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El siguiente encuentro es con Éaco, que confunde a Dioniso con Heracles debido a su

atuendo. Aún enfadado por el robo de Cerbero por parte éste, Éaco amenaza con soltar a
varios monstruos sobre él como venganza. Asustado, Dioniso cambia sus ropas con Jantias.
Una doncella llega entonces y se muestra feliz de ver a Heracles. Le invita a un banquete con
bailarinas vírgenes y Jantias está más que feliz de ser obligado. Pero Dioniso quiere volver a
cambiar las ropas de inmediato. De nuevo con la piel de león, Dioniso se encuentra con más
gente enfadada con Heracles, por lo que vuelve a cambiarla con Jantias una tercera vez.
Cuando Éaco regresa, Jantias le sugiere torturar a Dioniso para obtener la verdad sobre si es
realmente un ladrón o no, y le ofrece varias opciones para hacerlo, caracterizadas por su
crueldad. El aterrorizado Dioniso dice la verdad y admite que es un dios. Después de que
ambos sean azotados, Dioniso es llevado ante los señores de Éaco, y se comprueba la
verdad.

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