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El documento describe la tipología de los tipos humanos ideales propuesta por Eduardo Spranger en su obra de 1921. Según Spranger, existen cuatro tipos ideales básicos de conducta humana: el tipo teórico, cuyo valor fundamental es la verdad y la objetividad; el tipo económico, guiado por la utilidad; el tipo estético, orientado hacia las impresiones y expresiones; y el tipo religioso, enfocado en el sentido total de la vida. Cada tipo se caracteriza por su actitud hacia los demás tipos y las esferas de la
El documento describe la tipología de los tipos humanos ideales propuesta por Eduardo Spranger en su obra de 1921. Según Spranger, existen cuatro tipos ideales básicos de conducta humana: el tipo teórico, cuyo valor fundamental es la verdad y la objetividad; el tipo económico, guiado por la utilidad; el tipo estético, orientado hacia las impresiones y expresiones; y el tipo religioso, enfocado en el sentido total de la vida. Cada tipo se caracteriza por su actitud hacia los demás tipos y las esferas de la
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El documento describe la tipología de los tipos humanos ideales propuesta por Eduardo Spranger en su obra de 1921. Según Spranger, existen cuatro tipos ideales básicos de conducta humana: el tipo teórico, cuyo valor fundamental es la verdad y la objetividad; el tipo económico, guiado por la utilidad; el tipo estético, orientado hacia las impresiones y expresiones; y el tipo religioso, enfocado en el sentido total de la vida. Cada tipo se caracteriza por su actitud hacia los demás tipos y las esferas de la
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La obra de Eduardo Spranger publicada por vez primera en Alemania en 1921,
("Lebensformen") es un acertado y profundo estudio de las motivaciones axiológicas que fundamentan y dan sentido a la conducta humana (Revista de occidente, 2008). Heredero de la "filosofía del espíritu" de Wilhelm Dilthey (1833-1911), Spranger trata de descubrir la singularidad de los actos humanos y de los fenómenos psíquicos basándose en el análisis del "sentido", es decir partiendo de la necesidad de entender los mecanismos y los fundamentos que dan coherencia y unidad a la conducta humana. Su obra, es en gran medida un alegato contra la aplicación del paradigma científico a la psicología y contra el empirismo y el estructuralismo dominante de la época. Para Spranger los fenómenos psíquicos no pueden ser explicados ni entendidos únicamente mediante la fisiología, ni tampoco descomponiéndolos en unidades elementales (Revista de occidente, 2008). Para poderlos explicar es necesario recurrir a categorías capaces de captar el fenómeno en su singularidad y de establecer al mismo tiempo conexiones de sentido con los valores que fundamentan la conducta. Desde esta perspectiva su psicología es al mismo tiempo fenomenológica y ética porque pretende descubrir un método capaz de entender la conducta particular en función de categorías ligadas a valores. A este método, Spranger lo denomina "típico-ideal" y básicamente consiste en la observación, en su singularidad, de los fenómenos psíquicos, que repletos de contenidos procedentes de la historia de la cultura, se idealizan después para poderlos explicar desde una doble dimensión totalizadora e individualizadora. De aquí surge la necesidad de establecer unos "tipos humanos ideales", o esquemas generales de entendimiento de la conducta humana, capaces de dar sentido totalizador a la misma y de explicar en lo concreto las motivaciones de los actos singulares (Revista de occidente, 2008). Su obra consta de cuatro capítulos coherentemente sistematizados en los que se abordan los principios y fundamentos filosóficos de su método (capítulo I); la descripción y explicación detallada de los tipos ideales (capítulo II); los efectos y consecuencias que tanto el método como la tipología ofrecida tienen para la ética (capítulo III) y por último una profunda reflexión sobre la comprensión de las estructura espirituales y la importancia de la educación y los fenómenos educativos como reproductores de la cultura. A los efectos del presente trabajo, únicamente nos detendremos en la descripción de la tipología de Spranger, obviando otras consideraciones de carácter metodológico, fundamentador y de conclusiones. Por tanto nos detendremos básicamente en la parte central de la obra, que es la que se corresponde con el capítulo II, titulado " Los tipos ideales básicos de la individualidad" (Revista de occidente, 2008). Para Spranger a cada clase de acto o vivencia humana le corresponde lo que él denomina una "esfera de sentido" y una "esfera de la cultura". De este modo, investigando las clases de valores se pueden también indagar las clases de actos humanos, en tanto que cada uno de ellos posee un sentido totalizador fundamentado en un valor. Su hipótesis metódica consiste en considerar que todo acto humano con sentido, están contenidas simultáneamente todas las formas fundamentales de actos de la misma clase: en todo acto espiritual actúa la totalidad del espíritu, así por ejemplo, un acto teórico comporta y contiene al mismo tiempo un acto económico, estético y religioso, dado que las esferas de la cultura se insertan unas con otras mediante conexiones funcionales. Y esta es la base para considerar que los actos humanos individuales con sentido, son de cuatro tipos: Actos Teóricos. Aquellos cuyo sentido radica en la identidad general del objeto mentado, en su esencia y en su dirección a lo objetivo-general. Actos Económicos. Los que su sentido reside en la vivencia de la relación psicofísica de energía entre sujeto y objeto, en dirección cuantificadora del gasto o ahorro de dicha energía. Actos Estéticos. Que son los que tienen el sentido dirigido hacia el carácter de impresión-expresión de su apariencia concreta o imagen. Actos Religiosos. Aquellos cuyo sentido está en la referencia de la vivencia singular al sentido total de la vida individual, dirigidos al "valor total" del individuo. Estos actos están gobernados por lo que Spranger llama "las leyes del espíritu" que son normas que rigen el funcionamiento de los fenómenos psíquicos desde su estructura finalista, como son: La ley de la economía o principio del mínimo esfuerzo. La ley estética o principio de la forma. La ley de la ciencia o principio del fundamento. La ley de la política o principio de la voluntad jurídica y reguladora. La ley de la sociedad o principio de la fidelidad, La ley de la religión o principio de moral acerca de como ha de pensar y actuar el hombre de un modo unitario. En cuanto a las características de los tipos que constituyen su tipología, son las que a continuación describimos. El hombre teorético Predomina en él su actitud cognoscitiva y el sentido total de sus actos está presidido por la objetividad como valor. De este modo, los datos del objeto han de ser desprovistos de su carácter subjetivo inmediato. Su criterio es la sistematización fundamentadora, existiendo sólo para él lo verdadero y lo falso. Su fin es la ley general objetiva, su pasión es la verdad y el conocimiento objetivo, concibiendo el mundo y la realidad como un sistema de esencias universales y relaciones de dependencia o de causa-efecto. Frente a lo económico observa una actitud de repulsa, alejándose del instrumental y subordinándolo todo a lo teórico. Frente a lo estético, su meta es la verdad, y al desprenderse de todo subjetivismo, desvaloriza lo estético y lo puramente intuitivo: su meta es la descripción conceptual. Frente a lo social, el hombre teorético es un individualista acusado, siendo lo único que lo une a los hombres, la comunidad en la investigación y en el descubrir su amor por la verdad. Frente al político, posee una vigorosa conciencia de poder entendido como saber y orientado hacia la crítica. Concibe la instrucción y el conocimiento como el único medio de progreso. Frente al religioso, la actitud del teorético no es normativa ni antepone valores, sin embargo espera obtener un sentido total del mundo por un conocimiento total del ser. Es notoria en este sentido su aversión al misticismo y a lo puramente sentimental. El ideal del vida del hombre teorético es permanecer idéntico a sí mismo en su querer y dar a su personalidad, en la medida de lo posible, el carácter riguroso e inequívoco de un sistema lógico. Su comportamiento, como los estoicos, lo desarrolla ateniéndose a máximas lógicas de aquí que para él no sean motivos, ni el amor, ni la utilidad, ni la armonía interior, sino sobre todo y ante todo la veracidad. Para Spranger existen varios tipos de hombre teorético como son el Reflexivo o indagador y especulativo, el Técnico o empirista y aplicador, el Analítico, el Sintético, el Pensador Parcial o Total, el Productivo cuyo valor es la creación y la invención y el Receptivo, dado a la contemplación y reflexión. Por último, el opuesto al tipo Teorético es el Escéptico, de carácter teórico, estético, político o religioso. El hombre económico Su criterio fundamental de actuación es la utilidad, cualidad por la cual los bienes materiales sirven para satisfacer necesidades procedentes de la propia conservación o del ahorro de energía. De este modo se presenta siempre bien como productor o como consumidor. Frente al teórico que busca la verdad, el económico busca la aplicación o explotación de ahí que esté muy interesado por el conocimiento tecnológico. Es pragmático en cuanto que lo verdadero lo asimila a lo útil y lo falso a lo inútil. Frente al estético, lo útil es enemigo de lo bello situándose en el concepto de lujo, determinado por la escasez o rareza de algo. Frente a lo social es egoísta, sólo le importa su vida y su negocio y en consecuencia es un acérrimo defensor de la propiedad privada como fundamento esencial del orden social. Su sociabilidad es siempre aparente, porque su auténtico motivo es el interés, a utilidad y la aplicación. En relación al político tiene algo en común. Considera el poder como un valor, aunque él lo asocia a la riqueza y al prestigio. Frente al religioso, el hombre económico tiene sus dioses fijados en lo útil, lo práctico, lo técnicamente más productivo, en la riqueza, en el dinero y en general en todo lo que es externo al sujeto y que puede ser poseído. Para el hombre económico todo tiene un precio y por tanto puede ser vendido o comprado a voluntad en el mercado libre, Existen para Spranger varios tipos de hombre económico: el previsor, que se guía por utilidades permanentes; el sagaz, aquel que se orienta por utilidades momentáneas y otros como el trabajador, el consumidor, el ahorrador y casos extremos como el avaro y el dilapidador. El hombre estético Su actitud se caracteriza por el sentido impresión-expresión que orienta sus actos. Impresión que es la figura concreta sensible que recibe por su significado. Expresión es la figura que extiendo a mi contenido psíquico y la forma es la compenetración entre impresión y expresión. La actitud del hombre estético es puramente desinteresada y de contemplación psíquica, prestando y ofreciendo sentimiento a todo y transformando todas sus impresiones en expresiones. Frente al hombre teórico, el estético rechaza la ciencia que destruye lo intuitivo, sintiendo aversión por lo conceptual. La naturaleza la concibe orientada desde ideas animistas y mitológicas, de aquí que muchas veces aparezca y se exprese como un romántico visionario. Frente al económico, siente indiferencia hacia lo material y utilitario y frente al social, considera al prójimo como objeto ético y estético. Para él el erotismo, entendido como forma de amor estético no tiene limites materiales ligados al sexo. Frente al político, el estético posee un peculiar sentimiento de poder: trata de influir en los demás recurriendo a los aspectos formales. La religión del estético es la belleza, su dios es la suprema energía ordenadora y su carácter el animismo. Para Spranger existen dos tipos de intereses estéticos; los de naturaleza creadora y los de naturaleza gozadora. El hombre social El hombre social carece de contenido propio y posee una orientación afirmativa de valores hacia la vida ajena y a sentirse a sí mismo en los demás. Su tendencia es el amor a los demás. Al carecer el hombre social de contenido propiamente dicho, las demás esferas de sentido valorativo aparecen como contenido. De esta manera se opone al teórico porque considera la ciencia como motivo de orgullo y por tanto opuesta al amor. Se opone también al económico y al político, dado que no le interesan ni la utilidad ni el poder. Sin embargo se relaciona mucho con el religioso en cuanto que la comunidad se vive como totalidad. El hombre político El motivo fundamental que da sentido a su conducta es el poder, entendido como capacidad de imponer siempre a los demás la propia orientación valorativa. Posee sentimientos de afirmación de la propia esencia, así como vitalidad y energía de la existencia y su vida está impregnada por relaciones de poder y rivalidad. El hombre político pone al servicio de su voluntad todas las esferas de valor, enfocándolas todas desde la perspectiva del poder. En su extremo, para el político, el fin justifica los medios, teniendo un fuerte sentimiento de autoafirmación. Su motivo central es la voluntad de superar a los demás para lo que necesita por un lado, energía moral y por otro dominio de sí mismo. Para Spranger existen dos tipos básicos de naturaleza del poder, las activas o emprendedoras y las pasivas u obedientes. Opuestos al político son todos los estados puros del estético, el religioso, el teórico y el económico. El hombre religioso Es aquel que experimenta su vivencia de valor en su significación e importancia para el sentido total del la vida. Aquel que lo experimenta como sentido supremo de la existencia, como cumplimiento definitivo del sentido de su vida. Existen tres formas de manifestación de la religiosidad. La primera si el modo en que los valores vitales particulares se relacionan con el valor total de la existencia tiene un carácter positivo, entonces podemos hablar del místico inmanente. Si la relación entre lo particular y lo universal es negativa, estaríamos ante el místico trascendente. Y si la relación es mixta, estaríamos, según Spranger, ante la naturaleza religiosa escindida. Para el místico inmanente todos los valores positivos de la vida son gérmenes de lo divino y universal. Para el transcendente todo lo humano carece de valor porque no es posible explicar lo divino si no es a través de lo revelado, por tanto rechaza lo útil, asume la mortificación y el sacrificio y desvaloriza su yo. Para los de naturaleza mixta lo fundamental es la fe o capacidad para confiar en lo divino como determinante y explicador de los actos humanos. Las motivaciones generales del hombre religioso radican en la fe, sin poder precisar la frontera entre lo que esa fe supone de saber o de creer. Otro motivo es su conciencia de trascendencia, que se explicita en su tendencia a rebasar lo finito, buscando objetos infinitos, aquellos que superan las normas del riguroso conocer, siendo sólo accesibles mediante la actitud religiosa. Con respecto al económico considera el trabajo como servicio divino, despreciando los frutos del mismo. Con el estético, en la medida que éste practica la religión de la belleza y al social le une la dimensión del amor. Frente al político, el hombre religioso concibe el estado como un medio y puede enfrentarse voluntariamente a él con el fin de transformarlo, en cuanto que sus supremas instituciones son las religiosas. En este sentido considera como un valor muy importante la libertad espiritual.