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Ezequiel es llamado para advertir al pueblo de Dios para los peligros que
pueden causarles su destrucción, el atalaya tiene el deber de anunciar al pueblo de
Dios, si el pueblo no quiere oír aun con las advertencias, la muerte de ellos no será
sobre el atalaya, pues advirtió, pero no oyeron. Pero si el atalaya no advierte sobre
los peligros que vienen de destrucción sobre los pecados del pueblo, y el atalaya no
da el mensaje de arrepentimiento, aunque el pecador muera por sus pecados, la
sangre de los muertos será por la responsabilidad del atalaya, pues no aviso.
El profeta Ezequiel de una o de otra forma siente el peso de la responsabilidad que
esta sobre él, el está capacitado, el recibe el mensaje de Jehová, Él es el hombre
elegido para advertir al pueblo, es la misma responsabilidad que siente el apóstol
Pablo en 1 Corintios 9:16b ¡Ay de mí si no anunciare el Evangelio!
2.
Es por eso que nosotros habiendo recibido la palabra de consuelo, pero
también de advertencia de parte de Dios, debemos sentir el mismo peso de
responsabilidad por advertir al pueblo de Dios y a los que no han escuchado, sobre
la ira venidera, Cristo murió en una cruz por nuestros pecados, y solo habremos de
creer con todo nuestro corazón a través de su gracia, somos más responsables aun y
debemos sentirnos extremadamente responsables por anunciar el evangelio de
Cristo, “Todos somos pecadores, y debemos volvernos de nuestro mal camino”,
murió el Hijo de Dios por nosotros, para que seamos salvos, ¡Hay de nosotros si no
compartimos el evangelio”, ¡hay de nosotros, si no advertimos al hombre de su mal
camino”. El promete restauración, y bienestar, pero todos habremos de obedecer
sus mandamientos.
Nosotros que tenemos la palabra de Dios en nuestras manos, sabemos la promesa
de Dios a su pueblo (Una restauración eterna), pero también las palabras de
advertencia (Aquellos que no se vuelven de sus malos caminos, perecerán). Somos
responsables por advertir, y al fin de cuentas sabemos de la responsabilidad de
cada uno, somos responsables individualmente de nuestra perdición, y cada quien
los es. Pero somos llamados a ser centinelas para el pueblo de Dios, llamados a
advertir sobre las consecuencias de los pecados. Pero ¡hay de nosotros si no lo
hacemos¡, si un hombre atiende a la advertencia, debemos tener en claro que no
fue por nuestra advertencia solamente, sino porque Dios lo quiso salvar, pero
habremos cumplido con nuestro trabajo. Pero si no advertimos del peligro, aunque
muchos perezcan por sus pecados, teniendo una responsabilidad individual,
nosotros que no habremos advertido, su muerte será por nuestra culpa y nos será
por tormento eternamente.