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En la Medellín futurista, en la que la violencia había vuelto a ser recurrente y la gente no se

sorprendía al ver un asesinato ni un tiroteo. Tanto así, que en mis primeros meses en donde los
cigarrillos con bebidas aromáticas se habían vuelto mi alivio para la fría ciudad que alguna vez fue
la eterna primavera, pero que ahora era solo una eterna ejemplificación de que los cambios por
radicales que hayan sido, no tienen sentido si a una gran parte de la sociedad se le deja a la deriva
por querer mejorar la parte que genera capital y estatus social

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