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INTRODUCCIÓN

La visión tradicional se ha aceptado que el ataque ingles a Buenos Aires tuvo como principal
objetivo la conquista de la estratégica capital virreinal para convertirla en colonia británica.
También se sostuvo que este suceso significo el puntapié inicial del proceso que comienza con la
Revolución de Mayo de 1810 y que culmina con la Independencia de los territorios rioplatenses en
1816. Las denominadas “Invasiones inglesas” deben ser consideradas como una única empresa
militar con dos momentos representados por las incursiones británicas de los años 1806 y 1807.

En 1806 y 1807 se abrieron nuevo proceso que estuvo marcado por la militarización de la sociedad
en todos sus niveles. Los actores formaron parte de la reconquista y defensa de la ciudad de
Buenos Aires durante la invasión inglesa. Nos interrogaremos acerca de quiénes eran los hombres
que acompañaron al capitán Santiago de Liniers en esta empresa.

LA ORGANIZACIÓN MILITAR DEL VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA

La organización militar durante el periodo Colonial en el Río de la Plata, tenía una distinción que
existía entre la tropa veterana y la milicia. La tropa veterana estaba conformada en su mayoría por
militares de carrera de origen peninsular, y gozaba de diferentes beneficios, como el sueldo, su
número de soldados era escaza y en vez de aumentar fueron disminuyendo con el correr del
tiempo. La milicia era un esfuerzo de tropas veteranas con las que se buscaba compensar la
escasez de efectivos. Estaba compuestas por individuos sin formación militar, que al incorporarse
al servicio, recibían temporalmente instrucción para luego continuar con sus actividades rutinarias.
Este grupo lucha contra el indio en zonas de frontera de la campaña, y a la vez debía mantener el
orden interno y evitar los avances portugueses.

En Buenos aires los cuerpos milicianos surgen en el año 1764 por la real instrucción para la
formación de cuerpos de milicias provinciales. Fueron creados varios cuerpos, lo cuales afectaban
a españoles (peninsulares y americanos) como también a los miembros de las denominadas castas
(negros, indios, y pardos) residentes tanto en la cuidad como en la campaña.

Con la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776 llega al cargo de virrey Juan José Vertiz,
quien tendrá la responsabilidad de elaborar un reglamento de milicias, cual será aprobado por
Real ordenanza en 1781. Debido a la escasez ya mencionada, se decidió incrementar la
militarización de la sociedad, organizando a la población en cuerpos de milicias. Esto se remarcó
dentro de las Reformas Borbónicas que buscaban una mayor efectividad organización de los
territorios coloniales.

En 1783 se modifica el estatuto de 1781, reduciendo el número de milicias disciplinarias y dejando


el remanente como parte de las denominadas milicias urbanas, que son unidades para cualquier
urgencia. Esto permitió otorgar el fuero militar a todos los integrantes de las milicias regladas y las
milicias urbanas solo a los oficiales y sargentos.
La distinción existente entre milicias regladas y milicias urbanas, es que las primeras se
caracterizan por poseer una plana mayor veterana e instructores a cargo de su disciplinamiento.
Las urbanas incluían a todos aquellos cuerpos que no cumplían con los requisitos antes
mencionados.

En 1801 la Real Orden de 1795 se redacta un nuevo reglamento, el general Marqués de


Sobremonte. La ley estaba destinada a tener efecto sobre todo el virreinato. Dicho estatus es el
que regirá al momento de producirse las invasiones inglesas a Buenos Aires. En él se fijó que
estarían afectados al servicio militar todos los hombres de entre 16 y 45 años, los cuales se
elegirían tanto los integrantes de los cuerpos como los reemplazos anuales. La instrucción y el
disciplinamiento estarían a cargo del personal veterano, el fuero militar estaría extendido a todos
los milicianos y el sueldo percibido se igualaría al de la tropa veterana, momento de entrar en
servicio activo.

Los problemas al momento de la ejecución de este reglamento, durante los sucesos de 1806 y
1807, se pueden nombrar: la escasez de veteranos, la falta de recursos económicos tanto para el
pago como el armamento y vestuario.

LOS HECHOS

El interés británico por las colonias españolas, por causa del decreto de libre comercio de 1778,
fue el resultado de la lucha europea por la hegemonía por el océano atlántico. La idea de invadir
territorios americanos comenzó a circular con la instalación en el gobierno de William Pitt como
primer ministro en 1783 y la llegada a Londres en 1785 del venezolano Francisco de Miranda.

Pitt estaba informado de lo que ocurría en la América hispánica, pero el llego al gobierno
representando a una coalición que debía dirigir los problemas administrativos de los asuntos
internos. Esto no hizo que Pitt pierda el interés, la postura fue expresada con claridad por uno de
sus colaboradores, Henry Dundas, quien era tesorero de la armada en 1800 y había elaborado en
1796 una expedición a Buenos Aires. En 1800 dundas le envía una carta a Pitt sosteniendo el
rechazo a todo un plan de conquistar o colonizar, pero asegurarse escalas comerciales, un
intercambio comercial con los habitantes de las ricas provincias del continente sudamericano.
Queda claro entonces que gran Bretaña no pretendía colaborar con la independencia americana.

Francisco de Miranda, en Londres realizo muchos contactos para lograr el apoyo británico a sus
planes de independencia continental, pero estuvo no colmo dicho objetivo, pero cosecho
relaciones que le serian de gran utilidad. Uno de ellos Vanssitart, tesorero del nuevo gobierno del
primer ministro Henry Addington. Él lo vinculara al venezolano con Dundas y Popham, que eran lo
que desde hace tiempo estudiaban la cuestión americana.

En 1804 Pitt vuelve al poder y se entrevista con Dundas, Popham y Miranda. Ellos no lograron
convencer al primer ministro de lanzarse a la aventura americana, dos de ellos se embarcan con
los objetivos diversos, Miranda a Caracas y hacia cabo de buena esperanza y luego buenos aires
popham.

A fines de 1805 en Buenos Aires llegaron noticias de que una escuadra inglesa llego a las cosas
Brasileras, lo cual el Virrey Sobremonte ordeno trasladar a sus tropas veteranas a Montevideo. Su
accionar se debió a la suposición de que esa plaza seria elegida para un posible ataque inglés. Sin
embargo, el desembarco ingles al mando de Home Popham se produjo en la misma capital
virreinal el 25 de junio de 1806.

La decisión del Virrey, tuvo consecuencias, la plaza porteña se vio desprotegida y con la llegada del
invasor, obligo a las autoridades a recurrir a la milicia urbana para hacer frente al ataque externo.
Otra consecuencia fue el hecho que los oficiales tomados prisioneros por el invasor quedaron
imposibilitados de reintegrarse a las tropas veteranas, tras haber presentado juramento ante los
ingleses de no volver a participar de la guerra. En esa época las leyes de guerra eran distintas y los
juramentos debían cumplirse sin excepción.

El general William Carr Bereford estuvo al mando de las tropas que el día 27 de junio tomaron
Buenos Aires. Los recién llegados creían que podrían doblegar fácilmente a la población de la
cuidad recién ocupada, al principio esto pareció cierto, pero los rioplatenses percibieron la
fragilidad de la empresa inglesa y descubrieron sus propias fortalezas.

Santiago de Liniers, militar francés al servicio del ejército español, fue quien se hizo cargo de la
reconquista de la cuidad. Él lo logro y fue designado por aclamación popular como Comandante
General de Armas, se decidió llevar una reestructuración de las fuerzas militares para defender la
cuidad, debido a la posibilidad de una incursión de la tropa inglesa. Ahora replegada en
Montevideo. Se optó por dejar de lado la organización de los cuerpos estipulados por el
reglamento de 1801, y se conformó nuevos cuerpos por voluntarios reclutados ante la emergencia
generada por el invasor. Es así que surgen los cuerpos de Húsares de Pueyrredón, Artillería de
Indios, entre otros.

La empresa de Popham no fue producto de un capricho de lanzarse a las cosas rioplatense en


busca de oro y plata, sino que era un plan del gobierno británico motivado por la influencia del
propio Popham, hubo importantes encuentros e intercambios con personas de peso en la política
británica y algunos americanos como el caso del caraqueño Miranda, que buscaba la ruptura de
esas colonias con la metrópoli. Otro hecho es que el primer ataque fue precario, aunque no
improvisado, explica la magnitud de la empresa militar británica, y el interés que el asunto término
despertando en las autoridades, para sostener una segunda incursión a Buenos Aires en 1807.
ESTRUCTURA Y COMPOSICIÓN SOCIAL DE LAS MILICIAS

La junta de guerra decidió que Liniers encabezara una reestructuración de los cuerpos milicianos.
Las milicias urbanas fueron divididas, algunos de los casos según el origen u ocupación de sus
integrantes, también se conformaron cuerpos de labradores o quinteros y otro cuerpo estuvo
conformado por individuos originarios del interior del país, de las provincias de arriba.

Los cuerpos de milicias estaban compuestos básicamente según su origen, algunos actores de
aquellas contiendas, ausentes en las formaciones militares, acompañaron a estos soldados en las
batallas. Los vecinos voluntarios de la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores que lucharon en la
invasión, integrantes de la denominada “Gente decente”.

No solo los porteños se encargaron de la defensa de su cuidad, sino que también las provincias del
virreinato ayuda para hacer frente a la invasión. Francisco de Acuña era un peninsular funcionario
del rey. En 1772 se radico en Catamarca y hacia 1782 llego a ser comandante de armas de esa
región. En 1807 llegó la noticia de la posibilidad de un nuevo ataque, lo cual se dirigió
personalmente a Buenos Aires con 500 voluntarios divididos en cinco compañías.

Sobremonte luego de salir de Buenos Aires con las cajas reales, planeo emprender la reconquista
de la capital, organizando sus fuerzas en Córdoba. La correspondencia que mantiene con las
autoridades cordobesas solicita que se convoquen a las milicias urbanas y a toda la gente capacita
de combatir, y ordena a los capitulares designar al coronel Santiago Alejo de Allende como mayor
general de las tropas. Unos 2000 hombres que partieron de Córdoba hacia Buenos Aires, fueron
obligados por la fuerza a integrar a la expedición. Pese a todo esto, llego la noticia de la
reconquista de Buenos Aires capitaneada por Liniers.

La banda oriental también envió tropas para combatir al enemigo extranjero, cabildo de Soriano
recibió un oficio por parte de las autoridades militares de Colonia de Sacramento, instándole a
colaborar con armas, hombres y caballos en la defensa de la plaza porteña. El río Uruguay en 1807
Montevideo fue tomada por los ingleses quienes dominaron esa plaza durante siete meses. A raíz
de esto, se instalaron comerciantes ingleses que acompañaban la expedición militar, los
pobladores de la zona de soriano adoptaron una actitud ambigua. Si por una parte la zona
contribuyo con armas y caballos y otra parte de sus pobladores establecieron relaciones de
compra y venta con los invasores.

Desde cabos a comandantes participaron durante las luchas independentistas de la década de


1810. Acerca de 500 hombres. La mayoría de estos hombres eran militares de carrera, que siendo
muy jóvenes participaron en la invasión y luego adhirieron a la causa revolucionaria. Por otra parte
la participación de los esclavos en la reconquista y defensa de la plaza porteña, la participación
esclava en las luchas independentistas, afirma que en el largo periodo iniciado con la invasión
inglesa en 1806, pasando por las batallas de la independencia y las guerras civiles el reclutamiento
de esclavos fue muy frecuente. No podríamos especificar si su participación fue espontanea u
obligación de sus dueños a la causa. La integración de la población negra esclava en las milicias
constituyo una de las tácticas para la obtención de la libertad por parte de este sector de la plebe.
Debido al buen desempeño en la contienda de estos batallones de esclavos, el cabildo decidió a
través del acuerdo del 15 de octubre de 1807 otorgándoles la libertad a todos aquellos que
resultaron mutilados e inútiles, para su subsistencia era de 6 pesos mensuales y a su amo se le
pagaban 250 pesos como compensación. Además vieron beneficiados con esta pensión las viudas
y los huérfanos indios, pardos y negros libres. El 12 de noviembre de 1807, durante la fiesta de
cumpleaños del Rey Carlos IV, se realizaría un sorteo por el cual se otorgaría la libertad a 25
esclavos. Otra resolución del Cabildo, fechada el 29 de octubre de 1807, se decidió incluir también
en el sorteo a las esclavas viudas de aquellos fallecidos en combate. Liniers resolvió elevar el
número de esclavos beneficiados con la libertad por sorteo de 25 a 45 y por elección se pasó de 5
a 10. Esto nos permite pensar que los esclavos pudieron encontrar en su incorporación a las
fuerzas militares una forma de vida y un camino para obtener la tan preciada libertad. Sin
embargo debemos tener en cuenta que la liberación de los esclavos no ocurría en una fecha casual
sino en una importante como la del cumpleaños del rey.

Los milicianos no fueron los únicos comprometidos con la lucha contra el invasor inglés, la
participación de otros sectores de la población como mujeres e indios, esto consistió básicamente
en apoyo a los milicianos. Algunas mujeres se dedicaban a la recolección de fondos y costura de
uniformes, la cura y asistencia a los enfermos o realizaban donaciones sea de bienes como de hijos
y esclavos que sirvan como soldados. Por otro lado mujeres fueron distinguidas por haber luchado
cuerpo a cuerpo con el invasor y otras fueron hechas prisioneras. La mujer colonial no se
encontraba principalmente recluida a un papel secundario en el hogar. Las mujeres de sector
medio y bajo tenían una presencia innegable en el ámbito laboral y se dedicaban a lo que en las
fuentes aparece como “trabajos mujeriles”. El rol de la mujer rioplatense en el periodo tardo
colonial no era papel totalmente subordinado al mando masculino o recluido a su hogar.

Respecto a la participación indígena en la invasión británica, la relación de amistad entre indios y


cristianos implicaba la colaboración militar ante una situación de peligro para aluna de las dos
partes. Durante este periodo únicamente se han encontrado hombres para combatir por parte de
algunas tribus de indios amigos. La relación entre la sociedad hispano criolla y la sociedad indígena
había logrado cierta estabilidad durante el periodo tardo colonial a través de la forma de
intercambios comerciales. Las grandes transformaciones en su economía, en sus prácticas sociales
y su estructura sociopolítica eran consecuencia de la adopción de productos hispano-criollos. Este
proceso estrecho los vínculos entre el territorio indígena y los criollos por medio de una extensa
red de circulación de bienes.

Terminada la defensa de la plaza porteña, los caciques pampas ofrecen tropas al cabildo para
colaborar ante posibles nuevos ataques. Este acuerdo fechado el 15 de septiembre de 1806. Los
capitulares agradecieron la ayuda ofrecida y gratificaron a los indios con yerba y aguardiente. Sin
embargo el temor criollo hacia los malones pudo ser una causa de la negativa a incorporar a los
indígenas en la defensa del territorio por parte de los capitulares.
El día 20 de diciembre de 1806, 10 caciques pampas se presentan ante el cabildo y ofrecen
colaboración poniendo al servicio de la defensa de la ciudad de Buenos Aires 20.000 de sus
súbditos cada cual con cinco caballos.

Estos casos evidencias los fuertes vínculos que ya existían desde la Colonia entre la sociedad
indígena y la sociedad hispano criolla. El cabildo si bien acepta los ofrecimientos de ayuda, prefiere
mantener las fuerzas indígenas en reserva. Uno de los motivos de esta actitud es que puede
halarse en el temor presente en toda la sociedad colonial hacia el indio, el cual era visto como una
amenaza latente.

CONCLUSIONES

Por medio de este trabajo intentamos un acercamiento a la participación popular en la


reconquista y defensa de la plaza de Buenos Aires en 1806-1807. Pudimos observar, mediante el
análisis documental, que los cuerpos de voluntarios conformaron un grupo heterogéneo que
abarcó distintos estratos sociales, incluyendo a ricos comerciantes, altos funcionarios, militares de
carrera, como así también a integrantes de la plebe, y que la invasión también involucró a indios,
esclavos y mujeres. A través de los ejemplos abordados pudimos ver que la participación femenina
en la invasión a la ciudad de Buenos Aires no escapa a la realidad de la época. La mujer colonial no
se encontraba recluida a un papel secundario en el hogar, ni en la esfera pública. Las mujeres
“decentes” recaudaban fondos y cocían uniformes probablemente dentro de su hogar o en su
círculo más íntimo. Mientras que las mujeres de la plebe, que trabajaban a la par de los hombres
en la Buenos Aires colonial, empuñaron las armas contra el invasor al lado de los soldados.

En cuanto a los esclavos, si bien su participación se debió a una “donación” a la causa por parte del
amo y no a un enrolamiento voluntario, esto no impidió que se reconocieran sus méritos en la
lucha y que muchos de ellos hayan obtenido luego su libertad. Por otra parte, a pesar de su
espontanea voluntad de defender los territorios coloniales, los indios fueron relegados a una
posición expectante. Los miedos de esta sociedad tradicional hacia el indígena también se
manifestaron en la coyuntura del ataque evitando una participación activa de este sector.
Diferente fue la situación de los criollos, para muchos de ellos la invasión significó una grieta por
donde pudieron ingresar a posiciones de poder. De acuerdo a los datos antes mencionados, la
mitad de estos hombres formaron parte luego de los ejércitos independentistas y abrazaron la
“carrera de la revolución”. Estos indicios nos permiten apoyar la idea de que la invasión inglesa
generalizó la militarización de la sociedad y, como consecuencia, produjo un resquebrajamiento
del orden vigente permitiendo el ingreso de nuevos actores al escenario político social del Río de
la Plata. Muchos de los criollos que anteriormente tenían vedado el acceso a ciertos puestos de la
administración colonial consiguieron ingresar a la misma a través de la carrera de las armas. Si
bien existió una apertura ésta no fue total sino que se limitó a la misma elite. Aunque en la
coyuntura de la Invasión británica los milicianos pudieron ejercer el voto para elegir a la
oficialidad, esta práctica no tuvo mucha duración en el tiempo y, además, su ejercicio fue limitado.
Los elegidos siempre eran miembros de la “gente decente” y, en el caso de que no recayera en
una de estas personas, muchas veces el resultado de las elecciones era manipulado con este fin.
Pese a la composición heterogénea de las milicias, la estructura del ejército reproducía los
estamentos de la sociedad colonial. En este mismo sentido, podemos afirmar que la plebe quedó
excluida de los puestos de poder pero empezó a participar del poder a través de canales
alternativos, su participación política, el enrolamiento en las milicias y, posteriormente, en el
ejército y su movilización se integran desde un lugar nuevo. Pilar González Bernaldo sostiene que
“lo inédito o ‘revolucionario’ que esta militarización presenta resulta de la instauración de un
nuevo canal de comunicación, al margen del Estado imperial, entre la elite local y la plebe urbana.
(…) este nuevo ejército de origen miliciano, de base totalmente local (…) otorga a la elite que
acudió al llamado de Liniers y del Cabildo una nueva base local de poder, y a la plebe criolla

Una presencia en la esfera pública y representatividad de la cual hasta entonces no había gozado”.
En algunos casos, la carrera militar se convirtió en un medio de subsistencia nada desdeñable. El
sueldo que los milicianos percibían correspondía a un sueldo medio de la época y se convirtió en
un factor de peso al momento del reclutamiento de la población. En el contexto de crisis
inflacionaria que azotó al virreinato del Río de la Plata en los primeros años del siglo XIX, la
población pudo encontrar en los cuerpos milicianos una posibilidad que les permitiera paliar la
difícil situación. El sueldo que percibían los soldados pudo resultar atrayente, pero también la
comida o la vestimenta que podían obtener participando de las milicias. Así, creemos que la
imagen tradicional de la invasión inglesa que muestra al pueblo en armas defendiendo
espontáneamente la ciudad debe ser matizada. Las reformas borbónicas buscaron remediar, entre
otras cosas, los problemas defensivos de los territorios coloniales, hecho que se evidencia en las
distintas medidas que buscaron organizar las fuerzas militares virreinales. La ineficacia de estas
acciones, y la necesidad de solventar las acuciantes circunstancias con tropas de vecinos
voluntarios, colaboró en un desenlace fatal para la Corona Española, aunque positivo para los
sectores criollos que comenzarán a ocupar nuevos espacios de poder. De forma tal que el proceso
de militarización de la sociedad rioplatense se vuelve un factor decisivo para entender la crisis del
orden colonial y sus consecuencias: la Revolución de Mayo y las luchas por la independencia.

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