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ErtILIO ALONSO VALORES

EL TONTO
DE LAS MONJITAS
CUENTO EN ACCION
INSPIRADO EN UNO DE BOCACCIO

MÚSICA DEL MAESTRO

ALONSO VALORES

eopvrigtit, bg Emilio flionso Valdrás, l9ll.

MADRID
SOCIEDAD DE AUTORES ESPAÑOLES
Núñez de Balboa, 12
1911
L
33515
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EL TONTO DE LAS MONJITAS

' ft. , •

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11678
EL TONTO DE LAS MONJITAS
CUENTO EN ACCIÓN

INSPIRADO KN UNO DE BOCACCIO

LETRA Y MÚSICA DEL MAESTRO

EMILIO ALONSO VñLDRÉS

MADRID
IMPRENTA DE LA CIUDAD LINEAL
Lagasca, 6.-Teléfono 1.254
1911

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PERSONAJES ACTORES

MANUEL (tonto lingido).............................................. VICENTA VARGAS.


CAROLA (educaiula ilel convento) . . ................. ADELA DE VICENTE.
LUZ (otra eclucanda)...................................................... CONSUELO LarioS.
EL PADRE CARAZÜ (confesor del convento) . . IGNACIO MUÑOZ.

LUGAR DE LA ACCIÓN: Allí donde haya amor y haya conventos.

ÉPOCA; Cualquiera, menos la presente, porque ningún personaje


se marca el garrotín.

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ACTO UNICO

Escena: Habitación apartada en el piso alto de un convento atrave­


sada al foro por un pasillo.—Puerta pequeña practicable primer
término izquierda.—fl la derecha, ¡unto á la pared ? pendiente
del techo, una cuerda con varios nudos.

A! levantarse el telón aparecen en escena CAROLA y LUZ disputando.

Car. Pues esto ha de terminar,


que á consentir no estoy pronta
que se me tome por tonta;.
y vosotras por tomar
me tomáis hasta mi amor,
que es mi dicha, que es mi encanto,
y como le quiero tanto
me causáis un gran dolor.
Luz ¿Pero quién te quitanada?
Car. ¡Vosotras!
Luz ¡Yo también!
Car. ¡Si!
Luz El desconfiar de mí,
Carola, es una bobada.
Car. Bobada, sí. Porque un día
nos sorprendisteis... jugando
la envidia os ha ido minando;
y cada cual á porfía
quiere del tonto sacar

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partido en provecho suyo,
¡pero es sólo mío!
Luz ¿Tuyo?
Car. Y me lo queréis quitar.
Luz Otras, yo no; que el tal niño
en mi corazón no entró.
Car. No, si ahi ya sé que no.
Luz Yo sólo tengo cariño
á Jesús crucificado
que será pronto mi esposo,
y del convento el reposo
es mi querer más amado.
Car. ¡Hipocritona!
Luz ¡Me insultas!
Car. ¡Digo la verdad!
Luz ¡Me fa!tas!
Car. Aunque ofendida te exaltas
tu falsedad no me ocultas.
Luz Van de mi honradez en mengua
tus incomprensibles celos.
Car. Hija, nunca tuve pelos...
Luz ¿En el moño?
Car. No, en la lengua.
(Con exaltación poética.)
Era una noche de luna
del caluroso verano
é ibais tres con fuego insano
á la choza de Ton i;
pasásteis una por una
por sus amorosos brazos,
robándome los abrazos
que él guardaba para mí.
¡Triste noche en que robásteis
de mi pecho la alegría,
desde entonces noche y día
llorando las paso yo!
¡Triste noche en que matásteis
de su amor la fiel constancia
y el velo de la ignorancia,
á todas os lo rompió!
Luz ¡No sabes lo que te dices!
Deliras con tus amores

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y pagas tus sinsabores


con nosotras.
Car. ¡Infelices!
Luz ¿Si su amor ya no disfrutas,
por qué á mí me has de culpar?
Car. ¡Porque lo queréis robar!
¡Porque sois todas!...
Luz Disputas
con una loca no quiero.
Car. Haces muy bien; al poder,
tú sola quieres tener
muy cerquita al jardinero.
Luz Mi paciencia está agotada
y dado como te portas
voy á darte un par de tortas.
Car. a eso, estás acostumbrada.
Luz ¡Toma, para que te enteres!
(Se cogen del pelo y se dan unos cuantos porrazos.)
Car. ¡Te voy á arrancar el pelo!
(Sale Manuel por la derecha y al ver el jaleo se apresura á
separar á las luchadoras.)
Man. (Que sale.) ¿Qué es esto? ¡Válgame el cielo!
¡Recristo con las mujeres!
Car. Me alegro de tu llegada.
Luz Y yo, así te contaré...
Man. El trabajo os ahorraré. *
Luz Es que...
Man. La boca callada.
Lo ocurrido he presenciado,
y por lo que he visto, infiero
que ambas teneis mucho fuero
pero un fuero exagerado;
y el genio en esta ocasión
á las dos os perjudica,
pues perdéis vida tan rica
por una fútil cuestión.
Car. No, que mi agonía es mucha
y son locos mis anhelos,
pues me quebrantan los celos
con gran insistencia.
Man. Escucha.
El secreto han descubierto

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y esto no estaba previsto,


saben que el tonto es muy listo
y un muchacho muy despierto,
y como todas estaban
de mundano amor hambrientas,
han recurrido sedientas
donde esas cosas se daban.
Yo, al principio no accedí,
mas si hubiese resistido
nos hubiera sucedido
algo malo á tí y á mí;
que estas se hubieran venido
con el cuento á la priora,
y entonces esta señora
pronto me hubiera... molido.
A ver si es que esto se arregla
de alguna suerte, mujer,
pues tú debes de tener
gran cuidado con la regla
¡que es severa! ¡que es cruel!
¡que es hoy dueña de tu vida!
(Ap. á Carola.) Y á más que nunca te olvida
tu enamorado Manuel.
(A Luz.) Y vosotras, si queréis
continúen los amores,
apaciguar los ardores
ó pronto me perderéis,
pues es fácil comprender
y no podéis extrañar,
que á cuatro tener que amar
es demasiado... querer.
Y dejaros de cuestiones
como la de hace un momento,
que para irme del convento
me sobran á mí razones.
Luz Tienes razón, dueño amado.
Car. Tienes razón, amor mío.
MAN. Pues en vosotras confío
para seguir ignorado.
Y mi voluntad por fuerza
seguiréis una por una
y no quiero que ninguna

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de vosotras me la tuerza.
Car. Te obedeceré al momento.
Luz Y yo.
Man. Pues para premiaros
un cuento voy á contaros.
¿Queréis?
Luz ¡Sí!
Car. ¡Sí!
Luz Venga el cuento.

MÚSICA

Man. En un convento de monjitas


un estudiante penetró
y en una celda que halló abierta
el muy tunante se ocultó.
Al. ir la monja al lecho
al estudiante vió,
mas éste que era el diablo
á la monja tentó.
Las dos jesús y Dios nos libre
de la tentación.^
Man. Al irle á dar la mano el estudiante
ella quiso gritar, ya medio loca,
y entonces el tunante
se la puso en la boca;
y fué tal el susto
que ella recibió
que de él se privó
y él no se privó.
Cuando volvió del accidente
hallóse en brazos del doncel
y haciendo fuerza por soltarse
al estudiante se le fué.
Mas dió la coincidencia
que por allí pasó
la madre superiora
y algún ruido sintió.
Las dos La madre superiora
algún ruido sintió.
Man. y quiso dar del ruido con la clave,

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pues el tal no era como de quien reza,
y al mirar por la llave
vio toda la pieza;
y al ver que pasaba
hubo de exclamar:
en mi vida he visto
una cosa igual.
Llamó á la tornera—llamó á la organista
llamó y no la abrieron—llamó al capellán,
llamó á las hermanas—y á todas las madres
y hasta al cerrajero—tuvo que llamar.
Abrieron la puerta—cogieron al chico.
Le vapulearon—lo lindo la piel,
le dieron tirones—en todas las partes
y todas querían—quedarse con él.
Las dos Llamó á la tornera, etc.

HABLADO
Las dos ¡Muy bonito!
Man. (A Luz.) Ahora te ruego'
que nos dejes.
Luz Pues promete
que irás á verme al...
Man. Si, vete.
Luz A donde siempre.
Man. Hasta luego.
(Vase Luz por la derecha tirando un beso con la mano des­
de la puerta.)
Car. Y aún quieres que paciente me someta
cuando la muy...
Man. Detente.
Car No se guarda
de buscar tu querer en mi presencia.
Man. No te enfades, Carola de mi alma.
¿No recuerdas aquella noche obscura
en que escalé amoroso tu ventana
y al creer estrecharte entre mis brazos
me molieron á coces y patadas?
Car. Que al convento mis padres me trajesen
aquel triste suceso fué la causa.
.Man. Mas yo logré al punto

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saber donde estabas,
me vestí este traje,
guié mis pisadas
hacia este convento,
pues que yo pensaba
entrando al servicio
de esta santa casa,
verte día y noche;
pero por desgracia
esto duró poco,
que olieron la caza
tus compañeritas,
y todas andaban
con ardor vehemente
tras de mis pisadas,
¡siempre del convento
salidas estaban!
en el jardín siempre,
con la mar de ganas
de estar con el tonto
de toque y de charla.
Car. Hasta que lograron
lo que deseaban.
Man. Pero tú entre todas
eres la sultana.
Car. ¡Pero toco á poco!
Man. ¿Pues qué, no te basta
que esté haciendo el tonto
sólo por tu causa?
y que cuando al pueblo
por algo me mandan
se burlan al verme
todas las muchachas,
los chicos me corren
dándome pedradas
y todos se dicen
entre carcajadas
mirar, es el tonto
de las monjas.
Suena la hora en un reloj de torre.)
Car. ¡Calla!
El reló acaba de dar.

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Man. Mil gracias, ya lo escuché.
Car. Es que cuando la hora dé
la campana he de tocar;
que ese castigo me impuso
la madre Presentación
por no saber la lección
de moral.
Man. ¡Si está en desuso!
Car. Ya ves, por falta tan poca...
Man. Pero menor penitencia
no pudo dar su clemencia.
Anda, toca, toca, toca.
(La habrá cogido por la cintura y la conduce donde la
cuerda se halla y dando la espalda al público da ella tres
toques y repique.)
Car. Como hasta el otro toque
queda gran tiempo
ven conmigo...
Man. Si ahora
bajarme tengo
con la madre Ponciana
por un pellejo
de aceite á la despensa.
Car. Pues ya irás luego.
Man. Si era al sonar la hora
también.
Car. No quiero.
Anda, vente conmigo.
Man. ¡Si es que no puedo!
Car. Anda, Manolo mió,
(Empujándole hacia la puerta de la izquierda.)
pasa aquí dentro.
Man. Bien, pero no avasalles,
que no hay derecho.
(Pasan al cuarto cerrando la puerta.—Luz sale por la dere-
recha corriendo.)
Luz ¡Ya has caído en el garlito!
¡Miren la mosquita muerta!
Ella parecerá tonta,
mas se mete en la leñera.
Voy á ver...
(Mira por el ojo de la llave y se aparta escandalizada.)
¡válgame el cielo

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y cómo el tiempo aprovechan!


Corro en busca de la llave.
¡Te la voy á jugar buena!
(Al ir á hacer mutis por la derecha la detiene EL PADRE
CAPAZO que habrá salido cuando LUZ miraba por la ce­
rradura.)
P. c. ¿Adónde vas tan corriendo?
¿Qmé pasa tras esa puerta
que con tanto afán mirabas
hace un momento?
Luz Pues era
que estaba viendo qué hacían
metidos en la leñera
una colegiala y...
P. C. ¿Quién?
Luz El jardinero.
P. C. ¡Cuneta!
Yo no me puedo doblar
por mi panza tan obesa,
mas tú mirarás por mí
y me dirás lo que veas.
(Luz mira por el ojo de la llave.)
Luz Ella le abraza.
P. C. ¿Le abraza?
Luz Y ahora le besa.
P. C. ¡Le besa!
Luz Él rehuye sus caricias,
mas ella con insistencia
le retiene entre sus brazos.
P. C. ¡Carambita con la nena!
Luz ¡Le hace burla!
P. C. ¿Le hace burla?
Luz Si, le ha sacado la lengua.
P. C. ¡Santo Dios con la muchacha!
¿Qué hace ahora?
Luz Forcejea
por quererle registrar,
mas el chico no se deja. (Pequeña pausa.)
¡Ya encontró lo que buscaba
con tanto afán!
P. C. ¿Y qué era?
Luz Un capullo muy hermoso.

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H
P. c. ¡Vamos, alguna flor seca! •
Luz No, que es muy linda y lozana,
y coloradita y fresca.
P. C. ¿Y qué hace con el capullo?
Luz. Pues lo acaricia, lo besa,
y ahora se lo ha colocado
sobre el pecho.
P. C. ¡Qué insolencia!
¡una educanda!
Luz. ¡Qué lástima!
P. C. ¿Qué ha pasado?
Luz. Dió fin de ella
con tanto soba que soba.
¡Tan preciosa como era!
Y ahora qué mustia se ha puesto
¡tan arrugada! ¡tan fea!
La tira al suelo con rabia
y á él que la coja le ordena.
P. C. ¿Y él obedece?
Luz. Sumiso
se ha bajado á recogerla.
¡Ya salen! ¡Se aparta de la puerta.)
P.C. Puedes marcharte:
no quiero que aquí nos vean.
(Vase Luz por por la derecha; el Padre Carazo se oculta en
la izquierda. Carola saca la cabeza por entre la puerta, pa­
sea la vista por la escena y vase corriendo por la derecha.)
Man. (Sale con las piernas dobladas sudoroso y jadeante.)
La vida así es insufrible,
estas me van á matar;
no, yo me debo marchar
del convento, es preferible.
P. C. (Volviendo á salir y cogiendo de una oreja á Manu el.)
Vas á decirme al momento
quien en ese cuarto estaba.
Man. (Esto sólo me faltaba.
¡Maldito sea el convento!)
Pues entré buscando astillas
y una colegiala hallé.
P. C. Y qué hacia ahí
Man. No se,
pero estaba de rodillas.

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Yo supongo que estaría


rezando alguna oración.
P. C. Pues resulta la elección
del sitio una tontería.
Man. Como sé muchas canciones
dijo, canta alguna cosa.
P. C. ¿Y cantaste?
Man. Una preciosa
que es de frailes motilones
y de monjas.
P. C. Hay pecado
alguno en esa canción.
Man. Ponga un poco de atención,
verá como es de su agrado.

MUSICA

Al padre fray Facundo le gustaba


el educando que más grueso estaba
pues decía que el cielo da gordura
á quien tiene más fé y el alma pura,
por eso y á las horas de recreo
y cuando todos iban de paseo
quedaba en el convento el colegial
y el buen padre le daba...
Los consejos más selectos
y lecciones de moral
y así el chico salió hecho
un talento sin igual.
P C. Ora pro nobis kirie eleisón
ora pro nobis, christe eleisón.
Man. Un cirio á Sor Maria regalaron
y todas las hermanas la envidiaron.
Y desde entonces se halla noche y día
con el cirio en la mano Sor María;
pues teme que le roben el regalo
que dice ahuyenta al enemigo malo,
y al acostarse, tan preciada alhaja
dicen que se la mete...
Fn su celda se la mete

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donde nadie puede entrar
y así duerme sin el miedo
de que la puedan robar.
P. c. Ora pro nobis kirie eleisón,
ora pro nobis christe éleisón.

HABLADO

Man. ¿Le lia gustado?


P. C. (I’ocílndole la cara.) Está muy bien.
Man. Pues sé muchas más bonitas.
P. C. Pasa aquí y me las recitas.
Man. Señor! pero este también?
P. C. ¡Anda!
Man. ' (Si le causo enojo...)
P. C. ¡Vamos!
Man. (¡Continúa el baile!)
P. C. ¿Vienes?(impaciente ya.)
Man. ¡Sí! Con este fraile
he de tener mucho ojo.
(Entranse en el cuarto de la izquierda.)

Salen CAROLA y LUZ

MÚSICA
Las DOS A fin de que Manolo
elija á la que quiera,
vamos á presentarnos
á él de esta manera. (1)
Queremos que se quede
con la que más le agrade,
y por eso acordamos
venir con este traje.
Dime, mi vida—si es que me quieres
verás que gusto—que pasaré.
Si tú me elijes—cariño mío
toda mi alma—te entregaré.
(1) Ábranse el hábito y aparecen con el sugestivo traje de mamá
Eva.

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'7

HABLADO

Man. Ya por fin librarme pude


(Sale desencajado)
del furor de ese salvaje.
Luz Toní te gusta este traje.
(Sin reparar en ellas.)
Man. Sí, mucho, no te desnudes.
De aquí me voy, que es demás
este continuo trabajo,
por. arriba, por abajo,
por delante y por detrás.
¡Que hay otro para el reparto
y esto colmó la medida!
Luz ¿Pero te vas?
Car. (Cariñosa.) ¡No mi vida!
Man. ¡Es que ya me tenéis harto!
No me dejáis descansar,
¡ya me buscáis por parejas!
Luz ¡Concjue te vas y me dejas!...
Car. ¡Manuel! (suplicante.)
Man. . ' ’ Dejadme marchar.
(Desde el centro de la escena y con entonación dramática.)
¡Adiós, en brazos del vicio
desolado os abandono;
vuestros excesos perdono
porque en el amor no hay juicio!
(Váse cori'íendo por la izquierda.)
Car. ¡Nos abandona inclemente!
Luz irá de otro amor en pos.
Car. ¿y ahora qué hacemos las dos?
Luz Consolarnos mutuamente.
(Se abren los hábitos y se arrojan la una en brazos de la
otra, quedando estrechamente abrazadas.)

(TEl.ÓN)

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LETRA PARA LOS COUPLETS

En el convento de San Fructuoso


existe un huerto bello y espacioso,
y entre todos los árboles frutales
los que abundan son muy ricos perales;
mas á los padres no llega á la fruta
pues entre los novicios se disputa
y hay padre que pasando gran dentera
suspira porque le hagan-
porqué le hagan un regalo,
que calmando su amargor,
pueda olvidar de la pera
el exquisito dulzor.

Como en el trabajar no hay un pecado


las madres se dedican al bordado,
y hacen unas labores primorosas,
muy artísticas, bellas y preciosas;
mas cuando llegan al mes de las flores
precisa que abandonen sus labores,
pues tienen que ocuparse, claro es,
de las cosas del mes...
preparando los adornos
y las flores del altar,
y aprendiendo los motetes
que se tienen que cantar.

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Precio, UNA PESETA

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