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TRABAJO SOCIAL
PEREIRA
2019
INTRODUCCIÓN
El objetivo principal de este trabajo es generar un análisis reflexivo en cuanto a los conflictos
armados que se dan en nuestro país desde hace más de 50 años, su incidencia en la población
civil y el papel del trabajo social en la reparación integral de las víctimas que ha dejado este
flagelo. No pretenderá por tanto, ser un modelo de intervención, sino una reflexión en sí misma.
Han pasado más de 10 años desde que el mundo conoció la existencia de municipios colombianos
como Bojayá, Vigía del Fuerte, Bellavista, y no precisamente por su cultura, sus costumbres, su
folclor o por su gente. Fue conocida por el horror de la violencia, la barbarie y la tragedia. Hoy
día Bojayá está en el olvido, las promesas por parte del Gobierno Nacional no sean cumplido, las
victimas aun no gozan de una restitución integral, no existe un proceso de justicia. Más de 2.300
desplazados y unas grandes secuelas psicológicas y físicas que no sean borrado, las poblaciones
sin ningún tipo de desarrollo pareciera que el tiempo en Bojayá se estancó.
Para finalizar presentamos una serie de reflexiones grupales donde presentamos nuestra
perspectiva general con respecto a la forma como la población civil ha afrontado y ha intentado
recuperarse de las secuelas generadas por estos macabros actos de dolor y sufrimiento, su lucha
por sanar las heridas de la guerra. Un desafío de todas estas personas de Bojayá quienes en
medio del conflicto armado, intentan construir una sociedad que pueda encarar el futuro, o mejor
aún para tener uno.
Lugar donde ocurrió el Riveras del rio Atrato y en el casco urbano de las poblaciones de Vigia del
acontecimiento Fuerte y Bellavista - Bojayá Departamento Chochó
Tipo de violencia (Física, Durante la masacre de Bojayá, Choco se sufrió violencia física como
psicológica, emocional, sexual, psicológica, ya que tras el atentado que hubo en la iglesia provocando
económica, social, política, tantas muertes, después de eso las personas que quedaron vivas tuvieron
que enfrentar ver a su alrededor personas echas pedazos por el cilindro que
las FARC hizo explotar, de allí se desprendieron momentos de angustia y
dolor. Esto provoco que muchos tuvieran traumas tanto así que por mucho
tiempo dejaron de comer carne o de dormir bien, cuentan varios relatos de
simbólica, laboral, entre otras). personas que pudieron ver todo este hecho. Además vivían atemorizadas
porque no sabían que podía suceder más adelante y aunque huyeron de este
lugar, en sus mentes siempre van a recordar lo sucedido.
Modalidad de violencia del La modalidad de violencia en Bojayá, Choco fue en absoluto masacre, ya
acontecimiento (Masacre, que despiadadamente por enfrentamientos de los paramilitares y las farc se
desaparición forzada, asesinato ocasionó ese hecho que destrozó la vida de muchas personas, los cuales
selectivo, desplazamiento tuvieron que abandonar todo lo que tenían.
Motivo que se supone ocasionó Desde los años 90 se intensifico la disputa territorial entre las FARC y los
el acontecimiento PARAMILITARES, quienes buscaban controlar la selva y el rio, la salida
directa al mar Caribe y al océano Pacifico, ya que esta ubicación era
estratégica para el tráfico de drogas, el acceso al megaproyecto (carretera
Panamericana) y la cercanía a puertos y centrales hidroeléctricas. Este era
un territorio dominado por la guerrilla, hasta que en mayo de 1997 los
paramilitares anunciaron su entrada a la zona, ya para el año 2000, la
guerra llegaba a un punto crítico, la policía por ejemplo se retiró de la zona
luego de una cruenta toma simultanea de las FARC a las poblaciones de
Vigía del fuerte y Bojayá, además de la ausencia de fuerzas militares y
policía, el municipio de Bojayá no contaba con alcalde. Así que este quedo
a la merced de la disputa a bala entre paramilitares y las FARC.
Acciones de respuesta de Estado tiene responsabilidad por omitir su función de proteger a los
Estado ciudadanos de los hechos ocurridos el 2 de mayo del 2002. Para lo cual
estableció mecanismos o acciones tendientes a resarcir el daño hecho por la
guerrilla de las FARC y los paramilitares. –
Rol desde el Trabajo Social Teniendo en cuenta todas las situaciones de guerra que se presentan
ante estos acontecimientos históricamente a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional
colombiana, surge un escenario de intervención profesional para el Trabajo
Social. Dicho escenario genera una serie de desafíos y se convierte en una
tarea necesaria para el enriquecimiento de la profesión. Profesión
alimentada por personas, por comunidades de personas, por sujetos de
derechos que han sido violentados, a quienes le debemos nuestra razón de
ser como profesionales en esta área, todo esto implica poder mirar a los
ojos a las víctimas y no como un expediente, un número, una cifra o una
estadística más de la violencia en el país, sino más bien como seres
humanos acallados por las circunstancias, intimidados y violentados por
una guerra de la nunca pidieron hacer parte y que lo único que se pretenden
es encontrar una mano justa que les permita volver a resurgir y no
precisamente con la ayuda del estado que se hace el sordo ante el clamor
de un pueblo. Es ahí donde la labor del trabajo social se hace imperante y
tiene un papel muy importante a la hora de intervenir en el renacer de las
víctimas, del fango en el que día a día las secuelas del conflicto armado se
empeñan en sumergirlos.
El conflicto armado y sus consecuencias exigen una interpretación más allá
de la historia presentada por los medios de comunicación tradicionales. Por
lo que se debe partir más bien de la idea de interaccionar no solo con los
afectados por la guerra, sino también con todos aquellos miembros de la
comunidad, con el fin de entablar un ambiente de confianza y cercanía,
porque es bien sabido que dicha población ha sido abandonada por el
estado y para las personas es muy difícil volver a confiar en instituciones o
grupos de profesionales que se aprovechan de las situaciones de conflicto
para sacar provecho económico. Pero esa desconfianza e incredulidad
puede irse rompiendo con el cumplimiento de la labor de los profesionales
del trabajo social, mediante una observación analítica y participante que
nos permita interpretar silencios, lagrimas, gestos, tendencias, maneras de
actuar e inclusive de vestir, manifestaciones culturales, las relaciones
sociales y familiares de una comunidad especifica.
Todo lo anterior requiere de mucha preparación, documentación de
diferentes fuentes que cuenten lo ocurrido, no solo medios oficiales
quienes en la mayoría de las veces se encuentran viciados por los partidos
políticos imperantes en la región, sino más bien analizar intervenciones
realizadas previamente, para poder tener herramientas de conocimiento en
el momento del acercamiento a las víctimas y sus comunidades. La técnica
a utilizar obedece básicamente al contexto, al momento que se vive en los
territorios, las tensiones en torno al orden público, el avance o retraso de
los procesos de la reparación, los cumplimientos o incumplimientos por
parte de las instituciones, entre otras causas, pero ante todo y sin lugar a
dudas recalcando el respeto por la calidad de la vida humana. La
construcción de memoria alrededor de estas afectaciones colectivas se debe
hacer precisamente previendo el desconocimientos de muchas personas
que consideran que nunca han sido afectadas directamente por el conflicto
armado en el país y específicamente en las ciudades capitales aledañas al
departamento del Chocó, teniendo en cuenta a quienes no permiten una
sólida reprobación social del conflicto, y para acabar de completar
recordar que no existen garantías de no repetición desde una ciudadanía
activa, y mucho menos derecho a la verdad y divulgación de los hechos
que han victimizado a un gran número de personas inocentes, pero lo más
triste la indiferencia marcada de la mayoría de los citadinos.
Debe ser asumida la intervención como una acción social transformadora,
consciente y deliberada de situaciones y circunstancias con el fin de que se
logre una reparación integral, procurando la comprensión de aquellos
cambios que no fueron deseados por las víctimas del conflicto armado, de
sus entornos, las relaciones y los bienes (materiales e inmateriales) que
amaban y les fueron arrebatados con violencia. El trabajo social intenta
contribuir en una reparación de la humillación, del despojo, de los
proyectos que no pudieron realizar, del olvido estatal. Una reparación del
enojo, de las iras, de la impotencia experimentada, del sufrimiento y la
culpa (Grupo Nacional de Memoria Histórica, 2013). Es una reparación
para la verdad y la no repetición de estos hechos. El conflicto armado en
Colombia también ha dado un rumbo, sin lugar a dudas, a las prácticas de
los y las trabajadoras sociales. Aunque como lo diría Alayón, los Estados
nunca han estado “ausentes”, ya sea por presencia o por “ausencia”, los
Estados siempre están presentes, pues detrás de cada omisión seguramente
hay una intención políticamente pensada (Alayón, 2010).
comprender que el conflicto armado en Colombia ha dado un orden a las
distintas esferas del país (política, cultural, social y económica), generando
unas consecuencias profundas que recaen sobre las víctimas (en sus
individualidades y colectividades) y en la sociedad colombiana en general,
ha construido unas subjetividades y realidades sociales que dan lugar a las
prácticas sociales, las cuales adquieren unas dinámicas propias y pasan a
formar parte de las características del ámbito social y comunitario en el
cual se inscribe el quehacer del trabajo social. Las víctimas del conflicto
armado, algunas ya sin ganas de nada, otras con una pequeña esperanza y
otros con grandes sueños, aún por encima de la intencionalidad de quienes
ejecutan y diseñan las prácticas asistencialistas o asistenciales, reciben lo
que se les brinden para paliar sus carencias más puntuales; y el trabajo
social no puede estar con una visión a medias para comprender la enorme
dimensión que adquiere una asistencia para quien la recibe. ¿Qué víctima
después de la humillación de quedar sin tierras, sin trabajo, sin algún
familiar, sin amigos cercanos, enferma o con hambre estará en condiciones
de impulsar procesos de reivindicación, lucha y resistencia? Claro está que,
no se puede discutir que al interior de los grupos dominantes se gestan
intenciones de desmovilizar, detener, señalar negativamente y amortiguar
el nivel de reivindicación de las personas que históricamente en su mayoría
han sido excluidas, como las víctimas del conflicto armado.
Dentro de esta práctica reflexiva se observa la importancia de reconocer a
la víctima como sujeto de derecho y no objeto de favores. Se hace urgente
que el trabajo social posibilite y proponga nuevas narrativas que permitan
la profundización en los vínculos de pertenencia, de participación y de
reconocimiento, tanto con las instituciones y quienes las representan como
con las víctimas. Ser testigos de las consecuencias devastadoras del
conflicto no es una tarea fácil y no pasa por encima de las personas que
optan por la esperanza a través de su trabajo, mencionando además que en
este escenario, es probable que algunos profesionales sean víctimas
directas de la violencia, amenazados, hostigados y perseguidos por grupos
al margen de la ley. No mencionarlo restringe la mirada crítica sobre cómo
posturas íntimas (creencias, miedos, prejuicios y emociones) y
profesionales (ética, política) son potencialidades u obstáculos para el
objeto de la intervención (la reparación integral).
Luego entonces de considerar sobre el papel del trabajo social en la
reintegración de las víctimas del conflicto armado en Colombia se puede
comprender que no se pretende recaer sobre lo perdido sino sobre lo que
esto representaba para las víctimas. Es decir, son ellas mismas quienes
establecen la relación entre lo que el Estado a través de la reparación ofrece
y lo que se ha perdido. Las medidas de satisfacción son hechas al molde de
las víctimas porque está estrechamente ligado a las características
personales, el contexto y las creencias de las víctimas. El real desafío para
el trabajo social será la construcción de iniciativas para coadyuvar en la
anulación de la impunidad y no sólo la judicial sino la moral, el
desconocimiento total, la mala memoria y la indiferencia.
Reflexión grupal sobre las Como reflexión de grupo se podría decir que el Estado o la acción del
acciones que la población Estado se basa en una acción decreciente en materia de protección y
víctima ha implementado en defensa de los derechos de las poblaciones negras e indígenas que habitan
sus entornos para sobrevivir y la zona. Pese a que después de mayo de 2002 la zona ha sido objeto de
resistir al fenómeno de la observación permanente, las alertas tempranas no se tienen en cuenta, no se
violencia. aplican las medidas preventivas, la implementación de los mecanismos
contra la impunidad se omiten, las autoridades continúan evadiendo
responsabilidades administrativas y militares, y la atención a las víctimas
se brinda de manera insuficiente por las entidades responsables del tema.
Bojayá, memoria y río: violencia política, daño y reparación / Martha Nubia Bello … [et al.] —