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Agustín Medina

Hoja de ruta para emprendedores

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Índice
Cubierta
Prólogo
1.Las motivaciones
2. Las expectativas
3. Los riesgos
4. La realidad
5. La independencia
6. Los recursos
7. Los socios
8. El equipo
9. La innovación
10. El éxito y el fracaso
11. Aprender a emprender
12. Siete reglas de oro y algunos buenos consejos
13. El consejo final de un gran emprendedor
Créditos

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Prólogo

A Agustín Medina me lo presentó hace pocos años un amigo común. Antes


de la reunión había estado leyendo su currículum, sencillamente deslumbrante.
Pero durante aquella primera comida lo primero que me sorprendió fue su
sencillez y cercanía. Por aquel entonces yo acababa de montar Bubok y aún no
éramos conocidos, así que temía que, al ser tan pequeños, no nos fuera a hacer
mucho caso. Fue un placer descubrir que yo estaba equivocado; rápidamente
entendió nuestro objetivo: ayudar a cualquier persona a publicar su libro.
También vio que él podía publicar sus libros descatalogados de los que ya había
recuperado sus derechos de autor y que, aunque le seguían pidiendo unos
cuantos cada año, hasta ese momento no había tenido la oportunidad de poder
ofrecérselos a la gente interesada. Así que en poco tiempo tuvo su propia página
con nosotros (http://agustinmedina.bubok.es/) que ha ido completando durante
este tiempo. Para alguien que empieza es vital conseguir credibilidad y ésta se
consigue rodeándose de gente que ya la tiene. Por eso quiero agradecerle su
apoyo en esos momentos, pero sobre todo invitar a otros a tomar ejemplo.
Durante este tiempo que he podido ir conociéndolo mejor me ha
sorprendido aún más su capacidad de continuar emprendiendo, innovando,
probando cosas nuevas. Normalmente una persona que ya ha conseguido el
éxito y reconocimiento empresarial tiende a relajarse y dormirse en sus laureles.
Pero él no para, es un ejemplo para mí de superación y continuo espíritu de
mejora, un gran emprendedor. Creo que en España pecamos muchas veces de
mirar hacia fuera y copiar los proyectos, pero sin duda tenemos la creatividad e
imaginación necesarias como para crear nuevos proyectos, generar nuevas
ideas. Nosotros mismos en Bubok tomamos la idea base de EE.UU., pero a
partir de ahí hemos innovado constantemente, por ejemplo, cosas como el haber
conseguido que la Biblioteca Nacional fuera la primera del mundo en ofrecer su
fondo de catálogo es algo de lo que estamos realmente orgullosos.
Recuerdo que cuando me decidí a dar el salto y ser emprendedor todo se me
hacía un mundo, empezando por cómo crear la sociedad, hasta qué asesoría
elegir. Pienso que la mayor dificultad era no conocer el camino que había que
transitar, y ójala hubiera tenido una hoja de ruta como la que ha preparado
Agustín. Yo soy de Carabanchel, me educaron para idealmente ser funcionario

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y si no trabajar para una gran empresa, nadie me habló nunca de qué era montar
un negocio y mucho menos me insinuaron que esa era otra alternativa posible
dentro del mundo laboral. He de confesar que la primera empresa la monté sólo
porque empecé a vender servicios culturales, la gente me pedía factura y me
dijeron que la mejor forma de hacerlo era con una sociedad limitada. Pero ni
tenía un plan de negocio ni sabía dónde me estaba metiendo. Tal vez cierta
ingenuidad es necesaria para empezar.
Sin duda, poner tu negocio es una tarea ardua, no exenta de riesgo y
dificultades, y por eso los que empezamos tenemos que agradecer la
generosidad de la gente que va por delante a la hora de guiarnos. Se trata de un
camino en el que fácilmente se sentirá la tentación de abandonar, de volver al
sendero fácil. Por este motivo son necesarios sherpas, personas que nos ayuden
a recorrerlo, que nos eviten algunos hoyos y nos señalen los precipicios. Es
cierto que al final es uno el que tiene que caminar, el que sentirá la fatiga en su
cuerpo, pero cuanto más podamos aprender de otros, mejor. Sobre todo hay que
entender que emprender es eso, un camino, lo más importante es recorrerlo y
disfrutar con el proceso, no con la meta.
Éste no es un libro lleno de grandes secretos, sino más bien de experiencias
compartidas, muchas cosas de sentido común. He ahí su valor, el ordenar de
forma exhaustiva esas experiencias para mostrarnos los pasos necesarios para
avanzar correctamente. Eso lo hemos aprendido en otro de los proyectos de los
que soy fundador: se trata de Iniciador, que realmente es una fundación de
apoyo al emprendimiento. Nos reunimos mensualmente en las principales
ciudades de España para aprender unos de otros y compartir experiencias. No se
trata de recibir sesiones magistrales de forma teórica, sino de conocer lo que le
ha pasado a una persona cercana. Es la mejor forma de aprender y, no sólo eso,
de poder hacer negocios con otras personas.
Emprender es de las cosas más complicadas y más complejas a las que me
he enfrentado, pero también es de lo que más orgulloso me siento, sólo después
de mi familia. En ambos casos son mi mayor fuente de preocupaciones, aunque
también de alegrías. Eso es lo que compensa todo el esfuerzo y sacrificio, los
buenos momentos que se viven. El crear algo que ayude a otros, generar
empleo, añadir riqueza a la sociedad… Al final todo esto tiene mucho que ver
con hacer tus sueños realidad. He tomado muchas decisiones incorrectas en mi
vida, pero el haberme decidido a emprender y la familia que tengo son las dos
mejores que he tomado.
El otro día un inversor de prestigio comentaba que ya había demasiadas

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instituciones y libros que ayudaban a emprender. Pues bien, yo creo que no son
suficientes. Si algo necesita ahora mismo España son emprendedores, no sólo
para crear empresas, sino también dentro de las administraciones, entidades,
hogares…, gente que quiera construir, mejorar las cosas, infundir un espíritu
positivo en todo lo que le rodea. Y como hace Agustín Medina con este libro,
ayudar a otros a que empiecen a caminar. Gracias, Agustín.

ÁNGEL MARÍA HERRERA


Emprendedor

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Las motivaciones

«El destino mezcla las cartas y nosotros las jugamos.»

ARTHUR SCHOPENHAUER
(1788-1860) Filósofo alemán

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¿Vocación, accidente o necesidad?

Vengo sosteniendo desde hace mucho tiempo que la sociedad y sus reglas
limitan constantemente la espontaneidad de nuestros actos. El mundo laboral no
es ninguna excepción a esta inexorable certeza. Nos educan para ser
asalariados, y desde muy pequeños somos conducidos por la vía del estudio a la
consecución de una titulación que nos permita encontrar un puesto de trabajo
permanente y bien remunerado. Algunos lo consiguen al cien por cien; otros
sólo lo consiguen a medias, y muchos abandonan los estudios por el camino y
se resignan a encontrar un empleo de supervivencia. Pero son muy pocos los
que se plantean su formación como un camino hacia la independencia laboral o,
lo que es lo mismo, hacia el emprendimiento personal.
Los autónomos de vocación, los emprendedores que llevan en su interior
desde siempre ese espíritu de libertad y de rebeldía que les impulsa a
enfrentarse con el riesgo y a disfrutar de la aventura desde una perspectiva
individual, son tan escasos como valiosos para la sociedad y para la economía
de cualquier país. Sin embargo, en España, según los datos del Instituto
Nacional de Estadística, a 31 de diciembre de 2009 había un total de 3.335.830
empresas, de las cuales el 94,5 por 100 son pymes con una plantilla entre 0 y 9
empleados, lo que significa que hay más de 3.150.000 emprendedores detrás de
ellas. Y esos son muchos emprendedores.
De hecho, cada año durante el período 1999-2008 se han constituido una
media de 123.500 empresas. Incluso en 2009, 2010 y 2011, esos años tan tristes
para todo, se han seguido creando alrededor de 80.000 nuevas cada año.
Ante estos datos me he preguntado siempre si todos los que crean una
empresa lo hacen guiados por esa vocación que les impulsa a romper las reglas,
o son empujados hacia el emprendimiento por otros factores coyunturales,
como la necesidad de autoemplearse debido a la falta de oferta de empleo en el
mercado o simplemente a una circunstancia accidental que les hace descubrir
que ése y no otro era su destino laboral.
Yo mismo puedo considerarme un emprendedor accidental, ya que, como
resultado de una evolución profesional exitosa, me vi un día abocado a elegir
entre desarrollar una carrera internacional o desvincularme de la empresa en la

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que trabajaba. Tenía una posición muy cómoda pero difícil de mantener en una
estructura multinacional de empresa, en la que estás obligado en todo momento
a seguir subiendo escalones, si no quieres acabar relegado y finalmente
relevado.
Al optar por la renuncia a seguir creciendo en mi empresa tuve que ponerme
en el mercado, en busca de un puesto interesante en alguna otra de la
competencia. En ese momento empecé a recibir ofertas muy distintas a las que
estaba acostumbrado. Ofertas que me invitaban a ser socio de empresas
constituidas o a formar parte también como socio de nuevos proyectos. Y por
primera vez en mi vida me planteé la posibilidad de desarrollar el futuro de mi
actividad laboral desde una posición de independencia. Pensé que si los demás
creían que yo podía ser no un empleado sino un socio para ellos, eso significaba
que estaba maduro profesionalmente para afrontar la creación de una empresa
propia. Por otra parte, caí en la cuenta de que el techo que había tocado en la
empresa en la que trabajaba, iba a encontrármelo de nuevo más tarde o más
temprano en cualquier otra compañía del sector. Salvo en la mía propia,
naturalmente.
Finalmente decidí montar mi propia empresa yo solo, sin ningún socio
profesional de inicio. Contando únicamente con el apoyo económico de amigos
y parientes a quienes cedí el 20 por 100 de las acciones, al más puro estilo de lo
que años después se conocería como una start up con apoyo económico de
business angels.
Emprender por accidente, como fue en mi caso, es algo bastante común,
quizás el más común de todos los casos. Aquellas personas que por una u otra
causa se ven obligadas a replantearse su vida profesional, iniciando un camino
de independencia en el que nunca antes habían pensado y para el que,
supuestamente, tampoco estaban preparadas. También podría englobarse dentro
de este grupo a los que emprenden por necesidad, como último recurso ante la
imposibilidad de encontrar un trabajo por cuenta ajena que encaje con sus
habilidades. En estos momentos son muchas las personas que se encuentran en
estas circunstancias, ya que el paro galopante asola a todos, y muy
especialmente a los jóvenes que buscan su primer empleo y a los mayores de 45
años que han perdido el suyo.
Cuando decidí escribir este libro, solicité a través de Linkedin que otros
emprendedores me contasen sus casos, y para mi sorpresa recibí un montón de
respuestas. A la gente le hacía ilusión compartir sus experiencias con otras
personas que quizás estaban en su misma situación, o que tenían la intención o

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la esperanza de ser emprendedores en algún momento cercano. Las respuestas
me llegaron de países como Alemania, Andorra, Argentina, Australia, Brasil,
Bulgaria, Chile, Colombia, España, Estados Unidos, Grecia, México, Perú,
Suiza y Turquía. Curiosamente las experiencias eran muy similares, aunque
provenían de lugares tan distintos y de muy diversos sectores. La mayoría de
éstos tenían que ver con el mundo de la comunicación, Internet, o la consultoría
en todas sus áreas. Pero también había experiencias muy interesantes en
sectores dispares, como la farmacia, la construcción, el turismo, el arte, la
seguridad, la ingeniería, la automoción, la agricultura, el interiorismo, la
restauración, la medicina o las ONG.

Los predestinados

Son muchos los emprendedores que, además de una fuerte y prematura


vocación, reconocen que su ámbito familiar les aboca inevitablemente hacia la
independencia laboral. Bien sea por el interés de continuar la tradición familiar
o por el simple contagio de la actitud de sus progenitores:

«En cierta manera yo lo mamé en casa, ayudando en la farmacia de mi familia y


comprando y vendiendo las casas donde he vivido. A esto se suma lo desmotivado que
estaba trabajando por cuenta ajena...».

«Soy emprendedor por vocación, lo he visto en mi familia. Mi padre (siempre ha


sido un emprendedor) me comentaba que si hacía la carrera de Telecomunicaciones
siempre iba a trabajar para una empresa; que estudiara para abogado si quería
depender de mí mismo. Sólo estuve tres años trabajando en una empresa; desde
entonces siempre he estado como freelance o creando empresas».

«Después de muchos años sumando experiencia en mi profesión en empresas


multinacionales y administraciones, me llegó la hora de decir: “¡Ha llegado el
momento! Tengo la vocación, la herencia familiar y toda la experiencia para poder dar
y ofrecer”».

«A quien “hereda” una empresa yo personalmente no lo considero emprendedor


de entrada, sino empresario, que no es lo mismo».

Pero la mayoría de los predestinados confiesan que el interés por emprender

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estaba en su ADN, y que estaba claro que un día u otro iba a manifestarse con
una potencia imparable, en algunos casos de manera muy prematura:

«Creo que un emprendedor nace y se lleva en los genes o forma parte de tu


personalidad. A pesar de que tengamos varias ocupaciones, al final el espíritu y el
deseo de desarrollar ideas propias sale a la luz. Y una vez que comienzas ya no se
puede dar marcha atrás».

«Por vocación y desde siempre. Aunque ha sido más un caso de evolución,


primero fui informático loco, de ahí empecé a ser webmaster, luego emprendedor y así
hasta hoy».

«Vocación. He desarrollado siempre mi actividad en el campo médico y cada


empleo que tuve contribuyó a hacerme lo que soy hoy. Trabajando en clínicas como
técnico supervisor de auxiliares sanitarios y personal del laboratorio, dirigiendo una
clínica de medicina ocupacional, o entrenando y asistiendo a muchas compañías en la
creación de programas para prevenir el consumo de drogas y alcohol en los lugares de
trabajo. Todas esas experiencias me permitieron convertirme en mi propio jefe y
comenzar mi propio negocio».

«En mi caso, la capacidad emprendedora ha sido parte de mi vida, aunque con


altibajos».

«Vocación, por supuesto. El emprendedor nace o se hace, pero acaba teniendo


vocación. Si no te lleva el espíritu a lanzarte, no eres emprendedor, eres un mercenario
autónomo o un empresario».

«Creo que, como en todo, existe gente con más facilidad que otra para emprender,
al igual que existe gente más creativa que otra por naturaleza, si bien se puede
entrenar, y uno puede convertirse en emprendedor con mucho trabajo y esfuerzo».

«Creo que un emprendedor primero se hace, después nace y después es


emprendedor. Todo es vocación como en cualquier otro ámbito. Empresario puede ser
cualquiera, pero el éxito sólo se logra si hay convicción, pasión y entrega, y eso sólo
lo consiguen aquellos que tienen verdadera vocación. El resto es simple tecnicismo
que se aprende».

«Soy emprendedora en muchos aspectos de mi vida, y desde siempre he querido


serlo también en lo profesional. En cuanto he dado con la idea que me motiva, la idea
que “tira de mí”, me he lanzado».

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«Por vocación. Escuchas una vocecilla dentro de ti que te dice que puedes hacerlo
y la única forma de callarla es intentándolo».

«En mi caso es intrínseco a mi propia naturaleza, vocación pura y dura, innato e


inevitable. Mi primera experiencia como emprendedora fue a los 5 años de edad:
cuando iba a la playa recogía piedras “bonitas”, las limpiaba y, por la tarde, me ponía
en la puerta de mi casa, colocaba las piedras sobre una madera sujetada con dos
piedras y les ponía letreros con el precio (aún no sabía escribir bien... ¡apenas
garabateaba los números!, bueno, en realidad, todo valía. Y allí me sentaba yo junto a
mi “mercado” a esperar que algún vecino o familiar me comprase algo. Los dos
primeros días fueron un éxito: vecinos y familia compraron algo (por pena, risa o lo
que fuese), pero a partir del tercer día las ventas bajaron en picado y ante la insistencia
de mi familia de que dejase de hacer el “gitanillo”, abandoné mi primera aventura
emprendedora. Mi infancia y juventud están salpicadas de anécdotas similares. A
partir de los 26 años, comencé a emprender de forma más “seria”. Al principio de una
forma un poco bohemia, y más tarde de manera más profesional. Para mí la cualidad
de emprendedora es innata, y la dificultad ha estado en adquirir las habilidades de
empresaria. (No me he formado en ese aspecto y he aprendido a medida que he ido
emprendiendo.)».

«Pues..., yo lo soy por cabezonería. Los negocios en mi familia nunca salieron


bien, y mis padres no querían que montara una empresa, pero no sé cómo no intuyeron
que me iría bien, cuando con 14 años ya era capaz de convencer a la gente para que
me diera trabajo y me pagara por hacerlo. Fui profe de recuperación de gente de 11
años. Y a partir de ahí, hice de todo para tener siempre dinero en el bolsillo, pero
siempre curros en los que aprendía algo (traduje manuales y los vendí, hice webs,
monté PC, hice las prácticas de más de uno...). Y cuando vi, a los 31 años, que en la
empresa privada no se ve bien que seas mujer con pareja y piso, monté mi empresa...,
y hasta ahora, 10 años después. Mis padres todavía se preguntan cómo funciona mi
empresa. La gente de mi alrededor lo sabe de sobra: trabajo, conocimientos,
compañerismo y ganas».

«Cuando tenía 12 o 14 años, mientras mis amigos jugaban al fútbol, yo con mi


paga semanal compraba chucherías y se las vendía a ellos por algo más de lo que yo
las adquiría».

«Emprendedora por vocación, el “No te detengas” de la Madre Teresa es mi


acompañante en la vida. Cuando no puedas trotar, camina, pero nunca te detengas.
Estoy por herencia en una actividad increíblemente difícil aquí, sólo por vestir falda.
Y ni ahí me siento discriminada, ni nada parecido. Arremeto todos los días de mi vida.
Nací con vocación de diseño y he terminado diseñando servicios de seguridad, o sea,

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tengo 400 empleados hombres, colegas hombres, autoridades hombres… clientes que
esperan a un hombre al otro lado, y aparezco yo, que llevo casi 30 años haciendo esto,
demostrando sin estridencias que se nace con vocación de profesional, de hacer las
cosas bien, de ser honesto, trabajador, estudiar y decir no sé cuando no sé... y
preguntar. El resto no es tan difícil. Sólo hay que colgarse un cuadro con la frase de
Walt Disney que decía “Si puedes soñarlo, puedes hacerlo”. Mil cosas por día intentan
detenernos… la que tiene solución se la buscas… y la que no, la tienes que evaluar y
conseguir que haga el menor daño posible. Un cariño para todos los valientes...
¡¡¡Nunca olviden que el gran valor de un emprendedor es SER CURIOSO... querer
saber de todo!!! Por ahí se empieza».
«Desde adolescente ya apuntaba maneras de empresario, todo el mundo me lo
comentaba: tú, de mayor, serás empresario. En cuanto tuve mi primera experiencia
profesional verdadera, me di cuenta de que efectivamente no servía para asalariado.
Veía cómo mis ideas u opiniones pasaban de largo, así que dije: ¿por qué no llevarlas
a buen puerto si pienso que son buenas? Y ratifiqué lo que estaba escrito en mi
“destino”. Son varias las empresas, algunas fracasaron, otras sobreviven, pero nunca
dejaré de emprender».

«El “ser emprendedor” requiere unas características innatas vinculadas a la


capacidad de ser totalmente autónomo, de tener un espíritu independiente, ser capaz
de arriesgarse, de ser lo que vulgarmente se conoce como “un culo inquieto” y estar
continuamente buscando oportunidades, clientes, formándote para no quedarte atrás,
etc. En mi caso estuve trabajando en departamentos de marketing para varias
empresas. Mi experiencia laboral como empleada ha sido estupenda ya que he tenido
la suerte de encontrar un puesto de trabajo que ha encajado bien en función de cada
etapa, y jefes y compañeros estupendos, por lo que a priori no tenía motivos para
empezar un proyecto propio. Sin embargo, el responder sólo de mis acciones y la
“libertad” que representa tener tu propia empresa son mis motivaciones principales,
aunque en ocasiones sea mucho más duro y menos cómodo que el tener un empleo por
cuenta ajena».

«Empreendedor nasce echo somente aprende técnicas mas o espírito de


emprendedor ja esta no DNA dos verdadeiros empreendedores, aqueles que ñem bem
terminam uma implantação e já estão a procura de outro empreendimento. Eles são
assim e este é o meu caso desde pequeño ja fazia negócios e vamos morir asi. Me
compensa».

«Soy emprendedor desde que tengo uso de razón. Desde pequeño, con sólo 12
años, mientras mi familia iba a la playa, yo me escapaba para poder ir a vender
churros en una churrería que no me pagaba, pero me dejaba comer todos los churros
que quisiera. Desde ese momento, no he dejado de crear empresas. He creado,
desarrollado y vendido siete empresas (seis con éxito y una que ha sido un fracaso).

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¡No sé si ser emprendedor es una virtud o una condena! Siempre busco ideas
originales, siendo punta de lanza, creando nuevos segmentos».

«Yo pienso que depende de muchos factores, pero siempre deberá haber algún gen
dentro de ti. Mi experiencia ha sido también de altibajos, ya que he tenido negocios de
sectores bien distintos, pero lo que tengo claro es que habiendo tenido éxito o no,
siempre es muy reconfortante ver que una idea se va transformando en un proyecto. Y
si tienes suerte, encima, igual vives de ello».

Los que cogen la oportunidad al vuelo

En muchas ocasiones, la vocación está latente, o ni siquiera existe, pero


alguna circunstancia te pone delante la oportunidad de emprender y sientes que
no puedes dejarla escapar. No se trata de que lleves la capacidad de emprender
grabada en los genes, pero sin duda tienes algo especial que, ante una ocasión
propicia, te empuja a lanzarte a la piscina. Probablemente, todo el mundo ha
sentido alguna vez esa sensación en algún momento de su desarrollo
profesional, pero sólo unos pocos elegidos son capaces de cerrar los ojos y
lanzarse desde el trampolín, sin pensar demasiado en lo fría que está el agua, y a
veces sin mirar siquiera si la piscina tiene agua.
Gente que buscaba un trabajo para toda la vida, y que lo había conseguido,
es capaz a veces de abandonarlo todo y empezar de nuevo como emprendedor.

«Probablemente mi caso no sea muy típico. Soy funcionario de carrera, y después


de casi 10 años en la Administración Especial, pedí la excedencia voluntaria. Y creé
mi propia empresa. Después de exactamente 20 años, esa empresa ha generado alguna
más, y sobre todo ha generado mucho esfuerzo y muchas satisfacciones profesionales,
compartidas con las personas que las componen y con nuestros clientes.»

Otros, que vieron pasar las oportunidades ante ellos en muchas ocasiones
sin prestarles ninguna atención, de repente un día, ante la frase de un gurú, se
cayeron del caballo como san Pablo y se convirtieron en discípulos
incondicionales.

«Soy fotógrafo de prensa económica y siempre he estado rodeado de empresarios


(por decirlo de alguna manera) en mi trabajo. En una ocasión un gurú americano, en
una conferencia a la que asistí, dijo una frase que se me quedó grabada (el dinero flota

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y está a la altura de quien quiera cogerlo, sólo tienes que verlo).»

O, simplemente, un día vieron claro que había que aprovechar la


oportunidad.

«Dar el paso de crear un negocio propio ha de ser el fruto de muchos factores.


Tener las ideas claras, el objetivo definido, no tener miedo a la incertidumbre y saber
que se necesita mucho esfuerzo para llegar a la meta. Nunca me consideré un
emprendedor hasta que vi la oportunidad de llevar a cabo mi proyecto.»

«Después de once años laborando con el sector privado, renuncié a mi empleo por
motivos familiares y personales. Me trasladé de ciudad y empecé a enviar mi CV a
bancos de empleo online, además de aplicar diariamente a entre dos y diez ofertas de
empleo. Pasaron más de seis meses, envié más de trescientos currículos y sólo me
llamaron de una empresa, para ofrecerme lo que me ganaba hacía año y medio en la
empresa que dejé. Entonces me salió un trabajo como freelance para producir una
campaña radial, que quedó estupenda y al cliente le gustó. Entonces decidí que debía
lanzarme sola, porque considero que mi trabajo es excelente y mi tiempo de
experiencia me confiere autoridad para muchas cosas, además que me cansé de
esperar que alguien notara mi calidad como profesional.»

Emprendedores por accidente

Ocurre a veces que una persona que está satisfecha con su estatus
profesional, se encuentra con una situación imprevista que le obliga a tomar la
decisión de independizarse. No se trata exactamente de aprovechar una
oportunidad, sino de salir airoso de un callejón sin salida. Como ya he
mencionado antes, ése fue exactamente mi caso, y he podido comprobar que ha
sido también el caso de muchos otros.

«Fue por accidente. Todas mis experiencias laborales fueron en empresas que
estaban en formación o desarrollando nuevas áreas. Nunca trabajé en un equipo ya
formado y siempre debí partir desde cero, incluso desde mi primer trabajo. Esto
“deformó” mi manera de querer involucrarme en las empresas y finalmente nunca
entendí otra forma de trabajar que no respondiera a tomar desafíos difíciles, poner mis
propias metas, armar mi equipo de trabajo y salir adelante. Mi último trabajo llevó a
mis jefes a ofrecerme participar en la propiedad de un negocio que se estaba
formando. Armamos una sociedad en la que yo sólo puse mi experiencia y mi trabajo

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como gerente general. Así, con un sueldo bajo pero con un 15 por 100 de
participación en la empresa, me creía dueño de todo. Armé mi equipo y saqué adelante
el negocio como ya estaba acostumbrado a hacerlo. A la vuelta de 6 años, mis socios
decidieron que los resultados eran “menores” que sus expectativas y que cerrarían la
empresa, pagándome el 15 por 100 de las utilidades acumuladas y ofreciéndome
quedar a cargo de un nuevo emprendimiento, pero ahora sin participación societaria.
Mi respuesta fue que NO y que yo consideraba que si bien el resultado dividido entre
cuatro (número total de socios) podría parecer poco, para un solo dueño era un gran
resultado. En un arranque de valentía y orgullo, pero con la convicción de que todo lo
aprendido en 15 años de trabajos donde siempre me tocó empezar me serviría para
seguir adelante creando valor en este negocio, ofrecí a mis socios comprar el 85 por
100 del negocio que yo no tenía. Así, con puro coraje y decisión, pero con la
experiencia acumulada en muchas primeras veces, me lancé a la aventura.»

«Me hice emprendedor, en primer lugar por fuerza mayor, y en segundo lugar, por
obstinación. Por fuerza mayor fue sencillamente porque me quedé sin trabajo a los dos
meses de que naciera mi primera hija, lo que me obligó a buscar una solución
económica urgente. Y obstinación porque, cansado de trabajar para otros, decidí
comenzar a hacerlo por cuenta propia. La experiencia fue difícil al comienzo ya que
tenía bien claro lo que quería hacer pero no sabía muy bien cómo llevarlo a cabo, lo
cual hizo que chocara contra muchos muros. Pero por suerte encontré un curso dictado
por el gobierno de la ciudad en la cual resido, que apoyaba y daba herramientas a los
emprendedores locales. Lo más valioso que encontré allí, para mi sorpresa, no fue lo
que el curso enseñaba, sino la relación con otros emprendedores, que, gracias a la
fuerza de la unión y las buenas relaciones, fuimos ayudándonos a crecer como pymes.
Allí encontré nuevos clientes y, lo más importante, nuevos socios que me ayudaron a
darle forma a la idea original de negocio.»

«Fue un “saludable accidente”, ya que luego de un despido, lo único que pude


conseguir fueron trabajos autónomos. Hace 35 años que tengo mi propia exitosa
empresa.»

«En mi caso fue casi un accidente, con la suerte de que resultó ser vocacional. Con
20 años monté mi negocio con mi hermana y desde entonces… ¿El secreto? Saber
automotivarse y tener el empuje que otros no tienen. Es duro, pero te curte mucho,
ganas una experiencia que difícilmente se adquiere en las escuelas de negocio. Hace
poco he terminado un programa en EADA y se nota mucho la diferencia entre el que
es empresario y el que no. No es mejor el uno que el otro, simplemente es diferente.»

«Yo trabajé por cuenta ajena unos años y luego me despidieron. “Por recorte de
gastos”, dijeron. No me lo creí, pero importaba poco. Luego estuve seis meses parado

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por un motivo muy curioso —me ofrecían sueldos iguales o inferiores a lo que
cobraba como desempleado—. Dije que me quedaba en casa para hacer los cursos que
ofrece el INEM. Mientras, estaba trabajando en un proyecto propio. Luego vino una
consultora tecnológica y me ofreció contratarme como freelance. Tenía mis dudas,
pero lo acepté. Eso fue lo que me abrió el camino a ser emprendedor, ya que me daba
la libertad para emprender y los ingresos para poder pagar mientras mis gastos. Lo
bueno que tiene eso es que te pagan y a la vez te dan la posibilidad de trabajar y
facturar a otros clientes. También tienes solucionada la parte legal en caso de que
quieras montar algo propio —tienda online, pagina Web, una tienda, lo que sea—,
como mucho das de alta otro epígrafe más y a correr. Ahora estoy trabajando como
autónomo en TIC y levantando mis propios proyectos.»

«Cuando mi empresa entró en suspensión de pagos en el año 2001, debido a mi


cargo en ella tuve que ocuparme de todo lo que supone un concurso de acreedores:
expedientes de regulación de empleo, y todo lo demás. En el 2005 estaba sin trabajo,
sin empresa y agotada mentalmente, pero con una capacidad que no podía
desperdiciar. El mundo del arte había sido toda la vida una pasión para mí, y
comprendí que había llegado el momento, justo cuando tenía libertad, para poner en
marcha el proyecto soñado: una galería de arte. Desde entonces estoy luchando por
hacerme un sitio en este resbaladizo mundo del mercado del arte. Ha sido muy, muy
duro, y lo sigue siendo, pero ahora mi galería es una referencia en el panorama
artístico nacional.»

«Yo llevaba un departamento de soporte técnico dentro de una empresa, viendo


cómo el servicio era muy apreciado y solicitado. Poco a poco el ambiente y la forma
de trabajar dentro de esa empresa fue empeorando, y pensé en usar mi experiencia
para poner en marcha un viejo sueño: una empresa propia. Hablé con mis jefes,
estuvieron de acuerdo, se convirtieron en mis primeros clientes, y hasta hoy.»

«Soy reconvertido de la construcción naval y luego de casarme decidí ayudar a mi


mujer en su negocio de hostelería. Las vicisitudes de pareja me obligaron a echarme al
monte (tengo una plantación forestal), y a partir de ahí, tomando esto como base, me
dediqué a la compraventa de madera trabajada y fui ampliando campo.»

La imperiosa necesidad de cambiar de vida

Hace más de dos mil quinientos años, el gran filósofo Heráclito de Éfeso
dijo que nadie se baña dos veces en el mismo río, porque el río nunca es igual ni
la persona que se baña es siempre la misma. Los seres humanos cambiamos

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constantemente, no sólo en lo físico, que es evidente, sino también en nuestra
manera de ser, en nuestros comportamientos y en nuestras creencias. Cada día
que pasa somos un poco distintos al día anterior y, por tanto, pensamos y nos
comportamos de manera diferente.
Personas que han sido conformistas toda su vida, se hacen revolucionarios
de un día para otro, y viceversa. Igual que hay gente que se separa de su pareja
después de muchos años de aparente feliz convivencia, hay gente que abandona
sus trabajos de toda la vida y se lanza sin más a la tarea de emprender creando
su propia empresa.

«En mi caso particular, me cansé de depender de otros. He sido futbolista


profesional durante más de 15 años y me cansé de obtener resultados mediocres en
ciertos momentos de mi vida, a pesar de mi gran esfuerzo y dedicación. Desde luego
uno tiene que ser constante y persistente, pero de vez en cuando es bueno levantar la
cabeza y mirar si el camino que estás siguiendo es el adecuado para conseguir lograr
tu objetivo (hay que tener claro primeramente cuál es tu objetivo). Algunos hablan de
«afilar el hacha». Estamos muchas veces entregados machacando el árbol y no cae
hasta que paramos y vemos que el hacha no está afilada y por tanto estamos haciendo
un esfuerzo en vano.»

«Lo hice para superar el miedo al fracaso que me frenaba y me limitaba tanto en el
ámbito personal como profesional. Ahora no miro para atrás y no tengo
remordimientos: fue lo mejor que he hecho hasta ahora en mi vida.»

«Desde el día en que se instaló en mi cabeza la idea de emprender, no conseguía


pensar en otra cosa. Empecé a vivir en una realidad alternativa y al final no pude hacer
otra cosa que despedirme de la empresa en la que trabajaba. Así que un 1.º de
septiembre, el mismo día que me tenía que reincorporar al trabajo después del período
vacacional, fui a ver a mi jefe y le dije que me iba, que quería intentarlo por mi
cuenta. Creo que al principio pensaron que me había dado un “aire” en las vacaciones.
Al cabo de tres meses de ser autónoma, se me había acabado el dinero y la captación
de clientes no era tan rápida como para generar los recursos que necesitaba, así que
cuando me ofrecieron, desde otra empresa del sector, un trabajo, en principio
temporal, lo acepté, pero con la condición de que a mis clientes los llevaba y facturaba
yo. Mientras estuve en esa empresa, seguí con la captación de clientes y cuando
faltaban pocos meses para que se cumplieran dos años de estancia en la misma, desde
dirección me comunicaron que cambiaban de criterio respecto a mi situación. En
síntesis, me ofrecieron incorporarme a la empresa con mi cartera y ellos pasaban a
pagarme el total de lo que estaba ganando, pero, eso sí, a partir de entonces, ellos
pasaban a facturar a mis clientes. Decidí irme y desde entonces y hasta la fecha, jamás

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me he arrepentido de mi decisión. Creo que el emprendedor en un momento dado
“sufre” una especie de cortocircuito cerebral que le provoca una especie de
“alucinación” y pasa a ver y a vivir una realidad distorsionada. Es muy difícil
resistirse, una vez que ha empezado todo este proceso y yo, desde luego, fui incapaz
de hacerlo.»

«Me gustaría decir que me llamó la atención un buen proyecto, un buen desarrollo
empresarial… pero no fue así…, fueron los años de trabajo que llevaba en muchas
empresas y la impotencia que sentía cuando promocionaban a la persona menos
adecuada para un puesto, sólo porque se sabía vender y sabía bien a qué hombro
arrimarse. No soy nada tolerante a las injusticias, lo llevo fatal. Sólo me faltó sufrir
moobing por parte de una superior en una de las empresas, para darme cuenta de que
el entorno competitivo actual, entendiéndolo como subir con “malas artes”, no estaba
hecho para mí. Además, en casi todas las empresas en que estuve comprobé ese “techo
de cristal” que nadie explícitamente reconoce pero que está ahí y que sabes que no te
dejarán sobrepasar nunca. Así que pensé que nadie tenía el derecho a limitar mi
talento, y que entonces iba a canalizarlo yo, gestionando mi propio proyecto personal
y ganando mi propio sueldo con mi capacidad de trabajo.»

«Después de 14 años de trabajar en empresas privadas, y tener intervalos en los


que quería trabajar por mi cuenta pero no lo lograba del todo, por fin me decidí a
hacerlo. Me cansó el no llevar a cabo mis ideas, hacer cosas sin sentido, y vivir la
visión de otros cuando yo tenía la mía. Vivir acorde a mis valores y tener flexibilidad
de tiempo es lo que más valoro como emprendedora.»

Emprendedores por emulación

Si los demás son capaces de hacerlo, ¿por qué yo no? A veces el ejemplo de
los demás actúa como un estímulo poderoso que nos empuja a lanzarnos a la
aventura de emprender. Escuchamos a los que han triunfado relatar sus
peripecias, sus éxitos y sus fracasos, y eso nos anima a superar nuestros miedos.
Si ellos lo hicieron, también podemos hacerlo nosotros. Aprendiendo de sus
errores y confortándonos ante los fracasos con la seguridad de que los demás
también los tuvieron y lograron remontarlos.

«En mi caso, alguien con experiencia me dijo: “En lugar de buscar trabajo, ¿por
qué no encuentras clientes y te das trabajo a ti misma?”. Y la verdad es que se me
encendió la “lucecita” y hasta hoy. Creo que seguir aquel consejo fue una de las
mejores decisiones de mi vida.»

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«Sinceramente, ¡¡¡me dais mucha envidia!!! Llevo 9 años trabajando por cuenta
ajena en un trabajo que me salió al paso. Ha estado bien, me ha ido genial, y lo
cómodo sería seguir así, pero creo que ahora sí he encontrado la profesión que quiero,
¡y me planteo muy seriamente seguir vuestro ejemplo e intentarlo por mi cuenta! De
momento, hago mis pinitos y espero que en unos meses pueda explicar mi experiencia
igual que vosotros.»

«Cristina, tu historia inspiró la mía: me pasó igual que a ti; a raíz de un despido
armé mi empresa que ya lleva 10 años. Recuerdo perfectamente ese fatídico 2001,
cuando leí tu historia me dio mucha fortaleza, ya que te admiraba como profesional de
mucho antes pero no la conocía. ¡¡Todo un ejemplo!!»

«Creo que soy una persona con bastante visión y me paso el día pensando en
proyectos que podrían funcionar. Estoy segura de que muchos de ellos saldrían
adelante. Sin embargo, necesito un poco de valentía o un pequeño empujón. Tengo un
amigo que jamás ha trabajado para alguien, siempre ha sido “gerente de su propia
empresa” y dice que para comenzar a emprender hace falta un buen estudio de
mercado, una idea factible de llevar a cabo, persuasión, ilusión y algo de locura. Creo
que esa locura es lo que a mí me falta.»

Cuando hay que subirse al último tren

Son muchos los emprendedores que lo son por necesidad. Cuando todos los
caminos se cierran, sólo queda el camino personal. Es el caso, por ejemplo, de
las personas que han llegado a una edad en la que dejan de ser objetivo para la
mayoría de las empresas. Después de una larga trayectoria como empleados se
ven abocados a autoemplearse, porque ése es el único camino que les ofrece el
destino. Es una elección difícil cuando uno se ha pasado la vida trabajando por
cuenta ajena, porque los años van en contra de la capacidad de reinventarse, de
arriesgarlo todo por un objetivo nuevo. Pero el ser humano es capaz de todo,
incluso en las más adversas circunstancias.

«La decisión de emprender tiene que ver con el individuo en sí. Es decir, cada uno
buscará una cosa distinta. Me atrevo a decir que incluso algunos lo hacen por tener
una salida laboral. Conozco mucha gente que hartos de buscar trabajo y no
conseguirlo deciden emprender. Es decir, emprenden por subsistir.»

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«Lo mío es más bien una necesidad. Después de “cerrar” la empresa familiar,
estoy intentando abrir nuevos nichos de mercado dentro del mismo sector en el que
me considero experta, e intentar “reinventarme” dentro de mis propias habilidades. El
factor “edad” es demoledor. Difícilmente después de los 40 puedes encontrar un
trabajo, con lo cual, más que una opción, es una necesidad si quieres seguir activa
laboralmente.»

«He sido emprendedora por necesidad, como concepto de vida y energía, que no
podría ser de otra manera, querer ser libre, querer ser original. Querer aportar... algo
lógico. He creado varios negocios fructíferos, pero también tengo que confesar que he
oscilado con épocas de nómina e indolencia, de aprender de otros y de trabajo en
equipo, lo veo fundamental.»

«Yo me hice emprendedora por necesidad. Después de muchos años de dedicarme


sólo a mi hogar a tiempo completo, un día tuve que asumir problemas de economía.
No fue fácil, pues a cierta edad las cosas se complican para conseguir trabajo, peor
aún si dejaste de hacerlo muchos años atrás. Entonces opté por aceptar la loca idea
para muchos de entrar a ser parte de una empresa de multinivel, la cual me daba el
tiempo suficiente para atender a mis hijos, pues era completamente independiente. Yo
marcaba mi horario y el sueldo que quería ganar. Gracias a Dios las cosas me han ido
bien.»

La lógica evolución

No todos los emprendedores tienen vocación, ni sus genes son proclives al


emprendimiento; ni siquiera la accidentada vida profesional o la necesidad
imperiosa de buscarse la vida les obliga a iniciarse como empresarios. También
hay muchas personas que llegan a ser autónomos por pura evolución de su
carrera profesional. Sin más premeditación y sin más traumas.

«En mi caso fue sencillo. Tras años trabajando por cuenta ajena decidí que si había
logrado y había producido clientes e ingresos para las empresas en que había
trabajado, y de los jefes que había tenido había aprendido mucho de lo bueno y de lo
malo, podía hacerlo solo. Y me decidí a saltar al vacío.»

«Trabajo todavía para una empresa, pero llevo varios años viendo que las
decisiones, las líneas que se marcan, no son las más adecuadas en mi opinión. Pero
además, por otro lado, llevo más de 10 años captando clientes y negociando acuerdos
que han dado muchos frutos. Y siempre pensando en montar algún negocio por mi

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cuenta. Así que desde el lado de la barrera de la seguridad y la nómina a fin de mes os
aliento a vuestra decisión y esfuerzo y corroboro que para dar el paso que todos habéis
dado se tiene que ser un poco “diferente”, o, mejor que ser, sentir cada uno eso de ser
diferente.»

«Después de más de 15 años en multinacionales de gran consumo, en el área de


marketing, decidí que había llegado el momento de dar un giro profesional y colaborar
con empresas de menor tamaño, afrontar retos nuevos en sectores no tan conocidos y,
en definitiva, aprender cada día (las neuronas se te disparan) y divertirme en mi
trabajo. Por eso hace dos años decidí emprender con un gabinete de marketing. Por
ahora mis expectativas se están cumpliendo, yo ajusto la velocidad y el ritmo, tengo
más flexibilidad y te das cuenta de que el mundo es enorme y está lleno de
oportunidades. Tener pasión por lo que haces, ser capaz de medir y asumir riesgos,
poder gestionar la incertidumbre y adaptarte a los cambios, son las perchas donde los
emprendedores colgamos nuestras iniciativas. Y todo esto, como tanto se oye ahora,
con la que está cayendo.»

Otras circunstancias

La casuística de las motivaciones de los emprendedores es tan amplia, que


muchas veces es imposible someterla a una rígida clasificación. He preferido en
esta ocasión exponer sencillamente cada caso, que por sí mismo se explica y se
justifica sobradamente.

«Ni por necesidad, ni por vocación, en mi caso por CONCILIACIÓN. Para


muchas mujeres que creemos en nuestra profesión pero que también queremos formar
una familia, dirigir nuestra carrera profesional y personal es un verdadero
rompecabezas. Emprender significa poco tiempo libre y lucha, pero también es verdad
que te permite flexibilidad y sobre todo satisfacción personal. Encontrar el equilibrio
es difícil pero, como en todo, en esta vida hay que luchar por lo que uno cree.»

«El motor de mi carácter emprendedor se fundamenta en dos elementos: en primer


lugar, la necesidad de seguir el camino que dicta mi interior, de realización personal;
en segundo lugar, tiene que ver con la autoridad: no me gusta que me manden. Luego
creo que se desarrollan un conjunto de hábitos o cualidades, que o bien las posees, o
bien debes aprender si quieres tener éxito: coraje, curiosidad, capacidad de
sobreponerse, autodisciplina, muuuuchaaaa capacidad de trabajo, flexibilidad,
capacidad de adaptación, habilidades sociales, capacidad de aprender de los errores,
empatía, etc. Con respecto a la capacidad de trabajo, hay que aprender a dosificarse y

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encontrar el equilibrio entre ocio-familia-amigos y trabajo, pues todo se mezcla. En mi
caso, más que por vocación es por inconformismo o rebeldía.»

«Como complemento necesario para realizar un sueño, una idea. Después de haber
participado en varios diarios online como columnista primero y editor jefe después,
necesitaba crear mis propios medios de comunicación, y la mejor forma de hacerlo, la
más seria, era creando una SL que los arropara.»

«Mi vida está descolocada por mi sueño, pero mañana seguiré haciendo maravillas
para cubrir los gastos, volveré a decirme que soy una gran negociadora después de
haber trasladado los términos de las deudas hacia el siguiente mes y tendré un poco
más de tiempo para pensar en otra solución y en otro sector. Emprender es tener
sensibilidad para todo, son noches en las cuales te cuesta pegar el ojo, es
responsabilidad, enfrentamiento y también ser muy valiente. De pequeña tenía muchos
sueños, pero con 14 años, en mis vacaciones de verano, vendía cosas en la calle
hablando con la gente, teniendo un objetivo que siempre cumplía. Puede que haya
nacido así, y a pesar de que el mundo a veces nos come, siguiendo tu meta
conseguirás conquistarlo. Me lo digo antes de dormir y aplique la filosofía que
aplique, emprender será siempre mi único objetivo, adaptado a la lógica y a los
criterios presentes con el fin de crear las cuerdas de mi futuro que, de momento, está
incierto. Por eso sé que pase lo que pase seguiré siendo emprendedora.»

«Ser emprendedor tiene mucho que ver con ser creativo. Desde mi punto de vista,
un emprendedor es alguien que tiene una actitud proactiva y creativa dentro de sí
mismo. Son muchos los que tienen ideas geniales para desarrollar un nuevo proyecto,
nuevas y originales ideas o formas diferentes de hacer lo que se ha hecho siempre,
pero sólo unos pocos tienen la valentía de luchar por ellas a toda costa, invirtiendo
tiempo y dinero en su idea. Y de luchar por ella, incluso con la familia en desacuerdo.
Cuando leemos los casos de éxito de los emprendedores a nivel mundial, siempre nos
cuentan los libros cómo alguien se hizo rico y construyó una gran empresa con una
idea genial, pero casi nunca podemos encontrar en esos libros la historia de verdad de
sus inicios. La mayoría de los negocios que han llegado al éxito han sido precedidos
por una lista interminable de dificultades emocionales, económicas, relacionales,
familiares, etc., y además durante un período de tiempo normalmente de varios años.
Sólo con la perseverancia y la lucha incansable por desarrollar aquello que llevamos
dentro, lo que nos motiva como creativos y desarrolladores de un proyecto que lleva
nuestra propia marca personal, se consigue superar todos esos momentos y períodos
de dificultad. Creo que toda esta realidad sólo se da cuando tenemos un perfil
determinado, una ilusión en nuestro interior que nos hace luchar por ella por encima
de todo.»

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«Siempre he querido ser emprendedora, desde que empecé en la universidad. Pero,
sin embargo, me he dejado llevar durante años por la “comodidad” de trabajar por
cuenta ajena. Ahora, ante la adversidad, he descubierto que era el momento idóneo
para hacer lo que realmente quiero. ¡Bendita crisis!»

Emprender en compañía

En otro lugar de este libro trataré el importantísimo tema de los socios, tan
trascendentes en cualquier tipo de negocio. Ahora transcribo solamente un par
de opiniones, que sirven de prólogo a ese tema interesante y polémico.

«Cuando me propusieron crear una cooperativa de ayuda a domicilio, me pareció


una idea muy buena, porque yo tenía experiencia en ese terreno y quería trabajar para
mí. Se lo comenté a dos compañeras y ellas también estuvieron de acuerdo, así que
tiramos para adelante. Dos de las socias somos viudas, otra separada y las otras dos
casadas. Cuando empezamos a organizar la empresa todo iba bien (bueno, yo tenía
que hacerlo todo). Pero empezamos a trabajar y las socias ya sólo querían dinero y no
salir a buscar trabajo. Me decían que lo hiciera yo porque yo era quien mejor lo sabía
hacer. Evidentemente, aquello no funcionó. Después de una serie de circunstancias, al
final nos hemos quedado sólo dos socias. Llevamos dos años de zancadillas y
problemas, pero parece que al final con mucho esfuerzo lo estamos consiguiendo.»

«Internet y las redes sociales me ayudaron a encontrar un espacio distinto de


trabajo; junto a mi hermano y otros socios amigos descubrí lo interesante que es
trabajar en equipo y en distintos proyectos, sin importar que no todos prosperen.»

Pasar a la acción es lo único importante

¿Vocación, accidente, necesidad…? El detonante no importa, lo que


realmente importa es empezar. Decidirse a dar ese paso tan difícil de lanzarse al
vacío. Exactamente igual que cuando alguien se lanza por primera vez desde un
avión en paracaídas. Un vacío inmenso por delante. ¿Y el paracaídas, se abrirá o
no? ¿Flotaremos como pájaros o nos estrellaremos contra el suelo? Lo que
cuesta verdaderamente es decidirse, pero cuando uno lo hace y deja atrás el
seguro soporte del avión, es cuando empieza a volar. Libre por completo,
disfrutando de una sensación inigualable, una experiencia única que compensa
todo el miedo que hemos pasado antes de dar el salto.

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Puede que el aterrizaje sea más o menos placentero. Quizás no salga bien
del todo y acabemos con algún hueso roto, pero aun así, todos los que se han
atrevido a volar os dirán que ha merecido la pena. Y que en cuanto se recuperen
de la caída volverán a intentarlo de nuevo. De hecho, más de 80.000 personas lo
intentan cada año en España, y la mayoría de ellos sobrevive a todas las
dificultades y logra consolidar su empresa que, grande o pequeña, se convierte
siempre en el logro más importante de su vida profesional.
Pero España no es precisamente el mejor ejemplo del espíritu emprendedor,
ya que, según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid, sólo el 8
por 100 de los universitarios se plantea como opción de futuro crear su propia
empresa. La mayoría, un 41 por 100 prefiere ser asalariado en la empresa
privada, e incluso hay un 30 por 100 que sueña con ser funcionario del Estado.
Estas actitudes frente al futuro profesional contrastan con las de los estudiantes
estadounidenses, que en un 70 por 100 desean montar su propia empresa al
acabar sus estudios. No es, por tanto, casualidad que el espíritu emprendedor
americano haya llevado a ese país a ser el líder de la economía mundial y el que
cuenta con más empresas multinacionales.
Quizás la crisis que venimos sufriendo desde hace ya varios años haga
cambiar el panorama español de los emprendedores, ya que los jóvenes, que
sufren más que nadie la falta de empleo, y los mayores de 45 años
desempleados, que tienen muy difícil volver a emplearse, son los dos colectivos
más proclives a plantearse la creación de su propia empresa como solución a su
problema. De una situación angustiosa, quizás pueda nacer un nuevo espíritu
emprendedor que a medio y largo plazo sea muy beneficioso para todos. Como
dice el refrán, no hay mal que por bien no venga. En cualquier caso, el mayor
escollo para un emprendedor es atreverse a pasar de la intención a la acción,
que en definitiva es la única manera de intentar salir de cualquier atolladero.

Entrando en acción

Sea por vocación, por accidente o por necesidad, ¡hazlo ya!

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No esperes a que las circunstancias sean propicias. Cualquier momento es
bueno si cuentas con la suficiente ambición.

Todos los que lo han intentado antes que tú, con éxito o no, te dirán que
mereció la pena hacerlo.

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2
Las expectativas

«Tu tiempo es limitado, así que no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto a
ti. No te quedes atrapado en el dogma, que es vivir como otros piensan que deberías
vivir. No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz
interior. Y, lo que es más importante, ten el coraje para hacer lo que te dicen tu corazón
y tu intuición.»

STEVE JOBS
(1955-2011)
Fundador de Apple

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Hay varios tipos de emprendedores: los «novatos», los «triunfadores», los
«escarmentados», los «despedidos a los 50» y los «jubilados o prejubilados»
con inquietudes. Todos ellos tienen algunos rasgos en común, pero también hay
otros rasgos que los diferencian. Especialmente en lo que respecta a las
expectativas con las que cada uno de esos colectivos afronta el hecho de crear
una nueva empresa.

Los novatos

Los «novatos» son los jóvenes entusiastas que, bien por vocación o bien por
reflexión, han decidido que la mejor opción para su futuro es la de crear su
propia empresa. Lo suelen tener claro muy pronto, la mayoría de ellos desde
que inician sus estudios en la universidad, pero incluso hay muchos en este
grupo que lo saben desde siempre. Son aquellos que cuando nos cuentan sus
experiencias, nos dicen que empezaron a vender productos o servicios a sus
familiares y amigos desde que tienen uso de razón. Cuestión de vocación y
temperamento.
Para alcanzar el éxito en sus proyectos los «novatos» cuentan con su
inocencia y su desconocimiento de las reglas de las empresas y de los mercados.
Estos dos «valores», que pueden parecer negativos, son, sin embargo, a veces
imprescindibles para lanzarse a una aventura siempre incierta. «No me
arrepiento en absoluto, pero si hubiese sabido de antemano lo difíciles que iban
a ser los primeros tiempos y lo mal que lo iba a pasar, nunca me habría atrevido
a hacerlo». Es una frase típica en boca de muchos emprendedores de éxito. Esa
inocencia, ese desconocimiento de lo que hay al otro lado, les lleva a traspasar
la frontera alegremente, sin haber reflexionado demasiado los pros y los contras
de la aventura. Es la desfachatez del novato que se atreve con todo, sin tener ni
idea de lo que ese «todo» significa. Igual que los conquistadores españoles que
se lanzaban a descubrir el mundo, sin imaginar siquiera que el mundo que se
iban a encontrar no tenía nada que ver con la apacible geografía de su terruño.
La fuerza de la juventud y el empuje de la ambición suplen con creces la

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mayoría de las veces la falta de experiencia. Si confías en tu idea y estás
convencido de que nada te va a parar, nada te parará. Porque estarás dispuesto a
dedicar a tu proyecto todas las horas que sean necesarias cada día. Afrontarás
los fracasos como una fuente de experiencias y aprenderás de todo y de todos,
sin tirar nunca la toalla.

Los triunfadores

El segundo grupo, los «triunfadores», está formado por personas de


mediana edad que, después de una larga experiencia laboral exitosa, se sienten
capacitados para moverse por su cuenta, sin depender de ningún jefe. Las
expectativas de este grupo difieren bastante de las de los jóvenes vocacionales.
Éstos cuentan sobre todo con su experiencia. Muchos han pasado ya la barrera
de los cuarenta años y tienen a sus espaldas veinte años de asalariados en
diferentes puestos y empresas, lo que les da una visión totalmente distinta a la
de los jóvenes emprendedores. Durante su trayectoria profesional han vivido
una historia de éxito. Una evolución constante de sus tareas y de sus salarios,
que les lleva a pensar que están preparados para convertirse en empresarios con
todas las garantías. Incluso están dispuestos a arriesgar su patrimonio personal,
conseguido con mucho esfuerzo, que les servirá también de colchón en el caso
de que las cosas no salgan como se espera. Alternativa que realmente no
contemplan en serio, pues están totalmente seguros de sí mismos y de su
capacidad para generar ingresos económicos superiores a los que tenían como
asalariados.

Los escarmentados

Los que forman el grupo de los «escarmentados» comparten la edad y la


experiencia con los «triunfadores»; sin embargo, su posición es bien diferente.
Ellos llegan al emprendimiento después de una larga trayectoria de
frustraciones. Han pasado por empresas y puestos que no han satisfecho en
absoluto sus expectativas laborales y, probablemente, han tenido como jefes a
personas con las que han vivido experiencias muy poco gratificantes. Así pues,
buscan en su nuevo proyecto un cambio de vida que les reporte autonomía total
y nuevas posibilidades profesionales más placenteras, además de una mejora en

29
sus ingresos. Demasiadas expectativas quizás para un proyecto que parte de
cero, con el hándicap de una historia de resentimientos que probablemente
distorsione la visión objetiva de los hechos. Muchos de estos emprendedores no
cuentan con la ambición suficiente para afrontar los fracasos que con toda
seguridad van a surgir, sobre todo en los primeros momentos.

Los despedidos a los 50

Los «despedidos a los 50» son las víctimas de la crisis, carne de ERE,
apestados del sistema, irrecuperables para el mercado laboral de asalariados.
Ellos afrontan sus nuevos proyectos como un último recurso, ante la
imposibilidad de recuperar su estatus laboral después de un despido. Su edad les
impide encontrar un nuevo empleo en un mercado laboral precario, que prima la
juventud antes que la experiencia. Su bagaje, su experiencia, no siempre es
adecuada para sus nuevas pretensiones, y su exiguo capital inicial suele ser su
finiquito que, junto con el subsidio de desempleo con un plazo de caducidad
limitado, son los únicos recursos económicos de que disponen. La mayoría de
estos emprendedores naufragarán en un mar de problemas para los que nunca se
habían preparado. Sólo unos pocos elegidos lograrán llevar a cabo la heroicidad
de sacar adelante una empresa, partiendo de circunstancias tan adversas.

Los jubilados

Finalmente, está el grupo de los «jubilados o prejubilados», quizás el


colectivo más numeroso en nuestro país. Personas entre los cincuenta y los
sesenta y cinco años, con una larga esperanza de vida por delante, y sin más
horizontes que el cultivo de sus hobbies, o el ocio improductivo y aburrido en el
que mecer sus recuerdos. Los jubilados cuentan con un ingreso fijo y unos
gastos limitados. Sus hijos ya son mayores y viven sus vidas sin depender
demasiado de ellos. También suelen tener la casa pagada. Y si han sido
profesionales cualificados, puede que gocen de una pensión suficiente que,
sumada a la de su cónyuge en algunos casos, les permite un nivel de vida
razonable. Los prejubilados, además, suelen contar con un salario de mercado,
en muchas ocasiones hasta el cien por cien de su salario real, que a veces sigue
actualizándose cada año en función de la inflación hasta el día de su jubilación

30
definitiva.
En ambos casos, estas personas disponen de mucho tiempo libre, y llegan a
la conclusión de que no tienen nada que perder si intentan dar una oportunidad a
su experiencia profesional. Personalmente he conocido el caso de una mujer que
a los sesenta años inició un negocio de fabricación de cosméticos, basándose en
su pasado como esteticista, y sólo en diez años logró alcanzar uno de los
primeros puestos entre las marcas de ese tipo de productos en España. Por
supuesto se trataba de una mujer excepcional, con las ideas muy claras y con el
empuje de un chaval de dieciocho años. Cuando yo la conocí rondaba los
setenta y hablaba del futuro con el mismo desparpajo de un principiante.
Recuerdo que en aquellos años, hace ahora más de quince, me decía que el
futuro estaba en la cosmética masculina, y que su empresa debía lanzar varios
productos en esa área. Ella era sin duda un caso especial, pero hay muchas otras
personas que pueden afrontar nuevos proyectos a esas edades con muchas
posibilidades de éxito. Como dije antes, no tienen mucho que perder,
básicamente sólo su tiempo y algo de su dinero. El tiempo les sobra y el dinero,
si no se meten en grandes inversiones, no tiene por qué ser un obstáculo. En
cualquier caso, si todo fracasa, siempre les queda el colchón de sus ingresos
permanentes y garantizados.
Sin ninguna duda, todos estos grupos de emprendedores persiguen un
objetivo común, que es la libertad absoluta, ser los únicos dueños de su tiempo
y de sus acciones. Probablemente todos van a conseguirlo en cierta manera,
pero nunca deben olvidar que esa libertad de acción y esa independencia
siempre tienen un precio. Todos los empresarios deberían saber que siempre
van a ser esclavos de su propia ambición, y también de que conlleva una gran
carga de responsabilidad que no todo el mundo es capaz de sobrellevar.

Entrando en acción

Si eres joven e inexperto, tu ingenuidad será el motor de tu osadía y tu


creatividad.

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Si estás en la madurez, tu experiencia será la garantía de tus éxitos.

Si eres mayor, tendrás la ventaja de la experiencia y el atrevimiento del


que no tiene nada que perder..

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3
Los riesgos

«Si afrontas riesgos puedes fallar. Pero si no tomas riesgos, seguro que fallarás.»

ROBERTO GOIZUETA
(1932-1997)
Presidente de The Coca-Cola Company

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El mayor riesgo que corre un emprendedor es el de no arriesgarse a
emprender. Sólo cuando se tiene muy claro que el futuro profesional pasa por la
independencia, empiezan a surgir las primeras dudas que nunca antes nos
habíamos planteado. En principio uno piensa en iniciar la aventura empresarial
como una posibilidad más o menos remota, y esa idea llena todos nuestros
pensamientos. Soñamos con la idea y nos vemos dirigiendo una empresa propia,
tomando nuestras propias decisiones y disfrutando a tope de nuestra
independencia. Pero nunca vamos más allá en nuestros pensamientos. Sólo nos
interesa la parte positiva, porque ese positivismo será el motor que permita
arrancar nuestro proyecto. No vemos más que ventajas por todas partes.
Sin embargo, cuando por fin tomamos la decisión de crear la empresa y
empezamos realmente a hacer una check-list con los primeros deberes, van
llegando hasta nuestro pensamiento los malos augurios. ¿Seremos capaces de
encontrar financiación? ¿Qué pasos legales debemos dar en relación con el
nombre y la creación de la empresa? ¿Dónde instalaremos la sede social?
¿Lograremos sobrevivir hasta que consigamos el primer cliente? ¿Nos apoyará
nuestra familia, o pensarán que estamos cometiendo una locura? ¿Cuántas
personas debemos tener en plantilla? ¿Necesitaremos contar con algunos
socios? ¿Cómo vamos a manejar los temas contables, los impuestos, las
nóminas, la seguridad social…? ¿Y todo esto va a depender sólo de mí y de mis
decisiones?
La mitad de las personas a las que se les ha pasado por la cabeza montar su
propia empresa abandonan el proyecto cuando llegan a la fase de materializar
todas esas preguntas. La otra mitad se lía la manta a la cabeza y decide seguir
adelante, seguros de que su empuje y su ambición serán capaces de remontar
todos los obstáculos.

El riesgo financiero

Es probablemente el riesgo que más preocupa a los nuevos emprendedores,


aunque lógicamente este riesgo es muy distinto en función de las circunstancias

34
personales de cada uno. En el caso de los jóvenes recién salidos de la
universidad este riesgo es casi inexistente. Ellos no tienen un trabajo
remunerado que perder, ni una familia que mantener. Solamente arriesgarán su
tiempo y algunos pequeños recursos que su familia o amigos les procuran en la
mayoría de los casos. Normalmente estos emprendedores no suelen iniciar su
proyecto en solitario, sino en unión de otros compañeros de estudios que
comparten sus mismas inquietudes. En este caso el riesgo es aún menor, ya que
la financiación resulta menos gravosa para todos. Se puede decir que el tiempo
que deberían invertir en encontrar trabajo si pensasen en ser asalariados, que en
estos momentos sería un trabajo precario y mal remunerado, lo dedican a poner
en marcha un proyecto personal que es una inversión potencialmente más
rentable.
Lo mismo se puede decir de los jubilados o prejubilados, cuya inversión en
tiempo está amortizada y cuyos recursos financieros son los más saneados de
todos los posibles emprendedores. Aunque hay que tener siempre claro que el
dinero invertido en este caso tiene que ser sólo una pequeña parte de los
recursos disponibles. Es como cuando se invierte en la bolsa, que hay que estar
dispuesto a perderlo todo si no tenemos suerte. Crear una nueva empresa a
partir de los cincuenta años es como jugar a la ruleta rusa. Puede que todo salga
bien, pero si sale mal no vamos a tener muchas más oportunidades de volver a
intentarlo.
Muy distinto es el caso de los «triunfadores» y los «escarmentados». Ellos
tienen a su favor muchas herramientas profesionales, así como la edad adecuada
para dar el salto al emprendimiento. Pero son los que más arriesgan, porque
seguramente su familia depende aún de ellos. Tienen hijos pequeños o
adolescentes y una hipoteca todavía por pagar. Además, dejan atrás un buen
salario y tienen que jugarse sus ahorros en la nueva partida. Sin duda, sus
posibilidades de éxito son mayores, pero juegan con fuego, más que ningún otro
grupo.
Finalmente, los «despedidos a los 50» van a vida o muerte. Sus recursos
financieros se basan en sus finiquitos y en los ahorros familiares, básicos para la
subsistencia de su familia, y sólo disponen de una única oportunidad para ganar
o perderlo todo.
En todos los casos también se puede recurrir a dinero ajeno, aunque mi
consejo es que éste sea lo menos posible, ya que la independencia está reñida
con la sumisión a los inversores. Idealmente se debe contar sólo con recursos
propios, pero si es necesario buscar dinero de otros, debe hacerse sin ceder

35
jamás la mayoría absoluta de la empresa, es decir, el 51 por 100 de las acciones,
porque eso es lo único que nos garantiza el poder de decisión. Personalmente
prefiero las inversiones sin retorno, a fondo perdido, a los préstamos bancarios,
que exigen avales y que hay que devolver en cualquier caso, vaya la empresa
bien o haya fracasado. Cuando la inversión necesaria no es muy elevada, lo
mejor es recurrir a familiares y amigos que nos conozcan bien y realmente
confíen en nuestro proyecto.
A la hora de planificar los costes de la aventura, mi consejo es que no
inicien ningún proyecto, si no cuentan con un mínimo de capital para cubrir los
gastos de seis meses con nivel cero de ingresos. Si pasado ese tiempo no han
conseguido ningún cliente, ni tienen a la vista la inmediata posibilidad real de
tenerlos, lo mejor es abandonar y dar por perdida la inversión, antes de
endeudarse más y entrar en una espiral diabólica de pérdidas irrecuperables. Es
muy duro fracasar, pero hay que asumir que eso puede suceder y estar
dispuestos a dar por perdido el dinero invertido en esos seis meses. Ni un
céntimo más.

El riesgo coyuntural

Muy pocos emprendedores tienen en cuenta los riesgos coyunturales a la


hora de elaborar su plan de negocio. Solemos incluir una previsión de los
ingresos, así como los gastos generales, las nóminas y la seguridad social, pero
nos olvidamos de incluir una partida adicional para los imprevistos. Sin
embargo, éstos son a veces los que desequilibran más nuestro balance.

«Llevo 7 años como emprendedor. No sé hasta cuántos años se puede ser


considerado como emprendedor pero me siento como cuando empecé, con las mismas
dificultades, subidas y bajadas de confianza, altibajos en la motivación... Ahora pienso
que me lancé en el peor momento, cuando estalló la crisis..., sigo confiando en mi
proyecto unos días más que otros, ya que hay días en que no está claro que las
dificultades sean por la crisis o por lo acertado de mi proyecto. Empezamos 6
trabajadores y ahora somos 16. Somos 6 socios que estamos arriesgando todo porque
nadie te regala nada, y a pesar de la crisis seguimos teniendo confianza en que
ofreciendo calidad y un buen servicio lo conseguiremos.»

La bolsa se hunde, la inflación se dispara, los intereses de los créditos suben


sin parar o, de repente, en el país se lleva a cabo un intento de golpe de estado.

36
Yo sufrí todo esto y algo más durante el primer año de mi empresa. Abrí las
puertas el 31 de enero de 1981, y 23 días después, el tristemente célebre
teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero irrumpió con sus tropas en
el Congreso de los Diputados y mantuvo a toda España en vilo durante una
jornada inolvidable. Se pueden imaginar mi estado de ánimo ese día, después de
haber vendido mi coche, haber hipotecado mi casa, y haber depositado todos
mis ahorros a favor de mi proyecto. Pero eso no fue todo. Unos meses después,
el precio del dinero se ponía en un 16 por 100, lo que afectaba directamente a
los créditos bancarios de la empresa y a la hipoteca de mi vivienda. Para colmo,
al finalizar el año, como consecuencia de una crisis que afectó a muchas
compañías de mi sector, una empresa que debía pagarme una importante
cantidad en concepto de rapeles quebró y me quedé sin cobrar un céntimo. Parte
de ese dinero debía además ser reembolsado por mí a algunos de mis clientes.
Afortunadamente, los ingresos me habían ido muy bien casi desde el principio
y, con los beneficios obtenidos, pude hacer frente a todas esas circunstancias
desfavorables.
Si hubiese previsto la posibilidad de que alguna de esas cosas ocurrieran, y
hubiese incluido una partida de imprevistos en mi plan de negocios,
probablemente no habría incurrido el primer año en algunos gastos
innecesarios, de los que se llevan a cabo tras la euforia de los primeros éxitos, y
me habría ahorrado unas cuantas noches de angustia e incertidumbre.
También hay riesgo de que las cosas no salgan del todo bien,
independientemente de los acontecimientos imprevistos, simplemente en el
devenir cotidiano de la empresa. Evocando la famosa Ley de Murphy: Si algo
puede salir mal, saldrá mal. Yo no soy tan pesimista y creo que nada tiene que
salir mal necesariamente, si somos capaces de preverlo y tomar las medidas
oportunas. Se trata sólo de anticiparse a los posibles fallos, haciendo de
abogados del diablo con nosotros mismos, cuando estemos elaborando nuestro
plan de negocio. Pensemos con optimismo, pero seamos también realistas y
contemplemos la posibilidad de cometer errores. Sólo si sabemos de antemano
lo que puede ocurrir seremos capaces de evitarlo.

El riesgo social y familiar

Éste es el peor riesgo de todos, porque es el que más puede afectar a nuestro
estado emocional. Sentirnos arropados por la familia y el entorno es una

37
cuestión casi imprescindible para afrontar con posibilidades cualquier nuevo
proyecto. A nivel social, en España lo tenemos difícil y eso afecta también al
nivel familiar. En nuestro país no siempre están bien vistos los emprendedores.
No ocurre como en los países anglosajones, y muy especialmente en Estados
Unidos, donde desde los primeros niveles del proceso educativo se anima a las
personas a desarrollar al máximo su potencial emprendedor. Hemos oído mil
veces la historia del millonario que desde niño se ganaba la vida repartiendo
periódicos, o lavando los coches de sus vecinos de urbanización. Y en las
películas vemos a veces a niños muy pequeños que montan a la puerta de su
casa una mesa para vender limonada casera a sus amigos.
Cuando son un poco mayores se afanan siempre en buscar un camino de
independencia profesional, antes que trabajar para otros. De hecho, muchos
jóvenes cuando salen de la universidad son capaces de trabajar de camareros, o
en otros oficios que no están a la altura de sus conocimientos, como un modo
temporal de subsistencia, mientras tratan de desarrollar sus sueños de
independencia. También hemos visto esto cientos de veces en muchas películas
de Hollywood.
La imagen de dos chicos adolescentes, como Hewlett y Packard,
desarrollando proyectos informáticos en un garaje californiano ha sido el icono
de Sillicon Valley desde los años setenta del pasado siglo, continuado más tarde
en la era de Internet por gente como Steve Jobs de Apple, Bill Gates de
Microsoft, Larry Page y Sergey Brin de Google o, más recientemente, Mark
Zuckerberg de Facebook. Todos ellos encarnan el prototipo de emprendedor
americano, capaz de llevar sus sueños hasta lo más alto. Como ellos, millones
de jóvenes en Estados Unidos se mueven con el mismo espíritu de
independencia, que ha permitido siempre a ese país mantenerse en los primeros
lugares mundiales del desarrollo científico y tecnológico.
Cuando se han llevado a cabo encuestas sobre emprendedores en algunas
universidades americanas, tres de cada cuatro estudiantes han reconocido que
sueñan con montar su propia empresa. En España, en cambio, sólo uno de cada
cuatro estudiantes manifiesta su interés por la independencia. Estamos en un
país donde no está muy bien visto ser empresario, donde el afán de emprender
se confunde con el afán de enriquecerse a costa de los demás, donde casi nadie
tiene en cuenta que el auténtico motor de la economía de un país son aquellas
personas capaces de correr riesgos.
Contagiados por este ambiente hostil contra los emprendedores, los
familiares del propio emprendedor son a veces el mayor obstáculo. Los padres

38
que animan a sus hijos a conseguir un empleo para toda la vida, si es posible de
funcionarios del Estado. Y que contemplan aterrados el afán de su retoño por
labrarse un porvenir fuera de los cauces convencionales. O las parejas que ven
amenazada su seguridad familiar cuando uno de ellos decide arriesgarse a la
aventura de crear su propia empresa. Todos estos impedimentos familiares
hacen a muchos desistir de su empeño. En cualquier caso, siempre son un freno
importante para la toma de decisiones al respecto.
Emprender siempre es arriesgar. Como ha dejado dicho Peter Drucker, el
gurú del management, «Donde hay una empresa de éxito, alguien tomó una vez
una decisión valiente».

Entrando en acción

No hay éxito sin riesgos. Sólo tienes que asumirlos y controlarlos.

No arriesgues más dinero del que estés dispuesto a perder.

Tu moral es el antirriesgos más eficaz. No la pierdas nunca.

39
4
La realidad

«Si deseas que tus sueños se hagan realidad, ¡despierta!»

AMBROSE BIERCE
(1842-1913)
Escritor y periodista estadounidense

40
Nada es como lo habías imaginado

Cuando aterrizas en la realidad es cuando verdaderamente el proyecto da


comienzo. Tu idea deja de ser algo abstracto y se materializa poco a poco,
adaptándose al medio en que va a desarrollarse. Es el momento de la verdad. Un
momento siempre lleno de incertidumbre, porque la realidad casi nunca es
como la habíamos pensado.

«En principio parecía que mis saberes eran suficientes, pero llegó la crisis y en
este momento estoy obligado a ser un genio todos los días.»

«Es mejor que los futuros emprendedores sepan que la paciencia y la resistencia a
la adversidad deben ser sus bazas más importantes.»

El paso de la teoría a la práctica es duro e imprevisible. Aunque sea un


tópico, es cierto que la sensación es la misma que cuando te lanzas a una piscina
con agua fría. La primera sensación es muy desagradable. Lo que pasa es que,
como tienes que ponerte a nadar inmediatamente, el frío se va pasando poco a
poco y tu cuerpo se acaba acostumbrando a la nueva temperatura ambiente.
Pasa lo mismo cuando alguien abandona la universidad y se sumerge en la vida
laboral. La diferencia entre el confort de lo teórico conocido y la crudeza de la
práctica empresarial siempre resulta un poco traumática.

«En nuestra empresa confiamos en las nuevas tecnologías con los ojos cerrados.
Venderíamos a través de Internet en una tienda, ¡casi perfecto!, pero la crisis se llevó
el presupuesto en posicionamiento y publicidad. Ahora estamos en la tierra buscando
esa fuerza comercial necesaria pero sin los recursos adecuados. ¡Un problemón!»

Normalmente, además, el emprendedor llega al mundo empresarial con el


único bagaje de su idea y, en algunos casos, de su experiencia en un tema
concreto. Pero es poco frecuente que sea un experto en finanzas, gestión
empresarial, organización, recursos humanos, ventas, compras, etc. Sin
embargo, desde el primer día se encontrará con problemas relativos a todas esas

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áreas. Pero no debe desmoralizarse por eso. Solamente debe aceptar que él no
puede hacerlo todo, recurrir desde el principio a otras personas que pueden
aconsejarle al respecto, y poner mucho interés en aprender, con la absoluta
certeza de que terminará por saber lo esencial de cada una de esas áreas, porque
todo se aprende trabajando.
Por otra parte, hay que tener muy en cuenta que las ideas nunca son buenas
o malas hasta que se llevan a la práctica. Cuentan que en la China de Mao Tse
Tung, en cierta región muy pobre del interior, se produjo una hambruna
ocasionada por una plaga de ratas que se comían las cosechas de trigo de la
zona. Las autoridades, desesperadas, decidieron acabar con la plaga por el
camino más expeditivo. Ofrecieron dinero a los campesinos por cada rata
muerta que llevasen a su ayuntamiento. Los primeros días eran muy pocas las
ratas muertas que llegaban hasta el consistorio, pero en un par de semanas la
cantidad de ratas amenazaba con terminar en poco tiempo con todo el
presupuesto anual. Lo que estaba ocurriendo es que los campesinos se habían
dado cuenta de que era mucho más fácil y rentable para ellos criar ratas en su
propio domicilio, para cambiarlas después por dinero, que dedicarse a cazar las
ratas salvajes que se comían sus cosechas. Esta historia demuestra que las ideas
que nos pueden parecer magníficas en teoría, pueden serlo o no cuando se
enfrentan con la realidad al ponerlas en práctica.
Cuando yo monté mi agencia de publicidad era un creativo famoso. Todo el
mundo profesional tanto de anunciantes como de agencias conocía mi
trayectoria. Ese mismo año había sido jurado por primera vez en el prestigioso
festival de Cannes y mi nombre figuraba destacado en todos los rankings de los
head hunters, que constantemente me ofrecían todo tipo de puestos de trabajo
interesantes. Sin duda era mi momento para la independencia. Así que no tuve
dudas de que me iban a llover los clientes en cuanto abriese las puertas de mi
nueva empresa. Sin embargo, la cosa no fue tan sencilla. Aparte del golpe de
estado que ya he comentado antes, y de las vicisitudes económicas, me encontré
con algo mucho peor. Yo había desarrollado mi carrera siempre en empresas
multinacionales y en ellas es donde era más conocido y apreciado. Grandes
empresas que estaban atadas a sus agencias por convenios internacionales, y
que no podían dar trabajo a una pequeña agencia local, cuya plantilla estaba
constituida por mí y por mi secretaria.
Venían a verme por curiosidad y me manifestaban su interés por trabajar
conmigo, al mismo tiempo que su imposibilidad de hacerlo. Así que me tuve
que centrar en el mercado nacional, donde era mucho menos conocido, y donde

42
sólo contaba con mi profesionalidad y mi experiencia en el sector, pero no con
mi fama, que suele ser lo más importante en estos casos. Afortunadamente, y a
pesar de todo, logré salir a flote, pero aprendí una lección muy importante: el
pasado ya pasó y el éxito, como los toreros o los futbolistas, te lo tienes que
ganar en la actuación de cada tarde.

Sólo si te adaptas, sobrevives

Aprender de los errores y tomar las medidas oportunas a tiempo. Algo muy
fácil de decir pero muy difícil de llevar a la práctica, porque casi nunca somos
conscientes de lo que estamos haciendo mal hasta que ya no tiene remedio.

«Hasta en las épocas de éxito cometemos muchos errores. Yo en mi penúltimo


proyecto empresarial fallé como mínimo en tres puntos:
1. Delegación excesiva, en realidad dimisión absoluta de las funciones de control
de gestión, lo que luego supuso graves problemas por la aparición de muchos costes
ocultos, criterios erróneos de contabilización, activación de partidas de costes, etc. La
dirección financiera hacía lo que le parecía en cada momento.
2. Falta de presión sobre la fuerza comercial, en concreto en la actividad de
captación de nuevos clientes. Conformismo sobre los clientes fidelizados.
3. Pensar que los tiempos buenos iban a durar siempre y que en vez de vender, casi
despachábamos nuestros servicios. Poco análisis del entorno macroeconómico. Ahora
estamos mejorando seriamente en las técnicas de gestión, pero la situación de
profunda recesión hace que los resultados no acompañen.
Y me pregunto: si en las épocas de “vacas gordas” hubiésemos gestionado con
tanta pulcritud, ¿cuánto habrían mejorado los resultados?»

Algunos emprendedores experimentados se atreven a enumerarnos los


errores más comunes que se cometen, sobre todo en los primeros tiempos de la
empresa.

«El emprendedor debe saber aprovechar las circunstancias y el momento para


desarrollar su idea, que no necesariamente debe ser propia, pero no repitiendo algunos
errores como: Pensar que todas las buenas ideas son novedosas. La clave no siempre
es crear algo novedoso y revolucionario, pero sí aportar los productos o servicios
demandados por el mercado. O lo contrario de lo anterior, creer que todo está
inventado. Creer que el producto se venderá solo. No basta con tener un buen
producto; es necesario realizar una estrategia para dar a conocer el producto y

43
venderlo. Creer que por ser el primero conseguiré el éxito. Si el producto o servicio es
bueno, pronto habrá competidores dispuestos a superarlo. Considerar que la
innovación no tiene demasiada importancia. La competencia hoy en día es feroz. No
trabajar en equipo, que es uno de los errores más comunes, al creer que uno solo
puede hacerlo todo. No tener idea de los números de la empresa o no saber
interpretarlos. Costes de producción, ventas, márgenes, etc. Sin su valoración y
control, lo más probable es que el negocio se escape de las manos. No ser realistas al
realizar una proyección o un presupuesto y no tener en consideración todos los
factores que puedan afectar. Creer que uno se las sabe todas. Conocer nuestras
limitaciones y recurrir al consejo de expertos hará que los problemas se resuelvan
antes de que sea demasiado tarde. No estar abierto al cambio, o sin la conciencia de
que a medida que la empresa se va desarrollando, se van a ir suscitando cambios
obligados para que la empresa perdure en el tiempo.»

En el blog de Javier Megías, ingeniero informático, escritor y


conferenciante (www.javiermegias.com ), se abunda en la descripción de los
principales errores de los emprendedores.

«Todos cometemos errores, pero existen algunos que son especialmente graves
para un emprendedor, dado que pueden afectar de forma importante a sus
probabilidades de éxito.»

«Éstos son los siete pecados capitales del emprendedor:

LUJURIA

• Dedicar meses a generar atractivos planes de negocio (los famosos business


plan), imaginando quiénes serán sus clientes, cómo comprarán, qué
tamaño tiene el mercado, en lugar de salir a la calle, hablar con ellos y
preguntarles. ¡Ojo!, no digo que no sea importante tener un buen plan de
negocio, pero no es la base. La base es encontrar el modelo de negocio,
conseguir clientes y facturar.
• Obsesionarse buscando la idea perfecta, el planteamiento que a nadie se le
ha ocurrido… lo siento, pero esto es 10 por 100 inspiración y 90 por 100
transpiración. No existe la idea perfecta… y aunque exista, la clave es la
ejecución y no la ideación. Debes obsesionarte con probar, prototipar,
ejecutar y volver a probar… y no con planificar. • Empezar sin tener unos
objetivos ambiciosos, claros y cuantificados. Aunque luego cambiarán, y
no es necesario que sean «dar un pelotazo» (cosa que ha hecho mucho

44
daño a las startups de este país), sí que vale la pena tomarse un tiempo en
hacer esta reflexión… todo lo demás es autoengaño.

PEREZA

• Aunque no es patrimonio exclusivo de los emprendedores, es muy habitual


dedicar esfuerzo y tiempo sólo a la parte que más nos gusta
(programar, diseñar o, como últimamente es muy habitual, los medios
sociales). No generes buzz si no tienes nada detrás…
• De la mano de lo anterior, la procrastinación (o postergación): tu mente no
para de sugerirte otras cosas que podrías hacer primero, que seguro puedes
acabar a tiempo, etc., y que en la práctica son o más agradables (suelen
ser las que te gustan/se te dan bien) o tienes claro cómo hacerlas, y el
grado de certeza es alto.
• Tomárselo «con calma». En una empresa recién creada, tienen que pasar
cosas «relevantes» TODAS las semanas… Si no es así, es que vas muy
lento.
• No querer vender el producto hasta que esté perfecto. Si no lo vendes, no
sabes cuáles son sus defectos (no sólo en el propio producto, sino en el
mensaje, la forma, el interlocutor, el soporte…).
• No haber «hecho los deberes» antes de emprender. La complacencia y la fe
ciega en la idea llevan habitualmente al fracaso. Un ejemplo claro es el
CEO que delega sus primeras ventas en otros (fuerza comercial, etc.).
Creo que es absolutamente imprescindible que el CEO venda, mire a
los ojos a sus clientes (o a sus trazas de Google Analytics), hable con ellos,
escuche sus dudas y quejas y entienda sus problemas… de primera mano.

GULA

• Enamorarse de la idea y pretender ejecutarla tal cual, sin escuchar al


mercado. El 99 por 100 de las veces, de la idea original a la que se
ejecuta no hay apenas similitudes, por lo que hay que saber pivotar desde
el producto al modelo de negocio.
• Quejarse de que no hay suficientes ayudas del Estado para montar el
negocio, que así no es posible emprender… Seguro que sería genial que se
subvencionasen más cosas, pero creo que uno de los cánceres que nos han
llevado a esta situación son las subvenciones (per se no son malas, pero

45
aplicadas indiscriminadamente rompen dinámicas competitivas y hacen
sostenible lo insostenible). Con que el Estado no te ponga zancadillas,
sobra.
• Creer que será fácil conseguir financiación, que el dinero durará y que los
gastos serán los esperados. Ahora mismo es muy difícil conseguir crédito,
sea de un banco o de un inversor privado… y no lo dudes, se te acabará
antes de lo esperado. Yo siempre recomiendo que dupliques los gastos y
dividas los ingresos para tener una expectativa real.
• Si se consigue convencer a un inversor, o a alguna de las 3F (friends, fools
and family), derrochar el dinero en comprar mobiliario nuevo (para tener
unas oficinas como Google, dicen), en poner anuncios en prensa o en
vallas publicitarias; justamente tras la primera ronda es cuando se debe
vivir en modalidad «emprendedor indigente» (exagero, claro), ya que
cada euro debe estirarse para que dure lo máximo posible. Como dice Guy
Kawasaki: Crea como un dios, manda como un rey… y trabaja como
un esclavo.

IRA

• Desanimarse, enfadarse y echarse atrás ante un fallo, problema o error.


Emprender es una escalera de pequeños fracasos de los que aprender, y
sin duda sufrirás muchísimos de ellos… así que prepárate mentalmente. La
resiliencia (capacidad continuada de sobreponerse a las adversidades y ser
perseverante) debe ser una de las principales cualidades de un
emprendedor.
• Frustrarse fácilmente por la falta de certeza que supone su actividad, punto
especialmente relevante para los emprendedores que vienen de trabajar por
cuenta ajena, típicamente un entorno mucho más ordenado. En una startup,
lo único constante es que no sabes nada. Por ello, y de forma similar al
punto anterior, un emprendedor debe ser capaz de aceptar que la
incertidumbre es parte integrante de su actividad, y aprender a tratar el
caos como un compañero más de trabajo.
• Sin duda, la falta de foco y la indecisión son el problema más habitual del
emprendedor. Dada la tremenda cantidad de tareas diferentes que requiere
montar una empresa, es muy fácil perderse entre las no importantes. Por
eso es imprescindible preguntarse ante cada tarea: ¿es crítica para llevar el
proyecto a la calle?

46
ENVIDIA

• Intentar copiar lo que funcionó a otros (creo que ahora lo llaman


«benchmarking»). Es importante conocer a la competencia, tanto directa
como indirecta, pero sólo para entender sus negocios, puntos fuertes y
puntos débiles. Si intentas competir con sus reglas y ser mejor que ellos,
estás muerto.

No trates de ser mejor, esfuérzate en ser diferente.

• Fijar el modelo de negocio en la fase de planificación (donde realmente no


se tiene demasiada idea sobre si éste es el más adecuado para su proyecto)
y ejecutarlo tercamente sin esperar a recibir feedback… Es mucho mejor
dedicar la primera fase del proyecto a explorar en el mercado y con
clientes reales cuál es el mejor modelo de negocio, consistente y
sostenible, que saca más provecho de la proposición de valor de la
empresa.

AVARICIA

• No compartir información sobre el proyecto con otros emprendedores,


clientes, proveedores, amigos, parientes… con todo el que quiera
escucharte. De todos se aprende, lo importante es tener la mente abierta
para escuchar nuevos planteamientos, ideas, crítica, etc. (hay una fina
línea entre estar seguro de tu proyecto, digerir las críticas y ser un
suicida…).
• Ante un proyecto que da signos de no funcionar tras bastante tiempo,
convencerse de que la culpa es del mercado que todavía no lo ha sabido
entender. En algunos casos excepcionales es así, y aun en este caso, si no
hay mercado, no hay dinero. Tan importante como hacer el plan de
negocio al principio es el decidir bajo qué conjunto de condiciones habrá
que matar el proyecto… y no engañarse con la falta de rentabilidad. Lo
que es normal y admisible en un momento, es síntoma de que el proyecto
debe desaparecer en otro.
• Intentar atesorar clientes, de forma similar a Gollum. El cliente debe querer
estar con nosotros porque le encanta nuestro producto, porque se siente

47
el rey… no porque es un infierno cambiar de proveedor (las famosas
barreras de entrada y de salida).
• Considerar que, si nos gusta a nosotros, le tiene que gustar al cliente. Hay
que hacer un auténtico ejercicio de empatía y sentir lo que necesita el
cliente, y que toda nuestra experiencia de uso le dé respuesta.

It’s not just what it looks like and feels like. Design is how it works (Steve
Jobs).

SOBERBIA

• Falta de humildad… y no perderse ni un solo «sarao» (lo que supone


muchas veces 4-5 saraos semanales), con el agravante de querer dar
sesudos consejos a otros emprendedores «noveles»… Creo que no sólo es
un error, sino es irresponsable. Eso se puede hacer una vez que tienes
varios casos de éxito a tus espaldas, y te puedas permitir dar consejos
basados en tu experiencia; si no, es una peligrosa arrogancia (no me
malinterpretéis, creo que los eventos son buenos, necesarios y cumplen
una función importante… pero no es la de llenar el tiempo del
emprendedor). El tiempo del emprendedor se debe llenar de hablar con
clientes y con proveedores, pelear las facturas no cobradas, negociar con
los bancos, mejorar su producto, etc., no asistiendo a «saraos».
• Obsesionarse con la perfección. Excepto en la «salsa secreta» (mojo) de tu
proyecto, es perfectamente aceptable coger la fruta más baja. Y aun así, en
la proposición de valor clave, es mejor sacarlo pronto e ir aprendiendo
que sacarlo tarde… y estar muerto.

Si al sacar tu producto al mercado no estás absolutamente avergonzado,


es que lo has sacado demasiado tarde.

• Considerar que no hace falta ayuda, que se puede ir solo. Todo


emprendedor debe tener cierto conocimiento (sobre todo al principio) de
muchas áreas muy separadas (marketing, finanzas, tecnología, etc.), pero
es virtualmente imposible que alguien tenga todas esas capacidades al
nivel de profundidad que se requerirá más adelante. Busca compañeros que
te complementen y con los que tengas empatía. Un equipo que rema en la
misma dirección es la clave de una buena ejecución (lo que es muy

48
diferente de buscar socios para evitar el miedo de la soledad, una muy
mala idea).

Entrando en acción

No confíes en la idea. Confía en tu capacidad de llevarla a la práctica.

Mejor que aprender de tus errores es aprender de los errores que otros
cometieron antes que tú.

Tienes que preverlo todo porque todo puede pasar. Sólo el duro esfuerzo
está garantizado.

49
5
La independencia

«Ser independiente es cosa de una pequeña minoría, es el privilegio de los fuertes.»

FRIEDRICH NIETZSCHE
(1844-1900)
Filósofo alemán

50
Independencia es una palabra muy ambigua, cuyos significados varían
muchísimo en función del contexto en que se emplea. En realidad no se puede
hablar de una sola definición de independencia, ya que son múltiples las formas
que adopta esta palabra, según el ámbito en que se menciona. No tiene nada que
ver, por ejemplo, la independencia de un político, con la independencia política
de un medio de comunicación, con la de un país, o con la del pensamiento de
una persona concreta. Incluso en el caso de una persona, tampoco tienen nada
que ver su independencia social, ideológica o laboral, como es la del caso que
nos ocupa.
Ser independiente, sin embargo, es uno de los objetivos primordiales de
todo emprendedor. Pero, ¿cuál es la independencia que se está buscando cuando
uno emprende la aventura de crear su propia empresa? ¿La independencia con
respecto a una cadena de mando? ¿La independencia económica? ¿La
independencia para elegir sus propios horarios de trabajo? Sin duda, hay un
sinfín de independencias posibles y cada cual tiene en mente las suyas propias.

«Yo me he formulado la pregunta un montón de veces. Creo que no es la


independencia económica. Hoy por hoy y en nuestro país, a no ser que ya hayas
alcanzado un cierto éxito, es difícil no estar acosado por avales o préstamos. Tampoco
creo que sea no tener jefes ni horarios, ya que cada cliente acaba siendo un jefe, y los
horarios se amplían mucho más que cuando eres empleado dependiente. Yo creo que
es más el sentirte dueño de tu vida. No dependes de que un día te sienten en un
despacho y te entreguen una carta de despido. Puedes tomar decisiones (buenas o
malas) en las que tú eres el principal responsable y protagonista. Eres el capitán de tu
propio barco, ya sea un carguero o una patera.»

Si se me permite citar a Nelson Mandela: «Soy el capitán de mi alma. Soy


el dueño de mi destino».

«Cuando los emprendedores decidimos dar este paso, es fundamentalmente por la


necesidad de hacer las cosas con nuestro propio criterio y llevar nuestra filosofía de
vida y trabajo a nuestro negocio, cosa que cuando trabajas para otro no siempre se da.
El precio que se paga es alto porque hay que trabajar mucho, pero merece la pena. Lo
de no tener horarios es cierto, estamos todo el día trabajando y casi no puedes tomarte

51
ni vacaciones.»

«La independencia económica, desde luego que no. Más bien la independencia del
proyecto profesional del que quieres formar parte y ser protagonista: dar vida a una
idea en definitiva.»

«La independencia también permite la experimentación, que es como el


descubrimiento de algo nuevo. Es muy habitual que el emprendedor cambie de sector
varias veces.»

«El hecho de emprender ya es de por sí una gran independencia.»

«Creo que el emprendedor busca que mediante su esfuerzo se vea la recompensa


personal, y no que su esfuerzo sirva para enriquecer a otros, o para no ser valorado y
despedido.»

«También es muy gratificante crear empleo para ti y para los demás.» «La libertad
de hacer lo que realmente te gusta. Conozco a mucha gente que odia su trabajo, pero a
ningún emprendedor que no ame lo que hace.»

El lado malo

Sin duda, todos los emprendedores tienen su propia definición de


independencia, y parece claro que saben lo que esperan de ella. Expresiones
como «sentirte dueño de tu vida», «tomar tus propias decisiones», «tener
libertad», «hacer las cosas con tu propio criterio», son objetivos suficientemente
atractivos para apoyar la decisión de emprender. Sin embargo, se trata de
planteamientos utópicos de la independencia, porque la práctica nos va
descubriendo matices de dependencia que, si uno no los tiene claros y está
dispuesto a asumirlos, pueden resultar una carga muy pesada y desilusionadora.

«Emprender un negocio supone tener una independencia económica mucho mayor


que si dependes de cualquier empresa, pero, aun sin tener jefes, la libertad de horarios
puede desencadenar no muy buenos resultados. Creo que el emprendedor es el
primero que se autoexige una mayor atadura a su propio trabajo, por su propio interés
y beneficio.»

«De lo que estoy convencido es de que ningún emprendedor (con independencia

52
de por qué motivo decida emprender) tendrá ni independencia económica ni
independencia de horarios. Su actividad le quitará mucho tiempo y su economía
personal irá siempre en función de los resultados de su negocio. Tengo 38 años, y
cuando nací, mis padres ya tenían negocio propio. A día de hoy seguimos igual, y las
buenas y malas rachas económicas de casa han ido en consonancia con las de la
empresa siempre.»

«Creo que lo que destacaría es la “dependencia” cuando eres emprendedor. Los


horarios, sobre todo en el arranque, se alargan para intentar cubrir el máximo de
necesidades del negocio, que es una inversión y como tal tiene un riesgo. Pero la
ilusión por crear lleva a las personas a iniciar proyectos donde el esfuerzo y el
potencial beneficio dependen siempre de una gestión personal.»

«Yo diría que la libertad que busca el emprendedor es la libertad de acción, la


libertad de crear, la libertad de hacer que las cosas se muevan. Libertad económica no
la tienes si tienes inversionistas. Libertad de no tener jefe tampoco, pues tus jefes son
tus clientes o consumidores. Libertad de no tener horarios, creo que eso tampoco se
aplica, pues un emprendedor trabaja 24 horas al día. La diferencia con un empleado es
que en vez de tomarte 15 minutos de pausa para tomarte un café, te tomas 2 horas para
irte al gimnasio, o 1 hora para ir a comer o 3 horas para estar con tu familia y luego
sigues trabajando.»

«¿Un emprendedor con independencia económica? ¡Uf! Tu jefe en estos


momentos es el banco... El ser emprendedor es un viaje increíble en el que tienes
grandes luces... y a la vez... grandes sombras.»

La independencia siempre es relativa, no sólo para los emprendedores.


También para los dueños de los bancos o para los presidentes de gobierno.
Vemos todos los días cómo, a pesar de su aparente poder, sus decisiones están
condicionadas por los mercados financieros en un caso, o por la necesidad de
conseguir votos en el otro, por citar sólo dos de las servidumbres más notorias
en estos ejemplos.
En el caso de los emprendedores existen muchas dependencias con las que
habitualmente no se cuenta a la hora de pensar en el negocio. Las relativas a los
temas económicos y al horario laboral son conocidas de antemano por cualquier
emprendedor, y son asumidas sin problemas como peajes por el resto de las
cosas positivas que se esperan del emprendimiento. Pero hay otras muchas
servidumbres «ocultas» que van apareciendo a medida que la empresa crece y
prospera.

53
«Un empleado tiene la capacidad de cerrar su cerebro a las cosas profesionales. Un
empresario, por muy fuerte que sea su mente, los problemas del trabajo se los lleva a
casa. Un impagado o un proyecto que se tuerce pasan factura en tu relación familiar en
negativo.»

Cuando la empresa crece

Cuanto más grande se va haciendo la empresa, mayores son los problemas


del empresario. Parece cosa de Perogrullo, pero es la pura y dura realidad. Uno
de los grandes peajes del líder es soportar las decisiones finales, es decir, las
más problemáticas, porque al líder sólo le llegan las malas noticias. O, por
decirlo de otra forma, de cada 100 noticias que le llegan de la propia empresa,
90 al menos son malas. La cosa tiene su lógica, pues los empleados o los socios
sólo recurren a ti cuando ellos ya no pueden hacer nada. El contable encargado
de los cobros no consigue cobrar a un cliente moroso y entonces le pasa el
problema al director financiero, que es su jefe. Éste intenta cobrar dirigiéndose
a su homólogo en la empresa deudora, pero tampoco consigue nada. Y entonces
es cuando recurren a ti para que soluciones el problema de director general a
director general de la otra empresa. Un «marrón» para el que nunca te habías
preparado, porque confiabas en que los temas administrativos no te iban a tocar
nunca. Lo mismo pasa cuando el proyecto no se va a terminar a tiempo y se han
agotado todas las explicaciones de tu gente, o cuando tienes que despedir a
alguno de los directivos, o, peor aún, romper con alguno de tus socios.
Una de las cosas más importantes que he aprendido a lo largo de mi vida
profesional es saber encajar las peores noticias. Como presidente de una agencia
de publicidad con una plantilla de cerca de setenta personas, he tenido que
acostumbrarme a afrontar cada día un cúmulo de calamidades. No es porque la
agencia fuese mal, que afortunadamente casi siempre fue muy bien, sino porque
al que dirige la empresa le llegan siempre los malos asuntos cuando los demás
han agotado sus posibilidades de solucionarlos. Problemas de personal,
presiones insoportables del headquarter en Boston, creativos que no cumplen
las fechas, ejecutivos presionados por el cliente, facturas impagadas y decenas
de temas más, todos ellos igual de conflictivos.
Resolver problemas insolubles y tomar decisiones inmediatas va incluido en
el sueldo del líder. De eso se trata. De marcar el camino a los demás, de
permitirles descargar sus dramas sobre tus espaldas. Todos recurren a ti cuando

54
han agotado sus posibilidades de resolver los problemas. Y tú debes ser capaz
de ofrecerles siempre una solución. Nunca puedes fallar, porque tú eres el
último recurso. Tu decisión, buena o mala, será aceptada por todos porque tú
eres el jefe. Y de tus decisiones depende siempre la marcha y el futuro de la
empresa.
Los problemas intentan vivir contigo las veinticuatro horas del día. Se
despiertan contigo y se acuestan contigo al llegar la noche. Muchas veces te
persiguen incluso en tus sueños. Y, lo que es peor, también intentan
constantemente impregnar a todos los miembros de tu familia. Es muy
importante aprender a dejarlos en la oficina cuando cierras cada día el despacho
y te marchas a casa. Parece difícil, pero te aseguro que se puede conseguir. Sólo
tienes que convencerte de que todo se ve más claro desde la distancia. Aquello
de los árboles que no dejan ver el bosque. Si no te separas nunca de tus
problemas, nunca llegarás a encontrarles la solución. Así que afronta desde el
principio el hecho de que vas a tener problemas, muchos problemas, pero que
eso no es bueno ni malo, sólo es parte intrínseca de tu nueva independencia
como emprendedor.

Entrando en acción

La independencia siempre es relativa. Pero es muy bueno ser


independiente.

Tu vida y tu familia son siempre lo primero.

55
Si quieres ser un gran líder, aprende a convivir con los problemas.

56
6
Los recursos

«Obra muy mal quien trata de obtener con el dinero lo que debe obtener con la
virtud.»

CICERÓN
(106 a. C. - 43 a. C.)
Filósofo, escritor y orador romano

57
Sin duda uno de los principales obstáculos para la independencia de los
emprendedores es su necesidad de recurrir a distintas opciones para financiar su
proyecto. Son muy pocos los casos en que uno arriesga sólo su propio dinero y,
por tanto, es el único responsable de su éxito o su fracaso financiero. Lo más
normal es que el emprendedor, además de arriesgar sus ahorros, acuda también
a las distintas fuentes de financiación que de una manera u otra hipotecan su
futuro.

«Hay un sistema casi infalible para conseguir dinero (en el caso de que no lo
tuvieras) para montar tu propio negocio, y es utilizando el sistema DOP: “Dinero de
otras personas”. Los mejores negocios del mundo siempre han utilizado este sistema
en mayor o menor medida y da una buena salida, tanto al emprendedor como a la
persona o entidad que invierte como capitalista, ya que unas veces se tiene dinero pero
faltan ideas, y otras se tienen brillantes ideas pero no se tiene el dinero, por lo que la
solución es formar un equipo entre ambos.»

«Además del DOP está el DDF: “Dinero de la familia” que cree en tu proyecto,
tiene actitud positiva, sabe que eres trabajadora y que... ¡les has metido en un sueño!
Todavía seguimos (¿hasta cuándo?) diciendo que en nuestra empresa no se gastan “ni
bromas”, aunque esto sí que es una broma, pues es lo único que podemos gastar y con
generosidad. No hizo falta escribir en nuestro “plan de empresa” que no nos
endeudaríamos por encima de nuestra capacidad de respuesta. Claro, que tampoco
incluimos que amanecería y, de momento, amanece. ¡¡¡Millones de gracias,
familia!!!»

«Después de jurar y perjurar que no iba a volver a hacer ciertos trabajos, me tragué
el orgullo. Conseguí dos trabajos (precisamente haciendo lo que juré que no volvería a
hacer nunca, pero al menos bien pagado y con buenas condiciones), y pedí dinero
prestado. No sólo pude empezar, sino que además ha sido toda una lección de vida:
¿Cuánto estás dispuesto a dar por conseguir lo que quieres?»

«¿Cuánto estás dispuesto a dar por conseguir lo que quieres? También podemos
añadir: ¿Qué estás dispuesto a invertir para obtener lo que verdaderamente deseas? O
¿qué estás dispuesto a hacer para lograr tus verdaderos sueños? Dependiendo de las
respuestas, en cada una de ellas podremos visualizar el resultado correcto que
podríamos obtener en cualquier emprendimiento.»

58
También se da algún caso, especialmente en el mundo de Internet, donde la
financiación es lo menos importante. Como ejemplo, valga la declaración de
Jorge Zuazola, fundador de Spanish Leadership.

«En mi humilde caso, Spanish Leadership.com sólo costó 10 dólares y el resto lo


ha hecho Linkedin.»

Seguro que hay otros casos similares, donde la única aportación ha sido el
esfuerzo del emprendedor, pero está claro que son la excepción que confirma la
regla. Lo normal es que el dinero para empezar sea el principal escollo para
todos los emprendedores.
Las fuentes de financiación más habituales son las famosas tres FFF (family,
friends & fools), expresiones inglesas de familia, amigos y locos, que suelen ser
todos aquellos incondicionales del emprendedor, que están dispuestos a
apoyarle, incluso en el caso de que no vean muy claro su proyecto. Alejandro
Vesga, director de la revista Emprendedores, añade en su blog otras tres BBB,
que considera imprescindibles para completar el esquema de la financiación.

«Para que un proyecto cuaje, ahora son necesarios más apoyos: bancos,
financiación privada, instituciones públicas, capital riesgo, etc. ¿Estamos llegando a
una nueva fase? ¿Verdaderamente están cuajando los demás sistemas de financiación?
Me atrevo a bautizarlos como las “Tres B” (bancos, business angels y Bruselas). Vale,
le estoy echando un poco de morro para que me cuadre, pero también es cierto que
casi todas las ayudas institucionales al final cuentan con dinero de la Unión Europea.
Es un tema importante. Así que he realizado en los últimos días una encuesta a mi
alrededor, nada científica (es decir, como casi todas), y he preguntado a
emprendedores, business angels, periodistas y gente de la Administración. La primera
conclusión es que ya se empiezan a advertir ciertos brotes verdes en temas de
financiación: los ICO cuestan, pero están empezando a llegar; los Enisas crecen con
fuerza; los bancos siguen teniendo miedo, pero algo menos y los business angels, al
fin, parecen estar naciendo en España (las sociedades de capital riesgo siguen igual,
apostando sólo por proyectos consolidados y en crecimiento).
La segunda y más potente conclusión es que las tres FFF no están perdiendo nada
de vigencia. Al revés, todavía está más claro que antes que para conseguir
financiación externa es necesario contar con estos inversores informales. Tiene lógica:
es imposible (y seguirá siéndolo) convencer a nadie de que ponga dinero en un
proyecto si tú mismo no lo haces. Y si no convences a tu entorno cercano, es bastante
complicado creer que puedas hacerlo con desconocidos. En definitiva, si quieres
emprender, más vale que tengas una familia amplia y acomodada; si no, ya te estás

59
esmerando en conseguir muchos amigos por el Facebook.»

Es cierto que algunos organismos oficiales como el ICO y otros


dependientes de las Comunidades Autónomas ofrecen ayuda a los
emprendedores, pero éstos se quejan de que esos organismos son muy lentos y
burocráticos. En el caso concreto de la línea de crédito ICO Directo, que
concede préstamos de hasta 600.000 euros para emprendedores que inician su
negocio, y de hasta 200.000 euros para aquellos con negocios cuya antigüedad
sea superior a un año, se estima que sólo 4.000 emprendedores han podido
beneficiarse hasta ahora de ellos.

«¡NO LO CONSEGUÍ! Las instituciones municipales y regionales no me


concedieron subvenciones (específicamente la regional, con la normativa en la mano,
tenía todo el derecho del mundo a que se hubiera concedido, pero la técnico que
llevaba mi proyecto no lo veía así). Así que… a fastidiarse. Por otra parte, las
instituciones financieras (bancos y cajas de ahorro) no tenían el menor interés en el
proyecto. Sobre el proyecto, ¡ah! sí, tiene el visto bueno de la Cámara de Comercio,
Industria y Navegación de Sevilla, y la calificación de I + E por parte de la Consejería
de Empleo de la Junta de Andalucía. Mi pregunta es: ¿cómo un proyecto en el que dos
importantes instituciones han dado su visto bueno, y lo han calificado óptimamente,
no es digno de una subvención, ya que —con la ley en la mano— tiene todo el
derecho del mundo a ser subvencionado? ¿Cómo otros proyectos que, en parte, son
similares al mío, pueden ser galardonados en la Comunidad de Madrid en el 2010
como el mejor proyecto de la región, mientras que en la Junta de Andalucía no tienen
el menor interés en el mismo (máxime cuando la propia Junta le ha dado la
calificación I+E)? ¡A mí, que me lo expliquen! Sin embargo, en este país faltan
emprendedores que creen empresas y, con ellas, millones de puestos de trabajo. Es
curioso, nadie lo diría a tenor de las trabas burocráticas y financieras que nos ponen.
Pero bueno, eso ya se sale del mundo de la emprendiduría, y pasaría a otros ámbitos
(políticos, administrativos...) que no nos competen a los emprendedores... pero que
nos influyen muchísimo. Tan sólo espero que todos los proyectos que han recibido las
subvenciones —o las vayan a recibir— sean efectivamente merecedores de ellas, por
el bien de toda la comunidad (en cuanto a la creación de empresas con futuro, a
puestos de trabajo y aprovechamiento del dinero público de todos los contribuyentes).
Pero, sinceramente, no creo que vaya a ser así.»

También algunas empresas de capital riesgo empiezan a interesarse en


invertir en nuevos proyectos, aunque la crisis permanente en que estamos
inmersos está perjudicando mucho la evolución de esta fuente de recursos. De
todas formas, según datos de la Asociación Española de Entidades de Capital

60
Riesgo (ASCRI), en el año 2010 estas entidades financiaron 304 operaciones de
emprendedores, que ellos llaman operaciones de semilla y arranque, por un total
de 130 millones de euros.
Para acceder a los fondos de los inversores es necesario contar con un buen
plan de negocio, que explique con claridad en qué consiste el proyecto, cuáles
son las oportunidades que tiene para desarrollarse en función del mercado y, lo
más importante, cuáles son las expectativas financieras, en cuanto a gastos,
ingresos y resultados. El famoso especialista en marketing de las nuevas
tecnologías, Guy Kawasaki, que fue el responsable del lanzamiento de Apple
Macintosh en los años ochenta, y que en la actualidad es el director de Garage
Technology Ventures, una de las agencias de capital riesgo más importante de
los Estados Unidos, recomienda dirigirse a los inversores usando siempre la
regla del 10-20-30.

«Siempre que intente convencer a un posible inversor, no use más de 10


diapositivas de PowerPoint, limite su discurso a 20 minutos y utilice un tipo 30 en el
tamaño de letra. Cuide también de que su presentación sea simple y concreta. El
objetivo de ese tipo de presentación no es volver a casa con un cheque en la mano,
sino evitar ser descartado en la primera entrevista.»

Los recursos intangibles

Además de los económicos, y probablemente mucho más importantes que


éstos, están los recursos intangibles, que dan soporte a la empresa y que van a
ser los auténticos motores para que ésta se desarrolle con éxito. El primero de
ellos es el capital humano, las personas que forman el equipo, que en muchos
sectores, especialmente en el área de servicios, no sólo son absolutamente
imprescindibles sino que constituyen el auténtico capital de la empresa. Como
dijo un famoso publicitario americano: «El capital de mi empresa sube y baja
cada día en el ascensor».
La calidad del equipo directivo, y muy especialmente la del líder
emprendedor, la experiencia y la especialización de cada empleado, sea cual sea
su función en la empresa, y los planes de formación continua que deben llevarse
a cabo en todos los casos, son imprescindibles para llevar a buen término
cualquier proyecto.
«Detrás de un caso de éxito siempre hay gente espectacular» (Jesús

61
Encinar/fundador de Idealista.com)
Otro recurso importante es el capital estructural tecnológico. Estamos
hablando de patentes y marcas, de sistemas informáticos, de las páginas web,
los portales y la Intranet de la empresa, así como de cualquier otro soporte
tecnológico que avale la viabilidad del proyecto y aporte credibilidad y
confianza.
Finalmente, el capital estructural organizativo, es decir, la cultura
empresarial, los sistemas y estructuras de funcionamiento, la organización
interna y externa y el know how sobre el negocio. Todos ellos puntos clave de
una buena gestión, que ningún emprendedor debe dejar al margen a la hora de
desarrollar su empresa.
Hoy día los intangibles son un valor esencial de las empresas. La marca, la
reputación social corporativa y los valores humanos y tecnológicos que he
reseñado son imprescindibles en todo negocio que apueste por el largo plazo.
Independientemente de la acción cotidiana, el emprendedor debe pensar en todo
aquello que garantizará la continuidad y el futuro de la compañía. No es una
tarea que se pueda dejar para después, cuando la empresa ya esté consolidada.
Hay que hacer el trabajo desde el principio, con el convencimiento absoluto de
que esa siembra dará excelentes frutos, que garantizarán la rentabilidad y la
estabilidad de nuestro negocio.

Entrando en acción

Si puedes autofinanciarte, no te endeudes.

Si tienes que conseguir inversores, sigue la regla de Kawasaki: 10, 20, 30.

62
No olvides nunca que los intangibles serán, a la larga, lo más tangible de
tu negocio.

63
7
Los socios

«Las medias, ni para las piernas.»

Dicho popular

64
Muy pocas veces, por no decir casi nunca, un emprendedor se enfrenta en
solitario a la tarea de desarrollar su proyecto empresarial. Yo lo hice. Cometí la
ingenuidad de pensar que yo solito, respaldado únicamente por mi experiencia y
mi reconocimiento profesionales, podía llevar a cabo la ardua tarea de crear una
empresa competitiva y con futuro. La verdad es que, visto con la perspectiva del
tiempo, no me equivoqué en el planteamiento, pues la ausencia de socios me
permitió un nivel de libertad de acción muy gratificante. Pero debo confesar que
sacar adelante la empresa resultó cien veces más duro que si hubiese contado
con socios desde el principio.
Incorporé a mi primer socio a los tres años de iniciar el proyecto, cuando ya
la empresa estaba consolidada, y lo hice con ánimo de ampliar las posibilidades
de crecimiento, complementando los servicios de la empresa con nuevas áreas
de desarrollo. Siete años después incorporé a mi segundo y último socio,
cuando la empresa ya era próspera y necesitaba reforzar la gestión desde lo más
alto.
La experiencia con mis socios fue muy desigual. En el primer caso, todo
funcionó bien durante algunos años, pero las cosas fueron empeorando con el
tiempo. Mi primer socio cambió su actitud ante la incorporación del nuevo
socio, desarrolló un comportamiento de celos y temores infundados, creó
camarillas a su alrededor para defenderse de hipotéticos ataques a su posición
en la empresa, y acabó siendo un lastre muy dañino para el negocio. No tuve
más remedio finalmente que recomprar sus acciones a un coste muy elevado y
prescindir de sus servicios. En el segundo caso, afortunadamente, todo fue
mejor, y el socio contribuyó muy positivamente al éxito de la empresa durante
los años en que ésta estuvo operativa.
También he tenido otros socios, vinculados a proyectos colaterales, que, con
algunas excepciones, han sido casi siempre nefastos para mis intereses
empresariales y muy especialmente para mi economía. Diría que el saldo final
me puso de manifiesto que tu socio puede ser el mejor aliado, o el peor de tus
enemigos. Y el socio que hoy te parece perfecto puede convertirse mañana en tu
peor pesadilla.

«He cometido algunos errores, pero de uno en particular me arrepiento: haber

65
elegido a un incapaz como socio hace muchos años. Yo era muy joven, y ya se
sabe...»

«En mi caso, monté hace tres años una pequeña consultoría especializada en
entretenimiento, con una persona con la que había trabajado antes y a la que respeto
mucho. Mi socia aporta mucho más que la mitad del capital. Su experiencia y buen
juicio complementan lo que yo hago y, aunque tenemos pareceres similares, son
nuestras diferencias las que más nos enriquecen. Los resultados para nuestros clientes
son mucho mejores que si sólo contrataran a cada una de nosotras por separado. Las
dos aportamos clientes y compartimos los gastos de oficina, empleados, etc. También
compartimos las preocupaciones y tenemos con quien intercambiar ideas y reflexiones
sobre el futuro de la empresa. No creo que hubiera llegado hasta aquí sola, aunque
pienso que para que una sociedad funcione es preciso que las dos partes sean flexibles
y estén dispuestas a escucharse.»

«Yo creo que los socios son tus mejores aliados, siempre y cuando el negocio esté
bien montado y las ganancias estén bien repartidas. Es decir, que cada uno cobre por
el trabajo que realiza.»

«Creo que hay de todo. Pero cuando los socios son los adecuados, se avanza
mucho más deprisa.»

«Tengo 45 años, y he emprendido sociedades en cinco ocasiones. Y sólo diré que


en esta última lo he hecho SOLO. Creo que eso lo dice todo. Cuando las cosas van
muy bien y hay dinero, fantástico: coches de empresa, notas de gastos ilimitadas....,
pero cuando todo se pone feo, o sólo regular, no arrima el hombro nadie.»

«Mi experiencia personal es que cuando las cosas van bien no hay ningún
problema. Pero cuando las circunstancias personales, profesionales o del mercado
cambian, la cosa es diferente. Yo en estos momentos comparto sociedad con el que
fue mi jefe y con un tercer socio, arquitecto de referencia de mi exjefe. Durante el
período anterior de expansión del mercado inmobiliario no hubo problema alguno. El
producto se vendía, se ganaba dinero y los acuerdos entre socios eran sencillos. Ahora,
sin embargo, con la situación dantesca del mercado y con los cambios producidos en
nuestras vidas, la perspectiva ha cambiado drásticamente. Uno de los socios se ha
retirado de la vida profesional y ha interpuesto un apoderado. El otro se ve presionado
por este apoderado, pues ve peligrar su mercado, y yo me encuentro en el paro, pues el
representante de mi socio-jefe me despidió en su momento. ¿Os imagináis la
situación, y por ende, la calidad de las relaciones entre los socios y la dificultad que
hay en estos momentos para tomar decisiones? Una sociedad debe fundamentarse en
la confianza y la separación de poderes. ¿Socios?... Pues quizás faciliten el inicio de la

66
actividad, pero siempre son relaciones perecederas, y hay que saber anticiparse a
cuando llegue la caducidad. Ése fue mi error: que no supe anticiparme.»

«Cuando mi marido creó la empresa, hace casi tres décadas, eran tres socios. De
aquellos tres sólo quedó mi marido. Uno se fue solo y al otro le ayudaron a marcharse.
La falta de voluntad para ser emprendedores eran sus principales problemas para
seguir. Ahora, que estamos buscando nuevos socios para nuevos proyectos, nos
andamos con pies de plomo; nuestra experiencia nos dice que los socios pueden ser
tus peores enemigos.»

«Mi caso no puede ser más desastroso. Puse una importante cantidad de dinero (al
menos para mí) para montar un negocio de consultoría con dos personas que me
habían sido referenciadas, y en cuatro meses el dinero se lo habían pulido y la empresa
se hundía. Eso sí, el que no tenía un Cayenne se había hecho ¡un viajecito a Dubái! Y
el juez nos dice que ésos son los riesgos de montar una empresa con socios.»

«Soy médica, y mi experiencia en 20 años es la siguiente: La primera socia que


tuve al iniciar mi actividad creo que fue positiva. Las dos contribuimos en cuestiones
monetarias y eso resultó durante un tiempo. Pero después empezamos a discrepar en
los objetivos que queríamos cada una y la cosa empezó a torcerse. Luego se nos
asoció otro profesional que, también por cuestiones monetarias, nos convenía a todos.
Pero no contamos con las diferencias de personalidades y objetivos. Total, que la
empresa tiene ya 20 años y mi experiencia personal es desastrosa, pues me ocupo de
TODO. El consultorio responde y funciona como eje de unión obligada entre nosotros,
pero los socios funcionamos por separado. Ni nos vemos, ni nos hablamos, ni nada...»

«La experiencia puede ser en algún caso negativa y en otros casos positiva. Hay
que afinar mucho en los contratos. Cuando veas que todas las disposiciones están
creadas para favorecer a los más fuertes, simplemente echa a correr. Sólo cuando los
acuerdos son igualitarios, cuando están basados en la confianza y en la reciprocidad,
son dignos de ser firmados. Si no, no vale la pena.»

«Gracias a Dios, yo tuve la suerte de escarmentar con la historia de mi familia. He


visto desde niña irse al traste tanto las “sociedades familiares” (en las que los socios y
hermanos salieron “a tortas”), como las sociedades que montó mi padre con socios
que aportaban la mayoría del capital.
Cuando mi padre se retiró de los negocios por las puñaladas de sus socios, me dijo
(y era muy jovencita) que sólo volvería a formar una sociedad conmigo. Y así ha sido.
Hemos tenido nuestras diferencias por el carácter fuerte de ambos, pero todos estos
años siempre hemos remado juntos, más aún en los momentos difíciles que en los
buenos. Eso sí, muchos me decían que «vaya niña de papá» por tenerle de socio, y yo

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me río de eso. Porque si no hay confianza en que tu socio va a pelear por él y por ti...
apaga y vámonos, porque te hunde.
Por si sirve de algo, diré que ahora sí me siento del todo tranquila y satisfecha,
porque he descubierto el sistema mejor que hay para tener socios, y es que cada uno
tenga lo suyo sin mezclarse. Estoy aprendiendo mucho, y formando un equipo de
colaboradores en España y a nivel internacional.»

Controlar el poder

El concepto «socio» está reñido de alguna manera con el concepto


«emprendedor». Se supone que el emprendedor es alguien con una idea,
empeñado en llevarla a cabo. Esa idea suele ser muy personal y, aunque otros
pueden sin duda complementarla y enriquecerla, la idea y el empuje para
desarrollarla requieren de un líder fuerte y decidido. Ese líder será capaz de
sobreponerse a cualquier adversidad, porque tiene una fe ciega en su proyecto.
Y ésa es la clave de su éxito o de su fracaso. Como dijo Mark Twain, «Un
hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa». Un loco que
está dispuesto a arriesgarlo todo, a sacrificarlo todo y a dedicarle a su idea todo
el tiempo del mundo. Por eso es difícil encontrar un socio capaz de compartir
no sólo los mismos objetivos, sino la misma visión del proyecto, la misma fe y
la misma capacidad de sacrificio. Mientras que el emprendedor se juega la vida,
el socio sólo es un observador, un acompañante, que se juega sólo su dinero en
algunos casos, o la posibilidad de compartir el éxito de la idea de otro en la
mayoría de las ocasiones. Su grado de involucración será siempre relativo y
estará en función de cómo se vayan desarrollando los acontecimientos.
Es, por tanto, muy importante que el emprendedor conserve la mayoría
absoluta de las acciones de su empresa, para estar seguro de que será él quien
tiene las riendas de su negocio y quien tomará en última instancia las decisiones
importantes. Si por cualquier razón no pudiera hacerse con el control
mayoritario, debe al menos asegurarse de que las grandes decisiones necesiten
ser aprobadas por una amplia mayoría (70-80 por 100) del total de las acciones.
De esta forma, ningún socio por sí solo podrá realizar ampliaciones de capital
destinadas a reducir el peso de los accionistas minoritarios, o decidir cerrar la
empresa, o endeudarla, o cualquier otra cosa que pueda poner en peligro la vida
o el futuro de la misma, y que en cualquier caso reduzca el rol del emprendedor
a la condición de mero comparsa en su propia empresa.

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Si uno no tiene experiencia en los temas legales que afectan al
funcionamiento de las empresas y a la relación entre los socios, lo mejor es que
antes de cerrar cualquier trato acuda a un buen abogado de lo mercantil para ser
asesorado convenientemente. NO es la garantía absoluta de que no habrá
problemas con los socios, pero se pueden evitar muchos sinsabores.

Entrando en acción

Si puedes evitar tener socios, evítalo.

Si no puedes evitarlo, asegúrate de tener la mayoría absoluta de tu


empresa, el 51 por 100 o más.

Si no puedes tener la mayoría absoluta, procura que ningún otro socio la


tenga.

69
8
El equipo

«El talento gana partidos, pero el trabajo en equipo gana campeonatos.»

MICHAEL JORDAN
Ex jugador de la NBA

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Los verdaderos socios

Las personas de tu equipo deben ser tus socios de verdad, los que comparten
contigo el trabajo y las inquietudes de todos los días. De su eficacia, su
honestidad y su fidelidad dependen el éxito o el fracaso de tu empresa. Pero hay
que diferenciar entre contar con un buen equipo y el trabajo en equipo. Porque
puede darse el caso de que coincidan en una empresa un puñado de buenos
profesionales, que persigan objetivos individuales y hagan la guerra por su
cuenta, como ocurre a veces en algunos equipos de fútbol con muchas estrellas,
pero que no logran ganar los partidos. Es, por tanto, muy importante contar con
excelentes colaboradores, pero que estén alineados con un solo objetivo: el
tuyo, que eres el líder natural de tu proyecto.

«Para los que somos emprendedores, no hay nada mejor que tener en nuestro
equipo gente con capacidades de liderazgo incluso superiores a las nuestras. Bajo mi
punto de vista, un líder es la persona que sabe juntar alrededor de él o de su proyecto a
personas con más capacidades que él mismo. Un verdadero líder, para mí, es el que
genera más líderes.»

«Lo ideal es que quien forma el equipo tenga claro que si cada miembro es el
mejor en su terreno, él debe ser el mejor en dirigirlos a todos.
A menudo, ocurre como con los equipos de fútbol. Que se tenga en plantilla a los
mejores no significa que se gane la Champions. Sólo se consigue si los mejores son
capaces de trabajar juntos.»

«Cada uno tiene sus competencias. Unos pueden aportar inteligencia y


preparación, y otros, experiencia, o ser más organizados, o más pacientes... Nadie es
perfecto, la suma es lo que nos hace grandes.»

«No logro entender a cualquier directivo que piense que mantiene su “posición”
mejor si contrata mediocres. ¡Pero si los éxitos de tu equipo son tus éxitos! Para mí
eso sería como si un entrenador de fútbol sólo quisiera contratar a jugadores malos,
porque si son buenos y entienden de fútbol se pueden dar cuenta de sus limitaciones.
¡Su equipo irá de derrota en derrota y durará de entrenador menos que un caramelo a
la puerta de un colegio!»

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«Es un placer trabajar y vivir (que al final son más de ocho horas diarias) con una
persona más inteligente y preparada que tú. Creo que es la manera idónea de aprender
cosas nuevas, de ver algunos aspectos de la vida desde un nuevo ángulo. El trabajo se
hace en equipo y cada uno aporta su valor, que puede ser más benéfico si el que aporta
tiene mucho que decir porque tiene una mejor preparación.»

«Yo diría que contratar a los mejores es una obligación. No sólo por el aporte a la
organización, sino porque el estímulo que recibe el líder hace que se genere un clima
idóneo para alcanzar los objetivos que el equipo se plantea. Por otro lado, coincido en
que amén de la capacidad superior, se ayuda a definir también las competencias de
cada uno.»

«Les guste o no les guste a los emprendedores, para cada puesto la empresa
necesita un profesional idóneo. Si no lo hacen así, la empresa se quedará en el
“nivelito” que está, en el mejor de los casos, o, lo que es peor, tendrá los días
contados.» «Claro que hay que buscar y contratar gente mejor que uno mismo. Nadie
es capaz de realizar todo tipo de trabajo en la empresa, aunque en estos momentos se
buscan cada vez más personas que hagan el mayor tipo de cosas diferentes, pero sólo
los buenos especialistas son los imprescindibles en las empresas. Buscar a este tipo de
personas y sobre todo conseguir que se unan a los proyectos de la empresa es ya un
logro enorme, porque con su ayuda seguro que todos ganarán.»

«El gran deber del empresario es descubrir, proteger y encajar los talentos dentro
de su equipo. Ése es el gran talento del empresario. Una vez que tiene un buen equipo,
incluidas personas más preparadas que él en ciertos sectores, la empresa irá sobre
ruedas y seguro que tendrá éxito.»

«Cuando estás inserto en un equipo en donde hay excelentes personas y


profesionales es altamente motivador y te dan ganas de mejorar cada día. Tienes la
oportunidad de crecer con ellos, de hacer cosas juntos, de compartir conocimiento...
Recordad que sobre todas las cosas cada uno de nosotros tenemos algo que nos
diferencia y que es nuestra fortaleza (nuestro valor añadido).»

«Trabajar en equipo es tarea ardua: implica mucho compromiso, humildad,


conocerse a fondo para generar complementariedades y sinergias. Los nuevos
ecosistemas de trabajo y mercado han cambiado las perspectivas, y por ello es clave
saber crear equipos de trabajo de alto rendimiento, estimular el compromiso,
establecer objetivos estimulantes, fraguar la cohesión de las personas, crear
confianzas, y proporcionar libertad y herramientas de trabajo. Enseñar y aprender a
trabajar en red, fortaleciendo conectores. Llevo años persiguiendo este objetivo

72
profesional, y creo que ahora empiezo a estar cerca de lograrlo.»

«Todo se reduce a que el coach es el líder. Un presidente de empresa, un jefe


departamental, o incluso un empresario, no necesariamente son líderes. El éxito de
Vicente del Bosque y de Pep Guardiola se basa en su capacidad para gestionar
equipos, que temporada tras temporada son mejores aún.»

«El trabajo en equipo no es más que el desarrollo corporativo multifuncional. Se


trata de contratar gente más preparada o inteligente que tú, siempre y cuando tu
liderazgo permita eliminar complejos y generar más desarrollo.»

«100 por 100 SÍ a favor de contratar gente mejor que tú.


1.º Por un trabajo bien hecho.
2.º Para aprender trabajando codo a codo.
3.º Porque no hacerlo sería ir en contra de tu negocio.
4.º Porque puede incrementar la motivación del equipo en su desarrollo
individual.»

«Cuando tuve la oportunidad de tener mi propia compañía, el equipo era


heterogéneo en términos de competencias profesionales, lo cual hacía que en el
momento de trabajar en un proyecto, la sinergia fluía sola, y eso permitía enriquecer
cada proceso y agregar valor al equipo. Hoy el trabajo en equipo sigue siendo una
excelente herramienta de crear valor y de aumentarlo constantemente.»

«Sin ninguna duda, es imprescindible rodearte de los mejores, por una razón muy
sencilla y es que todo se pega.
Una persona que sea muy buena está en un equipo donde los demás son menos
buenos y esta persona destaca.
Una persona que sea muy buena está en un equipo donde los demás componentes
del equipo son buenos, y los resultados son increíbles, efectivos, rentables… y muy,
muy productivos.»

La inseguridad y el miedo

Muchos emprendedores tienen miedo a rodearse de profesionales más


inteligentes y más capaces que ellos. Ése es un error tremendo. El emprendedor
debe ser consciente de que él y sólo él ha sido capaz de poner en marcha el
proyecto. Algo que muy pocas personas están en condiciones de hacer, aunque
dispongan de otras habilidades importantes. La pasión y el empuje del

73
emprendedor son insustituibles y no están al alcance de todos.

«Yo estoy totalmente convencido de que a la gente (en un porcentaje muy alto) le
da mucho miedo contratar gente que sea mejor que ellos.»

«En Colombia existe un refrán popular que dice: “Al que a buen árbol se arrima,
buena sombra le cobija”. Sin embargo, existe el temor de algunos jefes a tener
empleados mejor preparados o con mayores habilidades. Eso no debería generar
incomodidad, excepto que ese nuevo miembro tenga malas intenciones. Un verdadero
líder trabaja con los mejores y busca que su equipo alcance la excelencia en la gestión.
Debe existir siempre la complementariedad, y si se tiene gente competente y
competitiva, eso ayudará a que el jefe avance también en su desarrollo profesional. Al
final todos los miembros del equipo se deben beneficiar de los buenos resultados.»

«En contratar a gente mejor que tú radica en parte la positiva diversidad. Es la


opción de contar con nuevas visiones o perspectivas en el equipo, especialmente en lo
referente a la resolución de problemas. Sin embargo, que esto funcione dependerá de
la cultura de la organización, que sea capaz de promover y permitir en términos
prácticos que esto suceda. Muchas veces la opción de tener a alguien más preparado
choca contra los miedos de las jefaturas. A mi juicio, es un caso patente en el mercado
minero chileno, donde realizo mi trabajo.» «Me gustaría revisar aquellos aspectos que
hacen que algunas personas, una vez contratadas, sufran un calvario laboral por tener
un jefe que simplemente no soporta que nadie sepa más que él. Existen muchos,
muchísimos jefes con esta mentalidad y que ocupan puestos importantes, que olvidan
el objetivo de la empresa y prefieren ajustar el objetivo laboral a su objetivo personal.
Crean pequeños grupos de incompetentes a su lado, rechazando el talento de otros por
los que se sienten amenazados.
Una de las principales competencias laborales que debiera tener un líder es un alto
grado de inteligencia emocional, para que su EGO no evite que todos los demás se
puedan realizar laboralmente. También es importante aprender a tratar con
subordinados que se cuestionan las cosas, que son directos, proactivos, etc.
Generalmente éstos son rasgos habituales en personas muy productivas en el trabajo,
pero a las que muchos jefes les tienen un gran miedo.»

«Es una cuestión de CONFIANZA. Yo no creo que sea una cuestión de más o
menos inteligencia. Se trata de competencia profesional y personal. Cada uno
desempeñamos un rol y debemos saber tener equipos en los que cada persona sepa
interpretar su papel. Y después confiar en ellos y dejar que hagan su trabajo. Hacer lo
contrario conlleva una falta de liderazgo percibido, seguramente por inseguridades y
miedos del director de orquesta. Si un ejecutivo tiene miedo a contar con gente
competente, más vale que sea sustituido cuanto antes. Por tanto, hay que tener la

74
autoconfianza suficiente para generar confianza en el equipo de trabajo y que a su vez
éste la transmita hacia terceros.»

«¿Más inteligente y preparada que tú? Si tú eres el empresario, en tu perfil tienes


que ser o creerte el más preparado, y como potencial empleado yo no iría a una
empresa en la que considero que estoy más preparado que el que me contrata.»

«El trabajo en equipo es fundamental para el buen desarrollo de cualquier


proyecto. Todos remando en el mismo sentido y sin fisuras.
Claro que contrataría a gente más inteligente y preparada que yo. Hay quien piensa
que puede ser una amenaza hacia su puesto, lo cual demuestra la inseguridad de sus
capacidades profesionales, y prefieren renunciar a contratar a este tipo de gente en
detrimento de la creación de un gran equipo.»

«Intento rodearme de gente más inteligente y mejor preparada que yo. Para seguir
creciendo necesito aprender de quien me rodea.
Por otro lado, el tema que subyace es si pierdes credibilidad, el respeto de tus
colaboradores, o pones en riesgo tu puesto por tener a gente más preparada que tú.
Desde mi punto de vista, lo que provoca eso es la falta de apertura en los debates,
el dogma y la regla impuesta. La tarea de un responsable es generar las condiciones en
su entorno para que el equipo trabaje lo mejor posible. Y fomentar el espíritu crítico y
la decisión consensuada, siempre que sea posible.»

«En mi opinión, lo más importante para un gestor/manager es que tenga a su


alrededor gente/mandos intermedios con la suficiente preparación para entender y
ejecutar las órdenes de su superior. Sólo así funciona la máquina y el gestor puede
usar su energía en controlar que se haga lo que él valora que es lo importante de la
organización. Eso sí, el manager tiene que ser un buen comunicador.»

«Rodéate de quienes son mejores que tú y llegarás a ser tan bueno como ellos. Los
Pasionistas nos enseñaban esto, como mis padres me enseñaban a ir con buenas
compañías.
Desde hace años soy el más tonto de “la cuadrilla”, y encima me llaman jefe. Los
buenos profesionales hacen buenos a los profesionales que están alrededor. Yo
necesito un financiero que sepa más que yo de VAN, un logista que sepa más que yo
de Incoterms, un abogado que sepa más que yo de FTO, un químico que sepa más que
yo de polímeros (esto es aún más fácil que lo anterior), y así en todo. Pero sí es cierto
que se ve ese miedo, incluso en gente preparada y muy inteligente para otros asuntos.»

«El miedo de los managers a contratar a un empleado más inteligente o mejor


preparado que ellos es muy alto.

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Desde mi opinión debería ser todo lo contrario. Contratar a empleados de mayor
capacidad que la tuya implica indirectamente una mejora del nivel de calidad de los
trabajos realizados.
A la vez, tener un equipo de “estrellas” implica un mayor esfuerzo por parte de los
managers, que tienen ser capaces de gestionarlos, y ése es otro de los condicionantes
que hacen que mucha gente no quiera entrar en esa dinámica.
Yo he tenido, y tengo, la suerte de contar en mis equipos con gente muy superior a
mí en capacidades, y he de confesar que disfruto cada momento que paso con ellos,
porque seguro que aprendo y descubro nuevas perspectivas de trabajo.»

«Yo creo que aunque tus empleados sean mejores que tú nunca podrán llegar a
sentir lo mismo por la empresa, no podrán transmitir su esencia como el propio jefe;
por tanto, siempre estarás un paso por delante.
Creo que rodearte de los mejores siempre hace que tú mejores, otra cosa es que
tengas la capacidad y puedas formar empleados hasta que lleguen a ser mejores que
tú; eso para mí es uno de los mejores éxitos de cualquier jefe.»

«Yo sí estoy dispuesto a contratar gente más inteligente y más cualificada que yo,
y lo hago. En informática al menos, es imposible saber de todo, y me parece natural
que los técnicos sepan más que yo en sus respectivos campos.
El problema que he encontrado no es el miedo esperable de que llegue alguien
mejor que tú y te quite el puesto. El problema es cuando el trabajador tiene más ego
que talento. ¿Puede un trabajador respetar a un jefe cuando se cree mejor que él?
He podido tener a mi cargo a una persona que realmente brillaba con una luz
diferente que el resto. Excelente técnicamente, que no sólo hacía un trabajo perfecto,
sino que además ayudaba a sus compañeros a mejorar. Siempre humilde, siempre
respetuoso y constructivo, siempre pensando en el bien del equipo. Era cuestión de
tiempo que me lo robaran...
También he tenido el caso contrario, de la persona que siendo muy inteligente y
muy buena en su campo, cuando ha visto cosas que no le han gustado, en lugar de
proponer mejoras, se ha dedicado a hablar mal por detrás, a intentar desautorizar. Esas
personas que son (o se creen) suficientemente inteligentes como para criticarlo todo,
pero que sólo buscan demostrar lo mucho que saben, no crean equipo, lo envenenan.
Ese segundo perfil es mucho más común que el primero, por desgracia.»

«A la mayoría de las personas les da miedo contratar gente mejor (preparación,


capacidad, inteligencia, etc.). Y sin sonar presuntuoso, es algo con lo que he tenido
que lidiar durante mucho tiempo. Al final de todo un proceso largo de selección te
topas con que no has sido seleccionado con el argumento de que estás
sobrecualificado, o que con la preparación que tienes corren el riesgo de que en
cualquier momento puedes irte por alguna oferta mejor de otra empresa. Bueno, yo
siempre creí que había que tener una buena preparación, tener conocimientos, una

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clara visión, etc. ¿Saben cuál fue la mejor fórmula para que aquel directivo no se
sintiera amenazado al contratar a alguien más capacitado?... ¡¡¡Quitarse estudios,
capacidades y habilidades!!! El problema no está en las personas de recursos humanos
o en la captación de capital humano, ni en el desarrollo organizacional a la hora de
buscar a la mejor gente. El problema está en haber pasado por alto el enseñar a los
directivos a saber trabajar en equipo y a explotar juntos los conocimientos y
habilidades de todos.» «En mi experiencia como coach, siempre puedo medir la
capacidad futura de un líder por lo abierto que él o ella sea para buscar con afán a los
que tienen talentos más desarrollados. Esta clase de seguridad en las capacidades de
uno mismo es algo fundamental. La falta de seguridad es una base muy peligrosa para
el progreso futuro del líder.»

«Tenemos que diferenciar la teoría de la práctica. La teoría es que sí y la práctica


es que no. He oído más de una vez decir: “Éste en cuanto me descuide me echa a la
calle, así que no me interesa”.
Es cierto que hay gente honrada a la que no le importa aceptar a candidatos de
nivel superior al suyo, pero la vida es muy dura y encontrar un trabajo no es fácil.
¿Qué hacemos?»

Con respecto a esta última opinión, que procede de un directivo que trabaja
por cuenta ajena, hay que distinguir entre los temores que puede tener un
empleado y los que pueda tener el emprendedor y dueño de su propia empresa.
No hay ninguna razón para pensar que si el emprendedor se rodea de
profesionales mejores que él, va a perder protagonismo cuando sus empleados
sean capaces de desarrollar capacidades extraordinarias que aporten valor a la
empresa. Toda la inteligencia complementaria de su equipo se suma a su
inteligencia y multiplica su potencial. El único peligro que se corre con los
buenos empleados es que no se sientan vinculados al proyecto, o que no vean su
trabajo reconocido y valorado por el responsable máximo de la empresa.

«Incluso aunque le hagas partícipe del éxito de la empresa, el trabajador


difícilmente (no imposible) se implicará en el proyecto como propio. Pero es que en
realidad es así, es nuestro proyecto, no el suyo.
Salvo excepciones muy honrosas y con personas con una calidad humana y
profesional fuera de lo habitual, el empleado sólo se siente vinculado a la empresa por
un contrato. Se siente parte de la empresa, pero no siente la empresa parte de él.»

«En mi opinión, el error radica precisamente en contratar a gente que no sepa más
que tú (o, al menos, más que tú en algo diferente). Cada persona que entra en la
compañía debe aportar valor, y ese valor es precisamente el saber hacer algo que otros

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no saben, o hacerlo mucho mejor que otros. Es evidente que, además, ese “algo” debe
ser de provecho para nuestro cliente o, de lo contrario, ya no se llamaría “valor”. En
resumen, tanto los directivos como los técnicos deben saber hacer muy bien aquello
que se espera de ellos.»

«Si tienes un interés personal por el éxito de la empresa, tanto si eres socio como
empleado, pero un empleado honesto), contratarás siempre al mejor, y si es mejor que
tú, pues mejor todavía.
Puedes estar delante de tu futuro socio..., has encontrado a alguien en quien poder
delegar sin miedo..., o percibes que puedes estar contratando a tu futuro jefe... En
cualquier caso, lo haces convencido, con alegría y satisfacción, y mientras, de paso, te
eliminas (o se lo quitas) a un posible nuevo competidor.
Si tu único interés es mantener tu «posición» en la empresa, ya es otra cuestión.
En ese caso, la reacción mayoritaria será No. ¿Razones? Miles. Cada jefecillo tiene la
suya. Eres consciente de lo que eres y tienes miedo a ser descubierto, superado o
evaluado. Miedo absurdo, pues la empresa no espera que seas perfecto. Tenías una
oportunidad de oro de demostrar tu valía a la empresa que te paga y la tiras por la
borda.»

«Personalmente, yo “me contraté” con un socio al que creía más listo que yo, y
funcionó. No fue eterno, pero durante años fuimos un muy buen equipo. Después la
cosa cambió y el equipo se perdió.
En el otro lado de la mesa, también salí de una reunión pensando “ni de coña le
pasa este tío mi candidatura al gerente”. Y, efectivamente, ni de coña... Ahora lo
recuerdo y sonrío.»

«Si no estuviera dispuesto a contratar a gente más preparada e inteligente que yo,
hundiría mi empresa. A Dios gracias, mi equipo me supera, que si no... A ver, soy de
los convencidos de que cuanto mejor sea tu equipo, mejor (valga la redundancia). Los
éxitos de tu equipo son tus éxitos. Y si encima son mejores que tú, prosperarán, ¡y
tendrás un montón de amigos en puestos influyentes!»

Como apunta este emprendedor, si la relación es excelente, incluso en el


caso de que los buenos empleados se desliguen un día de la empresa para iniciar
sus propios proyectos, saldremos beneficiados con su amistad y su relación
profesional.

«¿Empleados que pueden hacerte más inteligente y mejorar tus capacidades? ¡¡¡Mi
respuesta es SÍ!!! Te ayudan a reaccionar con más rapidez y a evitar hundirte en la
ignorancia.»

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«Creo que es muy importante encontrar gente que sepa algo más que uno.
Justamente para poder crecer con solidez. Me encanta cuando se logra de verdad
trabajar en equipo.»

«Considero fundamental el trabajo en equipo, que además es un concepto que se


puede enfocar desde múltiples perspectivas. Por ejemplo, desde el de la continuidad
del trabajo realizado, de la unidad de negocio o de la empresa, incluso.
En cuanto a buscar colaboradores, todos los que he seleccionado han sido
profesionales muy capacitados, con aptitud y actitud, y el resultado ha sido muy
bueno. Claro, que también ha existido una mejora y formación bidireccional.
Únicamente, tenemos que tener en cuenta que, en múltiples ocasiones, contratar para
casi cualquier puesto a alguien con un gran exceso de cualificación para el mismo
acarrea grandes problemas de integración, satisfacción y motivación, mucho antes de
lo que se pudiera desear.»

«Todo el que pretenda sacar a flote un negocio, sea cual sea, sin contar con un
equipo serio y preparado lo tiene crudo, y más aún en los tiempos que corren.
Por otra parte, no conozco a nadie que vaya buscando un tonto para darle un
empleo, o a una persona que no esté lo suficientemente preparada para desempeñar un
trabajo concreto.
Eso sólo sucede en el ámbito público, pues no buscan inteligencia ni preparación,
sólo buscan servidumbre de voto cuando toque. Y eso pasa porque el que paga no es
el que contrata, sino todos los contribuyentes.»

El valor de un buen equipo

Las ventajas de contar con un buen equipo parecen estar claras para todo
tipo de emprendedores. También la necesidad de que el equipo esté bien
conjuntado y funcione según los mismos objetivos empresariales. Si lo hacen
así, todos sus miembros estarán más motivados, tomarán juntos las decisiones,
intercambiando antes sus diferentes puntos de vista y compartirán la
responsabilidad. En definitiva, se rebajará la tensión individual y rendirá más
cada uno en su puesto, al disponer de más información y asumiendo un mayor
compromiso individual en el proyecto de todos.

«La buena cultura participativa consiste en fomentar la formación de un buen


equipo. Con calidad profesional y humana. Con una total implicación de las personas
y una correcta valoración de las mismas.»

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«La cultura de trabajo en equipo es el eje de la superación y la realización
personal. Quien puede trabajar en equipo es confiable. Los que no, no son útiles para
muchas cosas, y entre ellas: para producir sosteniblemente, para compartir
responsabilidades, para ser gerente, etc.»

«¿Os gustan los gofres? Por sí mismos son un poco sosos, pero cuando rellenas
sus espacios vacíos, ese relleno los puede hacer deliciosos. Pues esto mismo sucede
cuando configuramos un equipo. Si buscamos personas que nos complementen, que
puedan ocupar nuestros espacios vacíos, enriqueceremos el equipo y multiplicaremos
la capacidad y el rendimiento. Rodearnos de buenos jugadores nos hace mejorar,
aprenderemos de ellos, delegaremos de forma más efectiva, adquiriremos nuevas
competencias, atraeremos talento, aumentaremos la confianza… En definitiva, es abrir
la puerta a la influencia y al aprendizaje.»

«Yo no pienso en la inteligencia, ni siquiera en la preparación, como algo rígido.


Creo en la evolución, en el crecimiento que provoca la interacción con las personas
con las que trabajamos. Es obvio que todo aquello que te mueva a esforzarte y mejorar
te hace mejor, léase trabajar con alguien más inteligente que uno. Pero yo aprendo de
personas que no parecen tan inteligentes y que no están tan preparadas.
Ya no sólo pienso en cómo me influyen y mejoran las personas que me rodean,
sino que me preocupo de cómo creo yo un efecto en los demás.
Todos, absolutamente todos, formamos parte de equipos de trabajo y tenemos
compañeros. Todos asimismo somos responsables, creadores y alimentadores de las
relaciones que tengamos entre nosotros. Lo que aportemos, ya sean ideas, vocabulario,
liderazgo, constancia, etc., enriquecerá el conjunto del grupo.»

«El trabajo en equipo es más valioso cuanto más se aporte, y eso es tarea de cada
uno de los que forman ese equipo. Y lo más valioso es lo que aportas tú mismo. Para
mí, la inteligencia es un logro tras muchos años de experiencia, y saber captar y
absorber de los demás es lo más inteligente. El trabajo en equipo es la forma más
maravillosa de poder demostrar tus aptitudes y conocimientos. El trabajador solitario,
para mí, no tiene motivación.»

«Está claro que dependiendo del tipo de tarea a desarrollar el trabajo en equipo es
mejor o peor. De cualquier modo, en términos generales, el trabajo en equipo es
enriquecedor y positivo para el logro de objetivos, aporta variedad y multitud de ideas,
favorece la toma de decisiones, en tanto en cuanto permite ver los asuntos desde
varias perspectivas, y compensa las debilidades de cada miembro con las fortalezas de
los demás. Por supuesto, para ello es necesario que el líder sea capaz de sacar
rendimiento a ese equipo.
Respecto al tema de contratar a personas más preparadas e inteligentes, flaco favor

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haríamos a la organización si condicionáramos la contratación de un trabajador a que
no ponga en riesgo nuestra posición en la empresa. Por tanto, desde luego que sí que
los contrataría, y es que la consecución de los objetivos de la empresa nos favorece a
todos. Por ello, cuanto más competentes los trabajadores, tanto mejor.»

«Pienso que siempre hay que rodearse de gente bien preparada, que te aportará
cosas positivas y soluciones, y aparcar a un lado nuestro ego. El negocio es lo
primero, profesionalmente hablando, y no entiende de líderes, jefes o empleados; de lo
único que entiende es de contar con un buen equipo.»

«Si eres un director de orquesta necesitas a los mejores músicos.»

Incluso en época de crisis, cuando los recursos escasean y se hace difícil


contar con un buen equipo en plantilla, los emprendedores son conscientes de
su importancia y buscan otras fórmulas para contar con los mejores.

«En mi caso, dejé de querer tener a los mejores en mi empresa, para pasar a buscar
a los mejores… como colaboradores.
Los resultados han sido fantásticos, y en ello sigo en mi nueva andadura. Lo
recomiendo para empresas en la actual situación.
Tener algunos de sus servicios “externalizados” puede suponer el acceso a los
mejores, sin necesidad de tenerlos en plantilla. En cualquier caso, suscribo que los
éxitos de tu equipo son tu éxito. Y que hay que aprender siempre de los mejores.»

La posibilidad de trabajar con un equipo externo es cada día más factible, ya


que son muchas las personas que, sin tener una vocación emprendedora, buscan
de alguna manera la independencia planteándose trabajar desde su casa. El
teletrabajo es una opción a la que se acoge ya el 10 por 100 de la población
activa de nuestro país, y parece que día a día se incrementa este porcentaje, que
todavía se aleja mucho del 25 por 100 de Estados Unidos o de los países del
norte de Europa. Las razones para elegir este sistema de trabajo varían de unas
personas a otras, pero en todos los casos son evidentes las ventajas. Mayor
autonomía, ahorro de tiempo y dinero al no tener que desplazarse a diario hasta
un centro de trabajo y, sobre todo, la posibilidad de conciliar el horario laboral
con las necesidades familiares de cada persona.
La mayoría de las personas que se acogen a esta modalidad de trabajo son
mujeres y jóvenes de elevada formación, muy familiarizados con las nuevas
tecnologías. Las oportunidades de encontrar entre estos trabajadores un personal
de alta cualificación para cualquier tipo de negocio es muy amplia. Por eso cada

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día son más los emprendedores que recurren a esta modalidad para formar sus
equipos de trabajo, reduciendo de esta manera los costes fijos, tanto en salarios
como en alquileres de oficinas y dietas de todo tipo.
Trabajar en equipo, con personal interno o externo, es siempre positivo y
tiene muchas ventajas. Pero tampoco conviene olvidarse de los inconvenientes.
Los principales son que algunos líderes natos impongan sus opiniones al grupo
e impidan a veces que los demás miembros del equipo se manifiesten con
libertad, con lo que se pierde la riqueza que supone la variedad de opiniones.
También puede ser peligrosa la excesiva descarga de responsabilidad en el
grupo por cada uno de sus miembros, ya que al ser la responsabilidad
compartida puede hacer que se relaje demasiado la responsabilidad individual.
Finalmente, el mayor peligro del trabajo en equipo es caer en el exceso de
reuniones, que se hacen eternas e impiden dedicar tiempo al trabajo concreto de
cada uno. Las reuniones son en muchas ocasiones el peor cáncer que pueden
sufrir las empresas.

Entrando en acción

A la hora de elegir, elige siempre a los que son mejores que tú.

Tú eres el líder, el alma del proyecto. Si alguno del equipo no está


dispuesto a seguirte, prescinde inmediatamente de él.

Si tus recursos te impiden contar con el mejor equipo dentro de la


empresa, construye tu equipo fuera de ella.

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9
La innovación

«Un hombre con una idea nueva es un loco, hasta que la idea triunfa.»

MARK TWAIN
(1835-1910)
Escritor y humorista estadounidense

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Decía Einstein que no hay esperanza para una idea que al comienzo no
parezca absurda. Pero esa afirmación del genio no debe entenderse al pie de la
letra. Es cierto que a Copérnico y a Galileo casi les cuesta la vida, y desde luego
les costó muchos disgustos, haber afirmado en su día que la Tierra era redonda.
También es cierto que a Edison le dijeron muchas veces que la bombilla era un
invento estúpido, y que a J. K. Rowling, la autora de la famosa saga de Harry
Potter, le rechazaron su primer manuscrito en más de diez editoriales, porque
consideraban que no era un libro adecuado para los niños. Pero eso no significa
que todas nuestras ideas absurdas sean válidas y que sea cuestión de tiempo que
los demás lo reconozcan.
Todos somos conscientes de la importancia de las ideas. La innovación es la
palabra de moda. Pero no hay nada más difícil que tener una buena idea. Y
mucho más difícil aún, ser capaces de llevar esa idea a la práctica. A los
emprendedores se les exige habitualmente que para iniciar su proyecto cuenten
con una idea diferente, sorprendente y única. Parece que si no se cuenta con una
idea de esas características es imposible afrontar con éxito un nuevo
emprendimiento. Parece necesario que el emprendedor, además de contar con la
ilusión, la pasión y el esfuerzo que requieren todos los nuevos negocios,
necesitara también ser pionero en el sector en que se mueve. Sin embargo, la
historia de los éxitos empresariales nos demuestra que ha habido multitud de
ocasiones en las que una empresa ha triunfado sin disponer de una idea única de
negocio. Ha bastado con aportar una innovación en alguno de los procesos del
marketing mix de los productos o servicios que maneja, para alcanzar las más
altas cotas de notoriedad y de rentabilidad.

«Según el diccionario de la RAE, la innovación es: “Creación o modificación de


un producto, y su introducción en un mercado.” Si nadie crea productos nuevos, no
puede haber nadie que los modifique y mejore. Para mí, ambos son indispensables.»

«Creo que depende mucho del sector y de lo que entendamos por innovación, pero
está claro que todo lo que implique crear una necesidad nueva en el mercado, o
mostrar las ventajas de un producto o servicio a un consumidor final que inicialmente
lo desconoce, implica un esfuerzo, un tiempo y un dinero que una persona que pone
en marcha un proyecto no siempre tiene.

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Creo que para el común de los mortales puede ser más práctico y seguro partir de
algo conocido y variar para mejorar y diferenciarse del resto.»

«Puede que uno no tenga dotes de creador, no todos somos creadores, y que sí
tenga una buena red de contactos a la que sacar provecho.
Si prestas atención a lo que se está haciendo, extraes las mejores prácticas y las
combinas de un modo diferente, o añades algo que quien lo había creado no había
tenido en cuenta, es posible que llegues mejor al cliente. De esta forma tendrás más
éxito que el creador original. Pero si eso sucede, no olvides de quién procede la ideal
original, y recompénsale como poco mencionándole.»

Desarrollar un nuevo canal de distribución, como hizo en su día una


empresa de cosméticos como Avon, para llevar sus productos hasta los hogares
vendiendo puerta a puerta. Revolucionar los sistemas de venta, como han hecho
multitud de empresas desde que en el año 2005 Kodak inventara las tiendas Pop
Up. Utilizar las vallas publicitarias en el metro para interactuar con los
compradores de un supermercado, como ha hecho Home Plus en Corea,
permitiendo comprar a distancia a través de los teléfonos móviles. O innovar en
cualquier otro aspecto del proceso de comercialización de un producto, en el
recorrido que le lleva desde el fabricante al consumidor. Cualquiera de estas
innovaciones puede ser tan importante para el éxito de una empresa como el
hecho de irrumpir en el mercado con un producto o un servicio novedoso y
único, que no siempre por ser nuevo tendrá garantía de ser también exitoso.
La innovación no sólo es necesaria, sino imprescindible para mantenerse en
un mundo que está en constante movimiento. Todo cambia a una velocidad de
vértigo y es preciso que nuestra empresa se mueva con la misma rapidez,
aportando nuevas ideas de negocio y nuevos procedimientos para desarrollar
esos negocios. Ningún emprendedor puede asumir esa tarea por sí solo, ni
tampoco debe ser una dedicación exclusiva del departamento de I+D. La
innovación en las empresas de hoy debe ser constante y también cosa de todos.
Cada uno en su puesto debe estar muy atento a todos los cambios y procurar
anticiparse a ellos. Y para eso es necesario que el emprendedor sea capaz de
crear en la empresa un entorno propicio. Hacer que todos se sientan parte de un
proyecto común, cuya supervivencia depende de cada una de las personas que
participan en él. Sólo en ese entorno positivo florecerá la creatividad que hará
grande a la empresa. Para conseguirlo, el emprendedor debe comprometerse con
la innovación, dedicarle recursos y alimentarla constantemente, respaldando las
iniciativas y gratificando emocional y materialmente a las personas

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responsables de cada uno de los logros.

Fomentar la creatividad

La innovación es el fruto de la creatividad, y la creatividad por definición es


anárquica, imprevisible y revolucionaria. Ser creativo significa salirse de los
trillados caminos de la experiencia para adentrarse en vericuetos nuevos que no
se sabe nunca a dónde nos conducen. Es un viaje hacia ninguna parte, que
puede llevarnos o no hasta un resultado prometedor. Se necesita un talante
especial para ser creativo, pero, sin embargo, ese talante se puede adquirir y se
puede fomentar, porque la creatividad es sobre todo una actitud. Basta con
proponérselo y ensayar mucho todos los días, en todos los momentos de nuestra
vida. Hay que aprender a huir del especialista que llevamos dentro, porque el
especialista, con su experiencia, recorre siempre los mismos lugares, esos
lugares donde es casi imposible encontrar algo nuevo.
Einstein decía que la imaginación es más importante que el conocimiento.
Hay que ser capaces de imaginar soluciones nuevas a los problemas de siempre,
y de arriesgarnos sin miedo al fracaso. Como dice Tom Byers, formador de
emprendedores en la Universidad de Stanford: «¡Equivóquense, por favor! Sólo
así podrán acertar algún día». La labor más importante del líder, del
emprendedor, es animar a su equipo a adoptar una actitud creativa permanente.
A plantearse cada día nuevos retos en su trabajo cotidiano. A estar abiertos a
todas las hipótesis. Para atreverse a innovar sin miedo al fracaso. Para eso hace
falta que el líder tenga un talante liberal, que sepa huir de la rigidez de los
métodos y los sistemas, dando rienda suelta a las iniciativas y a las nuevas
ideas.

«Yo voto por la creatividad. Para lo demás están los robots. Hay que fomentar la
creatividad de las personas en las empresas; eso evita la monotonía y hace sentirse a
los empleados parte de la compañía. El taylorismo, donde se pagaba sólo para trabajar
y no para pensar, no funciona. Y nada tiene que ver la creatividad con ejecutar bien o
no el trabajo, es sólo cuestión de demostrar creativamente que hay más (y quizá
mejores) formas de hacer el mismo trabajo. Lo único que debe quedar claro para el
trabajador es el objetivo de la empresa y, una vez delimitado eso, echar a volar la
creatividad.»

«Yo lo tengo claro. Quiero a personas en mi equipo con muuuuuchas iniciativas

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innovadoras... ¿Por qué?
1. Por lógica. Si yo tengo un equipo de tres personas pensando en avanzar,
innovar, hacer mejor el día a día..., cuatro personas (incluida yo) piensan más y mejor
que una sola.
2. Es motivador para el equipo dejar hacer, innovar, ser su propio amo a la hora de
trabajar..., que se sienta protagonista de su trabajo.
3. Creencias. Yo creo en la participación y en mi equipo, no creo en marionetas en
mis manos para mi beneficio propio.»

«Sin duda, trabajadores creativos y con iniciativas innovadoras.


Pienso que el valor añadido de un buen empleador es tener un equipo de
trabajadores o colaboradores excepcionales, y que su función fundamental es facilitar
que estas personas pongan en marcha todo su potencial. Pienso también que un buen
directivo nunca se cuestionaría si alguna persona que forma parte de su equipo tiene
ideas innovadoras geniales. Si yo coordino un equipo, quiero ese tipo de personas en
él, porque eso será una garantía de éxito para la empresa.»

«Lo inteligente es añadir conocimientos, que serán bienvenidos vengan de donde


vengan y por la mejora de la empresa; ése es el objetivo. Por otro lado, el empresario
siempre debe querer sacar lo máximo de sus empleados, también esto es trabajo suyo
y logros compartidos.»

«¿Creativos o ejecutores? La iniciativa siempre por delante de todo, pero un


equipo sin disciplina y orden no es un equipo.»

«Por mi experiencia, me decanto por empleados creativos y con iniciativa. Son


cualidades de inteligencia, tan necesaria en las empresas.
Son de gran ayuda para aportar nuevas iniciativas y alentar a los equipos. Los
dirigentes de las empresas somos los que debemos saber posicionar dentro de la
empresa a este tipo de empleados.»

«Lo ideal es contar en el equipo con los dos perfiles. Las empresas necesitan
ambas cosas en función de las demandas de los clientes. Lo difícil de encontrar es una
persona que reúna ambas características de forma equilibrada. En mi experiencia, me
resulta más sencillo trabajar con quienes escuchan, comprenden y ejecutan. Aunque
las personalidades creativas suponen todo un reto para mí, porque me obligan a crecer
profesionalmente y pienso que dan vida e impulso a cualquier negocio.»

«En mi opinión, debe haber ambos perfiles en una empresa, perfectamente


definidos pero compatibles.
No olvidemos que a nuestros hijos los “modelamos” cada día con un poco de aquí

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y un poco de allá. Serán lo que han visto en casa más sus matices personales.
Pues en la empresa pasa lo mismo. Los empleados serán lo que el directivo o el
jefe quiera que sean, siempre que él esté a la altura. Siempre que sea un líder que sepa
desarrollar, o dejar desarrollar, todas las capacidades y potencialidades de cada
empleado y llevarle al lugar adecuado. Nada de tópicos o predestinaciones (recordad
al patito feo).
No hay nadie mejor o peor, sino personas que se adaptan mejor o peor a un
entorno y a lo que se espera de ellas.
En España tenemos muchas carencias en el terreno de la motivación y las
potencialidades posibles desde los puestos directivos.
Siento decirlo así, con crudeza, pero es mi experiencia desde los dos campos, el de
empleado y el de empleador. Y sé también que, en algún caso, probablemente no
estuve a la altura de lo que requería la situación. No debe importarnos hacer examen
de conciencia, porque eso nos hace mejores.»

«No hay nada como la diversidad en un equipo con gente que aporta ideas, que
está comprometida. Se puede alcanzar un estado de performance team sólo desde el
momento en que los componentes del equipo confíen en los demás tanto como en
ellos mismos, y aporten sus ideas e iniciativas para ayudar a lograr los objetivos de
equipo.
En realidad, la diferencia entre “ejecutar” como miembro de un equipo o tener la
oportunidad de “aportar” y dar ideas la marca la forma en que el equipo es gestionado,
no siendo lo mismo “dirigir” que “liderar”.»

«Ésa es la VISIÓN. ¡¡¡Dirigir no es lo mismo que LIDERAR!!! El papel del líder


es irreemplazable, y determina la velocidad del grupo y la capacidad de sortear los
retos de la empresa.» «El empleador lo quiere todo del empleado. Ahora bien, ¿cuál es
el estilo de la empresa? Es magnífico tener iniciativa y ser creativo, pero ¿cuál es el
grado de autonomía? Y al final, no nos engañemos, no se soporta que un “inferior”
tenga más talento que un ¡superior!»

La innovación es la culminación de la actitud creativa, el resultado tangible


de la creatividad cuando las ideas se llevan a la práctica. Por eso no hay
innovación sin un caldo de cultivo creativo en la empresa. Y no hay caldo de
cultivo si el emprendedor no es consciente de la importancia de la creatividad y
está dispuesto a estimularla en cada uno de sus colaboradores. Porque la
generación de ideas, que traen consigo nuevas soluciones, debe ser aplicada a
todos los procesos de la empresa. Sin embargo, no todos los emprendedores
desean contar con una plantilla de innovadores. Hay algunos pocos que
prefieren ser ellos los generadores de las ideas y tener a su cargo gente que se

88
limite a ejecutarlas a la perfección. Y muchos también quisieran tener en la
misma persona al creativo y al ejecutor.

«Creativos con iniciativa propia, que propongan nuevas soluciones e innoven, pero
que a la vez posean la capacidad, la organización y la determinación para ejecutar las
decisiones que la empresa considere apropiadas. Todos estos empleados liderados por
una persona que imparta disciplina y comunicación, y que haga trabajar a la empresa
como un reloj suizo. No pido nada, ¿no?»

«En mi opinión, la virtud está en el término medio. El equilibrio entre ambas


cualidades sería lo ideal. En su defecto, un equipo equilibrado, que aúne ambas
cualidades. Es decir, que esté formado por personas con mayor fuerza en creatividad y
también por ejecutivos eficaces.»

«Entiendo que lo perfecto es buscar el equilibrio. La innovación es lo más


atractivo, pero también puede ser frustrante, si no está correctamente orientada al
trabajo.
Es por ello por lo que creo que hay que buscar el equilibrio entre esos dos grupos
de personas, no cayendo en la trampa de elegir sólo la parte atractiva.»

«Creo que actualmente disponer de un equipo capaz de innovar es una de las


mejores vías hacia el éxito, pero debe gestionarse correctamente, y que al final se siga
siempre una estrategia definida con unos objetivos claros.»

«En mi experiencia —llevo bastantes años al mando de equipos de trabajo en


plantas industriales—, no debes utilizar la disyunción “O”. El mejor empleado es el
que reúne ambas características, claro que en diferentes grados de combinación.
Una persona creativa, pero que no se deja dirigir por un mando o no sabe trabajar
en equipo, al final puede resultar molesta y dificultar el trabajo de todos.
Una persona que sólo cumple órdenes, que no quiere o no es capaz de participar en
un brainstorming, resulta útil sólo para trabajos repetitivos y nunca podrás delegar en
ella un trabajo de importancia.»

Sea cual sea la fórmula elegida por el emprendedor, si quiere que su


empresa se desarrolle no tendrá más remedio que conceder mucha importancia
a la innovación. Y cuantos más innovadores haya en su plantilla, mejor.
No se trata de invertir dinero en la formación creativa de los empleados. Se
trata de invertir tiempo para formar ese entorno propicio a la creatividad. Para
establecer relaciones de confianza y estímulo con cada una de las personas, y
para valorar con cariño sus propuestas por muy disparatadas que puedan parecer

89
en algunas ocasiones. Un tema claro de liderazgo y estímulo, que alguien tan
carismático en su empresa como Steve Jobs, el fundador de Apple, tuvo siempre
muy presente: «La innovación no tiene nada que ver con cuántos dólares gastas
en I+D. No se trata de dinero. Se trata de las personas que tienes, de cómo las
diriges y de qué beneficio obtienes de ellas».

Las excusas para no innovar

Mitch Ditkoff, cofundador y presidente de la consultora neoyorquina de


innovación, liderazgo y formación de equipos Idea Champions, ha escrito en su
blog una lista de las excusas más frecuentes en las que se amparan algunos
emprendedores para negarse a la innovación en sus empresas. Él ha mencionado
100, pero yo transcribo a continuación sólo las 20 que considero más relevantes
y frecuentes:

1. No tengo tiempo.
2. Éste no es el tipo de negocio donde se pueda innovar.
3. Tengo mucho trabajo y poco tiempo.
4. Si me equivoco, será un desastre.
5. No soy una persona creativa.
6. Ya tengo demasiados proyectos.
7. Mis clientes no me piden innovaciones.
8. Si innovo, la competencia me robará después las ideas.
9. Estamos en una economía de crisis.
10. Ahora no es un buen momento para iniciar nuevos proyectos.
11. Mi empresa está pasando por muchos cambios en este momento.
12. No vale la pena el esfuerzo.
13. No quiero tener más cosas en que pensar.
14. Nunca he hecho nada como esto antes.
15. Lo intenté en otras ocasiones sin éxito.
16. Mi empresa no está comprometida con la innovación.
17. Tenemos que centrarnos en el corto plazo por el momento.
18. Las únicas ideas que necesito ahora son las de cómo reducir los costes.
19. Lo haremos el próximo año.
20. Eso es trabajo del departamento de I+D

90
Entrando en acción

Las buenas ideas son muy escasas y fugaces. Cuando encuentres una, no
la dejes escapar.

Si tú no eres un buen creativo, rodéate de gente que lo sea por ti.

Sin una innovación constante en todas las áreas, tu empresa está muerta.

91
10
El éxito y el fracaso

«El éxito tiene un precio que se suele pagar en fracasos.»

AGUSTÍN MEDINA
Escritor y conferenciante español

92
Dos caras de la misma moneda

Casi todos los emprendedores que han conseguido desarrollar su idea y


llegar a construir una empresa consolidada, suelen alardear de sus éxitos cuando
intervienen en foros profesionales, o cuando escriben artículos o libros donde
cuentan los pormenores de su trayectoria como empresarios. Pero en muy pocas
ocasiones nos hablan de sus fracasos, de esos fracasos que son los escalones
siempre necesarios para llegar al éxito. Yo me atreví a hacerlo hace algunos
años, incorporando el tema del fracaso en el repertorio habitual de mis
conferencias. Incluso llegué a escribir un libro con el título Cómo llegar al éxito
de fracaso en fracaso.
Pienso que el fracaso es parte inseparable de nuestra evolución como
personas y que hay que aprender a convivir con él y a aprovecharnos también
de él. Sin duda, no asumir los fracasos, ni saber aprender de ellos es el mayor
fracaso que podemos tener. Es también muy importante distinguir entre el
fracaso y los pequeños contratiempos que todo emprendedor se va a encontrar
constantemente en su camino.

«¿Fracaso? ¿A qué llamamos fracaso? ¿A aprender lo que no hay que hacer la


próxima vez? Eso es un pedazo de éxito.»

«El fracaso no existe, sólo existen resultados que no te gustan. Si quieres


resultados diferentes sólo tienes que hacer acciones distintas, y probando, probando...
alcanzarás el éxito. Que se lo digan a Edison, que probó 999 maneras de no hacer una
bombilla.»

«Personalmente, tal vez por la edad, ésta es mi cuarta crisis. En la del 92 no sólo
fracasé sino que quebré. Me quedé sin nada y tuve que refugiarme en casa de mis
padres. Experiencia maravillosa, una vez superada y olvidada, claro está, que me
permitió poder afrontar ésta con menor incidencia.
Creo que el error es consustancial con el emprendedor. A lo único que debemos
acostumbrarnos es a convertir las incertidumbres en riesgos y valorar éstos. Una vez
valorados, apostar o no por ellos conociendo las posibilidades de error y el «daño»
que nos producirían.

93
Una cosa sí aprendí muy bien: En el mundo empresarial hay que tener una idea, un
desarrollo, saber qué se quiere y qué quieren los clientes, usar métodos de control de
gestión... pero, sobre todo, hay que ser muy cabezones, no abandonar nunca, no cejar
en el empeño. Cuando abandonas y pasa el tiempo te das cuenta del error, porque
todas las aguas turbulentas acaban volviendo siempre a su cauce. Y, además, cuando
menos te lo esperas.»

«Fracaso es una palabra que no me gusta. Yo prefiero hablar de errores.


Acostumbro a decir a las personas que me han reportado a lo largo de mi vida
profesional, que no tengan miedo al error, pues la única manera de aprender y poder
acertar alguna vez es probando y equivocándose. Así que creo que lo seguiré haciendo
una y otra vez.»

«Cuando estaba todavía en la universidad, me adentré en un proyecto de servicios


anexos a las inmobiliarias. Terminé el proyecto y comencé a moverlo para conseguir
clientes; la lástima es que fue en el 2007 y entonces empezó la crisis. El proyecto no
funcionó, pero me sirvió para aprender mucho. Está claro que cada fracaso te acerca
un poco más al éxito.»

«Creo que el error te acompaña siempre, y que hay que contar con ello y aprender.
Pero estoy en mi primera experiencia empresarial y aún no me ha dado tiempo a
valorar fracasos. Mi socia y yo hemos tenido la suerte-desgracia de crear la empresa
en plena crisis, con lo cual comenzamos planteando los gastos fijos en la mínima
expresión. En esto la situación actual nos ha ayudado.»

«Mi primer fracaso fue estudiar Arquitectura y creer que esa carrera me iba a
permitir desarrollarme personal y profesionalmente, creer que nunca me faltaría el
trabajo y que no volvería a depender de mis padres para poder tirar adelante con mi
vida. Esta crisis me ha desmontado todas esas creencias.»

«Monté hace dos años una empresa que, muy poco a poco, consigo que vaya
funcionando, no sin tener que dejarme la piel y parte de la salud en el intento. El
mayor fracaso que he cosechado hasta ahora ha sido con la gente, que no he sabido
seleccionar bien en bastantes casos.
Pero en la vida he aprendido que se puede sacar mucho más jugo a un error que a
un acierto. Y que no te vaya bien una empresa no es solamente cuestión de errores
propios, también puede ser debido a muchos otros aspectos de tipo externo. En
definitiva, creo que el hecho de que no hayas conseguido que tu empresa o tu proyecto
vayan para adelante se debe mirar con perspectiva, y debe ser otra experiencia vivida
y enriquecedora como casi todas. Deberíamos aprender de los norteamericanos, que
ven los fracasos empresariales como algo absolutamente normal.»

94
«Cada fracaso es una oportunidad de aprendizaje. El mismísimo Pelé perdió en el
Mundial del 66, pero ¿es Pelé un fracaso? Yo he cometido un error este comienzo de
año, y lo asumo. Todos pasamos por momentos difíciles y cuando echamos la vista
atrás, vemos que se podrían haber hecho las cosas de otra manera. También es
humano echar la culpa a los demás o a las circunstancias, pero por más que sea el
error de un tercero, tú también has hecho algo equivocado. No lo has analizado bien, o
fuiste demasiado precipitado. No deja de ser un fallo tuyo, pero hay que aprender la
lección y seguir adelante.
No conozco a nadie que no tenga fracasos, que yo llamaría lecciones. Sin fracasos
no se aprende del todo, porque nadie aprende solamente de los éxitos.»

«Alguien dijo que el éxito es un camino empedrado de fracasos. Y fue uno de los
grandes. Yo, por mi parte, no tengo nada de qué avergonzarme por fracasar una y otra
vez, y otra, y otra. Siempre lo hago de forma honesta y honrada.
Tener éxito de forma deshonrosa o deshonesta..., eso sí que es para avergonzarse.
Por mucho éxito o muchos fracasos que tengas en la vida... al final te vas de este
mundo tal y como viniste... desnudo y sin nada en los bolsillos que llevarte. Esta vida
sólo es un tránsito, y no es de inteligentes amargársela por algo que no es duradero ni
definitivo.»

«Inicié mi primer proyecto como emprendedora con demasiados gastos fijos.


Invertí demasiado en operaciones en lugar de en marketing. Pero aprendí mucho de la
experiencia.»

«Como editor de The All Results Journals, sé que el fracaso, al menos en términos
científicos, es la auténtica madre del éxito.»

En el desarrollo de cualquier empresa son muchas las oportunidades de


fracasar. Porque el día a día está lleno de escollos a los que debemos
enfrentarnos sin tener ninguna experiencia anterior. Es normal que nos
equivoquemos en muchas cosas que son nuevas para nosotros, pero eso no
puede considerarse un auténtico fracaso. Sólo fracasamos cuando llegamos a un
punto muerto en el que no hay otra opción más que la de volver atrás y empezar
de nuevo. Y en ese caso es cuando el fracaso anterior nos sirve de experiencia
para no fracasar de nuevo.

«¿Fracasar? Yo he tenido como emprendedor varios fracasos, y te vuelves a


levantar y vuelves a proyectar. De los fracasos he obtenido mucha experiencia, porque
los fracasos te hacen más vulnerable, y de la vulnerabilidad obtienes experiencias y de

95
las experiencias obtienes más sabiduría. Por tanto, todo fracaso es un peldaño en el
camino hacia el éxito».

No todos los emprendedores son tan optimistas, ni tienen tanta capacidad


para asumir el fracaso. Muchos simplemente se resignan a que el fracaso esté
presente en todas sus iniciativas y, de alguna manera, se predisponen a fracasar
una y otra vez.

«La he cagado tantas veces que cuando le das a fracaso en Google, sale mi
experiencia en la Wikipedia. Lo peor del fracaso es que genera una altísima capacidad
de adicción.
Pero si de algo me ha servido el fracaso, y me enseña a diario, es a no hundirme,
rendirme ni deprimirme. Creo que el día en que algo me salga bien y triunfe, me
moriré.
En lo que sí he triunfado en la vida es en tener una mujer maravillosa y unos hijos
extraordinarios. Pero, ahora que lo pienso, todo eso vino a mí espontáneamente.
Seguro que si me empeño en tenerlo, la vuelvo a cagar de nuevo.
En fin, igual la mejor lección es la de Forrest Gump. Dejarse llevar en la vida,
siendo humilde y honesto. Si te dicen de correr... ¡¡corre!! Y si te dicen que no pierdas
de vista la pelota... a mandar, ¡señor, sí, señor! Siempre que he querido triunfar y
ganar dinero he fracasado.
La vida sí que sabe dirigirme... ¡señora, sí, señora!»

«Estoy de acuerdo en que de los fracasos se aprende, pero, al menos en mi caso,


yo ya sé bastante, así que me gustaría que aprendieran otros ahora.»

¿Por qué fracasamos?

La mayoría de los fracasos reconocidos tienen que ver con las personas que
nos acompañan en los proyectos. Personas que no siempre se sienten partícipes
de la ilusión y la pasión del emprendedor, y que de una manera u otra defraudan
las expectativas que habíamos puesto en ellas. También hay muchos
emprendedores que se rodean solamente de amigos y de otras personas de
confianza, pero tener ese tipo de buena relación personal no garantiza en
absoluto que funcionen bien en el desempeño empresarial.

«Aunque sé que puede no ser políticamente correcto, yo no tengo el más leve


reparo en reconocer que en el único proyecto en el que me embarqué con otros dos

96
socios, que venían con excelentes referencias profesionales, no sólo fracasé sino que
me estafaron vilmente, aprovechándose de que deposité mi absoluta confianza en su
conocimiento del sector y su experiencia. Lección aprendida. Nunca pongas tu dinero
en algo que no controles al 100 por 100.»

«Considero que mi principal error lo he cometido a la hora de seleccionar a alguno


de mis compañeros de viaje. Concretamente, pecando de un exceso de optimismo a la
hora de afrontar un nuevo proyecto y no teniendo la paciencia suficiente para evaluar
y testar adecuadamente al potencial socio.
La inadecuada selección de los socios en cualquier proyecto empresarial suele
causar problemas graves y a mí me los ha causado, aunque ahora soy mucho más
cauto.»

«Lo que significa el fracaso y cómo afrontarlo no te lo enseñan en las


universidades, eso te lo enseña la vida. Es una auténtica pena que cuando somos
jóvenes y nos jugamos todo a poner en marcha una empresa, otros se aprovechen de ti
y te pisoteen. Hasta ahora he aprendido muchas lecciones, pero me centro en estas
cuatro:
1.º No te fíes absolutamente de nadie. El más paleto, inocente e inculto te la puede
estar metiendo doblada.
2.º Asegura el cobro de tus ventas.
3.º La mejor escuela es el día a día, y cuando cometes un error, ten por seguro que
te sale más caro que la universidad.
4.º Después del fracaso viene el éxito. Aunque no sea de la manera que esperas.
Así que levanta la cabeza y haz otro esfuerzo,
que la recompensa siempre llega.»

«El principal problema es la gente en general. En nuestra cultura, cuando se


fracasa, puedes encontrar mucha gente que se alegra por ello. Seguimos teniendo una
idea (tienen, mejor dicho) de que el emprendedor, el empresario, es el explotador, el
jefe, el enemigo… Y, claro, cuando le sucede algo malo es motivo de alegría. Me he
encontrado con eso, lo he vivido en carne propia, y lo puedo asegurar.»

También se fracasa muchas veces por exceso de expectativas. Cuando se


piensa que, como nuestra idea es buena, todo el mundo lo va a reconocer
enseguida y vamos a triunfar inmediatamente. Pero la realidad nos muestra que
son muchos los escalones que tenemos que subir antes de llegar a la cima. Si
tiramos la toalla antes de tiempo, porque pensamos que hemos fracasado al no
conseguir nuestros objetivos de inmediato, nos estaremos equivocando. Esto lo
saben muy bien los atletas, que se pasan la vida intentando una y otra vez batir

97
sus propias marcas. O los investigadores que persiguen nuevos descubrimientos
científicos, y que en la mayoría de las ocasiones llegan al final de su vida
profesional sin lograrlo. Pero tanto los atletas como los científicos son
conscientes de la dificultad de lograr sus objetivos, y saben controlar sus
expectativas, sin perder pasión ni entusiasmo y sin caer en la trampa de
considerarse fracasados.
Desconocer los entresijos del sector en que se va a desarrollar el negocio es
otro de los errores más frecuentes de los emprendedores. Especialmente en los
negocios relacionados con Internet, el emprendedor piensa a veces que su
conocimiento de la red y su capacidad tecnológica son suficientes para irrumpir
con éxito en un mercado tradicional. Y se equivoca, porque todos los mercados
tienen sus reglas, sus trucos, sus particularidades, que si no se conocen y se
controlan pueden dar al traste con cualquier proyecto.
Despreciar a la competencia o perder de vista la realidad del mercado,
cuando en los primeros momentos se consigue algún éxito relevante, son otros
de los factores de riesgo. Es el caso del emprendedor que, arropado por su
pasión, se obnubila cuando las cosas le salen muy bien desde el principio, y
piensa que ésa será la tónica del futuro de su proyecto. Que siempre será así, y
que ya puede relajarse porque nada ni nadie frenarán su trayectoria hacia el
éxito. El día en que comienza a pensar así, inicia el camino más seguro hacia el
fracaso.

La importancia del entorno

El periodista argentino Marcelo Berenstein, director del portal


www.emprendedoresnews.com, escribe en uno de sus editoriales:

«Las sociedades donde el ecosistema es cuestión de estado toleran el fracaso y


hasta lo ven con buenos ojos, porque es señal de que se intentó crear empresa, riqueza
y trabajo. El emprendedor que se cayó no tiene problemas en volver al ruedo, ni
penalizaciones bancarias, ni el dedo acusador de la sociedad.
En Argentina, en cambio, somos muy fascistas con el fracaso emprendedor. Al
que no le fue bien lo acusa la sociedad, el Veraz, los bancos, y hasta la propia familia
suele ser cruel con el que no lo logró.
Eso genera que haya muchos argentinos con miedo al fracaso y que se sientan más
cómodos buscando “pelos en el huevo” o “gatos con cinco patas” que tratando de
dominar las riendas de su propio destino.»

98
Esta reflexión podría aplicarse también a otros muchos países, entre ellos el
nuestro, donde el emprendedor no cuenta casi nunca con un entorno favorable
para el desarrollo de sus iniciativas.

«Si es un buen emprendedor con grandes ideas, yo creo que tiene tres salidas: por
tierra, mar y aire (de España).»

«Yo puedo hablar poco porque he emprendido poco, pero la cultura de ver los
errores como fracaso que hay en España lastra mucho a la hora de iniciar proyectos.
En la vida, tanto profesional como personal, hay de todo y hay que saber enfrentarse a
todo, pero muy especialmente a los fracasos, ya que a los éxitos todos sabemos
acomodarnos. En otros países el fracaso se considera parte del aprendizaje laboral, y
se entiende que cualquier persona debe enfrentarse a él en un momento u otro de la
vida. Incluso he leído en algún sitio que en ciertos proyectos se rechazan candidatos
que no hayan afrontado fracasos, ya que se desconoce cómo van a reaccionar llegado
el caso.»

«El problema del fracaso no es el fracaso en sí, sino lo que los demás pueden ver
en él. Y es cierto que está mal visto en este país, incluso por aquellos que hacen alarde
de ser “ciudadanos del mundo” y dicen que de los fracasos se aprende, pero muy
pocas veces se lo creen y lo aplican. Queda bien, moderno, europeo, pero detrás está
lo que bien decía Unamuno: “La envidia es el deporte nacional”. O sea, cuanto más
fracases tú, más éxito tengo yo.»

«Pobres los que se contentan con el fracaso ajeno... porque de ellos jamás será el
disfrute del éxito propio.
Individuos... Elementos independientes... Competidores... Jugadores de solitarios.
Cortos de miras e ignorantes... Pero ¿es que no ven que sólo hay una forma de
ayudarse a sí mismo y es ayudar a los demás? ¿Cómo puede alguien alegrarse de la
desgracia ajena? ¿Es que no son conscientes de que es la misma desgracia que mañana
les puede sobrevenir a ellos? El gran error de este mundo es pensar que todos somos
diferentes, distintos y que debemos estar separados. Posiblemente sea así en la forma,
pero no en la realidad. Lo que le sucede a uno le sucede a todos. Somos un mismo
cuerpo, un mismo organismo, seamos o no conscientes de ello.»

Se suele tomar a Estados Unidos como una referencia de entorno favorable.


Y es cierto que la sociedad americana favorece el espíritu emprendedor. De
hecho, en las universidades se fomenta constantemente que los futuros
profesionales elijan el camino de la independencia. Y no es casualidad que dos

99
de cada tres estudiantes declaren su intención de crear una empresa, una vez
terminados sus estudios. Son incluso numerosos los casos de personas que,
como Bill Gates o Mark Zuckerberg, iniciaron sus proyectos y crearon
empresas exitosas durante su período universitario.
La sociedad americana fomenta el emprendimiento y estimula la
independencia en todos los sentidos. Rara es la persona que a los dieciocho años
no abandona el hogar familiar para iniciar una vida independiente, en contraste
con nuestros jóvenes, que siguen viviendo en la casa de sus padres hasta edades
muy avanzadas. Ese espíritu de libertad, sin nuestro temor atávico al riesgo, es
el que ha llevado a los Estados Unidos a ser líder en muchas áreas, y muy
especialmente en todo lo relativo a la innovación. Tanto es así que el 95 por 100
de los avances tecnológicos hoy día tienen lugar en su territorio.
Sin embargo, no todo son ventajas en el paraíso americano de los
emprendedores. Martin Varsavski, creador de empresas tan emblemáticas como
Jazztel, Ya.com o FON, y emprendedor con experiencia tanto en Estados
Unidos como en Europa, considera que hay algunas diferencias importantes
entre ambos mercados que también deben tenerse en consideración.

«Habiendo creado empresas allí y conociendo bien ese mercado, sé que Estados
Unidos también tiene sus aspectos negativos. Uno de ellos son los “impuestos legales”
que hay que pagar para hacer negocios. Los gastos en abogados y derivados de temas
legales son, según mi experiencia, un 70 por 100 menos en Europa. Es más, en Europa
no necesitas preocuparte porque te caigan demandas frívolas y sin sentido ni necesitas
asegurarte contra ellas. El tema legal es un serio impedimento para el trabajo del
emprendedor en Estados Unidos. Además, el sistema legal norteamericano es tan
“interpretativo” que muchas veces no sabes si estás actuando legalmente o no.»

Aunque él mismo reconoce que los conceptos legales también pueden ser
una traba en Europa en algunas ocasiones.

«Paso a un ejemplo significativo. El start up norteamericano por excelencia,


Hewlett Packard, una empresa que empezó en un garaje en Estados Unidos. Este
concepto, el de empezar una empresa en un garaje, sería considerado ilegal en Europa
porque aquí no se puede empezar una empresa en un garaje, ya que es ilegal trabajar
en un garaje. La verdad es que Jazztel empezó en un garaje. Ahí estábamos con Eva
Romero —que aún trabaja para mí 10 años más tarde—, en el garaje de mi casa. Pero
hace poco alguien me recordó que lo que hicimos fue ilegal. En Alemania, por
ejemplo, la legislación define lo que puede ser un ambiente de trabajo. Inclusive hay
leyes que no permiten a los empleados trabajar a más de una cierta cantidad de metros

100
de una ventana. Así que aunque el famoso garaje en el que empezó HP tenga muchas
ventanas, igual sería ilegal en Europa por estar justamente… en un garaje. Aclaro que
no es que piense que está bien trabajar en un garaje, entiendo que no es un sitio idóneo
para trabajar. Pero el tema es entender que en Estados Unidos la gran mayoría de los
start ups nacen y mueren en los garajes. Pero los garajes son espacios gratis mientras
se trata de ver si un concepto tiene potencial.»

Compartir los fracasos

No es habitual, como ya he dicho antes, que los empresarios de éxito


compartan también sus fracasos con los demás. Sin embargo, su experiencia
podría sernos muy útil a todos, aunque sólo fuese por la toma de conciencia
colectiva de que el fracaso no es patrimonio sólo de los «fracasados». Nos
serviría, por ejemplo, para entender que en realidad el fracaso no existe y que
los fracasos son sólo el peaje que hay que pagar para llegar hasta el éxito.
Pero lo cierto es que, aunque en otros países esté bien visto y se considere
que si no has fracasado alguna vez no estás bien preparado para gestionar con
garantías una empresa, especialmente en épocas de crisis, cuando los problemas
bombardean al gestor diariamente y desde todos los ángulos del negocio, en
nuestro país se ocultan los fracasos.

«¿Qué obtiene quien alardea de los fracasos? De ellos sólo hablan quienes han
triunfado. Me pregunto si al buscar oportunidades con clientes y colaboradores,
financiación en una entidad bancaria, o recomendaciones, nos mirarían con buenos
ojos al enterarse de que el último cliente no quiso abonarnos la minuta porque la
aplicación no funcionaba, que el curso fue un fracaso o que la batidora quemó toda la
instalación eléctrica.»

«Yo sugiero cautela en la comunicación de los fracasos y aprendizaje para no


reincidir.»

No le falta razón a este emprendedor, aunque se equivoca en su apreciación


de que sólo hablan del fracaso los que han triunfado. Porque ni siquiera ésos se
atreven a confesar sus errores. Yo no he conocido nunca ningún evento cuya
temática se centre en triunfadores que vayan a explicar sus fracasos. Los que
han tenido éxito en sus carreras profesionales nos invitan a compartir sólo sus
métodos exitosos. Y a los que han fracasado nadie les suele llamar para que den

101
conferencias.

Entrando en acción

Hay dos posibles actitudes frente al fracaso: tirar la toalla o fortalecerse


con la experiencia. ¡Tú eliges!

Si no te gusta fracasar con las personas, no contrates a amigos, contrata a


gente capaz.

No ocultes tus fracasos. Son tus heridas de guerra, las medallas al valor
que han forjado tus éxitos.

102
11
Aprender a emprender

«Se necesita urgentemente una nueva ola de emprendedores llenos de energía para
impulsar con fuerza el comercio en todo el mundo, sacudir los mercados y crear
empleo.»

RICHARD BRANSON Fundador de Virgin

103
Es evidente que para triunfar como emprendedor es necesario contar con
algunas armas que, innatas o no, determinan la capacidad del emprendedor para
enfrentarse a los problemas que le van a surgir en el desarrollo de su proyecto.
Desde el conocimiento del mercado hasta la puesta en marcha de la empresa,
pasando por la elección de los socios y empleados, la correcta evaluación del
plan de negocio, la financiación, o los riesgos imprevistos a los que tendrá que
enfrentarse a lo largo de su trayectoria. La teoría de muchas de esas cosas puede
aprenderse seguramente en la universidad o en las escuelas de negocios
especializadas. Sin embargo, la práctica derrumba a menudo todos los supuestos
teóricos y nos demuestra que los conocimientos adquiridos vía formación
académica no son nunca suficientes.
Indudablemente, los que deciden ser emprendedores después de haber
llevado a cabo durante años una carrera profesional como asalariados tienen
ventaja sobre los jóvenes recién salidos de las universidades. La experiencia
laboral, exitosa o no, siempre es un punto a favor del nuevo emprendedor,
aunque no necesariamente suficiente, porque gestionar una empresa requiere
habilidades en muchas áreas a las que el asalariado no siempre ha tenido acceso,
incluso en el caso de haber asumido durante su carrera puestos directivos.
En el caso de los jóvenes, la inexperiencia laboral suele ser el mayor
obstáculo. Una excelente preparación académica no es nunca garantía de éxito
cuando la persona se enfrenta a la vida real de las empresas. En la actualidad se
dan cientos de casos en los que varios jóvenes se unen para desarrollar
proyectos de Internet, con el único bagaje común de su conocimiento de la
tecnología, pero sin ningún tipo de experiencia en los mercados en que van a
mover sus productos. Muchos emprendedores de éxito en sectores tecnológicos
me han confesado que perdieron los tres o cuatro primeros años intentando
conocer el mercado. Ellos pensaban que su brillante idea tecnológica, nueva,
diferente y única, era suficiente para triunfar de inmediato. Sin embargo, la
práctica les demostró que sin conocer a fondo los mecanismos del mercado, su
brillante invento tecnológico no llegaría a ninguna parte.
Mi consejo es que todo emprendedor se complemente con un buen asesor
con amplia experiencia en puestos directivos del máximo nivel. CEOS
experimentados, a ser posible, que se encuentren disponibles, por estar

104
jubilados o prejubilados, para dedicar algunas horas al mes al asesoramiento de
los emprendedores, ayudándoles, desde su experiencia, a sortear los avatares del
día a día empresarial; hablando claro y sin más intereses que ayudar a sus
pupilos a evitar los errores más comunes. Una voz independiente en la que
poder confiar. Un soporte imprescindible para llevar a buen puerto cualquier
proyecto.

105
12
Siete reglas de oro y algunos
buenos consejos

106
James Altucher, que es el fundador de Stockpickr.com, una red social para
las finanzas que cuenta con millones de visitantes únicos por mes, ha elaborado
una lista de cien reglas de oro para emprendedores. Yo he seleccionado de entre
ellas sólo las siete que me parecen auténticamente imprescindibles:

1. Si fracasas, empieza de nuevo.


2. Si quieres vender tu empresa, no lo hagas hasta que haya crecido lo
suficiente.
3. Duerme. Sólo necesitas ocho horas al día para estar centrado en tu negocio.
Con eso es suficiente.
4. Ambiciona el éxito, tanto para ti como para tus clientes y competidores.
5. No te dejes intimidar por voces demasiado pesimistas.
6. Celebra tus éxitos con tus empleados.
7. Las ideas no valen nada si no las pones en práctica.

También quiero dejar constancia de algunos buenos consejos que la práctica


ha ido dictando a muchas de las personas que, con sus comentarios, han
contribuido desde las redes sociales a elaborar los contenidos de los diferentes
capítulos del libro.

«La idea de un negocio siempre empieza por un sueño. Mi consejo es que jamás
dejes de soñar.»

«Tu idea te tiene que apasionar. Si solamente te gusta, piensa en otra.» «Tienes
que ser lo más objetivo posible en los parámetros de la idea para no caer en el
“enamoramiento ciego”, ya que esto puede falsear y subjetivar el proyecto.»

«Asegúrate de que eres tú personalmente quien abre y cierra la puerta de tu


negocio todos los días.»

«Confía en ti mismo. Si no confías tú, ¿quién lo hará?»

«Ten fe en ti mismo, pero apóyate en estudios serios de mercado.»

107
«¿Es tu impulso apenas un capricho, o es el resultado de una profunda meditación
con el correspondiente análisis de riesgos y oportunidades?»

«Antes de invertir en desarrollar tu idea, asegúrate de que emprender es realmente


lo que quieres. Una vez empezado el camino, los retrocesos tienen un coste demasiado
elevado.»

«Hay que crearse una identidad propia: ¿Cómo trabajas? ¿Qué te diferencia del
resto? ¿Qué tienes tú para que entre millones de competidores seas uno de los
elegidos?»

«A pesar del planteamiento, desarrollo, planificación, estudio del mercado,


esfuerzo, realismo..., si careces de suerte no tienes nada que hacer. Muchos estudiosos
la niegan, pero la realidad es la que es y muchas veces se nos escapa el proyecto de las
manos sin saber por qué. Y si a todo esto le añades un “Padrino”... el éxito está muy
cerca.»

«La suerte no existe, salvo en la lotería. Sólo preparación, estudio, trabajo,


esfuerzo, visión e ilusión. Como fruto de todo eso, antes o después vendrá lo que
llaman suerte.»

«Creo que la suerte es un gran factor a tener en cuenta, pero, por Dios, que si viene
te pille trabajando. No se debe confiar demasiado en la suerte. Si hay una buena
planificación, un estudio adecuado, un buen plan de empresa, viabilidad y un poco de
suerte, lo lógico es que todo llegue a buen puerto. Pero si te falta todo lo primero, aun
contando con la suerte, es casi seguro que no saldrá el proyecto adelante. Podrá quizás
arrancar bien, pero morirá en un futuro próximo casi con toda seguridad.»

«Hay una frase, pienso que de Franklin: “Creo mucho en la suerte; cuanto más
trabajo, más suerte tengo”.»

«Nunca descuides el apartado de gastos e ingresos a corto, medio y largo plazo.


¿Cuánto debes facturar al mes para poder vivir y cubrir costes? Analiza si hay
mercado para tu idea. También si estás en la ubicación geográfica adecuada. Y si no
dispones de financiación ni ayudas, no lo hagas.»

«Trabajo, esfuerzo, ilusión, confianza y un buen equipo.»

«El principal objetivo es vender. Hasta que no consigas facturar tu producto o tu


servicio no tendrás valor alguno. Oriéntate al mercado.» «Actitud positiva,

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perseverancia, saber escuchar (sobre todo a tus potenciales clientes) y mente abierta.»

«Energía, para poder afrontar las dificultades del comienzo, y superarlas sin
dejarse abatir. Convicción en el propio proyecto, como rumbo de vida profesional, y
decisión de dedicar al proyecto tu tiempo, esfuerzos y recursos.
Ser hábil comunicador, para expresar las ideas con claridad y concreción. Contar
con conocimientos técnicos sobre el proceso operativo y la comercialización. Estar
bien informado y no negarse a acudir a expertos.»

«Pasión. Mucha pasión. Hazlo con la mente pero también con el corazón y disfruta
con el desafío.»

«Que no te falte ese pilar, esa madera de la que estamos hechos los
emprendedores: el riesgo. Atreverse a arriesgar. Ya lo dice el refrán: sin riesgo no hay
gloria.»

«Ideas claras, propuesta de negocio clara, y a morder.»

«Dos palabras: PENSAMIENTO LATERAL. Lo que hizo posible el walkman de


Sony, casi toda la gama de productos de Apple en las etapas Jobs, el chupachups y la
fregona, ambos inventos españoles y muy parecidos en su concepción (ponerle un
palo a algo).
Lamento disentir de quien valora demasiado los estudios de mercado. En algunos
casos funcionan, pero para alguien que empieza, mi consejo es que los relativice un
poco. Y en cuanto al plan de negocio, que lo haga y que lo desarrolle, pero que no
piense que le va a garantizar el éxito.»

«Una de las primeras cosas que debe entender cualquier empresario es que los
éxitos garantizados NO existen; ni siquiera las empresas exitosas, o muy exitosas,
tienen esos resultados garantizados para la eternidad (y hay miles de casos... Kodak,
por ejemplo).
El plan de negocio depende de la ejecución. Grandes ideas hay muchas, miles,
pero la mayor parte de ellas mueren por ser puestas en práctica de manera incorrecta.»

«Olvídate del plan de negocio, sal de la oficina y testa rápidamente el modelo de


negocio con potenciales clientes. Vuelve a la oficina, reajusta el modelo y vuelve a
salir... Así hasta que alguien te diga: me interesa, lo compro.» «Por mucha ilusión,
confianza y suerte que tengas, si no se tiene «una buena idea» nunca lograremos el
éxito de nuestro proyecto.»

«Tienes que tomar consciencia de si tienes o no la suficiente fuerza mental para

109
aguantar y manejar situaciones de todo tipo. Es muy necesario.»

«1. Apóyate en tus fortalezas (habilidades, experiencia, contactos, etc.) para


emprender tu proyecto. Nunca pierdas la ilusión ni la confianza en ti mismo.
2. A la vez, sé realista. Algunas cosas pueden salir mal.
Invierte tiempo en revisar y minimizar los posibles errores/ problemas. Ten
preparados planes alternativos para poder seguir adelante.»

«Afronta tu proyecto armado con un buen kit de estrategias y planes alternativos,


para el caso de que no salgan las cosas como las habías planificado. Procura evitar
dejar “al azar” lo más mínimo. Y que el proyecto realmente te ilusione, porque por el
camino te encontrarás un montón de obstáculos, que te harán pensar si estás perdiendo
el tiempo y el dinero. Pero, después de todo, vas a descubrir que es lo más gratificante
que puedes hacer en la vida. ¡Así que, ante todo, no pierdas nunca la ilusión!»

«En mi opinión, para construir proyectos empresariales de éxito es necesario


contar con un perfil de empresario que favorezca esos proyectos. El altísimo
porcentaje de fracasos de nuevos proyectos (tanto en número como en el tiempo que
se necesita para llegar a estar a salvo... que es superior a 8 años, y en algunos sectores
a 10 y 11, y no 2 años como se dice a veces) nos demuestra que el problema del éxito
radica en cómo somos los empresarios, cómo afrontamos nuestros proyectos, qué
limitaciones tenemos y cómo muchas veces saboteamos nuestros proyectos de forma
inconsciente y sistemática. Es decir, no se debe empezar un proyecto de empresa sin
antes haber hecho una revisión profunda y las modificaciones oportunas de ese perfil
de empresario, para que luego no caigamos en la excusa de “no he tenido éxito por los
clientes, por los proveedores, por el Estado, por a o por b” sin reparar en que el
problema somos nosotros mismos.»

«Antes de analizar y estudiar el entorno (mercado, plan de viabilidad, crear y


mantener una red de alianzas estratégicas, definir la misión y la estrategia o visión,
etc.) tienes que dedicar tiempo a analizar tu verdadero YO. Conocer bien tus
habilidades, competencias, actitudes y comportamientos frente al fracaso y al éxito, al
estrés y a la ansiedad. En definitiva, que antes de estudiar el entorno, debes aumentar
tu nivel de autoliderazgo, comprendiendo este concepto la autoconsciencia, el
autoconocimiento y el autocontrol, como bases para, si no garantizar el éxito, al
menos comenzar con una buena base.»

«Es más sencillo de lo que te imaginas y más difícil de lo que parece.


Y la receta incluye los ingredientes: trabajo, humildad, prudencia, marketing y
excelencia en atención al público. No incluyo conocimiento puesto que solamente la
humildad ayuda a crecer en conocimiento y en el saber hacer.»

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«Dedicación y constancia en estos cuatro aspectos:
a) Todo lo que se relaciona con los clientes y proveedores.
b) Todo lo que se relaciona con los temas financieros.
c) Formación de los empleados.
d) Creación de una cultura empresarial.»

«El mayor problema es quedarse atascado en el camino, o atacado por factores no


previstos, o simplemente superado por la competencia que no se tuvo en cuenta o que,
habiéndola tenido en cuenta, no la valoramos objetivamente.» «El primer consejo es
filtrar la información y fiarse mucho del que ya emprendió.
Un segundo consejo es centrarse en la liquidez. Como dice Kenn Morse:
CFIMITYM (Cash Flow is More Important Than Your Mother).»

«Si no lo tienes claro, y no tienes detrás un gran apoyo financiero para aguantar
los malos momentos, espera a que pase la crisis.»

«Ser empresario no es una broma, hay muchas responsabilidades. Sé consciente de


cuánto de tu dinero vas a invertir en la aventura y no hipoteques toda tu vida si sale
mal. Para levantarse cuando uno se cae, hay que tener más fuerza que el peso que
llevas a la espalda.»

«Todos tenemos ilusión, ganas, horas, sacrificio..., pero muy, muy importante es
tener capacidad económica para emprender y aguantar al menos dos años. No podéis
contar con ayudas del Estado o las Comunidades y menos aún con líneas de crédito.
Todo lo que nos anuncian de ayuda a emprendedores es falso, y los bancos están con
el grifo cerrado con llave inglesa.»

«Ten una idea que te pueda reportar más de lo que vas a invertir (en todos los
sentidos). Ten paciencia, ánimo, constancia, resiliencia, rodéate de buena gente, intuye
las oportunidades y ten también una pizca de suerte... ¡Ah!, y que el banco te fíe los
dineros.»

«Antes de lanzarte asegúrate de que vas a tener buenos clientes, que lo has
estudiado bien, que conoces bien el sector, que tu producto o servicio es de calidad…»

«Estudia a fondo el network marketing.»

«1. Pegarse durante el primer año a un guía, para conocer el abc del negocio.
2. Garra y pasión por lo que haces.
3. Y ten presente que no hay peor gestión que la que no se hace.»

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«Lo principal es tener claro el proyecto, estudiar las posibilidades reales del
mismo, fijar objetivos y, finalmente, mucha paciencia y perseverancia.»

«Si das tu palabra, tienes que cumplirla. Cueste lo que cueste. Si quedas con un
cliente en que el próximo lunes va a tener sus planos, su informe, su salón pintado de
verde, su lo que sea... tienes que cumplirlo, aunque te cueste el fin de semana. Yo creo
que si se actúa así, con el tiempo te acabas haciendo una clientela fiel.»

«Persevera y lee La universidad del éxito de Og Mandino.»

«Pasión por tu proyecto y estar preparado para el fracaso, no todo son éxitos. Los
éxitos hay que celebrarlos, pero de los fracasos hay que aprender y salir fortalecidos,
para poder seguir adelante.»

«Si tuviera que empezar de nuevo, evitaría en lo posible la contratación de


trabajadores y funcionaría con profesionales autónomos.»

«Ánimo resuelto día a día. Diseña y estructura con un enfoque perfecto tu


proyecto. Da más de lo que recibes. Y crea tu realidad basándote en tus creencias y no
en las de los demás. Por último, descansa bien.»

«Hay que buscar el efecto palanca: con el mínimo esfuerzo alcanzar el máximo
resultado. Eso es la eficacia, o lo que algunos llaman suerte.» «Planificación, trabajo y
perseverancia. Y revisar constantemente el trabajo realizado para ver en qué fallamos
y mejorar.»

«Una constancia a prueba de bombas, y mucha paciencia con todos los que
“revolotearán” a tu alrededor sin aportarte nada más que despiste.»

«Trabaja en lo que eres formidable. Eso es todo.»

«Evaluar bien la viabilidad de tu “idea”. Ilusión, trabajo, más trabajo, no


desanimarse, y saber que los inicios son duros; no querer hacerse rico en cuatro días,
ser muy realista.»

«Mucho ánimo y tesón. Formación académica, sí, pero práctica y realista. Y


mucho contacto con otros emprendedores que ya han pasado o están pasando por esa
situación.»

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«No permitas que los baches que te encuentres en el camino, ni la aburrida
burocracia de los comienzos, te arrebaten la ilusión con la que empezaste la idea de
emprender.»

«Si caes siete veces, levántate ocho. Mucho ánimo, actitud positiva, y recuerda
que los negocios pasan por delante de nosotros todo el tiempo.»

«Inteligencia y talento. La inteligencia es escoger bien y el talento se consigue


trabajando.
Y todavía añadiría algo más: ¡amar lo que haces!
Es muy simple, extrapola lo personal a lo empresarial; como te va en tu vida
personal te irá en tu vida profesional. ¡¡El activo más importante eres tú!!»

«Recuerda que el emprendedor eres tú y no tu familia, nunca los pongas en riesgo.


Trabaja mucho, ahorra e invierte. Establece sistemas de información y ponte límites
temporales y monetarios.» «Asegúrate de que haya ingresos lo antes posible. Eso
quiere decir ventas. Un emprendedor debe ser vendedor. Si no le gusta la palabra
vendedor o las ventas, está perdido. Emprender = Vender.»

«Mantén la brújula orientada siempre hacia el cliente. Sigue a la competencia,


pero no te obsesiones con ella. Y, ¡ojo!, controla la tesorería porque será la clave que
te guiará para cuidar la calidad de tus compras y tus ventas.»

«¿Qué es lo que quieres? ¿Qué es lo que te falta? ¿Qué vas a hacer para
conseguirlo?»

«Piénsalo, establece un plan, estúdialo a fondo, revísalo una y mil veces, y


después busca buenas alianzas. Ahora sólo te falta perseverancia y una miajita de
suerte.»

«Para desarrollar tu idea, haz un estricto plan de viabilidad, entrégate a fondo y


escribe en tu espejo del baño “Inasequible al desaliento”. Si en tres meses no te
funciona, mete la idea en la nevera y ve a por otra.»

«Empezar un negocio es como un despegue de avión. Gastarás el 30 por 100 del


combustible, el piloto no puede tener ninguna distracción, necesitas el apoyo de una
torre de control, el copiloto y las sobrecargos tienen funciones específicas que no
pueden cambiar, y es incómodo y ruidoso. Pero una vez alcanzada la altura y
velocidad de crucero, todo es paz y hasta puedes poner el piloto automático.»

113
13
El consejo final de un gran
emprendedor

114
No se me ocurre una manera mejor de terminar este libro que reproduciendo
las palabras de Steve Jobs, plasmadas en La biografía de un revolucionario de
Walter Isaacson, sobre las motivaciones que tuvo para emprender. Creo que son
el más brillante alegato a favor de la necesidad de tener ideas y de llevarlas a la
práctica, en el convencimiento de que esa actitud puede dar sentido a toda una
vida.

«¿Qué me motivaba? Creo que la mayoría de las personas creativas


quieren expresar su agradecimiento por ser capaces de aprovechar el trabajo
que otras han llevado a cabo antes que ellas. Yo no inventé el lenguaje ni las
matemáticas que utilizo. Produzco sólo una pequeña parte de mis alimentos, y
ninguna de mis prendas de ropa está hecha por mí. Todo lo que hago depende
de otros miembros de nuestra especie y de los hombros a los que nos subimos.
Y muchos de nosotros queremos contribuir con algo para devolverle el favor a
nuestra especie y para añadir algo nuevo al flujo de la humanidad. Es algo que
tiene que ver con el intento de expresar una idea de la única forma en que
muchos sabemos, porque no podemos escribir canciones como Bob Dylan u
obras como Tom Stoppard. Tratamos de utilizar el talento que sí tenemos para
expresar nuestros sentimientos más profundos, para mostrar nuestro aprecio
por todas las aportaciones que vinieron antes que nosotros y para añadir algo
a toda esa corriente. Eso es lo que me ha motivado».

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Edición en formato digital: marzo de 2012

© Agustín Medina, 2012


© De esta edición: Ediciones Pirámide (Grupo Anaya S. A.), 2012

ISBN ebook: 9788436826647

Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro electrónico, su transmisión, su descarga, su
descompilación, su tratamiento informático, su almacenamiento o introducción en cualquier sistema de repositorio
y recuperación, en cualquier forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, conocido o por inventar,
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Para cualquier información pueden dirigirse a piramide_legal@anaya.es

Conversión a formato digital: Newcomlab, S.L.L.

http://www.edicionespiramide.es

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Índice
Prólogo 4
1.Las motivaciones 7
2. Las expectativas 27
3. Los riesgos 33
4. La realidad 40
5. La independencia 50
6. Los recursos 57
7. Los socios 64
8. El equipo 70
9. La innovación 83
10. El éxito y el fracaso 92
11. Aprender a emprender 103
12. Siete reglas de oro y algunos buenos consejos 106
13. El consejo final de un gran emprendedor 114
Créditos 116

117

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