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La Sirenit a
Ha ns Ch ris tia n An der sen es el au
tor de "La Sir eni ta JJ.
De sde que fue esc rito en 1836, est
e cue nto de ha da s fue ad ap tad o
má s de un a vez .
El aut or nos cue nta la his tor ia de
la hij a me nor del rey del ma r. Es
ta jov enc ita , qu e ten ía un a
voz ma rav illo sa, soñ ab a con sub
ir a la sup erf ici e y con oce r el mu
nd o de los ho mb res .
f
1

Cua ndo cum plió los quin ce años, su sueñ o se


hizo reali dad. Y el mism o día en que salió de
prof undi dade s, vio un barc o en el que viaja ba la s
un prín cipe .
De pron to se desa tó una gran torm enta y la
nave se hund ió. La Sire nita resc ató al prín cipe
que esta ba a pun to de mor ir ahog ado, y lo ,
llevó a una isla. Just o en el mom ento en que
muc hach o emp ezab a a rean imar se, apar eció el
una herm osa jove n a la que, por equi voca ción
le agra deci ó el habe rlo salv ado. ,
La Siren ita, no acla ró el erro r porq ue se habí
a enam orad o de ély porq ue se habí a dado cuen
ta de que ese amo r era impo sible , dcóm o pres -
enta rse en el pala cio real, ante los súbd itos
prín cipe, con su cola de pez? del
Sin emb argo , no se resi gnab a a perd er toda
espe ranz a y se deci dió a pedi r ayud a a la
del mar. La bruj a conv irtió su cola en dos pier bruj a
nas, pero le dijo que, a cam bio, perd ería su
vo z.
La siren ita esca pó del mar y fue a busc ar al
prín cipe .
Lam enta blem ente , era tard e para ella porq
ue él se habí a enam orad o de la jove n que
cono cido en la play a, el día de la torm enta habí a
y poco desp ués, se casó con ella.
Un día, la Sire nita los vio part ir en un barc
o. Com o era muy nobl e, dese ó que la pare ja
feliz y ense guid a, se dejó lleva r al cielo por fuera
las had as del vien to.

Veamos qué pas ó desp ués, segú n ima ginó


la escr itor a Olg a Drenne n.
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La pe qu eñ a sir en a ~ ~~
,~
Olga Dre nne n
quería . El mismo
a s irenita vio partir el buque . En él, se iba el prínci pe que tanto
L que ni se había dado cuenta de su amor. .
-Has ta la vista -le había dicho cuand o se despid ió -me voy para
Al escuc h arl o, la sirenit a suspir ó. Por un instan te, estuvo a punto

siemp re.
de echars e a llorar.
dijo adiós con un nudo
Pero fu e solo un instan te. De inmed iato, tragó sus lágrim as y le
en la garga nta.
n y empez ó a cantar .
Despu és. se despid ió de las hadas del viento que la acomp añaba
Empe zó a cantar, senta-
Empe zó a cantar sabien do que recupe raría su larga cola de pez.
iba.
da a o rill as del mar sin quita r los ojos de la embar cación que se
se detuv o para que los
Canta ba tan bien que. de pronto , allá en el horizo nte, el barco
a lo lejos.
pasaje ros y los marin os pudie ran escuch arla an tes de perde rse
el fondo del océan o
La voz de la pequ eña sirena se alzó hasta las nubes y bajó hasta
vivía la bruja del mar. La
do nde se alzaba la horrib le casa hecha de hueso s en la que
bruja del mar odiaba la músic a.
dulce voz q ue le llegab a
- Que no, que no, que no quiero más penas yo .... - decía la
desde a rriba.
que no fastidi e? - dijo la
- GDE: n uevo esa chica? ¿cuán tas veces tengo que pedirl e
la rodea ba-. Esa sirena
.hechk era apaga ndo de un escoba zo. el rugien te torbel lino que
no quieff ":'nten der que ese ruido me pone nervio sa ...
Q
;2

-Qu e no, q ue n o, q u e no quiero m ás penas yo ... -entonaba la sirenita cuando la bruja


saltó de e ntre las olas frente a e lla.
-Princesa, princesita, ¿qué parte d e "silencio" no entendiste? Ya te dije que no quie ro oírte.
-El que canta sus penas espanta - suspiró la s irena que estaba muy triste.
-iY el que hechiza se mata de risa! - contestó la bruja.
Y, ibruummm!, de buenas a primeras, la dejó dura.
Dura como el pan duro. Dura como el cemento. Dura como el mármol. La sirenita sintió
un frío intenso en el estómago, sus párpados cayeron pesados y antes de que pudiera
decir "iay!", dejó de moverse.
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Nadie, ni el tiburón ni el hipocampo ni la raya lograron convencer a la hechicera. La


muy bruja no quiso entender razones.
-Reclamo que respeten mi derecho a estar tranquila. Y por derecho, convierto en planta
a esta sefiorita. Y, por haberme fastidiado, la convierto en una Salvinia molesta hasta
que un príncipe la bese -dijo.
Y con una carcajada perversa, volvió a las profundidades. ¿A quién se le iba a ocurrir
besar a una planta?
Nada se pudo hacer. Nada. Y como nada se pudo hacer, primero fue una gota de agua la
que cayó sobre la sirena; enseguida, un minúsculo grano de arena, después, rn.ás arena.
y por último, más agua; hasta que unas tras otros la convirtieron en una planta. En un
helecho de hojas verde amarillento y verde oscuro.
Pasaron muchos afios, la bruja durmió todas las siestas que quiso con su sapo mascota
en el bolsillo.
Mientras tanto, la sirenita sofiaba sueños de espuma y de agua.
Hasta que una mañana ... Una mafiana, equipados con trajes y equipos especiales . a lg u-
nos jóvenes desembarcaron en aquella playa. Uno de esos jóvenes era el prínc ipe Ju an
B. Debueno que no bien la vio se detuvo a admirarla.
-iQué linda es esta planta! Es la más hermosa que vi e n mi vi da -exclamó boquiabiert o
y sin poder contenerse, tomó varias hojas del agu a y las besó. 1
De acuerdo con el hechizo, no bien el p ríncipe les dio ese beso, el maleficio term in ó. •
Entonces, primero fue una gota de agu a la que se evapo ró de la sirena; enseguid a, un
minúsculo grano de arena, despué s, más arena, y por último, más agua; hasta que unas
tras otras desaparecieron y la dejaron convertida en lo q ue realmente era: una preciosa
sirenita de piel delicada y de cuerpo elegante terminado en cola de pez.

En cuanto la mirada del apuesto Juan se cruzó


con la de la princesa, los ojos azules de la chica se abrieron de
susto porque, de pronto, había recordado su primer desengaño
amoroso.
-Que no, que no, que no quiero más penas yo .... -gritó más
que cantó.
-¿Otra vez? iAhora, va a ver con quién se metió! -amenazó
furi osa la bruja d el mar que la escuchó d esde abajo.
Y subió, ciega de rabia, a orillas d el mar. Montada en su escoba de
tallos espinosos, subió.
Llegó dispuesta a todo. Había resuelto convertir a la sirenita en estrella
fugaz para que nadie pudiera ayudarla. iYa iba a arrepentirse de desobedecer!
N o hubo quié n dudara de que la bruja estaba por aparecer. El cielo se nubló,
cientos de cangrejos invadieron la playa y la arena que parecía tan limpia has-
ta ese m omento, se llenó de papeles, vasos rotos y otros residuos.
La bruja subi ó triunfal. Coronada de barro y betún. Poderosa. Pero en cuanto Juan B.
Debu eno la m iró, quedó como petrificada de espanto. En ese mismo instante,
supo que el joven estaba dispueso a defender a la sirenita y que ningú n
maleficio iba a ser posible.
- iiiArrrggg!!! -gritó.
Enseguida, horribles olas estallaron en la playa y
grandes nubarrones burbujearon el cielo.
Nadie se movió.
Solo Juan, que se interpuso entre la bruja y la chica con el brazo en alto.
Entonces , así como había empezad o, el torbellino se calmó como por arte de magia. La
hechicera montó su escoba, dio tres giros en el aire y se hundió en la marea imitando el
ruido que hacen con la boca diez cocodrilo s que tienen hambre.
Cuando quedaron a solas, la sirenita miró al príncipe de arriba abajo. Se extrañó al ver
que usaba un traje de goma oscura y que tenía patas de rana.
-iQué ropa rara y qué calzado más extraño! -dijo.
-Es que además de príncipe, soy hombre rana -contestó Juan con orgullo- de mi
trabajo depende n muchas cosas importan tes ... hasta vidas humanas.
Y, sin agregar nada más, tomó la mano de la chica y la llevó hasta el fondo más profundo
del océano donde encontra ron barcos hundidos y marinos en peligro que pedían auxi-
lio. A todos ayudó Juan ante la mirada sorprendi da de la joven.
-Me gusta tu trabajo -dijo en cuanto subieron -, ¿puedo ayudarte?
El príncipe la miró.
-iClaro que sí! -contestó .
-Pero quiero que sepas que solo podemos ser amigos.
-iClaro que sí! -repitió él con una sonrisa después de darle otro beso, pero esa vez, en
la mejilla.
Así fue, la sirenita y el príncipe trabajaron para salvar vidas en el mar y, con el tiempo,
· · ron en g randes amigos · Grandes amigos que pasaban largas horas juntos.
se convut1e
M uc h o d espues, , 1a s1·renita se enamoró de un turista que conoció en la playa y el prínci-
pe se puso de novio con la Condesa Des Calza. , _ ,
·d
- Tengo una 1 ea - lJO u d .. na tarde Juan B. Debueno - podnamo s casarnos el mismo d1a.
. .
E so h 1c1eron, l os c uatro celebraro n su matrimon io a la vez.
Esa mañana, repicaron campanas, sonaron trompetas y las tropas del mar y de la Tierra
desfilaron con banderas multicolores.
Pero la historia no terminó ahí. La sirenita jamás dejó de cantar y nunca dejó de ser
amiga del príncipe. Los dos fueron felices y comieron perdices.
¿Y la bruja? iLa bruja! De puro envidiosa, abandonó su casa. Se fue con sapo y todo a
molestar a otros cuentos, que es lo único que las brujas saben hacer bien: molestar y
molestar hasta que se llega a la palabra "Fin" . •
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