Un caso vinculado a una o un grupo de competencias, a menudo
implica iniciar con el aprendizaje de sus componentes. La situación de enseñanza-aprendizaje favorece, en un primer momento, que el estudiante contextualice el aprendizaje en un ámbito global. Organizar por etapas cada situación de enseñanza-aprendizaje, permite trazar un continuo donde los estudiantes pueden asimilar las herramientas y habilidades que después tendrán que desplegar en un contexto más amplio. Consideremos los siguientes ejemplos sobre el responsable del proyecto de sistematización de una empresa empacadora de camarón. Para que el responsable disponga correctamente de un lenguaje de programación (ej. Excel) para crear un sistema de captura y de consulta de los productos almacenado y vendidos, así como de su relación dinámica, debe dominar las propiedades de esta actividad, a saber: análisis del flujo del producto, diseño de diagramas de flujo, diseño y uso de algoritmos, codificación, manejo de lenguaje de programación, estrategias de prueba y ajuste, trabajo colaborativo, entre otras. O bien, cuando redacta un texto con el informe del avance que leerán sus superiores, el responsable debe: utilizar correctamente la concordancia de los tiempos; describir el proceso de sistematización, entre otras. Aclarando, estas manifestaciones de aprendizajes tan específicos permiten al estudiante, en un momento preciso de su formación, construir una serie de competencias en diferentes campos. La calidad de estas diferentes capacidades y la disponibilidad de las habilidades que ofrecen, permitirán al estudiante desplegar competencias en diferentes contextos. Por ejemplo, el aprendizaje de un lenguaje de programación informática implica el desarrollo en el estudiante de habilidades y de capacidades muy específicas como es la identificación y análisis de procesos de flujo de información. Además, el resultado de este aprendizaje le permitirá ser competente en otras tareas como estimar las relaciones entre los insumos y la producción.