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CAPÍTULO 3
AGENTES AMBIENTALES ASOCIADOS A TEMAS DE
EXPOSICIÓN EXTREMA Y CONFORT
Los trabajadores mineros están expuestos a diversos agentes físicos y químicos del
ambiente. En las plantas, en ocasiones ellos tienen que realizar sus actividades en un
medio caluroso o frío, en presencia de máquinas que emiten ruidos, utilizando herramientas
vibrantes, con iluminación insuficiente y/o expuestos a substancias tóxicas. Estos son
algunos de los agentes más comunes, pero la lista de elementos nocivos sería larga de
enumerar. No haremos mención a los agentes químicos, tema que ha sido ampliamente
desarrollado en el ámbito de la Higiene Industrial y sobre los cuales las empresas mineras
mantienen programas de control. Si bien es cierto que el tema de los agentes físicos
también es considerado, lo habitual es que se de cumplimiento a lo establecido en el
Decreto 594. No obstante, la meta de la ergonomía no es sólo evitar las enfermedades
o los accidentes, sino que promover la calidad de vida laboral. Por ejemplo, un trabajador
expuesto a ruido puede sufrir un daño auditivo irreparable, pero también lo pueden
afectar ruidos cuya intensidad no es tan alta como para dañar su audición, pero su
presencia es tan incómoda que le produce alteraciones psicológicas o simples molestias
que entorpecen su rendimiento laboral. Lo mismo puede suceder frente a la exposición
a calor y/o frío.
1. Exposición a calor.
El cuerpo humano es una máquina que constantemente genera calor. En este sentido,
el organismo expuesto a una alta carga térmica, no sólo puede “ganar” calor del ambiente
que lo rodea, sino que también como efecto de su propio metabolismo. Si recordamos
los procesos generadores de energía, revisados en el capítulo 2, sabrán que un ser humano,
no sólo produce trabajo mecánico, sino que también calor. Es importante mencionar que
la eficiencia mecánica, en muchas actividades habituales como caminar o andar en
bicicleta, no es muy alta, ya que alrededor de 75 a 80% de la energía que se produce
se convierte en calor.
Cabe destacar que, durante un trabajo muscular liviano, la producción de calor puede
ser 2 a 4 veces más alta que en reposo, mientras que durante un trabajo muscular pesado,
puede alcanzar 8 a 20 veces el nivel de reposo. La temperatura corporal debe mantenerse
en un rango entre 36.5º C y 37º C, aún cuando en determinadas actividades físicas intensas
puede aumentar hasta 40º C, por períodos cortos de tiempo. Para mantener la temperatura
en el rango óptimo, el ser humano, cuenta con mecanismos de regulación que le permiten
disipar el calor excesivo; si éstos no existieran, un ser humano realizando trabajos físicos
pesados, podría aumentar su temperatura hasta los 50º C o más, lo que, obviamente,
es incompatible con la vida, como lo muestra la tabla 1, en que se puede ver los límites
superior e inferior de supervivencia, en relación a la temperatura corporal interna.
Metabolismo
Radiación
(Trabajo físico)
Convección
Convección
Evaporación
Radiación
Conducción
Conducción
El centro encargado de regular la temperatura en todas las regiones del cuerpo radica
en el hipotálamo. Recibe la información mediante sensores que están distribuidos por
todo el organismo y que envían la información a través del sistema nervioso periférico
aferente. A su vez, el centro emite sus órdenes reguladoras a través del sistema eferente,
tal como se grafica en la figura 3.
Figura 3. Diagrama del control fisiológico del balance térmico en el organismo (Grandjean,
1982).
Termo
receptores
Eliminación del sudor.
No resulta sencillo determinar los efectos de la exposición al calor o al frío, pues algunos
factores son difíciles de identificar y evaluar. Al estudiar grupos de personas expuestas
a condiciones de sobrecarga térmica, sucede que las reacciones resultan muy variadas
y se producen algunas respuestas completamente diferentes. Esto puede ser, simplemente
consecuencia de las diferencias fisiológicas entre sujetos (aclimatación, edad, aptitud
física, sexo, constitución corporal, etcétera). Sin embargo, también pueden intervenir
otros factores individuales, como por ejemplo, el estado en que se encuentra la persona
que se evalúa que puede variar, incluso en unas pocas horas, por múltiples causas. En
este sentido, hay estudios que demuestran que una misma persona, bajo idénticas
condiciones de vestimenta y actividad, ante un ambiente térmico que en días anteriores
le pareció confortable, en otra jornada lo reporta como ligeramente frío o ligeramente
caluroso.
1.4.1. Sexo.
Por lo general las mujeres tienen mayores dificultades para soportar la sobrecarga calórica
que los hombres, sobre todo cuando están embarazadas. La menor capacidad cardiovascular
de la mujer promedio, hace más difícil su aclimatación. La temperatura de la piel, la
capacidad de evaporación y el metabolismo de la mujer promedio, son ligeramente
inferiores al de los hombres.
Las personas más corpulentas están en desventaja en ambientes cálidos, pero en ventaja
en los ambientes fríos. Esto se debe a que la producción de calor de un cuerpo es
proporcional a su volumen, mientras que la disipación es proporcional a su superficie.
A medida que aumenta el tamaño corporal la relación superficie-volumen se hace cada
vez menor, dado que la superficie crece con el cuadrado de sus medidas y el volumen
crece al cubo.
1.4.3. Edad.
Con la edad, los mecanismos termorreguladores del organismo se hacen menos eficientes.
Por esta razón, en ambientes muy calurosos, las personas de más edad tienen mayores
dificultades que las jóvenes para disipar la carga calórica. Esto aparentemente se debería
a una mayor lentitud en la respuesta de sudoración y a una disminución de la capacidad
de disipación de calor, lo que da como resultado un mayor almacenamiento de calor
durante la actividad y un aumento del tiempo necesario para la recuperación.
Para llevar a cabo evaluaciones del ambiente térmico es necesario realizar mediciones
ambientales y determinar su efecto sobre los trabajadores. La selección de instrumentos
y métodos es de gran importancia. Lo ideal es utilizar equipos que interfieran lo menos
posible con el trabajador y su trabajo, ya que el uso de algunos instrumentos puede
afectar su normal desempeño y eso puede llevar a conclusiones que perjudiquen al
trabajador.
Las mediciones de ambiente térmico y humedad son útiles para establecer cómo contribuyen
estas variables a la carga de trabajo. Los factores ambientales que se evalúan generalmente
son:
• Temperatura del aire. Afecta la convección; si es más baja que la temperatura de la
piel, entonces el aire enfriará la piel por convección. Se mide con un termómetro de
bulbo seco.
• Velocidad del aire. La velocidad del aire afecta la convección y evaporación del sudor.
Se mide con un anemómetro.
• Humedad relativa. La alta humedad del aire reduce la evaporación del sudor. Se evalúa
con un termómetro de bulbo húmedo.
• Temperatura radiante. Es la temperatura media de todos los objetos adyacentes
(paredes, hornos, pisos, etc.), incluida la radiación solar, e influye en el intercambio
directo de calor entre el ser humano y dichos objetos. Generalmente se mide con un
termómetro de globo.
Por su parte, la temperatura de globo, se puede medir con un termómetro común, puesto
en el centro de un globo de cobre pintado de color negro, de 10 cm. de diámetro,
ilustrado en la figura 6.
En cuanto a la velocidad del aire, ésta se puede determinar con instrumentos denominados
anemómetros, como el que se muestra en la figura 7.
Globo (Temperatura
radiante)
Bulbo seco (T°del aire)
Figura 5. Psicrómetro
Figura 7.
Anemómetro para medir
velocidad del viento
Los tres indicadores más utilizados para evaluar la respuesta fisiológica trabajando bajo
distintas condiciones térmicas ambientales son:
• Temperatura Corporal
• Frecuencia Cardíaca
• Sudoración
36° C
Temp.
Central 32° C
28° C
34° C
Temp. Piel
31° C
Figura 9.
Equipo denominado radio-pill para
medir temperatura interna intra
abdominal.
1.6.3. Sudoración.
En ocasiones, la sudoración puede estar asociada con una disminución del contenido de
agua corporal, lo que ocurre cuando los líquidos perdidos no se reponen pudiendo, según
la magnitud del desbalance, producir deshidratación. Desde este punto de vista, la
medición de la sudoración, además de permitir la estimación de la carga de trabajo,
puede ayudar a establecer la necesidad de reponer los líquidos perdidos. Para dar un
ejemplo, en un estudio realizado por la Unidad de Ergonomía de la Universidad de
Concepción (no publicado) en las minas de carbón de Lota, se encontró que los trabajadores
tenían una sudoración cercana a 500 gramos por hora, lo que significa que en 8 horas
de trabajo, producían alrededor de 4000 gramos de sudor. Al mismo tiempo, se vio que
los trabajadores llevaban una cantimplora estándar con 2 litros de agua. Como en la
mina era imposible obtener más agua, al final del turno estos trabajadores tenían un
déficit de alrededor de 2 litros. En la mina, no se pudo hacer ningún cambio ergonómico
para reducir la carga calórica, pero al menos se hicieron arreglos para entregar suficiente
agua a ese grupo de trabajadores.
Una forma laboriosa, pero simple que ha sido utilizada en nuestro país para estimar la
sudoración, es a partir de mediciones de peso corporal antes y después del trabajo, de
acuerdo con la siguiente fórmula:
Donde:
W2 = peso corporal al final del turno.
W1 = peso corporal al comienzo del turno.
Wco = peso de los alimentos ingeridos entre t1 y t2.
Wbe = peso de las bebidas ingeridas entre t1 y t2.
WO2 = peso del oxígeno consumido entre t1 y t2.
WCO2 = peso del CO2 producido entre t1 y t2.
Wor = peso de la orina entre t1 y t2.
Wdep = peso de las deposiciones entre t1 y t2.
WH2O = peso del agua pérdida, a través de la respiración entre t1 y t2.
Wsudor = peso del sudor producido entre t1 y t2.
Donde:
La cantidad de sudor, suele dividirse por el número de horas utilizadas para el muestreo.
Es así como:
Donde:
t2 = tiempo final cuando se mide W2.
t1 = tiempo inicial cuando se mide W1.
La fórmula simplificada se puede usar fácilmente para los trabajos en terreno. El único
equipo necesario son dos balanzas. Una clínica para pesar a las personas y otra para los
alimentos, bebidas y orina. Para proceder, se toma el peso del sujeto sin ropa y seco
antes de empezar a trabajar, anotando la hora. Durante el turno, todo alimento consumido
se pesa y también las porciones que sobran, de modo de obtener el peso exacto de los
alimentos ingeridos. Para las bebidas se entrega un vaso graduado, de modo que cada
vaso de agua, representa un determinado volumen. La orina se recolecta en un frasco,
previamente pesado y al final del turno se obtiene el peso total. Para calcular la cantidad
de deposiciones, los sujetos son pesados antes y después de defecar.
62000-60000+1000+1200-800-500
Cantidad de sudor = -------------------------------------------------- = 362 g/hora
8
De las tres formas de evaluación presentadas, según nuestra experiencia, la técnica más
fácil y que interfiere menos con el trabajador es la medición de la frecuencia cardíaca.
Sin embargo, en algunas ocasiones, es necesario complementar los métodos para tener
una visión más completa del efecto del ambiente térmico sobre los trabajadores.
Habiendo analizado los métodos fisiológicos más comunes para evaluar la carga calórica,
es necesario señalar que las mediciones de calor ambiental y humedad son útiles para
establecer como contribuyen estas variables a la carga de trabajo.
Diversos investigadores han realizado intentos por combinar las diferentes variables
climáticas, buscando un índice que las integre para determinar la sobrecarga térmica.
En el texto que sigue, se hará mención al índice de temperatura de globo y bulbo húmedo
(TGBH), referido en el Reglamento sobre condiciones sanitarias y ambientales básicas
en los lugares de trabajo (Decreto 594, del Ministerio de Salud). La temperatura TGBH,
también es recomendada en la norma ISO 7243, para la evaluación de sobrecarga térmica
en ambientes calurosos. Las mediciones requeridas para el cálculo del TGBH son la
temperatura de globo (TG), la temperatura de bulbo seco (TBS) y la de bulbo húmedo
(TBH).
Donde:
TBH = Temperatura de bulbo húmedo natural, en ºC
TG = Temperatura de globo, en ºC
TBS = Temperatura de bulbo seco, en ºC
Es conveniente explicar que las temperaturas obtenidas, se consideran una vez alcanzada
una lectura estable en el termómetro de globo.
Donde:
(TGBH)1, (TGBH)2,........., (TGBH)n: son los TGBH encontrados en las diferentes áreas
de trabajo y descanso en las que el trabajador permaneció durante la jornada laboral.
t1, t2,......, tn: son los tiempos en horas de permanencia en las respectivas áreas.
Para el cálculo de costo energético promedio (CEprom), se debe calcular el costo ponderado
en el tiempo de cada actividad que el trabajador realiza, utilizando referencias estándar
de costo energético y usando la siguiente fórmula:
Donde:
CE1, CE2,........., CEn: son los costos energéticos estimados para las diferentes
actividades que el trabajador realizó durante la jornada laboral.
t1, t2,......, tn: son los tiempos en horas en que el trabajador realizó dichas
actividades.
Una crítica importante a este método es la sobre simplificación para estimar el gasto
energético, ya que las tablas referenciales pueden llevar a gruesos errores.
TGBHpromedio = 27,9*60+29,1*48+28,5*124+28,9*205+22,2*25+22,2*18
60+48+124+205+25+18
TGBHpromedio= 28,09
CEprom = 4*60+4,3*48+6,1*124+7,5*205+25*8+18*9
60+48+124+205+25+18
El valor que se obtuvo revela que, para evitar la sobrecarga térmica, el trabajo debería
organizarse de tal manera que la persona trabaje 75% del tiempo y descanse el 25% del
tiempo restante. Con esto se estima que el trabajador se podrá recuperar y no ser
afectado por las condiciones ambientales.
Además, es pertinente señalar que la norma ISO 7243:1989, incluyó algunas modificaciones
que no están incorporados en el DS 594. Estas incluyen:
Cuando las condiciones del ambiente térmico (temperatura del aire, temperatura radiante,
humedad, velocidad del aire, vestuario y tipo de actividad) aumentan la tasa de ganancia
de calor, el cuerpo comienza a responder en forma efectiva e inmediata, pero si esa
respuesta es deficiente y no podemos remover todo el calor acumulado, la situación se
puede volver peligrosa provocando lesiones e incluso la muerte. Surge la pregunta: ¿Por
qué se llega a estos extremos? Generalmente se debe a un desconocimiento de los
síntomas y riesgos del trabajo en ambientes calurosos. Además, en muchos casos la
percepción del riesgo es menor al peligro real. A esto se agrega que en ocasiones algunas
prácticas elementales de trabajo no están claramente establecidas, tales como, por
ejemplo: programas de vigilancia al trabajador expuesto, planes de aclimatación, sistemas
adecuados de trabajo y pausas y diseño de espacios de recuperación mal concebidos.
En este sentido, se tienen antecedentes de que en lugares donde históricamente había
problemas, tales como: fundiciones y minas, al aplicar algunas medidas que se discutirán
más adelante, se logró reducir significativamente los problemas por estrés calórico.
La tensión y el riesgo originado por el calor debido a las condiciones térmicas, depende
del efecto combinado de la temperatura ambiente, la humedad, la velocidad del aire y
la radiación, así como también, del esfuerzo físico, del vestuario y de las características
propias del trabajador.
Los efectos psicológicos que el calor produce en las personas, se relacionan con su
eficiencia para desarrollar funciones mentales y para rendir en trabajos físicos, aumentando
la percepción de incomodidad e insatisfacción, la irritabilidad, disminución del estado
de alerta y concentración, aumento de las decisiones erróneas, sueño y fatiga.
• Calambres por calor: Pueden ocurrir cuando hay déficit de agua y de sal y son a menudo
una etapa temprana del agotamiento por calor. Los síntomas son espasmos dolorosos en
los músculos esqueléticos, siendo generalmente las piernas y abdomen los primeros en
verse afectados.
• Agotamiento por calor: Es una forma de desorden térmico que puede ocurrir después
de varios días de trabajar en el calor y por pérdidas de agua, pérdidas de sal o ambas.
Los síntomas son una brusca elevación de la temperatura, lo que produce una vasodilatación
periférica y aumento de la frecuencia cardíaca. De seguir trabajando, la persona puede
sufrir náuseas o desmayo, la piel se pone pálida y fría y la sudoración es profusa.
Además de los cuadros anteriormente citados, existen otros poco aparentes, que pueden
confundirse fácilmente con síntomas comunes, de aquí la necesidad de una vigilancia
médica constante a las personas que trabajan en estas condiciones climáticas. Por otra
parte, independientemente de los síntomas específicos o generales, pueden presentarse
otros problemas de tipo local, como por ejemplo quemaduras por exposición solar o a
otras fuentes de radiación.
Cuando una persona se expone al calor, alrededor del 80 % de su adaptación ocurre entre
4 y 7 días. Durante este período, las personas deben exponerse gradualmente, iniciando
el trabajo con jornadas en que no estén expuestas por más de 4 horas.
Durante un estudio, que efectuamos el año 2003, en una fundición de cobre, se evaluó
un trabajador que había estado ausente por un período de alrededor de 40 días. Él realizó
actividades, expuesto al calor en dos ocasiones consecutivas, que correspondieron al
primer y cuarto día de reingreso al trabajo.
Hora % cc % cc
Día 1 Día 4
13 - 14 51,6 35,5
14 - 15 39,0 27,2
15 - 16 41,2 20,0
16 - 17 59,6 42,3
17 - 18 44,0 29,1
18 - 19 53,2 31,2
19 - 20 33,6 38,9
20 - 21 33,5
Jornada 46,1 32,1
%CC día 1
%CC día 4
% Carga Cardiovascular
Hora
Como conclusión, se puede señalar que los trabajadores que recién se inician o que se
reincorporan al trabajo, después de estar ausentes por más de 15 días, deberían tener
un período de aclimatación. Esto no significa dejar de trabajar, pero lo deben ir haciendo
gradualmente, a lo menos, los primeros días en que se reinsertan a su labor.
En condiciones normales, el ser humano ingiere de 1 a 1.5 litros de agua en las bebidas,
entre 0.5 y 1 litro como parte del agua contenida en los alimentos y produce en su
organismo alrededor de 0.5 litros. Esto arroja una cifra total de dos a tres litros diarios.
Por supuesto que las necesidades de agua pueden variar en un rango bastante más amplio
según sean las circunstancias, ya que se pierde agua a través del aire que sale de los
pulmones, por las deposiciones y la orina principalmente y en algunos casos, como por
ejemplo los trabajadores que se desempeñan en fundiciones de cobre, pueden llegar a
perder importantes cantidades a través de la piel, tema que se discutirá más adelante.
Lo razonable es que debe existir equilibrio entre la ingesta y pérdida de agua para
mantener un adecuado balance.
Como se señaló, las pérdidas de sudor, durante algunos trabajos pueden llegar a ser muy
altas, generando diversos grados de deshidratación. Lamentablemente, en la mayoría
de las ocasiones, los signos y síntomas de la deshidratación pasan desapercibidos, pudiendo
no sólo conducir a los trabajadores a la fatiga, sino que también ocasionarles cuadros
bastantes más graves, que en casos extremos podrían producirles la muerte. Para dar
una idea de la magnitud de los problemas que origina la falta de líquidos, a continuación,
se describe los síntomas más comunes asociados a la pérdida porcentual de agua corporal:
DESHIDRATACIÓN SÍNTOMAS
1% Sed.
2% Sed fuerte, incomodidad, sensación de opresión, pérdida
de apetito.
3% Reducción de la orina, boca seca.
4% Mayor cansancio durante el trabajo, piel roja, impaciencia,
somnolencia, apatía, naúseas, inestabilidad emocional.
5% Dificultad para concentrarse.
6% Aumento del pulso y la frecuencia respiratoria.
8% Mareos, dificultad para respirar y para hablar, sensación
de debilidad, confusión mental.
10% Espasmos musculares, incapacidad para mantener el
equilibrio con los ojos cerrados, incapacidad general,
delirio, lengua hinchada.
11% Insuficiencia circulatoria, disminución del volumen de
sangre y falla de la función renal.
Son numerosos los minerales que el organismo necesita, pero en este texto pondremos
énfasis en los electrolitos. El esfuerzo físico o la elevada temperatura ambiental, a que
se pueden ver enfrentados los trabajadores, no sólo provocan la pérdida de líquidos, sino
que también de estos elementos. Cuando los electrolitos disminuyen por exceso de
sudoración, deben ser restituidos para mantener el equilibrio salino del organismo.
El potasio es muy importante porque ayuda en las funciones del riñón, contribuyendo
a la eliminación de toxinas. Participa en el almacenamiento de carbohidratos y en su
conversión en energía. Ayuda a mantener el ritmo cardíaco y la presión arterial estables
y es imprescindible para la transmisión de los impulsos nerviosos. Cuando el potasio
disminuye se produce debilidad muscular, fatiga, mareos y confusión mental. Este
elemento, se encuentra presente en los vegetales de hoja verde, frutas y papas. Se
sugiere una ingestión diaria de 2 a 3,5 gramos.
El potasio y el sodio están muy vinculados por participar ambos en el control y regulación
de los niveles de agua corporal. El sodio participa en numerosas funciones del organismo,
incluyendo la contracción muscular. En personas normales y en las actividades diarias
es poco común la falta de sodio. Sin embargo, puede haber pérdidas importantes de este
elemento cuando se produce diarrea, vómitos o con la pérdida excesiva de sudor. El sodio
es un ingrediente natural de casi todos los alimentos, pero también se agrega durante
su preparación. La principal fuente de sodio es la sal de mesa, encontrándose también
en alimentos procesados como el queso, pan, carnes, pescados ahumados, etc. Aunque
los términos “sal” y “sodio” se usan indistintamente, no significan lo mismo. La sal es
sólo una de las numerosas fuentes de sodio y está compuesta de sodio y cloruro, mientras
que el sodio se encuentra también en otros productos, como el bicarbonato de sodio y
la levadura en polvo. En cuanto a la cantidad de sodio que debe estar presente en la
dieta, se recomienda un consumo diario de alrededor de 2 gramos. El cloro, junto con
el sodio, ayuda a mantener el equilibrio entre los líquidos que se encuentran fuera y
dentro de las células del cuerpo. El cloro es necesario para la formación de ácido
clorhídrico en el estómago, sustancia que contribuye a la digestión de las proteínas. Las
fuentes naturales de cloro son las paltas, algas marinas, nabos, pepinos, espárragos, etc.
Los requerimientos de este elemento son 500 mg. diarios. Otros minerales fundamentales
para el organismo son el calcio, que participa en la coagulación sanguínea y en la
contracción muscular y el fósforo que facilita la absorción de grasas y azúcares a nivel
del intestino. Estos dos elementos son necesarios para la formación de huesos y dientes,
para la constitución de las células y para la producción de energía. Por su parte, el fierro
es sumamente importante para el transporte de oxígeno en la sangre y el magnesio es
necesario para la contracción y relajación muscular.
En actividades extremas, se puede llegar a perder dos litros o más de sudor por hora,
lo que podría llevar a la deshidratación si no se repone el líquido perdido por esta vía.
Un aspecto importante de discutir es el efecto positivo que tiene una buena hidratación
en los trabajadores. Lo ilustraremos con un estudio realizado en trabajadores de otro
sector económico, ya que se trata de brigadistas de incendios forestales, Apud et al
(2002). Sin embargo, se estima que los resultados son igualmente aplicables a faenas
mineras en que los trabajadores realicen trabajos manuales expuestos a calor. Se hizo
una serie de ensayos en que se evaluó períodos de trabajo de una hora, con actividades
contínuas por quince minutos seguidas por tres minutos de pausas. Se evaluó la carga
física de trabajo y de recuperación con los trabajadores bebiendo agua. Se les pidió que
bebieran 250 centímetros cúbicos (cc) 15 minutos antes de comenzar a trabajar. En
general, la gran mayoría manifestó que, en ese momento, no necesitaban líquido. Se
hizo otro ensayo, sin ningún tipo de bebida, señalándoles que al momento de sentir sed
ingirieran líquido. Ninguno lo hizo. En la figura 12 se puede ver las variaciones en el
porcentaje de carga cardiovascular y en el rendimiento alcanzado en el período total,
bajo las condiciones evaluadas.
68.4
753
Si No
bebiendo agua
Si se observa la figura 12, se puede ver las diferencias entre el trabajo realizado sin
beber agua e ingiriendo este elemento. La carga cardiovascular media, bajó de 75% a
68%, mientras que el rendimiento se incrementó de 753 a 816 metros de líneas de
cortafuegos construidas por hora.
que, para acelerar la reposición de líquidos, las bebidas no deben ser muy dulces, ya que
cuando la concentración de azúcar supera el 6 a 8%, el vaciamiento del estómago es más
lento. Más aún, considerando el nivel de sobrepeso que se analizó anteriormente, la
ingestión de bebidas muy azucaradas contribuye a que este se vaya incrementando.
No hay duda que el trabajo en ambientes calurosos puede interferir en las actividades
humanas y afectar el rendimiento, influir en la productividad y aumentar el riesgo de
accidentes. En este sentido, existen estudios de larga data que demuestran las pérdidas
de rendimiento y el aumento de los accidentes asociados al trabajo en ambientes
extremos, algunos de los cuáles se sintetizan en la tabla 11.
Tabla 11. Resumen de los resultados de los estudios que investigaron la relación entre
condiciones térmicas y productividad.
Extraído de, Apud et al. “Guía para la evaluación de trabajos pesados, 2002”.
Figura 13. Relación entre frecuencia de accidentes y temperatura del aire, en una fábrica
de municiones, (reproducido de Chrenko ,1974).
140
Frecuencia de accidentes
Hombre
130
(%)
120
110
Mujer
100
5 100 15 20 25
Otros estudios del mismo autor, realizados en minas de carbón, demuestran la relación
entre el período de adaptación de los trabajadores y los accidentes. Como se puede
apreciar en la figura 14, a medida que superan los 10 días de exposición, baja la tasa
de accidentes, llegando a su nivel mas bajo al día 19.
Figura 14. Relación entre la frecuencia de accidentes, la temperatura del lugar y los días
trabajados, (reproducido de Chrenko ,1974).
400
1924-5 1927-8
300 menos de
Frecuencia de accidentes (%) 200 10 días 10 a 19 días Menos de
10 días
100
0 Más de 19 días Más de 19 días
Mineros del Carbón
300 Menos de
10 días Menos de
200 10 días
100
Más de 19 días Más de 19 días
0
15 20 25 15 20 25 30
Temperatura del Aire (°C)
Las intervenciones para evitar los riesgos de exposición a calor se pueden sintetizar
de la siguiente manera:
• Medidas de Ingeniería.
• Organización ergonómica del trabajo.
• Áreas de recuperación y ropa de protección.
Los criterios más básicos contemplan alejar la fuente de riesgo de los trabajadores,
distanciar a los trabajadores de la fuente emisora y, cuando es posible, aislar las zonas
que emiten calor. Sin embargo, una medida de ingeniería que es muy importante, es
reducir el gasto energético de las actividades que se realizan en condiciones de temperatura
extrema, lo que se puede lograr mecanizando el trabajo o con mejores formas de
organización, como se verá más adelante.
Dependiendo del origen del calor, se pueden tomar distintas medidas de ingeniería. Por
ejemplo, para controlar los intercambios de calor por convección en espacios cerrados,
una medida efectiva es aumentar la ventilación general que es una forma de diluir el
aire caliente inyectando aire más frío. El tratamiento del aire difiere de la ventilación,
ya que reduce la temperatura del aire removiendo el calor y, en algunos casos, también
la humedad. El acondicionamiento del aire es un método de tratamiento.
El uso de grandes ventiladores empleados en algunas fundiciones puede ser una medida
útil para reducir la carga térmica. Por ejemplo, en la figura 15 se pueden observar dos
áreas de descanso, en las zonas de moldeo y sangría de una fundición de cobre, en que
se emplean ventiladores para mejorar la pérdida de calor corporal a través de la
convección.
En el caso de que la exposición sea a radiación calórica, se pueden colocar barreras entre
el trabajador y las fuentes que lo originan. Para ello, se puede emplear algunos materiales,
aprovechando sus propiedades de reflectividad, que es la fracción reflejada de la radiación
incidente total o de absortividad, que es la fracción que se absorbe de la radiación
incidente total. También pueden usarse radiadores metálicos, por los que circule agua
fría, o pueden emplearse materiales pintados negros que absorben la radiación. En la
tabla 13, se puede ver las propiedades reflectivas y absortivas de algunos materiales.
Figura 16. Disminución de la temperatura de globo por efecto de las propiedades absortivas
de una malla negra colocada en un pasillo de una fundición de cobre.
96°C
75°C
Fuente: Astrand , P. y Rodahl, K. “Fisiología del trabajo físico”. Editorial Médica Panamericana,
Buenos Aires, 1992.
Los materiales para aislar la radiación calórica pueden utilizarse para distintos fines como
el aislamiento de grandes hornos, pero también se pueden emplear, en algunos casos,
para proteger del exceso de calor radiante. Elementos simples, pero de gran importancia
para el confort del operador. Por ejemplo, se ha señalado lo necesario que resulta
reemplazar los líquidos perdidos. En plantas, hoy en día es fácil instalar dispensadores
de agua, que la mantienen fresca, aunque trabajadores que realizan actividades en
terreno, consumen bebidas que vienen en envases plásticos desechables o agua en
cantimploras, del tipo de la que se ilustra en la figura 18.
Figura 18.
Bolsa y cantimplora de
plástico para transportar
líquidos bebestibles.
Con el propósito de mostrar el efecto del aislamiento, en la figura 19, se muestra una
cantimplora forrada en papel de aluminio que se utilizó para evaluar su capacidad para
mantener los líquidos frescos.
Tabla 14. Resultados de las pruebas para reducir la temperatura del agua en las
cantimploras. Ensayo 1 envase original y Ensayo 2 cantimplora forrada con papel de
aluminio. Todas las temperaturas están expresadas en grados Celcius.
ENSAYO 1 ENSAYO 2
Temperatura de globo al inicio 39 39
Temperatura de globo al término 52 52
Temperatura del agua al inicio 12 13
Temperatura del agua a la media hora 21 15
Diferencia de temperatura a la media hora 9 2
Temperatura del agua después de una hora 28 16
Diferencia de temperatura en la segunda media hora 7 1
Diferencia total a la hora 16 3
Como se puede observar en la tabla 13, en una hora, el agua en la cantimplora original
incrementó su temperatura en 16 grados, mientras que con el forro de aluminio, la
temperatura subió sólo 3 grados. Las diferencias son concluyentes e ilustran cómo un
elemento tan simple puede contribuir a reducir significativamente la temperatura del
agua, elemento tan importante para que un trabajador expuesto a calor pueda mantener
el confort térmico.
Las pausas tienen una importancia fundamental para reducir la carga física de trabajo
y aumentar el rendimiento cuando el trabajo se realiza en ambientes calurosos. Por lo
general, cuando en una faena no se otorgan pausas y los trabajadores realizan sus
actividades en forma continuada, se producen tendencias similares a las resumidas en
la figura 20. En ella se ilustra un seguimiento, del rendimiento expresado en unidades
de producción y los valores medios de carga cardiovascular, derivados de la frecuencia
cardíaca medida, minuto a minuto, durante toda la jornada de la mañana (%CC) en un
trabajador expuesto a una carga térmica moderada. Como se observa en la figura 20,
la tendencia general es que el trabajo en la primera hora se inicia con alto rendimiento
y también con una carga cardiovascular relativamente alta. Sin embargo, según avanza
la jornada hay una tendencia a la disminución del rendimiento con una baja moderada
de la carga cardiovascular. A partir de la tercera hora sigue bajando el rendimiento,
pero la carga física se mantiene, mientras que, en la última hora, el rendimiento continúa
bajando, pero la carga sobre el sistema cardiovascular aumenta significativamente. Por
lo general, un aumento de la frecuencia cardíaca, con reducción del rendimiento, es
consecuencia de la fatiga acumulada por la falta de descansos. Es un error muy común
no programar las pausas, siendo lo más recomendable que, los trabajadores, que realizan
tareas expuestos a calor intenso, efectúen pausas frecuentes que son las más efectivas
para reducir la fatiga.
(uni/pro)
% CC
CC
El momento de realizar una pausa, después de una exposición a calor debe hacerse lo
más pronto posible cuando la actividad lo permita. Esto es válido dentro de ciertos
márgenes en que existen posibilidades de autorregulación, pero si la actividad es continua
deben aplicarse criterios de relevos que se discutirán más adelante con un estudio de
caso efectuado en una fundición. La pregunta es ¿Cuánto tiempo necesita un trabajador
para recuperarse? Ya se discutió la posibilidad de usar el TGBH para calcular los tiempos
de recuperación. Desde un punto de vista fisiológico, también existen criterios basados
en el gasto energético de la actividad y en la carga sobre el sistema cardiovascular. A
continuación se presenta una fórmula adaptada en la Unidad de Ergonomía de la Universidad
de Concepción que permite una estimación del tiempo requerido para recuperarse, según
el tiempo y la magnitud en que se superen los límites de carga cardiovascular recomendable:
TT (%CCT – %CCL)
Tiempo de recuperación (minutos) = ----------------------------------
% CCT
Donde :
TT = tiempo de trabajo total en minutos.
% CCT = % carga cardiovascular del período de trabajo evaluado.
% CCL = % carga cardiovascular aceptado como límite (habitualmente 40%).
Tabla 15. Promedio, mínimo y máximo de carga cardiovascular (CC) de un maestro hornero
evaluado durante 99 minutos de control.
Actividades % CC n % CC % CC
Promedio minutos Mínimo Máximo
a) Necesidades personales 21,2 24 14,2 34,0
b) Actividades secundarias 26,5 22 13,2 50,9
c) Preparación POLI 38,4 3 33.0 43,4
d) Escoreo 76,1 50 41,5 100,0
e) Total período evaluado 50,6 99 13,2 100,0
Con estos antecedentes se puede calcular las pausas que requeriría después del escoreo
de la siguiente manera:
29 (75.3 - 40)
Tiempo de recuperación (minutos) = ---------------------------------- = 13.6 minutos
75.3
50 (76.1 - 40)
Tiempo de recuperación (minutos) = ---------------------------------- = 23.7 minutos
76.1
Es necesario señalar que la fórmula da una idea aproximada del tiempo de recuperación
necesario sobre la base de datos promedio. En estos casos, de sobrecarga fisiólogica
promedio tan elevada, es importante hacer un análisis minuto a minuto de cómo se
desarrolla la tarea. Como ejemplo, en la figura 19 se puede ver la carga cardiovascular
del total de 99 minutos evaluados.
Como se puede observar en la figura 19, la primera mitad del período de control, en que
el trabajador permanece alejado del horno, su carga cardiovascular indica que las
actividades secundarias que realiza son livianas. En cambio, si se observa el tramo de
actividades principales, se ve una tendencia al aumento. La disminución de carga
cardiovascular, que se observa en algunos momentos, corresponde a pausas cuya duración
no es suficiente para que se recupere, llegando en dos instancias a sobrecargar su corazón
en un 100%, lo que sin duda, aunque esté aclimatado y sea una persona sana, reviste
riesgos por el nivel de sobrecarga extrema en que el trabajador se encuentra. De manera
tal que, en trabajos como el analizado, se plantean dos temas de organización ergonómica
que son el tiempo que un trabajador puede permanecer expuesto en forma continua y
las facilidades que deben existir en las áreas de descanso para una buena recuperación.
Figura 22.
Cucharero trabajando en
la rueda de moldeo.
1 2 3 4 5 6 7
Actividades %CC %Jornada T.Bulbo T.Bulbo T.Globo TGBH
Húmedo Seco
Blanqueando 26,1 4,4 13,0 23,0 33 19,0
Abriendo boca 43,7 3,0 13,8 27,4 64 28,7
Trabajando en la rueda 52,7 19,6 14,6 33,7 119 46,0
Actividades finales en la rueda 49,3 1,7 17,3 21,7 81 36,4
Trabajando en las canalas 47,8 3,1 11,4 28,7 73 29,7
Limpieza de rueda 38,2 1,2 11,4 28,7 73 29,7
Actividades de recuperación 23,1 49,9 9,0 20,0 35 16,7
Colación (Choca) 23,8 10,1 9,0 12,0 20 12,3
Otras actividades 31,3 7,4 12,2 21,8 61 26,9
carga cardiovascular.
% Carga cardiovascular
TGBH
Como se observa en la figura 21, existe una relación directamente proporcional entre
el índice TGBH y la carga cardiovascular, que es altamente significativa. Esto se debe
principalmente al efecto de la radiación calórica, que sigue un patrón muy similar al del
índice TGBH, el cual se ilustra en la figura 24.
% Carga cardiovascular
Temperatura de Globo
Tabla 17. Rangos de tiempo en las distintas actividades efectuadas por los cuchareros.
1 2 3 4
Actividades Mínimo Máximo % Jornada
Cabe señalar que estas cifras, no indican que las personas están todo el tiempo trabajando
continuamente al interior de la rueda, sino que lo hacen a intervalos fluctuantes, según
sean las necesidades del proceso. Para ver este efecto, a un total de 9 cuchareros se les
hizo un análisis de tiempo detallado, el que se resume en la tabla 18.
1 105 21 3 48 5
2 32 8 4 16 4
3 30 15 13 17 2
4 14 14 14 14 1
5 99 33 24 46 3
6 8 8 8 8 1
7 20 19 7 13 2
8 54 27 23 31 2
Como se puede ver en la tabla, los tiempos totales de exposición en las jornadas evaluadas
fluctuaron entre 8 y 136 minutos, lo que representa una alta diferencia. El otro antecedente
importante, es el número de veces que entran y salen de la rueda que, como se ve en
la tabla, osciló entre una y cinco veces por jornada.
Cuando se trabaja en fundiciones con niveles de sobrecarga fisiológica como los analizados,
la calidad de las áreas de descanso es fundamental para una buena recuperación que le
permita a los trabajadores continuar con sus tareas eficientemente. En general, no es
lo que se observa habitualmente. Una de las razones es que durante los descansos, en
muchas ocasiones los trabajadores tienen que estar atentos observando el proceso, razón
por la cual se instalan casetas en puntos estratégicos como las que se muestran en la
figura 27.
a b
La idea de estos lugares es que les permitan a los trabajadores protegerse del calor y
recuperarse después de estar expuestos. En el caso de la caseta de la figura 27, también
ayuda a protegerse de la proyección de partículas. Estas estructuras metálicas tienen
ventanas protegidas por vidrios. El estado de los vidrios se puede ver en la figura 27a y
27b, mientras que en la figura 27c se puede observar que la suciedad y el material
acumulado en el vidrio, obstruyen en forma bastante significativa la visión hacia el
exterior de la caseta. Se puede argüir que el ambiente propio de una fundición facilita
la ocurrencia de situaciones como la ilustrada. No obstante, con un buen programa de
mantención, el recambio de los elementos dañados debería efectuarse a la brevedad
posible, ya que la caída de un vidrio, riesgo inminente que se observa muy bien en la
figura 27b, puede llegar a producir un accidente grave.
Un aspecto que es necesario reiterar es que no basta con tener lugares de descanso sino
que estos deben proveer un mínimo de comodidades y contar con implementos adecuados
para sentarse, no como la carretilla de mano adaptada como asiento que se ve en la
figura 28a o la caseta de descanso que sólo cuenta con un asiento metálico (28b).
28a 28b
Por otra parte, las áreas para el descanso no sólo tienden a ser de mala calidad y diseño,
sino que además muchas veces no están bien ubicadas, lo que impide una recuperación
efectiva. Por ejemplo, en la zona de recuperación ilustrada en la figura 29, existía
preocupación por cambiar los asientos, de plástico, que estaban rotos y algunos quebrados.
De hecho, el banco de la figura 29d fue construido por los propios trabajadores, en
reemplazo de asientos en mal estado. Esto es una evidencia más de un problema muy
común que es la carencia de programas de mantención de los elementos de uso humano.
a b
c d
Las áreas de descanso, también deberían tener buenos sistemas de enfriamiento. En este
sentido, es recomendable implementar una sala preliminar a temperatura ambiente, en
donde los trabajadores se puedan cambiar la ropa mojada, tener facilidades para secarla
y disponer de una muda de ropa seca, A continuación debería estar ubicada la sala de
descanso propiamente tal, que debería tener una temperatura de alrededor de 20º C.
Esto ayuda a que los tiempos de recuperación se aceleren en un porcentaje importante.
Uno de los principales problemas que se detecta en los trabajadores expuestos es que,
por lo general, la ropa de trabajo carece de salidas de ventilación. Esto genera un
problema bastante serio, ya que, después de un tiempo de trabajo, terminan con su ropa
mojada. Con respecto al sudor que queda atrapado en la ropa, es importante señalar
nuevamente que no es el sudor producido el que tiene poder de enfriamiento para el
cuerpo humano, sino que el que se evapora. A este respecto, 1 litro de sudor evaporado
disipa alrededor de 580 Kcal. El gasto de energía en personas expuestas que realizan
trabajos físicos puede alcanzar, en algunos casos, niveles de 700 Kcal/hora. Por lo tanto,
eso explica las grandes cantidades de sudor que producen. Sin embargo, si el cuerpo está
completamente cubierto, no es sino hasta el momento en que el sudor atraviesa la barrera
de la ropa cuando empieza a evaporarse. Como una forma de analizar la cantidad de
líquido atrapada en el vestuario, llevamos a cabo una serie de ensayos para su evaluación.
Los resultados se resumen en la tabla 19. Se puede observar que el 40% del sudor queda
retenido en la ropa. En otras palabras, si producen 1.68 kg. de sudor por hora, sólo
evaporan aproximadamente 1 Kg., equivalente a cerca de 600 Kcal. por hora. En los
casos extremos, con temperaturas del aire muy altas, en que no haya otra forma de
eliminar el calor, la barrera del vestuario puede tornarse crítica y producirse un aumento
de la temperatura interna de estas personas, que los puede llevar al golpe de calor.
Tabla 19. Resultados ensayo para detectar sudor retenido en la ropa (n=8).
Por lo señalado, una de las normas más básicas en personas expuestas a calor es que las
partes del cuerpo no expuestas queden descubiertas lo que facilita la ventilación y
también la evaporación de sudor. Como esto generalmente es difícil de lograr, debe
entonces considerarse que la ropa tenga al menos salidas de ventilación. Sobre esta base,
se elaboró el prototipo que se presenta en la figura 30, que se evaluó con buenos
resultados en varias empresas.
Además de lo anterior es esencial que la ropa sea liviana y permita una alta permeabilidad
al vapor de agua. Esto, sumado a la buena ventilación, puede mejorar la evaporación
del sudor, reduciendo el riesgo de incremento de temperatura corporal lo que, a su vez,
permite prolongar los tiempos de trabajo. En cambio, la ropa más pesada, retarda la
evaporación efectiva, ya que el sudor debe atravesar capas más gruesas. Este tipo de
telas además restringe el movimiento de aire. En términos de materiales, las telas de
algodón son apropiadas porque facilitan la eliminación del sudor. Sin embargo, también
es conveniente considerar alternativas de materiales con mayor tecnología que tienen
la propiedad de absorber la humedad de la piel y traspasarla a las otras capas de ropa,
dejando la piel seca, lo que favorece la pérdida de calor por sudoración.
En casos en que se requiera mayor protección, como por ejemplo, trajes con revestimientos
de aluminio, la principal recomendación es que estos materiales cubran las partes
expuestas, dejando descubiertas aquellas sobre las cuales no cae directamente la radiación
calórica. Un ejemplo que indica la forma adecuada de proteger a un hornero, se puede
ver en la figura 31. Como se observa, él emplea mangas y una pechera que se prolonga
hasta el suelo, ambas de telas recubiertas de aluminio, guantes de cuero y protección
facial, dejando toda la parte posterior de su cuerpo con el traje de mezclilla, que
representa una barrera menor para la eliminación del calor.
Como síntesis para el tema de exposición a calor, en la tabla 20 se puede ver un resumen
de las medidas más importantes para reducir los riesgos de sobrecarga térmica en los
trabajadores expuestos.
Medidas de organización
ergonómica
2. Exposición a frío.
El descenso de la temperatura interna del cuerpo constituye una amenaza para la vida.
En este sentido, cuando las personas trabajan o desarrollan cualquier actividad en
ambientes fríos, deben tomarse medidas para evitar la hipotermia, impidiendo que la
temperatura interna descienda más allá de los 36°C.
Si el cuerpo continúa perdiendo calor, se inician los temblores, que son un ejercicio físico
involuntario que genera calor mediante el incremento de la actividad metabólica. Los
escalofríos comienzan con una temperatura cutánea media entre 31ºC y 33ºC, siendo
más activa en personas delgadas que obesas. Este es un aspecto importante en los trabajos
que se efectúan al aire libre que demandan trabajo físico, condición, que como se verá
más adelante, es una importante ayuda para mantener la temperatura interna del cuerpo.
Los signos y síntomas de una persona afectada por hipotermia son: palidez, entumecimiento
y desánimo. El sujeto presenta somnolencia, confusión y la frecuencia cardíaca es baja.
Las áreas del cuerpo que comúnmente conservan el calor (axilas e ingle) están frías. En
la hipotermia severa, la respiración es lenta y superficial, generalmente los músculos
se tornan rígidos, la persona puede caer en la inconsciencia, y los latidos cardíacos son
irregulares, apenas perceptibles.
Las temperaturas bajo 0ºC pueden dañar los tejidos, pudiendo afectar cualquier zona
del cuerpo que no esté debidamente cubierta, pero la nariz, oídos y los dedos de las
manos y pies son los más susceptibles. La recuperación es completa, sólo si el compromiso
es a nivel de la piel y el tejido subyacente. Sin embargo, cuando los vasos sanguíneos
están afectados, el daño puede ser mucho más grave. Mientras más baja es la temperatura,
el daño en la persona expuesta se origina en menor tiempo. Esto puede ser agravado por
el viento y la ventisca que desencadenan más rápidamente la hipotermia.
Tabla 21. Resumen de síntomas críticos que presentan las personas a medida que
desciende la temperatura interna.
Como se ha señalado, el calor fluye solamente en una dirección, desde una región de
alta temperatura a otra de temperatura más baja, de modo que cuando hablamos de
evitar enfriarnos deberíamos decir conservar el calor interior. Un hombre trabajando en
un lugar donde el aire es más frío que su temperatura corporal, pierde calor por convección.
El aire que está en contacto con el cuerpo se va calentando, conforme el calor fluye
desde una zona de alta temperatura a una temperatura más baja. El aire al calentarse,
se expande, se hace menos denso o más ligero, se eleva y es reemplazado por aire más
frío. Esto se llama pérdida de calor por convección y es una de las vías más importantes
de pérdida de calor del cuerpo humano. La pérdida de calor por convección se incrementa
por el movimiento del aire, o viento, debido a que el aire caliente que rodea al cuerpo
es desplazado más rápidamente.
La escala más conocida para evaluar sensación térmica en ambientes fríos se conoce
como Escala de Viento Frío (Windchill), que es bastante apropiada en los lugares donde
el frío es intenso. Se basa en mediciones de temperatura ambiental y velocidad del aire,
las cuales en combinación determinan una cierta sensación térmica. La tabla 23, resume
tres niveles de riesgo para un trabajador que se encuentre expuesto a frío a distintas
temperaturas y velocidades de viento.
Tabla 23. Sensación térmica: Valores equivalentes de enfriamiento por efecto del viento.
Velocidad
del viento Temperatura en ºC
en Km./h
10 4 -1 -7 -12 -18 -23 -29 -34 -40
calmo 10 4 -1 -7 -12 -18 -23 -29 -34 -40
8 9 3 -3 -9 -14 -21 -26 -32 -38 -44
16 4 -2 -9 -16 -23 -31 -36 -43 -50 -57
24 2 -6 -13 -21 -28 -36 -43 -50 -58 -65
32 0 -8 -16 -23 -32 -39 -47 -55 -63 -71
40 -1 -9 -18 -26 -34 -42 -51 -59 -67 -76
48 -2 -11 -19 -28 -36 -44 -53 -62 -70 -78
56 -3 -12 -20 -29 -37 -46 -55 -63 -72 -81
64 -3 -12 -21 -29 -38 -47 -56 -65 -73 -82
Superior a RIESGO ESCASO AUMENTO DEL RIESGO GRAN RIESGO
64 Km./h, En una persona adecuada- Peligro de que el El cuerpo se puede
poco efecto mente vestida para menos de cuerpo expuesto se congelar en 30
adicional 1 hora de exposición congele en 1 minuto segundos
En la tabla 24, se muestran los límites máximos diarios de tiempo para exposición al frío
en recintos cerrados, establecidos en el artículo 101 del DS 594. No cabe duda que,
observando los valores de temperatura propuestos, particularmente en los tramos
superiores, el DS 594 se refiere a condiciones muy extremas, poco frecuentes en el medio
industrial.
Tabla 24. Límites máximos diarios de tiempo para exposición al frío en recintos cerrados.
De 0 a -18 • Sin límites, siempre que la persona esté vestida con ropa de
protección adecuada.
De -19 a –34 • Tiempo total de trabajo: 4 horas, alternando una hora dentro
y una hora fuera del área de baja temperatura. Es necesaria la
ropa de protección adecuada.
La segunda forma es más compleja, ya que tiene que considerar el vestuario y la actividad
que el trabajador desarrolla. En los trabajos ejecutados al aire libre, un alto aislamiento
del vestuario significa una menor pérdida de calor y una protección eficiente contra el
enfriamiento. Esto es adecuado para trabajos sedentarios. En cambio, si el trabajo
implica una alta demanda energética, el aislamiento extra puede presentar más problemas
que ventajas. En este sentido, la sudoración y la humedad que se generan en trabajos
de alta demanda física es un serio problema, especialmente cuando estas labores vienen
seguidas por períodos de baja actividad o descanso. Las consecuencias de lo planteado
anteriormente, son la disminución, e incluso pérdida, de las propiedades térmicas de
la ropa, lo que aumenta la pérdida de calor y trae consecuencias que se analizarán a
continuación.
Una segunda forma de calcular los requerimientos del aislamiento del vestuario es usar
la norma ISO 11079:1993 cuyo título es “Evaluation of cold enviroments. Determination
of required clothing insulation IREQ”. La evaluación del riesgo de hipotermia se basa en
el cálculo del índice térmico IREQ (aislamiento requerido de la vestimenta). Este índice
considera el aislamiento térmico que debería proporcionar la ropa del trabajador, para
que no haya pérdidas inaceptables de calor corporal que rompan el equilibrio térmico.
Se considera que existe confort térmico cuando la sensación es neutra respecto al
ambiente.
De la norma ISO 11079:1993 también se puede obtener antecedentes para calcular los
tiempos máximos admisibles y el tiempo de recuperación. Un individuo trabajando en
un ambiente frío, cuya resistencia térmica del vestido (Iclr) sea menor que el IREQmin
está expuesto a riesgo de estrés por frío con posibles efectos adversos para su salud al
cabo de un tiempo determinado. El cálculo exacto del IREQ, los tiempos máximos
admisibles y los tiempos de recuperación requieren la utilización de un programa
informático incorporado en el documento ISO/TR 11079:1993. Existe un programa de
computación para calcular estos índices que se puede obtener de Internet
(http://www.ergokprevencion.org/edificio_frio.htm). La forma de proceder se verá
más adelante con un ejemplo aplicado.
Desde el punto de vista preventivo, es útil conocer los tiempos máximos de exposición
y el tiempo de recuperación necesario para que un individuo expuesto a ambientes fríos
recupere la energía calórica que ha perdido. Para estos efectos, las áreas de recuperación
y descanso, deben permitir que el balance térmico sea positivo, de manera que la
recuperación debe llevarse a cabo bajo condiciones climáticas, metabólicas y de
aislamiento térmico del vestuario, diferentes a las del área de trabajo.
La ropa para condiciones extremas de frío debe tener las siguientes propiedades:
• Mantener el cuerpo caliente, especialmente manos y pies.
• Permitir una rápida remoción del sudor.
• Permitir que los movimientos corporales se realicen con facilidad.
• Ser confortable todo el tiempo, no importando las condiciones del clima.
La tendencia actual es que los trabajadores expuestos a frío se vistan según el “principio
de las capas”. Esto significa que cada capa de ropa debe cumplir una función específica,
de acuerdo a la función y al ambiente donde se desarrolla la tarea. En este sentido el
sistema de las “tres capas” es el más utilizado y su fundamento es el siguiente:
• Primera capa. La capa de ropa que cubre directamente la piel, debe ser suave,
confortable y tener propiedades que le permitan absorber la sudoración en forma rápida
con el propósito de mantenerla lo más seca posible. No es conveniente un exceso de
capas de ropa, ya que pueden impedir el paso del sudor causando incomodidad y pérdidas
de las propiedades aislantes del vestuario. Una parte importante de la ropa moderna se
fabrica con telas que tienen muy buenas propiedades aislantes, y al mismo tiempo, son
eficientes para remover el sudor de la piel, manteniéndola seca, como por ejemplo, el
polipropileno.
• Segunda capa. Esta es la capa aislante y, al mismo tiempo, la más variable, ya que
su número puede fluctuar dependiendo de lo frío que esté el ambiente. De hecho, es
preferible cubrirse con varias capas livianas que con una sola pesada, por la flexibilidad
que otorga y también debido al aumento del aislamiento, producto de la mayor cantidad
de aire que queda retenido entre las capas. En todo caso, el ideal es que se use el menor
número de capas porque facilita la movilidad de las personas. Tradicionalmente, estas
capas se confeccionaban de lana, pero hoy son reemplazadas por materiales modernos
tales como el “fleece”, que es el equivalente a lo que en Chile denominamos
tradicionalmente “Polar”.
• Tercera capa. Esta es la capa que esta directamente expuesta al ambiente y debe
ser a prueba de viento y si es necesario a prueba de agua. Uno de los materiales más
recomendado hoy en día se denomina “Goretex” (http://www.gore-tex.es) que está
formado por una membrana de teflón cubierta por una capa interna y otra externa. Esta
membrana tiene la propiedad de impedir que entre agua, permitiendo, al mismo tiempo,
la salida del sudor. Esto se debe al tamaño de los poros en relación al tamaño de las
gotas de lluvia y del sudor, siendo de mayor tamaño las de lluvia.
Los elementos que cubren las extremidades, tales como zapatos, calcetines, guantes y
gorros son muy importantes, porque son éstas las partes del cuerpo más expuestas a
sufrir algún grado de daño, producto de la exposición a frío. De hecho, las manos y los
pies tienen las superficies más grandes en relación a su volumen y debido a esta
desfavorable relación de masa, tienen altas tasas de pérdidas de calor. Si bien ambas
extremidades son las que más sufren con la vasoconstricción y el trabajo en ambientes
fríos, son los pies particularmente los más afectados. Williamson (1984), plantea que
frente a la disminución de la temperatura de manos y pies, la sensación de frío y disconfort
es un 40% mayor en los pies que en las manos. En este sentido, no importa lo confortable
que esté el cuerpo; si los pies están fríos, las personas sentirán malestar. Existen varios
estudios que confirman lo planteado. Entre ellos Fanger (1972), señala que, aunque la
La sudoración de los pies también es un tema importante. Si bien las fibras que componen
los calcetines y el aire que queda entre los zapatos y los pies, son un buen aislante,
cuando los pies sudan humedecen los calcetines y los zapatos perdiéndose las propiedades
aislantes de estos elementos.
En cuanto a las manos, el uso de guantes es indispensable. En este sentido, para trabajos
que impliquen el uso de las manos se recomienda un par de guantes livianos, pero con
algún sistema de abrigo como, por ejemplo, una capa de polar. Al detener la actividad,
el uso de mitones es lo ideal, ya que ayudan mas a conservar el calor que los simples
guantes.
Con respecto a la cabeza, hay una expresión que dice “si sientes frío en los pies cúbrete
la cabeza” ya que el cerebro es una de las partes más activas de nuestro cuerpo. Cerca
del 15 a 20% del calor corporal se pierde a través de la cabeza. Por esta razón, el uso
de gorros, es una medida simple que ayuda a mantener el calor corporal. Más efectivos
aún, son los llamados”pasamontañas”, que no solo cubren la cabeza, sino que también
los oídos y el cuello.
Para proceder al cálculo del aislamiento mínimo (IREQmin según Norma ISO 11079:1993)
se necesita también evaluar la velocidad del viento y la temperatura del aire. Además,
se debe estimar el gasto de energía promedio de la jornada. En el estudio que se describe,
la actividad metabólica se estimó a partir de la frecuencia cardíaca según lo recomendado
por la Norma ISO 8996:1990, asumiendo el error de hacerlo por esta vía, Apud et al(2002).
Los resultados obtenidos se ven a continuación:
Con estos antecedentes se procedió a calcular el Ireq mínimo tomando los valores de
tabla 26. Como se observa en la tabla 27, el Ireq mínimo se sitúa en un rango entre 1.17
y 1.44 clo, valor que corregido sumándole un 25% varía entre 1.46 y 1.80 clo.
Tabla 27. Valores de IREQ en función de la velocidad y la temperatura del aire y nivel
de actividad de 145 w/m2.
Con respecto a los tiempos máximos de exposición, estos se pueden calcular, según el
mismo criterio ISO, a partir del Icl, la velocidad del viento y la temperatura ambiente,
utilizando la tabla 28.
Tabla 28. Tiempos máximos de exposición (horas) en función de las características del
vestuario y de la temperatura del aire para M = 145 w/m2 y distintos valores de la
velocidad del aire, Var.
Considerando un Icl de 3.5 clo, la velocidad del viento de 0.52 metros por segundo y la
temperatura de -2.1ºC, se puede ver que la ropa que emplea el trabajador es adecuada
y que su exposición al ambiente en que trabaja podría ser superior a 8 horas.
El ejemplo descrito nos revela que para una condición extrema de temperatura y velocidad
del viento y para un gasto de energía promedio, el vestuario era adecuado. Esto último
es muy importante porque también hay que establecer si el vestuario ofrecería la misma
protección a un trabajador enfrentado a tareas sedentarias. La información que se
analiza a continuación proviene precisamente de un trabajador que realizaba trabajos
livianos con un gasto de energía de 80 watt/m2
Con estos antecedentes, se procedió a calcular el Ireq mínimo utilizando la tabla 27,
para las condiciones extremas de -10.15ºC y velocidad del viento de 5 metros por segundo,
obteniéndose un valor de 3.65, que corregido alcanza 4.65 clo.
Tabla 29. Valores de IREQ en función de la velocidad y temperatura del aire y del nivel
de actividad de 80 w/m2.
Al comparar el IREQmín, que es de 4.65 clo, con Icl que sólo llega a 3.53 clo, se puede
ver que en esta actividad sedentaria el vestuario no provee la protección necesaria, lo
que implica que hay riesgo de hipotermia, según lo indicado por la norma ISO 9920:1995.
Tabla 30. Valores de Tmax (horas) en función de las características del vestido y de la
temperatura del aire para M = 80 w/m2 y distintos valores de la velocidad del aire, Var.
En síntesis, es difícil considerar un tipo de vestuario único, puesto que se requiere evaluar
cuidadosamente los niveles extremos de temperatura a que los trabajadores se exponen
y también el gasto energético de la actividad que realizan.
En relación al trabajo en ambientes fríos es muy importante que los trabajadores puedan
cambiarse ropa durante la jornada. Debido al exceso de sudoración que producen algunos
trabajos, cuando la persona no se seca, la temperatura interna comienza a bajar después
de terminado el esfuerzo. Un ejemplo de un estudio realizado en trabajadores mineros
chilenos, se puede apreciar en la figura 32.
Figura 32.
Comportamiento de la T° Central (L)
temperatura interna (ºC) % CC (R)
cardioasvascular (%CC)
Temperatura Interna (°C)
Hora
Como se observa en la figura 30, alrededor de las 0 horas, el trabajador realiza actividades
de alto gasto de energía a juzgar por el esfuerzo cardiovascular, esto implica una mayor
producción de calor. Sin embargo, la temperatura interna del trabajador desciende
progresivamente, lo que podría ser indicativo de la pérdida de las propiedades aislantes
de la ropa.
Cuando los trabajos se realizan al aire libre en condiciones de frío extremas, los
trabajadores deben disponer de áreas protegidas para su recuperación. Cuando esto no
ocurre, el riesgo de que sufran una hipotermia es mayor. Para ilustrarlo, tomaremos el
ejemplo de un perforador, que no disponía de ninguna facilidad. En la jornada de
evaluación estuvo expuesto a una temperatura del aire de -15 °C y una velocidad del
aire 2.00 m/s. El IREQmín corregido alcanzó a 5.69 Clo, mientras que el Icl era de 2.38
clo, clara indicación de que, para esa condición, debería proveerse más ropa o en su
defecto, reducir la exposición a un rango entre 0,63 y 1,08 horas. En la figura 33 se
puede ver la carga cardiovascular y la temperatura interna de este trabajador.
Figura 33.
Carga cardiovascular y
temperatura interna de
un perforador expuesto a
condiciones de frío
extrema realizando sus
actividades al aire libre.
Como se observa en la figura, existe riesgo de estrés por frío, ya que a partir de
aproximadamente las 04:00 AM, cuando disminuye la actividad y la carga cardiovascular,
comienza a bajar la temperatura interna, producto del aislamiento insuficiente del
vestuario para este perforador que permanecía inactivo al aire libre. La temperatura
ambiente, a esa hora, era de -13.5ºC. Cerca de las 5:30 AM, la temperatura aumenta
producto de la ingesta de un líquido caliente y de la reactivación de la actividad. En
el mismo gráfico, aunque en forma no tan marcada, entre la 01:00 y 02:00 AM, se observa
una baja de la temperatura interna, consecuencia de que el trabajador estaba inactivo
a la intemperie, esperando el comienzo de una actividad. Este ejemplo, es una
confirmación más de que en la planificación de actividades que deben realizarse al aire
libre, en condiciones de frío extremo, se debe contemplar facilidades para que los
trabajadores se protejan en los períodos de descanso.
La deshidratación se hace aún más relevante en ambientes donde el frío se combina con
escasa humedad y presencia de viento, ya que estos factores ambientales favorecen la
evaporación del sudor sin que el proceso de generación del mismo, sea percibido por las
personas expuestas. Al igual que en ambientes calurosos, en ambientes fríos es recomendable
que los trabajadores se mantengan bien hidratados. En este sentido, el consumo de
algunos líquidos calientes, como por ejemplo agua de hierbas, ayudan a mantener la
temperatura interna. En cambio, hay otro tipo de bebidas, como el alcohol, cuyas
propiedades vasodilatadoras facilitan la pérdida de calor. Por su parte, los líquidos que
contienen cafeína, por sus propiedades diuréticas, aumentan la pérdida de agua.
De acuerdo a lo descrito, cuando un trabajador está expuesto a frío extremo, aún cuando
esté protegido, la disminución de la sensación de confort y las pérdidas de destreza
manual y concentración, lo hacen más vulnerable a sufrir accidentes y a ser menos
productivo. Por esta razón, las prácticas correctas de trabajo, que ayuden a prevenir
la hipotermia, tales como el control de los factores ambientales y criterios relativos al
individuo, al vestuario y al equipamiento, son una necesidad ineludible para mejorar la
calidad de vida laboral. En la tabla 31, se presenta una síntesis de medidas ergonómicas
que se deben tomar para proteger a los trabajadores expuestos a frío extremo y los
efectos esperados.
Tabla 31. Medidas preventivas y efecto esperado para trabajos realizados en ambientes
fríos.
Adaptado de: PARSONS, KC, “Human Thermal Environments”, Taylor y Francis, London.1993.
3. Confort térmico.
Confort térmico se puede definir como “la condición bajo la cual expresan satisfacción
la mayoría de los ocupantes de un determinado ambiente térmico”. Como ya se analizó,
la temperatura del aire, la temperatura radiante, la humedad y la velocidad del aire son
los cuatro factores del ambiente térmico que afectan la respuesta de las personas. Si
se considera además, el calor generado por la actividad y el vestuario, son seis los agentes
básicos que definen la respuesta del organismo frente al ambiente. Estos factores
sumados a las diferencias entre las preferencias de las personas, hacen que la determinación
de condiciones ambientales que satisfagan a grupos de trabajadores que comparten un
mismo espacio físico, sea una labor difícil. Teniendo esto en consideración, a continuación
se enumeran los parámetros que se deben considerar para lograr el confort térmico.
La temperatura óptima depende de la época del año. Los límites recomendados son los
siguientes:
• En verano, de 23 a 26 ºC
• En invierno, de 20 a 24 ºC
3.2. Humedad.
sequedad en las mucosas y en los ojos. En el ámbito del trabajo de oficina, y en el rango
de temperaturas anteriormente señalado, ambos efectos se previenen manteniendo la
humedad relativa entre el 45% y el 65%. Los estándares propuestos por la “American
Society of Heating, Refrigerating, and Air-Conditioning Engineers” (ASHRAE), para una
combinación de temperatura y humedad en invierno y en verano, se pueden ver en la
tabla 32.
Tabla 32. Temperatura y rangos de humedad para verano e invierno. Adaptado de ASHRAE
55-2004.
Afecta a la sensación térmica y puede ser percibida como corrientes de aire por el
trabajador. La sensación de “corriente de aire” es el enfriamiento local del cuerpo,
causado por el aire en movimiento. Esto se debe no sólo a la velocidad del aire, sino
que también a la temperatura y a las turbulencias. En muchos casos, la sensación de frío
molesto, asociada al aire acondicionado se debe a una alta velocidad de salida del
difusor, más que a la temperatura del aire. A este respecto, es necesario mencionar
que el cuello es la parte del cuerpo más sensible a las corrientes de aire. Para el rango
de temperaturas recomendado en la tabla 32, la velocidad del aire debería ser inferior
a 0.15 m/s en invierno y a 0.25 m/s en verano.
Además de lo señalado, las temperaturas de paredes, suelo y techo, deben ser relativamente
homogéneas para evitar asimetrías que pueden dar lugar a sensaciones de disconfort por
efectos de radiación. Esta situación se produce cuando el trabajador realiza sus actividades
cerca de paredes o ventanas mal aisladas en invierno, o en áreas con mucho vidrio, que
reciben luz solar directa en verano. Para limitar el efecto de estas diferencias de
temperatura se recomienda lo siguiente:
A través del tiempo se han propuesto diferentes índices para evaluar confort térmico.
Uno de los más aceptados hoy en día fue desarrollado por Fanger (1973) que, además,
constituye la base de la norma ISO 7730:1994. Este investigador propuso dos índices:
A partir de estas variables se puede calcular el PMV, cuyo rango oscila entre +3 y -3,
como se puede ver en la tabla 33. Cabe señalar que según su autor, esta escala es válida
para todas las personas, sin importar su localización geográfica o el tipo de clima y
edificio en que se encuentren.
Tabla 33. Escala numérica para calificar el grado de confort térmico (PMV ) de personas
expuestas.
-3 Muy frío
-2 Frío
-1 Ligeramente frío
0 Neutro (confortable)
+1 Ligeramente caluroso
+2 Caluroso
+3 Muy caluroso
Una vez calculando el PMV, se procede a calcular el PPD utilizando el gráfico presentado
en la figura 34. Por ejemplo, si el cálculo del PMV arroja una cifra de +1.5, se estima
que un 40% de personas no se sienten cómodas en ese ambiente.
Figura 34. Proporción prevista de personas insatisfechas en función del valor del índice
IMV. (Fuente:P.O. Fanger, 1973).
%
Proporción de insatisfechos
80
60
40
30
20
10
8
6
5
4
-2,0 -1,5 -1,0 -0,5 0 0,5 1,0 1,5 2,0
Índice PMV
Este investigador determinó que, en ambientes neutros, en los cuales el PMV es cero,
existe un 5% de personas insatisfechas. Esto confirma el hecho bien conocido, que en
cualquier situación, por sofisticado que sea el sistema de acondicionamiento de aire,
hay una proporción de personas que no se sienten cómodas. Por lo tanto, lo aceptable
es que el PPD no sea superior a un 10%.
Sin embargo, la adaptación del hombre a la vida en las grandes alturas va más allá del
estrés hipóxico que ésta le provoca. Involucra un cambio paulatino en su estilo de vida,
alejándolo de grandes zonas urbanas, haciéndolo vivir en campamentos mineros lejos
de su familia, enfrentando muchas veces condiciones ambientales de frío extremo y
aislamiento. Esto expone al organismo a una sobrecarga importante, la que se podría
traducir en un deterioro de la salud física y mental de la persona expuesta, si no se
toman los debidos resguardos.
Otros cambios ambientales producidos por la altura son el aumento de la radiación solar,
principalmente la ultravioleta.
La relación entre la altitud y los efectos más significativos que podrían afectar al organismo
cuando se expone a ella, se muestran en la tabla 37.
Para que una persona pueda conservar en la altura un nivel de actividad cercana a la
que realizaba a nivel del mar, el organismo debe asegurar un aporte adecuado de oxígeno
a las células, respuesta que se conoce como aclimatación. Esta adaptación se logra en
dos etapas. Una rápida, que involucra la respuesta de los sistemas respiratorio y
cardiovascular y otra lenta, donde participa el sistema hematopoyético. En resumen,
podemos decir que todas estas reacciones son beneficiosas, ya que permiten aumentar
la cantidad de oxígeno aportado a las células. Esto se logra mediante el aumento de:
• Ventilación pulmonar.
• Contenido de hemoglobina sanguíneo.
• Capacidad de difusión pulmonar.
• capacidad de las células para utilizar el oxígeno, a pesar de una presión parcial de
oxígeno reducida.
Como contrapartida, debe decirse que estas reacciones conllevan una sobrecarga de
trabajo, tanto para el pulmón como para el corazón, hecho que debe ser considerado
cuando se asocian patologías con exposición a la altura.
Más lentos en responder son los otros procesos de aclimatación, los que pueden demorar
dos a tres semanas. Estos son:
Para asegurar el transporte de oxígeno a una presión parcial baja, el organismo aumenta
la capacidad de difusión del oxígeno desde el alvéolo a la hemoglobina junto con una
adaptación circulatoria, que es el aumento de la vascularización a los tejidos. A nivel
celular se produce un aumento del número de mitocondrias y de los sistemas energéticos
aeróbicos (Guyton, 1992).
Se deduce que los nativos de altura logran realizar un trabajo diario cercano al de una
persona normal a nivel del mar, mientras que los nacidos a bajas altitudes no logran este
resultado. Esto se debe a que los primeros inician su proceso de aclimatación desde la
infancia, además de tener una constitución física diferente, con un tórax más ancho
asociado a un menor volumen corporal total, lo que se traduce en una mayor proporción
de la capacidad ventilatoria en función del tamaño corporal.
Por lo tanto, para una persona no nativa de altura, una actividad que a nivel del mar le
resulta liviana o moderada, se puede transformar en pesada cuando, idéntica tarea, la
realiza en la altura.
El mal agudo de montaña es un cuadro que se presenta en casi todas las personas que
ascienden con rapidez a una gran altitud. Los síntomas pueden ser, dolor de cabeza,
disnea, edema en ojos, cara, manos y tobillos, vómitos, tos ronca e insomnio. Las molestias
se presentan de 4 a 8 horas después de alcanzar altitudes superiores a 3500 m. y
desaparecen con la aclimatación.
Una complicación grave, que afecta alrededor del 1% de las personas expuestas, se
presenta con aparición de edema pulmonar agudo y edema cerebral agudo. Ambas
condiciones ponen en peligro la vida de los afectados y constituyen una emergencia
extrema. Se hace imperativo el descenso o la introducción en una cámara hiperbárica
antes de descender.
• Velocidad de ascenso.
• Altitud alcanzada.
• Duración de la estadía.
• Susceptibilidad individual.
Un criterio que debe tenerse siempre presente es: "Todo malestar o síntoma en altura
debe considerarse de antemano una falta de aclimatación o desaclimatación".
El mal de montaña crónico se puede manifestar en personas que han vivido demasiado
tiempo a grandes alturas. Se presenta con síntomas como cefaleas, mareos, insomnio,
fatiga y disminución del rendimiento intelectual, acompañados de signos de hipoxemia
y de valores elevados de hemoglobina, por encima de aquellos esperados para residentes
de altura.
También deben tenerse en cuenta los factores de riesgo para esta patología, como son
edad, obesidad y alguna enfermedad respiratoria crónica baja. Al respecto, Leon-Valverde
y Arregui (1994) han observado que la prevalencia de eritrocitosis excesiva aumenta con
la edad, desde un 7 % entre los 20 a 29 años hasta un 33 % sobre 50 años.
Sin embargo, como se señaló antes, existe una urgente necesidad de aumentar el
conocimiento sobre los límites de carga fisiológica de trabajo, particularmente en mineros
que están expuestos a jornadas de 12 horas, realizando además turnos de noche y en
altura geográfica. No existe ninguna certeza de que los límites fijados para nivel del mar,
sean aplicables directamente a la altura.
Se ha señalado que la capacidad aeróbica disminuye con la altura y que con la adaptación
no llega a los niveles encontrados a nivel del mar. Esto fue corroborado por Apud et al,
en un estudio realizado en trabajadores mineros expuestos intermitentemente a 3.800
metros de altura por sobre el nivel del mar, en que se encontró una capacidad aeróbica
promedio de 1.89 litros de oxígeno por minuto, equivalente a 24.6 mililitros de oxígeno
por kilogramo de peso corporal. En estos trabajadores, la capacidad aeróbica fue un 15%
más baja que la de sus colegas que trabajaban a nivel del mar. Independiente del efecto
de altura, los niveles de capacidad aeróbica son más bajos que los reportados en otros
grupos de trabajadores chilenos, Apud (1978), Apud et al(1999), Donoso y Sánchez
(1990), Apud et al(2002). La pregunta que surge es: ¿Se puede emplear los mismos criterios
para calificar trabajos pesados en altura y a nivel del mar? No existe una respuesta
categórica. En primer lugar, si la presencia de anaerobiosis marca el inicio de la fatiga
muscular, es necesario conocer el comportamiento del ácido láctico.
Se ha demostrado que durante ejercicios submáximos hay una disminución de los niveles
de ácido láctico sanguíneo en atletas aclimatados a la altura comparado con los niveles
alcanzados a nivel del mar, durante ejercicios de igual intensidad. Esto podría deberse
a un aumento en la remoción del lactato sanguíneo o a un menor uso de glicógeno
muscular como fuente principal de energía. Esta adaptación se denomina “paradoja del
lactato” ya que se esperaría que un estado de hipoxemia condujera a un aumento en la
acumulación de lactato sanguíneo, ocurriendo exactamente lo opuesto, Boning (1997),
McArdle et al (1996). Por otra parte, estudios realizados en mineros expuestos,
intermitentemente a la altura, no han demostrado el mismo efecto, Jiménez et al (2000).
Esto es coincidente con los hallazgos de van Hall et al (1998) quienes afirman, después
de realizar una serie de ejercicios submáximos después de 9 semanas de aclimatación
a 5.200 metros de altura sobre el nivel del mar, que “la concentración de lactato fue
mucho mayor con la hipoxia crónica comparado con la normoxia aguda, lo que implica
que la producción de lactato muscular después de la aclimatación es similar a la respuesta
a la hipoxia aguda y que la paradoja del ácido láctico podría no existir”. Por otra parte,
al analizar más en detalle los antecedentes presentados por Jiménez et al (2000), se
observa que la concentración de lactato después del ejercicio alcanzó una media de
5.45 mmo/l en la altura, mientras que a nivel del mar alcanzó 3.42 mmol/l. Esto tiene
una enorme importancia práctica, ya que se ha demostrado que el umbral de lactato
ocurre cuando se superan las 4 mmol/l, López et al (1991). En otras palabras, a este
nivel el individuo comenzaría a fatigarse, lo que indicaría que el ejercicio prescrito por
Jiménez et al (2000) es pesado en la altura y no así a nivel del mar. Considerando que
el diseño del trabajo debe evitar la fatiga, conocer el umbral de lactato en la altura es
fundamental para determinar niveles sustentables de rendimiento, sin fatiga, lo que se
puede lograr dosificando correctamente las pausas, estableciendo rotación de funciones
y diseñando implementos de trabajo que reduzcan el gasto de energía de las actividades,
esto puede conseguirse en la medida que se conozca con certeza cuando un individuo
supera el umbral de lactato, el cual no ha sido esclarecido en la altura. Hoy en día
existen técnicas no invasivas que permiten determinarlo y sería de gran utilidad práctica
poder avanzar en el conocimiento de este tema, para el diseño de actividades físicas
realizadas en minería de altura.
Aún cuando lo anterior permitirá definir con certeza los umbrales de fatiga, la evaluación
del consumo de oxígeno como técnica de rutina para evaluar la carga física de una jornada
de 8 horas es muy laboriosa, ya que se requiere identificar todas las operaciones que
realiza el trabajador, determinar los tiempos dedicados a ellas y medir en cada una el
consumo de oxígeno. Por esta razón para determinar la intensidad del esfuerzo laboral,
rutinariamente se utiliza la frecuencia cardíaca media de la jornada. Como se explicó
antes, es fácil de medir y su seguimiento durante la jornada no reviste ningún problema
puesto que no es una técnica invasiva. Sin embargo, en la altura el comportamiento de
la frecuencia cardíaca difiere al encontrado a nivel del mar. Según diversos investigadores
se produce una “frenación” de la frecuencia cardíaca máxima, lo que ha sido corroborado
en Chile por Jiménez et al (2000). Este efecto, también puede ser de enorme importancia
para el diseño del trabajo, ya que al reducirse la frecuencia cardíaca máxima, la frecuencia
cardíaca por sobre la cual se supera el umbral anaeróbico tendría que ser más baja, lo
que sólo podría establecerse con certeza determinando la evolución del consumo de
oxígeno, la frecuencia cardíaca y el lactato sanguíneo, desde el reposo hasta niveles
máximos de esfuerzo, lo cual se puede obtener durante las evaluaciones de umbral
anaeróbico. Para ilustrar la importancia de contar con estos criterios, como lo han
demostrado los autores citados, la frecuencia cardíaca máxima podría reducirse, por
ejemplo de 180 a 140 latidos por minuto. Considerando una frecuencia cardiaca de reposo
de 60 latidos por minuto, al calcular la frecuencia cardiaca equivalente al 40% de carga
cardiovascular, encontraríamos que esta sería de 108 latidos por minuto a nivel del mar,
mientras que en altura el límite equivalente sería de 92 latidos por minuto. Esto, que
necesariamente debe ser corroborado, podría explicar el porqué en los estudios realizados
a 3.800 metros de altura se observa un aumento de la frecuencia cardíaca a medida que
avanza la jornada que podría considerarse como un indicador de fatiga. Este efecto
similar al trazado que se observa en dos tareas mineras efectuadas a 3.800 metros de
altura que se puede ver en la figura 35. Es indudable que mientras esta situación no se
aclare, la planificación de las actividades que requieren esfuerzo físico sólo podrá
diseñarse en base a indicadores imprecisos, en circunstancias que medidas tales como
rotación de tareas, pausas debidamente programadas, selección de número preciso de
trabajadores, empleo de técnicas correctas de trabajo, etc., al existir referentes bien
establecidos de límites de carga sustentable en una jornada, permiten claros aumentos
en la productividad, sin exigencias físicas desmedidas, que puedan resultar en enfermedades
por sobreesfuerzo, asociadas al trabajo.
Figura 35.
Va r i a c i o n e s d e l a Operador de Producción
frecuencia cardíaca
durante la jornada en 1
% Carga Cardiovascular
actividad minera. Como
se observa, hay una
tendencia al aumento
progresivo a medida que
avanza la jornada, lo que
es indicador de fatiga.
Hora
5. Ruido.
El ruido es uno de los riesgos laborales más comunes. En la minería, un número importante
de trabajadores está expuesto a niveles de ruido que pueden dañar la audición y además
producir efectos negativos en su bienestar y en la calidad del trabajo que ejecutan. En
Chile, el control de ruido en las empresas, es un tema que ha sido ampliamente abordado
desde el punto de vista de la higiene industrial, existiendo disposiciones legales orientadas
a la prevención de la sordera provocada por ruido. Es importante tener en cuenta que
la exposición continua a ruido puede producir un daño permanente en el oído interno,
conocido como “pérdida auditiva inducida por ruido” o hipoacusia, la cual es irreversible.
A los lectores interesados en los aspectos médicos se les recomienda revisar la Enciclopedia
de Salud Ocupacional de OIT (1998) que contiene una síntesis muy clara del tema. Por
lo expuesto, en el texto que sigue abordaremos algunos elementos básicos importantes
de tener en consideración cuando los trabajadores están expuestos a altos niveles de
ruido, pero el énfasis se pondrá en la exposición a niveles de ruido bajo 80 dB(A), que
a menudo se ignoran, pero que desde un punto de vista ergonómico se deben tener
presentes, puesto que pueden generar fatiga, estados de confusión, falla en la percepción
de señales auditivas y disminución del rendimiento.
El sonido es una forma de energía producida por la vibración de los cuerpos, transmitiéndose
por el aire, agua o cualquier otro medio, mediante vibraciones que penetran al oído
creando una sensación. Estas variaciones de presión, que ocurren en un cierto grado de
frecuencias e intensidades, son percibidas por el oído humano como sonidos. La frecuencia
del sonido corresponde al número de fluctuaciones o vibraciones por segundo y se expresa
habitualmente en Hertz (Hz). La gama audible de frecuencias va desde los 20 Hz. hasta
aproximadamente 20.000 Hz. Debido a que el rango de presiones sonoras es muy extenso,
se utiliza una unidad logarítmica, el decibel (dB), para expresar el nivel de presión sonora.
El umbral de audición es la intensidad mínima de sonido capaz de impresionar el oído
humano. Aunque no siempre este umbral sea el mismo para todas las frecuencias que
es capaz de percibir el oído humano, es el nivel mínimo de un sonido para que logre ser
percibido. El valor normal se sitúa entre 0 dB audiométrico y 25 dB audiométricos. En
el caso de frecuencias muy bajas, entre 20 Hz hasta alrededor de 80 Hz. este umbral
tiende a subir debido a que estas frecuencias poseen un sonido mucho más bajo. Lo
contrario ocurre con las frecuencias superiores a los 10.000 Hz, ya que debido a lo
agudo de estas ondas, el umbral es muy cercano a 0.
En las industrias existe una gran cantidad de sonidos simultáneos, con distintos niveles
de presión sonora y con diversas frecuencias, los cuales al combinarse pueden transformarse
en ruido. Este se caracteriza por ser psicológicamente molesto y de bajo o nulo contenido
informativo.
El decreto 594 del Ministerio de Salud, que reglamenta las condiciones sanitarias y
ambientales básicas en los lugares de trabajo, establece que ningún trabajador podrá
estar expuesto una jornada de 8 horas a un nivel de presión sonora mayor de 85 dB(A)
medidos a la altura del oído del trabajador, en posición lenta. El mismo decreto especifica
límites de tiempo de exposición para trabajadores expuestos a niveles de presión sonora
por sobre los 85 dB(A), destacando que, en ningún caso, se permitirá que trabajadores
sin protección auditiva estén expuestos a niveles de presión sonora superiores a 115
dB(A). Cabe señalar que como nuestro oído no responde igual a todas las frecuencias
de sonido, lo que indica que escuchamos algunos de ellos que dependen de su frecuencia,
se definió el decibel A (dBA). Esta unidad, basada en el dB, es una aproximación de la
percepción auditiva del oído humano y se obtiene mediante la utilización de un filtro,
incluido en el sonómetro que es el nombre del instrumento que se utiliza para medir
ruido. El DS 594 distingue tres tipos de ruido: estable, fluctuante e impulsivo. Se considera
estable “aquel ruido que presenta fluctuaciones del nivel de presión sonora instantáneo
inferiores o iguales a 5 dB(A) lento, durante un período de observación de 1 minuto. En
tanto, “ruido fluctuante es aquel ruido que presenta fluctuaciones del nivel de presión
sonora instantáneo superiores a 5 dB(A) lento, durante un período de observación de
1 minuto”. Finalmente, ruido impulsivo es “aquel ruido que presenta impulsos de energía
acústica de duración inferior a 1 segundo a intervalos superiores a 1 segundo”.
De acuerdo al DS 594 las mediciones de ruido estable, ruido fluctuante y ruido impulsivo
deben efectuarse con un sonómetro integrador o con un dosímetro que cumpla las
exigencias señaladas para los tipos 0, 1 ó 2, establecidas en las normas: IEC 651-1979,
IEC 804- 1985 y ANSI S.1.4-1983. Cuando los niveles de presión sonora continua equivalente
son superiores a 85 dB(A) lento, el DS 594 establece los tiempos que el trabajador podrá
estar expuesto, en la forma que se indica en la tabla 39, estipulando que tales referencias
son para trabajadores sin protección auditiva.
Tabla 39. Tiempos de exposición permitidos para trabajadores que realizan sus actividades
con un nivel de presión sonora superior a 85 dB(A).
Tabla 40. Tiempos máximos de exposición cuando el nivel de presión sonora peak es
superior a 95 dB(C).
Con respecto a las medidas de control a nivel de las personas expuestas, existen tres
grandes líneas de acción que se pueden sintetizar como sigue:
• Educación.
• Control de exposición.
• Uso de equipo de protección personal.
En cuanto a los requisitos que debe cumplir un protector auditivo se cuentan los siguientes:
Si bien el ruido está presente en casi todas las áreas industriales, su presencia en oficinas
y centrales de operación es particularmente crítica porque estas tareas son de altas
exigencias mentales, requiriendo también buena comprensión del lenguaje hablado. Por
esta razón, existe una mayor sensibilidad respecto a los ruidos en estos lugares de trabajo.
En otras palabras, aunque el nivel de ruido sea comparativamente bajo, puede ser
igualmente perturbador.
Si bien no está claramente definida la forma en que el ruido afecta la eficiencia laboral,
existen antecedentes que demuestran que tendría impacto en:
• tareas de vigilancia.
• tareas mentales complejas.
• tareas que requieren habilidad y destreza.
• tareas que requieren altos niveles perceptivos.
• tareas psicomotrices complejas.
A modo de ejemplo, es posible citar algunos estudios clásicos resumidos por Murrell
(1969). Él describe investigaciones en que se demostró que en trabajos de clasificación
manual de correo, el aumento de ruido de 75 a 95 dB, provocaba una disminución del
rendimiento en un 25 %, cuadruplicándose el número de errores. En otros estudios se
verificó que sujetos expuestos a ruidos inesperados sobre 100dB, que desarrollaban tareas
visuales, deterioraban su desempeño, aún estando advertidos de que en algún momento
Figura 36. Efectos de la presión sonora y de la frecuencia del ruido en relación a su impacto
en el trabajo.
Gráfico de Wisner
140
120
IV
Nivel de presión dB
100
80 III
II
60
40
I
20
0
0 63 125 250 500 1000 2000 4000 8000
Frecuencia (Hz)
6. Vibraciones mecánicas.
La vibración es la transmisión de energía cuando las personas están en contacto con una
superficie o sistema que se encuentra en movimiento oscilatorio. Se producen cuando
uno o más componentes de un sistema oscilan, respecto a su posición de equilibrio.
La oscilación puede ser estable o transitoria y continua o intermitente.
En el caso de las vibraciones de cuerpo completo, toda la masa corporal está sujeta a
vibraciones mecánicas. Las vibraciones se transmiten desde los asientos o pisos de los
vehículos o máquinas, afectando a cada órgano y al cuerpo en su totalidad. Los efectos
de las vibraciones fluctúan entre simples molestias y trastornos fisiológicos y patológicos,
cuya magnitud dependerá de la frecuencia de excitación, del nivel de aceleración de las
oscilaciones y del tiempo de exposición.
az
az Eje Z (az) De lo pies a la cabeza
Eje X(ax) De la espalda al pecho
av
ax av
ax ax
az
ay
Es importante destacar que el efecto de las vibraciones no sólo depende de las características
enumeradas sino que también de:
• Factores individuales: existen variables individuales que hacen más vulnerables a las
personas expuestas a las vibraciones. Por ejemplo, una mala condición física, la obesidad
y trastornos músculo-esqueléticos preexistentes, son factores que reducen la tolerancia
a las vibraciones.
Figura 39. Frecuencia propia y resonancia de algunas partes y órganos del cuerpo.
Hombros 4-5 Hz
Columna Vertebral
10-12 Hz
Cabeza Aprox. 25 Hz
Globo ocular 30 - 90 Hz
Pecho aprox. 60 Hz
Abdomen 4-3 Hz
Manos 50 - 200 Hz
Piernas varía desde
aprox. 2 Hz con las rodillas
flextadas, a más de 20 Hz con
las rodillas derechas.
Es importante destacar que para las personas expuestas a un rango entre 1 y 20 Hz,
niveles que son frecuentes en vehículos empleados en la minería, las vibraciones son
particularmente molestas y fatigantes, siendo más críticas en el rango de 1 a 10 Hz.
Desde un punto de vista ergonómico, es muy importante considerar que en las personas
expuestas se reduce la agudeza visual, pudiendo también afectar el procesamiento mental
de información. Las alteraciones visuales se comienzan a percibir a partir de los 4 Hz,
siendo mayores los efectos, en el rango de los 10 a 30 Hz. Según Wilson et al., (1992),
vibraciones sobre 50 Hz, con una aceleración de 2 m/seg2, reducen en un 50 % la agudeza
visual.
trabajadores. De este modo, las principales regiones del cuerpo afectadas son las manos
y los brazos, identificándose, entre otros, los siguientes tipos de síntomas:
En cuanto a los efectos producidos por las vibraciones, mano brazo, se pueden mencionar
los siguientes:
En Chile, el Decreto Supremo (DS) 594 del Ministerio de Salud, establece límites de
exposición a vibraciones que comprometen el cuerpo en su totalidad y también para
aquellas que afectan el componente mano-brazo. En el texto que continúa se destacarán
separadamente los aspectos más relevantes planteados en el Decreto 594.
Tabla 42. Aceleración equivalente ponderada máxima permitida para una jornada de 8
horas.
n
Aeq (T) = 1/T (aeq)i2 x Ti 1/2
i=1
Donde:
T = Tiempo total de exposición.
(aeq)i = Aceleración equivalente ponderada en un determinado período de exposición.
Ti = Duración del período de exposición a una determinada (aeq)i.
La medición de vibraciones de cuerpo entero y/o mano – brazo, se debe efectuar con
un medidor de vibración humana. Por lo general, se recomienda que estos instrumentos
cumplan con las exigencias de la norma ISO 8041:2005, el cual debe ser debidamente
calibrado. Los sistemas de medición de vibraciones están compuestos por un transductor,
preferentemente un acelerómetro y un sistema de registro.
Los equipos que permiten registrar las vibraciones mecánicas, deben cuantificar la
aceleración en los ejes ortogonales y los tiempos de exposición de los trabajadores. En
relación a la evaluación de la aceleración, ésta depende de la forma en que las vibraciones
impactan a los trabajadores. Por ejemplo, cuando se trata de operadores de maquinarias,
que transmiten las vibraciones al cuerpo completo, se requieren acelerómetros, que
tienen un transductor que se ubica en el asiento, en la región de los glúteos. La aceleración
se registra en tres ejes ortogonales en forma simultánea, aún cuando también pueden
realizarse registros por eje. Los resultados habitualmente se expresan en niveles
equivalentes, lo que en térmicos prácticos significa integrar un variado número de
frecuencias. En este sentido, los equipos tienen filtros, que permiten seleccionar el
rango de frecuencia que se requiere analizar.
Una síntesis de las recomendaciones de OIT (1998) para el caso de trabajadores que usan
herramientas manuales es la siguiente:
Con respecto a las máquinas, que exponen a los trabajadores a vibraciones de cuerpo
completo, el problema es aún más crítico, ya que son de alto costo y es extremadamente
difícil pensar en modificaciones para reducir las vibraciones una vez que las máquinas
han sido adquiridas. Por eso, es importante que las empresas recaben información de
los proveedores. En este sentido, hay que preocuparse de que la atenuación ocurra en
distintos puntos, considerando particularmente los neumáticos, la suspensión, la cabina
y el asiento, como se destaca en la figura 40.
Figura 40. Puntos a considerar para reducir las vibraciones que se transmiten a los
operadores de máquina.
Cabina Asiento
Suspensión de la cabina
Suspensión de la carrocería
Neumáticos
• Neumáticos. Los neumáticos son una parte fundamental de las máquinas ya que son
el vínculo entre la máquina y el suelo. Su efecto aislante de las vibraciones es importante,
razón por la cual deben estar en buenas condiciones y con la presión adecuada para el
tipo de neumático y terreno por el que se circula.
• Cabinas. Una cabina con suspensión de baja frecuencia, es aquella cuya frecuencia
natural está por debajo de la frecuencia dominante. Hay distintos sistemas de suspensión
que soportan la cabina. Un sistema común, actualmente empleado en camiones, consiste
en dos tacos de goma en la parte delantera, mientras que la parte trasera se regula
mediante amortiguadores de gas.
Grupo Acción
Empresarios Obtener asesoría técnica.
Obtener asesoría médica.
Prevenir a las personas expuestas.
Capacitar a las personas expuestas.
Analizar los tiempos de exposición.
Tabla 46. Resultado mediciones de aceleración vibratoria en tres palas LHD efectuadas
en una mina subterránea.
Equipo Aeqx Aeqy Aeqz ASmín ASmáx AeqTP Tiempo máx. Riesgo
uso DS 594
(hrs)
LHD 1 0,37 0,34 0,53 0,02 4,56 0,73 5,5 Crítico Intolerable
LHD 2 0,39 0,42 0,56 0,02 3,74 0,81 5,5 Crítico Intolerable
LHD 3 0,42 0,39 0,63 0,02 2,15 0,85 5,5 Crítico Intolerable
LHD 1. Operado en superficie en buenas condiciones.
LHD 2. Operado en calle en mal estado y recorridos de 80 a 100 m.
LHD 3. Operado en la calle en estado de regular a bueno y recorrido de unos 35 m.
Como se puede observar, las mayores aceleraciones se concentran en el eje z, por saltos
del asiento, debido a irregularidades en las calles y a la velocidad de tránsito por dichas
calles. Durante el estudio se observó que el estado de las carpetas de rodado era de
regular a malo, producto de discontinuidades en el terreno y de irregularidades originadas
por el tránsito frecuente y por fallas en la construcción. Es importante destacar, que el
estado de las calles puede repercutir en la amplitud de las aceleraciones que percibe
el operador, a través de la columna vertebral, lo que incrementa el riesgo.
Las quejas más comunes de los trabajadores, producto de una mala iluminación son
cansancio visual, irritación de los ojos, visión borrosa, sequedad de los ojos y dolores
de cabeza. También una mala iluminación, puede generar molestias en el cuello y los
hombros, ya que las personas adoptan posturas inadecuadas producto del intento de
realizar su trabajo con mejor visión.
La evolución del trabajo de oficina, ha impuesto desafíos a las personas encargadas del
diseño de los sistemas de iluminación, ya que se han producido cambios en las formas
de trabajo, en lo que se refiere a la lectura y escritura. En este sentido, ha habido una
evolución en las formas lectura/escritura desde su ejecución sobre un escritorio al
trabajo en computadores, lo que cambia el plano de trabajo. Además, las computadoras
tienen su propio sistema de iluminación, lo que significa que se puede trabajar en ellas,
sin necesidad de tener iluminación alrededor, lo que puede producir reflejos y
deslumbramientos, en particular cuando no se realizan los ajustes necesarios ni se ubican
en los lugares más adecuados. También han cambiado las fuentes de la luz. En el pasado,
la mayor parte de la iluminación provenía de la luz día. En la actualidad, debido al
aumento del tamaño de las construcciones y a un mejor aprovechamiento de los espacios,
la luz proviene en muchas ocasiones de fuentes artificiales. Esto podría suponer una
ventaja, ya que da la posibilidad de ejercer un mayor control sobre las fuentes que
originan la luz.
7.1.1. Iluminancia.
Se define iluminancia como el flujo luminoso recibido por una superficie. Su símbolo es
E y su unidad el lux (lx). Existe también otra unidad, el pie-candela (foot-candle) (fc),
utilizada en países de habla inglesa cuya relación es: 1 lux = 0.1 pie-candela.
La norma ISO: 8995:1989 destaca los factores que se deben considerar para proveer una
apropiada iluminación en el medioambiente laboral. El siguiente es un extracto de esta
norma:
Los niveles de iluminación recomendados para un local, dependen de las actividades que
se realicen en él. En general, podemos distinguir entre tareas con requerimientos visuales
mínimos, normales o exigentes.
• En el primer caso estarían las zonas de paso (pasillos, vestíbulos, etc.) o las áreas poco
utilizadas, tales como bodegas o salas de máquina, con iluminancias entre 50 y 200 lx.
• En el segundo caso tenemos las zonas de trabajo y otras dependencias de uso frecuente
con iluminancias entre 200 y 1000 lx.
• Por último están los lugares donde son necesarios niveles de iluminación muy altos
(más de 1000 lx) porque se realizan tareas visuales con un grado elevado de detalle cuya
eficiencia mejora con iluminación local.
Una descripción más exacta, se puede observar en la tabla 47, que corresponde a un
extracto de la norma ISO: 8995:1989.
Tabla 47. Extracto de la norma ISO: 8995:1989 sobre niveles de iluminación recomendables.
La percepción en algunos trabajos con iluminancias menores a 300 lx, es poco clara. Por
esta razón, la iluminancia mínima recomendada para períodos largos de trabajo, en un
espacio fijo, es 300 de lx, sin considerar la complejidad visual de la tarea.
Para alcanzar una alta iluminancia, los sistemas de iluminación pueden necesitar una
combinación de iluminación local y general. Por ejemplo, esto se podría aplicar a tareas
que involucren detalles finos, o a aquellas que tengan requisitos especiales, tales como
iluminación direccional. En ambos casos se puede requerir iluminación local adicional.
• Limpiar las fuentes de luz con un paño húmedo para verificar el estado de las
luminarias.
• Medir el promedio de iluminación en todo el lugar de trabajo y compararlo con los
niveles recomendados.
• Preguntar a los trabajadores si sufren de problemas de visión.
• Reemplazar las ampolletas en forma regular. Las antiguas entregan menos luz que
las nuevas y consumen la misma energía.
• Limpiar periódicamente las lámparas.
• Agregar más iluminación en los lugares que lo requieran.
Pintar las paredes y techos de colores claros a fin de que la luz se refleje sin causar
molestias.
• Usar luz indirecta e iluminación local para eliminar las sombras.
7.2. Luminancia.
La luminancia de una superficie se define como la intensidad luminosa emitida por unidad
de superficie en una dirección dada. En términos prácticos se conoce como brillo. La
luminancia se produce en el órgano visual y entrega la sensación de claridad que presentan
los objetos observados y tiene importancia en los fenómenos de deslumbramiento. Su
símbolo es L y su unidad es la Candela por metro cuadrado (cd/m2). Una ilustración del
concepto de luminancia se puede ver en la figura 41.
Esta medida debe tenerse en cuenta a la hora de proyectar la iluminación, sobre todo
en instalaciones donde se requiera una iluminación de alta calidad, ya que deben
emplearse luminarias apropiadas para controlar el deslumbramiento. También debe
prestarse atención a la distribución de luminarias y mobiliario y las características de
reflexión de éstos últimos, con el fin de reducir, en la medida de lo posible, los
deslumbramientos producto de un exceso de reflejos o luminancia.
La luminancia de una pared blanca esta entre 30 y 100 cd/m2. La de un monitor varía
entre 100 y 300 cd/m2. El filamento de tungsteno de una ampolleta incandescente puede
llegar a las 50.000 cd/m2. En la tabla 10, se puede observar las medidas de luminancia
de algunos objetos.
Según la norma ISO 8995:1989, la luminancia que debe tener una tarea, según su
complejidad se resumen en la tabla 48. La misma fuente indica las relaciones de máxima
luminancia entre zonas del campo visual y la tarea visual que se muestran en la tabla
49.
Tabla 49. Relación de máxima luminancia entre zonas del campo visual y la tarea visual.
7.3. Reflejos.
Los reflejos pueden ser directos o indirectos. El reflejo directo, ilustrado en la figura
42, es el resultado de la luminancia proveniente directamente de una ventana o luminaria.
Puede crear molestias y fatiga visual como consecuencia del continuo ajuste y reajuste
de las pupilas a dos niveles de iluminación muy diferentes.
Figura 42.
Ilustración de un reflejo directo
de luz.
En cuanto a los reflejos indirectos, se definen como la luz reflejada por superficies
brillantes y contribuyen a incrementar el esfuerzo visual y la fatiga. Una fuente de luz
reflejada en la pantalla de un monitor, crea una imagen brillante que dificulta la lectura
de los caracteres en dicha pantalla, como se ilustra en la figura 43.
Figura 43.
Ilustración de un reflejo indirecto de
luz.
El reflejo producido por la iluminación o por la luz que ingresa por ventanas, se puede
controlar con las siguientes medidas:
7.4. Uniformidad.
En este sentido se busca que el cuociente entre la iluminación mínima y la máxima sea
cercano a 1, ya que esto nos indicaría que la distribución de la luz es adecuada. En
cambio, lo menos recomendable es cuando este cuociente alcanza valores cercanos a
cero.
7. 5. Color de la luz.
Como se muestra en la tabla 50, las lámparas que normalmente se usan en iluminación
interior se pueden dividir en tres grupos de acuerdo a su temperatura de color
correlacionada.
Tabla 50. Lámparas según grupos de apariencia del color. (extraído de la ISO: 8995:1989).
Para ilustrar como afecta la luz al color, se puede considerar una habitación de paredes
blancas con muebles de madera de tono claro. Si se ilumina con lámparas incandescentes,
ricas en radiaciones de la zona roja del espectro, se acentúan los tonos marrones de los
muebles y las paredes adquieren un tono amarillento. En conjunto, la habitación tendrá
un aspecto cálido. En cambio, si se ilumina la misma habitación con lámparas fluorescentes
normales, ricas en radiaciones en la zona azul del espectro, se acentuarán los tonos
verdes y azules de muebles y paredes dándole un aspecto frío a la sala.
A pesar de esto, la apariencia de color no es el único factor que determina las sensaciones
que la iluminación producirá en las personas. Por ejemplo, es posible que una instalación
con tubos fluorescentes resulte agradable y una con lámparas cálidas desagradable,
cuando se aumenta el nivel de iluminación de la habitación. En consecuencia, la
iluminancia en conjunto con la apariencia en color de las lámparas, determinan el aspecto
final, de la forma que se resume en la tabla 51.
En términos generales, los tonos fríos producen una sensación de tristeza y reducción
del espacio, aunque también pueden causar una impresión de frescor que los hace muy
adecuados para climas calurosos. Los tonos cálidos, producen la sensación opuesta,
porque se asocian a sensaciones de alegría y amplitud del espacio, otorgando un aspecto
acogedor al ambiente.
El rendimiento de la luz tiene una pequeña variación cíclica para la mayoría de los
filamentos y las lámparas fluorescentes. La variación puede ocasionar parpadeo, efectos
estroboscópicos, o ambos.
El parpadeo aumenta en las lámparas fluorescentes con mucho uso y se puede evitar
con un reemplazo periódico. Por su parte, el efecto estroboscópico se debe a causas
fisiológicas ya que los reflejos del ojo humano son lentos como para distinguir entre dos
impulsos luminosos que se hayan sucedido en un corto intervalo de tiempo.
Consecuentemente, al recibir una serie de ellos a un ritmo de sucesión rápido, los percibe
como si formaran parte de un movimiento continuo. En otras palabras, el efecto
sea sincrónico. La luz emitida por todas las lámparas alimentadas con corriente alterna
tiene una variación cíclica pequeña, que puede generar efectos estroboscópicos o
parpadeo, que producen percepciones de inmovilidad de los objetos, lentitud con respecto
a la velocidad real o inversión de la dirección real de rotación. Este efecto, puede ser
peligroso si ocurre sobre partes giratorias de máquinas, ya que esto podría ocasionar una
impresión de velocidad, inmovilidad o la inversión reducida del giro de rotación que
puede ser un factor potencial de riesgos. Esto puede evitarse, iluminando las partes
giratorias de las máquinas con lámparas incandescentes individuales. La ausencia de
parpadeo en la mayor parte de fuentes de luz se debe a su estructura. No obstante, a
medida que los tubos fluorescentes envejecen, el parpadeo puede reducirse a 50 Hz o
menos y tiende a aparecer en el extremo del tubo. En estos casos es recomendable
cambiar el tubo, aún cuando puede aminorarse protegiendo los extremos del mismo.
Puestos de trabajo Emplear la luz natural siempre que sea posible, ya que
posee mejores cualidades que la artificial y constituye
un elemento de bienestar.
El aprovechamiento de la luz natural requiere la ubicación
correcta de los puestos de trabajo, en forma perpendicular
a las ventanas. En esta forma, los trabajadores no sufren
deslumbramiento y la luz solar no se proyecta directamente
sobre la superficie de trabajo.
Instalar persianas, cortinas y toldos, destinados a controlar
tanto la radiación solar directa como el posible
deslumbramiento.
Evitar los deslumbramientos indirectos producidos por
superficies reflectantes situadas en la zona de operación
o sus proximidades.
Emplear iluminación artificial para complementar el nivel
de iluminación natural en caso que esta sea insuficiente.
Utilizar filtros para las luces difusas tratando de que la
iluminación y el brillo se puedan controlar.
Utilizar colores mate en paredes, pisos y muebles.
Colocar el monitor en paralelo y no directamente a
continuación de las luces.
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