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UNA, DOS COMADREJAS

Matías Moscardi

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Ilustración de tapa:
Diseño y maquetería: Carlos M. Mux / Amilcar P. Gutiérrez

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©2010 Ediciones VOX

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UNA, DOS COMADREJAS

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I. CARPENTER

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Hoy cumples siete años.
Ya eres un hombre. Entierra
tu primer juguete y el retrato
de tu madre.

Jodorowsky.

En China, hace mucho


tiempo, enterraban a toda la
comunidad alrededor de la
abuela.

Barthes.

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lo que parece un sapo
aplastado contra una viga de hierro,
son sus ojos mirando
un pedazo mojado de diario.
taconean las uñas
de una comadreja que mastica
hojas secas en el cordón de la vereda.
es el ruido adentro del silencio.
es el silencio pariendo.
en una baldosa escrita
con un esténcil dice
fijate si alguien te sigue.
las cosas que mira
están alambradas y chispean,
como uno de esos chispeos
que no alcanza a tocar los dedos
de aquel que desconecta,
por ejemplo, un respirador
automático.

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carpenter: soy una bolsa para cadáveres.
veo la muerte desde la muerte.
igual que un zombie, naciste muerto,
como un bebé mudo. el semen que tu padre
eyaculó adentro de tu madre no tenía vida,
era un líquido inerte. y tu madre
siempre fue un cuerpo helado
sobre la cama.

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la noche borrándose.
el sin huesos come con los ojos
algo sin barrer sobre el piso.
los nombres son la mugre, monologa.
mirar es acorralar a un animal embalsamado
como si todavía estuviera vivo.
y sólo puede espirar pero no inspirar,
o al revés. la cuestión es que el aire
se mueve en una sola dirección,
llenando o vaciando sus pulmones.
y cuando algo se detiene así,
se estanca.

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una ciudad construida sobre agua cruda,


sobre tierra apolillada por el mar.

alguien, en el centro del viento, con el pulóver


de freddy kruger.

un pelo de su padre pegado a la tinta azul


de una revista de caza.

y esas plantas con forma de animales


que parecen quietas, pero avanzan.

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el extra de la madre: después de lamerme,
tus dientes se convertirán en la arena de tu lengua;
no habrá lugar en los huesos de tu garganta.
necesitarás agua; mi sudor llegará hasta tu estómago,
y no vomitarás, no podrás vomitar.

la de ojos saqueados despierta en la ducha.


el día es un animal mordiéndole el pelo.
el sin huesos busca su nombre
en un diccionario.

carpenter: antes estabas vivo.


ahora estás muriendo con paciencia.
cada uno arma su propia cárcel
sólo para poder pensar en la llave.
confirmarás una prisión al caer la noche.

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la de ojos saqueados no tiene nombre por algunas horas.
en ese intervalo es un sonido líquido, sin significado,
que se mueve para hacerte eyacular igual que tu padre.

……………………………………………………
…………………………………………
………………
………………………
……………………………………………
……………

la tarde la repele.
no hay tarde.
no se puede estar en la tarde.

la cuestión es
que la tarde reacciona
como un antivirus.

la tarde acabó adentro.

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el extra de la madre: desearías haberle comido
el corazón a tu abuela justo a tiempo, para que
se vuelva grasa de tu cuerpo.

…que una lastimadura en la cabeza


sea algo más que una leve molestia.
que un calor en el cráneo. que sea un código,
una clave de acceso, adónde, una clave de acceso
al lenguaje de la sutura. eso…

…limpiá lo que queda de ella de tu cuerpo,


adelgazálo, que se queme como grasa la memoria,
el recuerdo de tu abuela, de todos los que te cavaron
el corazón como una naranja, de los que te quebraron
la columna hasta el cerebro, aunque no se desinflamen
tus ojos, aunque la hinchazón ingrese en tu cuerpo,
aunque sigas escuchando a carpenter
hablar sobre su trabajo…

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carpenter: después te inyectamos aire en el pecho,
para que sientas dolor todos los días, en todo momento,
incluso en la felicidad, habrá un hueco de aire fijo
en el medio de tu esternón. no te quedará ánimo
para volver a morir.

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quieto.

algo dentro suyo se mueve como un hijo.


el peso del cuerpo cambia en el transcurso del día.

desaparece

el peso
cambia

el peso.

porque en el interior del cuerpo


todo se estanca o se deshace.

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no puede mirar el mar de frente.
el mar lo mira de reojo.
la sal va limando sus células
y entonces envejece porque existe
el mar.

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carpenter: corté tu cuerpo, lo abrí como se abre
una dalia en primavera. y no encontré nada,
no había nada adentro de tu cuerpo.

21
cámaras de vigilancia en el supermercado.
alguien borra su imagen todas las mañanas.
la misma cinta de video en donde el sin huesos
entra, compra cualquier cosa, paga y se va.

los pensamientos saltan como sapos.

una célula no se puede cortar con un tramontina.

vibran
moscas
blancas
como
células
en el tubo de luz.

pero son sus ojos los que desovan.


22
cabeza de cerdo: no podrás matarme, soy tus uñas.
les hablo a todos, hablo por todos. detrás de toda palabra
que escuches, incluso detrás de las que suenen dulces,
encontrarás la sangre caliente que gotea de las arterias
de mi cuello. sólo tengo esto para decirte.

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una tumba transparente que se prende y se apaga
pero es cuando se prende que puede ver
las moscas blancas acumuladas, muertas, adentro del vidrio.
moscas blancas que desovan en pleno vuelo y pequeñas
moscas naciendo en el aire, antes de caer
sobre la grasa acumulada en las baldosas.
lluvia que gotea como moscas en los labios.

… abuela no pude comerte el corazón


los médicos me mostraron tu cerebro blanco
y todo lo que ves blanco, me dijeron,
es sangre…

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no dijo ninguna palabra, pero murmuró algo que sonaba
como: todo pensamiento termina en un suspiro.
que sonaba como: un cierre que sube hasta el cuello.

…suspiria…

todo está vivo. no hay muerte en la camilla.

…suspiria…

no hay anticipación del derrumbe,


no hay restauración del asilo que se cae sobre la orilla,
o en todo caso la restauración no evita el derrumbe,
la restauración es el derrumbe, de lo contrario
¿qué significa ese cuerpo con alfileres en los ojos?

…suspiria…

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el extra de la madre: cocí tu piel.
todavía estás en útero. cuando nazcas,
voy a guardar tus últimos pelos
en un sobre de papel.

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la humedad del embarazo.
cada uno de nosotros es una serpiente, una lila,
–monologa el sin huesos– y se desprende
de sus frases

crack

porque que leyó que la fobia aumenta


cuanto más habla.

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antes de que el sol haga eso con las nubes del cielo.
una tropa de ángeles drogados golpea la ventana
con la culata de un rifle.

ángeles drogados: ¿ves las espinitas


que incinera el aire como esquirlas
de hueso? es lo informe entrando
por tu boca.

……………………………………
…………………………
…………………………………
…………………………
……………

28
los arqueólogos llaman fósil a todo
lo que estuvo enterrado. entonces,
cada palabra es una pala de tierra
en la boca. y las ampollas,
quemaduras maquinadas
por el propio cuerpo, son la prueba
de que la autodestrucción comienza
abajo de la lengua.

abajo de la lengua todo es fósil,


huesos flúo, huellas de yegua.

y ahora no sabe, no tiene idea


de cómo llegaron hasta ahí, de cómo
una pila de cajas de archivo dejó de significar
una pila de cajas de archivo para significar
un año bajo tierra.

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vamos, nadie se anima
a cerrar los párpados de unos ojos
que todavía parecen estar mirando.

el niño albino pensaba que las comadrejas


eran animales parecidos a los ángeles
y corrió hacia el mar con una leve desesperación;
la desesperación de algo que no fue necesario mirar.

la madre política: quemamos la comadreja.


supimos que estaba embarazada cuando escuchamos chillar
a los hijos que hervían adentro de su vientre.

el niño albino: soy el que revientan de horror


en los pulmones del niño vivo. sáquenme rápido de acá.

carpenter: un niño que duerme con un cuchillo


abajo de la almohada, no es un niño.
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por la mañana algo le pasa a la luz.
un tipo corriendo para atrás.
categoría: mutante.
las cosas van y vienen
de la parte vencida del cielo.
el sueño sobre un gordo
que comía uñas y cutículas
en un plato de arroz.

sal en los labios para tragar el día.

papá cree que pisamos veneno


en el puré y reza. en sus plegarias
les pregunta a los ángeles drogados
por las sardinas que había
en la heladera.

las sardinas: ellos hacen de la muerte


algo comestible. no te duermas. escupí eso.
tu hijo es tu asesino.
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un tipo corriendo para atrás.
categoría: mutante.
las cosas van y vienen
de la parte vencida del cielo.
el sueño sobre un gordo
que comía uñas y cutículas
en un plato de arroz.

sal en los labios para tragar el día.

papá cree que pisamos veneno


en el puré y reza. en sus plegarias
les pregunta a los ángeles drogados
por las sardinas que había
en la heladera.

las sardinas: ellos hacen de la muerte


algo comestible. no te duermas. escupí eso.
tu hijo es tu asesino.

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…su cuerpo es un bolso en miniatura, un costal.
probá comerles el esqueleto. fijate cómo hace lo frágil
para sobrevivir. si despertar es abrir comillas
lo que despierta no sos vos. y eso que parecía una mano
caminando como una araña por tu espalda durante seis años,
era una araña. cerrá el agua de la ducha. cortala…

perros y padres son invenciones horribles.


no. sólo los perros son seres vivientes –
monologa el sin huesos, respirando su aliento,
el olor a caries de las palabras.

y anota:

escribir es precisamente esto:


abrirle la ventana a una mosca
para que vaya a morir afuera.

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…fue a pescar a la boca, donde la laguna
se cruza con el mar. y no le contó a nadie
lo que había adentro del pescado,
cuando lo abrió para limpiarlo.

encendió un fuego con papel higiénico.

y después asó el pescado,


tirando desodorante a las llamas,
porque el desodorante ese
era más barato que el papel.

cuando todos terminaron de comer


dijo esto tenía adentro el pescado:
y de su mano colgaba, por la cola,
una rata…

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el crepitar de la lluvia es igual al crepitar del fuego,
pero el crepitar de la lluvia apaga el crepitar del fuego.
somos animales con alas, monologa el sin huesos,
y es algo puntual lo que nos preocupa:
traer algo a casa.

…deberías confiar un poco más en las ofrendas del abuelo.


deberías masticar y tragar en lugar de mirar. porque
si seguís así, si no podés dejar de acercarte cada vez más,
de enfocar el churrasco cada vez con más detalle,
vas a terminar viendo, a la fuerza, los bordes verdes
de toda carne…

el niño albino: anoche señalaste un lunar en mi brazo


y le pusiste tu nombre. ahora, una parte de mi cuerpo
tiene tu nombre ¿cómo le saco el nombre que le pusiste
a mi cuerpo?

la madre política: los nombres no salen.

carpenter: la garantía del arte es no sentirse niño.

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la de ojos saqueados mira dibujos animados japoneses
proyectados en la pared de un bar y piensa
en la imposibilidad de socializar con los muertos.
los árboles también parecían dibujitos animados,
bañados por restos de luz que quedaron de la tarde.
porque a la tarde, en invierno, la luz es como esa luz
de los pasillos, que de un momento a otro amenaza
con dejar a quien sea a oscuras en la mitad del camino
hasta la puerta de casa. a la tarde, en invierno, la luz
es algo que amaga con irse para siempre.

monologa: no llegué a decir


lo que te quería decir.
y lo que dije fueron
unas pocas gotas,
derramadas afuera,
justo a tiempo.

hasta que alguien pasa por adelante del proyector


y la sombra de una cabeza se imprime en toda
la pared del bar. entonces la de ojos saqueados
apoya con letargo la mano contra el cono
de luz arenosa y mira sus dedos planeando
como aves nocturnas adentro de la película.

…tranquila, esos cosos son ángeles…


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el niño albino: qué hacer cuando las palabras
están alineadas como semáforos en rojo.

carpenter: cruzar en rojo.

…me pediste que te contara una película


y yo te hablé de una chica que se pierde
en las grutas subterráneas de parís,
en el cementerio que hay abajo
de la ciudad más hermosa del mundo;
pero dejaste de escuchar cuando llegué
a la parte donde la chica le dice
por favor, no te mueras,
a una linterna…

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los rayos de una bicicleta oxidada
hacen el ruido de un murciélago
atrapado en el tapa rollos.
la de ojos saqueados tiene
la sensación de estar
donde la dejaron: al lado
del inodoro.

¿cuánto hay que


esperar para que
haga efecto lo que
hacía ruido en el
fondo del vaso?

en la cocina, el sin huesos


murmura algo sobre su trabajo,
algo sobre el parecido entre
despertar y arrojar una red
sobre las olas oscuras.

38
…te miro a los ojos
y es como intentar
hipnotizar a un perro
que lo único que hace
es rascarse el lomo
con los dientes…

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en un sueño, su padre hervía objetos en una olla.
se da cuenta tarde: eran estuches de lentes,
un montón de estuches en agua hirviendo.
se da cuenta tarde: interpretar es volverse
aquel perro

que lame los codos


para alcanzar la comida
que hay en las manos
del dueño.

la madre política: (nada).

el extra de la madre: (silencio).

40
mi abuelo contuvo la respiración entre los fusilados.
después de unas horas se levantó y caminó hasta áfrica.

mi abuelo es
mi abuelo porque
antes fingió
estar muerto.

el niño albino: la infancia es un disfraz


que usamos para que otros vivan
la farsa de tener un hijo.

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notas sueltas en imprenta,
como huellas de yegua,
huesos flúo, un relato
con el que termina la infancia
y empieza la vejez:

un día, la hoja de un árbol cayó a su lado


y rozó su hombro. desde entonces,
cuando le preguntan cuál es su peor pesadilla,
responde: la hoja caída del árbol.

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carpenter: estás asustado. olés a jabón. no digas lo que no sentís. sos
un puto pescador. la percepción es dispersión. el dolor, consentimiento.
destruí lo preciso. sonreí en un pueblo que no sepa sonreír. deslizate,
nunca te apoyes. total todo es triste. todo es decencia. lo bello tiene un
atraso. dejá parir al monstruo que hay adentro de tu lengua materna.
cualquier cura es autodestructiva, un incesticida con forma de polilla.
esto dicen las cartas: cuanto más profunda sea tu caída más alto vas a
llegar. pero morir no es fácil. una hora antes siempre se está vivo. tené
listo un resto para cuando llegue esa hora, un recuerdo, algo hermoso
para incendiar. acordate: ningún padre es bueno. la navaja que guardás
en el cajón tiene la mitad del nombre de tu madre y la primera parte
de la palabra inoxidable. tallá el caos con esa navaja. edificá sobre la
punta de una aguja. la receta es sencilla: hay que fiarse del diablo, de
la casualidad y del vacío. tomar frases enteras, juntarlas y repetirlas sin
comprender. después, dejá todo arreglado para que tiren las cenizas de
tu perro en la misma escollera donde estarán las tuyas. y no olvides
esto: no hay orillas. no hay mar ni laguna qué cruzar, no hay puertos o
costas del otro lado de las olas del cerebro.

te vomito la lírica, carpenter.

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II. MADRECITA PELADA

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46
El chico quiere a su madre, permanece
junto a su féretro, pero no expresa el dolor.
Ha quedado atónito de dolor, pero imita el
dolor, se comporta como debe comportarse el
niño que ha perdido a su madre.

Victor Shklovski. La disimilitud de lo similar.

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I.

enharinado quieto, sobre el plato.


eso que no tiene nombre, no.
podría ser: el nombre de un hueso,
el nombre de un antiespasmódico;
el nombre de algo intacto, como
la cámara digital que encontraron
en el estómago de un tiburón,
muerto en la playa.

precisamente esto enharinado,


esto quieto ahí
quieto ahí:
sobre el plato floreado, esto
y no aquello: un corazón, frito,
de pez o el invierno dos puntos
deformado.

el momento en que comienzan a nacer


unas flores que se desprenden casi
de inmediato, cuando del árbol brota
el fruto. se desprenden como si ciertas
cosas no pudieran coexistir: madres que,
al dar a luz, mueren.

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la belleza justifica lo que mata, orfeo.
aquello: radio etiopía, caballos.
esto: una larva sobre la madera.
(una larva, es decir, un fantasma).

mi madre me decía orfeo, estás


al revés de la luz; quería decir
contra la luz, pero decía al revés
de la luz, orfeo, así no puedo ver
si eso que sangra es el hijo nutrido
de tus heridas o la lombriz de sombra
que forma con tus pelos, el vapor.

su madre le contaba la historia


del abejorro y la oruga.
el abejorro estaba enamorado
de la oruga, orfeo. un día, la oruga
murió envuelta en un capullo.
el abejorro permaneció
junto a ese féretro natural
hasta que finalmente,
como de un huevo pelado,
salió una mariposa.

el abejorro,
orfeo, odia

50
a la mariposa
que mató
a la oruga.

pero el eco no es solamente


un sonido del pasado, madre,
el eco nos dice cómo es el fondo
de aquello que no podemos
alcanzar.

con el corazón emplatado.


cadáveres de cangrejos que crujen
como cáscaras de huevo: el sonido
de lo primero que alguien mata en su vida.
se deshace en la velocidad todo lo quieto
del otro lado del vidrio: pastan vacas negras,
una línea de vacas negras como una oración
quemada sobre el pasto. pastan, esperando
que arriben a tiempo las palabras vacas
para eso que mira y cuando finalmente llegan,
lo que miraba apunta, ahora, con un dedo
a la cabeza.

madre, madrecita pelada, ¿es verdad que todo


lo que besamos nos va cociendo los labios
con hilos finísimos, como una tanza de saliva

51
que a pesar de su fragilidad nos corta
la circulación? ¿es verdad que lo que
un día cualquiera, a una hora determinada,
es un ser querido, al minuto siguiente
puede transformarse en el portador
de un virus contagioso?

a los niños les gusta matar y transmitir


su espanto a los insectos. la polilla
es el niño más pequeño de la violencia.
niños que asustan con pedazos de un perro
a otros niños y aprovechan lo que queda
de la columna como navaja
para el degüelle.

nosotros también jugábamos a la muerte.


yo peleaba con mi hermano y me dejaba golpear
sobre el piso del garage, en silencio, disimulando
la respiración, mientras un amigo le decía a mi hermano
que me había matado, hasta hacerlo llorar. entonces,
yo me levantaba y lo tranquilizaba diciendo:
el que muere, muere.

en la sala de operaciones, preguntó


si la máquina sobre su cabeza
realmente se movía o si el movimiento

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era un efecto de la anestesia. cuando
dejó de rumiar, el veterinario explicó
que mirar por mucho tiempo un objeto
determinado, en cualquier contexto,
puede provocar un leve mareo.

después usaron números para explicarte


que los tumores inofensivos miden
cinco milímetros y que abajo de tu pecho
encontraron dos que, juntos, miden siete.

tu ansiedad es la mía, madrecita.


hoy te imagino como un pequeño pez ángel
colgando, congelado, en un puesto del puerto.
mañana, como harina de pescado. y pasado,
apenas como una luz pelada.

le estás poniendo demasiadas palabras


a esto, orfeo, a esto que es apenas
un corazón frito de pez, apenas un huevo
pelado roto, cangrejo pisado, cáscara machacada
en mortero, larva, rama con forma de alguacil,
con forma de letra Y griega muerta sobre la calle,
muerta sobre un insecto cuyos oídos son como
dedos en una escuela para ciegos. y aún así, orfeo,
sólo estoy pelada. ni madre, ni madrastra.

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el nombre de esto se desprendió como se desprende
un pelo que cae al plato y alguien come con asco,
disimuladamente, por no llevarse los dedos
a la boca.

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II.

cuando los niños comienzan a hablar,


lloran menos, orfeo. es natural: un lenguaje
sustituye al otro. ni bien hayas dicho una vez
me duele, harán falta dolores muy fuertes
para hacerte llorar.

entonces ¿por qué, madre, los enfermeros,


le dicen casa de medio camino a la morgue?

por mí se va a la ciudad del llanto; por mí se va al eterno dolor; por mí


se va a la raza condenada.

¿cómo es estar muerta, madrecita? estar muerta


es como estar rodeada de niños mudos con cara
de grito.

ahora entiendo por qué nos enseñaste,


a mi hermano y a mí, un juego que consistía
en adivinar una palabra arriesgando letras.
el que no adivina la palabra muere, orfeo.
pero ahora podría decirte que el ahorcado
no es un juego, madre.

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entonces pusiste una esponja sobre el mármol de la cocina;
la abriste con un cuchillo por la mitad y sus orificios
cedieron a la luz. lo mismo con un manojo de tierra
desmenuzada en la palma de tu mano, para que notara
el aire que había en su interior. después, copiaste
en un papel, una por una, las letras del abecedario,
que son como la esponja, orfeo, como la tierra
que acabamos de ver.

por mí se va a la ciudad del llanto; por mí se va al eterno dolor; por mí


se va a la raza condenada.

cuezo esto entero,


aquello con órganos y ojos, cuelo
el agua de esta muerte, desde el plato
los pescados hincan sus dientitos,
cenan de tus labios, son mi ofrenda
por tu ……………………… que me trago
cuando copio: devuelven a la tierra
sus despojos.

nada puede durar tanto, orfeo.


no existe ningún recuerdo,
por intenso que sea,
que no se apague.

56
qué extraña manera de estar muerta,
madrecita; cualquiera diría que no lo estás,
que amanece lloviendo y la mañana chorrea
pelo fino vibrando, en la caja de una herida
que no duele.

tenemos que lavar


la ropa de los muertos.
¿tenemos que lavar
la ropa de los muertos?
sí, tenemos que lavar
la ropa de los muertos,
orfeo, sacarle esa tierrita
rara con ácaros del jardín,
que quedó de cuando partimos
con la pala una lombriz por la mitad,
cavando para sepultar a tu perro,
aquella mañana… la madre miraba
cómo enterrábamos a su hijo.
amamantarlo muerto quiso
y te ensució con leche
el pantalón que ahora

hay que lavar.

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III.

el agua no es lo que te horroriza.


es la sed.

mañana le toca a tu hermano,


y no a vos, resucitar.

aquí no entendemos ni de rubias melenas, ni de ojos claros o negros, ni


de rostros azorados, ni de tensos músculos, ni de enormes espaldas;
aquí sólo entendemos de una cosa: de cráneos totalmente carentes de
belleza.

yo soy un espectro de ello, orfeo.


y ello… ello debería llamarse esto.

dime, madrecita, madrecita pelada,


¿qué padre vas a inventar para mi cuerpo?
si mi padre es el cadáver de dios,
cubierto de ceniza, como la harina
cubre un pan cocido en el horno
lleno de ampollas.

dejamos prendida la radio

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como aquella noche,
para que los perros
no se sintieran solos.

le pusimos alcohol etílico


al jugo de naranja y alguien,
del otro lado de la mesa,
nos obligó a besarnos.

dónde estás, te pregunté.


tengo miedo, la memoria
se afina como un ojo
en un lugar oscuro,
se vuelve vulnerable
al aliento, al gusto,
al sonido sin imagen.

y después son buitres


los que vienen a comer
de la mano del diablo.

no, or-
feo
no son
buitres,
son ra-

59
tones
los que
te van
a co-
mer la
lengua.

(…)

y cuando las mujeres embarazadas lo miraban a los ojos en luna llena,


sus hijos nacían hechizados. una noche, los niños jugaban cerca de la
casa del brujo. al día siguiente, unos cazadores de zorros lo encontraron
devorado en el bosque. se lo habían comido los niños que él mismo
había hechizado.

(…)

yo cazaba zorros cuando vos todavía estabas en el vientre de tu madre.


no necesito luz para cazar zorros.

(…)

en el bosque cantaban los sapos, olía a lluvia.

(…)

60
los sapos no me prestaron atención. en los árboles, la luz grisácea
lloviznaba como musgo pero no llovía.

(…)

fuera de la luz grisácea las cosas parecían cadáveres en agua.

(…)

lo dijo mi boca, no lo dije yo, madrecita.

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IV.

nuestras sombras llegaron


antes que nosotros, orfeo.
lo primero que deberían enseñarnos
es a decir adiós, a despedirnos.
pero en lugar de eso, aprendemos
el abecedario,

algo que puede confundirse


con una rata hurgando en una bolsa blanca
de basura o con un perro de cabeza negra,
acostado sobre el asfalto, lamiéndose
el lomo con la lengua.

y después de todo,
ahí va el poeta pelado, orfeo,
persiguiendo una, dos comadrejas
en un campo inmenso,
verde, satinado, flúor,
sin comadrejas.

y dice:

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aquí traigo para las pulgas,
los mosquitos, los piojos y las cucarachas.
aquí traigo para el corazón, para el estómago,
para el hígado y el riñón.

un animal saciado,
sin hambre,
que mea su propia comida
por instinto.

mira madre, madrecita pelada,


allí en la carretera, detrás de nosotros,
las luces en la cabeza de la muerte
se han detenido, han salido del camino.
no, orfeo, la muerte nunca se detiene,
nunca para; a veces, por un momento,
sólo apaga sus luces.

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65
Se
terminó
de imprimir
en septiembre de 2010
bajo el cuidado de Ediciones VOX
Nicaragua 2070 / 8000 Bahía Blanca
Buenos Aires / República Argentina

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