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Tipos humanos ideales de Eduardo Spranger

La obra de Eduardo Spranger publicada por vez primera en Alemania en 1921,


("Lebensformen") es un acertado y profundo estudio de las motivaciones axiológicas que
fundamentan y dan sentido a la conducta humana (Revista de occidente, 2008).
Heredero de la "filosofía del espíritu" de Wilhelm Dilthey (1833-1911), Spranger
trata de descubrir la singularidad de los actos humanos y de los fenómenos psíquicos
basándose en el análisis del "sentido", es decir partiendo de la necesidad de entender los
mecanismos y los fundamentos que dan coherencia y unidad a la conducta humana.
Su obra, es en gran medida un alegato contra la aplicación del paradigma científico a
la psicología y contra el empirismo y el estructuralismo dominante de la época. Para
Spranger los fenómenos psíquicos no pueden ser explicados ni entendidos únicamente
mediante la fisiología, ni tampoco descomponiéndolos en unidades elementales (Revista
de occidente, 2008). Para poderlos explicar es necesario recurrir a categorías capaces de
captar el fenómeno en su singularidad y de establecer al mismo tiempo conexiones de
sentido con los valores que fundamentan la conducta. Desde esta perspectiva su
psicología es al mismo tiempo fenomenológica y ética porque pretende descubrir un
método capaz de entender la conducta particular en función de categorías ligadas a
valores. A este método, Spranger lo denomina "típico-ideal" y básicamente consiste en la
observación, en su singularidad, de los fenómenos psíquicos, que repletos de contenidos
procedentes de la historia de la cultura, se idealizan después para poderlos explicar desde
una doble dimensión totalizadora e individualizadora. De aquí surge la necesidad de
establecer unos "tipos humanos ideales", o esquemas generales de entendimiento de la
conducta humana, capaces de dar sentido totalizador a la misma y de explicar en lo
concreto las motivaciones de los actos singulares (Revista de occidente, 2008).
Su obra consta de cuatro capítulos coherentemente sistematizados en los que se
abordan los principios y fundamentos filosóficos de su método (capítulo I); la descripción y
explicación detallada de los tipos ideales (capítulo II); los efectos y consecuencias que
tanto el método como la tipología ofrecida tienen para la ética (capítulo III) y por último
una profunda reflexión sobre la comprensión de las estructura espirituales y la
importancia de la educación y los fenómenos educativos como reproductores de la
cultura.
A los efectos del presente trabajo, únicamente nos detendremos en la descripción
de la tipología de Spranger, obviando otras consideraciones de carácter metodológico,
fundamentador y de conclusiones. Por tanto nos detendremos básicamente en la parte
central de la obra, que es la que se corresponde con el capítulo II, titulado " Los tipos
ideales básicos de la individualidad" (Revista de occidente, 2008).
Para Spranger a cada clase de acto o vivencia humana le corresponde lo que él
denomina una "esfera de sentido" y una "esfera de la cultura". De este modo,
investigando las clases de valores se pueden también indagar las clases de actos humanos,
en tanto que cada uno de ellos posee un sentido totalizador fundamentado en un valor.
Su hipótesis metódica consiste en considerar que todo acto humano con sentido, están
contenidas simultáneamente todas las formas fundamentales de actos de la misma clase:
en todo acto espiritual actúa la totalidad del espíritu, así por ejemplo, un acto teórico
comporta y contiene al mismo tiempo un acto económico, estético y religioso, dado que
las esferas de la cultura se insertan unas con otras mediante conexiones funcionales. Y
esta es la base para considerar que los actos humanos individuales con sentido, son de
cuatro tipos:
 Actos Teóricos. Aquellos cuyo sentido radica en la identidad general del objeto
mentado, en su esencia y en su dirección a lo objetivo-general.
 Actos Económicos. Los que su sentido reside en la vivencia de la relación psicofísica
de energía entre sujeto y objeto, en dirección cuantificadora del gasto o ahorro de dicha
energía.
 Actos Estéticos. Que son los que tienen el sentido dirigido hacia el carácter de
impresión-expresión de su apariencia concreta o imagen.
 Actos Religiosos. Aquellos cuyo sentido está en la referencia de la vivencia singular
al sentido total de la vida individual, dirigidos al "valor total" del individuo.
Estos actos están gobernados por lo que Spranger llama "las leyes del espíritu" que
son normas que rigen el funcionamiento de los fenómenos psíquicos desde su estructura
finalista, como son:
 La ley de la economía o principio del mínimo esfuerzo.
 La ley estética o principio de la forma.
 La ley de la ciencia o principio del fundamento.
 La ley de la política o principio de la voluntad jurídica y reguladora.
 La ley de la sociedad o principio de la fidelidad,
 La ley de la religión o principio de moral acerca de como ha de pensar y actuar el
hombre de un modo unitario.
En cuanto a las características de los tipos que constituyen su tipología, son las que a
continuación describimos.
El hombre teorético
Predomina en él su actitud cognoscitiva y el sentido total de sus actos está presidido
por la objetividad como valor. De este modo, los datos del objeto han de ser desprovistos
de su carácter subjetivo inmediato.
Su criterio es la sistematización fundamentadora, existiendo sólo para él lo
verdadero y lo falso.
Su fin es la ley general objetiva, su pasión es la verdad y el conocimiento objetivo,
concibiendo el mundo y la realidad como un sistema de esencias universales y relaciones
de dependencia o de causa-efecto.
Frente a lo económico observa una actitud de repulsa, alejándose del instrumental y
subordinándolo todo a lo teórico.
Frente a lo estético, su meta es la verdad, y al desprenderse de todo subjetivismo,
desvaloriza lo estético y lo puramente intuitivo: su meta es la descripción conceptual.
Frente a lo social, el hombre teorético es un individualista acusado, siendo lo único
que lo une a los hombres, la comunidad en la investigación y en el descubrir su amor por
la verdad.
Frente al político, posee una vigorosa conciencia de poder entendido como saber y
orientado hacia la crítica. Concibe la instrucción y el conocimiento como el único medio de
progreso.
Frente al religioso, la actitud del teorético no es normativa ni antepone valores, sin
embargo espera obtener un sentido total del mundo por un conocimiento total del ser. Es
notoria en este sentido su aversión al misticismo y a lo puramente sentimental.
El ideal del vida del hombre teorético es permanecer idéntico a sí mismo en su
querer y dar a su personalidad, en la medida de lo posible, el carácter riguroso e
inequívoco de un sistema lógico. Su comportamiento, como los estoicos, lo desarrolla
ateniéndose a máximas lógicas de aquí que para él no sean motivos, ni el amor, ni la
utilidad, ni la armonía interior, sino sobre todo y ante todo la veracidad.
Para Spranger existen varios tipos de hombre teorético como son el Reflexivo o
indagador y especulativo, el Técnico o empirista y aplicador, el Analítico, el Sintético, el
Pensador Parcial o Total, el Productivo cuyo valor es la creación y la invención y el
Receptivo, dado a la contemplación y reflexión.
Por último, el opuesto al tipo Teorético es el Escéptico, de carácter teórico, estético,
político o religioso.
El hombre económico
Su criterio fundamental de actuación es la utilidad, cualidad por la cual los bienes
materiales sirven para satisfacer necesidades procedentes de la propia conservación o del
ahorro de energía. De este modo se presenta siempre bien como productor o como
consumidor.
Frente al teórico que busca la verdad, el económico busca la aplicación o
explotación de ahí que esté muy interesado por el conocimiento tecnológico. Es
pragmático en cuanto que lo verdadero lo asimila a lo útil y lo falso a lo inútil.
Frente al estético, lo útil es enemigo de lo bello situándose en el concepto de lujo,
determinado por la escasez o rareza de algo.
Frente a lo social es egoísta, sólo le importa su vida y su negocio y en consecuencia
es un acérrimo defensor de la propiedad privada como fundamento esencial del orden
social. Su sociabilidad es siempre aparente, porque su auténtico motivo es el interés, a
utilidad y la aplicación.
En relación al político tiene algo en común. Considera el poder como un valor,
aunque él lo asocia a la riqueza y al prestigio.
Frente al religioso, el hombre económico tiene sus dioses fijados en lo útil, lo
práctico, lo técnicamente más productivo, en la riqueza, en el dinero y en general en todo
lo que es externo al sujeto y que puede ser poseído. Para el hombre económico todo tiene
un precio y por tanto puede ser vendido o comprado a voluntad en el mercado libre,
Existen para Spranger varios tipos de hombre económico: el previsor, que se guía
por utilidades permanentes; el sagaz, aquel que se orienta por utilidades momentáneas y
otros como el trabajador, el consumidor, el ahorrador y casos extremos como el avaro y el
dilapidador.
El hombre estético
Su actitud se caracteriza por el sentido impresión-expresión que orienta sus actos.
Impresión que es la figura concreta sensible que recibe por su significado. Expresión es la
figura que extiendo a mi contenido psíquico y la forma es la compenetración entre
impresión y expresión.
La actitud del hombre estético es puramente desinteresada y de contemplación
psíquica, prestando y ofreciendo sentimiento a todo y transformando todas sus
impresiones en expresiones.
Frente al hombre teórico, el estético rechaza la ciencia que destruye lo intuitivo,
sintiendo aversión por lo conceptual. La naturaleza la concibe orientada desde ideas
animistas y mitológicas, de aquí que muchas veces aparezca y se exprese como un
romántico visionario.
Frente al económico, siente indiferencia hacia lo material y utilitario y frente al
social, considera al prójimo como objeto ético y estético. Para él el erotismo, entendido
como forma de amor estético no tiene limites materiales ligados al sexo.
Frente al político, el estético posee un peculiar sentimiento de poder: trata de influir
en los demás recurriendo a los aspectos formales.
La religión del estético es la belleza, su dios es la suprema energía ordenadora y su
carácter el animismo.
Para Spranger existen dos tipos de intereses estéticos; los de naturaleza creadora y
los de naturaleza gozadora.
El hombre social
El hombre social carece de contenido propio y posee una orientación afirmativa de
valores hacia la vida ajena y a sentirse a sí mismo en los demás. Su tendencia es el amor a
los demás.
Al carecer el hombre social de contenido propiamente dicho, las demás esferas de
sentido valorativo aparecen como contenido. De esta manera se opone al teórico porque
considera la ciencia como motivo de orgullo y por tanto opuesta al amor. Se opone
también al económico y al político, dado que no le interesan ni la utilidad ni el poder. Sin
embargo se relaciona mucho con el religioso en cuanto que la comunidad se vive como
totalidad.
El hombre político
El motivo fundamental que da sentido a su conducta es el poder, entendido como
capacidad de imponer siempre a los demás la propia orientación valorativa. Posee
sentimientos de afirmación de la propia esencia, así como vitalidad y energía de la
existencia y su vida está impregnada por relaciones de poder y rivalidad.
El hombre político pone al servicio de su voluntad todas las esferas de valor,
enfocándolas todas desde la perspectiva del poder. En su extremo, para el político, el fin
justifica los medios, teniendo un fuerte sentimiento de autoafirmación.
Su motivo central es la voluntad de superar a los demás para lo que necesita por un
lado, energía moral y por otro dominio de sí mismo.
Para Spranger existen dos tipos básicos de naturaleza del poder, las activas o
emprendedoras y las pasivas u obedientes.
Opuestos al político son todos los estados puros del estético, el religioso, el teórico y
el económico.
El hombre religioso
Es aquel que experimenta su vivencia de valor en su significación e importancia para
el sentido total del la vida. Aquel que lo experimenta como sentido supremo de la
existencia, como cumplimiento definitivo del sentido de su vida.
Existen tres formas de manifestación de la religiosidad. La primera si el modo en que
los valores vitales particulares se relacionan con el valor total de la existencia tiene un
carácter positivo, entonces podemos hablar del místico inmanente. Si la relación entre lo
particular y lo universal es negativa, estaríamos ante el místico trascendente. Y si la
relación es mixta, estaríamos, según Spranger, ante la naturaleza religiosa escindida.
Para el místico inmanente todos los valores positivos de la vida son gérmenes de lo
divino y universal. Para el transcendente todo lo humano carece de valor porque no es
posible explicar lo divino si no es a través de lo revelado, por tanto rechaza lo útil, asume
la mortificación y el sacrificio y desvaloriza su yo. Para los de naturaleza mixta lo
fundamental es la fe o capacidad para confiar en lo divino como determinante y
explicador de los actos humanos.
Las motivaciones generales del hombre religioso radican en la fe, sin poder precisar
la frontera entre lo que esa fe supone de saber o de creer. Otro motivo es su conciencia
de trascendencia, que se explicita en su tendencia a rebasar lo finito, buscando objetos
infinitos, aquellos que superan las normas del riguroso conocer, siendo sólo accesibles
mediante la actitud religiosa. Con respecto al económico considera el trabajo como
servicio divino, despreciando los frutos del mismo. Con el estético, en la medida que éste
practica la religión de la belleza y al social le une la dimensión del amor.
Frente al político, el hombre religioso concibe el estado como un medio y puede
enfrentarse voluntariamente a él con el fin de transformarlo, en cuanto que sus supremas
instituciones son las religiosas. En este sentido considera como un valor muy importante
la libertad espiritual.

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