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Los grabadores franceses especializados en la interpretación por medio de la

talla dulce, como Robert Nanteuil, autor de distinguidos retratos cortesanos,

dibujados por él mismo o copiando pinturas de otros artistas, crearon obras que

alcanzaron gran popularidad y llamaron la atención sobre el trazado

escultórico, la calidad de moldeado y la delicadeza que esta técnica permitía.

Característica del grabado español del siglo XVII fue la incorporación a los

talleres peninsulares de artífices flamencos y franceses que dominaban la

técnica del grabado en talla dulce. Entre los artistas más destacados se

encuentra Pedro Perret (1555-1637), que llegó a España en 1584 para pasar al

cobre las vistas de El Escorial.

Entre los pintores del siglo XVII se acepta el grabado como una de las

manifestaciones del dibujo y, por tanto, una de las artes liberales.

En Francia, Italia, Flandes y Holanda fue bastante común que los pintores

ensayaran o se dedicaran al aguafuerte como lo demuestran las obras que se

conservan de Jacques Callot (1592-1635), Claudio de Lorena (1600-1682),

Guido Reni (1575-1642), Simone Cantarini (1612-1648), Guercino (1591-1666),

Carlo Maratta (1625-1713), Luca Giordano (1632-1705), Salvatore Rosa (1615-

1673), Adriaen van Ostade (1610-1685), Anton van Dyck (1599-1641),

Hercules Seghers (c. 1590-c. 1640) y Rembrandt (1606-1669).

Jacques Callot fue el primer artista importante en desarrollar el aguafuerte

como técnica artística; con su abundante producción, aproximadamente mil

cuatrocientas estampas y numerosos dibujos, contribuyó en gran manera al

desarrollo del aguafuerte como técnica puramente artística. Descubrió que con

varias inmersiones del cobre en el ácido se podía conseguir la ilusión de la

perspectiva en la estampa, creando los diferentes términos de una escena. Los

experimentos de Callot hicieron posible grabar al aguafuerte imágenes de gran

detalle en diminutas láminas.

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