Está en la página 1de 17

El control de la carga de entrenamiento en el

voleibol mediante microtecnología integrada:


¿Hacia un modelo de periodización quirúrgica?
16/1/2018

0 Comentarios

por Pablo Añón

Introducción                Los deportes de equipo exigen de los deportistas una gran


demanda de su sistema neuromuscular, cardiorrespiratorio, hormonal etc. Una correcta
organización y programación de las cargar permitirían un correcto proceso de
adaptación y mejora del rendimientomayor resistencia, velocidad, fuerza y/o potencia.
Sin embargo, una cantidad excesiva de entrenamiento puede conducir a una
sobrecarga de la capacidad funcional del deportista y un mayor riesgo de lesiones y
enfermedades. Contrario a esto, un entrenamiento insuficiente puede socavar el
rendimiento. Para conseguir un óptimo proceso de adaptación, se debe utilizar una
periodizaciónadecuada de las cargas de entrenamiento (Vanrentergehm, et al 2017).
Para ello se utilizan diferentes modelos de planificación y organización de las
cargasampliamente divulgados en la literatura especializada.
No obstante, la periodización carece de sentido si no se puede monitorear
sistemáticamente el proceso de entrenamiento y las variables específicas de
rendimiento. En la actualidad existe tecnología disponible para cuantificar los niveles de
carga que permite organizar y ajustar en tiempo real y de forma precisa (quirúrgica), el
proceso de entrenamiento.
 
Control de la carga del entrenamiento en deportes de equipo 
 
 
El control de la carga de entrenamiento de un deportista es importante para determinar
cómo se está adaptando al programa de entrenamiento y para minimizar el riesgo de
sobreentrenamiento, de sufrir lesiones o contraer enfermedades (Halson, 2014). 
También puede proporcionar una explicación científica sobre los cambios en el
rendimiento del equipo, pudiendo ayudar a conocer las posibles razones de los
cambios en el rendimiento y minimizar el grado de incertidumbre asociado a dichos
cambios. Estos datos permiten examinar retrospectivamente las relaciones carga-
rendimiento, y planificar adecuadamente la carga de entrenamiento y la competición.
Al mismo tiempo, los datos también pueden ser útiles para la toma de decisiones a la
hora de seleccionar los jugadores para confeccionar el equipo y para determinar si los
jugadores están preparados para las exigencias de la competición.
Recientemente, el monitoreo del control de la carga de entrenamiento ha cobrado un
significativo interés por parte de las ciencias del ejercicio, debido al avance de la
tecnología aplicada (Cardinale y Varley, 2016)
La carga de entrenamiento puede clasificarse como carga externae interna. En este
trabajo solo nos centraremos en el control de la carga externa, definida ésta,como el
trabajo realizado por el atleta, medido independientemente de sus características
internas (Wallace, Slattery y Coutts, 2009). Un ejemplo de carga externa en un deporte
de equipo podría ser la distancia recorrida por los jugadores a diferentes velocidades.
Aunque la carga externa es importante para entender el trabajo realizado y las
funcionalidades y capacidades del deportista, la carga interna o el estrés fisiológico y
psicológico impuestos por el entrenamiento también es importante en la determinación
de la carga de entrenamiento y su adaptación posterior (Halson, 2014). Entender e
interpretar la relación entre la carga externa y la carga interna, permite cuantificar y
entender los procesos de fatiga. Por ejemplo, teniendo en cuenta el ejemplo de las
distancias recorridas a diferentes velocidades en un deporte de equipo, se pueden
establecer las distancias relativas a las máximas intensidades o de sprint, discriminar
por tiempo de juego y ver cómo evolucionan esos patrones en cada jugador. Al mismo
tiempo, se los puede relacionar con patrones de respuesta de carga interna como, por
ejemplo, la FC ante cada intensidad de juego desarrollada. 
Métodos de registro de la carga externa en deportes de equipoHoy en día existe
suficiente tecnología válida para medir, controlar y monitorizar la carga externa en el
deporte.
En los deportes de equipo, el análisis de tiempo-movimiento (TMA), incluyendo el
seguimiento con sistema de posicionamiento global (GPS) y el análisis de los patrones
de actividad y de movimiento a través del análisis de video (como ProZone o AMISCO)
son cada vez más populares para la monitorización de los jugadores, especialmente
durante la competición.
La fiabilidad del GPS para el control del movimiento depende de factores como la
frecuencia de muestreo, velocidad, duración y tipo de la acción motriz (Aughey, 2011).
De la literatura disponible, se deduce que cuanto mayor sea la velocidad de
movimiento, menor será la fiabilidad GPS. La fiabilidad también se reduce cuando la
distancia del sprint se acorta, mientras que la validez del mismo aumenta con la
duración de la tarea (Aughey, 2011). Además, la fiabilidad se reduce al evaluar las
tareas que requieren un cambio de dirección.  El GPS no puede cuantificar la carga de
los saltos, acciones con el balón o los tackles (Aughey, 2011). Actualmente el
desarrollo tecnológico, mediante “tecnología integrada”, permite que a los GPS se le
incorporen acelerómetros y giróscopos, que permiten cuantificar acciones muy cortas y
de mayor velocidad de ejecución, al igual que la carga física (Cummings et al., 2013;
Dellaserra et al., 2014).
En los deportes indoor o de campo cubierto, el GPS habitualmente no se utiliza para
medir distancias y velocidades, puesto que no se recibe correctamente la señal.
Además, las frecuencias de muestreo habituales de 5-Hz a 10-Hz, pueden tener una
limitada precisión en las mediciones de distancia y velocidad, sobre todo cuando éstas
son cortas y con un alto grado de aceleración.  Sin embrago en la actualidad existen
tecnologías integradas como el sistema Catapult[1], en donde un GPS con mayor
cantidad de satélites, más un sistema de alta precisión de posicionamiento local
inalámbrico y un sistema de acelerometría de análisis inercial, permiten cuantificar los
movimientos con suma precisión y al mismo tiempo determinar la carga de
entrenamiento (Gabbett sn). 
            Dellaserra et al., (2014) realizaron una extensa revisiónsobre la utilización de
tecnología integrada en deportes de equipo,desde 1990 hasta 2014. Sobre un total de
114 publicaciones, 39 de estas pasaron los criterios de inclusión, y 23 de ellas fueron
realizados con jugadores profesionales de diferentes deportes. Según los autores, los
dispositivos más comúnmente utilizados fueron Minimax X[2], OptimEye, SPI Elite, and
SPI-10. La utilización de los mismos fue dirigida hacia: a) cuantificar las demandas de
movimiento (n: 22), b) evaluar las diferencias entre las demandas de entrenamiento y
competición (n: 12), medir las respuestas fisiológicas y metabólicas (n: 16), y d)
determinar la validez de los esfuerzos de muy alta intensidad (n: 8).
Esta “tecnología integrada” que combina el GPS con acelerometría y registro de la
frecuencia cardíaca (Dellaserra et al., 2014), permite obtener al mismo tiempo el control
de la carga externa y la carga interna, en tiempo real, bajo condiciones de
entrenamiento y competición.  Además, ha sido introducida en varios estudios para la
cuantificación de la aceleración en deportes de equipo, tales como el Futbol australiano
(Farrow et al., 2008; Coutts et al., 2007; Aughey etal., 2011b; Boyd et al., 2011; Stein et
al., 2014), rugby union (Suárez-Arrones et al., 2012; Highman et al., 2012),
rugby league (Gabbett et al., 2012; Gabbett y Seibold, 2013; Huling et al., 2014; Black y
Gabbett, 2014; Murray et al., 2014), hockey sobre hierba (Gabett, 2010), cricket
(Petersen et al., 2009) y netball (Chandler et al., 2014).
            En lo que conocemos, hasta la fecha, existe escasa evidencia que haya
analizado los deportes de equipo indoor (ej. voleibol, baloncesto y balonmano) con esta
tecnología integrada. Los acelerómetros tri-axiales parecen ser una respuesta
adecuada para cuantificar las demandas energéticas metabólicas y la carga de trabajo
en deportes indoor.
 
Acelerómetros como medio de cuantificación de la carga externa del entrenamiento y la
competición en el deportes de equipo
Según Cummings et al. (2013) “El acelerómetro triaxial mide una magnitud vectorial
compuesta (expresada como fuerza-G) registrando la suma de las aceleraciones
medidas en los tres ejes (planos X, Y, Z). Además, el número y la intensidad de los
contactos físicos y las colisiones entre los atletas y los objetos o las superficies pueden
cuantificarse por la carga de cuerpo y medidas del impacto. La carga corporal (medida
como fuerza-G) es la colación de todas las fuerzas impuestas a un atleta, incluyendo la
aceleración/desaceleración, relacionada con cambios de dirección y el impacto de la
colisión entre jugadores y el contacto con el suelo.
Los acelerómetros o dispositivos que miden la actividad física en 3 planos se han
utilizado previamente para examinar los niveles de actividad física de la población
(Cummings et al., 2013).
Los acelerómetros utilizan "puntos de corte" para clasificar la actividad de los individuos
en “baja y alta actividad", y evalúan las actividades cotidianas de la vida diaria de los
datos del movimiento lineal en varios ejes (Dellaserra et al., 2014). Los tipos más
comunes de acelerómetros son los piezoresistivos, los piezoeléctricos y los de
diferencial capacitiva. Los acelerómetros de diferencial capacitiva se utilizan
ampliamente en los deportes y en la actividad física, debido a su capacidad para
clasificar la postura, el movimiento y la estimación del gasto energético, y para analizar
el control de marcha y equilibrio (Dellaserra et al., 2014).
La serie de acelerómetros ActiGraph (p. ej., GT1M. GT3X) y ActivPAL son muy
utilizados en los estudios de actividad física y deporte, para medir los niveles de
actividad, el gasto de energía y el análisis de la marcha. La validez y fiabilidad de estos
acelerómetros se ha establecido previamente a través de estudios que muestran
correlaciones significativamente mayores entre los monitores ActiGraph y la replicación
del estudio en comparación con StepWatch, AMP 331, ActivPAL, u otros tipos de
acelerómetros (Maddison et al., 2010).
En los deportes de equipo los acelerómetros se emplean, principalmente, para
cuantificar la carga externa, los impactos y las colisiones, como por ejemplo en el
rugby league (McLellan et al., 2011b; Gabbett et al., 2012) y en el
rugby union (Cunniffe et al., 2009; Venter et al., 2011;). La intensidad del impacto se
clasifica, generalmente en “zonas de impacto” de acuerdo con el software de cada uno
de los dispositivos (Cummins et al., 2013).  Además, también se utilizan los
acelerómetros para cuantificar las aceleraciones y las desaceleraciones durante el
entrenamiento y la competición (Farrow et al., 2008; Gabbett., 2010; Aughey, 2011b;
Suárez-Arrones et al., 2012; Higham et al., 2012).
Actualmente nos encontramos frente a un gran avance en el uso de la microtecnología
(acelerómetros, giróscopos, magnetómetros) para detectar diferentes tipos de
movimiento, que son especiales para diferentes actividades deportivas como, por
ejemplo, los saltos, los cambios de dirección, los tackles y disparos a portería, que
presentan una gran demanda neuromuscular y metabólica, y que no son consideradas,
precisamente, como actividades locomotoras, y son imposibles de cuantificar por medio
del GPS.
Muy pocos artículos han utilizado microtecnología en sus estudios. Chambers etal.,
(2015) en una muy reciente “revisión sistemática”, indicaron que solo 28 artículos
pudieron cumplir con los criterios de inclusión para el estudio. Ocho artículos abordaron
el uso de microsensores en deportes individuales incluyendo tenis (n= 2), atletismo (n=
2), golf (n= 2) salto con trampolín (n= 1) y halterofilia (n= 1). Ocho estudios utilizaron
microsensores en deportes acuáticos, describiendo diferentes elementos técnicos de la
natación, mientras cinco estudios basaron sus trabajos en microsensores en deportes
de nieve que incluyeron salto de esquí (n= 2), esquí alpino (n= 1), snowboard (n= 1) y
esquí de fondo (n= 1).  Solo siete artículos analizaron el uso de microsensores en
deportes de equipo, que incluyeron el béisbol (n= 2), fútbol australiano (n= 2),
rugby league (n= 1), rugby union (n= 1) y criquet (n= 1).
La ventaja más grande de la utilización de microtecnología en los deportes de equipo
es la detección de movimientos específicos, la cuantificación de la carga, de las
demandas del entrenamiento y la competición y la obtención de parámetros de
rendimiento del equipo y de cada jugador (Ghasemzadeh y Jafari, 2011; Gabbett et al.,
2010; Kelly et al., 2012; Gabbett et al., 2012; Gastin et al., 2013; Cormack et al., 2014;
McNamara et al., 2015).
 
            Control de la carga externa durante el entrenamiento y la competición en el
voleibol
La evidencia sobre el control de la carga externa en el voleibol se basa sobre estudios
de TMA[3].  Habitualmente se han cuantificado el número de saltos y los tiempos de
trabajo y de pausa en relación con el puesto de los jugadores.
Laconi et al., (1998), estudiaron a 4 jugadores y 6 jugadoras de voleibol de nivel
recreacional, durante una simulación de juego adaptado en cancha, midiendo con un
dispositivo portátil de consumo de oxigeno telemétrico Cosmed K2 las variables
cardiorrespiratorias y analizado con técnica de video-análisis, las variables mecánicas,
como distancia recorrida, trabajo mecánico, energía cinética, energía mecánica y la
energía atribuida al salto.  Mediante la técnica de análisis de video encontraron una
altura media de salto de 115 cm para el primer salto y 103 cm para el segundo
(analizaron dos saltos de ataque consecutivos). La velocidad de la carrera durante el
primer paso es más rápida y alcanza unos 4.4 m/s para el primer ataque y unos 3 m/s
para el segundo. El trabajo mecánico en el primer salto fue de 2128 J (joule). Esa
energía mecánica incluye 861J de la energía cinética de los tres pasos antes del salto y
1265J como la suma de la energía potencial (745 J), de la cinética traslacional (329 J) y
de la cinética rotacional (193 J) del salto.
Guo y Li (2000), hicieron uno análisis 3D de filmaciones en una competición
internacional en donde participaron jugadores masculinos de elite, polacos, cubanos,
canadienses y chinos. La altura promedio alcanzada[4] durante la competición fue de
313cm, 307cm, 307cm y 301cm para los polacos, cubanos, canadienses y chinos
respectivamente.
González Millán (2001) en un estudio citado previamente, además de valorar la
respuesta de la FC y la concentración de lactato sanguíneo durante la competición en
los jugadores centrales y líberos, de nivel nacional, también analizó mediante análisis
de video, la cantidad de saltos, la intensidad de las acciones, el número de acciones, la
cantidad de toques, el tiempo de permanencia en cancha y el tiempo en reposo.
Los centrales permanecieron en la cancha antes de ser sustituidos un promedio de 3
minutos, mientras que los líberos estuvieron 2.1 minutos.  El tiempo promedio de
reposo en el banquillo para los centrales fue de 2 minutos y para los líberos de 48
segundos.
Gonzáles Millán (2001) concluyó que: “para una duración media del set de 17.1
minutos, el líbero, el central principal y el central secundario permanecieron de media
en el campo 13.4, 10.2 y 8.7 minutos respectivamente, y fuera de él 3.7, 6.9 y 8.4
minutos respectivamente. Por consiguiente, el líbero es el jugador que más tiempo
participa en el juego durante el set: un 41.5%, frente a un 31.5% el central principal y
un 27% el central secundario.  En cuanto al tiempo fuera de la cancha, los porcentajes
son inversos y es el central secundario el que más tiempo en todo el set permanece en
el banquillo, un 44.1%, frente a un 36.4% el central principal y un 19.5% el líbero”.
Respecto a los saltos, los centrales principales realizaron un promedio de 93 ± 9.5
(rango entre 80-108 saltos) y los centrales secundarios 70 ± 7.1 (rango entre 54-80
saltos) por partido. En cada set los centrales principales ejecutaron un promedio de 23
± 5.4 saltos (entre 15-35 saltos) y los centrales secundarios 18 ± 4.5 (entre 9-28 saltos).
Sheppard et al., (2007) realizaron un análisis de tiempo-movimiento (TMA) en partidos
internacionales de voleibol para establecer un criterio de validez para la proponer un
test experimental relacionado con la exigencia competitiva. Para ello examinaron ocho
partidos de voleibol masculino de los Juegos Olímpicos de 2004 y ocho partidos
internacionales de la selección masculina sub 23 de Australia.  Los resultados
obtenidos del TMA destacan que el 76.6% de los rallies[5]tienen una duración de 12
segundos o menos y la media de duración fue de 11 segundos.  El rango de duración
oscila entre 3 segundos o menos (por ejemplo, los puntos de saques) hasta más de 40
segundos. Además, el 40% de los tiempos de recuperación entre los rallies fue de 12
segundos o menos con un tiempo medio de 14 segundos con rangos que oscilaron
entre los 4 segundos y los 38 segundos de recuperación. En cuanto a la frecuencia de
saltos por set, los centrales saltaron un rango de 3-19 saltos de bloqueo y 2-15 saltos
de ataque. Los puntas y opuestos realizaron entre 1 y 13 saltos de bloqueo y entre 1 y
15 saltos de ataque. Los armadores por su parte tuvieron una frecuencia de saltos de
bloqueo que osciló entre 1 y 11, y el armado en salto (los armadores más
experimentados suelen saltar para armar en suspensión) entre 11 y 21.
Años más tarde, Sheppard et al., (2009) determinaron los patrones de actividad durante
la competición en jugadores de voleibol masculino de elite, comparando las diferencias
entre las posiciones, especialmente en los atacantes.  Para ello analizaron mediante
TMA, ocho partidos de los JJOO de 2004 y ocho partidos internacionales.  Existen
diferencias significativas entre los puestos para la frecuencia de los saltos de ataque y
bloqueo por set durante el partido. La frecuencia media de saltos de bloqueo de los
centrales por set (11 ± 3.14) fue significativamente superior a los armadores (6.25 ±
2.87) y a los puntas y opuestos (6.50 ± 3.16). Los centrales presentaron una mayor
frecuencia de saltos de ataque (7.75 ± 1.88) respecto a la de los armadores (0.38 ±
1.06) y la de los puntas y opuestos (5.75 ± 3.25).
Vilamitjana et al., (2008) analizaron los videos de 56 partidos de un equipo profesional
de la liga argentina de voleibol masculino, que comprendieron un total de 23865
acciones de saltos. Encontraron que los saltos de bloqueo y ataque son los que más
frecuentemente se producen durante el juego (37.9 % y 21.7 % del total,
respectivamente). Se registró una frecuencia de saltos por minuto de juego neto de
1.25 (s/min), no encontrándose diferencias significativas entre las posiciones. Los
armadores presentaron una frecuencia levemente superior al resto de los puestos (1.62
s/min). Los centrales y opuestos presentaron una frecuencia muy similar (1.35 s/min vs.
1.33 s/min, respetivamente), mientras que los puntas saltaron 1.12 s/min.
Bertorello (2008), cuantificó la cantidad de saltos en un equipo masculino de categoría
sub 21 durante 10 partidos.  Del análisis de los datos se concluye que los armadores
saltan 29.3 saltos por set, los opuestos 20.4 saltos, los puntas 17.7 saltos y los
centrales 21.6 saltos.  Los saltos totales por partido fueron 131 para los armadores,
91.6 para los opuestos, 79.5 para los puntas y 97 para los centrales. 
Esper (2013), analizó los saltos de un equipo profesional de la liga argentina de voley
masculino durante 10 partidos oficiales, contabilizaron un total de 4055 saltos. El 44%
(1774) de los saltos fueron de bloqueo, los saltos de ataque representaron el 25%
(1001), los saques en salto un 16% (665), y salto en armado 11% (465). Los jugadores
saltaron en promedio entre 36 a 54 veces en un partido de 3 sets y de 60 a 90 en un
partido de cinco sets. Los armadores, los centrales y opuestos saltaron un promedio de
18 saltos por set, mientras que los puntas realizaron 12 saltos por set, dando como
promedio un salto cada 1min 30seg a 2min. 
Recientemente Wnorowski et al., (2013), realizaron uno de los pocos estudios que han
intentado cuantificar y describir la cinemática de los saltos durante un partido de cuatro
sets. Estudiaron un grupo de cinco jugadores profesionales que participaban en la liga
masculina de voleibol de Polonia y en el equipo nacional, mediante análisis de video
con un software que digitalizaba en 3D, para hacer análisis biomecánico de los saltos. 
Se registraron un total de 378 saltos durante el partido. La media de la altura alcanzada
(tener presente que es el alcance máximo de ataque del balón) fue de 295.3 cm, la cual
represento el 87.2% del alcance máximo medido en laboratorio. Durante el partido, los
saltos de bloqueo fueron 133 (33.3 saltos por set), los saltos de ataque fueron 87 (21.8
saltos por set), los saltos en condiciones de saque 83 (20.8 saltos por set), mientras
que el armado en salto fue de 75 saltos (18.8 saltos por set). La media de la altura
alcanzada por los saltos de ataque fue de 315.2 ± 17.6 cm, representado un 90.1 ±
5.1% del máximo en condiciones de test.  La altura media alcanzada por los saltos de
bloqueo oscilo entre 292.7 ± 17.1 cm, representado un 88.9 ± 5.4% del máximo en
condiciones de test.
En otro estudio de TMA, Mroczek et al., (2014) investigaron las distancias recorridas
por 28 jugadores profesionales de voleibol durante cuatro partidos de la liga polaca.
Los resultados indican que la distancia promedio recorrida por un jugador de voleibol
fue de 1221 ± 327 m durante un partido de tres sets y 1757 ± 462 para los partidos de
cuatro set.  La distancia media total recorrida durante los puntos fue de 10.9 ± 0.9 m
con un rango de 9.1 a 12.6 m.  Los armadores recorrieron la mayor distancia (1630 ±
170 m), los atacantes recorrieron 1383 ± 102 m y los líberos 1372 ± 103 m. Los
centrales fueron los que menos distancia recorrieron 788 ± 92 m. Durante un punto los
centrales recorrieron de promedio 10.4 ± 1.2 m, mientras que los que ocupan
posiciones defensivas 10.7 ± 0.2m y los opuestos 10.4 ± 0.2m. Los que mayor distancia
recorrieron durante un punto fueron los armadores (12.1 ± 0.4 m), seguido por los
líberos (11.7 ± 0.3 m).
Los estudios anteriormente mencionados reportaron valores que surgen del análisis de
tiempo-movimiento (TMA) en competición por medio de técnicas de video-análisis o
registros observacionales directos.
 
Utilización práctica de la acelerometría para el control de la carga externa durante el
entrenamiento y la competición en el voleibol
En la actualidad existen varios sistemas de monitoreo de la carga externa que
perfectamente se pueden aplicar al voleibol para el control de la carga. El ZephyrTM
BioHarnessTM, el CATAPULT y el Vert son algunos de los medios de microtecnología
integrada, validados y disponibles en el mercado, aptos para su utilización tanto en
entrenamiento como en competición en el voleibol.
En la práctica hemos utilizado tanto el ZephyrTM BioHarnessTM como el CATAPULT,
para el control del entrenamiento y la competición en equipos de voleibol de elite.
Añon P, en 2010 (tesis de Maestría sin publicar), describió los aspectos fisiológicos y
mecánicos durante el entrenamiento y competición con la utilización del ZephyrTM
BioHarnessTM, con jugadores de la selección Argentina sub 23 en la preparación
previa al mundial de la categoría. Se registraron los saltos durante cinco partidos de
carácter amistoso (19 sets totales), en donde se observaron un total de 3174 saltos con
un promedio de 634.8 ± 103.5 saltos totales por partido. Al promediar los saltos totales
por la cantidad de sets jugados, se obtiene una cantidad de 167 saltos por set, lo que
da un promedio de 41.8 saltos por puesto por set.
Cuando se tienen en cuenta la cantidad de jugadores por puesto, el promedio de saltos
por partido fue de 406.7 ± 69.1. El promedio de saltos por set por jugador fue de 28.3 ±
8.8 saltos.
            En la muestra analizada en nuestro estudio los centrales son los jugadores que
realizaron una cantidad de saltos por partido significativamente superior a los otros
puestos, datos que concuerdan con la literatura (Esper, 2013; Shepard et al, 2009).  
Los centrales de esta muestra (n: 4) promediaron un total 294.2 ± 43.6 saltos por
partido, que al dividirlo por dos jugadores por puesto da un promedio de 147 saltos por
cada central. La frecuencia promedio fue de 40.3 saltos por set.              Los puntas y
los opuestos de la presente muestra realizaron un promedio de 22.5 ± 8.3 y 29.3 ± 17
saltos por set respectivamente, similar a los datos publicados por Sheppard et al.,
(2007), Sheppard et al., (2009), y Esper (2013). Siendo algo superiores a los 17.7 y
20.4 saltos publicados por Bertorello (2008).
Los armadores, por su parte,tuvieron una frecuencia de 20.9 ± 5.7 saltos por set, con
un promedio total de 70.2 ± 15.2 salto por partido.
Ahora bien, la cantidad de saltos, per se no es la única variable de interés para
cuantificar la carga externa, la altura de los mismos y la distribución de la intensidad de
los saltos brindan un mejor análisis de lo que ocurre con nuestros jugadores durante la
competición. Así pues, encontramos que un 19.5% de los saltos ocurren en la zona
entre 52 a 60cm, mientras que un 18.9% entre 60 y 69 cm.
En nuestra muestra se halló que durante los entrenamientos se realizó en promedio un
35% más de saltos que durante la competición. Seguramente esta diferencia se deba al
mayor tiempo de trabajo promedio durante los entrenamientos que supera en 48
minutos el tiempo de la competencia (39%), lo que supone un mayor trabajo técnico-
táctico que implicaría un mayor volumen de saltos.
Es interesante destacar que en los entrenamientos se registraron más cantidad de
saltos de menor intensidad, hasta los 39cm. Mientras que durante la competición se
registraron más saltos en la franja de 60-69cm.
Los entrenamientos estudiados indicaron que el número de saltos que se realizaronfue
mayor que durante la competición, aunque de menor intensidad.
El análisis de la distribución porcentual de los saltos, es un buen indicador de la forma
deportiva a lo largo del macrociclo, permitiendo una periodización
prácticamente “quirúrgica”del proceso de adaptación específica. Habitualmente se
realizan pruebas de control del estado de forma deportiva (test de Bosco, salto de
alcance de ataque y bloqueo, pruebas de velocidad y agilidad, etc), pero no siempre
reflejan de forma directa su impacto en la performance específica en el juego.
En otro ejemplo a aplicación práctica, esta vez, mediante la utilizacióndel dispositivo s5
de CATAPULT (GPS con acelerómetro y giróscopo incorporado más prestigioso del
mercado utilizado por los deportes de equipo más importantes del mundo), se pudo
realizar un control de la carga muy minucioso permitiendo una ondulación muy precisa,
durante la puesta a punto de la preparación de la Selección Argentina Femenina de
Voleibol para la clasificación al mundial de Japón. Durante cinco semanas de
entrenamiento se registraron un promedio por jugadora de 1096 ± 589.3 saltos con una
gran variabilidad en los mismos. La zona de intensidad en donde se ejecutaron más
saltos fue la de 30-40 cm (41.3%), seguida por 40-50 cm (28.2%). En la zona de más
de 50 cm se ejecutaron el 4.7% de los saltos (gráfico 1). 

[1] http://www.catapultsports.com/

[2]MinimaxX, Team 2.5, Catapult Innovations, Scoresby, Australia

[3] TMA: Time MotionAnalysis (Análisis de tiempo-movimiento)

[4] El alcance del salto o reach, es una medida muy utilizada por los entrenadores. Implica el mayor alcance que el jugador
puede tocar con sus dedos.

[5] Se denomina Rallies a la cantidad de veces que el balón pasa de un lado al otro de la red alternándose uno o varios
periodos de ataque-defensa en el mismo punto de juego.

Gráfico 1. Distribución porcentual de la cantidad de saltos en las diferentes zonas de intensidad

La utilización de este dispositivo también permite obtener comparaciones por puesto,


por ejemplo, las centrales realizaron 3279 saltos (1093 saltos por jugadora), las puntas
4819 saltos (964 saltos por jugadora) y las opuestas 5185 saltos (1728 saltos por
jugadora).  Las centrales realizaron mayor cantidad de proporciones de saltos entre 50-
60 cm y 60-70 cm. La tabla 1 (gráficos 2 y 3) muestra la cantidad de saltos totales y la
distribución por zona de cada jugadora. De esta manera se puede establecer la carga
global e individual de cada jugadora, Gracias a esta metodología de control del trabajo,
pudimos observar cómo los entrenamientos se realizaban con mayores niveles de
saltos en las zonas de mayor intensidad llegando a su pico en los últimos dos
entrenamientos previos a la partida hacia el pre-mundial, siendo este un indicador
invaluable para la puesta a punto del equipo mensurado de forma objetiva. Esto se
demuestra con el incremento promedio de un 180% en la proporción de saltos en la
zona de 40-50cm y un 150% de la proporción de la cantidad de saltos en la zona de 50-
60 cm (gráfico 2). En el gráfico 4 se puede constatar cómo se van disminuyendo
paulatinamente en las sesiones la proporción de saltos entre 30-40 cm y como se van
incrementando los saltos 
Gráfico 2. Distribución de la cantidad de saltos de cada jugadora por zona de intensidad      Gráfico 3. Distribución
porcentual de la cantidad de saltos por zona de intensidad

para las zonas de intensidad entre 40-50, 50-60 y 60-70 cm para los entrenamientos de
carácter global símil partido. Al mismo tiempo, en el grafico 5 se aprecia claramente
como a partir de la sesión 15/16 (comienza la estancia en altura), la carga del
entrenamiento es menor a las sesiones anteriores y con un carácter ondulatorio
progresivo, alcanzando los mayores registros porcentuales de distribución de saltos
entre 40-50 cm.
Otra variable muy interesante es la cuantificación de la carga mecánica o PlayedLoad
promedio por entrenamiento que en este caso fue de 293 ± 83.8 UA con una intensidad
promedio de 3.2 ± 0.7 Pl/min. El conocer la carga de cada tarea del entrenamiento
permite ondular el mismoen función de su magnitud.En el gráfico 6se puede observar la
PlayedLoad relacionada con los saltos y la intensidad durante el entrenamiento de
competencia simulada, nos permitió detectar como algunas jugadoras a pesar de
presentar mayor cantidad de saltos, la carga mecánica puede ser menor.      Esto pone
de manifiesto que   contabilizar los saltos durante el entrenamiento solamente, no
puede ser la única variable a tener en cuenta para el control de la carga.           Para
ello es menester analizar, por ejemplo, como son los esfuerzos   repetidos de alta
intensidad y las aceleraciones de alta intensidad que componen parte de la carga
mecánica (grafico 7).
Así pues, jugadoras conCantidades de saltos similares, poseen diferencias
sustanciales en las aceleraciones de alta intensidad (Total IMA) y en los esfuerzos
explosivos repetidos (grafico 7).
 
Conclusiones
Por medio de la utilización de la microtecnología integrada aplicada al voleibol se
puede:
·       Analizar las respuestas mecánicas y metabólicas del entrenamiento y la
competición
·       Individualizar la carga por jugador
·       Comparar la carga aguda y crónica por jugador y por puesto.
·       Discriminar y cuantificar la carga por cada tarea de entrenamiento.
·       Evaluar la efectividad del entrenamiento, minimizando el riesgo de lesión.
·       Estimar el costo energético de las sesiones de entrenamiento
·       Conocer los patrones de carga de las aceleraciones en todas las direcciones y las
caídas de los saltos para detectar posibles lesiones por sobreuso.
·       Establecer relaciones de dosis/respuesta entre la carga del entrenamiento y el
rendimiento específico.
Medir y monitorear signos tempranos de sobreuso y sobreentrenamiento
Bibliografía  
Akubat, I., Patel, E., Barrett, S., Abt, G. (2012). Methods of monitoring the training and match load and their
relationship to changes in fitness in professional youth soccer players.  J Sports Sci, 30(14), 1473-1480.
Anderson, L., Triplett-McBride, T., Foster, C., Doberstein, S., Brice, G. (2003). Impact of training patterns on
incidence of illness and injury during a women’s collegiate basketball season.  J Strength Cond Res(17), 734-738.
Aughey, R. (2011). Applications of GPS technologies to field sports. Int J Sports Physiol Perform, 6, 295-310.
Aughey, R. (2011). Increased high-intensity activity in elite Australian Football finals matches.  Int J Sports Physiol
Perform, 6(3), 367-369.
Bannister, E. (1991). Modeling elite athletic performnace. En H. J. Green, J. D. McDougall, & H. A.
Wenger, Physiological testing of elite athletes (págs. 403-424). Champaign, IL: Human Kinetics.
Bara Filho, M.G., de Andrade, F.G., Nogueira, R.A., Nakamura, F.Y. . (2013). Comparison of different methods of
internal load control in volleyball players. Rev Bras Med Esporte, 19(2), 143-146.
Barbero-Alvarez, J.C., Soto, V.M., Barbero-Alvarez, V., Granda-Vera. (2008). Match analysis and heart-rate of futsal
players during competition. J Sports Sci, 26(1), 63-73.
Ben Abdelkrim, N., Castagna, C., El Fazaa, S., El Ati, J. (2010).The effect of players’ standard and tactical strategy
on game demands in men’s basketball. J Strength Cond Res, 24(10), 2652–2662.
Bertorello, A. (2008).Cantidad, tipo e intermitencia de los saltos en el voleibol masculino.  Obtenido de
efdeportes.com:  http://www.efdeportes.com/efd121/cantidad-tipo-e-intermitencia-de-los-saltos-en-el-voleibol-
masculino.htm
Boyd, L., Ball, K., Aughey. (2011). The reliability of MinimaxX accelerometers for measuring physical activity in
Australian football. In J Sports Phys and Perf, 6(3), 311.
Brink, M.S., Nederhof, E., Visscher, C., Schmikli, S.L., Lemmink, K.A.P.M. (2010).  Monitoring load, recovery, and
performance in young elite soccer players. J Strength Cond Res, 24(3), 597-603.
Cardinale, M., Varley, M.C. Wearable training monitoring technology: aplications, challenges and opportunities
(2016). Int J Sports Physiol Performance, 12, 55-62.
Casamichana, D., Castellano, J., Calleja-Gonzalez, J., San Román, J., Castagna, C. (2013). Relationship between
indicators of training load in soccer players. J Strength Cond Res, 27(2), 369-374.
Castellano, J., Casamichana, D. (2010). Heart Rate and Motion Analysis by GPS in Beach Soccer. J Sports Sci
Med, 9(1), 98-103.
Chambers, R., Gabbett, T.J., Cole, M.H., Beard, A. (2015). The Use of Wearable Microsensors to Quantify Sport-
Specific Movements. Sports med, 45(7), 1065-1081.
Chandler, P.T., Pinder, S.J., Curran, J.D., Gabbett, T. (2014). Physical demands of training and competition in
collegiate netball players. J Strength Cond Res, 28(10), 2732–2737.
Clarke, A.C., Anson, J., Pyne, D. (2015). Physiologically based GPS speed zones for evaluating running demands
in Women's Rugby Sevens. J Sports Sci, 33(11), 1101-1108.
Clarke, N., Farthing, J.P., Norris, S.R., Arnold, B.E., Lanovaz, J.L. (2013). Quantification of training load in Canadian
football: Application of session-RPE in collision-based team sports. J Strength Cond Res, 27(8), 2198–2205.
Cormack, S.J., Smith, R.L., Mooney, M.M., Young, W.B., O'Brien, B.J. (2014).  Accelerometer load as a measure of
activity profile in different standards of netball match play.  Int J Sports Physiol Perform, 9(2), 283-291.
Coughlan, G.F., Green, B.S., Pook, P.T., Toolan, E., O´Connor, S.P. (2011). Physical game demands in elite rugby
union: A global positioning system analysis and possible implications for rehabilitationimportance.  Journal of
orthopaedic & sports physical therapy, 41(8), 600-605.
Coutts, A.J., Kempton, T., Sullivan, C., Bilsborough, J., Cordy, J., Rampinini, E. (2015).  Metabolic power and
energetic costs of professional Australian Football match-play. J Sci Med Sport, 18(2), 219-224.
Coutts, A.J., Reaburn, P., Piva, T.J., Rowsell, G.J. (2007). Monitoring for overreaching in rugby league players. Eur
J Appl Physiol, 99, 313-324.
Cummins, C., Orr, R., O´Connor, H., Cameron, W. (2013). Global Positioning Systems (GPS) and Microtechnology
Sensors in Team Sports: A Systematic Review. Sports Med, 43, 1025-1042.
Cunniffe, B., Proctor, W., Barker, J.S. (2009). An evaluation of the physiological demands of elite Rugby Union
using global positioning system tracking software. J Strength Cond Res, 23(4), 1195-1203.
Dellaserra, C.L., Gao, Y., Ransdell, L. (2014). Use of integrated technology in team sports: A review of
opportunities, challenges and future directions for athletes. J strength Cond Res, 28(2), 556–573.
Duthie, G., Pyne, D., Hooper, S. (2003). Applied physiology and game analysis of rugby union. Sports Med, 13, 973-
991.
Elloumi, M., Makni, E., Moalla, W., Bouaziz, T., Tabka, Z., Lac, G., Chamari, K. (2012).  Monitoring training load and
fatigue in rugby seven players. Asian J Sports med(3), 175-184.
Esper, A. (2013). Estudio de los saltos que realizan los jugadores de voleibol masculino de un equipo de la Liga
Argentina de Clubes. Obtenido de Efdeportes.com: http://www.efdeportes.com/efd178/los-saltos-que-realizan-los-
jugadores-de-voleibol.htm
Farrow, D., Pyne, D., Gabbett, T. (2008). Skill and physiological demands of open and closed training drills in
Australian Football. Int J Sports Sci Coach, 3(4), 489-499.
Foster, C. (1998). Monitoring training in athletes with reference to overtraining syndrome. Med Sci Sports Exerc,
30, 1164-1168.
Foster, C., Florhaug, J.A., Franklin, J., Gottschall, L., Hrovatin, L.A., Parker, S., Doleshal, P., Dodge, C. (2001). A
new approach to monitoring exercise training. J Strength Cond Res, 15(1), 109-115.
Foster, C., Florhaug, J.A., Franklin, J., Gottschall, L., Hrovatin, L.A., Parker, S., Doleshal, P., Dodge, C. (2001). A
new approach to monitoring exercise training. J Strength Con Res(15), 109-115.
Freitas, V.H., Miloski, B., Bara Filho, M.G. (2015). Monitoramento da carga interna de um período de treinamento
em jogadores de voleibol. Rev Bras Educ Fís Esporte, 29(1), 5-12.
Freitas, V.H., Nakamura, F.Y., Miloski, B., Samulski, D., Bara-Filho, M.G. (2014).Sensitivity of physiological and
psychological markers to training load intensification in volleyball players. J Sports Sci Med, 13(3), 571-579.
Freitas, V.H., Nakamura, F.Y., Mmiloski, B., Samulski, D., Bara-Filho, M.G. (2014).  Sensitivity of Physiological and
Psychological Markers to Training Load Intensification in Volleyball Players. j Sports Sci med(13), 571-579.
Gabbett, T. (2010). GPS analysis of elite women’s field hockey training and competition. J Strength Cond Res,
24(5), 1321-1324.
Gabbett, T. (2015). Relationship between Accelerometer Load, Collisions, and Repeated High-Intensity Effort
Activity in Rugby League Players. J Strength Cond Res, Epub ahead of print.
Gabbett, T., Jenkins, D., Abernethy, B. (2010). Physical collisions and injury during professional rugby league
skills training. J Sci Med Sport, 13(6), 578-583.
Gabbett, T., Jenkins, D., Abernethy, B. (2013). Physical demands of professional rugby league training and
competition using microtechnology. J Sci Med Sport, 1, 80-86.
Gabbett, T.J., Domrow, N. (2007). Relationships between training load, injury, and fitness in sub-elite collision
sport athletes. J Sports Sci(15), 1507-1519.
Gabbett, T.J., Jenkins, D.G., Abernethy, B. (2012). Physical demands of professional rugby league training and
competition using microtechnology. J Sci Med Sport, 15(1), 80-86.
Gallo, T., Cormack, S., Gabbett, T., Williams, M., Lorenzen, C. (2014).  Characteristics impacting on session rating
of perceived exertion training load in Australian footballers. J Sports Sci,
http://dx.doi.org/10.1080/02640414.2014.947311.
Gastin, P., McLean, O., Spittle, M., Breed, R. (2013). Quantification of tackling demands in elite Australian football
using integrated wearable athlete technology. J Sci Med Sport, 16, 589-593.
Ghasemzadeh, H., Jafari, R. (2011). Coordination analysis of human movements with body sensor networks: a
signal processing model to evaluate baseball swings. IEEE Sens J., 11(3), 603-610.
Gonzalez Millan, C., Espa, A., del Campo, J., García, F., Valdivieso, F. (2001).  Un estudio sobre la respuesta
cardíaca durante la competicipon de voleibol en el lbero y en los centrales. APUNTS(137), 17-23.
Gonzalez Millan, C., Espa, A., del Campo, J., García, F., Valdivieso, F. (2002). Anàlisis del lactato de los jugadores
de voleibol lìbero y central. Archivos de Medicina del Deporte, 19(91), 385-391.
González, C., Ureña, A., Llop, F., García, J.M., Martín, A., Navarro, F. (2005).PHYSIOLOGICAL CHARACTERISTICS
OF LIBERO AND CENTRAL VOLLEYBALL PLAYERS. Biol Sport(22), 13-27.
Guo, R., Li, Y. (2000). KINEMATIC ANALYSIS OF SPIKING IN ELITE VOLLEYBALL PLAYERS DURING
COMPETITION. 18 International Symposium on Biomechanics in Sports. Hong Kong.
Hailstone, J., Kilding, A.E. (2011). Reliability and validity of the ZephyrTM BioHarnessTM. Measurement in Physical
Education and Exercise Science(15), 293-300.
Halson, S. (2014). Monitoring Training Load to Understand Fatigue in Athletes. Sports Med, 44(Suppl. 2), s139-
s147.
Higham, D.G., Pyne, D.B., Anson, J.M. (2012). Movement patterns in Rugby sevens: effects of tournament level,
fatigue and substitute players. J Sci Med Sport, 15(3), 277-282.
Hulin, B.T., Gabbett, T.J., Kearney, S., Corvo, A. (2014). Physical Demands of Match-Play in Successful and Less-
Successful Elite Rugby League Teams. Int J Sports Phys Perform.
Jarning, J.M., Mok, K.M, hansen, B.H., Bahr, R. (2015). Application of a tr i-axial accelerometer to estimate jump
frequenc y in volleyball. Sports Biomech, 14(1), 95-105.
Johnston, T., Sproule, J., McMorris, T., Maile, A. (2004). Time-motion analysis and heart rate response during elite
male field hockey competition versus training. J Hum Movement Stud, 46, 189–203.
Johnstone, J., Ford, P.A., Hughes, G., Watson, T., Garrett, A.T. (2012).  BioharnessTM multivariable monitoring
device. Part I: Validity. J Sports Med Sci(11), 400-408.
Karcher, C., Buchheit, M. (2014). On-Court demands of elite handball, with special reference to playing
positions. Sports Med, 44(6), 797-814.
Kelly, D., Coughlan, G., Green, B., Caulfield, B. (2012). Automatic detection of collisions in elite level rugby union
using a wearable sensing device. Sports Eng, 15(2), 81-92.
Kim, J.H., Roberge, R., Powell, J.B., Shafer, A.B., Williams, W.J. (2013).  Measurament accuracy of heart rate and
respiratory rate during graded exercise ans sustained exercise in the heat using the Zepehyr Bioharness.  Int J
Sports Med, 34, 497-501.
Kruger, K., Pilat, C., Ueckertb, K., Frech, T., Mooren, F.C. (2014). Physical performance profile of handball players
is related to playing position and playing class. J Strength Cond Res, 28(1), 117-125.
Kunstlinger, U., Ludwig, H.G., Stegemann, J. (1987). Metabolic changes during volleyball matches. Iny J Sports
Med(8), 315-322.
MacLaren, D. (1990). Court games: volleyball and basketball. En T. S. Reilly, & T. S. Rilly (Ed.), Physiology of
sports (págs. 376-409). Londres: Spon Press.
Maddison, R., Jiang, Y., Vander Hoorn, S., Exeter, D., Mhurchu, C.N.,Dorey, E. (2010). Describing patterns of
physical activity in adolescents using global positioning systems and accelerometry.  Pediatr Exerc Sci, 29, 392-
407.
Malone,J.J., Di Michele, R., Morgans, R., Darren Burgess, Morton, J.P., Drust, B. (2015).  Seasonal training load
quantification in elite english premier league soccer players. Int J Sports Phys Perform(10), 489 - 497.
Manzi, V., D’Ottavio, S., Impellizzeri, F.M., Chaouachi, A., Chamari, K., Castagna, C. (2010). Profile of weekly
training load in elite male professional basketball players. J Strength Con Res(24), 1399-1406.
Marquez, W., Masumura, M., Michiyoshi, A.E. (2009). The effects of jumping distance on the landing mechanics
after a volleyball spike. Sports Biomech, 8(2), 154-166.
McLellan, C.P., Lovell, D.I., Gass, G.C. (2011). Biochemical and endocrine responses to impact and collision during
elite Rugby League match play. J Strength Cond Res, 25(6), 1553–62.
McLellan, C.P., Lovell, D.I., Gass, G.C. (2011). Performance analysis of elite Rugby League match play using global
positioning systems. J Strength Cond Res, 25(10), 1703-1710.
McNamara, D.J., Gabbett, T.J., Chapman, P., Naughton, G., Farhart, P. (2015). The Validity of Microsensors to
Automatically Detect Bowling Events and Counts in Cricket Fast Bowlers. Int J Sports Physiol Perform, 10(1), 71-
75.
Michalsik, L.B., Madsen, K., Aagaard, P. (2014). Match performance and physiological capacity of female elite team
handball players. Int J Sports Med, 35(7), 595-607.
Misjuk, M., Hurt, N., Rannam, I. (2015). Soccer players training load during estonian Premim league matches:
comparison of hig and low ranking teams. J Hum Sport Excer., 9 (Proc 1), S521-S525.
Montgomery, P.G., Pyne, D.B., Minahan, C.L. (2010). The physical and physiological demands of basketball
training and competition. Int J Sports Physiol Perform, 5, 75–86.
Mroczek, D., Januszkiewicz, A., Kawczyński, A.S., Borysiuk, Z., Chmura, J. (2014). Analysis of male volleyball
players' motor activities during a top level match. J Strength Con Res, 28(8), 2297-2305.
Murray, N.B., Gabbett, T.J., Chamari, K. (2014). Effect of differen between-match recovery times on the activity
profiles and injury rates of National Rugby League players. J Strength Cond Res, 28(12), 3476–3483.
Nedergaardab, N.J., Kerstinga, U., Lakeb, M. (2014). Using accelerometry to quantify deceleration during a high-
intensity soccer turning manoeuvre. J Sports Sci, 32(20), 1897-1905.
Petersen, C.J., Pyne, D., Portus, M., Dawson, B. (2009). Validity and reliability of GPS units to monitor cricket-
specific movement patterns. Int J Sports Phys Perform, 4, 381–393.
Podstawski, R., Boraczyński, M., Nowosielska-Swadźba, D., Zwolińska, D. (2014). Heart rate variability during pre-
competition and competition periods in volleyball players. Biomed Human Kinetics(6), 19-26.
Póvoas, S.C., Ascensão, A.A., Magalhães, J., Seabra, A.F., Krustrup, P., Soares, J.M., Rebelo, A.N.
(2014). Physiological demands of elite team handball with special reference to playing position.  J Strength Cond
Res, 28(2), 430-442.
Povoas, S.C.A., Seabra, A.F.T., Ascensao, A.A.M.R., Magalhaes, J. (2012). Physical and physiological demands of
elite team handball. J Strength Cond Res, 26(12), 3365-3375.
Reeser, J.C., Bah, R. (2003). Handbook of sports medicine and science: Volleyball. Malden, Massachusetts, USA:
Blackwell Science Ltd.
Rodríguez-Marroyo, J.A., Medina, J., García-López, J., García-Tormo, J.V., Foster, C. (2014). Correspondence
between training load executed by volleyball players and the one observed by coaches.  J Strength Cond Res(28),
1588-1594.
Scanlan, A., Wen, N., Tucker, P., Dalbo, V. (2014). The relationship between internal and external training load
models during basketball training. J Strength Cond Res, 28(9), 2397-2405.
Seliger, V. (1968). Energy Metabolism in Selected Physical Exercises. Int. Z. angew. Physiol. einschl.
ArbeRsphysiol, 25, 104-120.
Sheppard, J.M., Croning, J., Gabbett, T.J., McGuigan, M.R., Extebarria, N., Newton, R.U. (2007). Relative importance
of strength and power qualities to jump performance in elite male volleyball players. J Strength Cond Res(22), 758-
765.
Sheppard, J.M., Gabbett, T.J., Reeberg Stanganelli, L.C. (2009). An analysis of playing positions in elite men’s
volleyball: considerations for competition demands and physiologic qualities.  J Strength Cond Res, 23(6), 1858–
1866.
Stein, J., Gabbett, T., Townshend, A., Dawson, B. (2014). Physical qualities and activity profiles of sub-elite and
recreational Australian football players. Science and Medicine in Sport.
Suaresz Arrones, L.J., Portillo, L.J., Gonzalez Rave, J.M., Muñoz, V.E., Sanchez, F. (2012). Match running
performance in Spanish elite male rugby union using global positioning system.  Isokinetics and Exercise Science,
20, 77-83.
Vanrenterghem, J., Nedergaard, N.J., Robinson, M.A., Drust, B. (2017).Training load monitoring in team sports: A
novel framework separating physiological and biomechanical load-adaptation pathways. Sports Med, 47
(11), 2135–2142.
Venter, R., Opperman, E., Opperman, S. (2011). The use of global positioning system (GPS) tracking devices to
access movement demands and impacts in under-19 Rugby Union match play.  Afr J Phys Health Ed Rec Dance,
17(1), 1-8.
Vilamitjana, JJ., Soler, D., Barrial, J.M., Del Grecco, P., Montes de Oca, M. (2008). JUMPING PROFILE OF ELITE
VOLLEYBALL MALE PLAYERS BY FIELD POSITIONS DURING A COMPETITIVE SEASON. MSSE, 40(5).
Voigt, H., Vetter, K. (2003). The value of strength-diagnostic for the structure of jump training in volleyball. Eur J
Sport Sci(3), 1-10.
Wagner, H., Tilp, M., von Duvillard, S.P., Mueller, E. (2009). Kinematic Analysis of Volleyball Spike Jump. (30), 760-
765.
Waldron, M., Twist, C., Highton, J., Worsfold, P., Daniels, M. (2011). Movement and physiological match demands
of elite rugby league using portable global positioning systems. J Sports Sci, 29(11), 1223-1230.
Walker, E.J., McAinch,A.J., Sweeting, A., Aughey, R. (2015). Inertial sensors to estimate the energy expenditure of
team-sport athletes. J Sports Med Sport, 1-5.
Wallace, L.K., Slattery, K.M., Coutts, A.J. (2009). The ecological validity and application of the session-RPE method
for quantifying training loads in swimming. J Strength Cond Res, 23, 33-38.
Wnorowski, K., Aschenbrenner, P., Skrobecki, J., Stech, M. (2013). An assessment of a volleyball player’s loads in
a match on the basis of the number and height of jumps measured in real-time conditions. BALTIC JOURNAL OF
HEALTH AND PHYSICAL ACTIVITY, 5(2), 199-206.

.
ZEPHYR, T. (2015).BioharnessTM 3 Obtenido de http://www.zephyranywhere.com

Agradecimientos: a la FEVA, al Prof Alejandro Bertorelo, a los integrantes del


laboratorio de biomecánica del CeNARD (Dr Gustavo Represas,  LicFernando Dinezza,
Lic. Martin Fratini) a los representantes de CATAPULT en Argentina (Mg Luciano
Tomaghelli y Lic Fernando Ratti) y a los técnicos de los equipos de selección nacional
que permitieron el control de los entrenamientos con microtecnología con los cuales se
hizo este trabajo, Guillermo Orduna, Fabian Muraco, Alejandro Grosi, Marcelo Silva
0 Comentarios

También podría gustarte