital. Su experiencia y buen
juicio complementan lo que yo hago y, aunque tenemos pareceres similares, son
nuestras diferencias las que más nos enriquecen. Los resultados para nuestros clientes
son mucho mejores que si sólo contrataran a cada una de nosotras por separado. Las
dos aportamos clientes y compartimos los gastos de oficina, empleados, etc. También
compartimos las preocupaciones y tenemos con quien intercambiar ideas y reflexiones
sobre el futuro de la empresa. No creo que hubiera llegado hasta aquí sola, aunque
pienso que para que una sociedad funcione es preciso que las dos partes sean flexibles
y estén dispuestas a escucharse.»
«Yo creo que los socios son tus mejores aliados, siempre y cuando el negocio esté
bien montado y las ganancias estén bien repartidas. Es decir, que cada uno cobre por
el trabajo que realiza.»
«Creo que hay de todo. Pero cuando los socios son los adecuados, se avanza
mucho más deprisa.»
«Mi experiencia personal es que cuando las cosas van bien no hay ningún
problema. Pero cuando las circunstancias personales, profesionales o del mercado
cambian, la cosa es diferente. Yo en estos momentos comparto sociedad con el que
fue mi jefe y con un tercer socio, arquitecto de referencia de mi exjefe. Durante el
período anterior de expansión del mercado inmobiliario no hubo problema alguno. El
producto se vendía, se ganaba dinero y los acuerdos entre socios eran sencillos. Ahora,
sin embargo, con la situación dantesca del mercado y con los cambios producidos en
nuestras vidas, la perspectiva ha cambiado drásticamente. Uno de los socios se ha
retirado de la vida profesional y ha interpuesto un apoderado. El otro se ve presionado
por este apoderado, pues ve peligrar su mercado, y yo me encuentro en el paro, pues el
representante de mi socio-jefe me despidió en su momento. ¿Os imagináis la
situación, y por ende, la calidad de las relaciones entre los socios y la dificultad que
hay en estos momentos para tomar decisiones? Una sociedad debe fundamentarse en
la confianza y la separación de poderes. ¿Socios?... Pues quizás faciliten el inicio de la
66
actividad, pero siempre son relaciones perecederas, y hay que saber anticiparse a
cuando llegue la caducidad. Ése fue mi error: que no supe anticiparme.»
«Cuando mi marido creó la empresa, hace casi tres décadas, eran tres socios. De
aquellos tres sólo quedó mi marido. Uno se fue solo y al otro le ayudaron a marcharse.
La falta de voluntad para ser emprendedores eran sus principales problemas para
seguir. Ahora, que estamos buscando nuevos socios para nuevos proyectos, nos
andamos con pies de plomo; nuestra experiencia nos dice que los socios pueden ser
tus peores enemigos.»
«Mi caso no puede ser más desastroso. Puse una importante cantidad de dinero (al
menos para mí) para montar un negocio de consultoría con dos personas que me
habían sido referenciadas, y en cuatro meses el dinero se lo habían pulido y la empresa
se hundía. Eso sí, el que no tenía un Cayenne se había hecho ¡un viajecito a Dubái! Y
el juez nos dice que ésos son los riesgos de montar una empresa con socios.»
«La experiencia puede ser en algún caso negativa y en otros casos positiva. Hay
que afinar mucho en los contratos. Cuando veas que todas las disposiciones están
creadas para favorecer a los más fuertes, simplemente echa a correr. Sólo cuando los
acuerdos son igualitarios, cuando están basados en la confianza y en la reciprocidad,
son dignos de ser firmados. Si no, no vale la pena.»
67
me río de eso. Porque si no hay confianza en que tu socio va a pelear por él y por ti...
apaga y vámonos, porque te hunde.
Por si sirve de algo, diré que ahora sí me siento del todo tranquila y satisfecha,
porque he descubierto el sistema mejor que hay para tener socios, y es que cada uno
tenga lo suyo sin mezclarse. Estoy aprendiendo mucho, y formando un equipo de
colaboradores en España y a nivel internacional.»
Controlar el poder
68
Si uno no tiene experiencia en los temas legales que afectan al
funcionamiento de las empresas y a la relación entre los socios, lo mejor es que
antes de cerrar cualquier trato acuda a un buen abogado de lo mercantil para ser
asesorado convenientemente. NO es la garantía absoluta de que no habrá
problemas con los socios, pero se pueden evitar muchos sinsabores.
Entrando en acción
69
8
El equipo
MICHAEL JORDAN
Ex jugador de la NBA
70
Los verdaderos socios
Las personas de tu equipo deben ser tus socios de verdad, los que comparten
contigo el trabajo y las inquietudes de todos los días. De su eficacia, su
honestidad y su fidelidad dependen el éxito o el fracaso de tu empresa. Pero hay
que diferenciar entre contar con un buen equipo y el trabajo en equipo. Porque
puede darse el caso de que coincidan en una empresa un puñado de buenos
profesionales, que persigan objetivos individuales y hagan la guerra por su
cuenta, como ocurre a veces en algunos equipos de fútbol con muchas estrellas,
pero que no logran ganar los partidos. Es, por tanto, muy importante contar con
excelentes colaboradores, pero que estén alineados con un solo objetivo: el
tuyo, que eres el líder natural de tu proyecto.
«Para los que somos emprendedores, no hay nada mejor que tener en nuestro
equipo gente con capacidades de liderazgo incluso superiores a las nuestras. Bajo mi
punto de vista, un líder es la persona que sabe juntar alrededor de él o de su proyecto a
personas con más capacidades que él mismo. Un verdadero líder, para mí, es el que
genera más líderes.»
«Lo ideal es que quien forma el equipo tenga claro que si cada miembro es el
mejor en su terreno, él debe ser el mejor en dirigirlos a todos.
A menudo, ocurre como con los equipos de fútbol. Que se tenga en plantilla a los
mejores no significa que se gane la Champions. Sólo se consigue si los mejores son
capaces de trabajar juntos.»
«No logro entender a cualquier directivo que piense que mantiene su “posición”
mejor si contrata mediocres. ¡Pero si los éxitos de tu equipo son tus éxitos! Para mí
eso sería como si un entrenador de fútbol sólo quisiera contratar a jugadores malos,
porque si son buenos y entienden de fútbol se pueden dar cuenta de sus limitaciones.
¡Su equipo irá de derrota en derrota y durará de entrenador menos que un caramelo a
la puerta de un colegio!»
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«Es un placer trabajar y vivir (que al final son más de ocho horas diarias) con una
persona más inteligente y preparada que tú. Creo que es la manera idónea de aprender
cosas nuevas, de ver algunos aspectos de la vida desde un nuevo ángulo. El trabajo se
hace en equipo y cada uno aporta su valor, que puede ser más benéfico si el que aporta
tiene mucho que decir porque tiene una mejor preparación.»
«Yo diría que contratar a los mejores es una obligación. No sólo por el aporte a la
organización, sino porque el estímulo que recibe el líder hace que se genere un clima
idóneo para alcanzar los objetivos que el equipo se plantea. Por otro lado, coincido en
que amén de la capacidad superior, se ayuda a definir también las competencias de
cada uno.»
«Les guste o no les guste a los emprendedores, para cada puesto la empresa
necesita un profesional idóneo. Si no lo hacen así, la empresa se quedará en el
“nivelito” que está, en el mejor de los casos, o, lo que es peor, tendrá los días
contados.» «Claro que hay que buscar y contratar gente mejor que uno mismo. Nadie
es capaz de realizar todo tipo de trabajo en la empresa, aunque en estos momentos se
buscan cada vez más personas que hagan el mayor tipo de cosas diferentes, pero sólo
los buenos especialistas son los imprescindibles en las empresas. Buscar a este tipo de
personas y sobre todo conseguir que se unan a los proyectos de la empresa es ya un
logro enorme, porque con su ayuda seguro que todos ganarán.»
«El gran deber del empresario es descubrir, proteger y encajar los talentos dentro
de su equipo. Ése es el gran talento del empresario. Una vez que tiene un buen equipo,
incluidas personas más preparadas que él en ciertos sectores, la empresa irá sobre
ruedas y seguro que tendrá éxito.»
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profesional, y creo que ahora empiezo a estar cerca de lograrlo.»
«Sin ninguna duda, es imprescindible rodearte de los mejores, por una razón muy
sencilla y es que todo se pega.
Una persona que sea muy buena está en un equipo donde los demás son menos
buenos y esta persona destaca.
Una persona que sea muy buena está en un equipo donde los demás componentes
del equipo son buenos, y los resultados son increíbles, efectivos, rentables… y muy,
muy productivos.»
La inseguridad y el miedo
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emprendedor son insustituibles y no están al alcance de todos.
«Yo estoy totalmente convencido de que a la gente (en un porcentaje muy alto) le
da mucho miedo contratar gente que sea mejor que ellos.»
«En Colombia existe un refrán popular que dice: “Al que a buen árbol se arrima,
buena sombra le cobija”. Sin embargo, existe el temor de algunos jefes a tener
empleados mejor preparados o con mayores habilidades. Eso no debería generar
incomodidad, excepto que ese nuevo miembro tenga malas intenciones. Un verdadero
líder trabaja con los mejores y busca que su equipo alcance la excelencia en la gestión.
Debe existir siempre la complementariedad, y si se tiene gente competente y
competitiva, eso ayudará a que el jefe avance también en su desarrollo profesional. Al
final todos los miembros del equipo se deben beneficiar de los buenos resultados.»
«Es una cuestión de CONFIANZA. Yo no creo que sea una cuestión de más o
menos inteligencia. Se trata de competencia profesional y personal. Cada uno
desempeñamos un rol y debemos saber tener equipos en los que cada persona sepa
interpretar su papel. Y después confiar en ellos y dejar que hagan su trabajo. Hacer lo
contrario conlleva una falta de liderazgo percibido, seguramente por inseguridades y
miedos del director de orquesta. Si un ejecutivo tiene miedo a contar con gente
competente, más vale que sea sustituido cuanto antes. Por tanto, hay que tener la
74
autoconfianza suficiente para generar confianza en el equipo de trabajo y que a su vez
éste la transmita hacia terceros.»
«Intento rodearme de gente más inteligente y mejor preparada que yo. Para seguir
creciendo necesito aprender de quien me rodea.
Por otro lado, el tema que subyace es si pierdes credibilidad, el respeto de tus
colaboradores, o pones en riesgo tu puesto por tener a gente más preparada que tú.
Desde mi punto de vista, lo que provoca eso es la falta de apertura en los debates,
el dogma y la regla impuesta. La tarea de un responsable es generar las condiciones en
su entorno para que el equipo trabaje lo mejor posible. Y fomentar el espíritu crítico y
la decisión consensuada, siempre que sea posible.»
«Rodéate de quienes son mejores que tú y llegarás a ser tan bueno como ellos. Los
Pasionistas nos enseñaban esto, como mis padres me enseñaban a ir con buenas
compañías.
Desde hace años soy el más tonto de “la cuadrilla”, y encima me llaman jefe. Los
buenos profesionales hacen buenos a los profesionales que están alrededor. Yo
necesito un financiero que sepa más que yo de VAN, un logista que sepa más que yo
de Incoterms, un abogado que sepa más que yo de FTO, un químico que sepa más que
yo de polímeros (esto es aún más fácil que lo anterior), y así en todo. Pero sí es cierto
que se ve ese miedo, incluso en gente preparada y muy inteligente para otros asuntos.»
75
Desde mi opinión debería ser todo lo contrario. Contratar a empleados de mayor
capacidad que la tuya implica indirectamente una mejora del nivel de calidad de los
trabajos realizados.
A la vez, tener un equipo de “estrellas” implica un mayor esfuerzo por parte de los
managers, que tienen ser capaces de gestionarlos, y ése es otro de los condicionantes
que hacen que mucha gente no quiera entrar en esa dinámica.
Yo he tenido, y tengo, la suerte de contar en mis equipos con gente muy superior a
mí en capacidades, y he de confesar que disfruto cada momento que paso con ellos,
porque seguro que aprendo y descubro nuevas perspectivas de trabajo.»
«Yo creo que aunque tus empleados sean mejores que tú nunca podrán llegar a
sentir lo mismo por la empresa, no podrán transmitir su esencia como el propio jefe;
por tanto, siempre estarás un paso por delante.
Creo que rodearte de los mejores siempre hace que tú mejores, otra cosa es que
tengas la capacidad y puedas formar empleados hasta que lleguen a ser mejores que
tú; eso para mí es uno de los mejores éxitos de cualquier jefe.»
«Yo sí estoy dispuesto a contratar gente más inteligente y más cualificada que yo,
y lo hago. En informática al menos, es imposible saber de todo, y me parece natural
que los técnicos sepan más que yo en sus respectivos campos.
El problema que he encontrado no es el miedo esperable de que llegue alguien
mejor que tú y te quite el puesto. El problema es cuando el trabajador tiene más ego
que talento. ¿Puede un trabajador respetar a un jefe cuando se cree mejor que él?
He podido tener a mi cargo a una persona que realmente brillaba con una luz
diferente que el resto. Excelente técnicamente, que no sólo hacía un trabajo perfecto,
sino que además ayudaba a sus compañeros a mejorar. Siempre humilde, siempre
respetuoso y constructivo, siempre pensando en el bien del equipo. Era cuestión de
tiempo que me lo robaran...
También he tenido el caso contrario, de la persona que siendo muy inteligente y
muy buena en su campo, cuando ha visto cosas que no le han gustado, en lugar de
proponer mejoras, se ha dedicado a hablar mal por detrás, a intentar desautorizar. Esas
personas que son (o se creen) suficientemente inteligentes como para criticarlo todo,
pero que sólo buscan demostrar lo mucho que saben, no crean equipo, lo envenenan.
Ese segundo perfil es mucho más común que el primero, por desgracia.»
76
clara visión, etc. ¿Saben cuál fue la mejor fórmula para que aquel directivo no se
sintiera amenazado al contratar a alguien más capacitado?... ¡¡¡Quitarse estudios,
capacidades y habilidades!!! El problema no está en las personas de recursos humanos
o en la captación de capital humano, ni en el desarrollo organizacional a la hora de
buscar a la mejor gente. El problema está en haber pasado por alto el enseñar a los
directivos a saber trabajar en equipo y a explotar juntos los conocimientos y
habilidades de todos.» «En mi experiencia como coach, siempre puedo medir la
capacidad futura de un líder por lo abierto que él o ella sea para buscar con afán a los
que tienen talentos más desarrollados. Esta clase de seguridad en las capacidades de
uno mismo es algo fundamental. La falta de seguridad es una base muy peligrosa para
el progreso futuro del líder.»
Con respecto a esta última opinión, que procede de un directivo que trabaja
por cuenta ajena, hay que distinguir entre los temores que puede tener un
empleado y los que pueda tener el emprendedor y dueño de su propia empresa.
No hay ninguna razón para pensar que si el emprendedor se rodea de
profesionales mejores que él, va a perder protagonismo cuando sus empleados
sean capaces de desarrollar capacidades extraordinarias que aporten valor a la
empresa. Toda la inteligencia complementaria de su equipo se suma a su
inteligencia y multiplica su potencial. El único peligro que se corre con los
buenos empleados es que no se sientan vinculados al proyecto, o que no vean su
trabajo reconocido y valorado por el responsable máximo de la empresa.
«En mi opinión, el error radica precisamente en contratar a gente que no sepa más
que tú (o, al menos, más que tú en algo diferente). Cada persona que entra en la
compañía debe aportar valor, y ese valor es precisamente el saber hacer algo que otros
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no saben, o hacerlo mucho mejor que otros. Es evidente que, además, ese “algo” debe
ser de provecho para nuestro cliente o, de lo contrario, ya no se llamaría “valor”. En
resumen, tanto los directivos como los técnicos deben saber hacer muy bien aquello
que se espera de ellos.»
«Si tienes un interés personal por el éxito de la empresa, tanto si eres socio como
empleado, pero un empleado honesto), contratarás siempre al mejor, y si es mejor que
tú, pues mejor todavía.
Puedes estar delante de tu futuro socio..., has encontrado a alguien en quien poder
delegar sin miedo..., o percibes que puedes estar contratando a tu futuro jefe... En
cualquier caso, lo haces convencido, con alegría y satisfacción, y mientras, de paso, te
eliminas (o se lo quitas) a un posible nuevo competidor.
Si tu único interés es mantener tu «posición» en la empresa, ya es otra cuestión.
En ese caso, la reacción mayoritaria será No. ¿Razones? Miles. Cada jefecillo tiene la
suya. Eres consciente de lo que eres y tienes miedo a ser descubierto, superado o
evaluado. Miedo absurdo, pues la empresa no espera que seas perfecto. Tenías una
oportunidad de oro de demostrar tu valía a la empresa que te paga y la tiras por la
borda.»
«Personalmente, yo “me contraté” con un socio al que creía más listo que yo, y
funcionó. No fue eterno, pero durante años fuimos un muy buen equipo. Después la
cosa cambió y el equipo se perdió.
En el otro lado de la mesa, también salí de una reunión pensando “ni de coña le
pasa este tío mi candidatura al gerente”. Y, efectivamente, ni de coña... Ahora lo
recuerdo y sonrío.»
«Si no estuviera dispuesto a contratar a gente más preparada e inteligente que yo,
hundiría mi empresa. A Dios gracias, mi equipo me supera, que si no... A ver, soy de
los convencidos de que cuanto mejor sea tu equipo, mejor (valga la redundancia). Los
éxitos de tu equipo son tus éxitos. Y si encima son mejores que tú, prosperarán, ¡y
tendrás un montón de amigos en puestos influyentes!»
«¿Empleados que pueden hacerte más inteligente y mejorar tus capacidades? ¡¡¡Mi
respuesta es SÍ!!! Te ayudan a reaccionar con más rapidez y a evitar hundirte en la
ignorancia.»
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«Creo que es muy importante encontrar gente que sepa algo más que uno.
Justamente para poder crecer con solidez. Me encanta cuando se logra de verdad
trabajar en equipo.»
«Todo el que pretenda sacar a flote un negocio, sea cual sea, sin contar con un
equipo serio y preparado lo tiene crudo, y más aún en los tiempos que corren.
Por otra parte, no conozco a nadie que vaya buscando un tonto para darle un
empleo, o a una persona que no esté lo suficientemente preparada para desempeñar un
trabajo concreto.
Eso sólo sucede en el ámbito público, pues no buscan inteligencia ni preparación,
sólo buscan servidumbre de voto cuando toque. Y eso pasa porque el que paga no es
el que contrata, sino todos los contribuyentes.»
Las ventajas de contar con un buen equipo parecen estar claras para todo
tipo de emprendedores. También la necesidad de que el equipo esté bien
conjuntado y funcione según los mismos objetivos empresariales. Si lo hacen
así, todos sus miembros estarán más motivados, tomarán juntos las decisiones,
intercambiando antes sus diferentes puntos de vista y compartirán la
responsabilidad. En definitiva, se rebajará la tensión individual y rendirá más
cada uno en su puesto, al disponer de más información y asumiendo un mayor
compromiso individual en el proyecto de todos.
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«La cultura de trabajo en equipo es el eje de la superación y la realización
personal. Quien puede trabajar en equipo es confiable. Los que no, no son útiles para
muchas cosas, y entre ellas: para producir sosteniblemente, para compartir
responsabilidades, para ser gerente, etc.»
«¿Os gustan los gofres? Por sí mismos son un poco sosos, pero cuando rellenas
sus espacios vacíos, ese relleno los puede hacer deliciosos. Pues esto mismo sucede
cuando configuramos un equipo. Si buscamos personas que nos complementen, que
puedan ocupar nuestros espacios vacíos, enriqueceremos el equipo y multiplicaremos
la capacidad y el rendimiento. Rodearnos de buenos jugadores nos hace mejorar,
aprenderemos de ellos, delegaremos de forma más efectiva, adquiriremos nuevas
competencias, atraeremos talento, aumentaremos la confianza… En definitiva, es abrir
la puerta a la influencia y al aprendizaje.»
«El trabajo en equipo es más valioso cuanto más se aporte, y eso es tarea de cada
uno de los que forman ese equipo. Y lo más valioso es lo que aportas tú mismo. Para
mí, la inteligencia es un logro tras muchos años de experiencia, y saber captar y
absorber de los demás es lo más inteligente. El trabajo en equipo es la forma más
maravillosa de poder demostrar tus aptitudes y conocimientos. El trabajador solitario,
para mí, no tiene motivación.»
«Está claro que dependiendo del tipo de tarea a desarrollar el trabajo en equipo es
mejor o peor. De cualquier modo, en términos generales, el trabajo en equipo es
enriquecedor y positivo para el logro de objetivos, aporta variedad y multitud de ideas,
favorece la toma de decisiones, en tanto en cuanto permite ver los asuntos desde
varias perspectivas, y compensa las debilidades de cada miembro con las fortalezas de
los demás. Por supuesto, para ello es necesario que el líder sea capaz de sacar
rendimiento a ese equipo.
Respecto al tema de contratar a personas más preparadas e inteligentes, flaco favor
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haríamos a la organización si condicionáramos la contratación de un trabajador a que
no ponga en riesgo nuestra posición en la empresa. Por tanto, desde luego que sí que
los contrataría, y es que la consecución de los objetivos de la empresa nos favorece a
todos. Por ello, cuanto más competentes los trabajadores, tanto mejor.»
«Pienso que siempre hay que rodearse de gente bien preparada, que te aportará
cosas positivas y soluciones, y aparcar a un lado nuestro ego. El negocio es lo
primero, profesionalmente hablando, y no entiende de líderes, jefes o empleados; de lo
único que entiende es de contar con un buen equipo.»
«En mi caso, dejé de querer tener a los mejores en mi empresa, para pasar a buscar
a los mejores… como colaboradores.
Los resultados han sido fantásticos, y en ello sigo en mi nueva andadura. Lo
recomiendo para empresas en la actual situación.
Tener algunos de sus servicios “externalizados” puede suponer el acceso a los
mejores, sin necesidad de tenerlos en plantilla. En cualquier caso, suscribo que los
éxitos de tu equipo son tu éxito. Y que hay que aprender siempre de los mejores.»
81
día son más los emprendedores que recurren a esta modalidad para formar sus
equipos de trabajo, reduciendo de esta manera los costes fijos, tanto en salarios
como en alquileres de oficinas y dietas de todo tipo.
Trabajar en equipo, con personal interno o externo, es siempre positivo y
tiene muchas ventajas. Pero tampoco conviene olvidarse de los inconvenientes.
Los principales son que algunos líderes natos impongan sus opiniones al grupo
e impidan a veces que los demás miembros del equipo se manifiesten con
libertad, con lo que se pierde la riqueza que supone la variedad de opiniones.
También puede ser peligrosa la excesiva descarga de responsabilidad en el
grupo por cada uno de sus miembros, ya que al ser la responsabilidad
compartida puede hacer que se relaje demasiado la responsabilidad individual.
Finalmente, el mayor peligro del trabajo en equipo es caer en el exceso de
reuniones, que se hacen eternas e impiden dedicar tiempo al trabajo concreto de
cada uno. Las reuniones son en muchas ocasiones el peor cáncer que pueden
sufrir las empresas.
Entrando en acción
A la hora de elegir, elige siempre a los que son mejores que tú.
82
9
La innovación
«Un hombre con una idea nueva es un loco, hasta que la idea triunfa.»
MARK TWAIN
(1835-1910)
Escritor y humorista estadounidense
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Decía Einstein que no hay esperanza para una idea que al comienzo no
parezca absurda. Pero esa afirmación del genio no debe entenderse al pie de la
letra. Es cierto que a Copérnico y a Galileo casi les cuesta la vida, y desde luego
les costó muchos disgustos, haber afirmado en su día que la Tierra era redonda.
También es cierto que a Edison le dijeron muchas veces que la bombilla era un
invento estúpido, y que a J. K. Rowling, la autora de la famosa saga de Harry
Potter, le rechazaron su primer manuscrito en más de diez editoriales, porque
consideraban que no era un libro adecuado para los niños. Pero eso no significa
que todas nuestras ideas absurdas sean válidas y que sea cuestión de tiempo que
los demás lo reconozcan.
Todos somos conscientes de la importancia de las ideas. La innovación es la
palabra de moda. Pero no hay nada más difícil que tener una buena idea. Y
mucho más difícil aún, ser capaces de llevar esa idea a la práctica. A los
emprendedores se les exige habitualmente que para iniciar su proyecto cuenten
con una idea diferente, sorprendente y única. Parece que si no se cuenta con una
idea de esas características es imposible afrontar con éxito un nuevo
emprendimiento. Parece necesario que el emprendedor, además de contar con la
ilusión, la pasión y el esfuerzo que requieren todos los nuevos negocios,
necesitara también ser pionero en el sector en que se mueve. Sin embargo, la
historia de los éxitos empresariales nos demuestra que ha habido multitud de
ocasiones en las que una empresa ha triunfado sin disponer de una idea única de
negocio. Ha bastado con aportar una innovación en alguno de los procesos del
marketing mix de los productos o servicios que maneja, para alcanzar las más
altas cotas de notoriedad y de rentabilidad.
«Creo que depende mucho del sector y de lo que entendamos por innovación, pero
está claro que todo lo que implique crear una necesidad nueva en el mercado, o
mostrar las ventajas de un producto o servicio a un consumidor final que inicialmente
lo desconoce, implica un esfuerzo, un tiempo y un dinero que una persona que pone
en marcha un proyecto no siempre tiene.
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Creo que para el común de los mortales puede ser más práctico y seguro partir de
algo conocido y variar para mejorar y diferenciarse del resto.»
«Puede que uno no tenga dotes de creador, no todos somos creadores, y que sí
tenga una buena red de contactos a la que sacar provecho.
Si prestas atención a lo que se está haciendo, extraes las mejores prácticas y las
combinas de un modo diferente, o añades algo que quien lo había creado no había
tenido en cuenta, es posible que llegues mejor al cliente. De esta forma tendrás más
éxito que el creador original. Pero si eso sucede, no olvides de quién procede la ideal
original, y recompénsale como poco mencionándole.»
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responsables de cada uno de los logros.
Fomentar la creatividad
«Yo voto por la creatividad. Para lo demás están los robots. Hay que fomentar la
creatividad de las personas en las empresas; eso evita la monotonía y hace sentirse a
los empleados parte de la compañía. El taylorismo, donde se pagaba sólo para trabajar
y no para pensar, no funciona. Y nada tiene que ver la creatividad con ejecutar bien o
no el trabajo, es sólo cuestión de demostrar creativamente que hay más (y quizá
mejores) formas de hacer el mismo trabajo. Lo único que debe quedar claro para el
trabajador es el objetivo de la empresa y, una vez delimitado eso, echar a volar la
creatividad.»
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innovadoras... ¿Por qué?
1. Por lógica. Si yo tengo un equipo de tres personas pensando en avanzar,
innovar, hacer mejor el día a día..., cuatro personas (incluida yo) piensan más y mejor
que una sola.
2. Es motivador para el equipo dejar hacer, innovar, ser su propio amo a la hora de
trabajar..., que se sienta protagonista de su trabajo.
3. Creencias. Yo creo en la participación y en mi equipo, no creo en marionetas en
mis manos para mi beneficio propio.»
«Lo ideal es contar en el equipo con los dos perfiles. Las empresas necesitan
ambas cosas en función de las demandas de los clientes. Lo difícil de encontrar es una
persona que reúna ambas características de forma equilibrada. En mi experiencia, me
resulta más sencillo trabajar con quienes escuchan, comprenden y ejecutan. Aunque
las personalidades creativas suponen todo un reto para mí, porque me obligan a crecer
profesionalmente y pienso que dan vida e impulso a cualquier negocio.»
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y un poco de allá. Serán lo que han visto en casa más sus matices personales.
Pues en la empresa pasa lo mismo. Los empleados serán lo que el directivo o el
jefe quiera que sean, siempre que él esté a la altura. Siempre que sea un líder que sepa
desarrollar, o dejar desarrollar, todas las capacidades y potencialidades de cada
empleado y llevarle al lugar adecuado. Nada de tópicos o predestinaciones (recordad
al patito feo).
No hay nadie mejor o peor, sino personas que se adaptan mejor o peor a un
entorno y a lo que se espera de ellas.
En España tenemos muchas carencias en el terreno de la motivación y las
potencialidades posibles desde los puestos directivos.
Siento decirlo así, con crudeza, pero es mi experiencia desde los dos campos, el de
empleado y el de empleador. Y sé también que, en algún caso, probablemente no
estuve a la altura de lo que requería la situación. No debe importarnos hacer examen
de conciencia, porque eso nos hace mejores.»
«No hay nada como la diversidad en un equipo con gente que aporta ideas, que
está comprometida. Se puede alcanzar un estado de performance team sólo desde el
momento en que los componentes del equipo confíen en los demás tanto como en
ellos mismos, y aporten sus ideas e iniciativas para ayudar a lograr los objetivos de
equipo.
En realidad, la diferencia entre “ejecutar” como miembro de un equipo o tener la
oportunidad de “aportar” y dar ideas la marca la forma en que el equipo es gestionado,
no siendo lo mismo “dirigir” que “liderar”.»
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limite a ejecutarlas a la perfección. Y muchos también quisieran tener en la
misma persona al creativo y al ejecutor.
«Creativos con iniciativa propia, que propongan nuevas soluciones e innoven, pero
que a la vez posean la capacidad, la organización y la determinación para ejecutar las
decisiones que la empresa considere apropiadas. Todos estos empleados liderados por
una persona que imparta disciplina y comunicación, y que haga trabajar a la empresa
como un reloj suizo. No pido nada, ¿no?»
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en algunas ocasiones. Un tema claro de liderazgo y estímulo, que alguien tan
carismático en su empresa como Steve Jobs, el fundador de Apple, tuvo siempre
muy presente: «La innovación no tiene nada que ver con cuántos dólares gastas
en I+D. No se trata de dinero. Se trata de las personas que tienes, de cómo las
diriges y de qué beneficio obtienes de ellas».
1. No tengo tiempo.
2. Éste no es el tipo de negocio donde se pueda innovar.
3. Tengo mucho trabajo y poco tiempo.
4. Si me equivoco, será un desastre.
5. No soy una persona creativa.
6. Ya tengo demasiados proyectos.
7. Mis clientes no me piden innovaciones.
8. Si innovo, la competencia me robará después las ideas.
9. Estamos en una economía de crisis.
10. Ahora no es un buen momento para iniciar nuevos proyectos.
11. Mi empresa está pasando por muchos cambios en este momento.
12. No vale la pena el esfuerzo.
13. No quiero tener más cosas en que pensar.
14. Nunca he hecho nada como esto antes.
15. Lo intenté en otras ocasiones sin éxito.
16. Mi empresa no está comprometida con la innovación.
17. Tenemos que centrarnos en el corto plazo por el momento.
18. Las únicas ideas que necesito ahora son las de cómo reducir los costes.
19. Lo haremos el próximo año.
20. Eso es trabajo del departamento de I+D
90
Entrando en acción
Las buenas ideas son muy escasas y fugaces. Cuando encuentres una, no
la dejes escapar.
Sin una innovación constante en todas las áreas, tu empresa está muerta.
91
10
El éxito y el fracaso
AGUSTÍN MEDINA
Escritor y conferenciante español
92
Dos caras de la misma moneda
«Personalmente, tal vez por la edad, ésta es mi cuarta crisis. En la del 92 no sólo
fracasé sino que quebré. Me quedé sin nada y tuve que refugiarme en casa de mis
padres. Experiencia maravillosa, una vez superada y olvidada, claro está, que me
permitió poder afrontar ésta con menor incidencia.
Creo que el error es consustancial con el emprendedor. A lo único que debemos
acostumbrarnos es a convertir las incertidumbres en riesgos y valorar éstos. Una vez
valorados, apostar o no por ellos conociendo las posibilidades de error y el «daño»
que nos producirían.
93
Una cosa sí aprendí muy bien: En el mundo empresarial hay que tener una idea, un
desarrollo, saber qué se quiere y qué quieren los clientes, usar métodos de control de
gestión... pero, sobre todo, hay que ser muy cabezones, no abandonar nunca, no cejar
en el empeño. Cuando abandonas y pasa el tiempo te das cuenta del error, porque
todas las aguas turbulentas acaban volviendo siempre a su cauce. Y, además, cuando
menos te lo esperas.»
«Creo que el error te acompaña siempre, y que hay que contar con ello y aprender.
Pero estoy en mi primera experiencia empresarial y aún no me ha dado tiempo a
valorar fracasos. Mi socia y yo hemos tenido la suerte-desgracia de crear la empresa
en plena crisis, con lo cual comenzamos planteando los gastos fijos en la mínima
expresión. En esto la situación actual nos ha ayudado.»
«Mi primer fracaso fue estudiar Arquitectura y creer que esa carrera me iba a
permitir desarrollarme personal y profesionalmente, creer que nunca me faltaría el
trabajo y que no volvería a depender de mis padres para poder tirar adelante con mi
vida. Esta crisis me ha desmontado todas esas creencias.»
«Monté hace dos años una empresa que, muy poco a poco, consigo que vaya
funcionando, no sin tener que dejarme la piel y parte de la salud en el intento. El
mayor fracaso que he cosechado hasta ahora ha sido con la gente, que no he sabido
seleccionar bien en bastantes casos.
Pero en la vida he aprendido que se puede sacar mucho más jugo a un error que a
un acierto. Y que no te vaya bien una empresa no es solamente cuestión de errores
propios, también puede ser debido a muchos otros aspectos de tipo externo. En
definitiva, creo que el hecho de que no hayas conseguido que tu empresa o tu proyecto
vayan para adelante se debe mirar con perspectiva, y debe ser otra experiencia vivida
y enriquecedora como casi todas. Deberíamos aprender de los norteamericanos, que
ven los fracasos empresariales como algo absolutamente normal.»
94
«Cada fracaso es una oportunidad de aprendizaje. El mismísimo Pelé perdió en el
Mundial del 66, pero ¿es Pelé un fracaso? Yo he cometido un error este comienzo de
año, y lo asumo. Todos pasamos por momentos difíciles y cuando echamos la vista
atrás, vemos que se podrían haber hecho las cosas de otra manera. También es
humano echar la culpa a los demás o a las circunstancias, pero por más que sea el
error de un tercero, tú también has hecho algo equivocado. No lo has analizado bien, o
fuiste demasiado precipitado. No deja de ser un fallo tuyo, pero hay que aprender la
lección y seguir adelante.
No conozco a nadie que no tenga fracasos, que yo llamaría lecciones. Sin fracasos
no se aprende del todo, porque nadie aprende solamente de los éxitos.»
«Alguien dijo que el éxito es un camino empedrado de fracasos. Y fue uno de los
grandes. Yo, por mi parte, no tengo nada de qué avergonzarme por fracasar una y otra
vez, y otra, y otra. Siempre lo hago de forma honesta y honrada.
Tener éxito de forma deshonrosa o deshonesta..., eso sí que es para avergonzarse.
Por mucho éxito o muchos fracasos que tengas en la vida... al final te vas de este
mundo tal y como viniste... desnudo y sin nada en los bolsillos que llevarte. Esta vida
sólo es un tránsito, y no es de inteligentes amargársela por algo que no es duradero ni
definitivo.»
«Como editor de The All Results Journals, sé que el fracaso, al menos en términos
científicos, es la auténtica madre del éxito.»
95
las experiencias obtienes más sabiduría. Por tanto, todo fracaso es un peldaño en el
camino hacia el éxito».
«La he cagado tantas veces que cuando le das a fracaso en Google, sale mi
experiencia en la Wikipedia. Lo peor del fracaso es que genera una altísima capacidad
de adicción.
Pero si de algo me ha servido el fracaso, y me enseña a diario, es a no hundirme,
rendirme ni deprimirme. Creo que el día en que algo me salga bien y triunfe, me
moriré.
En lo que sí he triunfado en la vida es en tener una mujer maravillosa y unos hijos
extraordinarios. Pero, ahora que lo pienso, todo eso vino a mí espontáneamente.
Seguro que si me empeño en tenerlo, la vuelvo a cagar de nuevo.
En fin, igual la mejor lección es la de Forrest Gump. Dejarse llevar en la vida,
siendo humilde y honesto. Si te dicen de correr... ¡¡corre!! Y si te dicen que no pierdas
de vista la pelota... a mandar, ¡señor, sí, señor! Siempre que he querido triunfar y
ganar dinero he fracasado.
La vida sí que sabe dirigirme... ¡señora, sí, señora!»
La mayoría de los fracasos reconocidos tienen que ver con las personas que
nos acompañan en los proyectos. Personas que no siempre se sienten partícipes
de la ilusión y la pasión del emprendedor, y que de una manera u otra defraudan
las expectativas que habíamos puesto en ellas. También hay muchos
emprendedores que se rodean solamente de amigos y de otras personas de
confianza, pero tener ese tipo de buena relación personal no garantiza en
absoluto que funcionen bien en el desempeño empresarial.
96
socios, que venían con excelentes referencias profesionales, no sólo fracasé sino que
me estafaron vilmente, aprovechándose de que deposité mi absoluta confianza en su
conocimiento del sector y su experiencia. Lección aprendida. Nunca pongas tu dinero
en algo que no controles al 100 por 100.»
97
sus propias marcas. O los investigadores que persiguen nuevos descubrimientos
científicos, y que en la mayoría de las ocasiones llegan al final de su vida
profesional sin lograrlo. Pero tanto los atletas como los científicos son
conscientes de la dificultad de lograr sus objetivos, y saben controlar sus
expectativas, sin perder pasión ni entusiasmo y sin caer en la trampa de
considerarse fracasados.
Desconocer los entresijos del sector en que se va a desarrollar el negocio es
otro de los errores más frecuentes de los emprendedores. Especialmente en los
negocios relacionados con Internet, el emprendedor piensa a veces que su
conocimiento de la red y su capacidad tecnológica son suficientes para irrumpir
con éxito en un mercado tradicional. Y se equivoca, porque todos los mercados
tienen sus reglas, sus trucos, sus particularidades, que si no se conocen y se
controlan pueden dar al traste con cualquier proyecto.
Despreciar a la competencia o perder de vista la realidad del mercado,
cuando en los primeros momentos se consigue algún éxito relevante, son otros
de los factores de riesgo. Es el caso del emprendedor que, arropado por su
pasión, se obnubila cuando las cosas le salen muy bien desde el principio, y
piensa que ésa será la tónica del futuro de su proyecto. Que siempre será así, y
que ya puede relajarse porque nada ni nadie frenarán su trayectoria hacia el
éxito. El día en que comienza a pensar así, inicia el camino más seguro hacia el
fracaso.
98
Esta reflexión podría aplicarse también a otros muchos países, entre ellos el
nuestro, donde el emprendedor no cuenta casi nunca con un entorno favorable
para el desarrollo de sus iniciativas.
«Si es un buen emprendedor con grandes ideas, yo creo que tiene tres salidas: por
tierra, mar y aire (de España).»
«Yo puedo hablar poco porque he emprendido poco, pero la cultura de ver los
errores como fracaso que hay en España lastra mucho a la hora de iniciar proyectos.
En la vida, tanto profesional como personal, hay de todo y hay que saber enfrentarse a
todo, pero muy especialmente a los fracasos, ya que a los éxitos todos sabemos
acomodarnos. En otros países el fracaso se considera parte del aprendizaje laboral, y
se entiende que cualquier persona debe enfrentarse a él en un momento u otro de la
vida. Incluso he leído en algún sitio que en ciertos proyectos se rechazan candidatos
que no hayan afrontado fracasos, ya que se desconoce cómo van a reaccionar llegado
el caso.»
«El problema del fracaso no es el fracaso en sí, sino lo que los demás pueden ver
en él. Y es cierto que está mal visto en este país, incluso por aquellos que hacen alarde
de ser “ciudadanos del mundo” y dicen que de los fracasos se aprende, pero muy
pocas veces se lo creen y lo aplican. Queda bien, moderno, europeo, pero detrás está
lo que bien decía Unamuno: “La envidia es el deporte nacional”. O sea, cuanto más
fracases tú, más éxito tengo yo.»
«Pobres los que se contentan con el fracaso ajeno... porque de ellos jamás será el
disfrute del éxito propio.
Individuos... Elementos independientes... Competidores... Jugadores de solitarios.
Cortos de miras e ignorantes... Pero ¿es que no ven que sólo hay una forma de
ayudarse a sí mismo y es ayudar a los demás? ¿Cómo puede alguien alegrarse de la
desgracia ajena? ¿Es que no son conscientes de que es la misma desgracia que mañana
les puede sobrevenir a ellos? El gran error de este mundo es pensar que todos somos
diferentes, distintos y que debemos estar separados. Posiblemente sea así en la forma,
pero no en la realidad. Lo que le sucede a uno le sucede a todos. Somos un mismo
cuerpo, un mismo organismo, seamos o no conscientes de ello.»
99
de cada tres estudiantes declaren su intención de crear una empresa, una vez
terminados sus estudios. Son incluso numerosos los casos de personas que,
como Bill Gates o Mark Zuckerberg, iniciaron sus proyectos y crearon
empresas exitosas durante su período universitario.
La sociedad americana fomenta el emprendimiento y estimula la
independencia en todos los sentidos. Rara es la persona que a los dieciocho años
no abandona el hogar familiar para iniciar una vida independiente, en contraste
con nuestros jóvenes, que siguen viviendo en la casa de sus padres hasta edades
muy avanzadas. Ese espíritu de libertad, sin nuestro temor atávico al riesgo, es
el que ha llevado a los Estados Unidos a ser líder en muchas áreas, y muy
especialmente en todo lo relativo a la innovación. Tanto es así que el 95 por 100
de los avances tecnológicos hoy día tienen lugar en su territorio.
Sin embargo, no todo son ventajas en el paraíso americano de los
emprendedores. Martin Varsavski, creador de empresas tan emblemáticas como
Jazztel, Ya.com o FON, y emprendedor con experiencia tanto en Estados
Unidos como en Europa, considera que hay algunas diferencias importantes
entre ambos mercados que también deben tenerse en consideración.
«Habiendo creado empresas allí y conociendo bien ese mercado, sé que Estados
Unidos también tiene sus aspectos negativos. Uno de ellos son los “impuestos legales”
que hay que pagar para hacer negocios. Los gastos en abogados y derivados de temas
legales son, según mi experiencia, un 70 por 100 menos en Europa. Es más, en Europa
no necesitas preocuparte porque te caigan demandas frívolas y sin sentido ni necesitas
asegurarte contra ellas. El tema legal es un serio impedimento para el trabajo del
emprendedor en Estados Unidos. Además, el sistema legal norteamericano es tan
“interpretativo” que muchas veces no sabes si estás actuando legalmente o no.»
Aunque él mismo reconoce que los conceptos legales también pueden ser
una traba en Europa en algunas ocasiones.
100
de una ventana. Así que aunque el famoso garaje en el que empezó HP tenga muchas
ventanas, igual sería ilegal en Europa por estar justamente… en un garaje. Aclaro que
no es que piense que está bien trabajar en un garaje, entiendo que no es un sitio idóneo
para trabajar. Pero el tema es entender que en Estados Unidos la gran mayoría de los
start ups nacen y mueren en los garajes. Pero los garajes son espacios gratis mientras
se trata de ver si un concepto tiene potencial.»
«¿Qué obtiene quien alardea de los fracasos? De ellos sólo hablan quienes han
triunfado. Me pregunto si al buscar oportunidades con clientes y colaboradores,
financiación en una entidad bancaria, o recomendaciones, nos mirarían con buenos
ojos al enterarse de que el último cliente no quiso abonarnos la minuta porque la
aplicación no funcionaba, que el curso fue un fracaso o que la batidora quemó toda la
instalación eléctrica.»
101
conferencias.
Entrando en acción
No ocultes tus fracasos. Son tus heridas de guerra, las medallas al valor
que han forjado tus éxitos.
102
11
Aprender a emprender
«Se necesita urgentemente una nueva ola de emprendedores llenos de energía para
impulsar con fuerza el comercio en todo el mundo, sacudir los mercados y crear
empleo.»
103
Es evidente que para triunfar como emprendedor es necesario contar con
algunas armas que, innatas o no, determinan la capacidad del emprendedor para
enfrentarse a los problemas que le van a surgir en el desarrollo de su proyecto.
Desde el conocimiento del mercado hasta la puesta en marcha de la empresa,
pasando por la elección de los socios y empleados, la correcta evaluación del
plan de negocio, la financiación, o los riesgos imprevistos a los que tendrá que
enfrentarse a lo largo de su trayectoria. La teoría de muchas de esas cosas puede
aprenderse seguramente en la universidad o en las escuelas de negocios
especializadas. Sin embargo, la práctica derrumba a menudo todos los supuestos
teóricos y nos demuestra que los conocimientos adquiridos vía formación
académica no son nunca suficientes.
Indudablemente, los que deciden ser emprendedores después de haber
llevado a cabo durante años una carrera profesional como asalariados tienen
ventaja sobre los jóvenes recién salidos de las universidades. La experiencia
laboral, exitosa o no, siempre es un punto a favor del nuevo emprendedor,
aunque no necesariamente suficiente, porque gestionar una empresa requiere
habilidades en muchas áreas a las que el asalariado no siempre ha tenido acceso,
incluso en el caso de haber asumido durante su carrera puestos directivos.
En el caso de los jóvenes, la inexperiencia laboral suele ser el mayor
obstáculo. Una excelente preparación académica no es nunca garantía de éxito
cuando la persona se enfrenta a la vida real de las empresas. En la actualidad se
dan cientos de casos en los que varios jóvenes se unen para desarrollar
proyectos de Internet, con el único bagaje común de su conocimiento de la
tecnología, pero sin ningún tipo de experiencia en los mercados en que van a
mover sus productos. Muchos emprendedores de éxito en sectores tecnológicos
me han confesado que perdieron los tres o cuatro primeros años intentando
conocer el mercado. Ellos pensaban que su brillante idea tecnológica, nueva,
diferente y única, era suficiente para triunfar de inmediato. Sin embargo, la
práctica les demostró que sin conocer a fondo los mecanismos del mercado, su
brillante invento tecnológico no llegaría a ninguna parte.
Mi consejo es que todo emprendedor se complemente con un buen asesor
con amplia experiencia en puestos directivos del máximo nivel. CEOS
experimentados, a ser posible, que se encuentren disponibles, por estar
104
jubilados o prejubilados, para dedicar algunas horas al mes al asesoramiento de
los emprendedores, ayudándoles, desde su experiencia, a sortear los avatares del
día a día empresarial; hablando claro y sin más intereses que ayudar a sus
pupilos a evitar los errores más comunes. Una voz independiente en la que
poder confiar. Un soporte imprescindible para llevar a buen puerto cualquier
proyecto.
105
12
Siete reglas de oro y algunos
buenos consejos
106
James Altucher, que es el fundador de Stockpickr.com, una red social para
las finanzas que cuenta con millones de visitantes únicos por mes, ha elaborado
una lista de cien reglas de oro para emprendedores. Yo he seleccionado de entre
ellas sólo las siete que me parecen auténticamente imprescindibles:
«La idea de un negocio siempre empieza por un sueño. Mi consejo es que jamás
dejes de soñar.»
«Tu idea te tiene que apasionar. Si solamente te gusta, piensa en otra.» «Tienes
que ser lo más objetivo posible en los parámetros de la idea para no caer en el
“enamoramiento ciego”, ya que esto puede falsear y subjetivar el proyecto.»
107
«¿Es tu impulso apenas un capricho, o es el resultado de una profunda meditación
con el correspondiente análisis de riesgos y oportunidades?»
«Hay que crearse una identidad propia: ¿Cómo trabajas? ¿Qué te diferencia del
resto? ¿Qué tienes tú para que entre millones de competidores seas uno de los
elegidos?»
«Creo que la suerte es un gran factor a tener en cuenta, pero, por Dios, que si viene
te pille trabajando. No se debe confiar demasiado en la suerte. Si hay una buena
planificación, un estudio adecuado, un buen plan de empresa, viabilidad y un poco de
suerte, lo lógico es que todo llegue a buen puerto. Pero si te falta todo lo primero, aun
contando con la suerte, es casi seguro que no saldrá el proyecto adelante. Podrá quizás
arrancar bien, pero morirá en un futuro próximo casi con toda seguridad.»
«Hay una frase, pienso que de Franklin: “Creo mucho en la suerte; cuanto más
trabajo, más suerte tengo”.»
108
perseverancia, saber escuchar (sobre todo a tus potenciales clientes) y mente abierta.»
«Energía, para poder afrontar las dificultades del comienzo, y superarlas sin
dejarse abatir. Convicción en el propio proyecto, como rumbo de vida profesional, y
decisión de dedicar al proyecto tu tiempo, esfuerzos y recursos.
Ser hábil comunicador, para expresar las ideas con claridad y concreción. Contar
con conocimientos técnicos sobre el proceso operativo y la comercialización. Estar
bien informado y no negarse a acudir a expertos.»
«Pasión. Mucha pasión. Hazlo con la mente pero también con el corazón y disfruta
con el desafío.»
«Que no te falte ese pilar, esa madera de la que estamos hechos los
emprendedores: el riesgo. Atreverse a arriesgar. Ya lo dice el refrán: sin riesgo no hay
gloria.»
«Una de las primeras cosas que debe entender cualquier empresario es que los
éxitos garantizados NO existen; ni siquiera las empresas exitosas, o muy exitosas,
tienen esos resultados garantizados para la eternidad (y hay miles de casos... Kodak,
por ejemplo).
El plan de negocio depende de la ejecución. Grandes ideas hay muchas, miles,
pero la mayor parte de ellas mueren por ser puestas en práctica de manera incorrecta.»
109
aguantar y manejar situaciones de todo tipo. Es muy necesario.»
110
«Dedicación y constancia en estos cuatro aspectos:
a) Todo lo que se relaciona con los clientes y proveedores.
b) Todo lo que se relaciona con los temas financieros.
c) Formación de los empleados.
d) Creación de una cultura empresarial.»
«Si no lo tienes claro, y no tienes detrás un gran apoyo financiero para aguantar
los malos momentos, espera a que pase la crisis.»
«Todos tenemos ilusión, ganas, horas, sacrificio..., pero muy, muy importante es
tener capacidad económica para emprender y aguantar al menos dos años. No podéis
contar con ayudas del Estado o las Comunidades y menos aún con líneas de crédito.
Todo lo que nos anuncian de ayuda a emprendedores es falso, y los bancos están con
el grifo cerrado con llave inglesa.»
«Ten una idea que te pueda reportar más de lo que vas a invertir (en todos los
sentidos). Ten paciencia, ánimo, constancia, resiliencia, rodéate de buena gente, intuye
las oportunidades y ten también una pizca de suerte... ¡Ah!, y que el banco te fíe los
dineros.»
«Antes de lanzarte asegúrate de que vas a tener buenos clientes, que lo has
estudiado bien, que conoces bien el sector, que tu producto o servicio es de calidad…»
«1. Pegarse durante el primer año a un guía, para conocer el abc del negocio.
2. Garra y pasión por lo que haces.
3. Y ten presente que no hay peor gestión que la que no se hace.»
111
«Lo principal es tener claro el proyecto, estudiar las posibilidades reales del
mismo, fijar objetivos y, finalmente, mucha paciencia y perseverancia.»
«Si das tu palabra, tienes que cumplirla. Cueste lo que cueste. Si quedas con un
cliente en que el próximo lunes va a tener sus planos, su informe, su salón pintado de
verde, su lo que sea... tienes que cumplirlo, aunque te cueste el fin de semana. Yo creo
que si se actúa así, con el tiempo te acabas haciendo una clientela fiel.»
«Pasión por tu proyecto y estar preparado para el fracaso, no todo son éxitos. Los
éxitos hay que celebrarlos, pero de los fracasos hay que aprender y salir fortalecidos,
para poder seguir adelante.»
«Hay que buscar el efecto palanca: con el mínimo esfuerzo alcanzar el máximo
resultado. Eso es la eficacia, o lo que algunos llaman suerte.» «Planificación, trabajo y
perseverancia. Y revisar constantemente el trabajo realizado para ver en qué fallamos
y mejorar.»
«Una constancia a prueba de bombas, y mucha paciencia con todos los que
“revolotearán” a tu alrededor sin aportarte nada más que despiste.»
112
«No permitas que los baches que te encuentres en el camino, ni la aburrida
burocracia de los comienzos, te arrebaten la ilusión con la que empezaste la idea de
emprender.»
«Si caes siete veces, levántate ocho. Mucho ánimo, actitud positiva, y recuerda
que los negocios pasan por delante de nosotros todo el tiempo.»
«¿Qué es lo que quieres? ¿Qué es lo que te falta? ¿Qué vas a hacer para
conseguirlo?»
113
13
El consejo final de un gran
emprendedor
114
No se me ocurre una manera mejor de terminar este libro que reproduciendo
las palabras de Steve Jobs, plasmadas en La biografía de un revolucionario de
Walter Isaacson, sobre las motivaciones que tuvo para emprender. Creo que son
el más brillante alegato a favor de la necesidad de tener ideas y de llevarlas a la
práctica, en el convencimiento de que esa actitud puede dar sentido a toda una
vida.
115
Edición en formato digital: marzo de 2012
Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro electrónico, su transmisión, su descarga, su
descompilación, su tratamiento informático, su almacenamiento o introducción en cualquier sistema de repositorio
y recuperación, en cualquier forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, conocido o por inventar,
sin el permiso expreso escrito de los titulares del Copyright.
Para cualquier información pueden dirigirse a piramide_legal@anaya.es
http://www.edicionespiramide.es
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Índice
Prólogo 4
1.Las motivaciones 7
2. Las expectativas 27
3. Los riesgos 33
4. La realidad 40
5. La independencia 50
6. Los recursos 57
7. Los socios 64
8. El equipo 70
9. La innovación 83
10. El éxito y el fracaso 92
11. Aprender a emprender 103
12. Siete reglas de oro y algunos buenos consejos 106
13. El consejo final de un gran emprendedor 114
Créditos 116
117